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I'AXIMAS
IIKGOIMA
- 1UPOLÉCV
R . C
i
MÁXIMAS DE GUERRA.
BEPÚBLICA MEXICANA.
B i b l i o t e c a de l a S e c r e t a r l a de G a e r r a y M a r i n a .
SERIE SEGUNDA.
MAXIMAS DE GUERRA
DE
NAPOLEON I.
E X T R A I D A S DE SUS MEMORIAS.
ro* EL C O R O N E L
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Do Tacubaya.
G E N E R A L E S DEL P O R V E N I R :
155794
VI vn
cipio de asimilación desechando toda preo-
p u e d e darnos, es m u y limitada; debemos
cupación de originalidad. Los romanos que
aprovechar la de los hombres ilustres que
á tun alto punto de perfección supieron
nos han precedido.
ensalzar el arte, sobresalieron en el tino
L a s máximas que teneis á la vista, se
de imitar y apropiarse lo más ventajoso de
han escrito teniendo palpitante aún el re-
sus enemigos. Así las derrotas eran para
cuerdo de las batallas, la gloria de los
ellos f u e n t e s de enseñanza y de mejora.
triunfos y el abatimiento de las derrotas.
Los elefantes de Pirro, no les sorprendie-
Son cuadros tomados del natural, sobre los
ron más que una vez. E n cuanto conocie-
campos de batalla, y no pálidos bosquejos
ron la espada española, abandonaron la
inspirados en la soledad del gabinete.
suya. Ln táctica de Aníbal, inspiró la de
E s t a obra es, en fin, un resúmen del ge-
Fabio. Ellos buscaban jinetes númidas,
nio do los más distinguidos capitanes, y el
arqueros cretenses, honderos baleares, ma-
f r u t o de la experiencia ofrecido por las
rinos rodios; donde había una institución,
generaciones que pasaron.
u n a superioridad, era buscada, examinada
y puesta en práctica. Ningún otro pue- RAFAEL ECHENIQUE.
blo preparó la guerra con mayor pruden- México, Agosto l.o da 1870.
cia, ni la hizo con mayor audacia y for-
tuna."
Así pues, nunca debemos perder de vis-
t a los modelos que se nos presentan: La
experiencia que, nuestra vida transitoria
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fobtoítMft í-J y . piífti^íBWJÓ RÜI
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II.
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f y. ií.^l'ffa
a
XVIII.
No hacer lo que el enemigo quiere que
uno haga, es u n a m á x i m a ele guerra per- Un general mediano que ocupa una ma-
fectamente comprobada, y no debe de ha- la posicion, buscará su salvación en la re-
cerse por la razón única de: q u e él quiere tirada, si lo sorprende un ejercito superior;
que se haga; así pues, debe evitarse el pero un gran capitan se sostendrá con va-
campo (le batalla que él ha reconocido y lor y marchará al encuentro del enemigo.
estudiado. Con mayores razones debe de Por medio de ese movimiento desconcierta
evitarse el campo que lia fortificado y en á su adversario, y si éste demuestra vaci-
el que se ha retrincherado. Una conse- lación en su marcha, un general hábil,
cuencia de este principio es la de no ata- aprovechando este momento de indecisión,
car j a m a s de f r e n t e u n a posicion que pue- puede aún esperar la victoria 6 á lo ménos
de voltearse. ganar el dia maniobrando, y en la noche
puede retrinclieraree y r e p l e g a r é sobre
una posicion más ventajosa. Conduciéndo-
XVII.
se de este modo conservará el honor de las
armas, esta parte t a n importante de la
E n u n a guerra de marchas y de manio-
fuerza de un ejército.
bras, para eludir u n a b a t a l l a contra un
ejército superior, es necesario retrincherar-
se todas las noches y colocarse siempre
ventajosamente p a r a defenderse. L a s po- XIX.
siciones naturales que se encuentran de
ordinario, no bastan para que un ejército L a transición del órden defensivo al ór-
pueda ponerse & cubierto de la superiori- den ofensivo, es una de las operaciones
dad de otro más numeroso, sin los auxilios m á s delicadas de la guerra.
del arte.
eion. Con este fin es preciso q u e todas las
XX. máquinas de tiro estén en juego y coloca-
las de un modo conveniente; hay que ele-
Nunca debe uno abandonar su línea de
operaciones; pero es u n a de las maniobras
m á s hábiles del arte de la guerra, el saber-
Í
gir una posición que no esté dominada y
10 pueda ser volteada, y, t a n t o como sea
posible, es necesario que domine y envuel-
la cambiar cuando las circunstancias lo va las posiciones que le rodean.
autorizan. Un ejército que cambia hábil-
m e n t e su línea de operaciones engaña al
XXIII.
enemigo, que no sabe ya cuál es su reta-
guardia ni cuáles los puntos débiles sobre
Cuando se ocupa u n a posicion que el
los que puede amenazarlo.
enemigo amenaza envolver, hay que reu-
nir con presteza las f u e r z a s y amenazarlo
XXI. con un movimiento ofensivo. Por este me-
dio se le impide que abandone sus puestos
C u a n d o un ejército lleva á su retaguar- y venga á inquietar los flancos, en el caso
dia un t r e n de sitio, 6 grandes convoyes de que uno quiera retirarse.
de heridos y de enfermos, es indispensable
que tome los caminos más cortos para acer-
XXIY.
carse á sus depósitos lo más pronto que
sea posible.
Una m á x i m a de guerra que no debe de
olvidarse jamas, es q u e se deben de reunir
XXII. los acantonamientos sobre el p u n t o n ás
lejano y que esté más á cubierto del ene-
E l arto de establecer un campo sobre
migo, sobre todo cuando éste aparece de
uati posición, no es más que el a r t e de to-
improviso. D e este m o d o se tendrá tierna
m a r uua línea de batalla 6obrc esta posi-
po de reunir todo el ejército ántes de que l u m n a s b a s t a n t e á retaguardia para que el
el enemigo pueda atacar. enemigo no pueda anticipársele; porque
sería lo más enfadoso que pudiera suceder,
que las columnas fueran atacadas aislada-
XXV.
mente ántes de su reunión.
Cuando dos ejércitos están en b a t a l l a y
que uno de ello., debo verificar su retirada
XXVIII.
sobre un punto, mientras que el otro pue-
do situarse hácia todos los de la circunfe-
rencia, éste posee inmensas ventajas. E n - No debe establecerse n i n g ú n destaca-
tónces es cuando un general debe de ser mento la víspera de u n a batalla, porque
audaz, descargar grandes golpes y manio- en la noche puede cambiar el estado de las
brar sobro los flancos de bu enemigo; la cosas, sea por los movimientos de retirada
victoria será suya. del enemigo ó por la llegada de grandes
refuerzos que lo pongan en a p t i t u d de to-
mar la ofensiva, resultando entónces fu-
XXVI. nestas las prematuras disposiciones que Ee
hayan tomado.
Hacer que los Cuerpos obren separada-
m e n t e sin tener entro ellos comunicación
alguna y estando e n f r e n t e de un ejército XXIX.
concentrado y con fáciles comunicaciones,
es proceder contra los verdaderos principios. Cuando ee quiere dar u n a batalla, es re-
gla general la de reunir todas las f u e r z a !
sin omitir ninguna de ellas. Algunas ve-
XXVII. ces un batallón t a n solo decide el éxito d e
u n a jornadá.
Cuando uno ha sido desalojado de su pri-
mera posicion, debe reconcentrar sus co-
E s necesario que las tropas de vanguardia
sean escogidas y que los generales, oficia-
N a d a es más temerario 7 opuesto á los les y soldados, conozcan bien su táctica,
principios de la guerra, que el hacer u n a
cada uno segnn las necesidades de su gra-
marcha de flanco al f r e n t e de un ejército
do; sin estas condiciones la tropa solo sería
en posiciou, sobre todo cuando este ejérci-
un objeto de estorbo en la vanguardia.
to ocupa alturas á cuyo pié debe desfilarse.
XXXIII.
XXXI.
Hacer entrar sus parques y artillería pe-
Procuraos todas las probabilidades de sada en un desfiladero de cuya salida no es
t r i u n f o cuando proyectéis dar una K r a n uno dueño, es contrario á los usos de la
batalla, sobre todo si teneis ul frente u n guerra; en caso de retirada embarazan y
gran cap.tan; porque si sois batido, aun- se pierden. Deben dejarse en posicion ba-
que estéis en el centro de vuestros alma- jo la custodia de una escolta competente,
cenes cerca de vuestras plazas. ¡Ay del hasta apoderarse de la boca del desfiladero.
vencido!
XXXIV.
XXXII.
H a y que observar como principio, el do
E l deber de la vanguardia no consiste
n avft no dejar j a m a s entre los diverso« Cuerpos
f " 7 ? r 6 e n retroceder, sino en manio-
que forman la línea de batalla, intervalos
brar. Debe ser f o r m a d a de caballería libe-
por los cuales pueda pasar el enemigo, si-
ra, sostenida por una reserva de caballería
no en el caso de que se le quiera atraer á
de línea y de batallones de infantería que
u n a celada.
tengan también baterías para su sosten
XXXV. XXXVII.
w
tería su seguridad, pueda un ejército colo- XLI.
carse y reunirse cutre la plaza y el puente. , -t ; * J f ' J j t' '. 3
Un ejército que se retira hácia Maguncia, Solo hay dos medios para asegurar el
estando perseguido, está forzosamente com- sitio de una plaza: el uno es comenzar por
prometido, supuesto q u e necesita más de derrotar al ejército enemigo encargado de
un dia para pasar el p u e n t e y que el re- cubrirla, alejarlo del campo de operaciones
ciuto de Cassel es demasiado pequeño para y arrojar los restos á la parte opuesta de
que un ejército pueda alojarse sin estar algún obstáculo n a t u r a l , tales como mon-
embarazado. H u b i e r a sido necesario d e j a r tañas 6 algur» gran rio; vencido este pri-
doscientas toesas entre la plaza y el R h i n . m e r obstáculo hay que colocar un ejército
E s esencial que las cabezas de p u e n t e de- de observación detrás de ese obstáculo na-
lante de los grandes ríos sean trazadas con- tural, h a s t a que los trabajos de sitio estén
forme á este principio; de otro modo serán terminados y tomada la plaza. Pero si se
de poca utilidad para proteger el paso de quiere tomar la plaza delante de un ejér-
un ejército en retirada. L a s cabezas de los cito que la apoya sin aventurar una bata-
puentes del modo que se enseñan en las lla, hay que estar provisto de un tren de
escuelas, solo sirven para los rios pequeños sitio, tener víveres y municiones para el
cuyo desfiladero es breve. tiempo que se j u z g u e que pueda durar el
sitio y formar sus líneas de contravalacion,
ayudándose de algunas localidades, tales
XL. como alturas, bosques, pantanos, inunda-
ciones, etc. IS'o teniendo entónces necesi-
T a n titiles son las plazas f u e r t e s p a r a
dad de mantener ningunas comunicaciones
la guerra ofensiva como para la defensiva.
con las plazas de depósito, no hay necesi-
E s indudable que solas 110 pueden detener dad de contener al ejército auxiliar; en ese
al'enemigo; pero son u n medio excelente caso, se forma un ejército de observación
para retardar, estorbar, debilitar é inquie- que no lo pierda de vista, y que intercep-
t a r & un enemigo victorioso.
«
H
tándole el camino de la plaza, tiene siem-
XLII.
pre el tiempo suficiente para llegar sobre
6us flancos 6 á su retaguardia, si lo oculta- Feuquiéres ha dicho: q u e nunca debe
ra u n a marcha. Aprovechando las líneas esperarse al enemigo entre las líneas de
de contravalacion, puede emplearse u n a circunvalación, y que uno debe salir para
parte del ejército sitiador para librar una atacarlo. E s t á en u n error, en la guerra
batalla al ejército auxiliar. Así pues, para nada puede ser absoluto y no puede pros-
sitiar u n a plaza al f r e n t e de un ejército cribirse el medio de esperar á su enemigo
enemigo, hay que cubrir el sitio por medio en las líneas de circunvalación.
de líneas de circunvalación. Si el ejército •' HOi'-iHiaJ 'iMit-Vill «"'! b i/!í»ltjífl9 í I »
es b a s t a n t e f u e r t e para que, despues de ®b ¡íi _ o s ub i iü:) k üb.'- :>oh) el i . a
haber dejado frente á la plaza un Cuerpo, XLIII.
cuadruplo de la guarnición, sea áun tan
numeroso como el ejército auxiliar, puedo Los que proscriben las líneas de circun-
entónces alejarse más de una jornada; pe- valación y todos los socorros q u e puede
ro si es inferior, entónces se colocará A po- proporcionar el arte del ingeniero, se pri-
ca distancia del sitio, con el fin de poder van g r a t u i t a m e n t e de u n a fuerza y de un
replegarse sobre las líneas, 6 bien con el medio auxiliar que j a m a s son nocivos, sien-
de q u e pueda ser socorrido, en caso de ata- do útiles casi siempre y con frecuencia in-
que. Si los dos ejércitos, el de sitio y el de dispensables. Sin embargo, los principios
observación, juntos, solo son iguales al de la fortificación de c a m p a ñ a necesitan
auxiliar, el sitiador debe permanecer uni- ser mejorados. N i n g ú n progreso ha hecho
do entre las líneas ó cerca de ellas, y ocu- esta parte tan importante del a r t e de la
parse d e j o s trabajos de sitio para impeler- guerra desde el tiempo de los antiguos;
los con toda la actividad que sea posible. hoy es, tal vez, inferior á lo que era hace
dos mil años. E s , pues, necesario alentar
á los oficiales del Cuerpo de ingenieros, á
M.—3.
que perfeccionen este ramo de su arte y á
nunca; pero, en la última extremidad, de-
levantarlo á la altúra de los otros. be hacer saltar las fortificaciones y apro-
fjtí'Á- i.'.-AÜit VüO* :< -V-' U9r4 vecharse de la oscuridad para abrirse paso
XL1V. entre el ejército sitiador. E n el caso en
.. . r l w i '. - m i o que no sea posible hacer saltar las fortifi-
No permitiendo las circunstancias dejar caciones, se puede salir siempre con la
una guarnición suficiente para defender guarnición y salvar á los hombres. Los je-
una ciudad de guerra, en la que se tenga fes que han adoptado este medio se han
u n hospital y almacenes, por lo ménos de- incorporado á su ejército con las tres cuar-
ben emplearse los medios posibles para po- t a s partes de la guarnición.
ner la ciudadela á cubierto de u n golpe de
mano. • w a u ofj l o m i z o «fft *au oIibIj oflp
XLVI.
