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Experiencia, lucha y conciencia

La formación del oficio de mensajero y estrategia gremial. 1990-2010.

Introducción

El surgimiento de una actividad laboral y en general, de un nicho de negocios, supone


el momento cero, analíticamente, en la relación capital trabajo que allí se establece. La
dinámica de su desenvolvimiento estará condicionada por esa relación que determina las
circunstancias en que cada uno de ellos la vive y por la cual llegan a tener una representación
de su papel y una conciencia de sus necesidades. Durante la década que transcurre entre 1990
y el fin de siglo, el crecimiento de la mensajería en dos ruedas que era apenas marginal unos
años antes se convirtió en alternativa de supervivencia para decenas de miles de jóvenes y no
tan jóvenes en el ámbito del Área Metropolitana de Buenos Aires. Hacia fines de la década
siguiente, el Sindicato de los mensajeros firmaba junto a la Cámara Empresaria el primer
convenio colectivo de la actividad, lo que significó cristalizar el reconocimiento de los
trabajadores de mensajería y delivery como tales y a su trabajo como un oficio particular,
reglado específicamente.

La formación de SIMeCa (Sindicato Independiente de Mensajeros y Cadetes) es la


primera experiencia sindical de los mensajeros en 1999, quienes rápidamente tomaron
notoriedad en las dramáticas jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001. Este trabajo propone
describir el rol de los motoqueros en los acontecimientos de aquellas jornadas para mostrar las
construcciones simbólicas y representaciones que colaboraron en el sostenimiento de
identidades propias con las cuales el sindicato intervenía en el campo laboral de los
“motoqueros-mensajeros” y en el campo político de la “crisis de representación”. Más aún,
intentaremos rastrear los orígenes y la formación del gremio como oficio, la acumulación de
experiencia y su descubrimiento de una conciencia clasista.

Asimismo, serán parte de la indagación los procesos de acumulación y reflujo a los


que la experiencia sindical estuvo expuesta, los ajustes y las discusiones necesarias para
capitalizar en aprendizaje lo que la lucha de clases muchas veces planteaba como derrota. En
este sentido, será interesante mostrar cómo la tensión anarquismo-comunismo-peronismo que
atraviesa la historia del movimiento obrero nacional, estará presente en el conjunto de
identidades que colisionen en la trayectoria gremial de los “motoqueros-mensajeros”
promediando la primera década del siglo XXI.

El contexto actual de despegue de las “plataformas de delivery” que desconocen la


relación laboral y revisten con un discurso, en apariencia moderno, las cualidades de la
autonomía y la independencia nos motivó a indagar en las raíces históricas de la gestación de
la mensajería y delivery. La posibilidad de que los nuevos trabajadores hereden una tradición
está en parte, como diría Rodolfo Walsh, condicionada por el conocimiento de las luchas
anteriores.

Revisión bibliográfica, marco teórico e hipótesis.

Nuestro objeto de estudio: prácticas y representaciones de los trabajadores de


mensajería, su relación con los cambios tecnológicos y sus consecuencias observables han
sido abordados principalmente por dos campos de estudio: En primer lugar y referido a las
relaciones sociales que forman parte de ese vínculo, es la Sociología del Trabajo la que indaga
hace medio siglo los avatares de la relación salarial y del obrero como sujeto, sus cambios,
transformaciones1 y el ciertamente reiterado augurio sobre el fin del trabajo 2 y la aparente
dilución de las identidades asumidas en el ámbito laboral3.

Por su parte, el impacto y las transformaciones generadas por los cambios


tecnológicos en las formas concretas en las que los obreros vivían y se representaban ese
cambio fue terreno de la historia: importaba mostrar las continuidades y rupturas en el
proceso de trabajo mismo como trabajadores, en sus prácticas de resistencia, tácticas de
adaptación, en la experiencia adquirida, en la organización e institucionalización, etc 4.
Compartió con la sociología una misma preocupación por la vigencia de conceptos y modelos
explicativos que ponían en el centro de la escena a la clase social, la identidad, la lucha de
clases, la conciencia o su falsedad. Esa preocupación fue compartida lógicamente por la
Filosofía y la Antropología; sin embargo, esto último no va a ser parte de esta investigación
que tiene objetivos más acotados y que esperamos puedan ser retomados para su discusión en
el futuro.

Una vez revistado el campo de producción que gira en torno de nuestro objeto,
proponemos el marco teórico para indagar la cuestión. Cuatro décadas después del auge de las
teorías del “fin del trabajo” y de la desaparición de la clase obrera, sostenemos la propuesta
teórica que E.P Thompson propuso en La formación de la clase obrera en Inglaterra en 1963,
cuando el marxismo se renovaba y antes de que se le emitiera apresurada y erróneamente
partida de defunción. No podemos sustraernos (como no había podido hacerlo B. Coriat) de la
lucha de clases. Pero ahora es el momento de precisar qué dinámica este aparato conceptual
nos va a permitir poner a funcionar.

1
De la Garza. E: “Fin del trabajo o trabajo sin fin”. En Castillo, J.J. (ed.), El trabajo del futuro. Madrid:
Editorial Complutense, 1999.
2
Neffa, J: “Presentación del debate reciente sobre el fin del trabajo”. En EL FUTURO DEL TRABAJO -
EL TRABAJO DEL FUTURO. De la Garza y Neffa Coordinadores. Buenos Aires, CLACSO, octubre de
2001. P.52.
3
Lambruschini, P: “Un debate sobre el fin del trabajo. El ocaso de un discurso a la luz de los tiempos”.
IX Jornadas de Sociología. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, 2011. P. 3.
4
Coriat, B: “El taller y el Cronometro. Ensayo sobre el Taylorismo, fordismo y la producción en masa”.
Siglo XXI, México, 1982. P.3.
¿Qué entiende Thompson por Clase? Esta no se define solamente a partir de sus
condiciones “objetivas”. El autor construye un concepto de clase que incorpora las
dimensiones de acción y subjetividad, en un nivel de análisis dinámico provisto por la
temporalidad histórica: “Por clase, entiendo un fenómeno histórico que unifica una serie de
sucesos dispares y aparentemente desconectados, tanto por lo que se refiere a la materia prima
de la experiencia, como a la conciencia.” 5. Así, las dimensiones de experiencia y de
conciencia permanecen indisolublemente unidas y cargan, en última instancia, con el
concepto de clase; experiencia sin embargo determinada por las relaciones sociales de
producción. Creemos necesario esta extensa cita: “la clase cobra existencia cuando algunos
hombres, de resultas de sus experiencias comunes (heredadas o compartidas), sienten y
articulan la identidad de sus intereses a la vez comunes a ellos mismos y frente a otros
hombres cuyos intereses son distintos (y habitualmente opuestos a) los suyos. La experiencia
de clase está ampliamente determinada por las relaciones de producción en las que los
hombres nacen, o en las que entran de manera involuntaria. La conciencia de clase es la
forma en que se expresan estas experiencias en términos culturales: encarnadas en
tradiciones, sistemas de valores, ideas y formas institucionales. Si bien la experiencia
aparece como algo determinado, la conciencia de clase no lo está.”6

Para el autor, la atribución de clase a un grupo por razones objetivas es una afirmación
insignificante, por lo que entiende que quien da sentido al concepto de clase es la conciencia,
que se encuentra entonces antes y no derivada de una posición especial: “Una clase no puede
existir sin una especie cualquiera de conciencia de sí. De lo contrario, no es o no es todavía
una clase; es decir, no es todavía ‘algo’, no tiene todavía ninguna especie de identidad
histórica”7. De la proposición anterior se deriva que no hay espacio, como veremos, para la
“falsa conciencia”. No hay una determinación objetiva que postula una jerarquización de
momentos necesarios en la evolución de una conciencia, para desde allí anotar la falta de
correspondencia entre base y superestructura para descalificarla como falsa. En términos
simples, la conciencia que tenga la clase será la que es, sin deber ser otra cosa. Al mismo
tiempo, lo que aparece es un reordenamiento en la lógica de las determinaciones de tal modo
que la lucha de clase, es decir la experiencia determinada por una posición objetiva, es previa
y determina a su vez a la clase y la conciencia8.
5
. Thompson, E. P.: “La formación de la clase obrera en Inglaterra” (2 vols.), Barcelona, Crítica, 1989
(1ª ed. en inglés: 1963), p. XIII
6
Íbid., p. XIII-XIV, cursivas en el original.
7
Thompson, E. P., “Algunas observaciones sobre clase y ‘falsa conciencia’”, versión mimeo, 1ª ed. en
inglés: 1977, p. 11. El subrayado es nuestro.
8
Así lo expone en “La sociedad inglesa del siglo XVIII: ¿Lucha de clases sin clases?”, en Tradición,
revuelta y consciencia de clase. Estudios sobre la crisis de la sociedad preindustrial, Barcelona,
Crítica, 1984 (1ª ed. en inglés: 1979), p. 37
“En mi opinión, se ha prestado una atención teórica excesiva (gran parte de la misma claramente
ahistórica) a ‘clase’ y demasiado poca a ‘lucha de clases’. En realidad, lucha de clases es un concepto
previo así como mucho más universal. Para expresarlo claramente: las clases no existen como
entidades separadas, que miran en derredor, encuentran una clase enemiga y empiezan luego a
luchar. Por el contrario, las gentes se encuentran en una sociedad estructurada en modos
Por todos estos indicios, clase en el sentido en que la construye Thompson, no es una
categoría analítica producto de una formulación teórica para aprehender la sociedad sino una
realidad histórica producto de una relación social historizable y si se quiere post-industrial,
dentro de las cuales las gentes han tenido conciencia de ella en el proceso mismo de vivir, por
eso aclara: “No veo a la clase como una ‘estructura’, ni siquiera como una ‘categoría’, sino
como algo que tiene lugar de hecho (y se puede demostrar que ha ocurrido) en las relaciones
humanas. Todavía más, la noción de clase entraña la noción de relación histórica. Como
cualquiera otra relación es un proceso fluido que elude el análisis si intentamos detenerlo en
seco en un determinado momento y analizar su estructura 9(…) y en un momento dado (la
formación ‘madura’ de la clase) observamos la creación de instituciones y de una cultura con
connotaciones de clase, que admiten comparaciones transnacionales10”.

