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Ratzinger Joseph Un Canto Nuevo para El
Ratzinger Joseph Un Canto Nuevo para El
VERDAD E IMAGEN
145
Ex Bibliotheca Lordavas
Obras de Joseph Ratzinger
publicadas por Ediciones Sígueme:
UN CANTO NUEVO
-
PARA EL SENOR
La fe en Jesucristo
y la liturgia hoy
SEGUNDA EDICIÓN
EDICIONES SÍGUEME
SALAMANCA
2005
Ex Bibliotheca Lordavas
Cubierta diseñada por Christian Hugo Martín
ISBN : 84-301-1329-0
Depósito legal: S. 596-2005
Impreso en España 1 Unión Europea
Imprime: Gráficas Varona S.A.
Polígono El Montalvo, Salamanca 2005
PROLOGO
rítima. Pero dado que en este viaje son frecuentes las olas y tor-
mentas de múltiples tentaciones, cree en el Crucificado para
que tu fe pueda subir al madero. Entonces no te hundirás ... »9 .
Resumamos las consideraciones anteriores. El primer en-
cuentro con Jesucristo se produce en el hoy; cabe incluso afir-
mar que sólo podemos encontrarnos con él porque es un hoy pa-
ra muchas personas, y por eso tiene realmente un hoy. Mas pa-
ra acercarme al Cristo integral y no a un fragmento percibido al
azar, debo escuchar al Cristo de ayer tal y como se muestra en
las fuentes, especialmente en las sagradas Escrituras. Si le es-
cucho en su totalidad, sin recortar partes esenciales de su figu-
ra en aras de una imagen del mundo convertido en dogma, lo
veo abierto al futuro y lo veo venir desde la eternidad, que abar-
ca pasado, presente y futuro. Precisamente cuando se ha busca-
do y vivido esta comprensión integral, Cristo ha sido siempre
un «hoy» pleno, ya que sólo impera sobre el hoy y en el hoy
aquello que tiene raíces en el ayer y capacidad de crecimiento
para el mañana, y está en contacto con lo eterno más allá del
tiempo. Las grandes épocas de la historia de la fe han forjado
siempre su propia imagen de Cristo, desde su hoy han podido
verlo en forma nueva y justamente así han conocido a «Cristo
ayer, hoy y siempre».
En la primera época, el «Cristo hoy» fue representado sobre
todo en la imagen del pastor que lleva a hombros la oveja des-
carriada, la humanidad 10 . El que contemplaba esta imagen se
decía: Yo soy esa oveja; intenté enriquecer mi vida, corrí tras
esta y aquella promesa, hasta que fui atrapado en la espesura y
no supe cómo salir de ella. Pero él me tomó en hombros y, al
portarme, se convirtió en camino. En el período siguiente apa-
reció la imagen del Pantocrátor, que pronto cedió al intento de
representar al «Jesús histórico» tal como fue realmente en la
tierra, pero siempre en la creencia de que el hombre Jesús re-
11. Para el conjunto del proceso histórico, cf. la obra de van de Meer
mencionada en nota 10.
Jesucristo, hoy 23
16. Esta exégesis obvia para los padres de la Iglesia se encuentra breve-
mente resumida en la frase insuperable de Agustín: <<Ascendit Christus in cae-
lum: sequamur eum»: Sermo 304, 4 PL 38, 1397. Siempre importante en esta
Jesucristo, hoy 29
,:.';
29. Guillermo de St. Thierry, De natura et dignitate amoris, 40, citado se-
gún trad. alemana de H. U. v. Balthasar, Der Spiegel des Glaubens, Einsiedeln
1981, 170.
30. P. H. Kolvenbach, Die osterliche Weg. Exerzitien zur Lebenserneue-
rung, 136, expone con agudeza el sentido cristológico de la parábola sobre Lá-
zaro.
31. H. Schlier, La carta a los gálatas, Salamanca 1975, 325-333.
Jesucristo, hoy
33. Cf. la bella exégesis de este texto en Kolvenbach. Die osterliche Weg,
176ss; también importantes consideraciones sobre el concepto de <<vida>>.
