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Artículo

Crítica de la antropología
2017, vol. 37(1) 47–
Disyunciones utópicas: 66 ! Autor(es) 2016
Reimpresiones y permisos:

Democracia popular y sagepub.co.uk/journalsPermissions.nav


DOI: 10.1177/0308275X16671787

estado comunal en la journals.sagepub.com/home/coa

Venezuela urbana
Matt Wilde
Escuela de Economía y Ciencias Políticas de Londres, Reino Unido

Resumen

Este artículo examina los esfuerzos del gobierno venezolano para establecer un 'estado comunal' a través de los
ojos de los activistas chavistas de clase trabajadora en la ciudad de Valencia. Argumenta que el intento de
incorporar organizaciones comunitarias de base en un modelo de democracia popular administrado por el Estado
produce una serie de 'disyunciones utópicas' para los actores involucrados. Estas disyuntivas, sostiene el artículo,
provienen de temporalidades políticas conflictivas dentro del proyecto chavista, ya que las aspiraciones a largo
plazo de democracia radical chocan con demandas a más corto plazo para obtener recursos estatales y consolidar
el poder del gobierno. El caso destaca las tensiones generadas por los esfuerzos por conciliar los experimentos
democráticos radicales con la política electoral nacionalista de izquierda.

Palabras clave
Venezuela, Revolución Bolivariana, chavismo, estado comunal, antropología de la democracia, posneoliberalismo,
utopía

Introducción
Desde la crisis financiera mundial de 2008, la democracia ha resurgido como un campo de batalla central en las
luchas por la configuración del futuro político y económico.
En medio de las consecuencias sociales y económicas de la crisis en Europa y América del Norte, los novedosos
experimentos de democracia directa han sido fundamentales para movimientos antiausteridad como el 15M en
España y las numerosas manifestaciones de Occupy, que buscaban recuperar espacios públicos y promover
alternativas. prácticas democráticas más allá de la corriente política principal (Juris, 2012; Rasza y Kurnik, 2012).

Como observa David Nugent (2012), estas movilizaciones se remontan a las 'crisis gemelas del capitalismo global
y la democracia representativa' (2012: 281), y a una

Autor para correspondencia: Matt


Wilde, Departamento de Antropología, Escuela de Economía y Ciencias Políticas de Londres, Londres, Reino Unido.
Correo electrónico: mwwilde@lse.ac.uk
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reconocimiento compartido de que las democracias liberales, basadas como están en la


separación entre las esferas política y económica, excluyen la posibilidad de una redistribución
radical de la riqueza (2012: 282). Sin embargo, aunque tales experimentos de democracia
directa han atraído mucha atención, no han reemplazado a formaciones políticas más
tradicionales que continúan buscando el poder político para promulgar cambios sociales. De
hecho, en el caso del resurgimiento de la izquierda latinoamericana en la década de 2000, fue
la incorporación de diversos movimientos sociales a los proyectos electorales lo que puso en
primer plano los imaginarios democráticos radicales (Burbach et al., 2013; Goodale y Postero,
2013). Pero, ¿qué sucede con las demandas de una democracia más directa o participativa
cuando los movimientos extraparlamentarios optan por hacer compromisos con la política
dominante y persiguen sus objetivos a través de las urnas y en las calles? ¿Cuáles son las
consecuencias para las agrupaciones políticas igualitarias que, por razones estratégicas o
ideológicas, se ven enredadas en las maquinaciones de la política electoral y del poder estatal?

Este artículo explora las experiencias de un grupo de activistas de la clase trabajadora en


Venezuela que optaron por alinearse con el gobierno nacionalista de izquierda de Hugo Chávez,
el expresidente que lideró un movimiento político conocido como chavismo hasta su muerte en
marzo de 2013. Mi enfoque etnográfico se centra en un intento liderado por el estado de
construir una comuna socialista en varios barrios de clase trabajadora (barrios marginales) en
el sur de Valencia, la tercera ciudad más grande de Venezuela.1 Durante 15 meses entre 2008
y 2010, y un período adicional en 2012, seguí a los activistas chavistas mientras se involucraban
en los nuevos vehículos políticos que estaba implementando el estado. A través de este estudio
de caso, sostengo que el intento de incorporar las organizaciones comunitarias existentes en
un modelo de democracia popular administrado por el Estado condujo a una serie de lo que
denomino 'disyunciones utópicas' para los actores involucrados. Estas disyuntivas, sugiero,
nacieron de una tensión entre las aspiraciones radicales de establecer instituciones democráticas
autónomas, por un lado, y los imperativos más pragmáticos de obtener recursos estatales y
consolidar los logros del proyecto electoral chavista, por el otro. Examinando cómo las facciones
chavistas rivales presentan propuestas conflictivas de la futura comuna, argumento que una
disyunción entre dos temporalidades políticas diferentes se encuentra en el centro de una serie
de conflictos y dilemas para los activistas locales. Por 'temporalidades políticas' me refiero a
las formas en que los actores conceptualizan las acciones y decisiones en relación con lo que
se percibe como políticamente posible dentro de marcos de tiempo imaginativos particulares.

A continuación, agrupo estos temas en tres áreas principales que estructuran el artículo: (1)
una tensión entre la política prefigurativa y la instrumentalista, (2) conflictos sobre la legitimidad
de los líderes comunitarios y la responsabilidad democrática y (3) lealtades divididas entre
organizaciones locales y el proyecto nacional chavista.
Hasta la fecha, los antropólogos que trabajan sobre la democracia han hecho, en líneas
generales, dos contribuciones principales. El primero ha sido desafiar la suposición de que lo
que Nugent (2002, 2008) llama 'democracia normativa' -una rama particular de la democracia
liberal caracterizada por políticas representativas, elecciones competitivas, sufragio universal y
libertades individuales- es necesariamente la forma en que todo pro democrático los proyectos
llegarán eventualmente. En cambio, los antropólogos han demostrado que la
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Las formas que puede tomar la democracia son tan diversas como las personas mismas (Apter,
1987; Brown, 2006; Gutmann, 2002; Hickel, 2015; Holston, 2008; Lazar, 2008; Michelutti, 2007,
2008; Paley, 2001, 2008a; Spencer, 1997). ), con numerosos estudios de caso que muestran que
las interpretaciones, expresiones y prácticas que constituyen diferentes políticas se basan en
'mundos conceptuales que a menudo están muy alejados de las teorías de la democracia
liberal' (Michelutti, 2007: 641).
Una segunda línea de trabajo ha examinado los desafíos explícitos a la democracia normativa
entre varios movimientos anticapitalistas en los últimos años. Si bien estos movimientos no son
de ninguna manera uniformes, hay varios rasgos clave que vinculan el levantamiento zapatista en
México con el movimiento altermundialista y Occupy. Las principales son la movilización contra el
neoliberalismo y el poder corporativo, el desinterés por tomar el control del Estado, la preferencia
por la democracia directa y la política prefigurativa sobre la representación y las estructuras
organizativas horizontales basadas en redes (Albro, 2006; Barmeyer, 2009; Garces, 2013;
Graeber, 2002, 2004, 2013; Hickel, 2012; Juris, 2012; Juris y Khasnabish, 2013; Khasnabish,
2004; Maeckelbergh, 2012; Nash, 1997; Razsa y Kurnik, 2012).

