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RESURGIR DE LA MISTICA
POR JUAN BOSCH, MANUEL CIURANA, ANTONIO DUATO, AUGUSTO
GUERRA, MAXIMILIANO HERRÁIZ, PEDRO M. LAMET, CAMILO
MACCISE, M~ JESUS MANCHO y JUAN MARTIN VELASCO.
IGLESIA
REVISTA DE PENSAMIENTO CRISTIANO
VIVA
IGLESIA VIVA
Núm. 161, septiembre-octubre 1992
Página
ESTUDIOS
.
t
Experiencia mística y experiencia del hombre y del mundo. Por
Juan Martín Velasco ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
La experiencia universal de noche oscura. Por Augusto
Guerra... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
431
447
Libertad personal y pertenencia eclesial del místico. Por
Maximiliano Herráiz ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... 475
Carácter ecumémino del resurgir místico de hoy. Por Juan
Bosch ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... 491
LA. El encuentro de la Teología de la Liberación con la Mística. Por
Camilo Maccise . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 509
NOTAS
San Juan de la Cruz, prototipo de escritor místico. Por María
Jesús Mancho... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... 525
Marcel Légaut: modernidad y vida espiritual. Por Antonio
Duato. ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... 531
San Juan de la Cruz: un místico para el año 2000. Por Manuel
Ciurana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 539
pRnsnNrlcróN 429
Maestro y guía, en la apasionada vivencia y lúcida afirmación racio'
nal de esa experiencia mística, con toda la escurridiza ambigüedad de
ambos términos, qu9 le adentra en el más profundo centro de su ser,
"localizado" en el TU divino fundante. Y esto con todas las dificultades
que encontramos nosotros hoy para "hacernos" con su pensamiento en
el intento de alumbrar una espiritualidad para nuestro tiempo (JUAN
MARTíN VELASCO).
Maestro guía, personalidad sin fisuras, granítica, de la libertad y per-
tenencia a un grupo confesional, sin exilios soberbios, apátridas, ni co-
muniones personalizantes y personalizadas, "iurídicas", armonizando en
tensión vital la fe subjetiva y la fe objetiva, de la que se hace garante la
comunidad eclesial. Sitúa la libertad y peftenencia en el nivel profundo
de la personalización de la fe con su esencial dimensión comunitaria.
Pertenencia cualificada: por eso, problemática para la institución. Liber-
tad liberada: sacramento delamor (MAXIMILIANO HERRAIZ).
Que el místico Juan de la Cruz padezca las sqrvidumbres propias de
su tiempo y de su cultura, de su específica vocación, no será obstáculo
para que acompañe en el dialogar iluminador de nuevas reorden?ciones
de la vida espiritual y de la presencia más significativa de los cristianos
en su medio. El místico genuino se encuentra y con él se encuentran
quienes no creen que todo está ya vivido y dicho, encarnado. De Cristo,
novedad absoluta, le queda a la lglesia'fodo lo más por decir y aun por
entender" (C 37,4). Dios es "ínsulas extrañas", toda la extrañez del mun'
do (C 14,8) (JUAN BOSCH). Buen ejemplo de este encuentro es la espi-
ritualidad de la liberación antes que teología!- que
-¡espiritualidad
está empeñada en encontrar en los místicos del XVI español, muy con-
cretamente en San Juan de la Cruz, "el futuro de nuestro pasado" (CA-
M\LO MACCTSE).
A San Juan de la Cruz, a¡tista consumado del lenguaie, desde la li-
teraturay filología y desde la teología menos rígidamente hormada por
el dogmatismo de escuela o el otro, acuden también quienes intuyen y
gustan una palabra indicadora más que encerradora del misterio. Juan
de la Cruz refresca y desdogmatiza la expresión de la fe. E invita a ser
creadores de esa plata palabra- que encubre y oculta el oro de la
-laMANCHO).
fe: Dios mismo Wa JESÚS
Será siempre gratificante, además de una confesión real del Dios
"siempre escondido", inasible, medirse con un místico de la talla de Juan
de la Cruz, "espíritu incandescente", "en vuelo" de lo que queda por des-
cubrir y gustar del Amado-Dios y del yo, "profundas cavernas del sentido".
430 PRESENTACION
E STUDIOS
EXPERIENCIA MÍSTICA
Y EXPERIENCIA DEL HOMBRE
Y DEL MUNDO JUAN MARTÍN VEI"ASCO
ruANMARTÍNVEI"ASCO 43t
Los creyentes, por su parte, dispuestos a admitir que la experien-
cia de Dios conduce a la más perfecta realización del hombre tenderán
a situar al místico en la hornacina a la que 1o elevaúa una gracia ex-
traordinaria de Dios, irremediablemente lejos de la realización de lo
humano accesible al común de los creyentes. SerÍa, pues, un personaje
en el que se admirarían las maravillas que Dios es capaz de hacer en
eI hombre, un ideal inasequible, irrealizable, para los que se ven for-
zados a vivir en medio de las ocupaciones, las luchas, las alegrías y las
penas de la vida ordinaria.
Dejemos para más adelante otros aspectos del problema. Los hasta
ahora aludidos bastan para mostrar que cualquier redescubrimiento de
la mística en nuestro tiempo, cualquier intento por mostrar su actuali-
dad, pasa por la consideración del problema de la relación de Ia expe-
riencia mística con la afrrmación y la realización del mundo y de la
vida del hombre. En lo que sigue proponemos algunas reflexiones en
torno a este problema fundamental a propósito de San Juan de la Cntz.
