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Grupo temático: Derecho, política y cuidado

EL CUIDADO COMO PROBLEMA PÚBLICO: ENTRE EL LEGADO HISTÓRICO Y EL


CAMBIO INSTITUCIONAL

Claudia S. Krmpotic
Post-doctorado Interdisciplinar en Cs. Humanas (UFSC, Brasil); Dr. en Servicio Social (PUC-SP,
Brasil); Mag. en Ciencia Política (IDAES, Fundación Bco. Patricios, Argentina); Lic. en Servicio
Social (UBA, Argentina). Investigador CONICET en el CAEA (Centro Argentino de Etnología
Americana). Profesor de grado y posgrado en las Universidades Nacionales de Buenos Aires, del
Comahue, de Jujuy, de Rosario, del Centro de la Provincia de Buenos Aires y de La Matanza, donde
coordina la Maestría en Ciencias Sociales. Autora de diversas producciones científicas en el campo
de las políticas sociales y los sistemas públicos como informales de cuidados y protección social, en
perspectiva histórica y cultural. E-mail: csk@fibertel.com.ar

Resumen
La comunicación tiene como objetivo llamar la atención en torno del contexto en que se instala el
análisis sobre los cuidados y el problema de la dependencia, procurando comprender las coordenadas
que estructuran su actual problematización en el escenario local. Se resaltan dos perspectivas que
predominan en la literatura actual: una económica que coloca a los cuidados como factor clave en la
ecuación del bienestar, y otra jurídica que instala a los cuidados en la perspectiva de derechos.
Ambas tienen implicaciones sociales y morales, y reducen su alcance en la medida que mantienen el
foco en la dependencia como problema y su contracara en el ideal moderno de autonomía, e impiden
pensar en ‘otro’ sujeto de las políticas públicas.

EL CUIDADO COMO PROBLEMA PÚBLICO: ENTRE EL LEGADO HISTÓRICO Y EL


CAMBIO INSTITUCIONAL

Claudia S. Krmpotic

La comunicación tiene como objetivo señalar algunos aspectos relevantes a la hora de


comprender las coordenadas que estructuran su actual problematización en el escenario local. Los
enfoques desarrollados por Gusfield (2014), Nudler (2004) y Hacking (2001) ofrecen aristas
sugerentes para la reflexión en torno de la construcción de los cuidados como problema público, al
igual que la refocalización del ‘cuidar’ en tanto noción que se ha nutrido de acciones tradicionales
de ayuda y luego resignificado a partir de una profesionalización en el caso de las llamadas
‘profesiones de cuidado’ (Abbott y Wallace, 1990). Cuidar se presenta como un ‘concepto
significativo’ en el sentido expuesto por Koselleck (1993) en la medida que se constata un contexto
de experiencia y significado sociopolítico en el que se usa y para el que se usa dicho concepto. El
texto se estructura en cuatro acápites y un cierre a modo de conclusiones parciales a fin de abrir el
debate.

i. Los investigadores locales dedicados a la temática coinciden en señalar que la entrada a la


cuestión de los cuidados, al menos en la experiencia latinoamericana, ha sido a partir de la
expansión e importancia dada a los estudios de género, lo que es hoy día un hecho en la
Región y en el mundo occidental. Desde 1980 las investigaciones se han extendido por todos
los países logrando definir una producción con identidad propia dentro de las ciencias
sociales y humanas. Un buen panorama del estado del arte regional puede leerse en ediciones

1
recientes (Pautassi y Zibecchi, 2014; Esquivel, Faur y Jelin, 2012; Pinheiro y Gomes Da
Silva, 2011; Arriagada, 2007). Queda por identificar la fuente, enfoque o perspectiva teórica
predominante desde la cual se construye el cuidado como categoría conceptual en el contexto
de la modernidad tardía. Precisamente esta preocupación acerca de la forma en que ha sido
moldeada en su versión actual y en todo caso ‘exportada’, asimilada, reconstruida localmente
es objeto de análisis en un proyecto de investigación en curso a partir de una estrategia de
meta-analisis de la producción científica y de divulgación académica en la materia (Krmpotic
y equipo, proyecto UBACyT 2011-2014). Conocer el origen de la problematización acerca
del cuidado insta a identificar la trayectoria y las formas culturales e institucionales en que la
sociedad y el Estado lo convierten en problema público. Al respecto cabrían al menos dos
interpretaciones: a) pareciera que el problema se resuelve a partir de la ‘toma de conciencia’
acerca de eventos, prácticas cotidianas y transacciones invisibilizadas, por lo que nominarlas
implica poner un valor (social y económico) al trabajo reproductivo y allí su solución, y b)
dichas prácticas existían en sociedades modernas como pre-modernas, bajo diversas formas,
sólo que ahora la resolución del cuidado es experimentada como un problema, sea por el
debilitamiento de las bases morales de la sociedad y la familia, sea por una resignificación del
problema de la dependencia y del sufrimiento en una sociedad del riesgo, o por el
resquebrajamiento de la construcción moderna del sujeto autónomo que reaviva tensiones
entre racionalidad, espiritualidad, interés, sacrificio, contrato y don, entre otras dimensiones
posibles.

