¿Qué puedo decirte? Tantos “soy “hay en mi vida. Estoy confundida… Quién soy yo, aún no lo sé. Quisiera saberlo, despejar la incógnita que me atañe y atrapa. Sólo sé que los años me pesan, Viví tantas lunas, Tejí tantos sueños, a veces reales, otros ficticios, llenos de ideales. Soñé despierta, escudriñé justicias en un mundo raro, fantástico, bello... lleno de encantos, desengaños, asombros. El fuego mágico del amor... me asomó al escenario de la vida cual pasajera fugaz. en luminosa tarde, las alas del ser de luz me aprisionaron, envolvieron, abrazaron. ¡Dulce encanto! ¡Era mi madre! ¡Cómo olvidar, amor tan santo! ¡Añorada infancia! ¡Juventud divina! ¡Recuerdos bellos atesorados en mi corazón! ¡Escenarios sin igual, fugaces, se van, para no volver! Hoy, endulzan mí presente con la misma emoción del evocado ayer. Viví la primavera con sus múltiples colores, con aromas de flores, besos de miel. El cielo me dio al hombre que yo amo. Cinco pimpollos que de mis entrañas brotaron para hacer de mis días una dichosa mujer, “mujer madre, amada y bendecida” Supe de tristezas, supe de dolor. Subí a las montañas, caí a los llanos, rodé por los senderos desgarré ilusiones, sangré por las heridas. Tormentos fuertes azotaron mi ser, libé la miel que extasia y marea, endulza los tiempos... Caté la hiel en sorbos amargos, que en mi vida estragos dejó. Con mis pensamientos, hurgando recuerdos destrabé caminos, visité mi pueblo, a mi antigua casona, a mi gente amiga donde aún hay savia, donde aún hay fuego donde hay amor. ¡Viví todo esto! En la lucha por existir cometí errores, amé tanto, causé grandes penas, grandes desamores. Aprendí a perdonar, a pedir perdón, a ser humilde, a ser solidaria, a no levantar el dedo acusador. A ver al otro como verdadero hermano, como regalo de la creación. Ensayo el canto, extiendo las manos. Enseño a los niños el camino bueno ,lejos de lo malo. Y cuando el sol los queme y el viento los arrase... se vistan de roble, de fe, esperanzas, que luchen airosos y nunca decaigan, luchen con ahínco, luchen con agallas. Al narrar mi vida comprendí quién soy. No soy como el topo atrapado en su reino oscuro, grisáceo, húmedo, allá en la tierra metido. Ni como el pavo que amaina su plumaje al primer ruido... Soy el ave Fénix, ¡he sobrevivido! de las ardientes llamas, del fulgor quemante, Abrí las alas. Subí al cielo. a levantar el ánimo, resplandecer de nuevo. Dar gracias a la vida, tanto me proveyó, a mi Dios, por ser lo que soy “Ave Fénix es lo que yo soy”