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Durante la dictadura de Sila (82-79 a. C.), Craso se Busto de Craso en la Gliptoteca Ny Carlsberg,
enriqueció gracias a la proscripción. En los años Copenhagen.
siguientes realizó grandes inversiones en el sector
inmobiliario urbano, lo que le convirtió en uno de los Cónsul de la República romana
Biografía
Orígenes
Marco Licinio pertenecía a la familia plebeya de la gens Licinia, cuyos representantes formaron parte
del primer consejo de tribunos de la plebe y alcanzaron el consulado ya en 364 a. C. Sin embargo,
entre 361 y 236 no se les menciona ni una sola vez en los Fastos capitolinos. El inicio del siguiente
periodo de la historia de la familia se asocia a Publio Licinio, quien vivió presumiblemente durante la
primera guerra púnica, el mayor de cuyos hijos recibió el apodo de Craso (en latín: Crassus), que se
convirtió en cognomen para sus descendientes.1
Es de suponer que el bisabuelo de Marco Licinio fue cónsul en 171 a. C.,2 3 sobrino del primer cónsul
Publio Licinio Craso Dives, colega de Escipión el Africano en 205 a. C. El abuelo de Marco Licinio,
también Marco, fue pretor en el año 127 o 126 a. C. y fue apodado Agelasto (del griego ἀγέλαστος -
'hosco', 'sin sonrisa') por su aspecto siempre sombrío. El hijo de Agelasto y padre de Craso fue Publio
Licinio Craso, quien alcanzó los más altos cargos, un consulado en 97 a. C. y una censura en 89 a. C.4
La madre de Marco Licinio era Venulia, quien pertenecía a la aristocracia municipal.5
Los historiadores tienen diferentes opiniones sobre la situación financiera de esta rama de los Licinii.
Se sabe que Marco Licinio heredó trescientos talentos,6 una cantidad relativamente pequeña.
Teniendo en cuenta esto y los antecedentes de Venulia, algunos eruditos sugieren que Publio Licinio
no era un hombre acaudalado y que, por lo tanto, accedió a un aparente casamiento desigual.7 8 Por
otro lado, existe la opinión de que la herencia podría haberse reducido simplemente durante los años
de la guerra civil.9
Publio Licinio
Cayo Licinio
Varo
Publio Licinio Craso
Cayo Licinio
Dives Varo
Craso Craso
Marco Licinio Craso
Agelasto
Venulia
Tértula
Marco
Publio Licinio
(¿nomen?) Licinio
1º - Publio; 2º - Licinio
Craso Craso
Marco
Craso
Licinio Craso
Metela
Pompeyo
1º - Publio; 2º -
Magno
Cneo
Marco Licinio
Craso
Primeros años
Aunque se desconoce la fecha exacta del nacimiento de Craso,10 Plutarco informa de que en la
primera mitad del año 54 a. C., cuando conoció a Deyótaro, Marco Licinio ya había superado la
barrera de los 60 años; de ahí la conclusión de que nació en 115 a. C.11 o al comienzo de 114 a. C.12
Los historiadores especulan sobre si Marco Licinio era el menor de tres hermanos: el mayor se
llamaba Publio, el mediano podría haberse llamado Cayo o Lucio, pero la historiografía considera que
el primero es «ligeramente preferible».13 La familia seguía las tradicciones antiguas, debido a que los
Craso vivían en una pequeña casa, los hijos mayores, incluso cuando crecían y se casaban,
permanecían bajo el techo de sus padres, «y todos se reunían en la mesa común».14
Marco Licinio recibió la educación tradicional de un aristócrata romano, con énfasis en la preparación
para el servicio militar.15 Su padre estuvo en Hispania Ulterior como gobernador en 96-93 a. C. y
Marco Licinio le acompañó;16 durante estos tres años hizo muchas conexiones en la provincia, que
luego le ayudaron enormemente.17 Poco después de que Marco Licinio regresara a Roma, murió su
hermano mayor Publio —muy probablemente entre el 93 y el 88 a. C.—13 y comenzó la guerra Social.
