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La intervención psicológica en Atención Primaria
Chapter · September 2017
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Jorge Corpas Mario Gálvez-Lara
University of Cordoba (Spain) University of Cordoba (Spain)
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Capítulo 6

LA INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA EN
ATENCIÓN PRIMARIA

-RUJH&RUSDV0DULR*¡OYH]/DUD(OLDQD0RUHQR-RV©)HUQDQGR9HQFHVO¡\-XDQ$QWRQLR0R-
riana

Resumen

La intervención psicológica en Atención Primaria (AP) es, en la actualidad,


uno de los temas más importantes y con mayor repercusión dentro del ámbito
sanitario. El incremento de consultas relacionadas con problemas y trastornos
psicológicos en Atención Primaria y las características propias de este nivel asis-
WHQFLDO PDVL͆FDFL³QGHSDFLHQWHVKLSHUIUHFXHQWDFL³QHWF KDFHQTXHFREUH
sentido el debate sobre la participación de los profesionales de la Psicología
en este contexto. En el presente capítulo analizamos la importancia que tiene la
Psicología en los problemas de salud dentro de este ámbito incidiendo en las
principales problemáticas y estado actual de la situación en nuestro país.

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los problemas que generan síntomas (los más comunes ansiedad y depresión) y
que acompañan a buena parte de enfermedades orgánicas y circunstancias
Introducción propias de la vida.

Dentro del contexto de la salud, la Psicología ha dirigido sus aplicaciones Dentro de este ámbito resulta importante destacar otros problemas de
e investigaciones a prácticamente todas las ramas de la medicina tanto a nivel conducta como pueden ser los trastornos adaptativos y otros procesos inde-
SDOLDWLYRFRPRSUHYHQWLYRGHPRVWUDQGRODH͆FDFLDGHVXVSODQWHDPLHQWRV\ORV pendientes como el duelo, la separación-divorcio, la preparación ante la muer-
EHQH͆FLRVGHVXVUHVXOWDGRV6LQHPEDUJRDSHVDUGHVXFRQVLGHUDFL³QFLHQW­͆FD te, la intervención en crisis, la Psicología aplicada a situaciones de emergencias,
y de la multitud de ámbitos y servicios en los que se ha aplicado, la realidad los trasplantes, las valoraciones e intervenciones con personas transexuales,
GHODH[SDQVL³QGHOD3VLFRORJ­DHQORVVLVWHPDVGHVDOXGSºEOLFRVGHMDPXFKR patología dual, ludopatía, la intervención con familias de trastornos mentales
que desear y no ha llegado a cubrir las expectativas que muchos esperaban severos y con familiares de otras enfermedades, y un largo etcétera de aplica-
de ella (Moriana, 2009). FLRQHVTXHVHHQFXHQWUDQHQHOO­PLWHGHODGH͆QLFL³QGHVDOXGFRPRELHQHVWDU
físico y psíquico, aunque en muchos casos se cuestione su entidad sanitaria. Por
Curiosamente hasta hace relativamente muy poco tiempo, el modelo ejemplo, si usted se divorcia y entendemos que este proceso tiene una entidad
biopsicosocial parecía haber ganado la partida, al menos en la teoría, al mo- psicosocial no sanitaria, esta consideración se vería alterada cuando por esta
delo biomédico. Sin embargo, en la práctica diaria los recursos asistenciales y situación tuviera síntomas depresivos o ansioso-depresivos que le llevaran a un
la práctica clínica de actuaciones sanitarias “olvidan”, u obvian, presupuestos PDOHVWDUFO­QLFRVLJQL͆FDWLYR\DDIHFWDUDVXDFWLYLGDGODERUDOVRFLDO\IDPLOLDU
fundamentales de una consideración biopsicosocial y siguen manteniendo la tras lo cual nadie podría negar que sufriera una alteración de su estado de
estructura arcaica del modelo tradicional, excesivamente medicalizado, cen- salud, entendido desde una perspectiva físico-psíquico o biopsicosocial. Otra
WUDGR HQ OD ͆JXUD GHO P©GLFR \ QR HQ HO SDFLHQWH  \ FRQ XQ SODQWHDPLHQWR de las cuestiones que ha trabajado la Psicología dentro de la salud ha sido el
claramente de medicina defensiva y economicista. estudio de la adherencia al tratamiento buscando mejorar el sistema de pres-
cripciones médicas y el seguimiento de instrucciones.
'HQWURGHOD3VLFRORJ­DGHOD6DOXGVHKDQFRQ͆JXUDGRWUDWDPLHQWRVHV-
SHF­͆FRVGLULJLGRVDWUDEDMDUFRPSRQHQWHVFRQGXFWXDOHVUHODFLRQDGRVFRQOD Continuando con las aplicaciones de la Psicología podemos señalar a la
diabetes, el asma, migrañas, cáncer, trastornos cardiovasculares, dolor crónico, prevención como otro de los campos de desarrollo. Sin embargo, a pesar de su
GLVPHQRUUHD͆EURPLDOJLD\RWUDVHQIHUPHGDGHVUHXP¡WLFDV9,+HQIHUPHGDGHV importancia, hacer prevención resulta un proceso complejo y costoso. Además
terminales, trastornos del sueño, síndrome de intestino irritable, otras enfermeda- GHODVPºOWLSOHVVLWXDFLRQHVDODVTXHSXHGHDSOLFDUVH\ORVGLYHUVRVQLYHOHV SUH-
GHVLQ͇DPDWRULDVLQWHVWLQDOHVWDEDTXLVPRDOFRKROLVPR\SU¡FWLFDPHQWHSDUDWR- vención primaria, secundaria y terciaria) muchas de las campañas establecidas
das las adicciones y otros procesos orgánicos. A este listado hay que añadir no solo competen al sistema sanitario.
el resto de trastornos mentales que por sus características (síntomas leves o mo-
derados, cuadros de inicio, etc.) pueden ser tratados desde AP y sobre todo