Este artículo tiene como objetivo construir sobre estos cuerpos de trabajo destacando cómo
las temporalidades políticas conflictivas pueden producir experiencias altamente disyuntivas para
los actores dentro de proyectos democráticos radicales. En particular, demuestra que el enredo
entre los nuevos brazos participativos del estado venezolano y los experimentos nacientes en la
democracia popular permitieron e impidieron simultáneamente las aspiraciones igualitarias,
mientras los activistas locales luchaban por reconciliar los imperativos políticos en competencia
que coexistían dentro del mismo movimiento. Al explorar estas tendencias, busco profundizar
nuestra comprensión de los desafíos que pueden enfrentar los proyectos igualitarios en su intento
de establecer alternativas al capitalismo y la democracia representativa en los próximos años.

La democracia popular y la Revolución Bolivariana


El caso venezolano es pertinente para compararlo con los movimientos sociales posteriores a
2008, ya que el surgimiento del chavismo nació de descontentos similares con el neoliberalismo y
la democracia representativa. Al igual que gran parte de América Latina, Venezuela entró en un
rápido declive social, económico y político tras la crisis de la deuda soberana de principios de la
década de 1980 (Ellner y Hellinger, 2003; Harvey, 2006; Phillips, 1998; Roberts, 2003). Durante la
era que siguió, una enorme contracción en el gasto social significó que a mediados de la década
de 1990 más del 60% de la población vivía en la pobreza, incluido el 36% en la pobreza extrema
(Organización Panamericana de Salud, 1998; República de Venezuela, 1995, ambos citados en
Roberts (2003: 59)). El régimen político en el poder, un duopolio bipartidista que había gobernado
desde 1958, perdió la credibilidad que le quedaba cuando reprimió violentamente un levantamiento
popular contra las medidas de austeridad en 1989 (Coronil y Skurski, 1991; López Maya, 2003;
McCoy y Myers, 2004). ), resultando en cientos y quizás miles de muertes.2

Chávez, un coronel del ejército radical que fue encarcelado por liderar un golpe fallido en 1992,
fue elegido en 1998 después de construir una amplia coalición de izquierda, la Quinta República.
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(Movimiento Quinta República), que se basó fuertemente en las tradiciones existentes de


organización vecinal en los barrios del país (Ciccariello Maher, 2013a: 243–244), así como en
los vínculos de Chávez con el ejército. Históricamente, los cuerpos comunitarios de barrio han
mostrado una gran diversidad de posiciones estratégicas e ideológicas, que van desde
estrechos lazos clientelistas con partidos políticos en los primeros años del asentamiento
(Karst, 1973; Peattie, 1968; Ray, 1969) hasta movilizaciones radicales en torno a los servicios
y servicios públicos durante las décadas de 1970 y 1980 (Ciccariello Maher, 2013a; Fernandes,
2010; Velasco, 2011).
Chávez llamó a su movimiento político la 'Revolución Bolivariana', adoptando a Simón
Bolívar, el principal héroe republicano de América Latina, como su ícono central.
En los primeros años de su presidencia, su enfoque principal fue la reducción de la pobreza y
la desigualdad. Después de reafirmar el control sobre la compañía petrolera estatal, PDVSA, el
gobierno lanzó una serie de misiones sociales financiadas con petróleo (misiones sociales) que
brindan alimentos subsidiados, atención médica local y educación gratuita a millones de
venezolanos previamente excluidos (Ellner, 2008; Wilpert, 2007) .
Estas medidas ayudaron a solidificar el apoyo del gobierno entre los pobres del país, y Chávez
se embarcó en un conjunto más radical de reformas después de cambiar el nombre de su
proyecto como 'socialismo del siglo XXI' en el Foro Social Mundial en 2005 (Coronil, 2011).

Un pilar central de la segunda etapa de gobierno de Chávez fue el impulso para reformar y
rejuvenecer la democracia venezolana. Después de sentar las bases para una nueva forma de
'protagonismo y democracia participativa' en la Constitución Bolivariana de 1999 (Álvarez,
2003), el gobierno enfrentó una oposición sustancial de las autoridades municipales durante
los intentos iniciales de estimular la participación pública en la gobernabilidad (ver Garcÿ´a-
Guadilla , 2008: 6; Wilpert, 2007: 56–60). Como resultado, los esfuerzos subsiguientes
canalizaron el financiamiento a los organismos locales a través de los ministerios centralizados
en lugar de los municipios locales, lo que permitió al gobierno eludir los elementos que no
cooperan dentro de la burocracia municipal existente al fortalecer simultáneamente el ejecutivo
central y delegar el poder a los órganos locales dirigidos por ciudadanos. De acuerdo con este
enfoque, en 2006 el gobierno aprobó una ley que otorga a los ciudadanos el derecho a formar
consejos comunales a nivel de barrio (consejos comunales, CC) en sus localidades. Basándose
en las tradiciones de las asambleas de barrio y las asociaciones de vecinos, los CC están
formados por voceros voluntarios elegidos (voceras o voceros) que gestionan proyectos de
desarrollo comunitario financiados por el estado de Petróleos de Venezuela, SA en áreas como
salud, agua, alimentos, tierra y educación. Para 2010, se habían formado más de 20.000 CC
en Venezuela (Ellner, 2010: 67), con una transferencia estimada de $ 1 mil millones
directamente a ellos en el primer año de su lanzamiento (López Maya y Lander, 2011: 74).3 En
un esfuerzo por aprovechar estos logros, en 2008 el gobierno comenzó a alentar a los CC de
las comunidades adyacentes a agruparse y formar comunas que cubrieran territorios mucho
más amplios. En medio de mucha fanfarria y promoción pública, Chávez propuso que estos
órganos más grandes podrían convertirse en nuevas estructuras de gobierno popular a nivel
local, eventualmente reemplazando el sistema existente de municipios locales del país con un
'estado comunal' (estado comunal). 4
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Aunque el presidente enfatizó que las comunas deben ser construidas por ciudadanos 'desde
abajo' (desde abajo), en 2008 se creó un Ministerio de Comunas y Protección Social
(MPComunas) para ayudar en el proceso de construcción. Al proponer 'transferir' el 'poder
constituido' del estado al 'poder constituyente' del pueblo (Harnecker, 2008), el estado
comunal se concibe como un lugar dialéctico de lucha, en el que los elementos radicales
dentro del estado existente se abren crear nuevos espacios para el autogobierno a nivel local,
ofreciendo a la población en general la oportunidad de eventualmente suplantar al estado
burgués con sus propias estructuras (Azzellini, 2010, 2013; Ciccariello-Maher, 2013b).