Acerca del trasfondo histórico del texto y la exégesis patrística cf. R. Schnac-
kenburg, El evangelio según san Juan II, Barcelona 1980, 212-219.
Cristo y la Iglesia
Problemas actuales de la teología
Consecuencias para la catequesis
l. Fundamentación
2. Aplicaciones
dero debe comerse recién sacado del fuego; y no hay que rom-
perle los huesos. El fuego es imagen del Espíritu santo: ¿no sig-
nifica esta norma que no debemos alejar el manjar divino de la
esfera del fuego vivo, que no debemos dejarlo enfriar? ¿no sig-
nifica que la lectura de la Biblia debe hacerse junto al fuego, es
decir, en comunión con el Espíritu santo, en la fe viva que nos
remite al origen del manjar? Y a la inversa: hay unos huesos
que no podemos triturar: las grandes cuestiones que se nos
plantean y que somos incapaces de resolver: «¿Cuál es la esen-
cia de Dios? ¿qué había antes de la creación? ¿qué hay fuera del
mundo visible? ¿qué necesidad preside todo el acontecer?».
Hoy añadiríamos otras preguntas que nos apremian aún más.
«No rompas los huesos» significa: «saber todo eso es sólo com-
petencia del Espíritu santo ... ». «No rompas los huesos»: Gre-
gario interpreta este versículo con una sentencia del Eclesiásti-
co: «No te preocupes por lo que te excede» (Eclo 3, 23) 10 .
Pudo remitir también a Pablo: «No penséis demasiado alto, sino
pensad sobriamente conforme a la medida de la fe que Dios
otorgó a cada uno» (Rom 12, 3: hyperphronein - phronein -
sophronein) 11 • ¿No tendemos hoy a romperle los huesos a la Bi-
blia tratando de escrutarla más allá de nuestra capacidad? ¿y no
hemos recibido a menudo su palabra muy lejos del fuego del
Espíritu santo, de la fe viva, como manjar ya frío e indigesto?
Si nos detenemos un poco en la frase paulina de la Carta a
los romanos, vemos otro aspecto del problema. La moderación
en el propio modo de confesar los misterios divinos es para
el Apóstol una consecuencia de nuestra inserción en el cuerpo
de Cristo, que es la Iglesia 12 . Hoy se utiliza la Biblia, también
entre los católicos, como arma contra la Iglesia. Es cierto que,
como palabra de Dios, está por encima de la Iglesia, que ha de
regirse y purificarse siempre por ella; pero la Biblia no está fue-
10. Gregario de Nisa, De vita Moysis, PG 44, 357 B-0; en castellano Vi-
da de Moisés, trad. e introd. de T. H. Martín, Salamanca 1993, 89-90.
11. Cf. H. Schlier, Der Romerbrief, Freiburg 1977,363-369.
12. /bid., 368: <<Hyperphronein consiste en la pretensión de un miembro
de la comunidad de igualarse a otro o superarlo sin tener en cuenta el propio
grado de fe. Sophronein es. en cambio, el esfuerzo de mantener y fomentar la
unidad del cuerpo de Cristo con arreglo al propio grado de fe>>.
66 Un canto nuevo para el Señor
¡¡:
La resurrección, fundamento de la liturgia cristiana 75
3. Cf. J. Blank, Paulus und Jesus, München 1968, 154ss. Blank compen-
dia en p. 156 el resultado de sus rigurosos análisis: <<Al tercer día' es una
indicación cronológica acorde con la tradición cristiana primitiva de los evan-
gelios, y se refiere al descubrimiento del sepulcro vacío; <<según las Escritu-
ras» se refiere, al igual que la frase sobre la muerte de Jesús. a Is 53, !Os». Por
eso es exegética y teológicamente infundada la acusación de <<fundamentalis-
mo bíblico ingenuo» que lanza contra el Catecismo de la Iglesia católica R.
