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HISTORIA Y CIENCIAS SOCIALES EN LA ENSEÑANZA COLOMBIANA

Introducción

En épocas contemporáneas existe una costumbre muy arraigada en el mundo


académico: esta es la de dividir el conocimiento en diferentes ramas. Una de ellas es las
ciencias naturales, en la que se encuentran disciplinas como la física, química, biología,
etc. Otra sería la de las ciencias sociales, donde aparecen la economía, la sociología,
antropología, historia, entre otras. Pese a que estas ramificaciones podrían parecer
exactas, hay numerosas razones para discutir acerca de la división del conocimiento
humano.

Lo anterior se ve reflejado en campos prácticos como el de la enseñanza. Las diferentes


materias en las que se divide un currículo reflejan las distintas realidades que hay en
asuntos de conocimiento. En general se puede decir que las divisiones aceptadas por los
filósofos, científicos y especialistas son las que pasan a utilizarse en el mundo de la
enseñanza. Sin embargo, esto encierra muchos temas y muchas discusiones pues no es
lo mismo enseñar las ciencias sociales en general que cada una de ellas por separado.
Esto último se relaciona con las fronteras de cada disciplina y el objeto de estudio que
ellas manejan. En ciencias sociales este es un tema difícil porque las áreas de este grupo
comparten un mismo campo de estudio: las agrupaciones humanas.

Colombia no ha sido la excepción a estas realidades y, lo que es más, las convulsiones


sociales que ha vivido el país han dificultado la construcción del conocimiento en
ciencias sociales. También la educación ha atravesado por una trayectoria larga y difícil.
No obstante, se hace necesario construir un método de enseñanza de las disciplinas
sociales, de manera que queden claros los objetos de estudio y la relación hay entre
ellos.

El presente texto tiene por objetivo contribuir a este proceso, haciendo énfasis para ello
en la enseñanza de la historia, una de las disciplinas que estudian la sociedad. Se revisa
entonces la relación de la historia con las ciencias sociales en el campo de la enseñanza.
La hipótesis que se postula es que la integración de la historia con las demás ciencias
sociales responde en parte a la aparición de la historiografía profesional. Dicha
integración ha generado a su vez algunas dificultades en la enseñanza. Primero se traza
un panorama histórico, luego se revisan los mandatos actuales y finalmente se observa
la situación en la práctica. Este artículo se apoya en fuentes primarias y secundarias,
sobre todo en los manuales de historia más conocidos.

Antecedentes históricos

La enseñanza de la historia en el caso colombiano se puede remontar a las primeras


décadas de vida republicana, cuando la necesidad de construir un estado y de unificar el
territorio se pretendió apoyar en el conocimiento del país. En esta sesión se hace un
estudio de los aspectos más destacados de todo este proceso.

Parece ser que en las primeras décadas del siglo XIX la historia no era un área que se
enseñara ampliamente. Los esfuerzos educativos del gobierno estaban destinados sobre
a la alfabetización: este era el objetivo del conocido “método lancasteriano”. Cuando se
publicó uno de los primeros manuales de historia en 1850, se resaltó en él la falta de
textos históricos para la enseñanza. Dicho texto estuvo a cargo de José Antonio de Plaza
y contó con el aval de las autoridades de la época. Este texto se proponía enseñar la
historia del país utilizando un método de acápites numerados que remiten a preguntas al
final de cada capítulo. Se ve entonces una tendencia a la memorización de los hechos,
pese a que el autor considera que se debe “inculcar a la juventud los conocimientos que
se desee trasmitirle, sin causarle el hastío i largo aprendizaje de voluminosos testos”. El
autor afirma además que “En [su método] no se encuentra sino la mera narración de los
hechos, como debe ser, dejando al criterio de los profesores, i al adelantamiento de la
juventud, el verificar las apreciaciones políticas o relijiosas que emanen de ellos”.1

Además de lo anterior, en el texto aparecen algunos temas ligados a los hechos y


personajes, algo que no tiene mucha relación con aspectos de otras disciplinas sociales.
Esto no es de extrañar, pues por ese tiempo no había una disciplina histórica profesional
en el país y los demás campos de conocimiento (antropología, sociología, etc.) apenas
iniciaban a construirse. Años después, en otro texto dedicado a la enseñanza, se observa
también a la historia en etapa inicial: “El estudio de la historia nacional ha sido de los
mas descuidados, entre nosotros. Aun despues de haber publicado Acosta i Plaza sus
preciosos trabajos, no se ha dado en los colejios lugar a este ramo de enseñanza”. Por