Nuestra hipótesis es que, en contra de una mirada superficial, la conciencia clasista de


los mensajeros ya estaría formada antes de diciembre de 2001, inclusive antes de la aparición
pública de SIMeCa. ¿Cómo se construyó esa conciencia? De otro modo, ¿qué factores propios
de la experiencia de la explotación fueron los necesarios y cuáles los suficientes para que esa
conciencia madurara? También interrogaremos si actuaron como clase los mensajeros el 20 de
diciembre y qué repercusiones tuvo, para la trayectoria gremial, la amplia cobertura que
cosecharon esa jornada. Finalmente, trataremos de responder si fueron factores internos o
externos a la dinámica sindical lo que produjo un quiebre irreconciliable de las tendencias que
supieron convivir una década en la organización de los trabajadores mensajeros.

Metodología:

Para responder los interrogantes planteados hemos realizado entrevistas extensas con
mensajeros en actividad, ex mensajeros con grados de responsabilidad sindical y con actuales
representantes del sindicato de mensajeros. También hemos asistido a plenarios sindicales con
dirigentes históricos de la actividad. Asimismo, hemos contrastado la publicación
“Sindicalismo con Códigos mensajeros” realizada por ex representantes de SIMeCa con
documentos publicados en la página web de ASiMM y las entrevistas. A su vez, hemos
problematizado estas fuentes con otras de origen diverso como ser la prensa periódica y sitios
informativos digitales. Formará parte del análisis el material audiovisual “SIMeCa, 10 años de
lucha”. Desde el punto de vista bibliográfico, el enfoque etnográfico y mass-mediático que
tomamos de “De fleteros a motoqueros” de María Graciela Rodríguez, nos permitirá trabajar
con relativa comodidad sobre representaciones y circulación de sentidos. Los testimonios que
determinados (crucial, pero no exclusivamente, en relaciones de producción), experimentan la
explotación (o la necesidad de mantener el poder sobre los explotados), identifican puntos de interés
antagónico, comienzan a luchar por estas cuestiones y en el proceso de lucha se descubren como
clase, y llegan a conocer este descubrimiento como conciencia de clase. La clase y la conciencia de
clase son siempre las últimas, no las primeras fases del proceso real histórico.
9
Thompson, E. P., La formación..., p. XIII.
10
Thompson, E. P., “La sociedad inglesa...”, p. 34, el subrayado es nuestro.
no sean parte de nuestras entrevistas, estarán citados de su lugar de origen. A nuestros
entrevistados los reconoceremos por su nombre completo o de pila.

1. ¿De dónde vienen? (1990-2001)

El contexto en el que surge la actividad está marcado fuertemente por dos aspectos
yuxtapuestos: la política económica neoliberal y el desarrollo un factor tecnológico: la
telefonía fija y móvil. Este último es un aspecto poco tratado por la bibliografía. En ella, se
considera a la política económica desplegada durante el menemismo como el plafón de fondo
sobre el que toma potencia el trabajo de mensajería: el Plan de Convertibilidad, la apertura
comercial, la desregulación del mercado, la reducción del déficit fiscal, la flexibilidad laboral
y la privatización de la empresas públicas, entre otras medidas, generaron transformaciones
sustanciales en el mercado de trabajo: destrucción de empleo industrial, orientación a
actividades de servicios y precarización de las condiciones de contratación que se tradujeron
en un aumento fenomenal del desempleo y el sub-empleo. Estos indicadores combinados
arrojaban 15,4 % de la PEA en 1988 y una década después se habían elevado a 26,5%, con un
pico en el año 1995 de casi el 30% 11. Al mismo tiempo, se encuentra una mayor duración
media del tiempo de desempleo, el aumento del porcentaje de asalariados sin cobertura y la
mayor inestabilidad en el puesto12. En particular entre los jóvenes (18 a 25 años) la
desocupación triplicaba a los de mayor edad y los trabajadores “en negro” duplicaban los
porcentajes de los adultos13.

Desearíamos analizar, asimismo, los resultados de la evolución de la telefonía fija y


celular durante la misma década, en tanto nos proporciona el soporte tecnológico por el cual
se va a desarrollar nuestra actividad, principalmente la rama delivery. Se podrá decir que la
telefonía fija no representaba ninguna novedad en 1990 sin embargo, el servicio se encontraba
colapsado producto del estrangulamiento al que distintos planes de negocios y asociaciones
estratégicas de proveedores lo habían conducido, superponiendo como capas tectónicas el
deficiente resultado de las diversas administraciones, con el vaciamiento previo a la
privatización.

La evolución de la telefonía fija medida por cada 100 habitantes indica que en 1960
(año en que se inicia la serie estadística) Argentina contaba con 4,46 líneas por cada 100
habitantes, mientras que alcanzaba las 8,97 líneas en 1985. Lo que indica que se necesitaron

11
Mario Rapoport: Historia económica, política y social de la Argentina (1880-2003). Emece, Buenos
Aires, 2007. Paginas 820-825.
12
Javier Lindenboim: MERCADOS DE TRABAJO URBANOS EN ARGENTINA DE LOS 90. Instituto de
Investigaciones Económicas de la Universidad de Buenos Aires (CEPED).2000.
13
Luis Beccaria: “jóvenes y empleo en Argentina”, en: Anales de la educación común, Dirección
General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires, Año 1, Nros. 1-2, septiembre, 2005..
25 años para duplicar la teledensidad. Lo destacable es que, durante los 5 años previos a la
privatización del servicio, la densidad haya aumentado (altas y bajas mediante) apenas 2,5%.
Durante ese lustro, el tiempo de reparación del servicio se contaba por meses, mientras que el
promedio de instalación de una línea nueva superaba los 4 años14. A partir de la privatización
y especialmente entre los años 1993 y 1994, la densidad de líneas crece de manera
extraordinaria hasta alcanzar un incremento de 57% (14,5). Para el primer lustro desde la
privatización, ese porcentaje había crecido al 78%, contando el país con 16,4 líneas de
telefonía fija cada 100 habitantes. Se necesitaron apenas 2 años más para duplicar la cantidad
de líneas de 1990 (año de la privatización). Telefónica de Argentina y Telecom sumaban
7.300.000 clientes de telefonía fija en 1999, cifra que superaba los 10 millones si se incluyen
los celulares15.

1.1 El Objeto

La mayoría de los estudios referidos a la mensajería urbana distinguen


metodológicamente la práctica de “fletear” de, por un lado, los usuarios de motovehículos y
por otro lado, de los repartidores de delivery. En el primer caso la distinción obedece al uso
que se hace de la moto y en el segundo, a la calidad de los objetos transportados. En términos
llanos se dice, una pizza no se fletea, se reparte. Esto ubica al fleteo como una actividad
jerarquizada por tres factores: el valor de los objetos transportados, las distancias recorridas
(incluida las secuencias encadenadas), y las diferencias estilísticas y de propiedad entre el
ciclomotor (propio del delivery) y la “moto grande”. Sin embargo en este estudio, cadetería,
delivery, y mensajería permanecerán dentro de una misma unidad de análisis en tanto la
evidencia recolectada nos determina a considerarlas como distintas ramas dentro de una
misma actividad y hasta el escalafón de una carrera de oficio: reparto de sustancias
alimenticias, comercio electrónico y elementos de pequeña y mediana paquetería; que utilizan
como herramienta de trabajo una moto, triciclo, ciclomotor, cuatriciclo, bicicleta o cualquier
vehículo de dos ruedas16. El sujeto de la actividad será entonces, considerado globalmente, el
trabajador mensajero En nuestro caso, el otro lado de la frontera de la unidad de análisis lo
ocupan el servicio de correo y el flete en cuatro ruedas.

El empresario que explota la cadetería o el delivery, en el ámbito del Área


Metropolitana de Buenos Aires, tiene por negocio una Mensajería o un local
mayoritariamente orientado a lo gastronómico (pizzerías, rotiserías, heladerías, restaurantes).
La mensajería funciona básica y originariamente, recibiendo encargos a través de la telefonía
14
Carlos Razo y Fernando Rojas Mejía: Del monopolio del Estado a la convergencia tecnológica:
evolución y retos de la regulación de telecomunicaciones en América Latina. Serie desarrollo
productivo n° 185. Cepal. Chile, 2007.
15
Los datos fueron recolectados de www.bancomundial.org en base al “Informe sobre el Desarrollo
Mundial de las Telecomunicaciones/TIC”, teledensidad de líneas de telefonía fija, desagregado
Argentina.
16
Convenio colectivo de trabajo 722.15 articulo 5.
fija y organizando la distribución con una flota de radios, lo que les permite a los mensajeros
encadenar tramos o “secuencias” en los que ordenan la realización de tareas, constituyendo un
proceso de trabajo.

