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XII 2Es la politica todavia el esqueleto de la historia? A un historiador formado en la que, con raz6n o sin ella, se ha Hama- do “escuela de los Annales”, el titulo de este libro le parecer extrafio. El historiador de la escuela de los Annales se formé con la idea de que la hi toria politica es vieja y anticuada. Mare Bloch y Lucien Febvre'lo han ma- nifestado asi una y otra vez. Y hasta han invocado a los grandes precursores de la historia moderna. En su Ensayo sobre las costumbres y el espiritu de las naciones, Voltaire escribia: “Se diria que en los tltimos catorce siglos os tinicos galos fueron reyes, ministros y generales”.' Jules Michelet en 1857 escribia a Charles Sain Beuve: “Si en mis obras hubiera incluido s6lo Ia historia politica, si no hubiera tenido en cuenta tantos otros elementos de la historia (religion, derecho, geografia, literatura, arte, etc.), el tipo de mi produccién habria sido completamente diferente, Pero tenia necesidad de la maxima posibilidad de movimiento pues todos estos elementos diver- sos gravitan conjuntamente para formar un todo”.* Y refiriéndose a su His- toria de Francia, Michelet afirmaba todavia: “Aqui puedo decir una vez mas que me encontraba solo. Es muy raro que uno encuentre algo que no sea historia politica, actos de gobiernos y alguna palabra sobre las institu- ciones. Nunca nadie se ha detenido a considerar aquello que acompaiia, explica y constituye en parte el fundamento de la historia politica: las con- diciones sociales, econémicas e industriales, el estado de la literatura y el pensamiento”.? 1 citado por Mare Bloch, Apologie pour Uhistoire, ou métier d’historien, Paris, 1961, pag. 90. ® Ibid, pag. 78. 3 Citado por P. Wolff, “L’étude des économies et des societés avant I’ére statistique”, en ed. de C, Samaran, L’histoire et ses méthodes (Encyclopédie de la Pléiade, 11), Paris, 1961, pag. 847. 163 Escaneado con CamScanner Al mismo tiempo la mayor parte de los historiadores, consciente o in- conscientemente, sufrieron la influencia del marxismo --ya sea para se. guirlo mas o menos rigidamente, o para desafiarlo mas 0 menos abierta. menie—; pero una lectura demasiado apresurada de Marx podria hacer pensar que éste clasifica la politica entre las superestructuras de la so- ciedad y que considera la historia politica como un epifenémeno de la his- toria de las relaciones de la produccién. Un célebre pasaje del prefacio a Contribucién a una critica de la economia politica reza asi: “El conjunto de las relaciones de produccién constituye la estructura econémica de la sociedad, la base concreta sobre la cual surge una estructura juridica y po- Iitica a la cual corresponden ciertas formas de conciencia social. El modo de produccién relativo a ia vida material determina el modelo de la vida social, politica e intelectual en general”.‘ Sin querer ver necesariamente en la actitud de Marx frente a la politica, tedrica y practica (el politico y la polética), ese fundamental pesimismo que le atribuyen algunos comentaris- tas —generalmente hostiles—* podemos sin embargo llegar a la conclusién de que una concepcién como la de la “disotuci6n del Estado” dificilmente pueda aumentar el prestigio de todo cuanto tenga que ver con la politica,- incluso con la historia politica Es posible que pueda considerarse ésta una vision unilateral, propia solo de un historiador influido por una tradicién especificamente francesa yuna idea exagerada de la influencia del marxismo. De ninguna manera, Los franceses se contaron entre los mas resueltos sostenedores de la historia politica.* ¥ Johan Huizinga, que no es francés y que de ninguna manera Puede considerarse un marxista, en el desarrollo de su obra se fue alejando gradualmente de la historia politica. En The Task of Cultural History,’ Huizinga no se sentia personalmente atraido por la historia econémice 4 Por ejemplo, en la pig. 4 de la introduccion al interesante volumen sobre Le féodatis- me, numero pei dee Recherates ternationlralclunitie ese eee 1965, los compiladores escriben: "Primariamente hemos includo estudios que taro gee nes econémicas y sociales con unas pocas incursioney al campo de las supereareca ene institucionales o culturales' * Por ejemplo, la reseia particularmente host de J. Freund en Lessence du pol Paris, 1965, pags. 645 y cidn suprema, absoluta e irremisible. S Charles Seignobes escribia en 1924 en el prefacio a su Hitoire politique de 'Europe contemporaine, que debemos “reconocer el grado en que los fenémenos superficiales de lef da politica dominan los fenémenos fundamentales de la vida economia, intelectual y social™ (citado por Wolff, L'étude des économies, pig. 850). 7 Los problemas de la historia politica son por lo regular inmediatamente obvios" (ohan Huizinga, The Task of Cultural History, escrito en 1926, publicado en holandes en 1929 y en traduccién inglesa en Men and Ideas, Nueva York, 1959, pag, 27. Y en otro pasaje: “Las formas historicas de la vida politica ya se encuentran en la vida misma. La historia poll tica tiene sus propias formas: una institucién del Estado, un tratado de paz, una guerra, una dinastia, el Estado mismo, En este hecho, que es inseparable de la importancia suprema de ‘sas formes, radica el cardcter fundamental de la historia politica. La historia politica conti nda gozando de cierta primacta porque en la practica representa por excelencia la morfologia de la sociedad” (Ibid, pags, 58-59). 164 4 i Escaneado con CamScanner social, por mas que notase su “irresistible ascenso”,* pronto enderez6 sus principales esfuerzos a establecer una historia cultural cientifica. La economia, la sociedad y la cultura parecen haber monopolizado la atencién de los historiadores en los iiltimos cincuenta aiios. La historia politica, despreciada y atacada, hasta parece haber caido en incertidumbres epistemologicas derivadas del intento de algunas es: cuelas sociologicas para borrar la distincién entre politica te6rica y politica practica, Para recordar sélo dos figuras de primer plano en Ia sociologia francesa actual, Alain Touraine recientemente sefialé la “doble debilidad” del anélisis politico en las ciencias sociales, y Edgar Morin sefiala la “crisi" de la politica debido a que su campo se ve invadido de todas partes por la técnica y la ciencia."