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ACANTILADO

Cuadernos del Acantilado, 64


LA FILOSOFÍA
DEL VINO
BÉLA HAMVAS

LA flLUSl)}ÍA
DEL VINO
TRADUCCIÓN DEL HÚNGARO
DE ADAN KOVACSICS

RARceLONA >aL< t A e A N T , L A D o
TíTUlO ORIGINAL A horfilozófiája

Publicado por
ACANTILADO
vuallenl:-' "-_-, rclna, :'). IL

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© de la traducción , 2014 by Adan Kovacsics Meszaros
© de esta edición , 2014 by Quaderns Crema, S. A.

Derechos exclusivos de edición en lengua castellana:


Quaderns Crema, S. A.

En la cubierta, fragmento de Cuatro racimos de uvas colgando


(C. 1630-1635) , deJuan Fernández el Labrador

ISBN: 978-84 - 16011-26 - 1


DEPÓSITO l.EGAI.: B. 198 75-2014

AIGUADEVIDHE Gráfica
QuADERNS C RE MA Composición
Ho M A N Y A- V A 1.l. S 1mpr('Iión y encuade rnación

TERCERA REIMPRESIÓN fehrerode2018


PRIMERA E DI Ci ÓN octuhrede2014

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t.ONTFNTOO

«Un libro de plegarias para ateos» 7


Tres 14

LA METAFÍSICA DEL VINO

El universo de la boca 19
Máscaras hieráticas 24
Una copa de vino: el salto mortal
del ateísmo 29
Digresión escatológica 35
Los aceites 39
Epílogo de la metafísica (apología) 46

EL VINO COMO NATURALEZA

Vino v vida idílica 'i ~


Las uvas, los vinos, las piedras preciosas,
las mujeres 58
Catálogo de vinos (un esbozo) 64

LA CEREMONIA DEL VINO

Las armonías de la boca 79


¿Cuándo beber y cuándo no? 90
¿Cómo beber? 95
¿Dónde beber? 101

Rpy (nrtiyyima. (Para los l1ietistas


y los puritanos) 104
Vita illuminativa. (La última plegaria) 11 [

La bibliografía más importante


(por orden cronológico) 119
Alfinal quedaron dos,
DIOS y eL V1l10

He decidido escribir un libro de plegarias para


ateos. En la penuria de nuestra época, he senti-
do piedad por quienes padecen y deseo ayudar-
los de este modo.
Soy plenamente consciente de la dificultad de
mi tarea. Sé que ni siquiera puedo pronunciar la
~a.r,ra Dios. Tendré que hablar de él recurrien-
,do a otros nombres, por ejemplo, beso, ebriedad o
jamón cocido. He elegido como nombre supremo
el vino. De ahí que este libro se titule La filosofía
del vino y de ahí también que eligiera el siguien-
te lema: «Al final quedaron dos, Dios y el vino».
Las circunstancias me ohligan a este truco de
prestidigitación. Como es bien sabido, Jos ateos
son9~_ 1l!1a arrogancia digna de compasión. Les
basta ver el nombre de Dios para tirar este libro
al suelo. Sufren un ataque de cólera cada vez que
alguien les toca su idea fija. Pero si me sirvo de
palabras como comida, bebida, tabaco o amor, es
decir, si recurro a estos nombres enigmáticos, 10-

J
LA FlLOSOFÍA DEL VINO

graré engañarlos. Porque además de engreídos,


también son estúpidos. Por ejemplo. no conocen
en absoluto este tipo de re zo. Creen qu e sólo ('<;
posible rezar en el templo o murmurando pala-
bras sacerdotales.
Los ateos son nuestros pobres de espíritu, los
hijos de nuestra época más necesitados de ayu-
da. Son pobres de espíritu, con la diferencia de
que albergan escasas esperanzas de acceder al rei-
no de los cielos. Muchos se enfadaron con ellos
y lucharon contra ellos en el pasado. Considero
completamente reprobable ese método. ¿Comba-
tir? ¿Un hombre sano peleando con ciegos y co -
jos? Puesto que son inválidos, conviene acercar-
se a ellos con buena voluntad. Conviene no con-
vencerlos por la fuerza; ni siquiera han de dar-
se cuenta de lo que les ocurre. Hay que tratarlos
como a niños retrasados en su evolución e inclu-
so de pocas luces. si hi en ellos aprcCi ¡ln ffiuchn
su inteligencia y creen que el ateísmo es un saber
perfecto. ¿Por qué se los combatió en el pasado?
A mi juicio, en primer lugar porque el ateísmo,
como pobreza de entendimiento y como humor
híbrido que es, fracasaría en toda regla si no com-
pensara esas deficiencias por otro lado. ¿Yen qué
consiste la compensación? En la actividad frené-

('
«UN LIBRO DE PLEGARIAS PARA ATEOS »

t iCl;!,
Por eso, el ateísmo conduce necesariamen-
te a la violencia y, puesto que desemboca en ella,
I~;;teos necesitan conquistar el poder universal.
I~n efecto, lo han conseguido. Y quienes luchaban
contra ellos en el fondo los envidiaban, lo cual es
IIn error en mi opinión. Cuando los ateos vieron
que eran envidiados se tornaron arrogantes.
Yo cambié de táctica. No me resultó particu-
larmente difícil. Sólo tenía que restablecer la ver-
dad. Y la verdad es que no hay nada que envidiar-
les. {Qué podemos envidiar al tullido, pormuy
podt:roso que sea? ¿Qué podemos envidiar a los
paralíticos, a los sordos, a los oligofrénicos y a
I~~chiflados? Si los envidiara, significaría que les
doy la razón; y daría la impresión de desear cuan-
to ellos poseen.
Por consiguiente, cambié de táctica. En vez de
luchar y de tratar de convertirlos, los compadez-
co. Nn se tr;H~ de IIn mero ardid, No quiero qui-
tarles nada, por el contrario me gustaría ofrecer-
les algo que les falta , algo cuya carencia los vuel-
ve débiles, pobres y, por qué negarlo, también ri-
dículos,
Que se discutiera tanto con ellos tiene además
otro motivo. Sin duda, la mayoría creía que los
ateos son irreligiosos, pero de eso, por supues-
( ,
_ _ _ _ __ ............ _ .....,,"""'__.. __ "'__, _ __ __ .... .=
' "a:a..-:::=_ . ._.. _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _•

~
.
_
,
.
,
"
_
~
"
.
LA FILOSOFÍA DEL VINO

ta, nada de nada. NQ existe elhombre irreligioso.


Los ateos no son irreligiosos, simplemente cre~n
en una religión grotesca. acorde con Sil ("ntendi
miento deficiente y con su humor híbrido, ambos
muy dignos de compasión. Y no solamente creen,
sino que son, por otra parte, todos cerriles. Digo
todos porque no me he encontrado a un solo ateo
que no fuese más cerril que aquella anciana malo-
liente que los domingos vende, a un centavo, unos
cuadernillos sobre la orina milagrosa de san Cu-
cutate. Claro que el santo de la religión atea no es
s.an Cucufate, sino Einstein, y la sustancia mila-
grosa no es la orina sino los antisépticos. El nom-
bre del cerrilismo ateo es materialismo. Esta re-
ligión se basa en tres dogmas: el alma no exis-
te, el hombre es un animal, la muerte es aniqui-
lación. Y los tres desembocan en uno: a los ateos
los atenaza un miedo terrible a Dios. Como dice
B()hme. viven en la ira de Dios Nn cnnocen m,l "
que al Dios colérico: por eso se esconden y mien-
ten. Creen que afirmando la inexistencia de Dios
dejarán de pasar miedo, pero naturalmente lo que
ocurre es que entonces le temen tod avía más.
,Sin duda, el ateo es un hombre arrogant~ y no
quiere cambiar; no se inclina ni por la humildad
ni por el amor o, dicho de otro modo, es tan en-

I V
« U N LI B RO DE P L E G A R 1 A S PAR A A T E O S »

lleble que ni siquiera es capaz de tender a lo uno


II a lo otro. Prefiere aferrarse al temor, al mismo

lil'mpo qUf' 10 niE'rr~: tiE'mhl~. miE'ntE' v Sf' escon-


de, y se va volviendo cada vez más arrogante. A
partir de este mejunje lamentable, en el que se
cuecen a fuego lento en el mismo puchero a la vez
la negación, el miedo, la mentira, el disimulo, la
arrogancia y el cerrilismo, se creó el materialis-
mo como sucedáneo de la religión.
De todo ello se deduce va con claridad que no
es posible ni conviene vencer a los ateos por la
fuerza. Como son erráticos, llenos de preocu-
paciones y autoengaños, es preciso tratarlos con
suma cautela.
Por fortuna, el alma no es como el cuerpo. Si
alguien nace sordomudo o lisiado o se convierte
en un inválido en el transcurso de su vida, el po-
der humano no puede cambiarlo. El mundo del
almll e" di"tintn Tndns nacemos con el all1111 in-
tacta y esa salud no se pierde nunca. Todos po-
demos curarnos de las imperfecciones del alma.
Rara eso no hace falta siquiera un milagro.
¿ Un libro de plegarias para ateos? Sí, y, ade-
más, escrito de tal modo que el lector no se dé
cuenta siquiera de que le enseña a rezar. j Casi
nada! <:::omo dice Nietzsche, sólo hay un modo de

1 I
LA FILOSOFÍA DEL VINO

_~~-.l?r.esarse:
con cinismo e inocencia. De. fQfl:llil
perversa y sofisticada, con una inteligencia casi
malvada v, al mismo tiempo. con el corazón puro.
con alegría y sencillez, como el pájaro cantor.
Quisiera aprovechar esta ocasión para dirigir
también unas palabras alos pietistas) esa tene-
brosa secta de los ateos. El pietismo no es más
que ateísmo disfrazado. El materialista corrien-
te es un alma digna de compasión, su entendi-
miento no es brillante, su corazón es a veces di-
rectamente estúpido; de ahí que, como he seña-
lado en más de una ocasión, haya que considerar-
lo un tullido que se aferra a su deficiencia como a
una idea fija y considera su torpeza un gran logro.
En el fondo, el pietista es tan ateo como el ma-
terialista, pero, como además tiene mala con-
ciencia, viste externamente el ropaje de la reli-
gión verdaderg: .EI pietista exigiría que el hom-
bre viviera a pan yagua, vestiría a las mujeres más
bellas con ropa mal confeccionada, prohibiría la
risa y cubriría el sol con un velo negro. El pietista
es el antialcohólico. Sé perfectamente que el lema
de esta obra lo escandaliza y que pregunta con ex-
presión irritada y sombría: «Pero ¿ j qué blasfemia
es esta!?». ~e ha indignado cuando he osado de-
cir que Dios se encuentra también en el jamón co-

I L.
«UN LIBRO DE PLEGARIAS PARA ATEOS»

cido. Le recomiendo que mantenga la calma. Es-


-~

1'1Ichará más cosas. EI2-r:neto prestarle particular


:.llención y no dejar pasar ni una sola oportunidad
~ª~.scandalizarlo tanto como pueda. Hay que
tratar con guante blanco al ateo, porque es estú-
Ei90, ignorante, corto de miras e ingenuo. El pie-
tj.s.ta no puede contar con tanta indulgencia. Que
sepa que lo miraré de reojo, y cuanto más solemne
:;.ea la cara que ponga, más me reiré de él. Cuan-
lQ más se indigne, más me divertiré y ni siquiera
le diré por qué.

I j
TRES

Este libro ha de dividirse necesariamente en tres


partes. Digo necesariamente porque todo buen
libro se divide en tres partes o, dicho de otro
modo, porque la estructura perfecta es la terna-
ria y también porque el número del vino es el tres
y esto debe manifestarse en la división del texto.
La p~imera parte está dedicada a la metafísi-
ca del vino. El objetivo, e incluso la ambición,de
este apartado consiste en sentar las bases de toda
futura filosofía del vino. Del mismo modo que
Kant expresó todos los pensamientos decisivos
de la filosofía del porvenir, que uno puede acep-
tar o rechazar, pero que nadie puede en ningún
caso ni eludir ni pasa r por alto como si nlln C(l se
hubieran formulado , .J'._~ deseo exponer en esta
~ección los conceptos unive-rsales y duraderos de
la metafísica del vino.
Sé que al usar la palabra metafísica transgredo
una frontera. Sin embargo, la palabra se ha man-
tenido oculta hasta ahora. Ni siquiera aparece en
el título. Se trata de una limitación que no pue-

'4
TRES

,lo evitar imponerme, porque los ateos descon-


1i;!.Djnct~lso de la filosofía , a pesar de que se trata
Ik·l término más elevado que todavía son capaces
d.t; soportar. La metafísica ofende hasta tal pun-
lo a su cerrilismo que, si hubiera titulado el libro
I .a metafísica del vino, ni siquiera se habrían atre-
vido a abrirlo.
_La primera parte versa, pues, sobre el vino
como realidad sobrenatural. La segunda trata
~ºbre el vino como naturaleza. De modo que, por
~efinición, es de carácter descriptivo. Trata de la
uva y sus variedades, de los tipos de vino, de la re-
lación entre tierra y vino, entre agua y vino, con
¡;;rticular atención a nuestros caldos, pero te-
niendo en cuenta también los vinos extranjeros
de más renombre.
La tercera pa rte es la teoría de la ceremonia
del;i-ño~Examina cuándo se ha de beber y cuán-
do no ¿C()mo heher? ¿Dónde heber? ¿En qué
recipientes beber? ¿Solo? ¿En compañía? ¿Con
un hombre o con una mujer? Trata de los víncu-
los entre el vino yel trabajo, entre el vino y el pa-
seo, entre el vino y los baños, entre el vino y el
sueño, entre el vino y el amor. Incluye reglas re-
lativas a qué vino debe beberse en qué ocasiones,
en qué cantidades, qué platos ha de acompañar,

L )
LA FlLOSOFÍA DEL VINO

,en qué lugares y de qué modo combinarlo .con


otras sustancias.
Esta parte no pretende en ahso]lIto ser eXh<lllS -
tiva. Antes bien, sólo quiere resaltar la riqueza il~­
mitada de las posibilidades del beber e invita de
entrada a todo el mundo a añadir nuevos capítu-
los a esta teoría de la ceremonia.
La división ternaria está estrechamente vincu-
lada a las tres grandes épocas de la historia uni-
versal del vino. La parte metafísica se corres-
ponde naturalmente con la edad antediluviana,
cuando la humanidad no conocía aún el vino y se
limitaba a soñar con éL Después del diluvio, Noé
plantó la primera cepa y así empezó una nueva
era en la historia del mundo. La tercera época
empieza con la conversión del agua en vino, y en
este período vivimos en la actualidad. La histo-
ria del mundo culminará cuando el vino brote de
fuentes v pozos . clIando c<li ga d" ],¡S Illlh e , ClI <lll-
do lagos y mares se transformen en vino.

1 tI
LA METAFÍSICA
DEL VINO
Fl l1NlVFRSn nF 1 A ROCA

En el vientre materno estamos unidos al mun-


(1.0 a través del cordón umbilical. Después de na-
_~er, a través de la boca. Entre nuestros órganos
~~iales, los ojos son el sentido abstracto; nun-
ca establecen contacto directo con los objetos que
veflni pueden fundirse con ellos. El oído acerca
las cosas un poco más. La mano incluso las aga-
rra~La nariz consigue hasta absorber su fragan-
cia. La boca engulle cuanto desea. Y sólo puedo
saber lo que algo es si lo saboreo. La boca es la
~e!1te de la experiencia inmediata. El bebé lo
sabe: cuando quiere conocer una cosa se la mete
en la boca. Pero al crecer lo olvidamos. Y sin em-
hargo, ,,{¡In sé quién es el ntro clIandn In interpc
10 con la palabra procedente de mi boca; sólo co-
nozco a una mujer cuando la besg; ~ºJo hago mío
~~_ cuando lo engullo. El mundo de la boca es
JD.Ycho más inmediato que el de los ojos, el de los
~~ídos e incluso el de las manos; y más religioso
precisamente porque está más cerca de la reali-
dad. De ahí el parentesco profundo entre comer
LA METAFíSICA DEL VI N O

...Y_..ªRrender,
como señala Novalis. De ahí que la
madre de todos nosotros sea la Tierra, que nos
alimenta a través de la boca . v que nos fundllmo<;
con aquello que nos ofrece. La boca se caracteri-
za por tres actividades: habla, besa y se alimenta.
Por desgracia, nada puedo decir por el momento
sobre el habla; ni sobre el beso, mal que me pese.
Sólo diré que la boca me mantiene directamen-
te unido al mundo y que esta unión hace posi-
ble mis tres actividades: dar, tomar o dar y tomar.
ldqy con la palabra; tomo con el alimento; doy y
tomo con el beso. La dirección de la palabra es el
exterior; la del alimento, el interior; la del beso,
el exterior y el interior, es decir, el círculo. Por su-
puesto, una actividad no excluye las otras dos; es
más, se refuerzan entre sí, porque la tierra me ha-
bla y me enseña cuando me alimenta, pero tam-
bién me besa; y cuando beso a una mujer bella,
me alimento de elb v ciJa de mí. v nos nlltri mns ("J
uno del otro, y nos enseñamos y nos hablamos
el uno al otro;.en general, nos decimos cosas par~
cuya profundidad la palabra se revela insuficiente.
El hombre tiene tres formas de alimentarse:
comer, beber y respirar. Los iniciados en la gran
ciencia de la tradición saben que el alimento está
estrechamente relacionado con el cuerpo; saben
EL UNIVERSO DE LA BOCA

lllle la bebida se corresponde intelectualmente


U)n el mundo del alma; y que la respiración es un
¡¡Iimento espiritual Las mujeres. para intensifi-
lj!Lla espiritualidad de su carácter, utilizan per-
~l1]-es; y los hombres fuman.
Hasta aquí nos hemos referido a la triple acti-
vidad de la boca, así como a los tres tipos de ali-
mento. Ahora quisiera hablar de la tercera tría-
da, es decir, puesto que estamos hablando de la
lilosofía del vino, de los tres fluidos fundamenta-
les: el frío, el caliente y el central. Frío y caliente
110 se refieren a la temperatura del líquido, sino
a su carácter.
LA BOCA
I
I

Habla Alimentación Beso


(espiritual) (material) (anímico)

Comida Líquidos Respiración


(matel ial) (LeLiJa~) \es~iriLual)
(anímico)

Caliente Central Frío


(anímico) (espiritual) (material)
i
Agua, aceite, vino Sangre Té/café, I
cerveza,
leche

2.1
LA M E TAF ÍS ICA DEL VI NO

Existen tres fluidos calientes: el agua, el aceite


v el vino. Tres son también los fríos: el té (el café)
la cerve~a v la leche . Yen medio sóln ha v 11n flll í
do básico: la sangre. '
Si alguien qui ere establece r las equivalencias
intelectuales más próximas sobre la b ase de la tra
dición, podrá hacerlo de la siguiente man era:

