Transversalización

de género en salud:
avances y
desafíos
en la Región
de las Américas
Transversalización
de género en salud:
avances y
desafíos
en la Región
de las Américas
 Transversalización de género en
salud: avances y desafíos en la
Región de las Américas
ISBN: 978-92-75-32161-4
eISBN: 978-92-75-32162-1

Organización Panamericana de la Salud /

Organización Mundial de la Salud
525 23rd ST, NW, Washington DC, 20037-­2895
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en la Región de las Américas. Washington, D.C.: OPS; 2019.
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responsable de daño alguno causado por su utilización.

iv
4
Índice

Agradecimientos vii
Lista de siglas viii
Resumen ix

Introducción 1
A. Objetivo del documento 1
B. Metodología 2
C. Contenidos 3

Capítulo 1. Transversalización de género en salud: definiciones y marcos 4

normativos globales y regionales
1.1. La transversalización de género: definiciones sobre la estrategia para 4
lograr la igualdad de género
1.2. TG en salud: claves de análisis dentro de otros mandatos internacionales 9
y regionales
1.2.1. Mandatos de la OPS y la OMS sobre la igualdad de género en salud 10
1.2.2. Cuarenta años de la Agenda Regional de Género. Otros marcos 15
normativos regionales para la IG y el empoderamiento de las
mujeres en salud
1.2.3. Hacia la Agenda 2030 en IGS: marcos normativos globales para el 17
desarrollo en el marco de compromisos regionales

Capítulo 2. La estrategia de TG en salud: avances y deudas pendientes en la 18

Región de las Américas
2.1. TG institucional en el sector salud de las Américas 19
2.1.1. Marco normativo y políticas nacionales para la TG institucional 19
2.1.1.1. Políticas y planes de TG específicos del sector salud 23
2.1.2. Recursos humanos y financieros 25
2.1.3. Generación de capacidades para la TG en salud 27
2.1.4. Análisis de género 29
2.1.5. Sistemas de información 30
2.1.6. Monitoreo y evaluación 31
2.1.7. Rendición de cuentas 33
2.1.8. Políticas de no causar daño 34
2.1.9. Experiencias referidas a la TGS en la Región 34
2.2. TG operacional o focalizada: temas clásicos, emergentes y detección de 37
buenas prácticas
2.3. Evaluaciones de la TG en el debate académico internacional actual 38

5v
 Capítulo 3. Conclusiones y recomendaciones 45
3.1. Satisfacer los requisitos mínimos para el desarrollo de la TG institucional y 45
programática
3.2. Acordar la definición operativa de la estrategia de TG en salud 48
3.3. Priorizar políticas de TGS que busquen transformar los nudos 48
estructurales que impiden el avance hacia la IG
3.4. Optimizar las oportunidades de la Región para generar estrategias a nivel 49
regional y subregional que permitan avanzar hacia la IGS
3.5. Incentivar la documentación de políticas basadas en resultados que 51
permita detectar las mejores estrategias

Referencias 52

Anexo 1. Revisión sistemática de la evidencia: resultados de la estrategia de TG 73

sobre la igualdad de género en salud

Anexo 2. TG operativa en temas clásicos de la agenda de género y salud 77

Anexo 3. TG operativa en temas emergentes de la agenda de género y salud 81

Anexo 4. Experiencias de integración de la perspectiva de género en salud 84

vi
6
Agradecimientos
Este documento fue elaborado por Eugenia
Tarzibachi, Doctora en Ciencias Sociales y
Licenciada en Psicología, especializada en
estudios de género y salud. La coordinación
técnica del documento estuvo a cargo
de Lilia Jara y Catharina Cuellar, bajo la
dirección general de Anna Coates. Se
agradecen enormemente los valiosos
aportes que ayudaron a consolidar el
presente documento, la colaboración de
las personas expertas en género y salud
entrevistadas, y la generosa contribución
del Departamento de Asuntos Globales de
Canadá (GAC).

vii
7
 Lista de siglas
CEPAL Comisión Económica para América Latina y el Caribe
IG igualdad de género
IGS igualdad de género en salud
ITS infecciones de transmisión sexual
LGBT lesbianas, gais, bisexuales y trans
ODM Objetivos de Desarrollo del Milenio
ODS Objetivos de Desarrollo Sostenible
OMS Organización Mundial de la Salud
OPS Organización Panamericana de la Salud
MM mortalidad materna
SSR salud sexual y reproductiva
TG transversalización de género
TGS transversalización de género en salud
VBG violencia basada en el género
VPI violencia infligida por la pareja íntima
VIH virus de la inmunodeficiencia humana

viii
8
Resumen
El presente documento muestra los
avances de la transversalización de
género (en adelante, TG) en el sector
salud de la Región de las Américas.
Partiendo de una revisión de los
resultados documentados por parte de
la OPS, publicaciones científicas y en
las consultas a expertos en el campo de
género y salud, este documento analítico
delimita el estado de avance e identifica
los desafíos pendientes para lograr
acelerar el progreso hacia la igualdad
de género en salud en la Región.
El primer capítulo reseña los mandatos
globales y regionales que establecen los
compromisos asumidos por los Estados
Miembros en lo referido a la igualdad de
género en el ámbito de la salud. En el
segundo capítulo se revisa, con base en
los resultados, el estado de avance de
la estrategia de transversalización de
la perspectiva de género en las políticas
y programas de salud de los Estados
Miembros. En el tercer y último capítulo
se exponen las conclusiones y se
identifican los desafíos persistentes, así
como las oportunidades para acelerar el
avance hacia la igualdad de género en
salud en la Región de las Américas.
Entre los principales resultados, se
reconoce que es necesario contar con
programas basados en resultados en el
marco de los “procesos institucionales
básicos para la TG” (TG institucional). La
aplicacióndelaestrategiadeTG,ensolidaridad
con la estrategia de empoderamiento de las
mujeres, demanda un esfuerzo proactivo,
atento y experto, recursos económicos
y humanos, así como un compromiso
político sostenido en el tiempo. El punto
de partida de este documento son los
requisitos institucionales básicos para la
TG en las políticas y programas definidos
por el Consejo Económico y Social de las
Naciones Unidas (ECOSOC):
1. Política de TG
2. Presupuesto destinado a la TG
3. Generación de capacidades en TG
4. Datos desagregados, como mínimo,
por sexo y edad
5. Integración del análisis de género en
todo el proceso de programación
6. Monitoreo y evaluación
7. Rendición de cuentas
Por último, un requisito institucional
no incluido en la lista definida por
las Naciones Unidas es el principio
de “no causar daño”, que destaca la
importancia de considerar estrategias
de mitigación de daños ante políticas
o programas que transformen las
desigualdades de género. Este principio
ix
9
 es necesario porque las relaciones de
género expresan relaciones de poder, y
por lo tanto, de conflicto cuando el orden
que las regula se altera. No se detectó
documentación de desarrollo de este
requisito.
El análisis de los avances en cada uno
de los requisitos institucionales básicos
para la TG definidos por las Naciones
Unidas muestra que el mayor avance
se produjo en la creación de planes
nacionales de igualdad de género y
salud. Se registraron avances crecientes
en la incorporación declarativa de
una perspectiva interseccional para la
superación de la desigualdad de género;
sin embargo, el abordaje de salud que
predomina en las políticas de género
es el de salud sexual y reproductiva.
Este mismo patrón pudo observarse
en la prevalencia de ciertos temas de
salud en el marco de la TG operacional
o focalizada. Las políticas de género que
concentraron mayor desarrollo hasta el
momento ocupan tres grandes temas
de salud: salud sexual y reproductiva,
violencia contra las mujeres e infección
por virus de la inmunodeficiencia
humana (VIH)/sida. Sin embargo, existen
otros temas importantes de la agenda de
género y salud que deben desarrollarse
en mayor profundidad, como la salud de
10
x
los hombres y las masculinidades; la
salud de las personas lesbianas, gais,
bisexuales y trans (LGBT); el consumo
problemático de sustancias tóxicas y el
género; y la salud mental y el género,
entre otros.
A pesar de estos avances en la
adopción de una política explícita sobre
la igualdad de género, no es suficiente
para una implementación consecuente
y efectiva en diferentes países. La
voluntad política y el compromiso
sostenido por parte de los más altos
niveles de decisión del Estado son
elementos fundamentales para el éxito
en la implementación, puesto que los
cambios de gobierno suelen afectar a
la continuidad de las políticas.
Este es uno de los desafíos continuos en
América Latina y el Caribe. El empuje
de las políticas suele quedar a cargo de
voluntades individuales responsables de
los pocos avances que se han registrado en
la TGS y la implementación de estos planes
suele quedar a cargo de los mecanismos
institucionales para el adelanto de la mujer,
con distribuciones de responsabilidades y
partidas presupuestarias difusas entre los
sectores del Estado. Es imprescindible
transformar las políticas de un gobierno
en particular en políticas públicas de
género en salud, así como desarrollar
el resto de los requisitos institucionales
para la TG.
El estudio de los recursos humanos y
económicos para la TGS concluye que
son muy limitados; en particular, se
encontró que el presupuesto para la
promoción de la igualdad de género en
salud suele depender de subvenciones
o presupuestos extraordinarios, que son
insuficientes para sostener los avances.
Así como no existen políticas o programas
neutrales a la dimensión de género,
tampoco existen presupuestos públicos
neutrales en materia de género. Por lo
tanto, una política de igualdad de género
efectiva requiere de la asignación y el
aseguramiento de recursos públicos,
económicos y humanos. El fracaso a
la.hora de reconocer la contribución de la
economía del cuidado en los debates sobre
las reformas de salud se señala como un
aspecto crucial. En lo que se refiere al
capital humano en salud, se analiza la
feminización de los recursos humanos del
sector y se identifican profundas brechas
de género que atraviesan el trabajo en
salud en países de la Región.
La falta de capacidades para la TGS se
vio reflejada en una mayor demanda
por parte de los países de la Región
de apoyo técnico en el área de género
y salud, así como en áreas temáticas
emergentes como las priorizadas
por la OPS (LGBT, masculinidades, y
mecanismos específicos de integración
de la perspectiva de género en el análisis
de datos, el monitoreo y la evaluación, y
en estrategias de incidencia política).
No se encontraron publicaciones que
documenten la institucionalización del
análisis de género en salud en países
de América Latina y el Caribe mediante
alguno de los modelos reconocidos
mundialmente. Sin embargo, cabe
destacar que Canadá institucionalizó un
modelo de análisis denominado Gender-
based Analysis Plus (GBA+).
La desagregación de datos por sexo no es
suficiente para analizar las desigualdades
de género en salud, y por lo tanto, es
imprescindible continuar trabajando por
el desglose de datos por sexo y otras
variables de los determinantes sociales.
Es crucial mejorar los sistemas de
información de los países de la Región,
garantizar su comparabilidad y ampliar
el desglose de datos para abarcar más
variables aparte del sexo y la edad.
Resulta destacable la ausencia de acciones
de monitoreo y evaluación en las políticas
11
xi
 de TGS. Tanto el monitoreo y la evaluación
como la sistematización de acciones
desde un enfoque basado en resultados
se evidenciaron como prioritarios.
Asimismo, se destaca la importancia de
incorporar información cualitativa además
de indicadores cuantitativos al análisis
de género, el monitoreo y la evaluación,
puesto que permite retratar mejor el
impacto de las relaciones de género en la
salud y el bienestar.
Un requisito fundamental de la TG
institucional es contar con mecanismos de
rendición de cuentas claros, que integran a
aquellas organizaciones de la sociedad civil
comprometidas con la igualdad de género.
Se documenta la necesidad de fortalecer
la participación de las organizaciones de
la sociedad civil (movimientos sociales de
mujeres y grupos diversos que aboguen
por la equidad en salud) en las políticas
orientadas a la igualdad de género. Esto
incluye colaborar en su financiación
y propiciar su participación en todo el
proceso de programación, incluidos el
diseño y la vigilancia de la continuidad de
las políticas.
Además del análisis de los requisitos
para la TG institucional, el documento
presenta otras conclusiones importantes,
12
xii
entre ellas: la necesidad de hacer énfasis
en la distinción entre sexo y género, y de
definiciones claras sobre la perspectiva
de género adoptada; y la necesidad de
un enfoque más sofisticado y matizado
para comprender las desigualdades de
género en salud, compuesto por planes
nuevos o planes ya existentes actualizados
para lograr la igualdad manteniendo y
respetando la diversidad, incorporando a los
hombres, y reconfigurando la masculinidad
hegemónica en las políticas dirigidas a
transformar dichas desigualdades.
Por último, se destacan algunos
aspectos que requieren una respuesta
estratégica en el marco de la Agenda
2030: a) los desafíos que producen las
coyunturas políticas neoconservadoras
que atentan muy especialmente contra
la profundización de la autonomía de las
mujeres, b) tendencias demográficas
como el envejecimiento poblacional y el
aumento de la fecundidad en niñas, c) el
impacto diferencial del cambio climático
sobre hombres y mujeres, especialmente
en el Caribe, y d) desafíos estructurales
que deben resolverse para que la
Estrategia para el acceso universal a
la salud y la cobertura universal de
salud (salud universal) no reproduzca
inequidades de género.
Introducción
A. Objetivo del documento
En septiembre de 2015, la Asamblea
General de las Naciones Unidas adoptó
la Agenda 2030 para el Desarrollo
Sostenible, compuesta por diecisiete
objetivos. Los Objetivos de Desarrollo
Sostenible (ODS) fijaron una nueva
hoja de ruta hacia la sostenibilidad
social, económica y ambiental en miras
a la construcción de sociedades más
inclusivas y justas. Estos objetivos y
las metas asociadas a cada uno de
ellos —señalados como integrales e
indivisibles— son centrales porque
constituyen una herramienta de
planificación y seguimiento a nivel
nacional y local, a través de la disposición
de políticas públicas e instrumentos de
presupuesto, monitoreo y evaluación
(CEPAL, 2017a).
La Agenda 2030 prioriza la construcción
de una salud sostenible y universal
y, para ello, las respuestas ante las
inequidades de género en el ámbito de
la salud deben ocupar un lugar central.
En este sentido, la lectura integrada de
los ODS 3 (garantizar una vida sana y
promover el bienestar de todos a todas
las edades), ODS 5 (lograr la igualdad
de género y empoderar a todas las
mujeres y las niñas), ODS 10 (reducir
la desigualdad en los países y entre
ellos) y ODS 17 (fortalecer los medios
de implementación y revitalizar la
Alianza Mundial para el Desarrollo
Sostenible) interpela a los Estados
nacionales a cumplir metas sinérgicas
clave.
La vinculación de los ODS con la Estrategia
para el acceso universal a la salud y
la cobertura universal de salud (OPS,
resolución CD53.R14, 2014) representa
una oportunidad para acelerar los avances
de los Estados Miembros hacia la IGS en el
marco de la Política de igualdad de género
de la OPS/OMS para la Región de las
Américas. El propósito de dicha política
es concretar el ejercicio del derecho a la
salud, y la estrategia internacionalmente
acordada por ECOSOC (1997) para lograrlo
es la transversalización de género.
1
 A pesar de los avances en la TGS en la
Región de las Américas, aún persisten
profundas desigualdades de género
que afectan al bienestar biológico,
psicológico y social de mujeres y hombres,
especialmente de aquellos en situación de
mayor vulnerabilidad. En el marco de la
Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y
del Plan de Acción para la Implementación
de la Política de Igualdad de Género de
la OPS/OMS (CD54/INF/2, 2015), resulta
imprescindible diseñar una visión y
un abordaje estratégicos para avanzar
hacia la igualdad de género en el ámbito
de la salud.
La OPS, pionera en el abordaje de la
igualdad de género desde los aspectos
multifacéticos que atraviesan la salud,
se propone continuar apoyando las
agendas de desarrollo de los Estados
Miembros con recursos críticos que
permitan mejorar y acelerar los avances
hacia la garantía del derecho a la
salud de todas las personas. Con ese
propósito, la Oficina de Equidad, Género
y Diversidad Cultural de la OPS tiene
2
dos objetivos centrales: 1) consolidar una
visión estratégica, desde una perspectiva
interseccional y de respeto por los derechos
humanos, que catalice respuestas
efectivas para acelerar los avances hacia
el cumplimiento de la Agenda 2030 en
lo referido a la IGS en la Región de las
Américas; y 2) documentar la situación de
la TGS en la Región. Para ello, se revisaron
resultados documentados por la OPS,
publicaciones científicas y consultas a
expertos en el campo de género y salud.
A partir de la evidencia, este documento
analítico delimita el estado de avance e
identifica los desafíos pendientes para
lograr acelerar el progreso hacia la IGS en
la Región.
B. Metodología
Para la elaboración de este documento se
utilizó un método de análisis cualitativo
con instrumentos de recolección de
información combinados. En primer lugar,
se realizó una revisión sistemática de los
resultados obtenidos por la integración de
la perspectiva de género en las políticas,
programas y proyectos de salud
dirigidos a la población general en los
47 países que componen la Región de
las Américas. Dicha revisión fue guiada
por un protocolo (ver anexo 1) que
identificaba la estrategia de búsqueda,
incluyendo los términos de búsqueda y
los criterios de inclusión y exclusión. En
segundo lugar, se realizaron entrevistas
semiestructuradas a expertos en género
y salud. El contenido de las entrevistas
se analizó de forma cualitativa.
C. Contenidos
El primer capítulo reseña los mandatos
globales y regionales que establecen los
compromisos asumidos por los Estados
Miembros en lo referido a la igualdad de
género en el ámbito de la salud.
En el segundo capítulo se revisa, con base
en los resultados, el estado de avance
de la estrategia de transversalización de
la perspectiva de género en las políticas
y programas de salud de los Estados
Miembros.
En el tercer y último capítulo se exponen
las conclusiones y se identifican los
desafíos persistentes, así como las
oportunidades para acelerar el avance
hacia la igualdad de género en salud en
la Región de las Américas.
3
 Transversalización de género en salud: avances y desafíos en
la Región de las Américas
CAPÍTULO 1
Transversalización de género en salud:
definiciones y marcos normativos globales y
regionales
1.1. La transversalización de género:
definiciones sobre la estrategia
para lograr la igualdad de género
La igualdad de género es el objetivo
y la estrategia para lograrlo es la
transversalización de la perspectiva
de género.
La IG es el objetivo establecido por una serie
de mandatos internacionales aplicables
en el ámbito de la salud y reflejados en
los compromisos nacionales asumidos
por los Estados Miembros. A continuación
se expone un análisis histórico de los
acuerdos generales que establecen el
marco, informan y guían la estrategia.
La transversalización de género procede
del término inglés gender mainstreaming,
que representa lo opuesto a la
especialización en cuestiones de género
o gender sidestreaming. El término
transversalización aparece en la década
de 1990, para enfatizar la importancia
de situar el género como un aspecto
central, y no una cuestión destinada
únicamente a integrarse en aquellas
instituciones que trabajasen con
mujeres (Charlesworth, 2005).
En el contexto institucional, la
transversalización de la perspectiva de
4
género fue introducida por la agenda de
desarrollo (Charlesworth, 2005) como parte
de una transición desde la perspectiva
de mujeres en desarrollo (MED) a la de
género en desarrollo (GED). El enfoque
de desarrollo MED consideraba a las
mujeres como un grupo particular a
integrar en las estructuras de desarrollo
existentes, sin cuestionar los sesgos
de género de esas estructuras; sin
embargo, el enfoque GED abordó dichos
sesgos y se concentró en el impacto que
tenían las relaciones desiguales entre
hombres y mujeres en las políticas de
desarrollo. El enfoque GED proporcionó
el marco para la estrategia de TG, que
supuso cambios clave para alcanzar la
igualdad de género. Uno de los cambios
clave fue pasar de considerar aspectos
cuantitativos de participación de las
mujeres a aspectos transformadores
de las relaciones de poder, acceso a
recursos y toma de decisiones entre
hombres y mujeres.
“Un elemento clave que debe integrar
la estrategia de transversalización es un
cambio de aspectos cuantitativos de la
participación de las mujeres a aspectos
más transformadores —considerar las
percepciones tanto de las mujeres como
de los hombres en el proceso de desarrollo
en sí—, en lugar de simplemente tratar de
 CAPÍTULO 1. Transversalización de género en salud: definiciones y
integrar a las mujeres en el desarrollo
de agendas existentes que fueron
formuladas por otros. Esto requiere un
cambio adicional, de centrarse en mujeres
en sí mismos —sus contribuciones y el
impacto de intervenciones específicas en
ellas— a un enfoque en el desarrollo de
intervenciones que revelan los sesgos de
género inherentes a dichas intervenciones
(Hannan, 2000:7)”.
Se consideró que cambiando las
prácticas de desarrollo se prevendrían
las desigualdades entre hombres y
mujeres. Desde el enfoque GED se
cambiarían no solo las condiciones
de vida (situación material) de las
mujeres sino también su posición social
(valoración social, prestigio, autoridad
y poder de las mujeres en relación con
los hombres). En este contexto, la TG
fue presentada como un mecanismo
para ampliar el concepto de desarrollo
en respuesta a la vida de las mujeres,
y rápidamente tomó un sentido más
amplio que trascendió la esfera del
desarrollo (Charlesworth, Opt. cit.: 3,
traducción propia).
El concepto de TG fue esbozado
inicialmente en un documento posterior
a la tercera Conferencia Mundial sobre
la Mujer (Nairobi, 1985)1, en el cual se
menciona como estrategia “la efectiva
participación de las mujeres en el
desarrollo mediante su integración en
la formulación e implementación de
1
Estrategias prospectivas de aplicación para el avance de la mujer para el período hasta el año 2000, y medidas concretas
para superar los obstáculos para el logro de los objetivos y metas del Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer (...).
marcos normativos globales y regionales
programas y proyectos transversales”.
El concepto de transversalización de
género adquirió notoriedad pública diez
años más tarde, gracias a la Declaración
y Plataforma de Acción de Beijing, el
resultado de la Cuarta Conferencia
Mundial de la Mujer celebrada en 1995.
Este documento definió la integración
de la perspectiva de género en todas
las políticas y programas como el
mecanismo para remediar la posición
desigual de las mujeres (respecto de
los hombres) en doce áreas críticas que
incluían la salud, la educación, conflictos
armados, la economía, la toma de
decisiones, los derechos humanos y
como víctimas de violencia.
La TG tiene una presencia contundente
en el programa, y la definición anterior
se reitera en los párrafos 79, 105, 123,
141, 164, 189 y 229: “[…] los gobiernos
y otros agentes sociales deberían
promover una política activa y visible de
integración de una perspectiva de género
en todas las políticas y programas, a fin
de que se analicen, antes de adoptar
decisiones, sus posibles efectos en las
mujeres y los hombres”. La definición
operativa describe la integración de una
perspectiva de género como política
visible y activa de los gobiernos, cuyo
objetivo es garantizar la igualdad de
género mediante el análisis respecto
al impacto de todas sus políticas y
programas.
5
 Transversalización de género en salud: avances y desafíos en
la Región de las Américas
En sentido estricto, la transversalización
de la perspectiva de género aparece por
primera vez bajo ese nombre como la
estrategia para alcanzar la igualdad de
género a partir del Informe del Consejo
Económico y Social de 1997 (punto IV.a.
1997), donde se define como:
“El proceso de evaluación de las
consecuencias para las mujeres y
los hombres de cualquier actividad
planificada, inclusive las leyes,
políticas o programas, en todos los
sectores y a todos los niveles. Es una
estrategia destinada a hacer que las
preocupaciones y experiencias de las
mujeres, así como de los hombres,
sean un elemento integrante de
la elaboración, la aplicación, la
supervisión y la evaluación de las
políticas y los programas en todas
las esferas políticas, económicas y
sociales, a fin de que las mujeres y los
hombres se beneficien por igual y se
impida que se perpetúe la desigualdad.
El objetivo final es lograr la igualdad
[sustantiva] entre los géneros”.
Esta definición es más específica y,
por lo tanto, más robusta. En el mismo
documento se definieron una serie
de principios para transversalizar la
perspectiva de género en el sistema
de las Naciones Unidas, resumidos a
continuación:
1. No asumir que existen políticas
neutrales a la dimensión de género.
Todas las áreas de actividad deben
definirse de tal modo que pueda
6
realizarse un “diagnóstico” sobre las
diferencias de género.
2. La responsabilidad de llevar a la
práctica la TG atraviesa el sistema,
pero se impulsa desde los niveles más
altos. La rendición de cuentas sobre
los resultados debe monitorearse
constantemente.
3. La TG requiere esfuerzos para ampliar
la participación de mujeres en todos los
niveles de la adopción de decisiones.
4. La TG debe institucionalizarse a
través de pasos, mecanismos y
procesos concretos.
5. La TG no reemplaza las políticas,
programas o leyes de acción positiva
dirigidas específicamente hacia el
empoderamiento de las mujeres ni
sustituye los puntos focales de género,
sino que es complementaria a estos.
6. Es imprescindible contar con una
voluntad política clara y la asignación
de recursos humanos y financieros
suficientes para una puesta en
práctica exitosa de la estrategia.
Entre las recomendaciones específicas
se menciona que la estrategia está
diseñada para ser adoptada desde el
vértice de la pirámide de gobierno hasta
las dependencias más pequeñas y que
los órganos de programación y gestión de
recursos financieros deben hacer visible
la TG. Además, son los responsables de
mayor jerarquía de esas instituciones
 CAPÍTULO 1. Transversalización de género en salud: definiciones y
quienes deben monitorear anualmente
la tarea de TG.
También se definieron una serie de
requisitos institucionales para la
incorporación de la perspectiva de
género en todas las organizaciones del
sistema de las Naciones Unidas:
• Política de TG: el primer paso debe
ser adoptar la decisión explícita de
transversalizar el género mediante
la formulación de una política de TG
y estrategias de transversalización
específicas para cada sector. La
incorporación de la perspectiva de
género requiere aplicar directivas
institucionales y no directrices
discrecionales.
• Presupuesto: especificación de rubros
presupuestarios destinados a la TG.
• Generación de capacidades en TG:
integrar la perspectiva de género en
todos los programas de formación,
proveer formación continua para todo
el equipo (independiente de niveles
jerárquicos), y proveer formación
especial para mejorar las habilidades
de los expertos en género.
• Datos: desagregar, como mínimo,
por sexo y edad, y por otras variables
según el contexto, realizar encuestas
específicas sobre el género.
• Análisis de género: integrar el
análisis de género en todo el proceso
de programación.
marcos normativos globales y regionales
• Documentos operativos: producir
guías sensibles a las cuestiones de
género así como listas de verificación
para la programación.
• Monitoreo y evaluación: establecer
mecanismos e instrumentos para el
monitoreo y la evaluación, así como
metodologías de análisis del impacto
de género de las acciones.
• Rendición de cuentas: instaurar
estructuras de rendición de cuentas
respecto de la incorporación de la
perspectiva de género o reforzarlas
mediante mecanismos institucionales
y una cultura de gestión.
Estos son los ejes que vertebran, en
el siguiente capítulo, la revisión de
resultados de la TGS en la Región de
las Américas. En adelante se referirá
a todos estos componentes para el
desarrollo adecuado de la estrategia
como “procesos institucionales básicos
para la TG”.
Las conclusiones convenidas del
ECOSOC de 1997 también llaman a
contratar especialistas en género
para la planificación y programación,
y consideran el rol de las unidades
de género y los puntos focales de TG
como “crucial para traducir el mandato
de incorporación de la perspectiva de
género en una realidad práctica”. Estas
figuras clave reciben las siguientes
responsabilidades: a) apoyar el
desarrollo de políticas y programas
sensibles a las cuestiones de género,
7
 Transversalización de género en salud: avances y desafíos en
la Región de las Américas
b) asesorar y apoyar al personal en la
aplicación de una perspectiva de género,
c) desarrollar herramientas y metodologías
para la TG, d) recolectar y diseminar
información sobre cuestiones de género y
buenas prácticas, y e) asistir en el monitoreo
y la evaluación de progresos de la TG en
políticas, programas y presupuestos.
EnpalabrasdeRivandanyKelkarKhambete
(2008), la estrategia de TG posee dos
dimensiones que son interdependientes,
una operacional y otra institucional.
La transversalización operacional (a la
que también llamaremos focalizada) se
refiere a la integración de la perspectiva
de género en el contenido de políticas,
programas y proyectos que aseguren
tener un impacto positivo en las mujeres
y reducir las inequidades de género. La
transversalización institucional incluye
reconocer las dinámicas internas de las
instituciones formales e informales, como
los objetivos, las agendas, las estructuras
gubernamentales y los procedimientos
relativos al funcionamiento cotidiano, para
que estas avalen y promuevan la igualdad
de género.
Se trata de una estrategia de puesta en
práctica compleja que requiere de una
adecuación sectorial y excede por mucho
la integración de la perspectiva de género
en una política o programa de manera
declarativa, superficial, no exhaustiva
y no sistemática. La transversalización
de género no puede consistir en un
aditamento a un programa o proyecto
ya diseñado, ni en una incorporación
puramente semántica o “políticamente
8
correcta”, sin correlatos evidentes en
los diseños y acciones institucionales
y programáticos. Consiste más bien
en considerar las inequidades de
género a todos los niveles de la cultura
institucional y en todas las fases del
ciclo de programación (plan, diseño,
implementación, monitoreo y evaluación),
de forma continua y no intermitente en
función de las voluntades individuales o
políticas. A nivel programático, implica
asegurar que todas las acciones de un
programa reflejen las circunstancias de
hombres y mujeres en relación con las
normas, roles y relaciones de género,
acceso a recursos y poder en la toma
de decisiones, así como comprender
cómo se beneficiarán de las acciones
programáticas desde la fase de diseño.
La transversalización de género en salud
(TGS) supone cambiar las estructuras
organizacionales, los comportamientos
y las actitudes que pueden dañar el
estado de salud general de mujeres y
hombres, mediante su participación en
la definición y ejecución de prioridades
de salud pública. Se trata, por tanto, de
un proceso a largo plazo que requiere
no solo tiempo, sino también recursos y
compromiso (OMS, 2011b).
En resumen, la aplicación de la
estrategia de TG para promover la
igualdad de género, en solidaridad con
la estrategia de empoderamiento de
las mujeres, requiere de programas
basados en resultados en el marco de
los “procesos institucionales básicos
para la TG” definidos anteriormente.
 CAPÍTULO 1. Transversalización de género en salud: definiciones y
Todo este proceso demanda un esfuerzo
proactivo, atento y experto, recursos
económicos y humanos, así como un
compromiso político sostenido en el
tiempo.
Recuperar y poner de relieve estas
definiciones del sistema de las Naciones
Unidas no solo tiene como objetivo
enmarcar las Políticas de Igualdad de
Género de la OMS (2002) y la OPS (2005)
que se derivaron de sus lineamientos y se
detallarán a continuación. Cabe destacar
que, en la Declaración y Plataforma de
Acción de Beijing, los Estados Miembros
acordaron que: “[…] los gobiernos y
otros actores deberían promover una
política activa y visible de incorporación
de una perspectiva de género en todas
las políticas y programas, de modo que,
antes de tomar decisiones, se analicen
los efectos en mujeres y hombres,
respectivamente”, párrafo que se repite
en casi todas las áreas críticas. Asimismo,
haciendo una lectura de las conclusiones
convenidas del ECOSOC de 1997, es
posible volver a destacar que la TG es una
estrategia para el logro de la igualdad de
género, mientras que las medidas de
acción positiva en forma de legislación,
políticas de desarrollo, investigación
y proyectos o programas sobre el
terreno específicamente dirigidos a las
prioridades y necesidades de las mujeres
son una estrategia complementaria.
Recuperar las definiciones de las
conclusiones convenidas del ECOSOC
permite discutir una serie de premisas
que tal vez requieran una actualización
marcos normativos globales y regionales
para armonizarse con los avances
académicos en materia de género y
con el logro de nuevos derechos como
el derecho a elegir la identidad de
género en algunos países. También
se han observado avances en las
conceptualizaciones de géneros. Algunos
ejemplos son el empleo del plural por
algunas tradiciones feministas que van
más allá del género binario hombre/
mujer, los conceptos de mujeres y
hombres biológicos propuestos por
Paul Preciado (2014), y la adopción de
una perspectiva interseccional que
abre espacio a diferentes identidades
sociales y vulnerabilidades asociadas al
sexo. También deben considerarse los
resultados de aquellas intervenciones
específicas al género, de las cuales
algunas indican que empoderar a las
mujeres sin trabajar en la reconfiguración
de la masculinidad hegemónica genera
escasos efectos transformativos hacia la
igualdad de los géneros.
Este esfuerzo de recuperación y
actualización permite entender qué debe
evaluarse, cuáles fueron los resultados
de la implementación de la TG recogidos
hasta ahora y cómo podemos promover
la igualdad de género efectiva (y no
meramente declarativa) en el marco de
los derechos humanos.
1.2. TG en salud: claves de análisis de
otros mandatos internacionales y
regionales
Ya en 1946, las Naciones Unidas
expresaron su compromiso hacia la
9
 Transversalización de género en salud: avances y desafíos en
la Región de las Américas
igualdad de género en el ámbito de
la salud a través de la creación de la
Comisión de la Condición Jurídica y Social
de la Mujer (CSW por sus siglas en inglés).
Esta Comisión produjo la Declaración
sobre la eliminación de la discriminación
contra la mujer, una declaración de
derechos humanos de las mujeres
proclamada por la Asamblea General de
Nacionales Unidas en noviembre de 1967.
Esta declaración fue la precursora de
la Convención jurídicamente vinculante
llamada Convención sobre la Eliminación
de todas las formas de Discriminación
contra la Mujer (CEDAW por sus siglas en
inglés) que fue ratificada por los Estados
Miembros de las Naciones Unidas en
1979.
La atención internacional sobre la
desigualdad de género y sus efectos
negativos en términos de desarrollo
y justicia social se intensificó a partir
de la década de los noventa, a través
de una serie de eventos organizados
por las Naciones Unidas, entre ellos,
la Conferencia Internacional sobre
Población y Desarrollo (Cairo, 1994),
la Cumbre Mundial sobre Desarrollo
Social (Copenhague, 1995) y la Cuarta
Conferencia Mundial sobre las Mujeres
(Beijing, 1995). En la Declaración y
Plataforma de Acción de Beijing se
utilizó el término “transversalización
de género” (o “integración del género”),
que posteriormente fue refrendado e
institucionalizado por todas las agencias
y programas de las Naciones Unidas a
través de dos resoluciones del ECOSOC
(1996 y 1997). Como se ha mencionado, la
10
estrategia de TG debía aplicarse en primer
lugar dentro de las propias agencias del
sistema de las Naciones Unidas. Por este
motivo se desarrollaron las Políticas de
Igualdad de Género de la Organización
Mundial de la Salud (OMS) y de la
Organización Panamericana de la Salud
(OPS) en 2002 y 2005, respectivamente.
1.2.1. Mandatos de la OMS y la OPS
sobre igualdad de género en
salud
La Política de Género de la OMS (OMS,
2002) refleja los objetivos de la política
de las Naciones Unidas sobre la equidad
de género y el empoderamiento de las
mujeres cuando establece:
“La política de la Organización
será velar porque todas las
investigaciones, las políticas, los
proyectos, los programas y las
iniciativas en que participe la OMS
incorporen las cuestiones de género
[…]. Ello contribuirá a aumentar la
cobertura, la eficacia, la eficiencia y
en última instancia el impacto de las
intervenciones sanitarias tanto para la
mujer como para el hombre, y al mismo
tiempo ayudará a alcanzar el objetivo
más amplio de las Naciones Unidas de la
justicia social”.
La Estrategia para incorporar el
análisis y las acciones de género en las
actividades de la OMS (WHA60.25, 2007)
proporciona una serie de recursos
para la integración de la perspectiva de
género en políticas y programas. Entre
 CAPÍTULO 1. Transversalización de género en salud: definiciones y
ellos, se plantea una categorización
clara sobre los modos de incorporar
(o no) la perspectiva de género en el
ciclo de programación de salud (OMS,
2011b) que merece destacarse en el
Cuadro 1. Escala de evaluación de la respuesta a la perspectiva de género de las políticas
NIVELES
Nivel 1: desigualdad de género
Estas políticas refuerzan la discriminación contra
mujeres u hombres por razones de género.
Nivel 2: insensible a la dimensión de género o ceguera
de género
Se da por supuesto que los efectos del sexo y el género
son irrelevantes para las políticas de salud o que
estas son neutrales. Estas políticas no discriminan
intencionadamente, pero podrían reforzar la
discriminación.
Nivel 3: sensible a las cuestiones de género
El sexo y el género se consideran como variables
importantes en un contexto determinado. Sin embargo,
estas políticas no abordan las causas fundamentales de
las desigualdades de género o la discriminación ni se
definen acciones para modificarlas.
Nivel 4: especificidad en cuanto a los roles de género
Estas políticas reconocen que hay diferentes normas y
roles para mujeres y hombres e identifican las maneras
en que determinan el acceso a los recursos y su
control.
Nivel 5: transformador de género
Pretende cambiar las causas estructurales de la
desigualdad y las fuentes de discriminación por razones
de género a fin de mejorar la salud de hombres y
mujeres.
Fuente: con base en la escala de evaluación de respuesta a la perspectiva de género GRAS y la herramienta de evaluación
de género GAT de la OMS. Disponible en https://apps.who.int/iris/bitstream/handle/10665/44516/9789241501064_eng.pdf.
marcos normativos globales y regionales
cuadro 1 de este capítulo porque
ha sido un recurso poco utilizado
y puede ofrecer orientación para
afrontar algunos de los desafíos que
enfrenta la IGS en la Región.
CRITERIOS
a. Perpetúa las desigualdades de género al reforzar las
normas, roles y relaciones no equitativas.
b. Privilegia a los hombres sobre las mujeres (o viceversa).
c. A menudo conduce a que hombres o mujeres gocen de más
derechos u oportunidades por razón de su género.
a. Pasa por alto las normas, roles y relaciones de género,
así como la desigualdad de oportunidades y asignación de
recursos a mujeres y hombres.
b. A menudo se rige por el principio de “justicia” y pretende
tratar a todos por igual.
c. Muy a menudo refuerza la discriminación por razones de
género, aunque sea de forma involuntaria.
a. Tiene en cuenta la existencia de normas, roles y relaciones
de género.
b. No aborda la desigualdad generada por dichas normas,
roles o relaciones.
c. Muestra conocimiento de las cuestiones de género, aunque
a menudo no propone ninguna acción correctiva.
a. Considera las necesidades específicas de mujeres y
hombres.
b. Aborda y beneficia intencionalmente a un grupo específico
de mujeres u hombres para lograr algunas metas de
políticas o programas o para satisfacer necesidades
concretas.
c. Facilita el cumplimiento de las responsabilidades
atribuidas a las mujeres y los hombres con base en los
roles de género.
a. El objetivo principal o uno de los objetivos principales es
promover la igualdad de género.
b. Analiza las causas de las desigualdades derivadas de
cuestiones de género en relación con otros factores
discriminatorios (edad, etnia, diversidad sexual, etc.).
c. Incluye acciones estratégicas para fomentar cambios
progresivos y transformar las normas, roles y relaciones
desiguales de género que son perjudiciales.
d. Los aspectos relacionados con la salud se abordan desde
el enfoque de género y salud, con una mirada mucho más
amplia que el enfoque de salud sexual y reproductiva
(SSR).
11
 Transversalización de género en salud: avances y desafíos en
la Región de las Américas
Por su parte, la OPS/OMS adoptó
en septiembre de 2005 la Política
de Igualdad de Género a través de
la resolución CD46.R16, la cual, en
armonía con la Política de Género de
la OMS, establece que la meta de esta
política es contribuir al logro de la
igualdad de género en el estado de la
salud y el desarrollo sanitario, mediante
investigación, políticas y programas
que presten la atención debida a las
diferencias de género en la salud y a sus
factores determinantes, y promuevan
activamente la igualdad entre mujeres y
hombres (OPS, 2005:1).
Esta política traza una distinción crucial
entre los conceptos de igualdad y
equidad de género en salud:
La equidad de género significa una
distribución justa de los beneficios, el poder,
los recursos y las responsabilidades entre las
mujeres y los hombres. El concepto reconoce
que hay diferencias entre hombres y mujeres
en cuanto a las necesidades en materia de
salud, al acceso y al control de los recursos, y
que estas diferencias deben abordarse con el
fin de corregir las desigualdades entre ellos.
La inequidad de género en el ámbito de la
salud se refiere a las desigualdades injustas,
innecesarias y prevenibles que existen entre
las mujeres y los hombres en el estado de la
salud, la atención de salud y la participación
en el trabajo sanitario. Las estrategias de
equidad de género se utilizan para finalmente
lograr la igualdad. La equidad es el medio, la
igualdad es el resultado (CIDA, 1999; citado en
OPS, 2005:4).
12
La OPS reconoce las persistentes
desigualdades en la salud de mujeres
y hombres “que no son consecuencia
de las características biológicas de
cada sexo, sino del lugar diferente que
ocupan las mujeres y los hombres en
la sociedad. Esta ubicación desigual
se refleja en patrones inequitativos,
relacionados con los riesgos para la
salud, con el acceso a los recursos y
servicios sanitarios y el control sobre
los mismos” (ibídem: 8). Asimismo,
ya desde el 2005, la OPS señala
con contundencia la importancia de
reconocer el impacto negativo que tiene
un orden social injusto de distribución
familiar de las tareas domésticas y los
cuidados de la salud y de financiamiento
de los sistemas de salud.
Entre los objetivos de la Política de
Igualdad de Género de la OPS, la
producción y el análisis de información
desagregada por edad, sexo y otros
determinantes sociales de la salud
(numeral 2, inciso b) ocupa un papel
central. La política también insta a los
Estados Miembros a ejecutar políticas
locales (numeral 2, inciso a), incorporar
la perspectiva de género en todo el
ciclo de programación —involucrando
activamente a hombres y niños
en la IGS (numeral 2, inciso f)—,
realizar actividades de capacitación e
investigación (numeral 2, inciso d), y
lograr la paridad de sexo y género en la
contratación de recursos humanos en
salud, alcanzando también los puestos
de toma de decisiones (numeral 2,
inciso e). Por último, la política alienta
 CAPÍTULO 1. Transversalización de género en salud: definiciones y
marcos normativos globales y regionales