ii. La temática de los cuidados nos coloca frente a prácticas que eran dadas (no artificiales),
incorporadas en los espacios de la reproducción social y que respondían a un tipo de
obligación moral internalizada tanto pública como privada, familiar y de la comunidad. Si por
su parte pensamos en cuidados en algún campo específico de la necesidad, cuidados en salud
por ejemplo, vemos que en su tratamiento actual se restaura la tensión cuidar-curar como
aspecto inherente al proceso de medicalización a comienzos del siglo XX en la Argentina. El
resurgimiento de la problemática del dolor y el sufrimiento en el contexto de enfermedades
crónicas y terminales, promovido por grupos profesionales, ciudadanos y organizaciones
religiosas a través de los ‘cuidados paliativos’, pone en debate el paradigma de la ‘medicina
orgánica y curadora’ frente a un retorno a la ‘medicina cuidadora’ de la mano de teólogos y
médicos durante la década del 60’, y posteriormente de filósofos, médicos y abogados,
quienes se detuvieron a reflexionar sobre los principios éticos y legales que guiaban la toma
de decisiones acerca de la salud con los pacientes y sus familias. Por su parte, se introduce la
cuestión de género al advertir limitaciones provenientes de la filosofía moral tradicional en
torno de los valores y disposiciones de los géneros. Desde entonces se ponen de manifiesto de
manera ostensible aspectos que hacen tanto a un movimiento a favor del cambio institucional,
como aquellos que expresan la persistencia de formas organizativas previas. Su emergencia
en la agenda pública remite por un lado a la identificación de una coyuntura crítica, que
evidencia el agotamiento de determinadas reglas de juego como nuevos conflictos, frente a
los cuales se registra esta recuperación de legados históricos como la formulación de nuevas
normativas y enfoques analíticos. El caso de Pallium y el Programa de Cuidados Paliativos
del Hostal de Malta es ilustrativo de la influencia religiosa en iniciativas que recuperan y
transmiten un legado histórico 1. ¿Qué significa esta actualización del cuidado?, ¿se
mantienen los mismos términos y connotaciones del lema? ¿qué posibilidades y límites se
encuentran en el escenario actual?

1
Ubicado en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, es un emprendimiento de la Asociación de Caballeros Argentinos de
la Orden de Malta, su origen data del año 1098 bajo el lema “Defensa de la fe y ayuda a los pobres y necesitados”
(Krmpotic y Funes, 2009).

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iii. Ahora bien, cuando nos referíamos al cuidado en términos de las ‘bases invisibles del
bienestar’ (Batthyany, 2013) situamos la reflexión en el espacio económico en el que se
desenvuelve la ecuación del bienestar, como resultado de las transacciones entre mercado,
familias y Estado. En este punto, los cuidados se desplazan de la esfera privada de la familia
hacia la esfera pública de los problemas sociales y de las responsabilidades típicas de los
Estados de Bienestar. En este sentido, implica repensar un nuevo enfoque de las políticas
sociales que reconozca al cuidado como necesidad humana y por tanto derecho universal. Así
se incorpora -junto a la salud, la educación y la seguridad social- el derecho a recibir atención
en situaciones de dependencia no ya de forma excepcional cuando no hay familia que pueda
asumirlo sino como obligación del Estado (Montaño, 2010). Así planteada la temática refiere
al valor social y económico del trabajo de cuidados, con relación a los regímenes socio-
políticos de bienestar y la forma en que procesan la desigualdad social y de género. De este
modo en la definición del cuidado como política pública se interpreta el problema como
referido a la distribución entre Estado, familias, mercado y comunidad de los costos, roles y
responsabilidades en la atención de las personas dependientes (niños/as, personas mayores,
discapacitados). Aquí se introduce la cuestión de las ‘dependencias básicas’ como un
problema que en la sociedad moderna se identifica respecto del mercado
(desmercantilización), de la familia (desfamiliarización) y del poder (desarticulación de las
redes clientelares y monopólicas). La condición ‘saludable’ de la condición humana es la de
autonomía con la reducción de las dependencias, claro que en el marco de una sociedad
(capitalista) que se presume crea las condiciones para dicha realización (Krmpotic, 2011).
Asimismo, un sistema de cuidados se propone además transformar el modelo familista
vigente ‘desfamiliarizando’. Este parece ser un presupuesto importante: valoramos el cuidado
pero a costa de reducir la relevancia del espacio tradicional familiar, externalizando la
regulación y oferta de servicios bajo el principio de corresponsabilidad social. Además de
esta implicancia controversial, la perspectiva resignifica y sostiene la categoría de
dependencia, cuando la mirada desde cuidados permitiría deconstruirla y cuestionarla (Fraser,
1997).