Más interés pueden tener para deshacer esa impresión algunos de-
talles recogidos por los biógrafos y sobre todo expresiones
-cierta-
mente contadas pero muy signifrcativas- contenidas especialmente
en sus cartas. A ellas nos referiremos como argumentos ad hominem
al comentar su doctrina de La subida y La noche oscura.
Pero tal vez, más que perderse en razones de dudosa eficacia con-
venga anotar que, tras señalar la diferencia de mentalidad de su siglo
con el nuestro que explica probablemente algunas carencias, es preci-
so conceder que San Juan de la Cruz aparece ciertamente como "un
gran simplificador"; que ciertamente no concede relieve ni importancia
a los acontecimientos sociales y políticos de la vida en la sociedad; que
tampoco parece prestar gran atención al aparato eclesiástico y sus re-
(4) 3 S 35-.t4
(5) CRISóC.ONO DE JESÚS, \1da de San Juan de la Cruz. Madrid, La Editorial Ca-
tótica, 1982 G.A.C.), pág.274.
(6) Cdntico (B) Prólogo 1,2'
(7) Para un análisis detallado remito a las obras de FERNANDO URBINA: La perso-
na hwnana en san Juan d.e la cruz. Madrid, Instituto social León XIII, 1956, y comen-
tario a "Noche oscura del espírítu" y "subida al Monte carmelo". Madrid, Marova,1982.
(8) 1 N 10.
(9) 1 S 6-11.
(10) 3 S 25,6.
(11) 2 N 16,12.
(12) 1 S 11-12.
(13) 1 S 4ss.
(1a)2ysS.
(15) 1 S 13.
(16) 3 s 2,7-8.
(17) 1 S 3,4.
Pero creo que más de un lector actual de San Juan de la Cruz tie-
ne dificultades para contentarse con esta respuesta de suyo satisfacto-
ria. Aún aceptada cordialmente como válida, a no pocos de sus lectores
nos surgen dudas sobre el valor e incluso la legitimidad de algunas de
las expresiones de fray Juan. Por eso talvez no sea inútil que nos en-
frentemos con ellas y les busquemos una explicación.
(23) G. MOREL, Le sense d.e l'existence selon Jean d.e la Croix. Paris, Aubier, 1960
vol II, pág. 158.
(24)25r2,4;258,3.
(25) 3 S 12,1.
(26)L A,3,4s;3,44; Ep 13.
Pocas teologÍas han conseguido una expresión tan rica y tan üva
de 1o que es el núcleo de la experiencia religiosa y, más concretamente,
de la experiencia y la doctrina cristiana, como la síntesis que ofrecen
los escritos de San Juan de la Cruz. Pero un lector de nuestros días
tropieza de vez en cuando en esos escritos con expresiones que, priva-
das de todos Ios matices que les confiere el conjunto de la obra, pare-
cen traslucir una afirmación unilateral y, por tanto, inadecuada de la
trascendencia que pone en peligro la consistencia y la valoración de Ia
realidad mundana.
(27) L L,32.
(28)D 29.
(29)L 1,12.
(30) 2 S 5,7.Lpassim.
(31) 1 s 4,3-7.
(32) 1 s 5,8.
(33)1S5,4; 1S5,5.
(34) 2 S 6,2.
(35) 2 S 6,4.
(36) 1 S 5,5.
(37) 2 N 11,4.
(38) 3 S 23,1.
(39) Cf. S. Th. IIa IIae, qq 25-26. Referencia a ellas en J. POHIER , Dieu, fractures.
Paris, Seuil, 1985, págs. 337ss.
ruANMARTÍNWLASCO 451
en que Dios mismo pone a todo lo creado por el hecho de crearlo. Pien-
so que, aunque comprensibles en el conjunto de la síntesis del santo,
expresiones como las que descalifican los bienes temporales como vani-
dad y engaño, si se los considera de otra forma que como meüos para
el amor de Dios (40), inducen una üsión de la vida en la que la relación
con Dios no sólo constituye el centro sino que devora y consume todas
las otras realidades y relaciones haciendo perder a la creación y al
hombre la natural polifonía de que les ha dotado el creador. ¿Cómo en-
tender la alusión a las personas espírituales que teniendo dones natu-
rales "alcanzarol a Dios con oraciones que las desfigurase por no ser
causa y ocasión a sí o a otras personas de alguna afición o gozo vano"?
(44) 3 S 31.
(45) 2 S 22,14.
(1) Cf. A. AMUNARRIZ, Dios en la Noche. Lectura d¿ la Noche oscura de san Juan
d.ela Cruz. Edit. S. Lorenzo de Brindisi, Roma 1991. Recoge amplia bibliograffa, tanto en
la bibliograffa general (págs. 17-36) como en el interior del estudio.
(2) F. RUIZ, Místico y maestro. EDE, Madrid L986, pág.223.
