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Y llamó Dios, el Eterno, preguntándole: «¿Dónde estás?».

Y respondió: «He oído


tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estoy desnudo; por eso, me escondí».

Génesis 3:9-10

He sentido tus garras clavándome en la cama,


Tanto aire que no puedo respirar,
Las pupilas se dilatan, el musculo se tensa,
La asamblea de voces en mi cabeza empieza a gritar,
Y este laberinto donde no hallamos salida,
Sin embargo, acompaño a Sísifo a la colina todas las mañanas

El vacío, el silencio
Donde se teme a todo y a nada,
Donde se flota en un sueño, nunca se duerme
La angustia permanente, del riesgo al peligro,
Del temor a ese terror sin fundamento,
Las catástrofes, los hubieras, los ¿por qué?, la culpa…
Porque el miedo es de grandes cimientos, de larga supervivencia…
Construimos ciudades por que aun tememos a la penumbra
de las cuevas, lejos del acogedor fría y pálida luz de las pantallas
Y quisiera ser madera y más aún la dura piedra…
dejar de derramar el alma.
Busco en los cielos, y solamente encuentros panteones vacíos
Nunca creí en paraísos perdidos
El hedonismo siempre con su misma insufrible levedad
Pues no hay mayor peligro que confundir la felicidad con el placer

Pero aun es más grande mi pánico,


Al tedio,
La rutina,
Una vida atada a cambio de soledades.
Me espanta del hieratismo
La estabilidad corroe mis huesos
El confort me asfixia,
20 años, la misma empresa
Vivir de fines de semana
Nos estamos muriendo y a nadie parece importarle

No quiero liberarme del miedo,


Sino que el miedo me libere.

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