Está en la página 1de 10

4

CAPÍTULO 2. COSMOQUÍMICA
El origen y la abundancia de los elementos

Una de las preguntas existenciales que ha tenido el hombre desde muy temprano
en su historia, está relacionada con el origen del universo y de la materia que nos rodea. La
teoría aceptada hoy en día fue propuesta por primera vez por el sacerdote Belga George
Lemaître (1894-1966) quien además fue astrónomo y profesor de física de la Universidad
Católica de Lovaine. Lemaître sugirió que el universo está en constante expansión y que
por lo tanto, toda la materia debería haber estado comprimida en un punto en sus orígenes.
En ese punto de densidad infinita estaba condensada toda la materia que conocemos
actualmente en el universo y hace 13 mil millones de años se produjo una gran explosión,
conocida como el Big Bang, que dio lugar a su expansión. Las condiciones de presión y
temperatura en ese punto o singularidad eran tan grandes, que en las primeras fracciones de
segundo posteriores al big bang (10-32 s), toda la materia existía solo como partículas
elementales, en lo que se conoce como la sopa de quarks. Los quarks, junto con leptones y
bosones son partículas que componen los protones y neutrones (Fig 2.1) A media que el
universo se fue expandiendo, la temperatura fue disminuyendo y los quarks pudieron ir
combinándose para formar los núcleos de los elementos más livianos H y He.

La formación de los primeros núcleos atómicos se produjo 13.8 s después del Big
Bang, cuando la temperatura del universo disminuyó hasta los 3.10-9 K. Este proceso
continuó hasta aproximadamente los 3 minutos posteriores, pero no se pudieron formar
núcleos de átomos más pesados que el He.
5

Figura 2.1. Partículas que componen los protones y neutrones. Los fermiones dan lugar a la
materia; los bosones son responsables de las fuerzas (electromagnética; nuclear fuerte; nuclear
débil; gravitatoria).

Alrededor de 700.000 años después la temperatura alcanzó los 3000 K y esto


permitió que los electrones pudieran acoplarse a los núcleos de H y He. De este modo, la
materia y la radiación se separaron, haciendo que el universo se volviera transparente a la
luz. A partir de este momento, el universo comenzó a organizarse en estrellas, galaxias y
clusters de galaxias.

Son varias las herramientas que han permitido reconstruir la historia del origen del
universo. El fenómeno conocido como “corrimiento al rojo” de las líneas espectrales de luz
emitidas por las galaxias más distantes ha sido una de ellas. Esto es, a medida que las
galaxias de alejan, la longitud de onda de la luz emitida se hace mayor (Figura 2.2).
6

Figura 2.2. a) Cambio de la longitud de onda provocado


por el movimiento del emisor (efecto doppler); b)
Corrimiento al rojo de las líneas espectrales en el
espectro óptico de un supercluster de galaxias lejanas
(derecha), comparado con el del Sol (izquierda)

Así como el corrimiento al rojo de las líneas espectrales de luz permite “ver” la
expansión del universo, la radiación de fondo de microondas (en inglés Cosmic Microwave
Background o CMB), permite “escuchar” esta expansión. El CMB una forma de radiación
electromagnética medida en 1965 por Arno Penzias y Robert Woodrow Wilson
(laboratorios Bell, New Jersey) que llena el Universo por completo. Tiene características de
radiación de cuerpo negro a una temperatura de 2,725 K y su frecuencia pertenece al rango
de las microondas con una frecuencia de 160,2 GHz, correspondiéndose con una longitud
de onda de 1,9 mm. De acuerdo con observaciones posteriores, Harrison, Peebles y Yu, y
por otra parte Zel'dovich se dieron cuenta que el Universo primigenio tendría que tener
inhomogeneidades térmicas. Incrementalmente los límites estrictos de la anisotropía del
fondo de radiación de microondas fueron establecidos por experimentos basados en la
tierra, pero la anisotropía se detectó por primera vez por el Radiómetro de Microondas
Diferencial en el satélite COBE y posteriormente por la Wilkinson Microwave Anisotropy
Probe (WMAP), que es una sonda de la NASA cuya misión es estudiar el cielo y medir las
diferencias de temperatura que se observan en la radiación de fondo de microondas (Figura
2.3)

Figura 2.3. Mapa de anisotropías


de la radiación de fondo de
microondas obtenida por el
satélite WMAP.
7

2.1. Nucleosíntesis
El origen de los elementos químicos está íntimamente relacionado con la evolución
de las estrellas porque se sintetizan a partir de reacciones nucleares que requieren de los
niveles de energías irradiados por ellas. Sólo el He y el deuterio fueron sintetizados durante
la expansión inicial del universo. La teoría de la nucleosíntesis más completa fue propuesta
por Burbidge, Burbidge, Fowler and Hoyle (B2FH) en 1957, la cual derivó de estudios
previos realizados por Alpher, Bethe and Gamow  en 1948.

