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Este documento narra la historia de Montag, un bombero cuya función es quemar libros ya que están prohibidos. Un día conoce a Clarisse, una chica que le hace preguntas que le hacen cuestionarse su trabajo. Tras la muerte de Clarisse, Montag empieza a robar libros y leerlos en secreto. Busca a un antiguo profesor, Faber, para que le ayude a entenderlos. Faber le dice que la sociedad necesita calidad de información, ocio significativo y libertad para tomar decisiones basadas en ello. Le da
Este documento narra la historia de Montag, un bombero cuya función es quemar libros ya que están prohibidos. Un día conoce a Clarisse, una chica que le hace preguntas que le hacen cuestionarse su trabajo. Tras la muerte de Clarisse, Montag empieza a robar libros y leerlos en secreto. Busca a un antiguo profesor, Faber, para que le ayude a entenderlos. Faber le dice que la sociedad necesita calidad de información, ocio significativo y libertad para tomar decisiones basadas en ello. Le da
Este documento narra la historia de Montag, un bombero cuya función es quemar libros ya que están prohibidos. Un día conoce a Clarisse, una chica que le hace preguntas que le hacen cuestionarse su trabajo. Tras la muerte de Clarisse, Montag empieza a robar libros y leerlos en secreto. Busca a un antiguo profesor, Faber, para que le ayude a entenderlos. Faber le dice que la sociedad necesita calidad de información, ocio significativo y libertad para tomar decisiones basadas en ello. Le da
Yo soy Montag, pertenezco al libro Farenheit 451 de Ray
Bradbury y esta es mi historia. Mi oficio era uno de los más importantes: Bombero. Llevabamos las insignias de la salamandra y el fénix con orgullo junto a toda clase de artilugios: mecheros, cerillas, largas mangueras cuyo propósito era escupir queroseno… Todo para un único fin: eliminar todos los libros de la faz de la tierra. Recibiamos alertas de personas acusando a sus vecinos de tener bibliotecas clandestinas. Los libros estaban prohibidos por lo que nosotros debíamos quemarlos junto a sus casas. Las personas que tenían libros en su posesión eran arrestadas y enviadas a un manicomio. Yo amaba mi trabajo, amaba la calidad sensación del fuego, el olor del queroseno, el espectáculo de luz que eran los incendios… O eso creía. Hubo un día en el que empecé a cuestionarme si realmente me gustaba lo que hacia. Ese día volvía a mi casa tras causar un incendio a altas horas de la noche, creo que serían en torno a las 3 de la mañana. En la calle donde se encontraba mi casa me encontré a una joven chica. Era la nueva vecina, se había mudado junto a su familia hace poco. Se presentó, su nombre era Clarisse. Comencé a andar hacia mi casa junto a ella y empezó a divagar y a divagar, me dijo que tenía 17 años, me dijo que estaba loca, me habló mucho sobre su tío, un hombre que parecía ser bastante interesante. Y también me dijo que no le daba miedo. Esto me sorprendió, ¿Por qué habría de darle miedo?. Me hizo varias preguntas sobre mi oficio. Me preguntó si alguna vez había leído un libro, una pregunta estúpida, todo el mundo sabe que eso es ilegal. Me dijo que su tío decía que antes los bomberos no quemaban libros, que antes apagaban incendios en vez de provocarlos, en ese momento eso me pareció una estupidez. Después continuo divagando sobre sus pensamientos respecto a la sociedad. Tras eso se marchó, no sin antes hacerme una pregunta que me molesto. Esa chica me pregunto “¿Es usted feliz?”. Esa ridícula pregunta no salía de mi cabeza cuando entre a mi casa. Las luces estaban apagadas, no se escuchaba ningún ruido. Extrañado entre a mi habitación y vi a mi mujer, Mildred, desplomada en el suelo con un bote de pastillas en la mano. Se había intentado suicidar. Rápidamente llame a urgencias y tras un rato llegaron dos funcionarios con una maquina extraña, con forma de serpiente. Vi como friamente le extraían del cuerpo a mi mujer su sangre y le metían otra sangre distinta. Dijeron que no era suficiente con limpiarle el estomago, también debian limpiarle la sangre, o si no su cerebro volvería a hacerle daño. Al día siguiente ella no recordaba nada. Fui a trabajar. Me volví a encontrar con Clarisse, ella me acompaño de nuevo a lo largo de la calle. Cogió una flor del suelo y me dijó que frotándola en la zona inferior de la barbilla se podía saber si una persona estaba enamorada. Frotó la flor bajo mi barbilla y me dijo que no estaba enamorado. Eso me enfureció, ¡pues claro que estaba enamorado!. Pasaron los días de forma igual, iba a la estación de bomberos, en el camino hablaba con Clarisse, ella me hacia reflexionar sobre cosas en las que no me gustaba pensar. En mi casa vivía atormentado por el estruendo de voces que venia de las tres televisiones gigantes que estaban todo el día encendidas, siendo observadas por mi mujer. Ella trataba a la gente de esas pantallas como a su