SANGRE
Sol- domin go -la - rojo - oro - I

CERVEZA
Luna -lunes - do - blanco - plata - 2

AGUA
Mercurio ·- miérco les - fa - am arillo - mercurio-7
T É (CAFli)
Marte - martes - sol - violeta - hierro - 4

I Sólo existcn tres fluidos fundamental es: el agua, la


lcd1C y Ja ~an¡';lL. Lu, ,kll1á~ ~U ll cl l c,u ]l<lLlu Lid Il aba ju
conjunto de la natu raleza y del homb re . E l vino y la cer-
veza se producen gracias a la ferment ación ; el té y el café
son infusiones vegetales; y el aceite es una grasa extraída
de un vegetal. Por tanto , la lista podría ampliarse con otras
muchas bebidas. N o obs tanre, la enumeración no se debe
al simple capricho del escritor. ~éla Hamvas se bas.óp~~
ella en los líquidos y bebidas más consumid os por el hOm-
bre en el siglo xx. (Nota del editor b ún garo).
L EC HE
Venus - vi e rnes - mi -- verd e - cobre - 'í

Jú pite r - jueves - re - azul- estaño - 6

VINO
Satu rno - sábado - si - negro -- plomo - 3

En esta tabla figura la relación de los siete lí-


quidos según sus equivalencias intelectuales,
concretamente con los planetas, con los siete días
de la semana, con las siete notas, con los siete co-
lores del arco iris , con siete metales y con los pri-
meros siete números. Como se puede comprobar,
el dí-ª del vino es el sábado ; su planeta, Saturno;
:" g _color, el negro; su metal, el plomo; su nota el
~i; _y su número, el tres .
A algunos esto les resultará bastante peculiar.
( Qu é qlli t' l'c n d e cir el tres . S<lturno '! el plomo?
Paciencia, que en breve se descubrirá que el asun-
lo es mucho más interesante de lo que parece.
-

MÁSCARAS HIERÁTTC AS

Si hubiera sido mujer, me habría apasionado ser-


vir platos. Estoy convencido de que mis sándwi-
ches habrían sido famosos porque nadie en el
mundo habría sido capaz de escoger con tanta
ambición ni de combinar con tanto ingenio las
armonías cromáticas con las form as del limón, el
salmón, la sardina, el jamón, el huevo y el pere-
jil. Mi bandeja para un té de la tarJe habría sido
quizá más bonita que si la hubiera pintado _Ruys-
dael. En mi despensa, los frascos de conserva , el
azúcar, la sémola y la tarhonya ' se habrían alinea-

1 E n el texto ap arecen numerosas referenci as a el e-

men tos import Jnt c ~ JL la LULina JI úJlga.l a. la iU ¡!.'() llVU , pOI


ejemplo, una p asta de trigo dura del tam año de un a lenteja
utilizada com o guarnición; pogácsa, panecillos-de masa
de harina con p atata , chicharrones o queso-que se sir-
ven en aperitivos y meriendas; tcesó. fritad a de pimiento,
cebolla y tomate; /ángos, torta de masa de pan hita; go¡n-
bóc, bolas o «albóndigas» de harina con patata o p an seco
o hígado o legumbres; las hechas con patata a veces se re-
llenan de ciruelas o albaricoques (su equivalente en la co-
MÁSCARAS HIERÁTI CAS

do perfectamente corno soldados o corno bailari-


nas . Mi armario de la ropa hlanca hahría sido tan
f';lcion<ll v eX~lCtn cnmn nna hihlintec<l
Como soy un hombre, me gusta expresar esta
apasionada meticulosidad mía elaborando tablas.
I )es~le_ IJ1!'punto-de vista prejuicioso, el orden no
~s.ólo bello, sino además útil. Hablo de orden
cuando cada cosa está en su lugar. Así elaboré mi
esquema sobre los planetas, los números, los lí-
lJuidos y los colores. Quería asignar al vino su
lugar_. e~ el mundo. Sin embargo, primero había
llue 9_~finir ese lugar. Los hombres meticulosos
son maniáticos aficionados a las cajas y cajitas,
capaces de dedicar días enteros a ordenarlas una
y otra vez por tamaños, formas y colores, a agru-
parlas según sean cajas de metal , de madera o de
cartón, hasta encontrar finalmente un sistema
perfectamente satisfactorio. Como ya he señala-
do, r'stc orden pnsee tilla gnlll importancia np
sólo estética, sino intelectual-económica (utilizo
este término, intelectual-económico, pensando en
los cien tificistas).

cina checa es el knedlik; en la austríaca , el knódel) ; kocka-


tészta , pasta de trigo pequeña y de forma cuadrada, cuyo
equivalente en la cocina austríaca es e1fleckerl. (N. del T).

Lo)
-
LA METAFÍSICA DEL VlNO

El orden, insisto, no es del todo irracional. Y


no sólo porque todos los hombres solemos atri-
buir una particular importancia al orden, un he ·
cho que en este caso es secundario, Lo que quie -
ro resaltar es que, según las enseñanzas de la
ciencia sacra, el símbolo o el planeta de esa me-
ticulosidad apasionada es precisamente Saturno,
del que acabamos de hablar. Saturno es el plane·-
ta de la edad de or9.J~:l señor de aquella época en
que cada cosa y cada ser estaban en su sitio y vi-
vían por tanto en una felicidad intaqa.. N2 _r.ne
expreso correctamente: la edad de oro no ~s un
período histórico, sino un estado, de modoqº~
está presente en todos los tiempos; sólo depende
de que alguien la haga realidad. Saturno simbo-
liza el gran orden paradisíaco primigenio. Por
eso este planeta se relaciona con el número tres,
el de la medida. Y por eso se lo asocia al vino,
que eleva al homhre por encima del mundo tras -
tornado y confuso y lo devuelve al orden de la
edad de oro.
Los demás planetas, números, líquidos, notas,
colores y metales también son símbolos. El es -
quema no es más que el universo de la creación
puesto en un orden exacto, igual yue un armario
de ropa blanca o un catálogo. El orden es la cla-
MÁSCARAS HI ERÁ TICAS

ve del universo, dice el apasionado meticuloso,


poseído por Saturno. Cuando pongo orden en
I~~ cosas. cuando cada una está en su sitio, res ti-
!.~yo el sentido del mundo. Toda filosofía es algo
-----
así .•_como
..
un intento de restituir el sentido. Y al
hacerlo ocurre algo muy curioso. Sí, muy curio-
so, porque descubrimos que la gran variedad de
cosas que parecen diferentes es, en el fondo, apa-
riencia. Todo es uno. ,He n panta einai, dice Herá-
.clito. Las cosas parecen diferentes porque están
dispersas. Pero en realidad todas las cosas son
manifestaciones, máscaras, de lo mismo, de ese
Uno. Todo cuanto veo y oigo, cuanto puedo co-
mer y beber, pensar y agarrar, todas esas cosas son
máscaras hieráticas de un mismo y único Uno. La
nota do es una máscara igual que el humo del ta-
baco, el canto es una máscara igual que el plomo,
la sangre, el jueves o el color amarillo. ¿ Una más-
car,l de ljuién? ,:C)uién es ese Uno? Según Boh-
mey el di¡tblo _no tiene rostro sino antifaces.
De este modo he expresado la idea básica de la
filosofía del vino. _¿Qué es el vino? Una más ca-
rahierática. Algo hay detrás de ella. Alguien que
P?see un número ilimitado de máscaras, que viye
al mismo tiempo tras la máscara de Mercurio, del
'qro, de la nota fa y del color_roio y que es en el

- /

LA METAFÍSICA DEL VINO

mismo instante un libro, una conversación, una


risa de mujer, unas gafas y un pato asado.
De ello se deduce lógicamente algo más . qut>
conviene recordar teniendo en cuenta 10 que ven-
drá a continuación . Como, en definitiva, hen pan-
fa einai, es decir, todo es uno, entonces necesa-
riamente todo se encuentra en todo. En la sangre
están el domingo, el oro y la nota mi. Se trata de
una escala en la que puedo hacer sonar cualquier
tono y todo el sistema tonal resuena a la vez; se-
gún el grado de parentesco de los sonidos, pue-
de ser de manera armoniosa y sonora o de mane-
ra disonante y latente, en forma de tonos conco-
mitantes; y todas las voces empiezan a cantar al
mismo tiempo.
UNA COPA DE VINO:
FT ~ATTO MORTAT nFT ATFf~MO

~~gún Baader, todo pensamiento ha de empezar


J20r los sentidos. Comprendí la lógica de ese con-
sejo y por eso empecé la metafísica del vino por
el más sensorial de los sentidos, el del gusto. Por-
que todo cuanto los ojos y la nariz pueden expe-
.rimentar respecto al vino se torna insignificante
en comparación con lo que conoce la boca. Ésta
~sabe que el vino es una máscara hierática y sabe
.también quién hay detrás de esa máscara.
Llegados a este punto, yen razón de lo que aca-
bamos de decir, es necesario tomar partido, na-
turalmente, a favor de la vida inmediata y en con-
tra de la vida abstracta. La vida abstracta sólo I
existe a través de la vista y a lo sumo del oído. No
yive con la boca. Por tanto, los ojos y los oídos
son órganos exotéricos. Sin embargo, el hombre
abstracto tampoco confía en sus ojos y en sus oí-
dos. Le gusta utilizar la expresión de «engaño de
los sentidos», como si los sentidos nos engaña-
ran bien a causa de su patética impotencia o bien
porque se lo proponen. Acto seguido, el hombre

LA METAFÍSICA DEL VINO

abstracto inventa una escalofriante quimera, .lJ..Ea


nada incolora, inodora, insonora , insípida e in
forme destinada a sustituir el mundo de los senti
.d()s:)' a partir de esta nada crea-sobre todo úl-
timamente-la ciencia, la moral, la lev, el Estado
Claro que, haga lo que haga, acaba en nada.
La vida abstracta es, teóricamente, una vida or-
denada que no se construye sobre las experien-
cias inmediatas de los sentidos, sino sobre los de-
nominados principios. En la era moderna cono -
cemos dos tipos de hombres abstractos: uno es
el cientificista, otro el puritano. Evidentemente,
ambos son variedades del ateísmo.
Lo característico del cientificismo es que no <=.Q:-
noce el amor, sino el instinto sexual; no trabaja,
sino que produce; no se alimenta, sino que CQ1}-
sume; no due rme, sino que recupera la energía
biológica; no come carne, patatas, ciruelas, pe-
ras, manzanas o pan con rnantcLJuilla y miel. ~in(l
calorías, vitaminas, hidratos de carbono y protei~
nas; nobebeyino, sino alcohol; se pesa semanal-
m;~~-;cuando le duele la cabeza, toma ocho ti-
pos de medicamentos: cuando le da un a diarrea
por tomar mosto, acude corriendo al médico; dis-
cute sobre el aumento de la esperanza de vida
de los hombres ; considera que el problema de la
EL SALTO MORTAL DEL ATEÍSMO

higiene es imposible de resolver porque, aunque


puede lavarse y quitarse la suciedad de las uñas
con iahnn v quitarse el i~lhnn ('nn a~rl1:-1 todavía
no ha descubierto nada para lavar el agua.
El"Cíentificista es un personaje inofensivo y tor-
pe y también la variedad más cómica del ateís-
mo. !;:.l.muitano es un hombre agresivo. El vigor
$s..\lS...J!tªques se debe en gran parte a que cree i ~ "
hab<;J hallado la única manera correcta de vivir.
U~a persona puede ser puritana siendo materia-
n~ta o idealista o budista o talmudista, porque
el puritanismo no es una concepción del mundo
~!l0 un temperamento. Dos son las condicioJ:.le.s
~~_~sarias para un puritano: una sombría estre~
ch_e_z de miras debida a su fe ciega en determina-
.-90s principios y una disposicIón tan aguda como
pérfida a luchar por estos mismos principios.
Lo que confiere al puritano su verdadera fuer-
za V" el hechn de <;<.'r 1111 atl'() de"e"perCld() Envia
ría a la hoguera a cualquier mujer que fuese más
g~~pa de lo corriente; tiraría a los cerdos todo ali-
mento graso o dulce; condenaría a cadena perpe-
tua a quienes se rieran; y no existe nada que odie
má~_o, mejor dicho, que tema más que el vino. El
"'pllrit~nües el hombre abstracto. El que carece
de corazón. Al ateo siempre le causa más proble-

JI
LA METAFÍSICA DEL VINO

mas el corazón que la mente. El puritano es un


puro y duro idiota del corazón. A él debe la his-
toria universal las batallas más sangrientas v 1:-1,
revoluciones más espantosas. Y todo ello porque
él, el pobre, inventó un principio abstracto para
reemplazar a Dios, y lo sabe. Sabe que es un de-
sesperado. Se da cuenta de que no funciona, pero
sigue adelante. Si alguna vez participara en una
matanza del cerdo y comiera a gusto un asado de
solomillo, morcilla, chorizo fresco, pimiento en
vinagre, cebolla,~uñuelos con mermelada de ,ü-
baricoque y bebiera dos botellas de vino de Szek-
szárd, aún se lo podría salvar. Pero no hay poder
capaz de inducirlo a ello.
'"[odap.e rsona sabe de forma innata que sl,l .~:L4~
solamente tiene sentido si la sacrifica. Sólo si la
sacrifico logro mi objetivo. Para las personas se-
rias y sensatas esta tarea se resuelve por sí sola
cuando ponen su vida en manos de Dios. El atco.
en cambio, tiene miedo. Pero su miedo está des-
provisto de razón porque también él ha de sacri-
ficar su vida. Y la sacrifica, pero no de una mane-
ra natural, a Dios, como Abel, sino a alguna estu-
pidez carente de valor. ¿A sí mismo? Vaya y pase.
¿Al placer? ¿Al poder? ¿A la riqueza? Aunque
sea burdo, al menos es comprensible. El puri-
EL SALTO MORTAL DEL ATEÍSMO

tano, sin embargo, se sacrifica por un principio.


«¡La humanidad!», dice. () bien: «¡Lalibertad!».
() bl' " "'¡
_
, 'L '-1 "1 )' ,1, (),.1,
Llí . 11 \. la!.!? "1
[1 ( , .
Ld.l \\..-L... .1
I
lUlUl'---J.//,

«¡El progreso!». ¿Qué son la libertad y el hu-


manismo y el futuro? Sucedáneos de Dios. Pero
¿qué oculta esta locura autodestructiva de pro-
porciones gigantescas? El hecho de que es un
hombre desesperado. Sabe que no funciona, pero
aun así insiste. Sabe que es un loco desdichado,
pero aguanta. Es riguroso, es irritahle, es helico-
_~-º, es oscuro, es malvado, es violento porque está
des<:,~p~iado. No funciona pero aun así persevera.
2.sigue. Esconsciente de ello, pero no busca ayu-
ª-a y por eso se vuelve aún más desesperado. Más
desesperado, y más abstracto, más irritable, más
.E.1alvado, más alevoso, más suspicaz y más oscuro.
y aun así se empeña en perseverar. ¡Pobre des-
dichado!
No lllerece la pella ucuparse del clellli1icista. A
pesar de todas sus manías y supersticiones es un
hombre inofensivo. Al puritano, en cambio, hay
que tratarlo con suma cautela, Por mi parte, con-
sidero que sólo tiene un remedio: el vino. Igual
que los pietistas. Porque el puritano es un pietis-
ta convertido en terrorista; y el pietista, un pu-
ritano llorica. El pietista pone los ojos en blan-
LA ME TAF ÍSICA DEL VINO

CO y es devoto. Colecciona imágenes obscenas en


secreto y bebe cuando no lo miran , sobre toJo
, T,c-"" Lf·:~;(
.l¡., ~ t1t l" f ''r'1(~ ~:
".~ .. C'- t ' U\.. "
l ,." ." ' '\1"'"''
'-' ... ,)h., (.
l " lO<'
,1 1"Y"" "
."J ~
I " , ' . • -
~) L ... ..ln llnO S,.

y, por tanto, la forma de caer más bajo. El pietis-


ta vive Je tal manera que, a causa de la vergüen-
za, las paredes de su cuarto le devuelven constan-
temente el vivo color rojo de las llamas. Las pa-
redes de la habitación del puritano, en cambio,
son de un color amarillento cadavérico, pues no
se atreve a traicion arse ni siquiera en la soledad.
¡Sólo por dentro! Oh, pobre desdichado, ¿qué
misericordia puede salvarte como no sea el vino?

34
Los hombres tienden a creer que el pecado es la
causa de todos sus males. Para ellos, pecar es men-
tir, robar, engañar, saquear y fornicar. Su igno-
rancia llega hasta el punto de establecer leyes
grandilocuentes para fren:lr!o y hasta de amena-
zar con la horca. Pero aunque estas leyes tengan
varios miles de años, todavía no han conseguido
ningún resultado.
Así que debo protestar solemnemente contra
esta creencia generalizada. Después de pensarlo
a fondo declaro que el pecado no es la causa de
los males. Estos poseen raíces más profundas y se
deben a una mala actitud. El pecado es tan sólo la
CUllsecuLlll.:ia Je Ulla llwla aclÍLuJ. De esle llIOJU,
siguiendo al apóstol san Pablo, considero disuel-
to el ámbito de la ley y de la moral y me propon-
go vincular el origen de toda actividad humana
con su fundamento, la religión. Y no lo hago de
forma arbitraria ni porque yo haya descubierto
este pensamiento. No. Como ha señalado un con-
temporáneo, el privilegio de esta idea correspon-

35
LA METAFÍSICA DEL VINO

dió a los escatólogos dotados de capacidad crea-


tiva en los momentos en que fundaron una reli-
gié1n. De modo que le hJgc porque, J juzg,u p u,
mi experiencia, la ley y la moral sólo suprimie-
ron el pecado aparentemente y nunca fueron ca-
paces de curar ningún mal. La raíz del pecado y,
por tanto, la fuente del mal se halla a muchísima
mayor profundidad, fuera del alcance de la ley y
de la moral. Los pecados que condena el Código
Penal son tan sólo la consecu encia de una mala
actitud religiosa. Como ya he dicho, y me permi-
to insistir en ello, todo el mundo necesita alguna
religión y no existe un hombre irreligioso. Cuan-
do alguien no cree en la buena religión, cree en
la mala. Y la peor de todas las malas religiones es
el ateísmo.
Sin embargo, lo esencial es lo siguiente: la mala
religión no es la consecuencia de la mala actitud.
No. La mala religión es la mala actituJ a secas,
que es el caldo de cultivo de todo mal y la fuente
de todo pecado. Es la fuente, en primer lugar, de
los defectos morales, como la vanidad, la envidia,
la codicia, la insolencia, la fanfarronería y el mal
gusto. y es también la fuente de los delitos que
condena el Código Penal, el robo, la estafa y el
asesinato. Estos llamados pecados son tan sólo la
DIGRESIÓN ESCATOLÓGICA

última consecuencia de la mala religión. Sin em-


bargo, las llamadas faltas morales también son
con:-:;cLucllLiJ.J, r~r\.J (L\Jl1~)L\...ULjh_i.lJ JL '--ÍU~:) D\..-
la mala actitud. De la mala religión. ¿Qué hacer,
pues? ¿Crear leyes draconianas? ¡En absoluto!
Las leyes sólo se aplican a los fenómenos, no a las
causas. ¿Enseñar a las personas a darse una dis-
ciplinamoral? ¿Practicar el ascetismo? ¿Mortifi-
carse? No, y cien veces no. Todo esto no son más
que consecuencias. Hay que modificar la actitud,
Convertir la mala religión en una religión buena.
y esto no lo enseñan los códigos legales, ni los ju-
-;istas, ni los jueces, ni los reyes, ni los sacerdotes,
ni los moralistas, ni los satíricos, ni los héroes de
la virtud, ni los predicadores, ni los misioneros,
sino única y exclusivamente los escatólogos do-
tados de capacidad creativa en los momentos en
que fundaron una religión.
A naJie deGe asullllHadc ljuc el mal Jcselll!Jc-
ñe un papel tan importante en la vida humana.
De hecho, el mal es la única tarea que tenemos
que resolver. El hombre cometió el primer peca-
do en el principio de los principios. Ahora ya sa-
bemos en qué consiste. No es un delito que quepa
en un Código Penal. No puede condenarse ni si-
quiera a partir de la doctrina moral más rigurosa.

