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Rosa Luxemburgo

y la victoria futura
Román Munguía Huato
La Jornada Semanal, 3 de febrero de 2019

A los cuarenta y ocho años, edad de su muerte por tortura y asesinato,


y tras toda una vida de estudio, activismo y resistencia, Rosa
Luxemburgo ya había fundado la famosa Liga Espartaquista, que sería
la base del Partido Comunista Alemán, había sido perseguida por los
fascistas, encarcelada y escrito varios libros (La revolución rusa, La
crisis de la socialdemocracia, Reforma o revolución, entre otros),
innumerables panfletos clandestinos y artículos periodísticos
publicados en toda Europa. Hija de un comerciante de maderas, era
una mujer menuda y de paso desigual debido a la secuela de una
enfermedad de infancia.

“¡El orden reina en Berlín!”: ¡Estúpidos secuaces!


Vuestro “orden” está construido sobre la arena.
Mañana la revolución se levantará vibrante
y anunciará con su fanfarria, para terror vuestro:
¡Yo fui, yo soy y yo seré!
Últimas palabras de Rosa Luxemburgo
escritas en la noche de su asesinato

Acabamos de sufrir la mayor de las pérdidas.


El duelo nos embarga por partida doble.
Nos han arrebatado a dos líderes, dos jefes cuyos nombres
quedarán inscritos por siempre jamás en el libro de oro de
la revolución proletaria: Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo.
León Trotsky
El marxismo revolucionario tiene entre sus figuras notables a Rosa Luxemburgo
[1871–1919]. Muchas biografías se han escrito sobre ella, la de Paul Frölich narra
en Rosa Luxemburgo. Vida y obra –en su capítulo final “Hacia la muerte”– las
vicisitudes de los últimos días de su vida hasta su asesinato el 15 de enero de
1919, perpetrado por el gobierno socialdemócrata en el Berlín de entonces.

Luxemburgo y Liebknecht crearon la Liga Espartaquista [Spartakusbund],


precursora del Partido Comunista Alemán. La lucha de clases era muy intensa y
con la derrota de la insurrección de enero las cabezas de Luxemburg y de
Liebknecht fueron aplastadas bajo la bota de la soldadesca de los
socialdemócratas Gustav Noske y Friedich Ebert, jefes de la contrarrevolución,
precursores de las técnicas fascistas nazis. Los grupos paramilitares de extrema
derecha [Freikorps] fueron los ejecutores de innumerables crímenes de
revolucionarios; su lema era: “Es preciso que alguien sea el perro sanguinario”. La
Liga Antibolchevique, fundada por barones rusos, había puesto el precio de 100
mil marcos por las cabezas de los dirigentes espartaquistas. Frölich dice:

No bastaba con soltar la jauría de cazadores de recompensas, voluntarios o


mercenarios. La campaña contra Spartakusbund, que había comenzado en los días de
noviembre… se transforma en enero en un delirio sádico… Y todos esos chillidos
terminaban en el grito de muerte: ¡Liebknecht, Luxemburgo! La sentencia mortal se
cumplió pronto por los esbirros militares y sus jefes socialdemócratas. Habiendo sido
presos, el 15 de enero Liebknecht fue asesinado a balazos, mientras que Luxemburgo
fue herida mortalmente por tres culatazos que le destrozaron el cráneo, minutos
después el teniente Vogel le disparo un tiro en el cerebro. El cadáver fue arrojado al
canal Landwehr. Allí en el río fue encontrada en mayo de 1919.

Monumento actual a Rosa Luxemburgo en la orilla de un canal,


lugar donde fue arrojado el cadáver de la líder comunista.
El artista quiso plasmar el nombre de Rosa emergiendo de las
aguas del canal como una alegoría del futuro.

Rosa escribía desde la cárcel su profunda pasión por la vida con un optimismo
revolucionario acorde al Principio Esperanza [Ernst Bloch]:

Y le sonrío a la vida, como si supiera algún secreto mágico que pudiera desmentir todo
lo malo y lo triste, y lo convirtiera en mucha luz y felicidad. Y busco la razón para tener
tanta alegría. No encuentro nada y tengo que reírme otra vez de mí misma. Yo creo
que el secreto no es otra cosa más que la vida misma, la profunda penumbra de la
noche que es tan bella y suave como el terciopelo, si una sabe mirarla.

El triunfo de la contrarrevolución en enero de ese año había incubado el huevo de


la serpiente y una de sus consecuencias fue la victoria de Hitler en 1933. Con el
fascismo alemán y el apogeo del estalinismo en la Rusia soviética iniciaba la
medianoche del siglo [Víctor Serge dixit]. Pero la consigna de Luxemburgo sigue
válida ¡”Socialismo o barbarie”!