XLV. . f i m w n *au u a o k f t oop vari w M a f t «t>I í»b
Las llaves de una plaza de guerra bien
Una plaza de guerra sólo puede prote- valen la libertad de su guarnición, cuando
ger una guarnición y detener al enemigo ésta está resuelta i no salir sino libre; asi
durante un tiempo determinado; trascurri- es siempre más ventajoso acordar una ca-
do éste y destruidas las defensas de la pla- pitulación honrosa á una guarnición que
za, la guarnición rendirá las armas. Todos lia manifestado una vigorosa resistencia,
los pueblos civilizados han estado confor- que correr la suerte de u n asalto.
mes en este punto y nunca ha habido dis- í t :o*!:rqmi v -J>í->iq v d É M ¡ k o . f l f e m
cusión más que sobre la defensa más ó mé- XLV1I. Bftni
nos larga que un gobernador debe hacer ——— — i » t
ántes de capitular. Sin embargo, hay ge- La infantería, la caballería y la artille-
nerales, Villars es d e este número, que ría no pueden pasarse la una sin la otra-
creen que u n general no debe rendirse así es que deben estar acantonadas de mc¿
do que, e n caso de sorpresa, puedan auxi-
liarse m u t u a m e n t e . L.
ciones que son, inevitablemente, inheren- pable; pues debe hacer presentes los moti-
tes al arte de la guerra. Un conquistador vos que tenga, insistir e n que el plan so
debe saber emplear a l t e r n a t i v a m e n t e la cambie, y por último, dar su dimisión án-
severidad, la justicia y la dulzura, sea pa- tes que ser i n s t r u m e n t o de la r u i n a de su
ra calmar las sediciones, sea para evitarlas. ejército. E s culpable, igualmente, todo ge-
neral en j e f e que en cumplimiento de ór-
LXXI. denes superiores, da u n a batalla teniendo
' : .• • p certeza de que la perderá. E n este último
Nada puede excusar á u n general que caso debe negar su obediencia; pues u n a
aprovecha los conocimientos adquiridos en órden militar no exige u n a obediencia pa-
el servicio de su patria para combatirla y siva más que en el caso de que sea dada
entregar sus baluartes á las naciones ex- por un superior que se e n c u e n t r a presente
tranjeras. E s e crimen está reprobado por en el teatro de la guerra en el momento
los principios de la religión, de la moral y que la da. Teniendo así conocimiento del
del honor. estado que guarden las cosas, puede escu-
-floo 7tu; on ni»»';-:! "»;\m:n* mu o b « n i v r w char las objeciones y dar las explicaciones
LXXII. necesarias al que debe ejecutar la órden.
Más ¿si un general en j e f e recibe u n a ór-
Un general en j e f e no está á cubierto de den terminante de su soberano para q u e
las faltas que cometa en la guerra, ocasio- dé una batalla, con el mandato de ceder
nadas por órdenes que reciba de su sobera- la victoria á su adversario y de dejarse ba-
no ó del Ministro, cuando el que las da se tir, debe obedecer? No. Si el general com-
encuentra léjos del c a m p o de operaciones prendiera la utilidad de t a n singular ór-
y que conoce mal ó ignora los últimos acon- den, debería ejecutarla; pero si no la com-
tecimientos. De donde resulta: que todo prende, debe negarse á obedecer.
general en j e f e que se encarga de la ejecu- •' DI VFCL) 'JRIIJIÜJ .í¡i)Í¡i'JUíi¡•H'ílúOi! t .01) yilBiJ
ción de u n plan que le parece malo, es cul- -uv.' uoa i»id8ft#M| ,fc9üífb"u> uií ob aohiboq
LXXIII. cillez los movimientos más complicados de
un ejército; he aquí lo que debe distinguir
L a primera cualidad de u n general en al oficial llamado al servicio de j e f e de Es-
jefe, es la serenidad, que se forme una jus- tado Mayor.
t a idea de los objetos, no dejándose alusi-
i W U D n V s Oír >i•'' tífí 1,1 H f i l O f ' J ; . ' ? ' . ¡¡ . i ,
nar por las buenas 6 malas noticias que
adquiera: las sensaciones que recibe suce- LXXV.
siva 6 simultáneamente en el curso del dia,
deben clasificarse en su memoria de modo Un general de artillería debe conocer el
que sólo ocupen el lugar que merecen ocu- conjunto do las operaciones del ejército,
par; porque la razón y el juicio son el re- puesto que está obligado á proveer de ar-
sultado de la comparación de varias sensa- mas y municiones á las diferentes divisio-
ciones tomadas con igual consideración. nes de que está compuesto. Su correspon-
H a y hombres que, por su constitución fí- dencia con los comandantes de artillería,
sica y moral, se forman en cuadro con ca- que están en los puestos avanzados, debe'
da cosa. Sea cual fuere su saber, su espí- ponerlo al corriente de todos los movimien-
ritu, su valor, y ademas sean cuales fueren tos del ejército, y la dirección de su par-
sus buenas cualidades, la naturaleza no que general debe depender de esas noticias.
los ha destinado para el mando de los ejér-
citos y la dirección de las grandes opera- - 4 I ... 1 r v- r
.aenduiuií aoL
Al formar una colección de las máximas
de guerra que lian dirigido las, operaciones
militares del-primero de los capitanes de
los tiempos modernos, he tenido por obje-
to el ser útil á los jóvenes oficiales que de-
sean aprender él a r t e de la guerra, medi-
tando sobre las numerosas campañas de
Gustavo Adolfo,. Tur«-na, Federico y Na-
poleón. L a s mismas m á x i m a s han dirigi-
do á todos esos grandes hombres; es pues,
aplicándolas á la l e c t m a de sus campañas,
que los militares p M - á n reconocer la sa-
biduría que . encierran, y despues, aprove-
chadlas, cada cual según sus dotes parti-
culares. ,
Al notar lo í n c o m p l ú o de esta coleccion,
procuré s u p l i r á lo q u e faltaba, hojeando
en las "Memorias de Montecuculli" y en
la "Instrucción de Federico á sus gene-
rales." NOTAS.
L a analogía de sus principios con los de
Napoleon me convenció d e que el a r t e de la
guerra es susceptible d e considerarse bajo I.
dos puntos de vista: el u n o descansa ente-
ramente sobre los conocimientos y el genio Los Estados tienen por fronteras:
del general en jefe; y el otro sobre las par- grandes rios, cadenas de montañas ó de-
ticularidades de detalle. E l primero es siertos. De estos obstáculos que se opo-
idéntico para todos los tiempos, para to- nen d la marcha de los ejércitos, el más
dos los pueblos, cualquiera que sea el ar- difícil de vencer es el desierto, en segui-
mamento con que c o m b a t a n ; de donde re- da las montañas, y en último lugar, los
sulta que los mismos principios b a n guiado rios.
á los grandes capitanes d e todos los siglos:
la parte del detalle, a l contrario, está Parece q u e Napoleon, en su carrera mi-
bajo la influencia de los tiempos, del espí- litar, f u é llamado á sobreponerse á todas
ritu de los pueblos y de l a clase del arma- las dificultades que pueden presentarse en
mento. Para dar á conocer la exactitud de las guerras de invasión. E n E g i p t o atra-
esta observación, be buscado, también, he- vesó los desiertos, venció y destruyó á los
chos, en apoyo de e s t a s máximas, en las mamelucos tan renombrados por su des-
diferentes edades de la guerra, y poder de- treza y su valor; supo doblegar su genio á
mostrar así que n a d a es problemático en todos los peligros de esta lejana expedi-
el arte de la guerra; sino que, lo adverso ción, en u n país en el que todo era ageno
y lo feliz dependen casi siempre del grado á las necesidades de su ejército. P a r a con-
de genio y do los conocimientos adquiridos quistar la Italia, traspasó dos veces los Al-
por aquel que la dirige. pes por los puntos más difíciles y en u n a
estación que multiplicaba más las dificul-
concebido con anterioridad, a u n q u e esté
tades. E n tres meses pasó los Pireneos y
apoyado en los verdaderos principios de la
dispersó cuatro ejércitos españoles. Por til-
guerra, está expuesto ti f r u s t r a r s e si tiene
timo, desde los bordes del R h i n hasta los
uno que luchar contra u n enemigo que,
del Boristeno ningún obstáculo natural
manteniéndose primeramente á la defensi-
pudo contener la rápida marcha de sus
va, concluye por tomar la ofensiva, impro-
ejércitos victoriosos.
visando hábiles maniobras. T a l f u é el
• v- •• u ü \ •• -, • A -....xA plan que el consejo áulióo trazó para la
II. campaña de 1796, mandada por el maris-
1
' • . I ' . 'V\ • • cal Vurmser. L a grande superioridad nu-
En un plan de campaña debe haberse mérica de su ejército le hacia esperar la
previsto todo aquello que el enemigo pue- completa destrucción del ejército francés,
de hacer, y el mismo plan debe contener al cual quería cortar toda retirada posible.
los medios para descubrirlo. Los planes E l mariscal apoyaba sus operaciones sobre
de campaña se modifican hasta lo infini- la actitud defensiva de su adversario, quien
to, *>#im las circunstancias y el genio colocado sobre la línea de Adige, tenía que
del jefe, la naturaleza de las tropas y la atender al sitio de M a n t u a , á la media y la
topografía del teatro de la guerra. baja Italia.
Vurmser, suponiendo al ejército francés
Algunas; veces se ve que un plan de
establecido alrededor de Mantua, formó su
campaña aventurado, tiene un éxito feliz ejército en tres Cuerpos que'aisladaníente
infringiendo todos los principios del arte se pusieron en marcha para reunirse en es-
de la guerra; pero ese éxito depende, en lo t a plaza. Mas habiendo Napoleon adivi-
general, de los caprichos de la fortuna ó nado los proyectos del general austríaco,
de las faltas que comete el enemigo, y so- penetró toda la ventaja que le proporcio-
bre estas eventualidades n i se puede ni se naba tomar la iniciativa sobre un ejército
debe contar jamas. Un plan de c a m p a ñ a dividido en tres Cuerpos, sin tener entre
ellos comunicación a l g u n a . Se apresuró,
pues, á levantar el sitio de M a n t u a , recon- III.
centró todos sus elementos y, por este me-
dio, se encontró en t o d a s partes superior Un ejército que marcha á conquistar
respecto al ejército imperial, cuyas divisio- un país tiene sus dos alas apoyadas, sea
nes separadas atacó y batió. Así f u é como en países neutrales ó en grandes obstá-
el mariscal Vurmser, q u e al principio sólo culos naturales, como son: rios, cadenas
pensó en aprovecharse de u n a victoria q u e de montañas, etc. Puede suceder que só-
le parecía indudable, se vió estrechado, lo una de sus alas esté apoyada ó que las
despues de diez dias de campaña, á llevar dos dejen de estarlo. En el primer caso
hácia el Tyrol los restos de su ejército, ha-
biendo perdida 25,000 hombres muertos ó Pero en todos estos casos es necesario, á
heridos, 15,000 prisioneros, 70 piezas de cada cinco ó seis dias de marcha, tener
artillería y 9 banderas. una plaza fuerte ó una posicion retrin-
Nada hay pues más difícil, q u e trazar cherada sobre la linca de operaciones.
de antemano á un general en j e f e la con-
E n las guerras de la E d a d Média fue-
ducta que debe observar en el curso de
ron completamente olvidados ó desconoci-
una campaña; porque, ademas de que el
dos esos principios del arte. Los Cruzados,
éxito depende con frecuencia de circuns-
en sus numerosas incursiones á Palestina,
tancias imprevistas, se sofocan las inspira-
parecía que sólo les guiaba el fin de com-
ciones del genio, haciendo obrar por con-
batir y vencer, á juzgar por el poco cuida-
cepciones agenas al j e f e de un ejército.
do que tenían en aprovecharse de la victo-
ria; así mismo se han visto innumerables
ejércitos ir á perecer á Syria, sin sacar más
provecho que el mayor ó menor número de
momentáneos triunfos, obtenidos ordina-
riamente por su superioridad numérica.