37
LA METAFÍSICA DEL VINO

¿Por qué? Porque el primer pecado, el más pro-


fundo, el peor mal, fue la mala religión, la mala
8ctitnd Fn e<.: c !ll C\f!lcntc\ el homhre sL!fri ó :J I} ..
conmoción. La Biblia lo llama pecado original.
Desde entonces, todos llevamos en nuestro inte -
rior esa conmoción que se produjo en la base de
nuestro ser, en la actitud religiosa. Porque la sa-
cudida es hereditaria. Nuestra propia mala acti-
tud nos irrita e intentamos desesperadamente le-
nificar esa irritación. El diluvio no consiguió li-
brarnos de la conmociono Con el arco iris, sin em -
bargo, llegó la bebida mitigadora. Sólo pue~o
entender el vino como uno de los actos de gracia
supremos. El vino lenifica. Tenemos vino. Pode-
mos hacer desaparecer el shock maldito. El vip9
nos devuelve la vida originaria, el paraíso, y nos
muestra dónde nos encontraremos en la última
celebración universal. Y el hombre sólo es capaz
de soportar el puente Ljue une el primer Jia y el
último en un estado de trance. Y ese estado de
trance es el vino.
El vino es una máscara hierática. Antiguamen-
te todo hombre y todo pueblo lo sabían. La solu-
ción del significado de la máscara: es ella la que
suprime la conmoción del mal. Dionisos, el Ly-
sios, lo Ilamahan los griq'os, Dios del Vino libe-
rador. Al decir esto, me limito a rozar el tema de
la forma más general. Solamente señalo que el
vino posee rostro divino. Sabemos, sin éIT1b~-~~­
go, que no existe el vino en general, como tampo-
co existe el hombre en general. ExistenJuan, Pa-
blo, Bartolomé, Carlos y Luis, como existen Sara,
Bárbara, Ana y Magdalena. Y existen los vinos de
Somló, de Pan nonhalma, de Arács, de Kisk/fros. Es
l1hí:" L,dd dtlÚ , (,IJd ViULUhul, LaJa lJalríllJruJu-
ce su propio vino. Todos los vinos pertenecen a
una sola divinidad. Pero cada vino individual po-
-;-~ su genio particular. Y todos estos genios son
a su vez máscaras. El paladar reconoce la másca-
ra. Hay hombres de un talento enorme, catado-
res magníficos, que identifican los genios con una
precisión absoluta. No obstante, sobre los princi-

39
LA METAFÍSICA DEL VLNO

pios básicos de la identificación sólo diremos de


momento lo imprescindible.
Tnc!n" rec()rd ~1f~" :llí" l,nr l·! g r:l n tJI'!:l d e J:¡,
máscaras hieráticas, que el vino forma parte de
los líquidos calientes y que sus parientes más cer-
canos son el agua y el aceite. Ahora no vamos a
referirnos al agua, en absoluto, pues es un tema
más amplio, si cabe, que el vino. Respecto al acei-
te, diremos tan sólo lo indispensable para com-
prender el vino.
Supongo que todo el mundo sabe que el vino
se hace a partir de la vid. Y la vid es una planta.
Las plantas son las criaturas más maravillosas del
mundo. Dice Virginia Wolf que prefiere los hom-
bres a las plantas. Puesto ante esta disyuntiva, yo
no sería capaz de responder tan rápido. Y si pien-
so que sólo me siento en plena armonía con el
mundo cuando estoy en un bosque, en un prado
o en un jardín, tal \'e L: escogería antes las plantas
que a los seres humanos.
En el estado originario de la creación,~~t:J
Jardín del Edén, las plantas atesoraban los acei-
tes más delicados y fragantes de la espiritualidad
del mundo. Toda planta es en el fondo un geniQ>_º
un ángel, y puedo reconocer a este pequeño daj-
mon por su forma, su color, su flor o su fruto, pero
LOS ACEITt:S

no de modo inmediato, sino de modo abstracto,


que es como el ojo reconoce las cosas. Sólo la na-
riloPULJL L ;'fJl..iiliid¡Ldl ,1-.. iildlJUd ;I,II'LJi,lld L
planta viva, pues el aceite que ella atesora comu-
nica lo que de más profundo hay en su interior.
La fragancia es el secreto del ser vegetal. Desde
n-lllnI11lCia he conocido las plantas arrancándo-
les las hojas en mis paseos, frotándolas con los
dedos y aspirando su perfume un buen rato. Y
así sigo hasta el día de hoy, aunque ya no encuen
tro olores extraños. Conozco la menta, el tomi-
Jl~~!beleño, la centaura, el romero, la albahaca,
~,~ apio, la aquilea, el crisantemo, el laurel y co-
nozco también al hada más querida por mi cora-
, zón, la encantadora lavanda. De manera categó-
rica puedo afirmar que no existe planta cuyo ge-
nio no conozca personalmente tanto en nuestra
región como en la zona mediterránea, que tantas
veces lle recorriJo.
Llegados a este punto, no puedo dejar pasar la
oportunidad de llamar la atención de los puri-
tanos y los pietistas sobre algunas verdades de
suma importancia. Esos hombres sólo conocen
a las mujeres de manera abstracta, a través de los
ojos y de los oídos, de modo que apenas poseen
de ellas una experiencia inmediata. Sólo en con-

41
LA METAFíSICA DEL VINO

tadas ocasiones llegan a tocarlas. Cualquiera a


quien interese seriamente esta cuestión, debería
ku 1"., l'd;',lj,".~ '.\11 ¡ L;,!,u¡¡Jiu¡iL;' u¡ 1,,;, liL] \1;, ,k
D. H. Lawrence para hacerse una iJea del co-
nocimiento que puede adquirir la mano sobre el
cuerpo femenino. Yo iría incluso más lejos que
Lawrence. Diría que, como ocurre con las plan-
tas, el secreto de la mujer radica en el perfume
de su cuerpo. Desde lejos, desde la distancia abs-
tracta, esa fragancia parece bastante uniforme.
Pero si uno se acerca y se sumerge en los detalles,
verá la diferencia entre el perfume de la nuca, jus-
to en la raíz del cabello, y el de las muñecas o de
los hombros. El cuerpo femenino es infinitamen-
te más rico en aceites y por eso mismo más livia-
no, más raro, más genial y, en definitiva, más espi-
ritual que el del hombre. El encanto de la figura
femenina es precisamente la consecuencia direc-
la de su ilimitada riqueza en aceites exuberantes.
Así es: quien quiera adquirir muchas experien~
cias directas relativas a los aceites, no deberá ol-
vidarse de la mujer. Que absorba la fragancia de
los labios de la mujer y analice un poquito lo que
hay ahí dentro: cuánta picardía, parloteo, desa-
fío, seducción, dulzura, mareo, ebriedad, fuego,
turbulencia, entusiasmo, maldad, rabia, vileza,
LOS ACEITES

LclllJ2!_uosidad. Todos esos geniecillo s pululan en


_~lpcrfumc Je unus labios.
" '.
"IL~Ltl~
"
1.111.
• ',,'
1..-.\...t-)L.lJL11LILl.
,
JI!\....
, • l'
hLt')L ...... .LJ
1
'-)\...'~-" J .....
.L"U,,"-
, 1

tres zonas. La primera son los labios, de los que


acabo de hablar, y en particular las comisuras,
mucho más aromáticas que el centro de la boca.
1_<1 segunda es la corva, la parte por donde se do-
bla la pierna, opuesta a la rodilla. Aunque parez-
~a una estupidez, para mí es allí, en ese lugar, don-
de la mujer es más mujer. No sé por qué. Pero allí,
en los hoyitos de la corva, emanan sus fragancias
unos aceites cuya intensidad no tiene parangón.
La tercera es la más aromática, la más exuberan-
te y rica en aceites, la parte interior del muslo, allí
donde la piel es más tersa y suave. El centro de
Ja fragancia se encuentra en la zona más interior,
. a cuatro o cinco dedos de la rodilla. A menudo,
después de alguna de esas grandes vivencias aro-
lllática~, Jjiell~u LjUC Jd,ula e~lriLir luJu un li-
bro sobre esa parte del cuerpo pequeñita, dimi-
nuta, la más fragante del universo, la más rica en
aceites colmados de especias. Porque en ese lugar
se despliega plenamente la esencia de una mujer.
Me atrevería a decir que allí percibo el grado y el
carácter de su inteligencia erótica. Cuando siento
esa fragancia, sé cuánto aceite amoroso espiritual

43
LA METAFÍSICA DEL VINO

esconde, cómo hierve, cuánto ilumina, qué ca-


lor desprende, cómo es el humo que emana, si es
hb nI" vi,,1C't :1 :17' t1 , r(\~Jd(" J 'TU ri !!l~ (' Jor;.¡do.
No transmitiría esta enseñanza a alguien que
se tome la vida y a sí mismo en serio, porque esas
personas ya saben de qué se trata, Me diLii9_ a
los puritanos y a los pietistas, Es una advertencia
para que se aparten del camino de la abstracción
y se tomen las cosas más en serio. Descubrirán en-
tonces que no existe la mujer (a menos que, como
ellos, sea una persona abstracta, lo cual sólo sue-
le ocurrir cuando se trata de una mujer que no
es linda y, en consecuencia, la pobre se encuen-
tra excluida del juego) que no agradezca ser ob-
jeto de semejante estudio, tanto más cuanto más
detallado, exhaustivo, prolijo y fundamental sea.
Dicho esto, se adivinará sin dificultad lo que
quiero señalar respecto al vino. Cada vino es in-
dividual. En cada vino (variedaJ , cosecha, deno-
minación, tierra, edad) vive un genio irrepetible
e inimitable. Ese genio es la materialización del
aceite. Su máscara. Cada parte del cuerpo feme-
nino posee una fragancia diferente, inconfun~j:­
ble. ¿Por qué? Porque cada una está habitada por
un daimon distinto. El vino es una bebida espi-
ritual que contiene aceites. En cada vino habi-

44
LOS ACEITES

ta un angelito, que no muere cuando bebemos


el vino, sino que va a reunirse con los innume-
rclbko, clll¡\-.Jit.>c,) pU.-lUd~j<.lc, L,kldc, '-jU-' ¡iI"ldi' 1.-11

el hombre. Cuando bebemos, los genios que es-


tán en nuestro interior saludan al recién llega-
do con cánticos y lluvi a de flores. La pequeña
h"aJa-;cncantada , siente tal alegria que está a pun-
to de la combustión espontánea. Y esa súbita lla-
ma de la alegría se expande por nuestro interior y
nos hechiza. N() hay mar~ era de defenderse con -
tra eso. Por eso afirmo que una copa de vino re-
'presenta el salto mortal del ateísmo.

45
EPÍLOGO DE LA MLTAFÍSIC¡\
: j \ r () ! J () e: Í 1\ J

Con esto he concluido cuanto quería decir de la


metafísica del vino. Basándome en el sabeLc}c
la tradición, he esbozado las correspondencias
intelectuales más próximas del vino y luego, con
la ayuda de la distinción entre vida ahstracta y
vida inmediata, he descrito la parte de las expe-
riencias sensoriales referida al paladar. He ex-
puesto mi teoría de las máscaras hieráticas y he
señalado el lugar del vino en el mundo. Esto no
cambiará por los siglos de los siglos. Cualquiera
que escriba sobre el vino, tendrá que recurrir a
mis observaciones. Asimismo, mi teoría del ca-
rácter divino del vino y de los genios del vino me
ha permitido tender un pucnlL hacia la naturale-
za. No obstante, antes de adentrarme en la histo-
ria natural del vino, quisiera dirigirme a aquellos
para quienes he escrito este libro.
Sé que, al leer las primeras frases , todo ateo.se
habrá ofendido por el tono de superioridad con
que me atrevo a tratarlo. Cuanto más haya ido
avanzando, más habrá aumentado su indignación
EPÍI.OGO DE LA METAFÍSICA (APOLOGÍA)

y habrá protestado acaloradamente contra el to-


nillo despectivo de algunos pasajes. Al final, no
le 1,
....
,]",,'1 Lf,,,,,,1¡
1 .i d . • > i..
1"
Lf. "- ..... 1. ... l.. \...;
'" '1'~~ ..L'"
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" ' ''1'
t
.,1; ,
í L \"', ..1,'
,"'11'\.A" L .,. 'l " lUI· 1
L.L« J "'1
:."
1 l/_~ U.1

se diciendo que el autor del libro no es un ser su-


perior, sino un altanero. Sin embargo, el asun-
to habrá terminado haciéndole sospechar y darle
vueltas a una pregunta: ¿con qué derecho lo lla-
ma el autor un pobre de espíritu? ¿De dónde saca
la osadía para compadecerlo a él, al ateo, y tachar-
lo de estúpido, limitado, ·ullido e incluso idiota?
¡Con qué insolencia utiliza ese tono pedagógico!
j Cómo se atreve a darle consejos y hablarle como
a un colegial!
Lo que más le habrá molestado habrá sido que
esperaba un sermón mojigato y resulta que ha en-
contrado todo lo contrario. Ahora bien, si las co-
sas son realmente tal como afirma el ateo, pido
aquí mil disculpas al agraviado lector y le asegu-
ro ljue no era mi propósitu ufenderlu. Le ruegu
además que me permita exponer mis intenciones
y resumir en dos puntos mi defensa contra la acu-
sación planteada.
Primero:
._- .
-....~
no era en absoluto mi intención uti-
.lizar un tono altanero, porque me lo prohíbe la
religión. El altanero presume de una superiori-
dad que en realidad es aparente. La religión no

47
LA M ETAFíSI C A DEL VINO

admite un procedimiento de este tipo. Creo que


aquello que el ateo percibió como altanería no
(."r :l t :d , ...:!P ') '_'p r~ ~nd ~l (~ t.· !~ t C ?J ~! !';J \"C !' l Ltd c !" ~l \t !
perioridad. Y yo, desde luego, no estaba dispues-
to a ocultarla. Estamos hablando de la verdade -
ra superioridad, que no es sólo la mía frente a él,
sino también la de todo hombre de buena reli-
gión frente al de mala religión.
Con esto he constatado algo muy importante.
Debería haberlo señalado hace mucho tiempo y
me pregunto por qué otros , quizá mucho más ver-
sados que yo en la materia, no lo han hecho ya.
1), :, . ,' L o que he constatado es que el hombre de bu~=
na religión es necesariamente superior al de mª-l.?
religión, en cualquier circunstancia. Superior en
inteligencia, en sentimiento, en corazón, en se-
riedad y-éste es mi descubrimiento-superior
también en la capacidad de disfrute inmediato de
la vida.
Por tanto, el hombre de buena religión no nece-
sita mostrarse altanero. Dada su situación, se en-
cuentra en una posición de superioridad incon-
mensurable. Había que decir por fin que lasupe.~
rioridad del cristianismo no es un artificial siDQ
auténtica. Había que afirmarlo y había que expre=
sar algo que ha sido así desde siempre y así ser~.
EPÍLOGO DE LA METAFÍSICA (APOLOGÍA)

Al fin y al cabo, tampoco entiendo muy bien en


qué consiste la tan cacareada superioridad de los

tes, esto es, el poder mundial conseguido por me-


dio de la violencia. Pero, dicho sea entre parénte-
sis, no apuesto ni un céntimo por la persistencia
de ese poder.¿c::ómo pudo extenderse la creen-
cia errónea de que el ateo supera al hombre reli-
gioso en inteligencia, capacidad para disfrutar de
la vida, pensamiento, sentido práctico, presencia
de ánimo y humanidad? Tal vez no se ha tratado
nunca de superioridad, sino a lo sumo de la in-
solencia y del descaro con los que el ateo ha ate-
morizado al hombre religioso, más púdico. La di-
cha, sin embargo, sólo le ha durado hasta hoy, es
decir, hasta el momento en que ha aparecido al-
guien que no se deja asustar. A partir del momen-
to en que la impostura se haya hecho patente, la
sÍluaCl':J11 Lambidlá Lull tuJa pluLaLiliJaJ.
El segundo punto de mi defensa es el siguien-
te: ¿he ridiculizado al ateo? ¿Lo he presentado
como un estúpido? ¿Lo he llamado tullido? No
tenía necesidad de ponerlo en ridículo, porque lo
es. Tampoco tenía necesidad de hacerlo parecer
estúpido, puesto que es un hecho tan clamoroso
que no hubiera sido posible aplazar más su reve-

49
LA METAFÍSICA DEI. VINO

lación al público. Hasta ahora, el ateo, confiando


en su desvergüenza violenta, en su maldad cgoís -
t;¡ f' n "11<: in gf' ntC'<: riqu C'7:l<: y e n <;ll gr:m jeta, dab. '
a entender que era dueño y señor del mundo, el
hombre más inteligente, victorioso, fuerte, h ábil
e invencible. Pero resulta que acabamos de descu-
brir que nada de eso es verdad. Todo lo contrario.
Comprendo que a los ateos les resulte amar-
go reconocer este hecho, pero no puedo hacer
nada para evitarlo. Lo único que puedo hacer es
insistir en mostrarles su desolada situación y en-
señarles el camino correcto. Éste es mi prop6~¡­
to y con esta intención empiezo la segunda par -
te del libro.
EL VINO COMO
NATURALEZA
\'I~~ () Y \'1D,\ IDÍLIC\

