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Marc Augé
El porvenir de los terrícolas
El fin de la prehistoria de la humanidad
Marc Augé
como sociedad planetaria
l~Iporvenir
Abrumada por el imparable progreso tecnocientifico y
decepcionada por las ideologías de nuestro tiempo, la
humanidad parece haberse quedado hoy en día sin un «t,1ro
lic los terrícolas
que ilumine su camino hacia el futuro. Vivimos en un et,•rru,
presente caracterizado por desigualdades crecientes, 1 1 l 111 <le la prehistoria de la
violencias extemtidas y una fuerte regresión ideológica. 1n1111:111 ,dad como sociedad
Para definir esta condición social )' humana. Augé utiliza l,1 1l111t.:l,11ia
expresión •prehistoria de la humanidad como sociedad
planetaria». Hemos entrado en una nueva era que se define
por un desarrollo tecnológico sin precedentes, pero
también por los movimientos migratorios globales, las crisis
económica, política y ecológica, así como la fuerte tensión
entre la vida que se reali7.aen los no lugares(espacios de
consumo, de tránsito y de comunicación) y la necesidad de
vivir en lugares reales, libres de relaciones virtuales.

Con su fina capacidad de análisis, Augé nos introduce en esta


sugestiva critica del presente y nos sitúa frente al reto de
cómo escapar de este impasse e inaugurar una era diferente.
¿Seremos capaces?

CLAD~MA
Antropología

gedisa 11cclisa
Otras obras de Marc Augé EL PORVENIR
puhlicadas por Gedisa DE LOS TERRÍCOLAS
¿Por qué vivjn,os?

El tiempo en ruin;\5 El fin de la prehistoria


El oficio de antropólogo de la humanidad
Se111 ,do y 1,bertml
como sociedad planetaria
Diario ele guerra
El mundo de;puc;>
del JI de '>rpucmlne

Ficc.:ionesele fin e.lesiglo

1.a, formas del olvi,lo

El viaje imposible
MarcAugé
El t10 i~,no y nis imagfm·s

La gutrc:1. de los sue1\os


L/11f'ns,ty'> dt· tino ficn,;n,

Los no lugarc~. Espaáos del anonimato


nna :mtro¡,ofof_üt de/,: wbrf>moder11i,l.·1d

El viajero subterráneo
Un etnólogo en el metro

1lacia u11a a.ntropología


<lelos mundos contemporáneos

Travesía po,· los janliocs de Luxemburgo

Dio~ como objeto


\'imbolos-ft"t'rp{)s- nMI t·ri11, p,tÍdÍJra,
Título original: Un altro mondo epossibile, by Marc Augé
Copyright:© Codice Edizioni, 2017

© Traducción de Albert Berengucr


Corrección: Borja Criado

Cubierta: Juan Pablo Vcnditti

Primera edición: junio de 2018, Barcelona

Reservados todos los derechos de esta versión castellana de la obra


Índice
© Editorial Gedisa, S.A.
Avda. del Tibidabo, 12, 3.º
08022 Barcelona (España)
Tel. 93 253 09 04 A modo de introducción .............. . 9
Fax 93 253 09 05
Correo electrónico: gedisa@gedisa.com
http://www.gedisa.com
l. De lo utópico a lo posible ........... . 13

Prcimpresión: 2. Progreso y cultura ................. . 27


MoelmoSCP
3. Cambio de escala .................. . 33
ISBN: 978-84-17341-28-2
Depósito legal: B. l 1268-2018
4. ¿Es posible un etno-análisis? ........ . 41
Impreso por Master Copy, S.A. de C.V.
Impreso en México 5. La necesidad de lugares ............. . 51
Printed in Mexico
6. La edad y el tiempo................. 59
KEsta obra se benefició del apoyo de los Programas de Ayuda
a la Publicación del /nstitut franrais» 7. La antropología del porvenir ........ . 69
Queda prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio
de impresión, en forma idéntica, extractada o modificada, de esta
8. ¿Salida de la religión o fin
versión castellana de la obra. de la prehistoria? .............. , ... . 81
9. Imaginar el porvenir: etno-ficción,
ficción y utopía ................ •••• 91
., 103
Conc 1us1on ...................... •. ••

A modo de introducción

¿Por qué este libro? Este libro surgió de una con-


ferencia que tuvo lugar en el marco de la Biennale
de la democracia en Turín en 2013. La propues-
ta que se me hizo para ampliar la conferencia y ha-
cer un libro a partir de ella me resultó atractiva de
inmediato. Italia es ciertamente el país del mundo
donde los debates y las conferencias públicas ocu-
pan un lugar más importante. Siempre me ha impre-
sionado la demanda y la disponibilidad del público
curioso y atento que frecuenta festivales, coloquios,
o asiste a conferencias con un dinamismo y una aten-
ción a todas luces notable. Un público de una ca-
lidad tal que lleva en volandas al orador y, una vez
terminado el discurso, puede intentar responder
a las preguntas que se le plantean o los comenta-
rios que se le hacen. Pero el tiempo es limitado,

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los que intervienen son muchos y raramente se da este vacío, sólo pueden hacerlo de forma demasia-
la oportunidad de intentar situar las declaraciones do parcial, insuficiente y con prisas.
en el recorrido de conjunto que podría darles su Lo que permite la edición de las conferencias
justificación plena, aunque se esfuerce uno leal- es, precisamente, dejar que el autor explique libre-
mente y tenga delante a un público entendido y mente todo lo que, según él, se relaciona con su
cultivado. tema. Volver a encontrarse con la libertad propia
de los intercambios resultantes de una conferencia
La idea de publicar las intervenciones es bella, pero pero disciplinándola, inscribiéndola en la lógica de'
la idea de publicarlas en versión larga, extendida, un recorrido intelectual de conjunto: tal era la opor-
para producir libros concebidos como prolonga- tunidad que se me ofrecía con la redacción de este
ciones de las conversaciones esbozadas, las expli- pequeño libro. En todo caso, lo he hecho con esta
caciones esquemáticas o las respuestas demasiado intención, partiendo del tema de la conferencia que
breves a los oyentes de una noche, es una iniciati- trataba de la utopía y de lo posible («Du futur uto-
va aún más afortunada. pique au futur possible» ), lo esencial de la cual re-
Dicho esto, ¿cómo puede un autor prestarse a sumiré en el capítulo l. Los capítulos que le siguen
este experimento algunos meses más tarde, con cal- tienen todos que ver con aspectos de este tema, a
ma, cuando ya no se encuentra atrapado por la pre- decir verdad tan vasto como ambicioso, tal y como
sencia atenta, curiosa y a menudo estimulante del me he visto inclinado a pensarlo, situándolo tanto
público, ni concentrado en ella? Sobre este punto respecto a mis investigaciones como respecto a los
conviene ser honestos: hay algo que se pierde ne- problemas que representa hoy día la evolución ace-
cesariamente de la intensidad de algunos instantes, lerada de nuestra historia. Así pues, preguntarse por
algo que no debemos pretender resucitar y que hay las relaciones entre la utopía y lo posible invita a re-
que sustituir por otra cosa. Esta otra cosa, me pa- tomar la cuestión del progreso (capítulo 2), cuestión
rece, es todo aquello que el autor quizás tenía en que sin duda se les plantea de nuevo a las socieda-
mente mientras hablaba y que no pudo exponer ín- des humanas frente al cambio de escala impuesto
tegramente para evitar abrumar al auditorio y ha- por la globalización tecnológica y la difusión delco-
cerle perder el hilo de su discurso -aunque algunas nocimiento de la macrofísica (capítulo 3). Concreta-
de las preguntas hechas puedan ayudarle a suplir mente, estas cuestiones, que nos conciernen a todos,

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invitan a preguntarse, por un lado, por las premisas
de la situación actual, y por otro, por las relacio-
nes entre el individuo y la colectividad (capítulo 4),
los constituyentes necesarios del pensamiento sim-
bólico, el espacio (capítulo 5), el tiempo (capítulo 6)
y la capacidad de la antropología para dar respues- 1
tas a estas preguntas de conjunto (capítulo 7). Nos
preguntaremos (capítulo 8) si el periodo en el que
vivimos se parece, de algún modo, a un final de la De lo utópico a lo posible
prehistoria de la humanidad como sociedad plane-
taria, y finalmente (capítulo 9) nos preguntaremos
por las relaciones entre etno-ficción, ficción y uto-
pía: ¿puede la ficción ser útil para dar una dirección Las utopías del siglo xx se dieron de bruces con-
a la investigación y señalar sus fines deseables? Al- tra las duras realidades de la historia durante el si-
gunos pasajes de estos capítulos hacen referencia a glo xx. La globalización actual es económica y tec-
la actualidad política del momento, particularmen- nológica. Vivimos en un mundo de imágenes y de
te problemática, y anticipan preguntas que segura- mensajes instantáneos que nos dan la sensación
mente se plantean y que, sin duda, mi público de de estar en un presente perpetuo. A su vez, la úl-
ayer me haría. tima utopía, la del «fin de la historia» y de la so-
En definitiva, me he visto llevado a retomar el ciedad liberal, está quedando en entredicho. Para
tema de la conferencia teniendo en cuenta todo lo poder pensar el futuro como algo posible hay un
que, desde mi punto de vista, tiene relación con modelo, el pensamiento científico, que promueve
él y todo lo que la actualidad le añade. Dicho de la hipótesis como método, y dos principios: pen-
otro modo, aplicaré una mirada de antropólogo del sar de acuerdo con los fines y entender que el hom-
presente y de los mundos contemporáneos. Me ha bre, en su triple dimensión, individual, cultural y
resultado imposible evitar la reflexión sobre la na- genérica, es la única prioridad.
turaleza de la investigación antropológica y su im- Es la gran paradoja de nuestra época: ya no nos
portancia particular en el mundo llamado global. atrevemos a imaginar el futuro, mientras que los pro-

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gresos de la ciencia nos dan acceso al descubrimien- también todos nuestros miedos: la estrecha im-
to de lo infinitamente grande y lo infinitamente pe- bricación entre la vida científica y la vida social,
queño. La ciencia avanza con tal rapidez que hoy entre la historia y las ciencias de la historia, simple
seríamos incapaces de describir cuál será el estado y llanamente. En resumen, entre progreso cientí-
de nuestros conocimientos de aquí a unos cincuen- fico y desarrollo económico. El siglo xx ha sido el
ta años, cosa que, sin embargo, no es sino una ín- siglo de la muerte de las utopías, de los «grandes
fima parcela de tiempo en la escala histórica. relatos» del siglo XIX, retomando una expresión del
Esta paradoja es incluso más sorprendente cuan- filósofo Lyotard (Lyotard, Jean-Frarn;ois, 1979,
do vemos que los progresos científicos se acom- La Condition post-moderne, Éditions de Minuit),
pañan de inventos e innovaciones tecnológicas que que resultaron en monstruosidades sociales y po-
tienen sus efectos en la vida social de las personas. líticas. Y también fue el siglo de los experimentos
Las tecnologías de la comunicación abren a todo de la ciencia, a veces mortíferos cuando sus apli-
individuo, en teoría, múltiples posibilidades para caciones intervinieron directamente en el curso de
relacionarse. En teoría, los medios de transporte la historia humana, como fue el caso de las distin-
permiten a todo el mundo recorrer el globo. Las tas armas producidas en la .investigación sobre el
redes de distribución expanden todas las posibili- átomo.
dades de consumo. Desde otro punto de vista, po- Hoy sabemos que la ciencia requiere dinero y
demos constatar que la colaboración de expertos e sólo puede progresar en países ricos, que la distin-
investigadores de todo el mundo es cada vez más ción entre investigación fundamental e investigación
necesaria para el avance de la ciencia: los resultados aplicada es relativa, puesto que la primera necesita
se comunican o se trabaja directamente en equipo, los instrumentos tecnológicos creados por la segun-
como en el CERN (Centro Europeo para la Inves- da. Finalmente, que nunca antes la historia de las
tigación Nuclear) que, en Ginebra, presenta el es- ciencias y la historia política han sido tan interde-
bozo moderno de lo que podría ser la utopía hecha pendientes.
realidad de una vida social internacional dedicada La crisis de la que se habla hoy día en el plano
al conocimiento y a la investigación fundamental. económico y financiero quizás tenga causas aún más
Este es el punto importante, a partir del cual se profundas, relacionadas precisamente con la imbri-
pueden desplegar todas nuestras expectativas, pero cación de las dos historias, acontecimiento relativa-

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mente reciente cuyas consecuencias hay que apren- Los poderosos de este mundo y del mundo que
der a valorar. vendrá no forman un grupo homogéneo: pertene-
La utopía liberal en la que pensaba Fukuyama, cen a la esfera económica, la política, o la científi-
bajo el nombre de «fin de la historia» (Fukuya- ca, pero constituyen en conjunto, objetivamente,
ma, Francis, 1992, La Fin de l'Histoire et le Der- en el lugar donde se esboza el porvenir del sistema
nier homme, Flammarion), ya ha dado paso a una existente. Los consumidores son el motor de este
oligarquía planetaria cuyas desigualdades internas sistema; deben consumir para que funcione; todo
no cesan de aumentar. La pregunta que Derrida el aparato de publicidad, directa o indirecta, los in-
(Derrida, Jacques, 1993, Spectres de Marx, Galilée) vita a hacerlo de todas las formas posibles: la idea
le planteaba a Fukuyama -el «fin de la historia», de innovación, teorizada por Schumpeter, hace las
entendido como el acuerdo intelectual generalizado veces de futuro. La innovación tecnológica, hoy, tra-
sobre la fórmula óptima de gobierno de las perso- za a grandes rasgos el esquema de un planeta inter-
nas, ¿es una realidad observable o una proyección conectado en el que las redes sociales se presentan
de tipo utópico?- ha encontrado respuesta. Esta- como lugares de contacto, intercambio, cultura e
mos inmersos en una utopía que se deshace al mis- información. Estas mismas redes son el lugar y el
mo tiempo que intenta construirse: la de la alianza objeto privilegiado del consumo, ya que la tecno-
fecunda y definitiva entre democracia representa- logía que hace que cada día aumente su rendimien-
tiva y mercado liberal a escala planetaria. Regíme- to se materializa en el mercado en productos cons-
nes que no tienen nada de democráticos se acomo- tantemente renovados que no cesan de difundir y
dan muy bien al mercado liberal; la especulación reproducir su propia imagen. Entonces, se extien-
financiera se impone por encima de la lógica de de la idea de que estos productos son un factor del
la producción y de la prosperidad social. En el ám- progreso del conocimiento, y el virtuosismo de al-
bito del conocimiento y también en el de los re- gunos en su uso puede reafirmar esta idea, peligro-
cursos económicos, aumenta sin cesar la distancia samente ilusoria, ya que confunde el fin con los me-
entre los más favorecidos y los más desfavorecidos, dios, el mensaje con el medio, la transmisión con la
también en los países emergentes. Nos encamina- adquisición, el conocimiento con el reconocimien-
mos hacia un planeta con tres clases sociales: los po- to. En cuanto a los excluidos, se les excluye a la vez
derosos, los consumidores y los excluidos. de la prosperidad económica y del acceso al cono-