Cárlos X I I , también por olvido de esos
mismos principios, abandonando su línea Cuando se marcha á la conquista de
de operaciones y toda comunicación con lá iin país, con dos ó tres ejércitos, teniendo
Suecia, se arrojó en la (Jltrania, en donde cada uno su linca de operaciones hasta
perdió la mayor parte de su ejército por las- un punto jijo en que deben de reunirse,
fatigas de una campaña de invierno, en un está establecido, que la reunión de esos
país desierto y desprovisto de recursos.
diversos Cuerpos de ejército no debe efec-
Batido en Paltova, quedó reducido A tuarse jamas cerca del enemigo.
buscar refugio en T u r q u í a , a t r a v e s a n d o el
Nieper con-los restos de- su ejército, que E n la campaña de 1757, m a r c h a n d o F e -
no excedía ya de un millar d e hombres. derico á la conquista (le la Boliemia con
Gustavo Adolfo es el primero que enea- dos ejércitos, teniendo cada u n o su línea
minara la guerra á sus verdaderos princi- de operaciones, logró, sin embargo, reunir-
pios; sus operaciones en A l e m a n i a fueron los á la vista del D u q u e de Lorena, q u e
atrevidas, rápidas y bien organizadas; apro- guarnecía Praga con el ejército imperial;
vechó hábilmente sus v e n t a j a s para poner- pero este ejemplo no debe de seguirse. E l
se á cubierto de un reves, y su línea de
éxito de esta operacion dependió entera-
operaciones f u é establecida de m a n e r a que
mente de la^naecion del D u q u e de Lore-
prevenía todas las eventualidades para con
na, quien, con sesenta mil hombres no hi-
servar, sus comunicaciones con la Succia.
zo nada para impedir la reunión de dos
D e e s a s campañas cotóenzó u n a nueva ejércitos prusianos.
era para la Historia de la g u e r r a ;
' ".«-.'MI!.!!, 'A . / < ;,;9;ífl astiD" .mrfcft Y b<"-:;;íi» ú::* BVÍ aioaésn
Mitme.om r r f c y ^ v R á r * }• t f j i ^ j g -tofcf <9oif . K t í o j * ^ TMÁÍ ó i a m p ocóoL
«I> oi90JirrT T finíxtf>7f. Afir í s a u p o í ' w v m q ; 1 Sido« \ fflOid. fihoofcíf 9 0 p 7 f d ,091J
•aaBtto &Í&19&Í0 tnd)uuh¡ aooiráiamaoax
J o n t o a v a fcaferHMisqrr* m io<f &iB<>amh
V. Yl.
t
h na tawft .Otn^nf of> aárt§H 7 wcmta'e perfectamente expedita. Si estuviese u n o
las escoltas 6 atacar con pleno éxito á to- amenazado de ser volteado, debe anticipa-
do el ejército, cuando, por la misma natu- d a m e n t e tomar sus m e d i d a s para ocupar
raleza del terreno, se encuentra obligado u n a posicion más lejana, de modo que pue-
á marchar formado en columna m u y pro- dan aprovecharse los defectos que el órdeu
longada. de marcha puede ocasionar entre las divi-
siones del ejército enemigo, para i n t e n t a r
anmotn i rp w n l o a of,>naü'J .oboi otífoa algunos a t a q u e s sobre l a artillería 6 sobro
XXII. su8 bagajes.
.imens ob oitfioí [')
El arte de establecer un campo sobre
una posicion, no es más que el arte de to- XXIII.
mar una linea de batalla sobre esta posi-
cion. Con este fin, es preciso que todas Cuando se ocupa una posicion que el
¡as máquinas de tiro estén enjuego y co- enetnigo amenaza envolver, hay que reu-
locadas de un modo conveniente nir con presteza las fuerzas, y amena-
zarlo con un movimiento ofensivo....
Federico ha dicho que: para asegurarse
de si u n o ha establecido bien su campo, hay E s t a maniobra f u é l a q u e ejecutó el ge-
que ver si, al hacer un pequeño movimien- neral Desaix en 1798 cerca de R a s t a t .
to, p u e d e u n o forzar al enemigo á que ha- Con fuerzas inferiores, f u é atrevido, y so
ga uno grande, 6 si, despues de haberlo mantuvo en posicion todo el dia, no obs-
obligado á retroceder u n a jornada, puede t a n t e los vigorosos a t a q u e s del archiduquo
obligarlo d e nuevo á que retroceda. E n la Cárlos. Al anochecer, efectuó su retirada
guerra defensiva debe uno retrincherar su en órden, y tomó posiciones detrás.^
campo sobre el frente y sobre las alas do T a m b i é n por este m i s m o principio, el
la posicion que él ocupa, y observar que general Moreau, e n l a m i s m a campaña,
la comunicación hácia las espaldas esté
dió la batalla de B l b e r a q u e p a r a asegurar
su retirada por los desfiladeros de las Mon- XXIV.
tañas Negras. Pocos d i a s después dió tam-
bién la batalla de S c h l i e n g e n , por igual Una máxima de guerra que no debe
motivo. Colocado en u n a ventajosa posi- de olvidarse jamas, es: que se deben de
ción defensiva a m e n a z a b a al archiduque reunir los acantonamientos sobre el pun-
Cárlos con tomar n u e v a m e n t e la ofensiva, to más lejano y que esté más á cubierto
miéntras que sus t r e n e s pasaban el Rhin del enemigo, sobre todo cuando éste apa-
por el p u e n t e de H u r r i n g u e , y que toma- rece de improviso
ba las disposiciones necesarias para retro-
ceder él mismo á la o t r a p a r t e de ese rio. E n la campaña de 1645, por haber olvi-
Advertiré, sin embargo, que esas demos- dado este principio el mariscal T u r e n a ,
traciones defensivas d e b e n de hacerse há- perdió la batalla de Mariendal; pues si en
cia la tarde, con el fin d e no comprometer- lugar de haber reunido sus acantonamien-
se, empeñando t e m p r a n o u n combate que tos en E r b s t a u s e n h u b i e r a dgpignado co-
no podría uno sostener m u c h o tiempo con mo punto de reunión Mariendal, detras del
buen resultado; la noche y la incertidum- T a u b e r , se habría reunido su ejército mu-
bre del enemigo, d e s p u e s de u n a acción, cho ántes, y hubiera resultado que, en lu-
servirán para favorecer l a retirada, si se gar de que Merá h u b i e r a combatido contra
juzga necesaria. Más, p a r a cubrir ese mo- tres mil hombres solamente en E r b s t a u -
vimiento de un modo r n á s seguro, hay que sen, habría tenido que atacar á todo el
encender fuegos sobre t o d a la línea, con el ejército francés reunido en una posicion
fin de engañar al enemigo, é impedir que cubierta por un rio.
advierta ese m o v i m i e n t o retrógrado; por- De un modo indiscreto preguntaron al
que en las retiradas, es m u y ventajoso ga- Vizconde de T u r e n a , por qué había perdi-
nar u n a jornada al e n e m i g o . do la batalla de Mariendal: Por culpa mia,
respondió el mariscal; pero agregó, poco
\
103
„
se ha batido el hombre que no ha cometi-
do errores en la guerra. P a r a llegar á este fin, sería preciso cu-
brirse desde luego con buenos retrinchera-
. í l D ?u :•. i •. il i. j.Uy •
mientos, con el objeto de refrenar con fuer-
XXV.
zas inferiores los ataques del enemigo,
miéntras que los trenes del ejército pasa-
Cuando dos ejércitos están en batalla
ran el desfiladero; á medida que las tropas
y que uno de ellos debe verificar su reti-
llegaran & la otra márgen ocuparían las
rada sobre un punto, miéntras que el otro
posiciones que pudieran proteger el paso
puede retirarse hácia todos los de la cir-
de las de retaguardia, las que se encerra-
cunferencia, éste posee inmensas venta-
rían en u n a cabeza d e p u e n t e cuando el
jas
ejército hubiera evacuado el campo.
T a l f u é la posicion del ejército francés D u r a n t e las guerras de la revolución, se
en la famosa batalla de Leipsic que termi- hizo poco caso de loa retrincberamientos;
nó de u n a m a n e r a tan funesta para Na- por lo mismo se vieron grandes ejércitos
poleón, la campaña de 1813; porque el disputarse despues de un sólo revea y com-
combate de H a n a u no podía tener impor- prometida la suerte de una nación t a n só-
tancia, en la desesperada situación en que lo por la pérdida de u n a batalla.
el ejército francés se hallaba.
Me parece que en una situación seme- XXVI. y
j a n t e á la en que se encontraba el ejército Hacer que los Cuerpos obren separa-
francés, antes de la batalla de Leipsic, no da mente, sin tener entre ellos comunica-
debe un general contar ya con la ayuda ción alguna, y estando frente á un ejér-
que pueda prestarle la fortuna, al tomar cito concentrado y con fáciles comunica-
la ofensiva; pues, más bien debe procurar ciones, es proceder contra los verdaderos
asegurarse de todos los medios que le fa- principios.
vorezcan para facilitar su retirada.
Los austríacos perdieron la b a t a l l a de
104
: or campaña de 1800, cuyos brillantes y me-
Hohenlinden, por h a b e r olvidado ese prin- recidos triunfos colocaron á Moreau entre
cipio. El ejército imperial, á las órdenes los mejores generales de aquel siglo.
del archiduque J u a n , f u é dividido en cua-
tro columnas q u e se pusieron en marcha
XXVII.
en un bosque i n m e n s o para reunirse en el
llano de Anzing, e n donde debían sorpren-
der y atacar al e j é r c i t o francés; pero esos Cuando uno ha sido desalojado de su
Cuerpos, que no t e n í a n comunicación al- primer posicion, debe reconcentrar sus
guna entre ellos, se vieron precisados á columnas bastante ú retaguardia para
comprometerse a i s l a d a m e n t e , contra un que el enemigo no pueda anticipárseles...
enemigo q u e h a b í a tenido la precaución
de concentrar s u s m a s a s y que podía mo- Puede resultar u n a gran v e n t a j a al re-
verlas á su a r b i t r i o en u n terreno descono- concentrar las columnas sobre un punto
cido de antemano; y por esto, el ejército distante del campo de batalla, ó de la po-
austríaco, comprometido en los desfilade- siciou que uno ocupaba, y es: que el ene-
ros del bosque, con todos sus trenes, fué migo permanece incierto respecto de la
atacado por sus flancos y espaldas, y el ar- dirección que vais á tomar. Si él divide
chiduque debió sólo á la oscuridad de la sus fuerzas para sorprenderos, se expone á
noche, el haber r e u n i d o sus divisiones ba- que sus destacamentos sean batidos aisla-
tidas y dispersas. L o s trofeos de esta vic- damente. en caso de q u e lo hayais preten-
toria fueron i n m e n s o s para el ejército fran- dido, y de que vuestra reunión se haya
cés, pues hizo once mil prisioneros, quitó verificado con oportunidad para colocaros
cien piezas de a r t i l l e r í a , varias banderas entre sus columnas y dispersarlas una des-
y todos los trenes del enemigo. Los aus- pues de la otra.
tríacos dejaron c e r c a de siete mil muertos Por medio de una maniobra semejante,
sobre el campo d e b a t a l l a . el general Melas en la campaña de 1799
La batalla de H o h e n l i n d e n decidió la
en I t a l i a , ganó la batalla de Genola. El
general Ohampionnet, que mandaba el ejér- ciando debidamente la v e n t a j a q u e le pre-
cito francés, quería cortar las comunicacio- sentaba el entusiasmo de las tropas, anima-
nes del ejército austríaco con T u r i n , ha- das por un primer triunfo, lo atacó, ántes
ciendo obrar cuerpos que maniobraban de que hubiera podido reunir sus divisio-
a i s l a d a m e n t e para venir á atacarlo por las nes, y, por medio de hábiles maniobras, lo-
espaldas. Melas, que adivinó estos proyec- gró' separar los dos ejércitos combinados.
tos, ejecutó una marcha retrógada, por la Estos se retiraron en el mayor desórden,
que hizo creer á su adversario que estaba uno por el camino de Milán y el otro por el
en p l e n a retirada; sin embargo, ese movi- de T u r i n .
m i e n t o sólo era para concentrar las fuer-
zas en el punto de reunión de los diferen- XXVIII.
tes destacamentos del ejército francés, que
batió y dispersó el uno despues del otro No debe establecerse ningún destaca-
por su grande superioridad numérica. El mento la víspera de una batalla; porque,
r e s u l t a d o de esta maniobra, en la que el en la nochc, puede cambiar el estado de
general austríaco manifestó vigor, aplomo las rosas, sea pur los movimientos de re-
y golpe de ojo, bastó para asegurarle la tirada del enemigo, ó por la llegada de
pacifica posicion. grandes refuerzos que lo pongan en ap-
T a m b i é n por haber olvidado ese princi- titud de tomar la ofensiva, resultando en-
pio, el general Beauleo que mandaba el tónces, funestas las prematuras disposi-
ejército austro-sardo, en la campaña de ciones que se hayan tomado.