Una de las principales experiencias de mis via-


j~s ha sido descubrir que existen países del vino
y países del aguardiente. Y, en consecuencia, que
existen pueblos del vino y pueblos del aguar-
diente. Los puchlos del vi :lo son geniales; los del
aguardiente, aunque no todos son ateos, tienden
al menos a adorar a los ídolos. Los grandes pue-
~lg~~el vino son los griegos, los dálmatas, los es-
pañoles, los etruscos y, en las grandes regiones
~i~i~olas, los italianos, los franceses y los húnga-
ros. Estos pueblos poca~ veces tienen lo que se
llama ambiciones históricas a nivel mundial; no
se les ha metido en la cabeza eso de salvar a otros
pueblo::, a culatazo::, ::,i hace falta. El vino los pro-
tege de la abstracción.
Los pueblos del vino no viven en la tradición
. .de la historia universal, sino en la de la edad de
oro. Esa actitud es consecuencia de una de las
sustancias fundamentales del vino, el aceite idíli-
co. Todos los países del vino y las regiones viníco-
las son idílicos. Podrás comprobarlo claramente

53
EL VI N O COMO N ATURALEZA

tanto si paseas por las viíias de Arács y Csopak,


como si subes al I3aJacsony u dI 11IOlltC SZClll '
." ' ; " ," " "
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\...1\...d. I I J l l / \. _II ...... . .

entre los hu ertos de KiskéSrós o de CsengéSd. Los


suaves senJeros cubiertos Je hierba serpentean
como silenciosos arroyos entre los viñedos. De-
lante de la entruJa a las boJegas se al zan inmen-
sos nogales, que dan una somhra fresca incluso
en plena canícula. Son lugares llenos de rincoQ~s
donde uno podría detene rse, sentarse, instalar-
se y decir: «Aquí me quedo», Y, tal vez sin darse
cuenta, allí mismo le llegaría la muerte.
Meditaba sobre estas cosas en Szigliget y allí se
me ocurrió, meramente para uso privado, la dis-
tinción tan antigua como corriente entre vinos
del llano y vinos de montaña. El vino de la pla-
nicie es más abundante, pero también más mo-
desto, más pobre en aceites, de cuerpo más lige-
ro. Estu no ::.U\JOllC llcu:: ::.aliamcllLc ut] Jespn::-
cio. Simplemente significa que no tomaría a un
vino así como esposa. La ausencia prolonga9-ª-.dc.
aceites excitantes terminaría convirtiéndome e.p
un hombre infeliz. Pero quien prefiere evitar las
grandes tensiones-algo muy respetable-bien
puede convivir con un vino asÍ.
Todo esto pensaba yo en lo alto de la colina en

54
VINO Y VIDA IDÍLICA

la encantadora Szigliget. A mis pies se extendían


las viñas, a lo lejos el lago Balaton, a mi laJo esta -
bd ~J, iliU Lli Uild butJ,) -:UclllJ C 1J mcc!itJción de

caía tomaba un traguito. Esto es algo innato. Me


gusta el vino de montaña que se ha criado junto
al agua. El agua es el elemento ancestral en el que
nací y por eso deseo su presencia en todo. Por eso
siento más lejos Tokaj y más cerca Badacsony, Cm-
pak o Arács. Aunque, como en todo, hay excep-
ciones. En primer lugar, SrlmIó. Porque el vino de
SomIó es fogoso, criado en una tierra volcánica.
No hay agua junto al monte Somló, que se alza en
medio de una gran planicie y tiene forma de coro-
na. Para mí, el SomIó es el no va más entre nues-
tros vinos. A continuación explicaré por qué.
gis.~i!1go entre vinos rubios (los blancos) y mo-
renos (los tintos); entre masculinos (los secos) y
f~~e'nínos (los más bien dulces); es más, distingo
entre vinos 4ue ::'Ull ::'0J.>rano~, cOIltraltos, tenores
o bajos, entre vinos homofónicos, polifónicos y
sinfónicos. También suelo establecer una distin-
ción entre vinos solares (pertenecientes al s01) ,
lunares (a la luna) y astrales (a las estrellas). Des-
de luego, resulta fácil aplicar toda clase de dis-
tinciones al vino. Existen, por ejemplo, los vinos
lógicos y los místicos, los visuales y los acústicos,

55
EL VINO COMO NA TURAL EZA

los vinos que fluyen de derecha a izquierda y los


que lo hacen Je izquierJa a Jerecha, y así suce-
si\amcntc h.blJ. d ill(i¡;ít~j . C..lJ.l .. ¡¡lu ¡¡u;, ¡¡¡¡!JI.!
ne la tarea siempre renovada de establecer distin-
ciones. pues bien, para mí el Somló no es sólo un
vino barítono solar, sino también un vino mascu-
lino, rubio y sinfónico que contiene el aceite Je
la espiritualidad creativa más elevada. en un gra~
do de concentración y pureza único entre nues.-
tros caldos. Por eso creo que, si hien todos Jos vi-
nos exigen compañía y manifiestan su verdadera
esencia cuando se beben en comunidaJ , elSomló
es el vino de los solitarios. Está tan lleno del acei-
te de la ebriedaJ de la creación que sólo se pue-
de beber en una soleJ ad debidamente profun-
da, definitivamente silenciosa y equilibrada. So-
bre el vino de Somló (estoy hablando del original,
ancestral, difícil de encontrar hoy en día. seco y
fogoso. pareciJo al 010 bl anco ; me guslaría añ!:l.-
dir que, si bien todos los vinos de montaña serios
son más adecuados para la gente que ha supera,-
do los cuarenta que para los jóvenes, éste pert~­
nece a los ancianos. Es el vino Je los sabios, el J e
quienes han adquirido por fin el saber más gran-
de, la serenidad. Es un asunto completamente
personal y sólo lo menciono porque fue uno de
VINO Y VIDA IDÍLI CA

los grandes descubrimientos de mis meditacio-


nes de Szigliget: en la máscara hierática del vino
de Su///!{ :ll( sentí lo mi~ -:cru pu~ibk Je 1.1 S(1'C
nidad y la sabiduría maduras, de la intensa ebrie-
dad creativa de la que surgió el mundo.

57
LAS UVAS, LOS VINOS,
LAS PIEDRAS PRECIOSAS,

Es curioso que no exista una equivalencia entre


uva y vino: la uva más sabrosa no siempre da el
mejor vino. No estoy hablando de la uva chasselas.
la comercial, que solemos llamar uva de postre y
que nunca ha conseguido decirme gran cosa . Me
refiero más bien a la noble Afuz Ali, o a la reina de
las viñas, la Matthias jánosllé, () también a la Mus-
cal Ottonel ya la diosa de las uvas, la Muscat B¿4C:k
Hamhurg. Salvo la Musca! Ottoncl, ninguna sirve
para hacer vino. El buen vino se hace con uvas
que no son muy aptas para comer. En Somló pro-
bé un racimo de la cepa tradicional de la zona.
Tenía un aspecto hermoso, las bayas eran de un
color \erJe muy GLlllCULLlJ, g¡ JilJu, y rcJ,-mJ,L"
transparentes y opalinas, pero no puedo decir
nada especial sobre su sabor. También en el Me-
diterráneo comprobé bastante a menudo que los
mejores vinos se hace] i con u\ ~b i.nsignificantes. Y
en una oportunidad incluso llegué a quedar per-
plejo al ver en la cepa un racimo ralo con bayas
del tamaño de guisantes. Pregunté si aquel fru-
LAS U VAS , LO S VINOS ...

to estaría enfermo, y lo probé: era bastante dul-


ce y tenía un sabor extraño, a sucedáneo de café.
LlamJbJ lJ Jt e nción lJ piel g rueSJ y co rrC OSJ. El
dálmata se rio mucho. Trajo un vino y me lo dio a
j2I Qbar. En ese momento me di cuenta de que be-
_~er es mucho más erótico que comer. Beber es el
pariente más cercano del amor. Aquel vino era
~omo un beso líquido.
Ahora me gustaría evocar una de mis medi-
taciones m~ls hellas sohre e\ vino. Ocurrió entre
las viñas de Berény, junto a una bodega , cuando
estaba sentado sobre un banco de piedra bajo el
enorme nogal, contemplando el lago. Enfrente
tenía el Badacsony, el Gulács, las colinas de Rév-
fülop y Szigliget. Era una tarde sofocante. Por la
mañana me había bañado en el lago; después al-
morcé y tras un breve descanso salí a leer. Sin
embargo, el libro quedó abandonado a mi lado,
_,li ~.iyulera Iv aGrí, purque no hice más que con-
templar el verano. La uva maduraba ya en las ce-
pas. «Ésta es la Riesling, aquélla, la Silvaner, la de
más allá la Otello, la Burgunder, la Mézes fehér o
blanco miel, la Kékoportó .. .». Y entonces pensé:
~Qué curioso que esas numerosas manifestacio-
nes disfrazadas sean todas el Uno, pero que su
valor resida precisamente en que cada una sea ín-

59
EL VJNO COMO NATURALEZA

cQnfulldible, fiel a sí misma y nada más. Ef! _<:..ste


sentido, las uvas y los vinos son como las piedras
preciosas: manifesucioncs Jcl úni..: ü Cnu. Y, sil,
embargo, son a la vez distintas esencias espiritua-
les del Uno. Empecé a comparar la esmeralda, el
rubí, el topacio, la amatista, la cornalina, el dia-
mante con los vinos que les corresponden. Con-
fieso que al realizar este ejercicio pensé en la mu-
jer, lo cual fue de gran ayuda, como siempre que
he reflexionado sobre la infinita variedad de las
esencias espirituales. Las piedras preciosas son
mujeres y muchachas, manifestaciones disfraza-
das que han conservado esa propiedad única de
su belleza, el hechizo radiante. He ahí su encan-
to. Sin embargo, no hay que interpretar este he-
chizo en el sentido de una falsedad, sino en el de
una magia natural. Es su verdadero ser. Su esen-
cia. Si fuera posible, me encantaría extraer_el $er
cspi-rit-~al de una muchacha hermosa e ido purifi-
cando, destilando, condensando, filtrando, cris-
talizando hasta conseguir su esencia concentra-
da e imperecedera._De toda mujer beUa se PQºria
hacer al cabo una piedra preciosa. O vino, aun-
qu-~--~n ese caso, en vez de cristalizada, sería pre-
ciso disolverla. La piedra preciosa la engastaría
en oro y entonces yo absorbería su esencia a tra-

60
LAS UVAS, LOS VINOS ...

vés de los ojos. Y el vino, lógicamente, lo bebe-


ría. Como se dice en los Salmos: «Probadlo y lo
VCIÚS .. .
11. Por supuesto, lo iJeJl seríJ poder (on
vertir la piedra preciosa en mujer cuando quisie-
ra, para poderla admirar; después la transforma-
ría de nuevo para poder bebérmela, finalmente
tornaría a convertirla en piedra preciosa para que
durase eternamente. Mi mujer y mi vino estarían
hechos de zafiro, amatista, perla, diamante, es-
meralda y topacio.
J::a tesjsprincipal de mi anatomía de la ebrie-
da_ª_e_~la si~uiente: la raíz de toda ebriedad es el
~_~_or. El vino es amor en estado líquido, la pie-
51ra preciosa es amor cristalizad()l)a mujer es el
__ª-111Of encarnado y vivo. Si a todo esto le agrego la
flor y la música, sé que este amor brilla con todos
í~~~~lores, que canta, exhala fragancias y vive, y
-~é ·~l~e puedo comerlo y beberlo.
Dicen lus ak¡uimistas ljue la piedra preciosa nu
es más que un ser espiritual puro que vivió en la
época de la creación primigenia, es decir, un án-
gel; pero cuando el hombre cayó en pecado, lo
arrastró consigo a la materia y entonces se trans-
formó en piedra. No obstante, incluso como pie-
dra conservó su radiante pureza. Esta doctrina
coincide con mi teoría de que en los vinos y en las

61
EL VINO COMO NATU l{AL EZA

uvas habitan, de hecho, unos aceites espirituales


y de que son genios.
El' h\ o l ' l ~ " S ' 1" \....l' )".... ..l '..., " " 1" ',' .,' .,' 1U\j
; ...... , \.... 1 ... ... , "- .. . . . } t - I '-.... I ' o' 1 . ' ; 1"':
id\.... ...; ...... .l. l ..... 1,....-1' J.~ \ J l .. ~

de Berény, y cuando, al caer el sol, me puse en


marcha rumbo a casa, conseguí concluir la fruc -
tífera tarde poniéndole un alegre broche de oro.
Vi unas cepas de Jlova junto al camino. Al prin -
cipio me asombré. «¿Qué piedra preciosa será
ésta?», me dije. En ese mismo instante recordé
que el vino es un universo compl eto y qlle, como
todos los universos completos, por ejemplo , el de
la mujer, reserva, debe reservar incluso, un espa-
cio para el mal, para la vileza, para los oscuros in -
fiernos. La uva nova y el líquido hediondo, cáus-
tico y vinoso que produce no son más que los tor-
pes intentos del diablo de hacer su vino propio.
¡Nunca ha habido un intento más desastroso!
El vino nova es el de los puritanos, los pietistas,
las solteronas , lo~ ~ultelullL~, lu::, LuJiLiu~u~, lo~
tacaños , los envidiosos, los malvados . C ualquier
hombre sano se tapa la nariz en cu anto advierte
su olor, y si llega a probarlo se pone a escupir de-
sesperadamente y no puede dejar de gritar hasta
que consigue enjuagarse la boca con alguna b e-
bida decente. Repito qu e el diablo sintió envidia
de la obra vinícola del Creador y decidió produ -
LAS UVAS , LO S VINOS .. .

cir SU propio vino. Le insufló su biliosa avidez, su


sed de venganza, su veneno, su maldad, sus mue -
ca:,,;-,u Lub,uJc Sd(JrrullcríJ,;-,U JlllllLJ Jdorn~¡
dad, todos sus desafortunados aceites, y convirtió
esa uva en increíblemente productiva. En efecto,
la nova produce cuando menos veinte veces más
uvas que las cepas nobles. Pero ¿para quién? Para
los codiciosos y los tacaños, a los que lo único que
les importa es producir mucho, cada vez más.
«A mí no me engañas», dije a la vid . Ya sé que
el infierno hediondo también forma parte del
vino, y que ese eres tú. Tú genio es la bruja. Tu
piedra preciosa, el cálculo renal. Cuando flore-
ces, tu olor a amoníaco atrae a las moscas carro-
ñeras. _Ere~ la uva de los ateos.
Mientras proseguía mi camino de regreso, me
preguntaba qué vino tomaría para cenar. De pron-
to se me ocurrió algo, que no tenía que ver con las
uvas, porque llU lu pruJuU': ll ellas. Lla el vinu fal-
so. Es decir, el mejunje depurado, edulcorado,
empalagoso, el atentado más vulgar, comparado
con el cual sólo existe uno más terrible, la mujer
falsa, pintarrajeada, llorona, insoportable, menti-
rosa, taimada, ávida de placer, hambrienta de di-
nero, histérica.
CA! ÁLOCO DE VINOS
l e :",: [S 13 o Z () :

Si llego a una edad muy avanzada y alcanzo esa


sabiduría afable y serena que tanto deseo en mi
senectud, escribiré el catálogo exhaustivo de los
vinos húngaros, porque para escribirlo es preci-
sa una enorme experiencia y, más aún , afahili-
dad, serenidad y sabiduría. Confío en llegar a esa
edad y ~!~._yltimos afíQs no deseo llevar!"1?~..?l
2..1!..2 mundo nada escondido en el bolsillo tra~~_o,
como si fuera un contrabandista; confío en que
p-;ra entonces no querré quitar a nadie, por-en-
vidia, el bocado de la boca ni la mujer de los bra-
zos; ni abrigaré deseos de venganza ocultos, ni
tendré deudas, ni me quejaré cándidamente de
todo lo que no hice. Y entonces, sÍ, escribiré d
gran catálogo de los vinos, clasificados por sabo-
res, fragancias , aceites, piedras preciosas y muje-
res, ordenados por zonas, paisajes y tipos, bus-
caré las comidas que les corresponden, y las es -
taciones y hasta las horas del día en las que con-
viene beberlos, y también la música más adecua-
da para acompañarlos y los poetas que les son
CATÁLOGO DE VINOS (UN ESBOZO)

afines. El presente intento de catalogar los vinos


más importantes ha dc considerarse un mero es-
tudio pr-.:\io p.HJ eSJ enorme emprCSJ. ~ü cstJ
acabado ni es definitivo y, sobre todo, es solamen-
te un esbozo inmaduro. Soy demasiado joven to-
davía para un tema tan vasto.
Empezaré por los vinos del llano. La época para
beber el vino de Kecskemét es el verano y el prin-
cipio del otoño. Se puede tomar a cualquier hora
de l día, en el trahajo, con 1;1<; comidas, en compa-
ñía o incluso para desayunar. Es ideal para jugar a
las cartas, salvo si se trata de partidas muy serias.
Para jugar a!Jqrock, ' por ejemplo, se recomien-
da un C.wpak o un Arács, con mucha agua mine-
ral de Parád, por ejemplo, o agua de rocío, o agua
ácida de Balatonfüred. El vino de Kecskemét al-
canza su mejor momento a los dos o tres años. El
vino nuevo es de cuerpo demasiado ligero y el de
mayor cJaJ picrJc luzanía.
La época apropiada para beber el vino de Kis-
k6ros es entre mayo y agosto. Para acompañar car-
nes livianas y verduras hervidas. Una vez lo tomé
con espárragos y fue, a mi juicio, la mejor com-

, Juego de ca rtas muy común en Centroeuropa y tam-


bién en el norte de Italia. (N del T).
EL VINO COMO NATURALEZA

binación. Hay que tomarlo sin agua, preferen-


temente en círculos reducidos (entre seis y ocho
rf'r"nn ~ l<: hc)mhre<' y mujeres' Le gusLI b músic:
No soporta la soledad. Su atractivo reside en cier-
J¡:uunªble suavidad cuyo carácter más cercan(),no
he cOI1seguido descubrir hasta ahora.
El de Csengod (emparentado con el de Soltszen-
timre, que muchos expertos juzgan mejor que el
primero) es más femenino , más indulgente. Es
el vino de la pequeña burguesía. Aguanta hien
las comidas más grasas. La capacidad maravillo-
sa del vino de Cseng6d consiste en animar a tomar
decisiones rápidas. Por tanto, j ojo con precipitar-
se cuando bebas un Csengod!
El de Soltvadkert es más desenfrenado y ruido-
so. Es un vino homofónico, de fonda; le gustan los
platos fríos, el chorizo y la cebolla. La mejor época
para beberlo es sobre todo finales de otoño, cuan-
do la niebla lo e nvuelve todo, Cde la llu via y los 1.)(:\-
rrizales son insondables. Es, entre los vinos nue-
vos, uno de los mejores. Al definirlo como vino de
fonda no pretendo menospreciarlo. Todo lo con-
trario._La fonda es un a de las institucionesmá~~g­
nificativas de nuestra civilización, más importan-
te, por ejemplo, que el Parlamento. Mientras q~e
en éste se infligen heridas, en la fonda las curan.