(3) En cualquier caso, conviene tener una idea sintética de Noche oscura o Noche pa-
siuo. El lector encontrará esta noción sintética en F. RUIZ, o.c., págs. 234-235. No entra-
mos aqú en la discusión sobre si Nocá¿ es una etapa en la üda (aunque pueda repetirse)
o es una dimensión durante toda la edstencia. Probablemente ambas posturas son co-
rrectas: se trata de wa d,itnensión qlue en ¡nomentos d.eterrninados se manifresta y realiza
con mayor intensidad'
(4) No deja de ser curiosa, en todo caso, Ia afirmación que hace san Juan delaCrrz,y
la lectura que se hace de Ia misma. Escribe Juan de la Cruz: "para que un alma llegue al
estado de perfección, ordinariamente ha de pasar primero por dos manerds principales
de noches" (1S 1,1). Federico Rüz subraya: "ha de pasar primero". ¿Por qué no subrayar
ordinariamente, o al menos dejar la frase en su tono normal? Hay que reconocer, no obs-
tante, que la mente del conjunto de la obra del Santo parece clara: Noche oscura (=No-
che pasiua) es necesaria.
(5) He intentado llamar la atención sobre este punto en "Para Ia integración existen-
cial de la Noche oscura", en Experiencia y pensamiento en San Juan de la Cruz. EDE,
Madrid 1990, págs. 228-231.
Por otra parte, sin embargo, y desde esta misma honradez, hay
que tener también en cuenta otra realidad metodológica en el Santo:
San Juan de la Cruz no es tan lógico como puede aparecer y como nos
le han presentado tradicionalmente. Y esa falta de lógica se proyecta
también sobre eI marco de Noche oscura. Tenemos derecho a tratar a
Juan de la Cruz con lógica, hacerle lógico, y hacer que diga lo que, por
las razones que sea, se ha callado, porque ese silencio resulta, al me-
nos en nuestros días, negativo para su propio sistema'
En efecto, la lógica sanjuanista forma parte del mito, y tiene múl-
tiples frsuras. El santo trizo y deshizo üvisiones sin advertirlo (6), pro-
metió consideraciones que no cumplió, fue incapaz de integrar su dis-
curso en los esquemas a los que continuamente se refirió, y cambió de
frnalidad libros enteros, a pesar de haber explicado en ellos 1o que pre-
tendía (7). De esta falta de lógica partimos para sospechar, metodoló-
gicamente en un principio, que quizá también en el marco de Noche
oscura haya podido pasar lo mismo, o que nosotros mismos, en el espí-
ritu claro de la lógica de Juan de la Cruz, podamos ampliar el marco
de Noche oscura sin ser infieles al Santo. Más aún, Ie aJrudaremos a
ser lógico en un momento en que la lógica se le ha escapado.
La lógica pide que si Noche oscura pasiua, siempre para
-Noche
entendernos- recae sobre el gozo en los bienes espirituales penosos,
no se ve por qué razón¡o tendría que recaer también sobre el gozo eL
los restantes géneros de bienes. Y no se ve, sencillamente, porque la
Noche pasiua es necesaria, según el santo, para acabar la obra de No-
che actiua. Y, por lo tanto, todo lo que es objeto deNoche actiua,debe
(8) Otras anotaciones importantes como la unidad de las tres potencias, las tres virtu-
realizan laNoche, etc. nos alargarÍan demasiado aquí.
des teologales que son las que
(9)LaNoche oscura de san Juan de la Cruz ha estado a Ia base de varias obras últi-
mamente escritas, o al menos les ha prestado el título y un cierto ambiente. Cf F. RUIZ,
"EI símbolo de la Noche oscura', en Reuista de Espiritualidad, 44, L985, págs. 83-84.
También S. PAYNE, John of the Cross and the Cognitiue Value,l{ltwer Academic Publis-
hers, DordrechülBoston/London 1990, pág. 1. En este sentido se ha intentado dibujar al-
gunas noches oscuras de personas, situaciones o pueblos en nuestros días. Son "ejemplos"
que pueden multiplicarse, y que podrían prestar una a¡'uda significativa a las personas, al
tiempo que darían a Noche oscura ufi tono de realismo que encierra, pero no se manifiesta.
3. ''NOCHE DE CONTEMPI,ACIÓN'
Hemos dicho que todas esas mediaciones pueden ser luz contem-
plativa. No afirmamos que lo sean sin más. Tampoco aquí podemos
convertirnos a otro automatismo ingenuo. Para que esas mediaciones
transmitan de hecho la iluminación que purifica es necesario tener en
cuenta estas palabras de Juan de Ia Cruz: "si le dan lugar" (lN 10,6).
También aquí hay que ser realistas, porque si no caeremos en otros
errores tan lamentables como aquellos en los que puedan haber caído
otros. IJna persona puede leer una crítica a su actividad y puede suce-
der que tome una de estas dos posturas: que se cierre en banda, sin
admitir ya por principio que él puede equivocarse; que lea esa cútica
asumiendo con rabia que esa lectura es el sapo del día; que incluso lea
meditando una forma de contestación fáctica de su crítico (éste se va a
acordar...); que la lea con el único criterio de que van a acabar con su
carrera; que todo es una trama contra él; que no hay derecho; que él
merece otra cosa, etc. O puede suceder que preste el oído del corazón a
esa palabra crítica que le va iluminando su actividad y a través de la
cual puede ir descubriendo que no ha sido noble, que se ha eqüvocado,
que sus actuaciones tienen que ser diversas, etc. SóIo en este segundo
caso el rayo de luz venido de fuera puede ir haciendo cambiar los crite-
rios y la vida de una persona.