La mensajería tiene su nervio más sensible en el microcentro porteño. Replica su


importancia estratégica radialmente, hacia otros centros urbanos. La cercanía con las
autopistas o las grandes avenidas y rutas que serpentean los alrededores de la ciudad capital,
son la espacialidad sobre las que prolifera el servicio de mensajería. Al mismo tiempo, en los
barrios comenzaba a crecer el servicio de delivery de viejos locales de comidas o de nuevos
emprendimientos creados al efecto de explotar la distribución en ciclomotores, recorriendo
distancias menores dentro de un radio circunscripto, manteniendo el repartidor una
proximidad o confort mayor a su zona de residencia. En este último caso, entre el repartidor y
el local no hay comunicación; como tampoco lo hay entre los repartidores entre sí, una vez
que han salido con el pedido, hasta la llegada del celular.

1.2 La formación histórica del mensajero como gremio.

1.2.1 Experiencia

Cuando Thompson agrupa bajo Clase “una serie de sucesos dispares y aparentemente
desconectados”, se refiere a la diversidad de subjetividades que se van objetivando en el
proceso de trabajo, a la que denominará materia prima de la experiencia. La posibilidad de
esas experiencias estará determinada por las relaciones de producción, pero es en la Jornada
de Trabajo que se da la experiencia concreta del laboral cotidiano, donde se van formando las
representaciones, sentidos e ideas, que su trabajo reporta para sus vidas.

Durante los 90 entonces se va a ir conformando esta “materia prima” que involucra las
inclemencias del tiempo, los infortunios del tránsito, las consecuencias de los accidentes; pero
también la falta de ropa de trabajo adecuadas, los costos del seguro y el mantenimiento y la
ausencia total de cobertura laboral frente a la siniestralidad. De un lado la calle y de otro lado
las condiciones de precariedad laboral van dando las notas distintivas a unas ciertas tareas
reconocidas que comienzan a hacerse rutinarias: “en los 90 éramos un puñado, no pocos, te
ibas reconociendo en la calle por la bocina. Éramos una tribu, seguimos siendo, arrastramos
cosas”. Así prefiere recordarlo Maximiliano Arranz (Secretario Adjunto de ASiMM y ex
Responsable de Prensa de SIMeCa). Y enseguida agrega “En esa época (fines de los 90) el
destajo era la forma de trabajar, nadie estaba en blanco y nadie se lo tomaba como una
tragedia. Cuando somos pibes no pensas en obra social, o jubilación, sos vos y sos vos solo y
a diferencia de ahora, estabas en negro, pero ganabas buena plata”17.

17
Con destajo se refiere a cobrar por tarea realizada.
En 1996 María dejó la fábrica de galletitas donde trabajaba después de meses de haber
comprado su primer ciclomotor Daelim, de fabricación surcoreana. Era madre desde hacía
tres años y a los 27 tenía “un trabajo fijo, 6 días a la semana, una tortura. Mucho encierro. Yo
ya veía los ventanales que hay en las fábricas, viste y miraba las motos”. María había pasado
de Terrabussi a Canale y también había hecho temporada en la costa; probó de mucama en el
Sheraton, hizo seguridad y volvió a la fábrica de galletitas. Pero lo vivía como una tortura y
por eso, sin escaparle al rigor, pero arrebatándole algo de autonomía a la explotación, fue a la
mensajería de un amigo de su madre en el centro: Mucha gente dice qué lindo, te da el
vientito en la cara…pero no es así, no es salir a pasear, por el frio, los calores… el asfalto te
quema, es horrible... pero esta bueno…manejas vos tus horarios”. Sobre las condiciones de
trabajo recuerda: “Te ponían en el sindicato de comercio, medio jornal, cuando no estabas
directamente en negro. Me quería tomar vacaciones y no me querían pagar”.

María hace 23 años que es motoquera, combina la mensajería con el delivery y es


delegada gremial de sus compañeros, a sus 50 años y desde hace 10. Soporta en su cuerpo la
marca de sus accidentes y el peso de las enfermedades laborales: “tengo 3 hernias de discos,
es típico en los motoqueros 3°, 4° y 5° de la espalda”. Pero el accidente lo tuvo temprano, a
las dos semanas de empezar a trabajar resbaló contra la plataforma de carga de un camión
estacionado y se abrió la pierna en un 7 que necesitó 23 puntos de sutura y tres semanas de
recuperación, en las cuales no tuvo ingresos y asumió el costo de los insumos para su
recuperación18.

El punto de comunicación de estas experiencias particulares se va a ir dando en las


paradas, puntos en la ciudad de descanso y autogestión, donde los mensajeros escapan del
control patronal. Pero también en los trayectos mismos de trabajo, sobre el asfalto: Nuestro
laburo es muy individual, estás solo en la calle, te aprieta el patrón, los coches te pisan, la
cana te pide plata y el único que te puede ayudar es otro fletero que le ocurre lo mismo que a
vos”19. Es ese ocurrirle lo mismo que a vos lo que crea un nosotros: “La primera vez que me
sentí parte de un gremio fue cuando se me quedó la moto. No recuerdo si me quedé sin nafta
o se me cortó la cadena. Apareció un chabón y me empujó. Yo le dije: –Che, gracias- y me
respondió: –Gracias, no. Vos tenés que hacer lo mismo-. A partir de ese momento, me sentí
parte de la movida. Cabecear en los semáforos para saludar a los pibes, eso me re- marcó.”
(Franco). Maximiliano Arranz lo caracteriza así: “No hacíamos cosas en común, era aislado,
fuera de todo nivel de organización, no había ninguna clase en eso, era todo anárquico”.

En el año 1998 desembarca en Argentina la empresa Nextel de telefonía móvil, con su


singular servicio de conexión directa. Su primer eslogan fue "Mucho más que un celular" en
referencia a ese botón que conectaba dos teléfonos por medio de un prip sonoro, el cual
18
Diario La Nación, Sección: Sociedad. 9 de diciembre de 2001 Recuperado de:
https://www.lanacion.com.ar/sociedad/hay-50000-mensajeros-en-moto-en-la-ciudad-nid357760
19
Calvo G. y Gorini L.: “Sindicalismo con códigos mensajeros: una mirada histórica sobre SIMeCa:
1999-2011”, Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Gabriel Ediciones, 2013. Apartado: Orígenes de
SIMeCa.
recreaba la comunicación por handy: “En los 80 ibas y venías y si en destino tenías
confianzas pedáas el teléfono. La evolución de la Radio fue con el Nextel, el altavoz, lo
llevabas colgando del cuello con un cordón de zapatillas o enganchado al morral, y el que no
tenía acceso tenía celular, que era más incómodo porque te lo tenías que meter adentro del
casco.”

Un año más tarde en 1999, hacía su aparición la empresa que 20 años después lidera el
rubro de comercio electrónico en América Latina. El 2 de agosto de ese año se presentaba en
sociedad luego de que, en un garaje del barrio de Saavedra, cuatro emprendedores -entre ellos
Marcos Galperin- crearan el sitio de subastas por Internet MercadoLibre 20. Dos días antes del
traspaso de mando entre Carlos Menem y Fernando de la Rúa, el sábado 8 de diciembre de
ese año, Clarín anunciaba en la sección Economía, con el subtítulo de “aceleran las entregas a
domicilio”, que el gigante de la logística estadounidense UPS, controlante del 55% de la
logista del comercio electrónico en su país, desembarcaba en Argentina “para garantizar la
entrega a domicilio con una demora máxima de 48 horas”. Mas adelante el cronista apunta,
“Wallace señala, con un añillo de oro en forma de águila que le regaló su padre: Nosotros
invertimos en tecnología y por ese lado vienen nuestras ventajas. UPS acaba de desarrollar
una computadora que porta cada mensajero de la firma y que contiene información acerca
de a donde se encuentra exactamente el envío”21.

En los últimos 10 años, el mercado de la logística y la distribución urbana habían


crecido lo suficiente y se había concentrado lo necesario, como para considerar a la actividad
como un jugador serio de los servicios, con empresas presentes en 200 países y facturación de
25.000 millones de dólares anuales. Wallace se mostraba optimista de cara a futuro, confiaba
en que la recesión cedería ya que “Este país hizo un ajuste extraordinario, ahora hay un
cambio de gobierno, no veo por qué las cosas puedan ir mal”.

Al mismo tiempo, luego de una década de experimentar la explotación, unos 40.000


mensajeros y deliverys en moto y bicicleta comenzaban a percibirse como una algo que de
manera nativa nombran tribu, acentuando sus características en la ingobernabilidad e
impredecibilidad que soportan y llevan adelante por medio de la comprensión mutua y las
orientaciones que genera el gremio mismo.

1.2.2 Conciencia:

20
Recuperado de: https://ideas.mercadolibre.com/ar/noticias/mercado-libre-celebra-20-anos/
21
Diario Clarin, sección Economía, 8 de diciembre 1999. Recuperado de:
https://www.clarin.com/economia/aceleran-entrega-domicilio_0_SJWMAMheCtg.html. El resaltado
es nuestro.
Volviendo a Thompson, si la experiencia es la materia prima, es decir, la forma
concreta de vivir la explotación; el proceso de elaboración (lo que se hace desde esa
experiencia) ya es parte de la lucha de clases. La conciencia del lugar que se ocupa en ese
antagonismo, el reconocimiento del nosotros frente al ellos aparece bajo la forma de sistema
de valores e ideas compartidos y reconocidos por los pares que en términos culturales se
expresan encarnados en la tradición. El descubrirse estar luchando como clase es la toma de
conciencia de clase, de ser clase. La primera manifestación de ese nosotros, de un colectivo
que articula la identidad de sus intereses, se da entre los mensajeros como voluntad de vida y
como justicia ante la muerte, incluso como dignidad ante la muerte.