° zImplicar4 la atomizacién de la politica misma una desintegracion correspondiente de la historia politica, ya reducida a una incémoda posicion dentro de su misma disciplina? Para comprender las regresiones sufridas por la historia politica en el siglo Xx, debemos analizar primero los factores que antes la hicieron florecer. ‘Su auge anterior estaba sin duda vinculado a la forma predominante- mente asumida, entre el siglo XIV y el siglo XX, por la sociedad del ancien régime primero y por la sociedad salida de la Revolucion Francesa des- pués, El surgimiento del Estado monarquico, del principe y sus ministros, Nev6 al primer plano del escenario politico la actuacién exhibicionista de los titeres de la corte y del gobierno que deslumbr6 a los historiadores ade- més de deslumbrar al pueblo. El aristotelismo en varios ropajes y formas, particularmente después del siglo xml, y santo Tomas de Aquino, sum nistraron el vocabulario y los conceptos para representar estas nuevas real dades. Pero el triunfo de la politica y de la historia politica no fue inme- diato, En Italia se afirmaron bastante rapidamente gracias al nacimiento de las signorie. Pero en Francia (a pesar del avance producido bajo Carlos V, el rey aristotélico, que entre 1369 y 1374 hizo traducir por Nicolas de Oresme —de un texto latino— la Politica y la Etica de Aristoteles ademas de un tratado de economfa) s6lo en el siglo XV1I se hizo corriente el uso del sustantivo politica (politique) con lo que vino a consolidarse el del adjetivo * Por ejemplo en “The Political and Military Significance of Chivalric Ideas in the Late Middle Ages", publicado primero en francés en Revue d'histoire diplomatique, 385, (19 21), pags. 126-138 y traducido al inglés en Men and Ideas. Huizinga dice: (pags. 196-197): “Log medievalistas de nuestros dias dificilmente son favorables a la caballeria. Recogiendo los test. ‘monios en los que en verdad se menciona poco la caballerfa, lograron presentar un cuadro de la Edad Media en el que los puntos de vista econémicos y sociales son tan dominantes que a ‘veces uno tiende a olvidar que: junto con la religién, la caballeria fue la mas fuerte de las ideas {que colmaban los esptritus y los corazones de aquellos hombres de antafio. 9A. Touraine, Sociologie de Vaction, Paris, 1965, cap. VI “El sistema politico”, pag. 298. Esta doble fragilidad consiste, por una parte, en el peligro de que el estudio de las tela ciones politicas pueda quedar absorbido por el analisis estructural o bien por la historia: y, por otra parte, en el hecho de que ta teorla politica pueda estar sujeta ya a la politica, yaa ta filosofia politica, que es ella misma s6lo una parte de la filosofta de la historia, WE. Morin, Introduction a une folitique de Uhomme, Parts, 1965, nueva 1969, pags. 9-10: La politique en miettes Escaneado con CamScanner que ya se empleaba desde el siglo XVI. Probablemente el término politica se benefici6 con la suerte de todos aquellos vocablos que tenian que ver con el concepto de polis, Estos vocablos, junto con aquellos derivados de urbs —urbano, urbanidad, urbanismo— cubren en la practica una amplia es. fera del campo semantico de la civilizaci6n y tal vez a través de police (que hasta el siglo xix no se present6 como policé, organizado, civilizado) se lle- a a politesse (cortesia, urbanidad) que aparece en el siglo XVII, El domi nio de lo politico, la politica y los politicos (politica teérica, politica practi- ca y hombres politicos) es pues la esfera de la élite y de esta circunstancia la historia politica obtendra su nobleza. Era parte del estilo aristocratico. De ahi la revolucionaria intencién de Voltaire de escribir “en lugar de la histo- tia de los reyes y de las cortes, la historia de los hombres”. Parecia como si la historia filosofica quisiera proscribir a la historia politica. Pero, en reali- dad, las mas de las veces las dos legaron a un acuerdo de compromiso. Un ejemplo puede verse en la Histoire philosophique et politique des établisse- ments et du commerce des Européens dans les deux Indes del abate Ray- nal! La Revoluci6n de 1789, aunque en Gltima instancia condujo durante cl siglo x1x a la trasmisi6n del, poder politico a la burguesia, no destruyé las prerrogativas de la historia politica. El romanticismo la hizo vacilar pe- ro no la abatié. Chateaubriand, que habria reconocido los elementos de modernidad en la historia, asi como en la politica y en la ideologia, por més que lo hiciera para rechazarlos, fue un caso aislado. '? Francois Guizot, atin més que Augustin Thierry, dio un paso mas, orientando la historia en el sentido de una historia de la civilizacién, * pero como ambos estaban pri- mariamente interesados en mostrar el surgim niento de la burguesia queda- ron atrapados en la historia politica. Pero las “clases medias veneeloras" no s6lo se apropiaron de la historia politica con toda su gloria sino que a su ver sintieron gusto, como sus predecesores, por un modelo historico que era monarquico y aristocratico: este es un ejemplo tipico de cémo el retriso cultural hace adoptar a una clase parvenue los gustos tradicionales. Miche. let es una cima solitaria. 1" En inglés el surgimiento de dos términos policy y polity (en el siglo XIV el trancés ha bia tratado de imponer policie, también copiado del griego, pero dicho término ne teve for tuna) complicé el campo de la ciencia politica y a veces el de la historia politica, fildsofos franceses del siglo XVITI buscaron 0 aceptaton un compromiso entre historia flosoft cae historia politica, en Inglaterra un dilema atin mas radical provoco probablemente una oscilacion entre lo histdrico y lo politico, conceptos vinculados entre st'y al mismo tiempo ‘puestos el uno al otro. Esta posibilidad parece sugerida por titulos tales como la obra anéni- ma publicada en Londres en 1706: An Historical and Political Essay. Discussing the Affinity or Resemblance of the Ancient and Modern Government. Véase J. A. W. Gunn, “The ‘Civil Polity’ of Peter Paxton”, en Past and Present, 40, julio de 1968, pag. 56. ‘2 EI mejor ejemplo es el prefacio a Etudes historiques, 1831. | Este punto de vista fue expuesto en Cours d'histoire moderne: histoire de la civlisa tion en Europe depuis la chute de l'Empire Romain jusquia ta Révolution Francaise, 1828, lecci6n I. Sobre pasajes largos de Chateaubriand y Guizot, véase J. Ehrad y G. Paimade, Whistotre, Parts, 1969, pigs. 139-93, 203-7 166 Escaneado con CamScanner Para considerar solamente el caso de Francia, digamos que solo a co- mienzos del siglo xx la historia politica comenz6 a retirarse para luego su- cumbir ante los golpes de un nuevo tipo de historia sostenido por las nuevas ciencias sociales, la geografia y especialmente la economia y la sociologia. Vidal de la Blanche, Francois Simiand y Emile Durkheim fueron, cons- cientemente o no, los padrinos de esta nueva historia. Sus padres fueron Henri Berr con la Revue de Synthese Historique (1901) y atin mas decisiva- mente Marc Bloch y Lucien Febvre con los Annales d'histoire économique et sociale. En su ensayo sobre Tucidides, Raymond Aron mostré hasta qué pun- to la historia politica est4 relacionada con la narraci6n y el acontecimien- to.!