iv. La ‘perspectiva de derechos’ aporta su mirada y construye la noción de un ‘derecho al


cuidado’ como respuesta a la necesidad del cuidado; sin embargo y por lo antedicho surge el
interrogante ¿necesidad humana o necesidad del sistema social? Así se define que “el
derecho a cuidar, a ser cuidado y a cuidar (se) (autocuidado) considera al cuidado como una
obligación que se desprende del derecho al cuidado… implica un conjunto de obligaciones
negativas, características de los derechos económicos, sociales y culturales, como no
entorpecer los servicios de guarderías infantiles y no impedir el acceso de un adulto mayor
al sistema de salud, pero principalmente incluye obligaciones positivas, que se enrolan en
proveer los medios para poder cuidar, para recibir cuidados, para cuidarse a sí mismo,
siempre bajo garantías de que el cuidado se lleve adelante en condiciones de igualdad
respetuosas de las diferencias” (Pautassi, 2013: 114). Nótese que la posición remite a
obligaciones legales, las cuales pueden ser limitadas en tanto y en cuanto no cuenten con la
fuerza moral que abone su cumplimiento, ¿será que todo debe convertirse en ley? El cuidado
se ha vinculado históricamente a una lógica del don más que a una lógica del contrato, es
decir, a una obligación ‘sin obligación’, a una instrumentalidad pero incondicional, o más
bien, no condicionada a contrato, a asimetrías contrarias a la igualdad abstracta (Krmpotic,
2012); ¿hallamos entonces compatibilidad entre derechos y cuidado o se trata de una relación
forzada? Ahora si se trata -con otras palabras- de proteger básicamente al dependiente,
mantiene entonces la lógica del incapaz, y entonces no se trata del cuidado en un sentido
integral, sino de la asistencia debida a los más débiles. La politización de las necesidades, la
estatización de las respuestas y su garantía jurídica pasan a ser valoradas según criterios de

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racionalidad a fin de justificar la ayuda a los dependientes, más allá de la simple o mera
cuestión de humanidad (Krmpotic, 2011). La lógica jurídica nos posiciona frente a un sujeto
(de derecho) responsable y autónomo, es decir, a la condición de aquel cuanto más libremente
pueda llevar adelante sus decisiones sin estar sometido al imperio de la necesidad. No se trata
por tanto de cuidado si entendemos que todos necesitamos de cuidados. En este caso, la
reflexión sobrepasa la cuestión de la autonomía hacia las nociones de interdependencia y
relacionamiento. Por otra parte, esa conjunción de obligaciones negativas y positivas es
problemática, lo que lleva a que la protección del Estado (en este caso del cuidado) pueda
resultar contradictoria. Unas exigen al poder público deberes de ‘no hacer’, prohibiciones. En
cambio, en la lógica de los derechos sociales se preserva el acceso a beneficios que
presuponen del Estado ‘el hacer’, el llevar adelante acciones que permitan su ejercicio; es
decir, que le otorga el derecho a decisiones políticas de los gobernantes. Levín (2009) lo
analiza muy bien en el caso de los derechos sexuales y reproductivos los que promueven
conflictos entre los derechos sociales a la salud donde el interés protegido es la salud, el
bienestar físico y psíquico y social, y los derechos individuales de libertad: libertad sobre el
cuerpo, lo que pertenece al ámbito soberano de la persona, y corresponde sean regulados
como derechos subjetivos o derechos personalísimos. Finalmente, esta perspectiva apuntala
una externalización de las obligaciones y sanciones, cuando por el contrario puede citarse a
Komter (2005) quien -como resultado de diversas investigaciones desarrolladas en países
europeos estudiando las formas de solidaridad familiar- concluye que la principal motivación
para proveer asistencia y cuidado obedece a la internalización de normas de obligación. La
experiencia familiar temprana colabora en establecer un consenso en los valores que explica
el tono afectivo de los lazos e intercambios familiares.