El padre de Craso fue uno de los legados en esta guerra, y Marco Licinio debió haber estado
involucrado en la lucha también.15 Al mismo tiempo, el joven Craso comenzó a comparecer en los
tribunales. Según Cicerón, gracias a su diligencia en el estudio de la oratoria, fue «durante algunos
años considerado uno de los mejores abogados».18
En el año 88 a. C. la lucha política interna en Roma resultó en una guerra civil. Sobre la posición de
Craso al comienzo de esta guerra, cuando el popular tribuno Publio Sulpicio transfirió el mando de la
primera guerra mitridática a Cayo Mario, y en respuesta el cónsul Lucio Cornelio Sila trasladó su
ejército a Roma, nada se sabe; quizás Publio Licinio, por razones de principio, no quiso tomar
partido.19 Pero en el año 87, cuando Roma fue amenazada de nuevo por un ejército, esta vez de
Mario y Lucio Cornelio Cinna, Publio Licinio se unió a los defensores del Senado. Después de la caída
de Roma, murió con su segundo hijo (Cayo/Lucio), sin embargo no está claro si fue asesinado o
forzado a suicidarse.20
El mismo destino le esperaba a Marco Licinio, pero huyó con tres amigos y diez esclavos a Hispania,
probablemente debido a las conexiones de la familia Craso allí, y se escondió en una cueva.21 22
Según Plutarco, el noble hispano Vibio Paciano, quien vivía cerca, se enteró de que el joven Craso se
escondía en las proximidades de su finca y comenzó a ayudarle. Marco Licinio pasó ocho meses en
una cueva hasta a principios de 84 a. C. cuando se enteró de la muerte de Cinna. En torno a él
comenzaron a reunirse enemigos armados del partido mariano; Craso formó un destacamento de dos
mil quinientos hombres y, según varios escritores antiguos, saqueó la ciudad de Malaka, «pero se dice
que él mismo lo negó y refutó a quienes lo plantearon».14
Para entonces, Marco, siguiendo la antigua costumbre romana, se había casado con la viuda de su
hermano fallecido —aparentemente el mayor, Publio—, Tértula; el matrimonio probablemente tuvo
lugar antes del año 86 a. C.13
Craso y Sila
Desde Hispania, Craso cruzó a África, donde Quinto Cecilio Metelo Pío, otro enemigo de los marianos,
reunía un ejército, pero pronto se enemistó con él y emprendió un nuevo viaje por mar, hasta alcanzar
a Sila, quien desembarcó en Italia a principios de 83 a. C. y reunió consigo a todos los enemigos de
Mario y Cinna.23 24 Marco Licinio se convirtió en la nueva guerra civil en uno de los colaboradores
más cercanos de Sila y fue «tenido en la más alta estima».14 Lucio Cornelio le encargó el
reclutamiento de tropas en la región de los marsos, en el centro de los Apeninos; cuando Craso pidió
guardias a Sila, este le respondió bruscamente: «Te doy en escolta a tu padre, tu hermano, tus amigos
y tus parientes, de cuyos injustos matadores voy a tomar venganza».14 En la historiografía este relato
se considera más bien una ficción, pero caracteriza los objetivos de muchos de los partidarios de Sila,
incluido Craso, quienes luchaban para vengar a sus seres queridos.25 Sin embargo, el propio Lucio
Cornelio, según Apiano, dio a Cayo Flavio Fimbria, el asesino de Publio Craso, la oportunidad de
escapar,26 con lo que Marco Licinio debió darse cuenta de que Sila perseguía sus propios
intereses.27
Ya durante la guerra civil, comenzó una enconada rivalidad entre Marco Licinio y Cneo Pompeyo,
provocada porque Sila concedió grandes honores a este último por sus méritos, aunque era más joven
que Craso. Según el moralista Plutarco, Craso «carecía de experiencia, y la belleza de sus hazañas fue
arruinada por las fuerzas malignas de su naturaleza: la codicia y la avaricia».14 Sin embargo, los dos
jóvenes comandantes actuaron juntos, en particular en el segundo año de la guerra, cuando
derrotaron al mariano Cayo Carrinas, lo asediaron en su campamento y vencieron a la fuerza enviada
en su ayuda de Cneo Papirio Carbón. Sin embargo, Carrinas consiguió algo más tarde romper el cerco,
aprovechando las inclemencias meteorológicas.28
Al final de la guerra, Craso se ganó el favor especial de Sila porque consiguió cambiar el rumbo de la
casi perdida batalla de la Puerta Collina librada en el otoño de 82 a. C., en la que Pompeyo no
participó. Durante el combate dirigió el flanco derecho del ejército silano y derrotó fácilmente al
enemigo, para después iniciar una persecución hasta Antemnas a pocos kilómetros al norte de
Roma.29 30 Al anochecer, Sila se enteró de la victoria de Craso y aprovechó su éxito para conseguir la
victoria final.31
Al final del conflicto se encomendó a Marco Licinio la búsqueda de proscritos en Brucio;32 así,
inscribió a estos en listas de proscripción con la expectativa de confiscar sus bienes, lo que era
generalmente la norma en ese momento.33 Sin embargo, un día Marco Licinio, sin la aprobación de
Sila, inscribió a un hombre leal al dictador en la lista de proscritos, cuya propiedad deseaba,14 y, en
consecuencia, Lucio Cornelio «dejó de utilizar sus servicios».34 Sin embargo, Craso pudo amasar una
enorme fortuna gracias a las proscripciones, lo que lo convirtió en uno de los hombres más ricos de
Roma. En el año 55 a. C. tenía cuarenta y cinco millones de denarios (o 180 millones de sestercios),
6 35
capital adquirido sutancialmente durante el período de Sila.36
Tras la muerte de Sila en 78 a. C., Craso intensificó su lucha contra Pompeyo para incrementar su
propia influencia y contrarrestar la inmensa popularidad obtenida por Cneo con sus exitosas guerras,
y Marco Licinio decidió utilizar su riqueza para conseguir una autoridad similar. Algunos
historiadores atribuyen a Craso unos «celos rencorosos»,32 envidia o incluso odio hacia su rival,37
aunque Plutarco escribe que «la rivalidad no llevó a Craso a la enemistad ni a la malquerencia... ni a la
hostilidad ni al engaño».38
A diferencia de Pompeyo, Craso consiguió ganarse rápidamente una reputación de hombre benévolo y
simpático que conocía todos los asuntos de Roma y siempre estaba dispuesto a ayudar a resolver
diversos problemas. Gracias a su deliberada inmersión en los asuntos cívicos y a la disponibilidad de
grandes recursos financieros, Craso pronto triunfó y alcanzó una influencia similar a la de
Pompeyo.38 Era un orador público frecuente y tuvo mucho éxito, principalmente debido a los
esfuerzos que hizo.39 Marco Licinio siguió acumulando riquezas, incluso mediante tratos no del todo
honestos con casas que se quemaban en frecuentes incendios, que compraba por casi nada, demolía y
construía nuevos hogares en su lugar. El mecanismo de acumulación de capital era inusual para los
nobilitas romanos: mientras la mayoría de los senadores invertían en tierras agrícolas, Craso
participaba activamente en las transacciones inmobiliarias urbanas, comerciaba con esclavos
altamente cualificados, invertía en minas y participaba en el sistema de recaudación de impuestos en
las provincias.40
Aunque Craso había luchado durante mucho tiempo con Pompeyo por tener mayor influencia en
Roma, su enfrentamiento nunca llegó a un choque armado, como había ocurrido con Sila y Mario.