a los Estados Miembros a incluir universal a la salud y la cobertura universal

“en las cuentas nacionales de salud de salud, que es explícita en su enfoque
indicadores sobre el valor del tiempo no equitativo y centrado en las personas,
remunerado que dedican los hombres para prestar servicios integrales que
y mujeres a la atención de cuidados de satisfagan las necesidades diferenciadas
salud en el hogar, en relación al gasto de género.
total del sistema de asistencia sanitaria” b) Generar evidencia específicamente
(resolución CD46.R16 [2005]). relevante para el sector y análisis
de género para la incidencia política
La Oficina de Equidad, Género y en la formulación de políticas y
Diversidad Cultural (EGC) coordina la programas verticales, horizontales
formulación y ejecución de la iniciativa e intersectoriales, así como su
de transversalización de género y ejecución y evaluación.
desarrolló un plan de implementación, c) Ampliar el marco conceptual y las
aprobado por los Estados Miembros modalidades para promover y abordar
en el 2009 (OPS, resolución CD49.R12). las identidades de género, incluidos
La última evaluación de progresos los temas de LGBT y masculinidades
fue publicada en 2015 y corresponde (entre otros), y sus vinculaciones con
al período 2009-2014. Se trata de una la etnicidad y otros determinantes
consolidación de los resultados de un sociales de la salud.” (resolución
cuestionario autoadministrado por los CD54/INF/2 [2015]).
países, y constituye una plataforma
central para la definición del estado de En relación con este último punto, cabe
la transversalización del género en el destacar que la política de igualdad de
ámbito de la salud dentro de los países género de la OPS y su Plan de Acción
de la Región (ver capítulo 2) y para la correspondiente lograron una mayor
identificación de los desafíos en miras robustez en su enfoque interseccional
a la Agenda 2030. En este documento se de las desigualdades de género en
detallan las líneas estratégicas de acción salud mediante su integración posterior
hacia la IGS para el período 2015-2019: con resoluciones sobre las barreras
“a) Realizar investigaciones y aplicar en el acceso a servicios de salud y el
metodologías innovadoras para abordar derecho a la salud de las personas LGBT
las inequidades por razón de género en (resolución CD52.R6 aprobada en 2013)2
el marco de la Estrategia para el acceso y de diferentes etnias, en una región
2
La resolución CD52.R6/2013 puso en el centro de la atención las disparidades en el acceso y utilización de los servicios de
salud por parte de las personas lesbianas, gais, bisexuales y trans (LGBT) y marcó un hito en el trabajo hacia la salud universal
al reconocer poblaciones históricamente marginadas como las personas LGBT. Instó a los Estados Miembros a: a) promover
servicios de salud respetuosos de la dignidad humana y el derecho a la salud en función de la diversidad sexual y de género, b)
diseñar políticas, planes y legislación que sean sensibles al estigma y la discriminación que experimentan las personas LGBT, así
como incrementar el acceso y la calidad de los servicios de salud y, c) recolectar información sobre la salud y el acceso a servicios
de las personas LGBT. En la resolución CSP29/INF/7 aprobada en 2017 se describen los principales obstáculos en el acceso a
servicios de salud por parte de las personas LGBT y se brindan recomendaciones preliminares de fortalecimiento del sistema
para tornarse más inclusivo ante la diversidad sexual y genérica. Este es otro documento central para la evaluación del estado de
situación de la IGS en la región, así como los desafíos y estrategias a futuro (capítulo 3).

