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https://elpais.com/mamas-papas/2021-02-19/como-criar-ninos-exitosos-y-felices.

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Vivimos en una sociedad donde no hay sitio para los segundos puestos. Donde todo el mundo
solicita su instante de fama y parece que todos debamos ser exitosos emprendedores. Donde
se valora únicamente la victoria, no el esfuerzo. Poco se habla de las derrotas, de los tropiezos,
de las veces que nos va a tocar a volver a empezar de cero. De los que pierden, de los últimos
de la fila, de los que no consiguen sus sueños. De los que se desmoralizan cada vez que
fracasan y no son capaces de volver a empezar.

Todo sería mucho más sencillo si desde pequeños nos hablasen de un éxito bien entendido,
ese que significa seguir trabajando aunque no se consigan resultados, en seguir creyendo en
nuestras potencialidades cuando todo se tuerza. Ese que no nos obliga a ser excelentes en
todo, que nos demuestra que los tropiezos son grandes maestros, que conecta nuestros
intereses con la emoción. Sería más fácil si nos explicasen que al éxito se llega superando
obstáculos, peleando, empequeñeciendo las excusas, las postergas, los por qué. Sin
justificarnos en la mala suerte, en echar la culpa a otros. Cultivando la virtud de la paciencia,
de la observación, la capacidad de valorar todo aquello que los demás consiguen. Luchando
por nuestros sueños sin tener que esperar la aprobación de los demás, creyendo en el trabajo
en equipo y en la necesidad de la adaptación constante. Todo sería más sencillo si nos
empoderasen a crear una vida a partir de nuestras propias aspiraciones, necesidades o
expectativas. Fuesen capaces de ayudarnos a descubrir nuestros talentos o potencialidades
que nos hagan brillar. A conectar con nuestras emociones, a

Ojalá esta sociedad apostase por una educación centrada en explicar que el triunfo se consigue
ejercitando la determinación, la curiosidad y el optimismo, sabiendo que caer está permitido,
pero que levantarse es una obligación. Un éxito que se logra trabajando a diario, siendo
valiente, apasionado, constante. Apostando por el compromiso y la perseverancia y muy
alejado de la celebridad y el propagandismo. Un triunfo alejado del bien material, que pasa por
sentirnos realizados con lo que hacemos, día a día, con el deseo que aporte valor a la sociedad.
Que entiende la vida como una aventura en la que los errores y los fracasos son parte
imprescindible del viaje.

Ojalá seamos capaces de enseñar a nuestros hijos que el éxito es ser capaz de ganarse el
respeto de las personas que te quieren, comprometerse con todo aquello que te hace vibrar
por dentro, no tener la necesidad de demostrar. Que un resbalón no significa una caída, sino
seguir avanzando, que el verdadero triunfo es el que sale de lo que hayas aprendido cuando
las cosas no han salido bien tan bien como esperaba sin que te aplaste la culpa.

Que triunfar es ser capaz de disfrutar de lo cotidiano, saber agradecer todo lo bueno que te
ocurre, reír sin mesura, apreciar la belleza de los momentos o los detalles. Mirarte con dulzura
cuando te pones delante del espejo, que te guste lo que haces y cómo lo haces. Mostrarte
disponible para la gente que amas, exprimir cada pequeña oportunidad, encontrar lo que te
gusta y hacerlo en exceso.

Que ganar es estar donde quieres estar con la mejor de las voluntades, ser quien quieres ser,
disfrutar de lo que te gusta, estar enamorado de todo aquello que hagas aunque salga algunas
veces salga revés. Resolver todo aquello que revolotea en nuestro corazón para poder sentir
sin complejos.
Que vencer es saber que el deseo es el punto de partida de cualquier logro, que la magia se
esconde en lo simple, que el éxito no se mide por el reconocimiento sino por el esfuerzo y la
valentía. Ser capaz de ponerle nombre a todo aquello que sientes y hacerle frente, conseguir
nuestra mejor versión.

Éxito es ser fiel a tus principios y valores, jugar limpio, comprometerte con tus obligaciones. Es
un camino no un logro, es ser mucho mejor de lo que eras en el punto de partida.

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