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No hay nada más fácil e imposible que escribir sobre el amor.

Desde las pinturas rupestres,


pasando por Shakespeare, Miguel Hernández, Vicente Aleixandre, Chopin, Dylan, The Beatles,
hasta la era de Internet, se ha escrito, cantado, pintado y plasmado el amor en cientos de
miles de representaciones de todo tipo. Y no me refiero sólo a obras mayores, también hablo
del típico tweet borracho a las 4 de la mañana que reza: “El amor es un asco.”.

¡¡¡TODO MENTIRA!!!

Y, al mismo tiempo, nada tan cierto. Todos han representado el amor, SU amor, condicionados
por su época, estado social, y su propio acercamiento al mismo. Nadie puede decirte lo que es
el amor. Todo son mentiras a medias. Populismo que a todo el mundo toca, pero que nadie
entiende del todo, como el propio amor. Intentar definirlo sería como explicarte cómo
funciona tu cerebro. Todo el mundo tiene nociones, pero nadie sabe nada a ciencia cierta.

Yo no pienso engañarte como han hecho todo este tiempo el pop, Hollywood y el mito del
amor romántico, pero tampoco voy a ser del todo sincero contigo, porque no podría serlo. Al
menos, no hablando de amor. Así que, si te has acercado a estas palabras esperando un
alegato romántico o un “olvídate del amor porqué es un invento del capitalismo”, no serán
ellas las que te digan qué tienes que creer. Pero, si te quedas conmigo, puedo contarte, de
forma resumida, mi propia mentira sobre el amor, ya que todos tenemos una, compartida,
personal y única.

Después de mucho ensayo y error (a quién quiero engañar, en realidad no tanto…) descubrí
que el amor no viene de la entrepierna, aunque de joven así lo creía. El ojo mira lo que quiere,
el cerebro lo asimila y tus genitales te invitan a actuar. Es tu “yo” primitivo incitándote a
preservar la especie. Y, aunque muchas personas se quedan en esta visión primitiva del amor,
yo, por suerte, rápido caí en la cuenta de que la supervivencia de la especie está asegurada y
enterré a mi yo primitivo.

Los primeros años de madurez llegaron y, con ellos, la absurda perspectiva de que debía
encontrar “el amor de mi vida” y demás estupideces que nos ha inculcado esta sociedad
falocéntrica y monógama. El amor era una canción, una película, un poema, emociones
desbocadas, un sinvivir en mi por vivir en ti. Craso error. Dolió, pero maduré y aprendí que el
amor no es el amor romántico que nos han vendido. Éste sólo es un bulo, idealización, una
ilusión, expectativas frustradas, un truco de magia barato que, por suerte, sólo dura lo que
dura la inocencia.

Costó, pero encontré mi propia visión personal del amor. Quizá te sientas reflejado o reflejada,
quizá no, pero no puedes juzgarme, eres tú el que sigue leyendo y te advertí que esto sólo
serían más mentiras, mis mentiras. ¿Qué es para mí el amor a día de hoy? Porque si me
preguntas mañana puede que ya no te diga lo mismo… Pues bien, para mí el amor es tirarte un
pedo y que la otra persona ponga cara de asco y se ría. Es un beso al despertar con mal aliento.
Es, como diría Joey en Friends: dar y recibir. Es pensar en la otra persona, sin dejar de pensar
en ti, porque cuidarte es cuidar parte de lo que compartís. Es sentir que te dan tu espacio. Es
hablar claro. Confiar, no a ciegas, sino porque se han ganado esa confianza. Es sentirse
acompañado ante la incertidumbre de la vida. Es caminar hacía un horizonte común, no por
obligación, sino por pura diversión. Es intimidad, comprensión, compromiso, respeto y pasión.

El amor son tus entrañas, cerebro, huesos, corazón y cada célula de tu cuerpo clamando al
unísono: “Por favor no nos hagas vivir sin esto.”

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