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Constructores de Otredad

El consumo sirve para pensar1

N. García Canclini

U na zona propicia para comprobar que el sentido


común no coincide con el buen sentido es el con-
sumo. En el lenguaje ordinario, consumir suele asociar-
Hacia una teoría multidisciplinaria
No es una tarea sencilla. Si bien las investigaciones sobre
consumo se multiplicaron, reproducen la compartimenta-
se a compulsiones irracionales y gastos inútiles. Esta ción y desconexión entre las ciencias sociales. Tenemos
descalificación moral e intelectual se apoya en otros lu- teorías económicas, sociológicas, psicoanalíticas, psicoso-
gares comunes acerca de la omnipotencia de los medios ciales y antropológicas sobre lo que ocurre cuando consu-
masivos, que generarían el avorazamento irreflexivo de mimos; hay teorías literarias sobre la recepción y teorías es-
las masas. téticas acerca de la fortuna crítica de las obras artísticas.
¿Por qué la gente compra artefactos electrodomésticos Pero no existe una teoría sociocultural del consumo. Tra-
si no tiene casa propia? ¿Cómo se explica que familias a las taremos de reunir en estas notas las principales líneas de
que no les alcanza para comer y vestirse a lo largo del año interpretación y señalar posibles puntos de confluencia
cuando llega la Navidad derrochan el aguinaldo en fiestas con el propósito de participar en una conceptualización
y regalos? ¿No se dan cuenta que los informativos electró- global del consumo, en la que puedan incluirse los pro-
nicos mienten y que las telenovelas distorsionan la vida cesos de comunicación y recepción de bienes simbólicos.
real? Propongo partir de una definición: el consumo es el
Este texto quiere sugerir algunas líneas teóricas que conjunto de procesos socioculturales en que se realizan la
permitirían ver los procesos de consumo como algo más apropiación y los usos de los productos. Esta caracteriza-
complejo que la relación entre medios manipuladores y ción ayuda a ver los actos a través de los cuales consu-
audiencias dóciles. Se sabe que un buen número de estu- mimos como algo más que ejercicios de gustos y antojos,
dios sobre comunicación masiva ha mostrado que la hege- compras irreflexivas, según suponen los juicios moralistas,
monía cultural no se realiza mediante acciones verticales o actitudes individuales, tal como suelen explorarse en en-
en las que los dominadores apresarían a los receptores cuestas de mercado.
entre unos y otros se reconocen mediadores es como la fa- En la perspectiva de esta definición, el consumo es com-
milia, el barrio y el grupo de trabajo. En dichos análisis, prendido, ante todo, por su racionalidad económica. Estu-
asimismo, se ha dejado de concebir los vínculos entre dios de diversas corrientes consideran el consumo como un
quienes emiten los mensajes y quienes los reciben única- momento del ciclo de producción y reproducción social: es
mente como relaciones de dominación. La comunicación el lugar en el que se completa el proceso iniciado al generar
no es eficaz si no incluye también interacciones de colabo- productos, donde se realiza la expansión del capital y se re-
ración y transacción entre unos y otros. produce la fuerza de trabajo. Desde este enfoque, no son las
Para avanzar en este replanteamiento me parece nece- necesidades o los gustos individuales los que determinan
sario situar los procesos comunicacionales en una revisión qué, cómo y quiénes consumen. Depende de las grandes es-
más amplia que puede surgir de las teorías e investiga- tructuras de administración del capital cómo se planifica la
ciones sobre el consumo. ¿Qué significa consumir? ¿Cuál distribución de los bienes. Al organizarse cómo se da la co-
es la racionalidad –para los productores y para los consu- mida, vivienda, traslado y diversión a los miembros de una
midores– de que se expanda y se renueve incesantemente sociedad, el sistema económico “piensa” cómo reproducir
el consumo? la fuerza de trabajo y aumentar las ganancias de los produc-

1 En Diálogos de la Comunicación, Revista de la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Facultades de Comunicación Social, N°30, Perú,
junio 1991, pp. 6 a 9.

