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Desde que el presidente Andrés Manuel Ló pez Obrador, en la conferencia mañ anera
del 18 de marzo de este añ o, llamó a “que el Estado ya no proteja a escritores, que no
haya intelectuales orgá nicos”, la conocida expresió n de Antonio Gramsci se ha
afincado en los medios de comunicació n y las redes sociales. Es importante observar
ese y otros desplazamientos del lenguaje político de la Cuarta Transformació n porque
dicen mucho del cambio ideoló gico que vive la izquierda mexicana en el siglo XXI.
Aunque Gramsci no atribuía, como piensan muchos, el término intelectual orgá nico
ú nicamente a aquel que hace causa comú n con la clase obrera –también hablaba de
intelectuales orgá nicos burgueses– su idea del “intelectual tradicional” sí estaba
específicamente ligada al orden moderno o capitalista. La modernidad, sobre todo en
el siglo XIX, había producido una autonomía de la esfera cultural, a través de la cual los
letrados cimentaban simbó licamente el viejo régimen.
Algo intrigante en el uso del concepto de “intelectual orgá nico” por la 4T es que
invierte los términos. Dado que el nuevo gobierno se asume como un proyecto de
izquierda, sería má s ló gico que identificara a sus críticos como “intelectuales
tradicionales” y llamara a sus partidarios en el sector cultural, académico y mediá tico
“intelectuales orgá nicos”. Estos ú ltimos serían, en resumidas cuentas, los que dicen
formar parte orgá nica, no autó noma, del pueblo cuyos intereses aspira a representar
el nuevo gobierno.
Esa ambivalencia del nuevo lenguaje del poder está relacionada con otra que ya
señ alamos aquí: el hecho de que la ideología de la 4T se define como liberal, no como
nacionalista revolucionaria o socialista. Si el nuevo régimen es liberal y el viejo era
conservador o neoliberal, entonces no es tan extrañ o que a los intelectuales del
antiguo régimen se les llame orgá nicos. Pero al no llamar orgá nicos a sus propios
intelectuales de la 4T, el presidente parece remitirlos al viejo rango tradicional
descrito por Gramsci.
En aquella mañ anera del 18 de marzo, Ló pez Obrador dejó claro que, a su juicio, lo que
define lo orgá nico de la intelectualidad es su dependencia financiera del Estado. A
tono con el ideal de la austeridad republicana, el presidente propuso que los
intelectuales “conservadores” sean financiados por el “conservadurismo” y los
“liberales” por el “liberalismo”, que ahora está en el poder. De esa declaració n se
infiere que la dependencia del Estado de la intelectualidad de la 4T será mayor que la
del periodo neoliberal.
Una subordinació n que, esta vez, podría prescindir no solo del protocolo de la
autonomía sino de la crítica pú blica, que el propio Gramsci creía necesaria para los
intelectuales orgá nicos socialistas. Esa inhibició n de la crítica actuaría también contra
el llamado del presidente y sus partidarios a abandonar la neutralidad y el
academicismo en la esfera pú blica y el campo intelectual. El nuevo intelectual orgá nico
sería, por tanto, un militante o algo muy parecido a lo que era el viejo ideó logo priista
del periodo autoritario.