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La Francofonía es una de las grandes comunidades lingüísticas del mundo. No se limita a tener una
lengua común, sino que comparte también los valores humanistas transmitidos por la lengua francesa.
Éstos son los dos pilares sobre los que descansa la Organización Internacional de la Francofonía.
Términos Sustitutos
Con el pasar de los años, la ideología del vocablo comenzó a recobrar sus fuerzas. Sin embargo, el
término quedaba en el olvido. Entre los diferentes neologismos creados para encarnar la ideología de la
francofonía se encontraron la francitude, la comunidad francófona, el commonwealth francófono y,
finalmente, la francité.
La francitude fue un vocablo que intentó personificar la identidad de lo que simbolizaba ser hablante de
lengua francesa. “La comunidad francófona” acogía a todo aquél que hablara el francés como lengua
primaria o secundaria. El commonwealth francófono fue un término desprovisto de toda coartada
cultural puesto que se pretendía crear con un título en inglés una identidad... ¡francófona! Finalmente,
la Francité fue el término que, en cuestión de popularidad y definición, logró llevar el nuevo significado
de la francofonía con mayor eficiencia y de una manera prolongada. Este término recogía las diversas
características lingüísticas y culturales del francés, así como de todo lo que emanaba del espíritu o
esencia del francés. Su auge se debió, en medida, al ensayo que Roland Barthes dedicó a dicho
concepto. Hoy día, el término Francité es muy utilizado en Bélgica. Incluso, en Bruselas existe La Casa de
la Francité dedicada, única y exclusivamente, a la francité.
El termino francité, el cual en un principio fue adoptado por la comunidad francófona, también perdió
su popularidad.
El regreso de la Francofonía
El vocablo francofonía hizo su regreso espectacular en la década de 1960. Ya para 1962 la revista Esprit,
dirigida por Jean-Marie Domenach, publicó un reportaje acerca del término.
Francofonía ahora se puede declinar en cuatro acepciones. Las primeras dos son modificaciones de
aquéllas acuñadas originalmente por Reclus. En el sentido lingüístico, la francofonía es la cualidad de
aquél que se comunica en francés. El francés es una sola lengua que varía según los individuos, los
estatus sociales, las ocupaciones y los planos geográficos e históricos de cada país de habla francesa. La
tercera de estas acepciones, denominada espiritual y mística, sugiere el pertenecer a una misma
comunidad: la comunidad francófona. Por último, la acepción institucional, realza el factor verídico de
compartir una misma lengua por medio de asociaciones públicas y privadas internacionales.
A pesar de que la Francofonía es el resultado de la aventura colonial francesa a partir del siglo XVII, ésta,
en el presente, no representa una misión poscolonial de Francia con propósitos económicos hacia las
antiguas colonias.
La Francofonía, con F mayúscula, es un dispositivo institucional que organiza las relaciones entre los
países que tienen en común la lengua francesa. Con padres fundadores como Léopold Sédar Senghor,
Habib Bourguiba, Hamani Diori y Norodom Sihanouk, la Francofonía multilateral nace en 1970, en
Niamey, con la creación de la Agencia de Cooperación Cultural y Técnica (ACCT), que en 1998 se
convierte en la Agencia Intergubernamental de la Francofonía y, en 2005, en la Organización
Internacional de la Francofonía (OIF). Su cometido consiste en fomentar el francés y la cooperación
entre los 88 Estados y Gobiernos miembros. Este objetivo queda formalizado en la Carta de la
Francofonía, adoptada en 1997, en la Cumbre de Hanói, y revisada en la Conferencia Ministerial de 2005
en Antananarivo.
La OIF tiene su sede en París y, además, seis oficinas regionales (Port-au-Prince, Bucarest, Lomé,
Libreville, Antananarivo y Hanói) y cuatro representaciones permanentes (Ginebra, Bruselas, Adís Abeba
y Nueva York), que quedan bajo la autoridad del secretario general.
La Cumbre de la Francofonía se reúne cada dos años bajo la presidencia del jefe de Estado o de
Gobierno del país anfitrión para definir las orientaciones de la Francofonía y poder así garantizar su
proyección en el mundo.