familia, decía que eran sus parientes. Cuando le preguntaba sobre que hablaban nunca podía darme una respuesta clara pese a que no apartaba la vista de ellos. Con el paso del tiempo me di cuenta de que realmente no estaba enamorado, de que esa mujer no era mas que una mera desconocida con la que convivía. Ni siquiera éramos capaces de recordar donde o cuando nos conocimos. A ella ni siquiera le importaba eso. Pasaron los días. No soy capaz de recordar con claridad cuando fue pero en algún momento deje de encontrarme con Clarisse. Su silenciosa desaparición dejo un enorme vacio existencial dentro de mi. Andaba mas lento por esa calle con la esperanza de que apareciera, no paraba de mirar alrededor buscándola, pero nunca la encontré. Pero lo que fue la chispa que me hizo explotar fue el día en el que fuimos a causar un incendio en la biblioteca de una anciana. No me sentía bien, no paraba de pensar en Clarisse y sus preguntas. La anciana propietaria de la biblioteca se negaba a abandonarla. Después de intentar sacarla de allí se acabo quemando así misma junto a sus libros. En el momento del pánico oculte uno de los libros bajo mi ropa y me lo lleve a casa. Necesitaba saber que tenían los libros para hacer que alguien prefiriera la muerte a vivir sin ellos. Al volver a mi casa estaba alterado. Alli descubri una verdad devastadora, mi mujer me dijo que hacia 3 semanas que la vecina de al lado, Clarisse, murió atropellada. Me sentía enfermo, sentía que su muerte me estaba quitando mi vida, sentía furia contra los jóvenes que le atropellaron y contra mi mujer por tardar 3 semanas en contarme que había muerto además de decírmelo de una forma tan impersonal. Al día siguiente me negué a acudir al trabajo, menti diciendo que estaba enfermo cuando realmente tan solo no quería acudir. Le pedí a Mildred que llamase a Beatty, el capitán de bomberos, para decirle que estaba enfermo. Ella me dijo que lo hiciera yo, pero yo no quería hacerlo porque sabia que si hablaba con él me acabaría convenciendo para que fuera al trabajo. Yo soy débil y el me intimidaba, no podía hablar con el. Ni mi mujer llamó por teléfono ni yo me moví de la cama por lo que al pasar unas horas Beatty se pasó por mi casa para preguntarme el porque no había ido a trabajar. Yo estaba en la cama, me sentía pesado, apoyado sobre la cama donde escondía el libro que robe el día anterior. El me habló sobre los bomberos, el me insinuó que sabia que yo había robado un libro. Me dijo que era algo que todos los bomberos hacían una vez, que se les permite quedarse con el libro 24 horas y después si el propio bombero no lo ha quemado se le confiscaría el libro y se quemaría de todas formas. Me conto que los bomberos al principio si que se dedicaban a extinguir incendios en vez de provocarlos. Me conto que esto cambió cuando los libros se popularizaron. La cultura y la inteligencia se empezó a expandir por la sociedad como una plaga. Los ineptos tenían miedo de que los intelectuales usasen su inteligencia como un arma. Los libros continuaban creandose y era imposible que no molestasen a alguien. Daba igual que pusiera en sus paginas, al final alguien acabaría enfadándose por ello. Y fueron estos dos hechos los que hicieron que fuera el pueblo quien empezase a quemar los libros. Con el tiempo los libros se acabarían ilegalizando, las casas se modificarían para ser ignifugas y los bomberos tendrían una nueva misión: hacer un espectáculo que entretuviera a la sociedad, pues ellos no eran necesarios, la gente normal era la que quería quemar los libros, ellos solo brindaban una sensación de protección ante los locos que querían seguir guardando los libros. Aun con este discurso me negué a ir a trabajar. Esto sorprendió a Beatty. Después de que se fuera me sinceré con Mildred. Le enseñe el libro que había robado el día anterior y los otros libros que había robado tiempo antes. Tenia unos cuantos, los llevaba recogiendo desde antes de conocer a Clarisse. Pase toda la tarde leyendo los libros en voz alta delante de Mildred, ella lloraba en silencio. Trataba de buscar algo en los libros, algo que arreglase lo que estuviera mal dentro de mi y dentro de Mildred y dentro de todos pues los locos no eran los que guardaban los libros sino los que los quemaban. A la gente que quemaba libros le hacia falta ese algo. Ese algo que encontraron tiempo atrás Clarisse o su Tío, pero no lo encontré, no era capaz de entender los libros que leía. Al día siguiente en vez de ir a trabajar fui a buscar a alguien que me pudiera ayudar a encontrarlo. Tiempo atrás conocí a un anciano que había sido profesor de literatura en una universidad y que me dio su dirección, se llamaba Faber. Fui a casa de Faber, le lleve un regalo, una biblia. Me dejó pasar dentro de su casa. Conversamos sobre distintos temas, los bomberos, la guerra que cada vez estaba mas cerca de nuestro país… El me dijo que ese algo que buscaba no se encontraba