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Capítulo 5. Antropología del consumo

tores. Podemos no estar de acuerdo con la estrategia, con la coherencia oculta entre los lugares donde los miembros de
selección de quiénes consumirán más o menos, pero es in- una clase y hasta de una fracción de clase comen, estudian,
negable que las ofertas de bienes y la inducción publicitaria habitan, vacacionan, en lo que leen y disfrutan, en cómo
de su compra no son actos arbitrarios. se informan y lo transmiten a otros. Esa coherencia emerge
Sin embargo, la única racionalidad no es la de tipo ma- en estudios como La distinción, de Bourdieu, cuando la
crosocial que deciden los grandes agentes económicos. Los mirada sociológica busca comprender en conjunto la ló-
estudios iniciales del marxismo sobre el consumo dieron gica de dichos escenarios.
una visión muy sesgada por sobrevalorar la capacidad de En esos estudios pareciera que el consumo sólo sirve
determinación de las empresas2. Una teoría más compleja para dividir. Pero si los miembros de una sociedad no
sobre la interacción entre diversos actores, tal como se de- compartieran los sentidos de los bienes, si sólo fueran
sarrolla en algunas corrientes de la sociología política y de comprensibles para una elite o una minoría que los usa, no
la sociología urbana, revela que en el consumo se mani- servirían como instrumentos de diferenciación. Un coche
fiesta también una racionalidad sociopolítica interactiva. importado o una computadora sofisticada distinguen a sus
Cuando miramos la proliferación de objetos y de marcas, escasos poseedores en la medida en que quienes nunca ac-
de redes comunicacionales y de accesos al consumo, desde cederán a ellos conocen su significado sociocultural. A la
la perspectiva de los movimientos de consumidores y de inversa, una artesanía o una fiesta indígena cuyo sentido
sus demandas, advertimos que el crecimiento económico, mítico es propiedad de quienes pertenecen a la etnia que
el ascenso de algunos sectores y el enriquecimiento de las las generó se vuelven elementos de distinción o discrimi-
expectativas generado, en parte, por la expansión educa- nación en tanto otros sectores de la misma sociedad en-
tiva intervienen también en estos procesos. El consumo, tienden en alguna medida su significado. Luego, debemos
dice Manuel Castells, es un sitio donde los conflictos entre admitir que en el consumo se construye parte de la racio-
clases, originados por la desigual participación en la es- nalidad integrativa y comunicativa de una sociedad.
tructura productiva, se continúan a propósito de la distri- Si esta lógica simultánea de integración y distinción
bución y apropiación de los bienes3. El consumo es un es- puede leerse al ver cómo se conectan los extremos de una
cenario de disputas por aquellos que la sociedad produce y sociedad, es aún más notable en la convivencia de las
por las maneras de usarlo. La importancia que las de- grandes ciudades. A través de cómo nos vestimos, de los
mandas por el aumento del consumo y por el salario indi- lugares en que entramos, de los modos en que usamos la
recto adquieren en los conflictos sindicales, así como la re- lengua y los lenguajes de la ciudad, construimos y repro-
flexión creciente y el sentido crítico desarrollados por las ducimos la lógica que nos vincula, que nos hace ser una
agrupaciones de consumidores, son evidencias de cómo se ciudad, una sociedad.
piensa en el consumo desde las capas populares. Si alguna
vez fue un territorio de decisiones más o menos unilate- ¿Hay una racionalidad posmoderna?
rales, hoy es un espacio de interacción, donde los produc- Algunas corrientes de pensamiento posmoderno han lla-
tores y emisores no sólo deben seducir a los destinatarios mado la atención –en una dirección opuesta a la que es-
sino justificarse racionalmente. tamos sugiriendo– acerca de la diseminación del sentido,
Una tercera línea de trabajo, los que estudian el con- de la dispersión de los signos y la dificultad de establecer
sumo como lugar de diferenciación y distinción entre las códigos estables y compartidos. En otro texto reciente4 me
clases y los grupos, nos ha llevado a reparar en los aspectos detengo ampliamente en este debate. Aquí deseo señalar, a
simbólicos y estéticos de la racionalidad consumidora. Existe propósito del consumo, cómo veo la crisis de la raciona-
una lógica en la construcción de los signos de status y en lidad moderna y sus efectos sobre algunos núcleos del de-
las maneras de comunicarlos. Los estudios de Pierre Bour- sarrollo cultural.
dieu, de Jean Baudrillard y tantos otros muestran que en Sin duda, aciertan autores como Lyotard o Deleuze
las sociedades contemporáneas buena parte de la raciona- cuando identifican el agotamiento de los metarrelatos que
lidad de las relaciones sociales se construye, más que en la organizaban la racionalidad histórica moderna. Los hori-
lucha por los medios de producción, en la que se efectúa zontes globales han caído. Pero este señalamiento, estimu-
para apropiarse de los medios de distinción. Hay una lante para repensar las formas de organización compacta