13
 Transversalización de género en salud: avances y desafíos en
la Región de las Américas
multicultural y plurilingüe (documento
CSP29/7, 2017).
El mandato de la OPS para la
integración de la perspectiva de
género en las políticas y programas de
los Estados Miembros y en su propia
institucionalidad se enmarca, a su vez,
en el Plan Estratégico de la OPS 2014-
2019 (documento oficial OD345 [2013]),
en el que la IGS aparece como uno de
los cuatro temas transversales (junto
a los derechos humanos, la equidad
y la etnicidad). El plan sostiene que
“la igualdad de género en el ámbito
de la salud es una meta progresiva
para garantizar que las mujeres y los
hombres, en un contexto de diversidad
sexual y étnica, tengan igualdad de
oportunidades para obtener acceso a
los recursos necesarios para proteger
y promover su salud” (ibídem: 89,
subrayado propio).
Por último, en convergencia con el Plan
Estratégico de la OPS 2014-2019, que
posee un claro énfasis en la equidad
en salud para el desarrollo sostenible,
resta mencionar algunos compromisos
regionales que deben impactar en las
líneas estratégicas sobre IGS en miras
a la Agenda 2030. La Estrategia de
acceso universal a la salud y la cobertura
universal de salud (resolución CD53.R14
[2014]) es de suma importancia en este
sentido; promueve no solo la cobertura
universal (la capacidad del sistema de
salud para responder a las necesidades
de la población) sino también el
acceso universal (servicios de salud
14
integrales, adecuados, oportunos y de
calidad, ausencia de barreras de tipo
geográfico, económico, sociocultural,
de organización o de género, etc.).
La estrategia llama a los Estados
Miembros a proveer servicios de salud
integrales que “identifiquen necesidades
insatisfechas y diferenciadas de la
población; al igual que las necesidades
específicas de los grupos en estado de
vulnerabilidad” (inciso d); y los insta a
ejecutar planes, proyectos y programas
para facilitar el empoderamiento de las
personas y las comunidades, mediante
la capacitación y participación activa, el
acceso a la información de los miembros
de la comunidad para que conozcan sus
derechos y responsabilidades, y puedan
asumir un papel activo en la formulación
de políticas, en las acciones para identificar
y abordar las inequidades en salud y los
determinantes sociales de la salud, y en
la promoción y protección de la salud
(inciso j).
Lograr la cobertura universal en salud
es un compromiso esencial del Plan
Estratégico de la OPS 2014-2019, junto
a la estrategia multisectorial para el
trabajo sobre determinantes de la salud
y un enfoque centrado en el bienestar
y la vida sana a lo largo del curso de
vida, enfoque que trasciende el énfasis
tradicional en la enfermedad de un
momento específico en la vida de una
persona.
La Agenda de Salud Sostenible para
las Américas 2018-2030 (ASSA 2030)
(documento CSP29/6, Rev. 3) y su
 CAPÍTULO 1. Transversalización de género en salud: definiciones y
resolución de aprobación (CSP29/6,
Rev. 3, Add. I [2017]), así como el
Plan Regional definido con base en la
Estrategia mundial para la salud de la
mujer, el niño y el adolescente (2016-
2030) son otros dos marcos normativos
sinérgicos con el Plan de Igualdad de
Género que destacan los siguientes
temas de prioridad: salud reproductiva y
materna, embarazo adolescente y otras
acciones de empoderamiento de las
mujeres a través del curso de vida.
Finalmente, ASSA2030, el Plan
Estratégico de la OPS 2014-2019, la
Estrategia de Salud Universal y el
Plan de Igualdad de Género (así como
las resoluciones antedichas que,
sinérgicamente, enriquecen su alcance)
poseen un fuerte enfoque basado en la
producción de información y el logro de
resultados.
1.2.2. Cuarenta años de la Agenda
Regional de Género. Otros marcos
normativos regionales para la
IG y el empoderamiento de las
mujeres en salud
Dentro de la Región de las Américas,
América Latina y el Caribe destacan
en su compromiso con la IG puesto
que, desde hace cuarenta años, los
países se reúnen con el objetivo de
establecer compromisos políticos para
erradicar las desigualdades de género
y la discriminación contra las mujeres,
así como avanzar hacia la garantía
de los derechos humanos (CEPAL,
2017b). En los últimos cuatro decenios
marcos normativos globales y regionales
se han celebrado 13 conferencias
regionales sobre la mujer convocadas
por la CEPAL y América Latina y el
Caribe conforman la única región del
mundo con un órgano permanente
de estas características. También
cabe destacar que los acuerdos
celebrados en estas conferencias
tienen un carácter acumulativo, es
decir, cada instrumento nuevo recoge
el valor político y programático de
los anteriores, lo que resulta en un
cúmulo de textos acordados de una
enorme riqueza política y técnica. Estos
documentos conforman en conjunto
la Agenda Regional de Género, que
se refuerza y retroalimenta con las
plataformas y programas de acción
de las conferencias de las Naciones
Unidas y los compromisos vinculantes
asumidos por los Estados con la firma
y ratificación de la Convención sobre
la Eliminación de todas las Formas
de Discriminación contra la Mujer
(CEDAW) y su Protocolo Facultativo
y la Convención Interamericana para
Prevenir, Sancionar y Erradicar la
Violencia contra la Mujer (Convención
de Belém do Pará) (CEPAL, 2017c:5-6).
La resolución del ECOSOC de 1997
antes mencionada tuvo eco en algunos
acuerdos establecidos en la Agenda
Regional de Género vinculados a la
estrategia de TG y a ciertos aspectos
temáticos relacionados con la IG y el
empoderamiento de las mujeres en salud.
Los Consensos de Mar del Plata (1994),
Santiago (1997), Lima (2000), Ciudad de
15
 Transversalización de género en salud: avances y desafíos en
la Región de las Américas
México (2004), Quito (2007), Brasilia (2010)
y Santo Domingo (2013)3 establecieron
la necesidad de generar la voluntad
política y el compromiso necesario para
avanzar hacia la igualdad de género. A
partir de ese marco conceptual, estos
acuerdos privilegiaron la necesidad de
institucionalizar la perspectiva de género,
asegurar un financiamiento específico,
desagregar los datos como mínimo por
sexo y edad, generar capacidad técnica,
establecer indicadores pertinentes para
el monitoreo y la evaluación, y sentar las
bases jurídica, legal y normativa relativas
a la igualdad de género y los derechos
de las mujeres. También se interpeló
a otros actores gubernamentales y no
gubernamentales para que se sumaran
a las políticas de igualdad y asumieran
la transversalización de la perspectiva
de género.
Un buen ejemplo de consolidación
de todos estos objetivos y actores es
la Estrategia de Montevideo para la
implementación de la Agenda Regional
de Género en el marco del Desarrollo
Sostenible hacia 2030 (CEPAL, 2016,
LC/CRM.13/5), que establece 10 ejes
de implementación como condiciones
y medios para la aplicación efectiva
de políticas públicas que eliminen la
desigualdad de género (CEPAL, 2017e).
Una de las cuestiones centrales de la
Estrategia de Montevideo, y también
de este documento analítico, es cómo
cerrar la brecha entre la igualdad de jure
y de facto a través del fortalecimiento
3
Disponible en https://www.cepal.org/es/organos-subsidiarios/conferencia-regional-sobre-la-mujer-de-america-latina-y-
el-caribe/acuerdos-regionales.
16
de políticas públicas que garanticen los
derechos humanos de mujeres y niñas
(ibídem: 14). La estrategia también
sitúa al estado como protagonista
en la consolidación de estrategias
nacionales de desarrollo sostenible a
medio y largo plazo. Los estados son
llamados a organizar la participación
activa de la sociedad civil en toda
su diversidad y convocar al sector
privado a contribuir, siempre bajo el
respeto de los derechos humanos y la
autonomía de las mujeres. Por último,
la estrategia identifica los nudos
estructurales a enfrentar en la Región,
nudos que se refuerzan mutuamente e
impiden el avance hacia la igualdad de
género, entre ellos: a) la desigualdad
socioeconómica y la persistencia de
la pobreza, b) los patrones culturales
patriarcales discriminatorios y
violentos y el predominio de la cultura
del privilegio, c) la división sexual del
trabajo y la injusta organización social
del cuidado, y d) la concentración del
poder y las relaciones de jerarquía en
el ámbito público.
El propósito de este análisis y recorrido
histórico no solo es repasar el proceso
de aprobación y reinterpretación de la
estrategia de TG en los compromisos
regionales, sino describir los efectos
sinérgicos entre este marco normativo
y el de la agenda de desarrollo, con el
fin de particularizar la Agenda 2030 en
lo referido a la IGS en la Región de las
Américas.
 CAPÍTULO 1. Transversalización de género en salud: definiciones y
1.2.3. Hacia la Agenda 2030 en IGS:
marcos normativos globales
para el desarrollo en el marco de
compromisos regionales
A comienzos del nuevo milenio, los
dirigentes mundiales se reunieron en
las Naciones Unidas para dar forma a
una visión amplia con un conjunto de
objetivos para el desarrollo humano,
los Objetivos de Desarrollo del Milenio
(ODM). Estos ocho objetivos con
metas verticales, cuyo cumplimiento
se fijó para 2015, colocaron a la
salud, la igualdad de género y otros
determinantes de la salud en el centro
de la agenda de desarrollo. En 2015,
tras una evaluación de los progresos
de los ODM, los Estados Miembros de las
Naciones Unidas acordaron un nuevo
conjunto más amplio de objetivos con
metas asociadas para el 2030: los
Objetivos de Desarrollo Sostenible
(ODS). La Agenda 2030 para el
Desarrollo Sostenible, aprobada por los
Estados Miembros en el septuagésimo
período de sesiones de la Asamblea
General de las Naciones Unidas en
septiembre de 2015, es un compromiso
político multilateral estructurado en
torno a 17 ODS y 169 metas asociadas.
A diferencia de los ODM, las metas
son integradas e indivisibles. La
Agenda 2030 reconoce la importancia
de garantizar una vida sana, de la
promoción del bienestar de todos en
todos los momentos de la vida (ODS 3),
de la igualdad de género, los derechos
y el empoderamiento de las mujeres
(ODS 5) para reducir las desigualdades
marcos normativos globales y regionales
en y entre los países (ODS 10), y de
revitalizar la Alianza Mundial para el
Desarrollo Sostenible (ODS 17).
Como ya se ha mencionado, la Agenda
2030 de Desarrollo Sostenible presenta
sinergias claras con la Agenda Regional
de Género. Los temas relativos a género
y salud contenidos en la declaración para
el desarrollo sostenible reflejan algunas
de las 74 medidas de la Estrategia de
Montevideo articuladas en 10 ejes de
implementación así como los mandatos
de la OPS/OMS. Esto no es casualidad,
sino que responde al objetivo de no
duplicar ni fragmentar los compromisos
regionales asumidos (CEPAL, 2017b:17)
y, de esta manera, focalizar y profundizar
los compromisos centrales para la Región.
Aun así, algunos de los ODS y metas de
la Agenda Regional de Género son más
exhaustivos, como veremos a continuación:
“Mientras que el ODS 5 hace referencia
a reconocer y valorar los cuidados, la
Agenda Regional de Género avanza en
compromisos para superar la división del
trabajo por sexos y promover el cuidado
como un derecho. Además de asegurar
la participación plena y efectiva de las
mujeres y la igualdad de oportunidades,
la Agenda Regional de Género se propone
construir democracias paritarias en
la Región. No solo se reconocen los
derechos reproductivos, sino que se
establecen medidas a nivel regional para
promover, proteger y garantizar el pleno
ejercicio de los derechos sexuales de
todas las personas sin discriminación”
(ibídem, 2017b:17).
17
 Transversalización de género en salud: avances y desafíos en
la Región de las Américas
CAPÍTULO 2
La estrategia de TG en salud:
avances y deudas pendientes en la Región
de las Américas
Tal como se ha descrito en el capítulo
anterior, la TG es una estrategia de
integración de la perspectiva de género
a nivel institucional y programático.
La ejecución de la estrategia de TG,
tal como fue definida por ECOSOC
(1997), requiere adecuaciones
institucionales y una gestión de
programas basada en resultados.
Sin embargo, un trabajo precursor
sobre esta estrategia elaborado por
la Agencia Sueca Internacional de
Cooperación al Desarrollo (Shalkwyk,
et al., 1996:3) identificó tres, y no
solamente dos, esferas relevantes e
interrelacionadas para una ejecución
exitosa de la TG: 1) las estructuras,
políticas, procedimientos y cultura
que componen el tejido institucional
de una organización, 2) la actividad
sustantiva que emprende en forma de
programas, y 3) el impacto de su labor
sobre una mayor igualdad de género y
el empoderamiento de las mujeres en
la comunidad. Las tres esferas están
interrelacionadas; sin embargo, a veces
las estrategias y evaluaciones han
tendido a difuminar estos tres ámbitos
y con frecuencia han perdido de vista el
hecho de que el cambio en el tercer nivel
es el objetivo final: “[es importante no
combinar ni unificar estos tres ámbitos,
ya que se aplican diferentes estrategias
18
e indicadores de cambio a cada uno”
(Schalkwyk, Thomas y Woroniuk, 1996:4,
traducción propia).
En su documento analítico, la Agencia
Sueca Internacional de Cooperación
al Desarrollo no encontró evidencia
clara sobre resultados positivos de la
puesta en práctica de la estrategia de
TG en el sector salud en las Américas.
Esto podría deberse a la ausencia de
líneas de base documentadas sobre
las que pretenden influir las políticas o
programas específicos. Solo es posible
ejecutar acciones de monitoreo y
evaluación con indicadores de impacto
de las acciones desarrolladas si existen
líneas de base como referencia. Aunque
estas no existen, sí que se cuenta con
documentos analíticos de estadísticas,
legislación y políticas referidos a
algunas de las situaciones que deben
ser abordadas por el sector salud
y analizadas desde una perspectiva
de género en los programas de TG
operativa o focalizada. Un ejemplo es
el estudio realizado recientemente por
el Fondo de Población de las Naciones
Unidas (UNFPA) sobre fecundidad en
la niñez y la adolescencia, una realidad
que no parece haber mejorado en
las últimas décadas a pesar de los
esfuerzos realizados en países del
 CAPÍTULO 2. La estrategia de TG en salud: avances y deudas
pendientes en la Región de las Américas

Cono Sur (Binstock, 2016)4. Existe una sobre la estrategia de incorporación de

alta prevalencia de embarazos en la
adolescencia en América Latina, una
realidad que reproduce condiciones
estructurales de la desigualdad de
género. El informe de consulta técnica
Acelerar el progreso hacia la reducción
del embarazo en la adolescencia en
América Latina y el Caribe (OPS/OMS,
UNICEF, UNFPA, 2018) sintetizó este
último aspecto del siguiente modo:
“un embarazo no intencional en la
adolescencia obstaculiza su desarrollo
psicosocial, se asocia con resultados
deficientes en materia de salud tanto
para ellas como para sus hijos, repercute
negativamente en sus oportunidades
educativas y laborales, y contribuye a
perpetuar los ciclos intergeneracionales
de pobreza y mala salud”.
A continuación, se expone una revisión
de la evidencia existente sobre los
resultados de la TG institucional en el
sector salud de los diferentes países
de la Región de las Américas, junto
con las apreciaciones de los expertos
entrevistados sobre este punto.
En segundo lugar, se añade un breve
análisis sobre cuáles han sido las áreas
temáticas que concentraron mayor
desarrollo hasta el momento. Es decir,
se exponen los avances documentados
la perspectiva de género en programas
específicos o, de acuerdo con la
categorización explicitada en el capítulo 1,
TG operacional o focalizada.
Por último, se realiza una evaluación
general de la estrategia de TG en el marco
del debate académico internacional.
2.1. TG institucional en el sector salud
de las Américas
2.1.1.
Marco normativo y políticas
nacionales para la TG institucional
El Observatorio de Igualdad de Género
de América Latina y el Caribe (CEPAL,
2017d) llevó a cabo una revisión y análisis
de los procesos de diseño de los últimos
planes de igualdad de género vigentes a
nivel nacional. Aunque este análisis se
limita a analizar las iniciativas relativas
al logro de la igualdad de las mujeres,
resulta importante hacer un repaso
de los 22 países de América Latina
y el Caribe que cuentan con planes
de igualdad de género además de
entidades responsables de su ejecución
(ibídem: 13-14)5. Cabe mencionar
que esta indagación se circunscribe a
América Latina y el Caribe, sin incluir a
Estados Unidos y Canadá, que cuentan
con planes de igualdad de género y

4
Los autores realizaron un estudio sistemático de la situación de fecundidad y maternidad adolescente en Argentina, Brasil,
Chile, Paraguay y Uruguay; sin embargo, resulta difícil evaluar de forma precisa el impacto que están teniendo los programas
de salud y educación dirigidos a modificar esta realidad, que reproduce algunas de las brechas de género (menor acceso a la
educación y el trabajo remunerado por parte de las mujeres, y el consecuente empobrecimiento económico y simbólico por
la obstaculización en la elección de otros proyectos de vida fuera de la maternidad y las tareas de cuidado).
5
En el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe de CEPAL puede encontrarse la lista de planes de
igualdad. Disponible en https://oig.cepal.org/es/planes-de-igualdad. Último acceso: 11 de junio de 2018.