Heinzmann (Was ist der Mensch? Anfragen andas Menschenbild des «Kate-
chismus der katholischen Kirche». en E. Schulz (ed). E in Katechismusfür die
Welt, Düsseldorf 1994, 86s), por considerar el tercer día como una medida del
tiempo histórico desde la sepultura de Jesús hasta el descubrimiento del se-
pulcro vacío. En su polémica con el Catecismo, Heinzmann se apoya sin ra-
La resurrección, fundamento de la liturgiu cristiana 77
3. Sábado y domingo
a) El problema
tituciones apostólicas son una recopilación que data del siglo IV; cf. H. Rah-
ner, LThK I (2." ed.) 759.
8. /bid. VIII, 33, 1; Rordorf, ibid.
9. Seudo Ignacio, Ad Magnesios, 9; Rordorf n. 59, p. 102.
0
1O. Gregorio de Nisa, Adv. eos qui castigationes aegre ferunt, PG 46, 309
B-C; Rordorf n. 52, p. 92-93: <<¿Con qué ojos contemplas el día del Señor si
0
.•f'.
11. Cf. la bella fórmula con que una homilía anónima escrita a finales del
siglo IV (y que fue atribuida a Atanasio) resume el fruto de la lucha patrística
en torno a la relación entre sábado y domingo, haciendo constar expresamen-
te: << ••• el Señor trasfirió el sábado a su día>>. Este texto puede encontrarse en
Rordorf n.o 64, p. 110-11 l.
12. Cf. H. Gese, Zur Biblischen Theologie, München 1977, 54-84; aquí,
importantes consideraciones sobre el significado veterotestamentario genuino
del sábado y sobre su recepción por Jesús; cf. también Rordorf, p. XIII.
84 Un canto nuevo para el Señor
e) La síntesis cristiana
4. Aplicaciones
6. F. Mussner, Die UNA SANCTA nach Apg 2, 42, en Id., Praesentia sa-
lutis. Gesammelte Studien zu Fragen und Themen des Neuen Testaments, Düs-
seldorf 1967, 212-222, cita en 221.
104 Un canto nuevo para el Señor
7. !bid., 220s.
8. E. Peterson, Die geschichtliche Bedeutung der jüdischen Gebetsrich-
tung, en Id., Frühkirche, Judentum und Gnosis. Studien und Untersuchungen,
Freiburg 1959, 1-14.
Gloria y glorificación 105
13. Quiero significar con esto que, junto con el atrio de Salomón, hay que
considerar como segundo antecedente del templo cristiano la sala de la última
cena y del acontecimiento de pentecostés. En el atrio de Salomón se desarro-
lla una mitad del culto cristiano: la liturgia de la palabra. Lo más propio de la
nueva comunidad, la cena del Señor, que sustituye y consuma Jos antiguos sa-
crificios, no tiene cabida allí. Sólo la confluencia del cenáculo y el atrio de Sa-
lomón en un solo espacio genera la <<Iglesia>> en sentido específico. Si se ol-
vida esto, llegamos a un concepto puramente «sinagoga!», no sólo de Iglesia
sino de cristianismo, y dejamos de lado su verdadero núcleo.
Gloria y glorificación 109
11
•
Gloria y glorificación 111
16. Adv. haer. V 12,4 (Sources chrétiennes 153, 154). Cf. H. J. Jaschke,
Der Heilige Geist im Bekenntnis der Kirche. Eine Studie zur Pneumatologie
des lrenaeus von Lyon im Ausgang vom altchristlichen Glaubensbekenntnis,
Münster 1976.
112 Un canto nuevo para el Señor
ble que la Iglesia se interese hoy por los dos ámbitos contra-
puestos de la actual esquizofrenia cultural. Hoy se exige, con
razón, un nuevo diálogo entre Iglesia y cultura; pero no hay que
olvidar que este diálogo ha de ser necesariamente bilateral. No
puede consistir en que la Iglesia se someta de una vez a la cul-
tura moderna. inmersa en un proceso de desesperanza desde
que perdió su fundamento religioso. Si la Iglesia ha de afrontar
con nueva radicalidad los males de nuestro tiempo, la cultura
debe plantear por su parte en forma nueva la cuestión de su fun-
damento, y abrirse a una dolorosa terapia, es decir, a una re-
conciliación interna con la religión, porque sólo de ella puede
recibir la savia vital.