Algunos historiadores han cuestionado los relatos de los autores antiguos sobre esta rivalidad. Por
ejemplo, Frank Adcock considera que estos relatos no son fiables debido a la influencia en la tradición
histórica romana de la propaganda política de la época.41 42 Sin embargo, la mayoría de los
investigadores, especialmente B. Marshall, A. Ward y Erich S. Gruen45 no niegan la rivalidad
43 44
entre los dos políticos.
Marco Licinio prestó dinero activamente. Sin embargo, ninguna fuente lo califica de usurero, por lo
que la historiografía concluye que Craso no prestaba dinero para obtener beneficios, sino para ganar
influencia sobre sus deudores.46 La bancarrota significaba la ruina de la carrera y la vida entera de
un noble romano, y Marco Licinio cobraba deudas sin indulgencias.47 Es a estas circunstancias a las
que A. Ward atribuye48 una famosa declaración del tribuno de la plebe del año 76 a. C. Cneo Sicinio.
Así es que Sicinio, quien tanto dio en qué entender a todos los magistrados y hombres
públicos de su tiempo, preguntándole uno por qué causa con sólo Craso no se metía, sino
que le dejaba en paz, «este —le respondió— tiene heno en el cuerno», aludiendo a la
costumbre que tenían los romanos, cuando había un buey bravo, de ponerle un poco de
heno en el cuerno para que se guardasen los que le vieran.
El número de oponentes políticos de Craso entre la alta aristocracia aumentó con el tiempo,
incluyendo a Quinto Lutacio Cátulo Capitolino, Marco Porcio Catón el Joven, Quinto Cecilio Metelo
Céler y Lucio Domicio Enobarbo. No obstante, Marco Licinio siguió siendo una figura importante y su
opinión siempre fue tenida en cuenta en Roma.50 Era popular entre los senadores ordinarios, y la
mayoría de sus partidarios en los años setenta y posteriores no pertenecían al Senado, sino al orden
ecuestre y a la aristocracia de las pequeñas ciudades de Italia (municiipi). Algunos de los seguidores
de Craso procedían de familias que habían adquirido recientemente la ciudadanía romana. Por regla
general, ocupaban cargos políticos y militares menores en el cursus honorum romano, y sólo el apoyo
de Marco Licinio podía contribuir a que avanzaran en sus carreras y a elevar el estatus de sus familias.
En concreto, se trata de los hombres que acompañaron a Craso en las campañas de 72-71 y 54-
53 a. C.51
El paso de Craso a través de una estricta secuencia de magistraturas, su cursus honorum, no está
confirmado por las fuentes. En violación de la tradición consagrada en las leyes de Sila, Craso
probablemente entró en el Senado sin haber desempeñado el cargo de cuestor, aunque Plinio el Viejo
menciona que ejerció el cargo de edil.52 No se sabe nada sobre la asunción de la pretura por parte de
Craso, ya que los informes de las fuentes —Apiano, Eutropio y el epitomador desconocido de Tito
Livio— son contradictorios.53 T. Broughton sugiere con cautela una pretura en 73 y un proconsulado
en el 72-71, considerando el breve relato de las interpretación incorrectas de los epítomes originales
perdidos de Tito Livio y rechazando en parte las pruebas de Apiano.54 La mayoría de los
historiadores aceptan ahora el año 73 como la fecha más probable.55 Dicho esto, en términos de
edad, Craso podría haber reclamado la pretura ya en el año 7556 o incluso en 76 a. C.40
En el año 73 a. C., es decir, posiblemente durante su pretura, Marco Licinio fue juzgado acusado de
seducir a la vestal Licinia, pariente de Lucio Licinio Murena.57 El segundo par de acusados fueron
Lucio Sergio Catilina y Fabia, la hermana de la esposa de Cicerón. La historiografía ha planteado la
hipótesis de que este proceso fue una manifestación de una lucha entre optimates y populares —en
este caso Craso estaría situado en uno u otro «partido»— o que fue inspirado por Pompeyo.58 En
caso de condena, Marco Licinio habría sido perseguido hasta la muerte, pero pudo demostrar al
tribunal que las atenciones que prestaba a la vestal se debían a su deseo de comprarle el señorío.59
Revuelta de Espartaco
Marco Licinio tuvo que recurrir a medidas extremas para imponer la disciplina a su ejército. Según
algunas fuentes, inmediatamente después de recibir dos legiones de los cónsules, ya derrotados y
huyendo del campo de batalla, llevó a cabo la decimatio, un terrible castigo que consistía en ejecutar
por sorteo a uno de cada diez hombres.66 67 A continuación, bloqueó el camino de los rebeldes hacia
el sur en la frontera de Piceno y derrotó a uno de los destacamentos, lo que causó seis mil bajas en el
bando de Espartaco. Pero pronto las dos legiones enviadas a sortear al enemigo, dirigidas por Marco
Mummio, entraron en combate desafiando las órdenes y fueron derrotadas; según Plutarco, el
diezmado se llevó a cabo después de esto.62 «De todos modos, Craso demostró ser más temible para
sus soldados que los enemigos que los derrotaron».66
Marco Licinio persiguió entonces a Espartaco hasta Brucio, desde donde los esclavos planeaban
cruzar a Sicilia, desplazamiento que, según Floro, fue deliberado, y sólo en consecuencia el caudillo
rebelde tuvo la idea de tal cruce.68 Sin embargo, los rebeldes no lograron salir de Italia, posiblemente
debido en parte a la organización de algunas fuerzas navales por parte de Craso. Mientras Espartaco
se mantenía en Rhegium, el ejército romano levantó una línea de fortificaciones a través del istmo y
atrapó a los rebeldes en la península, lo que causó que pronto se enfrentaran a una gran escasez de
alimentos. Una noche de invierno, aprovechando el clima, Espartaco desplazó un tercio de su ejército