* La escuela de los Annales detestaba el trinomio formado por la histo- ria politica, la historia narrativa y la crénica o historia de episodios 0 acon- tecimientos. Todo eso era para esa escuela sencillamente seudohistoria, historia barata, algo superficial que preferia la sombra a la sustancia. Era necesario poner en el lugar que le correspondia la historia en profundidad, una historia econémica, social y mental. En el libro mas grande producido por la-escuela de los Annales, La Méditerranée et le monde méditerranéen a V'époque de Philippe «II (1949), de Fernand Braudel, la historia politica queda relegada a la parte III, que lejos de ser Ia culminaci6n de la obra es mas bien una parte accesoria. Habiendo sido antes esqueleto de la historia, la historia politica se reduce a no ser otra co- sa que una especie de apéndice atrofiado, Pero la historia politica fue gradualmente recobrando fuerzas al adoptar los métodos, el espiritu y el enfoque te6rico de las mismas ciencias sociales que la habfan empujado a segundo plano. Trataré de delinear esta reciente recuperacién tomando como punto de referencia la historia me: dieval.'® La primera y principal contribucion de la sociologia y de la antro- pologia a la historia politica fue la de haberle impuesto como concepto y fin central la nocion de “poder” y los hechos relativos al poder. Como ob- servé Raymond Aroin, este concepto de poder y estos hechos se aplican a to- das las sociedades y civilizaciones: “El problema del poder es eterno, tanto sise labra la tierra con una azada o con arado y tractor”. Conviene obser- var aqui que los analisis hechos por los historiadores politicos atendiendo al “poder” van més allé de los andlisis referentes al “Estado” y a la “Nacién”, ya se trate de los estudios tradicionales, ya se trate de intentos de enfocar la cuestién desde un nuevo 4ngulo."” Es asimismo oportuno recor- WR. Aron, “Thucydide et le récit historique”, Theory and History 1/2, 1960, reprodu- ido en Dimensions de la conscience historique, Paris, 1961, pags. 147-97. 35 Las obras citadas sobre historia medieval en todo este articulo han de entenderse solo como referencias y ejemplos, no como una bibliografia o una seleccién atendiendo a los méri- tos. Aron, “Thucydide et le récit historique" op. cit., en Dimensions... pags. 189. 17 Un ejemplo de estudio tradicional pero ast y todo muy pertinente es el de F. M. Po- wicke, “Reflections on the Medieval States", en Transactions of the Royal Historical Saciety, ser. 4, XIX, 1936, Entre los nuevos enfoques estan: B. Guenée, “L'histoire de l'état en France ala fin du Moyen Age vue par les historiens francais depuis cent ans”, en Revue historique, 167 Escaneado con CamScanner 7 aN dar que el marxismo-leninismo, acusado de no mostrar suficiente interg, Por la historia politica y la teorfa politica, por mucho tiempo se entrego estudio de este sector solo en el nivel del Estado y de la Nacién,"* Por ga, mo, mientras el término “politica” sugeria la idea de algo superficial, «; término “poder” evoca profundidad y centro. Habiendo perdido su fase, nacion de historia de superficie, la historia politica al transformarse en jy historia del poder se convierte en historia de profundidad. Esta rehabilit, cin verbal corresponde a la evolucién mental presagiada por Marc Bloch, Quien escribié poco antes de su muerte: “Habria mucho que decir sobre ly Palabra ‘politico’. Por qué debe tomarsela como sinénimo de superficial> ¢Acaso una historia enteramente centrada, como es legitimo que lo esté, en Ia evoluci6n de modos de gobierno y en la suerte de los gobernados no esta obligada a tratar de comprender desde adentro los hechos que ha elegido como objeto de su estudio?”!® Con todo, la historia de las profundidades politicas parti6 desde el ex- terior, con los simbolos y signos de poder como ocurre por ejemplo con la obra de P.E.Schramm. En una serie de estudios que culminan en la gran sintesis Herrschaftszeichen und Staatssymbolik,*® Schramm mostr6 que los objetos que constitutan los signos caracteristicos del poder en la Edad Me. dia —corona, trono, globo imperial, cetro, la mano de la justicia, etc. — no han de estudiarse s6lo en sf mismos. Deben reintegrarse al contexto de actitudes y ceremonias del que formaban parte, y sobre todo deben exami. narse a la luz del simbolismo politico del cual deriva su verdadera significa. cién.2! Ese simbolismo tenfa sus profundas raices en una semiologia religiosa que convertia la esfera politica en una provincia de lo religioso. De todos 252, 1964, pags. 881-60; “Etat et nation en France au Moyen Age", ibid, 257, (1967), pags. 17-80: “Espace et état dans la France du bas Moyen Age”, en Annales: économies,societea ok uilsations, 1968, pags. 744-58, Se abservard que la palabra “poder” (verdad ea que acompa, iiada de un adjetivo) aparece ya en el titulo del trabajo de E. Lavise. “Euude wer le powois royal au temps de Charles V, en Revue historique, 1884, pags. 288-280, que intentg aac alld de la deseripcion de las instivuciones para enfocar realidades memtales, Mare Blech coho Jo la relacion que hay entre la historia del Estado la historia de una Nation ode satan “Me parece dificil separar la historia de la idea del Estado y Ia historia dela idea de Nacioany patriotismo", en Revue historique, 128, 1918, pag. $47 La tendencia de los marxistas a concentrar su interés en el Estado se manifesta en los titulos de sus obras: por ejemplo, F. Engels Le propiedad privada y el Bstado, V. |. Levin Ee ‘ado y revoluctén. Sobre los dos sentidos de “nacién” en Marx y Engels (la designacién made, na de “un tipo de capitalismo ascendente” y la otra mas general con el sentido latino de grupo exnico) vease A. Pelletier y J. J. Goblot, Materialisme historique et histoire des erlisaions Parts, 1969, pag. 94 y siguientes '8 Marc Bloch, Mélanges d'histoire sociale, 1944, pags. 120, citado por Guenée, L'hts toire de U'état en France, op. cit., pag. $45. 