En este sentido, la cuestión de la música de Iglesia es sólo
un segmento, aunque muy sensible, de la tarea global de nues-
tro tiempo, que exige algo más que el simple diálogo: el proce-
so de un nuevo reencuentro del hombre. Si el teólogo quiere
aportar algo en esta lucha, debe utilizar los recursos de que dis-
pone. No puede entrar en disquisiciones musicales, pero puede
preguntarse dónde están los puntos de sutura, por decirlo así,
entre la fe y el arte. Puede tratar de explicar cómo la fe le pre-
para un espacio interior al arte y le ofrece pistas sobre el cami-
no que puede seguir. Sería una empresa de gran envergadura el
intento de abarcar todo el ámbito de las fuentes teológicas que
están a nuestra disposición. Pero todas las fuentes dependen al
final de la fuente primigenia: la Biblia; por eso me limitaré a
preguntar si hay unas premisas bíblicas para la tarea de la mú-
sica de Iglesia. Dada la amplitud y variedad del testimonio bí-
blico, se impone de nuevo una restricción. Mi pregunta concre-
ta es: ¿podemos encontrar un texto bíblico que muestre con la
máxima densidad posible la perspectiva en que la sagrada Es-
critura ve la conexión entre música y fe?
9. Cf. H. Gese, Psalm 22 und das Neue Testament, en ibid., 180-201; Id.,
Die Herkunft des Herrenmahls, en Id., Zur biblischen Theologie, München
1977, 107-127.
1O. Cf. el trabajo mencionado en n. 6.
122 Un canto nuevo para el Señor
. '"' '.
., ·, f
·, ',· , .. ,
4. /bid., 283a.
5. /bid., 279b: <<La celebración se configura como espléndido opus al que
acudir, y a sus protagonistas se les reconocen poderes misteriosos: el aleja-
miento cultural comienza a ser así distanciamiento sacra/... La música se pre-
para para llegar a ser, como el latín, una lengua culta: la lengua de otra igle-
sia, que es la institución y su clero>>.
6. /bid., 275a: <<Piénsese ... (que puede llevar) a una reiteratividad de esque-
mas mentales y de juicios prefabricados; a una fabulación-ocultamiento de datos
para mantener una determinada forma de poder y de visión ideológica. Piénsese
en expresiones mistificadoras corrientes, como 'el gran patrimonio de la música
sagrada', 'el pensamiento de la iglesia sobre el canto', 'el órgano, rey de los ins-
trumentos', 'la universalidad del canto gregoriano', etc.>>; cf. 287b y 283a.
134 Un canto nuevo para el Señor
7. /bid., 287b.
8. /bid., 284b.
9. /bid., 282b.
1O. /bid., 288a.
11. /bid., 289b.
12. /bid., 288b.
13. /bid., 296a.
14. /bid., 296a.
La imagen del mundo y del hombre en la liturgia 135
la ... » 15 . Para no ser injusto, debo añadir que el artículo está por
la total comprensión con las distintas situaciones culturales y
deja un espacio abierto para la asimilación del patrimonio his-
tórico. Y, sobre todo, subraya el carácter pascual de la liturgia
cristiana, cuyo canto no sólo constituye la identidad del pueblo
de Dios, sino que debe dar cuenta de la esperanza y mostrar a
todos el rostro del Padre de Jesucristo 16 .