El viernes 7 de agosto de 1999, Diego Stierli yacía muerto sobre la autopista 9 de julio
Sur, vía provincia. Con sus 26 años volvía de trabajar en su moto cuando un camión, que se
dio a la fuga, lo dejó tendido sobre el asfalto. Como tantos otros rumores, mensajes y noticias,
la novedad corrió con velocidad por las paradas de la 9 de julio. La fatalidad era ya algo
ordinario para la actividad, sin embargo, no lo era que el cuerpo de un mensajero
permaneciera más de 4 horas abandonado frente a todos los demás. Un grupo se quedó junto
al cuerpo, otros alentaban a sus compañeros a hacer una caravana hasta el puente. Así me lo
contó Arranz en el 7mo piso del Sindicato de Mensajeros: “El disparador de la toma de
conciencia de que podíamos organizarnos fue el accidente de 1999, un compañero en Puente
Pueyrredón”. Un grupo de siete motos partió hacia el puente y en el camino se sumaron otros.
En zig-zag iban ralentizando el tránsito, tocaban bocina y pasaban mensajes por handy:
“cuando llegamos éramos 100 y antes de una hora cortamos el acceso a capital también, de
la cantidad que éramos”. En palabras de Arranz, “el bondi era porque el fiscal estaba
tomando te en la casa, no quería venir a pasar frio al puente”.

Según le dijera la policía años después, en ocasión de otro conflicto, en los registros de
la Policía Federal consta el 7 de agosto como la primera protesta en cortar las dos vías del
Puente Pueyrredón. Sea o no cierto 22 es interesante cómo en el testimonio se intenta inaugurar
una genealogía de autoridad sobre un sitio clave del ciclo de protestas contra las políticas
neoliberales.

En las semanas posteriores se replican los cortes de los mensajeros, esta vez bajo la
variante “enfrentamiento” contra la policía. De ello se hace eco Clarín en su edición del 20 de
agosto: “Serios incidentes con motoqueros en Avellaneda” titula su nota 23. Sobre la calle
Mitre al 2600 prenden una fogata importante, estilo piquete, los motoqueros giran en derredor
del fuego, tocan bocina, alzan los brazos y casco en mano manifiestan su bronca. Familiares y
amigos portan una suerte de bandera con el nombre de Diego Stierli y el pedido de justicia. La
escena trascurre entre el atardecer y la noche fría de invierno. Los mensajeros portan los tres
elementos distintivos de su gremio: la moto, el casco y el morral. Uno de ellos grita: -¿Por
22
Lo más probable es que no lo sea, ya que por aquellos años el MIJD de Raúl Castells cortaba los
accesos al puente, entre otros movimientos de desocupados.
23
Diario Clarin, 20 de agosto de 1999. Recuperado de: https://www.clarin.com/sociedad/serios-
incidentes-motoqueros-avellaneda_0_BkxgHJalRYx.html
qué estamos hoy acá? Una tribu de manifestantes responde: -Por Diego. Lo repiten tres veces,
con los cascos en alto24. Esta vez el piquete motorizado es interrumpido por un automovilista,
a la postre policía, que se “abre paso peligrosamente”. Los motoqueros lo persiguen, el policía
dispara 7 u 8 tiros al aire, logran interceptarlo, se refugia en un bar, le dan vuelta e incendian
el R18 gris. Concurren ambulancias, bomberos, policías y el informe del canal de noticias TN
se llena de sirenas, gritos y fuego.

Si nos hemos detenido para contar en detalle estos acontecimientos, es porque en ellos
encontramos varios de los rasgos que componen la politicidad propia del gremio. Sin
embargo, este problema específico lo trataremos en el apartado correspondiente. Basta por
ahora, con quedarnos en la expresión de Arranz “el disparador de la toma de conciencia…”.
Sin esa toma de conciencia, la lucha de clases se desarrollaba de manera atomizada, intuitiva,
como malestar. Un síntoma era el ausentismo de viernes y lunes, inorgánico. Escapar del
control patronal en la parada, tomar una cerveza o abandonar la jornada de trabajo: “el fútbol
de los jueves se extendía más allá del tercer tiempo y ya se arrancaba de gira… el lunes era
complicado para el patrón” dice Javier Altrudi. Él discrepa de Arranz sobre el momento de la
toma de conciencia “no fueron ni lo del puente ni los pilotes, el hito fundacional fue 2001”.
Pero no hace falta, ciertamente, un hito fundacional para reconocer conscientemente a los
contendientes de una lucha. Tampoco en 2001 el hito fundacional de los Motoqueros fue una
acción contra los explotadores agencieros.

Lo que cristaliza el accidente de Avellaneda es la conciencia de que la lucha que se


establece contra la explotación no puede ser individual. O mejor dicho, la experiencia de que
esa individualidad es la condición de la derrota y en fin, de la muerte. También habían
descubierto un modo impactante de movilización, y una cierta eficacia en hacerlo con las
herramientas de trabajo. Este proceso se dio en el contexto del crecimiento, formalización y
concentración del mercado de la logística urbana, lo que había dado por resultado la
constitución en 1998 de la Cámara de Empresa de Mensajería Moto y Afines de la República
Argentina (CEMMARA). Entre su creación dos años antes y su modificación del año 2000, el
Monotributo25 fue un dispositivo al servicio de los empleadores para encubrir la relación
laboral y de sometimiento para el trabajador que debía pagar por su propia precarización.
Javier Altrudi resume: La autonomía de ‘corto y me voy’ es autonomía ficticia, como
plantean las aplicaciones hoy, retrotraen la discusión 15 o 20 años, cuando el agenciero te
negreaba diciendo: ‘pero si vos venís cuando querés y te vas antes’”.

Lo que se comienza a gestar en 1999, el Sindicato Independiente de Mensajeros y


Cadetes: SIMeCa, es la manifestación cultural de la identificación de una conciencia de clase,
de una conciencia de mensajero, hundiendo el fundamento de esa conciencia dentro de la
tradición heredada. A través de ese insertarse en la tradición, como fenómeno cultural, los

24
Recuperado de: https://reuters.screenocean.com/record/983643
25
http://www.afip.gob.ar/estudios/archivos/Monotributo.pdf
trabajadores motorizados habrían de encontrar un nombre para esa actividad, si de lucha se
trata: Motoqueros carajo.

2. ¡Mo-to-queros, carajo!

En las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001, los mensajeros estaban trabajando.


En las calles que estaban siendo escenario de la rebelión popular, las motos hacían tramites y
repartían helados. Algo se activó para que la moto dejara de ser herramienta de trabajo y
pasara a convertirse en instrumento de combate. La tesis de María Graciela Rodríguez 26 es
que la línea divisoria entre el laboral cotidiano y las acciones de beligerancia se presenta
porosa en las marcas subjetivas de los testimonios de los participantes. De allí que la autora
postula un continuum para interpretar las acciones que de forma contingente los mensajeros
operaron en el contexto, mostrando la preeminencia de las continuidades por sobre las
rupturas.

Sobre este punto se expresa Arranz: “En el 2001, el teatro de operaciones era donde
nosotros trabajábamos, nos jugó a nuestro favor. Yo no hubiese venido de San Justo hasta
acá. O si el quilombo era en San Justo viajar todos para allá. El perfil nuestro es que cuando
había quilombo nos metíamos. No lo digo ni como positivo, ni nada… es un dato duro de
nuestra realidad”. En su vida cotidiana, en particular en la forma de llevar adelante su trabajo,
los mensajeros adquieren unas disposiciones que involucran usos insurreccionales del espacio
y el tiempo, momentos de equiparación y el dialogo con una contrafigura. Dos hechos
concretos, reinterpretados desde la lógica de los mensajeros, permiten identificar la situación
extraordinaria: la represión a las Madres de Plaza de Mayo y el asesinato de Gastón Riva.

Recuerda Hugo Yasky sobre el jueves 20 de diciembre: “En ese combate aparecieron
los pibes motoqueros, que después estuvieron en SIMECA, los chicos de HIJOS, grupos que
espontáneamente salían a la calle, militancia vinculada al activismo que rodeaba a las Madres
de Plaza de Mayo, militancia vinculada a algunos intendentes ...” 27. En el mismo sentido de
diferenciar la composición social del jueves respecto al miércoles 19, Raul Fradkin repone:
“Un destacado papel tuvieron los llamados "motoqueros", jóvenes motociclistas dedicados a
trabajos de mensajería, que ocuparon un lugar relevante en la resistencia popular a la
represión y que sufrieron especialmente la saña policial”28.

Conviene aclarar desde temprano que la mayoría de los mensajeros no participó en “la
resistencia popular” y que sin embargo sí sufrieron especialmente “la saña policial”. María se

26
Maria Graciela Rodriguez: “De fleteros a motoqueros. Los mensajeros de Buenos Aires y las
espirales de sentido”. Buenos Aires, Gorla, 2015. Pagina 119.
27
Reportaje a Hugo Yasky, 2012. Citado en  Lidia Sciocia (Coord.): “Clase trabajadora: nuestra
historia”, Suteba-CTA, 2013, p.277.
28
Raúl O. Fradkin: “Cosecharás tu siembra. Notas sobre la rebelión popular argentina de diciembre
2001”. Nuevo Mundo Mundos Nuevos, 9 de febrero de 2005.
sitúa para rescatar su ausencia: “Desde 2001 fue cuando más se nos complicó a los
motoqueros con la policía… Yo ese día había pasado por ahí (donde mataron a Gastón
Riva). No me quedé en el quilombo, sino era boleta y tenía a mi hijo en mi casa”. Javier
agradece que así haya sido y es destacable lo que agrega: “En el 2001, la mayoría se fue, por
suerte. Sino hubiera habido más mártires. Desde 2001 la cuestión con la policía tenía algo
más político, habían matado a Gastón, pegado a las Madres, Darío y Maxi; esto fue muy
fuerte para nuestra generación”.

