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Taller 4 - Comprensión y producción del discurso argumentativo

Diego Alejandro Riascos Estupiñan – C.C. 1.192.790.968

Tutor (a):

Nohra Novoa Vargas

Comunicadora social-periodista

Curso: 90003_313

UNIVERSIDAD NACIONAL ABIERTA Y A DISTANCIA – UNAD

ESCUELA DE CIENCIAS BASICAS, TECNOLOGICAS E INGENIERIA

INGENIERIA DE SISTEMAS

UDR CALI, noviembre 2018


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Tabla de contenido

Introducción................................................................................................................................2

Desarrollo....................................................................................................................................3

Conclusiones...............................................................................................................................3

Referencias..................................................................................................................................4
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Introducción

El presente trabajo es para presentarles la historia de la vida de Gabriel Garcia Marquez que

engloba a comienzos del siglo XIX y terminando exactamente en 1950 con la pedida de mano de

su esposa, en la obra

El presente trabajo contiene la vivencia de «Vivir para contarla» es una historia de la vida de

García Márquez que engloba el período que empieza en 1927 y termina en 1950 con la propuesta

de matrimonio a su mujer. Igualmente, en la obra encontramos la silueta del amigo del autor

cuya vida y muerte se convirtieron luego en el esbozo para la historia contada en «Crónica de

una muerte anunciada».

Seguiremos los primeros pasos de García Márquez en el mundo de la creación artística, el

trabajo incansable en el proceso de redacción y corrección de La hojarasca, los distintos

escenarios de una juventud bohemia plagada de burdeles, bailes y hoteluchos de mala muerte en

Barranquilla, Cartagena de Indias y Bogotá.


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VOLVER PARA CONTARLA

Infancia de escritor, orígenes de escritura

(Julio Premat)

Introducción

En esté, el último libro de García Márquez, nos muestra la mayor de sus historias: Su vida.

Con la introducción: «La vida no es lo que uno vivió, sino lo que uno recuerda y cómo la

recuerda para contarla» nos propone una narración acerca de su vivir. La vida de Gabriel se

puede caracterizar por sus múltiples obras, como «El coronel no tiene quien le escriba» del cual

el autor hace referencia en la obra: «La misma policía trataba de mantenerlo lejos. Los miembros

de su buena familia terminaron por abandonarlo a su suerte.» como esta podemos encontrar

muchas citas y referencias acerca de otras tantas de su obras. Esta novela es, sin duda, la mejor

de sus obras.

Vivir para contarla , es una obra que se corresponde con esa faceta testimonial de su escritura

de la cual no sólo son muestra los gruesos volúmenes en los que se recopilan sus artículos

periodísticos sino también obras como Relato de un náufrago o Noticia de un secuestro. Estos

son textos que no están sujetos al pacto ficcional sino al pacto referencial, se remiten a
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acontecimientos concretos, verificables en mayor o menor grado y situados en un tiempo y

espacio específicos. En principio, Vivir para contarla se emplaza en este terreno textual

aparentemente unívoco y referencial.

Desarrollo

Vivir para contarla es un libro que muestra la flexibilidad de la memoria, o sea, no es un texto

que busca la objetividad de una obra historiográfica o de un estudio académico. Al contrario, es

una obra enormemente subjetiva que ante todo busca la subjetividad y la emotividad en la

narración. El narrador de Vivir para contarla es lo opuesto al narrador olímpico de la novela

clásica o de la historiografía pues si éste busca una visión totalizante de la realidad histórica,

aquél se encuentra inmerso en un entramado mnemónico sumamente complejo que rehúye una

visión inequívoca del pasado. Esta narración contiene diferentes formas de memoria que

aparecen en el libro se pueden mencionar: 1) Acto de recuerdo convencional. 2) Recuerdo del

contraste entre una memoria infantil y la experiencia del adulto, por ejemplo García Márquez en

su vejez recordando cómo contrastaba el recuerdo de la casa de su niñez con la impresión que le

causó volver a los 23 años con su madre.

Durante tres ocasiones a lo largo del libro en que se ve en un espejo, no es a sí mismo sino

otra imagen la que ve reflejada. La primera vez sucede a los 12 años, en Barranquilla; la

segunda, a los 15 años, cuando va a partir para Bogotá para solicitar una beca que le permita

integrarse en un colegio internado.10 La tercera, y última vez, es una reflexión, desde la vejez,

intercalada en la narración de cómo se decide en la familia que el García Márquez de 19 años

debe ir a Bogotá a estudiar derecho. Igualmente, y aún más explícito, en la penúltima página del
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libro es expresada esta negación de la individualidad en un diálogo con el portero de una pensión

en Cartagena de Indias en la que estuvo García Márquez viviendo una temporada, y al que

repentinamente vuelve a ver:

- Lo que no entiendo, don Gabriel, es por qué no me dijo nunca quién era usted.