20 Schriften der Monumenta Germaniae Historica, XIII, 3 vol., Stuttgart, 1954-1956, #1 p. E. Schramm expuso él mismo su posicién en el resumen de su conttibucion a la Conferencia de Roma de 1955: “Die Staatssymbolik des Mittelalters", en X Congresso Inter. nazionales di Scienze storiche (Roma, 1955, vol. VIL, Riassunti delle comunicazions, pags, 200-1). 168 Escaneado con CamScanner los signos e insignias uno en especial se prestaba a un desarrollo amplio, tanto en relacién con el simbolismo politico religioso como en relacién con las instituciones en las que cobraba histéricamente cuerpo ese simbolismo. Todo el panorama de la politica medieval, relacionado, por una parte, con la realeza hereditaria de la Antigiiedad y, por otra parte, con las reli quias de la monarqufa que sobrevivieron hasta los tiempos modernos, esta- ba irradiado por la corona. El campo simbélico iba desde el objeto mate tial mismo, pasaba por los ritos de la coronacién y Ilegaba al reino real, por un lado, y, por otro, abarcaba la idea abstracta de monarquia. Una se- rie de estudios sobre este panorama politico a fines de la Edad Media puede encontrarse en Corona Regni: Studien iiber die Krone als Symbol des States in spiiten Mittelalter.2* Recientemente Georges Duby sefialé el miltiple simbolismo de la co- rona medieval en conexién con la corona de espinas que san Luis colocé en a Sainte-Chapelle de Paris.® La referencia presenta inmediatamente un problema de método. ¢Este apelar a los objetos “politicos” no se deberd tal vez a la naturaleza del periodo en cuestién y al hecho de que en la alta Edad Media los textos son relativamente escasos? gNo es éste, pues, un mé- todo ad hoc antes que un modo realmente nuevo, y de aplicacién general, de enfocar el problema? Es bastante curioso observar que los historiadores més interesados en estos aspectos del simbolismo politico medieval parecen aceptar semejante objeci6n y minimizar la importancia de su propio enfoque. Por ejemplo, P. E, Schramm escribe: “La investigacion sobre las insignias del poder de- be complementarse con una investigacion sobre el simbolismo del poder en general. Esto significa que la indagacién histérica, que primero debié con tar con las crénicas y luego se hizo mas precisa al emplear documentos, cartas, actas, etc., tiene todavia que recorrer un largo camino para llegar a un desarrollo sistematico. Hay mas objetos y pruebas accesibles que las que se esperaba y ademas se ha desarrollado también un adecuado método cri- tico, De manera que el cuadro ya existente puede complementarse y enti- quecerse. Las insignias usadas por el gobernante dicen en verdad ms y de manera més decisiva acerca de sus esperanzas y pretensiones que las otras pruebas de que disponemos. Esto se aplica especialmente a los signos para los que son muy limitadas las fuentes escritas”.* Andlogamente Robert Folz, que cree discernir realidades diferentes a través de diferentes clases de documentaci6n, escribe: “Documentos admi- nistrativos, representaciones figurativas, ritos litargicos, signos exteriores tales como vestidos y emblemas, todas estas cosas, junto con unos pocos 2M. Hellmann (edicién de), Weimar, 1961. Entre los muchos estudios sobre el simbo: lismo de la corona en {a Edad Media véase “The Crown as Fiction”, en E, H. Kantorowicz, The King's Two Bodies: A Study in Medieval Political Theology, Princeton, 1957. ®5"'No fue una casualidad que la reliquia que San Luis levé a Paris y colocé en la ca- pilla de su palacio fuera una corona de espinas, doble simbolo de realeza y sacrificio". Le Monde, abril 29, 1970, pag. 13. #4 Schramm, “Die Staatssymbolik des Mittelalters", pags. 200-201. 169 Escaneado con CamScanner textos narratives, son nuestras fuentes fundamentales de jnfyy, sabre la primera parte de la Bdad Media, cuando el simbolo preg claramente sobre la teorfa como expresion de forma politica del siglo x11, con el renacimiento de los estudios juridicos, tay ciones y las controversias comienzan a constituir una parte cad abundante de nuestra documentacion”.#* La nueva historia politica, lo mismo que todas las otras rarp historia, debe abandonar el viejo prejuicio de que s6lo faltando jor, es decir, faltando textos, debe uno recurrir a la documentacigy n, escrita. La historia debe usar todas las evidencias que tenga a mang yy, mar de toda clase de pruebas la contribucién especifica que cada uy, pueda dar; ademas debe establecer una jerarquia entre ellas, pero no de conformidad con la predilecciones propias del historiador, sino segén «| sistema de valores del periodo estudiado, Todo esto, no vale la pena de. irlo, no impide al historiador ir més all4 y tratar los datos del pasado se gin los modelos de la ciencia moderna y con la ayuda de todos sus instru mentos. Todo periodo tiene su ceremonial politico y al historiador corres. ponde descubrir la significacién de dicho ceremonial; y esa significacion constituye uno de los aspectos mas importantes de la historia politica. Un tesultado importante de la reciente orientacién de la historia politica hacia el simbolismo y lo ritual fue la revaloracion del significado-de la realeza dentro del sistema politico del feudalismo. Antes, la opinion general era que la monarqufa como institucién y el sistema feudal eran realidades an titéticas y que el poder monarquico proclive al absolutismo nacié y se con solidé a finales de la Edad Media con la decadencia del feudalismo. Segiin esta concepcién, Carlomagno, con su politica de conferit feudos que tendian a hacerse hereditarios, como premio por servicios pablicos, inconscientemente dio vida a aquella fuerza que luego destruyé la autoridad pablica que él mismo se habia esforzado por restaurar, fuerza que habria dominado el poder real que Carlomagno creia haber hecho it: vulnerable al agregarle la dignidad de la corona imperial. Ahora se rec noce que esta explicacion es falsa en sus dos términos, puesto que es ¢! P* ducto de la incapacidad de ir ms alla del vacuo prestigio del Estado pa" estudiar el poder en si mismo. Pero en el nuevo contexto, una vez abando- nados los anacrénicos conceptos de Estado, la realeza medieval, especi* mente la del periodo carolingio, ha vuelto a cobrar su verdadera signifies cion y hoy se comprende que el rey feudal obtenia su poder, no a pes” sistema feudal, sino