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A lo largo de nuestra vida generamos, muchas veces sin ser conscientes, múltiples
anclas, aquella canción que nos recuerda el primer amor, el sabor de la comida que
nos hacia nuestra abuela. Algunas de las anclas más comunes son el café, el olor a pan
recién hecho, la fotografía de un lugar en el que estuvimos de vacaciones, o de un ser
querido. Estos ejemplos para muchas personas probablemente serán anclas positivas,
ya que nos evocan estados emocionales agradables.
Sin embargo, todos tenemos también anclas negativas, que cuando se activan
producen recuerdos y emociones desagradables. Las anclas positivas evocan
emociones agradables, nos hacen sonreír, refuerzan nuestra confianza, en resumen,
nos empoderan. Las anclas negativas evocan estados emocionales desagradables, nos
limitan, nos producen miedo y emociones que limitan nuestras capacidades.
Las Anclas y anclajes de PNL nos conducen de modo automático a un estado emocional
determinado a partir de una señal sensorial. Todos tenemos anclas y anclajes naturales
que se han creado en nuestro cerebro con la experiencia, estas se disparan de modo
inconsciente. Por ejemplo, músicas, olores, entornos físicos, personas, etc. que nos
llevan a sentirnos bien (o no tan bien).
Dentro de la Programación Neurolingüística, una de las herramientas de trabajo más
importante es el anclaje. El anclaje consiste en asociar un estímulo, que puede ser
visual, olfativo o kinestésico, a un estado emocional. Por ello, cuando se vuelva a
repetir el estímulo se evocará el estado emocional al que asociamos dicho estímulo
cuando hicimos el anclaje. A lo largo de nuestra vida estamos constantemente
haciendo anclajes, muchas veces de forma no consciente, como por ejemplo aquella
canción que nos recuerda a nuestro primer amor, o bien el sabor de la comida que
hacia nuestra abuela, madre o tía.
Podemos sacar partido de las anclas y anclajes de PNL creándolos de modo consciente.
De este modo, accedemos a recursos emocionales, que nos pueden ser útiles en
situaciones dónde nuestros resultados (de satisfacción) son mejorables. De algún
modo, podemos decir que la señal sensorial, el disparador del estado emocional, es el
ancla y anclaje, es toda la conexión desde la percepción sensorial a la emoción.
Las anclas positivas evocan emociones agradables, nos hacen sonreír, refuerzan
nuestra confianza, en resumen, nos empoderan. Las anclas negativas evocan estados
emocionales desagradables, nos limitan, nos producen miedo y emociones que limitan
nuestras capacidades. Los anclajes nos permiten acceder por tanto a nuestros recursos
internos en el momento que precisamos.
Supongamos que vendes un producto que permite al comprador lograr una mayor
productividad. Un resultado positivo de esta mayor productividad sería la capacidad de
alcanzar metas más difíciles e impresionar a la dirección de su empresa.
La técnica del anclaje emocional ayuda a inducir una respuesta emocional específica
que han tenido en el pasado. Estas respuestas emocionales pueden asociarse con un
resultado en particular. Por ejemplo, comprar un producto.
Conclusiones