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La promoción de la salud y de hábitos saludables es otra de las apuestas dos por los médicos de familia responden a trastornos de corte psicosocial con
de la Psicología positiva que centra su atención en un tipo de prevención espe- alguna patología más o menos grave asociada y no a un cuadro puramente
F­͆FDFHQWUDGDP¡VHQORVEHQH͆FLRVREWHQLGRVSRUODUHDOL]DFL³QGHXQGHWHU- P©GLFR $QVVHDXHWDO.URHQNH6SLW]HU:LOOLDPV0RQDKDQ\/RZH 
minado tipo de conductas (independientemente de la inclusión de la evitación En este ámbito, muchos de los pacientes presentan una gran variedad de sínto-
de factores de riesgo). Este binomio, factores de riesgo-factores de protección mas “subumbral” (fundamentalmente depresivos, de ansiedad y somatizaciones),
KDSHUPLWLGRSUHVHQWDUSODQWHDPLHQWRVEDVWDQWHH͆FDFHVTXHQRVVH±DODQSRU que en ocasiones acompañan a otras dolencias de tipo orgánico (Moreno y
HMHPSOR OR LQWHUHVDQWH GH DOLPHQWDUVH ELHQ R KDFHU HMHUFLFLR FRPR EHQH͆FLR Moriana, 2012).
para nuestra salud mientras subraya los riesgos de fumar o de abusar de comi-
das grasas, promover una adecuada salud/higiene dental, etc. En opinión de buena parte de los médicos, los problemas psicológicos
están relacionados con, al menos, una de cada cinco consultas de AP (Latorre,
Una de aplicaciones con más futuro, aunque todavía con una pobre López-Torres, Montañés y Parra, 2005). Sin embargo, esos mismos profesionales
expansión, es la formación a profesionales sanitarios sobre aspectos conduc- PDQL͆HVWDQH[SO­FLWDPHQWHVXHVFDVDIRUPDFL³QHQWHPDVGHVDOXGPHQWDO *D-
tuales aplicados a la salud, donde se incluirán cuestiones tales como dar malas barrón et al., 2002). Del mismo modo, es destacable que solo un 50% de los
noticias, habilidades de comunicación, asertividad o resolución de problemas. WUDVWRUQRVPHQWDOHVVRQGHWHFWDGRVHQHO¡PELWRGHOD$3 %HFD6¡L]\3RUUDV
  'HQWUR GH HVWRV ºOWLPRV ORV TXH SDVDQ P¡V LQDGYHUWLGRV VRQ ORV TXH
La investigación es otra de las aplicaciones de la Psicología a la Salud, los profesionales consideran como problemas “menores” de salud mental, que
DV­FRPRDERUGDMHVP¡VFHQWUDGRVHQODJHVWL³QVDOXGSºEOLFD\SRO­WLFDVDQL- son los que presentan principalmente síntomas de ansiedad y/o depresión. Por
taria. Incorporar actuaciones y formas de trabajar propias de la Psicología para otro lado, la falta de coordinación entre AP y AE es habitual, produciéndose
mejorar la organización, optimizar recursos, analizar las necesidades de los usua- frecuentemente una falta de concordancia entre los diagnósticos formulados
ULRVRSODQL͆FDUVHUYLFLRVVXSRQHXQDDSRUWDFL³QIXQGDPHQWDOGHODVFLHQFLDVGHO por ambos servicios (Landa, Goñi, García de Jalón y Lizasoain, 2008), si bien
comportamiento a este ámbito. es cierto que tan solo un 10% de los casos son derivados a los especialistas
(Ministerio de Sanidad y Consumo, 2006).
Situación actual y principales problemáticas de
Desde esta perspectiva, en el contexto de la investigación, las terapias
la intervención psicológica en AP SVLFRO³JLFDVKDQGHPRVWUDGRPD\RUH͆FDFLDTXHHOWUDWDPLHQWRKDELWXDO IDU-
PDFRO³JLFR  SDUD ORV WUDVWRUQRV DQVLRVRGHSUHVLYRV :DWWV 7XUQHOO .ODGQLWV-
/DDWHQFL³QSVLFRO³JLFDSºEOLFDHVDG­DGHKR\XQDFXHQWDSHQGLHQWH NL1HZE\\$QGUHZV \VRQP¡VH͆FLHQWHVHQVXVHIHFWRVDODUJRSOD]R
dentro del contexto de la AP en España, reservándose en exclusiva para los ser- +ROORQ 6WHZDUW \ 6WUXQN   /RV SDFLHQWHV WDPEL©Q SUH͆HUHQ ODV WHUDSLDV
vicios y unidades de Atención Especializada (AE). No obstante, la AP presenta psicológicas, ya que son más acordes a su concepción de la problemática
en la actualidad uno de los mayores problemas para el correcto funcionamien- TXHSUHVHQWDQ 3ULQV9HUKDDN%HQVLQJ\YDQGHU0HHU:DOWHUV%XV]HZLF]
to de la sanidad de nuestro país debido a que gran parte de los casos atendi- :HLFK\.LQJ 