19
 Transversalización de género en salud: avances y desafíos en
la Región de las Américas
empoderamiento de las mujeres y niñas
a nivel estatal.
En primer lugar, la resolución del
ECOSOC de 1997 requiere definir
una política de TG dentro de un
marco normativo que tenga la
Estrategia de Montevideo (2016) como
eje de implementación. Este requisito
institucional comprende la base jurídica,
legal y de política relativa a los derechos
de las mujeres y la igualdad de género.
Incluye el conjunto de leyes, políticas,
planes de igualdad, instrumentos de
planificación, programas, normas,
reglamentos y protocolos de
intervención, así como instrumentos
internacionales vinculantes y no
vinculantes que delimitan el alcance de
la política pública (CEPAL, 2017e:21).
En este contexto, el repaso de los planes
de igualdad revela que países como
Argentina y Cuba, que no han elaborado
planes de igualdad a nivel nacional,
cuentan con planes sectoriales, por
ejemplo, en las áreas de educación o
salud, y ejecutan políticas públicas y
acciones dirigidas a avanzar la igualdad
de género (ibídem: 19). Son pocos los
nuevos planes de igualdad de género
nacionales (2018-2030) —de momento,
solo se registraron los de Chile, Costa
Rica y Uruguay— pero todos ellos
avanzaron en el sentido de la generación
de un marco normativo para la TG, con
miras a la Agenda 2030. Un ejemplo es
la Política Nacional para la Igualdad
Efectiva entre Mujeres y Hombres 2018-
2030 en Costa Rica, consolidada desde
20
el estado en colaboración con el sector
no gubernamental (no solo involucra
a ONG y la academia, sino que define
responsabilidades concretas para
el sector privado). Este plan integra
toda la normativa vigente con una
planificación de objetivos concretos
para identificar los nudos estructurales
de la desigualdad de género de la
Estrategia de Montevideo y analizar las
diferencias en el disfrute de derechos de
hombres y mujeres. Partiendo de este
análisis define cuatro ejes centrales
con objetivos específicos para el 2030:
cultura de los derechos para la igualdad,
distribución del tiempo, de recursos y del
poder. Sin embargo, en la formulación
de los objetivos predomina el verbo
“aumenta” (p. ej., la participación)
o frases como “más mujeres”. Una
dificultad en esta manera de formular
nuevos lineamientos de políticas es la
carencia de información precisa que
sirva de línea de base para monitorear
y evaluar los avances de forma objetiva.
También se registran avances en la
incorporación del enfoque intercultural
y la perspectiva interseccional para el
análisis de las discriminaciones en los
nuevos planes de igualdad de género
nacionales.
En cuanto al enfoque de salud empleado
en las políticas de igualdad de género,
un análisis comparativo de 17 países de
la Región (OPS/UNICEF/SE-COMISCA,
2017) evidenció que de tres enfoques
básicos (salud de las mujeres, salud
sexual y reproductiva, y género y salud
o género y desarrollo), el abordaje de
 CAPÍTULO 2. La estrategia de TG en salud: avances y deudas
salud que predomina en las políticas
de género es el de salud sexual y
reproductiva (ibídem, 2017).
No obstante, se registraron avances en
el posicionamiento de la perspectiva
de género como determinante de la
salud, hecho que permite enmarcar el
debate sobre la salud de las personas
como un asunto político y de derechos
humanos. Asimismo, los nuevos planes
de igualdad de género de algunos
países de la Región ampliaron los temas
priorizados de la agenda de género y
salud y el tema de cuidados y trabajo
doméstico no remunerado comienza
a ocupar un lugar importante en la
agenda sanitaria de la Región. Un buen
ejemplo de la ampliación de temas de
la agenda de género y salud, más allá
de los temas referidos a salud sexual y
reproductiva, se refleja en la Estrategia
Nacional para la Igualdad de Género 2030
de la República Oriental de Uruguay
(2018). La IX aspiración estratégica
de este plan busca consolidar el
Sistema Nacional Integrado de Salud
para brindar servicios universales e
integrales, desde un enfoque de género
transversal aplicable a numerosos
temas de la agenda de salud. Entre ellos
cabe destacar: el acceso universal a la
salud mental (IX1.d.); asegurar el acceso
a la medicación adecuada acorde a las
necesidades de cada persona; promover
la disminución de la prescripción y
el consumo de psicofármacos en las
mujeres (IX1.h.); garantizar la atención
integral a las personas trans mediante
el acceso a tratamientos hormonales y
pendientes en la Región de las Américas
de reasignación de sexo para quienes
lo decidan (IX1.f.); impulsar desde los
equipos de salud la desnaturalización de
los estereotipos de género, promoviendo
estilos de vida saludables relacionados
a los hábitos alimenticios, a la actividad
física y al uso del tiempo libre (IX1.c.);
incorporar a los programas educativos de
salud la temática de género y derechos
humanos de manera específica, en
todos los niveles y transversalizar la
perspectiva de género en todas las
asignaturas de la formación técnica y
profesional en salud (IX2.a.); promover
la formación y la capacitación continua
de profesionales y personal de salud en
género, diversidad sexual, y dimensión
étnico-racial, para una atención humana
y calificada (IX2.b.); profundizar la
capacitación del equipo de salud
del primer nivel de atención para la
detección, primer abordaje y derivación
de situaciones de violencia de género
(IX2.c.); y fortalecer los mecanismos de
participación ciudadana, asegurando
la participación de las y los usuarios en
los ámbitos establecidos en el sistema
de salud e instrumentar mecanismos
eficientes para recibir propuestas y
denuncias que permitan dar respuesta
a problemas y lagunas detectadas
(IX2.d.). La estrategia también aborda
temas de la agenda de género y salud
sexual y reproductiva desde enfoques no
tradicionales; por ejemplo, resaltando la
interseccionalidad para generar mayor
acceso a la salud (IX3.b.); asegurando el
acceso universal a la atención integral en
salud sexual y reproductiva de mujeres
y hombres, con o sin discapacidad;
21
 Transversalización de género en salud: avances y desafíos en
la Región de las Américas
haciendo énfasis en la atención de salud
sexual y reproductiva de personas que
viven en condiciones de vulnerabilidad
por su orientación sexual o identidad de
género, clase social, ubicación geográfica,
ascendencia étnico-racial o que realizan
trabajo sexual; trascendiendo el modelo
heteronormativo y binario sobre un
género derivado del sexo (IX3.c); dejando
atrás la visión estereotipada del modelo
sexual heteronormativo e incorporando
a los modelos de atención el respeto y
la asistencia adecuados de acuerdo a
las orientaciones sexuales e identidades
de género diversas; ensalzando la
autonomía reproductiva y sexual y
enfatizando la dimensión placentera y
ya no centrada únicamente en el riesgo
en relación con la vida sexual (IX3.d.);
garantizando el derecho a la libertad
sexual y a la autonomía sobre la vida
reproductiva de todas las personas, en
todo el territorio; y promoviendo que
desde el sistema educativo y el sistema
de salud se fomenten el autocuidado y el
cuidado mutuo (IX3.e.).
Por último, es necesario resaltar que
la conclusión que se desprende de
las consultas a expertos y la revisión
bibliográfica es que la adopción de
una política explícita sobre igualdad
de género, aunque necesaria, no es
suficiente para una puesta en práctica
consecuente y efectiva en diferentes
países del mundo (Moser & Moser,
2010). Es necesario contar, entre otras
cosas, con la voluntad política y el
compromiso sostenido por parte de los
más altos niveles de decisión del estado
22
(Hankivsky, 2008). Los cambios de
gobierno suelen afectar a la continuidad
de las políticas (CEDAW, 2015), y esto es
un desafío aún mayor en América Latina
y el Caribe (CEPAL, 2017c). Además, el
empuje de las políticas suele quedar
a cargo de voluntades individuales
responsables de los pocos avances que se
han registrado en la TGS (Gideon, 2012).
Otra de las principales limitaciones
encontradas para la puesta en práctica
de estos planes es que quedan a cargo
de los mecanismos institucionales
para el adelanto de la mujer, donde
la distribución de responsabilidades
y las partidas presupuestarias entre
los sectores del estado son difusas
y dificultan el cumplimiento de los
objetivos. Muchos planes de IGS
hacen hincapié en la importancia de
garantizar diferentes viabilidades, como
la económica, pero no se registraron
asignaciones presupuestarias específicas
para las tareas de TG.
Este documento analítico encontró
que el alcance de la coordinación
intersectorial en la cultura institucional
de América Latina y el Caribe es
endeble (CEPAL, 2017c:64). Este
es un aspecto importante para una
TG institucional efectiva, tal como
establece de forma explícita el eje de
implementación N.° 2 de la Estrategia
de Montevideo (2016): la institucionalidad
de género. La transversalidad de
género compromete a que las
diversas institucionalidades diseñen
e implementen acciones coordinadas
para una actuación integral e integrada
 CAPÍTULO 2. La estrategia de TG en salud: avances y deudas
(Molina, 2012:205). Esta coordinación
es crucial, entre otras cosas, para dar
respuesta a las vidas multifacéticas (no
compartimentalizadas) de las personas,
así como para la priorización de líneas
de intervención en el marco del proceso
presupuestario (CEPAL, 2017c). Si bien
se han documentado grandes lagunas
y limitaciones a los avances en la TGS
en los planes de IG vigentes en Canadá
(Hankivsky, 2008) y Chile (Pollack, 2002;
Gideon, 2012), también se exponen casos
de buenas prácticas en este aspecto. Nos
detendremos en el caso chileno, no solo
porque forma parte de una subregión poco
desarrollada en términos de TGS, sino
porque ha mostrado importantes avances
mediante la creación de un Ministerio de
la Mujer y de la Equidad de Género (2016)
y la transformación del Servicio Nacional
de la Mujer (Sernam) en el Servicio
Nacional de la Mujer y la Equidad de
Género (SernamEG). También se creó el
Comité Interministerial para la Igualdad
de Derechos y la Equidad de Género,
presidido por la ministra o ministro de la
Mujer y la Equidad de Género e integrado
por las ministras y ministros del Interior
y Seguridad Pública, de Defensa
Nacional, de Hacienda, de Economía,
Fomento y Turismo, de Desarrollo
Social, de Educación, de Justicia, del
Trabajo y Previsión Social; de Salud, de
Agricultura, de Vivienda y Urbanismo, y el
ministro presidente del Consejo Nacional
de la Cultura y las Artes. Este organismo
establece claramente una matriz de
metas asumidas por los ministerios
en otros planes, políticas y estrategias
en función de la garantía de derechos
pendientes en la Región de las Américas
civiles y políticos, derechos sexuales
y reproductivos y a la salud integral,
derecho a una vida libre de violencia
y discriminación, derechos sociales
y culturales, y derechos colectivos y
ambientales. Por último, cabe mencionar
el Cuarto Plan de Igualdad entre Hombres
y Mujeres 2018-2030 de Chile, que
incluye metas claras y sus respectivos
indicadores, plazos, institución rectora
y sectores e instituciones ejecutoras
(Chile, 2018:84-86).
Es imprescindible para la puesta en
práctica efectiva de la TG institucional una
gobernanza/gobernabilidad democrática
sensible al género (Bareiro y Torres,
2010) y sostenida en la gestión basada
en resultados (OLACEFS, 2015) que
permita visibilizar la tercera dimensión
de la TG señalada al comienzo de este
capítulo: su impacto en un incremento
efectivo de la igualdad de género y el
empoderamiento de las mujeres en la
comunidad más amplia.
A continuación, se revisan en detalle
las evidencias documentadas sobre los
resultados relevantes a cada uno de
los “procesos institucionales básicos
para la TG” descritos al comienzo de
este documento para el sector salud.
2.1.1.1.
Políticas y planes de TG
específicos del sector salud
Es necesario analizar cómo se trasladan
los objetivos de los planes nacionales
generales para la IG y el empoderamiento
de niñas y mujeres a los planes para
23
 Transversalización de género en salud: avances y desafíos en
la Región de las Américas
la TG del sector salud. Aunque no
existen antecedentes documentados en
este sentido, el primer acercamiento
general y comprensivo de toda la
Región de las Américas fue producido
por la OPS (CD54/INF/2, 2015), y
analizó los resultados de los diferentes
componentes implicados en la estrategia
de TGS con base en los resultados
arrojados en 2014 por cuestionarios
autoadministrados por 32 de los 48
países y territorios que componen la
Región. Este análisis concluyó un nivel
de cumplimiento del 80% en lo relativo
a la generación de planes y políticas de
género que componen el marco para la
integración de la perspectiva de género
a las políticas de salud. Esta cifra lo
sitúa como uno de los requisitos para
la TG de mayor cumplimiento regional.
Sin embargo, a pesar de que muchos
países cuentan con leyes y proyectos
específicamente diseñados para reducir
la inequidad de género en temas de salud,
su puesta en práctica es inadecuada
o nula (Webster, 2006; Stewart et al,
2009; Ferreira Santos Farah, 2006).
Asimismo, estos planes o políticas
mostraban una fuerte concentración en
tres grandes temas de TG operativa o
focalizada: salud sexual y reproductiva,
violencia contra las mujeres y VIH/sida.
Por último, el informe de la OPS señaló
la falta o volatilidad de estructuras
institucionales que promueven y apoyan
la integración de la perspectiva de
género en el desarrollo de todo el ciclo
de programación en salud. El cambio
político se describe como un factor
clave en esta situación. En este sentido,
24
algunos de los expertos entrevistados
señalaron la necesidad imperiosa de
transformar las políticas de un gobierno
en particular en políticas públicas
de salud. Esto requeriría generar
mecanismos para limitar la capacidad
de los próximos gobiernos para refundar
las políticas existentes, interrumpiendo
así la consolidación de los avances
logrados. Es necesario identificar y
poner en práctica medidas concretas
para limitar la volatilidad de las políticas
y garantizar un entorno normativo
estable para el avance en materia
de género. Para ello, se mencionan
dos estrategias clave: Fortalecer
los marcos legales de los países y
establecer renglones presupuestarios
con un etiquetado de género para darle
sostenibilidad a las acciones dirigidas a
reparar las desigualdades de género.
En el caso de la experiencia canadiense,
se concluyó que, además de un marco
de políticas positivo y habilitante,
debería incluirse una plataforma
legal que abogue por la igualdad de
género, así como un compromiso
gubernamental claro que propicie un
trabajo sistemático e intersectorial
(Status of Women Canada, 2001:2). Otro
aspecto complementario sería contar
con una maquinaria institucional con
roles y mecanismos de colaboración
claramente delimitados dentro de cada
sector y entre sectores de gobierno a
nivel nacional, provincial y territorial.
Por último, la TG debe producir cambios
en la cultura organizacional tales como
políticas institucionales de paridad del
 CAPÍTULO 2. La estrategia de TG en salud: avances y deudas
personal, especialmente en los puestos
de toma de decisiones; la regulación de los
casos de violencia de género desde el
interior de las instituciones sanitarias,
así como el cuidado en el uso de un
lenguaje e imágenes no sexistas en la
cultura organizacional y en la producción
de materiales de comunicación de
programas y políticas. En relación con
este último punto, cabe destacar que
solo 11 de los 32 países que brindaron
información para la evaluación del plan
de acción para la aplicación de la Política
en materia de igualdad de género (CD54/
INF/2, 2015) poseen una política activa
de paridad del personal.
A continuación, se describen los resultados
específicos encontrados para cada uno
de los requisitos para la TG institucional
en el sector salud.
2.1.2. Recursos humanos y financieros
La evaluación del plan de acción para
la ejecución de la Política en materia de
igualdad de género y líneas estratégicas
de acción propuestas realizada por
la OPS (CD54/INF/2, 2015) menciona
que tanto los recursos humanos como
financieros para la TGS se caracterizaron
como limitados y, en particular, se
indicó que el presupuesto para la
promoción de la igualdad de género en
salud suele depender de subvenciones
o presupuestos no ordinarios que son
insuficientes para sostener los avances.
Esto significa que los recursos financieros
para la TG, además de escasos, suelen ser
satelitales (es decir, que no suele existir
pendientes en la Región de las Américas
un presupuesto específico destinado
a la TGS, con la precariedad que ello
supone para garantizar la continuidad
de las acciones). Asimismo, un análisis
exploratorio sobre la integración de la
perspectiva de género en las políticas
de salud de 16 países de la Región (OPS/
UNICEF/SE-COMISCA, 2017) refrendó
algunos aspectos de la autopercepción
de los responsables de la TGS en los
países. En esas políticas se estipula la
asignación de partidas presupuestarias
del sector salud para la TG, pero no hay
medidas legales que desde el poder
ejecutivo obliguen a incluir partidas
específicas en los presupuestos
sectoriales. Una de las principales
fuentes de recursos para estas acciones
proviene de la cooperación internacional,
lo cual evidencia un enfoque erróneo
para la ejecución de la estrategia en las
prioridades de los estados.
Una política de igualdad de género
efectiva requiere la asignación y el
aseguramiento de recursos públicos,
financieros y humanos. La construcción
de los presupuestos debería ser
coherente con los planes de igualdad
de género. Según uno de los informes
más recientes de la CEPAL: “[...] salvo
excepciones, la presencia de políticas de
género en los presupuestos nacionales
es débil o inexistente. Esto se debe,
principalmente, a la existencia de fuertes
resistencias culturales e ideológicas a la
igualdad de género en la administración
pública de los países de la Región.
Los presupuestos para la igualdad de
género, al igual que el presupuesto
25
 Transversalización de género en salud: avances y desafíos en
la Región de las Américas
público, en general muestran una lógica
inercial y recurrente en casi todos los
países” (CEPAL, 2017d:65).
Se han encontrado presupuestos
destinados a la transversalización de
género a nivel nacional en países de
la Región6. Sin embargo, no se han
encontrado publicaciones científicas en
revistas académicas que documenten
los procesos de elaboración y monitoreo
de “presupuestos sensibles al género”
en el sector salud, ni los resultados que
tuvieron en la transformación de las
desigualdades de género en salud.
En armonía con la Política de igualdad de
género de la OPS (2005) y algunas metas
clave de los ODS y la Agenda Regional de
Género, se identifican algunos retos aún
vigentes para la IG en la Región (Gómez,
2002:460):
• Asignar recursos para la atención de
salud y utilizarlos de acuerdo con las
necesidades particulares de mujeres
y hombres, no según su capacidad
económica.
• Establecer el pago particular (gasto
de bolsillo) de la atención de salud
según la capacidad económica, no
según la necesidad, y distribuir de
forma solidaria el costo financiero de la
reproducción.
• Reconocer las contribuciones
—remuneradas o no— de mujeres y
hombres a la producción de la salud;
• Equilibrar la distribución del trabajo
y el poder de decisión, no solo entre
6
Por ejemplo, en Canadá desde 1993 (Budlendler, Elson, Hewitt, Mukhopadhyay, 2002), en México desde 2006 (Arriola,
2006), y en otros 16 países de América Latina (Coello, 2009). Para el año 2009, ONU Mujeres identificó 52 experiencias de
formulación de 21 presupuestos sensibles al género a nivel nacional y local en 17 países de América Latina (Coello, 2009).
26
mujeres y hombres, sino también
entre el estado, la comunidad, la
familia y el mercado.
En este trabajo, Gómez indica de
manera transparente que las mujeres
se encuentran en posiciones de
desventaja sistemática dentro del
sistema de salud, a pesar de que
asumen tareas reproductivas y de
cuidado no remuneradas o bien los
niveles más bajos de remuneración y
prestigio dentro del sector formal de
salud. Respecto a esta forma encubierta
de discriminación, y en relación con
las políticas de ajuste económico que
prevalecen en la Región, sostiene:
“[…] las formulaciones de políticas
aparentemente neutrales como la
‘reducción de costos’, ‘reducción del
aparato del estado’ y ‘descentralización’
con frecuencia esconden profundos
sesgos de género porque implican
transferencias de costos de la economía
remunerada a la economía que se asienta
en el trabajo no pagado de las mujeres. La
premisa que sustenta algunas medidas
de ajuste y de reforma es que el gobierno
puede reducir gastos recortando los
servicios —por ejemplo, reduciendo
las estadías hospitalarias, el cuidado
institucional de los ancianos y la atención
de los enfermos mentales— porque las
familias pueden proveer esos servicios.
Tales medidas se basan en el supuesto
de la elasticidad infinita y gratuidad del
tiempo de las mujeres y en la expectativa
de que ellas estén siempre disponibles,
 CAPÍTULO 2. La estrategia de TG en salud: avances y deudas
dispuestas y moralmente obligadas a
proveer su asistencia en el hogar a los
dependientes, los enfermos, los ancianos
y los discapacitados. En esas políticas no
se suele considerar el impacto que las
expectativas de disponibilidad, obligación
y gratuidad de su tiempo ejercen sobre
la situación de empleo y remuneración,
y sobre el desgaste físico y emocional de
las mujeres” (Gómez, 2002:460).
Este fracaso a la hora de reconocer la
contribución de la economía del cuidado
en los debates sobre las reformas de
salud ha sido señalado por trabajos
anteriores, por ejemplo, sobre el caso
chileno (Gideon, 2012). Asimismo, en
línea con la meta 5.4 de los ODS y la
Política de igualdad de género de la
OPS, la evidencia muestra que valorar
el trabajo no remunerado en el Sistema
de Cuentas Nacionales resulta crucial,
dado que su no inclusión repercute
sobre la distribución de los recursos
y beneficios derivados de ese trabajo
adicional e invisible que asumen en su
mayoría las mujeres, así como en su
propia salud: “Si no se reconoce esta
esfera de la economía ni se analiza su
impacto, las desigualdades tenderán a
mantenerse o profundizarse” (CEPAL,
2017f:192). Muchos de los expertos
entrevistados se pronunciaron en el
mismo sentido y señalaron la necesidad
de visibilizar y ponderar en las cuentas
nacionales el aporte que supone el
trabajo de cuidado que las mujeres
realizan de forma no remunerada tanto
a nivel comunitario como en el ámbito
de sus familias.
pendientes en la Región de las Américas
En cuanto al capital humano en salud, se
encontraron análisis específicos sobre
la feminización de los recursos humanos
del sector y las profundas brechas de
género que atraviesan el trabajo en
salud en países de la Región como por
ejemplo en Argentina (Pautassi, 2001;
Aspiazu, 2016; PNUD, 2018), México
(Castro, 2014; Nigeda et al., 2007) y
Brasil (Schraiber et al., 2014).
2.1.3. Generación de capacidades para
la TGS en salud
La OMS y la OPS cuentan con modelos
de capacitación para la generación de
capacidades para la TGS (OMS, 2011b;
OPS, 2010). Según la evaluación del plan
de acción para la ejecución de la Política
en materia de igualdad de género y
líneas estratégicas de acción propuestas
realizada por la OPS (CD54/INF/2, 2015),
el fortalecimiento de las capacidades en
materia de género y salud es un proceso
que muestra cierto desarrollo, pero su
ejecución requiere mayor sistematicidad.
La falta de capacidades para la TG en el
sector salud se vio reflejada en una mayor
demanda por parte de los países de la
Región de apoyo técnico en el área de
género y salud, así como en áreas temáticas
emergentes como las priorizadas
por la OPS (LGBT, masculinidades, y
mecanismos específicos de integración
de la perspectiva de género en el análisis
de datos, el monitoreo y la evaluación, y en
estrategias de incidencia política).
Se encontraron pocas publicaciones
académicas que documenten la
27
 Transversalización de género en salud: avances y desafíos en
la Región de las Américas
institucionalización de los procesos de
generación de capacidades para la TGS
en la Región, y menos aún la evaluación
de sus resultados. Este requisito se
señala como ausente (Lugo, 2010;
Newman et al, 2016; Johnson et al, 2014;
Arango et al, 2014). Sí que se encontraron
documentos de los países que evalúan
capacitaciones previas y metodologías
estandarizadas para la capacitación en
herramientas teóricas y prácticas para
el diseño, implementación y evaluación
de políticas públicas para la igualdad y
equidad de género (no se encontraron
referencias específicas para las
capacitaciones en el sector salud). Un
ejemplo es el caso del Gobierno de Chile
(Muñoz y Varela, 2017).
De acuerdo con ONU-Mujeres, se pueden
distinguir cinco tipos de capacitación
en materia de igualdad de género de
acuerdo al nivel de profundización y los
logros a alcanzar con ella (Leghari &
Wretblad, 2016:12-15):
1)
Sensibilización: introduce a los
participantes a cuestiones clave de la
igualdad de género.
2) Mejora del conocimiento: proporciona
mayor información y comprensión
en profundidad sobre la IG así como
sobre las estructuras de poder
subyacentes a las desigualdades.
3) Habilidades y competencias: ofrece
instrumentos, herramientas, técnicas
y estrategias para aplicar los
conocimientos en la práctica.
28
4) Cambio de actitudes, comportamientos
y prácticas: promueve cambios
positivos duraderos en la forma en que
los participantes piensan y actúan, así
como sus hábitos a largo plazo.
5) Movilización para la transformación
social: promueve la capacidad de
los participantes para poner en
práctica de manera colaborativa
sus conocimientos, motivación y
habilidades, con el fin de hacer de
su ámbito laboral, sus comunidades
y su vida cotidiana espacios más
equitativos.
En cuanto a los contenidos del
entrenamiento específico en la
integración de la perspectiva de género
en salud, Hankivsky (2008) indicó que
la actitud hacia la igualdad de género
es uno de los aspectos centrales a
trabajar a partir de su evaluación de
la experiencia canadiense. Afirma que
se carece de una comprensión básica
de los conceptos fundamentales
utilizados en la transversalización
de género, especialmente dentro
del sector de políticas. Uno de los
expertos canadienses entrevistados
señaló que esta tarea es difícil,
pero que sí podemos desarrollar
habilidades, y enseñar la mecánica de
la incorporación de la perspectiva de
género. En la misma línea, el trabajo
previamente mencionado del Gobierno
de Chile (Muñoz y Varela, 2017) realizó
una evaluación de los programas de
capacitación impartidos y encontró
numerosas lagunas, entre las que
 CAPÍTULO 2. La estrategia de TG en salud: avances y deudas
destaca el predominio de cursos de nivel
básico e intermedio, de tipo virtual y de
corta duración.
Otro aspecto a considerar son las
personas receptoras de la capacitación.
La mayoría de los artículos que
abordan esta cuestión coinciden en
remarcar la importancia de capacitar
en perspectiva de género tanto a
funcionarios y responsables del diseño
de políticas como al personal del
sistema de salud. Gran parte de los
expertos entrevistados mencionaron la
necesidad de incorporar la perspectiva
de género en los currículos de
formación de grado y posgrado de
los profesionales de la salud, puesto
que las capacitaciones aisladas son
insuficientes. Es necesario formar a las
nuevas generaciones de profesionales
de la salud con una mirada crítica
sobre las desigualdades de género,
especialmente a quienes trabajan en
la atención primaria de salud. Además
de generar nuevas habilidades, las
estrategias de capacitación deben
transformar de forma efectiva las
prácticas políticas y culturales que
reproducen las desigualdades de
género. A este respecto, la OPS/OMS
ha producido materiales de generación
de capacidades en formato de
educación continua presencial y como
curso virtual que podría ser evaluado, y
actualizado si correspondiera, a la luz
de los hallazgos de este documento.
7
Para la revisión de la guía gubernamental sobre la herramienta GBA+, Disponible en https://www.swc-cfc.gc.ca/gba-acs/
guide-en.html (último acceso: 17 de junio de 2018).
8
Status of Women Canada, Report. Disponible en https://www.swc-cfc.gc.ca/trans/account-resp/pr/rpp/1314/01-eng.html
(último acceso: 16 de junio de 2018).
pendientes en la Región de las Américas
2.1.4. Análisis de género
En la Región, Canadá destaca por su
progreso en la institucionalización
del análisis de género para el
diseño y desarrollo de legislación,
políticas públicas y programas. Su
compromiso con la IG retrocede hasta
1995, cuando el Estado Canadiense
se comprometió a avanzar en este
sentido en correspondencia con la
Declaración y Plataforma de Acción de
Beijing. La responsabilidad primaria de
la conducción del análisis de género
recayó en el Status of Women Canada
(actualmente Women and Gender
Equality Canada [WAGE]), que se
encarga de la aplicación de GBA+, una
herramienta de análisis de género que
incorpora el enfoque interseccional
así como una definición dinámica y no
binaria de la identidad de género (diverse
groups of women, men and gender-
diverse people7). El fortalecimiento de la
implementación del análisis de género
mediante la herramienta GBA+ fue
destacado como prioridad del informe
2013-2014 producido por el Status of
Women Canada et al.8.
No se han encontrado publicaciones que
documenten la institucionalización del
análisis de género en salud mediante
alguno de los modelos de análisis
reconocidos mundialmente (OMS, 2003;
OPS, 2010) en países de América Latina
y el Caribe. En cambio, sí se encontraron
29
 Transversalización de género en salud: avances y desafíos en
la Región de las Américas
experiencias aisladas de análisis de
género aplicado a, por ejemplo, el
VIH/sida en Belice (OPS, 2010). Los
pocos registros de resultados de este
requisito relativo a la TGS provienen de
agencias internacionales. Es importante
destacar que estos modelos siguen
trabajando con la definición binaria del
género, por lo que, entre otras cosas,
requerirían una actualización que
amplíe la perspectiva de género en
salud. La OPS (2005) produjo también
una serie de indicadores básicos para
el análisis de la equidad de género en
salud, y está en proceso de publicación
de un documento que define un
marco conceptual e indicadores para
monitorear la igualdad de género en
salud en las Américas.
2.1.5. Sistemas de información
La evaluación del plan de acción para
la ejecución de la Política en materia de
igualdad de género y líneas estratégicas
de acción propuestas de la OPS (CD54/
INF/2, 2015) señala el desglose de datos
por sexo y otros determinantes sociales
como un aspecto que debe trabajarse
de manera constante y prioritaria. Este
es un aspecto priorizado también por el
Plan de igualdad de género de la OPS
(2005), sin embargo, un análisis de la
integración de la perspectiva de género
en las políticas de salud de 16 países de la
Región (OPS/UNICEF/SE-COMISCA, 2017),
encontró que el 44% de las políticas
analizadas no desagregan datos por
9
Programa de Encuentas Nacionales de Demografía y Salud (DHS por sus siglas en inglés). Disponible en https://dhsprogram.com/.
30
sexo. En el caso de aquellas políticas
de salud que sí desagregan datos por
sexo, se encontró que solamente el 4%
incluye un análisis de género a partir
de los datos, y la mayoría se centra
en enfermedades relacionadas con el
sistema reproductivo y la etapa de vida
que corresponde al periodo fértil.
Algunos de los expertos entrevistados
remarcaron que es crucial mejorar los
sistemas de información de los países de
la Región, garantizar su comparabilidad
y ampliar el desglose de datos para que
incluya más variables que sexo y edad,
puesto que la desagregación de datos
por sexo no es suficiente para analizar
las desigualdades de género en salud
(Bekker, 2003). También indicaron que
algunos países muestran avances
significativos en la desagregación de
datos para la producción de un análisis
de género y para el monitoreo y la
evaluación de las políticas y programas
en género y salud, entre ellos Canadá,
Chile, Colombia, Ecuador, México y
Uruguay. Las Encuestas Nacionales
de Demografía y Salud (ENDS) podrían
ser instrumentos muy potentes para
generar información comparable a nivel
regional sobre diferentes temas de la
agenda de género y salud9. Ya se han
documentado ejemplos de la utilidad
de esta herramienta de información
en los casos del Ministerio de Salud y
Protección Social10 de Colombia (2016a)
o en Chile11 (2017) donde, por ejemplo se
incluyó la edad promedio de menarquia,
 CAPÍTULO 2. La estrategia de TG en salud: avances y deudas
un tema que aún debe incluirse
en la agenda de salud poblacional
global (Sommer et al., 2015), no solo
para monitorear su adelantamiento
intergeneracional sino para adecuar los
programas de educación sexual integral
y salud sexual y reproductiva a edades
oportunas.
La desagregación por sexo y edad no es
suficiente porque invisibiliza la diversidad de
vulnerabilidades que se integran en la vida de
las personas y porque supone una concepción
binaria del género como derivado del sexo que
omite el continuo de género (Clow, 2009: 11).
Esta situación plantea el riesgo de
invisibilizar identidades como las
transgénero, así como los obstáculos
que enfrentan en el acceso a servicios
de salud. Así se demuestra en el
documento de exposición de conceptos
de la OPS resultante de cuestionarios
completados por los ministerios de
salud de los países de la Región titulado
Abordar las causas de las disparidades
en cuanto al acceso y la utilización de
los servicios de salud por parte de las
personas lesbianas, homosexuales
bisexuales y trans (CD56/INF/11, 2018).
Este documento concluye acerca de
los avances y desafíos pendientes:
“Más de la mitad de los ministerios de
salud que respondieron a la encuesta
dijeron que su país recopila datos de
salud desglosados sobre las personas
LGBT”. Aunque los datos de salud
10
Ver: https://www.minsalud.gov.co/Paginas/Ministerio-de-Salud-y-Profamilia-entregan-resultados-de-la-ENDS-2015.aspx
11
Ver: http://www.minsal.cl/wp-content/uploads/2017/11/ENS-2016-17_PRIMEROS-RESULTADOS.pdf
pendientes en la Región de las Américas
LGBT pueden recopilarse incluyendo
preguntas sobre orientación sexual e
identidad de género en herramientas
de recopilación de datos de salud,
sistemas de información de salud,
registros hospitalarios y censos
nacionales, esto está lejos de ser la
situación típica en las Américas. Incluso
cuando se formulan tales preguntas,
es posible que no se incluyan en todas
las herramientas, o que se redacten de
forma tal que limiten la inclusión de
todas las identidades LGBT.
Por último, la distribución del tiempo
se evidenció como una dimensión
clave de la desigualdad de género, y
las encuestas de uso del tiempo que
están realizándose en algunos países
van permitiendo avanzar hacia el
reconocimiento de uno de los modos
de reproducción estructural de las
desigualdades de género íntimamente
relacionadas con el acceso a la salud y
el sector salud.
En resumen, es crucial fortalecer los sistemas
de información de salud incluyendo
indicadores sensibles al género en el ámbito
de la salud y sus determinantes sociales,
económicos y ambientales.
2.1.6. Monitoreo y evaluación
El monitoreo de la integración de la
perspectiva de género en salud aún
representa un desafío, puesto que
solamente el 20% de los Estados
31
 Transversalización de género en salud: avances y desafíos en
la Región de las Américas
Miembros afirmaron contar con una
política activa al respecto. Un análisis
específico sobre la integración de la
perspectiva de género en las políticas
de salud de la Región (OPS/UNICEF/
SE-COMISCA,.2017) encontró que el
diseño de mecanismos de monitoreo
y evaluación se menciona únicamente
en cuatro de los 16 documentos de
políticas de salud analizados. En el
caso de la evaluación, solo se encontró
una política que define los lineamientos
del futuro proceso de evaluación.
Paradójicamente, los mecanismos de
monitoreo son un componente muy
valioso para una mejor medición del
problema (segunda recomendación de la
Comisión sobre Determinantes Sociales
de la Salud) que es una preocupación
identificada en el 69% de las políticas de
salud.(OPS/UNICEF/SE-COMISCA,.2017).
Según el informe mencionado, Bolivia
constituye un ejemplo destacable en
cuanto a la definición de procesos de
monitoreo y evaluación de la política,
incorpora indicadores en las matrices
de resultados de cada programa
definido dentro de los objetivos de la
política, con líneas base y resultados
(metas). Esta política distingue entre
monitoreo y evaluación como procesos
relacionados pero independientes y es
la única que incorpora un cronograma
para la ejecución del plan. También
incluye un modelo para la recolección de
información de indicadores, incluyendo
criterios de definición de indicadores
intermedios, de resultado e impacto,
fuentes de verificación y definición de
instituciones responsables del dato.
32
Institucionalizar mecanismos sistemáticos
y constantes para el monitoreo y la
evaluación de las políticas y programas
de TGS es crucial para una evaluación
concreta de sus resultados en la mejora de
la vida de las personas.
En esta línea, algunos autores destacan
la necesidad de vincular las estrategias
de integración del género en salud con
la definición de resultados concretos que
se buscan cumplir (Hankivsky, 2008),
así como de identificar criterios de
evaluación, lo que incluye indicadores
apropiados para el monitoreo y la
evaluación. Según Moser & Moser
(2005), uno de los desafíos es que
las evaluaciones suelen centrarse
en indicadores de resultados como
el número o proporción de mujeres
beneficiarias y la cantidad de actividades
en lugar de medir el impacto o los
resultados. Los indicadores de género
requieren criterios uniformes y
consensuados que faciliten el abordaje
de desafíos como la medición de
cambios en el poder y el estatus de las
poblaciones.
La mayoría de los expertos entrevistados
coincidió en que resulta prioritario
monitorear, evaluar y sistematizar las
intervenciones desde un enfoque de
resultados. Asimismo, destacaron la
importancia de dejar de utilizar solo
indicadores cuantitativos, dado que la
redistribución de poder necesaria para
la reconfiguración de las relaciones
de género sería mejor captada por
indicadores cualitativos. Una de las
 CAPÍTULO 2. La estrategia de TG en salud: avances y deudas
expertas entrevistadas manifestó con
claridad la preocupación de seguir
trabajando con el fin de dar respuestas
únicamente a las metas asociadas a los
ODS, puesto que estos están asociados
a indicadores cuantitativos que miden
los progresos en términos de impacto.
En resumen, resulta imprescindible
incorporar indicadores cualitativos
que permitan evaluar los cambios en
la distribución de poder y recursos por
razón de género, los cuales representan
el núcleo del cambio social buscado.
La ausencia de avances en el monitoreo
y la evaluación puede ser uno de los
motivos de la escasez de evidencia
sistematizada acerca de los resultados
de las experiencias de transversalización
del género en salud.
2.1.7. Rendición de cuentas
Siguiendo la definición de la Estrategia
de Montevideo (2016), la rendición
de cuentas exige mecanismos para
difundir información confiable, pertinente,
suficiente y oportuna, y garantizar
espacios de diálogo con la sociedad
civil que realiza el control ciudadano
(2017e:34). La evaluación del plan de
acción para la ejecución de la Política en
materia de igualdad de género y líneas
estratégicas de acción propuestas
realizada por la OPS (CD54/INF/2,
2015) reveló que la participación de
la sociedad civil en la formulación de
planes y programas sanitarios aún
supone un reto para la continuidad
en las relaciones institucionales y la
pendientes en la Región de las Américas
consolidación de agendas comunes con
el estado en sus diferentes niveles de
jurisdicción.
Institucionalizar mecanismos claros
y reales de rendición de cuentas,
con una fuerte integración de las
organizaciones de la sociedad civil
comprometidas con la igualdad de
género es un requisito fundamental de
la TG institucional. Debe fortalecerse
y revitalizarse la participación de las
organizaciones de la sociedad civil
(movimientos sociales de mujeres y,
más ampliamente, de grupos diversos
que aboguen por la equidad en salud)
en las políticas orientadas a la igualdad
de género mejorando los mecanismos
de diálogo y retroalimentación con las
instituciones. Esto incluye colaborar
con su financiamiento y propiciar
su participación en todo el ciclo de
programación, incluido el diseño y la
vigilancia sobre la continuidad de las
políticas. La evaluación de la experiencia
canadiense reveló que es necesario
solucionar la falta de financiación de estas
organizaciones (Hankivsky, 2008). Los
expertos consultados también hicieron
hincapié en la necesidad de involucrar
más activamente a la sociedad civil en
el diseño y rendición de cuentas de las
políticas (con estándares definidos). Es
preciso generar capacidad local para
dar mayor sostenibilidad a las acciones,
así como fortalecer los mecanismos de
exigibilidad de derechos, incorporando
así la perspectiva de género en políticas
sanitarias de abajo arriba, más que de
arriba abajo.
33
 Transversalización de género en salud: avances y desafíos en
la Región de las Américas
2.1.8. Políticas de no causar daño
Los requisitos para la TG institucional
(y también operativa) definidos por las
Naciones Unidas excluyen la política de
no causar daño, uno de los principios
recogidos en los estándares para la
TG delimitados por el grupo técnico
de expertos Gender Practitioners
Collaborative (Avakyan et al., 2017).
Este principio destaca la importancia
de considerar estrategias de mitigación
de daños ante políticas o programas
que transformen las desigualdades
de género, y es necesario porque
las relaciones de género expresan
relaciones de poder y, por lo tanto, de
conflicto cuando el orden que las regula
se altera. La pérdida de privilegios
resultante de la redistribución de
recursos y poder puede provocar
situaciones de conflicto que afecten a las
personas más vulnerables. No se han
encontrado evidencias de la aplicación
de este requisito en los países de la
Región.
2.1.9. Experiencias referidas a la TGS
en la Región
Los países de la Región que destacan
por su documentación de resultados de
las experiencias de TG institucional en
salud fueron Canadá, Chile, Colombia,
Perú y Venezuela; sin embargo, pocos
relevan resultados concretos (Gideon,
2012; Hankivsky, 2008), sino más
bien declaraciones de principios o
descripciones de acciones. Aquellos
trabajos que sí comparten resultados
34
coinciden en señalar que las iniciativas
de TG fueron limitadas y que falta
claridad en los conceptos relativos a la
TGS. También coinciden en afirmar que
es necesario comprender los intereses
sociales y políticos que constriñen su
avance (Gideon, 2012).
Las publicaciones sobre TGS procedentes
de los países más desarrollados en este
sentido, como Canadá, coinciden en que
es necesario aplicar un enfoque más
sofisticado y matizado para comprender
la desigualdad en salud, lo que requeriría
del diseño de nuevos planes dirigidos
hacia lograr la igualdad manteniendo
y respetando la diversidad (Hankivsky,
2008; Stewart et al, 2009; Johnson et al,
2014).
El compromiso de los funcionarios
se evidenció como imprescindible a
diferentes niveles y en diferentes áreas,
así como una maquinaria institucional
con roles claramente definidos (Webster,
2006; del Río-Zolezzi, 2008; Status of
Women Canada, 2001). De no ser así,
las acciones quedan supeditadas a
voluntades individuales (Hankivsky,
2008; Gideon, 2012) y la institucionalidad
de la aplicación de la estrategia queda
comprometida. Asimismo, las iniciativas
de TG exitosas requieren individuos
clave que traccionan las políticas hacia
resultados tangibles en el camino de
la igualdad de género; las iniciativas
exitosas analizadas parecen haber sido
el resultado de presiones combinadas
de insiders (“personas involucradas”),
femcrats o feminist burocrats (“burócratas
 CAPÍTULO 2. La estrategia de TG en salud: avances y deudas
feministas”) y outsiders (“personas
externas”) o individuos pertenecientes
al movimiento de mujeres (Budlender,
2000). Es necesario contar con “expertos
en género” para generar capacidades
e imbuir al funcionariado de una
perspectiva de género; este enfoque
queda despolitizado en el momento en
que la transformación de las relaciones
de género se traduce en acciones
sostenidas y consecuentes (Alvarez,
1999).
Se señalaron como imprescindibles
el abordaje intersectorial a nivel del
estado, articulado con organizaciones
de mujeres y otros grupos vulnerables
de la sociedad civil (Debusscher,
2012; Ulloa Pizarro 2017), así como
la investigación feminista. Según
Hankivsky (2008), los tres pilares
para la TG y su aporte sinérgico son la
maquinaria institucional, el movimiento
de mujeres y la investigación feminista.
Sin embargo, el mismo autor señala la
brecha existente entre la investigación y
la política pública, que debe rectificarse
incorporando un enfoque interseccional
de las situaciones de vulnerabilidad
(Hankivsky, 2005, p. 986; Hankivsky,
2008: 76).. Los expertos entrevistados
también destacaron la importancia
de involucrar más activamente a la
academia y la sociedad civil en la gestión
pública (promoviendo la investigación
en perspectiva de género para
informar las políticas sanitarias desde
la evidencia científica). En relación
con la intersectorialidad, algunos de
los expertos indicaron que deberían
pendientes en la Región de las Américas
generarse mecanismos que garanticen
este tipo de enfoque en la agenda de
género y salud. Por ejemplo, se habló de
mejorar la coordinación entre el sector
salud y el de justicia para reparar daños
generados dentro del sistema de salud.
Una de las prioridades definidas por este
documento analítico fue la inclusión de
los hombres y la reconfiguración de
la masculinidad hegemónica en las
políticas dirigidas a transformar las
desigualdades de género en el sector
salud (Hartmann et al, 2016; Barker,
2008; Aguayo y Nascimiento, 2016).
Hay que hacer énfasis en la distinción
entre sexo y género así como aportar
definiciones claras sobre la perspectiva
de género adoptada (Cardaci 2006;
Salas-Valenzuela et al, 2006). La
definición de género en el sector salud
suele ser limitada, con un énfasis en
cuestiones relativas a “equidad” más
que en “igualdad” (Gideon, 2012).
La mayoría de los debates sobre
la reforma en salud obviaron el
reconocimiento de la contribución
hecha por la economía del cuidado
(Gideon, 2012). Temas como la salud
sexual y reproductiva dominaron la
agenda de género y salud de la Región,
desatendiendo otros temas relevantes,
y los avances en la garantía de los
derechos sexuales y reproductivos
fueron limitados por el poder que ejerce
la Iglesia Católica sobre la agenda de
género en países de América Latina
(Gideon, 2012).
35
 Transversalización de género en salud: avances y desafíos en
la Región de las Américas
Algunos de los expertos entrevistados
reportaron estructuras regionales para
la aplicación de la TG. Por ejemplo,
en la región de Centroamérica y la
República Dominicana, a través de la
Comisión Técnica de Género y Salud
del Consejo de Ministros de Salud de
Centroamérica y República Dominicana
(COMISCA), se está ejecutando un Plan
Estratégico de Transversalización de
la Perspectiva de Género desde 2013.
También se señaló la creación de
mecanismos de integración de políticas
regionales como la Comisión Técnica
de Género y Salud (CTGS) del Sistema
de la Integración Centroamericana
(SICA), de los que podría hacerse un
uso estratégico para compartir buenas
prácticas y articulaciones políticas
en función de objetivos comunes. Sin
embargo, actualmente no se dispone de
los resultados de la puesta en marcha
de estas estructuras regionales.
Para finalizar este repaso de experiencias
referidas a la TGS en la Región, los
expertos consultados señalaron algunos
aspectos coyunturales que deben ser
abordados para facilitar el avance hacia
la aplicación efectiva de la TGS y la
igualdad de género:
1) Coyunturas políticas neoconservadoras
que atentan especialmente contra
la autonomía de las mujeres.
Existen en la Región amenazas
o retrocesos concretos sobre la
agenda por la igualdad de género,
muy particularmente sobre los
derechos sexuales y reproductivos.
36
La incidencia política regional de
los grupos conservadores contra los
derechos de las mujeres, la diversidad
sexual y la igualdad de género asumió
nuevas formas en agrupaciones o
estados que se refieren, por ejemplo, a
“ideologías de género”. El despliegue
de estas agrupaciones y su influencia
en las políticas públicas merece
ser estudiado para el diseño de una
estrategia de afrontamiento y blindaje
de los derechos conquistados.
2)
Tendencias demográficas de
envejecimiento poblacional y el
aumento de la fecundidad en niñas,
que requieren una respuesta del
sector salud que integre la perspectiva
de género. El envejecimiento
poblacional implica una carga aún
mayor de trabajo de cuidado no
remunerado sobre las mujeres, mayor
atención de enfermedades crónicas
no transmisibles y degenerativas,
así como políticas de promoción de
un envejecimiento activo y saludable.
En relación con el sector salud
y las personas mayores, tanto la
Convención Interamericana sobre la
Protección de los Derechos Humanos
de las Personas Mayores como el
Consenso de Montevideo sobre
población y desarrollo establecieron
ejes de prioridades para asegurar
un envejecimiento de calidad desde
la perspectiva de género. Entre las
medidas prioritarias relevantes a este
documento se encuentran:
• Formular políticas con perspectiva
de género para asegurar un