1796, perdió la batalla de Milésimo des-
pues de la de Mon teñóte. Su objeto al pre- E n 1796, el ejército de Sambra-y-Mosa,
tender reconcentrar sus distintos cuerpos mandado por el general J o u d a n , e f e c t u a b a
en Milésimo, era el de cubrir las calzadas u n a retirada, tanto más difícil c u a n t o que
de T u r i u y de Milán; pero Napoleon, apra- él habla perdido su l í n e a de comunicación;
sin embargo, viendo d i s e m i n a d a s las f u e r -
en I t a l i a , ganó la batalla de Genola. El
general Ohampionnet, que mandaba el ejér- ciando debidamente la v e n t a j a q u e le pre-
cito francés, quería cortar las comunicacio- sentaba el entusiasmo de las tropas, anima-
nes del ejército austríaco con T u r i n , ha- das por un primer triunfo, lo atacó, ántes
ciendo obrar cuerpos que maniobraban de que hubiera podido reunir sus divisio-
a i s l a d a m e n t e para venir á atacarlo por las nes, y, por medio de hábiles maniobras, lo-
espaldas. Melas, que adivinó estos proyec- gró' separar los dos ejércitos combinados.
tos, ejecutó una marcha retrógada, por la Estos se retiraron en el mayor desórden,
que hizo creer á su adversario que estaba uno por el camino de Milán y el otro por el
en p l e n a retirada; sin embargo, ese movi- de T u r i n .
m i e n t o sólo era para concentrar las fuer-
zas en el punto de reunión de los diferen- XXVIII.
tes destacamentos del ejército francés, que
batió y dispersó el uno despues del otro No debe establecerse ningún destaca-
por su grande superioridad numérica. El mento la víspera de una batalla; porque,
r e s u l t a d o de esta maniobra, en la que el en la noche, puede cambiar el estado de
general austríaco manifestó vigor, aplomo las cosas, sea pur los movimientos de re-
y golpe de ojo, bastó para asegurarle la tirada del enemigo, ó por la llegada de
pacifica posición. grandes refuerzos que lo pongan en ap-
T a m b i é n por haber olvidado ese princi- titud de tomar la ofensiva, resultando en-
pio, el general Beauleo que mandaba el tónces, funestas las prematuras disposi-
ejército austro-sardo, en la campaña de ciones que se hayan tomado.
1796, perdió la batalla de Milésimo des-
pues de la de Montenote. Su objeto al pre- E n 1796, el ejército de Sambra-y-Mosa,
tender reconcentrar sus distintos cuerpos mandado por el general J o u d a n , e f e c t u a b a
en Milésimo, era el de cubrir las calzadas u n a retirada, tanto más difícil c u a n t o que
de T u r i n y de Milán; pero Napoleon, apra- él habla perdido su l í n e a de comunicación;
sin embargo, viendo d i s e m i n a d a s las f u e r -
zas del Archiduque Cárlos, para verificar
su retirada sobre F r a n c f o r t e , resolvió abrir- des de un éxito feliz en favor del general
se el camino de Vurtzburgo, en donde sólo Jourdan; pero puede ser que pensara no
había dos divisiones del ejército austríaco. era necesario el forzar solamente las di-
E s e movimiento t a m b i é n h a b r í a podido visiones que le cerraban el c a m i n o de
hacerse con éxito, si el general francés, que Vurtzbourg.
creía que sólo t e n í a q u e combatir contra
dos divisiones, no h u b i e r a cometido la fal-
ta de destacar la división de Lefebvre, que
había dejado en S c h v e i n f u r t , p a r a cubrir XXIX.
la única comunicación directa del ejército
con 6u base de operaciones. E s t a primera Cuando se quiere dar una batalla, es
falta, y una poca d e l e n t i t u d en la mar- regla general la de reunir todas las fuer-
cha del general francés, aseguraron la vic- zas, sin omitir ninguna de ellas. Algu-
toria del Archiduque, quien se apresuró en nas veces, un batallón tan solo, decide el
concentrar sus f u e r z a s ; las dos divisiones éxito de una jornada.
de Kray y de Varteursleben, que se le in-
corporaron t a m b i é n , d u r a n t e la batalla, lo Creo que no será inútil observar qufl ea
pusieron en a p t i t u d de oponer cincuenta prudente determinar, d e t r a s de la linea de
mil hombres al ejército francés, que apé- reserva, el punto en el cual los diversos
nas tenía treinta mil combatientes; así es destacamentos deben reunirse; porque, si
que f u é batido y forzado á continuar su por causas imprevistas esos destacamentos
retirada por las m o n t a ñ a s de Fuldes, en no hubieran podido incorporarse ántes del
donde los caminos son tan malos cuanto principio de la batalla, no hay q u e expo-
difícil la comarca. L a división Lefebvre, nerlos á caer sobre el grueso de las fuerzas
fuerte de cerca de catorce mil homl enemigas, en el caso de q u e esté u n o forza-
habría podido restablecer las probabilida- do de efectuar un movimiento retrógrado.
T a m b i é n es bueno q u e el enemigo no
M.—9.
t e n g a conocimiento de estos refuerzos, con obligado á levantar el sitio de P r a g a y á
el fin de q u e uno pueda darle con ellos evacuar la Buliemia.
golpes decisivos. Un auxilio recibido con T a m b i é n por h a b e r hecho una marcha
o p o r t u n i d a d , ha dicho Federico, asegura el de flanco delante del ejército prusiano, per-
éxito feliz de una batalla; porque el ene- dieron los franceses la vergonzosa batalla
migo lo creerá más f u e r t e que lo que es, y, de Rosbac. E s t a marcha imprudente era
por e s t a razón se acobardará. t a n t o más reprensible, cuanto que el prín-
cipe de Soubise, que mandaba el ejército
francés, había llevado la negligencia de
XXX. maniobrar en presencia del enemigo sin
tener ni vanguardia ni flanqueadores; así
Nada es más temerario y opuesto d los es, que su ejército, f u e r t e de cincuenta
principios de la guerra, que el hacer una mil hombres, f u é batido por seis batallo-
marcha de flanco al frente de un ejército nes y treinta escuadrones. Perdió siete mil
en posicion; sobre todo, cuando este ejér- hombres, veintisiete banderas y gran nú-
cito ocupe alturas á cuyo pié debe des- mero de cañones: los prusianos sólo tuvie-
filarse. ron trescientos hombres puestos f u e r a de
combate.
Por h a b e r olvidado este principio, perdió Por haber, p u e s , olvidado ese principio:
Federico la b a t a l l a de Kollin en la prime- que no deben j a m a s hacerse marchas de
ra c a m p a ñ a de 1757. A pesar de sus pro- flanco delante d e un ejército formado en
digios de valor, perdieron los prusianos batalla, Federico perdió su ejército en Ko-
quince mil hombres y gran parte de su llin, y Soubise su ejército y su honor en
artillería, miéntras que los austríacos apé- Rosbac.
nas perdieron cerca de cinco mil hombres.
E l resultado de esta batalla f u é más des-
graciado aún, pues el rey de Prusia so vió
XXXI. E l coronel Zach, convencido, t a n t o co-
mo su general, de que el ejército f r a n c é s
Procuraos todas las probabilidades de no era ya más que fugitivos q u e d e b í a n
triunfo cuando proyectéis dar una gran perseguirse, formó las divisiones en colum-
batalla, sobre todo si tenéis al frente un nas de marcha, de modo q u e el ejército
gran capitan; porque si sois batido, aun- imperial esperaba la órden d e proseguir
que esteis en el centro de vuestros alma- su marcha victoriosa en una formacion q u e
cenes, cerca de vuestras plazas.... ¡Ay no tenía ménos de una legua de p r o f u n d i -
del vencido! dad. E r a n cerca de las cuatro, cuando el
general Desaix y su división se incorpora-
Debe hacerse la guerra sin confiar en la ron al ejército francés; su presencia resta-
fortuna, ha dicho el mariscal de Sajonia, bleció un poco el equilibrio de las f u e r z a s :
y en esto, sobre todo, se conoce la destre- sin embargo, Napoleon vaciló u n i n s t a n t e
za de un general; pero c u a n d o se h a dis- para decidirse entre volver á tomar la ofen-
puesto librar una batalla, h a y q u e saber siva ó á utilizar aquel Cuerpo p a i a asegu-
aprovecharse de la victoria, y sobre todo, rar su retirada.
no contentarse con haber g a n a d o el cam- E l entusiasmo que demostraban las tro-
po de batalla, como se a c o s t u m b r a . pas por volver á la carga le hizo salir de
Por dormirse sobre sus p r i m e r o s laure- su irresolución; recorrió r á p i d a m e n t e el
les, despues de haber g a n a d o la b a t a l l a de frente de sus divisiones, y dirigiéndose á
Marengo, el ejército austriaco, al dia si- los soldados: Basta de retroceder por hoy,
guiente, se vió obligado á e v a c u a r toda la les dijo, ya sabéis que yo siempre duer-
Italia. E l general Melas, viendo á los fran- mo sobre el campo de batalla. E l ejército
ceses que se retiraban, dejó l a dirección de pareció, por un grito unánime, anticipada-
los movimientos del ejército, á su jefe de mente prometerle la victoria. Napoleon
E s t a d o Mayor, y se retiró á A l e j a n d r í a pa- volvió á tomar la ofensiva, y la vanguar-
ra descansar de las fatigas d e la jornada. dia austríaca, poseída de terror al aspecto
de una masa formidable desembocando re- ques de Federico, á quien forzó á retirarse.
p e n t i n a m e n t e sobre u n p u n t o , en el que Esos dos Cuerpos del ejército prusiano ha-
poco ántes sólo se veían fugitivos, da ine- bían obrado sin comunicación; entre tanto
dia vuelta y se arroja d e s o r d e n a d a m e n t e Ziettren, que se apercibió d e q u e el íuido
sobre el grueso do la c o l u m n a , la que po- se alejaba, dedujo que el R e y había sido
co despues f u é atacada con í m p e t u sobre batido, y comenzó un m o v i m i e n t o por su
su frente y flancos. E l ejército austríaco izquierda para procurar u n í r s e l e . Pero ha-
f u é derrotado c o m p l e t a m e n t e . biendo el general prusiano encontrado cin-
E l mariscal D a u n e x p e r i m e n t ó poco co batallones de la reserva, se aprovechó
más ó ménos la misma s u e r t e q u e Melas, de este refuerzo para t o m a r la ofensiva;
en la batalla de T o r g a u , cuando la cam- comienza, pues, el a t a q u e vigorosamente,
paña de 17(50. L a posicion del ejército se apodera del valle de S i p t i t z , y poco des-
austríaco era excelente; t e n í a T o r g a u á pues ocupa todo el campo d e batalla. E l
su izquierda, su derecha sobre la l l a n u r a sol se ponía cuando el R e y d e P r u s i a supo
do Siptitz, y su f r e n t e cubierto por un este feliz acontecimiento; volvió á toda
estanque. Federico se propuso voltear la prisa, se aprovechó de la .noche para reor-
derecha para atacarlo por la retaguardia, ganizar los restos de su ejército, y, al día
y para ello dividió su ejército en dos Cuer- siguiente de la batalla ocupó T o r g a u . E l
pos, el uno bajo lns órdenes de Ziettren. mariscal D a u n , recibía las felicitaciones
para atacar de frente, siguiendo las már- por el triunfo, cuando s u p o q u e el ejérci-
genes del estanque, y con el otro se puso to prusiano volvía á tomar la ofensiva; in-
en marcha para voltear la derecha de los mediatamente ordenó la r e t i r a d a , y al al-
austríacos. Mas como el general D a u n tu- ba, los austríacos volvían á p a s a r el E l b a ,
viera conocimiento de l a s maniobras de su con pérdida dé-4doce mil h o m b r e s , ocho
adversario, hizo un c a m b i o de f r e n t e por mil prisioneros y c u a r e n t a y cinco piezas
medio de u n a contramarcha, y de este mo- de artillería.
do se puso en a p t i t u d d e repeler los ata- E l general Melas, d e s p u e s d e la bata-
lia de Marengo, a u n q u e en medio de sus
almacenes y de sus plazas fuertes, t u v o
q u e abandonarlo todo para salvar los res- El deber de la vanguardia no consis-
tos de su ejército. E l general Mack capi- te en avanzar ó en retroceder, sino en
t u l ó despues de la batalla de Ulm, aunque maniobrar. Debe ser formada de caballe-
estando entónces en medio de su país. Los ría ligera, sostenida por una reserva de
prusianos, no obstante sus almacenes y caballería de linea, y de batallones de
sus reservas, despues de la batalla de Je- infantería que tengan también baterías
n a , y los franceses despues de la de Wa- para su sosten
terloo tuvieron que rendir las armas. D e
lo que p u e d e deducirse, que despues de Federico era d e l parecer de que u n a van-
perdida u n a batalla, no es el peor mal la guardia debe ser compuesta de destaca-
pérdida de los hombres y del material, si- mentos de t r o p a s de cada arma; es preciso
no el desaliento, que es la consecuencia de que el c o m a n d a n t e de ella 6epa con habi-
u n a derrota. E l valor y la confianza del lidad escoger s u s campos y que, por medio
vencedor a u m e n t a n en proporcion que dis- de patrullas n u m e r o s a s pueda estar conti-
minuye el del vencido; resulta que, sean n u a m e n t e i n f o r m a d o de lo que pasa en el
cuales f u e r e n los recursos de un ejército, campo enemigo. D u r a n t e la guerra, el de-
una r e t i r a d a pronto se cambiará en derVo- ber de u n a v a n g u a r d i a no es el de comba-
t a , si el general en j e f e no sabe el genio 6 tir, sino el de observar al enemigo, con el
la audacia, y la firmeza ó la perseveran- fin de cubrir los movimientos del ejército.
cia, para levantar la moral de su ejército. E n las r e t i r a d a s debe cargar con vigor y
procurar envolver los trenes y los Cuerpos
aislados que persiga: asi, pues, para llenar
este objeto, h a y q u e reforzarla con todos
los escuadrones d e caballería ligera de que
se pueda disponer.
