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800000 8S0 "yl EL AFAN POR LA “PUREZA” Un fenémeno primario de aquellos movi ‘mientos que preparan el “arte moderno” y que, por asi decirlo, forman su substrata, es elafin del arte y de todas sus manifestacio- nes de legar a ser completamente “puros” Pero pureza no significa en &—como inme- diatamente se indicaré—otra cosa que la li- beracién de elementos o componentes de to- das las demas artes, Se trata, por tanto, de uun concepto negativo, francamente quimico, ccaya caracteristica hay que determinar. En vez de “pura” se puede decir también autér- quico, auténomo, aun cuando este iltimo concepto se aparta del de pureza, como asi- mismo se indicard. Esta tendencia tal vez se podria calificar de la mejor manera con la expresién de “absoluta”, pues en ella resue- nan dos significaciones fundamentales de 38 a reclecin ds ate modem este afin por la pureza: lo incondicional y al liberarse. Lo que este afin por la pureza significa enel fondo constituye después la segunda pregunta. Para fa primera basta, por ahora, que de este presupuesto “afin por la pare- za” se pueda deducir y hacer patente un asombroso niimero de fenémenos completa- mente diferentes en el campo del “arte mo- demo”. TL. La angurrecrurs “puna” Donde primero se ha manifestado este fan por la pureza ha sido en le arquitectu- ra, Ya en visperas de Ja Revolucidn fran- cesa, entre 1770 y 1780, se muestra con toda firmeza en los arquitectos de dicha Re- volucién, Pero no se utilizan entonces los nuevos materiales de construcciémn; el hiro, el acero y el cristal aparecen por primera vez como materiales de construccién en el si- glo xX y precisamente en obras que no eran propiamente de arquitectura: en las “casas de cristal” de los parques ingleses y jardi- nes botinicos; después, desde 1850, en los Ey ©0000 0600S S9G0OOO90SO8O8S00800900 Hane Seatnaye “palacios de cristal” da las exposiciones uni versales, El cemento y el cemento arma~ do aparecen primeramente en la transicioa del siglo xx al xe Con el Imperio queda arrinconada Ia ar- dquitectara pura y Ia tendencia sigue bajo te- ra hasta [a segunda Revolucién, a princi pias del siglo actual. Poco después del afio 1900 vuelve a mostearse por segunda vez. El grado que se habia alcanzado antes de 1789 es conseguido nuevamente en aquélla con wn nuevo curso (comparese las figuras 7 11), eurso que pronto es recorrido y aban- dlonado Supuesto este aft por la pureza, es facil deducir de él logicamente el aspecto que adogta y tiene que adoptar la arguitectura “aqténoma”. ara llegar a ser “pura”, “auténoma”, la arquitecuura tiene que eliminar de si todos Jos elementos de las dems artes con los que habia estado tan ligada hasta fines dtl Ba- rroco y del Rococd (y atin después de ellos), a saber, primero: lo escénico, pictrico, plis- tico y ornamental; segundo: lo simbélico,ale- * a Kaurians, Yow Ledous bie Le Corbusier 18 0 a revolt det ate modes gorico y representativo, y, en tereer lugar, el elemento antropomorfo. En realidad tenia que eliminar, en cuarto lugar, ef elemento “objetivo”, pero éste constituye en la arqu ‘téetura —como se sabe— el fin, fa funcién, Solo una arquitectura sin finalidad, no liga- daa su funcidn, seria completamente “pura”, arquitectura por la arquilectura. Este tlti- mo paso no fo puede dar la construccién por razones evidentes. Pero se aprosima a él cuando e objeto no es tomado en serio, sino ‘que se le toma come pretexte para poner en practica ideas “puramente arquitectOnieas”, Y¥ de esto hay suficientes ejemplos. La eliminacién de lo pietérico on la arqui teetura, Pictérico Ilamamos a los elementos cuya figura resultara inexplicable, falta de senti- do, a la imaginacion que atentamente los observa; que mas bien slo en la impresion éptica se transforman en una forma con sen- © inteligible. Pictérico es un capitel que, mediante muescas o incisiones, adquiere una figura—una forma aparente o de efecto—, gue dl, “objetivamente”, no pose. Pictorico a Hons Secimage es tener en cuenta en el cilealo artistico el fluctuante transito de luces y sombras en las superficies arquitecténicas. De elementos pic- tbrico-escénicos se trata cuando en el dbside de una iglesia barroca se asocian a verda- dderas columnas