El modelo B2FH incluye 8 tipos diferentes de reacciones que ocurren a valores


específicos de temperatura durante la evolución de una estrella. Muchas de estas reacciones
pueden ocurrir simultáneamente en el núcleo o en las capas más externas de las estrellas.
Como resultado de esto, el núcleo de una estrella tiene una composición química diferente
que sus capas más externas. Además, no todos los procesos nucleares ocurren de la misma
forma en las estrellas, y por lo tanto, la composición química es variable de una estrella a la
otra.

Todas las estrellas generan energía por reacciones de fusión de Hidrógeno. Este
proceso da lugar a la síntesis de He y elementos más pesados ya sea mediante la cadena
protón-protón (ecuaciones 2.1-2.4) o mediante el ciclo CNO. Las cadenas protón-protón
son más importantes en estrellas del tamaño del Sol o menores.

Por lo general, la fusión protón-protón ocurre solo si la temperatura (i.e. energía


cinética) de los protones es suficientemente alta como para que logren vencer las fuerzas
coulombianas de repulsión mutua. El primer paso conduce a la fusión de dos núcleos de
hidrógeno ¹H (protones) a deuterio ²H, liberando un positrón y un neutrino al transformar
un protón en un neutrón. Los neutrinos liberados en esta reacción portan energías por
debajo de los 0,42 MeV.

¹H + ¹H → ²H + e+ + νe + 0.42 MeV (τ ~ 7·109 años) (2.1)

Este primer paso es muy lento porque depende de la interacción débil para
convertir un protón en un neutrón. De hecho es el paso más lento de todas las cadenas pp
por lo que recibe el nombre reacción limitante ya que es el que dicta el ritmo de toda la
cadena protón-núcleo.

El positrón resultante de dicha reacción se aniquila inmediatamente con un electrón


y su masa se convierte en energía liberada a través de dos fotones gamma.

e+ + e− → 2γ + 1.02 MeV (2.2)

Tras esta reacción el deuterio producido en el primer paso se puede fusionar con
otro hidrógeno para producir un isótopo ligero de helio ³He:

²H + ¹H → ³He + γ + 5.49 MeV (τ ~ 1,4 segundos) (2.3)


8

Finalmente, dos núcleos de 3He colisionan para formar 4He, dos protones y 12.859
MeV de energía. El resultado final es que 4 núcleos de 1H se funden para formar un núcleo
de 4He, rayos gamma, un neutrino y 19.794 MeV de energía.

³He +³He → 4He + ¹H + ¹H + 12.86 MeV (τ ~ 2,4·105 años) (2.4)

Luego de que el H del núcleo de las estrellas se convierte en “cenizas” de He, la


fusión de H finaliza y el núcleo se contrae por influencia de la gravedad. En ese momento,
la temperatura del núcleo aumenta hasta los 1x108 K y las cenizas de He se convierten en el
combustible necesario para la siguiente serie de reacciones nucleares. De estas reacciones,
sin dudas la más crítica es la fusión de tres partículas  (núcleos de He) para formar el
núcleo de 12C, la cual se realiza en dos etapas:
4 4 8
He + He  Be (2.5)
8
Be + 4He  12C + (2.6)

La fusión de tres partículas  es fundamental en la cadena de síntesis de elementos


más pesados que el He ya que en el proceso se supera la energía para la estabilidad nuclear
del Li, Be y B. El núcleo de Be es muy inestable y decae muy rápidamente (vida media: 10 -16
s), por lo que es fundamental que el núcleo de Be absorba el tercer núcleo de He antes de
descomponerse. Este proceso asegura la formación de núcleos de 12C y de elementos más
pesados que de otra manera no se podrían formar.