El rayo de luz, o de tiniebla (es lo mismo), estará en estas situacio-
nes creando un marco de üda difícil, doloroso. Si a nadie le amarga un
dulce, sucede también 1o contrario. No será fácil para unos romper con
estructuras que le están engullendo y dentro de las cuales casi inelu-
diblemente va a continuar obrando meüocridades, falsedades, renco-
res, envidias, trivialidades, etc. Cuando se ha entrado en la trama de
una familia, de una raza, de una condición social, de unas luchas polí-
ticas, de unos ambientes más o menos sofrstificados, etc., dejar ahí
paso a la palabra crítica venida de fuera es muy diffcil y espontánea-
mente será juzgada como agresión. Afinar el propio juicio a la luz de
criterios más humanos resulta psicológicamente imposible y difíeil-
mente se libera uno del sentimiento de desagradecimiento, de traición
que viene ala cabeza o al corazón antes de hacerlo y obrar en conse-
cuencia. Y todo esto, tanto la reacción negativa como la positiva, admi-
te unos niveles muy diversos, desde la reacción mínimamente correc-
ta, hasta la más profunda. El difícil tema del discernimiento
(probablemente el más difícil) queda aquí a la puerta. No sería correc-
to tratarlo en unas líneas, diciendo que esencialmente este discerni-
miento debe hacerse desde los efectos que cualquier llama de contem-
EstaNoche oscurq,, que parece tan deleznable, tan baja, tan pedes-
tre, etc., puede resultar tan horrenda y cruel como las que describe
conceptualmente Juan de la Cruz. Y tan difícil como cualquier otra.
Con ello, no se rebaja Noche y, desgraciadamente, no aumenta tanto la
aceptación de Noche. El movimiento inmediato de los nocturnos es
huir hacia la claridad, o al menos estar seguros en la oscuridad. Lo de-
más, el nocturno lo rehuye instintivamente, y no parece que crezcan
sentimientos contrarios por generación espontánea.
CONCLUSIONES
Las páginas de Noche oscuro, siguen siendo "páginas enigmáticas",
con un embrujo particular pero con escasa claridad. Probablemente no
tuvo claridad ni el mismo Juan de la Cruz. De cuanto precede, se po-
drían sacar estas conclusiones:
1. No hay Noche, sino noches, noches con ma¡niscula o con minús-
cula, pero en cualquier caso noches en plural. Hacer este camino in-
verso al que recorrió Juan de la Cruz parece esencial.
2. Juan de la Cruz manifiesta una predilección rayana en Ia ex-
clusividad por la Noche que tiene lugar en la purifrcación de los bienes
espirituales. Los demás bienes quedan relegados al olvido.
3. La lógica interna del sistema saqjuanista exige la ampliación
de ese ámbito o marco de Noche a otros muchos objetos. Además, una
lícita extrapolación pide que entre esos objetos no falten las situacio-
nes nuevas (generales o particulares) o novedosamente percibidas.
4. No se da Noche oscurq. sin contemplación. Pero también el con-
cepto de contemplación debe extenderse a toda iluminación que venga
de fuera y que, seriamente acogida, permita trabajar en la purifrcación
y transformación progresiva, a diversos niveles, de la persona afectada.
LIBERTAD PERSONAL
Y PERTENENCIA ECLESIAL
DEL nnÍsrrco MAxIMILIANo HrRnxz
(1) JOSÉ C. NIETO, Místico, poeta, rebelde, santo: en torno a S. Juan de la Cruz.
Fondo de Cultura Económica, Madrid 1982. Este estuüo, como el mismo autor precisa,
nos acerca a S. Juan de Ia Cruz desde la perspectiva de la "paradoja": "I'[o se trata de
ciertas paradojas, más o menoa, sino de una consistencia paradójica que constituye la
trabazón y el armazón sanjuanista en vida, experiencia y pensamiento" (pág. 36). En eI
mismo libro incluye un artículo suyo en el que presenta al santo como "rebelde sumiso".
2. EL MÍSTICO, SACR.AMEI{TO
DEL "DIOS SIEMPRE MAYOR"
"Dejar", "salir de", "no coger" ni hacer asiento en nada que no §ea
DIOS en su insondable misteriosidad Personal,"éI sólo",,"é1 todo"; "pa-
sad','rtegar" carácter de ultimidad a todo lo que no es El, aunque sea
Ae É1, reconocer que aun las más altas noticias y califrcadas experien-
cias "no son Dios, ni tienen que ver con é1" (C 1,3), esla consecuencia
de la aceptación de un Dios "escondido', inconceptuable, inasible en sí
por la experiencia más sublime y por la más vigorosa penetración inte-
iectual. 'iSuma desnudez y libertad de espíritu" vienen identifrcadas
en el epígrafe Subida, y como requisito "para la unión", es decir, para
la realización vocacional de la esposa-iglesia, humanidad y de la per-
sona individual. "Para entrar con más libertad en esta tierra de pro-
mesión de la unión divina" (1S 11,7), se requiere la liberación de toda
servidumbre, porque ésta "ninguna parte puede tener con Ia libertad,
la cual no puede morar en el corazón sujeto a quehaceres" (1S 4,6).
3. EXPERIENCIA SUBJETTVA
YREVEI,ACTÓN OEJETTVE
I
res", "que si pensase había para qué, yo me la iría a buscar" (V 33,5).