Cuando la policía intentó desalojar la Plaza de Mayo cerca del mediodía del jueves 20
y establecer cercos en los ingresos por las Diagonales Norte y Sur, en el espacio produjeron
un corte y este pasó a ser definido por el poder y controlado por la autoridad. Los mensajeros
pusieron entonces en práctica sus disposiciones insurreccionales sobre el tiempo y el espacio:
en primer término, interrumpieron selectivamente las secuencias de trabajo para captar lo que
ocurría en el contexto y adaptar la secuencia a él; en segundo lugar, disputaron el espacio
contra la autoridad con sus herramientas de trabajo, las motos, el casco, el morral y la radio.
Asimismo ejercitan momentos de equiparación, en donde queda involucrado el honor del
mensajero, en el combate contra la policía montada, aprendiendo que el “rugir” de las motos
asusta a los caballos y los hace retroceder, estableciendo una metonimia entre el vehículo y el
animal. El diálogo con una contrafigura, “unos tipos de traje y corbata” 29, también revertirá su
carácter rutinario y habitual al encontrarse en una situación extraordinaria. En el contexto
situado del atardecer del miércoles 19 de diciembre, la madrugada del 20 y los hechos del
mediodía, los mensajeros registran que “unos tipos de traje y corbata” instauran el Estado de
Sitio, reprimen ferozmente la manifestación espontánea y pacífica y al día siguiente descargan
los caballos y los palos contra la Madres, al tiempo que el rumor sobre la muerte por balas de
fuego de dos30 mensajeros corre por Avenida de Mayo y las paradas de la 9 de Julio.

Los mensajeros emergieron del 20 de diciembre identificados como uno más de los
protagonistas de la rebelión popular. Las crónicas urgentes de ese y los días posteriores
reservaba párrafos y minutos especiales dedicados a enmarcar las acciones de beligerancia de
los “Motoqueros”. El traslado de heridos, la circulación de mensajes y la posición de
vanguardia frente a la represión, les valieron los motes de “la montada del pueblo” 31 y la
“infantería motorizada del pueblo”32. El día 21 de diciembre fueron el único gremio que
reclamó por un trabajador de sus filas muerto por la represión que, como corolario, acabaría
convirtiéndose en mártir33.

29
Que organiza las preferencias cotidianas frente al tipo de trabajo que se está dispuesto a hacer y
que al mismo tiempo premia la autenticidad hacia adentro de la tribu y condena lo inauténtico que
excede al grupo.
30
Finalmente, la herida de bala en la cabeza de Martin Galli no le provocó la muerte.
31
https://archivo.argentina.indymedia.org/news/2001/12/5423.php
32
https://www.rebelion.org/hemeroteca/internacional/cronica241201.htm
33
Cada año, una procesión en forma de caravana motorizada se encolumnaría hacia Ramallo, ciudad de origen
y destino de Gastón, oficiando homenaje, al menos los primeros 10 años.
En este apartado no se pretendió hacer una reconstrucción exhaustiva del rol de los
mensajeros en las jornadas del 19 y 20 de diciembre. Da cuenta de él una amplia
bibliografía34. Sí nos interesa destacar que, a partir de estas jornadas, los mensajeros van a
consolidar dos caras de una misma identidad: de un lado, será mensajero en su laboral
cotidiano, desarrollando una politicidad propia surgida de sus disposiciones frente al poder, la
autoridad y la jerarquía. Por otro lado, la voz “Motoquero” refiere a su potencial
insurreccional, a un resplandor de beligerancia posible frente a contextos extraordinarios. Esta
doble dimensión de los mensajeros hacia dentro y los motoqueros hacia afuera es la que
queremos ensayar en el apartado siguiente.

3. Una identidad (2001-2010)

.
3.1 Politicidad (el cotidiano laboral frente al poder, la autoridad y la jerarquía)

Me queda como el legado de transmitirle a mis hijos lo que era la ideología


de su papá. Y llevarlo adelante como se pueda.
–¿Cuál era?
–Ser libres, sin vueltas. En definitiva, es por eso que estaba en la plaza
ese día. No me lo dijo, pero estoy segura de que era así. 35
María Arenas, viuda de Gastón Riva

Continuando el análisis que propone Graciela Rodríguez en “De Fleteros a


Motoqueros…”36; la politicidad propia del mensajero se pone en práctica en el cotidiano
laboral. Aquí intervienen las tres disposiciones que componen esa politicidad: usos
insurreccionales del tiempo y el espacio, momentos de equiparación y dialogo con una
contrafigura identificada en la expresión “unos tipos de traje y corbata”. En este apartado se
pretende mostrar este reverso de la identidad del gremio a través de una fuente periodística y
testimonios recolectados, para poner en relación las pretensiones de autonomía,

34
Pilili, L. E.: “Crisis político-institucional y fuerza social. El caso de Ciudad Autónoma de Buenos Aires
del 10 al 20 de diciembre de 2001”. Trabajo final de grado. Universidad Nacional de La Plata. Facultad
de Humanidades y Ciencias de la Educación, 2009.
Gonzalez, R: “La rabia (y todo lo que vino después), 2001-2011 10 años 26 historias”. Buenos Aires,
Sudamericana, 2011.
Barrientos, M. e Isaía, W.: “2001. Relatos de la crisis que cambió la Argentina”. Buenos Aires: Patria
Grande, 2011.Sudamericana, 2011.
35
Diario Pagina/12, sección Sociedad, 15 de diciembre 2002. Disponible en:
https://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-14188-2002-12-15.html?
fbclid=IwAR1CddRfbYNJ2HxAwAGDfhjVjskoSrGts4KtI5nrX4bRLfWR_hy0gk_hJDs
36
María Graciela Rodríguez: “De fleteros a motoqueros. Los mensajeros de Buenos Aires y las
espirales de sentido”. Buenos Aires, Gorla, 2015.Paginas 63-109.
independencia e igualitarismo que idealmente sostienen los mensajeros frente al control, la
obediencia y la productividad que encuentran realmente en la explotación.

El 27 de enero del año 2000, el suplemento No de Página/12, orientado a la juventud


rockera, dedicaba la nota central y la tapa del suplemento a los “Motoqueros”. En la foto a
toda página puede verse apenas la rueda de una moto sobre el asfalto que proyecta la sombra
del mensajero y la de la moto; está todo en blanco y negro, denotando la sensación de “el otro
lado”, o detrás de lo visible. En su versión web, la imagen que lustra el reportaje muestra la
imagen de un mensajero reflejada a través del brillo del guarda barros delantero. La nota
central titulaba: “Esos pibes que van a mil”, sugiriendo una pertenencia generacional y una
disposición temeraria. El reportaje está situado en la parada de Av. 9 de julio entre Paraguay y
Córdoba. En la introducción al mismo, Sonia Santoro aclara:

“La carrera por llegar a tiempo casi siempre termina en un palo. Con suerte, después viene el reposo
forzado en cama –en los que no se ve un peso– y arreglar la moto con plata del bolsillo para empezar
otra vez. Con deudas y a la calle, a mojarse, pasar calor y frío y a rogar no tocar el asfalto nunca más.
Para algunos, es el precio que se paga por un poco de libertad y no lo cambiarían por nada. Son los
menos. Los más, sueñan con dejar. Tener un laburo común, estar menos expuestos y tener obra social,
vacaciones, jubilación y seguro pagos”.

La identidad del mensajero se forma en el supuesto de que no es un laburo común. Sin


embargo, hay algo interesante en la permanencia, los que van a considerar al trabajo como su
oficio y quienes están de paso. La búsqueda de autonomía referida en “un poco de libertad”
tiene que ver con la disputa sobre el control del tiempo de trabajo y la posibilidad de
prescindir de la mirada controladora de la figura del capataz en un “laburo común”. Roberto
acaba de hacer una referencia a la brisa en la cara y la incapacidad de sentir eso en una oficina
y agrega: “Yo tuve 19 laburos, pero los trompa no se ubican. En cambio, uno está en la calle,
ponés todo y arriesgás la vida, pero te sentís más libre”. Sobre el tiempo que se le recorta a la
jornada de manera autogestiva y se dedica a estar en la parada, La Negra aclara: “Es un
lenguaje que no tiene que ver con ser más o menos hippie o con ser libre, tiene que ver con
un desempeño, un oficio”. Siguiendo esta lógica, la autonomía o la posibilidad de interrumpir
la jornada no deriva de una preferencia psicológica o de una extensión de la esquina del barrio
en el trabajo, o al menos no es solo eso. Es también una condición del oficio que los
mensajeros están en posición de defender como necesaria.

El uso insurreccional del espacio se juega, en el laboral cotidiano, por la disposición a


sobretrazar recorridos sobre una cartografía oficial, disponer de lugares vinculados a lo
afectivo y transitar fronteras atravesadas por distintas legalidades. Las prácticas de anti-
disciplina confrontan y se construyen ante la autoridad policial que ejerce el control de
tránsito. Bajo el subtítulo “Parada”, la autora del reportaje comenta: “Frente al Obelisco la
plazoleta tiene dueños. Entre viaje y viaje las motos suben y paran unos minutos a tomar una
cerveza, fumar un fasito, charlar un rato (…) Un día estábamos todos acá y llegó un tipo con
traje y dijo ‘chicos, mañana vamos a poner rejas, bancos, espero que los cuiden’. Nosotros
dijimos ‘¿y éste quién es?’. Y al otro día cayeron un par de camiones y acá tenés, ésta es la
plaza de las motos, dice Cotton”.