en el seno de éste.? "4 Nas de |g algo ine % Robert Fole, L'Idée d'empire en occident du V° au X1V® sidctes, Parts, 1955: ry he & Sobre la Edad Media temprana véase especialmente J. M. Wallace Had’) Long Hatred Kings, Londres 1962, y F. Graus, Volk, Herrscher und Heiliger #® B&O uit Merouinger, Praga, 1965. Sobre el perlodo carolingio, véase el reciente estudio er mann, The Carolingian Renaissance and the Idea of hip, Londres, 196% 997 Sr Pecialmente de relieve (pag. 17) como entonces “de conformidad y de acuerdo CO” sas de fondo del tema eclesiologico y de la totalidad de la vision no existia una dist 170 a Escaneado con CamScanner La realeza medieval pudo adquirir este nuevo significado y la historia politica medieval quedé transformada en virtud de los métodos de la histo ria comparativa tomados de la antropologia y de la historia de las rel giones. Diversas publicaciones conjuntas han sellado este cambio. Verdad ¢s que a la Edad Media occidental s6lo se le dedicé una pequefia parte de las discusiones del x111 Congreso Internacional sobre Historia de las Reli- giones, reunido en Roma en 1955, cuyo tema central era “El rey dios y la naturaleza sagrada de la realeza”.”” Y esto también es cierto en el caso del volumen presentado poco tiempo después a Raffaele Pettazzoni: La Rega- litd Sacra.®® Pero pocos afios después, el Arbeitskreis fiir mittelalterliche Geschichte", dirigido por Theodor Mayer en Constanza, dedicé un volu- men de sus Vértrage und Forschungen a la realeza medieval. Mientras tan- to, la obra de Ernst H. Kantorowicz se desarrollaba paralelamente a la de Schramm, Kantorowicz, después de haber pintado un cuadro de Ia figura més grande de soberano de la Edad Media, Federico II,** continuo estu- diando el culto medieval de los gobernantes a través de la aclamaci6n litar- gica.*® Su investigacién termin6 en la obra maestra The King's Two Bodies (1957) que reintegré a su fondo hist6rico general la concepcidn de la teolo- gia politica, clave esencial para comprender la Edad Media.” Analogos fueron los resultados de la pista indicada por James George Frazer, cuyos estudios sobre los origenes magicos de la realeza™ estimularon probablemente las investigaciones de los propios historiadores sobre la reale- za medieval, tuvieran 0 no conciencia de este hecho o estuvieran 0 no dis puestos a admitirlo, Por lo menos un historiador no oculté la deuda que te- hia con Frazer, aunque no siempre estuvo de acuerdo con él y lev6 a cabo sus propios estudios segiin métodos especificamente historicos: Marc Bloch, ‘ual entre Estado carolingio e Iglesia carolingia. Georges Duby subrayé la importancia del dl sistema feudal en el simposio internacional Problémes de stratification Joutale, 1966, publicado por R. Mousnier, Publications de la Faculté des Leures et Sciences Humaines de Paris, Sorbona, en Recherches, XLII, Paris, 1968, Véase R. Gorski, "Le Roi saint; probléme d'idéologie féodale" en Annales: &conomies, sociétés, ciulsations, 1969, igs. 370-376. 27 qui dell'VIII Congresso Internazionale di Storia delle religioni, Florencia, 1956. 28 Studies in the History of Religions, suplemento de Numen, IV, The Sacral Kingship: La Regalita Sacra, Leyden, 1959. De las cincuenta y seis centribuciones, slo cuatro estan de- dicadat a la Edad Media Occidental: M. Maccarrone, “Il sovrano ‘Vicarius Dei’ neil'alto me- dio evo", pigs. 581-595; M. Murray, “The Divine King” pags. 595-608; L. Rougier, “Le ca ractére sacré de la royauté en France", pags. 609-619: y J. A. Bizet, “La notion du royaume intérieur chez les mystiques germaniques du X1V° siécle”, pags. 620-6. WE. H. Kantorowice, Kaiser Friedrich der Zweite, Berlin, 1927, y Ergdnzungsban, Berlin, 1931. 430 EH, Kantorowicz, Laudes Regia: A Study in Liturgical Acclamations and Medieval Ruler Worship, Berkeley- Los Angeles, 1946. “3 EH. Kantorowicz, The King’s Two Bodies, op. cit. Véanse también los trabajos de R. W. Southern en Journal of Ecclesiatical History 10, 1057, y de B, Smalley en Past and Pre sent, n® 29, noviembre 1961. 88 James George Frazer, The Golden Bough, Londres, 1890, parte I: The Magic Art ‘and the Evolution of Kings, Frazer, Lectures on the Early History of Kingship, Londres, 1905. cept ‘modelo real dentro 17 Escaneado con CamScanner ON ois thaumaturges, publicada en 1924, todavig su obra pionera, Les : tn primer plano en st campo. Bloch no se contenta sencillament we Pi las manifestaciones del poder de curacion atribuido a lox me Ue rani o.con trazar la historia desde la primera manife Branca Jor asta su desaparicion y explicar Ia teoria que ta sustental ae oe Pov de Hlegar a las fuentes de la psicologta colectiva relacionadg E Bloch nomeno, estudia el fenémeno de la “popularidad’” libro 11, cap. 1 _ procura explicar “cémo el pueblo creia en el milagro del rey" (page, a Bo). En sumna, Bloch elabora un estudio modelo de las “actitudes policy Jneatales” que en este libro examina como un caso especial de formas gene aaa sa hetitud mental y de la sensibilidad, Pero en el terreno (de vita jmportancia aunque todavia no explorado) de 1a historia de las acttudes mentales y, por lo tanto, de las actitudes mentales relativas a la politica, tasi todo debe hacerse todavia. Naturalmente ni siquiera puede imaginar. se la posibilidad de aplicar a los hombres de la Edad Media los métocos de Sendo de la opinién que pueden contribuir al estudio de las actitudes plt ticas modernas. Pero en el caso de la historia de la opini6n pablica de la Edad Media puede establecerse un enfoque problematico, un enfoque te érico del problema. Cabe hacer notar en este punto que la historia polt ca y las ciencias que influyeron en su reciente evolucién han oscilado en tlegir como piedra de toque este 0 aquel elemento. Ast, segiin vimos, la historia politica medieval se transformd y se enriqueci6 por haber adopta do métodos tomados en préstamo de la antropologia: los estudios sobre re- Slesa arcaica o primitiva arrojaron nueva luz sobre la realeza medieval. De manera que la historia politica medieval parecia abandonar la superfici de la historia episédica para adentrarse en Jos estratos diacrénicos profun dos de las sociedades protohistéricas 0 parahistéricas. Por otro lado, la antropologia se abrié a los enfoques hist6ricos, de suerte que los estudiosos y los investigadores prestan cada vez. mas atencon a la antropologia politica.” Este método reconocié en sociedades “sin his toria” estructuras de desequilibrio y conflicto y establecié los elementos * Gricos preliminares necesarios para darles una historia politica. ‘Al proce der asi, la antropologia ha puesto de manifiesto el hecho de que !