para asaltar las fortificaciones, y en consecuencia, lograron rellenar parte del foso con ramas, tierra y
cadáveres, y abrirse paso hacia el norte, lo que obligó a Craso a lanzar todo su ejército en persecución
del general rebelde, quien se dirigía a Brundisium.69
Las fuentes atribuyen a Marco Licinio el deseo de poner fin a la rebelión lo antes posible, debido al
inminente regreso a Italia de Pompeyo, quien podría resultar vencedor sobre Espartaco y cosechar
todos los honores. Según algunas fuentes, el Senado nombró a este último como segundo comandante
en jefe por iniciativa propia; según otras, el propio Craso pidió al Senado que convocara a Pompeyo
desde Hispania y a Varrón Lúculo desde Tracia, aunque el momento en que se escribió esta carta es
objeto de debate académico.70 Ahora Marco Licinio «se arrepintió de su paso y se apresuró a poner
fin a la guerra antes de que llegaran estos comandantes, pues preveía que todo el éxito se atribuiría no
a él, sino a aquellos que acudían en su ayuda».71 En un lago de la región de Lucania, alcanzó a parte
de las fuerzas rebeldes, compuestas, según Tito Livio, por treinta y cinco mil hombres,72 lideradas
por Cánico y Casto, las derrotó en «la batalla más sangrienta de toda la guerra»71 y, además, logró
recuperar cinco águilas legionarias.73
Primer consulado
En el verano de 71 a. C., poco después de su ovación, Craso fue elegido cónsul para el año siguiente
junto con Pompeyo.80 Según Plutarco, el cargo fue ofrecido primero a Pompeyo, a quien Craso
consultó sobre su intención de presentarse al consulado.81 Apiano escribe que los aspirantes estaban
en disputa; durante algún tiempo los dos cónsules elegidos pero aún no investidos se negaron a
disolver sus ejércitos, manteniéndolos cerca de la ciudad, por lo que los romanos temían una nueva
guerra civil. Sólo la intervención de un pueblo preocupado y las exhortaciones de los adivinos
obligaron a Craso y Pompeyo a reconciliarse.82 Sin embargo, la historiografía sugiere que Apiano se
equivocó, debido a que trasladó la disputa de los cónsules de 71 a 70, cuando Pompeyo aún mantenía
su ejército en previsión de su triunfo de 29 de diciembre de 71 y no hubo tal amenaza de guerra
civil.83
El acontecimiento más importante del consulado de Pompeyo y Craso fue la restauración de los
poderes de los tribunos de la plebe, derogando la anterior reforma restrictiva de Sila. Pompeyo había
prometido ya en diciembre de 71 promulgar dicha ley, y al comienzo del consulado su iniciativa fue
apoyada por Marco Licinio. El Senado, a pesar del gran número de partidarios del régimen de Sila, no
se opuso: los «padres» reconocieron que el pueblo lo había esperado durante mucho tiempo.84
Muchas fuentes sólo mencionan a Pompeyo en relación con el restablecimiento de los poderes del
tribunado,85 86
87 88
por lo que la historiografía sugiere que Craso no participó en esta reforma.89
Sin embargo, Cicerón y el epítome de Livio informan de que la iniciativa fue conjunta.90 72 О.
Liubimova sugirió que Pompeyo se había apropiado de toda la gloria al anunciar la reforma antes del
consulado, y que esto provocó una disputa entre los colegas que «oscureció no sólo su consulado
conjunto, sino también una parte considerable del resto de sus vidas».91
Censura
Algunas fuentes dicen que Craso pudo haber estado involucrado en la conjuración de Catilina.102 103
Según Suetonio, ya en los años 66-65 a. C. tomó forma la llamada «primera conjuración de Catilina»,
en la que participaron, además de Lucio Sergio y Craso, Cayo Julio César, Publio Cornelio Sila, Publio
Autronio Peto y Cneo Calpurnio Pisón.104
Se suponía que a principios del nuevo año atacarían al Senado, diesen muerte a parte de
los senadores y concediesen la dictadura a Craso, que nombraría a César jefe de la
caballería; después de adueñarse por este procedimiento del Gobierno, era su intención
devolver a Sila y a Autronio el consulado de que los había desposeído. Tanusio Gémino en
su historia, Marco Bíbulo en sus edictos y Cayo Curión, padre, en sus discursos, hablan de
esta conjuración.
Al mismo tiempo, se produjo una alianza en toda regla entre Craso y César, concluida en el año
66 a. C., cuando el primero fue elegido censor y el segundo edil.109 Fue César quien pudo haber
tomado el mando durante la hipotética anexión de Egipto;110 a finales de 64, cuando ya estaba claro
que Catilina había perdido las elecciones, el tribuno de la plebe Publio Servilio Rulo presentó un
proyecto de ley de reformas agrarias, iniciado por Craso y César. Este programa implicó la
distribución a ciudadanos pobres de tierras compradas a particulares o asignadas de tierras estatales;
Cicerón, quien derrotó a Lucio Sergio en las elecciones, fracasó esta iniciativa con toda una serie de
discursos.111
Sin embargo, en octubre de 63 a. C., Craso apoyó a Cicerón en su oposición a Catilina. Marco Licinio
recibió una carta anónima en la que se le informaba de la conspiración y la llevó inmediatamente a
Marco Tulio, y a la mañana siguiente, a petición de este, leyó la carta en una reunión del Senado.112
Existe la hipótesis de que el propio Cicerón escribió este mensaje para saber de qué lado estaba
Craso.113 El 3 de diciembre, cuando el Senado decidió arrestar a los conspiradores ya identificados y
ponerlos bajo custodia en casas de prominentes romanos, uno de ellos, Publio Gabinio Capitón, fue
enviado a Craso.114
Al día siguiente, el Senado interrogó a un tal Lucio Tarquinio, mensajero de los conspiradores.