Pilotando la comuna
En enero de 2008, un grupo de organizadores comunitarios de un barrio conocido como El
Camoruco regresó de una conferencia en Caracas con la emocionante noticia de que su
comunidad había sido elegida para sentarse en el centro de la primera comuna urbana de
Venezuela.5 Como líderes comunitarios influyentes en su localidad, el grupo había sido
invitado a la conferencia con el objetivo de lanzar una serie de comunas piloto en todo el país.
Chávez había prometido que el gobierno proporcionaría fondos para proyectos de desarrollo
una vez que las propias comunidades hubieran establecido las estructuras políticas necesarias
para recibir estos fondos. El Camoruco, una comunidad de aproximadamente 4000 habitantes,
estaba bien situada para lanzar la comuna en Valencia. Era uno de los barrios mejor
conectados de Miguel Peña, una parroquia urbana predominantemente pobre de alrededor
de 500.000 habitantes, y había sido uno de los bastiones electorales del chavismo en la
ciudad durante la última década.
Para Rafael, Rosa y Oneidys, tres activistas chavistas con una larga historia de
organización comunitaria en las zonas pobres del sur de Valencia, la comuna piloto parecía
la oportunidad perfecta para establecer estructuras duraderas de gobierno popular. Rafael y
Rosa, dos buenos amigos que estaban en el corazón de la política chavista en la zona, se
habían formado en la asociación de vecinos de El Camoruco (Asociación de Vecinos, AV) a
fines de la década de 1990 y principios de la de 2000. Los dos habían sido parte integral de
la transformación de la AV en un cuerpo combativo y colectivamente activo que ejerció una
gran presión sobre el municipio a través de grandes movilizaciones comunitarias. Entre 1999
y 2003, las carreteras recién asfaltadas, el alumbrado público, las líneas telefónicas y un plan
de salud comunitario llegaron después de una serie de grandes mítines y manifestaciones
que obligaron al municipio a actuar.
Ansiosos por aprovechar sus logros en El Camoruco, Rafael, Rosa y otras figuras clave
de la AV habían pasado a formar una red de base conocida como la Asociación para la
Promoción del Desarrollo Comunitario Endógeno (ASOPRODENCO), que incorporó a varios
activistas más jóvenes, entre ellos oneidys Con base en el compromiso voluntario de
alrededor de 40 líderes comunitarios, el objetivo principal de ASOPRODENCO fue establecer
organizaciones comunitarias participativas como la de El Camoruco en otros barrios. La
organización no recibió financiamiento estatal y gran parte de su trabajo se centró en la
facilitación de nuevas AV y, cuando se lanzaron en 2006, consejos comunales (CC).
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Cuando una comunidad mostraba interés en establecer un CC, ASOPRODENCO enviaba a


varios miembros para ofrecer capacitación sobre cómo llevar a cabo el proceso, que podría
demorar hasta un año en completarse.
A menudo, el trabajo de ASOPRODENCO como facilitadores comunitarios tuvo lugar en los
asentamientos ilegales de ranchos de madera y hojalata conocidos como invasiones que
habían comenzado a aparecer en todo el sur de Valencia en la era de Chávez.
Al principio de mi trabajo de campo, un día típico consistía en conducir el maltrecho 4 4 de
Rafael hacia un nuevo asentamiento en las afueras de la expansión industrial de Valencia.
Allí, él, Rosa y Oneidys involucrarían a la comunidad en una sesión de preguntas y respuestas
sobre la importancia de la organización comunitaria y el significado de términos como poder
popular. Parte de esto implicaría discusiones sobre aspectos prácticos logísticos, durante los
cuales Rafael describiría cómo organizar un equipo de promoción, cómo organizar una
asamblea pública y cómo elegir a los guardianes de las calles. Pero mucho más del enfoque
de ASOPRODENCO estaba en proporcionar una guía ideológica y moral que, creían, tenía
que prefigurar cualquier intento de convertirse en un organismo comunitario. '¿Qué hace una
comunidad?' Rosa preguntaba a los reunidos, antes de pronunciar un discurso bien ensayado:

Se trata de construir una nueva relación con el estado y de que usted se convierta en el
gobierno de su localidad. Pero antes de hablar de estructuras y financiación, lo más
importante es vuestra formación como comunidad, vuestros valores espirituales.
Lo que tienes aquí es el comienzo de una comunidad, una oportunidad de estar unificados
y juntos en una unión. Podéis ser los fundadores de la historia de vuestra comunidad.

Generalmente, Rafael seguía la introducción de Rosa con una frase que repetía una y otra vez:
'Lo más importante es la participación de la gente'.