v. ‘Cuidar a los que cuidan’ se ha transformado en leit motiv de una nueva generación de
intervenciones que colocan como objeto al cuidado. De alguna manera he querido llamar la
atención en torno del contexto en que se instala el análisis sobre los cuidados y el problema
de la dependencia. La aparición de servicios sociales de cuidados como servicios de un alto
valor preferente, expresa no sólo el reconocimiento de nuevos derechos sociales de
ciudadanía, sino que busca dar respuesta desde una perspectiva de equidad de género y
solidaridad a los nuevos riesgos sociales en un contexto de globalización y de
remercantilización de la protección social. Quizás tenga sentido preguntarse si esta
refocalización del cuidar no colabora de alguna forma con una despolitización del problema
de la reproducción social. La palabra cuidados además de ser polisémica y por momentos
inespecífica, es también una potente alegoría en la que el lazo entre amor, altruismo y
cuidados, puede ocultar los conflictos económicos y políticos. En la medida que el amor y el
cuidado no son temas estrictamente políticos, se convierten en recursos a-políticos, neutrales
e incuestionables (Krmpotic, Barrón y De Ieso, 2012). He resaltado dos perspectivas que
predominan en la literatura actual: una esencialmente económica que coloca a los cuidados
como factor clave en la ecuación del bienestar, y otra de tinte jurídico que instala a los
cuidados en la perspectiva de derechos. Ambas tienen implicaciones sociales y morales, y
reducen su alcance en la medida que mantienen el foco en la dependencia como problema y
su contracara en el ideal moderno de autonomía, por lo que descuidan los aportes que desde
la filosofía y los estudios sobre creencias introducen al pensar en ‘otro’ sujeto de las políticas
públicas. El cuidado alude a un proceso interactivo en el que las personas se ayudan
mutuamente para realizarse y transformarse. Supone una conciencia íntima de apertura del
yo, en la experiencia de compartir emociones, ideas, recursos, técnicas y conocimientos. La
dimensión relacional es constitutiva de las prácticas de cuidado y tanto el cuidar como el
cuidado (verbo y sustantivo) no resultan conceptos moral y emocionalmente indiferentes. Si
bien todos los seres humanos necesitan de algún tipo de cuidado que deberá ser provisto por

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otros, las necesidades y sus manifestaciones, la definición de quien presta los cuidados y la
noción de buenos cuidados son construidas culturalmente. Retomando una reflexión reciente,
Heller (2011) interpreta el cuidado como un aspecto de la condición humana, del ser en el
mundo. En la medida que el cuidado de uno mismo implica el cuidado de otros, y que toda
relación implica normas, el cuidado y la ética se hallan siempre interconectadas. Quizás sea
necesario avanzar en lo que Frost y Hoggett (2008) aluden como un sujeto post-liberal: aquel
con capacidad de relacionamiento en lugar de autonomía, quien en cualquier condición
precisa del ‘otro’, en la precaria e incompleta unidad del existir. Ello desplaza la dependencia
como eje del problema de los cuidados y nos obliga a operar con un sujeto que no siempre se
maneja con racionalidad; se reconoce en cambio a un ser ambivalente, conducido
emocionalmente y que existe más allá -pero definido- en el marco del lenguaje. La macro-
política de cuidados no puede existir sin una micro-política de la experiencia de las
necesidades y del sufrimiento que se comparte a través de los actos y materiales de la cultura.

Referencias bibliográficas

Abbott, P. y C. Wallace (1990) The Sociology of the Caring Professions. Great Britain: The Falmer
Press
Arraigada, I. (coord.) (2007) Familia y políticas públicas en America Latina: una historia de
desencuentros. Sgo. de Chile: CEPAL
Batthyany, K. (2013) “Perspectivas actuales y desafíos del sistema de cuidados en Uruguay”; en
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Esquivel, V.; Faur, E. y E. Jelin (eds.) (2012) Las lógicas del cuidado infantil. Entre las familias, el
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Fraser, N. (1997) Iustitia Interrupta. Reflexiones críticas desde la posición "postsocialista". Santafé
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Frost, l. y P. Hoggett (2008) Human agency and social suffering. Critical Social Policy, 28 (4), 438-
460
Gusfield, J. (2014) La cultura de los problemas públicos. El mito del conductor alcoholizado versus
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Hacking, I. (2001) ¿La construcción social de qué? Madrid: Paidós Ibérica
Heller, A. (2011). “On the concept of care”; en Pinheiro, R. y A. Gomes da silva (org.) Cidadania no
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Komter, A. (2005) Social Solidarity and the Gift. Cambridge: Cambridge University Press
Koselleck, R. (1993) Futuro pasado. Barcelona: Paidos
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Krmpotic, C. y M. Funes (2009) "La tensión entre la biomedicina, las creencias y la cultura en la
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Krmpotic, C; Barrón, V. y L. De Ieso (2012) Notas en torno a la construcción de la demanda de
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Año 2, N° 4, Carrera de Trabajo Social, Universidad de Buenos Aires

5
Levín, S. (2009) “El conflicto de género en la política pública argentina. La política de salud sexual y
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Montaño, S. (2010). “El Cuidado en Acción”, en Montaño, S. y C. Calderón (coords.) El Cuidado en
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Nudler, O. (2004) Hacia un modelo de cambio conceptual: espacios controversiales y refocalización;
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