¡Y obedecerla críticamente! A una cosa y otra la exhorta el mismo
I
I
I
San Juan de la Cruz, según su estilo, como teniendo ante los ojos
esta experiencia teresiana, eleva a categoría de principio esta apertu-
ra al diálogo discernidor, con la mediación del hombre, de la comuni-
dad, de toda experiencia mística: "Porque es Dios tan amigo que el go-
bierno y trato del hombre sea también por otro hombre semejante a él
y que por razón natural sea eI hombre regido y gobernado, qwe total-
mente quiere que a las cosas que sobrenaturalmente nos comunica no
las demos entero crédito no hagan en nosotros confrrmada fuerza y se-
gura, hasta que pasen por este arcaduz humano de Ia boca del hom-
bre". Y añade inmediatamente subrayando ahora la tendencia al diá-
Iogo que imprime la misma gracia mística:'Y así, siempre que algo
dice o revela al alma, lo dice con una manera de inclinación puesta en
la misma alma, a que se diga a quien conviene decirse" (25 22,9).
(2) Juan de la Cruz frrmaía con gusto las palabras de E. SCHILLEBEECIO(: "Cada
vez entiendo menos la distinción clásica entre nDios en sí mismo, y "Dios para nosotros""
(Jesús en nuestra cultura. Mística, ética y política. Sígueme, Salamanca 1987, pág. 35).
Dar Dios, y solo Dios, "a quien ella quisiera de voluntad". Ni mejor,
ni más. se puede decir del servicio evangelizador del creyente y de la
Iglesia: dar Dios a los hombres, "sacramentalizar" el misterio intratri-
nitario, "}aacer.'sacramentalmente presente a Dios sa l¿ historia, sien-
do pura transparencia, creíble.
cenÁcrnn rccunnÉNrco
DEL RESURGTn nnÍsrrco
DE HOY ruAN BOSCH O.P.
(1) Para una visión muy completa de los diálogos teológicos de Ia Iglesia Católica con
las otras Iglesias cristianas, véase GONZí,IEZ, A. (ed.), Enchiridion Oecumenicum,
Universidad Pontifrcia de Salamanca, Salamanca, 1986.
(2) La literatura sobre el diálogo interreligioso es abundantísima. Recordamos algu-
nos títulos en castellano aparecidos recientemente: KÚNG, H. (ed.), El cristianismo y
las grandes religiones, Europa, Madrid, 1987; Proyecto de una ética mundial, TYotta,
Madrid, 1991; SANS, 1., Hacia un diálogo religioso mundial, Mensajero, Bilbao, 1992;
TORRES QUEIRUGA, A., El ditilogo d.e las religiones, Sal Terrae, Santander, 1992; PA-
NIKKAR, R., Autoconciencia cristiana y religiones, en'Fe cristiana y sociedad" 26, Ma-
drid, 1989, 199-267 .
ruANBOSCHO.P. 493
dimensiones místicas y muestra un cierto recelo ante una religiosidad
que había primado los elementos dogmáticos e institucionales'
(5) KÜNG, H., ¿Existe Dios?, Cristian<tad, Madrid, t979, 752-765; CARRÓN, J., ¿o
religión uuelue a estar de moda, en "Communio" (mayo-junio 1991), 192-193; BOSCH, J.,
IJn capítulo especial d.el "reuiual religioso". Los NMR en España, en "Razón y Fe", 110
(1991), 390-403.
(6) Entre otros muchos trabajos, recomendamos BúHLMANN, W., La tercera lglesia
a las puertas. Paulinas, Madrid, 1976, 263-283. Especialmente 281-283.
(8) ESTRADA, J.A., El retorno d.e las certezas en la lglesia: dcl diólogo a la confron'
tación, en "SaI Terrae", 947 (lgg2), 447-456; IADRIÉRE/LUNEAU (eds.) I¿ retour des
certitudes, Le Centurion, ParÍs, 1987.
(9) BOSCH, J., Para comprender el ecumenismo. Verbo Divino, Estella, 1991, 29-31;
154-158.
(11) JOHNSTON, W., ¿l ojo interior del ¿mor. Paulinas, Madrid, 1987, 61.
(12) Para algunas precisiones sobre el lenguaje místico véase, C¡¡MrF,Z CAFFARENA,
J., Lenguaje sobre Dios, Fundación Santa María, Madrid, 1985, principalmente 19-24;
MIETH, D., Mística, en Eicher, P. (ed.), 'Diccionario de conceptos teológicos", vol. II. Her-
der, Barcelona, 1990, 95.
500 MÍSTICAYECUMENISMO
La pregunta se desplaza. ¿Las categoías cristianas de mediación
son totalmente adecuadas y únicas para expresar el misterio inefable
de Jesucristo? ¿Jesucristo mediador universal y el único nombre
-el
dado por Dios como reclama para sí la tradición cristiana- es sóIo ex-
presable según las formulaciones clásicas del cristianismo tradicional?
O en otros términos, ¿pueden las mediaciones hinduistas o budistas ser
vehículos ciertamente también y seguramente en mayor gra-
-aunque
do, inadecuados- para una experiencia de lo divino en la que Jesucris-
to ---+omo mediador universal- estuviese explícitamente presente?
(13) DUPUIS, J., Jesucristo al encuentro d,e las religionzs. Paulinas, Madrid, 1g91
(14) DUPUIS, J., o.c.,97-98.
ruANBOSCHO.P. 503
din ven el misticismo como el centro mismo de Ia auténtica experien-
cia religiosa. Los orientalistas lo ven como la clave para la compren-
sión de las religiones de Oriente. I lo más significativo de todo, miles
de hombres y mujeres de a pie, sintiéndose llamados.a una vida pro-
funda de meditación y oración, vuelven su atención hacia la experien-
cia mística. Por todas partes, el misticismo está en el aire que respira-
mos; y promete estarlo todavía más en el aire de la nueva era hacia la
que nos dirigimos" (18).
a./ Pero el método dialéctico sí puede ser usado por nuestros teólo-
gos. ¿Acaso el primer Barth no empleó la dialéctica, aunque dándole
otro juego bien distinto del que aquí sugerimos?