Así, dentro de la gran ruptura, el artículo respeta algunos
elementos de continuidad que posibilitan el diálogo y hacen es-
perar que sea posible reencontrar la unidad en la idea básica de
la liturgia; al aparecer el grupo y no la Iglesia como raíz de la
liturgia, esa unidad corre el riesgo de desaparecer, no sólo en la
teoría sino en la práctica cultual concreta. No me detendría en
todo esto con tanto detalle si creyera que tales ideas sólo eran
profesadas por algunos teóricos. Es evidente que no pueden
apoyarse en el texto del concilio Vaticano 11; pero en muchos
centros litúrgicos y en sus órganos informativos se estima que
el espíritu del concilio apunta en esta dirección. Una opinión
demasiado extendida va hoy en la línea de lo que he descrito: la
creatividad, la actuación de todos los presentes y la referencia a
un grupo cuyos miembros se conocen y comunican son las au-
ténticas categorías de la idea conciliar de la liturgia. No sólo los
sacerdotes, a veces hasta los obispos tienen la impresión de no
ser fieles al concilio si oran con arreglo al misal; han de intro-
ducir al menos una fórmula «creativa», por trivial que sea. El
saludo civil de los asistentes y, a ser posible, también los mejo-
res deseos en la despedida, son ya partes obligadas de la cele-
bración litúrgica que nadie se atreve a eludir.
15. Ihid., 297b: « ... los miembros de la asamblea creyente, y sobre todo
los animadores del rito ... sepan conquistar... esa capacidad fundamental que
consiste en saber celebrar, es decir, en saber actuar... >>.
16. /bid .. 289b.
136 Un canto nuevo para el Señor
una Iglesia; lo que queda son rituales de grupo que utilizan ins-
trumentos músicos con más o menos habilidad. Si la liturgia ha
de sobrevivir o renovarse, es elemental que la Iglesia sea des-
cubierta de nuevo. Y añado: si es preciso superar la alienación
del ser humano y reencontrar su identidad, es imprescindible
que él reencuentre la Iglesia, que no es una institución hostil al
hombre sino ese nuevo «nosotros» que proporciona el funda-
mento y el cobijo al yo.
Sería saludable volver a leer en este contexto, con toda radi-
calidad, el escrito con el que Romano Guardini, el gran pione-
ro de la renovación litúrgica, puso fin a su obra literaria en el
último año conciliar 17 . Lo compuso, como señala él mismo, con
preocupación por la Iglesia y por amor a ella; conocía muy bien
su condición humana y sus peligros; pero había aprendido a
descubrir en la condición humana de la Iglesia el escándalo de
la encarnación de Dios, había aprendido a ver en ella la presen-
cia del Señor que hizo de la Iglesia su cuerpo. Sólo así hay una
sincronía de Jesucristo con nosotros. Y sólo con esta sincronía
hay una liturgia real que no sea mero recuerdo del misterio pas-
cual, sino su verdadero presente. Y sólo así, en fin, la liturgia es
participación en el diálogo trinitario entre el Padre, el Hijo y el
Espíritu santo; sólo así no es un «hacer» nuestro, sino un opus
Dei: acción de Dios en nosotros y con nosotros. Por eso re-
cuerda Guardini que la liturgia no consiste en hacer algo, sino
Hay dos sentencias bíblicas que pueden ser la clave para re-
solver nuestra cuestión. Pablo acuñó la expresión logiké latreia
(Rom 12, 1), difícil de traducir a nuestras lenguas modernas
porque nos falta un verdadero equivalente del término logos. Se
podría traducir por «culto presidido por el espíritu». remitiendo
al dicho de Jesús sobre la adoración en espíritu y en verdad (Jn
4, 23 ). Pero cabe traducir también por «culto marcado por lapa-
labra», aclarando que «palabra» en el sentido de la Biblia (y
también de los griegos) es algo más que lenguaje o discurso:
realidad creadora. Es también más que mero pensamiento y me-
ro espíritu: es espíritu que se interpreta a sí mismo, que se co-
munica. De aquí derivó en todos los tiempos la referencia a la
palabra, la racionalidad, la comprensibilidad y la sobriedad que
han presidido la liturgia cristiana y que han sido ley fundamen-
tal para su música. Sería, no obstante, una interpretación estre-
cha y falsa el entender esta referencia textual y esta comprensi-
bilidad en sentido tan estricto que no quede margen para lo que
es específico de la música. La palabra en sentido bíblico es al-
go más que «texto», y la comprensión abarca más que la com-
prensibilidad trivial de lo que se entiende de inmediato y se in-
tenta reducir a la racionalidad más superficial. Pero es verdad
que la música destinada a la adoración «en espíritu y verdad»
no puede ser éxtasis rítmico, sugestión o aturdimiento de los
142 Un canto nuevo para el Señor
20. Para la recta comprensión del término paulino logiké laigeia, cf. so-
bre todo H. Schlier, Der Romerbrief, Freiburg 1977, 350-358, especialmente
356ss.