66
CAT ÁLOGO DE V I NOS (UN ESBOZO)

Por el momento, no añadiremos mucho más


sobre los vinos del llano. Insisto en que no ocul-
1 .. J I . '" 1. . J' 1-' ., . ,. ,
tan LdillPiLjl"hIUL,'. 1~\I ¡",:>Ull.a I iLI¡ ál¡dil¿dliU".

Su característica astral es sencilla: cuando bebe-


mos vino del llano, nos llenamos de diminutas
estrellita s, y éstas bailan en la sangre como si la
Vía Láctea hubiese cobrado vida. No ex isten di-
ferencias sustanciales entre los vinos del llano.
Da igual que sea Riesling, Kadarka, Muscat, OtO,
teln o MPzC\ f('hér.
El del llano es el vino terapéutico para las he-
ridas de la vida más sencillas. Si encuentras en la
fonda a un hombre atormentado por una espo-
sa rezongona y malvada, verás que está bebien-
do vino del llano. Cuando al joven estudiante se
sume en la melancolía a (:ausa de una pena se-
creta, bebe vino del llano. Si ves a un hombre sin
afeitar, con la camisa arrugada, verás que toma
vino del lIallo. Y hace bien. El vino de montaóa
29JQ. ~irve para enfermedades graves, por'ejem-
plo, cuando alguien lucha contra ciertos peca-
~Sf~;~"~ quiere vencer la mortífera acidia en su in-
terior. Pero sobre todo está reservado a cualquie-
· '~a.que sufra la enfermedad del idealismo, a cual-
.quiera que crea haber resuelto los problemas de
.la vida gracias al saber. No basta con saber las co -
EL VINO COMO NATURALEZA

sas. HªY .q ue hacerlas realidad. El vino es el gran


. realizador. -·-·-
La tr:msición entre los \·inos dclllal10 y lo::, J,-
montaña está representada por algunos vinos
de las regiones de Fejér, Somogy, Bánát, Tiszántúl.
Uno de los más característicos es el de Domoszló,
duque de las suaves colinas, de los vinos de la me-
dia llanura. Los vinos de Fonyód y de Berény me
han brindado experiencias ricas. En este caso, la
diferencia entre las variedades es hastante gran-
de. Hay vinos de cuerpo ligero que se pued~n be-
ber'~ dIscreción, muy apropiados para las.~ ~;r­
tas o para el copeo, los hay asimismo más sºlem~
nes, de mayor cuerpo y más soporíferos. Lº_~..h..~y
también crudos y duros. Todos son buenos ,p.ªra
acompañar la comida. Aguantan perfectamente
los platos grasos, aunque no son lo suficientemen-
te finos para los platos de pasta dulces. Si me da na
escoger, con las carnes más llobks prefiero l)eLet
otra cosa. En este punto mi gran catálogo de vi-
nos se ocupará de las infinitas posibilidades de
los caldos de transición.
¿Y qué podemos decir de los vinos de mon-
taña? Empezaré por el de Gyongyos. Es un vino
bien engalanado. Tiene todo lo necesario para dar
una buena impresión. Además, es un hu en anfi-

68
CATÁLOGO DE VINOS (UN ESBOZO)

trión, un agradable conversador, a menudo in-


genioso. En su caso, los años empiezan a cobrar
impurtJl1ciJ ..\ mis cJJJ, mi s fogosu, igual '-lU'-
gWQ1lieX al~a que madura como es debido. Es
ideal para los pogácsa y los bocadillos.
A veces un vino joven de Mór se parece tan-
to a los que se producen en las regiones de me-
dia montaña, de suaves colinas, que puede llevar
a confusión. Sólo a los cinco o seis años empieza a
vislumbrarse su fuerza. Entonces, sin embargo,
~~fl.Jerza pura sin llegar a ser bruta. Tiene un bu-
qué mineral absolutamente singular e inimitable.
El de Villány es el vino elegante por excelen-
cia, el de las damas y los galanes. Yo, por mi par-
te, siempre serviría Villány en los bailes. Es ideal
para las fiestas de compromiso de boda. No es en
absoluto exigente, ,tiene un sentido del humor in-
gfensivo, que naturalmente está muy lejos de la
sabia alegría Jd C,ujJuk, iJClU el VllUny jalllás
pretende ser un Csopak, y un Csopak no tiene el
menor interés en asistir a un baile. Todas las ven-
tajas del Villány se manifiestan cuando uno se ha
bañado, se ha afeitado, se ha arreglado de arriba
abajo. Se ha puesto, preferentemente, un frac o
un esmoquin; y las señoras, un vestido escotado.
El vino provoca la excitación precisa para que los
EL VINO COMO NATURALEZA

bailarines conversen a gusto. Es moderado, fino


y muy educado. Excelente para las pastitas y lo::,
canapés de cl\'iar.
Ahora me gustaría hablar de los vinos dcllago
Balatón, concretamente de la zona que se extien-
de desde Almádi hasta Révfülop, una región que
dividiré en cinco grandes distritos:
-Almádi
- Fels6ors, Alsóors
- Balatonkoves. Cmpak. A ráCY
- Balatonfüred, Dorgicse y alrededores
- Révfülop y alrededores
En este ámbito difícilmente puede hablarse de
diferencias de nivel. Todo depende de la añada,
de la situación geográfica de la viña, de la mi-
nuciosidad y seriedad del viticultor. Mi corazón
tiende al Csopak, pero no podría prescindir de
un Dorgicse, ni renunciaría al Arács por nada del
mundo, como tampoco a un 'lihtlfly, ell particu-
lar al gyokérkeseru [raíz amarga] de Tihany. Lo
descubrí con un amigo cuando pescábamos en
las costas de aquella península y buscábamos el
caldo adecuado para nuestras carpas y percas.
Procedía de un curioso viñedo de la abadía que
se extendía por la ladera nororiental y, de hecho,
nadie sabía por qué ese vino sabía a raíz, como
CATÁLOGO DE VINOS (UN ESBOZO)

su nombre indica. Quien haya probado una per-


ca a la mantequilla, con una ensalada de tomate
J Uil {t,),,;;.," ; :uuü ulviJ<1ld dUl\.;:, lu:, LUdJIU:' Jc:

Louvre que esa experiencia. Pero del que más


me costaría prescindir es del vino de Révfülop,
~Lyerdad~r-º vino de la amistad y del matrimo=
_.n.io, ~~Lsilencioso, tranquilo, habla poco, más a
_t.:I!_~nu~? piensa y sonríe, no hace ruido y resulta
ar1p<:>OlOso.
Hubo una época en que turnaba Cwpak duran-
te todo el invierno, lll!yino burbujeante de un co~
19.!:!osado amarillento, que mantiene un equili-
_brio idóneo entre lo dulce y lo seco con un senti-
.99 de la proporción asombroso. Descubrí que la
cantidad ideal eran tres decilitros y medio. Hice
el experimento con otras personas yen todos los
casos era igual: de este vino j tres decilitros y me-
dio! Así es el Cwpak, tan preciso que podríamos
apoJarlo «Jos por Jos son cuatro».
Al Almádi le gustan los almuerzos ligeros y las
siestas. El de Balatonfüred es romántico. El Arács,
simpático y sencillo. El Dorgicse, el más travieso
de toJos. El de Révfülüp forma parte de los vi-
nos de emparrado más auténticos. <;=uando hablo
de_!:!}2. .:'. i1}9 de emparrado me refiero a los vinos
para tomar con un amigo Íntimo bajo el emparra-

71
EL VINO COMO NATURALEZA

90.2 sobre todo a última hora de una tarde d<= s~p­


tiembre, en copitas minúsculas que, eso sí, reVe-
n31l10S sin JX11'3r. También rccomienJo este \ [Ji"
para escribir cartas. Naturalmente, para las car-
tas de amor los vinos dependen de la natural~:?,a
de la relación; para el amor apasionado solamen-
te es idóneo el de Szekszárd.
Pues sí, el Szekszárd. No tuve una idea clara y
correcta de este vino hasta que visité la región
donde se produce. Pero cuando vi la ciudad es-
condida entre los árboles, rodeada de colinas cu-
biertas de viñas que se extendían a lo lejos , cuan-
do respiré el aire de aquel lugar, supe de inme-
diato que allí sólo podía cultivarse ese vino. El
Szekszárd es sobre todo un vino femenino; lo aso-
ciaría en particular con una mujer de _unQlLYs;in-
tisiet~ o veintiocho años, en plena madurez ybe-
lleza, en la culminación del saber amoroso, com-
pletamente liberaJa, con un Luen gusto exua0f-
dinario y con un fuego increíblemente dulce.
-- ~ _ . .. -- - -~_ ._- - - - ~

El Szekszárd es el vino de los banquetes de


boda. Eleva y traslada a la novia al matrimonio.
Es el auténtico vino d e Venus. No añadas nun -
ca agua al vino joven de Szekszárd, pero el añe-
jo no lo bebas nunca sin agua si quieres evitar un
desastre.
CATÁLOGO DE VINOS (UN ESBOZO)

Creo que también el vino de Tokaj es una mu-


jer, en este caso una reina. Yo no puedo imaginar-
lllC L)eLiellJu UIl }(JÁ:Uj LUJu~ lu~ JIa~, yeso que

no me considero un hombre corriente. Todo el


mundo sabe que el Tokaj posee unas cualidades
absolutamente singulares. En general, el mejor lu-
gal_12.ªra saborear un vino es la región donde se
S:ultiYan. Es natural que sea así: el sabor del fruto
_~~perfecto cuando se coge del árbol, puesto que'
precisamente los aceites m-Ís nobles y refrescantes
'd~~aparecen en el transporte. Sin embargo, por lo
visto ni siquiera el transporte marítimo consigue
despojar al vino de Tokaj de sus magníficas cua-
lidades. El modo más digno de beberlo: en copas
pequeñitas después de almuerzos o cenas opípa-
ras. En los banquetes de boda, se toma antes de
que el ejército de invitados se disperse rumbo a
sus casas, a modo de bendición. Cada cual según
su gusto, aszu o szamorodnz, dulce o seco. Es el
vino de los actos públicos de más postín. Resul-
ta extraordinario en las pausas de los conciertos,
entre los actos de una ópera, por el mero hecho
de ser uno de los vinos más musicales. Cualquiera
que padezca una enfermedad misteriosa debe be-
ber vino de Tokaj. La mujer que desee que el fruto
de su vientre se convierta en una persona altiva y

73
EL VINO COMO NATURALEZA

aristocrática, que beba un Tokaj. El artista que al


concluir una obra se sienta satisfecho de ella , de-
--
LUld [t:~lcjdd\J Lt:Lit:llJu UlJ Tu/.:.uJ.
Respecto al vino de Eger, en particular el tin-
to, sólo diré por el momento que es ideal para to-
das las ocasiones, para celebraciones, fiestas, al-
muerzos, y tanto en compañía como en solitario.
Para mí el vino de Eger siempre ha estado asocia-
do con las pasiones heroicas. En cuanto bebo un
Eger, empiezo a soñar de inmediato con grandes
hazañas.
y por último están los vinos de Badacsony y
de Szentgyorgyhegy. Ambos, en todas sus varie-
dades, son masculinos. Poseen los matices del va-
rón, desde el Narciso encandilado de sí mismo
hasta el asceta, desde la elegancia regia hasta la
bohemia. y ésa es una característica importan-
te, porque cada una de esas dos montañas es un
cosmos. Se cultivan allí todas las variedades, em-
pezando por los riesling renanos o italianos has-
ta a los aszú [finos]. Las variedades más famosas
son el szürkebarát [pinot gris] yel kéknyelü [tallo
azul]. A las diferencias entre los vinos de Bada-
csony y de Szentgyorgyhegy dedicaré un semestre
en la universidad cuando me nombren titular de
la cátedra de enología. Representan un ejemplo

74
CAT Á LOGO DE Vl ~ OS (U N E S BO Z O)

clásico para estudiar en qué se parecen y en qué


se diterencJan dos gr,wdes vl ,nos.l~!. Badac.\On~
~t: s L UllIU CI ~ tlllS[;t !aIIlU::-' u Lit el lllllllllU elllellJ , e l

Szcntgyórgyhegy, como el artista c¡uc en su vida


a penas ha salido de su habitación y, sin embargo,
-h¡ creado una obra más grande que el famoso.
'En ambos hay grandeza , pero diría c¡ue la del pri-
-mero es olímpica, mientras que la del segundo es
'éhina o taoísta. Es curioso comprobar 10 mucho
que me cuesta elegir entre los dos. Me había de
cid ido ya por el de Szcntgyórgyh cgy, p ero me bas-
tó beber una copa de ricsling de Badacsony para
volverme partidario de éste. Me declaré entonces
partidario del Badacsony, pero sólo hasta que vol-
ví a probar un vino de Szentgyorgyhegy. Al fin y al
cabo, ¿qué me impide ser a la vez griego y chino?

75
LA CEREMONIA
DEL VINO
Hay que empezar la teoría de la ceremonia del
vino por el capítulo dedicado a las armonías de
la boca. Desempeñan, en la enología, el mismo
papel que la armonía en la música. 19psil11 ero
_LlLJs:gebemos saber es que la armonía de la boca
~<;_ºi-lsa en el trío fundamental: comida, bebida
X Iªbaco. Qué comida, qué bebida, qué tabaco,
. en qué modo se combinan, se excluyen, se resal-
tan, se desean, se neutralizan. Existen los acor-
des prohibidos, como la quinta y la octava para-
lelas en armonía. Tambi¿n las disonancias que
es preciso resolver. _~n tén:l1}rlOs generales, pode-
_lJ.1os decir que comer es el acto físico, el que sien-
ta las bases; beber, el acto anímico; tumar, el acto
e~piritua1. Hay que empezar siempre por la comi-
da y acabar siempre por el humo. Nótese que con-
sidero un ateo sectario al partidario del antitaba-
quismo. El lema de este capítulo es una de las fra-
ses inmortales de los Upanishads: «La forma más
elevada de Brahma es el alimento» .
.La base más sencilla para beber vino es el to-

79
LA CEHEMONIA DEL VINO

cino ahumado con pan y pimiento verde. Al mis-


mo tiempo es la base más clásica, cuya grandeza
~t:gullá imana 1l1lt:lHras se culuve \11110. ~olo cu
nozco otra combinación similar en el sur, donde,
lógicamente, se ajusta a la naturaleza del vino me-
ridional: el pescado frito con pan y aceitunª-i... Y
si se le añade queso de oveja, les aseguro que p()-
dría vivir durante semanas en ese estado de as.<;:~.~
tismo. Lo he probado muchas, muchísimas veces,
y siempre ha resultado. Tan pronto como el tren
llegaba a su destino, lo primero que hacía yo era
dirigirme al mar. Tomaba un trago de su agua,
que era el símbolo del matrimonio de amor apa-
sionado que contraíamos para ese año, y luego me
dirigía de inmediato al merendero, donde com-
praba dos caballas bien grandes o dos puñados
de mille in bocea, además de aceitunas, pan blan-
co como la nieve y un trozo de queso. Después de
abastecerme buscaba la taberna más sImpática.
Nunca quedé decepcionado. Siempre me metía
en el lugar que me parecía m·á;-b~llidoso. Esos
antros de bebedores, con su angosta entrada, so-
lían encontrarse en los sótanos. En el interior rei-
naba una penumbra en la que flotaban los densos
vapores del vino. Y en esos lugares de escasa luz
los gritos y los ojos que centelleaban me daban

80
LAS ARMONÍAS DE LA BOCA

una acogida calurosa. Los parroquianos ensegui-


-º-ª-~_~ daban cuenta de mi condición de forastero
y I11C saludaban con eÍ enLUSlaSmo del VinO .•v1a-
rineros, soldados, obreros, campesinos. Algunos
me ' abrazaban como si fuésemos viejos amigos.
Me preguntaban de dónde venía y me deseaban
suerte por el hecho de haber ido a parar allí. ¿El
vino? ¡Fabuloso! Tenía que probarlo en el acto.
(<< ¡Probadlo y 10 veréis!»). Llegaron a ofrecerme
hasta diez copas. Yo, sin cmbargo, .~.~~al:>.a priIll~­
ro el pescado, luego comía unas cuantas aceitu-
._~~~-Yesperaba el momento de mayor sed. ¡Ahora!
Ese día contraía yo mi segundo matrimonio apa-
sionado, con el vino.
De todos modos, en casa también me siento sa-
tisfecho con el tocino y el pimiento verde. Car-
ne, pan y verdura .. r"af~~·l!.1.~la básica. Todo lo de-
.más es refinamiento y complicación. En definiti-
va, siempre se trata de carne, pan y verdura, SIem-
pre es lo mismo, incluso cuando tomamos un al-
muerzo de diez platos, con tres tipos de asados,
ensaladas y cuatro clases de pastas ..Finalmente,
cua!:!90 me calmo, con la cuarta o la quinta copa,
~'~e ~sitarme el espíritu. Entonces cojo el taba-
__<;"9J..1i9tln cigarrillo y lo enciendo. No. lo olvides:
la forma más elevada de Brahma es el alimento.
LA CEREMONIA DEL VINO

Hablemos en primer lugar de los panes. En el


sur se come un pan de trigo de un color blanco
cegador. :-'010 qUIen lO ha probaúo sabe io l)lell
que combina con el vino. Con el pan en un bolsi-
llo y con la bota llena de vino en el otro me sien-
to en la proa del barco, mientras la brisa fresca
me rocía el rostro con la bruma salada. En Hun-
gría prefiero el pan de centeno, sobre todo el es-
ponjoso, y cuando está tibio yel tocino se derri-
te un poco encima, lo único L[ue deseo es Deber.
Una vez lo practiqué durante todo un verano en
Arács. En más de un ocasión combinándolo con
lángos. íLángos con ajo y con vino de Arács! Me
tumbaba bajo el peral, dispuesto a acoger el es-
píritu más elevado. Además del pan de centeno
también me gusta el pan de trigo en cualquier
momento y no me molesta que se seque después
de unos cuantos días en la bodega. En vez del pi-
mIento tambIén son buenos la cebolla y el toma-
te, aliñados o simplemente crudos.
Al referirnos a las comidas más complejas, so-
bre todo a las cocidas, he de dibujar en primer lu-
gar la cruz de los sabores. Es la siguiente:
Salado
Dulce ,---------,- Amargo
Ácido
LAS ARMONÍ A S DE LA BOCA