120 121
/RVP©GLFRVGHIDPLOLDD͆UPDQQRSRVHHUQLODVW©FQLFDVQLHOWLHPSRQH- adecuada en la que se trabaje la prevención y/o promoción de la salud (Ruiz,
cesario para tratar a este tipo de pacientes de manera adecuada (Moreno y 2004; Saura, 1997). Por este motivo, con independencia ya de la problemática,
0RULDQD (QHVWDO­QHDDOJXQDVLQYHVWLJDFLRQHVVH±DODQODVGL͆FXOWDGHV el tratamiento se vuelve discontinuo y el seguimiento de los casos casi inexistente
que presentan los médicos de familia para realizar el diagnóstico (Aragonés, %DNNHUHWDO 
3L±RO /DEDG&ROOLQJV'H9LFHQWH %HUGXOODV*HUULWVHWDO
2013; Jacka et al., 2013) y tratamiento de los problemas comunes de salud men- 3RU ºOWLPR VH SURGXFH WDPEL©Q XQD FRQVHFXHQFLD LQGLUHFWD VREUH ORV
tal (Fernández et al., 2006), así como también advierten del exceso en el uso de propios médicos de familia, ya que se ha observado en ellos una incidencia
SVLFRI¡UPDFRV 6HFDGHV9LOOD5RGU­JXH]*DUF­D9DOGHUUH\%DUEHUR)HUQ¡QGH] elevada del síndrome de burnout (Esteva, Larraz & Jiménez, 2006). La presencia
+HUPLGD 9DOOHMR 6HFR  -LP©QH] *DUF­D   3DUHFH LQFRQJUXHQWH TXH OD de estresores laborales negativos se establece como uno de los factores pre-
FLHQFLDDSXQWHKDFLDXQDGLUHFFL³QSDUDODPHMRUDGHODVDOXGSºEOLFD\TXH dictores y elemento de riesgo para el desarrollo del síndrome (Aranda, Pando,
la práctica clínica no asuma las indicaciones que se derivan de los resultados 6DOD]DU7RUUHV$OGUHWH %HUHQLFH (VHPDOHVWDUVHDVRFLDDOFDQVDQFLR
GHODLQYHVWLJDFL³Q'HKHFKRVHJºQHO1,&(  HOWUDWDPLHQWRIDUPDFRO³- emocional por la sobrecarga de pacientes que deben de atender de forma
gico sigue siendo el más frecuente para estos problemas, aunque se considere apresurada y las exigencias a las que están sometidos. De esta manera, es más
inadecuado. De esta forma, esos mismos problemas (menores) de salud mental que probable que la prestación que pueda ofrecer un médico bajo estas con-
SXHGHQOOHJDUDHPSHRUDU\FURQL͆FDUVHFRQIDFLOLGDG\VXSRQHUXQDFDUJDH[- GLFLRQHVVHDGH͆FLHQWH\TXHFRQWULEX\DDOGHWHULRURGHODFDOLGDGDVLVWHQFLDO
tra para el sistema cuando podrían tener una solución relativamente asequible (QGH͆QLWLYDVHSURGXFHQXQDVHULHGHFRQVHFXHQFLDVQHJDWLYDVSDUDSDFLHQ-
y rápida con el debido tratamiento. tes, profesionales de la salud y para el propio sistema, debido principalmente, a
la mala gestión de los problemas o trastornos psicológicos en el ámbito de la AP.
Como consecuencia de esto, los pacientes no están satisfechos con el
tratamiento que reciben y tienden al consumo reiterado del servicio sanitario Cada vez es más habitual que una persona que presente un problema
PºOWLSOHVFRQVXOWDVHQXQEDMRSHULRGRWHPSRUDO IHQ³PHQRFRQRFLGRFRPR cuyos síntomas describan un proceso ansioso-depresivo leve o moderado no se
ȖKLSHUIUHFXHQWDFL³Qȗ 0RUHQR 0RULDQD6DQG­Q9¡]TXH] &RQGH(V- FRQIRUPHVRORFRQTXHVLPSOHPHQWHOHUHFHWHQXQI¡UPDFR\SUH͆HUDRVROLFLWHXQ
pejo, 2012). Se ha observado que en los pacientes hiperfrecuentadores, com- profesional para intentar resolver su problema (un asesor, orientador). Realmente
parados con los que hacen un uso más racional de los servicios de salud, se da muchos problemas no se resuelven solamente con una pastilla. Probablemente
una tasa mucho mayor de problemas sociales, lo que refuerza la hipótesis de tendrá que ir a su médico de cabecera, que puede ser que le prescriba un
que su dolencia tiene más relación con lo psicológico o interpersonal que con fármaco y/o que le derive a su unidad de salud mental correspondiente donde
lo estrictamente orgánico (Wooden, Air, Schrader, Wieland & Goldney, 2009). inicialmente será atendido por un psiquiatra. Este puede ser que lo medique (o
no) y que (en función de muchas circunstancias, lamentablemente no todas ob-
De este modo, la presión asistencial aumenta de forma exponencial y jetivas ni consensuadas) lo derive al psicólogo correspondiente. En total, inter-
produce una disminución considerable del tiempo que el profesional dispone vienen tres profesionales, en tres momentos temporales diferentes y en al menos
por paciente, dejándole un margen de maniobra mínimo para una intervención GRVHVSDFLRV FHQWURVRDPEXODWRULRV GLVWLQWRVSDUD͆QDOPHQWHWHQHUXQDDOWD