envejecimiento de calidad, tanto
para las personas que viven en las
ciudades como en el campo y la
selva (C.18).
• Otorgar la más alta prioridad a las
personas mayores en los planes de
prevención, mitigación y atención
de desastres (C.24).
• Adecuar las políticas de salud a los
desafíos del variado y cambiante
perfil epidemiológico resultante
del envejecimiento y la transición
epidemiológica (C.26).
• Favorecer el desarrollo y acceso a
cuidados paliativos, para asegurar
una muerte digna y sin dolor (C.29).
• Promover el desarrollo
prestaciones y servicios
seguridad social, salud y educación
en los sistemas de protección social
destinados a las personas mayores
que avancen en calidad de vida,
seguridad económica y justicia
social (C.30).
• Incluir el cuidado en los sistemas
de protección social, mediante
prestaciones, servicios sociosanitarios
y beneficios económicos que
maximicen la autonomía (C.31). Esas
mismas tendencias demográficas
también suponen una proyección
de disminución de la fecundidad
adolescente en general, a pesar
del aumento estratificado por clase
social y edad, y un aumento del
embarazo en la niñez (violación en
todos los casos).
3)
Efectos del cambio climático
con consecuencias devastadoras,
CAPÍTULO 2. La estrategia de TG en salud: avances y deudas
pendientes en la Región de las Américas
especialmente en el Caribe, que no
tienen el mismo impacto en hombres y
en mujeres. Las catástrofes naturales
duplican la vulnerabilidad social de
mujeres y niñas, por ejemplo, en cuanto
a su exposición a abusos y violaciones
sexuales. Algunas expertas señalaron
que en casos de desastres naturales,
pasado el estado de emergencia,
el seguimiento y la visibilidad de la
situación de esos países queda diluida.
4) Desafíos netamente estructurales
que deben atenderse para que la
Estrategia para el acceso universal a la
salud y la cobertura universal de salud
de no reproduzca inequidades de género.
en Se indicó la necesidad de rediseñar
los sistemas de salud y generar
cambios estructurales que apunten a
una mayor inversión pública nacional
en salud y educación, con renglones
específicos para acciones vinculadas a
la promoción de la igualdad de género.
2.2. TG operacional o focalizada: temas
clásicos, emergentes y detección
de buenas prácticas
En lo referido a las iniciativas de TG
operacional o focalizada, la evaluación
del plan de acción para la ejecución
de la Política en materia de igualdad
de género y líneas estratégicas de
acción propuestas realizada por la OPS
(CD54/INF/2, 2015) reveló una fuerte
concentración en tres grandes temas:
salud sexual y reproductiva, violencia
contra las mujeres y VIH/sida. Los
resultados publicados sobre estas
37
 Transversalización de género en salud: avances y desafíos en
la Región de las Américas
iniciativas se consolidaron en seis ejes de
exploración (acceso universal a servicios
de SSR, mortalidad materna, embarazo
en la niñez y la adolescencia, transmisión
del VIH/sida y otras infecciones de
transmisión sexual (ITS), violencia
obstétrica y violencia infligida por la
pareja íntima) disponibles en el anexo
2 bajo el título “TG operativa en temas
clásicos de la agenda de género y salud”.
Los expertos entrevistados indicaron la
necesidad de profundizar en la educación
sexual, el acceso a anticonceptivos
y la interrupción voluntaria del
embarazo, continuar trabajando hacia la
erradicación de la violencia obstétrica,
y desarrollar respuestas contundentes
e intersectoriales al embarazo en la
niñez y en la adolescencia, así como a
la violencia infligida por la pareja íntima.
A pesar de que estos temas coparon los
avances más prominentes en TGS de tipo
focalizada, hubo avances incipientes,
aunque sustantivos, en otros temas de la
agenda de género y salud, como la salud
de los hombres y las masculinidades, la
salud de las personas LGBT, consumo
problemático de sustancias tóxicas
y género y salud mental y género,
entre otras. A fin de poner en valor
dichos avances, el anexo 3 consolida
los resultados de algunas políticas o
programas referidos a “TG operativa en
temas emergentes de la agenda de género
y salud”. Los hallazgos se ordenaron
en cuatro ejes en línea con las metas
de los ODS 3 y 5, los temas priorizados
12
Inciso 17.c: Ampliar el marco conceptual y las modalidades para promover y abordar las identidades de género, incluidos los
temas de LGBT y masculinidades (entre otros), y sus vinculaciones con la etnicidad y otros determinantes sociales de la salud.
38
por la Política de igualdad de género
(OPS, 2005) y las Líneas Estratégicas de
Acción para el periodo 2015-2019 de la
OPS12 (CD54/INF/2, 2015): salud de los
hombres y masculinidades, atención de
salud de la población LGBT, trabajo no
remunerado de cuidados y salud, y salud
mental y género.
Por último, cabe destacar que desde
el 2008 al 2012, la Organización
Panamericana de la Salud sistematizó
buenas prácticas sobre TGS en la Región.
En el anexo 4 se presentan algunas
experiencias, junto a un resumen de sus
acciones y logros.
2.3. Evaluaciones de la TG en el debate
académico internacional actual
Existe un debate acerca de la efectividad
de la TG en el contexto de los resultados
de su aplicación en diferentes países.
Desde el ámbito académico se critica la
“vaporosidad” de la estrategia (Hankivsky,
2005; Daly, 2005; Aasen, 2006; Sundari
Ravindran y Kelkar-Khambete, 2007;
Walby, 2005; Zalewski, 2010), hecho que
también se destaca desde el mismo
sistema de las Naciones Unidas (ONU-
Mujeres, 2012). A pesar de ello, algunos
autores y agencias de las Naciones
Unidas aún esgrimen la TG como una
estrategia importante para incorporar
el género en las políticas sanitarias
y reformar los procesos políticos en
el sector salud para avanzar hacia la
igualdad de género (Payne, 2011).
 CAPÍTULO 2. La estrategia de TG en salud: avances y deudas
A continuación, se exponen algunas de
las críticas realizadas sobre la TG para
lograr la igualdad de género:
• Falta claridad en los objetivos de
la estrategia, lo cual dificulta la
evaluación del éxito en su aplicación
(Payne, 2011; Standing, 2004; Theobald
et al, 2005). Esta situación mejoraría
con la introducción de herramientas
robustas de monitoreo y evaluación
(Moser, 2006).
• La transformación radical propuesta
por la TG fue reemplazada por
un enfoque “tecnocrático” de
las burocracias de los estados
neoliberales y las políticas de los
organismos internacionales, que
no logra alterar las relaciones de
poder (Baden & Goetz, 1998; Jahan,
1995). En esta línea, algunos autores
criticaron la falta de definición de una
metodología para el cambio social de
la estrategia de TG (Guijt & Shah,1998);
otros consideraron que la estrategia
no es más que una nueva presentación
del feminismo que efectivamente
neutraliza su poder transformador
al crear una versión aceptable y
despolitizada de la subordinación de
las mujeres (McRobbie, 2008). Por
otra parte, se critica el concepto de
género utilizado, que es muy limitado
y modera los reclamos por la igualdad
de la TG. En resumen, la aplicación
de la TG hace que las desigualdades
entre hombres y mujeres sean más
difíciles de identificar y de abordar
(Charlesworth, 2005:2).
pendientes en la Región de las Américas
• Ravindran y Kelkar-Kambete (2008)
atribuyeron la falta de progresos
de esta estrategia en salud a las
siguientes causas: 1) la despolitización
y desvinculación de la TG de las
agendas de cambio y justicia social; 2) la
adopción de enfoques de aplicación de
arriba abajo; 3) la hostilidad creciente
hacia las cuestiones de justicia y
equidad en la política global; y 4) la
creciente privatización y retracción del
rol del estado en la gestión de salud.
• Tal como indicaron Zalewski (2010)
y Tolhurst et al. (2012), la estrategia
de TG asume que las identidades
de género se basan en el sexo y
son claramente identificables.
De esta manera, reproduce la
concepción binaria del género
(femenino/masculino) anterior a los
desarrollos del posestructuralismo.
Esta caracterización del género
omite, por ejemplo, los cuerpos
intersex (Sterling, 2000), desconoce
la institucionalización de la
heteronormatividad, que supone esa
distinción e invisibiliza las identidades
de género diversas. Además, esta
caracterización del género exige
normas y roles estáticos que ignoran
los posicionamientos subjetivos
dinámicos que interactúan con las
diferentes distribuciones sociales
del poder en función del contexto. El
feminismo poscolonial, por ejemplo,
señaló las diferencias de jerarquías
entre mujeres en función de la etnia,
nacionalidad, clase social, sexualidad,
y otros factores, que no pueden
39
 Transversalización de género en salud: avances y desafíos en
la Región de las Américas
simplemente agregarse al binarismo
de género (Mohanty, 1988). Como
señaló ya Tolhurst, et al. (2012:445):
“Esto resuena con la perspectiva
que afirma que las herramientas de
análisis de género utilizadas como
base para la TG han tendido a tratar a
mujeres y hombres como categorías de
análisis unitarias y unidimensionales,
o han tenido débiles orientaciones
para considerar cómo las experiencias
de mujeres y hombres son diferentes
según la geografía, pobreza, etc.,
lo que las torna insuficientes para
permitir un análisis robusto de estas
intersecciones” (Hankivsky, 2005,
traducción propia).
En este sentido, Bacchi y Eveline
(2009) propusieron utilizar el género
como verbo más que como sustantivo,
ofreciendo tres intervenciones teóricas
para trasladar el foco desde las
categorías fijas entre personas hacia las
relaciones sociales entre ellas:
1) entender el género como un principio
social más que como un sinónimo de
la mujer, o como una abreviación para
“hombres y mujeres”, 2) convertir las
relaciones de género en una noción
central en las discusiones, dirigiendo
la atención a las prácticas de género,
3) resaltar el enfoque en ‘’hacer’’; es
decir, referir al género como un verbo
más que como un sustantivo.
Estas intervenciones teóricas ofrecen la
oportunidad de examinar el impacto de
suponer un género en el mantenimiento
40
de relaciones sociales jerárquicas más
allá de las relaciones entre hombres
y mujeres. El objetivo era tratar el
género, no como una característica de
las personas o como un manto cultural
que debe eliminarse, sino como una
”constelación de ideas y prácticas
sociales que están históricamente
situadas y que construyen sistemas
múltiples de opresión’’ (Hill Collins
1999:263, traducción propia; Bacchi y
Eveline, 2009:3-4).
Tolhurst, et al. (2012) señalaron que,
para avanzar hacia la igualdad de
género en salud, la acción social y
política debe ser informada por la teoría
feminista contemporánea. Si el género
es performativo, como señaló Judith
Butler, se reescribe en cada interacción
y acción cotidiana, al tiempo que las
instituciones y las organizaciones fijan
esta fluidez a través de políticas, leyes y
cultura organizacional.
Por último, una recomendación muy
enfática fue recuperar la característica
relacional de la categoría de género,
las diferencias intragenéricas y hacer
visibles las masculinidades en las
políticas de TG (Barker et al., 2010).
• El paquete formativo sobre
transversalidad del enfoque
denominado one-size-one-shot fits all
no habría ayudado: “cada contexto
nacional y local difiere, así como las
particularidades sectoriales, lo cual
es una invitación a descartar enfoques
genéricos y a elaborar instrumentos
 CAPÍTULO 2. La estrategia de TG en salud: avances y deudas
adaptados a las realidades específicas”
(Barrig, 2015:12).
• Las políticas de TG pueden
“evaporarse”, entre otros factores, por
la escasez de recursos o la presencia
de culturas institucionales adversas a
la igualdad. Cuando las maquinarias
de género son vulnerables, como
ocurre en América Latina y el Caribe
(Rodríguez Gustá, 2008), la evaporación
se acelera (Moser y Moser, 2005).
• Existen recursos para la TG (guías,
herramientas y listas de chequeo),
pero no son suficiente para traducirse
en prácticas transformadoras de las
desigualdades de género (Hankivsky,
2005).
• El concepto de TG necesita mayor
elaboración, y debe replantearse
para describir mejor la articulación
entre TG y cambio social así como la
problemática de la desigualdad de
género que busca revertir (Daly, 2005).
En esta línea, otras autoras afirmaron
que la TG se evidencia inconducente,
que la estrategia es muy limitada
porque prioriza al género como eje
central de discriminación y no hace
una lectura desde la perspectiva
intersectorial en sentido estricto
(Hankivsky, 2005). Olenka Hankivsky
afirmó que es necesaria una alternativa
a la TG que refleje una comprensión
más profunda de la interseccionalidad,
es decir, la combinación simultánea
de opresiones que generan una forma
de discriminación completamente
pendientes en la Región de las Américas
diferente a cualquier forma de
discriminación aislada. Tanto Hankivsky
como Squires (2007) proponen la
transversalización de la diversidad
en lugar del género, porque esta
trascendería categorías identitarias
fijas, unidimensionales y enfatizaría
el carácter multidimensional de la
identidad de las personas.
Squires (2005) propone mecanismos
deliberativos como los foros ciudadanos
para mejorar el carácter transformativo
del modelo de la transversalización.
En este sentido, tanto Hankivsky como
Squirescompartencontodoslosenfoques
de defensa de la interseccionalidad una
crítica a las políticas de identidad por
sus tendencias aditivas, políticamente
fragmentarias y esencializantes
(Phoenix y Pattynama, 2006: 187).
Puede encontrarse un intento de
operacionalización de esta perspectiva
en las políticas, la investigación,
las prácticas y la docencia en
Intersectionality 101 (Hankivsky,.2014).
Aquellos autores que apoyan
transversalizar la diversidad en lugar
del género, como Bacchi y Evelin (2009),
sostienen que estas reformas pueden
asumir direcciones antiprogresistas y,
por tanto, redirigen la atención a los
procesos y las prácticas que brindan
contenido y forma a las iniciativas,
(llamadas “políticas del hacer”), que
serían las que finalmente producirán
el cambio social. Las respuestas a
las necesidades y deseos de diversos
grupos de mujeres resultarán de formas
de “hacer” democráticas e inclusivas,
41
 Transversalización de género en salud: avances y desafíos en
la Región de las Américas
que privilegien especialmente a las
mujeres marginalizadas en los debates
sobre las políticas. Con este objetivo
en mente, introducen los conceptos de
“coalición de compromisos” y “escucha
profunda” a fin de generar discusiones
sobre las cuestiones durante el debate.
Por último, otros autores señalaron
que la propuesta de transversalización
de diversidad (TD) podría diluir la
atención al género como determinante
social de la salud si los recursos se
asignan a la atención de inequidades
en general, si no hay un foco, si se
carece de una apreciación de las
causas profundas de la inequidad, o
si se produce competencia entre las
prioridades de diferentes formas de
inequidades (Woodward, 2005 citado
por Walby, 2005:330).
En respuesta a algunas de estas críticas
y lagunas de la estrategia, Tolhurst et al.
(2012) sistematizaron los modos de
mejorar la estrategia de TG en la salud
global. Identificaron las cuestiones
centrales y propusieron una agenda de
investigación y acción para mejorar el
alcance e impacto de la TG, a saber:
1. Reconocer la desconexión entre la
ejecución de la TG y la teoría feminista
contemporánea: es necesaria la
aplicación de una definición actualizada
de género en armonía con la teoría
feminista contemporánea. En un
abordaje cuantitativo, ello implica
incluir más de dos categorías de
género en las encuestas e información
42
de rutina y permitir a los usuarios
definirse al margen del binarismo de
género.
2. Desarrollar metodologías apropiadas
para el análisis de género: la
desagregación de información por sexo
y clase social es importante, aunque
se llamó la atención sobre el riesgo
de reforzar el binarismo de género
mediante este desglose. Se sugirió la
triangulación con análisis cualitativos
para avanzar en la comprensión de
la experiencia vivida por las mujeres
y los hombres, utilizando enfoques
participativos que sean sensibles a las
distribución de poder en los procesos a
explicar y en su análisis.
3. Desarrollar una teoría del cambio
coherente en TG: una descripción
crítica de la TG la caracteriza como “un
concepto en busca de una metodología”
(Guijt & Shah, 1998:6, citado por
Tolhurst et al., 2012:1828) dado
que presta poca atención a generar
metodologías que produzcan cambios
consecuentes con los postulados
feministas. Más bien, se asumió que
los estados adoptarían su función de
transformación social en este sentido
(Daly, 2005; Standing, 2004), hecho que
no ocurrió. Para algunos, este hecho
no fue fortuito, sino que iba dirigido
a neutralizar las reivindicaciones
feministas que colocaron el concepto
de TG en la agenda originalmente. Ante
esta situación, resulta crucial generar
marcos estratégicos para integrar el
género en ambientes burocráticos,
 CAPÍTULO 2. La estrategia de TG en salud: avances y deudas
y para ello se necesitan objetivos y
grupos destinatarios específicos, y
procesos de planificación de abajo
arriba que capten los intereses y
prioridades de diferentes grupos de
mujeres y hombres.
4. Buscar resolución a dilemas e
incertidumbres en torno al lugar de los
hombres y los niños en la TG: el rol de
los hombres y niños en la TG supone
un dilema, ya que pueden ser incluidos
instrumentalmente para lograr la
salud de la mujer o bien pueden ser
sujetos de las políticas, a la luz de la
construcción de género en sí misma.
Una posición matizada plantea que la
reconfiguración de la masculinidad
hegemónica opera sobre los intereses
de mujeres y hombres. Revisiones
del rol de hombres y niños en los
programas de salud mostraron que las
intervenciones transformativas de las
relaciones de género son más efectivas
para cambiar los comportamientos
y actitudes de los hombres y que por
tanto es necesario asegurar a las
mujeres su voz en ese proceso para
prevenir consecuencias indeseadas
como la consolidación del poder por
parte de los hombres (OMS, 2007;
Barker et al., 2010, citado por Tolhurst
et al., 2012:1830). Por otra parte, la
evidencia muestra la necesidad de
abordar la concentración de poder
estructural (no solo individual) de
los hombres, así como evitar la falsa
equivalencia entre las vulnerabilidades
de hombres y mujeres sobre todo en el
abordaje de la violencia basada en el
pendientes en la Región de las Américas
género (VBG) (Esplen & Greig, 2007,
citado por Tolhurst et al., 2012).
5. Desarrollar políticas de interseccionalidad:
es reconocido que las nociones de
identidad pueden naturalizar formas
sociales, políticas y económicas de
exclusión, pero estos grupos subalternos
o marginalizados pueden distinguir sus
diferencias temporalmente para crear el
sentido de identidad colectiva necesario
para el movimiento político, tal como
describe Spivak con su concepto de
“esencialismo estratégico”. El artículo
de Tolhurst et al. (ibídem: 1831) aborda
la alternativa a la TG propuesta por
Hankivsky (2005), poniendo de relieve
una diferencia de posiciones cuya
resolución requerirá de procesos
de consenso que incluyan voces que
representen valores de la justicia
social y la equidad de género.
Para finalizar este repaso de la
evaluación de la estrategia de TG en el
debate académico, cabe destacar un
aspecto que no se encontró señalado
como tal en ninguna publicación:
la estrategia de TG puede haber
resultado inefectiva por la falta de
cumplimiento (sostenido en el tiempo)
de todos los requisitos institucionales
de la TG definidos por la resolución del
ECOSOC de 1997. La TG parece haberse
institucionalizado, en muchos casos, de
forma semántica, sin correspondencias
integrales en la reorganización de
la estructura y cultura institucional
(planes, asignaciones presupuestarias
específicas, etc.) y, colateralmente,
43
 Transversalización de género en salud: avances y desafíos en
la Región de las Américas
sin un impacto medido y documentado
sobre la incorporación de la perspectiva
de género en el ciclo de programación
desde un enfoque interseccional y
de curso de vida. Algunas personas
expertas entrevistadas mencionaron
que la retórica de la integración de la
perspectiva de género en salud debe
respaldarse con acciones concretas.
En este sentido, se destacaron
aquellos enfoques de trabajo que
incluían los conceptos de curso de vida,
interculturalidad e interseccionalidad
de manera operativa y efectiva. En
particular, en relación con el enfoque
intercultural, se subrayó la importancia
44
de mejorar la oferta de servicios
respetuosos de los derechos humanos
así como el resto de adaptaciones
necesarias para satisfacer las
necesidades específicas de la población
rural general, los pueblos originarios, y
los migrantes, desde una perspectiva de
género.
Por último, cabe destacar que la revisión
emprendida por este documento
analítico debe mantenerse actualizada y
reorientarse continuamente en el marco
de los nuevos mandatos y compromisos
asumidos por los países de la Región de
las Américas.