1
Francisco Sanabria Munévar, Enseñando mutuamente: una aproximación al método lancasteriano y a
su apropiación en Colombia, Rhec Vol. 13. No. 13, 2010, p. 47-76, y José Antonio de Plaza, Compendio dé
la historia Nueva Granada, desde antes de su descubrimiento, hasta el 17 de noviembre de 1831,
Imprenta del neogranadino, Bogotá, 1850.
entonces (1870) ya se enseñaba la historia en algunos colegios, pero no existían muchos
manuales ni textos escolares.2

El texto de la cita anterior (escrito por José Joaquín Borda) se proponía a narrar los
hechos históricos del país en un estilo claro y fácil de leer, para que así pudiera ser
entendido por los estudiantes. Al igual que el texto de Plaza, el manual de Borda
narraba los hechos de manera lineal, arrancando de la época de la invasión hispánica.
No hay muchos datos que remitan al mundo indígena. Esto se puede atribuir en gran
medida a las fuentes utilizadas por entonces: haciendo una comparación se pueden
encontrar por ejemplo grandes similitudes con las crónicas escritas por Juan de
Castellanos. Pero también es posible pensar en un desconocimiento del periodo indígena
y pocas intenciones de investigar sobre él: los objetos extraídos por los guaqueros eran
fácilmente vendidos al exterior. Todo esto coincidía con un contexto histórico en que no
se tenían muchas ideas acerca del patrimonio y en el que el mundo indígena no se
miraba con muy buenos ojos por los dirigentes.3

Entre los manuales del siglo XIX hay otro que es digno de mención: el de José María
Quijano Otero. En este ya se utiliza con mucha fuerza el concepto de “historia patria”
que acompaña a la historiografía colombiana desde entonces. El autor se propone hacer
un texto dedicado a la enseñanza, rescatando (según él) lo más significativo y sin hacer
comentarios de carácter ideológico. Se puede observar sin embargo una exaltación
fuerte de la patria. La narración inicia con la conquista española y no da mucha
información con respecto a los indígenas. En cuanto a la relación con otras disciplinas
hay algunas anotaciones sobre el presupuesto de algunos de los gobiernos. No obstante,
no hay muchos análisis que conecten la historia con otras ramas del conocimiento.4

Con este panorama se llega al siglo XX. Una obra destacada a principios de este siglo
fue el catecismo de Soledad Acosta de Samper. Como lo sugiere el nombre, este libro se
consagraba a la memorización de los distintos sucesos de la historia. De gran interés es
su primera sección, consagrada a datos geográficos y demográficos. Estos al parecer
sirven como contexto al resto de la obra, que parte de la invasión ibérica. En 1910

2
José Joaquín Borda, Historia de Colombia contada a los niños, Imprenta de Medardo Rivas, Bogotá,
1883.
3
Ibid. y María Isabel Botero, El redescubrimiento del pasado prehispánico de Colombia: viajeros,
arqueólogos y coleccionistas 1820-1940, Instituto Colombiano de Antropología e Historia. Universidad
de los Andes, Bogotá, 2006.
4
José María Quijano Otero, Compendio de Historia Patria para uso de las escuelas primarias, Imprenta
de Medardo Rivas, Bogotá, 1883.
aparece el compendio escrito por Henao y Arrubla, que fue aprobado por el gobierno
para la enseñanza. El relato contenido en este libro inicia también en la conquista,
aunque se dedica un aparte al mundo indígena. En él están presentes algunos rastros de
la antropología de entonces, sobre todo en cuanto a la clasificación racial y las
relaciones entre americanos y asiáticos. Hay también algunos apuntes sobre la geografía
colombiana.5

Durante gran parte del siglo XX el texto de Henao y Arrubla fue muy utilizado. Otro
texto de la época fue el libro de Justo Ramón, el cual presenta algunas muestras de
análisis económico y social. No obstante, el cambio más significativo se va a producir
con la aparición de la historia profesional, al lado de otras ciencias sociales que
iniciaron a construirse en el país. Esto repercutió sobre la enseñanza, pues se empezó a
abandonar la idea de la memorización de los nombres y fechas, cambiándola por la
compresión de procesos. Pese a que se dejaba de lado la historia patria, no se renunciaba
a construir una idea de nación, basada ahora en la comprensión histórica. La relación de
la historia con otras disciplinas sociales se hace muy cercana.6

A pesar que las nuevas propuestas históricas recibieron algunas críticas (sobre todo por
los temas que enseñaba), estas terminaron arraigándose con fuerza en el ámbito
académico. Algo que se debe destacar es que, a diferencia de la historiografía anterior,
la llamada nueva historia se relacionó con otros campos del conocimiento. Con esto la
historia va a asociarse cada vez más a las ciencias sociales, un proceso que en Colombia
todavía no se había producido.

