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Según esta teoría, el universo se originó a partir de una gran explosión que
proyectó toda la energía y la materia existentes. La elaboración de esta teoría la
inició Einstein en 1917.
Según los cálculos realizados, la gran explosión se produjo hace unos 13 700
millones de años.
https://juanmacabrera.wordpress.com/2012/01/03/teoria-de-big-bang/
El modelo del Big - Bang
¿Cómo se denomina este modelo del origen del Universo? ¿Cuáles son sus
características principales?
Este modelo matemático ha trascendido a la sociedad con un nombre muy llamativo: el Big
Bang o la Gran Explosión.
Las etapas del origen del Universo según el modelo del Big - Bang -
En este modelo del origen del universo se distinguen cuatro etapas iniciales y sucesivas:
1. inflación
2. confinamiento de quarks
3. nucleosíntesis primordial
4. recombinación
Etapa 1: La inflación
Inicialmente, el Universo estuvo comprimido en un estado muy denso, que se expandió muy
rápidamente(*).
Como cuando se intenta inflar un globo: al principio no se hincha por la resistencia que ofrece el
material elástico, pero luego empieza a inflarse y lo hace muy rápidamente.
En esta etapa llamada “inflación”, el Universo debió de ser una sopa de partículas y radiación de
muy alta energía.
Tras esa etapa, el Universo siguió expandiéndose, pero ya a un ritmo más lento. A partir de
entonces es cuando verdaderamente tenemos una descripción fiable de lo que pudo pasar.
(*) El Universo amplió su tamaño miles de millones de veces en un tiempo extraordinariamente pequeño,
inferior a micromillonésimas de segundo
Una cienmilésima de segundo después del instante inicial, la temperatura era lo suficientemente
baja para que todos los quarks se confinaran en protones* y neutrones.
Según el modelo del Big Bang no quedaron quarks libres en el Universo y, efectivamente, lo que
observamos hoy en día es que los quarks forman siempre parte de protones y neutrones.
(*) Los elementos de la tabla periódica se diferencian entre sí por el número de protones de su núcleo. A
este número se le llama número atómico.
El número atómico representa una propiedad fundamental del átomo: su carga nuclear.
El elemento más abundante del Universo, el hidrógeno, es el más simple de todos. De número atómico 1,
su núcleo está compuesto de un sólo protón.
La nucleosíntesis es un proceso en el que los protones y neutrones reaccionan para dar lugar a
núcleos de otros átomos. Pero la mayor parte de los protones quedaron libres: casi el 75% del
Universo seguía siendo núcleos de Hidrógeno*.
Transcurridos tres minutos desde el origen las reacciones nucleares cesaron su actividad porque
la temperatura del Universo ya se había enfriado lo suficiente.
Como resultado, el elemento químico más abundante del Universo es el hidrógeno, seguido por
el helio.
(***) El deuterio es un isótopo del hidrógeno. Si bien cada elemento químico se distingue de otro por el
número de protones de su núcleo, un mismo elemento químico puede tener diferentes isótopos según el
número de neutrones de su núcleo. El isótopo del hidrógeno más común en la naturaleza es el protio (un
solo protón y ningún neutrón).
Etapa 4: La recombinación
Cuatrocientos mil años después, los núcleos de hidrógeno capturarán electrones convirtiéndose
en átomos neutros*, en la etapa que se llama “recombinación”.
Los fotones ya no tienen la energía suficiente para ser absorbidos por los electrones (a su vez,
los electrones ya no pueden absorber fotones que les liberen de los átomos neutros).
Los fotones pueden viajar desde entonces por el Universo sin ser absorbidos por la materia y
llegar hasta nosotros.
(*) Para que un átomo sea eléctricamente neutro, el número de protones ha de ser igual al de electrones.
La luz estirada
La energía de estos fotones irá disminuyendo con el transcurso del tiempo y su longitud de onda
aumentando (se estima que hasta nuestros días había aumentado en un factor cercano a mil).
Según esto, los fotones que llenarían el Universo tendrían ahora longitudes de onda en torno al
milímetro, es decir, el Universo sería un inmenso horno de microondas (aunque éstas tendrían
una intensidad extraordinariamente baja comparada con la de los hornos de nuestras cocinas).