La imagen del mundo y del hombre en la liturgia 143
a) Nociones básicas
22. Cf. J. Ratzinger, Der Fest des Glaubens, Einsiedeln 1981, 86-111; A.
Rivaud, Platon et la musique: Rev. d'histoire de la philosophie (1929) 1-30.
23. Estas conexiones, demasiado poco atendidas. quedan patentes en los
escritos del ex diskjockey y director de una banda de rock, Bob Larson: Rock
and Roll. The Devils Diversion, 1967; Id., Rock and the Church, 1971; Hip-
pies, Hindus and Rock and Roll, 1972. Sobre la música en el ámbito deljazz
y el pop, música quizá inocua, pero igualmente antilitúrgica por naturaleza, cf.
H. J. Burbach, Sacro-Pop: Internationale katholische Zeitschrift 3 (1974) 91-
94; p. 94: «El 'pop sacro' que se presenta aquí como vanguardista es produc-
to de una 'cultura dirigista de masas' que reproduce el mal gusto de un públi-
co consumista poco exigente». Id., Aufgaben und Versuche, en R. G. Fellerer
(ed.), Geschichte der katholischen Kirchenmusik II, Kassel 1976, 395-405.
Juicio resumido en p. 404: <<Se trata de una música que tiende, sobre todo en
su 'ritmo', a una progresiva liquidación del individuo, y esto en un mundo
La imagen del mundo y del hombre en la liturgia 145
Gandhi señala los tres espacios vitales del cosmos, cada uno de
ellos con su propio modo de ser. En el mar viven los peces y ca-
llan; los animales de la tierra gritan; pero las aves, cuyo espa-
cio vital es el cielo, cantan. Lo propio del mar es el silencio; lo
propio de la tierra, el grito; lo propio del cielo, el canto. Pero el
hombre participa en las tres cosas: lleva en sí la profundidad del
mar, la carga de la tierra y la altura del cielo, y por eso le per-
tenecen las tres propiedades: el callar, el gritar y el cantar. Hoy
-podríamos añadir- vemos cómo al hombre, después de per-
der la trascendencia, le resta sólo el grito, porque sólo quiere
ser tierra e intenta convertir el cielo y la profundidad del mar en
tierra suya. La liturgia rectamente entendida, la liturgia de la
comunión de los santos, devuelve la integridad al hombre. Le
invita de nuevo a callar y a cantar abriéndole la profundidad del
mar y enseñándole a volar, que es el ser del ángel; elevando los
corazones, hace sonar de nuevo en ellos el canto olvidado. Y
podemos afirmar, a la inversa, que la liturgia bien entendida se
conoce en que nos libra del histrionismo general y nos devuel-
ve la profundidad y la altura, el silencio y el canto. La liturgia
bien entendida se conoce en que es cósmica, no grupal. Canta
con los ángeles. Calla con la profundidad expectante del uni-
verso. Y redime así la tierra.
«Te cantaré en presencia de los ángeles»
La tradición de Ratisbona y la reforma litúrgica 1
4. H. Schützeichel, Wohin soll ich mich wenden? Zur Situation der Kir-
chenmusik im deutschen Sprachraum: StdZ 209 (1991) 363-374.