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prima de las relaciones instituidas, pensadas y re-
cimiento. Las realidades de la globalización están
presentadas entre uno y otro, uno y otros, unos y
muy lejos de los ideales de la planetarización, de
otros.
una sociedad Tierra cuyos ciudadanos, libres e igua-
Hay tres escalas de observación que no deben
les en derechos y de hecho, comparten un espacio
en beneficio del interés común. El mercado se ex- ser confundidas a costa de metamorfosear de for-
tiende a toda la Tierra, pero los trabajadores mal ma ilusoria lo real.
pagados están de un lado y los consumidores más Desde hace mucho tiempo, los seres humanos
o menos afortunados del otro. han poblado el universo con sus sueños, nombran-
Independientemente de las desigualdades agra- do con sus mitos y dioses los astros o las conste-
vadas por la prioridad tecnológica y los cambios laciones para así poder apropiárselos. Hoy, cono-
que esta implica en el ámbito del consumo, el sis- cemos muy bien el carácter a la vez ambicioso y
tema difunde la imagen de un mundo de ubicuidad ridículo de este proyecto. A escala del universo co-
e instantaneidad que tiende a ocultar las condicio- nocido (miles de millones de sistemas solares en
nes reales de la existencia y a subvertir los fun- nuestra galaxia y miles de millones de galaxias en este
damentos simbólicos en los que se basa toda vida universo), en el que las dimensiones del tiempo y
so~ial. Ahora bien, la ilusión de saber y el debilita- del espacio se confunden y se nos escapan, nuestra
miento de lo simbólico son consecuencia del mis- imaginación se agota rápidamente, impotente para
mo movimiento tecnológico que contribuye a las concebir lo inconcebible. Hay que cultivar nues-
nuevas conquistas de la investigación fundamental. tro jardín, decía Voltaire, es decir, hay que perma-
Todo intento de pensar el futuro debe antes superar necer en los límites de la historia humana.
este obstáculo. Valoraremos este hecho oponien- A escala planetaria, nos encontramos en una po-
do lo local a lo global y, por ejemplo, las desigual- sición intermedia. Aunque empecemos a contem-
dades sociales que prevalecen en las grandes metró- plar la posibilidad de colonizar los alrededores más
polis urbanas contrapuestas a la imagen de fluidez cercanos (la Luna, Marte), la ciencia amplía dema-
armoniosa que presentan los medios, o los tiempos siado lentamente para nosotros las fronteras de lo
muertos de la vida social y económica a la instan- descon9cido y de lo infinito. No obstante, nos acos-
taneidad de la comunicación. La vida social real re- tumbramos progresivamente a pasar a la escala pla-
quiere un tiempo y un espacio, que son la materia netaria que corresponde a la «globalización» tec-

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do que nos rodea a cada uno es el mundo de la tec-
nológica y mediática. El panteón griego abandonó
nología que ha ido más rápido que las sociedades.
el cielo, pero los ídolos del entretenimiento o de la
Nos consumimos consumiendo los instrumentos
política invaden nuestras pantallas. Ya no proyecta-
que este nos impone. De forma global, tenemos la
mos a los dioses en el cielo, pero los nuevos ídolos
impresión no de estar determinados por el pasado
internacionales se proyectan en nuestra intimidad.
sino absorbidos por un futuro en el que no había~
De esta manera, estos contribuyen a persuadirnos
mos pens~do y que_nos provoca vértigo. Hay algo
de que, también para cada uno de nosotros, las di-
de aprendiz de bruJo en las tecnologías actuales de
mensiones espaciales y temporales se han trans-
la comunicación. Este aspecto de las cosas com-
formado radicalmente -lo cual es a medias verdad
binado con las desigualdades económicas c;da vez
y a medias una ilusión.
mayores y ~os desórdenes masivos que estas pro-
La ilusión se deshace a escala local, pese a que
vocan, explica que, a veces, el futuro nos dé mie-
la multiplicación y la miniaturización de las tecno-
do; Y~ no aspiramos a tener un futuro porque es
logías tienden a prolongarla hasta la intimidad de
mas bien este el que nos aspira.
nuestros cuerpos individuales. Aún vivimos, cada
¿Cómo recobrar el control de lo que, según cier-
uno de nosotros por separado, en la espesura con-
creta del tiempo y del espacio, como bien lo mues- tos aspectos, parece una huida hacia delante? Me
tran, por ejemplo, los debates sobre la edad de la parece que sólo puede hacerse a partir de compro-
jubilación o sobre la naturaleza de los contratos de baciones simples y claras con las que podremos en-
trabajo (indefinido o temporal) o la saturación de la contrar el principio de una respuesta. A riesgo de
dar una apariencia dogmática a lo que no preten-
circulación urbana.
En el fondo, lo que nos inquieta es que no sabe- de ser más que una declaración de ambiciosa modes-
mos a dónde vamos. Las utopías del s ·glo XIX descri- tia, resumiré la respuesta en tres puntos: una cues-
bían el mundo al que aspiraban. Las grandes religio- tión de método, un objeto y un principio.
nes se habían visto impulsadas, y lo siguen siendo a A decir verdad, la cuestión de método es más
veces, por un proselitismo que encuentra su origen que esto: se trata de erigir el método científico en
en un mito fundador. El pasado, desde este punto de principio general de acción sobre la sociedad. A ve-
vista, proporciona a la vez el modelo, un punto ces se habla del «cientifismo» para condenar las for-
de referencia y un modo de acción. Hoy, el mun- mas de certeza y de confianza excesivas. Pero la

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ciencia no tiene nada que ver con el cientifismo. La los fines debería o no gobernar el conjunto de los
investigación científica pasa por la hipótesis de que, debat_es_políticos, económicos y sociales. El peca-
a su vez, sólo puede ser validada después de una do ongmal fue definido como el del conocimiento
verificación. No parte de una verdad preconcebi- el deseo de conocer. La convergencia con el mit~
da, sino que se esfuerza en ganar progresivamente pagano de Prometeo dibuja, por contraste, un ideal
terreno, aunque sea poco, a las fronteras de lo des- para la humanidad. Ciertamente, el ideal del cono-
conocido. Que en la rutina real de la práctica cien- cimiento se sitúa más allá de los límites espaciales
tífica esto justifique todas las críticas de las que son y temporales de cada vida individual, pero sugiere
objeto todas las prácticas sociales que ponen en jue- que la verdadera igualdad de los individuos huma-
go las relaciones de poder o de propiedad, esto ya nos pasa por el acceso al conocimiento mediante la
es otra cosa. Por otro lado, la ciencia en su conjun- educación. Al designar el conocimiento como ob-
to es el único ámbito de la actividad humana res- jeto y como fin último de la humanidad, simple-
pecto al cual se puede hablar con seguridad de pro- mente se reafirma la dignidad por igual de todos
greso acumulativo. Precisamente, la práctica de la los i°:~ividuos humanos. Se trata de responder a la
hipótesis ha permitido el progreso del saber, en cuest10n fundamental: ¿por qué vivimos?, en el sen-
la medida en que es una apuesta siempre revisable tido de ¿para qué?
en el futuro. Se revisan las hipótesis si la experien- La finalidad del conocimiento no es, por lo de-
cia no las confirma. En los países comunistas, que más, contradictoria con la de la felicidad, y durante
decían estar guiados por el materialismo «científi- la Ilustración, el derecho a la felicidad fue formula-
co», la acusación de «revisionismo» se considera- do con ~laridad. Ahora bien, la felicidad sólo pue-
ba grave y podía comportar molestas consecuen- de defimrse para cada individuo mediante la cons-
cias para los acusados. Mientras que, al contrario, ciencia simultánea de uno mismo y de los otros. El
la idea de que el modelo científico debe inspirar la amor individual es una de las formas exacerbadas
política humana pasa por la promoción de la hipó- y más o menos duraderas de esta consciencia, que
tesis, la verificación y la posible revisión. encuentra una expresión más colectiva en la pala-
Podemos preguntarnos, precisamente, si el co- bra «Fraternidad» que la República francesa aña-
nocimiento es la finalidad última de la existencia dió a dos palabras más que forman su lema: «Li-
humana y, de forma más general, si la cuestión de bertad» e «Igualdad». El individuo, sea quien sea,

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no puede aspirar al conocimiento total, como tam- ficado a la idea de libertad individual (y a ellas hay
poco puede aspirar a la felicidad total. Pero la noción que imputarles la desigualdad histórica de hombres
de lo sagrado en Durkheim (Durkheim, Émile, 1912, y mujeres). La plena consciencia individual sólo se
Les formes élémentaires de la vie religieuse, Alean) alcanza, en cambio, mediante la pertenencia al gé-
pasa por la toma de consciencia, retrospectivamen- nero humano, independientemente de los orígenes
te, de momentos excepcionales en los que la cons- o del sexo.
ciencia de los otros se vivifica bajo una forma alegre: La triple dimensión del ser humano es pues el
«Llegará un día en que nuestras sociedades verán principio a partir del cual se hace posible formular
de nuevo horas de efervescencia creativa durante su finalidad -la universalidad efectiva- e identifi-
las cuales surgirán nuevos ideales, se aislarán nue- car el lugar problemático de su realización: las so-
vas fórmulas que por un tiempo servirán de guía ciedades en su diversidad.
a la humanidad. Y una vez vividas esas horas, los
hombres sentirán la necesidad de revivirlas de vez Así, no todo es negativo en esta constatación, que
en cuando mediante su pensamiento, es decir, man- nos vemos obligados a hacer, de un debilitamien-
teniendo su recuerdo mediante fiestas que revivan to o incluso de una desaparición de las proyeccio-
regularmente sus frutos». nes políticas del siglo xrx, ya que, a fin de cuentas,
La definición de Durkheim de una especie de sa- esta ausencia de representaciones construidas del
cralidad laica nos ocupará por unos momentos, por- futuro nos da, quizás, una oportunidad real de con-
que presupone la triple dimensión del hombre: in- cebir cambios alimentados por la experiencia his-
dividual, cultural y genérica. Cada una de ellas sólo tórica concreta y por la práctica de la investigación
puede cumplirse desde el respeto de las otras dos. fundamental.
La aventura humana está en juego singularmen- Quizás estamos aprendiendo a cambiar el mun-
te en cada consciencia individual. Pero la necesa- do antes de imaginarlo, a volvernos hacia el futu-
ria referencia al otro, sin la cual no se puede cons- ro sin proyectar en él nuestras ilusiones. Construir
truir ninguna identidad individual, se ve en gran hipótesis para comprobar su validez, superar pro-
medida determinada por el aparato simbólico de gresivamente y de forma prudente las fronteras de
las sociedades y de las culturas particulares; estas lo desconocido: esto es lo que nos enseña la cien-
pueden ser bastante restrictivas, dejando sin signi- cia, lo que debería promover todo programa edu-

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cativo y que debería inspirar toda reflexión polí-
tica. Y así, de pronto, se adivina la única utopía
válida para los siglos venideros y cuyos fundamen-
tos deberían ser establecidos o reforzados con ur-
gencia: la utopía de la educación para todos, cuya
realización es la única capaz de frenar y dar la vuel-
ta a la utopía negra que a veces parece, hoy día, que
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se está haciendo realidad, de una sociedad mundial
desigual, mayoritariamente inculta, iletrada o anal- Progreso y cultura
fabeta, condenada al consumo o a la exclusión, ex-
puesta a todas las formas posibles de violencia pro-
selitista, de regresión ideológica y, al fin y al cabo,
al riesgo de un suicidio planetario. La ambición del progreso está en el corazón de la
Esta versión negra de nuestro futuro debe ser empresa humana. El descubrimiento progresivo del
recordada por fuerza en los momentos de violen- planeta ha sido uno de sus aspectos, al igual que la
cia terrorista que invaden Europa o que surgen de e~ploración de lo infinitamente grande y lo infi-
sus profundidades. Aquí defenderemos una antro- mtamente pequeño. El único ámbito en el que la
pología comprometida, que no se esconde detrás noción del progreso es indiscutible es el del cono-
de la prudencia del lenguaje habitual y se opone a cimiento científico de la Naturaleza. Pero la ambi-
todo intento brutal o insidioso de intimidación in- ción del conocimiento se ha visto afectada desde el
telectual con la afirmación reiterada de la triple di- pr~n.cipio por lo q_uepodríamos llamar el pecado
mensión del ser humano. Dicho de otro modo, de ongmal de todo sistema de relaciones sociales: la
la presencia en cada individuo de una idea del hom- voluntad de poder. Nunca ha habido sociedades ver-
bre genérico, sin la cual sólo hay agresión, aliena- daderamente igualitarias, siendo la primera desi-
ción, oscurantismo y dictadura. gualdad la que deja su marca en todas partes a las
:elaci~n~~ entre los sexos. La voluntad de poder, la
1mpos1b1hdad de concebir relaciones que no sean
en parte relaciones de fuerza, ha afectado al espíri-

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27
~-on sino la traduc~ión _aproximada de las comple-
tu de curiosidad que animaba a los grandes viajes
Jldades de la consc1enc1areflexiva que nos define a
de descubrimiento hechos por Occidente y que el cada uno. Desde este punto de vista, estamos obli-
proyecto colonial, el proyecto del poder por exce-
g~d~s a tener presentes las tensiones y las contra-
lencia, ha corrompido en parte. d1cc10nes que afectan a la triple dimensión del ser
Si damos la vuelta a esta perspectiva para diri-
~umano (individual, cultural y genérica). La dimen-
gir hoy una mirada retrospectiva a nuestra histo-
sión cultural implica que toda identidad individual
ria, podremos comprobar los efectos perversos de
se construye a través de la relación de alteridad:
la ecuación entre relaciones sociales y relaciones
esto es ~vidente y esencial en todos los procesos de
de poder. En el punto en el que nos encontramos,
educación y de aprendizaje. Esta relación se esta-
a día de hoy, en la línea de la evolución de los recur-
blee~ ~esde el nacimiento mediante la imposición
sos y de los saberes, debemos constatar que las de-
de codigos y de normas que varían de una cultura
sigualdades entre los más ricos y los más pobres no
a ~tra, pero que pretenden ser, en todas partes, li-
han cesado de aumentar, tanto en el ámbito mate-
mitadoras. La historia ha sido a menudo la con-
rial como también en el ámbito del conocimiento.
frontación y la puesta a prueba de modos cultura-
Hay pues una brecha intelectual gigantesca en-
les a veces muy alejados los unos de los otros. El
tre el lenguaje universalista que nos esforzamos a
«contacto cultural» del que habla la antropología
veces en utilizar, cuando hablamos de la conquis-
ta espacial o de algún otro aspecto de la aventura a menu~o ha sido en verdad un choque y un en-
frentamiento. En cuanto a la dimensión genérica
científica de la humanidad ( «El hombre ha camina-
do sobre la Luna», «el hombre penetra en los secre- del ser humano, ha sido a la vez reconocida (es a
tos de la materia»), y la situación real de los seres ?tros hombres a quienes se combate) y negada (se
humanos, una parte importante de los cuales, de- m~entan palabras o calificativos contra aquellos a
jada la humanidad completamente fuera de un mo- quienes nos enfrentamos para cuestionar su cuali-
vimiento del que hoy sólo sufre las consecuencias, dad de s~res humanos). Desde este punto de vista,
no pueden sentirse enteramente implicados por una el lenguaJe de la Ilustración del siglo xvnr europeo,
aventura cuyos entreSlJOSignora. aun~ue Europa haya estado muchas veces lejos de
Los imperativos morales, cuya necesidad pos- los ideales que esta trazó, marcó una radical revo-
tulamos con una convicción relativa y desigual, no lución.