(22) Un buen estudio sobre el diálogo, CRACIO{ELL, lL, Tbwards a New Relationship
(Christians and. People of Other Faith), Epworth Press, London, 1986, principalmente
110-127.
(23) DELAHOUTRE, M., Mística, en Poupard, P. (ed.). "Diccionario de las religiones",
Herder, Barcelona, 1987, 1119.
506 MISTICAYECUMENISMO
sias va a depender de la lucidez y receptiüdad de nuestros teólogos y
de las respectivas jerarquías eclesiásticas. El contexto de la religiosi-
dad actual favorece tal posibilidad. Hemos hecho ciertas referencias al
reconocimiento que algunos teólogos de diferentes Iglesias dan al en-
cuentro con las corrientes místicas de las religiones de Oriente. Lo
mismo cabrta decir de Ia mística sufÍ del mundo islámico. A niveles
muy humildes están dando sólo los primeros pasos- el futuro
dirá cuáles son-se
las aportaciones váIidas de algunos de los llamados
Nueuos Mouimientos Religiosos (24). El aprecio, por ejemplo, de Ia
mística española por parte de cristianos de otras confesiones es evi-
dente. Libros clásicos como El crisol del an'¿or. La rnística de Santa
Teresa y de San Juan de la Cruz, del anglicano E.W. Tbueman Dicken,
o el Son Juan de la Cruz, espíritu de llama del también anglicano
Allison Peers, son indicio de que Ia mística ha superado fronteras que
todavía desde otras instancias están por realizarse.
Se nos habrÍa malinterpretado si las reflexiones precedentes invi-
tasen a tomar posturas acríticas ante la multiplicidad de expresiones
que hoy se presentan como místicas. Somos conscientes de que las ac-
titudes ingenuas nada favorecen tanto en el diáIogo ecuménico como
en cualquier otro campo del espíritu. Sólo un discernimiento leal
-en
el que la racionalidad y el sentido común tienen también una palabra
que decir- podrÍa hacer viable algunas de las sugerencias apuntadas.
(27) I(ÜNG, H., Hacia una teología ecuménica de las religionzs, en "Concilium" 203
(1986), 152-153.
508 MÍSTICAYECUMENISMo
ESTUDIOS
EL ENCUEI{TRO
DE r,a rnol,ocÍe on r,A LrBEnecrÓN
coN r,n uÍsucA cAMrLo MACCTsE
Teología de la Liberación
como praxis y reflexión cristiana
II.
DOS PUI{TOS DE ENCUEI{TRO
EI{TR^E TEOLOGÍA DE I,A LIBERACIÓN Y VTÍSITCA
(2) Puebla,31.
(3) 1ó. 196
I
I
t
a conocer esa presencia suya priülegiada en los más débiles y pobres
(cf Mt 25, 42-43). Esta identificación particular de Cristo con los po-
bres convierte la experiencia del pobre en una experiencia de Dios des-
de la fe. Un Dios que en ellos se revela en su Hijo hecho hombre, sier-
vo de Yahvé, débil, necesitado, desamparado, perseguido. Ese pasaje
del evangelio en el que tan fuertemente se identifica Jesús con los po-
bres, explica el por qué las obras de servicio a los demás constituyen
"el criterio y la medida con que Cristo ha de juzgar incluso a quienes
no lo hayan conocido" (4).
(4)1á.339.
(5) G. GUTIÉRRD,Z, La uerd.ad os hard libres (Lima, 1986), pág. 80.
(6) S. GALILEA, El futuro d.e nuestro pasado (Bogotá, t98l), páe. 42
De igual modo, Ruysbroeck, místico del siglo XfV, decía "si estás
en éxtasis y tu hermano necesita un remedio, deja tu éxtasis y ve a
llevar el remedio a tu hermano; el Dios que dejas es menos seguro que
el Dios que encuentras" (12).
En la TL y en la espíritualidad conectada con ella se insiste en la
necesidad de la escucha de la Palabra de Dios como algo básico y
( 10) G. GUTIÉRREZ, Relectura d.e S. Juan d,e Auila
d.esd.e América Latina. Confercn-
cia en el Encuentro Internacional Sanjuanista, Aüla, septiembre 1991.
(11) SANTA TERESA, Morad.as V 3,11.
(12) Citado en CLAR, La uida según el Espíritu en las comunidades religiosas de
América Latina (Bogotá, 1973), pág. 47 .
De igual manera, San Juan de la Cruz nos invita a ,'poner los ojos
totalmente en Cristo" (17). Hay que volver a Él para escuchar la deñ-
nitiva revelación del Padre y contemplarlo en su existencia terrena
para conformarnos con su vida: para "haberse en todas las cosas como
se hubiera Éf'(rS).
En Cristo, dice el Santo, Dios "todo nos habló junto y de una vez"
(19). En El, Palabra del Padre, encontramos la respuesta a todos los
interrogantes humanos para responder a ellos desde la fe. poner los
ojos en Cristo implica varias cosas en la experiencia mística de Juan
de la Cruz: conocimiento de Jesús, entendido en toda su densidad bí-
blica que incluye el seguimiento con todas las consecuencias. También
el testimonio y la interpelación de una realidad que se aparta de quien
es camino, verdad y vida (Jn 14,6).