154 Un canto nuevo para el Señor
que abre un espacio infinito, pero traza también unas líneas di-
ferenciadoras. Debe diferir sustancialmente de la música desti-
nada a favorecer el éxtasis rítmico, el letargo estupefaciente, la
excitación de los sentidos, la disolución del yo en el nirvana,
por nombrar sólo algunos estados posibles. Hay a este propósi-
to una bella sentencia en la exposición del padrenuestro que ha-
ce san Cipriano: «La palabra y la actitud orante requieren una
disciplina que incluye la paz y la reverencia. Recordemos que
estamos a la vista de Dios. Debemos ser gratos a los ojos divi-
nos incluso en la postura del cuerpo y en la emisión de la voz.
La desvergüenza se expresa en el grito estridente; el respetuoso
tiende a rezar con palabra tímida ... Cuando nos reunimos con
los hermanos y celebramos con el sacerdote de Dios el sacrifi-
cio divino, no podemos azotar el aire con voces amorfas ni lan-
zar a Dios con incontinencia verbal nuestras peticiones, que
deben ir recomendadas por la humildad, porque Dios ... no ne-
cesita ser despertado a gritos ... » 18. Este criterio interno debe
conectar obviamente con una música ajustada al Logos: debe
facilitar a los orantes la comunión con Cristo aquí y ahora, en
este tiempo y en este lugar. Debe ser accesible a ellos, pero debe
a la vez llevarlos más lejos, concretamente en esa dirección que
la propia liturgia formula con brevedad insuperable al comien-
zo de la plegaria eucarística: «sursum corda»: elevar el corazón,
es decir, el hombre interior, la totalidad de uno mismo, a la al-
tura de Dios, esa altura que es Dios y que en Cristo toca la tie-
rra, la atrae y la eleva a sí.
28. Cf. K. Onasch, Kunst und Liturgie der Ostkirche, 329; J. A. Jung-
mann, Missarum so/lemnia ll. 166. Clemente (Ad Cor. 34) asocia ya Is 6 con
Dan 7, 10, como hace el <<SanctUS>> litúrgico; es exactamente la versión que
hemos encontrado en las imágenes de Marienberg: «Observemos cómo toda la
multitud de sus ángeles está junto a él...>>. Sobre la cronología de 1 Clem, cf.
Th. J. Herron, The Dating of the First Epistle of Clemens to the Corinthians,
Roma 1988. Herron intenta probar que 1 Clem no data, como suele suponer-
se, del año 96 d. C., sino que fue escrita en torno al 70.
168 Un canto nuevo para el Señor
l. Fue en su origen una conferencia pronunciada con motivo del 400 ani-
versario del seminario sacerdotal de Wurzburgo; esto explica la referencia ini-
cial al significado de los jubileos.
188 Un canto nuevo para el Señor
menzar por aprender las virtudes sin las cuales ninguna familia
puede mantenerse unida. Esto es de gran importancia, porque el
sacerdote no debe capacitarse sólo para convivir en la familia
del presbiterado, de la Iglesia local y universal; su tarea es, ade-
más, asociar y mantener unidos en la comunión de la fe a indi-
viduos que son extraños por origen. formación. temperamento
y circunstancias de la vida. Ha de iniciar a las personas en la ca-
pacidad para la reconciliación, el perdón y el olvido, la toleran-
cia y la generosidad. Debe enseñarles el respeto al otro en su al-
teridad, la paciencia recíproca, la combinación de la confianza,
la discreción y la franqueza en su justa medida, y muchas cosas
más. Debe capacitarse, sobre todo, para asistir a la gente en el
dolor: dolor físico, decepciones, humillaciones y angustias que
a nadie respetan. ¿Cómo va a hacer todo esto si no lo ha apren-
dido antes él mismo? La capacidad de aceptar y soportar el su-
frimiento es una condición fundamental para la madurez del ser
humano; si no se aprende esto, el fracaso de la existencia es ine-
vitable. La acritud contra todos y contra todo contamina el fon-
do del alma y lo convierte en tierra yerma. El dominio del do-
lor. .. antes se hablaba de ascesis; el término no gusta hoy; nos
dice más si lo traducimos del griego al inglés: training. Todos
saben que no hay éxito sin entrenamiento y sin esa superación
de sí mismo que el entrenamiento lleva consigo. Hoy se entre-
na todo el mundo con empeño y seriedad para cualquier género
de arte, y así vemos en muchos terrenos unos rendimientos pun-
ta que antes eran impensables. ¿Por qué nos resulta tan extraño
entrenarnos para la vida auténtica y verdadera, ejercitarnos en
el arte de la renuncia, de la autosuperación, de la libertad inte-
rior frente a nuestros deseos?