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29
La dimensión genérica del ser humano coin- incita a confundir universalidad con globalidad. Los
cide con su dimensión individual, y trasciende su desarrollos tecnológicos actuales son una verdade-
dimensión cultural. La idea de que la aventura hu- ra revolución. Pero lo son en la lógica del consu-
mana es en efecto una aventura, colectiva y com- mo que prevalece en el planeta y que puede acabar
partida, está vinculada a esta idea del hombre ge- provo~and_onuevas desigualdades, por una parte al
nérico. Actúa en la escala de la historia humana en cortoc1rcu1tar los elementos simbólicos constitu-
su conjunto (que, idealmente, es la historia del con- yentes de la relación entre los individuos humanos
trol progresivo del hombre sobre la naturaleza), y que son el espacio y el tiempo, presentes en todas
también en cada vida individual: cada individuo no las culturas del mundo. La instantaneidad y ubicui-
es un hombre con todas las de la ley si no es capaz dad, nuevos ideales de la comunicación transmiti-
de, en su lugar y por un tiempo, asociarse a ella dos por la televisión e Internet, dibujan un mundo
conscientemente. Esto implica que haya medios ma- ficticio del que muchos son excluidos y en el cual
teriales e intelectuales: si la finalidad del hombre los que lo componen y animan se ven sumidos en
genérico es el conocimiento progresivo de lo que nuevas formas de soledad: la comunicación no es
es, los seres humanos individuales (sin distinción la relación, y el progreso tecnológico amenaza de
de sexo u origen) tienen todos derecho al reparto esta manera con pervertir doblemente las evolucio-
cotidiano de los alimentos materiales e intelectua- nes sociales asociadas a él.
les. No se trata de una cuestión de moral, sino de Cuando hoy, en las calles de las grandes ciuda-
definición. des europeas, vemos extenderse el espectáculo de
Pero una cosa es este ideal y otra cosa cómo se in~ividuos tirados por el suelo y mendigando hu-
está desarrollando la historia contemporánea. Cada mildemente a los transeúntes «una moneda para co-
uno debe decidir si la historia, a través de sus con- mer», la escena nos causa un sentimiento íntimo de
vulsiones y contradicciones, pero también sus mo- malestar y rebelión. Nos humilla como seres hu-
mentos de lucidez y progresos del conocimiento manos estar ante estos individuos excluidos de to-
científico, nos acerca o no a este ideal. das las formas de consumo, material y alimentario,
La dimensión tecnológica es hoy una compo- así como tecnológico e intelectual. También pue-
nente esencial de la ciencia y del progreso del co- den surgir otras reacciones, como la de la violencia
nocimiento, pero tiene efectos perversos cuando nos o el desprecio hacia quienes ya no son considera-

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31
dos ni como seres humanos. Pero estas actitudes de
negación son también una muestra de escándalo:
¿cómo soportar la imagen penosa de aquellos que,
como bien sabemos en el fondo, son personas como
nosotros? Aparte del escándalo, a veces hay un sen-
timiento de miedo inconfesable que se mezcla con 3
todas estas reacciones: ¿no podría yo, un día, en-
contrarme en una situación así?
El escándalo de la desigualdad profunda en el ac- Cambio de escala
ceso a los bienes materiales y al conocimiento es, de-
jando de lado toda consideración moral, un escán-
dalo existencial y esencial: interpela, en cada uno
de los individuos, testimonios o víctimas, la par- Vivimos hoy, por tanto, un cambio de escala sin
te de humanidad genérica sin el reconocimiento de precedentes. Corresponde a lo que podríamos lla-
la cual no hay más que soledad o la dictadura de cul- mar el fin de la prehistoria de la humanidad como
turas cerradas en sí mismas para beneficio de unos sociedad planetaria. Ya ha habido «mundializacio-
pocos. Negar la humanidad a algunos es matarla en nes» en el pasado, pero por primera vez usamos
todos nosotros: este es el riesgo que deberá com- este término refiriéndonos a todo el planeta. Des-
batir el progreso objetivo de los saberes, enfrentán- de el punto de vista social y político, aún estamos
dose a las locuras asesinas de unos y a la miopía al principio de esta mundialización/planetarización:
egoísta de otros. hay desi~ual~~des profundas entre los pueblos y
entre los md1v1duos. Pero la globalización econó-
mica y tecnológica ya es una realidad.
La conquista del espacio, que de momento se
limita aún a la exploración de las proximidades de
la Tierra (la Luna y Marte), al menos por lo que
respecta a los
. proyectos de instalación humana , tie-
ne como pnmer resultado que nos hace tomar cons-

32 33
ciencia del cambio de escala -consciencia acerca de aunqu~ es cierto_que aún de forma aproximativa,
la cual podemos considerar que acabará corres- del caracter relativamente limitado del sistema so-
pondiendo a una consciencia más viva de la dimen- lar (hay miles de millones de sistemas solares sola-
sión genérica del ser humano. Cuando Armstrong mente en nuestra galaxia), de modo que, cuanto más
puso el pie en la Luna, todos pensamos: «el hom- aumenta nuestr_oconocimiento, más atrapada se en-
bre ha andado por la Luna» y no «un estadouni- cuentra en realidad nuestra imaginación.
dense ha andado por la Luna». Los antiguos cosmólogos intentaron inscribir
La primera revelación vinculada a este cambio en el espacio celeste más visible las figuras emble-
de escala fue el descubrimiento del planeta Tierra máticas de la sociedad divina: Marte,Júpiter, Nep-
como paisaje. Las fotografías tomadas desde los sa- tuno ... Nombrar, en la Tierra, es apropiarse, y pro-
télites de observación nos han acostumbrado poco yectar las ~rande~ figuras de la mitología humana
a poco a ser conscientes del carácter extraño de nues- en el espac1~era ciertamente un modo de apropiár-
tra posición de observadores-observados. Ambi- e!
selo ~ col?mzar espacio mediante la imaginación.
valencia fascinante que despierta la curiosidad de La Via Lactea misma, la galaxia de la que forma-
los más afortunados y audaces, de los turistas del mos parte, fue representada como un chorro de le-
futuro que ya hoy día han reservado sus asientos che del pecho de Hera, extraído de su pecho por el
para hacerse lanzar a cien kilómetros de altura y bebé Heracles.
descubrir con las delicias de la ingravidez el es- Esta modalidad de apropiación simbólica, evi-
pectáculo de la impresionante curvatura del plane- denteme~te, :stá vincu!ada a una concepción muy
ta Tierra. antropocentnca del umverso y también a culturas
Al mismo tiempo nos hemos acostumbrado al que reivind~can, de forma más o menos explícita,
espectáculo del terreno lunar y, en espera de llegar el monopolio de la humanidad. El lugar absoluto
a Marte, tenemos muchas imágenes de su superfi- centro del universo y del planeta, es el que result~
cie. Dicho de otro modo, ya no estamos en la épo- de las ~osmog?nías que encontramos en las repre-
ca de las descripciones fantasiosas que en el pasado sentac10nes gnegas, egipcias, africanas, amerindias
desataron nuestra imaginación. Ahora la imagina- y_otras: es el lugar «antropológico» que define tam-
ción se ve limitada por lo que entrevemos de la rea- bién los vín~ulos _sociales estrictos del grupo. Po-
lidad. La paradoja está ahí: tomamos consciencia, demos pues 1magmar las transformaciones que se-

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y de .comunicación característicos de la hipermo-
guirá acarreando el cambio de escala que estamos dermdad, en~endida esta como la aceleración de los
viviendo, y que corresponden a una inversión com- procesos activos en la aparición de la mode 'd d·
pleta de la perspectiva: la ideología del lugar, difu- d' 'd 1· rm a .
u~ ivi ua ización de las referencias, sobreabundan-
sor del sentido y de la relación, es perturbada por
el descentramiento que nos imponen las verdades
?e
cia los acontecimientos y sobreabundancia es-
pacial. ~os a~ropuertos, supermercados y las imá-
de la macrofísica. A decir verdad, no estoy segu-
genes_difundidas por la televisión o Internet eran
ro de que la distinción que propuse antaño entre defimbles en este sentido, en un primer análisis
el lugar y el no-lugar sea realmente pertinente para como no-lugares. '
analizar esta nueva situación y me desearía conce-
S~nquerer .re~n~dar las discusiones que puede
der un instante a las reflexiones que hoy me gusta-
suscitar esta ~istmción (no hay lugares y no-luga-
ría dedicarle. r~s en el .senti~o absoluto de los términos; hay una
Al principio, quiero recordarlo, se trataba de una
dif~rencia radical entre las relaciones sociales sim-
distinción clásicamente etnológica entre los es-
bolizadas y la comunicación tal y como se estable-
pacios en los que podemos leer las grandes líneas
ce :n .lo 9u~ llamamos las «redes sociales»), me gus-
de la organización social de un grupo humano (por
tana msisur aquí en el cambio de escala que afecta
ejemplo, a partir de sus normas de residencia más
hoy en día,.a las_actividades humanas. Hoy somo;
o menos explícitas), o medir su grado de cohesión
capaces de imagmar, aun sin concebirla cómo po-
(a partir de los símbolos colectivos visibles, por ejem-
dría ser u~~ sociedad humana planeta;ia. Quizás
plo, religiosos), y los espacios a los que no se pue-
de aplicar una lectura como esta. El lugar se de- e~t~~os vi:ie.ndo no lo que Fukuyama llamó en su
finía desde este punto de vista como la expresión vis10~ optimista el fin de la historia -o sea la ar-
geográfica y legible del vínculo social, incluido en momosa y definitiva cohabitación del merc~do li-
su dimensión histórica. El no-lugar, en la oposición beral y!ª de~ocracia representativa-, sino el fin de
entre lugar y no-lugar, no era el desierto en oposi- la prehistona de la sociedad humana como socie-
ción a lo demasiado lleno, era la ausencia de re- dad planetaria.
laciones sociales simbolizadas, prescritas y legibles Símbolo ~e este cambio de escala son los pro-
en un espacio dado. El no-lugar se identificaba más y_e~t~sde tunsmo espacial: ya no proponen vistas
bien con los espacios de circulación, de consumo «1hm1tadas» sobre el mar o la montaña, sino sobre el

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propio planeta Tierra. Turistas afortunados han re- de comunicación y que no es el mundo de nadie:
servado sus asientos para poder contemplar la Tie- un no-lugar, en este sentido. El camino para pasar
rra desde cien kilómetros de altura. Hay proyec- de lo~lugares de ~y~r?en su diversidad, al lugar pla-
tos que compiten entre sí; ciertos fracasos parecen net~r~o.cuya pos1b1hdad se dibuja hoy será largo
retrasar la aparición del turismo espacial, pero pron- y d1f1c1I_.
~ero deberá encontrar, en el dolor y las
to será una realidad. En la mirada de estos turistas, contrad1cc10nes, su cultura y su ética. Los no-luga-
¿la Tierra será vista como un lugar o como un no- res serán, de ahora en adelante, el contexto de todo
lugar? lugar posible.
Sería mejor invertir la cuestión y preguntarse Hem_os pasado de la era de las mundializacio-
qué representarán estos turistas para los otros ha- nes p_arciales,que correspondía a intentos de hege-
bitantes de la Tierra. Formarán parte de la oligar- m~m_a-de _los que las políticas coloniales fueron
quía de los pudientes, para quienes el planeta es un el ult1~0 ~Jemplo-, a la globalización tecnológica
lugar que recorrer en todos los sentidos y sobre el Y_econom1ca, que se distingue de las mundializa-
cual pueden leer algo de las diferencias que lo cons- c10nes en el hecho de que concierne al globo te-
tituyen. Ellos estarán en la cúspide de la jerarquía rrestre en su conjunto y apunta a cada individuo
de los consumidores. Dicho de otro modo, se si- como ~on~umidor potencial. Nos queda conside-
tuarán del lado del contexto. Los no-lugares son rar que sena una planetarización que trascienda las
hoy el contexto de todo lugar posible. Es esto lo f~onteras políticas e intente promover a cada indi-
supuesto por el término «globalización», que sig- viduo como sujeto libre del planeta Tierra.
nifica ante todo el paso a la escala planetaria. Uno
de los aspectos de la crisis actual se debe a la ten-
sión entre la necesidad del lugar y la certeza de
la nueva contextualización. Podemos considerar la
gran ciudad actual como una ciudad-mundo en
la que leer las diferencias y desigualdades sociales:
un lugar, en este sentido. Pero esta ciudad-mundo
tiene por contexto el mundo-ciudad, el mundo que
vemos en las imágenes difundidas por los medios

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propio planeta Tierra. Turistas afortunados han re- de comunicación y que no es el mundo de nadie:
servado sus asientos para poder contemplar la Tie- un no-lugar, en este sentido. El camino para pasar
rra desde cien kilómetros de altura. Hay proyec- de lo~ lugares de ~y~r.'en su di~ers!dad, al lugar pla-
tos que compiten entre sí; ciertos fracasos parecen net~r~o.cuya pos1b1ltdad se d1buJa hoy será largo
retrasar la aparición del turismo espacial, pero pron- y d1f1c1l_.~ero deberá encontrar, en el dolor y las
to será una realidad. En la mirada de estos turistas, contrad1cc1ones, su cultura y su ética. Los no-luga-
¿la Tierra será vista como un lugar o como un no- res serán, de ahora en adelante, el contexto de todo
lugar? lugar posible.
Sería mejor invertir la cuestión y preguntarse Hemos pasado de la era de las mundializacio-
qué representarán estos turistas para los otros ha- nes p_arciales,que correspondía a intentos de hege-
bitantes de la Tierra. Formarán parte de la oligar- moma -de los que las políticas coloniales fueron
quía de los pudientes, para quienes el planeta es un el último ejemplo-, a la globalización tecnológica
lugar que recorrer en todos los sentidos y sobre el Y económica, que se distingue de las mundializa-
cual pueden leer algo de las diferencias que lo cons- ciones en el hecho de que concierne al globo te-
tituyen. Ellos estarán en la cúspide de la jerarquía rrestre en su conjunto y apunta a cada individuo
de los consumidores. Dicho de otro modo, se si- como consumidor potencial. Nos queda conside-
tuarán del lado del contexto. Los no-lugares son rar qué sería una planetarización que trascienda las
hoy el contexto de todo lugar posible. Es esto lo fronteras políticas e intente promover a cada indi-
supuesto por el término «globalización», que sig- viduo como sujeto libre del planeta Tierra.
nifica ante todo el paso a la escala planetaria. Uno
de los aspectos de la crisis actual se debe a la ten-
sión entre la necesidad del lugar y la certeza de
la nueva contextualización. Podemos considerar la
gran ciudad actual como una ciudad-mundo en
la que leer las diferencias y desigualdades sociales:
un lugar, en este sentido. Pero esta ciudad-mundo
tiene por contexto el mundo-ciudad, el mundo que
vemos en las imágenes difundidas por los medios

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¿Es posible un etno-análisis?

Con el espectáculo de las imágenes vertiginosas que


corresponden al cambio de escala al que acabo de
referirme brevemente, podríamos tener la sensación
de una modificación radical que afecta necesaria-
mente a todos los individuos humanos, sus relacio-
nes con otros y con ellos mismos. De todas formas,
si admitimos, por una parte, que nunca hay en la
historia cortes radicales y, por otra, que la relación
dialéctica entre identidad y alteridad es un constitu-
yente simbólico permanente, estructural si se quiere,
de la personalidad humana, podríamos intentar en-
contrar el vínculo entre las épocas y experiencias his-
tóricamente próximas y lo que a veces llamamos la
crisis actual. Propongo pues dar un rodeo plantean-
do la pregunta: ¿es posible un etno-análisis? Pregun-
ta a simple vista absurda. ¿Qué es un etno-análisis?