122 123
probabilidad de terminar tomando fármacos y sin posibilidad de que ninguno GHQWURGHODFRQ͆JXUDFL³QGHOD$3(QHORWURH[WUHPRHVWDU­DQSD­VHVFRPR
GHORVWUHVSURIHVLRQDOHVKD\DWHQLGRWLHPSRVX͆FLHQWHSDUDHVFXFKDUGHWHQLGD- Italia, Polonia, Rumania o Alemania, donde la presencia de psicólogos en AP es
mente su problema (Moriana, 2009). QXOD3RUºOWLPRHQFRQWUDPRVSD­VHVHQORVTXHVHHVW¡YLYLHQGRXQSHULRGRGH
WUDQVLFL³QFRPRHVHOFDVRGH%©OJLFDR(VSD±DGRQGHVHHVW¡QGHVDUUROODQGR
&X¡QWRV GH HVWRV SURFHVRV SRGU­DQ VHU VLPSOL͆FDGRV R DWHQGLGRV HQ proyectos piloto y estudiando las posibilidades de la implementación de las
Atención Primaria con una intervención mínima o breve coordinada entre el mé- terapias psicológicas en el contexto de AP.
dico de familia y el psicólogo dejando solo para atención secundaria aquellos
casos realmente graves? Algo parecido ocurre con otros trastornos (ansiedad, El Reino Unido fue pionero en desarrollar un proyecto para fomentar la
ataques de pánico, estado de ánimo reactivos a situaciones psicosociales, incorporación de la Psicología Clínica en AP. El programa IAPT (Improving Access
HWF TXHHQPXFKDVRFDVLRQHVWHUPLQDQFURQL͆FDQGRWUDWDPLHQWRVIDUPDFRO³JL- to Psychological Therapies) comenzó en 2008 y desde entonces ha cambiado
cos que lejos de solucionar el problema basan su éxito en la desaparición (o radicalmente el tratamiento de los trastornos mentales comunes (TMC). De entre
atenuación) de síntomas físicos de ansiedad, situación que termina perpetuán- todas las propuestas, destacan algunas como la recomendación de no pres-
dose en una de las epidemias de nuestro tiempo, la adicción a los ansiolíticos cribir fármacos antidepresivos y ansiolíticos (salvo casos urgentes y motivados)
y benzodiacepinas. hasta que el paciente no haya efectuado al menos cinco sesiones previas con
un psicólogo. De este modo, se produce la intervención bajo un modelo esca-
La Psicología en AP en otros países lonado, menos agresivo y más acorde a las guías clínicas (NICE, 2011). Además,
VHKDREVHUYDGRFRPRHOVHUYLFLRGHVDOXGHVPXFKRP¡V͇XLGRHQ,QJODWHUUD
debido a la buena comunicación entre AP y AE y a la tendencia a considerar
Sobre los años 80 se empezó a vislumbrar desde algunos foros la posi-
las preferencias de tratamiento por parte del paciente, aspectos menos tenidos
bilidad de incluir a la Psicología en los primeros escalones de los sistemas de
en cuenta en otros países (Ayerbe, Milazoo, Pérez-Piñar, González & González,
salud para mejorar la calidad de vida de las personas y favorecer los hábitos
2010). Los resultados de diversos estudios para la evaluación del proyecto
saludables (Diekstra y Jansen, 1988). No obstante, no será hasta muchos años
muestran que más del 50% de los pacientes se recuperan con pocas sesiones
después cuando se empezó a dar los primeros pasos.
y que los cambios son duraderos en el tiempo (Clark, Layard, Smithies, Richards,
Sucking & Wright, 2009; Gyani, Shafran, Layard y Clark, 2013). Además, se cal-
A día de hoy, la Psicología Clínica ya aparece, en algunos países, como
cula que este tipo de programa es más económico en términos de costes-be-
UHFXUVRGHVDOXGSºEOLFDHQORVVHUYLFLRVGH$3FRQUHVXOWDGRVPX\SRVLWLYRV6H-
QH͆FLRVHQFRPSDUDFL³QFRQHOWUDWDPLHQWRHVSHFLDOL]DGRGHDOWDLQWHQVLGDG
JºQORVWUDEDMRVRUJDQL]DGRVSRUOD2UJDQL]DFL³Q0XQGLDOGHOD6DOXG 206 
(Radhakrishnan et al., 2013).
existen diferencias en los niveles de estructuración de la intervención en salud
mental en los dispositivos de AP a lo largo del mundo (Cylus, Richardson, Find-
En Noruega, a partir del año 2007 se introduce el concepto de “fácil
OH\/RQJOH\2ȓ1HLOO\6WHHO 5HLQR8QLGR1RUXHJD\ORV3D­VHV%DMRVVH
acceso a la Psicología” gracias al empeño de la Asociación de Psicología No-
FRURQDQFRPRORVWHUULWRULRVHXURSHRVGRQGHP¡VVHKDGH͆QLGROD3VLFRORJ­D
ruega. Se empezó a defender no solo el tratamiento ambulatorio especializado