Al enfatizar estos puntos, ASOPRODENCO buscó engendrar el tipo de sociabilidad


comunitaria y personalidad moral que es común a la práctica de la 'política prefigurativa'.
Acuñada por primera vez por Wini Breines (1980), la política prefigurativa se basa en la idea
de que una nueva sociedad solo puede realizarse mediante la creación de relaciones no
capitalistas y no jerárquicas "antes y durante el proceso de revolución" (1980: 421). Como
observa David Graeber, la clave de este enfoque es la creencia de que "la forma de nuestra
acción debería ofrecer en sí misma un modelo, o al menos un vistazo de cómo las personas
libres podrían organizarse y, por lo tanto, cómo podría ser una sociedad libre". ' (2013: 233;
véase también Maeckelbergh, 2011). Para ASOPRODENCO, la importancia de promover estos
principios no era solo un esfuerzo por crear colectividades que pudieran hacer demandas
exitosas al Estado, sino también un deseo de inculcar una conciencia política y moral que
llegara a crear una democracia participativa como una realidad vivida. Como dijo Oneidys,
'Para mí, la conciencia es lo más importante y tiene que ir de la mano con los desarrollos de
infraestructura'.
Cuando se le ofreció a ASOPRODENCO la oportunidad de promover y administrar la
comuna piloto, se buscó aplicar estos mismos principios a su construcción.
A lo largo de 2008 se organizaron una serie de asambleas públicas, con Rafael,
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Rosa y Oneidys forman parte de un comité de promoción que se propuso impulsar el interés
local en el proyecto. Sobre la base de los CC ahora establecidos, la respuesta temprana fue
positiva, con una buena asistencia a las asambleas y una representación diversa de las
comunidades presentes en las etapas de planificación. Particularmente alentador para Rafael y
Rosa fue la participación de varios voceros chavistas de los CC basados en los desarrollos
privados de clase media conocidos como urbanicaziones que bordeaban El Camuruco. Muchas
de estas personas nunca antes habían estado involucradas con activistas de barrio, y su
participación presentó una oportunidad para salvar algunas de las tensiones que existían entre
urbanizaciones y barrios y alejarse de la marcada polarización social y política que se hizo cada
vez más generalizada en Chávez. era.6 A principios de 2009, unos 22 CC en la zona aledaña a
El Camoruco se habían adherido provisionalmente a la comuna, con planes para incorporar
otras 18 comunidades también en marcha.7 En total, se pensó que la comuna podría cubrir una
población de hasta 70.000 personas.

Sin embargo, cuando ASOPRODENCO emprendió lo que creía que serían las primeras
etapas de la construcción de la comuna, otra institución chavista, la Sala de Batalla Social
('Centro de Batalla Social'), se estableció en El Camoruco, completa con una pequeña oficina
de concreto erigida junto a la cancha polideportiva de la comunidad. Financiada directamente
por MPComunas, la Sala estaba encabezada por Norma, una empleada de una organización
revolucionaria financiada por el estado llamada Frente Francisco de Miranda (FFM), cuyos
miembros reciben formación especializada en Cuba antes de brindar apoyo práctico e ideológico
a las bases a nivel local. del chavismo. Al igual que el papel que venía desempeñando
ASOPRODENCO de manera independiente, la Sala se introdujo en la zona con el objetivo
específico de facilitar la construcción de comunas en línea con el modelo de MPComunas.

La respuesta de ASOPRODENCO a la llegada de la Sala y la FFM fue tibia por decir lo


menos. No se habían hecho comunicaciones oficiales ni de Norma ni de MPComunas cuando
se estableció por primera vez, y había confusión y resentimiento porque los líderes locales con
una larga historia de organización estaban siendo ignorados por los recién llegados. La llegada
de la Sala representó el modelo de Estado 'oficial', que ASOPRODENCO sin saberlo se había
adelantado gracias a sus conexiones en Caracas. La presencia de dos equipos de dirección,
uno nacido en la localidad y otro en las MPComunas, hizo que efectivamente existieran dos
grupos que buscaban actuar como órgano organizador de una comuna que aún no existía.

Política prefigurativa versus instrumentalista


A mediados de 2009, la aspirante a comuna de Miguel Peña era un panorama muy complicado.
ASOPRODENCO, con su historial de organización comunitaria y redes locales establecidas,
sintió que tenía derechos legítimos sobre la administración de la iniciativa.
Pero como la Sala formaba parte del marco oficial del gobierno, un número creciente de voceros
de los CC locales consideró que debería ser el organismo responsable de coordinar la
construcción de la comuna. También se dio el caso de que, aunque
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ASOPRODENCO era una organización muy respetada en el área, varias figuras chavistas
prominentes estaban resentidas por la influencia que Rafael en particular ejercía sobre la
política local. Al proporcionar una fuente alternativa de autoridad política, la Sala pudo capitalizar
estas rivalidades y establecer una red de portavoces que estaban dispuestos a desafiar a
ASOPRODENCO. A medida que la Sala comenzó a reunir más simpatizantes, un grupo de
voceros de CC rompió formalmente con la propuesta de ASOPRODENCO y comenzó a
asociarse con Norma, formando efectivamente una facción rival. A medida que pasaban las
semanas, quedó claro que la Sala en realidad estaba proponiendo su propia comuna en
oposición al plan de ASOPRODENCO. Dado que ninguna de las propuestas podía avanzar sin
el acuerdo de todos los CC, las dos facciones se vieron envueltas en una competencia para
ganar el apoyo de los organizadores de la comunidad local.

Aunque ambos grupos expresaron una firme lealtad a la revolución ya los principios del
poder popular, el compromiso de ASOPRODENCO con la política prefigurativa fue uno de los
principales puntos de discordia entre los dos grupos.
Debido a que razonaron que el tamaño de la comuna debería ser decidido por las propias
comunidades, se negaron a poner límites a los voceros de CC que podían asistir a las reuniones
o ser parte del proyecto. En respuesta, la facción alineada con la Sala argumentó que debido
a las grandes diferencias sociales y políticas entre las urbanizaciones de clase media y los
barrios de clase trabajadora, la comuna solo debería estar compuesta por comunidades más
pobres. En una asamblea pública celebrada para discutir sus diferencias, Norma expuso el
punto de vista de la Sala: 'esas comunidades [de clase media] no tienen las mismas
necesidades materiales que estos barrios. Ya tienen todo [material] resuelto, entonces, ¿qué
sentido tiene tenerlos en la comuna? Tenemos que centrarnos en nosotros mismos'. Su
comentario dejó en claro la posición de la Sala: su enfoque principal era obtener recursos del
estado para hacer mejoras en la infraestructura de los barrios.