118
XXXIX. XL.
Turena, en la campaña de 1645, fué Tan útiles son las plazas fuertes para
extrechado con su ejército en Fhilisburgo, la guerra ofensiva como para la defensi-
por un ejército muy numeroso; no se en- va. Es indudable que solas no pueden
contraba puente sobre el Rhin, pero él se detener al enemigo; pero son un medio
aprovechó del terreno, entre el rio y la excelente para retardar, estorbar, debili-
plaza, para establecer su campo.... tar é inquietar d un enemigo victorioso,
frecuencia indispensables
No permitiendo las circunstancias de-
jar una guarnición suficiente pura de-
Si el rnw es inferior en número, ha di- fender una ciudad de guerra, en la que
cho el mariscal de Sajonia, no debe per- se tenga un hospital y almacenes, por lo
manecer d e t r a s de los retrincheramíentos, minos deben emplearse los medios posi-
sobre los que el enemigo dirige todas sus bles para poner la ciudad á cubierto de
fuerzas para forzar algunos puntos; si se un golpe de mano.
tienen f u e r z a s iguales, tampoco debe per-
manecer y si u n o es superior no tiene ne- Algunos batallones esparcidos en una
cesidad de permanecer: ¿por qué, pues, to- ciudad, no inspiran ningún temor; pero en-
marse el t r a b a j o d e hacerlos? E n t r e t a n t o , cerrados en el estrecho recinto de una ciu-
no obstante e s t a opinion de que son inúti- dadela, sí son imponentes. Así, esta pre-
les los retrincheramíentos, el mariscal de caución me parece necesaria, no solamen-
Sajonia hizo uso de ellos con frecuencia. t e en las plazas de guerra, sino en donde
E n 1797, habiéndose presentado los ge- quiera que uno haya establecido depósitos
nerales Provera y Hohenzollera para ha- de heridos y almacenes; á f a l t a de ciuda-
cer levantar el sitio do M a n t u a , en donde dela, se debe escoger u n a parte de la ciu-
estaba encerrado el mariscal Yurmser, fue- dad que sea favorable para la defensa, y
poder conservar secretos sus proyectos, en-
retrincherarse de modo q u e se p u e d a opo- gañar al enemigo, y al mismo tiempo co-
ner la mayor posible resistencia. nocer el sentido en q u e se encontraban los
oficiales subalternos, reunió un'consejo de
guerra, en el c u a l anunció q u e estaba de-
XLV. cidido á morir en l a brecha; despues, pro-
testando la posicion en que se encontraba,
Una plaza de guerra sólo puede pro- mantuvo á toda la guarnición sobre las ar-
teger á una guarnición y detener al ene- mas, y en la noclie, despues de haber de-
migo durante un tiempo determinado; jado t a n sólo algunos tiradores sobre la
trascurrido óste y destruidas las defen- brecha, ordenó á l a guarnición q u e em-
sas de la plaza, la guarnición rendirá prendiera la m a r c h a , y salió silenciosa-
las armas. Todos los pueblos civilizados m e n t e de I l a g u e u a u . E l éxito coronó esta
han estado conformes en este punto, y audaz resolución y Peri llegó á Saverno
nunca ha habido discusión más que so- sin haber tenido p é r d i d a alguna.
bre la defensa más ó minos larga que
Dos hermosas d e f e n s a s en los tiempos
un gobernador debe hacer ántes de capi-
modernos, son las del general Massena en
tular
Géneva, y la do P a l a f o x en Zaragoza. E l
primero salió con t o d a s sus armas, baga-
E n 1705, sitiados los franceses en H a - jes y todos los honores de la guerra, des-
guenau por el conde de T k u n g e n , se veían pues de haberse negado á las intimidacio-
imposibilitados p a r a sostener el ataque. nes y haberse defendido h a s t a que el h a m -
E l gobernador Peri, q u e se había distin- bre le hizo capitular; el segundo, sólo se
guido por la vigorosa defensa, no podía te- rindió cuando h u b o sepultado su guarni-
ner esperanzas de obtener u n a capitula- ción bajo los escombros de la ciudad q u e
ción sin constituirse prisionero de guerra, defendía, casa por casa, h a s t a el momento
y se decidió á abrirse paso con las armas en que el h a m b r e y la m u e r t e lo pusieron
para poder salir de la plaza. Con el fin do
en la necesidad absoluta de rendirse. E s t e
sitio, t a n honroso para los españoles como XLVI.
para los franceses, es uno de los más me-
morables de la historia de la guerra. Pa- Las llaves de una plaza de guerra,
lafox demostró, durante este sitio, todo lo lien valen la libertad de su guarnición,
que p u e d e esperarse de la obstinación y cuando ésta está resuelta á no salir sino
del valor p a r a prolongar la defensa de u n a libre; asi, es siempre más ventajoso acor-
plaza f u e r t e . L a verdadera fuerza reside dar una capit ulación honrosa á una guar-
en la voluntad: así es que yo creo que al nición que ha manifestado una vigorosa
escoger u n gobernador debe considerarse, resistencia que correr la suerte de tai
más que sus talentos, su carácter; pues asalto.
s u s cualidades m á s esenciales deben ser el
valor, la perseverancia y la abnegación; y E l mariscal de Villars ha dicho que el
debe, sobre todo, poseer el talento, de en- gobernador de u n a plaza de guerra nunca
tusiasmar, no solamente á la guarnición si- debe d a r , por excusa de su capitulación,
no á todos los habitantes de la plaza; sin la de q u e quiso conservar las tropas del
esto, cualesquiera que sea el arte con'que R e y . T o d a guarnición que manifieste fir-
se hayan multiplicado las obras defensi- meza, n o será prisionera do guerra; pues
vas, la guarnición se verá estrechada á ca- no hay general que, estando seguro de to-
p i t u l a r d e s p u e s d e haber experimentado, m a r u n a plaza por asalto, no prefiera acor-
cuando ménos, el segundo asalto. dar u n a capitulación, ántes que exponerse
á perder m i l hombres para forzar á las
gentes obstinadas.
XLVII.
ría peligroso c o n s i d e r a r este parecer como
La infantería, la caballería y la arti- máxima; pues h a y m u c h a s ocasiones en
llería, no pueden pasarse la una de la que todas las v e n t a j a s pueden obtenerse
otra, así es que deben estar acantonadas tomando la i n i c i a t i v a ; sobre todo, cuando
de modo que, en caso de sorpresa, pue- el enemigo se h a v i s t o obligado á extender
dan auxiliarse mutuamente. sus acantonamientos por causa de la esca-
sez de víveres, se l e p u e d e a t a c a r ántes de
que haya tenido t i e m p o de reconcentrar
H a dicho Federico q u e un general debe
sus fuerzas.
poner tocia su atención p a r a asegurar la
tranquilidad do sus acantonamientos, á
fin de que el soldado libre de inquietudes,
pueda descansar de sus f a t i g a s . P a r a lo- XLVIIl.
grar esto, debe observarse q u e las tropas
puedan, rápidamente, formarse sobre un La infantería no debe formar en linea
terreno reconocido con anterioridad; q u e sino en dos filas; porque el fusil sólo per-
los generales estén con sus divisiones ó mite tirar en este órden, y por estar re-
brigadas, y que por t o d a s partes se haga conocido que los fuegos de la tercera Jila
el servicio con e x a c t i t u d . son Í7nperfcctos y aún nocivos á las dos
primeras
E l mariscal de Sajonia es de parecer do
que no debe u n o precipitarse p a r a salir de
sus acantonamientos, sino q u e hay que es- Me parece, q u e si las circunstancias exi-
perar á que el enemigo se haya aniquila- gen que una l í n e a de i n f a n t e r í a se forme
do en sus marchas, p a r a caer sobre él con en cuadro, el ó r d e n en dos filas será m u y
tropas de descanso, c u a n d o las s u y a s están débil para resistir el choque de la caballe-
ya fatigadas. Creo, sin embargo, que se. ría. Por más que p a r e z c a inútil la tercera
fila para los f u e g o s de hilera, es sin em-
bargo necesaria p a r a reemplazar los hom-
M.—11.
bres q u e caigan de la primera y segunda; XLIX.
pues de otro modo será preciso cerrar las
hileras y dejar e n t r e los pelotones interva- El método de mezclar pelotones de in-
los que no d e j a r á de aprovechar la caba- fantería con la caballería es defectuoso y
llería. T a m b i é n me parece que cuando plagado de inconvenientes. La caballería
esté colocada la infantería en dos hileras, cesa de ser móvil, está estorbada en todos
estarán las columnas muy prolongadas sus movimientos y pierde su impulso....
cuando se e f e c t ú e una marcha de flanco.
Si uno cree más ventajoso colocar la in- Sólo la debilidad de este órden, dice el
f a n t e r í a en dos filas, hay que dejar de re- mariscal de Sajonia, basta para intimidar
serva la tercera; para utilizarla se le en- esos pelotones de infantería; porque com-
viará á reemplazar á la primera, cuando prenden que si derrotan la caballería, es-
ésta esté f a t i g a d a y que uno se aperciba tán perdidos: la caballería, que se ha li-
de q u e los fuegos carecen de rapidez. songeado con el auxilio de la infantería,
Yo m e tomo la libertad de hacer estas cuando hace un movimiento algo rápido y
observaciones, porque he leido c-n un ex- no la ve á su lado, se desconcierta.
celente folleto intitulado De Vinfanterie, E l mariscal de T u r e n a y los generales
q u e proponen el órdeu en dos líneas como de su tiempo h a n empleado algunas veces
siendo el mejor. Verdad es, que el autor este órden; pero m e parece que esto no era
lo p r u e b a con u n número infinito de muy suficiente para inducir á un autor moder-
buenas razones; pero no son suficientes pa- no á que lo p r e s e n t a r a como ventajoso en
ra contrarrestar á todas las objeciones que sus Considérations sur Part de lagnerre.
podrían oponérsele. E s t e órden no e s t á en uso desde hace mu-
cho tiempo, y m e parece ridículo propo-
nerlo desde la creación de la artillería li-
gera.
so requiera. Si la caballería d e b e c u b r i r
L. una posicion, se colocará b a s t a n t e hácia
atras para alcanzar, corriendo, las t r o p a s
Las cargas de caballería son tan bue- que vengan á atacar esta posicion. S i ella
nas al principio como al medio ó al fin de está destinada á cubrir el flanco d e la in-
una batalla; cuantas veces se pueda, de- fantería, debe también, y por el m i s m o
ben ejecutarse sobre los flancos de la in- motivo, colocarse hácia atras. S i e n d o pu-
fantería, sobre todo cuando ésta tiene su ramente ofensivo el efecto de la c a b a l l e r í a ,
frente comprometido. se ha establecido el formarla á u n a d i s t a n -
cia del punto en que deba c o m p r o m e t e r s e
suficiente para que pueda e m p r e n d e r la
Al hablar de la caballería el archidu-
carrera y llegar con la mayor velocidad po-
que Cárlos, recomienda se lleve en masa
sible. Relativamente á la reserva d e ca-
sobre el punto decisivo, c u a n d o el momen-
ballería, no debe ser empleada m á s q u e
to de utilizarla ha llegado, es decir, cuan- al fin de una batalla, sea para p r o d u c i r un
do pueda atacar con la certeza de un éxi- éxito decisivo ó para proteger u n movi-
to feliz. La presteza de s u s movimientos miento de retirada. Napoleon h a c e n o t a r
hace que la caballería p u e d a obrar sobre que en la batalla de Waterloo, la caballo-
toda la línea en un m i s m o dia. E l gene- ría de la guardia que formaba la reserva,
ral que la manda, en t a n t o que sea posi- f u é empeñada contra sus órdenes, y se la-
ble, debe reuniría en g r a n d e s masas y evi- menta de haber e.stado privado d e s d e las
t a r fraccionarla eu numerosos y pequeños cinco, de esta caballería, que, bien e m p l e a -
destacamentos. C u a n d o l a n a t u r a l e z a del da, le había asegurado, con t a n t a f r e c u e n -
terreno permite el empleo de la caballería cia, la victoria.
sobre todos los p u n t o s de la línea, es ven-
tajoso formarla en c o l u m n a d e t r a s de la
infantería, en actitud de q u e pueda fácil-
mente trasportarse á los p u n t o s que el ca-
A u s t r i a no tardó en introducirla en sus
LI. ejércitos, aunque de una manera imperfec-
t a . E n 1792 la adoptó la Francia v rápi-
Toca á la caballería el proseguir la
d a m e n t e la elevó al grado de perfección en
virtoria 6 impedir que el enemigo derro-
q u e hoy se encuentra. Los servicios que
tado se rehaga.
esta arma ha prestado durante las guerras
Q u e uno sea vencedor ó vencido lo es de la revolución, son inmensos, y puede
de la mayor utilidad el tener escuadrones decirse, h a s t a cierto punto, que ella ha
de caballería de reserva para aprovechar cambiado la táctica, supuesto que, por su
la victoria 6 para asegurar la retirada; por- movilidad, facilita el trasportarse rápida-
que con frecuencia se han visto batallas m e n t e sobre todos los puntos en donde la
decisivas ser de poca importancia para el artillería puede obtener un éxito decisivo.
vencedor, porque le ha .faltado la caballe-* Napoleon ha dicho, en sus Memorias,
ría para continuar el buen éxito principia- q u e una batería q u e prolonga, domina y
do y q u i t a r á su adversario toda posibili- b a t e al enemigo de través, puede decidir
dad de rehacerse. Cuando uno persigue la victoria; así, ademas de que la artille-
un ejército que se retira, debe, de prefe- ría ligera es necesaria para asegurar los
rencia, dirigir las m a s a s de caballería so- flancos de la caballería y preparar el éxito
bre sus flancos; siempre que sean bastante . de u n a carga por el efecto de la metralla,
fuertes para cortarle su línea de retirada. esas dos armas deben aún estar unidas pa-
ra trasladarse r á p i d a m e n t e sobre los pun-
tos en donde sea ventajoso el estableci-
miento de baterías. La caballería, en ese
La artillería le es más necesaria d la
caso, cubre la m a r c h a de la artillería, pro-
caballería que á la infanteria, supuesto
tege su establecimiento y la pone al abri-
que la caballería no hace fuego y sólo
go' do los a t a q u e s del enemigo.
puede, batirse al arma blanca....