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de las personas con trastornos mentales severos, sino también la intervención que sufren de ansiedad, estrés o depresión de gravedad leve o moderada. Los
temprana para las personas con problemas psicológicos leves/moderados. En primeros resultados preliminares concuerdan con los obtenidos en otros países:
la actualidad, el modelo propuesto ya está en funcionamiento, en el que existe PHMRUDVLJQL͆FDWLYDHQODVDOXGGHORVSDFLHQWHVPHQRUKLSHUIUHFXHQWDFL³QPH-
un psicólogo en la base de la pirámide atencional y otro en servicios de salud nor consumo de fármacos, ahorro económico y mejor calidad asistencial en ge-
superiores. Gracias a estas intervenciones se han percibido mejoras en las listas QHUDO &DQR9LQGHOHWDO'­D]*DOODUGRD*DOODUGRE 
GHHVSHUD\HQODFDOLGDGGHWRGRHOVHUYLFLRSºEOLFRGHVDOXGGHOSD­V /HYLQ Quizá este sea el primer paso para la incorporación de psicólogos en AP en
2012). nuestro país, tal y como recomiendan la mayoría de médicos de familia encues-
tados (Moreno & Moriana, 2012).
(QORV3D­VHV%DMRVH[LVWHGHVGHKDFHD±RVOD͆JXUDGHOȖSVLF³ORJRGH
primera línea”, al que la población puede acceder de manera directa de la
/RFLHUWRHVTXHODSUHVHQFLDGHSVLF³ORJRVHQ$3DºQHVHVFDVDDOUHGH-
misma forma que a su médico de familia, sin tener que recurrir a listas de espera
dor del mundo y no llega a cubrir todas las necesidades que existen, si bien las
propias de los servicios especializados (Derksen, 1986). A través de estudios
investigaciones e informes son rotundos y unánimes al defender la trascendencia
posteriores, se ha comprobado como no solo se ha resuelto el vacío para la
salud mental y el buen estado de salud de los ciudadanos, sino que además se que tendría un abordaje psicológico en estas unidades (DiTomasso, Golden,
ha comprobado la mejoría en el gasto económico y en el sistema de trabajo Cahn & Gradwell, 2013; McDaniel & deGruy, 2014; Schmidt & Dlugosch, 1991).
(Forti, et al., 2014). No obstante, viendo los avances en los distintos países con la elaboración de
guías y manuales centrados en las intervenciones psicológicas en AP (Haas &
En otros países, como en Estonia, Francia o Irlanda se apuesta por entre- deGruy, 2004; Oordt & Dobmeyer, 2004), resulta esperanzador pensar que la
nar a los médicos de familia en técnicas psicoterapéuticas a través de psicólo- presencia del psicólogo en los primeros momentos de la asistencia sanitaria
gos clínicos para tengan los recursos para asistir las necesidades del paciente. SURQWRSXHGDOOHJDUDH[SDQGLUVHDXQQºPHURVLJQL͆FDWLYRGHSD­VHV
6LQHPEDUJRH[LVWHPX\SRFDHYLGHQFLDGHODH͆FDFLD\RH͆FLHQFLDGHGLFKRV
P©WRGRVSDUDHOWUDWDPLHQWRGHORV70& 6HHNOHV&XLMSHUV.RN%HHNPDQYDQ
Marwijk, & van Straten, 2013). Por otro lado, en Suecia se han incorporado algu-
nos psicólogos a los servicios de AP para los problemas mentales de carácter
La realidad asistencial del tratamiento
OHYHHQFRRUGLQDFL³QFRQORVP©GLFRVGHIDPLOLD 9HUKDDN  psicológicos de trastornos comunes en AP