Este fue un gran punto de discordia para ASOPRODENCO, quienes estaban inmensamente
orgullosos del hecho de haber cruzado las divisiones sociales y construido una red de personas
y comunidades diversas. Rafael defendió con firmeza su política de inclusión. Le recordó a la
gente que los residentes de clase media de Los Mangos, una urbanización que limita con El
Camoruco, solían tener miedo de cruzar al barrio, mientras que ahora estas mismas personas
trabajaban como líderes comunitarios junto con activistas del barrio. En una respuesta
apasionada, habló de una visión más amplia de unidad entre clases y enfatizó la necesidad de
abordar la polarización social y política endémica en la sociedad venezolana. 'Para mí, el
elemento más fuerte de nuestra propuesta es nuestra integración de diferentes comunidades',
dijo. 'Se trata de la sensibilidad humana hacia los demás, sin importar dónde vivas, Chávez
siempre lo dice. Esta comuna es para todos. No se trata de cuánto tienes, sino de tu
participación'.
Pero este llamado a la inclusión política y social fue rechazado con firmeza por la Sala.
Norma recordó a los presentes los cambios materiales que el gobierno de Chávez había
entregado a los habitantes del barrio y advirtió que más prevaricaciones sobre proyectos como
la comuna pondrían en peligro la revolución misma. 'Si queremos que esta revolución continúe,
tenemos que dar la respuesta [dar la respuesta o satisfacer las necesidades] bien
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ahora', dijo. Esta negativa a ceder terreno en la cuestión de la inclusión de la clase media
parecía basarse menos en cuestiones locales y mucho más en la supervivencia del proyecto
electoral chavista a nivel nacional. Como han documentado varios académicos (Ellner, 2008;
Ellner y Hellinger, 2003; Samet, 2013; Spanakos, 2008), Venezuela se polarizó cada vez más
entre partidarios y opositores del gobierno a lo largo de la década de 2000, con puntos críticos
que ocurrieron durante un breve golpe de estado contra Venezuela. Chávez en 2002 y un
referéndum revocatorio liderado por la oposición en 2004.
Estas tensiones surgieron nuevamente en 2008 cuando los partidarios del gobierno votaron a
favor de levantar el límite constitucional a los mandatos presidenciales, y había temores genuinos
entre los chavistas locales de que la oposición estaba ganando terreno al gobierno. Al presentar
su propuesta como una piedra angular del proyecto chavista general, la Sala podría jugar con
estos temores y presentarse como un medio para que los residentes salvaguarden las ganancias
materiales que ya habían obtenido. En contraste con la concepción abierta y de largo plazo de la
comuna de ASOPRODENCO, el suyo era un enfoque mucho más cortoplacista e instrumentalista
que corría a la par con la estrategia electoral nacional de asegurar el apoyo de la clase
trabajadora.
En opinión de los activistas de ASOPRODENCO, sin embargo, la búsqueda de financiamiento
estatal por parte de la Sala los había cegado a una visión de mayor alcance del autogobierno
que se enfocaba en la formación de nuevas personas políticas y morales como su primer principio.
Una y otra vez, los activistas de ASOPRODENCO volverían a la cuestión de la conciencia,
argumentando que la negativa de la Sala a cooperar con su propuesta revelaba la persistencia
de los valores capitalistas en sus oponentes. Oneidys tipificó esta opinión:

Me preocupa que [los Sala] estén tratando de quedarse con el poder, no necesariamente porque sean corruptos
sino porque no entienden el poder popular... No somos nosotros [los líderes comunitarios] quienes decidimos qué
pasa, es la gente... Yo nunca he confiado en las instituciones porque estas cosas siempre vienen de arriba y
siempre se trata de
energía.

Al igual que su énfasis en la política prefigurativa, esta posición privilegiaba el proceso mismo
como crítico para la forma política. Como observa Graeber (2004), tales principios de consenso
democrático son

típico de sociedades donde no habría manera de obligar a una minoría a estar de acuerdo con una decisión de la
mayoría, ya sea porque no hay un estado con el monopolio de la fuerza coercitiva, o porque el estado no tiene nada
que ver con la toma de decisiones local. (2004: 89)

Sin embargo, los críticos del consenso sostienen que no es adecuado para grupos grandes, es
altamente ineficiente y está abierto a la manipulación.8 En su análisis de Occupy London, por
ejemplo, Jason Hickel (2012) argumenta que la confianza dogmática en el consenso se basaba
en una ética liberal problemática que , en su deseo de promover la inclusión, la apertura y la
tolerancia, socavó la dinámica de antagonismo que suele ser central en la formulación de
reclamos políticos (2012: 6). Esta fue precisamente la crítica.
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que ASOPRODENCO enfrentó desde la Sala, quienes consideraron su enfoque abierto como
lento, ineficiente y políticamente ingenuo. Como comentó un vocero de CC después de otra
larga reunión, 'mucha gente está cansada de todas estas reuniones en las que no pasa nada.
¡Vamos, pongámonos en marcha y hagamos algo! Como tal, las diferentes concepciones de
cómo las organizaciones comunitarias deberían relacionarse con 'el pueblo' –y de hecho
cómo se imaginaba a este pueblo– fueron fundamentales para el surgimiento de este
faccionalismo intrachavista. Mientras que la Sala imaginó a la comuna principalmente como un
conducto para la distribución de los recursos del estado, lo que implica un modelo de prestación
de servicios para la gente, ASOPRODENCO la vio como un proyecto que trabajaría en la gente
en términos políticos y morales. La distinción clave estaba entre un imaginario político que veía
al 'pueblo' como una base electoral que necesitaba mantenimiento, y otro que priorizaba la
transformación subjetiva y relacional de ese mismo 'pueblo' como un proyecto en sí mismo. En
general, dado que las temporalidades políticas en conflicto que sustentaban a estas facciones
chavistas rivales se vieron obligadas a cohabitar en el mismo espacio, la presencia de cada
una impidió necesariamente que la otra alcanzara sus objetivos.

El estado, el liderazgo y la rivalidad política


Las discusiones sobre la relación entre las bases populares del chavismo y el Estado han sido
una constante durante el ascenso político del movimiento (Denis, 2011; Ellner, 2013; Spronk et
al., 2011). Mientras que algunos ven el establecimiento de nuevos canales de participación
política administrados por el estado como una señal de que los movimientos sociales de base
lograron empujar al estado en una dirección más radical (Azzellini, 2010, 2013; Ciccariello-
Maher, 2013a, 2013b), otros advierten que La centralización inhibirá la autonomía y vitalidad
de las organizaciones comunitarias (Garcÿ´a-Guadilla, 2008, 2011; Smilde, 2009; Uzca´tegui,
2010). Estos debates sobre el papel del estado tienen una cualidad particular en Venezuela,
donde el 'estado mágico' rico en petróleo (Coronil, 1997) a menudo ha tenido problemas para
cumplir su promesa de brindar prosperidad a la mayoría de la población. De hecho, como
señala Naomi Schiller (2013), mientras que la riqueza petrolera parece imbuir al estado de un
poder potente 'más allá del alcance de la agencia humana' (2013: 543), a menudo aparece de
manera incoherente, mundana o violenta en la vida cotidiana. (ver también Abrams, 1988; Das
y Poole, 2004; Ferguson y Gupta, 2002; Fuller y Be´ne´ÿ¨, 2001; Hansen y Stepputat, 2001;
Navaro-Yashin, 2002).