@ historia social dinamica no es incompatible con un enfoque antropologice. de Le sociedades y las civilizaciones. La historia politica no perdié necesariame? Francia ¢ Ing! inion 35 Un medievalista, Joseph R. Strayer, escribi6 un ensayo sobre “El conceP' eee of pblica del historiador” en la coleccién publicada por M. Komarovsky. Comme”, Seeeted the Social Sciences, Glencoe (III), 1957. Marvin B. Becker, “Dante and His Literary veel des poraries as Political Men”, Speculum, 1966, pag. 674, nota 28, lama ia acencions0bF SH Culdado tera de enguae las imagenes dela politica medieval” y cita ¢l aire 1948) Kantorowicz, stus-Fiscus” en Synopsis: Festgabe fiir Alfred Weber, Hes iel pig. 225-35. bse pani Ses Ale 4 Anthropologie politique” es el titul in ensayo informati diet, 1961 El ater pac skemstcamentelogae ER. Leach © conflictivo, aproximativo y exteriormente relativo” en las sociedad E. E. Evans-Pritchard en Antropology and History, 1961. tae de Geert i al de ea ed "on Jal desarolla" 172 Escaneado con CamScanner te su dinamismo al volverse hacia la antropologia; la historia politica hasta podria redescubrir en la antropologia los esquemas marxistas, 0 de otro ti , de la lucha de clases. Ademés, el vocabulario y las actitudes mentales de la Edad Media se prestan a la formulacion de las estructuras y de la con- ducta social en términos que son parcialmente politicos. Los estratos supe- riores de la sociedad se designan a menudo en textos medievales con el tér- mino potentes, los poderosos, generalmente en contraste con los pauperes © pobres; a veces se llama a los primeros los superiores por oposicién a los inferiores.% Esto corrobora investigaciones realizadas en diversos sectores de la his- toria medieval que han identificado en fenémenos basicos una dimension politica, en el sentido de una relacién con el poder. El ejemplo mas notable ¢s la teoria segdin la cual, en fechas diversas pero generalmente alrededor del aiio 1000 d. de C., los seziorfos territoriales o de bienes raices, basados en impuestos sobre la tierra y sobre su explotacién econémica, fueron dan do lugar cada vez més a sefiorios basados en el poder de liderazgo, organi- zacién, administracién de la justicia, por parte de los sefiores; estos sefio- ros era conocidos como seftorfos banales, de ban que era el nombre de este tipo de poder feudal. De suerte que toda estructura feudal en sus funda- mentos mas verdaderos asume un color que en dltima instancia es politico.*” Esta concepcién del feudalismo, que no excluye una explicacion 55 Tambien aqut hay incompatibilidad entre el punto de vista de Freund Liessence du politique, pag. 588, segan el cual “la lucha de clases es s6lo un aspecto de la lucha politica”, y ‘l punto de vista marxista, segin el cual todas las formas de lucha politica derivan de la lucha de clases. Siempre que no se lo aplique demasiado dogmatica e inflexiblemente, creo que el punto de vista marxista es mas verdadero y fructifero. El estimulante libro de E. Graceo, So- cietd e Stato nel Medioevo veneziano (secoli XII-XIV), Florencia, Olschki, 1967, muestra que Ta lucha de clases se desarrolla normalmente en la historia politica de Venecia, generalmente considerada un mundo aparte. Podria pensarse sin embargo que el autor se ve limitado por un enfoque excesivamente basado en la idea del Estado. F. C. Lane hace reservas de este tipo en una critica en general positiva publicada en Speculum, 1968, pags. 497-501. 6 Véase en particular K. Bosl, “Potens und Pauper: Begriffsgeschichtliche Studien zur sgeselischafilichen Differenzierung im frihen Mittelalter und zum ‘Pauperismus’ des Hoch: mittelalters", en Alteuropa und die moderne Gesellschaft: Festschift flr Otto Brumer, Gét- tingen, 1963, pag. 60-87, reproducido en Friihformen der Gesellschaft im mittelalterlichen Europa, Munich-Viena, 1964, pags. 106-34. Véase también J. Le Goff, “Le vocabulaire des categories sociales chez Saint Frangois d’ Assise et ses premiers biographes” en el simposio in- ternacional organizado por I'Ecole Normale Supérieure de Saint-Cloud, 1967, sobre el voca- bulario de las clases sociales. 57 La concepcién de G. Duby de seflorios banales esta expuesta en su tesis La société ux XI* et XII° siécles dans la région maconnaise, "Paris, 1953, y en Léconomie rurale et la le des campagnes dans l'Occident médiéval, Parts, 1962, vol Il cap. III: "K1~ KIII® sigcles: la seigneurie et l'économie rurale”. En la serie de orientacion juridica, Recueils de la Société Jean Bodin, el volumen Gouvernants et Gouvernés, XXV, muestra preocupacién por el te- ‘ma del poder que deriva de Marc Bloch, La société féodale, Paris, Michel, 1939, vol. II "Le gouvernement des hommes”. El tema también aparece en J. D'Hond, " ‘Ordres' ou ‘puissan- ces’: exemple des états de Flandres”, en Annales: économies, société, civilisations, 1950, pags. 289-305, 178 Escaneado con CamScanner final atendiendo a las relaciones de produccion, tiene la ventaja de yar la importancia (en el funcionamiento del sistema feudal) de los face politicos en el sentido més amplio del término y de poner de manities’® gravitacion que ejercen las formas politicas en la dinamica de la hie? El aspecto politico también se revela en la historia cultural. La i, truccién es poder ¢ instrumento de poder, El abismo entre litteratieillin, rati que perdura durante tanto tiempo entre clérigos y laicos (aunque este, altimos fueran poderosos por otras vias) demuestra que existian divisione, sociales que escapaban a los criterios de demarcaci6n referidos a la pose. sign y no posesion de difererites formas de poder, a la participacion y ng participacién en el poder. Por ejemplo, en el caso de los miembros de las universidades comienza a emerger en el siglo x1i1 una relacién doble con el poder. Por una parte, el mundo de la universidad tiende a constituirse en un tipo propio de poder supremo, junto al poder de la Iglesia y al poder del rey, studéum junto a sa- cerdotium y regnum.