Afirmaba haber sido el enlace entre Catilina y Craso, quien, según él, instó a Lucio Sergio a proceder a
una acción decisiva lo antes posible:
Cuando oyero a Craso, sujeto noble, riquísimo y de suma autoridad, unos teniédolo por
cosa increíble, otros, bien que lo creyesen, considerando que en un tiempo como aquel
convenía más templar que irritar a un hombre tan poderoso, y los más de ellos por
particulares obligaciones que a Craso debían, claman a una voz «que es falsa la declaración
de Tarquinio, y piden que se vuelva a tratar de ello en el Senado».
Finalmente, las palabras de Tarquinio fueron declaradas oficialmente como una mentira. Incluso se
sugirió que Cicerón había intentado calumniar a Craso;116 según Salustio, el propio Marco Licinio
pensaba eso.117 Como resultado, los dos políticos se convirtieron en enemigos.
Triunvirato
En el año 62 a. C., Cneo Pompeyo llegó a Roma tras ganar la tercera guerra mitridática. Poco después
de celebrar su triunfo exigió que el Senado aprobara sus decisiones en Oriente y diera tierras a sus
veteranos. Los senadores, sin embargo, se opusieron, considerando que la influencia de Pompeyo era
excesiva. Entre los principales oponentes del triunviro, junto con Lúculo, Catón y Metelo Céler, estaba
Craso. Como resultado, la decisión sobre el caso de Pompeyo comenzó a retrasarse.118 119
Mientras tanto, César había regresado de
Hispania en el verano de 60 a. C. e
inmediatamente anunció sus planes de
presentarse como cónsul al año siguiente.
Cayo Julio pidió al Senado que le permitiera
presentarse en ausencia para conservar el
derecho al triunfo, pero se le negó. Estos
acontecimientos se asocian a la creación del
Primer Triunvirato (lat. triumviratus -
«unión de tres hombres») en el que
participan César, Pompeyo y Craso. La
iniciativa la tuvo César,120 quien pensaba
que en caso de una alianza con Pompeyo Distribución de las provincias entre los triunviros tras la
solo Marco Licinio se convertiría reunión de Lucca (no se muestran las conquistas de César):
automáticamente en su oponente.121 122 César: Galia Cisalpina, Galia Narbonense, Ilírica.
Este último esperaba hacer del triunvirato Pompeyo: Hispania Ulterior, Hispania Citerior
un pilar político para proteger desde el Craso: Siria.
Senado los intereses del «mundo Otras provincias de la República romana.
empresarial», con el que estaba
estrechamente vinculado. 123 124
Las circunstancias en las que surgió esta alianza no están suficientemente claras. Las pruebas de las
fuentes son contradictorias, lo que parece deberse a la naturaleza intrínsecamente secreta de la
alianza. Plutarco, Apiano, Tito Livio y Dion Casio escriben que el acuerdo se alcanzó antes de la
elección de los cónsules, que se realizó en el verano de 60 a. C.; según Suetonio, esto ocurrió poco
después de la elección, es decir, en el otoño de ese mismo año.125 Sin embargo, Veleyo Patérculo
asigna la formación del triunvirato al año 59 a. C.126 127 El informe del único contemporáneo,
Cicerón, es una breve y vaga referencia a algún tipo de negociación en una carta a Tito Pomponio
Ático, escrita en diciembre de 60 a. C., 128 evidencia actualmente utilizada para sugerir negociaciones
entre los triunviros sobre asuntos privados hasta el comienzo del consulado de César.129
Así, César buscó ganar influencia política, Craso buscó multiplicarla, Pompeyo buscó
retenerla. Igualmente obsesionados por el ansia de poder del Estado, se unieron
voluntariamente para hacerse con él.
César consiguió el consulado gracias al dinero de Craso,131 cuyo apoyo Licinio facilitó la aprobación
de todos los decretos orientales de Pompeyo y una nueva ley agraria; Craso fue miembro de la
comisión para la ejecución de los repartos de tierra entre los veteranos.132 Además, en interés de
Marco Licinio, la renta de los publicanos se redujo en un tercio.133 Cuando César fue nombrado
procónsul de la Galia Cisalpina por cinco años al final de su consulado, Craso trabajó con Pompeyo
para asegurar que otra provincia, la Galia Narbonense, también le fuera asignada; sus satélites Aulo
Gabinio y Lucio Calpurnio Pisón Cesonino se convirtieron en cónsules al año siguiente.134 Sin
embargo, la popularidad del triunvirato disminuyó considerablemente hacia el final del consulado de
César. Según S. Utchenko, se debía al hecho de que esta alianza, que esperaba combatir la usurpación
del poder real por parte de un estrecho círculo de senadores nobilitas, pasó a controlar toda la vida en
Roma.135
En los años siguientes César libró la guerra de las Galias y los otros triunviros se quedaron en Roma.
