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Breve historia de la moda www.librosmaravillosos.

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poder. La obra más conocida sobre la vida de las cortes italianas del
Renacimiento es El cortesano, de Baltasar Castiglione (1478-1529),
publicada en 1528. Castiglione introduce así la figura del cortesano:
El cortesano, por lo tanto, además de la nobleza, quiero que [...]
posea por naturaleza no solo el ingenio y una forma agraciada de
persona y de rostro, sino también cierta gracia y, como se suele
decir, una sangre [un aire], que lo haga a primera vista para
cualquiera grato y amable; y que este sea un ornamento que
componga y acompañe todas sus operaciones y prometa ser digno
del comercio [confianza] y gracia de todo gran señor.15
Según Castiglione, el cortesano es un hombre, preferiblemente de
cuna noble o perteneciente a un linaje rico, capaz de obtener una
posición relevante en la vida de la corte gracias a sus virtudes
morales e intelectuales. Es un hombre fascinante -como diríamos
actualmente-, pero también una persona con determinación,
consciente de que su meta es obtener poder e influencia junto al
príncipe: y este objetivo es posible gracias a su capacidad para crear
una imagen de sí mismo que no sea una máscara, sino una
identidad, verdadera y propia, basada en cualidades como el coraje,
el valor y la autoridad. Los trajes contribuyen a crear la imagen de
superhombre del cortesano, dice Castiglione, ya que el mensaje que
deben transmitir no solo se expresa en sus acciones, en su
producción literaria o en el combate, sino también a través de la
indumentaria.
Castiglione -hombre de letras y cortesano en la corte de Francesco

15 Castiglione, 1998 (ed. 1528), págs. 40-41.

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Maria della Rovere, duque de Urbino, uno de los centros más


importantes del Renacimiento italiano del siglo XVI- describe en su
obra una sociedad en la que el presente de los inicios del siglo XVI
se diferencia en los usos y costumbres no solo de la antigüedad, es
decir de la cultura de la Grecia y Roma antigua, sino también de las
generaciones precedentes. La forma de vestir del siglo XV se basaba
en los conceptos de abundancia o superfluidad. A finales del siglo
XV, Lorenzo de Médici, señor de Florencia, se representa vistiendo
una amplia gama de tejidos preciosos, joyas y vivos colores. Si
diéramos un salto cronológico de unas dos generaciones, hasta
mediados del siglo XVI, Lorenzo de Médici hubiese sido objeto de
mofa y su indumentaria se hubiera considerado no solo pasada de
moda, sino también cursi. El hombre del siglo XVI viste un jubón de
seda negra del que sobresalen las mangas de una casaca de seda
blanca. El refinamiento y la elegancia son fruto de una delicada
combinación de colores primarios, sin recurrir a accesorios y
materiales fastuosos, pero se consigue transmitir un sentido del lujo
y de sencillo esplendor.
Así pues, por un lado el fasto, la suntuosidad y la pompa a través de
la ostentación de una indumentaria rica; por el otro, un
refinamiento igual de costoso, pero sin estridencias, contenido y, sin
duda, juicioso. El psicólogo de la moda John Carl Flügel 16 explica
que estos gustos divergentes sobre los trajes en realidad forman
parte de un espectro de preferencias que va desde la ostentación
hasta la modestia. La acumulación, que podría definirse como

16 Flügel, 2003 (ed. 1930).

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