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¿Qué es un intelectual orgánico?

La conocida expresión de Antonio Gramsci se ha discutido mucho en semanas recientes.


Ese y otros desplazamientos del lenguaje político de la Cuarta Transformación dicen
mucho del cambio ideológico que vive la izquierda mexicana en el siglo XXI.

Por Rafael Rojas


12 abril 2019 / https://letraslibres.com/politica/que-es-un-intelectual-organico/

Desde que el presidente Andrés Manuel Ló pez Obrador, en la conferencia mañ anera
del 18 de marzo de este añ o, llamó a “que el Estado ya no proteja a escritores, que no
haya intelectuales orgá nicos”, la conocida expresió n de Antonio Gramsci se ha
afincado en los medios de comunicació n y las redes sociales. Es importante observar
ese y otros desplazamientos del lenguaje político de la Cuarta Transformació n porque
dicen mucho del cambio ideoló gico que vive la izquierda mexicana en el siglo XXI.

La fó rmula “intelectual orgá nico” se ha vuelto peyorativa en el habla de la izquierda


hegemó nica mexicana. La razó n es simple: intelectual orgá nico funciona, en ese uso de
la nueva lengua política, como sinó nimo de intelectual oficial del antiguo régimen. No
del intelectual oficial del largo periodo del partido casi ú nico y el presidencialismo
desbordado sino del así llamado “periodo neoliberal”, esto es, de 1982 o 1988 –el
sexenio de Miguel de la Madrid está y no está en esa periodizació n– a 2018.

En su ensayo La formación de los intelectuales (1921), el marxista italiano proponía


entender a los intelectuales como un grupo social má s amplio que el sector
específicamente cultural. Segú n Gramsci eran intelectuales todos los que intervenían
en el diseñ o y organizació n de las políticas pú blicas del Estado. Los expertos y los
funcionarios también eran intelectuales porque, a su juicio, participaban en la
legitimació n del grupo dominante ante la sociedad civil.

Aunque Gramsci no atribuía, como piensan muchos, el término intelectual orgá nico
ú nicamente a aquel que hace causa comú n con la clase obrera –también hablaba de
intelectuales orgá nicos burgueses– su idea del “intelectual tradicional” sí estaba
específicamente ligada al orden moderno o capitalista. La modernidad, sobre todo en
el siglo XIX, había producido una autonomía de la esfera cultural, a través de la cual los
letrados cimentaban simbó licamente el viejo régimen.

Segú n Gramsci, el intelectual tradicional se caracterizaba por reclamar


constantemente su autonomía y su singularidad. Un gesto que es perfectamente
reconocible en la tradició n del intelectual pú blico mexicano de la era del partido-
Estado, antes y después del 68: Daniel Cosío Villegas, Octavio Paz, Gabriel Zaid,
Fernando Benítez, Carlos Fuentes, Carlos Monsivá is, Elena Poniatowska, Enrique
Krauze, Héctor Aguilar Camín… Lo característico de ese tipo de intelectual era que
desde una mayor o menor dependencia del poder, cumplía un rol, no de legitimació n,
sino de crítica al autoritarismo del sistema político mexicano.
Se atribuye a Carlos Monsivá is la tesis de que aquel México era el ú nico país cuyo
gobierno pagaba a sus intelectuales para que lo criticaran. Hoy, por lo visto, esa
prá ctica es mal vista, pero entonces, especialmente cuando en la América Latina de la
Guerra Fría predominaban dictaduras anticomunistas y regímenes militares, fue esa la
razó n por la que este país se convirtió en refugio de tantos intelectuales socialistas
exiliados.

El papel activo del Estado en la política cultural y educativa, en el desarrollo de las


ciencias sociales y en la dilatació n de la esfera pú blica por medio de revistas y
perió dicos es una herencia positiva de la Revolució n mexicana que, por fortuna,
sobrevivió al desarrollo estabilizador y a las políticas econó micas de signo contrario,
que se implementaron a partir de los 80. No solo por aquel giro de la política
econó mica, también por el proceso mismo de la transició n democrá tica de 1996 para
acá , la relació n del intelectual con el poder cambió .

Algo intrigante en el uso del concepto de “intelectual orgá nico” por la 4T es que
invierte los términos. Dado que el nuevo gobierno se asume como un proyecto de
izquierda, sería má s ló gico que identificara a sus críticos como “intelectuales
tradicionales” y llamara a sus partidarios en el sector cultural, académico y mediá tico
“intelectuales orgá nicos”. Estos ú ltimos serían, en resumidas cuentas, los que dicen
formar parte orgá nica, no autó noma, del pueblo cuyos intereses aspira a representar
el nuevo gobierno.

Esa ambivalencia del nuevo lenguaje del poder está relacionada con otra que ya
señ alamos aquí: el hecho de que la ideología de la 4T se define como liberal, no como
nacionalista revolucionaria o socialista. Si el nuevo régimen es liberal y el viejo era
conservador o neoliberal, entonces no es tan extrañ o que a los intelectuales del
antiguo régimen se les llame orgá nicos. Pero al no llamar orgá nicos a sus propios
intelectuales de la 4T, el presidente parece remitirlos al viejo rango tradicional
descrito por Gramsci.

En aquella mañ anera del 18 de marzo, Ló pez Obrador dejó claro que, a su juicio, lo que
define lo orgá nico de la intelectualidad es su dependencia financiera del Estado. A
tono con el ideal de la austeridad republicana, el presidente propuso que los
intelectuales “conservadores” sean financiados por el “conservadurismo” y los
“liberales” por el “liberalismo”, que ahora está en el poder. De esa declaració n se
infiere que la dependencia del Estado de la intelectualidad de la 4T será mayor que la
del periodo neoliberal.

Una subordinació n que, esta vez, podría prescindir no solo del protocolo de la
autonomía sino de la crítica pú blica, que el propio Gramsci creía necesaria para los
intelectuales orgá nicos socialistas. Esa inhibició n de la crítica actuaría también contra
el llamado del presidente y sus partidarios a abandonar la neutralidad y el
academicismo en la esfera pú blica y el campo intelectual. El nuevo intelectual orgá nico
sería, por tanto, un militante o algo muy parecido a lo que era el viejo ideó logo priista
del periodo autoritario.

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