Con respecto a la pretensión de igualitarismo, se ponen a funcionar los momentos de


equiparación en dialogo con la jerarquía. Fabian Cejas aporta: “Es una forma de vida en la
que te enganchás y te cuesta salir. Es como una tribu que tiene sus códigos muy valorables:
no hay escalafones, hay mucho compañerismo y podés estar en la calle”. Los que han elegido
pertenecer a la tribu (y en esto se juega gran parte de la identidad del sujeto definida por su
trabajo), aspiran a tener las mejores condiciones laborales posibles y resignar algo de
autonomía, si hiciera falta, para quedar encuadrado en blanco, aunque sea en comercio o
gastronómicos. Otra alternativa es lograr cierta independencia: “En las agencias tenés que
andar todo el tiempo en el aire, por lo menos 10 horas diarias, te explotan, evaden
impuestos, no te dan seguro de accidente”, resume Alejandro, de Sarandí. Por eso la
alternativa es quedar fijo con alguno de los clientes y facturar de manera independiente. Así
le pasó a María: “trabajaba con un despachante que siempre pedía por mí. Dejé la
mensajería y me quedé con el cliente. Usaba Nextel con la flota de los despachantes,
compartía con ellos, comía con ellos. Es habitual que el mensajero se lleve 2 o 3 clientes y se
independice. Depende de la confianza que te ganas, manejas mucha plata, cheques al
portador… hubo muchos que fantaseaban con la idea de un día irse con todo”.

En este testimonio, la mensajera pone a jugar la reputación necesaria para el oficio,


que enaltece la posición del trabajador que encuentra momentos de equiparación al compartir
flota de comunicación y almuerzos con “unos tipos de traje y corbata”, los despachantes. Esa
equiparación también la posiciona: “No permito que me rebajen, debe ser mi carácter, hasta
acá llegué… me ha pasado. Tienen un mal día y se la agarran con vos y pensás: ‘yo te hable
bien, háblame bien’ o ‘llegó la moto’ en vez de ‘llegó el chico de la moto’”. La reputación
también es revestida de autenticidad y puesta en valor frente a la jerarquía de la contrafigura:
“me ha pasado que un coordinador me pida que lo adorne (mi moto usa tal aceite) para
reservarme viajes … no voy a trabajar para dártelo a vos…, nunca lo acepté, tengo un
carácter… me cambiaron de coordinador, el otro era un coimero y lo mandé al carajo”.

Ser libres, sin vueltas. Eso quería Gastón, el hijo de Juan Domingo Riva. Trabajaba
doce horas para la agencia y cuando llegaba a su casa, tomaba unos mates con su pareja y se
iba a una pizzería a repartir el delivery. Es en este sentido que la politicidad, al servicio de esa
libertad, se construye en el laboral cotidiano del oficio mensajero.

3.2 Acción Política (variantes de la activación sindical)

Militar orgánicamente en los 90 era la JP que manejaba el


hijo de Corach, eran tiempos difíciles para reivindicarse
peronista. De ahí nuestra profunda amistad con Yorio, en los
90 durante la crisis de representación, a muchos compañeros
lo que los mantuvo en una línea nacional y popular fueron las
letras de Hermética. Maximiliano Arranz (Secretario Adjunto
ASiMM)

Volviendo a las tribus, yo era Punk pero más politizado,


menos destroy; escuchaba la Polla, Cadena Perpetua… por
formar parte de otra tribu, la militancia, escuchaba Zitarroza,
Viglieti. Éramos los pibes de los 90, coincidíamos en el oficio,
ricoteros, cumbia, heavys, hinchas caracterizados de futbol,
de hecho mucha de nuestra mística tiene que ver con eso…
del Aguante, discurso anti- policía: el enemigo en el barrio y
en el laburo. Javier Altrudi (Ex Secretario de Prensa de
SIMeCa)  

“Cuando me incorporé a SIMeCa, para mí fue como sintetizar


mi vida: trabajo, moto y militancia.”37

De las conversaciones en las paradas, del futbol de los jueves, y de la camaradería


propia de la tribu se decide dar un paso más allá y formalizar la charla sobre lo gremial en el
Club Paraguayo, a mediados de 1999. Son apenas media docena de fleteros con trayectorias
laborales y militancias diversas. Durante los primeros meses se discute la forma de
organización, cooperativa, mutual o sindicato; también el espectro: fleteros, delivery y
cadetería a pie. Así lo recordó Rasta, después de tres meses de pequeñas reuniones se
propusieron “nace o muere”: “Planteamos la primera movilización y ahí salimos a pegar
carteles por todos lados, a repartir volantes en todas las paradas. No sabíamos qué
expectativas tener hasta que llegamos los cinco que éramos a las 7 de la tarde al Obelisco y
de repente había como 500 motos. Yo recuerdo que lloraba de alegría. Ese es un punto donde
dejamos de ser un grupo y a la siguiente reunión ya éramos como 30 compañeros.”38

Como contextualizaran varios de los entrevistados, las trayectorias de militancia se


enmarcaban en la crisis de representación que afectaba a los partidos políticos tradicionales y
a lo que se considera las burocracias sindicales aliadas al proyecto neoliberal. Javier aclaraba:
“No teníamos muchos de nosotros una continuidad con la línea histórica e H.I.J.O.S fue un
lugar de reagrupamiento. Están presentes la discusión del autonomismo, horizontalidad,
zapatismo. SIMeCa está atravesado por esa discusión… nos llevó mucho tiempo ver si
éramos una agrupación o un sindicato”. El sindicato estuvo a punto de llamarse SAMeCa,
pero después de largas discusiones se optó por la línea de la Independencia en vez de la
Autonomía. Esa independencia, de los partidos y las burocracias, se planteó también como
independencia de clase. En una nota sugerentemente titulada “Los combativos” un grupo de

37
Calvo G. y Gorini L.: “Sindicalismo con códigos mensajeros: una mirada histórica sobre SIMeCa:
1999-2011”, Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Gabriel Ediciones, 2013. Apartado: Orígenes de
SIMeCa.
38
Idem.
mensajeros decía en 2002 para Página/1239: “reconocemos como influencia las experiencias
de la FORA y la CGT de los Argentinos”.

Lo cierto es que el sistema asambleario y las discusiones bizantinas espantaban a los


que se acercaban al Club Paraguayo o al comedor de la calle Salta. Sin embargo, las
volanteadas y los primeros números de “Mensajeros en Lucha” (la publicación en A4 que
imprimía el sindicato) tenían alta aceptación medida por la participación en las
movilizaciones. En octubre del año 2000 se da la primera victoria sindical luego de la
caravana al peaje de la Autopista 25 de Mayo 40. “Logramos la rebaja de los peajes, el pase
por los pilotes y el libre estacionamiento en el microcentro. Fueron conquistas que
conseguimos muy pronto”41. Nuevamente los medios se hicieron eco de las protestas de los
mensajeros que continuaban siendo eficaces por convocatoria y modalidad. Mientras que
Ámbito Financiero apenas comentaba el “malestar de motoqueros, taxistas y automovilistas” 42
en julio de 2001 por la implantación de los pilones retractiles que impedían el paso a la city
porteña, Página/12 llevaba por título de la nota “El centro estrenó zona peatonal con la bronca
de los motoqueros”43. Sendos párrafos eran dedicados a darle voz a los “200 manifestantes” y
se nombraba al SIMeCa.

En marzo de 2001 el sindicato publica su “Declaración de Principios” 44. En ella, se


denunciaba a la burocracia por la captura de la herramienta “natural” de lucha de la clase
trabajadora contra “la clase patronal”. Se declaraba la independencia “del Estado; de los
poderes políticos, y/o religiosos”. Al mismo tiempo se hacía énfasis en la ausencia de cargos
rentados, en el sistema asambleario, en la solidaridad para con otros gremios “contribuyendo
desde nuestras reivindicaciones gremiales particulares como trabajadores mensajeros, a la
lucha social por la abolición de la explotación del hombre por el hombre”. Eran tiempos
donde convivían con tensiones anarko-peronistas, trotskistas, peronistas ortodoxos, activistas
por los DDHH y militantes territoriales de base en los MTD de la Provincia de Buenos Aires.

Durante este año 2001 y 2002, el SIMeCa ensaya intervenciones de acción directa con
la metodología del escrache45, modalidad que habían surgido de las intervenciones de la
agrupación H.I.J.O.S, a los propietarios de las agencias en sus domicilios particulares. Los
motivos: la indignación y la bronca por el desentendimiento de la patronal frente a la muerte
39
Diario Pagina/12, 3 de noviembre de 2002. Recuperado de:
https://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-12287-2002-11-03.html
40
Diario Crónica, 26 de octubre, 2000.
41
Calvo G. y Gorini L.: “Sindicalismo con códigos mensajeros : una mirada histórica sobre SIMeCa:
1999-2011”, Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Gabriel Ediciones, 2013. Apartado: Orígenes de
SIMeCa.
42
Diario Ámbito Financiero, 3 de julio de 2000. Recuperado de: www.ambito.com/buen-debut-del-
sistema-que-impide-acceso-microcentro-n3123709
43
Diario Pagina/12, 3 de julio de 2000. Recuperado de: https://www.pagina12.com.ar/2001/01-
07/01-07-03/pag16.htm
44
Recuperado completo de: http://simeca1decada.blogspot.com/2010/
45
Durante las protestas de 1999 por el esclarecimiento de la muerte de Diego Stierli, la metodología
del escrache también formó parte de las mismas.
de los mensajeros. El diario La Nación 46 los estimaba en 50.000 a los mensajeros en moto y la
tasa de siniestralidad era una nota distintiva de cada informe o reportaje. La competencia por
el trabajo en las agencias se incrementaba mientras el número de agencias de mensajerías
crecía y la Cámara Empresarial se fortalecía. La crisis social y económica no paraba de
acumularse desde 1998 y eso se sentía en el ambiente de las agencias: “antes se laburaba a
fondo, pero ahora se pobló y está flojo”. La madre de un mensajero muerto en 2002 recordaba
un año después: “si tenía que hacer un viaje a Plaza Italia, el tipo le decía: -tenés que tardar
10 minutos. Mi hijo lo hacía en 10, la vez siguiente que hacía el mismo viaje le decía: -ahora
tenés que tardar 7 y la siguiente 5.”47

En este año 2002, obtiene la inscripción simple la ASiMM (Asociación Sindical de


Motociclistas Mensajeros y Servicios) sin que los trabajadores supieran del todo el origen de
este nuevo sello: “ASiMM era un expediente, que nosotros sospechábamos lo habían creado
las empresas. Nosotros éramos los pibes, la tribu, los de carne y hueso. Que teníamos más
experiencia política que sindical y tuvimos que ir aprendiendo”, comenta Javier Altrudi. Este
aprendizaje fue parte de los años siguientes, en donde el sindicato desarrolló numerosos
conflictos con la patronal por salarios, reincorporación de despedidos y condiciones de
trabajo. La modalidad incluía toma de locales, paro de trabajadores totales o parciales,
interlocución con la patronal y elevación de petitorios. Los lugares incluían tanto a
mensajerías como delivery de comidas y cadenas de farmacia48.