Arquitectura y conmemoración

EL MONUMENTO FUNERARIO de Rosa Luxemburgo fue diseñado


en 1926 por Ludwig Mies Van der Rohe [1886–1969], y construido
ese mismo años en el cementerio de Friedrichsfelde en Berlín. La
obra de este gran arquitecto alemán forma parte de toda aquella
vanguardia de la arquitectura moderna. Este monumento es
emblemático de tal vanguardia por su pureza formal volumétrica.
Van der Rohe ya había utilizado en sus diseños de vivienda paredes
de ladrillos. Empezaba a combinar caprichosamente elementos del
Stijl y del cubismo. El Stijl era un movimiento artístico vanguardista que pretendía
la integración de las artes o el arte total. Constituido en Leiden, Países Bajos, en
1917, pertenecían a este movimiento, entre otros, Piet Mondrian y Theo Van
Doesburg. Esta composición de volúmenes de ladrillo, con sus elementos
horizontales en forma de cajones prominentes, fue uno de los pocos monumentos
importantes del siglo XX. Fue
destruido por los nazis en 1933 y
nunca fue reconstruido. En su lugar
se puede encontrar hoy una placa
conmemorativa de bronce, instalada
en 1982 por el gobierno de la extinta
República Democrática Alemana, con
el monumento visto de frente en bajo
relieve y con un texto que indica:
“Sobre esta base fue erigido el
memorial de la revolución –para Karl
Liebknecht, Rosa Luxemburgo y
muchos otros más, luchadores
revolucionarios del movimiento
obrero alemán– construido por el
Partido Comunista de Alemania de
acuerdo con los planos de Ludwig
Van der Rohe”.
Adolf Loos [1870–1933], arquitecto austriaco, contemporáneo de Van der Rohe,
escribió: “Sólo hay una pequeña parte de la arquitectura que pertenezca al arte: el
monumento funerario y el monumento conmemorativo. Todo lo demás, lo que
sirve para un fin, debe quedar excluido del reino del arte”. En tal sentido, el
monumento a estos mártires revolucionarios puede considerarse como una
verdadera obra de arte por su estética arquitectónica. El monumento de Mies no
era el primero que tuviese un propósito conmemorativo político en aquellos
tiempos. En 1922 el reconocido arquitecto Walter Gropius, quien al igual que Van
der Rohe fue director de la Bauhaus, diseñó un monumento en homenaje a los
asesinados en el pustch Kapp –golpe militar fracasado en marzo de 1920, a
comienzos de la República de Weimar. El monumento, erigido en el cementerio
principal de Weimar, seria demolido en 1933 y reconstruido en 1946.

Mies Van der Rohe no era un arquitecto de izquierdas propiamente, cierto que fue
simpatizante en los años veinte de la Rusia Soviética, pues perteneció a la
Sociedad de Amigos de la Nueva Rusia. Fue un liberal burgués progresivo, no
obstante que colaboró con los nazis para diseñar el Pabellón de Alemania para la
Feria Mundial de Bruselas de 1935. El auge del nazismo le obligó a emigrar a
Estados Unidos en 1937.

Arquitectura y revolución
Quien promovió la construcción del monumento a Luxemburgo fue Edward Fuchs
[1870–1940], un estudioso marxista alemán de cultura e historia, escritor,
coleccionista de arte y activista político. Walter Benjamin hizo un ensayo sobre
este coleccionista, quien poseía una vasta obra de Honoré Daumier.

Según le cuenta el propio Van der Rohe a Donald Drew Egbert, autor de El arte y
la izquierda en Europa: de la Revolución Francesa a mayo de 1968, conoció a
Edward Fuchs una noche por un amigo común:

Tras discutir sus problemas sobre la casa, Fuchs nos dijo que quería mostrarnos algo.
Esto resultó ser la fotografía de un modelo para un monumento a Karl Liebknecht y
Rosa Luxemburgo. Era un gran monumento de piedra, con columnas dóricas y
medallones de Luxemburgo y de Liebknecht. Cuando lo vi me puse a reír y le dije que
sería un gran monumento para un banquero. Debió sentirse muy molesto por ese
comentario, porque a la mañana siguiente me llamó y me dijo que como me había
reído del monumento que me mostró, le gustaría saber que propondría yo. Le dije que
no tenía la menor idea de lo que haría en su lugar, pero como casi todas las personas
eran fusiladas frente a un muro, yo utilizaría un muro de ladrillos como monumento.
Fuchs no podía imaginarse cómo un muro de ladrillos podría ser utilizado como
monumento, pero me dijo que si yo tenía una idea, le gustaría verla. Pocos días
después le mostré mi boceto del monumento, que al final se construyó.

Cierto es que Rosa y Karl nunca fueron fusilados ante un paredón, pero el uso de
ladrillos y los volúmenes superpuestos es genial. Las últimas palabras conocidas
de Rosa Luxemburgo, escritas la noche de su muerte, fueron sobre su confianza
en las masas y en la inevitabilidad de la revolución:

El liderazgo ha fallado. Incluso así el liderazgo puede y debe ser regenerado desde las
masas. Las masas son elemento decisivo, ellas son el pilar sobre el que se construirá
la victoria final de la revolución. Las masas estuvieron a la altura; ellas han convertido
esta derrota en una de las derrotas históricas que serán el orgullo y la fuerza del
socialismo internacional. Y esto es por lo que la victoria futura surgirá de esta derrota.

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