otras pintadas en le pared formando una columnata. Pero estos ele- rmentos pictéricas no los soporta la arquitec- ‘tra auténoma y, en el fondo, la eliminacién de lo pictérico exige también una renuncia- cién al color. EI ideal seria edificios comple- tamente blancos, Esta climinacién de los elementos pictéri- cos en la arquitectura ya ha tenido lugar en épocas anteriores. Por lo tanto, historica- mente considerada, no constituye dicha eli minacién ningrin paso decisivo. La eliosinacién de lo pldstico en la arquitec- tura, Muerte del ornamento. De mucha mas trascendencia es la elimi- nacién de los elementos plésticos que se de- duce del afin por una arquitectura “pura”, pues donde se ha realizado de una manera consecuente ha significado el corte eon mile- nios de antigua tradi 2 La reoclecin del ate moderna Si la arquitectura de la Revoluciin sdlo Ihubiera prescindido de aquel moldeado plés- tico de la construccién arquitestinica, que tan importante habia sido para el barroco, semejante corte no hhubiera sido tan decisi- vo, pero llega mucho més a fondo. Es bien sabido que plastica y arquitectu- ra, desde las primeras culturas superiores, se hallan en todo el mundo en el mas estre- cho contacto. Muchas de sus formas han lle- gado a surgir de una misma raiz comiin: del ‘menkir se deriva tanto la figura monumen- tal aislada como el obelisco arquitecténico, y tal vez. también la columna, (En lengua ‘elta menthir significa culto prehistérico a la piedra) (Die Red) La verdadera columna—uno de los mas sgrandiosos descubrimientos del espiritu hu- mano—es una creacién tanto arquitecténica como plastica. Tecténico es su verticalidad, el plinto sobre el que esta en pie y el enta- blamento, Pero en ello no se trata—como la incomprensién racionalista-funcional del si- glo x1x queria sostener como verdadero— de mero simbolo de su funcién material de eargar y soportar, sino que desde un prin- cipio se trata de una elevada forma de dig- 43 y 4 > ' » Hans Sedinaye nidad _y de un auténtico simbolo de una actitud espiritual universal, de la misma ver- lad que cleva al hombre por encima de, la bestia (W. Mrazec). En fa gran liquida-* cién de simbolos y dignidades del siglo xx es cuando ha sido desvalorizada y materia. listamente incomprendida Un pilar cuadrangular leva a cabo las rismas funciones tecténicas que una colum- na—obra del esprita griego—y constituye la ids sublime asociacion de valores tecténi- 0s y plésticos, de cuerpo y espiritu, de lo- 0s y mito, Precisamente por esta unién se halla en profunda relacion con la esfera de lo huma- rio, Que sus proporciones ideales se refieran 4& las proporciones del cuerpo umano, que en lugar de columnas puedan aparecer cucr- pos de hombres, constituyen elementos pal- pables de su esencial humanidad. En el im- bito de lo plstico, ésta participa mediante la reduccién y easanchamiento de su fuste, y por la configuracién plistica de su base, fus- te y capital. Hasta fines del sigio xvrn, casi toda la ar~ quitectura superior se basa en la columna o en formas que com cllas tienen wna relacién a“ a codeine arte modem de derivacién, tales tomo la pilastra 0 el pilar circular con capitel, asi como los Il mados “servidores” le Ia arquitectura me- dieval. Por esta razon constituye un aconteci iniento de verdadera trascendencia secular ef que la arquitestura revolucionaria diga adiés 2 la columna. En su lugar aparece el pilar euadrangular “puramente” arquitect6- nico, que renuncia al capitel y que pronto adopta formas que pudieran revolverlo todo sin que se notara, Donde todavia se ha man fenido a la colwmna, sus miembros se han estilizado adoptando el aspecto de elementa- les figuras geométricas El corte con ol pasado ya tuvo lugar en visperas de la Revoluciin francesa, term nandose definitivamente a principios de nues- tro siglo, Para ello ya se han citada las ra- ones qite podriamos Tamar decisivas: el material de construccion a base del hierro y del hormiga se opone a la columna. {Como si el marmol y el ladrillo aspiraran a susti- tuir a la columna! Si el cambio de material hhubiera sido lo decisivo, entonces tendria que haber desaparecido la columna, cuando se asd de la construccién en madera @ la cons- 6

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