Claro que aprender en este caso significa muchas veces cometer errores: “aprendimos
el gradualismo por ejemplo. Éramos muy maximalistas, del todo o nada. Ampliábamos los
problemas. Íbamos por dos despidos y terminaba en 15. Tuvimos mucha relación con el
subte, ellos aprendieron de nosotros, de lo que no hay que hacer, la experiencia es eso
también”. Luego de años de discusión interna, desde 2003 el sindicato moviliza al Ministerio
de Trabajo reclamando la implementación de la propia campaña que había lanzado el
gobierno de Néstor Kirchner y su ministro Carlos Tomada: Trabajo Registrado. En 2004 se
conforman, junto al Ministerio, cuadrillas de inspección a las agencias y locales. La respuesta
de la Cámara Empresaria no se hizo esperar: “La serie de visitas a las agencias derivó en
amenazas empresariales y en aprietes policiales. El 8 de noviembre, 15 efectivos de la
Policía Federal trataron de ingresar a los empujones a la sede sindical ubicada en Venezuela
1225. Incluso se les inició a integrantes del sindicato una causa penal por «amenaza coactiva
y violación de domicilio» por ingresar a una agencia con la comisión inspectora”49.

46
Diario La Nación, 9 de diciembre 2001. Recuperado de:
https://www.lanacion.com.ar/sociedad/hay-50000-mensajeros-en-moto-en-la-ciudad-nid357760
47
Extracto de la entrevista a la mamá de Jorge Rodas. En: Mensajeros en lucha No 6, Abril de 2003.
48
Material audiovisual: SIMeCa: 10 años de lucha.

49
https://www.anred.org/2005/03/03/simeca-avanza-en-la-legalizacion-del-sindicato/?
fbclid=IwAR0eo11bRBS1zHBFufTCpUgzvvP1fmJM4O3LW5MbmYq_wPas9RFGIv9pmwA
La legalización del sindicato se fue haciendo cada vez más necesaria y las tensiones
ideológicas cada vez más evidentes sobre la estrategia del sindicato. ASiMM ya no era solo
un expediente y las líneas internas del sindicato se fraccionan. Así lo comenta Maximiliano
Arranz: “Antes de que me vaya SIMeCa era anti todo, anti todo lo que sea, horizontaloide, de
base. Los zurdos tienen siempre una queja de que Perón les robo los sindicatos… bueno,
tienen uno más para anotar con este. Mi espíritu era peronizar la actividad y la satisfacción
vino cuando este gremio se integró a la CGT y a las 62 Organizaciónes, todo lo demás vino
por añadidura”. SIMeCa no lograba estabilizar un punto de contacto con la CGT y se integra
“tardíamente” en 2005 en la CTA: “Nosotros llegamos a la CTA por descarte, el modelo con
el que nos sentíamos identificados era el moyanismo, por actividad y potencia. La CGT no
nos dio bola, porque estábamos en el margen, nos decían ustedes son todos lumpenes y sus
patrones son más lúmpenes que ustedes” agrega Javier Altrudi. Este desplazamiento del
SIMeCa hacia una de las dos centrales obreras nacionales propicia el surgimiento de la
agrupación Motokeros, que contiene a las diversas expresiones peronistas.

SIMeCa-CTA comienza cursos de capacitación, se organiza en provincias del interior


del país y arma regionales. Es el momento de apertura también hacia una relación con otros
gremios: docentes, subterráneos, estatales, telefónicos. Cuenta Javier: “Es como que empieza
una etapa de mayor apertura, empezamos a querer recibir y aceptar el aporte de otras
experiencias y de otros compañeros y no sólo todo de nosotros mismos”. El sindicato obtiene
la Inscripción Simple de parte del Ministerio de Trabajo y con ello, la personería jurídica para
poder representar formalmente a los trabajadores y realizar asambleas en los centros de
trabajo. Sin embargo, las campañas por el blanqueo producen dos resultados inmediatos
contradictorios: al no existir convenio de la actividad, los trabajadores que logran la
formalización quedan encuadrados en otros gremios, desinflando la capacidad de acumulación
y, por otro lado, los mensajeros resisten la idea de formalizar la relación laboral por los costos
tributarios que mermaban sus ingresos de bolsillo.

En 2007 “un grupo de nuevos trabajadores junto con viejos pero jóvenes militantes”
piden la intervención de ASiMM por parte del Ministerio de Trabajo para lograr su
normalización, dado que el expediente se encontraba abandonado. Concurren, junto con ellos,
Gerónimo Venegas, el histórico dirigente de los peones rurales, con el respaldo de las 62
Organizaciones peronistas. En diciembre de ese año triunfa la fórmula presidencial de Cristina
Fernández y Julio Cobos y desde marzo de 2008 se instala la disputa por la Resolución 125
con las patronales agrarias nucleadas en la “Mesa de Enlace”. Este conflicto operó como un
parteaguas en la trayectoria de la mayoría de las organizaciones sociales y políticas y el
gremio mensajero no fue la excepción. El SIMeCa dialogaba internamente con la conducción
de CTA la necesidad de clarificar su apoyo al gobierno kirchnerista, revirtiéndolo en ganancia
política. ASiMM, sumergida de lleno en su experiencia con la CGT, navegaba las tensiones
que despuntaban dentro de la central por el lugar ocupado en las listas del “gobierno nacional
y popular”. La mira estaba puesta en las elecciones de medio término de 2009.
El método de acción directa desplegado por SIMeCa matizado por las cuadrillas de
blanqueo junto con el Ministerio encontraron uno de los conflictos más prolongados de la
lucha sindical. El descubrimiento de que la cadena de empanadas Noble Repulgue tenía
registrados solo 2 repartidores en blanco de no menos de 150 trabajadores distribuidos en sus
sucursales. Simultáneamente, ASiMM sigue avanzando los trámites burocráticos. Tras meses
de papeleos, el 29 de diciembre de 2008 consigue la normalización “por los integrantes de la
Lista de Unidad Celesta y Blanca ‘Juan Domingo Perón’ y la ASiMM dejó de ser solo un
expediente perdido en los laberintos de ‘Alem 650’, para convertirse en la más genuina
organización representativa de trabajadores motociclistas y mensajeros”, reza en su página
web la asociación sindical, explicando los motivos de la elección de ese día como el Día del
Mensajero.

Destronar al 20 de diciembre, al “hito fundacional” de la identidad mensajera, por un


día gris, burocrático y sin ningún tipo de mística ni epicidad forma parte de la disputa
ideológica entre SIMeCa y ASiMM. Arranz sostiene: “Es difícil salir de las notas, los
aplausos y hay compañeros que se quedaron a vivir ahí. Es el día de ellos y se quedaron ahí,
pero nosotros hicimos infinidad de cosas más importantes después”. Sin ir más lejos, en la
misma nota web previamente citada, se hace la siguiente caracterización del SIMeCa: “Así se
sentaron las bases para convertir a aquel viejo gremio que se encontraba de rodillas ante la
oligarquía patronal, en una organización capaz de convertir la realidad de los trabajadores
motociclistas”50. Evidentemente, la historia reconstruida por los integrantes del SIMeCa
muestra otra perspectiva, el conflicto con el Noble Repulgue había generado “huelgas
solidarias: cuando paraban los chicos de un local también paraban uno o dos locales más,
aunque no estuvieran reclamando, sino que lo hacían en solidaridad con sus compañeros.
Ello generó una solidaridad de clase poco vista en nuestros tiempos, desde hace varias
décadas que no ocurría lo de las huelgas solidarias”51.