2 Un ejemplo: los textos de Jean Pierre Terrail, Desmond Preteceille y Patrice Grevet en el libro Necesidades y consumo en la sociedad capitalista ac-
tual, México, Grijalbo, 1997.
3 Manuel Castells, La cuestión urbana México, Siglo XXI, apéndice a la segunda edición.
4 Néstor García Canclini, Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad, México, Grijalbo – CNCA, 1990.

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de lo social que instauró la modernidad (las naciones, las un proceso ritual cuya función primaria consiste en “darle
clases, etc.) suele conducir a una exaltación de un supuesto sentido al rudimentario flujo de los acontecimientos”5.
desorden posmoderno, una dispersión de los sujetos que En ciertas conductas ansiosas y obsesivas de consumo
tendría su manifestación paradigmática en la libertad de puede haber como origen una insatisfacción profunda,
los mercados. Es curioso que es este tiempo de concentra- según lo analizan muchos psicólogos y como lo sabe cual-
ción planetaria en el control del mercado alcancen tanto quiera que engorda. Pero en un sentido más radical el con-
auge las celebraciones acríticas de la diseminación indivi- sumo se liga, de otro modo, con la insatisfacción que en-
dual y la visión de las sociedades como coexistencia errá- gendra el flujo errático de la significación. Comprar ob-
tica de impulsos y deseos. jetos, colgárselos o distribuirlos por la casa, asignarles un
Sorprende también que el pensamiento posmoderno lugar en un orden, atribuirles funciones en la interacción
sea, sobre todo, hecho con reflexiones filosóficas, incluso con los otros, son los recursos para pensar el propio
cuando se trata de objetos tan concretos como el diseño ar- cuerpo, el inestable orden social y las interacciones in-
quitectónico, la organización de la industria cultural y de ciertas con los demás.
las interacciones sociales. Cuando tratamos de probar sus Consumir es hacer más inteligible un mundo donde lo
hipótesis en investigaciones empíricas observamos que sólido se evapora. Por eso, además de ser útil para expandir
ninguna sociedad ni ningún grupo soportan demasiado la el mercado y reproducir la fuerza de trabajo para distin-
irrupción errática de los deseos, ni la consiguiente incerti- guirnos de los demás y comunicarnos con ellos, como
dumbre de significados. Dicho de otro modo, necesitamos afirman Douglas e Isherwood, “las mercancías sirven para
pensar, ordenar, aquello que deseamos. pensar”6.
Me resulta útil invocar aquí algunos estudios antropo-
lógicos sobre rituales y relacionarlos con las preguntas que Fin de la nación, auge del mercado
iniciaron este artículo respecto a la supuesta irracionalidad ¿Qué tipo de sociedad está madurando en esta época en
de los consumidores. ¿Cómo diferenciar las formas del que los metarrelatos históricos se desintegran? ¿A qué con-
gasto que contribuyen a la reproducción de una sociedad junto nos hace pertenecer la participación en una socia-
de las que la disipan y disgregan? ¿Es el “derroche” del di- lidad construida predominantemente en los procesos de
nero en el consumo popular un autosaboteo de los pobres, consumo? Tiempo de fracturas y heterogeneidad, de seg-
una simple muestra de su incapacidad de organizarse para mentaciones dentro de cada nación y de comunicaciones
progresar? fluidas con los órdenes transnacionales de la información,
Para mí la clave para responder a estas preguntas hay de la moda, del saber. En medio de esta heterogeneidad
que buscarla en la frecuencia con que esos gastos suntua- encontramos códigos que nos unifican, o al menos per-
rios, “dispendiosos”, se asocian a rituales y celebraciones. miten que nos entendamos. Pero esos códigos compar-
No sólo porque un cumpleaños o el aniversario del santo tidos son cada vez menos los de la etnia, la clase o la nación
patrono justifiquen moral o religiosamente el gasto, sino en las que nacimos. Esas viejas unidades, en la medida en
porque en ellos ocurre algo a través de lo cual la sociedad que subsisten, parecen reformularse como pactos móviles
intenta organizarse racionalmente. de lectura de los bienes y los mensajes. Una nación, por
Mediante los rituales, dicen Mary Douglas y Baron ejemplo, se define poco, a esta altura por los límites terri-
Isherwood, cada sociedad selecciona y fija – gracias a toriales o por su historia política. Más bien sobrevive
acuerdos colectivos– los significados que la regulan. Los ri- como una comunidad hermenéutica de consumidores, cuyos
tuales sirven para “contener el curso de los significados” y hábitos tradicionales llevan a relacionarse de un modo pe-
hacer explícitas las definiciones públicas de lo que el con- culiar con los objetos y la información circulante en las
senso general juzga valioso. Los rituales más eficaces son redes internacionales.
los que utilizan objetos materiales para establecer los sen- Como los acuerdos entre productores, instituciones,
tidos y las prácticas que los preservan. Cuando más cos- mercados y receptores –que constituyen los pactos de lec-
tosos sean esos bienes, más fuerte será la inversión afectiva tura y los renuevan periódicamente– se hacen a través de
y la ritualización que fija los significados que se le asocian. esas redes internacionales, ocurre que el sector hegemó-
Por eso ellos definen a muchos de los bienes que se con- nico de una nación tiene más afinidades con el de otra que
sumen como “accesorios rituales” y ven al consumo como con los sectores subalternos de la propia. Hace veinte años,