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La idea de esta palabra se me ocurrió en Costa alguno. Sin entrar en los detalles de un fenómeno
de Marfil, hace ya unos cuarenta años, cuando asis- complejo y probado en toda África Negra duran-
tía a los tribunales en los que los enfermos o los sos- te la_~isma época, debemos subrayar que la demos-
pechosos de haber causado la enfermedad de uno trac10n de fuerza impuesta por el poder blanco se
de sus allegados eran interrogados por un «profe- prese~tó simultáneamente como material, espiri-
ta-curandero». t~~l_emtelect~al-lo cual correspondía además a la
~1s1?~no dualista de culturas para las cuales la dis-
tmc10n cuet'J:>o/espírituno tiene sentido alguno. Los
Los «profetas» profetas, al igual que los de la Biblia, anunciaban
cambios rápidos y presentaban las prácticas anti-
Primero, unas palabras sobre los profetas: habían guas como un freno a esta revolución. Anunciaban
tomado esta palabra de la Biblia y se presentaban el .final ~e una historia y el principio de otra. Al
como testigos e intermediarios de la nueva época. m1~mot1emp_o~ seguían siendo fieles a las represen-
Hay que decir que en el Oeste de África, como en tac10nes trad1c10nales en su denuncia de los culpa-
general en todo el continente, la colonización fue 6.lesde! retraso. En suma -y aún hoy-pueden pasar
un fenómeno tardío, repentino y rápido. Hasta fi- s1multaneame~te (y de forma contradictoria) por
nales del siglo x1x, en los años 80, las implantacio- ser los denunciadores y los continuadores de con-
nes europeas eran enclaves comerciales a lo lar- cepciones «persecutorias» del malestar de los in-
go de la costa atlántica. De ahí la fuerza de lo que dividuos. ~s d~~ir, concepciones que siempre bus-
llamaré en una primera aproximación el trauma co- can la exphcac1on de este malestar en el exterior de
lonial: los africanos se vieron empujados brusca- los afectados, en su entorno más o menos próxi-
mente, por la presencia conjunta de militares o mo. Ellos acogían a las víctimas de la vida tradicio-
administradores coloniales y curas o pastores mi- nal y a las de la vida moderna, aldeanos y urbani-
sioneros, a considerar que no sólo no estaban en ~ad?s que iban hacia el fracaso, supervivientes de
condiciones de resistir físicamente al invasor, sino mtngas aldeanas y tullidos de .la vida urbana.
también que este debía su fuerza a una relación pri- Su matriz de interpretación conlleva rúbricas que
vilegiada con Dios, el Dios único de los cristianos se co~respon~en con las de los etnólogos que los
frente al cual las divinidades locales no tenían peso estudian y se rnteresan también por los casos que

42 43
ellos tratan. Hay numerosas variantes de una cul- mujer se reunía con su esposo después del naci-
tura a otra, pero la búsqueda del mal (mal provo- miento de sus dos primeros hijos). Estas normas
cado por unos y sufrido otros) siempre se produ- de residencia, imperativas, podían por su parte pro-
ce en el ámbito de las relaciones sociales inducidas vocar tensiones.
por el complejo familiar: la filiación, la alianza ma- Las «confesiones» de las supuestas víctimas o
trimonial, las generaciones y la residencia. de los supuestos culpables fueron sustituidas pro-
Un ejemplo para aclarar lo que quiero decir de gresivamente por investigaciones tradicionales y
forma más concreta. En la sociedad de filiación ma- procedimientos de ordalía que podían conducir a
trilineal en la que trabajé en primer lugar, en Cos- la muerte.
ta de Marfil, la causa de un malestar, enfermedad o Lo que me sorprendió de las confesiones hechas
muerte se buscaba primero en el matrilinaje; pero, a los profetas, aparte del lenguaje particular al que
vista la tensión existente entre los representantes recurrían, era la realidad de los males experimenta-
del matrilinaje (principalmente el tío materno de dos y de los intereses en cuestión. Ese lenguaje uti-
un individuo) y los del matrilinaje del padre -ten- lizaba de buen grado lo que nosotros llamaríamos
siones explicables, entre otras cosas, por intereses metáforas caníbales, pero no tenían nada de meta-
económicos-, la investigación de esta causa podía fóricas para quienes las utilizaban. El que decía ser
diversificarse hasta el infinito (el mismo padre, por «devorado» o «comido» por otro moría de verdad.
ejemplo, se suponía que podía maldecir a su hijo Por lo demás, los conflictos eran reales y los mo-
en ciertas circunstancias y esta maldición era con- tivos invocados, comprensibles. En ese contexto,
siderada fatal). Los compañeros de generación del la institución profética (que alejaba a los denun-
individuo (de la misma clase de edad) estaban en ciantes y a las víctimas de la aldea tradicional y a
principio, en caso de conflicto, del lado de padre, veces era un recurso contra la dureza de las sancio-
eso es, del matrilinaje del padre, y no de lado del nes tradicionales) podía ser considerada una figu-
matrilinaje ( en el interior del cual el poder de per- ra transitoria, una transición hacia una compren-
juicio se podía ejercer prioritariamente, por ejem- sión más objetiva de los malestares y desgracias.
plo, del tío materno sobre su sobrino). Añadamos
además que la residencia era patrilocal (un niño
vivía en casa de su padre) y viril ocal (en general, la

44 45
Antropología y psicoanálisis su padre y su_~adre y que no hay ninguna razón,
e_nestas condiciones, para que en él nazca ningún
¿Estaba todo esto marcado por las representaciones ~ipo de «~omplejo avuncular» en lugar del comple-
locales hasta el punto de parecerle extraño y ajeno a JOde Edipo, como había afirmado Malinowski.
un observador occidental? De ningún modo. No _Yome pregun~aría más bien -con cierta inge-
tenemos ninguna dificultad para imaginar las tensio- nuidad,_ soy co~sciente de ello- si las palabras que
nes que pueden nacer en el seno de la filiación. Los un anahzante dice hoy ante su analista no tendrán
etnólogos y los psicoanalistas se han preguntado a que ver fatalmente con los mismos temas que abor-
veces sobre el complejo de Edipo en las sociedades daban los hombres o mujeres que, al acudir a un
matrilineales. Sin entrar en el detalle de los deba- «profeta» o conducidos hasta él, para demandar o
tes sobre el tema entre los representantes de las dos para defenderse, se situaban respecto a su paren-
disciplinas, en adelante me situaré del lado de los que tesco agnato y uterino, a sus ancestros o a las per-
no rechazan la universalidad del psiquismo huma- sonas de su clase de edad, así como también res-
no en favor del relativismo cultural y consideran, pecto a su ento_r?o espacial y geográfico. Y a partir
como Georges Devereux, que los ítems culturales y de la constatac10n de que estas «rúbricas» también
las fantasías «son el producto de la mente humana eran mon?grafías etnográficas, me pregunté, como
y entonces, en última instancia, del inconsciente» ocurrencia y para provocar, si podíamos llamar
(Devereux, Georges, 1972, Ethnopsychanalyse com- «etno-análisis» al hecho de recurrir a un discurso
plémentariste, Flammarion). Es muy cierto que, en orientado de este modo respecto a las cuatro gran-
la sociedad que yo tomé como ejemplo, las tensio- des categorías de la filiación, de la alianza matri-
nes entre tío materno y sobrino uterino eran de en- monial, de la generación y de la residencia.
trada más fuertes que entre padre e hijo, pero tenían A vec_esciertas conversaciones improvisadas nos
su origen en las posiciones de autoridad social y dan una i?~ª de l~s problemas vividos por alguien.
económica que se manifiestan relativamente tarde. Hablar alivia, se dice, aunque el interlocutor no ten-
En este sentido, podríamos estar de acuerdo con ga ninguna s~lución que proponer ni interpretación
las observaciones de G. Roheim, que viajó a la isla q~e prop?rc10nar. Algunos adeptos del psicoaná-
de Normanby en una sociedad cercana a los Tro- lisis ~alva!e ~ veces se ha~ apresurado a pronunciar
briand: vio que el niño vive sus primeros años con un diagnostico, pero casi siempre las conversacio-

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nes entre amigos tienen ambiciones más modestas parte de quién. Esta situación recuerda el contexto
y no se presentan como intentos de elucidación de de la colonización en África por su carácter brutal
los complejos del pasado. En cambio, puede ocu- Y repentino y por la desestructuración resultante.
rrir que acaben con palabras de ánimo o incluso al- La~ relaciones entre generaciones cambian; las mo-
gunos consejos. En este sentido se acercan más a dalidades de formación de parejas también; apare-
la práctica de los profetas que a la de los psicoa- cen nuevas formas de movilidad.
nalistas. Estos cambios afectan de forma desigual a cada
Lo que prometen los profetas es el advenimien- uno, pero todo el mundo los experimenta -también
to cercano de un mundo en el que habrán desapa- los colo~i~ados y los colonizadores de ayer. En es-
recido las formas de malestar tradicionales. Dicho tas cond1c10nes, el relato etnoanalítico podría te-
de otro modo, se orientan hacia el futuro de todos ner el valor de una elaboración y de un balance. No
que debería ser una oportunidad para cada cual. En obstante., podemos esperar que los que lo recojan
este sentido, están muy alejados de los diagnósti- sean tan impotentes como los profetas africanos a la
cos y pronósticos tradicionales que buscan las cau- hora de «curar» a sus autores. Pero, frente a las ace-
sas del mal en el pasado de los individuos. Por este leraciones de la historia, el cortocircuito de las rela-
motivo merecen el nombre de «profetas». ciones sociales mediante la comunicación mediáti-
ca Y.en el reino de la imagen, quizás esto permitiría
a qu1e~eslo produzcan y a quienes lo recojan tomar-
Las nuevas desgracias se un tiempo, tomar el control de su tiempo, situar-
se en él, como se dice, y reencontrarse, resistiendo
¿Acaso invitar a los individuos a volver a los luga- al vértigo colectivo de una fatalidad sin causa. El
res donde se elaboran simultáneamente el sentido laber~nto de los nuevos miedos y de las inquietu-
de las relaciones sociales y las perturbaciones que ?es difusas es aún más difícil de resolver al pasar la
los afectan podría, aquí y ahora, ayudarles a disi- mformación mediática por un doble tratamiento de
par las nuevas formas de desgracia o de malestar? los acontecimientos que los engendra: acerca a unos
Para empezar a responder primero debemos hacer Y a otros, dando sin transición alguna la noticia de
un retrato del contexto histórico actual, similar al ~~ terremoto en Sudamérica y la de un seísmo po-
que tuvieron los excolonizados, pero sin saber por l1t1co en el Este de Europa, aproximándolas a aque-

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llosa quienes se dirige mediante el efecto de la ima-
gen y la repetición -el efecto de las imágenes «en
bucle». De esta forma se crea una nueva forma de
aprehensión que escapa a la estricta determinación
en términos de tiempo y espacio.
El término «etno-análisis» no es más que una pa-
labra. En su tiempo me pareció que correspondía 5
a la práctica intuitiva y desordenada de los «profe-
tas» africanos, improvisadores más o menos locos La necesidad de lugares
o geniales que intentan entender y ayudar a los per-
turbados por un choque histórico sin precedentes.
Hoy me viene a la memoria pensando en una re-
volución histórica de un alcance aún mayor, pero Hoy en día, el tema de la movilidad es doblemen-
ya anunciada por aquel primer choque (la colo- te paradójica:
nización anunciaba la globalización). Sigue siendo -~ªmovi~idad se .presenta como un ideal; la adap-
sólo una palabra, pero su uso nos puede recordar tac~on a los 1mperat1vosde la producción es una ne-
la necesidad de no sacrificar a las consideraciones ces1d~d de la eficacia del sistema. Hay que poder
macrosociológicas o transhistóricas el estudio del ~amb1ar de empleo fácilmente, nos dicen. La movi-
psiquismo humano individual, sin el cual estas con- h?~d del trabajo es uno de los recursos de la esta-
sideraciones no tendrían ningún sentido. b1hd_addel sistema. Abundan las metáforas en este
Hoy vivimos, no sin desavenencias y contradic- ámb1~~:flexibilidad opuesta a la rigidez, y también
ciones, un cambio de dimensiones sin precedentes, estabilidad opuesta al laxismo.
el paso a la era planetaria. Esta transición hace más En cuant_oa la movilidad física y espacial, tiene
necesaria aún si cabe la atención a la consciencia de su lado gl?noso (las estrellas de cine, del deporte,
uno mismo, al yo individual. Sólo él puede dar- de la arqmtectura, de los negocios y de la política
le sentido. ¿Cómo volver a encontrarse? ¿Cómo qu~ se _mueven por todo el planeta como si fuera
orientarse? ¿Cómo encontrar el lugar de uno? su Jardm)_~ sus a~pectos horribles (migraciones for-
zadas, exilio, huidas de riesgos mortales; los cam-

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51
pos de refugiados y las formas improvisadas de un rición de espacios donde las relaciones sociales no
nuevo sedentarismo). se pueden leer de inmediato -espacios de consumo
Quedar constreñidos a un lugar por falta de me- o de tránsito-, y por otra, la generalización de un
dios financieros es el destino de muchos, aunque contexto global que condiciona todos los esfuerzos
paralelamente el turismo se desarrolle: los países ~e «localización». Así, los «heterotipos» en el sen-
de los que provienen los migrantes son a veces un tido de Foucault siempre dependen de la nueva con-
lugar de acogida para turistas extranjeros. textualizac~ón qu~ _sedefine mediante los «no-luga-
Los aspectos contradictorios de la movilidad res» de la c1rculac1on,consumo y comunicación.
son la imagen de un mundo donde, repetimos lo No º?stante, necesitamos lugares y nos pasa-
dicho, la distancia entre los más ricos y los más po- n:ios la vida creándolos en la medida en que nece-
bres aumenta constantemente. Un mundo dividi- sitamos la relación y el vínculo con el otro. Uno de
do en tres clases: los pudientes, los consumidores los aspectos de la crisis actual es la tensión entre es-
y los excluidos. El consumo es el motor del sistema, tos dos aspectos contrarios.
pero este no necesita necesariamente un mercado
geográfica y socialmente cada vez más extenso: la El cambio de escala de la vida humana es el hecho
oferta renovada de productos tecnológicos modi- más importante de nuestra época, como decíamos
ficados sin cesar y con más rendimiento quizás bas- antes. _Enefecto, sea cual sea nuestro punto de vis-
te para asegurar su dinamismo. ta, se impone. En cierto modo, el consumo es el
En estas condiciones, la lógica del lugar, que nun- factor común al que, hace ya más de veinte años
ca ha sido acogedor ante la presencia de los otros, asocié la noción de no-lugar. La circulación es u~
tiende a endurecerse bajo formas de las que la ac- bien. de consumo: compramos viaJ·es' estancias va-
)

tualidad nos ofrece muchos ejemplos, como Euro- cac10nes. La comunicación es el bien de consu-
pa ante el flujo de refugiados de Oriente próximo. mo por excelencia y, paradójicamente, cada vez está
Por otro lado, todo esfuerzo por crear un lugar en más individualizada: el teléfono móvil se convierte
el sentido antropológico del término se enfrenta en un pequeño ordenador que permite conectarse
hoy al problema del cambio de escala de la vida con el mundo entero. Las tecnologías evolucionan
y de las sociedades humanas. La consecuencia del rápidamente y obligan a quienes quieren seguir «co-
paso a la escala planetaria es, por una parte, la apa- nectados» a adquirir determinados modelos.