en los libros, los libros solo eran una forma de llegar a ello. Me dijo que las tres cosas que le hacían falta a la sociedad eran calidad de información, ocio de verdad; no del que estábamos plagados un ocio enfermizo que solo consitia en conducir tan rápido que solo se pueda pensar en no matarse y envenenarse con los epectaculos televisivos que no dan tiempo a pensar con todo ese ruido y esas luces. Y la tercera cosa el derecho a realizar acciones con el resultado de la interacción de las dos otras. Tres cosas de las que nuestra sociedad carecía. Él me dio un audífono para mantenerse en contacto en todo momento conmigo. Yo seguiría yendo al trabajo de forma normal y él escucharía hablar a mi capitán mientras tramábamos un plan revolucionario. Su voz resonaba en mi cabeza en todo momento, actuando como un guía en este desastroso mundo. Al día siguiente mi mujer trajo a dos amigas a su casa, a ver la televisión. Me enfurecio verlas muertas por dentro observando la televisión. La apague y las obligue a conversar conmigo. Las odiaba. A las tres. Odiaba como se habían alterado al ver como se apagaba la televisión, odiaba como una hablaba con cariño el sistema de educación de nuestro país, en el que tienes un hijo y desde ese momento te lo arrebatan y solo lo ves una vez al mes. Odiaba como hablaban de la guerra como si fuera algo lejano e imaginario pese a estar cada vez mas sobre nosotros. Odiaba sus decisiones políticas, pues ellas votaban en las elecciones al candidato mas bello haciendo caso omiso de sus propuestas. Bajo este odio y esta furia saque un libro de poemas y comencé a leer. Ellas lloraron, las amigas de mi mujer se fueron corriendo y mi mujer me dijo que me fuera a trabajar inmediatamente. Cuando llegue le entregue el libro a Beatty.Unas horas mas tarde recibimos una alerta de un alijo secreto de libros. Al ver la dirección Beatty se emocionó. Ese día conducía él, cosa extraña. El estaba muy emocionado y yo no fui capaz de reaccionar ante la sorpresa de ver cómo nos parabamos delante de mi casa. Vi como Mildred huía de la casa, ella había dado la alarma. Beatty me dio un lanzallamas y me dijo que debía ser yo mismo quien debía quemar mi casa. Queme mi casa. Y con mi casa me quemé a mí mismo y a la desconocida con la que me había casado y todos los momentos que pasé allí dentro ardieron junto a la casa. Cuando por fin terminé Beatty observó el dispositivo que había en mi oído. Me lo arrebate y me dijo que iba a rastrear la señal para detener a mi compañero. La furia se apoderó de mi cuerpo y sin pensarlo le rocié con el fuego del lanzallamas. Él lo estaba esperando, acepto el fuego sin oponer ninguna clase de resistencia, él quería morir. Hui sin saber a dónde ir. Inconscientemente me dirigí a la casa de Faber. Él me ayudo. Me dio ropa nueva, una botella de whiskey y me dijo que huyera hacia el río de la ciudad y continuara caminando por las viejas vías de tren. Mientras estuve allí pude ver las noticias. Vi que oficialmente se acababa de declarar la guerra, sin embargo, esa noticia fue rápidamente tapada con la del homicidio que acababa de cometer. Mi persecución fue retransmitida en directo desde los helicópteros, me estaban buscando cada vez mas seguros de encontrarme. Debía huir rápido. Corri durante lo que parecieron horas y finalmente llegue al rio. Camine por las vías del tren y me encontré con unos hombres calentándose delante de un fuego. Me sorprendi al ver ese uso del fuego, no podía creer que el fuego pudiese ser usado para algo reconfortante como obtener calor en vez de algo que produjera destrucción. Me dieron la bienvenida, me conocían. Me dieron de comer y me mostraron la televisión en la que estaban viendo mi persecución. Me seguían persiguiendo en la ciudad, ejecutaron en medio de la calle a alguien que hicieron pasar por mi y lo retransmitieron en directo en todo el país. Hable con la gente que vivía en las vías del tren, me contaron su plan. Me contaron que existían muchas personas que habían memorizado libros. No tenían los libros en físico pero si en sus recuerdos y así esperarían a que la guerra explotara y terminara para aprovecharse de las heridas abiertas por la guerra para así curar a la sociedad por dentro. Yo recordaba un libro de la biblia, el libro del Eclesiastés. Me uní a ellos. Esperando al momento en el que pudiéramos reconstruir la sociedad recordándonos una cosa que teníamos que tener muy presente: Nosotros no éramos importantes. No darnos el lujo de creernos importantes si queríamos llevar a cabo nuestra misión.
Horas mas tarde pudimos observar desde lejos como unos
aviones sobrevolaban la ciudad arrojando una gran bomba a esta, pudimos ver como toda la ciudad era devastada en un momento. Al día siguiente. nos dirigimos a un granero donde habían llevado a heridos que habían sobrevivido. Íbamos a ayudarlos, a alimentarles y curarles, estábamos preparados para recitar los libros.