En España, la prestación de terapias psicológicas regladas en AP es Los médicos de familia son los primeros en recibir a los pacientes con un
inexistente y solo se puede acudir a ellas a través de los servicios especiali- posible trastorno o problema mental. Como ya comentamos anteriormente, gran
zados por derivación del médico de familia. Sin embargo, se está llevando a parte de los casos son tratados por esos mismos profesionales en AP. Sin embar-
cabo desde el año 2013 un ensayo clínico a nivel nacional bajo el nombre de go, también es cierto que se produce alguna derivación a salud mental espe-
“Proyecto PsicAP”, en el que se plantean tratamientos grupales para pacientes cializada de pacientes sin un trastorno psíquico diagnosticable, principalmente
126 127
con problemas interpersonales o síntomas ansioso-depresivos (Lobo, González yoría de las ocasiones, su sentido para la recuperación óptima de la persona.
& Rodríguez, 2006). Por este y otros motivos, al igual que ocurre en AP, se produ- Además, el estilo terapéutico que se suele utilizar es muy directivo, imitando al
ce un colapso de la atención secundaria en salud mental. modelo médico clásico y no dando muchas oportunidades al paciente para
que se responsabilice de su propia mejoría. Quizá sea por todos estos motivos,
Por un lado, se reconoce de forma generalizada que en la mayoría de \DOQRFUHDUVHXQY­QFXORVLJQL͆FDWLYRFRQHOWHUDSHXWDSRUORTXHORVSDFLHQWHV
los países europeos el tratamiento que reciben las personas con alguno de presentan poca adherencia al tratamiento. En este sentido, algunas investiga-
estos problemas es fundamentalmente farmacológico debido a su abordaje FLRQHVD͆UPDQTXHDOUHGHGRUGHOGHORVSDFLHQWHVDEDQGRQDQHOWUDWD-
FDVLH[FOXVLYRHQ$3 .RYHVV0DVIHW\HWDO (QHVWHVHQWLGR\FHQWU¡Q- PLHQWRSRUFRPSOHWR\VRORXQ͆QDOL]DHOWUDWDPLHQWRFRQXQDOWDP©GLFD
donos en la población española, vemos que el tratamiento que reciben con (Labrador, Estupiñá y García, 2010). Por otro lado, parece que hasta un 30% de
mayor frecuencia los trastornos mentales “menores” implica la prescripción de las personas que padecen una enfermedad mental y consultan con los servicios
psicofármacos (35,3%) frente a la terapia psicológica (4,5%) y la terapia com- GHVDOXGQRUHFLEHQQLQJºQWUDWDPLHQWR &RGRQ\HWDO (VWRVGDWRVUH͇H-
binada (29,4%) (Codony et al., 2007). No solo existe una falta de intervención MDQHODPSOLRQºPHURGHSHUVRQDV͇XFWXDQGRSRUORVVHUYLFLRVVDQLWDULRVTXHR
psicológica, sino que la duración de los tratamientos con ansiolíticos, hipnóticos bien no reciben tratamiento, o lo reciben de forma esporádica, o se prolonga
y antidepresivos es prolongada, ya que más del 50% de las prescripciones de LQGH͆QLGDPHQWH R QR HVW¡Q VDWLVIHFKDV FRQ HO PLVPR (Q GH͆QLWLYD \ D SHVDU
I¡UPDFRVWLHQHQXQDGXUDFL³QVXSHULRUDOD±R 9HGLDHWDO (VWRSURYRFD GHODH[LVWHQFLDGHJX­DVFO­QLFDVTXHVHFHQWUDQHQHVWHSHU͆OGHSDFLHQWHV\
serios riesgos para la salud del paciente debido a los efectos secundarios aso- que proponen terapias ajustadas, la realidad es que la puesta en marcha y la
FLDGRVDODPHGLFDFL³Q\XQFRVWHPX\HOHYDGRSDUDODVDQLGDGSºEOLFD6HKD adherencia a ellas es muy pobre y el tratamiento, en general, deja mucho que
demostrado que la farmacoterapia posee un índice de recaída muy superior a desear (Wang et al., 2007).
la intervención psicológica al cesar el tratamiento (Gill y Hatcher, 2000), por lo
que la tendencia generalizada al uso de fármacos para el tratamiento inicial de (QORVºOWLPRVD±RVVHKDQGHVDUUROODGRODVOODPDGDVWHUDSLDVSVLFRO³JLFDV
los problemas psicológicos contradice las indicaciones de las investigaciones y breves, que se ajustan más a la dinámica real de los servicios de salud y las
GHODVJX­DVFO­QLFDVLQWHUQDFLRQDOHV 1,&(7HUOXLQHWDO9DQ0DUZLMN demandas de los usuarios. Se ha demostrado en algunos estudios que cuando
et al., 2009), que aconsejan la utilización de terapias psicológicas como tra- se incluyen un psicólogo clínico entrenado en terapias breves en el contexto de
tamiento de elección. Del mismo modo, se sugiere que, independientemente de AP para el tratamiento de los trastornos ansioso-depresivos, se apreciaban be-
la gravedad del caso, la terapia psicológica debería estar siempre presente QH͆FLRVVXVWDQFLDOHVWDQWRSDUDORVSDFLHQWHVFRPRSDUDHMHUFLFLRSURIHVLRQDO
*RQ§DOYHV*RQ]¡OH]\9¡]TXH]1,&(  de los facultativos (Danh, Dong, Stewart & Sables, 2014).