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De esta manera, se establece una nueva forma ~rez:i~ea lo que se percibe como una desperso-
de discriminación entre los que están al tanto y par- nahzac10n de las relaciones sociales y la aparición
ticipan de la comunicación electrónica y los que de n~evas formas de aislamiento y de soledad, las
están más o menos excluidos de ella. La novedad es reac~10nes humanas son espectaculares. En cierto
que la capacidad de tener relaciones, amigos, se con- sentido, nos pasamos la vida intentando crear lu-
vierte en un criterio discriminatorio. Obama y Lady gar. ~a gran ciudad nos proporciona cada día refe-
Gaga cuentan con millones de amigos en Facebook. rencias temporales? tanto las de la gran historia, que
Aquí podríamos ahí distinguir entre dos formas de conmemoramos a mtervalos regulares como las de
soledad: la soledad tradicional, a su vez ambivalen- nuestra historia personal: de este modo una geo-
te, porque puede ser buscada como quien busca la grafía _íntima se entremezcla con el ord~namiento
calma y la posibilidad de encontrarse a uno mis- colectivo de la ciudad; ambos coinciden en ciertos
mo, o temida cuando se impone por el aislamien- l~gares Y Pº: _ejemplo las plazas públicas en Italia
to, y las nuevas soledades relacionadas con la prác- aun son un sit10 de encuentro e intercambio de pa-
tica sistemática e ilusoria de lo que llamamos las labras. Cotidianamente creamos bocetos de luga-
redes sociales, que pueden conducir a la alienación res, aunque sean efímeros o superficiales en el bar
y a la neurosis. de l~ _esquina, la panadería, las tiendas de al lado.
La idea misma de redes sociales concentra las Los JOv~nesse encuentran en las grandes superficies
contradicciones de la ·situación actual .. El hom- com_erciales:de este modo es imposible establecer
bre es un animal simbólico y necesita de relacio- las listas de lugares absolutos y de no-lugares ab-
nes inscritas en el espacio y en el tiempo, nece- solutos en el sentido empírico del término: todo
sita «lugares» en los que su identidad individual puede ser un lugar.
se construya en contacto con los otros y some- Sin duda, esta es la razón por la que algunos,
tida a la aprobación de estos. Lo demuestra la fas- sean cuales sean sus motivaciones, intentan crear
cinación ejercida por los medios electrónicos de nuevos l~gares, de forma lúdica y efímera (ciudades
comunicación: pero su ideal de ubicuidad y de ins- ~e :acaciones) o de forma más duradera (algunos
tantaneidad es contraria al aprendizaje de la re- Jubilados franceses van a instalarse junto al mar en
lación entre individuos, que necesita tiempo y es- ~arruecos o en Portugal). Aspiran a crear nuevos
pac10. vmculos, nuevos modos de relaciones en un entor-

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no propicio. Estos son los «heterotipos» de los que g:aciares ... Aunque sean tan lejanos y no estemos
hablaba Foucault, formas de utopía realizada. Ad- aun seg:1ros de su n~turaleza, estos paisajes se han
quieren una forma más o menos trágica cuando los converu?o e~ el obJeto y el horizonte de nuestras
migrantes huyen de la miseria y de la violencia y, exp~ctat1vas, i~agen de un futuro lejano, mal co-
si sobreviven, se encuentran en campos de refugia- nocido, per~ sm embargo posible. Nos proyectan
dos, a la espera de un lugar utópico y soñado. en los es~acios que aún no son ni lugares ni no lu-
A partir del momento en el que, poco a poco, gares -mas concretamente lugares posibles que aún
todo contexto se transforma en planetario, estamos no son n~-lugares? pero que hacen renacer, de for-
ante el fin de la prehistoria y al inicio de la histo- ma atractiva y fascmante, la idea de una nueva fron-
ria de la humanidad como sociedad planetaria. Se tera. y todo nos lleva a creer que, el día en que lle-
trata de un desafío más general, del que son mues-
tras las nuevas formas de violencia que recorren el
guemos a º:ro planet~, habitado o no, el paisaje nos
sorprendera por su aire de déja vu.
planeta, así como la amplitud desordenada de los
. .
mov1m1entos m1gratonos.
Debemos reconocer que, en lo que se refiere al
planeta Tierra en sí mismo, la historia apenas ha em-
pezado. No hace mucho, nos imaginábamos a los
marcianos. Nos queda, para los siglos venideros, la
construcción de una sociedad de terrícolas, para em-
pezar a adaptarnos al futuro cambio de escala que
nos proyectará hacia nuestra galaxia.
Este esfuerzo de adaptación ha empezado de
forma insidiosa. Las imágenes que hoy nos propo-
nen los astronautas son sorprendentes en más de
un sentido, pero concretamente por el carácter fa-
miliar del vocabulario que sirve para describir los
paisajes que entrevemos de los planetas de nuestra
galaxia: montañas, valles, fallas, océanos, lagos, ríos,

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6

La edad y el tiempo

Las transformaciones del planeta y la imagen que


tenemos de él cuestionan nuestra propia situación
en el tiempo. Por un lado, porque la extensión de
la duración media de la vida nos hace particular-
mente sensibles a la aceleración de la historia. Por
otro, porque la coexistencia prolongada de varias
generaciones nos hace sentirnos próximos de los
cambios que esta aceleración produce en el ser hu-
mano, intelectual, psicológica e incluso psíquica-
mente.

La edad como hecho social

Son las normas sociales las que fijan la mayoría de


edad, a partir de la cual un individuo goza de todos

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sus derechos sociales. Pero también fijan los límites el ~en:ido social se impone y la libertad de
~a_d~s,_
de la edad para presentarse a concursos públicos y m1c1at1v~ ~nd1vidualse reduce. En toda sociedad hay
fijan la edad de la jubilación. La vida colectiva, de u~~ tens10n entre el sentido social y la libertad in-
forma general, está sometida a normas referidas en d1v1dual,y una de las tareas esenciales de la demo-
particular a la edad a partir de la cual se puede ejer- crac!a e~ ~educir esta tensión y no sacrificar la liber-
cer una función y a partir de la cual ya es posible. tad _md1v1dualfrente a la necesidad de un sentido
Los límites de la vida social activa también están social.
determinados en términos de edad. Muchos ejem- La juventud y la vejez son categorías demasia-
plos subrayan la dimensión social de la edad. Las do generales y de difícil uso en su ambigüedad. Todo
normas pueden evolucionar, pero siempre hay nor- e~~undo habla de su vida en términos de edad: los
mas. La tendencia de los países occidentales de hoy «Jovenes» por un lado y, por otro, la creciente masa
es más bien a disminuir la edad de la mayoría de de gente de la «tercera edad», por no hablar de la
edad y en consecuencia de la plena responsabilidad cuarta edad en la que se distinguen algunos nona-
social. genari~s brill~ntes que sorprenden por su vitalidad
La edad siempre ha sido un componente de la e~~epc10nal, mtelectual o artística, pero que tam-
vida y de la jerarquía social, tanto en la organiza- b1enpresenta, humildemente apartados de la socie-
ción general como en el detalle de los procedimien- dad activa, a ancianos desamparados en institucio-
tos de transmisión y herencia en el interior de las nes que los infantilizan amablemente.
familias: el derecho de progenitura ha sido duran- Si nos con_formamos con estas categorías gene-
te mucho tiempo un privilegio y la distinción en- r~les, nos arriesgamos a llegar a conclusiones am-
tre mayores y menores ha sido, en muchas socie- bivalentes o cor:itradictorias. Se habla por ejemplo
dades, un factor de desigualdad que se añade a las del «c~lto de la Juventud» y de la atracción ejercida
relaciones desiguales entre generaciones. por la imagen del cuerpo joven sobre todos aque-
Por tanto, la edad es uno de los elementos cons- llos que trabajan duramente para no ganar peso O se
tituyentes de las relaciones sociales; dirige, en distin- retocan constantemente la cara para no tener arru-
tos aspectos, las relaciones entre unos y otros que gas. Y al contrario, se habla de la suerte envidiable
definen, en cada cultura, lo que podríamos llamar de los jubilados frente a los jóvenes sin empleo.
el sentido social. En las sociedades muy jerarqui- Pero no todos los jóvenes están sin empleo; no to-

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dos los jóvenes tienen un cuerpo de ensueño y una nos del tiempo. Todo ello hasta el momento en
salud de hierro. Y los más ancianos no viven todos que nos preguntan: ¿cuántos años tienes? Esta pre-
en el delicado confort de una cómoda jubilación. g~1:ltan~s condena a interpretar otro papel: el de
Puesto que se emplea demasiado sistemáticamen- vieJo sab10 que ha vivido muchas cosas o, el más li-
te, la categoría de la edad impone una imagen re- gero pero no menos aplicado, el del que no parece
duccionista y falsa de las situaciones humanas. de su edad.
~1 tiempo es la relación sensible y sensual con
la vida. Algunos escritores han señalado la capaci-
El tiempo como libertad dad_fu~gura~te que puede tener una sensación para
restituir ~n msta?te pasado de forma íntegra. De
Por este motivo la categoría del tiempo me pare- golpe, el tiempo t1eneuna virtud: mantiene una for-
ce que debe ser tomada en consideración. La edad ma de m~m_oria ~ue no se preocupa por la edad
es una restricción (y a menudo, acabamos de ver- y que esta d1spomble, por decirlo de algún modo
lo, una restricción subrayada, incluso impuesta, por d~ ~orma permanente. Es cierto, los recorridos in~
los otros, desde el exterior). El tiempo es una liber- d1~i~uales son variados y desiguales. Algunos pre-
tad de la que cada uno se apropia. Cada uno tiene fe~inan no tener rec_ue~dosde su infancia. Otros,
sus recuerdos -estos recuerdos propios que no son baJo el peso del sufnm1ento pr_esente, no tienen la
necesariamente los mismos que los de los coetáneos f~erza de pensar en ellos. Pero me parece que, casi
que han vivido los mismos acontecimientos-, imá- siempre, no estamos tan alejados de ellos o de las
genes a las que se agarra; cada uno tiene sus pro- preguntas que nos condujeron al descubrimiento
yectos o sus sueños; cada uno puede gozar de mo- del mundo. Entonces, tenemos la oportunidad de
mentos interesantes o felices, sin preocuparse del una torna de consciencia tardía y más clara de lo
paso de los años. Sabemos que el tiempo pasa más ~ue_durante nuestra juventud sólo era un presen-
o menos rápido. Según los recuerdos a los que re- timiento.
currimos, podemos sentir que lo hemos vivido ayer Yo siempre me sentí cercano a mi abuelo. Du-
o, al contrario, que pertenecen casi a otra vida de rante _miinfancia y mi adolescencia iba a pasar mis
tan lejos como nos parecen. Podemos tomarnos vacaciones co_nél. Puedo imaginar fácilmente el pla-
el tiempo necesario para reflexionar, desprender- cer (comparndo) de nuestras conversaciones. En-

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tiendo mejor, aunque parece que ya lo intuía antes, r~~idez de los más jóvenes en la manipulación co-
que no estábamos alejados el uno del otro porque tidiana de los aparatos electrónicos.
él no lo estaba de su propia juventud, de la que, sin Los papeles en la formación de los demás en
embargo, me hablaba poco. Quizás uno de los mé- este aspecto, tienden a invertirse. Los abuelos 'tie-
ritos de la edad es autorizarse a uno mismo estas nen mucho que aprender de sus nietos. Pero esto
formas de solidaridad retrospectiva. Y quizás hoy quizás dé una oportunidad a las generaciones actua-
sean necesarias algunas lecciones sobre la posible l~s de ?eshacerse de una ilusión con efectos contra-
y necesaria solidaridad entre generaciones. di~tonos, que se resume en el proverbio francés: «Si
la ~uve~tud supiera, si la vejez pudiera». Aplicada
ª! ambi~o ~moroso, la ~órmula es discutible: las po-
Identidad y alteridad sibles. timideces d~ la Juventud no le impiden ser
c_ons~1ente~e la misma, y las lecciones de la expe-
La identidad se construye a través de las relaciones riencia no ~iempre las extraen los más viejos; po-
de alteridad. Si insisto en esta constatación, que se demos decir que los hombres repiten los mismos
aplica de entrada, naturalmente, a esa primera edu- errores en todas las edades de su vida. De forma
cación inculcada por parte de los padres, es porque más general, lo que enseña la edad a las personas
de forma más amplia el encuentro con los otros mayores s~ as~meja a una especie de resignación
es, a lo largo de la vida, necesario para la construc- frente a lo mev1table, pero también, en el mejor de
ción y la afirmación del yo. Las generaciones tie- los casos, una consciencia aguda del hecho de es-
nen, aparte de las relaciones de parentesco, un papel t~r ~aún) vivos. De ahí viene el buen humor y el op-
esencial en el proceso. Ahora bien, en una época t1~1smo de algunos mayores. Cioran, en sus Syllo-
de evolución rápida y de cambios tecnológicos ace- gis~_esde l'am~rtume (1987, Gallimard), dijo: «La
lerados, la solidaridad objetiva en el interior de una felicidad es tan mfrecuente porque sólo accedemos
misma generación es particularmente marcada. Po- a ella después de la vejez, en la senilidad». En efec-
demos preguntarnos incluso si el aprendizaje pre- t?,una frase amarga que presenta ideas problemá-
coz de los nuevos medios de comunicación tendrá ticas. ¿ Qué es la felicidad?
a la larga una influencia en la gestión del cuerpo. Si se trata de la consciencia de existir, debe-
Hoy, un cincuentón nunca tendrá la habilidad y la mos reconocer que esta necesita de la relación con

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beral y la comunicación por Internet, sino más bien
los otros. Una de las crueldades de la edad avan- en un mundo en el que cada día es más necesario
zada es la soledad impuesta por la desaparición definir qué es una frontera, a saber, un umbral fran-
progresiva de los viejos amigos. Solamente una vo- queable precisamente en ambos sentidos. La socie-
luntad deliberada de crear otras relaciones puede dad planetaria, si algún día nace, será una sociedad
atenuar este hecho. Hay iniciativas interesantes que de umbrales y pasajes. La diversidad de edades será
permiten que los jóvenes contribuyan a la vida so-
una ventaja_si recuerda a unos y a otros que com-
cial de los más ancianos (alojamiento en su casa,
p~rten la misma aventura, la aventura del conoci-
servicios a domicilio o simples visitas). Son inte-
miento. Esta aventura supone un esfuerzo colosal
resantes porque pueden borrar el sentimiento de
en el ámbito de la educación, esfuerzo aún incom-
ruptura entre las generaciones y la ilusión, exótica
p~eto al final del cual ni los orígenes, ni los sexos,
como pocas, de mundos generacionales incomuni-
m la~ edad:s serán un obstáculo o una barrera, y se
cables. cons1~er~r.an como umbrales a partir de los cuales
La etnología a menudo ha subrayado, a propó-
ca?~ m?1v1duo pueda, al igual que cualquier otro,
sito de estas actitudes, el hecho de que las tensio-
re1vmd1car su cualidad de ser humano.
nes que existen entre la generación de los padres y
El i_de~l.de todo individuo, que sabe bien que
la de los hijos no existen en las generaciones alter-
su subJet1v1dad trasciende las barreras de la edad
nas, es decir, entre los abuelos y los nietos. Quizás,
serí~ la realización del hombre genérico que en él
con el aumento de la esperanza de vida, pasaremos
habita.
a coexistir sistemáticamente cuatro generaciones y
podremos explorar otras formas de solidaridad.
A pesar de esto, frente a la aceleración del tiempo
y la dilatación del espacio a las que asistimos hoy
en día, no es indiferente que las edades se comple-
ten sin oponerse. Que las preguntas y respuestas
no sean el monopolio de una generación, que los
intercambios se hagan en ambos sentidos. La idea
de frontera se transforma en el planeta: no vivimos
en un mundo sin fronteras, a pesar del mercado li-

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La antropología del porvenir

La antropología, más que cualquier otra disciplina


de las ciencias humanas y sociales, puede parecer
particularmente amenazada por las evoluciones más
recientes del mundo y del pensamiento.
Si es definida a partir de sus objetos empíricos
iniciales, hay que admitir que estos objetos, las so-
ciedades «primitivas», «tribales» o de «linaje», están
en vías de desaparición o de transformación acele-
rada y que su propia diversidad (delos grupos ais-
lados de cazadores-recolectores en Australia o de
los reinos comerciantes de África occidental) pue-
de generar una duda retrospectiva sobre la defini-
ción de la antropología como disciplina unificada
y coherente. Si se la define por su proyecto teóri-
co y su objeto intelectual, hay que reconocer que
sus ambiciones, después del triunfo del estructu-

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ralismo de los años 60, han sido revisadas a la baja mo del parentesc_o,L~vi-Strauss abre la posibilidad
y que las oscilaciones del concepto de estructura de entender la d_iversidad de las relaciones de pa-
puede generar dudas del mismo calado. En su for- rentesco Y de ~hanza como sometidas a la lógica
ma más triunfadora y más radicalmente materialis- fo:mal de_un ~1stema de transformación que per-
ta (la investigación, en el ámbito del parentesco o ffil~edommar mtelectualmente el paso de una mo-
de los mitos, de estructuras formales que supues- dalidad a otra.
tamente remitirían a la organización cerebral), el H~y hay dos paradigmas que se oponen de for-
proyecto estructuralista sigue estando cuando me- ma mas o i:nenos clara al paradigma de lo elemen-
nos inacabado. Al igual que -aunque en sentido tal: los ~es1gnaré como paradigma de la diferencia
contrario-los estudios cognitivistas que ambicio- y paradigma de la indiferencia.
naban entender el paso de las formas elementales El primero corresponde a una reactivación del
de aprendizaje a las arquitecturas más complejas del cu~turalismo en un sentido amplio, al principio bajo
pensamiento, de la literatura y del arte. l~ u~fluencia_de la toma de la palabra y de las ini-
Esta revisión a la baja ha despertado otras am- c1a:ivas s~rg1das después de la descolonización. El
biciones y suscitado otras iniciativas que tienen en umversahsmo, a veces, es considerado la máscara
común el cuestionamiento del paradigma en el que d~ la doi:ni~ación occidental. El pensamiento de la
se apoyaba, desde Durkheim, la investigación an- d_i!erenci_a tiene raíces en el seno de la misma tradi-
tropológica y que yo llamaré el paradigma de lo c10n occidental, pero durante las últimas décadas
elemental. Las formas «elementales» de la vida reli- ha encontrado en los trabajos de muchos investi-
giosa no se conciben como formas inferiores a otras, gadores nuevas expresiones, al frente de las cuales
sino corno un conjunto de principios esenciales que está Clifford. Geert~ (1_973,The lnterpretation of
forman el núcleo de toda religión, sea la que sea. Cultures, Basic). Asi, la idea hermenéutica de la cul-
Para Durkheim estas son directamente observables ~ra c~mo ~n texto que el etnólogo intenta descri-
en grupos humanos pequeños porque, para él, lo bir se mscnbe en una perspectiva de acuerdo con
religioso es una proyección de lo social, y la medi- la cual toda cultura es un hecho singular. Toda re-
da de uno lógicamente se efectúa respecto al otro. f er~ncia al paradigma de lo elemental parece así ex-
Las estructuras «elementales» del parentesco pro- cluida y toda a~bición estrictamente antropológi-
ceden de una concepción análoga: al develar el áto- ca queda tamb1en comprometida.