Federico creó la artillería ligera, y el
LIII.
L1V.
En 7narcha, ó en posicion, la mayor
parte de la artillería debe estar con las Las baterías deben colocarse en las po-
divisiones de infantería y de caballería; . siciones más ventajosas y lo más adelan-
el resto permanecerá en la reserva te posible de las lineas de la infantería y
de la cabullería, sin que por ésto puedan
quedar comprometidas
Miéntras m e j o r sea la infantería será
más i m p o r t a n t e el apoyarla con baterías
con el fin de conservarla: también es ne- L a batería de diez y ocho piezas de ar-
cesario que la a r t i l l e r í a agregada á las di- tillería que cubría el centro del ejército
visiones marche a d e l a n t e , porque esto in- ruso en la batalla d e la Moskowa (Rorodi-
fluye sobre la moral del soldado, el que no), puede citarse c o m o u n ejemplo. Su
ataca con m á s confianza cuando está seo-u- colocacion sobre u n a p r o t u b e r a n c i a redon-
ro de que los flancos de la columna están da que dominaba en t o d a s direcciones, le
sostenidos por la artillería. L a reserva do daba tal fuerza, q u e bastó ella sola, por
la artillería d e b e emplearse en un momen- mucho tiempo, para h a c e r indeciso el ata-
to decisivo y en g r a n d e masa; porque de que vigoroso que dieron los franceses por
este modo es difícil que el enemigo se atre- la derecha. Dos veces arrollada, la izquier-
va á intentar algo contra ella, pues casi no da del ejército ruso g i r a b a sobre esta bate-
hay ejemplo q u e u n a b a t e r í a de sesenta ría, y dos veces volvió á tomar su primera
cánones haya sido t o m a d a por una c a r - a posicion. Atacada r e p e t i d a s veces con ra-
de infantería 6 de caballería, á ménos de ra intrepidez, esta b a t e r í a f u é al fin toma-
que no estuviera apoyada, y en el caso de da por los franceses; pero despues de ha-
q u e pudiera voltearse fácilmente ber perdido Cuerpos, de los mejores, y á
los generales M o n t b u m y C a u t a i u c o u r t .
E l haberla tomado decidió el movimiento
retrógrado de la izquierda del ejército ru-
la uniformidad del servicio por la variedad
so. T a m b i é n puede citarse, en la campa-
de aventuras que presenta la guerra. Ade-
ría de 1809, el terrible efecto que produ-
mas, un ejército acampado está más al
jeron las cien piezas de cañoti de la guardia
abrigo de u n a sorpresa que cuando está
que el general Lauriston dirigió en la ba-
acantonado.
t a l l a de Wagrani, contra la derecha del
E n el caso de que por necesidad tenga
ejército austríaco.
que acantonarse, el marqués de Fouquié-
res recomienda q u e se escoja un campo so-
LV. bre el f r e n t e de la línea, y que con fre-
cuencia se reconcentren las tropas, sea de
Un general debe evitar el poner su improviso para cerciorarse de veriticar si
ejército en cuarteles de descanso, cuando el servicio se hace con regularidad, ó sea
tiene la facilidad de reunir almacenes de con el fin único de reunir los diferentes
víveres y forrajes, y de abastecer así las cuerpos.
necesidades del soldado.
LYI.
R e s u l t a una gran ventaja cuando se tie-
ne al ejército acampado, y es: que hay más
facilidad en dirigir el ánimo y conservar Un buen general, buenos cuadros, una
la disciplina. E l soldado acantonado se en- buena organización, buena instrucción y
trega con placer a l descanso, luego se acos- disriplina severa, hacen las buenas tro-
t u m b r a y teme entrar en campaña, suce- pas, indnpendienle.vienle de la causa por
diendo lo contrario cuando está acampado; la que ellas se buten. . . . . .
aquí el fastidio y u n a disciplina más seve-
Esto, según creo, es más aplicable á los
ra le hacen desear que pronto se abra la
soldados que á los oficiales; pues siendo la
campaña, con el fin de qué se interrumpa
guerra u n a cosa n a t u r a l en el hombre, es
preciso que aquellos q u e raciocinan sobre
las causas, se dirijan por a l g u n a pasión.
Se necesita un gran e n t u s i a s m o y una LVIII.
grande abnegación en el j e f e que m a n d a ,
para que un ejército h a g a grandes cosas en La primera cualidad del soldado es la
u n a guerra en q u e no t i e n e ningún Ínte- constancia para soportar la fatiga y las
res; esto lo comprueba la desidia con que privaciones; el valor es la segunda. La
obran, ordinariamente, las tropas auxilia- pobreza, las privaciones y la miseria, son
res, cuando ellas m i s m a s no son impulsa- la escuela del buen soldado.
das por su jefe.
E l valor pertenece t a n t o a l soldado jó-
ven como al veterano: por la c o s t u m b r e
del servicio y despues de v a r i a s c a m p a ñ a s ,
LVII.
es cuando el soldado adquiere el brío mo-
ral que hace soportar, sin q u e j a r s e , las fa-
Cuando una nación no tiene cuadros
tigas y las privaciones de la g u e r r a : entón-
ni un principio de organización militar,
ces le enseña la experiencia á suplir lo q u e
le es muy difícil organizar un ejército]
le falta; se conteuta con lo q u e él p u e d e
agenciarse, porque sabe q u e sólo con u n a
E s t a es una verdad incontestable, sobre
perseverancia sostenida p u e d e obtenerse
todo cuando se t r a t a de u n ejército desti-
un buen éxito..
nado á combatir según el sistema de las
guerras modernas, cu las q u e el éxito re- Napoleon podía decir, y con razón, q u e
posa principalmente en el órden, la preci- la miseria es la escuela del b u e n soldado,
sión y la rapidez de lns maniobras. ya que nada puede compararse á la desnu-
dez del ejército de los Alpes, c u a n d o él to-
mó el mando, así como n a d a p u e d e com-
pararse á los éxitos b r i l l a n t e s q u e obtuvo
con este mismo ejército e n la p r i m e r a
155
campaña de Italia. L a s tropas que vencie-
ron en Montenotte, Lodi, Castiglione, Bas- así es que, cuando se tiene que acampar,
sano, Arcóle y Rivoli, algunos meses ántes con frecuencia hay dificultades para hacer
velan batallones enteros, cubiertos de ji- leña y construir las chozas, por la caren-
rones, desertar porque les faltaban los ví- cia de los instrumentos necesarios, y suce-
veres. derá lo contrario si el soldado usa el hacha
como formando parte de su armamento;
así t e n d r á la obligación de llevarla siem-
LIX. pre, y, sea que quiera rétrincherarse en u n
pueblo, 6 establecer barracas en un cam-
V n ú i f / u }» „1 . , , « . "L po, un j e f e de Cuerpo, pronto se apercibi-
Hay cinco cosas que no deben jamas
separarse del soldado: su fusil, sus car- rá de las ventajas que traerá esta innova-
tuchos, si¿ mochila, sus víveres lo ménos ción. Una vez que el hacha se haya adop-
para cuatro dias, y sus útiles de zapa tado, puede ser que se sieuta la necesidad
» r ' v, ¿ . . . . . , > • • • • • ; *< • de dar t a m b i é n , á algunas compañías, pa-
E s una fortuna que Napoleon reconocie- las y azadones, y sobre todo, la ventaja de
ra la v e n t a j a que' hay en dar á los solda- retrincherarse con más frecuencia.
dos u n a herramienta de gastador; porque E n las retiradas es en donde particular-
su autoridad servirá, tal vez, par» comba- m e n t e importa retrincherarse, cuando uno
tir el ridículo en que han querido hacer ha logrado hacerse de una buena posicion;
caer á los que lo han propuesto. Una hacha porque un campo retrinoherado no sola-
seguramente no incomodará más al solda- mente facilita al ejército perseguido los
do de infantería, que el sable que lleva medios de reunirse, sino que si se h a for-
inútilmente á su costado, y le será mucho tificado de modo que p u e d a imponer al
más útil. L a s que se distribuyen por com- enemigo, logrará, sin d u d a , restablecer la
pañía, y q u e en campaña se hacen llevar moral de las tropas que se retiran, y pro-
á los hombres de fatiga, pronto se pierden; porcionar! al general en j e f e los medie s de
volver á tomar la ofensiva, aprovechando
las primeras f a l t a s q u e cometa su adver-
sario al dictar s u s disposiciones. Por m u y brillante que á p r i m e r a vista
parezca este sistema de f u e L s m U i t l r e s
oe sabe que en la campaña de 1761
Federico, cercado p o r los dos ejércitos ru- yo creo, que con facilidad se le p u ^ d é c o S
so y aus riaco, c u y a s fuerzas reunidas ¿ran
cuádruples de las s u y a s , salvó, sin ernbar-
go. su ejército, retrincherándose en el cam-
po de Buntzelvitz.
Z Z T V r , e ! fin d e 9 u e V ^ e sucesi-
vamente toda la j u v e n t u d bajo las bande- que habiendo hecho la g u £ r a n r T ^
ras, pretendiendo por este medio obtener
Jevantarmentos en m a s a bien ejercitados v
capaces de repeler con buen éxito u n a
guerra de invasión.
M.—12.
verdadero valor, 6 para reunirse cuando
uno ha sido rechazado en desérden. LXI.
Montecuculli h a dicho: que se necesita
t i e m p o p a r a disciplinar un ejército, más En los momentos del fuego, no son las
todavía p a r a aguerrirlo y mucho más para a e
J "g™ las que hacen valientes d los sol-
formar tropas viejas. Y por eso recomien- dados: los vtejos veteranos apénas las es-
d a que 6e haga gran caso de los viejos gue- cuchan y los reclutas las ovidan al oir el
rreros: se necesita, dice, conservarlos con primer cañonazo....
esmero y tener siempre u n buen número
d e ellos. Sin embargo, el pensamiento del gene-
Me parece, pues, que no basta aumen- ral en j e f e expresado de una manera enér-
t a r la paga del soldado en atención á sus gica, es de grande influencia sobre la moral
años de servicios, sino que sería necesario, del soldado. E n 1703, cuando el a t a q u e
ademas, darle u n a señal de distinción que de Hornbec, el mariscal de Villar- v 3
l e asegurara privilegios susceptibles de es- q u e las tropas avanzaban sin vigor l e W
t i m a r l o y envejecer bajo las bandeias, y, » él mismo á la cabeza de ellas. ) c ó Z ,
eobre todo, á envejecer con honor. ^ d ' C y c « f *erd necesario que yo, m
e l a L : SUb0 d P^roTla
escalada, si quiero que me ataquen? F«
U s pocas palabras despertaron'*« vafor
oficiales y soldados se lanzaron á porfía
sobre las murallas y la ciudad fué, en l
1
acto, t o m a d a por asalto. '
Baste de retroceder por hoy, ya sabéis
que yo siempre me acuesto sobre el cal
pode batalla decía Napoleón al £ £ £
las filas, en el momento que quiso volveí
á tomar la ofensiva en la b a t a l l a de Ma-
rengo. Esas pocas palabras bastaron para
reanimar el ardor del soldado, y para ha- LXIII.
cerle olvidar las fatigas de u n a jornada,
en la que casi todas las tropas habían ya Las noticias que se obtienen de los pri-
combatido. sioneros deben de apreciarse en su justo
V, ..;.• • . • v> ?x\\ v n i u V ' w»i \T valor: un soldado no re más allá de su
...OSA» Pl«-j "IM-'.cy.» compañía, y el oficial, cuando más, pue-
LXII. de informar de la posicion ó de los moví-
míenlos de la división á que pertenece,
Las tiendas no son sanas; es mejor su regimiento '
que las tropas vivaqueen, porque duer-
men con los piés hácia el fuego, cuya in-
mediación seca prontamente el terreno so- Montecuculli observa con sagacidad que
bre el cual se acuestan. Algunas tablas los prisioneros deben d e ser interrogados
ó una poca de paja las abrigan del vien- separadamente, con el fin de reconocer por
la coincidencia de s u s respuestas, si pre-
tenden engañar por m e d i o de noticias fal-
L a reconocida v e n t a j a de vivaquear es sas. JLn general, los indicios que se obtie-
u n motivo m á s para agregar un instru- nen de los oficiales prisioneros deben, sobro
mento de gastador al a r m a m e n t o del sol- todo aprovecharse p a r a conocer los recur-
dado; porque, por medio de la hacha y de sos de enemigo y a l g u n a s veces los deta-
la pala, podrá, con mayor facilidad, aba- lles relativos a las localidades.
rracarse. Y o h e visto barracas hechas con * ederico recomienda q u e se amenace á
r a m a s de á r b o l y cubiertas con césped, en ios prisioneros con pasarlos por las armas
las que se e s t a b a perfectamente al abrigo
de la lluvia y del frió, aún en las peores
estaciones.
n^rTnCsIlT6 tÍene ÍntenCÍ n
° °'
LXIV. biera desorganizado constantemente los
ejércitos que se les oponían.