CAPÍTULO 3
Conclusiones y
algunas recomendaciones
La transversalización de género es la
estrategia vigente para lograr la igualdad
de género, a pesar de que existen
lagunas notables en la evaluación de los
resultados de la TGS.
La Oficina de Equidad, Género y
Diversidad Cultural (EGC) tiene como
prioridad renovar las estrategias hacia la
igualdad de género en salud en función
de los resultados y lecciones aprendidas,
así como de los compromisos asumidos
por los estados de la Región de las
Américas. Este documento analítico ha
repasado ambos, destacando las metas
establecidas en los ODS, la Agenda
Regional de Género de la CEPAL y la
Política de Igualdad de Género de la
OPS, y revisando los resultados de la
aplicación de la TGS en las Américas,
documentada en publicaciones científicas
y a través de opiniones expertas. Estas
evidencias revelaron una expansión de
la retórica referida a la incorporación
de la perspectiva de género en salud,
pero una frágil definición del enfoque
de género adoptado, una adecuación
institucional despareja con los requisitos
de la TG y un notable desconocimiento de
los resultados de la TG hacia una mayor
IG en salud. Se detectaron acciones a
nivel de proyectos o programas, pero
con fuertes limitaciones en la aplicación
de un enfoque basado en resultados y
CAPÍTULO 3. Conclusiones y
algunas recomendaciones
temáticas muy centradas en mujeres y
salud sexual y reproductiva. El impacto
de las políticas nacionales de salud hacia
la IG es difuso, tanto en las mujeres y
hombres en general, como a nivel de las
instituciones de salud.
En consecuencia, a pesar de logros
puntuales en la aplicación de la estrategia
de TGS en la Región, hay poco avance en
muchos países o resultados menos que
óptimos en miras a lograr la igualdad
de género real en salud. Dado que este
resultado no depende solo del sector
salud sino de un trabajo intersectorial
sostenido, es urgente revigorizar la TGS,
y para ello se identificaron las siguientes
recomendaciones.
3.1. Satisfacer los requisitos mínimos
para el desarrollo de la TG
institucional y programática
Si bien la generación de planes
nacionales es uno de los requisitos
de mayor cumplimiento, es necesario
revisar dichas estrategias, ampliar los
componentes de la agenda de género
y salud incluidos (más allá de la salud
sexual y reproductiva), y adoptar un
plan de gestión basado en resultados
que busque reducir la brecha entre el
componente aspiracional o declarativo y
los resultados concretos hacia la IG.
45
 Transversalización de género en salud: avances y desafíos en
la Región de las Américas
Los mecanismos institucionales para el
adelanto de la mujer, como organismos
estatales que centralizan la responsabilidad
de la ejecución de la política de género,
requieren un plan estratégico que cumpla
los requisitos institucionales para la TG
y una partida presupuestaria acorde
al desenvolvimiento efectivo del plan.
Morrison (2004) señaló como crucial
la creación de una unidad central
para la TG, asignándole el nivel uno
en su categorización de prioridades
para la TG (aquellas que afectan a las
estructuras, políticas, procedimientos
y culturas de una organización). Las
estrategias de institucionalización de
los planes de género deben blindar sus
contenidos y acciones a pesar de los
cambios de gobierno, así como facilitar
los mecanismos estándar de articulación
intersectorial. Los países más avanzados
en la aplicación de políticas hacia la IG
como Canadá poseen fuertes instancias
de coordinación de estas políticas en
todos los sectores del gobierno nacional.
Por último, a nivel de los países y
la Región, resulta imprescindible la
revisión del marco normativo vigente,
las lagunas legales y normativas
imprescindibles para la ampliación
de derechos y un plan de incidencia
para su desarrollo. Algunos ejemplos
de temas que deben ser abordados
incluyen la ampliación de las licencias
por maternidad y paternidad, el
reconocimiento del trabajo doméstico
y de cuidados no remunerado, la
legalización de la interrupción voluntaria
del embarazo, la implementación de
46
currículos educativos sensibles al
género en todos los niveles educativos
(incluidos los de formación de pregrado),
el financiamiento de temas estratégicos
de investigación académica aplicada
sobre la transversalización de género,
las políticas de paridad y la promoción
del liderazgo de las mujeres en puestos
de toma de decisiones.
La mayoría de estas consideraciones ya
se encuentran reflejadas en las políticas
y planes de TG específicos del sector
salud, por lo que el objetivo debe ser
reducir las brechas existentes entre el
nivel declarativo de las políticas y los
resultados concretos hacia el logro de
la IGS. A continuación se resumen los
hallazgos respecto a requisitos para la
TG en el sector salud.
La institucionalización de renglones
presupuestarios específicos para las
actividades de TG resulta imprescindible
para sostener cualquier política
o programa. La falta de recursos
autogestionados por los estados no
permite el desarrollo continuo que
requiere la estrategia de TG y es uno
de los causantes de la “evaporación”
de la estrategia. Esta carencia también
merma la posibilidad de contar con el
capital humano adecuado para el logro
de la IGS.
Una laguna significativa documentada fue
la falta de sistematicidad y continuidad
que requiere el fortalecimiento de las
capacidades en materia de género
y salud, así como de programas de

formación integrales que permitan
abordar los componentes valorativos
(valores, creencias y actitudes referidas
a un habitus de género) y las habilidades
necesarias para la transformación de
las relaciones de género inequitativas.
Un aspecto favorable es que se registró
una demanda concreta por parte de
los estados en recibir apoyo técnico en
el área de género y salud en general,
y en áreas temáticas de visibilidad
emergente como las priorizadas
por la OPS (LGBT, masculinidades, y
mecanismos específicos de integración de
la perspectiva de género en el análisis
de datos, el monitoreo y la evaluación
y en estrategias de incidencia política).
La generación de capacidades debería
integrarse en los planes de estudios
para proveedores de salud, no solo para
gestores de las políticas públicas.
Se detectó una ausencia significativa
de resultados documentados acerca
del análisis de género en salud en la
Región. Canadá fue el único país donde
se registró un modelo sólido de uso
nacional para producir este análisis con
un fuerte enfoque interseccional (GBA+).
La generación de capacidades para
producir un análisis de género en salud
se evidencia como prioritario.
Una de las recomendaciones clave
extraídas del análisis, que además
conforma un eje prioritario de la Política
de igualdad de género de la OPS, es
mejorar los sistemas de información
a nivel nacional y regional. Una buena
práctica sería la realización de Encuestas
CAPÍTULO 3. Conclusiones y
algunas recomendaciones
Nacionales de Demografía y Salud
(ENDS) y encuestas de hogares con
preguntas de comparabilidad regional,
así como con datos desagregados no
solo por sexo y edad, sino también por
otras variables clave que constituyen
determinantes sociales de la salud.
También sería beneficioso considerar
ejes de exploración desatendidos en el
diseño de políticas de género y salud
como la edad de la menarquia y mejorar
en general los sistemas de registro.
Una de las consecuencias de esta
falta de información es la imposibilidad
de establecer planes de monitoreo
y evaluación de los resultados de
las políticas. Es fundamental trazar
una línea de base, así como definir
indicadores regionales de proceso,
resultado e impacto sensibles al
género; dichos indicadores no deberían
ser puramente cuantitativos, sino que
deberían medir las transformaciones
cualitativas de las relaciones de poder
inter e intragenéricas.
La rendición de cuentas constituye
otro gran reto pendiente para aquellas
políticas que buscan transversalizar
el género. Se registraron muy pocos
incentivos para el logro de buenos
resultados en TG y muy poca sanción
ante el fracaso de las acciones (ONU-
Mujeres, 2011).
Por último, la participación de
organizaciones de la sociedad civil
(movimientos sociales de mujeres y, más
ampliamente, de grupos diversos que
47
 Transversalización de género en salud: avances y desafíos en
la Región de las Américas
abogan por la equidad en salud) requiere
mayor financiamiento e inclusión en
todo el ciclo de programación, incluido
el diseño y la vigilancia.
3.2. Acordar la definición operativa de
la estrategia de TG en salud
No es posible ejecutar una estrategia de
forma eficaz sin un plan preciso que define
claramente su enfoque, componentes,
acciones y resultados esperados.
Asegurar que tales elementos diversos
produzcan resultados coherentes
requiere un plan estratégico claramente
definido (Murison, 2004:131, traducción
propia). En el caso de la TG, es
necesario diferenciar claramente entre
TG institucional, TG operativa, y su
impacto en la IG y el empoderamiento
de niñas y mujeres en la comunidad más
amplia. Para ello, será imprescindible
definir claramente los requisitos para
operacionalizar la estrategia en políticas
institucionales nacionales y programas
específicos, delimitar el impacto esperado
en la población, y monitorear y evaluar
procesos y resultados. Acordar estas
definiciones a nivel regional favorecería,
además, la comparabilidad de progresos
y la colaboración entre países.
La definición operativa de la perspectiva
de género debe estar dirigida a
producir efectos transformadores en
las relaciones de género desiguales,
incorporando los avances de la teoría
feminista de las últimas décadas,
abandonando el binarismo de género
y operando desde la comprensión de
48
cómo se produce el cambio social hacia
la IG.
La perspectiva de género debe avanzar
la igualdad real desde tres enfoques
críticos para las políticas públicas
(intersectorialidad, curso de vida e
interculturalidad) y garantizar la
integridad de los derechos humanos y la
optimización de recursos y resultados.
Este documento analítico encontró
evidencia que afirma que la acción
positiva dirigida a las mujeres es poco
eficaz si no se trabaja en las normas
institucionales discriminatorias y en
la redistribución de recursos, poder y
cese de privilegios de los hombres. Por
lo tanto, se recomienda complementar
la estrategia de TG con la estrategia
de empoderamiento de las mujeres,
trabajando de forma paralela en la
reconfiguración de la masculinidad
hegemónica, que tiene implicaciones
importantes en la salud de muchos
hombres.
3.3. Priorizar políticas de TGS que
busquen transformar los nudos
estructurales que impiden el
avance hacia la IG
La evidencia indica que fue más
sencillo incorporar la perspectiva
de género en programas focalizados
que se concentraron en temas
clásicos de la agenda de género y
salud (principalmente, salud sexual
y reproductiva). Se requiere ampliar
esos temas a otros emergentes de la
 CAPÍTULO 3. Conclusiones y
algunas recomendaciones