Para los aspirantes a comuneros en Miguel Peña, fueron precisamente las formas diversas
y conflictivas en las que el estado podía aparecer lo que produjo una segunda disyuntiva en
torno a cuestiones de liderazgo y responsabilidad democrática. Este tema en particular fue
ejemplificado por una larga disputa entre Rafael y Ernesto, un vocero de CC recientemente
elegido de El Camoruco que se había aliado con la facción de Sala y se había convertido en
una figura central en la lucha por el poder entre los dos grupos.
Unos días después de la asamblea, hablé con Ernesto con la esperanza de saber más
sobre su oposición a Rafael y ASOPRODENCO. Aunque reconoció el aporte histórico de su
homólogo a la comunidad, Ernesto argumentó
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Wilde 57

que Rafael no tenía ningún derecho legal para coordinar la comuna, mientras que los
portavoces de los CC como él habían sido elegidos para los órganos sancionados constitucionalmente.
'Un consejo comunal es algo concreto, algo oficial con leyes', me dijo. ¿Cuál es su comuna?
¿Qué tan grande debería ser? Todavía no lo sabemos'. Debido a que había sido elegido para
un órgano sancionado por el estado, Ernesto afirmó que eran 'las leyes', es decir, la conferencia
legal de legitimidad que el estado había dado a las CC, lo que le daba a los voceros como él
el derecho de gestionar cualquier propuesta.
comuna.
Sin embargo, mientras invocaba la ley y la burocracia para defender los reclamos de Sala
sobre la comuna, Ernesto también planteó preocupaciones sobre lo que consideraba un
arribismo egoísta por parte de Rafael. Aunque el contacto de Rafael con los funcionarios del
gobierno había sido el punto de partida original de la comuna, Ernesto cuestionó sus
intenciones subyacentes:

Necesitas abrir los ojos. Rafael ha sido propuesto para ser concejal, tiene conexiones
en Caracas. Es un político [político]. Ahora no hay nada de malo con los políticos, los
necesitamos para ayudar a nuestras comunidades. Pero el peligro de los políticos es
que pueden convertirse en politiqueros. Es decir, lo único que hace es hablar, hablar
y hablar sin hacer nada.

Estas críticas a Rafael fueron sin duda tanto personales como políticas. Ernesto era un
individuo que había estado durante mucho tiempo a la sombra de Rafael en el medio chavista
local, y el surgimiento de la Sala le dio acceso a una fuente alternativa de autoridad que podía
usar para desafiar a su rival. Como señala Sian Lazar (2008), las acusaciones de corrupción e
interés propio pueden utilizarse para 'resaltar la integridad moral del acusador, así como arrojar
algo de barro (no siempre inmerecido) al acusado' (2008: 76). En este caso, al mencionar las
'conexiones' de Rafael en Caracas, Ernesto podría presentar a su propia facción como un
bastión asediado de las auténticas bases chavistas que luchan contra las maquiavélicas
maniobras de un politiquero. La insinuación de que la propuesta de ASOPRODENCO era
simplemente un vehículo para las ambiciones personales de Rafael permitió a Ernesto
presentarse como un líder político más confiable. Por lo tanto, mientras que el estado podría
invocarse como una fuente necesaria de rendición de cuentas para los líderes y organizaciones
comunitarias, por un lado, también podría presentarse como una fuente potencial de fuerzas
malévolas o corruptas, por el otro. De forma selectiva, Ernesto presentó dos manifestaciones
diferentes del mismo estado: un estado legal e infraestructural que aseguraba la rendición de
cuentas y le otorgaba autoridad, frente a un estado egoísta y clientelar –encarnado en este
caso por Rafael y sus “conexiones”– que amenazaba con socavar el poder de los nuevos
líderes comunitarios.

Estas disputas sobre el liderazgo y la rendición de cuentas demostraron que, lejos de crear
un modelo singular de democracia popular, el movimiento hacia organizaciones comunitarias
administradas por el estado estaba multiplicando y fragmentando las fuentes de autoridad a
las que los líderes locales podían recurrir para fortalecer sus posiciones, como nuevas
instituciones políticas. comenzó a competir y superponerse con los más antiguos en
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58 Crítica de la Antropología 37(1)

una 'duplicación de burocracias' (Ellner, 2008: 135). De diferentes maneras, tanto la autoridad
informal de larga data de Rafael como el poder más formalizado de los portavoces electos de CC
como Ernesto se habían ganado a través de mandatos populares.
Pero dado que un grupo tenía que derrotar al otro para que la comuna siguiera adelante, estas
diferentes configuraciones de poder político llevaron inevitablemente a conflictos sobre quién
tenía el derecho de definir las nacientes instituciones democráticas en la localidad. También
dieron a los aspirantes a líderes políticos nuevas herramientas con las que socavar la autoridad
de sus rivales.

El problema de la lealtad
Dado que el estado venezolano puede aparecer tanto paternal como malévolo para los residentes
del barrio, el papel discursivo y simbólico jugado por Chávez ha sido central para que el proyecto
bolivariano mantenga la visión de que es un movimiento popular. El difunto presidente creó un
poderoso lazo emotivo con sus simpatizantes que les dio a los activistas de base un sentido de
propiedad popular sobre las iniciativas del gobierno; de hecho, el proyecto de poder popular
puede entenderse en sí mismo como una reformulación de las 'representaciones mágicas' (Coronil,
1997: 389). ) practicado durante mucho tiempo por el petro-estado. Pero para los chavistas,
Chávez también fue considerado como una excepción al habitual 'río sucio' (Harriss, 2005) de la
política, y para muchos fue considerado un ejemplo moral: un campeón terrenal del pueblo que
fue guiado por un búsqueda de la justicia social y preparados para enfrentarse al sistema desde
adentro (Michelutti, 2013; Zu´quete, 2008). Su gran hazaña fue, pues, convertirse en el 'maestro-
significante' (Zÿizÿek, 1989: 93) de un movimiento político a la vez que jefe de Estado.