La legislación actual

Después de un transcurso histórico en el que la enseñanza de la historia ha vivido


algunos cambios, en el presente se encuentra contenida dentro de las ciencias sociales.
A continuación, se trata este asunto con más detenimiento.

Después de haberse desarrollado la historiografía profesional en las últimas décadas, el


mismo gobierno se ha encargado de dictar medidas al respecto. En ellas se reconoce a
las ciencias sociales como un campo de conocimiento integrado y se ordena que sean
5
Soledad Acosta de Samper, Catecismo de historia de Colombia, SAGA Egmont, 2021 y Jesús María
Henao y Gerardo Arrubla, Historia de Colombia para la enseñanza secundaria, Librería Colombiana, C.
Roldán & Tamayo, Bogotá, 1920.
6
Justo Ramón, Historia de Colombia, significado de la obra colonial, Independencia y Republica,
Ediciones LAVP, y Jaime Jaramillo y Jorge Orlando Melo, Claves para la enseñanza de la historia,
Universidad Pedagógica Nacional, No.35. II semestre, 1997
enseñadas en conjunto. Además de la historia se reconocen otras como la antropología,
la economía o la sociología. Todo esto se da en un momento en que se hace mucho
énfasis en la unión entre las diferentes ramas del conocimiento (transdisciplinariedad).
Esta situación se atribuye en gran parte a los cambios que ha traído la globalización,
transformaciones ambientales y otros temas a nivel internacional. Las instrucciones que
da el ministerio de educación enfatizan en incluir estos asuntos en la enseñanza.7

Los lineamientos del año 2002 reconocen que en el pasado la enseñanza de la historia
estuvo guiada por la construcción de los valores patrios inspirados en los próceres. En el
ánimo de ampliar esta temática se incluyen las nuevas ideas en historia, las otras
disciplinas sociales y la enseñanza de la democracia y de la constitución política.
Efectivamente esto tiene por objetivo formar ciudadanos que participen del sistema
democrático y contribuyan con el país teniendo en cuenta las realidades actuales. En
gran medida esto responde a los propósitos contenidos en la constitución de 1991. La
integración de las distintas disciplinas se propone en medio de una crítica a la división
del conocimiento en temas separados entre sí y de la realidad en que se encuentran los
estudiantes.8

La propuesta del ministerio de educación se basa en la enseñanza por ejes o temas en los
que se involucren al mismo tiempo a varias áreas del conocimiento social. Con esto se
pretende integrar las distintas disciplinas en un tema que tenga conexiones directas con
la realidad. Se pretende también desarrollar las competencias de los estudiantes con
miras a la construcción de la ciudadanía, uno de los principales objetivos de las nuevas
ciencias sociales.9

No es difícil pensar que toda esta estructura ha encontrado dificultades para ser aplicada
en los colegios. Sin embargo, es muy llamativo el camino que ha tomado la historia,
pues pasó de ser un área dedicada a la formación de valores patrios a convertirse en una
de las varias ciencias sociales que se enseñan de manera integrada.

La aplicación de las normas

Habiendo visto el tema de las actuales indicaciones sobre la enseñanza de la historia, es


conveniente pasar a observar la aplicación que estas tienen. Los límites de este texto

7
Lineamientos curriculares. Ciencias sociales, Ministerio de Educación Nacional, 2002.
8
Ibid.
9
Ibid.
permiten solamente un pequeño acercamiento en el que se tratarán algunos de los
aspectos más relevantes.

Uno de los documentos que pretende guiar la enseñanza de las ciencias sociales
indicando la temática son los Derechos básicos de aprendizaje, expedidos durante el
gobierno de Juan Manuel Santos. En ellos se presentan los temas recurriendo a la
siguiente estructura: enunciado, evidencias de aprendizaje y ejemplo. De esta manera se
explican las habilidades que los estudiantes deben obtener en el aprendizaje de las
ciencias sociales. Es muy curioso observar que en este documento hay una orientación
diferente a la planteada en los lineamientos del 2002: mientras en estos se plantean los
ejes (compartidos por varias disciplinas) en los derechos básicos se divide la enseñanza
en temas. A continuación, se presenta un ejemplo:

En los derechos básicos del grado quinto los numerales 4, 5 y 6 corresponden a la


historia de Colombia desde la colonia hasta el siglo XX. Los numerales 7 y 8 se
encargan de temas relacionados con los derechos humanos. Algo similar ocurre en el
resto de grados: los temas de historia se presentan intercalados con los de otras ciencias
sociales.10 Es posible sospechar que esta mezcla de temas dificulta el establecimiento de
conexiones entre ellos. Esto quiere decir que la integración de las ciencias sociales,
buscada antes por el ministerio encuentra obstáculos en otras medidas del mismo ente.