No hay nada más importante en la
guerra que la unidad en el mando. Así,
cuando sólo se hace la guerra contra una LXV.
sola potencia, sólo debe de haber un solo
ejército, operando sobre una sola línea y A fuerza de disertar, perorar y dicta-
conducido por un solo jefe. minar, sucederá lo que siempre ha suce-
dido cuando se sigue un camino seme-
Los buenos resultados, dice el archidu- jantei, esto es, que terminará uno por to-
que Cárlos, BÓIO se obtienen con los esfuer- mar la peor determinación, que en la
zos simultáneos dirigidos hácia u n mismo guerra, es casi siempre, la más pusilá-
punto, con resoluciones enérgicas y con una nime, ó si se quiere, la más prudente....
grande rapidez en la ejecución. E s muy
raro que varios hombres que qq^eran lle- E l príncipe E u g e n i o decía que los con-
gar al mismo fin, se encuentren perfecta- sejos de guerra sólo son buenos cuando se
m e n t e de acuerdo en los medios que de- quiere u n a excusa para no emprender na-
ban emplearse para lograrlo; pues si no da. E s t e es t a m b i é n el parecer de Villars.
supera la voluntad de uno solo, carecerán Un general en j e f e debe, pues, evitar la
de unidad en la ejecución de sus operacio- reunión de u n consejo en los casos peligro-
nes y no lograrán el fin propuesto. E s inú- sos, y limitarse tan sólo á consultar sepa-
til apoyar e s t a máxima con ejemplos que r a d a m e n t e á sus oficiales generales que
se encuentran frecuentemente en la histo- sean más experimentados, con el fin de
ria. E u g e n i o y aún Malborough no hablan q u e lo iluminen con sus consejos, y en se-
sido, sin duda, tan afortunados en las cam- guida decidir según sus propias miras. Por
pañas que dirigieron de concierto, si la in- este medio se constituye, es verdad, res-
triga y la diversidad de opiniones no hu- ponsable d e l partido que va á tomar; pero
LXIV. biera desorganizado constantemente los
ejércitos que se les oponían.
No hay nada más importante en la
guerra que la unidad en el mando. Así,
cuando sólo se hace la guerra contra una LXV.
sola potencia, sólo debe de haber un solo
ejército, operando sobre una sola línea y A fuerza de disertar, perorar y dicta-
conducido por un solo jefe. minar, sucederá lo que siempre ha suce-
dido cuando se sigue un camino seme-
Los buenos resultados, dice el archidu- jantei, esto es, que terminará uno por to-
que Cárlos, BÓIO se obtienen con los esfuer- mar la peor determinación, que en la
zos simultáneos dirigidos hácia u n mismo guerra, es casi siempre, la más pusilá-
punto, con resoluciones enérgicas y con una nime, ó si se quiere, la más prudente....
grande rapidez en la ejecución. E s muy
raro que varios hombres que qq^eran lle- E l príncipe E u g e n i o decía que los con-
gar al mismo fin, se encuentren perfecta- sejos de guerra sólo son buenos cuando se
m e n t e de acuerdo en los medios que de- quiere u n a excusa para no emprender na-
ban emplearse para lograrlo; pues si no da. E s t e es t a m b i é n el parecer de Villars.
supera la voluntad de uno solo, carecerán Un general en j e f e debe, pues, evitar la
de unidad en la ejecución de sus operacio- reunión de u n consejo en los casos peligro-
nes y no lograrán el fin propuesto. E s inú- sos, y limitarse tan sólo á consultar sepa-
til apoyar e s t a máxima con ejemplos que r a d a m e n t e á sus oficiales generales que
se encuentran frecuentemente en la histo- sean más experimentados, con el fin de
ria. E u g e n i o y aún Malborough no hablan q u e lo iluminen con sus consejos, y en se-
sido, sin duda, tan afortunados en las cam- guida decidir según sus propias miras. Por
pañas que dirigieron de concierto, si la in- este medio se constituye, es verdad, res-
triga y la diversidad de opiniones no hu- ponsable d e l partido que va á tomar; pero
tiene la ventaja de obrar s e g ú n sus pro- sus generales subordinados. E l mariscal
pias convicciones, y de estar seguro de que de Yillars, en todas sus campañas, ha obra-
el secreto de sus operaciones no sea descu- do, casi siempre, contra el parecer de s u s
bierto, como ordinariamente sucede cuan- generales y casi siempre f u é afortunado:
do se discuten en consejo d e g u e r r a . tan cierto es que un general que se siento
con la f u e r z a de m a n d a r un ejército, debe
seguir sus propias inspiraciones, si q u i e r e
LXVI. obtener buenos éxitos.
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En la guerra sólo el jefe comprende la
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importancia de ciertas cosas, y sólo él LXVII.
puede, por su voluntad y por sus conoci-
mientos superiores, vencer y sobreponer- Autorizar á los generales y d los ojicia-
se d todas las dificultades. lev d deponer las armas en virtud de una
capitulación particular, en cualesquiera
E l hombre que obedece, sea cual fuere otra situación que la en que formen la
el mando que le esté confiado, estará siem- guarnición de una plaza de guerra, pre-
pre al abrigo de sus faltas, si ha ejecuta- senta incontestables peligros. Es des-
do las órdenes que le han sido dadas. No truir el espíritu militar de una nación
sucede lo mismo al general en j e f e , sobre abriendo asi tina puerta d los cobardes,
quien descansan la salud del ejército y el d los tímidos y también d los valientes
éxito de la campaña. C o n t i n u a m e n t e ocu- extraviados
pado en observar, meditar y prever, es de
presumirse que debe adquirir u n juicio tan E n la campaña de 1759, Federico des-
sólido, que le hará siempre a d v e r t i r el es- tacó al general F i n k con diez y ocho m i l
tado de las cosas bajo un p u n t o de vista hombres sobre Maxen, con el fin de c o r t a r
más vasto y verdadero q u e e l q u e alcancen los desfiladeros de la Bohemia al ejército
austríaco: envuelto por fuerzas dobles, des-
LXVIII.
pues d e un combate bastante vivo, el ge-
neral Fink capituló, y catorce mil hom-
bres depusieron las armas. E s t a defección Ningún soberano, ningún pueblo, nin-
es t a n t o más vergonzosa, cuanto que el gún general puede tener garantías, si
general Vunch, que mandaba la caballería, tolera que los oficiales capitulen en cam-
habiendo logrado abrirse paso, todo el vi- po raso y rindan las armas en virtud de
tuperio de la capitulación recayó sobre el un convenio que favorezca á los indivi-
general Fink, quien f u é llevado despues duos del Cuerpo que lo estipulen, siendo
a n t e u n consejo de guerra, depuesto de contrario á los intereses del resto del
sus dignidades militares y condenado á dos ejército
afios de prisión. E n la campaña de Italia,
en 1796, el general austríaco Provera aa- Los soldados, que casi siempre ignoran
pituló con dos mil hombres en el Castillo
los designios de su jefe, no pueden ser res-
de Cosaria; despues, en la batalla de la
ponsables de su comportamiento; si les or-
Favorita, el mismo general capituló con
dena que depongan las armas, deben de
un Cuerpo de más de seis mil hombres.
hacerlo, ó f a l t a n á las leyes de la discipli-
Casi no se atreve uno á citar la vergonzo-
na, más necesarias para un ejército, que al-
sa defección del general Mack en la capi-
tulación de Ulm, campaña de 1805, en gunos millares de hombres. Me parece,
que treinta mil austríacos depusieron las pues, que en caso semejante, sólo los jefes
armas, miéntras que se ha visto d u r a n t e deben ser responsables y sufrir l a pena á
las guerras de la revolución, tantos gene- que se han hecho acreedores por BU infa-
rales abrirse paso por una vigorosa deter- mia; pues no hay ejemplos de que los sol-
minación, solamente con algunos bata- dados no hayan cumplido con su deber en
llones. u n a situación desesperada, siendo condu-
cidos por oficiales valientes y resueltos.
prendieron q u e p o d í a n e n c o n t r a r u n abrigo
LXIX. casi seguro, se d e s b a n d a r o n en el bosque,
dejando á su capitan c o n algunos valientes
Sólo hay una manera honrosa de ser q u e no quisieron a b a n d o n a r l e , á merced de
Aecho prisionero de guerra, y es siéndolo la caballería. R e u n i d o s los granaderos, en
aisladamente y cuando uno no puede ya la espesura del b o s q u e , se avergonzaron
servirse de sus armas: entónces no hay de h a b e r a b a n d o n a d o á su capitan, y to-
condiciones, pues no podría haberlas con maron la valerosa resolución de volver pa-
el honor; pero por una necesidad absolu- r a arrancarlo del e n e m i g o si estaba prisio-
ta,juerza es constituirse prisionero. nero, y si h a b í a s u c u m b i d o , retirar 6U ca-
dáver. D e s p u e s de h a b e r s e formado en los
l í m i t e s del bosque, á l a b a y o n e t a , se abrie-
. S i e m P r e es t i e m p o de constituirse pri-
sionero por cuya razón d e b e uno verificar- ron paso al través de l a caballería, y pene-
lo t a n sólo en la ú l t i m a e x t r e m i d a d traron h a s t a el p u n t o e n que se encontra-
ba su capitan, q u i e n , n o o b s t a n t e h a b e r
A 8 E D I E C ¡ T R A Q U Í U N E
J ! 5 I F ÍERAPL0 ^ recibido diez y siete h e r i d a s , se seguía de-
rara obstinación en defenderse. E l c a p i t a n fendiendo; los g r a n a d e r o s le rodearon in-
de granaderos D u b r e u i l , del 37» regimiento m e d i a t a m e n t e y se i n t e r n a r o n en el bosque
de linea habiendo sido d e s t a c a d o con su sin haber tenido m u c h a s pérdidas.
eompafiía, f u é d e t e n i d o en su m a r c h a por E j e m p l o s como é s t e n o son raros en las
r n n Z t T ? i f ^ ^ ^ le r0(le
*- guerras de la r e v o l u c i ó n , serla d e desearse
P 8 lad08 E 8 e Ca Ítan f
ínL H , ° . -J P Ormó que nuestros c o n t e m p o r á n e o s los recogie-
i n m e d i a t a m e n t e c u a d r o con su pequeña
W a , y procuró l l e g a r a los l í m i t e s de ran, p a r a d e m o s t r a r á los m i l i t a r e s todo lo
u n bosque q u e se e n c o n t r a b a á poca dis- q u e se puede c o n s e g u i r en la g u e r r a con
t a n c i a de p u n t o en q u e h a b í a n sido ata- la voluntad y e n é r g i c a s resoluciones.