El influyente político demagogo Publio Clodio Pulcro, quien llegó a ser tribuno de la plebe en 58 a. C.,
comenzó a perseguir a Cicerón, y mientras Pompeyo se limitaba a quedarse de brazos cruzados, Craso
adoptó una postura abiertamente hostil hacia Marco Tulio, quien, finalmente, se exilió. Un año más
tarde, los partidarios del regreso de Cicerón, aprovechando que Clodio se había comprometido con su
estilo político radical, hicieron que los triunviros se pusieran de su lado; se produjo una reconciliación
entre Cicerón y Craso gracias a la mediación del hijo de este último, Publio Licinio.136 Paralelamente,
se produjo un nuevo deterioro de las relaciones entre Pompeyo y Craso, debido a que Clodio trabajaba
activamente contra el primero y muchos, incluido el propio Cneo, estaban convencidos de que Marco
Licinio estaba detrás del extribuno,137 información conocida gracias a una carta de Cicerón a su
hermano.138 A principios del año 56 a. C., los partidarios de Clodio intentaron poner a Craso al
mando de un ejército para invadir Egipto con el pretexto de restaurar a Ptolomeo XII en el trono, pero
no tuvieron éxito.139
En abril de 56 a. C. los triunviros se reunieron en Lucca, donde doscientos senadores y casi todos los
magistrados acudieron. El propósito de la reunión era eliminar las fricciones entre Craso y Pompeyo,
y posiblemente entre Craso y César. Este objetivo se logró; Marco Licinio y Pompeyo acordaron
presentarse como cónsules al año siguiente.140 Cayo Julio se comprometió a facilitar su elección
enviando a sus soldados a votar. También se decidió prorrogar el mandato de César en la Galia por
otros cinco años y conceder nombramientos similares a los otros dos triunviros.141 La elección de los
cónsules, que normalmente se celebraba en verano, se retrasó y no tuvo lugar hasta enero de 55 a. C.;
los soldados de César, dirigidos por su legado Publio Craso, hijo de Marco, se aseguraron de que la
votación siguiera adelante.142 Pompeyo obtuvo la Hispania Citerior y Ulterior y Craso obtuvo
Siria.143 La votación, según Plutarco, fue seguida de una reyerta en el foro: «Craso en persona...
expulsó de la plaza, bañado en sangre, al senador Lucio Analio, quien se le opuso, dándole una
puñada en el rostro».144
En Roma, los planes de Marco Licinio encontraron una fuerte oposición, ya que Partia no parecía ser
una amenaza para los intereses romanos, pero el éxito de la campaña fortaleció peligrosamente al
ambicioso político. Los enemigos de Craso insistieron en que la guerra era impía, ya que se estaba
rompiendo la paz sin una razón legítima en la existencia del tratado de paz y amistad celebrado por
Pompeyo. Durante la asamblea, en la que se aprobó la ley de distribución de las provincias, Marco
Licinio se opuso especialmente al tribuno de la plebe Ateyo, quien, incluso, ordenó al lictor que
arrestara al primero y, cuando esto fracasó, sometió al cónsul a una maldición religiosa.147 146 Craso
se adentró en la provincia, en contra de la tradición establecida, sin esperar siquiera al final de su año
consular. En el año 54 a. C. invadió Mesopotamia y ocupó varias ciudades al otro lado del
Éufrates.143 148
Regresó a Siria para pasar el invierno, algo que Plutarco calificó de grave error,
debido a que, según su criterio, Marco Licinio dio tiempo al enemigo para prepararse, aunque
entonces podría haber ocupado Babilonia y Seleucia.149
La noche siguiente, los restos del ejército romano se dirigieron hacia la frontera en grupos separados.
Sólo Cayo Casio Longino, quien ejercía el cargo de cuestor, pudo llegar a Siria con una fuerza de
quinientos jinetes. Craso y sus cuatro cohortes, casi en la cordillera donde podían escapar del
enemigo, fueron alcanzados por los partos. Las amenazas obligaron al procónsul a aceptar las
negociaciones, aunque no se fiaba del enemigo.154 155
En una reunión con el general parto Surena,
Marco Licinio negoció la paz, pero entonces ocurrió lo inesperado:
Mandó entonces Craso que le trajeran un caballo, a lo que repuso: «No es menester,
porque el rey te da éste»; y al mismo tiempo le presentaron un caballo con jaez de oro, en
el que, cogiéndole en volandas, le pusieron los palafraneros y empezaron a dar latigazos al
caballo para hacerle marchar precipitadamente. Octavio fue el primero que asió del freno,
y después de él Petronio, uno de los tribunos, cercándole en seguida los demás y
procurando todos contener el caballo y retirar a los que, por uno y otro lado, querían a
fuerza llevarse a Craso. Suscitándose con esto confusión y alboroto, vínose, al fin, a los
golpes, y desenvainando Octavio su espada atravesó a uno de aquellos palafreneros,
haciendo otro tanto con Octavio uno de ellos, que se hallaba a su espalda. Petronio no se
encontró con armas; y habiendo recibido un golpe, que no pasó de la coraza, saltó ileso del
caballo. A Craso le quitó la vida un Parto llamado Pomaxatres.
Dion Casio describe la muerte de Marco Licinio en términos muy similares: se acordó que los
generales se reunirían a igual distancia de las tropas con igual número de hombres en la comitiva.