Finalmente, menos de un mes después de haber perdido las elecciones en provincia de


Buenos Aires Nestor Kirchner frente a Francisco De Narvaez, y ante la inminente ruptura de
la CGT, el 24 de julio de 2009 el Ministerio de Trabajo entregó la Personería Gremial a la
ASiMM52. “El acuerdo era que el que gana la personería se la queda y el otro se mete, el que
pierde pelea. No es que hubiera tenido que haber paz, pero la personería gremial era
sagrada, porque era lo que permitía dignificar nuestra actividad y nuestro trabajo. Las ratas
de SIMeCa impugnan con un recurso de amparo. No lo podíamos creer. La personería era
todo. De última, vení a mi casa y remachame a tiros, pero la personería le quedaba a otro”.
Así como Venegas había sido el hacedor de la normalización, Mariano Recalde fue un actor
clave en el otorgamiento de la personería gremial, su equipo de abogados y el teléfono de su
padre Héctor habían hecho el resto. De hecho, fue el mismo Recalde quien llamó a todas las

50
http://www.asimm.org.ar/?p=2483
51
Calvo G. y Gorini L.: “Sindicalismo con códigos mensajeros : una mirada histórica sobre SIMeCa:
1999-2011”, Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Gabriel Ediciones, 2013. Apartado: Acción Gremial.
52
Recuperado de: https://www.lapoliticaonline.com/nota/nota-59770/
partes en disputa para avisarles que el “expediente ASiMM” era el elegido. No hubo
posibilidades de conformar listas. Los opositores de Marcelo Pariente (el sobrino político de
Venegas que encabeza hasta hoy el sindicato) terminaron en el hospital dos días antes del
cierre de listas. Un año después, el 28 de julio de 2010, se firma el primer convenio colectivo
en la historia de la actividad.

Con la conquista del Convenio Colectivo por parte de ASiMM y la simultanea fractura
de la CTA, el SIMeCa rápidamente se disuelve. La mayoría de quienes allí activaban pasaron
a formar parte de ASiMM, otros ensayaron el cooperativismo y otro grupo, liderados por
Mariano Robles, mantuvo el expediente SIMeCa dándole vida al Sindicato Único de
Conductores de Motos de la República Argentina (SUCMRA), que actualmente reúne 16
seccionales en todo el país y realiza plenarios nacionales con regularidad. En ocasión de su
último plenario, en octubre de 2019, el delegado de la seccional Rosario propuso un brindis
por Mariano Robles que estaba a un lado. En él, destacó la firmeza de estar durante los
últimos 20 años organizando a los motoqueros por todo el país. María Fierro, parte de
Comisión Directiva de APP, la Asociación de Personal de Plataformas que desde fines de
2018 se organiza para obtener personería gremial, escuchó atenta y rápidamente sacó cuentas:
“¿Desde 1999? Yo tenía 6 años”.

4. Conclusiones:

Al comenzar el artículo nos propusimos rastrear los orígenes de la actividad y la


formación histórica del gremio como oficio. A través de un análisis bibliográfico y
principalmente del análisis de datos sobre el desarrollo de la telefonía pudimos dar con los
supuestos macroecómicos y tecnológicos sobre los cuales surgió y se desarrolló la actividad.
Fueron clave para ello el deterioro de los índices de empleo, en especial los de la juventud,
junto con la flexibilización laboral que desdibujaba las fronteras entre los derechos laborales y
la ilegalidad, apenas encubierta por el fraude laboral que permitía el Monotributo. Junto con
ello, la privatización de la compañía telefónica motivó el surgimiento y desarrollo del sistema
de delivery por medio de la aceleración de la instalación de nuevas líneas que permitió en
siete años, entre 1990 y 1997, duplicar la cantidad de líneas cada 100 habitantes que habían
logrado alcanzarse en los últimos treinta años previos a la privatización. Del mismo modo, la
utilización del handy reportaba para el grupo de los trabajadores, inicialmente, unas notas
distintivas de grupalidad diferencial, que colaboró en la génesis de la tribu.

A su vez, a través de la categoría de experiencia propuesta por Thompson, pudimos


rastrear en las fuentes y en las entrevistas una misma percepción que iban notando los
protagonistas: eran una tribu y como tal compartían igualitariamente los ideales de autonomía
e independencia. Claro que esto ideales entraban en contradicción con las condiciones de
explotación concretas y de la relación entre las preferencias y las circunstancias reales, fueron
surgiendo unas jerarquías internas o una carrera dentro del oficio que ajustaba cuentas entre lo
ideal y lo real. La cadetería a pie o en bicicleta era el primer escalafón para poder ascender a
un ciclomotor o scooter, para finalmente alcanzar la anunciada moto de mediana o alta
cilindrada. A pesar de las jerarquías internas, el sentimiento de igualitarismo podía seguir
funcionando en tanto los mensajeros percibían que solo entre ellos se entendían y más, podían
ayudarse.

Esas condiciones de explotación concretas, vividas en el cotidiano laboral fueron


moldeando unas disposiciones frente al poder, la autoridad y la jerarquía basadas en prácticas
de resistencia vinculadas a usos insurreccionales del espacio y el tiempo: las secuencias y las
paradas; los momentos de equiparación, que supusieron enfrentar a la autoridad desde un
desafiante igualitarismo; y una teatralización de su juventud -los pibes del aguante- que
confrontan con una contrafigura: “unos tipos de traje y corbata”. La toma de conciencia se
produce ante la muerte y la injusticia que ensaya la primera acción colectiva: de la caravana
inicial porque “un tipo de traje y corbata” (el fiscal) no hacía su trabajo, a las manifestaciones
exigiendo justicia y enfrentando a un policía que, en un ejercicio de equiparación, es detenido
luego de una persecución de la cual pretende fugarse. En este sentido, la constitución de una
politicidad propia, aunque inorgánica, se convirtió en un factor necesario que se completó con
la acción colectiva que exigía justicia y dignidad ante la muerte. Así, se alcanzó una
acumulación de experiencia suficiente para la toma de conciencia.

Esa toma de conciencia se manifiesta, como expresión cultural, en las primeras


reuniones para discutir la necesaria organización. Los tipos de modalidad disponible son
recortados por el contexto de la crisis de representación en tensión con las formas de
recepción de la cultura heredada. Esa intención de situarse en “una línea histórica” revierte en
la declaración de principios de marzo de 2001, en donde se formaliza la filiación clasista y
antiburocrática a mitad de camino entre el anarquismo y el peronismo de base.

Durante las jornadas del 19 y 20 de diciembre, los mensajeros pudieron poner en


ejercicio sus disposiciones acumuladas en la experiencia del oficio, en el contexto de la
rebelión popular, aunque el sindicato no se haya movilizado orgánicamente y la mayoría se
haya ido. De resulta de su actuación, motivada por la agresión al símbolo de resistencia, las
Madres de Plaza de Mayo y la ejecución de Gastón Riva, la originalidad de sus formas de
lucha con sus herramientas de trabajo y la atribución de un mártir, reportaron un resplandor de
beligerancia que completó una identidad constituida por sus disposiciones cotidianas y
rutinarias de su laborar diario. De este modo hubo un mensajero hacia dentro y un motoqueros
hacia afuera, formalizados en una politicidad particular en su formas de enfrentar el poder y la
autoridad y de una acción política hacia afuera, con notas de beligerancia, que actuaron en la
disputa por la acumulación y distribución de recursos sindicales.

En esa disputa, en una primera etapa reconocida por todas sus tendencias ideológicas
portando momentos de frescura y esfuerzo genuino, el sindicato realmente existente llevó a
cabo conflictos en donde la acción directa y las decisiones horizontales dominaron la escena.
Igualmente, la falta de legalidad le impedía al sindicato capitalizar los conflictos, ya que al
tiempo que ganaba reputación, los encuadrados pertenecían a otros gremios. Cuando el
contexto político cambió, producto del proyecto hegemónico que construía el peronismo, las
diferencias ideológicas se separaron considerablemente, aunque no de manera irreconciliable.
El SIMeCa y la ASiMM compartían, por ejemplo, la caravana a Ramallo en homenaje a
Gastón Riva. Ese cambio se manifestó en la inmersión de SIMeCa en la CTA, lo que le
reportó un ensanchamiento hacía la experiencia conjunta con otros gremios.

Finalmente, en ocasión de una sola personería gremial para dos sindicatos y sin
intentar desde aquí dirimir al más representativo ni meritorio, se puso en juego la eficacia de
las estrategias de penetración sindical frente al Estado. Los cegetistas habían demostrado
mayor plasticidad y la prenda de cambio les correspondió. Pero fue la brutalidad con que esa
eficacia se plasmó ante los opositores lo que obturó las posibilidades de mantener diversidad
ideológica dentro del sindicato.

5. Bibliografía:

Benjamin Coriat: “El taller y el Cronometro. Ensayo sobre el Taylorismo, Fordismo y la


producción en masa”. Siglo XXI, México, 1982.
- “El taller y el robot”. Ensayo sobre el Taylorismo, Fordismo y la producción en
masa en la era de la electrónica”. Siglo XXI, Madrid, 1993.

E. P. Thompson: La formación de la clase obrera en Inglaterra (2 vols.), Barcelona, Crítica, 1989.


1ª ed. en inglés: 1963. 

E. P. Thompson: “Algunas observaciones sobre clase y ‘falsa conciencia’”, versión mimeo, 1ª ed.
en inglés: 1977

E. P. Thompson: “La sociedad inglesa del siglo XVIII: ¿Lucha de clases sin clases?”, en
Tradición, revuelta y consciencia de clase. Estudios sobre la crisis de la sociedad preindustrial,
Barcelona, Crítica, 1984.1ª ed. en inglés: 1979

Enrique De la Garza: “Fin del trabajo o trabajo sin fin”. En Castillo, J.J. (ed.), El trabajo del
futuro. Madrid: Editorial Complutense, 1999.

Julio César Neffa: “Presentación del debate reciente sobre el fin del trabajo”. En El futuro del
trabajo-El trabajo del futuro. De la Garza y Neffa Coordinadores. Buenos Aires, CLACSO,
octubre de 2001.

María Graciela Rodríguez: “De fleteros a motoqueros. Los mensajeros de Buenos Aires y las
espirales de sentido”. Buenos Aires, Gorla, 2015

Patricia Lambruschini: “Un debate sobre el fin del trabajo. El ocaso de un discurso a la luz de los
tiempos”. IX Jornadas de Sociología. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos
Aires, 2011.

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