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Bruno Latour (1988, La vie de laboratoire, La Un?, de los efec~os más perversos de la globali-
Découverte), por sus trabajos sobre los laborato- zac10n es una denva del pensamiento universal ha-
rios científicos o sobre Pasteur, debe ser conside- cia ~na concepción estadística y cuantitativa de las
rado como el inventor del paradigma de la indife- sociedades humanas. La globalización se acomoda
rencia o de la no diferencia. Desde este punto de perfectamente al paradigma de la diferencia en la
vista, la actividad científica es una actividad social medida en que este concierne esencialmente ~1sec-
como cualquier otra que se basa en un sistema de tor de la comunicación, la circulación y el consumo,
creencias y de prácticas culturales específicas. Este Y.e~ que se constata cada día que, desmintiendo la
paradigma de la indiferencia se manifiesta luego con visión de _F_ukuyama, los regímenes políticamen-
más fuerza todavía en su obra sobre el resurgimien- te y/o rehg10samente totalitarios forman parte de
to del mundo de los «no humanos», objetos (ins- este mu_ndo gl~bal, de la misma manera que las de-
trumentos, como una máquina de escribir) o cosas mocracias. La mvención del término «glocal» co-
(entidades, como el Estado) que influyen, a menu- rres.J?onde_a una combinación de lo global y los
do de forma decisiva, en nuestros comportamien- part1cul~nsmos locales, en materia, por ejemplo,
tos. El paradigma de la indiferencia está hoy presen- de pol~t1ca o de religión. Este aspecto de las cosas
te en la obra de muchos sociólogos y por lo demás pu_edemcluso ser débilmente teorizada y difundida
lo encontramos, bajo una forma singular, en el cen- baJOla expresión «respeto a las diferencias». Ahora
tro de las preocupaciones expresadas por los «ani- bien, el paradigma de la diferencia, al sustancializar
malistas», según los cuales el individuo animal tiene l~s culturas, tiende a ignorar o a negar la diferen-
derechos de la misma forma que las personas. cia y la autonomía de los individuos. Se entiende
por «cultura» un conjunto relativamente coheren-
Sin querer discutir las expectativas de los paradig- te de ~epr~~entaciones y ~e principios que guían la
mas de la diferencia y de la indiferencia, defende- orgamzac10n de las relac10nes entre individuos en
ré aquí brevemente -en forma, si se quiere, de una una colectividad, constituida de esta forma en so-
especie de breve manifiesto- una concepción opues- ciedad. Me detendré un instante en la distinción
ta, decididamente «moderna», de la antropología y propue,st_amás arriba entre «sentido» y «libertad»,
de la necesidad, a mi parecer, de un retorno al pa- a proposito de los conceptos de edad y de tiempo.
radigma de lo elemental. Si llamamos «sentido» a la totalidad de las relacio-

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nes culturalmente instituidas y «libertad» al mar- . Por otr? la~~' sabemos bien que, desde su naci-
gen de iniciativa que se deja al individuo, deducire- miento, el mdividuo necesita de las relaciones con
mos que existe una tensión necesaria entre sentido ?tras personas para existir, construirse y afirmar su
(social) y libertad (individual). En los grupos hu- identidad. Mauss señalaba que nunca ha existido
manos en los que las relaciones son prescritas, el u? _serh_umano que no tenga un sentido de su in-
sentido es evidente: se impone, literalmente, y la li- d_ividuahdad_espiritual! corporal, pero hay muchos
bertad individual tiende a cero. sistemas sociales que tienden a reducir la autono-
Hay pues una relación estrecha entre el estatuto mía de_la consciencia individual. Este es el caso en
de la individualidad y la definición de lo social. El las socieda?es estudiada~ por la primera etnología,
tema del respeto a las diferencias culturales tiende que .pre~cnben las relac10nes, o en las sociedades
a ignorar y a que se ignore una parte de las diferen- t?tahtanas y, de forma más general, en todas las so-
cias individuales, en el interior de las culturas, y por ciedad~s cuya esfera pública tiende a invadir la es-
otra parte la existencia de la especie humana, del gé- fer~ pnvada. La estrategia de los regímenes totali-
nero humano, más allá de las culturas. Han corri- ~an?~ más extremos siempre ha sido la de aislar al
do ríos de tinta, desde Lyotard y su análisis de la mdividuo intervini~ndo en su vida privada para se-
«condición humana», sobre el fin de los «grandes par~i:lo de sus relac10nes más íntimas. En términos
relatos». Pero debemos recordar lo que Lyotard se- pol1t1cos, podríamos decir que el reto de la vida
ñalaba: a saber, que estos grandes mitos tenían que ~emocrática es g_arantiz~r la libertad (individual)
ver con el futuro, ciertamente, y no ya con los orí- sm ~erder el sentido (social). Dicho de otro modo
genes, pero que, más todavía, ponían en el centro conJugar las tres dimensiones de lo humano: la di~
de la escena al hombre en general, al hombre gené- mensi~n individual, la dimensión cultural (social
rico y no a los representantes de una cultura en par- Y relac10nal) y la dimensión genérica. Hoy en día,
ticular. Defender la existencia del hombre genérico en un mundo saturado de imágenes y mensajes, el
es afirmar su presencia en todo individuo humano, n:iundo de la comun~ca~ión instantánea, la prio-
independientemente de su sexo y de su origen. Es ndad es deshacer las ilusiones de evidencia no ser
afirmar, en términos políticos, su soberanía. Cita- dependientes de los objetos que el hombre ha crea-
ré aquí la expresión de Sartre en una versión abre- d?Y que los hombres explotan. No reducir al indi-
viada: «Todo hombre, todo el hombre». viduo a consumidor y no hacer de los personajes

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creados por el mundo mediático global la encarna- tele~áticamente. En cuanto a las seducciones de la
ción de la libertad. Mantener la exigencia de una mi- ficc10n que penetran lo real, al principio provocan
rada crítica sobre nuestra historia en pleno devenir. asombro~ !uego la duda y al final el miedo de una
Es verdad que las extensiones propuestas a la ?esposes10n del hombre por parte de las técnicas
acción humana mediante innovaciones tecnoló- mv~nt~das por él mismo. El miedo del aprendiz de
gicas, por ejemplo las electrónicas, simplifican y bruJo sigue_est~ndo presente, aún más si cabe por-
complican a la vez la observación de los individuos que las aphcac~ones de las tecnologías capaces de
cuyos cuerpos ocupan o prolongan. Incluso los que c~ea~ cuerpos mvulnerables y eficaces son prio-
protestan, cuando hacen oír sus voces, son prisio- ntaname~te _de cariz militar. En el momento en
neros de un mundo de imágenes creado por la ex- que las maqumas de guerra empiezan a reemplazar
pansión prodigiosa de los medios de comunicación a las person~s (pens~mos en los drones ), el cuerpo
y de la comunicación en general. En apenas algu- huma~o ~spira a la mvulnerabilidad y al poder de
nas décadas, nuestro entorno más familiar ha sido las maqumas. No es razonable pensar que un día
transformado. Las categorías de la sensación, de la lo~ ro~~t~ pue?an converti~se en personas, pero es
percepción y de la imaginación se han visto grave- mas facil imagmar el recorrido a la inversa y temer
mente alteradas por estas innovaciones y por el po- que las personas se transformen en robots: ya hay
der del aparato industrial que las difunde. pr~cedentes_ en la historia, incluso en ausencia de
El cuerpo se equipa: lo drogamos, lo dopamos la mtervenc1ón tecnológica.
cada vez de forma más eficaz. Pronto se intentará _Tradicio1:almente,el etnólogo estudiaba las re-
el aumento de su rendimiento gracias a la nanotec- lac10nes sociales en grupos de dimensiones lo bas-
nología e insertando microprocesadores en su inte- tante modestas como para poder hacer su trabajo
rior, forma gloriosa de los trasplantes electrónicos. solo~ se, esforzaba en estudiar las relaciones socia-
De todas formas, la paradoja de este cuerpo triun- les situandolas en su contexto. Ahora bien ho 1
fante es que ya no es el cuerpo de nadie, se le escapa . ' ye
contexto siempre es mundial, aunque estemos en
a aquel que se creía dueño del mismo, prisionero el fon~~ del Amazonas o perdidos en el Sáhara. La
de las técnicas o de las sustancias que lo empujan extens10n de los espacios de circulación de consu-
más allá de todo rendimiento humano, como lo es mo, y de comunicación nos dan una ide~ de lo que
el prisionero con un brazalete electrónico vigilado sera el mundo de mañana, y corresponde, tanto para

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los individuos como para los grupos, a un cambio hum~na: el _hombre es un animal, pero es un ani-
de escala que modifica la definición del contexto, mal ~1m?óhco e histórico; el hombre crea objetos
que en definitiva siempre es planetario. Si los terrí- Y maqumas, pero estas siguen siendo sus instru-
colas del etnólogo cambian, no es porque se le in- mentos. En cuanto a la coexistencia de formas cul-
vite a volver a su casa y permanecer ahí. Es porque ~rales diversas, no tiene nada que ver con la diver-
en todas partes, en la selva amazónica o en una ciu- sidad de las especies, puesto que la especie humana
dad europea, el contexto ha cambiado y con él cam- es una. El tema del aprendiz de brujo es una carica-
bia el objeto de observación de la etnología. Ya sea tura del espíritu científico que sólo tiene como ob-
que esté en «su casa» o «en otra parte», hoy el etnó- jetivo la exploración y ensanchamiento de las fron-
logo ya no tiene el mismo «terreno» que ayer. teras de lo conocido.
En cuanto a los instrumentos y los espacios Para seguir analizando de forma eficaz las socie-
de comunicación, forman parte al mismo tiem- dades e individuos en su devenir, es indispensable
po del contexto y de la relación. Y, en última instan- y urgente un retorno explícito al paradigma mo-
cia, su desarrollo también puede tener como efecto derno de lo elemental. Algunas referencias concre-
el cuestionamiento de esta distinción. Los etnó- tas pueden ayudarnos a ello. He citado a Sartre y
logos que en un futuro se esfuercen en analizar el a Mauss. Un antropólogo podría encontrar otros
funcionamiento de lo que llamamos las redes so- puntos de apoyo en Lévi-Strauss, quien en su «In-
ciales sin duda tendrán dificultades para separar troduction al' oeuvre de Marcel Mauss» nos recuer-
el tipo de relaciones que allí se crean del entorno ~a el carácter arbitrario de lo simbólico y la nece-
del cual forman parte y que contribuyen, a su vez, s1_d~dde alienación del individuo que consiente a
a definir. Bajo estas condiciones, toda etnología se v1v1ren un mundo definido por la relación del yo
convierte en antropología, y la antropología forma con el otro. Es decir, en el mundo que yo llamo
parte explícita de aquello que estudia. «cultural», el de Balandier, que tomando de Sartre
su concepto de «situación» a propósito de la «si-
De todas formas, ningún desarrollo tecnológico au- tuación colonial», recuerda la dimensión histórica
toriza la confusión entre fines y medios, aún me- del hombre en sociedad, y también el de Rimbaud
nos a ignorar los progresos históricos del conoci- (o Lacan), pero sólo para interrogar su «Yo es otro».
miento científico, ni a cerrar los ojos a la excepción Afirmar la dimensión genérica de toda individua-

78 79
lidad singular es, en efecto, invertir la fórmula y
postular que, en su pluralidad y diversidad, el otro
también «es un Yo».
En conjunto la antropología social, entendida
como la observación de las relaciones sociales en
un grupo dado teniendo en cuenta su contexto, me
parece que puede estudiar útilmente las caracterís- 8
ticas principales de la vida contemporánea. La fi-
liación, la alianza matrimonial, la solidaridad entre ¿Salida de la religión
generaciones y la residencia, temas de investigación
o fin de la prehistoria?
empírica tradicionalmente privilegiados, me pa-
recen hoy todos ellos objetos de observación aún
más pertinentes si cabe, porque se ven afectados por
cambios importantes y debemos entender su signi- Reivindicar la pertinencia del análisis antropológi-
ficado y su alcance. La misma palabra «antropolo- co para entender el mundo actual implica necesaria-
gía», que supone la existencia del hombre genérico, mente proponer un determinado enfoque respec-
me parece que designa el ideal de toda investigación to a este mundo y presupone lo que es, 0 aquello
sin caer en las trampas de la ilusión ideológica, aun- en lo que ~e está convirtiendo. Llegados a este pun-
que sea de origen tecnológico. A decir verdad, en ~o, es posible encontrarse con dos contradicciones
el mundo globalizado y explotado en el que vivi- mte1ectua1es: entre la hipótesis de la sociedad, tal y
mos, la observación antropológica, gracias a su mé- como la pueden formular los científicos o los pen-
todo y a su objeto, me parece más útil que nunca e sad?:es, Y la hipótesis elaborada por parte de los
incluso indispensable, aunque sólo sea para recor- pohticos a_vece~hay paralelismos posibles y desea-
dar a los oligarcas de la globalización triunfante que ~les; t~IT.1.bién
diferencias irreductibles. La hipóte-
las relaciones de lo particular con lo universal no sis polmca, que he presentado como sumamente
se confunden con las duplicaciones de lo local y de deseable al principio de mi reflexión, está subordi-
lo global. nada a la acción de los hombres: esta es su noble-
za y su límite. Además, en el ámbito intelectual co-