Sin embargo, si bien este papel simbólico demostró ser efectivo para ganar elecciones y
mantener el apoyo popular, produjo una disyuntiva adicional para los activistas chavistas a nivel
local, quienes se encontraron divididos entre mostrar lealtad al presidente y, por lo tanto, a sus
políticas, y articular sus propias ideas. puntos de vista sobre cómo debería tomar forma la
revolución. A mediados de 2010, después de más de un año de discusiones, calumnias y varios
intentos fallidos de diálogo, Rafael anunció que ya no estaría involucrado en el proyecto de la
comuna. Debido a su posición clave como uno de los líderes de ASOPRODENCO, esta decisión
entregó efectivamente el control del proyecto comunal a la Sala. Los activistas de ASOPRODENCO
que optaron por quedarse se enfrentaron a la perspectiva de participar en un modelo de comuna
diferente al que habían imaginado. Varios de sus miembros, incluida Rosa, optaron por unirse a
Rafael para desvincularse del proyecto en su conjunto.

Para mi sorpresa, una de las que optó por quedarse con la Sala al frente fue Oneidys, quien
siempre había sido una de sus más fuertes críticas dentro de ASOPRODENCO.
Lo más sorprendente de todo fue la explicación que dio de su decisión. 'Tiene que ver con el
lineamiento [directrices o reglamentos]', me dijo. 'Son las Salas las que se supone que están
manejando la construcción de las comunas, y eso viene directamente de Chávez.
Así es como van las líneas [énfasis mío]'. Habiendo siempre sospechado de la participación de
organismos estatales en los asuntos locales, Oneidys ahora estaba versando los mismos
argumentos sobre la burocracia que ASOPRODENCO había combatido durante tanto tiempo. ella incluso
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Wilde 59

se refirió a normas gubernamentales – lineamiento – ya una cadena jerárquica de mando


en la justificación de su decisión.
Sin embargo, si bien este cambio puede parecer contradictorio dada la posición anterior
de Oneidys, vale la pena considerar las ideas de Miriam Shakow (2011), quien observa que,
en la práctica, los actores políticos a menudo combinan acciones e ideales que declaran ser
distintos en teoría (2011: 316). . Aunque quienes se identifican a sí mismos como
revolucionarios buscan una política trascendente, invariablemente se encuentran con la
incapacidad de desvincular sus proyectos de las exigencias históricas y materiales en las que se encuen
Se ven obligados a hacer compromisos que contradicen sus visiones, cambiando sus marcos
conceptuales retrospectivamente a medida que nuevos imperativos canalizan su práctica en
direcciones particulares. En el caso de Oneidys, si bien luchó por una visión de largo alcance
de una comuna autónoma construida desde abajo, al final pareció dispuesta a aceptar una
realidad más contingente y trabajar con una situación que de alguna manera cayó. por
debajo de sus ideales. Evidentemente, estaba dividida entre la forma radical y prefigurativa
de democracia defendida por ASOPRODENCO y su lealtad más amplia a Chávez y la
revolución, lo que finalmente implicó trabajar con la Sala y su enfoque más instrumental y
cortoplacista. Como señala Shakow, el reciente resurgimiento de las aspiraciones
revolucionarias en América Latina no ha borrado los cálculos estratégicos entre los actores
políticos. En cambio, estas aspiraciones han 'añadido, en lugar de reemplazado' (2011: 317)
enfoques más pragmáticos que aceptan alianzas contingentes cuando es necesario.

Visto desde este punto de vista, la eventual aquiescencia de Oneidys a la propuesta de


la Sala subraya el hecho de que la participación en iniciativas bolivarianas como la comuna
suele ser muy confusa y disyuntiva. En esta instancia, si bien se alentaba a los chavistas de
base a ser los principales protagonistas en la construcción de una nueva democracia popular,
también se les presionaba tácitamente para que cumplieran con los objetivos estatales de
manera que consolidaran el poder del gobierno y su proyecto electoral. Como resultado, los
actores involucrados se encontraron en la desorientadora posición de tener sus aspiraciones
utópicas simultáneamente nutridas y acorraladas por el estado chavista.

Conclusión
En el último artículo publicado antes de su muerte, Fernando Coronil (2011) consideró una
extraña paradoja entre la izquierda latinoamericana contemporánea. Aunque en los últimos
años ha habido, escribió, 'una proliferación de actividades políticas inspiradas en ideales
socialistas o comunitarios', también hay una 'incertidumbre generalizada con respecto a la
forma específica del futuro ideal' (2011: 234). Los actores políticos contemporáneos, sugirió,
están así atrapados entre un "presente agitado" y un "futuro espectral", en el que

el futuro aparece fantasmático, como si fuera un espacio habitado por fantasmas del pasado y
sueños ideales, y el presente se despliega como un denso campo de agitación nerviosa,
enredado constantemente en constricciones que se multiplican, un conglomerado de tendencias
y acciones contradictorias que conducen a un destino no claro. destino. (2011: 247)
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60 Crítica de la Antropología 37(1)

El material etnográfico presentado en este artículo arroja más luz sobre la situación descrita
por Coronil tal como aparece en el contexto venezolano. En particular, muestra que esta
relación disyuntiva entre el futuro y el presente surge de las formas contradictorias en que el
proyecto electoral chavista promueve retóricamente los experimentos democráticos y los
reforma institucionalmente en formaciones que cumplen sus propios fines. En el caso de la
comuna en potencia, los actores de base fueron sujetos a imperativos que provenían de fuera
de sus comunidades y se les animó a participar en canales institucionales que no fueron
creados por ellos, lo que significa que quedaron atrapados entre diferentes marcos de tiempo
políticos y horizontes imaginativos. Dado que algunas personas estaban más dispuestas que
otras a abrazar las demandas que venían con el modelo de estado comunal, inevitablemente
surgieron conflictos cuando los activistas intentaron reconciliar distintos ideales democráticos
con las apremiantes necesidades materiales de sus comunidades.