Craso bajó a la llanura y los partos le ofrecieron un caballo. En la lucha que siguió, el triunviro fue
malherido y rematado por uno de los romanos, cuando otros partos acudieron en su ayuda y el
cautiverio se hizo inevitable. Además, según este historiador, los partos vertieron oro fundido en la
boca del cadáver de Craso como burla de su codicia.157 Según Plutarco, la cabeza y la mano derecha
de Craso fueron enviadas a Orodes, quien en ese momento se había reconciliado con Artavasdes y
estaba de festejo con él en la capital armenia de Artashat. La cabeza fue llevada al escenario frente a
Artavasdes, Orodes y la corte durante una producción teatral de la tragedia Las Bacantes de
Eurípides, puesta sobre un tirso por el actor que interpretaba a la madre de Penteo arremetiendo
enloquecida con la cabeza de su hijo.158
Actividades intelectuales
Según Plutarco, Craso era «muy instruido en la historia y aun algo dado a la filosofía».47 Una vez dijo
que nadie en su familia había vivido más de sesenta años,159 y de ahí que la historiografía concluya
que Marco Licinio conocía bien la historia de su familia.160
Craso dedicó un gran esfuerzo a dominar el arte de la oratoria. Cicerón afirma que Marco Licinio no
tenía el talento adecuado, pero lo compensó con «un trabajo diligente y una influencia benévola», con
lo que alcanzó un gran éxito. «Su lenguaje era puro, su expresión no era ni baja ni impropia, y sus
ideas bien digeridas: pero no tenía nada de florido y ornamental; y el verdadero ardor de su mente no
estaba apoyado por ningún esfuerzo vigoroso de su voz, de modo que pronunciaba casi todo en el
mismo tono uniforme».39 Plutarco, por su parte, dice que Craso era uno de los mejores oradores de
Roma «por naturaleza».47
Se conocen los nombres de varios de los acusados que defendío Craso: Lucio Licinio Murena, acusado
de sobornar a los votantes en 63 a. C.; Publio Sestio y Marco Celio Rufo, acusados en 56 a. C. de
violencia; Lucio Cornelio Balbo, acusado en 56 a. C. de apropiación indebida de la ciudadanía romana.
En todos estos juicios el compañero de Craso fue Cicerón.161
Familia
Craso estaba casado con Tértula, viuda de su hermano mayor Publio, quien murió a más tardar en
88 a. C., y, siguiendo la antigua costumbre romana, se casó con ella no más tarde del año 86.13 No se
sabe nada de los orígenes de Tértula, además, las fuentes ni siquiera dan su nomen, puesto que el
cognomen Tertulla es un diminutivo cariñoso de de Tertius, «el tercero».162 De este matrimonio
nacieron dos hijos, Marco y Publio, y, de acuerdo con los datos onomásticos romanos y en los detalles
de la carrera de los hermanos, el nacimiento del primero se sitúa en la primera mitad del año 85 a. C.,
y el del segundo en 82 u 81 a. C.;163 sin embargo, existe la hipótesis de que Publio era el hermano
mayor.164
Las fuentes hablan de la infidelidad conyugal de Tértula, quien era la amante de César,165 y uno de
sus hijos, según Plutarco, era muy parecido en apariencia a un tal Axio, «lo que manchó a su madre
con una vergonzosa sospecha».159 Sin embargo, Craso vivió toda su vida en un solo matrimonio, lo
que lo distinguió de muchos otros de sus contemporáneos;166 Cicerón describió su casa como
«virtuosísima» en uno de sus discursos.167
La caracterización más extensa de Craso la dejó Plutarco, quien emparejó al cónsul romano con el
ateniense Nicias:
Picábase, sin embargo, Craso de acoger bien a los forasteros, estando abierta su casa a
todos ellos; prestaba a los amigos sin interés; pero, vencido el plazo, exigía con tanto rigor
el pago, que la primera gracia venía a hacerse más inaguantable que habrían sido las
usuras. Para franquear su mesa era bastante generoso y popular, y aunque ésta no era
espléndida, el aseo y la amabilidad la hacían más apetecible que hubiera podido hacerla el
ser más exquisita y costosa. En cuanto a instrucción, se ejercitó en la elocuencia,
especialmente en la parte oratoria, que es de mayor y más extensa utilidad; y habiendo
llegado a sobresalir en esta arte entre los más aventajados de Roma, en el trabajo y en el
celo excedió aun a los más facundos; porque ninguna causa tuvo por tan pequeña y
despreciable que no fuese preparado para hablar en ella, y muchas veces, rehusando
Pompeyo y César, y aun el mismo Cicerón, levantarse y tomar la palabra, él concluía la
defensa; con lo que se ganó el afecto, como patrono solícito y diligente. Ganóselo también
con su humanidad y popularidad para con las gentes, pues nunca Craso, saludado de un
ciudadano romano, por miserable y oscuro que fuese, dejó de corresponderle por su
nombre.