Aunque la cadena protón-protón es más importante en las estrellas de la masa del


Sol o menor, los modelos teóricos muestran que el ciclo CNO es la fuente de energía
dominante en las estrellas más masivas (Figura 2.4). Luego de que la primera generación de
estrellas evolucionó hasta la explosión de las mismas, se generaron nubes de gas interestelar
que contenían elementos de mayor número atómico. La presencia de 12C sintetizado en las
estrellas más ancestrales hizo más fácil la generación de energía por fusión de H, en una
serie de reacciones que se conocen como el ciclo CNO:
12
C + 1H → 13N + γ + 1,95 MeV (2.7)
13
N → 13C + e+ + νe + 1,37 MeV (2.8)
13
C + ¹H → 14N + γ + 7,54 MeV (2.9)
14
N + ¹H → 15O + γ + 7,35 MeV (2.10)
15
O → 15N + e+ + νe + 1,86 MeV (2.11)
15N + 1H → 12C + 4He + 4,96 MeV (2.12)
9

Figura 2.4. Diagrama del ciclo CNO.

El sol es una de las tantas estrellas de segunda generación en la vía láctea y por lo
tanto contiene elementos de mayor número atómico que el He, incluyendo 12C, por lo que
allí se produce la fusión de H según el ciclo CNO.

La quema de He mantiene la actividad en las gigantes rojas por unas decenas de


millones de años o menos. A media que la temperatura se incrementa en el núcleo, las
partículas a se funden con los núcleos de 12C para producir núcleos con números atómicos
mayores:
12
C + 4He → 16O (2.13)
16
O + 4He → 20Ne, etc (2.14)

Sin embargo, la repulsión electrostática entre los núcleos cargados positivamente y


las partículas limita el tamaño de los átomos que se pueden formar por este mecanismo.
El átomo más pesado que se puede formar por la adición de partículas  es el 56Ni, que
rápidamente decae a 56Co y este a su vez al isótopo estable del 56Fe. Esta es una de las
razones por las cuales el Fe es más abundante que los elementos con números atómicos
cercanos.

Durante las etapas finales de la evolución de las gigantes rojas, comienzan a ocurrir
otras reacciones nucleares que dan lugar a la formación de elementos con números
atómicos mayores al 26Fe. Estas reacciones involucran la adición de neutrones a los núcleos
atómicos y producen isótopos más pesados. Por ejemplo:
62
Ni + 1n → 63
Ni +  (2.15)
10

El isótopo de 63Ni es radioactivo y decae al isótopo estable 63Cu emitiendo una


partícula -. A su vez, el 63Cu puede incorporar un neutrón para formar el isótopo
radiactivo 64Cu, que por decaimiento puede formar 64Zn o 64Ni, ambos estables (Figura 2.5).

Figura 2.5. Nucleosíntensis en


gigantes rojas por captura de
neutrones

El mencionado proceso curre en las etapas finales de la evolución de las gigantes


rojas cuando el flujo de neutrones es lo suficientemente bajo como para permitir el
decaimiento del isótopo radiactivo antes de la adición del siguiente neutrón. Es por ello que
el proceso se conoce como lento (s-process en inglés). Las flechas negras de la figura 2.4
esquematizan la evolución de la nucleosíntesis por captura lenta de neutrones. Sin embargo,
es posible ver que la sucesión de flechas saltea la formación de 70Zn que es uno de los
isótopos estables del Zn. En lugar de que el núcleo de 69Zn tome un neutrón, la formación
de este isótopo se produce por la adición de 5 neutrones al núcleo de 65Cu, lo cual se
conoce como proceso de captura de neutrones rápido (r-process en inglés). Para que esto
ocurra, se requiere un flujo mucho mayor de neutrones, lo cual se consigue durante los
minutos posteriores a la explosión de la gigante roja formando una supernova.

2.2. Cosmoquímica y abundancia de los elementos


La cosmoquímica es el estudio de los materiales extraterrestres con el objeto de
entender la naturaleza de los cuerpos del sistema solar. La investigación en cosmoquímica
es multidisciplinaria e involucra un rango muy amplio de técnicas y disciplinas tales como
mineralogía, petrología, geoquímica, isotopía, estudios radimétricos, magnetismo, etc.