El compromiso de la liberación
CAMILOMACCISE 52t
dose de sus necesidades y despreciándolos faltando al amor hacia ellos
"como tuvo con Lázaro aquel Epulón que comía cada día espléndida-
mente" (30). Los acentos sanjuanistas parecen resonar en el Docu-
rnento d.e Puebla cuando afirma, en Ia Iínea de la TL, que "los bienes
de la tierra se convierten en ídolo y en serio obstáculo para el Reino de
Dios, cuando el hombre concentra toda su atención en tenerlos y aun
en codiciarlos. Se vuelven entonces absolutos" (31). El Doctor Místico
orienta a apartar el gozo y el apego de las cosas temporales. AI lograr
esto, automáticamente el hombre se abre a sus hermanos y a las exi-
gencias de la justicia y el amor. Eso posibilita el compartir los bienes
que Dios ha puesto para el uso de todos: "en quitar el gozo de los bie-
nes temporales adquiere Ia virtud de liberalidad que es una de las
principales condiciones de Dios, la cual en ninguna manera se puede
tener con codicia" (32). Al mismo tiempo se adquiere la libertad y el
desapropio en el uso de los bienes (33).
El compromiso de la defensa
de la dignidad humana
(30) rb.24,4-5.
(31) Puebla, n.493.
(32) Subida 3.20,2.
(33) Cf. 20,3.
'ó.
(34) Puebla, n. L!42.
(35)1ó. n.31.
(36) 1b. n. 304-339.
San Juan de la Cruz encarna de forma idónea la frgura del escritor místi-
co, esto es,la de una persona que padece o goza una específrca experiencia reli-
giosa y a continuación pretende comunicarla a un círculo de compañeros afrnes
en inquietudes espirituales.
Las obras de este prototipo de escritor despiertan interés en muy variado
tipo de lectores, o lo que es lo mismo, pueden ser analizadas desde ángulos
muy distintos: teología, filosofía, psicología, antropología, historia de la cultu-
ra, etc. (lo cual implica, dando la vuelta al argumento, que una cabal compren-
sión de las mismas reclame la colaboración e interpretación interdisciplinares,
puesto que una perspectiva exclusivista, por importante que sea ésta, merma-
ría y reduciría el valor global, humano y universal, latente en ellas). Ahora
bien, en tanto en cuanto constituyen un tipo de escritura elaborado con propó-
sitos artísticos (aunque no prioritaria o exclusivamente artísticos), son objeto
de la ciencia literaria. Esto requiere entroncar el estilo de su autor dentro de
una determinada época y estética, para lo cual, de modo previo, habrá que
analizar críticamente los recursos literarios, retóricos, etc., que han sido utili-
zados de modo preferente y caracterizador por el místico castellano.
Claro es que una escritura concebida de modo artístico (insisto, aunque
no prioritaria ni exclusivamente), supone el dominio de una técnica que ope-
ra sobre una materia, dúctil e inmaterial, como es la palabra, ligero soplo de
aire, "que, en queriendo cerrar el puño, se sale" (IN, 9, 6). Y la palabra, como
fundamento del lenguaje oral y escrito, nos introduce en el ámbito de las dis-
ciplinas lingüísticas. AsÍ, será coherente insertar el uso lingüístico de Juan
de la Cruz en las coordenadas de su circunstancia histórica, despues de ha-
ber analizado sus rasgos y preferencias tipificadores, comparándolos con los
de sus coetáneos.
MARCEL r,Éceut:
MODERNIDAI)
Y VIDA ESPIRITUAL ANTONIO DUATO
Para Légaut la vida espiritual debe surgir de las experiencias fuertes que
constituyen la persona humana como tal. Y tres son para él las experiencias
básicas que forman al hombre como persona: el amor, la paternidad y la muer-
te. La experiencia del amor y de Ia paternidad, que salvo excepciones se desa-
rrollara en la densa aventura que es el amor conyugal y la familia, invitará a
(t) Véase IGLESIA VTVA, ¡e 143/144 de 1989, pgs. 567-571. A alguien puede haberle
interesado, a través de esta nota, la frgura y la obra de Légaut. Como no es un autor co-
mercial, ni de fácil lectura, un grupo de amigos está intentando hacer y publicar buenas
traducciones de sus obras. IGLESIA VTVA está colaborando en ello, dada la relación de
algunos de nosotros con eI grupo de "Amigos de Légaut", pero no es un compromiso ni
una tarea institucional de la Revista. Si alguien quiere más información sobre publica-
ciones o actividades en torno aLégatt, puede dirigirse personalmente a mí, en la redac-
ción de "Iglesia Viva", o a Domingo Melero en Calderón de la Barca, 3-1q-F. 28100-Alco-
bendas (Madrid).
***
MANUELCIURANA 539
Mostramos ahora algunas olras recientes que proyectan esta nueva ima-
gen de viva actualidaC- {e San Juan de la Cruz) simbiósis de los elementos ya
existentes pero sometidos a nueva lectura y aquellos
-nuevo otros
que son DroDiamenle
nuevos e inductores de sentido. Lo realmeñte está siémpre del fado de la
experiencia y la üda. Aquí radica toda nueva posibilidad de im^agen y sentido.