J ,
cados y lo lograron con pocas pérdidas- • -,ir;¡f- . ••l"'*." f ; ' í'
pero t a n pronto como los g r a n a d e r o s com- W: \9U ffl »fcffl I-1.?..' , S !-• i '"»> 01)
los abusos y vejaciones que son las conse-
LXX. cuencias casi inevitables de la guerra.
E s t a observación, que no hago más que
En país conquistado, la conducta de
recordarla, m e parece digna de una aten-
un general está rodeada de escollos: si es
enérgico, irrita y aumenta el número de ción m u y particular; porque si los oficiales
los enemigos; si benigno, da esperanzas superiores emplearan en la diplomacia el
de hacer resaltar más los abusos y las tiempo desahogado que tienen durante la
vejaciones que son inevitablemente inhe- paz- si se les empleara en las diferentes le-
rentes al arte de la guerra. gaciones q u e envían los soberanos á las
cortes extranjeras, aprenderían á conocer
las leyes y el espíritu de los gobiernos á
E n t r e los romanos, los generales no se quienes más t a r d e deberían combatir; t a m -
elevaban al m a n d o de los ejércitos, sino bién aprenderían á distiuguir los intereses
despues de haber desempeñado los distin- sobre los cuales deben descansar los trata-
tos puestos de la magistratura. De este dos que de u n modo ventajoso pueden fi-
modo, por sus conocimientos administrati- nalizar u n a c a m p a ñ a . Con la ayuda de
vos sus generales se encontraban en apti- esos conocimientos, u n general en jefe ob-
t i t u d de poder gobernar las provincias con- tendría éxitos m u c h o más seguros y más
quistadas con la previsión que necesita un positivos, ya que todos los resortes de la
nuevo poder sostenido por una f u e r z a ar- guerra se encontraran en sus manos. Se
bitraria. Hoy, según las instituciones mi- ha visto ya a l principe Eugenio y al ma-
litares modernas, los generales, instruidos riscal de Villars, desempeñar con igual ap-
únicamente en lo que concierne á las ope- t i t u d los cargos de general en j e f e y de ne-
raciones de estratégica y táctica, están gociador.
obligados áconfiar la parte a d m i n i s t r a t i v a
Cuando el ejército que ocupa una pro-
de la guerra á e m p eados que, no forman-
vincia conquistada observa bien la disci-
do parte del ejército, hacen más aparentes
plina, casi no h a y ejemplo de que los habi-
tantea de esas provincias se subleven, sino
es que esta sedición sea provocada por las los otros, bajo el velo e n g a ñ a d o r del Ínte-
exacciones de los empleados de la admi- res general, me parecen m á s culpables aún;
nistración del ejército, lo que sucede con pues, sea cual fuere u n gobierno cuyas ins-
demasiada frecuencia. Es, pues, en este tituciones se han consolidado por el tiem-
punto que el general en j e f e debe fijar to- po, debe preferirse á la guerra civil, y á,
da su atención, con el fin de exigir que la sus leyes anárquicas, q u e son la consecuen-
recaudación d e las contribuciones impues- cia natural, para j u s t i f i c a r los crímenes
tas en virtud de las necesidades de la gue- que de ella d i m a n a n .
rra, sean d i s t r i b u i d a s justificadamente y Permanecer fiel á s u soberano y respe-
sobre todo, q u e sean invertidas en su ver- tar al gobierno establecido, son las cuali-
dadero objeto en lugar de que sirvan para dades que deben e s p e c i a l m e n t e caracteri-
enriquecer á los empleados, como general- zar al hombre de g u e r r a .
mente sucede.
1 v
f : ' ' ' \ f+jLaJ--
W> ^Jjfl/il í»Í Mt/j r. rV4. » • ' LXX1I.
LXXI.
Un general en jefe no está á cubierto
Nada puede excusar á un general que de las faltas que cometa en la guerra
aprovecha los conocimientos adquiridos ocasionadas por órdenes que reciba de su
en el servicio de su patria, para comba- soberano ó del Ministro, cuando el que
y bregar sus baluartes d las na- las da
ciones extranjeras. Ese crimen está re- se encuentra léjos del campo de
probado por los principios de la religión, operaciones y que conoce mal ó ignora los
de la moral y del honor. últimos acontecimientos
E n la campaña de 1697, el príncipe E u -
- ambiciosos q u e obedeciendo á sus genio hizo retener al correo q u e le llevaba
pasiones, a r m a n á unos ciudadanos contra órdenes del E m p e r a d o r , prohibiéndole q u e
M.—13.
a v e n t u r a r a u n a batalla. Todo lo había
deben de ser imitados. Seria de desearse
dispuesto el príncipe para que f u e r a deci-
que esta cuestión, d e t a n alta importan-
siva, y creyó cumplir con su deber eludien-
cia, f u e r a discutida ó ilustrada por hom-
do las órdenes del Emperador, y la batalla
bres autorizados.
de Z a n t a , en la que los turcos perdieron
cerca de treinta mil hombres y cuatro mil
prisioneros, f u é el éxito que coronó su au-
LXXIII.
dacia. Sin embargo, & pesar de las inmen-
sas v e n t a j a s que proporcionó esta victoria La primera cualidad de un general en
al ejército imperial, el príncipe Eugenio jefe, es la serenidad, que se forme una
perdió su valimiento cuando llegó & Viena. justa idea de los objetos, no dejándose
E n 1793 el general Hoche, habiendo re- alucinar por las buenas ó malas noticias
cibido la órden de marchar sobre Tréves, que adquiera: las sensaciones que reciba
con un ejército e x t r e m a d a m e n t e fatigado sucesa ó simultáneamente en el curso del
por las continuas marchas que había hecho dia, deben clasificarse en su memoria de
en medio de un país montañoso y difícil, modo que sólo ocupen el lugar que mere-
se negó á obedecerla, y decía, con razón, cen ocupar
que para tomar u n a plaza sin importancia,
se le exponía & perder su ejército. Hizo L a primera cualidad de un general en
que su8 tropas tomaran cuarteles de in- jefe, dice Montecuculli, es un gran cono-
• vierno, y pretirió la salvación de su ejérci- cimiento de la guerra: éste se adquiere con
to, de quien dependía el éxito de la cam- la experiencia, no es infuso; pues nadie
paña siguiente, á su propia conservación; nace capitan, despues se forma. No t u r -
pues llamado á Paris, f u é arrojado á un barse; tener siempre el espíritu despejado;
calabozo, del que no salió sino despues de no confundir nada en el mando; no demos-
la caida de Robespiérre. t r a r alteración en el semblante; d a r sus
No podría yo decidir si tales ejemplos órdenes en medio d e u n a batalla con tan-
t a tranquilidad como si estuviera en pleno
descanso, son las p r u e b a s de lo q u e vale
un general. Animar á los tímidos; aumen- LXX1V.
t a r el pequeño n ú m e r o d e los valientes;
reanimar el c o m b a t e q u e languidece; reu- Conocer bien la carta geográfica y la
nir las tropas dispersas; t r a e r á la carga parte de reconocimientos, cuidar de la ex-
las que han sido r e c h a z a d a s ; restablecer la pedición de las órdenes, presentar con
ventaja de las a r m a s e n u n a situacien des- sencillez los movimientos más complica-
esperada; en fin, s u c u m b i r , si necesario es, dos de vn ejército; he aquí lo que debe
por salvar á la p a t r i a , son acciones que distinguir al oficial llamado al servicio
honran sobremanera a l h o m b r e de guerra. de jefe de Estado Mayor.
A las cualidades á n t e s mencionadas pue-
de agregarse la de saber distinguir el ca- L a s atribuciones de jefe de E s t a d o Ma-
rácter de los hombres p a r a emplearlos en yor se concretaban a n t i g u a m e n t e á l a pre-
el puesto que convenga, s e g ú n sus inclina- paración de todo aquello que t e n í a rela-
ciones. " T o d o m i c u i d a d o , decía el maris- ción con la ejecución de los p l a n e s de
cal de Villars, era conocer bien á mis ofi- campaña y las operaciones a d a p t a d a s por
ciales generales s u b a l t e r n o s ; éste, por su el general en jefe: en una b a t a l l a se le em-
espíritu audaz, está propio para conducir pleaba en trasmitir las órdenes d e movi-
una columna al a t a q u e ; a q u e l , por su ca- mientos, debiendo vigilar su ejecución.
rácter guiado n a t u r a l m e n t e á precaverse, Pero en las últimas guerras se ha con-
8Ín que por esto carezca d e valor, asegura- fiado con frecuencia á los oficiales de Es-
rá mejor la defensa de u n estado. Unica- tado Mayor el mando de una c o l u m n a de
m e n t e aprovechando e n su oportunidad ataque 6 el de fuertes destacamentos, cuan-
esas diferentes c u a l i d a d e s personales, pue- do el general en jefe tenía t e m o r de com-
de uno procurarse y casi a s e g u r a r los gran- prometer el secreto al trasmitir sus órde-
des y felices resultados." nes y sus instrucciones. De esta innovación,
que por tanto tiempo fué rechazada resul-
t a n grandes ventajas; ya que por este me-
asi como los conocimientos preliminares
dio se logra que los oficiales se pongan en
a p t i t u d de perfeccionar la teoría con la para hacerse oficial de Estado Mayor. E l
práctica, y que, ademas, adquieren el apre- principe de Lámbese le admitió en su re-
cio del soldado y del oficial subalterno de gimiento de dragones, y en él adquirió la
las tropas de linea, quienes juzgan fácil- v e n t a j a tan esencial en un hombre de gue-
m e n t e de un modo desfavorable á los ofi- rra, de manejar su caballo y sus armas con
ciales superiores á quienes nunca han vis- destreza; agregado despues al E s t a d o Ma-
t o en las filas de los que combaten. Los yor del conde de Rochambeau, hizo su pri-
generales á quienes se colocó con éxito du- m e r a campaña en América, en donde co-
r a n t e el período de las guerras de la revo- menzó á hacerse distinguir por su activi-
lucion en el difícil puesto de jefe de Es- d a d , su valor y sus talentos. Hecho oficial
tado Mayor, se habían, con anterioridad y superior, en el Cuerpo especial de E s t a d o
casi todos, distinguido en el servicio de las Mayor general formado por el mariscal de
diversas armas. Segur, visitó los campos del rey de Prusia,
y en 1789 desempeñó las funciones de je-
E l mariscal Berthier, que desempeñó de
f e del E s t a d o Mayor bajo el barón de Be-
Í ^ / T „ n b r i l l a n t e el puesto de j e f e de zenval. D u r a n t e diez y nueve años inver-
instado Mayor de Napoleon, poseía las cua- tidos en diez y seis campañas, la historia
lidades más esenciales que debe tener un d e la vida del mariscal Berthier es la mis-
general: valor tranquilo y brillante, exce- m a que la de las guerras de Napoleon, de
lente juicio y larga experiencia. Llevó las l a s que dirigió todos los detalles de ejecu-
armas durante medio siglo, hizo la guerra ción, sea en el gabinete, sea sobre el terre-
en las cuatro partes del mundo, abrió y no. Ageno á las intrigas políticas t r a b a j a b a
terminó treinta y dos campañas. E n su in- con u n a actividad infatigable, apreciando
f a n t e r í a adquirió, á la vista de su padre con prontitud y sagacidad las miras gene-
antiguo ingeniero geógrafo, el talento de rales y dando despues todas las órdenes de
levantar planos y de dibujarlos con gusto, ejecución con previsión, claridad y conci-
sion. Discreto, impenetrable, modesto á
l a vez que exacto, justo y severo para todo Las administraciones civiles agregadas á
lo que tocaba a servicio, pero daba siem- los ejércitos, se f o r m a n casi siempre en el
pre él m i s m o el ejemplo del zelo y de la momento en que comienza la guerra, y se
vigilancia; sabía conservar la disciplina v componen de empleados extraños á las le-
hacer respetar la autoridad que se le con- yes de la disciplina y que nunca la obser-
> Po r todos sus subordinados, cualquie- van; son poco e s t i m a d o s de los militares,
ra que f u e s e su rango y su grado. porque su mira es l a de enriquecerse sin
pararse en los medios; en fin, ellos coope-
ran únicamente á s u Ínteres particular en
u n servicio en q u e permanecen ágenos á
LXXV. las glorias del ejército. Los desórdenes y
las dilapidaciones q u e son inherentes á es-
Un general de artillería debe conocer
ta administración, seguramente dejarían
el conjunto de las operaciones del ejórci-
de existir si los empleos se confiaran á hom-
to, puesto que está obligado á proveer de
bres salidos de las filas del ejército, y que,
armas y municiones á las diferentes di-
como premio á sus t r a b a j o s pudieran com-
visiones de que está compuesto
partir con sus h e r m a n o s de armas, las glo-
rias del ejército.
. Después d e haber reconocido las venta-
j a s que presenta encargar un Cuerpo mi-
litar de que provea al ejército de armas y
municiones d e guerra, creo que debería ya
haberse hecho sentir la necesidad é impor-
tancia de confiar también á un Cuerpo en-
teramente m i l i t a r el abastecimiento de ví-
veres y forrajes, y no á una administración
separada, como se h a practicado hasta hoy
te del ejército y del que no recibe ni víve-
res ni sueldo y raramente socorros, se en- LXXYI.
cuentra, d u r a n t e toda la campaña, aban-
donado á sus propios recursos. Debe unir Re6onocer con destreza los desfilade-
la astucia al valor y la prudencia á la au- ros y los vados, aprovecharse de buenos
dacia, si quiere recoger botin sin exponer guias, interrogar al cura y al adminis-
su pequeña tropa á medirse con fuerzas trador del correo, ponerse en comunica-
superiores. Siempre inquieto y rodeado de ciones rápidas con los habitantes, enviar
peligros que debe prever y vencer, el j e f e espías, apoderarse de las cartas del correo,
de partidarios adquiere, en poco tiempo, interpretarlas y analizarlas; y por últi-
una experiencia de los detalles de la gue- mo>, cojitestar todas las preguntas del ge-
rra que un oficial de tropas de línea obten- neral en jefe, cuando llegue con todo el
drá raramente; porque éste está casi siem- ejército, son las cualidades que debe tener
pre bajo la influencia de una autoridad un buen general á quien se confía un
superior que dirige todos sus movimientos. puesto avanzado.
LXXVII. LXXVIII.
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