advierte que de ese modo está renegando del signo eterno con
el que fue marcado>).
Yo no dudo en afirmar que la gran enfermedad de nuestro
tiempo es su déficit de verdad. El éxito, el resultado, le ha qui-
tado la primacía en todas partes. La renuncia a la verdad y la
huida hacia la conformidad de grupo no son un camino para la
paz. Este género de comunidad está construido sobre arena. El
dolor de la verdad es el presupuesto para la verdadera comuni-
dad. Este dolor debe aceptarse día a día. Sólo en la pequeña pa-
ciencia de la verdad maduramos por dentro, nos hacemos libres
para nosotros mismos y para Dios.
Aquí aflora de nuevo la imagen de las piedras vivas. Pedro
ilustra el contenido de la imagen con palabras del Salmo 118,
22, que era ya un texto cristológico fundamental: «La piedra
que los constructores desecharon 1 en piedra angular se ha con-
vertido». No vamos a entrar aquí en la teología de la muerte y
la resurrección que encieiTa este versículo; pero la idea de la
piedra viva nos ha llevado ya a reconocer que el construir in-
cluye el ser construido, que sin el elemento pasivo no puede
producirse la pasión purificadora. Bernanos definió el dolor co-
mo la esencia del corazón divino, y el sufrimiento corporal y
espiritual, como lo más valioso que el Señor nos impone 4 . La
piedra desechada es la imagen de aquel que asumió el dolor
mortal del amor supremo y llegó a ser el espacio para todos no-
sotros: la piedra angular que hace de la humanidad desgarrada
una casa viviente, una familia nueva. En el seminario sacerdo-
tal, en la formación sacerdotal, no integramos un grupo cual-
quiera. De hacerlo, corremos el peligro de que la pasión del
ajuste consista en la mera acomodación al grupo, y sacrifique-
mos a ella nuestra verdad. No construimos con arreglo a un pa-
radigma autofabricado. Nos dejamos construir por aquel que es
paradigma y meta de todos nosotros, por el segundo Adán, al
que Pablo llama Espíritu de vida (1 Cor 15, 45). Este plan cons-
tructivo justifica el esfuerzo de las purificaciones y nos garan-
yado por los santos y por toda la comunidad viviente de los fie-
les. Me parece especialmente significativo que el canon romano
mencione los nombres de las santas mujeres justamente en la
oración por los sacerdotes. El celibato sacerdotal nada tiene que
ver con la misoginia; tampoco significa una ruptura de vínculos
con la mujer. La maduración interna de un sacerdote depende
esencialmente de que encuentre la relación correcta con las mu-
jeres; necesita ser apoyado por madres, vírgenes, profesionales
y viudas que acepten su misión especial y le acompañen en ella
con bondad y solicitud femenina, desinteresada y pura.
Prólogo..................................................................................... 7
Jesucristo, hoy........................................................................... 11
l. Indicaciones sobre el origen y la finalidad del presente
estudio............................................................................ 11
2. Retlexión preliminar: el hoy, el ayer y lo eterno............ 19
3. Cristo, el camino. Exodo y liberación............................ 23
4. Cristo, la verdad. Verdad, libertad y pobreza................. 30
5. Cristo, la vida. La «proexistencia» y el amor................. 36
II
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210 lndice general