Estos son los puntos cardinales del sabor. An- :


tes de beber hay que prestar atención a este esque-
. 1 ; l' l ') . " 1
IHa y aJU~lal lu~ plalu~ al v IUu. (1 Ui yUL Ildy yu~,

~_aT la comida al vino y no";r~e~és? Porque el ,',


vir!_º-es la manifestación anímica y, por tanto, más I

elevada, mientras que la comida es la manifesta-


'ci6n corporal y, por consiguiente, fundamental.
Recuerden la cruz de los sabores y piensen en ella
cuando beban. Nunca les decepcionará.
En el fondo , lo que más gusta al vino es el pesca-
do. Frío o caliente, hervido o asado, salado, ahu-
';;ado o en conserva; con aceitunas o con tomate,
-' entero o desmenuzado, da igual, siempre que sea
pescado. El pescado mantiene intacto el sabor del
vinQ. Me atrevería a decir que el pescado es la co-
_ ~ida complementaria de la bebida llamada vino,
igual que el color naranja es complementario del
azul, y el verJe del rojo.
No tengo la menor idea del misterio en que se
basa este hecho. Sin embargo, sí sé que muchas
veces-ni siquiera podría decir cuántas-cuan-
do he bebido a gusto después de almorzar bo-
querones y luego he echado una siesta en la cama
en plena canícula, se producen ciertos procesos
sumamente singulares en el estómago. El ham-
_9re es la oscuridad del estómago. La comida, su
LA CEREMONIA DEL VINO

luz. Antes de comer reina la oscuridad, y tragar


el primer bocado es como el misterio de «hágase
la [UL». [1 pc::>caJu::>c ::>U111CI ge el] el eSlt>Iuagu y SI:
hace la luz. Llega luego el vino, la iluminación del
alma. Y tú que eres un hombre ¿acaso tienes al-
guna idea de lo que ocurre en esos casos? La for-
ma más elevada de Brahma es el alimento.
En nuestro clima, el equivalente del pescado
es la carne de cerdo fresca, quizá también la ahu-
mada. Cuando hablo de carne de cerdo fresca,
pienso sobre todo en la de la matanza. Hay que
salar bien la carne de cocido, el hígado, las hila-
chas de la cabeza, las misteriosas glándulas, los
cartílagos, la carne pegada a los huesos y comer-
lo todo con un trozo de pan y con pimiento agrio.
y después que fluya el vino .
._Lo que he expuesto hasta ahora es la teoría ele-
mental de las armonías de la boca. Las grandes
comidas formales, las combinaciones de sabores
más complejas, se basan en estas leyes fundamen-
tales. Pero sobre todo me gustaría hablar de tres
capítulos importantes: el primero, sobre las car-
nes en general; el segundo, sobre las pastas; el
tercero, sobre la manera de tomar diversos vinos
en los banquetes.
La clasificación de las carnes según el vino que
LAS ARMONÍAS DE LA BOCA

las acompañe: carnes cocidas y carnes fritas o asa-


das. Las cocidas son de un valor inferior. Las car-
nes asaJas u friLas SUll Je lles Lipu::>.
I. carnes en general (buey, cerdo, ternera, cor-
dero, etcétera);
2. aves;
3. caza (ciervo, corzo, liebre, pato silvestre, fai-
sán, perdiz, etcétera).
Como ya he señalado, y me mantengo absolu-
tamente fiel a esta tesis , la Lase más general e im-
~q.!"~"(lnte del vino es la ¿arne de cerdo. En segun-
do lugar, al menos entre los meses de octubre y
noviembre, merece la pena tener en cuenta el gan-
so engordado asado en su grasa con collombar-
da, gombóc y manzana reineta asada con piel en
la misma grasa. Cuando llega la estación en que
este tipo de platos son adecuados, conviene repe-
tir cada quince días. Como entrante se puede to-
_~<lEl!na sopa de cangrejo y para terminar un café
_sgl9 o un pastel de crema de avellanas. Conviene
acompañarlo de dos o tres tipos de vino: concre-
tamente, un tinto joven y ligero, un Badacsony o
un Csopak maduro y por último un riesling rena-
no cultivado en Szentgyorgyhegy. Justo antes del
café se aconseja un aszú [fino] de Rust o una copa
de Somló de veinte años. Algunas bases menos
LA CEREMONIA DEL VINO

frecuentes para el vino, pero de una categoría cier-


tamente elevada, son el ciervo mechado con to-
• , 1 -11 1 1 . I 1 T'
,-lllU, ia Lu"tllla UL LUI ¿ u U el ¡ d lJaII ¡uvel!. J\e \. u -

miendo en particular este último a todo el mun -


do. C ualquier cosa puede servir de guarnición,
pero, a juzgar por mi ex periencia, lo más adecua-
do es una.Q<:l.s_t~ de sémola que se haya dorado has-
ta alcanzar un tono tostado. La ensalada ha de ser
mixta. Y siempre combina con el vino, en parti-
cular con los caldos de Egcr y Mór más exigentes
e incluso con los de Dorgicse y de Tihany.
Hasta aquí nuestro breve repaso a las carnes.
Para una reunión de hombres dedicada exclusi-
vamente a la bebida (en verano o a principios de
otoño en el porche) recomiendo un único plato:
e111panada de carne picada sofrita. La composi-
ción de la carne: una parte de tocino ahumado
cortado en daditos, dos partes de cerdo, una par-
te de cordero, una parte de ave, una parte de hl-
gado de oca y una parte de sesos. A la carne se le
añade cebolla, pimienta, perejil y verdura pica-
da. También se le puede agregar estragón. El pla-
to se come tibio. A muchos , sin embargo, les gus-
ta muy caliente, y yo pertenezco a este grupo.
Hay dos tipos de pastas: hervidas o al horno (o
sofritas). Y éstas a su vez se dividen en dos: dul-

86
LAS ARMONÍAS DE LA BOCA

ces y saladas. Entre las pastas hervidas una de las


que como base mejor combina con el vino son los
11
laHalllle~
1.
LUll L llLJ "
lallUll\::~ y le4ue~Ull ~lalllLJlUl

.pueden ser ravioles, pero entonces sólo hay que


acompañarlos de cebolla sofrita), y en cualquier
~caso hay que añadir abundante crema agr~i1. Al
2E~~L?-r losc;:hicharrones hay que procurar co-
_<:_e~lgs cuando aún están muy frescos y añadir un
poco de leche a la grasa derretida que despren-
den; si no, todos estos platus no valen ni la mitad.
Ellsegundo lugar pueden tomarse en considera-
ción la kockatészta con col y pimienta y las gom-
bóc de ¡:>atata con pan rallado. Estos dos platos se
caracterizan por su riqueza, puesto que son muy
grasos. Dedicaré un capítulo aparte a las pastas
que se hierven y luego se hornean, entre las cua-
les manda un rey eterno, la kockatészta con ja-
món. Se hierve la pasta, se mezcla con el jamón
_fl1~Ero picado y huevo, se envuelve en una masa
de hojaldre, se pone en un molde redondo y se
lleva al horno hasta que quede dorado y crujien-
te. Esta pasta se come con bechamel o con sauce
tartare y se acompaña siempre de un burgunder
maduro (de cinco a diez años) o de un kékoportó.
En cuanto a las pastas dulces, las de mante-
quilla, tan tiernas, y las abizcochadas se han im
LA CEREMONIA DEL VINO

puesto ya hace tiempo, y lo único que puedo de-


cir es que siempre me han satisfecho. Entre las
1 1 . 1 1 . 1
i.hl~la;-, \.. 1tiILC:> ¡ILI vIU,¡:>, ¡CLUJ]IIUIUU UILalCLlua -

mente las gOll'Zbác de patata rellenas de mermela-


da de ciruela y sobre todo las rellenas de ciruelas.
§.Lºx.den de los vinos en los grandes almuerz()s
lo determina la naturaleza del banquete. En oto-
ño, cuando abundan las aves, la caza y los pesca-
dos, conviene servir vinos del llano para los en-
trantes (pescado). Tambi én el musca! es adecuado
cuando se si rve perca. Si el pescado se acnrpp~ña
con mayonesa, se recomienda un tinto joven y de
cuerpo ligero: El segundo entrante ha de ser nece-
sariamente un risotto de hígado y ave con guisan-
tes, setas y perejil. El vino apropiado para este pla-
to es el tinto áspero; yo al menos no admitiría otro
caldo en mi casa. Hay que saber graduar las carnes
según su nivel de pesadez. Y la misma regla cabe
aplicar a los vi nos. En el caso de las pastas, el orden
se invierte. El primer plato que sirvamos debe ser
el más pesado y los siguientes cada vez más lige~
ros. Los vinos, en cambio, cada vez más pesados,
de modo que concluyamos con un Szentgyorgy-
hegy muy añejo y, cuando todo el mundo da por
terminado el banquete, serviremos media copa de
Szamorodni aí1ejo bien seco justo antes del café.

88
LAS ARMONÍAS DE LA ROCA

No hablaré mucho del tabaco. Después de una


gran comida, lo primeru c¡ue uno debe hacer es en-
~_~)lJLl UillJurU, LUI1Ll'\...'Llnh..:ntL LU. h,1b..ll1U. DL~)
Pll~s, un cigarrillo albano grueso, uno de esos ci-
garrillos rubios dorados, fuertes como un vene-
no. El tercero puede ser más ligero, un cigarri-
llo griego o se.rbio. Pero incluso después de los al-
muerzos más convencionales aconsejo primero un
SlM.t:Lo en cualquier caso. Tras un almuerzo más
ligero entre amigos recomiendo cuatro tipos de
cigarrillos: egipcios, ingleses, serbios y húngaros
medianamente fuertes. Cuando se bebe en soli-
J~ri9, hay que fumar en pipa y, según el estado de
Jnimo, se puede escoger un tabaco aromático in-
glés o uno de Verpelét. Por lo general he compro-
bado que incluso los comensales que han apren-
dido a elegir con criterio las comidas y los vinos
no prestan mucha atención a la armonía de los ta-
Gacus. Tarde u LelllfJLauu se pUlldrci hlJ a esLa lle-
gligencia. Si estuviéramos bien gobernados, exis-
tiría desde hace tiempo un decreto que reglamen-
tara los tabacos que hay que fumar con los diver-
sos vinos y comidas. Desde luego, en vano espera-
remos algo así de los actuales gobiernos ateos.
.Hay una sola ley para beber: en cualquier mo-
mento, en cualquier lugar, de cualquier mane-
ra. Para una época seria, para una persona seria
y para un pueblo serio, con esto está todo dicho.
Por desgracia, en nombre de esta ley, actualmen -
te vemos perpetrar los peores abu sos. Según me
han contado, alguien bebió un 5zentgyorgyhegy
en verano, al caer el sol, bajo el emparrado mien-
tras leía el periódico. Si la información no proce-
diera de una fuente fidedigna , habría creído que
era una mentira. Porque beber un 5zentgy6rgy-
hegy bajo el emparrado al caer el sol constituye
l:'D9 de esos momentos realmente solemnes en la
vida de un hombre. Es una dI:' esas ocasiones en
las que hay que poner un mantel amarillo o rosa-
do en la mesa y flores en un jarrón (zinnias o gira-
soles) y leer a alguno de los grandes poetas, como
°
Píndaro, Dante Keats. Quien no reconoce tIn
instante como ese puede considerarse un hom ·
bre perdido.
De vez en cuando asistimos a otros despropó-
¿CUÁNDO BEB ER Y CUÁNDO NO?

sitos flagrantes . En una cena festiva en la que se


sirvió un Szekszárd para regar un ganso jove n que
1,·, ¡'Jlu' l' '"1 ¡ 1 ')" " ¡,t, el " l' j ......1(' "' J' ,'i"", ,le' (> n"nrr~
l\.jJ..~ ,"-'-\..I..j l "-~ ,,,L,I"- ' '~ h ' ~.J, , .r·- , ... ('
• • • I i l __ ' - .. '
......

a un señor se le ocurrió brindar por la salud del


gobernador del condado. Por desgracia, en los
tiempos que corren este tipo de comportamien-
tos son absolutamente habituales. En una aldea
me contaron que el nota rio tomó un Pannonhal-
ma añejo para acompañar un lecsó con chorizo.
DC' Sé'r cierto, el notario só!n podía ser un imbécil
o un ateo. Yo sospecho que esto último .
.hrª-J.a bebi<:la rige la misma ley que para el
amor: en cualquier momento, en cualquier lugar,
~f~cualquier manera. Sin embargo, en los dos ca-
sos las circun stancias son importantes. Es preci-
-so-elegir la estación del año y la hora del día se-
gún la naturaleza del vino. Hay vinos holgazanes ,
°
s:oquetos, locu aces trágicos . Por ejemplo, el he-
(hu J e :,crvú Ull villU Jramático en una agrada
ble comida familiar evidencia una insen sibilidad
inmensa. También es una muestra de mal gusto
beber un vino lascivo en un b anquete oficiaL Si
estás solo y en el exterior, busca siempre la dis-
tancia y la perspectiva ; al vino le gustan las altu-
ras y las vistas panorámicas. Si estás en casa, pon
siempre un mantel en la mesa. E l bárbaro, el po-
LA CEREMONIA DEL VINO

bre desgraciado, deja la copa sobre un hule, pero


no porque no pueda encontrar un retal de tela,
,¡ nn [lnre]l 11' 1' ;1 rf',C' de enr:1?n!' :~~l r:1 hcber. E!~
todo caso, hay que comer algo antes, unas nueces,
unas avellanas, unas almendras: esos frutos olea-
ginosos realzan el sabor del vino. Hacia finales
del otoño, ten siempre unas castañas en tu mesa,
cocidas, asadas o en algún pastel, y acompáñalas
con un vino joven todavía picante. ¡Y no olvides
el crisantemo! Tanto da que sea amarillo, malva o
blanco, lo importante es que esté presente. Casta-
ñas, crisantemos y un vino joven. ¡No lo olvides!
Hay que admitir que el arte de beber nO, ~_i~­
ne su propia Musa, pero a pesar de ello sólo pue~
den apreciar un buen vino las personas que se de-
dican a cultivar las musas, que leen poesía y que
son capaces de disfrutar de la música aunque nq
sean músicos y de apreciar la pintura. Estas per-
sonas también saben escoger el momento opor-
tuno para trabajar, para pasear, para dormir, para
,conversar y para la leer; sólo ellas saben que el
amor y el vino ... , en cualquier momento, en cual-
quier lugar, de cualquier manera.
Por lo demás, la meticulosidad me parece de-
plorable. No encaja ni con el vino ni con el amor.
Quien ama el vino y a las mujeres es un bohemio.

92
(CUÁNDO BEBER Y CUÁNDO NO?

Los amantes del orden son abstractos y están car-


gados de preocupaciones. Angustiados por el pá-
ni-.:u Jdir.l1ltc yUC les JJ llU CllCOlltrJl lu yUC bus
can, se ocupan de ordenarlo todo constantemen-
_!.~ con suma minuciosidad. Pero ¿por qué ali-
mentan esa angustia? Es absurdo poner las bol-
sas en fila en la despensa como si fuesen libros; es
absurdo catalogarlo todo. Me resulta insoporta-
ble el meticuloso que pone la copa siempre en el
mismo sitio y que no agarra 11 pata de pollo con la
mano. Sea hombre o mujer es un loco y un luná-
tico. Lo que más le gustaría sería poner sus besos
en fila para poder contar cuántos ha dado. Los
pondría en una bonita hilera ordenándolos por
duración, ardor, dulzura, o incluso los guardaría
en cajas, los etiquetaría indicando dónde ocurrió
cada uno, en qué fecha y en qué lugar, y los regis-
traría todos en un gran libro. En la bebida y en el
alllor, eslus lllaniáLÍcus del urdeu y la higieue re-
sultan insoportables.
Un buen ejemplo de ello es el vino. Al vino
DQJe gusta la línea recta. Por eso, quien--ha bebi-
do a gusto dibuja movimientos serpenteantes, y
cuando se pone en marcha, anda trazando her-
mosas parábolas e hipérboles. En esos casos sue-
le decirse que quien ha bebido pierde el equili-

93
LA CEREMONIA DEL VI NO

brio y se tambalea , pero yo no lo creo. Al vino le


gustan esos vaiwnes. ,Limítate a observar el an-
dar de un bebedor Jc "inu, D\..SL~lbl;¡cíJ Lll~dl 1
, ces que los movimientos del vicjo vagabundo son
una auténtica danza y que jamás habrías podido
imaginar cuánta gracia esconden. Observa lue-
go al que se emborracha con aguardiente. Mien-
tras que el bebedor de vino no deja de dar vuel-
tas , e! de aguardiente pierde la línea recta, zigza-
guea y de pronto se desploma como si le huhieran
dado un mazazo en la cabeza, Lo propio del pri-
mero es una danza remolinante, en forma de pa-
rábola; lo del segundo describir ángulos entre-
cortados. Es un fenómeno que se observa en los
distintos pueblos. La diferencia entre los pueblQs
del vino y los de! aguardiente se manifiesta en mo-
vimientos, pensamientos, sentimientos y en toda
una forma de vivir. Es la diferencia entre los pue-
blos tOCIJOS !Jorlas lllusas y lus !Jud)lus bárbaros.

94
( e () \1 () B [ 13 [ R :

_Elagua es el elemento ancestral. Primero el agua


se convierte.en vino; después el vino se convierte
~l1.~angre. El agua es la materia; el vino, el alma;
la sangre, el espíritu. La materia se transforma
en alma, el alma en espíritu, ésa es la doble tran-
substanciación que hemos de experimentar en
la tierra.
Esta actividad seria y grande, decisoria para
la existencia, debe transcurrir en las circunstan-
cias adecuadas. S~!o hay una ley en el arte de be-
1?~Fvino: beber. En cualquier momento, en cual-
quier lugar, de cualquier manera. Sin embar-
"go, cada cual debe alentar en sí el instinto que
cunfierc al actu Je L)ebCl tuja :">u JIglliJaJ, .Y c:">u
plantea la siguiente pregunta: ¿cómo?
En primer lugar, hemos de hablar de las copas.
¿Queréis que os cuente la gran aflicción de mi
vida? Allí donde estuviesc, en casa o cn el extran-
jero, siempre me ocurría lo mismo a la hora del
almuerzo. Me tomaba la sopa y después, siguien-
do la ley de los antepasados, bebía las cuarenta

95
I, A CERrMONIA DEL VINO

gotas, Beber cuarenta gotas después de la sopa:


es una reg la tan sabia que nunca nadie la podrá

duras y ensalada. El momento más propicio para


beber es cuando uno ha comido ya gran parte del
segundo plato, porque entonces la sed alcanza su
punto culminante. ¡Pero la copa es pequeña! J a-
más he encontrado una copa de tres decilitros y
medio o cuatro en la qu e preparar mi mezcla de
vino yagua basada en minuciosos ex perimentos
para tomarla de un trago en el mom ento justo,
Sé lo que dirán algunos. Me preg untarán por
qué no b ebo una segunda copa. La pregunta de-
lata al bárbaro, al hombre completamente insen -
sible a las cosas más importantes. Dos copas no
son lo mismo que una, y cuando se rompe el rit-
mo del beb er se pierde lo más importante, el he-
cho de b eber sin tomar aliento. Cuando quiero
beber dos CO P<IS, me f.) l)J)go Ju~ CUpi.l::. Jdi.llllc ,
Sin embargo, quiero beber de una copa y de un
trago la cantidad exacta que sacia mi sed: tres
decilitros y medio o cuatro. Ni más ni menos. El
equivalente exacto de mi sed es esa copa apurad a
~asta la última gota. ¿Me explico?
Los antiguos eran más sabios también en esto,
Se ponían delante un ci borio y cada cual bebía de
(CÓMO BEBER?