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81
en los q_:1~~l contexto planetario es muy evidente en
rre el riesgo de endurecerse y de permitir que entre su sensibilidad y acción. y también está muy pre-
por la ventana lo que antes se había expulsado por sente en los_lugares del nuevo sedentarismo obli-
la puerta. De este modo siempre existe el riesgo de gado, estu~iados por Michel Agier (2014, Campe-
caer en los mismos errores que hemos denunciado ;ent urbam. Du refuge naft le ghetto, Payot,), que
en nuestros ancestros quienes, al final de sus «gran- e al~ur~a manera son la versión negra de la nueva
des relatos»-, auguraban a la humanidad un futuro espacialidad planetaria.
glorioso y utópico. La clave de la lectura del presen- Ta?1poco se puede dibujar una visión del futu-
te puede verse distorsionada por un futuro soña- ro proximo o l~J~no sin tener en cuenta las nuevas
do, en lugar de abrirse a la problemática de lo real. formas de movilidad a través del mundo, vincula-
Cuando me refiero a la prehistoria de la humani- das a nuevas expresiones de violencia, terror y gue-
dad como sociedad planetaria, lo hago apoyándome rra. En_2001, después del 11 de Septiembre, todos
en hechos reales y comprobables (la globalización ente:1d1mosque empezaba una nueva era con el nue-
del mercado, la globalización mediática), pero al vo siglo y la globalización del terrorismo. En aquel
mismo tiempo, apuesto a largo plazo por la cons- ~?mento hablé en mi]ournal de guerre (2002, Ga-
titución de una sociedad coextensible al planeta en- !ilee)_de u~~ nueva guerra de cien años, una guerra
tero, una sociedad de terrícolas cuya supervivencia mter10:, civil y principalmente política, cuyo pun-
sigue siendo un problema y, sea como fuere, cuyas to c~cial sería saber si la utopía planetaria era algo
modalidades de organización siguen siendo hipo- realizable o si, a la larga, comportaría -incluso en
téticas. No obstante, hoy ya existen organizacio- los· astros- «los mandatos alternos de la locura re-
¡·
nes internacionales que, en cierto modo, parecen igiosa y de la barbarie mercantil». Quince años más
prefigurar esta organización. Las investigaciones de tarde la pregunta sigue sin respuesta.
tipo etnológico sobre instituciones como el Parla- Marcel G~uchet (1985, Le désenchantement du
mento Europeo, la Asamblea Nacional francesa o monde, Galhmard) se preguntó por el futuro que
la OMC, llevadas a cabo por el antropólogo Marc despunta en el horizonte y, tomando la expresión de
Abéles, ilustran la validez de un método basado en Max Weber, por el proceso de «desencantamiento
las observaciones locales, pero que se sitúa en los del m~n?o>: en las sociedades más avanzadas. El ju-
lugares (podemos mencionar Silicon Valley o Pe- deocnst1amsmo le parece, desde este punto de vis-
quín 798, importante centro del contemporáneo)
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ta, la religión «de la salida de la religión». Hay que los países en los que domina es fuente de malestar
precisar de inmediato que, al hablar de «salida de Y de un anti-occidentalismo virulento. En cuanto
la religión», Marcel Gauchet no habla de las creen- al yih~?ismo de los jóvenes nacidos en Europa,
cias de los individuos, sino del modelo de organi- paradoJicamente se explica por su deseo de con-
zación de la sociedad. La disociación del modelo vertirse en individuos en el sentido completo del
de organización político-social y del modelo reli- tén~ino, deseo que en su caso no pueden expresar,
gioso es el fenómeno de occidente cuya influencia debido a s~ marginalización, de otra manera que
se ha extendido al conjunto del planeta. Occiden- no sea mediante la conversión al radicalismo islá-
te se ha visto inclinado a promover la idea de indi- mico. El fundamentalismo y el yihadismo son, de
viduo, bajo la influencia del cristianismo; la fe re- alguna forma, un signo paradójico de la salida de
ligiosa es considerada una muestra de la intimidad lo religioso.
individual, y la mundialización occidental supon- Cuando hablo del fin de la prehistoria pienso
dría, de este modo, la liberación total del modelo en un fe1:ómeno bastante cercano al que Gauchet
religioso como modelo social: la revolución moder- llama salida de la religión, el ascenso a un mundo
na del derecho consiste en que el derecho origina- planetario en el q~e ~a_religión no sea el principio
rio de los individuos se convierta en fuente de toda estructurador. Comcidimos en la identificación del
legitimidad. Esto es lo que llamamos los «Derechos fenómeno o, más concretamente, en el reconoci-
del hombre» desde finales del siglo XVIII. miento del hecho de que las convulsiones que sa-
Los análisis de Marce! Gauchet, me parece, son cuden el mundo actual están emparentadas con las
particularmente interesantes en sus diversas y re- de un na~imiento y pueden ser interpretadas como
cientes contribuciones, por lo que aportan a la com- el preludio del doloroso paso a la escala planetaria.
prensión del fundamentalismo musulmán actual. . Pero hacer del cristianismo la religión de lasa-
El islam es el más reciente de los monoteísmos y lida de la religión, ¿no es prestar demasiada aten-
pretende incluir y superar a sus dos predecesores. ción al catolicismo? Además, ¿no es ir un poco
Al mismo tiempo, los países musulmanes fueron demasiad~ rápido en la apreciación de los paganis-
colonizados y dominados por Occidente, y este de- m~s anter10:es a los n:i,ono_teísmos?También po-
sajuste entre la percepción del islam como la reli- dnam~s decir q:1e la histona de Grecia y Roma se
gión más completa y el inacabamiento político de encarrunaba hacia una organización no religiosa del

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mundo. Jean-Pierre Vernant (1995, Mythe et reli- in~erpre.tarlos e intentar dominarlos. Tienen una
gion en Grece ancienne, Le Seuil) señaló que en el existencia tenaz y frágil. Pueden transformase me-
apogeo de la religión griega ya nadie creía en la exis- ta~~rfosearse, multiplicarse o desaparecer. So~ tan
tencia real de los dioses; la tragedia griega como proximos a los elementos de la naturaleza que siem-
ficción pone en escena a personajes ficticios y con- pre ~orren el riesgo de ser tomados por una simple
siderados tales. Dicho de otro modo, la conversión I~etafora. De aquí viene sin duda su destino litera-
del Imperio al cristianismo, durante la Antigüedad no y t~mbién la posi.ble transición que represen-
tardía, también podría ser vista como un retroce- t~n hacia. un mun¿o sm presencia divina de ningún
so espectacular de la idea de individuo nacida en el t!P.~·La idea s~gun la cual el cristianismo es la re-
mundo grecorromano y como un desvío de la cul- hgion ~e la salida de la religión elude la cuestión
minación normal de las instituciones paganas. del posible destino de los politeísmos rotos por la
Los dioses paganos, de forma más general, se f~erza Y la naturaleza de la individualización pro-
encargan de explicar y de gestionar de forma prác- pia del cristianismo.
tica los acontecimientos de la vida. El infortunio es _Elmonote~sm? ~ristiano tiene una concepción
el más normal de estos acontecimientos: la enfer- umficada del mdividuo; arranca al individuo de
medad y la muerte requieren una explicación, se la red de rela~iones que lo constituía, lo establece
consideran signos de una mala relación entre los como una entidad singular frente a Dios, que lo ha
humanos en sociedad. Los dioses tienen el encar- c.reado c,omo ha creado a los otros hombres. A par-
go de dilucidar los problemas de relación a los que, tir de ahi, se establece 1alógica inicial del monoteís-
dentro de la lógica pagana, corresponden los sig- mo, que es u~a lógica de conquista espiritual (hay
nos de infortunio o de enfermedad. Ellos se encar- ~u: «convertir» a los ateos): al contrario que los po-
gan de los acontecimientos internos. Están estrecha- hteismos, el monoteísmo es proselitista debido a su
mente conectados con la naturaleza y pueden ser dob1~ referencia a un Dios único, por supuesto y
considerados una expresión suya (una planta, un ª,
también 1~unicidad del hombre. Del proselitis-
remedio, las olas del mar o un rayo en el cielo). De mo al espintu de conquista sólo hay un paso, que
ahí su fragilidad como entidades autónomas: están s~ ha dado a ~enudo. La cruzada y la yihad son no-
hechos la imagen de los hombres que les rinden cul- cion~s Y re~hdades estrechamente relacionadas con
to, plurales como las personas que los utilizan para la ex1stenc1a de los monoteísmos.

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¿Salida de la religión? Quizás, pero la íntima ~a _mundialización tiene su ritmo y su historia
relación que establecen los monoteísmos entre el esta leJ_osde haberse terminado, si es que algún día
individuo humano y su Dios, ¿puede garantizar lo hara. Nos enfrenta a las diferencias y desigual-
realmente la autonomía futura de la organización dades reales del mundo y, más allá de ello a difi-
política? El laicismo «a la francesa»,¿ no sigue sien- cul~ades institucionales considerables. Ho;, la his-
do una excepción? ¿No es el cristianismo el único tona e~ pleno devenir nos obliga a replantear con
monoteísmo que ha conseguido, parcialmente, su urgencia las preguntas ineludibles de fondo y de
salida? forma, las dos preguntas que hasta el momento sólo
En cuanto a la coyuntura actual, aunque esté de rec!amaban respuestas a largo plazo: ¿cuál es la fi-
acuerdo con el análisis propuesto por Gauchet del nalidad de la_existencia humana?¿ Qué hay que ha-
islam y de la adhesión de los jóvenes nacidos en cer para realizarla?
Europa al yihadismo, y de acuerdo también con la
urgencia de una revisión de la educación, me parece
que este gigantesco esfuerzo de educación corres-
ponde a una visión utópica, necesaria pero utópi-
ca, puesto que debería ser mundial para ser plena-
mente eficaz.
Los movimientos de población actuales ya hace
tiempo que ocurren y no deben su origen tan sólo a
la atracción ambigua que elNorte ejerce sobre el Sur.
Son fuente de tensiones en el interior de África o de
América Latina. En cuanto al flujo de refugiados ha-
cia Europa, independientemente de sus aspectos
prácticos y logísticos, pronto planteará problemas
de educación si no se quieren reproducir los erro-
res cometidos en los años 70 en Francia durante las
reagrupaciones familiares, cuando se ignoró la ne-
cesidad de adaptar la escuela a los nuevos alumnos.

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Imaginar el porvenir:
etno-ficción, ficción y utopía

He usado el término etno-ficción y he intentado ex-


plicar lo que designa. A diferencia del etno-análisis,
que para mí sigue siendo una palabra, un simple
recordatorio de la necesidad de tener en cuenta el
psiquismo individual en el análisis de los hechos so-
ciales, la etno-ficción define un género literario y
antropológico cuyo origen sitúo en el siglo XVIII en
Montesquieu y Voltaire. Ambos crearon persona-
jes cuya mirada contemplaba el mundo contempo-
ráneo y descubría a los lectores sus características
11
relevantes. Las Cartas persas, de Montesquieu, y
Cándido, de Voltaire, son célebres no por su rique- 1

za psicológica, sino por su capacidad para señalar


las contradicciones y rarezas del país de acogida,
Francia, aparte del contraste entre una visión op-

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11
timista del mundo y las duras realidades del mismo. <lucidos por las ficciones de los otros, los etnólo-
También podríamos citar a Rabelais y a Cervantes gos s~ convierten e~ aedo~ más que en analistas y,
por ciertos aspectos de su obra, pero la etno-fic- r~mpie~do con la distancia que la posición de et-
ción del siglo XVIII es breve en la forma y se centra no,logo impone, se vuelven meros informadores,
en un tema preciso. El interés del personaje de la mas o menos eruditos, y hablan en nombre de la
etno-ficción se basa menos en su psicología o su cultura que habían ido a estudiar. Por otra parte
carácter que en la naturaleza de su mirada sobre algunos etnólogos se han preguntado a veces s/
el mundo que le rodea. El etno-análisis concernía para dar ~uenta del aspecto espectacular, barroc~
al objeto mismo de la investigación. La etno-ficción Y compleJO de lo que tenían delante el recurso al
es un modo de exposición: ¿cómo transmitir de for- r_el_atod~ ficción no era más apropiad~ que un aná-
ma eficaz al lector el contenido del análisis o, por l~sis estr_ictopero enjuto que, aunque sea exhaus-
lo menos, intentar que este adopte un punto de vis- tl~o, ~eJa escapar algo de una realidad extraor-
ta particular? En ambos casos, es el individuo el que dmanam_~nte perturbadora. En mi libro La vie en
está en cuestión. Pero, en el primer caso, lo está dou_blediJe lo que Michael Taussig, etnólogo aus-
como objeto de estudio. Se intenta tomar en con- traliano, me confió en Venezuela durante la fies-
sideración la relación entre el psiquismo individual ta a~ual _deMaría Lienza en la montaña de Serte;
y la colectividad en la que se inscribe, mientras que, Mana L10nza es una figura legendaria en la que se
en el segundo, se trata del individuo lector y lama- :nezclan las características de la indígena, la espa-
teria que se le quiere transmitir, la pregunta y las nola Y la esclava negra. Una multitud considera-
puestas que intenta darle. ble se reunió por la noche alrededor de las dece-
La cuestión de la ficción siempre ha atraído la nas de altares e_nlos que _secelebra su culto y en
atención de los observadores exteriores: las ficcio- los q~e se practican, por eJemplo, varias formas de
nes de otros, consideradas como ficciones o como e~~rcismo: Taussig no veía más opción que la fic-
portadoras de un significado histórico y religioso, c10n para proponer a sus lectores un equivalente
son para los etnólogos un objeto de estudio privi- de lo q~e h~bía vivido aquella noche y, quizás, para
legiado; los relatos, los mitos de quienes se toma poder el mismo tomar toda la medida de los he-
como objeto de estudio han sido minuciosamente chos. _Alhablar de ficción, él pensaba ante todo en
examinados. Incluso ha llegado a ocurrir que, se- el estilo, en la necesidad de identificar una errio-

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ción o una impresión para restituirle algo al lector v?luntarista que didáctica, sugerir un ideal indi-
mediante la escritura. vidual o colectivo. En todos los casos, se trata de
La cuestión se plantea de otro modo cuando el des~ncadenar un efecto de sorpresa frente a una
etnólogo trabaja en un entorno menos sorprenden- obviedad desapercibida o un «suceso» como se
te a primera vista, y se interesa por cosas norma- dice, cuyo significado es más que anecdótico. Me
les, familiares en apariencia. Entonces se trata, en quedé sorprendido, ya hace algunos años, por el ~
cambio, de hacer que emerja su dimensión proble- hecho de que, com? se dijo en la prensa, algunas
mática. De vez en cuando, empiezo algunos de mis personas que trabaJaban y tenían un salario dor- 11
libros con evocaciones propias de la etno-ficción en- mí~n en su coche porque no podían pagarse un al-
tendida en este sentido. Al principio de Non-lieux quiler. Y esto me dio el punto de partida para el
se encuentra la descripción de las formalidades lle- ]ournal d'un SDF. 1

vadas a cabo por un viajero que va en coche al ae- . La etno~ficción merece su nombre porque el
ropuerto, luego en los distintos recorridos al térmi- ideal sugendo se apoya en un análisis crítico lo
no de los cuales encuentra, al fin, su asiento dentro más ajustado posible de la realidad. Cuando este
del avión a punto de despegar. Y al principio de Le análisis falta o nos conformamos con presuponer
temps sans a.ge, un secreto en forma de recuerdo: sus re:ultados, nos encontramos en la ficción pura, /¡
la historia de una gatita que acompañó mis años de una fabula o cuento que tiene como objetivo con-
adolescencia. Con esto intenté, en el primer caso, v~nc~r del c~rácter d~s~able del futuro soñado que 1
ilustrar la mezcla de familiaridad y anonimato que dibuJan. Asi pues mi libro La Sacrée Semaine qui
caracteriza a nuestros desplazamientos a través de changea_~aface du monde (Odile Jacob, 2016) es
ciertos tipos de espacios contemporáneos. Y en el una ficc10n, y ya no una etno-ficción, aunque fi-
segundo, subrayar lo que podría ser una relación ~almente trate de cuestiones que interesan muchí-
con el tiempo liberado de la obsesión de la edad. simo a la antropología.
Estos dos ejemplos muy fragmentarios son ejem- ¿Qué quise hacer en La Sacrée Semaine? Pri-
plos que muestran este paso por la ficción (median- mero explicar una historia con suspense, giros y
te un personaje, o bajo un modo aparentemente más un desenlace. Esta historia la cuenta un narrador
personal, cuando el autor dice «yo») y pueden ayu- en directo: el personaje recibe la información de lo;
dar a analizar lo real cotidiano, o sea, de forma más hechos al mismo tiempo que nosotros, los lectores.