La Conferencia Ministerial de la Francofonía congrega una vez al año a los ministros de Asuntos
Exteriores o a los ministros encargados de la francofonía de los países y Gobiernos miembros de la
comunidad francófona. Sirve para preparar las cumbres y velar por la ejecución de las decisiones que se
toman en ellas.
El Consejo Permanente de la Francofonía está compuesto por representantes personales de los jefes de
Estado y de Gobierno de los países miembros. Prepara y hace seguimiento de las cumbres bajo la
autoridad de la Conferencia Ministerial. Asume funciones de organización, coordinación y arbitraje y, en
su trabajo, le apoyan muchas comisiones.
Por otra parte, la Conferencia de ministros de Educación que tienen en común la lengua francesa y la
Conferencia de ministros de Juventud y Deporte de los países de habla francesa son dos conferencias
ministeriales permanentes de la Francofonía. Participan en la elaboración de las políticas francófonas
multilaterales en sus respectivas áreas
Francia y la Francofonía
Francia impulsa una política activa con el fin de desarrollar la Francofonía. Desde el 20 de marzo de 2018
y la presentación de un «Plan global para la promoción del francés y del plurilingüismo en el mundo»
por parte del presidente de la República Francesa, hace hincapié en el francés, cimiento de las
instituciones de la Francofonía multilateral y, en particular, de la Organización Internacional de la
Francofonía (OIF).
Esta Francofonía multilateral contribuye a la paz, la democracia, los derechos humanos, la promoción
del francés y la diversidad cultural, al igual que al desarrollo de una prosperidad común y duradera.
La historia de la Francofonía nació bajo la pluma de uno real, del revolucionario geógrafo francés
Onésime Reclus. Este famoso geógrafo utilizó por primera vez el término en 1880 cuando en su libro
Francia, Argelia y las colonias describió al conjunto de pueblos francohablantes. Realizó, dos
descripciones principales para el término: una lingüística y otra geográfica. Describió a ambas sin que
fueran comprendidas como aseveraciones alejadas una de la otra, sino más bien como un todo
coherente.
Es una lengua románica o romance. Las lenguas romances descienden del latín vulgar o tardío, el idioma
de uso cotidiano en el Imperio romano. Esta lengua fue difundida en todos los territorios conquistados
por Roma. Sin embargo, tras la caída del Imperio Romano de Occidente, muchas de las tierras
conquistadas quedaron cultural y lingüísticamente aisladas.
El francés tiene su origen en los dialectos galorromanos del norte de Francia. Sustituyó al latín como
lengua del reino de Francia en 1539, año en el que François I declaró el francés lengua oficial de la
administración.
¿Dónde se habla francés?
El francés es lengua oficial en 29 países, lo que lo coloca en segundo lugar detrás del inglés en cuanto a
número de estados. Bélgica, Benín, Burkina Faso, Burundi, Camerún, Canadá, Chad, Costa de Marfil,
Francia, Haití, Luxemburgo, Madagascar, Malí, Mónaco, Níger, Guinea Ecuatorial, República Democrática
del Congo, Ruanda, Senegal, Seychelles, Suiza, Togo, Vanuatu e Yibuti.
El francés es el idioma de procedimiento de la UE, la única lengua utilizada para las deliberaciones del
Tribunal de Justicia de la Unión Europea, así como uno de los idiomas de trabajo reconocidos de las
Naciones Unidas.
“Unos 300 millones de personas”. Entre estos 300 millones de locutores no sólo se encuentran
hablantes nativos, sino también semihablantes, así como hablantes de los numerosos dialectos
franceses y criollos. Fue a través de la colonización y varias olas de migraciones que el francés se
convirtió en el sexto idioma más hablado en el mundo, detrás del chino mandarín, el inglés, el hindi, el
español y el árabe.
El francés es lengua oficial en estados de los cinco continentes y también la segunda lengua más
estudiada en el mundo, detrás del inglés: 120 millones de estudiantes están aprendiendo francés hoy en
día. Además 220 millones hablantes nativos de francés en el mundo, se calcula que hay unos 72 millones
de semihablantes.