él lo que quería. Mi única objeción, no obstante,


es que en él el vino está o puro o en una mezcla
duu ulÍllaJa. \' a VCLe;-, la Jc;-,cu Ji;-,tlJlla LuallJu
bebo por segunda o tercera vez.
Desde mi punto de vista urge fabricar copas
de tres decilitros y medio o cuatro e introducir-
las en todo el planeta, en particular en el ámbito
de la restauración. Pues ésa es aproximadamen-
te la cantidad que uno bebe en sus momentos de
máxima sed, ésa es la medic.!a. Naturalmente, los
ateos de hoy no tienen ninguna sensibilidad en
este sentido. Exigir algo así a unos hombres sin
corazón es una pérdida de tiempo. Ocurre algo
parecido con los malditos cien gramos. Para mí,
cien gramos es siempre poco, trátese de carne,
embutido, queso o dulces. Ciento cincuenta, en
cambio, es mucho. Sin embargo, la sociedad atea,
obtusa, no está preparada para los ciento veinti-
cinco gramos. Luego se extraña de que todo esté
patas arriba. Es la cantidad de vino la que debe
determinar la medida de la copa, no al revés. Ése
es el resumen de mi reivindicación. De hecho, en
toda casa que funcione debidamente y donde se
respete el vino debería haber como mínimo vein-
te tipos de copas, empezando por la de medio de-
cilitro (para los vinos finos) hasta llegar a las de

97
LA CE R EMON lA [) I; L VINO

litro y medio. Hay que usar copas distintas por


la mañana y por la tarde. Cuando se trata de reu-
lliunc:.> PI ulUligdJd~, Ld~L ula: llcLe Ji~pUIJCl lil'
una copa de litro y medio para poder beber a su
antojo. En las conversaciones más ligeras, las co -
pas más pequeñas son las adecuadas. Si se toman
en cuenta los tipos de vino y sus combinaciones,
las variantes son casi inagotables.Ji~l'que con-
fiar en e! buen gusto. Para jugar a las ~a'rt~s~~
precisan unas coÓas determinadas; para los con
ciertos domésticos, otras. Por supuesto, las copas
idóneas para jugar a veintiuno no son las mismas
que las adecuadas para jugar al tarock. También
hay que tener en cuenta la calidad del cristal, so-
bre todo e! grosor. ¿ Cómo puede alguien tomar
un Szentgyorgyhegy en una copa gruesa?
Taw.1?.ién fOfma parte de! saber beber la~_'=!...t:_~·,
tión de la compañía en la que se bebe. Ya sabemos
que la regla fundamental es beber en cmdquier
momento, en cualquier lugar, de cualquier mane~
ra. Pero la naturaleza de! vino debería determi-
nar siempre e! número de bebedores. Son escasÍ-
's imas los vinos universales que la humanidad en-
tera podría beber en un gran banquete, por ejem-
plo e! banquete en honor de la paz mundial. Para
tal ocasión, de nuestros vinos sólo recomendaría
¿CÓMO BEBER?

el Somló. Éste es, concretamente, el vino de los


solitarios, peru es yue hoy encJía 1<lpa?111Undia1.
: . 1· '1 1.' 1. .1 l : 1 11 ".1 1,
.
~!-~~! ~.,_0:~,LJ ;uu ld.i 1 oUJU lÜ LU.\...Ü LU id. '--tL.1 llUil1d L:'U

litario. En reuniones grandes, de veinte a trein-


ta personas, hay que beber siempre vino nue-
vo. La categoría más baja (los estudiantes) úni-
ca y exclusivamente vino del llano y la más alta
(los artistas), Csopak o Arács. Los grupos peque-
ños, Gyongyos. Dos o tres personas, Badacsony.
Los enamorados siempre vino de Szckszórd. Los
jl.m1z.QS ~91.a1!1ente los añejos , en copas pequeñas>
PªJ.ª qu~_puedan brindar con frecuencia.
Me gustaría instituir campeonatos de vino. Sin
duda, uno de ellos consistiría en poner a prue-
ba la capacidad de beber. Pero mucho más im-
portante sería el campeon:1to para poner a prue-
ba los conocimientos de los concursantes. Tam-
bién se podría practicar en reuniones más gran-
des. IlaGría cien LÍpus de villus ell Gotdlas, y sólu
el jurado sabría qué vino contiene cada botella,
la denominación, la cosecha. Quien adivinase la
denominación, el tipo, la añada, recibiría una co-
rona de laurel. Podría organizarse un concurso
análogo con requisitos aún más estrictos, donde
la competición se desarrollara a oscuras para que
los contendientes ni siquiera pudieran ver el co-

99
LA CEREMONIA DEL VINO

lor del caldo. El ganador debería poder disfrutar


hasta su muerte de pensión completa en alguna
región \'inícob de renombre.

roo
Si una mujer acudiera a mí y me preguntara qué
debe hacer para ser bella, le respondería: sal a
que te dé el sol, querida. ~o es bello quien toma
_~l~g}. Mira las partes de tu cuerpo que siempre
llevas cubiertas: parecen ciegas. Cuando te qui-
tas la ropa, pestañean desorientadas, cegadas por
la luz. Son tristes esos muslos cegados, y nada hay
más digno de compasión que una barriga her-
mosa y aterciopelada condenada a la oscuridad.
¿No has visto alguna vez en unos baños públi-
cos a una mujer que nunca se ha atrevido a des-
vestirse, que no se ha despojado de la camisa ni
tan sólo en la noche de boda? Qué lascivos, cuán-
to más lascivos son esus llliemGru~ 4ue lJelmane-
cen siempre tapados bajo diversas capas de ropa.
J.~?l! j Sol para todas las partecitas del cuerpo,
deja que abran los ojos, que se liberen y cobren
conciencia de ellas mismas! Al cobrar concien-
_c;!a,se volverán púdicas, ya que las dos cosas son
una y la misma. Así aprenderán cuándo mostrar-
se ysuándo ocultarse. Cuando se expone de re-

rOl
LA CEHEMONIA DEL VINO

pente al sol a la pobre barriguita condenada a la


oscuridad, no puedl: ser pudorosa, está aterrada,
,
)
n - '-, ~,'lr.J.: ,Jl
l i LJ
~ . l. Ji
" .1J LÁ' ' 1'j .1' ~
J
¡ , 1-.1 uv.LHL
\..J.L ::-' U h' 1 ,1.1 ';l.I \.... . -
\....-"'1-.1 \.111 '-- )

una parte del cuerpo olvidada, ¡Dejad que os dé


el sol! .Despojaos de vuestras ropas, dejad qU~ -2S
inunde la luz y os pareceréis a las estatuas de las
diosas, Pero no creáis que se trata del culto mo -
derno de la desnudez ni que sea bella la piel que
se pone roja como un cangrejo. Eso es una abe-
rración , Pan! ser bella . anda diez minutos desnu-
da todos los días , preferentemente ante el espejo
de la mirada de un hombre. Descubrirás enton-
ces que no es posible vivir en la oscuridad. No
puedes permitir a la inconsciencia que te domi-
ne. Hay que liberarse.}'J9 se puede vivir una yj9a
sin luz. ¡Deja que te dé el Sol! Te lo digo yo ¡toma
el Sol! Porque sólo así se evaporará el aire vicia-
do de la ropa y el perfume de tu cuerpo será fra-
gante como d mar. Como d VillO.
¡ Puedes beber en cualquier sitio, pero no te es-
: candas jamás. Si te escondes, serás como el mus-
-lo de aquella mujer que no se quitó la camisa ni si-
quiera en la noche de boda. Serás taimado, ciego
y perverso. ruedes beber en cualquier sitio, pero
en todas partes has de ser consciente de ti mismo
y púdico, porque las dos cosas son una y la mis-

102
¡DÓNDE BEBER~

ma. En verano, bebe en el jardín, bajo el árbol, o


en el porche; cuando aprieta el calor, en el cuar-
( . ' l.)\Juega.
tU lle:>e" u eil 1,1
J '\ ) . ,,)
,·~U lL P1L:ULUPL:>. l\¡U ~L

puede vivir en las tinieblas. Di siempre: «Aho-


ra me estoy tomando un vino».NQ reniegues de
ti misl1JQY entonces no habrá ya nada que pueda
p~Jjudicarte. No hagas como el pietista o el pu-
ritano, que devora un plato tras otro mientras va
diciendo: «Yo no como nada, yo no como nada».
_~ºbTe todo no reniegues del amor. Ni del vino. Si
vives aSÍ, puedes sentarte al borde de la carretera,
sacar la bota y beber, y te estarás comportando de
un modo irreprochable. En invierno puedes be-
ber junto a la estufa o en la cocina o fuera, en la
nieve, o en la taberna o al escritorio. }tasta PL.l<:-
_des beber en la esquina de la calle, echando un
.!!_ag()ªJª_~~tella, de memoria, como dicen aquí.
y nada te impide beber solo en tu habitación, en
la cama o en la bañera. Y todo eso está bien.

1°3
«RES FORTISSIMA»
(PARA LOS PI ETIST1\S

Mujeres y hombres, ancianos y jóvenes, unos


veinte en total, se encuentran en una bodega, mez-
clados. La mezcla es sumamente importante. En
.~11 grupo grande resulta difícil divertirse sin la
presencia de personas mayores, porque éstas sa-
ben decir las cosas más audaces, son las más píca-
ras. Si alguien ha bebido durante toda su vida, el
vino lo habrá liberado ya del todo en la senectud.
Ante la puerta de la bodega, bajo los dos gran-
des nogales, se encuentra la mesa cubierta con un
mantel de colores donde se ha servido chorizo,
toci 119,jamón, grandes panes y pogácsa de chicha-
rrones. También hay pimientos verdes y rojos, rú-
cantc~ y nu plu:l1lle~, para ludu~ lu~ gu~lus. La~
botellas de agua mineral están al pie de los no-
gales. Diez pasos más allá arde ya el fuego y los
hombres tallan ya la broqueta en la que se asará
el tocino. El duel'lO de la casa intercambia unas
palabras decisivas con el consejo de ancianos, los
tres bebedores más viejos y experimentados. La
cosa no se presenta fácil: ¿con qué vino empezar?

1°4
« RES FORTISSrMA »

],&SOhlCión habitual consiste en hacerlo con el


~'}no nuevo , un tanto ácido y de cuerpo ligero.
Fe .. n ;l n)q 'lrn]--,rp :lnti g lla ~l la (JlH' pe;; pr~rtir:l '
mente imposible sustraerse. «El musca! del año
_E?_~ado ha salido de maravilla», apunta uno de los
. .an.c.Ü~.lJº.~, «Enseguida se te sube a la cabeza», ob-
j e ta~J.ºtro. «Las mujeres se achisparán demasia-
c!Q pronto», añade el dueño. «Nunca es dema-
..s.iªdºpronto», tercia el más sabio.
Bajan a la bodega y sorben el muscat. Es un mus-
cal ottonel noble y puro, del tipo más rubio, con
unos destellos pícaros y un tono verdoso. El to-
nel vecino es un kadarka dulzón. «Jugo de fram-
buesa», opina uno al probarlo con la punta de la
lengua. Sin embargo, también llenan unas cuan-
tas botellas de éste. La tercera variedad es un ries-
ling renano del año anterior. Lo prueban yasien-
ten con la cabeza sin pronunciar palabra. _~<Pro-
_.º .ª.cllQs.lQveréis», dicen los Salmos. Con silencio·
so respeto llenan las botellas y llevan los tres vi-
nos a la mesa.
Ha llegado la hora de servir la primera copa.
A uno de los ancianos picarones no se le ha ocu-
rrido nada mejor que servir el muscat a las muje-
res, y ellas se han apresurado a probar esta bebi-
da aromática que hace perder la cabeza. Cuan-
LA CEREMONIA DEL VINO

do llegó el momento de empezar a asar el toci-


no, las mujeres ya se habían subido las faldas has
t'l 1:1" rndilh" ,'h, n''l('h:Wh:1' e('l':l1,'lI' ]" 1"11,('7'1

hacia atrás con los ojos centelleantes y los labios


hinchados .
y precisamente de esto quisiera hablar: delg~
rrible poder del vino que, quiera o no, me ~~g
obligado a llamar lubricidad. Queridos amigos y
amigas, no dejéis que os asuste esta palabra. En
generaL no hay nada que deba asustaros cuan-
do se trata del vino. Imaginad qué ocurriría si
nuestras mujeres prescindieran de esa realidad
universal fundamental. Imaginad cómo sería si
no fuesen provocativas, si nunca se propusieran
seducir, si no fuesen coquetas y no permitieran
nunca que el impaciente ardor en la voz delata-
se su deseo de que las desnudéis. ¿Qué pasaría?
De acuerdo con mi experiencia, podrían pasar
dos cosas, como siempre que están en juego co
sas importantes: una buena y una mala. La mala:
la atea. Permitidme que lo formule así: el ateísmo
en el caso de la mujer. Es la mala lubricidad. Sin
embargo, no conozco nada más arrebatador en
una mujer que la buena lubricidad. Es el peligro
mayor y la oscuridad más profunda de la mujer.
Puede ser en ella lo más depravado, pero, preci-

106
«RES FORTrssrMA»

samente por ello, cuando la lubricidad es buena,


puede rayar en la santidad.
()~~C~'''~l CU!d~ld()c:n:l(':'")r(' ~1 (":1 ]1"'(,>0 de rc1r'
revuelto, todos sus movimientos son redondos,
como sus pechos, como sus muslos. Música re-
donda, hecha de sabores y fragancias. «Probadlo
y lo veréis», dicen los Salmos. Cuando se ríe, su
_,{9~g_s como la bienaventuranza. Los ojos cente-
llean. Las ventanas de la nariz se ensanchan y las
aletas tiemblan. Hija de la ebriedad, ha olvidado
l~Q1ªla lubricidad, el maquillaje, el perifollo, la
grªs:ia..calculada y traicionera. Entonces es la más
fraB3_12te y su beso, el más ardoroso. Ya no puede
ni hablar, tartamudea, pero se le nota que esto le
aburre, sus labios se ponen como los de un bebé,
abocinados, pero no es sed de leche lo que sien-
te. Ha quemado ya todas las impurezas. Cuando
hipa, su voz parece un goteo y dan ganas de be-
ber cada una de esas gotas. Sacude locamente el
pelo revuelto, se tumba boca arriba en la hierba,
abre los brazos. Se le sube la falda, pero no se da
cuenta, ni ella, ni nadie.
Los griegos sabían que la esencia más íntima
de la mujer es esta lubricidad sacra. Sin embar-
go, cuando se celebraba en las montañas la gran
fiesta en honor de Dionisos, las mujeres que deci-

r07
LA CEREMONIA DEL VINO

día n libremente embriagarse recorrían las mon-


tañas danzando frenéticamente, y a los hombres
les estaba \'ed:ldo acercirseles siquiera. Las mé
nades despedazaban a quienes se atrevían a cru-
zarse en su camino. Porque sólo en el estado más
bajo de su candencia, cuando está al rojo vivo, se
asocia la lubricidad con el amor. Cuando despi-
de una luz blanca, ya no tiene nada que ver con el
varón. Entonces se alcanza la ebriedad de la en-
trega apasionada de sí misma. El sacrificio. Dicho
de otro modo, la religión.
º.~_~sta religión puede surgir amor. De hecho,
debería ser siempre así. Lo decimos sobre todo
nosotros, los hombres, que sin ese fuego feme-
nino pasaríamos la vida tiritando. De modo que
tenemos que proclamarlo y explicar a las ml,!je-
res que ~uJuego existe para salvarnos a nosolf9S.
Por supuesto, hay mujeres que se lo creen y otras
que se limitan a sonreír. Insisto en que es líci
to usar ese fuego para engendrar amor. Pero en
cambio no es lícito usarlo para hacer negocios ni
para obtener poder, no es lícito que las mujeres
instrumenten ese don sagrado para obtener ro-
pas, joyas o dinero. Pero conviene precisar de in-
mediato que lo menos lícito es el pietismo y el pu-
ritanismo: el rigor y los prejuicios, la inclinación

IO~
« RES FORTISSIMA »

a escandalizarse por cualquier cosa y la gazmo-


-~~-ía, la moral implacable a la que le rechinan los
diente"' , 1:1 m<:'ticl! ln,id~d n(~1J rnr''lt :l ('1 (·'lpri.hn
-eIri}<!I genio, la histeria , la adoración de uno mis-
mo soberbia y vanidosa.
El vino atesora todos los aceites de la lubrici-
_~~~ noble e innoble, la que se pone al rojo vivo o
la que despide una luz blanca, y cuando la mujer
" 6~b~ vino nos descubre su inclinación.
El~ el monte Somló escuché la siguiente anéc-
dota: un conde húngaro viajó a la India con el
propósito de cazar, convidado por el rajá. Al des-
pedirse, invitó a su anfitrión a Hungría. Ese mis-
mo año, el rajá vino a visitarlo, y una noche de in-
vierno, mientras bebían amigablemente, le con-
tó la pena de su alma. Aunque él tan sólo tenía
treinta y cinco años había perdido la virilidad
después de casarse con una mujer joven y her-
mosa. En vano acudió al sa natorio. En vano lb
mó a un médico de fama mundial. En vano tomó
pastillas, jarabes e inyecciones, la virilidad perdi-
da no volvió. La pobre mujer estaba al borde de
una profunda melancolía, y el pobre rajá, al bor-
de de la locura. El conde húngaro no pronunció
ni una palabra; se limitó a llamar al sumiller y le
pidió que trajera un vino de Somló. y dio luego

lO~
LA CEREMONIA DEL VINO

la orden de que nunca faltara un Somló en la ha-


bitación del rajá, y cuando el huésped de la India
<:(> m::lrchñ lf' rf'g:llñ 1l!l :1 (,<lja P :l<: nrn!l un :1<': <: cm:l

nas, y el correo trajo un telegrama de la India.