- Ay, mi querido Lácides, - le contesté, más adolorido que él -, no podía decírselo porque

todavía hoy ni yo mismo sé quién soy yo. (García Márquez, 2002: 578).

El autor que aparece en Vivir para contarla se parece más a un recopilador y transmisor de

memorias propias y ajenas, íntimamente ligado a la cultura oral de su país. La identidad de

García Márquez se pierde en ese abismo de cultura ancestral, transmitido sobre todo a través de

las mujeres y representado por la casa de su infancia en Aracataca. Por su relación con la abuela,

el nieto tiene acceso a este mundo mágico, y comparte con ella "una especie de código secreto

mediante el cual nos comunicábamos con un universo invisible" que de día le fascina y de noche

le causa terror. Este universo mágico queda retratado en la divertida anécdota del loro Lorenzo el

Magnífico y el toro escapado de la corrida.

Otra voz era la de Lorenzo el Magnífico, el loro de cien años heredado de los bisabuelos, que

gritaba consignas contra España y cantaba canciones de la guerra de Independencia. Tan cegato

estaba que se había caído dentro de la olla del sancocho y se salvó de milagro porque apenas

empezaba a calentarse el agua.


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En la casa no estaban sino las mujeres, pues los hombres se habían ido a la corraleja de la

fiesta patria, y pensaron que los gritos del loro no eran más que un delirio de su demencia senil.

Las mujeres de la casa, que sabían hablar con él, sólo entendieron lo que gritaba cuando un toro

cimarrón escapado de los toriles de la plaza irrumpió en la cocina con bramidos de buque y

embistiendo a ciegas los muebles de la panadería y las ollas de los fogones. Yo iba en sentido

contrario del ventarrón de mujeres despavoridas que me levantaron en vilo y me encerraron con

ellas en el cuarto de la despensa. Los bramidos del toro perdido en la cocina y los trancos de sus

pezuñas en el cemento del corredor estremecían la casa.


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Me parece claro que la obra de García Márquez, compendiada en Vivir para contarla, emerge de

esta conciencia trágica de la historia y del ser humano. De esta manera, a pesar de que la forma

de Vivir para contarla conlleve la figura del autor como una esponja que absorbe todo lo que oye,

al mismo tiempo el autor también aparece como un alquimista o brujo que invoca este mundo

mágico de la locura que Foucault describe como un saber que hiberna durante la época del

racionalismo para recuperar su presencia durante los siglos XIX y XX. Es posible, entonces,

encontrar una conciencia crítica de esa aparente racionalidad con la que se intenta disimular los

resortes que mueven la realidad social y política. Según García Márquez, entonces, la historia no

es liberadora, como de alguna manera es implicado por la teoría postcolonial.

Así, García Márquez lleva su ambigüedad hasta el punto de que su obra puede ser representativa

de tanto esa hibridez histórica, étnica y cultural que generalmente se atribuye a las sociedades

postcoloniales, como un libro que se inscribe en la tradición occidental a través de su crítica a la

razón.

Conclusión

Cuando inicie la lectura de este libro esperaba encontrar la mejor de las novelas de García

Márquez, pues antes de empezar hice una investigación acerca de él. Pero al finalizarlo me
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sorprendió la magnitud del talento que puedes tener un hombre al escribir. Aprendí a apreciar

este libro como a ningún otro y sé que quien lo lea quedara tan complacido como yo.

Personalmente, creo que esta es la obra más importante del autor porque aparte de acercarnos

o darse a conocerse así mismo por dentro, el lenguaje utilizado es un regalo para los lectores.

Conclusión
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Márquez, a través de este libro, nos enseña lo importante que es vivir y no sólo estar en la

vida como un artículo o un mueble. Nos muestra en cambio la narración y el título perfecto para

comprender que para estar se necesita ser uno mismo y que si no somos nosotros mismos no

existimos. Para vivir hay que sentir, amar, ser uno mismo; si no, nos convertiremos en viejas

farolas en un parque abandonado. En conclusión, creo que es un libro digno de ser leído porque

nos enseña a todos lo que nos gustaría oír. Cada lector de este libro querría que su vida

apareciera reflejada en un libro así porque narra la vivencia de una persona que fue como podría

haber sido cualquiera de nosotros.


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Referencias Bilbliograficas

 Araújo, F. O. (2015). El legado de Macondo: antología de ensayos críticos sobre Gabriel

García Márquez. Bogota, COLOMBIA: Universidad del Norte. Recuperado

http://bibliotecavirtual.unad.edu.co:2077/lib/unadsp/reader.action?

ppg=1&docID=11125849&tm=1501510515677

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