Por otro lado, cuando los casos llegan a AE, las terapias psicológicas Actualmente las terapias psicológicas breves se encuentran en desarrollo
individuales tradicionales (extensas) que deberían implementarse, conllevan una y en evaluación, especialmente en el contexto de AP (como en el proyecto
gran cantidad de tiempo del que los facultativos no disponen. De esta forma, PsicAP en formato grupal en España) y los resultados de algunos estudios pre-
las sesiones se programan tan espaciadas en el tiempo que pierden, en la ma- OLPLQDUHVPXHVWUDQPX\EXHQRVUHVXOWDGRV /DQJ 9DULRVWUDEDMRVVH±DODQ

128 129
resultados positivos al aplicar las terapias psicológicas breves, equiparándose /D͆JXUDGHOSVLF³ORJRHQ$3
FDVLSRUFRPSOHWRDODVWHUDSLDVWUDGLFLRQDOHVHQW©UPLQRVGHH͆FDFLDVLHQGR
PHMRUHVHQW©UPLQRVGHH͆FLHQFLD\GHDFHSWDFL³QSRUSDUWHGHORVSDFLHQWHV
Una de las mayores controversias generadas en España sobre la posible
&DSH:KLWWLQJWRQ%XV]HZLF]:DOODFH 8QGHUZRRG 3RUHVWRVPRWLYRV
incorporación del profesional de la psicología en AP está relacionada con el
VHUHFRPLHQGDVXLQVHUFL³QHQODUHGSºEOLFDGHVDOXGDSXQWDQGRDTXHTXL]¡
SHU͆OJHQHUDOLVWDRHVSHFLDOLVWDTXHGHEHU­DDFUHGLWDU(VWRHVIUXWRGHODSRFD
puedan ser la solución para la descongestión y mejor funcionamiento de todo
claridad con la que nació el reciente máster de psicología general sanitaria y
el sistema (Cape et al., 2010; Churchill et al, 2001).
ODQRUPDWLYDTXHORUHJXOD$VRFLDFLRQHVFLHQW­͆FDVSURIHVLRQDOHV\HVWXGLDQWHV
siguen viviendo una convulsa batalla sobre dónde empiezan y terminan las fun-
Podemos concluir diciendo que la realidad asistencial es muy mejorable
ciones y atribuciones profesionales de unos y otros.
y demanda un cambio en los paradigmas de tratamiento. Quizá las terapias
breves sean una posible solución al considerarse una opción tanto en los ser-
(Q$3GHOVLVWHPDSºEOLFRQDFLRQDOGHQXHVWURSD­VOD͆JXUDGHOSVLF³-
vicios de AP como en los de AE. Sin embargo, los datos siguen siendo escasos
ORJRDG­DGHKR\QRH[LVWH6RORHQDWHQFL³QVHFXQGDULD\WHUFLDULDOD͆JXUD
\QRVHKDQLGHQWL͆FDGRDVSHFWRVUHOHYDQWHVUHVSHFWRDODVFDUDFWHU­VWLFDVGH
del psicólogo especialista en psicología clínica está asociada principalmente
los pacientes o la forma adecuada de implementación, debido a lo cual se
a unidades y servicios de salud mental. Aunque todavía podemos encontrar
hacen necesarios más ensayos clínicos que arrojen luz sobre la idoneidad de
psicólogos “no especialistas” (sin el título de especialista en psicología clínica)