La composición química del sistema solar resulta de la combinación de unos pocos


elementos. Sólo 5 elementos (Fe, O, Mg, Si y Ni en orden de abundancia) explican el 95%
de la masa de la Tierra y de otros planetas terrestres. Por lo tanto, un planeta formado por
un núcleo de Fe-Ni rodeado por un manto de Mg-silicato es un modelo composicional
perfectamente aceptable. Si agregamos otros nueve elementos (Ca, Al, S, Cr, Na, Mn, P, Ti
y Co) alcanzamos a explicar el 99,9% de la masa de la Tierra.
11

La abundancia de los elementos en el sistema solar refleja la evolución del universo.


Aproximadamente el 99% del sistema solar está compuesto por H y He, que junto con el
Li, Be y B son remanentes del Big Bang. Tanto el H como He fueron el combustible
necesario en la evolución de las primeras estrellas, que al crecer permitieron la formación
del C y de los elementos más pesados por diferentes procesos sintetizados en la Figura 2.6.

Figura 2.6. Abundancia de los


elementos en el sistema solar en
función del número atómico.

Cuando se formó el sistema solar, incorporó material proveniente de diversas


fuentes estelares, incluyendo supernovas, estrellas en su última etapa de evolución y novas.

Los productos que sobrevivieron a los procesos físicos y químicos ocurridos en la


etapa de la nébula solar fueron incorporados en asteroides, cometas y planetas. Los
meteoritos primitivos que se originaron en pequeños asteroides y cometas preservan gran
parte de la composición del sistema solar original, tales como los meteoritos condriticos
más primitivos.

Desde el punto de vista de su composición química, los meteoritos más primitivos


con los condritos tipo CI, cuyas abundancias elementales coinciden con las del sol
(determinada por observaciones espectroscópicas), excepto para el caso de los elementos
más volátiles H, C, N, y O, los gases nobles y el Li (Figura 2.7). Si se combinan los datos de
la composición química de los condritos CI y la del sol, se puede estimar con bastante
precisión la composición del sistema solar.

Una herramienta cosmoquímica importante es la temperatura del 50% de la


condensación (T50). Este valor teórico describe la temperatura para la cual un elemento
dado se particiona por igual entre la fase sólida y gaseosa en el sistema nebular. Este valor
es utilizado como base para la clasificación cosmoquímica de los elementos. Los elementos
que tienen los valores de T50 más altos (ejemplo: Ca, Al, Ti) se denominan altamente
refractarios. Valores decrecientes de T50 corresponden a elementos moderadamente
12

refractarios (e.g., Si, Mg, Fe), moderadamente volátiles (e.g., K y Na), volátiles (e.g., S), o
altamente volátiles (e.g., Hg, Tl).

Figura 2.7. Abundancia de los


elementos en los condritos CI
comparadas con las abundancias
en el sol.

Este concepto de equilibrio de condensación permite explicar la composición


mineralógica de los condritos. Los condensados que pueden predecirse primeramente son
las fases ricas en Ca y Al. Los sólidos más antiguos en el sistema solar corresponden a
inclusiones ricas en Ca y Al (CAIs). Los condensados mayores son olivinos, piroxenos y
metales, y constituyen el 90% de la masa de los meteoritos condríticos. La condensación de
azufre representa la incorporación de los elementos mayoritarios más volátiles. Como el
contenido de azufre es variable en los meteoritos, se estima que se formaron en diferentes
condiciones de temperatura. Comparados con los meteoritos carbonáceos (CI), todos los
meteoritos están deprimidos en volátiles y esa características es una función directa de la
T50, lo cual indica que el fraccionamiento de los elementos en el sistema solar está
controlado por procesos de volatilidad.

Más allá de los cálculos teóricos derivados de la volatilidad de los elementos, la


evolución química del sistema solar puede seguirse a partir del estudio de los meteoritos
que sobrevivieron a la historia de acreción planetaria. Los meteoritos registran un amplio
rango de estados de oxidación desde los inicios del sistema solar y esto puede observarse a
partir del análisis del Fe. Los componentes más abundantes en los condritos son esferas
ígneas de 1 mm de diámetro aproximadamente llamadas cóndrulos (Figura 2.8). La forma,
textura y composición de estos cóndrulos derivan de la cristalización de gotas fundidas que
flotaban libremente en el espacio en presencia de un gas. Los condritos son muestras del
sistema solar primitivo, por lo que los cóndrulos representan los procesos ígneos más
tempranos.
13

Figura 2.8. Cóndrulos en una muestra


de condrito ordinario primitivo.

También podría gustarte