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Tiene por interlocutor a un joven, brillante cientí- intercambiarían una sonrisa divertida y cómplice
fico, del que sabemos de pronto, al mismo tiempo cuando se cruzaran por la calle, como viejos ami-
que el narrador, que es parte de una intriga en mar- gos que re_cuerdan sus locuras pasadas. Nadie se
cha a escala planetaria. preocupana_ y_ade la cara de su vecino, ni de super-
En segundo lugar, hacer que mis personajes de- tenencia ~ehg10s~.Las sumas dedicadas a la lucha
sempeñen un papel atípico, un poco como en un contra la msegundad y el terrorismo se reinverti-
ritual de inversión: el papa declara que Dios no exis- rían ~n la ed~caci?n y la salvaguarda del planeta.
te, y la pareja de Obama pone en marcha un com- Se rernventana la idea de la felicidad.
plot mundial para erradicar la violencia religiosa de . Se trata pues de un cuento o de una fábula utó-
la Tierra. pica, queyretende ante todo hacer reír o provocar
En tercer lugar, dar una imagen del mundo ac- una sonnsa, por supuesto, pero que también pue-
tual, en el que la violencia religiosa se expande por de dar qu: pens~r en dos direcciones. Por una par-
todas partes, principalmente, pero no de manera t~, ¿d_eque es D10s el nombre? Por otra, cuando la
exclusiva, bajo la forma del terrorismo islámico. ciencia es el único ámbito en el que la idea de pro-
En este mundo, Internet y la televisión, que difun- gr_esoes in~iscu~ible, ¿por qué no podría el pensa-
den y amplifican las noticias, son lo que podría- miento rac10nahsta unir a la humanidad?
mos llamar una caja de resonancia performativa,
en el sentido de que las imágenes y los mensajes «Abandonemos el cielo
que difunden son un elemento de la realidad que A los ángeles y a los gorriones.»
deben comentar. Pero el libro se conforma con mos-
trar cómo los medios de comunicación -constante- Esta cita de Heine, que cierra el ensayo de Freud
mente, en la descripción y el comentario del acon- sobre L'Avenir d'une illusion, podría haber servi-
tecimiento- alimentan la curiosidad del narrador. do como conclusión a La Sacrée Semaine qui chan-
En resumen, quise reflejar el mundo pacificado gea la face du monde.
que surge ante nuestros ojos, de un día para otro,
si la oferta de la religión desapareciera debido al Co1:,este libro, sin duda, hemos salido de la etno-
hundimiento súbito y total de la demanda. Losan- ficcion, pero el lugar y la razón de ser de esta salida
tiguos sacerdotes o imanes y sus fieles de la víspera estaban indicados en el programa de la antropolo-

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gía. Los ideales a los que obedece el mundo utópi- con el lenguaje mediante el que damos cuenta es-
co esbozado al final del libro son los de la utopía pontáneamente de nuestro entorno. Estos mundos
de la educación cuya necesidad he señalado en mis que a 1:1e~udo nos parecen cerrados y reservado;
reflexiones más recientes. La antropología de los ª.especialistas o a adeptos, se abrirían en la hipóte-
mundos contemporáneos tiene como última fina- s1_s
de una utopía de la educación realizada: sus có-
lidad subrayar todo lo que, en los modos de acción digos y lenguaje específico serían accesibles a to- /1
y los principios respectivos de estos mundos diver- dos. A~mis~o tiempo nacería una igualdad real; no
sos, es un obstáculo para la realización progresiva
de una utopía como esta, que sólo permitiría la apa-
por ~.m1for~1dadde las competencias y los compor-
tamientos, smo por una igual capacidad de entender
l
rición de un planeta unificado y orientado hacia el Y comprender los desafíos propios de cada «mun- 1
conoc1m1ento. do»; todo individuo se convertiría, de este modo
Un mundo así se distinguiría radicalmente de los Y de forma efectiva, en libre para ejercer su dere-
que los etnólogos han tratado normalmente, cuan- cho de expresar su punto de vista sobre los asun-
do se aventuran en los puntos más significativos de tos del mundo. Hoy hay un esbozo de esta situa-
nuestra modernidad. Evocar un mundo así es salir ción mediante las redes sociales, pero se trata de
del análisis de lo real, se me dirá. ¿Pero dónde está algo engañoso porque, al poner el carro antes que
precisamente lo real? Nos enfrentamos, a pesar de los bueyes, nos conformamos con acumular el co-
la globalización, a una pluralidad de «mundos». Di- nocimiento en l~s.memorias electrónicas sin llegar
gamos más bien que el lenguaje corriente sugiere la a crear las co~dic1ones de una educación para to-
existencia de una pluralidad de «mundos»: el mun- dos que permita a cada uno informarse realmente
do de los negocios, de las finanzas, del trabajo, de Y de forma eficaz. Hoy en día, el individuo está
la moda, del arte ... Por no hablar de los mundos solo frente a su ordenador y se ve bombardeado
con contenido ideológico marcado y más o me- por multitud de informaciones que le llegan sin fil-
nos englobantes: el musulmán, el chiita, el sunita, t~o, no verificadas, sin un estudio previo. El indi-
el católico, el protestante. El concepto de «mundo» viduo se construye él mismo su saber, sin siempre
no es para nada seguro y se emplea de forma no darse cuenta de los mensajes implícitos que le lle-
crítica, y es por esta misma razón que interesa al gan y lo manipulan. Para el que ya sabe y sabe bus-
observador de lo contemporáneo. Tiene que ver car, Internet es una mina; para otros, una trampa.

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El dfa en que las condiciones de la educación de no~ ?bstácul~s. Por lo demás, las redes de comuni-
todos se hagan realidad y el capital del conocimien- cac10n se extienden a toda la Tierra y la economía
to sea plenamente explotable, saldremos al fin de global es un~ realidad con la que todos los Estados
la prehistoria y entraremos definitivamente en la de~en .t:aba~ar. Por su parte, el término «plane-
historia de la humanidad planetaria. Este es mi de- tanzaci~n» tiene dos acepciones complementarias:
seo o quizás sólo un sueño. Pero a menudo la pre- 1~geografica, que designa concretamente la exten-
gunta -y muy legítima- que se le plantea al antro- sión y lo,s ~ímites de t?~ª mundialización política
pólogo que proporciona sus análisis es: ¿qué piensa Y tecnologica; la ecologica, que hace referencia al
usted de la situación actual? ¿Qué futuro ve? No planeta c~mo cuerpo físico, como bien común de
responder equivaldría a cuestionar la razón de ser la humamdad, y al conjunto de los seres vivos ex-
del trabajo antropológico y subrayar su lado super- puesto a los riesg~s causados por el comportaro'ien-
fluo. Pero responder es convertirse abusivamente to de una hu1:1~mda? en progresión demográfica
en un adivino. Para formular una respuesta que ten- acelerada. Acidificación de los suelos, agujeros en
ga valor de deseo razonable, la ficción proporcio- la caRa de ozono, son dos ejemplos de estos efec-
na una vía honesta. tos vrnculados a la actividad humana.
Llegados a este punto, algunas aclaraciones de La toma de co~sciencia de los riesgos que com-
vocabulario pueden ayudarnos a entender los de- porta el calentamiento climático puede tener efec-
safíos del cambio de escala del que hablamos. El tos sociales importantes. La Cop 21 ha mostrado
término «mundialización» es político; varios regí- una voluntad de aproximación entre países desa-
menes durante la historia han pretendido gobernar rrollados y países en vías de desarrollo. Los prime-
el mundo que dominaban, pero ese mundo no se ros no pueden negar que su desarrollo ha sido el
puede extender al planeta. El mismo Colón no dio causante de las emisiones de gases de efecto inver-
la vuelta al mundo. La globalización actual es tec- nadero que han propiciado el calentamiento actual
nológica y económica. Desde este punto de vista, del planeta. Y los segundos (sin que los primeros
no es total: algunos regímenes políticos limitan el p,ueda1: librarse de reproches por este asunto) es-
acceso a las redes mundiales de comunicaciones; tan ob!igados a reconocer la ausencia de control en
sabemos que la libre circulación de los productos, el vertido de desechos de todo tipo que amenazan
capitales y flujos financieros aún encuentra algu- la salud de sus habitantes. Las catástrofes nuclea-

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res (Chernóbil, Fukushima) no pueden ser conside-
radas meros accidentes locales; la consciencia pla-
netaria se ha despertado, en primer lugar, debido a
la amenaza de posibles catástrofes; es una conscien-
cia amarga e inquieta, pero que tiene el mérito de
causar un sentimiento de solidaridad objetiva de to-
dos frente a los riesgos de difusión y contamina-
ción. La cuestión de lo nuclear es muy reveladora
a este respecto: independientemente de la cuestión A modo de conclusión
nuclear militar, los riesgos relacionados con la im-
plantación de las centrales aumentan hoy por la
amenaza terrorista, también global.
Así que, finalmente, en vista de la situación del Este pequeño ensayo es un intento de hacer un ba-
planeta, tanto podemos temer que esta proporcio- lance me~io de 1~navegación a lo largo del recorrido
ne a la estupidez humana la oportunidad para des- de una vida de mvestigador. Para un antropólogo
encadenar una catástrofe sin precedentes como ali- acostumbrado a escrutar el presente, el periodo ac-
mentar la esperanza de que sea, a fin de cuentas, el tual es un reto apasionante. Asistimos todos con
instrumento de una toma de consciencia de la ne- una especie de fascinación angustiada y turbada, al
cesaria solidaridad que debería definir a la especie e~pectá_culode los movimientos de población, la
humana para permitir su futura supervivencia. v10lencia y las crisis políticas que son síntoma de
la transición hacia la era planetaria. Al mismo tiem-
po, nos acostumbramos insensiblemente a conside-
rar al sistema solar como un entorno cercano y nos
p!anteamos la pregunta de si una parte de la huma-
mdad deberá, un día aún lejano, construir refugios
fuera de nuestro pla~eta. Aún no osamos imaginar
todas las _consecuenciasdemográficas y sociales del
calentamiento global y de 1asubida del nivel del mar.

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l~s ~ituaciones_actu_alesen las que el contexto (in-
Podemos abordar estas cuestiones desde el pun-
dividual o social) siempre es planetario en último
to de vista político, investigar las responsabilidades
término.
y las soluciones, preocuparnos, preguntarnos, in-
. La cuesti_ónre~igi~sa,que parece hoy de una ra-
dignarnos o inquietarnos. Yo sólo he querido reto-
biosa actua!idad, Justifica el análisis antropológico
mar y reunir algunos elementos recogidos a lo lar-
go de mis trabajos para contrastarlos con la nueva -en!ª ~edida_ en que pone en juego la separación
coyuntura. Y tratar de ver en qué punto estamos. ~el ~mbito ~nvado y el público, y también, en el
Una de las primeras constataciones es que la si- a~bito propi~mente teórico, el estatuto del pensa-
miento reflexivo, de la relación del yo con uno mis-
tuación colonial y la situación «preplanetaria» son,
mo y del yo con el otro.
en distintos aspectos, comparables. Aunque las re-
El vértigo que puede apoderarse de nosotros
laciones de dominación características de la primera
frente a las perspectivas que se abren ante noso-
no hayan desaparecido de la segunda, nos hemos
embarcado todos, mal que bien, en la misma aven- tros ~~osotros com? especie humana) plantea la
tura global cuyas consecuencias experimentamos cuestion de las finalidades: ¿para qué vivimos? Es
todos los días sin necesariamente identificar sus cau- una pregunta con la que cada uno se encuentra, una
sas ni a sus responsables. Los primeros coloniza- p~egunta de una simplicidad que desarma, como se
dos experimentaron esta incertidumbre, que pue- dice, pero frente a la cual no hay que claudicar. La
de llevar a valoraciones ambivalentes como las que a~tropología aplicada coincide con la antropolo-
hacemos hoy sobre la globalización: ¿es un bien, o gia fundamental cuando hace de la cuestión de la
es un mal? ¿A dónde nos lleva? ¿Hacia un mundo educación el punto central hacia el cual convergen
mejor? ¿O a un mundo más duro e injusto? todas las preguntas planteadas por el discurso an-
Las relaciones de identidad/alteridad constitu- tropológico: si el yo es otro, el otro también es un
yen a la vez las relaciones entre individuos y entre yo. Tan sól? una educación generalizada puede ha-
colectividades. La triple dimensión del hombre (in- cer perceptible, para todos, esta doble ecuación ba-
dividual, cultural y. genérica) explica que podamos rriendo el egocentrismo, el etnocentrismo y t~das
disociar radicalmente psicología y sociología: por las formas de proselitismo. La utopía de la educa-
este motivo la antropología tiene una ambición to- ción seguirá siendo un ideal -pero sin duda es bue-
talizadora que la hace más pertinente para abordar no que una dirección así, al menos, esté fuertemen-

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te indicada y que este ideal, por utópico que pueda que cada individuo tiene derecho al respeto de su
parecer, encuentre su lugar: el planeta entero. Los di~erencia, sea cual sea su sexo y su lugar de naci-
antropólogos del mañana, al salir de la prehistoria, miento. Este derecho debería ser aún más evidente
tendrán la misión de identificar, incluso reforzar, mediante la planetarización, que dará su verdade-
los puntos de emergencia de una sociedad que se ro significado a la idea de frontera, entendida como
está transformando en una sociedad efectivamen- lugar de paso de lo uno hacia lo otro y viceversa.
te planetaria. Al asignar una tarea pedagógica, de formación
El drama de la época contemporánea, que tam- intelectual y moral, a la antropología, sé que le pido
bién constituye su esperanza, es que pone a la hu- mucho y que esto quizás se sale del ámbito nor-
manidad ante la necesidad de hacer posible la uto- malmente atribuido a una disciplina de las ciencias
pía si quiere impedir la doble amenaza que pesa humanas y sociales. Pero la sociedades humanas,
sobre ella: una desigualdad creciente entre indivi- objeto de estudio de los antropólogos, están a su
duos y una disolución general en el universo mediá- vez moviéndose, rompiendo las fronteras que les
tico. O, para decirlo de forma más brutal: la doble servía? de punto de referencia y de límites geográ-
amenaza de la exclusión de algunos y de la aliena- ficos, mtelectuales y morales -este es el sentido de-
ción de todos. La realización de la utopía indica finitivo de lo que llamamos globalización. Acom-
una dirección e implica un recorrido. pañar este movimiento recordando a todos, y de
La dirección está clara, aunque el punto de lle- forma más particular quienes han nacido, crecen y
gada quede lejano. En cuanto al recorrido, crítico crecerán en el nuevo mundo, cuáles son los consti-
y retrospectivo, en cambio, ya es algo cotidiano: tuyentes simbólicos de la existencia humana, irre-
puede devolver el prestigio a las nociones de apli- ductiblemente y solidariamente individual y social,
cación -término que parece aquí más indicado- o me parece hoy-y creo que por mucho tiempo- una
compromiso, el único capaz de dar cuerpo a la uto- tarea esencial.
pía. La antropología tendrá como primera misión Para concluir, tomaré de Sartre una expresión
hacer entender a todo el mundo que las contradic- con la que intentó definir el espíritu del existencia-
ciones aparentes son superables a condición de lle- lismo. La antropología es un humanismo: sí, por-
varlas hasta el final. El respeto de las diferencias no que intenta subrayar la convergencia de las pregun-
puede quedarse en las fronteras de las culturas, ya tas planteadas por distintas culturas del mundo sin

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alinearse con ninguna de sus respuestas, porque
señala la tensión entre las restricciones del senti-
do social y la exigencia de libertad de los indivi-
duos, porque concibe las fronteras entre culturas
y las fronteras entre individuos como umbrales y
no como barreras, porque obedece a su doble vo-
cación de disciplina fundamental y aplicada im-
plicada en la historia del mundo. Por todas estas
razones tenemos derecho a pensar que la antropo-
logía podrá ayudar a la humanidad a hacer nacer,
entender y gestionar la sociedad de terrícolas cuya
posibilidad hoy nosotros sólo entrevemos, con los
sobresaltos de un nacimiento difícil.

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