Craso en la historiografía
Debido a su ignominioso final durante la campaña parta, Craso no recibió tanto escrutinio en la
historiografía como sus compañeros del triunvirato. Durante mucho tiempo se le consideró menos
capaz y menos decidido que Pompeyo y César180 y también como alguien que priorizó la riqueza
sobre el poder.181 Michael Heltzer incluso le llamó «burgués calculador».15
En 1966, Frank Adcock produjo una obra corta titulada Marcus Crassus, Millionaire (Marco Craso,
millonario).182 El investigador británico propuso una serie de tesis destinadas a reconsiderar
parcialmente la interpretación tradicional de la personalidad de Craso y de diversos aspectos de sus
actividades. En particular, Adcock destacó el impacto de la muerte de su padre en el inicio de la
carrera de Marco Licinio y sugirió que el joven Craso no fue el principal responsable de la victoria en
la batalla de la Puerta Collina. El erudito británico planteó la hipótesis de que Marco Licinio había
apoyado a Catilina, sin querer involucrarse en la conspiración, sino sólo con la esperanza de ayudar a
este último en su ascenso profesional; permitió que la autodisolución de los censores en 65 a. C. fuera
el resultado de un fracaso en la cuestión transpadana más que en la egipcia. Adcock también sugirió
que a Craso no le movía el ansia de poder, sino el mero deseo de enriquecerse, argumento que
también se encuentra en las fuentes, y que el objetivo de la campaña parta era controlar el comercio
de la seda. Finalmente, el investigador británico, siguiendo a Ronald Syme, desarrolló la idea de que
el relato de la disputa entre Craso y Pompeyo en las fuentes existentes es producto de la propaganda
política de mediados del siglo i a. C.183 Al mismo tiempo, el retrato que Adcock hizo de Craso seguía
siendo, en opinión de los críticos, un líder militar valiente y enérgico, pero sin suficiente talento.42
A finales de la década de 1970 se publicaron otras dos monografías sobre Craso en inglés. En 1976,
Bruce Marshall publicó una síntesis del triunviro Crassus: A Political Biography,184 y ya en 1977, la
monografía de Allen Ward Marcus Crassus and the Late Roman Republic.185 A diferencia de
Plutarco, quien se concentró en la campaña parta, Allen Ward dedica poco espacio a esta operación, y
mucho menos a la supresión de la rebelión de Espartaco.186 En particular, el autor ofrece sus propias
teorías para el movimiento de las tropas de Craso a través de Italia.187 El investigador niega la
existencia de la primera conspiración de Catilina, cree que Craso y César sí apoyaron a este último, y
que a lo largo de 63 a. C. hicieron un doble juego con los conspiradores y senadores.188 Ward presta
mucha atención al estudio de los vínculos prosopográficos dentro de la nobleza y su influencia en la
política romana.44 40
Además, Ward, a diferencia de Adcock, reconoce plenamente la existencia de
una disputa entre Craso y Pompeyo.186 Sin embargo, el autor, como señalan los críticos, no dice nada
sobre los orígenes de esta enemistad, ni revela el proceso de acumulación de una gran riqueza.44 De
todas formas, debido en parte al mal estado de las fuentes, muchas de sus afirmaciones se enmarcan
en conjeturas prudentes.187 En general, Ward describe a Craso como un intrigante sin un programa
político definido, quien a menudo recurre al compromiso; para él la riqueza era un medio más que un
fin.188 44
40
A principios de la década de 2010, la investigadora rusa O. Liubimova publicó una serie de artículos
sobre las primeras etapas de la vida de Craso. En ellos trata de demostrar, en particular, que Marco
Licinio durante la mayor parte de los años 70 a. C. abogaba por la restauración del poder de los
tribunos del pueblo;189 examina el problema de la participación de Craso en la conspiración de
Catilina;190 se sitúa en el contexto político general del juicio de Marco Licinio y la vestal Licinia en el
año 73 a. C.;191 sugiere los orígenes del conflicto entre Craso y Pompeyo.192
En la película de 1960 Espartaco, el papel de Craso fue interpretado por Laurence Olivier.200
En la película de 2004 Espartaco, el papel de Craso fue interpretado por Angus Macfadyen.201
En la serie de 2013 Spartacus: War of the Damned, el papel de Craso fue interpretado por Simon
Merrells.202
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p. 309. 120. Catilina, 47, 4.
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285. 118. Sobre la
92. Mommsen T., 2005,
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p. 70. Catilina, 48, 5.
p. 265. 242-243. 93. CAH, 1976, p. 100. 116. Grimal P., 1991, p.
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71. Sobre la
70. Liubimova O., 150-151. conspiración de
46. Liubimova O., 2013d, p. 75-83. 96. CAH, 1976, p. 226. Catilina, 48, 9.
2013c, p. 150-151. 71. Plutarco, 1994, 97. Leach P., 1978, p. 118. Utchenko, S., 1976,
47. Plutarco, 1994, Craso, 11. 61. p. 89.
Craso, 3. 72. Tito Livio, 1994, 98. CAH, 1976, p. 345. 119. Egorov A., 2014, p.
48. Ward A., 1977, p. Períocas, 97. 145.
77-78. 99. Broughton T., 1952,
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74. Goroncharovsky V., Craso, 13. 121. Plutarco, 1994,
50. Gruen E., 1995, p. 2011, p. 134-146. Craso, 14.
101. CAH, 1976, p. 319;
67-68. 75. Apiano, 2002, XIII, 345-346. 122. Plutarco, 1994,
51. Gruen E., 1995, p. 120. Pompeyo, 47.
69-74. 102. Salustio, 2001,
76. Plutarco, 1994, Sobre la 123. Utchenko, S., 1976,
52. Plinio el Viejo,, XVII, Pompeyo, 21. conspiración de p. 94.
6. 77. Liubimova O., Catilina, 17; 48. 124. Egorov A., 2014, p.
53. Broughton T., 1952, 2013b, p. 142. 103. Suetonio, 1999, 147.
p. 121. 78. Plinio el Viejo,, XV, Divino Julio, 9, 1. 125. Suetonio, 1999,
54. Broughton T., 1952, 29, 125. 104. Liubimova O., Divino Julio, 19.
p. 110; 121. 79. Aulo Gelio, 2007, V, 2015a, p. 152. 126. Veleyo Patérculo,
55. Liubimova O., 6, 23. 105. Suetonio, 1999, 1996, II, 44.
2015b, p. 48. 80. Broughton T., 1952, Divino Julio, 9, 1-2. 127. Utchenko, S., 1965,
56. Liubimova O., p. 126. 106. Liubimova O., p. 57.
2015b, p. 47. 81. Plutarco, 1994, 2015a, p. 154. 128. Cicerón, 2010, Ad
57. Cicerón, 1993, Pro Craso, 12. 107. Liubimova O., Atticum, II, 3, 3.
Murena, 73. 82. Apiano, 2002, XIII, 2015a, p. 173. 129. Seager R., 2002, p.
58. Liubimova O., 121. 108. Egorov A., 2014, p. 85.
2015b, p. 56-63. 83. Liubimova O., 131. 130. Floro, 1996, II, 13,
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Craso, 1. 84. Seager R., 2002, p. p. 58. 131. Egorov A., 2014, p.
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Enlaces externos
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