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TEATRO ADOLESCENTE Y OTRAS AVENTURAS FABULOSAS

Pastillas mágicas
(música de suspenso)
Pedro: (entra al escenario, coloca su bolso en la silla y su termo de agua en el suelo, mete su
mano al bolsillo, saca unas pastillas y se las toma, las guarda)
Simón: (pone su bolso en la silla, y camina mientras habla) hola, ¿todo bien?
Pedro: (se sienta) todo bien
Simón: ¿ya fuiste a los fritos de la esquita?
Pedro: no, men. ¿cuáles?
Simón: ¡esos! Que venden apenas al frente del parque, se hace como a eso de las 5:00, ¡están bien
sabrosos!
Pedro: ¿tú ya fuiste?
Simón: sí, tiene unas empanadas de queso ¡superrr grandotas!
Pedro: deberíamos de llevar a las chicas del salón ahí
Simón: nah! Mira, mejor nos las llevamos al cine (truena sus dedos)
Pedro: Simón, pero, te invito a los fritos
Simón: vamos el miércoles, ¿no?
Pedro: ¿y por qué hasta el miércoles?
Simón: hasta el miércoles el jefe me presta el carro
(se miran fijamente desde lejos)
Simón: ¡me extraña! ¿No ves que todo el cole va los miércoles al cine? ¿no ves que Andrés es el
dueño? ¿no sabías? ¡pues el colegio se va todos los miércoles al cine! Nada más que las palomitas
y los refrescos están bien caros, yo por eso los compro al otro que está enfrente, y me los escondo
en la camisa
Pedro: (da una palmada en la silla y se levanta) ¡hey! si no van las chicas del salón, yo no voy
Simón: ¡anímate! Vamos a planear bien, si quieres invitamos a Daniela y a la Cristina, ¡sí señor!
La Cristina va, ella acepta, hasta te disparo los chocolates y las abejas
Pedro: (señala) ¿con esas? ¡Ja! ¡estás loco! (mueve sus manos, haciendo una figura del cuerpo en
el aire) ¿Por qué no mejor, con la esmeralda y la Yesenia?
Simón: ¡¿en serio?! (camina por detrás de Pedro) Son chéveres las chicas, pero luego te ponen
una cara de terror, ¡se asustan! (se acerca más a Pedro, lo abrasa y lo besa) te apapachan con un
beso y un abrazo. ¡Quiubo´ mija! No pasa nada… acá está su campeón, eso de allá es pura
ficción. Me la pellizca, ¡quiubo´! (suelta a Pedro, lo empuja para un lado) ¡y ya! Después nos las
llevamos a los fritos.
Simón: ¡Ashh! Con el hambre que tengo, es que mi mamá da de comer mucho cereal con leche,
huevo con Jamón, la verdad yo quiero algo más acá, un pan, o ya me perdí una torta de cierto,
Pedro: y si te puedo dar, ¡que no se me olvide lo que piden los del barrio! Unos 15 años, llegan
chicas de todos lados (da unos pasos de baile) las puedes sacar a bailar y se ponen bien loquitas
con sus pinguitas. Una vez, me envío una bolsa como con 200 pastillas y una vez que prueban
quieren más. Oiga mi parcero, acá entre nos… ¿no quieres probar a mis reinitas? (mueve el tarro
de las pastillas al lado de Simón)
Simón: ¡nooh! Yo no le voy a eso
Pedro: ¡no son drogas! Son un inspirador…que te hacen soltar la lengua e inspirarle y tirarle el
verbo al amor a quien no te atreves a hablarle estás pinguitas están hechas a la medida (mueve el
tarro con las pastillas) así de suavecitas, como voz de ángel
Simón: ¡no! Para mí, que esos son químicos que (pensando, con el índice levantado dice:) hacen
que dañe el cerebro
Pedro: son para alivianarte, (simulación de que maneja) todo el día andas como tractorcito nuevo,
se te quitan el hambre (se frota la barriga), en la clase se te queda todo
Simón: ¡no, gracias!
Pedro: ¡ándale! No seas cobarde
Simón: en serio, mira (cuenta con sus dedos) ni tomo, ni fumo, ¡mucho menos tomarme esa cosa!
Pedro: mira, la verdad es que ando corto de dinero, préstame unos…100mil pesitos.
Simón: (toca sus bolsillos)
Pedro: Es que… ¡perdí la mercancía en mi casa! Y las va a encontrar mi mamá, y me va a
preguntar, ¿qué pasa con la plata?
Simón: es que… no tengo, se tuviera si te prestara, pero de eso a comprarte pastillas es otro
cuento
Pedro: eso lo dices porque no las has probado, tomate una, te la doy de hermanos, de compas
(hace sonar las pastillas)
Simón: (empuja a Pedro) no, mira, mejor voy a buscar el libro de ayer, y voy a sacar apuntes (se
sienta)
Pedro: (se pasa por detrás de la silla de Simón, pone su mano en ella, haciendo ruido) ¿y el
dinero?
Simón: no tengo, ya te dije,
Pedro: mira mi Simón, al rato voy al antro, venden unas tabletas, gano y ya te devuelvo.
Simón: (se levanta) este man
Pedro: ¿qué?
Simón: que está mal que le vendas drogas a los estudiantes, todavía hay gente que no puede vivir
sin eso, a gente loca, ¡pero yo no! Ni te compro, ni te presto, ¡entiéndelo ya! (pone su dedo índice
en la cien)
Pedro: vas a ir de sapo al director
Simón: ¡entiéndelo!
Pedro: mira mi Simón se me hace que eres bien fresa, (cuenta con sus dedos) no fumas, no tomas
y ni coges una mendiga pastillita
Simón: ¿fresa? ¡Simplemente no quiero y ya!
Pedro: (agarro del cuello de la camisa a Simón) si te agarro contando que ando vendiendo esto te
Simón: (aparta las manos de su cuello) ¡¿qué?!
Pedro: me vas a conocer quién soy
Simón: cálmate Pedro, que ni vale tu amenaza, tú mismo te estás delatando
Pedro: ¡vamos! ¡salte pues!
Simón: pero ¿por qué? Si este es mi salón y ya viene el profe
Pedro: que te salgas te digo (recoge su camisa hacia arriba, poniéndose en posición de pelea)
Simón: cálmate Pedro, somos amigos de siempre, mira cómo te ha cambiado esa cosa, te
comportas como si fueras un malandro cualquiera, no como lo que en verdad eres, un estudiante
Pedro: ¿sabes qué? Te lo dije… (inicia a pelear con Simón)
Simón: bueno… ahí va
Pedro: (saca una navaja)
Simón: deja tu navaja, ¡no seas cobarde!
Pedro: (balbucea) eres un traidor… según decías que eras mi amigo, (apuñala a Simón)
Simón: ah ah ah (cae al suelo)
Pedro: esto harto
Simón: ¡ya te fregaste!
Pedro: ¿fregado? (se pone el bolso, toma su termo de agua) ¿quién está fregado ahora? (se va)
Simón: (se levanta, arrodillado se va, sangrando) (Música)

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