MANUELCIURANA 54t
Monte carmelo. Lectura de san Juan de la cruz desde la increencia.
valoración: Libro con planteamiento original, lectura dialéctica y exen-
ta. El libro se ha hecho famoso y ha contribuido enormemente á ra di-
vulgación del santo en ambientes no religiosos. Estudio serio, original y
muy válido. Difícil de leer.
C. GARCÍA, Juan de la Cruz y el misterio d,el hombre. Estudio d.e la perspecti-
ua antropológica en los escritos de San Juan de la Cruz. Edit. Monte
carmelo. Burgos 1990. 230 págs. contenido: perspectiva antropológica
del santo a la luz de las antropologías actuales. valoración: A pésar del
intento de relectura y su logro en parte, creemos que en conJunb no
consigue conectar al santo con las nuevas corrientes antropológicas.
Pero la obra es valiosa en cuanto logra poner claridad en la ántropolo-
gía sanjuanista.
M. HERRAIZ, La unión con Dios, gracia y proyecto. Catecismo sanjuanista.Eü-
cep. Valencia 1991. 149 págs. Contenida: La unión del hombre con Dios.
Ejes de experiencia y pensamiento.valoración: obra que rezuma conoci-
miento profundo del santo y actualización en la experiencia del hombre.
Presentación profética del santo redescubierto con nueva imagen. va ü-
recto a lo esencial,
M. IIERRAIZ, La, oración, palabra d.e un maestro: San Juan d.e la Cruz. Espiri-
tualidad. Madrid 1991. 138 págs. Conteni.d.o; Vida teologal centrada en la
oración-contemplación. oración que es moümiento, sucesión, historia. La
meditación. contemplación y vida cristiana. Gratuidad como condición de
futuro y prueba de validez del pasado. Valoración: Libro muy valioso,
pues el santo no toca este tema localizado en una obra. El tratamiento
supone una verdadera síntesis sanjuanista. Libro necesario e inüspensa-
ble sobre el tema. como siempre, el autor hace gala de su sensibüáad en
doble dirección: del mundo actual al santo, y del santo al mundo de hoy.
MANUELCruRANA 543
toria humana. Insta a la vía del diálogo con oriente, pero no a la rendi-
ción cultural. El cruce de culturas puede favorecer un futuro cualitati-
vamente distinto.
s. GUERRA, san Juan de la cruz y la búsqued,a de Dios en nuestro tiempo.
Publicaciones del cabildo. saramanca rgg2. r2g págs. contenid.o: El
texto fue en principio pensado y expuesto como conferéncia y reelabora-
do posteriormente para su publicación. Tlas presentar el hecho de la
actualidad de san Juan de la cntz y glosar posteriormente las caracte-
rísticas de "nuestro tiempo" y las etapas que han llevado a é1, expone la
contribución del santo a nuestra actual situación y su mensaje hoy.
valoración: coloca a san Juan de la cruz en ra "nueva conciencia" que
parece irse alumbrando hoy, integral y mística, aunque integrando ni-
veles que la mística clásica no integró. El papel de san Juan áe la cruz
hoy puede ser proüdencial: discernir entre la verdadera e ilusoria expe-
riencia de Dios. Es un libro digno de tomarse en cuenta con seriedád,
por las pistas que levanta y ras soruciones que insinúa y sugiere. El au-
tor es profesor en la universidad de salamanca y especialista en espiri-
tualidad y mística comparada.
J. SUDBRACK, La Nueua Religiosidad, un desafr,o para los cristianos. Ed.
Paulinas. Madrid 1990. 552 págs. conenido..El autor quiere tomarse en
serio la nueva religiosidad y establece una relación de respeto y diálogo,
recabando datos y experiencias. Estudia posteriormente la positle mani-
pulación (consideraciones sobre la veracidad y seriedad) de datos cientí_
frcos y hechos claros: Maestro Eckhart, iuan de la Crtz, A. Silesio, C.C.
Jung; uso de términos (espiritualidad, mística, meditación, contempla-
ción). se detiene luego en las Fuentes y corrientes de la nueva religiosi
dad. Introduce el tema de los puntos clave y, posteriormente, inicia un
camino de diálogo, para terminar con preguntas críticas. concluye sinte-
tizando que "sólo el misterio consuela". valoración: El autor es profesor
de espiritualidad en Innsbruck y estudioso atento a los problemas espi-
rituales de nuestro tiempo. su obra es fruto maduro digno de ser tomado
en cuenta. Inüta a segu.ir el camino de los grandes místicos.
CONCLUSIÓN
I}NA PELÍCUI,A
DE BI.]ENOS Y I\,IALOS PEDRO M. IAMET
Con todo, en febrero hay elecciones de la cúpula episcopal. Está por ver
quiénes serán elegidos presidente, ücepresidente y secretario de la Conferen-
cia, si bien no se esperan grandes cambios de orientación, dados los üentos
que siguen viniendo de Roma.
sea como fuere, el ambiente está tenso por todo lo dicho. Esto se comple-
menta con desembarcos en la coPE que no hacen ninguna gracia a la Mon-
cloa. Luis Herrero y José María García no son lo que se üce dos monagu.illos
turiferarios. ¿Ha contratado la coPE a estos hombres por razones de relanza-
miento económico de la cadena o hay intencionalidad política? personalmente
me inclino a la primera hipótesis, pero no hay que olüdar los efectos de la
orientación ideológica, en un momento en que andan por reuni¡se y ñrmar do-
cumentos ultimados la comisión mixta Iglesia-Estado sobre materias económi-
cas y de educación.
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