estos abordajes. También hay que recordar que los programas de formación
contratados o trabajando en estos niveles, parece que las nuevas contratacio-
que incluyen técnicas de intervención psicológica para médicos y personal de
nes de psicólogos en unidades de servicios especializados de nuestro sistema
enfermería para la toma de conciencia de estas problemáticas pueden ser una
VDQLWDULRSºEOLFRGHEHU­DQSHGLUFRPRFULWHULRGHDFFHVRWHQHUODDFUHGLWDFL³Q
opción, pero no todos cuentan con buenos resultados y suponen también a
de especialista.
veces cuestionamientos sobre los límites y rol profesional de cada colectivo.

6LQHPEDUJRVLQRVFHQWUDPRVHQOD͆JXUDGHOSVLF³ORJRHQ$3VRQPXFKRV
ORVFROHFWLYRVTXHGH͆HQGHQTXHHQHVWHQLYHOORVSVLF³ORJRVWDPEL©QGHEHU­DQ
tener la formación de especialistas adquirida a través del programa de Psicólo-
gos Internos Residentes (P.I.R.) y/o acreditaciones anteriores. Pero, por otro lado,
H[LVWHXQFROHFWLYREDVWDQWHDPSOLRTXHGH͆HQGHTXHORVSVLF³ORJRVJHQHUDOHV
sanitarios también podrían trabajar en este ámbito en una comparación en la
TXH VH DVLPLOD OD ͆JXUD GHO P©GLFR JHQHUDOLVWD GH IDPLOLD  FRQ HO SVLF³ORJR
general sanitario versus el psiquiatra con el psicólogo clínico especialista. El
debate está abierto y esperamos con agrado ver como de una u otra forma el
SHU͆OGHOSVLF³ORJRVHYDLQFRUSRUDQGRDODUHGGH$3

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ha enfatizado que, en la actualidad, asistimos a un incremento de las consultas
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relacionadas con problemas y trastornos psicológicos en este ámbito. Se ha
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discrito, las ventajas y limitaciones, de las diferentes formas de dar respuesta a di-
chas demadas: farmacológicas y/o psicológicas. Las evidencias, recogidas en
$UDQGD%&3DQGR006DOD]DU(-*7RUUHV/70$OGUHWH50* 
el presente trabajo, parecen indicar que las terapias psicológicas suelen mostrar
%HUHQLFH330  )DFWRUHVSVLFRVRFLDOHVODERUDOHV\V­QGURPHGH%XUQRXW
XQDPD\RUH͆FDFLDSDUDDOJXQRVWUDVWRUQRVTXHORVWUDWDPLHQWRVWUDGLFLRQDOHV
en médicos del primer nivel de atención. Investigación en Salud, 6(1), 128-34.
los cuales suelen estar basados en la administración de fármacos. Aspecto, este
ºOWLPR TXH GD DUJXPHQWRV HQ HO HQWRUQR GH OD $WHQFL³Q 3ULDULD SDUD VHJXLU
Ayerbe, G. L., Milazoo, L. J., Pérez-Piñar, L. M., González, M. S., & González, L.
potenciado el desarrollo de terapías psicológicas breves. Esperamos que el
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