%* Todos aquellos que gozan de los privilegios del stu dium participan de su poder. Al mismo tiempo, resultado — si no finali- dad— de los estudios y las distinciones universitarias es ocupar algiin pues- to o desempefiar funciones en la sociedad laica 0 eclesiastica, lo cual lleva a participar en otros tipos de poder.” Si, a pesar de las dificultades, se pu- diera elaborar una prosografia de los estudiantes y de los docentes de las universidades de la Edad Media“ seria posible medir el impacto del grupo universitario en la organizaci6n de la sociedad medieval, y no hay duda de que ese grupo se manifestaria en su cardcter y en su papel de “élite de po- der”. Subra Probablemente también podria arrojarse nueva luz sobre la historia politica medieval estudiando la aplicacion a la Edad Media del esquema formulado por Dumézil para las sociedades indoeuropeas. Sabemos que el esquema tripartito se empleaba desde fin del siglo 1x y que en el siglo xt asumié la forma estercotipada de los oratores, bellatores, laboratorss. Si supiéramos cémo y por qué estas ideas reaparecieron en la Edad Media y si supiésemos cual era su eficacia mental, intelectual y politica, probable- * Vease H. Grundmann, “Litteratus-Iliteratus: der Wandlung einer Bildungsnorm von Altertum zum Mittelakter", en Archiv fiir Kulturgeschichte, 40, 1958, y tonbica “Sacerdotium-Regnum-Studium: zur Wertung der Wissenschaft itm 13, Jahshunden Archiv fier Kulturgeschichte, $4, 1951 3 Vease mi trabajo Les intellectuels au Moyen Age, Paris, 1957, en el que se intenta ‘mostrar cémo entre fines del siglo XI y el siglo XIV los miembros de las universidades pase ron de una posicion socio-profesional que era corporativa a una posicién que lor colocaba entre los poscedores de poder. * Cuesti6n propuesta por la delegacién francesa al Comité Universitario Internacional dela X11 Conferencia Internacional sobre Ciencias Hstricas eunida en Movet en agosto de 1970. Creo que el profesor Lawrence Stone piensa en un proyecio andlogo para las univers dades ingles en Edad Modern te renova inert por el modo proses se meétodo de historia social que probablemente favorezea la renovacion de Ia historia politica, evident en varios secre nee] mo numero de 170 de Annales: donomi, tc ciulisations. 174 | Escaneado con CamScanner mente los diversos sy funcionamiento. bases idcolé- ernir mas el jon mente estariamos en condiciones de dis aspectos del poder medieval, sus estructuras, rela ‘Ami juicio, comprobariamos que este esquema fue una de gicas del poder real y que este poder controlaba las tres funciones actuando como arbitro."" Hasta la esfera del arte quedaria iluminada al aplicarse el andlisis polt tico en el sentido amplio. No es sencillamente una cuestin de medir la influencia del mecenazgo sobre la forma, el contenido y la evolucin del arte.‘ Se trata sobre todo de analizar cémo el poder de las obras de arte es- t4 ordenado en relacién con el poder en general. Me parece que Erwin Pa nofsky dio un primer paso en esta direccién cuando relacioné el estilo got co —mediante la nocién polivalente de “orden” (y jerarquia)— con el mé- todo del escolasticismo y al relacionar luego uno y otro con el ordenamien- to sociopolitico realizado en la ile de France alrededor de 1200 por la mo- narquia capeta.** ‘Sobre todo Pierre Francastel en Pintura y sociedad: nacimiento y destruccién de un espacio pldstico, desde el Renacimiento al cubismo (1951), mostré no sélo que los politicos —los Medici en Florencia, los patri- Gigs en Venecia— comprendieron “el poder de las imagenes figurativas del espacio” ¢ hicieron de ellas instrumentos de su politica (“La venus de Botti- cha explicita”)* sino también que la nueva representa- ‘ediante la perspectiva se relaciona con una revolucion miento mitico regido por la “politica social y econé- celli es politica he cién del espacio m mental, con un pensai mica del dar”. En el campo de la hist vinculos subterraneos entre toria religiosa podemos citar como ejemplo los Jos movimientos heréticos y los partidos politi- 41 Entre los muchos y fascinantes estudios de G. Dumézil sobre la ideologia trifuncional de los indocuropeos, unio de los ms recientes es dées romaines, Paris, Gallimard, 1969, en el {Que cl autor plantea varias cuestiones sobre la Europa occidental en la edad media, Dos SHemplos de investigacion inical en este campo son: J Batany" Des "Trois Fontions aux ‘Trois Bate” en dnnaler économies, société, civilisations, 1936, pags. 933-958, yJ. Le Goff, “No te sur societé tripartie, idéologie monarchique et renouveau économique dans la chrétienté Gu IX° au XII° siecle”, en L Europe aux IX-X1° siécles, edicion de T. Manteutfel y A. Gieys 2tor, Varsovia, 1968, pags. 63-71. 42 Una de las obras inspiradas por esta cuesti¢ dieval France, 987-1498: A Study in Patronage de Joan Eva Press, 1948, “SE. Panofsky, Gothic Architecture and Scholasticism, Nueva York, 1957, Un puto de vista mas uadivional es el ofrecid por R. Branner St, Louis and the Court Style in Gothic Architecture, Londres, 1965. “Sobre la significacion de la Primavera de Botticelli, véase P. F gurative Parts, 1965, pag. 241, "La fete mythologique au Quattrocento™, pa. 272 "Un Ni the politique et social du Quatrocento”, Véase Ernst Gombrich, Bottcell’s Mythologies A ‘Study of the Neoplatonie Symbolism of tts Circle, cn Journal of the Warburg and Courtauld nsticuies, 1048, Francastcl desarrollé estas ideas en La figure et le lew: Hordre vasuel du Quattrocento, Paris, 1967. {on particular es el interesante Art in Me- ins, Londres, Oxford University -astel La realité fi 175 Escaneado con CamScanner i, cos, una cucstion en la cual la investigaci6n apenas ha cor, Jogamente, en wn contexto que tiene que ver simulténeameny 14, gratia, la sociologia y cultura, podriamos hacer refereng; te con jy Sra podernos de sociologia urbana" que muestran que fa Mchun tspecialmente Ia planificacion urbana eran en la Edad ie “a Shuts “Feulo al propio tiempo del poder urbano y de sus poser? Braunfels ha realizado un estudio inicial de este tipo sobre'in edores, y/ ” as ciud, Toscana.’ Ades dy Por fin, puede uno entrever el nacimiento de una historia ferencial que opere en varios niveles —y seria conveniente queen ti yieran atin més jerarquizados— de conformidad con lo qu Estos esty. Braudel Ilam6 “los tiempos de la historia”.