Esta situación ya ha sido comprobada por algunas investigaciones. Se ha observado


además que los exámenes de estado (organizados por el ICFES) influyen sobre la
enseñanza de las ciencias sociales, al hacer énfasis en las competencias ciudadanas. Los
derechos básicos a su vez responderían a los planteamientos del examen de estado.
Todo esto al parecer está en consonancia con la orientación neoliberal de los últimos
gobiernos, los cuales han querido utilizar la educación para formar “capital humano”.11

Como se puede ver la intención de integrar las ciencias sociales ha sido obstaculizada
incluso por las mismas medidas del gobierno. La historia ha quedado contenida dentro
de las ciencias sociales y la enseñanza se sigue guiando por temas que a veces no tienen
muchas conexiones entre sí.

Conclusiones

10
Derechos básicos de aprendizaje. Ciencias sociales, Ministerio de Educación Nacional, 2016.
11
Edisson Díaz Sánchez, Enseñanza de los Derechos Básicos de Aprendizaje para las ciencias sociales,
Voces y Silencios: Revista Latinoamericana de Educación. Vol. 11. No. 1, 2020, p. 46-65.
Después de este paso por la enseñanza de la historia en Colombia y su relación con otras
disciplinas sociales es preciso anotar algunas conclusiones. En primer lugar, durante
más de un siglo la enseñanza de la historia en Colombia respondió a los valores patrios
y no tuvo mucha relación con otras disciplinas sociales. Así fue hasta la aparición de
historiadores profesionales en la segunda mitad del siglo XX, quienes incluyeron en la
historia elementos de otras ciencias sociales. Esto fue repercutiendo sobre la enseñanza,
que con el tiempo empezó a integrar todas las ciencias sociales.

Las instrucciones del ministerio del año 2002 se basan en la idea de la unión entre las
distintas disciplinas, para lo cual se recurre a los ejes temáticos que incluyan elementos
de varias ciencias sociales. Este propósito no se ha podido alcanzar, pues las medidas
posteriores del gobierno han regresado a la organización de la enseñanza en temas
separados. Todo esto dificulta la integración entre las ciencias sociales y deja separados
los mismos temas de historia.

Sirva esto como una invitación a revisar la organización de la enseñanza en historia y


ciencias sociales con el propósito de mejorar el aprendizaje de los estudiantes.

Bibliografía

Francisco Sanabria Munévar, Enseñando mutuamente: una aproximación al método


lancasteriano y a su apropiación en Colombia, Rhec Vol. 13. No. 13, 2010, p. 47-76,
José Antonio de Plaza, Compendio dé la historia Nueva Granada, desde antes de su
descubrimiento, hasta el 17 de noviembre de 1831, Imprenta del neogranadino, Bogotá,
1850.
José Joaquín Borda, Historia de Colombia contada a los niños, Imprenta de Medardo
Rivas, Bogotá, 1883.

José María Quijano Otero, Compendio de Historia Patria para uso de las escuelas
primarias, Imprenta de Medardo Rivas, Bogotá, 1883.
Jesús María Henao y Gerardo Arrubla, Historia de Colombia para la enseñanza
secundaria, Librería Colombiana, C. Roldán & Tamayo, Bogotá, 1920.
Justo Ramón, Historia de Colombia, significado de la obra colonial, Independencia y
Republica, Ediciones LAVP,

Jaime Jaramillo y Jorge Orlando Melo, Claves para la enseñanza de la historia,


Universidad Pedagógica Nacional, No.35. II semestre, 1997
Lineamientos curriculares. Ciencias sociales, Ministerio de Educación Nacional, 2002

Derechos básicos de aprendizaje. Ciencias sociales, Ministerio de Educación Nacional,


2016.
Edisson Díaz Sánchez, Enseñanza de los Derechos Básicos de Aprendizaje para las
ciencias sociales, Voces y Silencios: Revista Latinoamericana de Educación. Vol. 11.
No. 1, 2020, p. 46-65.

María Isabel Botero, El redescubrimiento del pasado prehispánico de Colombia:


viajeros, arqueólogos y coleccionistas 1820-1940, Instituto Colombiano de
Antropología e Historia. Universidad de los Andes, Bogotá, 2006.

Soledad Acosta de Samper, Catecismo de historia de Colombia, SAGA Egmont, 2021

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