agenda de género y salud y, cuando sea
necesario, revisar y precisar el enfoque
de género utilizado para el análisis (dado
que afecta a la programación).
Las políticas de TG focalizadas se
beneficiarían de una revisión sistemática
a la luz de las aclaraciones sugeridas
sobre los enfoques y contenidos;
además, se deberían priorizar aquellos
programas que abordan los “nudos
estructurales que impiden el avance
hacia la igualdad de género”13 según
la Estrategia de Montevideo (ECLAC,
2017e:14) y confluyen con metas clave de
los ODS y las prioridades de la Política
de igualdad de género de la OPS
(2005). Algunos ejemplos de metas
estructurales armonizadas con los
principales marcos normativos para la
TG son:
• Reconocer y valorar el impacto de la
economía del cuidado en el sector
salud y en la salud de las mujeres
para generar políticas más justas.
• Prevenir y reducir el embarazo en la
niñez y la adolescencia. Existen buenas
iniciativas regionales, intersectoriales y
con un presupuesto específico asignado
(p. ej., el Plan ENIA en Argentina14), que
podrían ser armonizadas y monitoreadas
a nivel nacional y regional.
• Promover desde la infancia una
educación inclusiva de la diversidad
13
La Estrategia de Montevideo (CEPAL, 2017e) considera cuatro desafíos: a) la desigualdad económica y la persistencia de la
pobreza; b) los patrones culturales patriarcales discriminatorios y violentos y el predominio de la cultura del privilegio; c) la
división sexual del trabajo y la injusta organización del cuidado; y d) la concentración del poder y las relaciones de jerarquía
en el ámbito público.
14
Ver: https://www.argentina.gob.ar/planenia.
y sensible al género, en línea con las
nuevas orientaciones de la UNESCO
(2018).
• Promover la salud de los hombres
abordando la construcción de las
masculinidades y sus implicaciones.
• Promover la salud y disminuir las
barreras de acceso a servicios de
salud para las poblaciones más
desfavorecidas: poblaciones rurales,
pueblos originarios, afrodescendientes,
migrantes, LGBT, trabajadoras
sexuales, etc.
3.4. Optimizar las oportunidades de la
Región para generar estrategias
a nivel regional o subregional que
permitan avanzar hacia la IGS
Los expertos entrevistados señalaron
diferentes oportunidades a nivel
regional que podrían ser optimizadas
en la generación de una nueva hoja de
ruta hacia la IGS que aborde los desafíos
coyunturales; a continuación se resumen
algunas de estas oportunidades.
Reafirmar el apoyo a compromisos
internacionales, regionales y nacionales
asumidos por los estados puede ser
un recurso importante para reavivar
las discusiones y acciones necesarias
para garantizar la igualdad de género.
Por ejemplo, esta táctica fue útil para
reducir la mortalidad materna durante la

49
 Transversalización de género en salud: avances y desafíos en
la Región de las Américas
vigencia de los ODM. Actualmente existen
oportunidades para profundizar la agenda
de género y salud en la Región a través de
la Estrategia para el acceso universal a la
salud y la cobertura universal de salud, la
centralidad creciente de los determinantes
sociales de la salud en la agenda global
y las próximas recomendaciones de la
Comisión sobre Determinantes Sociales
de la Salud de la OPS.
También se indicó que la Región cuenta
con recursos económicos e instituciones
independientes que, aunque jóvenes, se
encuentran en proceso de consolidación.
Fortalecer los mecanismos institucionales
para el adelanto de la mujer nacionales
es otra de las tácticas sugeridas para
profundizar la aplicación de la TGS, junto
a la generación de alianzas con nuevas
generaciones de hombres y mujeres,
nacidos durante la democracia y más
sensibles al discurso de los derechos
humanos. La presencia de estos grupos
etarios de la población se ha visto en los
reclamos sociales, por ejemplo, a favor
de la legalización de la interrupción
voluntaria del embarazo en Argentina
en 2018.
Asimismo, se indicó que sería deseable
realizar un uso estratégico de los
mecanismos disponibles para la
integración de políticas regionales
como, por ejemplo, la Comisión Técnica
de Género y Salud del Sistema de la
Integración Centroamericana (SICA).
Por último, deben abordarse los desafíos
coyunturales expuestos en el capítulo
50
anterior, entre ellos, la incidencia
política de grupos conservadores
contra la agenda por la IG y muy
especialmente contra la autonomía de
las mujeres. Los expertos señalaron
la necesidad de acordar una estrategia
activa y de largo plazo que busque
neutralizar estas acometidas por tres
vías: a) diseñar planes de movilización
legal a nivel nacional y supranacional
para trasladar estos temas a tribunales
internacionales como el Consejo de
Derechos Humanos de las Naciones
Unidas, b) generar y dar seguimiento
a reuniones que insten a organismos
internacionales, gobiernos, academia
y grupos de la sociedad civil a dar una
respuesta organizada, y c) fortalecer a
aquellos movimientos de mujeres que
se encuentran desfinanciados y con
cierto nivel de desorganización en su
misión común.
En relación al cambio climático, su
impacto en la salud y el bienestar,
especialmente en los países más
pobres de la subregión del Caribe,
demanda estrategias de mitigación
de daños sensibles al género. Lo
mismo ocurre con el envejecimiento
poblacional proyectado en la Región y
las políticas públicas relacionadas con
un envejecimiento activo y saludable.
Estas deberían garantizar el cuidado
remunerado dentro del sistema de
protección social (tareas que suelen
asumir informalmente las mujeres del
círculo familiar) e incorporar la salud
sexual y reproductiva también para
personas mayores.
 CAPÍTULO 3. Conclusiones y
algunas recomendaciones

3.5. Incentivar la documentación de

políticas basadas en resultados
que permita detectar las mejores
estrategias

Por un lado, incentivar la generación

de evidencia “desde arriba” (a nivel
nacional), pero también mapear,
sistematizar y documentar las buenas
prácticas para la generación de evidencia
“desde abajo”. Algunos autores notaron
que la aplicación de la estrategia de TG
resultó más viable en jurisdicciones de
menor escala y en instituciones más
pequeñas (Barrig, 2015).

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Anexo 1
Revisión sistemática de la evidencia:
resultados de la estrategia de TG sobre la
igualdad de género en salud
Objetivo
Se recogieron resultados de la
estrategia de transversalización de
género en salud en dos dimensiones, a
saber:
Resultados de intervenciones
institucionales encaminadas a incorporar
la perspectiva de género en la política
sanitaria nacional de los países de la
Región de las Américas. Las acciones
que conformaban estas intervenciones
abordaban los requisitos mínimos
imprescindibles para la TG:
• Adopción de un plan o política
institucional de igualdad de género
con un enfoque definido respecto a
las desigualdades de género.
• Temas priorizados dentro de la
agenda de IGS.
• Asignación de un presupuesto
específico para la equidad de género
• Desglose de datos por sexo, edad y
otros determinantes sociales de la
salud.
• Análisis de género.
• Fortalecimiento de la capacidad
institucional hacia la IGS (incluye
formación de RRHH en salud,
incorporación de la perspectiva
de género al currículo de grado o
posgrado, capacitaciones de personal
Anexos
en general, políticas de paridad
de personal y promoción de la
investigación en salud con perspectiva
de género).
• Monitoreo y evaluación.
• Rendición de cuentas.
• Políticas de no causar daño.
Resultados de intervenciones
focalizadas en la integración de un
análisis de género en políticas y
programas de salud específicos. Se
relevaron resultados de políticas y
programas destinados a:
• Promover la equidad de género en el
acceso universal a servicios de SSR
en general.
• Prevenir y atender al embarazo en la
niñez y la adolescencia.
• Prevenir la mortalidad materna.
• Prevenir y atender a la transmisión
del VIH/sida y otras ITS.
• Prevenir y mejorar las respuestas de
salud a la violencia infligida por la
pareja.
• Prevenir muertes y lesiones por
accidentes de tránsito (y otras
muertes por causas externas).
• Prevenir, detectar y atender
enfermedades mentales en las que el
género es un determinante clave (p. ej.,
la depresión).
73
 Transversalización de género en salud: avances y desafíos en
la Región de las Américas

• Identificar o promover la igualdad de indexan trabajos científicos de calidad en

género en las políticas o programas
de salud destinadas a la atención de
salud de la población LGBT.
• Reconocer en las cuentas nacionales
la atención no remunerada de
cuidados de salud que realizan las
mujeres, respecto al gasto total del
sistema de asistencia sanitaria.
Estrategia de búsqueda
La estrategia de búsqueda se desarrolló
en dos etapas: entre octubre y noviembre
de 2017, y entre mayo y julio de 2018.
También se realizaron entrevistas a
informantes clave del área de políticas
de género y salud en la Región.
Bases de datos
Se utilizaron cuatro bases de datos que
inglés (Pubmed, Cochrane), en español
(Scielo) y de acceso abierto (PLOS).
También se revisaron contenidos en una
de las revistas científicas más rigurosas
del campo de la salud y el género de
publicación en inglés (The Lancet, Gender
& Society) y se realizó una búsqueda en un
buscador general como Google Scholar.
Finalmente, se incorporaron también los
informes consolidados al respecto de
otras agencias internacionales, incluida
la OPS/OMS.
Idiomas
Inglés, español, portugués. El cuadro
2 muestra los términos de búsqueda
utilizados, tanto en inglés como en
español, para no perder información
procedente de los países del Caribe de
habla inglesa y de América del Norte.

Cuadro 2. Términos de búsqueda y palabras clave utilizados para recuperar evidencias de resultados de la
aplicación de la TG en salud

TEMA PALABRAS CLAVE

[1] Gender mainstreaming in “health” AND “gender mainstreaming” OR “gender equality” OR “gender inequality”
health/Transversalización del OR “masculinity” OR “masculinities” OR “femininity” OR “femininities” OR OR “gender
género en salud transformative” OR “gender responsive” OR “gender dynamics” OR “gender roles” OR
“empowerment” OR “gender sensitive” OR “gender integrated interventions”

[2] SRH/SSR “Gender” OR “gender equality” OR “gender inequality” OR “masculinity” OR

“femininity” OR “gender norms” AND “sexual health” OR “reproductive health” OR
“sexual and reproductive health” OR “family planning” OR “contraception” OR “sex
education” AND “universal access”

[3] VAW/Violencia infligida por “Health” AND “VAW” OR “IPV” OR “GBV” OR “domestic violence” OR “sexual violence”
la pareja íntima OR “physical violence” OR “gender violence” OR “violence against women”

[4] Men´s Health/Salud de los “Men´s health” OR “manhood” OR “masculinity” OR “male” OR “Men” AND “external
varones causes deaths” OR “suicide” OR “homicide” OR “accidents” OR “traffic accidents” OR
“sexual health” OR “reproductive health” OR “health access” OR “health care” OR
“manhood” OR “health equity” OR “morbidity” OR “barriers”

74
 Anexos

TEMA PALABRAS CLAVE

[5] LGBTI “Health” AND “LGBTI” OR “Lesbians” OR “Intersex” OR “transgender” OR “Bisexual”
OR “Travestis” OR “gender identity” OR “sexual orientation” OR “gays” OR “trans” OR
“transexual” OR “gender perspective”

[6] Mental Health/Salud mental “Gender” OR “gender equality” OR “gender inequality” OR “masculinity” OR
“femininity” OR “women” OR “men” OR “gender norms” AND “mental health” OR
“wellbeing” OR “addictions”

[7] MM “Women” AND “Maternal Mortality” OR “Maternal Morbidity” OR “abortion” OR

“obstetric health” OR “maternal deaths” OR “maternal health”

[8] Child and adolescent´s “Child” OR “Adolescent” OR “Teen” AND “Pregnancy” OR “maternity” OR “pregnancy
pregnancy/Embarazo en la prevention” OR “unintended pregnancy”
niñez y adolescencia

[9] HIV and STI/VIH e ITS “Prevention” OR “Transmission” AND “HIV” OR “STI” OR “Gonorrhea” OR “HPV” OR
“AIDS” OR “sexually transmitted infections” OR “AIDS” OR “human papillomavirus”
OR “condom use” OR “syphilis”

[10] Informal caregivers/ “Health” AND “informal caregivers” OR “informal care” OR “spousal caregivers” OR
Cuidado no formal “elderly caregivers” OR “caregiving strain”

[11] Obstetric violence/ “Women” AND “obstetric violence” OR “reproductive violence” OR “maternal violence”
Violencia obstétrica OR “violence during birth” OR “obstetric health”

Criterios de exclusión e inclusión humanos en la agenda de salud) y

Se excluyeron todos aquellos artículos e
informes que no cumplían los siguientes
requisitos: a) contiene resultados sobre
líneas de investigación relevantes,
b) publicado entre 1994 y 2018 (periodo
que abarca el año en que los primeros
compromisos internacionales clave
hicieron un llamado a integrar la
perspectiva de género y derechos
c) abarca algunos o todos los países de
la Región de las Américas.
Países de estudio
La revisión sistemática de los resultados
obtenidos por la integración de la
perspectiva de género abarcó los países
y territorios que componen la Región. En
el cuadro 3 se exponen los países.

75
 Transversalización de género en salud: avances y desafíos en
la Región de las Américas

Cuadro 3. Lista de países y territorios de la Región de las Américas

País País
Estados Miembros Miembros Asociados
Antigua y Barbuda Aruba
Argentina Curaçao
Bahamas Puerto Rico
Barbados San Martín
Belice
Bolivia (Estado Plurinacional de)
Brasil
Estados Participantes
Canadá
Chile (Francia)
Colombia Guadalupe
Costa Rica Guayana Francesa
Cuba Martinica
Dominica
Ecuador (Reino de los Países Bajos)
El Salvador Bonaire
Estados Unidos de América Saba
Granada San Eustaquio
Guatemala
Guyana (Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte)
Haití Anguila
Honduras Bermudas
Jamaica Islas Vírgenes Británicas
México Islas Caimán
Nicaragua Montserrat
Panamá Islas Turcas y Caicos
Paraguay
Perú
República Dominicana
Saint Kitts y Nevis
San Vicente y las Granadinas
Santa Lucía
Suriname
Trinidad y Tabago
Uruguay
Venezuela (República Bolivariana de)

Evaluación de los estudios y síntesis cita (autor/es, año, título, publicación

En el caso de aquellos estudios
seleccionados por cumplir los criterios
de inclusión, se realizó una evaluación del
texto completo y posteriormente fueron
reseñados en un documento de Excel
en función de los siguientes campos:
científica, etc.), tipo de trabajo (revisión
de evidencia o análisis de intervención),
área geográfica de influencia del trabajo,
temas de las intervenciones según la
definición del protocolo, resultados
evaluados, facilitadores, barreras y
desafíos de cara al futuro.

76

Anexo 2
TG operativa en temas clásicos de la
agenda de género y salud
Acceso universal a servicios de SSR
Las publicaciones encontradas sobre
acceso universal a la salud sexual y
reproductiva (SSR) en las políticas de
salud de la Región se concentraron
en Argentina, Colombia y México y, en
menor medida, en Chile y Perú.
De su análisis se destaca lo siguiente:
en aquellos países en los que no está
garantizado el acceso universal a la
salud sexual y reproductiva, la brecha
creada por las políticas públicas
inadecuadas o aplicadas de forma
ineficiente es cubierta por diversas
ONG, grupos e individuos (Richardson &
Birn, 2011; Zaldúa et al., 2010).
Como principal obstáculo para el acceso
universal, todas las publicaciones
analizadas coinciden en señalar las
desigualdades socioeconómicas, que
actúan como barrera para el cuidado
adecuado en salud sexual y reproductiva
(Restrepo-Méndez et al, 2015; Agudelo,
2009). También se advierte del bajo
impacto de algunos de los programas
ejecutados a nivel nacional ya sea
porque no se apegan a las normas que
los rigen (Freyermuth Enciso et al.,
2015), porque no se cuenta con servicios
de salud especializados (Rojas Cabrera
et al., 2017) o bien falta infraestructura
Anexos
para mantenerlos (Mendoza et al.,
2017). Otro punto que debe tenerse
en cuenta en el momento de diseñar
políticas públicas es el uso limitado que
hacen los hombres de los servicios de
SSR disponibles (Pantelides & Gaudio,
2009). Finalmente, la resistencia de
ciertos grupos religiosos con fuerte
incidencia en las decisiones políticas
es un obstáculo importante que debe
tenerse en cuenta, especialmente en la
Región de las Américas (Richardson &
Birn, 2011; Figueroa-Perea, 2007).
Mortalidad materna
Las publicaciones encontradas sobre
mortalidad materna en las políticas
de salud de la Región se concentraron
en Brasil, Canadá, Colombia, Estados
Unidos, México y Uruguay y, en menor
medida, en Argentina, Ecuador y Perú.
De su análisis se destaca lo siguiente:
la reducción de la mortalidad materna
requiere de políticas efectivas de acceso
a la salud sexual y reproductiva a lo largo
y ancho de los territorios (Jarlenski et
al., 2017; Landini et al., 2015; Martins
Pollyanna et al., 2017; Martínez-Fernández
et al., 2015), especialmente para fortalecer
la prevención de embarazos no deseados
que llevan a abortos inseguros (Matía et
al., 2016; Briozzo et al., 2016; Briozzo,
77
 Transversalización de género en salud: avances y desafíos en
la Región de las Américas
2016) y para detectar y controlar
afecciones de salud preexistentes que
aumenten el riesgo de muerte durante
el embarazo, parto o posparto (Metcalfe
et al., 2017). Se destaca el señalamiento
de la importancia de mejorar la calidad
de los datos disponibles, su recolección
y su análisis para poder dimensionar
el problema de modo más adecuado
(Joseph et al., 2017; Delgado Lara et al.,
2013).
La pertenencia a poblaciones vulnerables
o a ciertas razas o etnias, así como
un bajo nivel socioeconómico son
señaladas como agravantes del riesgo
en relación con la mortalidad materna
(del Carpio Ancaya et al., 2013; Metcalfe
et al., 2017; Bula Romero & Galarza,
2017; Sanhueza et al., 2017; Santos et
al., 2017). La falta de datos, que resulta
en el subdiagnóstico o invisibilización de
factores de riesgo (como la violencia de
género) surge en estos artículos como un
obstáculo a superar para la disminución
de la MM (Cook et al., 2017; Lisonkova et
al., 2011; Salazar et al., 2015; Montoya
et al., 2017), especialmente en países
como Canadá, que presenta la tasa más
baja en la Región.
Embarazo en la niñez (menores de 15
años) y en la adolescencia (de 15 a 19 años)
Las.publicaciones.encontradas.sobre
embarazo en la niñez y en la adolescencia
en las políticas de salud de la Región
se concentraron en Chile, Colombia,
Estados Unidos, México y, en menor
medida, en Brasil y Venezuela.
78
En el momento de la evaluación,
muchos de los programas mostraron no
ser efectivos o no tuvieron un impacto
significativo en la prevención o reducción
del embarazo en adolescentes o niñas
(Francis et al., 2016). Sin embargo, hay
acuerdo en que el acceso a servicios
de salud sexual y reproductiva es una
condición indispensable, especialmente
cuando se trata de poblaciones
vulnerables (Morais Pereira & Taquette,
2007; Atienzo et al., 2011; Castillo
Riascos, 2016).
Un desafío de particular importancia
es la falta de evidencia de que los
programas aplicados sean efectivos
(LaChausse, 2016; Flora et al., 2013),
lo cual dificulta el diseño de nuevas
políticas y líneas de intervención. Otro
obstáculo que se señaló es que, aunque
se ha demostrado que los programas de
prevención del embarazo adolescente
aumentan el conocimiento sobre
métodos anticonceptivos, este hecho
no tiene un impacto significativo sobre
los comportamientos de los jóvenes
(LaChausse, 2016); si bien existen
hallazgos de algunos estudios que
contradicen este último punto (Chin et
al., 2012).
Transmisión del VIH/sida y otras ITS
Las publicaciones encontradas sobre
transmisión del VIH/sida y otras ITS
en las políticas de salud de la Región
se concentraron en Canadá, Chile,
Colombia, Estados Unidos, México,
República Dominicana y, en menor

medida, en Argentina, Barbados, Cuba,
Nicaragua y Puerto Rico.
De su análisis se destaca que la
adopción de enfoques multidimensionales
conduce a mejores resultados de las
intervenciones (Ruiz-Perez et al.,
2017;). El enfoque multidimensional
debe tener en cuenta no solo aspectos
relacionados con el acceso a la salud, sino
también particularidades que afectan
a las poblaciones vulnerables como
educación (Souradet et al., 2016; Guerra
et al., 2016; Gonzalez et al., 2015), nivel
socioeconómico bajo (Báez-Feliciano
et al., 2005; Arrivillaga-Quintero, 2010),
territorio (Potter et al., 2016; Román-
Poueriet et al., 2009), discriminación
(Arrivillaga-Quintero, 2010), y otros.
El principal obstáculo detectado es
que, a pesar del amplio acceso a
servicios de diagnóstico y tratamiento
con antirretrovirales (ARV), las tasas de
mortalidad por VIH entre la población
no disminuyeron como se esperaba.
Este es, por ejemplo, el caso de México,
Puerto Rico y Colombia (Bautista-
Arredondo, 2015; Báez-Feliciano et
al., 2005; García et al., 2005). Por otro
lado, las trabajadoras sexuales fueron
identificadas en varias publicaciones
como uno de los grupos más expuestos
a contraer el VIH y otras ITS, resultando
prioritario el desarrollo de programas
para lograr una mejor atención de su
salud (García et al., 2006; Azhar et al.,
2014; Román-Poueriet et al., 2009;
Pando et al., 2011; Egger et al., 2000).
Cuestiones como la vergüenza, la falta
Anexos
de privacidad o la falta de sensibilidad
por parte del personal de salud fueron
señaladas como obstáculos que impiden
el acceso a información, diagnóstico y
tratamiento (O’Byrne et al., 2014; Landis
et al., 2013; Gallegos et al., 2008).
Violencia infligida por la pareja íntima
Las publicaciones encontradas sobre
violencia infligida por la pareja íntima
en las políticas de salud de la Región
se concentraron en Brasil y México.
También se encontraron evaluaciones
de políticas llevadas a cabo en Costa
Rica, Cuba, Haití y México. De su análisis
se extrae la necesidad de fortalecer el
diálogo intersectorial para consolidar
los sistemas de salud y brindar
respuestas adecuadas a la problemática
de la violencia contra la mujer (Gutiérrez
et al., 2012; Haddad Kury 2015); además,
son pocos los programas que han
integrado adecuadamente la atención
a la violencia en el ámbito de la salud
(Contreras et al., 2010; Deslandes et
al., 2016). Algunos autores señalan
como principales obstáculos la falta de
atención en salud dentro de un marco
de derechos humanos y la dificultad por
parte de los profesionales de salud para
identificar el rol del sistema sanitario en
estas situaciones (García-Moreno et al.,
2015; Andrade et al., 2016); este obstáculo
tiene como consecuencias la falta de
intervención en situaciones de violencia
contra las mujeres (Loria et al., 2014;
Haddad Kury, 2015) y la expulsión de las
víctimas del sistema sanitario (Contreras
et al., 2010; López Angulo et al., 2010).
79
 Transversalización de género en salud: avances y desafíos en
la Región de las Américas
Los artículos analizados recomiendan
con vehemencia la capacitación y
sensibilización del personal de salud para
lograr una intervención adecuada y poder
dar una respuesta efectiva a la detección
de situaciones de violencia hacia las
mujeres (Fernández Pérez, 2010; Loria
et al., 2014; Contreras et al., 2010;
Guedes et al., 2014), en particular con
relación a los cuidados de emergencia
después del abuso sexual (Contreras et
al., 2010). Los gobiernos son llamados
a desarrollar o fortalecer planes de
acción multisectoriales para abordar la
violencia contra las mujeres, que debe
considerarse un tema prioritario en las
políticas de salud (García-Moreno et al.,
2015; Couture et al., 2010). También es
de suma importancia aplicar estrategias
integrales que aborden tanto la violencia
contra las mujeres, como la sufrida por
sus hijos e hijas (Guedes et al., 2014).
Las instituciones deben dar respuesta
al hecho de que las mujeres que viven
situaciones de violencia no siempre
buscan ayuda, ya sea porque no saben a
quién acudir o porque no confían en que
recibirán ayuda compasiva y eficaz, de
forma confidencial (Guedes et al., 2014).
Las mujeres manifiestan con frecuencia
que el personal de salud se concentra
80
solo en atender las lesiones, sin ofrecer
ayuda u orientación adecuada sobre
cómo proceder en términos más amplios
(Guedes et al., 2002a; Guedes et al., 2002b).
Las niñas y mujeres que sufren violencia
sexual con frecuencia acuden a personal
de salud en busca de ayuda, pero la
evidencia de la Región indica que la calidad
de la respuesta es deficiente (Contreras et
al., 2010). Los mecanismos de monitoreo y
evaluación, la documentación de eventos,
la sistematización de experiencias y el
análisis de datos también son cruciales
en el abordaje de esta situación (Bott et
al., 2005).
Por último, Barker et al. (2010a) señaló la
importancia de incorporar a los hombres
para poner fin a todas las formas de
violencia, planteando como objetivos:
comprender el papel de la socialización
de los hombres en las diferentes
formas de violencia; adoptar un enfoque
punitivo frente a la violencia perpetrada
por la pareja íntima; e intervenir con
políticas que busquen reconfigurar la
masculinidad hegemónica. También
recomienda que algunos de las políticas
de los países de la Región cuestionen
la estigmatización de los hombres en
general como agresores. 