** En el plazo Dbrevelnay and toria politica tradicional que es narrativa, episodica, que esta llena dag vimiento pero ya preocupada por preparar el terreno para un enfoque ms profundo; mientras tanto, propone valoraciones cuantitativas, he isis sociales, acumula pruebas para un futuro estudio de las actitudes a tales. En el plazo més largo, que ha de establecerse segiin el modelo a movimientos de largo plazo propuesto por Francois Simiand, habré ine historia de las fases y tendencias de la historia politica, momento en el que indudablemente, como lo espera Braudel, la historia social en el sentido amplio volver a dominar; se tratara pues de una historia politica de conte sociolégico. Entre estos dos tipos de historia, como en la historia econémi- ca, habria una esfera comin dedicada en particular a estudiar Jas rela- ciones entre las tendencias politicas seculares, por un lado, y los movimien: tos de plazo breve, los altibajos episédicos, por otro: seria una historia de crisis en la que las estructuras y su dindmica se revelarian en su desnudes per obra del tumulto de los acontecimientos. Por ‘altimo esta surgiendo una historia politica que seria casi inmévil si no estuviera vinculada (como la antropologia politica demostr6 que lo esta) con la estructura esencialmen te conflictiva y, por lo tanto, dinamica de Jas sociedades: una historia poli: henzadg 1, i, L'eresia del male, Napoles, 1963, y “Les héretiques 457° ae c Je” en Héréses et sociétés dans I'Europe preindusti XVIIe sitcles,sitmposio de Royaumont presentado por J. Le Goff, Paris y La H2¥ igs. 199-202. Esto indica el “estrecho vinculo entre la herejia cétara y €l 873) Foe arc ode lo gibeinos" Este estudio necesita ser desarrollado en In dizeccion de una COP? sociologica entre secta religiosa y par 0. ‘Me imitaré a mencionar‘elsimpesio internacional de Amsterdam de 1967 Core and Inner City"; Nelson W. Polsby, Community Power and Political The" ven, 1968, Yale, University Press, 1968, y las obras “antihistoricistas” de Mav comprenden “Le centre urbain”, projet de recherche sociologique ima de scilgi, 1969, pg, 88-106,y "Vers une tori sociologiue ine” en Sociologie du Travail, 443, Todos estos Fa 8] Socilgie du Travail, 196, pigs, 4-448. To es SL, Braunte, ivlatediche Stadtbaukunat der Tokar Bert te | fase en particular el prefacio a La Méditerrance et le mond’ y ume L4poque de Philppe I, de F Braudel, Parla, 1949, Segunda e8ii60 CHO ge 11 de 1966, La idea ve repiteen Eevits sur histoire, Pars, Flaramaion: 1962? 176 Escaneado con CamScanner ica de estructuras efectivamente de largo plazo que comprenderta la parte ict ga, vital, de la geopolitica y en ocasiones el analisis basado en modelon vatropologicos. En cada uno de estos niveles habria que prestar particular amnnefon al extudio de los varios sistemas semiologicos correspondiente a la aremcia de la politica: vocabulario, ritos, comportamientos, actitudes men tales. ‘Aunque, hablar de una cierta crisis actual que los aspectos y Ios enfoques p Qincia en las ciencias humanas. No solo la m wne a nuestra disposicién sus conceptos, vocal ho que también la geopolitica, todavia viva y pal tanto desacreditada, Ia sociologia politica y, segtn vimos, ‘litica, todas dan a la historia politica alimento y apoyo. He descrito pues la imagen de una nueva historia politica, diferente de la vieja, una historia politica dedicada a las estructuras, al andlisis so- Gal, a la sociologia y al estudio del poder. Es ciertamente un cuadro dema- Sado optimista.. He dicho més de una vez que falta hacer mucho, @ aun falta hacerlo todo en muchas direcciones. La verdad es que la nueva histo- ria politica que he tratado de esbozar sigue siendo un suefio antes que una realidad. Y Io peor es que la vieja historia politica es todavia un cadaver inse- pulto. Ciertamente una gramatica de la historia politica es y continuaré ‘esaria, No podemos prescindir de una siendo siempre no s6lo util sino nec cronologia de los acontecimientos politicos ni de las biografias de los gran- Ges hombres, A pesar de los progresos de la democracia, la historia politica Sera siempre tambien la historia de los grandes hombres. Y ahora, gracias precisamente a la politologia y a la sociologia, sabemos mejor que antes {qué cosa sea un acontecimiento y lo que constituye el condicionamiento de un gran hombre. Pero atin existe el como lo he indicado al comienzo de este ensayo, se puede en la historia politica, también es cierto oliticos adquieren cada vez mayor impor- eva ciencia de la politologia bulario y métodos propios si- Ipitante, aunque algan la antropologia | peligro de que la historia politica en la forma vulga rizada en que aparece en numerosos libros y revistas de divulgacion, inva- da una vez més la esfera de la verdadera ciencia de la historia, Esta el pe~ ligro de que los historiadores de la economia y de la cultura puedan con tentarse con producir una historia politica de la economia o de la cultura, es decir, una historia de la politica econémica 0 cultural. La raz6n de ello. ¢s la misma que existia en el momento en que Lucien Febvre por primera ver arremetié contra la seudohistoria por considerarla una historia que ha- ce “pocas demandas. Muy pocas. Demasiado pocas’."" Y la seudohistoria parece dispuesta a contentarse aun con medias tintas. Mientras acepta ele: varse por encima del nivel de los acontecimientos y los grandes hombres (nivel a través del cual siempre se puede volver a entrar furtivamente, co” ‘mo por una puerta trasera, en la historia politica) para llegar al nivel de las instituciones y los ambientes, 1a seudohistoria continuara aferrada si puede 4 L. Febvre, Combats pour Uhistoire, Parts, 1953, pag. 118 (escrito en 1947). Escaneado con CamScanner IE hacerlo a las anticuadas concepciones de gobierno o de Estado. Presenta un aspecto muy pobre frente a concepciones estrictamente juridicas: el de- recho, Ia esperanza de la humanidad, es la pesadilla del historiador. La seudohistoria parece deleitarse con la historia de las ideas y el pensamiento Politico, pero a menudo tanto las ideas como la politica son superficiales, Con la mejor voluntad del mundo, es la forma mas fragil de la historia y probablemente la anica susceptible de ceder a todas las viejas tentaciones, Quiero terminar refiriéndome a un hecho que quizd merezca men- cionarse otra vez. Por mas que la historia politica pueda ser renovacla yre- Senerada por las otras ciencias humanas, no puede aspirar a la autonomia. Dividir una rama del saber en compartimientos separados es mas inadmi- sible que nunca en esta época de pluridisciplinariedad. El comentario de i Annales d'histoire économique et sociale, es “No existe algo que pueda Ilamarse historia ia”’.°° Pero también °° Ibid, pag. 20 (escrito en 1941), 178 Escaneado con CamScanner

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