Por lo tanto, si bien comparto la opinión de Schiller (2013) de que la era de Chávez ha
permitido que sectores de la población previamente excluidos se acerquen al Estado como un
'proyecto en desarrollo' (2013: 543) en el que pueden desempeñar un papel central, yo también
sostienen que los nuevos vehículos del gobierno venezolano para la participación política
pueden ser muy restrictivos, tanto estructural como imaginativamente, para las organizaciones
comunitarias de base.9 Para los actores involucrados en proyectos como la comuna, el
imaginario político producido por estas fuerzas contradictorias se caracteriza por disyunción y
frustración tanto como por esperanza y aspiración. La experiencia cotidiana de la Revolución
Bolivariana está íntimamente moldeada por la tensa coexistencia entre posibilidad y futilidad,
movimiento e inercia.
En un sentido más amplio, el caso venezolano proporciona valiosas perspectivas sobre las
preocupaciones antropológicas con las diversas formas en que pueden tomar forma las
aspiraciones democráticas. Si bien ahora está bien establecido que la democracia tiene
orígenes y expresiones enormemente diversos, la evidencia presentada aquí sugiere que los
intentos de unir formaciones contrastantes de democracia pueden resultar en un desajuste
entre diferentes temporalidades políticas. La incorporación de democracias populares
experimentales en proyectos electorales más jerárquicos ejerce presiones particulares sobre
las primeras, quienes deben sopesar la adquisición de recursos muy necesarios frente a la
imposición de estructuras institucionales y plazos que pueden contradecir, o al menos complicar,
sus ideales políticos. En pocas palabras, las democracias directas o participativas que buscan
eventualmente reemplazar la política representativa se sienten incómodas con las demandas
del electoralismo, creando dilemas para los actores involucrados, quienes deben navegar estas
tensiones mientras se enfrentan a una serie de problemas cotidianos apremiantes. Sin embargo,
si bien existe un fuerte argumento de que los grupos que aspiran a buscar formas más radicales
de democracia deberían buscar una mayor autonomía de los partidos políticos (Paley, 2008b),
en situaciones en las que el estado monopoliza los recursos, hay un caso igualmente persuasivo
que históricamente excluyó a las comunidades. deberían hacer tales alianzas contingentes
para acceder a los recursos materiales y simbólicos que tanto se necesitan.

Si Wolfgang Streeck (2014) tiene razón al afirmar que la crisis actual del capitalismo
democrático no es cíclica sino secular: 'un proceso continuo de decadencia gradual, prolongada
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Wilde 61

pero aparentemente aún más inexorable” (2014: 38), entonces es probable que los movimientos
extraparlamentarios que han surgido desde 2008 en Europa y América del Norte se enfrenten a
dilemas similares si deciden formar coaliciones con una izquierda electoral reemergente. Dado
que la democracia, en todas sus formas normativas y vernáculas, parece destinada a ser un
campo de batalla central en las luchas sobre la forma del futuro, una mayor atención crítica a la
relación entre lo político y lo temporal puede ser esencial para nuestra comprensión de las
posibilidades. que yacen ante nosotros.

Agradecimientos En
primer lugar, tengo una gran deuda de gratitud con los participantes en el proyecto comunal,
cuya calidez y apertura hicieron posible este artículo y me enseñaron mucho además. También
estoy en deuda con quienes ofrecieron sus comentarios sobre las versiones anteriores del
artículo, en particular Anna Tuckett, Mukulika Banerjee, Sian Lazar y los participantes en el
seminario de investigación de la LSE sobre teoría antropológica. Finalmente, me gustaría
agradecer a los revisores anónimos de Critique of Anthropology, cuyos comentarios ayudaron a
refinar mi análisis y argumento.

Declaración de conflicto de intereses El(los)


autor(es) declararon no tener ningún conflicto de interés potencial con respecto a la investigación,
autoría y/o publicación de este artículo.

Financiamiento Los autores informaron haber recibido el siguiente apoyo financiero para la
investigación, autoría y/o publicación de este artículo: La investigación para este artículo se llevó
a cabo gracias a una beca 1 + 3 del Consejo de Investigación Económica y Social (ESRC) y una
beca de la Society for Latin American Studies (SLAS).

notas
1. Aunque el término barrio significa 'vecindario', en Venezuela la palabra se usa para referirse a las comunidades
autoconstruidas de bajos ingresos que comprenden gran parte de las ciudades del país.

2. Los registros oficiales citan 277 muertes, pero las estimaciones no oficiales, y lo que se sostiene en la opinión pública
memoria – van hasta los miles (Coronil y Skurski, 1991: 311).
3. Ver Wilde (2016) para un análisis más detallado de los CC.
4. El centro de estos planes fue el desarrollo propuesto de 'empresas socialmente productivas' (empresas de produccion
social, EPS), que fueron diseñadas para dar a los territorios comunales la capacidad de emplear a la población local
y generar recursos económicos dentro de sus propias comunidades ( An˜ez et al., 2011; Purcell, 2013).

5. Aparte de las figuras políticas de alto perfil, todos los nombres de comunidades e individuos en este artículo han sido
cambiados.
6. Aunque las divisiones en líneas de clase habían existido durante mucho tiempo en Venezuela, estas se politizaron
notablemente más en la era de Chávez, y el país se volvió altamente polarizado en tiempos de elecciones en
particular. Si bien existe el peligro de simplificar demasiado las afiliaciones políticas de las personas, en general, es
más probable que los venezolanos de clase media apoyen la política.
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62 Crítica de la Antropología 37(1)

oposición, mientras que es más probable que los ciudadanos más pobres apoyen al gobierno (ver Ellner y Hellinger,
2003; Spanakos, 2008).
7. Estas comunidades eran las que aún no se habían adherido a la propuesta o las que estaban
todavía en las primeras etapas de establecer sus propios CC.
8. Harry Walker (2012), por ejemplo, sugiere que en la Amazonía, las decisiones que pueden parecer tomadas por
consenso en realidad se construyen a través de alianzas encubiertas cultivadas durante largos períodos de tiempo.
El 'consenso' que se exhibe en las reuniones públicas, sugiere, es a menudo un espectáculo público diseñado para
asegurar la armonía social en lugar de un proceso genuino de toma de decisiones. Mientras tanto, en el estudio de
Rasza y Kurnik (2012) sobre Occupy en Eslovenia, los participantes favorecieron los talleres autónomos a pequeña
escala frente al consenso mayoritario a gran escala precisamente debido a estos problemas.

9. Schiller argumenta que los participantes de base en la Revolución Bolivariana entienden el estado chavista como
'procesual', es decir, 'como un conjunto difuso y en desarrollo de ideas, prácticas, individuos y representaciones que
tiene el potencial de mejorar las vidas de los pobres y ampliar su acceso a una participación significativa en la
producción de medios y en la política más amplia' (2013: 541).

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Biografía del autor


Matt Wilde es investigador posdoctoral en el Departamento de Antropología de la Escuela de
Economía y Ciencias Políticas de Londres. Sus intereses de investigación abarcan la política
popular e igualitaria, el estado, la ética y la moral, los entornos urbanos y la economía política.

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