Solamente ponía lo siguiente: «Gracias, mi que-
rido amigo. Le ruego que me haga llegar diez ca-
jas más de Somló».

ITO
«VITA lLLUMINATIVA»
~ L,\ l; LTL\L\ PL[C i\RL\;

_.La
_-_ última
_._..•.
...•-. ,..
lección de la anatomía de la ebriedad
" ...

es la siguiente: la ebriedad es un estado infinita-


me;t~- ~uperior al de la razón cotidiana y es el co-
lñie¿-;~' del auténtico despert~r: El inicio de todo
'-i<luelf~ que es bello, grallde, se;¡~, placentero y
'pu!:() en la vida. Es la sobriedad superior. El en-
tusiasmo, como decían los antiguos, del que pro-
~eden el arte, la música, el amor y el verdadero
pensamiento. Y del que procede la verdadera re-
ligión. La buena religión es la religión de la ebrie-
dad; 1; mala, la religión racional cotidiana, es de-
cir, el ateísmo. Al alcance de nuestra mano se en-
cuentra la llave de la vita illuminativa o, mejor di-
dlO, en nuestros toneles y botellas. El vino nos
_~n~eña que la ebriedad no es otra cosa que la for-
ma ~~p~~ior de sobriedad, la vida iluminada.
Innumerables veces hemos experimentado en
nosotros y en los demás que cuando cometemos
las mayores estupideces es cuando queremos ha-
cernos los listos. Listos, pero no lo suficiente. No
lo suficiente para tirar la razón por la ventana.

lIT
LA CEREMONIA DEL VINO

Los cálculos no salieron bien. ¡Con lo listo que


fui! Os confieso, amigos y amigas, que los cálcu

el no salir jamás, y cuanto más listo es uno, me-


nos salen. ¿Qué hacer? ¡Claro! ¡Qué hacer! Yo
lo he dicho. Hay que estar sobrio. Realmente so-
brio, es decir, ebrio. 1 lay que beber vino.
Por muy osada que parezca esta conclusión, no
estoy dispuesto a parar aquí. Formulo la siguien-
te pregunta: ,;qué ('s ('sa inquietud tan parecida a
una enfermedad, esa limitación irritada, esa im-
paciencia-que hoy se llama nerviosismo-tan
propias del ateísmo? .No es posible vivir sin r~U­
gión. Es una constatación tan antigua como irre-
futable. Existen las buenas y las malas religiQ-
nes. Eso es todo. El hombre o cree en Dios o en
un sucedáneo. Y caben muchos tipos de sucedá-
neo: podemos llamarlo principio, concepción del
mundo, dictadura, progreso, humanismu. En las
mujeres, vanidad, altanería, narcisismo, coque-
tería, histeria o capricho. Actualmente, el nom-
bre del sucedáneo de la religión es materialismo.
Por qué se llama de este modo a sí mismo es un
misterio. Yo soy el materialista, querido, yo, que
rezo a los pimientos rellenos y a las gombóc de
patata rellenas de ciruela, que sueño con la fra-

112
« VITA II. L U MINATIVA »

gancia que exhala el lóbulo de la oreja de las mu-


jeres, que adoro las piedras preciosas, que vivo
cr~ p () l!g:l rT~ ! ~l c~~r: t ( ,d ~l~ ~ ~l ~ f1nrc~ y ~~ , d:l~' 1 :1 ~ ~ ".
trcllas y que bebo vino. Vino. ¿Me escucháis? Y
como ocurre siempre, también en este caso todo
depende de la calidad, de si se trata de un buen o
de un mal materialismo. Yo soy un defensor del
buen materialismo. Respecto a la materia de la
q~~-'habla el mal materialismo, no consigo evi-
tar la sensación de que. el!" hecho. no es materia
sino cemento. No se puede comer, ni beber, ni la-
mer, ni siquiera es posible amarla carnalmente.
~~~_ r~~lidad, es el cadáver de la materia; un pol-
vo feo y pesado, un símbolo de la razón estúpida-
'rnente gris y cotidiana, una masa ajena a la ebrie-
dad, un cálculo mezquino y frío (que nunca sale
)ien), la abstracción personificada, ésa es la ma-
teria de la que está hecho el ateísmo.
Pues bien, ahora formulo la pregunta: ¿por qué
el ateo moderno no consigue jamás el sosiego? Lo
explicaré. El ateísmo es en el fondo una enferme-
dad. La enfermedad de la vida abstracta. Sólo tie-
'-r;~~n remedio: vivir de manera espontánea. Ena-
mor~r~e de la primera mujer hermosa, comer a lo
grande, pasear entre flores, ir a vivir a un bosque
de pinos, escuchar música, contemplar cuadros y

11 3
LA CEREMONIA DEL VINO

sobre todo beber vino, mucho vino y más vino" Es


que la buena religión es un talento que sólo resi-
de en los hombres sanos, Se disueh'l j se e\apo
ra en la impureza. Lo dijo uno de nuestros gran-
des sabios contemporáneos en un momento par-
ticularmente iluminado, Esta impureza es la cau-
sa de la inquietud y el frenesí de los ateos de hoy
en día, de su confusión amorfa, vacua y patética.
Creedme, esta enfermedad sólo tiene un reme-
dio: el vino, Tomad nota. mis pobrecitos discípu-
los, no sólo sois unos tullidos, no sólo sois unos
.estúpidos e idiotas, privados de toda la riqueza d~
la vida, no sólo sois enfermos, sino también im-
puros. Éste es el principal motivo de vuestra in-
quietud. Por eso sois tan desdichados. La b~~­
na religión, la vida inmediata, la conciencia tran-
quila, la calma, la sensatez, la felicidad no resi-
den en un hombre impuro. Estáis nerviosos y sois
egoístas, abstractos y desdichados porque carc
céis de la pureza necesaria para la gran ilumina-
ción. jyino! Vuelvo a repetirlo: j bebed vino! En-
,tonces sentiréis deseos de besar, de ocuparos de
las flores, de cultivar la amistad, de dormir bien y
profundamente, de reír, de leer poesía en vez de
periódicos por la mañana.
Sé que lo que digo parecerá a muchos un escán-
« VITA ILLUMINATIVA »

dalo y una locura. Conozco a quienes afirman tal


cosa. Hace dos mil años ese mismo tipo de per-
' ''n :l' "irllpc r :l rn n :1 <;:ln P~hln' In qll!" clp('Í;¡ "ln<:
judíos les parecía un escándalo, a los griegos una
locura. Hoya los judíos (los puritanos y pietistas)
les sigue pareciendo un escándalo y a los griegos
(los cientificistas), una locura. No creáis, amigos,
.9!!U_Odéis acabar conmigo tan fácilmente; no
cn~áj~.. gq~por ser religioso soy tonto, que odio el
~~~undo, que soy sombrío v taimado, que sólo me
atrf;,;.Y.Q . a probar los bocados dulces cuando na-
die9!~ mira. Ése no soy yo, sino el pietista, al que
acabo de describir y que nada tiene que ver con
la buena religión. Es tan ateo como el puritano y
el cientificista. ,El uno es el judío fariseo, el otro el
.griegg cínico. No soy un tonto, no soy sombrío,
ni taimado, ni odio el mundo. Ya habéis podido
comprobarlo. Y creedme, todos los hombres de
buena religión son así. Y precisamente por eso
saben que es absurdo que se les acuse de escán-
dalo y locura desde hace dos mil años.
Y ahora os diré otra cosa. El escándalo y la lo-
cura no son propios de mi comportamiento, sino
del vuestro. No devuelvo la acusación, ella misma
se vuelve por sí sola contra vosotros, judíos y grie-
gos, esto es, contra los abstractos, esto es, contra

115
LA CEREMO N IA DEL VINO

los ateos. Ya no puedo soportar que el mundo se


deje engañar por los falsos rumores sobre el hom -
bre religioso y sigJ creyenc-b que es triste, t(>rpc
hipócrita, sombrío y mentiroso, y que la religión
es escandalosa y loca. ¿Cómo pudo imponerse en
el mundo esta superstición?
yº~ºt_rºs,1os ateos, vivís como los locos y de
fº!:!I1.!l escandalosa, pero yo no me escandalizo ni
os riño por ello. Simplemente he intentado ilus-
traros sobre lo que conviene hacer. Ni siquiera
deseo que renunciéis a nada, pobrecitos, puesto
que ya sé que pasáis gran penuria, Es más, os ani-
mo a no renunciar a nada. Comed, amad, disfru-
tad y sobre todo bebed y bebed y bebed.
No quiero que sea menos, sino más. ¿Enten-
déis? ¡Burros! He hablado de todo corazón, con-
cretamente a los cientificistas, a los puritanos y a
los pietistas, Aunque a veces os haya puesto de
vuelta y media, tomadlo muy en serio y no os en
fadéis por ello. Ha sido blaspheme d Jamour, como
dicen los fran~~;~. Uno sólo reprende a lap~~~
sona que ama. Y creedme, mis queridos amigos
ateos, la religión no en vano se llama religión y se
relaciona con Dios. Sólo es realmente divino aql:1e-
.110 que no sabe más que amar, incluso a su enemi~
go. No digo que en mí haya mucho de este aceite,

I I 6
« VITA ILLOMINATIVA»

pero sí sé que he sumergido mi mecha en él y que


su luz me ha iluminado mientras escrihía este li-
hn' Y tem'n nll1y ('fl ('lwnt :l (im:l ginn f'1 gf'''tn rf'f
pIejo de los puritanos al quedarse mirando esto
corno unos pasmarotes), tened muy en cuenta que
hasta el último momento no estáis perdidos. No
estáis condenados al infierno por algo externo.
Vosotros mismos os mantenéis en el infierno. Así
que todo depende de vosotros. Toda alma nace
intacta y no puede perder su salud. Sed inteligen-
tes y recuperadla. El remedio se encuentra en
_c~-ªlquier sitio. j Bebed! Lo que os ofrezco es el
aceite de la pureza, el aceite de la ebriedad.
Bebed, que el vino se encarga del resto.
T 1\ BTRT ln(~R A. FT A
MÁS IMPORTANTE
( POR ORDEN C RONOL()G I CO)

Upanishads
Chuang Tsu, El libro verdadero de la florescencia
del sur
Li-taí Po y Du fu, Poemas
Antiguo Testamento
. Homero, lHada y Odisea
Anacreonte y Safo, Poemas
Platón, Obras completas
\, Luciano, Obras completas
\, Horacio, Obras completas
Epicuro, Obras
;\!lC[,() Tes/amen/o
'" Orígenes , Obras
lV¡1aestro Eckhart, Tratados y sermones
Las mil y una noches
Hodja Nasreddin
Till Eulenspiegel
La vida de Lazarillo de Tormes
Rabelaís, Fran\=ois, Gargantua y Pantagruel

11')
LA BIBLIOGRAFÍA MÁS IMPORTANTE

Montaigne, Michel de, Los ensayos


La Bruyere,Jean de, Caracteres
Sterne, Lawrence, Tn'r!ri7 m r;;1~,1nd:'
Holderlin, Friedrich, Obras completas
Novalis, Fragmentos
Dante Gabriel Rosetti, Poemas
Rosenzweig, Franz, La estrella de la redención
Gide, André, Obras y Diarios
Lawrence, D. H., El amante de Lady Chatterley
y Relatos
Joyce,James, Finnegans Wake
Powys,]ohn Cooper, En defensa de la sensualidad
ESTA REIMPRESIÓN, T E RCERA,
nF <<1 A F" ()SOFíA nFI. VINO » , DE HJ'iI.A
HAMVAS, SE T E RMINÓ DE IMI'KIMIK
E N CAPFLLADES EN EL
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4. JO SEPH R OT H El husto del Emperador (6 ediciones)
5. M A RI A NA A L C OFORA D O Ca rttl.\" de la monja portuguesa
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6. I.LY IOJ. S I" Ú¡ SiJlIatailKu .iI;:er (6 ediciones)
7. H. G. W ELL S La puerta cn el muro (2 ediciones)
8. ]OSEPH ROTH El triunfo de la helleza (4 ediciones)
9. MAR CO T Ull O C I CERÓN E/sueño de Escipión
(2 ediciones )
10. ITALO SVEVO LahiJtoriade/huenvie¡ó
y la bella muchacha (2 ed iciones)
11. ]U AN EUSEBI O NIEREMBERG Oculta filosofía. Razones

de la música en el homhre y la naturaleza


12. ST E FAN ZWEIG El amor de Erika Ewald (sedi cio nes)

I .J. It. <.,. \'V t> L L:' L I/Jilh de lo) c"le¡',UJ U ediciones:

14. ÓS IP MANDELSTAM Coloquio sobre Dante


15. MARTÍN DE RI QU ER Cervantes en Barcelona

16. ]OSEPH ROTH El espejo ciego (2 ediciones)

17 . RA F AEL ARGULLO L Breviario de la aurora


18. EU G EN IO TR ÍA S Prefacio a Goethe
19 . NATALlA G I NZBURG AnIón Chéjov. Vida a través
I de las lehas (5 ediciones)
20 . AR TH U R SCH NI TZ L ER El teniente Gustl (2 ediciones)
2[. DOMINGO RIVERO yó.amicuerpo
22. Á D.Á. M BODOR La sección
23. ARISTÓTELES El homhre de genio V la melancolía.
(ProbfeJ!?il X X X) (l "d[C!O!lL'S)

24. ISAAC BASHEVIS SINGER La destrucción de Kreshev


25, CARDENAL MAZARI NO Breviario de los políticos
(5 ediciones)
26. GrORGrO VASARr Miguel Ángel Buonarroti,florentino.
(Texto de IJ50) (2 ediciones)
27. LEV TOLSTÓI Confesión (7 ediciones)
28. CHATEAUBRrAND Amorvvejez (2ediciones)
2.9. LEONID ANDRt,Y¡,.V Lu.1 cspcctru.1
}o. PÉTER HAJNÓCZY La muerte salió cahalgando de Persia
31. ANTOINE COMPAGNON ('Para qué sirve la literatura?
(2 ediciones)
32. JOSEPH ROTH Jefe de estac1()n Fallmerayer (3 ediciones)
33. s T HA N Z W E IG Mendel el de los lihros (10 ediciones)
34. PERO VAZ DE CAMINHA Carta del descuhrimiento
de Brasil
,35. STEFAN ZWEIG Viaje al pasado (5 ediciones)
'36. LÁSZLÓ KRASZNAHORKAI Ha llegado Tsaías
)7. MARINA I~VIEIAIEVA MIPU\hA~tn

38. LEONID ANDRÉYEV Las tinieblas


39. NATALIA GINZBURG SerenaCruzolaverdaderajusticia
• 40. STEFAN ZWEIG ¿Fue él? (3 ediciones)
41. LEV TOLSTÓI La tormenta de nicvc (3 ediciones)
42. E<;:A DE QUEIRÓS LaI rosas
43. VICTOR KLEMPERER Literatura universal
y literatura europca
44. WILLIAM SAROYAN El tigre de Tracy
45. CHATEAUBRIAND De Buonaparte y de IOI Borbones
46. STEFAN ZWF I G Losmilagrosdelavida (3 ediciones)
47. STEFAN Z WEI G Las hermanas. «Contedrolatique»
(2 edicIOnes!
48. SI MON LE YS Los náufragO.\" del «Batavia». Anatomía
de una masacre (3 ediciones)
49. LEY TOLSTÓI La felicidad conyugal (5 ed iciones)
50. SIMON LEYS Con Stendhal

51. MAX BEERBOHM Elfarsantefeliz. Un cuento de hadas


para hombres cansados
)2 . FRANCK MAURERT Elolora sangrehumananoseme

quita de 1m ojm. Convusaclonr.:s con Francis Bacon


53. MARINA TSYJ ETÁIEYA Mi madre y la música
• 54. LISA RANDALL El descubrimir.:nto del Higgs.
Una partícula muy especial (2 ediciones)
55. SLAWOMIR MROZEK La vida para principiantes.
Un diccionario intemporal
56. DANIEL-HENRY KAHNWEILER El camino hacia
el cubiJmo
57. JAUME VALLCORBA De la primavera al Paraúo. El amor,
de 1m trovadores a Dante Ü ed iciones)
• 5~ . LUl..IUANNEusf.NELA Su!m; la blL'vedad dcla vida,
el oCIo y la feliCIdad (4 edicion es)
59. DOLORES PAYÁS Drink Tim e l (En compañía
de Patrick Leigh Fermor)
60 . JOSEPH ROTH El Leviatán (2 ediciones)

61. ALFRED BREN DEL DelaAalaZdeunpianista. Un libro

para amantes del piano (4 ediciones)


62. ALEXANDR PUSHKIN El prisionero del Cáucaso

63./LONGINO Delo sublime


,64. B ÉLA H AMYAS Lajiloso(ía del vino (4 ediciones)
65. oseAR W II.D E Ladec(/r!"/l{'i,1 delü Jl!elltira.
Un comentario (2 ediciones)
() (). ()~LAI{ '-" 11.1>1-. L liFil/!CI/i/C/,IJ /,{/¡lrlf.Jllr .)i11·!l('

Una rtjZexión sohre el deher


67. JO SEPH RO TH IIhrzI JIl.I!rJY/(/ dcll t7al1!o!'
(2 ediciones)
68. SANTAPERPETI JA Pa~ú¡l7delaII'aI710~P!'r!)('tlla
y Felicidad
.69. ST EFAN ZW EI G Una historia crepuscular (2 edi ciones )
70. I'RANCK MAUIIERT La última modeLo
71. PL LT AR CO ViJ".IJc/1!cj'lIiJ/'oyC', :.I"¡
72. P ASCAl. IIR!!CKNER E/uértigor/e!3ahe!. CO.l'mo/,olili.wlO
o glohalizacúín
73. J UAN ANTONIO MASOLlVER RÓnF.NAS tainoccncia
lesionar/a
74. L EY TOLSTÓI De.lpuésdelhaile
75. R AFA EL AR GU LLOL Tratado erótico-teológico. Un relato
76. IIsí era Leu Tolstói (J)
77. ADAM ZAGA jE WSK I ReleeraRilke (2 ediciones)
78. EUGENJOTRÍAS ThomaIMann
i" ~. RAMÓi'. Ai'. Ul<.i., CLu uJtu:. .ll1ttlc l},.,JI . "LIIILCIIIIJ"'('¡¡",
Ninja»
80. SHAFTESBURY Carta sohreeL entu.\'iasmo & «SeIHUJ
communi.p>. Ensayo .whre la libertad de ingenio y el
humor
81. MARIO SATZ Pequeños paraísos. El e.\píritu de 10.\

jardines (2 ediciones)
82 . jO SE PH RO TH Fresas
83. Al! era Lev Toll/ríi (m
84 . crACOMO LEOI'A RDI RecuerdoIdelprimeramor
• R, . STE FAN ZWEIG Miedo
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