Anexo 3
TG operativa en temas emergentes de la
agenda de género y salud
Salud de los hombres y masculinidades
Las publicaciones encontradas sobre
salud de los hombres y masculinidades
en las políticas de salud de la Región se
concentraron en Brasil, Canadá, México
y, en menor medida, en Argentina,
Estados Unidos y República Dominicana.
De su análisis se destaca la necesidad de
reconocer las dimensiones sociocultural
e histórica de las masculinidades y sus
influencias en los procesos de salud,
para diseñar políticas en el marco de
la equidad de género (Couto & Gomes,
2012; Machado & Ribeiro, 2012; Couti et
al., 2010).
Como principal obstáculo se destaca
la falta de reconocimiento de que ser
hombre es un factor de riesgo para la
atención y el cuidado de la salud y la
prevención de la enfermedad, dado que,
por su género, el hombre es minimizado
en su paso por los centros de salud
(Fernández Moreno, 2008; López et
al., 2006; Nunes Moreira et al., 2016;
Stergiou-Kita et al., 2016). También se
advierte sobre los efectos negativos de
la naturalización de los roles de género
en los cuidados de salud de y para los
hombres y se muestra la necesidad de
intervenir sobre estas caracterizaciones
(Figueredo & Terenzi, 2008; Fleiz
Anexos
Bautista et al., 2008; Fleming et al.,
2014; Griffith, 2015).
Atención de salud de la población LGBT
Las publicaciones encontradas sobre
atención de salud de la población LGBT
en las políticas de salud de la Región
se concentraron en Argentina, Brasil,
Colombia, Canadá y Estados Unidos.
De su análisis se destaca la necesidad
de superar la reproducción acrítica de
estereotipos e imaginarios sobre lo
masculino y lo femenino en las prácticas
médicas, así como en el diseño de
intervenciones para mejorar el acceso
a la salud de la población LGBT (Lasso,
2014; Caravaca-Morera et al., 2017; Ruiz
Lopez et al., 2015; Brown et al., 2014).
Como principal obstáculo se señaló la
relación inexistente o conflictiva entre las
personas trans (especialmente mujeres)
y los servicios de salud (Farji Neer,
2016; Cardozo Rocon et al., 2016). Esta
situación pone en grave riesgo sus vidas
ya que, frente a esta falta de respuesta,
optan por autoadministrarse hormonas y
autointervenirse corporalmente (Lasso,
2014). También se señala la articulación
deficiente entre los distintos servicios
hacia el interior de cada efector de
salud (especialmente entre servicios
81
 Transversalización de género en salud: avances y desafíos en
la Región de las Américas
“amigables” para personas LGBT y
otros) y entre diferentes efectores de
salud (Casal & Pugliese, 2009) y la falta
general de formación del personal de
salud en temas de género y derechos
LGBT (Caravaca-Morera et al., 2017;
Gruskin et al., 2007).
Trabajo no remunerado de cuidado y
cuidados de salud en el hogar
Las publicaciones encontradas sobre
trabajo no remunerado de cuidado
y cuidados de salud en el hogar en
las políticas de salud de la Región se
concentraron en Argentina, Brasil,
Uruguay y, en menor medida, en Canadá,
Chile, Colombia, Cuba, Estados Unidos,
México y Perú.
El análisis de las publicaciones reveló
que las mujeres cuidadoras informales
realizan una contribución invisible en
los sistemas de salud formal, llenando
espacios desatendidos por las políticas
en salud (Jofré & Mendoza, 2005;
Marante Pozo, 2014). La división sexual
del trabajo tradicional, la invisibilización
de la tarea, la sobrecarga de trabajo y
la escasa valoración social de la misma
ponen a estas mujeres en una situación
de gran vulnerabilidad (Batthyány et al.,
2017; Rozario, 2017).
Existen numerosos obstáculos a tener
en cuenta, entre ellos la falta de
investigaciones sistemáticas sobre el
impacto que tiene en la salud de las
15
El consumo problemático de sustancias tóxicas fue incluido centralmente bajo este tema.
82
mujeres su rol de cuidadoras informales
(Covarrubias & Andrade Cepeda, 2012;
Fernández & Herrera, 2016; Zunino et
al., 2016; Brazil et al., 2009), lo que no
permite dimensionar este problema
en toda su complejidad. También se
señala la falta de programas de políticas
públicas enfocados hacia el cuidado
de personas dependientes (adultos
mayores, personas con discapacidad,
etc.) (Oddone, 2014). Finalmente, quizás
el obstáculo más importante tiene que
ver con el fenómeno del envejecimiento
poblacional, que constituye una
realidad de dimensión mundial y que
exige soluciones para estas futuras
necesidades de cuidado (Meira et al.,
2017; Banchero & Mihoff, 2017).
Salud mental15
Las publicaciones encontradas sobre
salud mental en las políticas de salud
de la Región se concentraron en Brasil,
Canadá, México y, en menor medida, en
Colombia, Estados Unidos y Puerto Rico.
De su análisis se destaca la necesidad
de aplicar estrategias para mejorar el
acceso y la atención en salud mental con
una perspectiva de género, que logren
atender las necesidades específicas de
los diferentes grupos (Mackenzie et al.,
2006; Willging et al., 2006).
Entre los obstáculos se identificó la
resistencia de los hombres y personas
LGBT a reconocer problemas de salud

mental y pedir ayuda, lo que resulta en
una infrautilización de los servicios de
salud mental por su parte (Mackenzie
et al., 2006; Willging et al., 2006).
También se señaló la dificultad de
acceso a los servicios de salud mental
en el caso de las mujeres (Cabiya et
al., 2006; Belló et al., 2008; Müller de
Andrade et al., 2017) y por parte de la
Anexos
población rural (Willging et al., 2006),
lo que aumenta su vulnerabilidad. Por
último, otro obstáculo tiene que ver con
el desconocimiento de las políticas de
atención psicosocial existentes en varias
regiones tanto por parte de los usuarios
como de los profesionales de la salud
(Barbosa, et al., 2014; Da Graça Costa et
al., 2015).
83
 Transversalización de género en salud: avances y desafíos en
la Región de las Américas
Anexo 4
Experiencias de integración de la
perspectiva de género en salud
Bolivia: Rendición de cuentas para
el avance de las mujeres: audiencias
públicas municipales en salud; Dirección
de Medio Ambiente-Corporación Minera
de Bolivia (DIMA-COMIBOL).
La experiencia tuvo como propósito
asegurar la participación de las mujeres
en el proceso de rendición de cuentas en
salud en el municipio de Colquechaca.
Se buscó redefinir la redición de cuentas
e incluir a las mujeres en la planificación
y el monitoreo de las decisiones. Como
resultado de esta experiencia, hoy
se cuenta con una metodología que
incorpora la rendición de cuentas de
todos los programas de salud que se
ejecutan en los municipios para el
avance de las mujeres. En Colquechaca
se han realizado audiencias públicas
con una participación activa de las
mujeres y es evidente la mejora en
la infraestructura, el equipo y en las
actividades de prevención. Ya se busca
trasladar dicha experiencia a otras
comunidades. Disponible en: https://
www.paho.org/hq/dmdocuments/2013/
Rendicion-de-Cuentas-ESP-BOL-final.pdf.
Perú: Participación de mujeres y
hombres de Tutumbaru en la vigilancia
comunal de la salud maternoinfantil.
Ayacucho (Perú); Management Sciences
for Health.
En la comunidad de Tutumbaru existía
84
una escasa participación de las mujeres
en la gestión de los problemas de salud
y las decisiones eran tomadas por los
hombres. El propósito de la experiencia fue
incrementar la participación y presencia
de las mujeres en cargos de toma de
decisiones y promover el involucramiento
de los hombres en aspectos de salud
tradicionalmente asignados a las
mujeres. Como resultado, se logró que
tanto hombres como mujeres adquirieran
responsabilidades y control en la toma
de decisiones; en la actualidad, casi la
mitad de los miembros de la junta vecinal
comunal son mujeres y los hombres están
involucrados en la vigilancia de la salud
maternoinfantil, la planificación familiar y
la salud materna. Disponible en: https://
www.paho.org/hq/dmdocuments/2013/
espanol-BP-Peru.pdf.
Colombia: Maternidad segura en el
litoral pacífico caucano: camino hacia
un parto seguro y feliz; OPS Colombia,
Secretaría Departamental de Salud del
Cauca, Secretarías Municipales de Salud
de Guapi, López de Micay y Timbiqui,
Empresas Sociales del Estado de
Guapi y ESE Occidente, Red de Mujeres
Matamba y Guasa y Grupo de Parteras
del Pacifico Caucano.
Esta experiencia, que priorizó a
pueblos indígenas, comunidades
afrodescendientes y otras comunidades

desplazadas de la costa Pacífica
Caucana, se propuso capacitar a
parteras y agentes populares en la
identificación de factores de riesgo,
factores protectores y signos de alarma
de las mujeres gestantes y neonatos
para disminuir las barreras de acceso
a los servicios de salud. La capacitación
tuvo un enfoque de diversidad cultural
y étnica en su desarrollo por medio de
materiales educativos. Como resultado,
se logró identificar a la morbimortalidad
materna perinatal como un problema
de salud pública en estas comunidades.
Esta experiencia ha sido replicada
en otras comunidades haciendo
uso de los materiales educativos y
la dinámica previamente adoptada.
Disponible en: https://www.paho.org/
hq/dmdocuments/2013/MATERNIDAD-
SEGURA-COL-FINAL.pdf.
Uruguay: Cambio en la relación sanitaria:
modelo uruguayo de reducción de riesgo
y daño del aborto inseguro; Asociación
Civil Iniciativas Sanitarias.
Esta experiencia se propuso establecer y
monitorear una estrategia de reducción
de riesgos y daños a casusa del aborto
inseguro basada en la intervención
articulada de profesionales, equipos
de salud, comunidades de usuarios e
instituciones prestadoras de servicios.
Se desarrollaron guías clínicas con
información calificada y ética para que
cada mujer pudiera tomar una decisión
final sobre la continuidad o interrupción del
embarazo de manera libre, responsable y
segura, garantizando una atención integral
posaborto. Esta experiencia es adaptable
Anexos
en países con legislación restrictiva con
respecto al aborto. Disponible en: https://
www.paho.org/hq/dmdocuments/2013/
Publicacion-ESP-BP-Uruguay-2012.pdf.
Argentina: Promoción de la salud sexual
y reproductiva y prevención del VIH/sida
en adolescentes y jóvenes del conurbano
bonaerense; Fundación Huésped.
Esta experiencia se propuso generar
un programa integral para involucrar
activamente a grupos clave de jóvenes,
incluidos aquellos en situación de
pobreza, con VIH, indígenas y migrantes.
La experiencia se basa en evidencias
que demuestran las desigualdades entre
hombres y mujeres, especialmente
evidencias cualitativas. A partir de la
transformación de prácticas y actitudes
para ejercer el derecho a la salud sexual y
reproductiva, la experiencia buscó mejorar
la calidad de vida de hombres y mujeres.
Como resultado, se logró un incremento
en el número de consultas, especialmente
en hombres, en el nivel de conocimiento
y en el uso de preservativos. El proyecto
tiene un efecto multiplicador evidente en
la creación de la red regional “Jóvenes
Latinoamerican@s Unid@s en respuesta al
VIH/sida”, compuesta por aproximadamente
100 organizaciones en seis países de la
Región. Disponible en: https://www.paho.
org/hq/dmdocuments/2013/OPS-final--
ARG-ES.pdf.
Trinidad y Tabago: Prevención en
parejas discordantes heterosexuales VIH
positivo; Tobago Health Promotion Clinic
con apoyo de la OPS.
Las parejas heterosexuales discordantes
85
 Transversalización de género en salud: avances y desafíos en
la Región de las Américas
son un grupo en expansión con alto
riesgo de contraer VIH. En el país
no existían planes estratégicos
dirigidos a cubrir sus necesidades
en salud, particularmente, en cuanto
a la prevención y la salud sexual
y reproductiva. En este contexto,
la propuesta consistió en apoyar a
diversos grupos, incluyendo 100 parejas
discordantes VIH positivo, para reducir el
número de separaciones, reducir el grado
de violencia doméstica relacionada con
la enfermedad y proveer capacitación en
principios de resolución de conflictos.
La experiencia contribuyó a reducir la
ansiedad relacionada con la divulgación
del diagnóstico de VIH, especialmente
cuando este se relaciona con el
embarazo. Además, esta experiencia
logró expandirse a todo el país para
incluir madres VIH positivo y obtuvo
la participación de médicos privados,
miembros de la comunidad y líderes
religiosos.
El Salvador: Empoderamiento de
mujeres, individuos, familias y de embarazo adolescente, la escasa
comunidades para la reducción de la
mortalidad materna y neonatal con
participación de adolescentes y jóvenes;
Ministerio de Salud Pública y Asistencia
Social y la OPS.
Esta experiencia se llevó a cabo en el
Municipio de Nahuizalco en respuesta
a las grandes desigualdades en
población adolescente. La experiencia
busca promover la salud sexual y
reproductiva como un derecho a través
de una planificación participativa que
incluye el desarrollo de capacidades
86
para los usuarios del servicio de
salud, mejoramiento de la calidad
de los servicios de salud y trabajo
intersectorial (organizaciones de
la sociedad civil, municipalidades,
organismos gubernamentales y no
gubernamentales). La experiencia ha
logrado disminuir las tasas de mortalidad
materna, incrementar los controles
prenatales y partos institucionales, así
como reducir la mortalidad infantil.
Disponible en: http://www.paho.org/hq/
dmdocuments/2010/els_bp2010.ppt.
Argentina: Reducción de riesgos y
daños en salud sexual y reproductiva
en el marco de la atención integral de
adolescentes, con igualdad de género
y promoción de derechos; Hospital
General de Agudos Cosme Argerich y
Fundación para la Salud Adolescente del
2000 (FUSA 2000).
Esta experiencia benefició al 15% de
los adolescentes migrantes, hombres y
mujeres de Buenos Aires. El programa
surgió en respuesta a las altas cifras
prevención en los temas de salud sexual
y reproductiva, y las consultas por
complicaciones de abortos inducidos.
A través de talleres de sexualidad,
género y derechos en las salas de
espera se creó un espacio de consejería
pre y posaborto. Los talleres abordan
situaciones de la vida cotidiana de los
adolescentes. Los resultados muestran
el número de talleres ofrecidos, el
número de adolescentes que han
participado (desglosados por género), y
el incremento de los adolescentes que

buscan consejería, así como el descenso
en las complicaciones relacionadas con
el embarazo.
Brasil: Programas H y M: involucrando
a hombres jóvenes y empoderando
a mujeres jóvenes para promover la
igualdad de género y la salud; Promundo.
Busca beneficiar a jóvenes de escasos
recursos económicos de Río de Janeiro
y comprometerlos en reflexiones
críticas acerca de las normas de género
y su relación con su salud sexual y
reproductiva, la violencia de género y
otros temas de salud. La experiencia
hace uso de actividades educativas
grupales para jóvenes y utiliza como
refuerzo la transmisión de una radio
novela que aborda temas como el
embarazo no planificado, el uso del
condón y la paternidad adolescente.
Estudios de evaluación de impacto
muestran que, tras su participación
en el programa, los hombres jóvenes
muestran una mayor aceptación del
trabajo doméstico, mayores tasas de
uso del condón y bajas tasas de violencia
contra la mujer. Disponible en: https://
promundo.org.br/wp-content/uploads/
sites/2/2015/01/El-Program-H-y-el-
Programa-M-Evaluacion.pdf.
Bolivia: Atención primaria de salud con
enfoque de género (Servicios de Salud
Estrella); Servicio Departamental de
Salud La Paz - Ministerio de Salud y
Deportes, y la Representación de la
OPS/OMS-BOL.
Este programa beneficia a mujeres
migrantes, indígena aymara, en
Anexos
condiciones de pobreza, en sectores
urbanos del Municipio de La Paz. La
iniciativa surge ante la baja cobertura
y participación de las mujeres en la
atención y prevención de enfermedades
debido a la discriminación, el trato
y las necesidades insatisfechas de
salud. A través de la coordinación
con proveedores de los servicios de
salud y grupos de mujeres, lograron
transformar los servicios para dar
respuesta a sus necesidades específicas
desde un enfoque intercultural. Como
resultado, aumentó la cobertura de
atención, especialmente para el parto.
Brasil: Empoderando familias para
combatir la violencia doméstica en Brasil;
Universidad Federal de Sao Carlos,
Brasil, Unidad de Salud Escolar (USE),
Laboratorio de Análisis y Prevención de
Violencia (LAPREV).
Esta experiencia comenzó en las
comisarías de policía de la ciudad de
São Carlos para después incorporarse
al sistema de salud, donde abordó
la atención y prevención de las altas
tasas de violencia. El programa,
que representa una alianza entre la
universidad y la municipalidad, trabajó
con madres, padres, e hizo seguimiento
a 800 beneficiarios, con el objetivo de
cambiar sus comportamientos violentos
y la relación con sus hijos. Los resultados
incluyen una disminución en las relaciones
violentas y mejoras en la habilidad de los
proveedores en detectar y abordar casos
de violencia. Disponible en: http://www.
americalatinagenera.org/documentos/
experiencias/211-empoderando_familias_
87
 Transversalización de género en salud: avances y desafíos en
la Región de las Américas
para_combatir_la_violencia_domestica_
brasil.pdf.
Bolivia: Construyendo puentes entre la
comunidad y los servicios de salud con
enfoque de género e interculturalidad;
Programa de Coordinación en Salud
Integral (PROCOSI).
Con un énfasis en el empoderamiento
de las mujeres, la participación
comunitaria, y la perspectiva cultural y
de género, esta iniciativa ha contribuido
a reducir la mortalidad maternoinfantil
en los municipios de Calamarca (La
Paz) y Morochata (Cochabamba). Las
promotoras comunitarias y mujeres
locales exigieron y consiguieron acceso
a una mejor atención de salud mediante
el aprendizaje acerca de la salud
reproductiva y sus derechos humanos.
También consiguieron que participaran
los hombres, las autoridades
municipales y los proveedores de salud,
88
generando de esa forma mayor apoyo y
atención a sus derechos y demandas.
México: Incorporación de la perspectiva
de género en el programa nacional de
prevención y control de diabetes mellitus;
Centro Nacional de Equidad de Género y
Salud Reproductiva de la Secretaria de
Salud de México.
Esta iniciativa, que se aplicó en todo
el país, se enfocó en la diseminación
de información de las mejores formas
de manejar las conductas y efectos
diferenciales entre hombres y mujeres
respecto a la diabetes. La iniciativa
forma parte de la campaña nacional
“Los hombres y las mujeres estamos
tomando medidas”, que incluyó
la diseminación de información
específica para hombres y mujeres
y para el personal de salud, a fin de
mejorar la cobertura sanitaria de esta
enfermedad.
 La transversalización de género, una estrategia para institucionalizar
acciones orientadas hacia el logro de la igualdad de género ha sido
aplicada en los países de la Región de las Américas desde la década
de 1990. A pesar de los avances hacia la igualdad de género, tanto en
el ámbito de la salud como de sus determinantes sociales, el proceso
de transversalización presenta desafíos que precisan ser conocidos,
analizados y abordados.

Este documento presenta un análisis de los diversos componentes de la

estrategia de transversalización de género aplicado al ámbito de la salud.
Aporta conclusiones sobre las experiencias, logros y desafíos de los
países, e identifica acciones transformadoras y factibles hacia el futuro.
Algunos de los componentes de la estrategia que ameritan ser resaltados
en su abordaje incluyen el trabajo multisectorial, la identificación
de las intersecciones de género con diversos factores de exclusión y
discriminación, el fortalecimiento de la participación de la sociedad civil,
la actualización de los marcos normativos con asignación de recursos y la
consideración de la diversidad de las poblaciones, entre otros.

Un aceleramiento en la implementación de los componentes de la

estrategia de transversalización de género en el ámbito de la salud,
de manera integral y homogénea en los países, requiere de marcos
institucionales en conjunto con programas específicos basados en
resultados. Para el sector de la salud esto amerita nuevos compromisos
dirigidos a alcanzar el empoderamiento de las mujeres y procesos de
rendición de cuentas apoyados por la Agenda 2030 para el Desarrollo
Sostenible. La Organización Panamericana de la Salud espera que la
información contenida en este documento motive nuevas respuestas
que permitirán el logro de la igualdad de género en el ámbito de la salud.

ISBN 978 92 75 321614

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