5 Mary Douglas y Baron Isherwood, El mundo de los bienes. Hacia una antropología del consumo, México, Grijalbo, CNCA, 1990, p. 80.
6 Idem, p. 77.

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Capítulo 5. Antropología del consumo

en la euforia de las interpretaciones dependentistas, se maneja en México la mayoría de los canales, los centros de
reaccionaba ante las primeras manifestaciones de este pro- video, muchas publicaciones), que se nutre con la chatarra
ceso acusando a la burguesía de falta de fidelidad a los inte- norteamericana mas productos repetitivos, de entreteni-
reses nacionales. Y, por supuesto, el carácter nacional de miento fácil, generados nacionalmente.
los intereses era definido a partir de tradiciones “autén- No es que el consumo sea para todos un lugar de con-
ticas” del pueblo. Hoy sabemos que esa autenticidad es sumo irreflexivo y de gastos inútiles. Lo que ocurre es que
ilusoria, pues el sentido “propio” de un repertorio de ob- la reorganización transnacional de los sistemas simbólicos,
jetos es arbitrariamente delimitado y reinterpretado en hecha bajo las reglas neoliberales de la máxima redituabi-
procesos históricos híbridos. Pero además la mezcla de in- lidad de los bienes masivos y la concentración de la cultura
gredientes de origen “autóctono” y “foráneo” se percibe, para decisiones en elites muy seleccionadas, lleva a neutra-
en forma análoga, en el consumo de los secretos populares, lizar la capacidad creativa de las mayorías. No es la estruc-
en los migrantes campesinos que adaptan sus saberes ar- tura del medio (televisión, radio o video) la causa del acha-
caicos para interactuar con turistas, en los obreros que se tamiento cultural y de la desactivación política: las posibi-
las arreglan para adaptar su cultura laboral a las nuevas tec- lidades interactivas y de promover la reflexión crítica de
nologías y mantener sus creencias antiguas y locales. estos instrumentos han sido muchas veces demostrada
¿Cómo se reestructuran las identidades y las alianzas sólo en experiencias micro de baja o nula eficacia masiva.
cuando la comunidad nacional se debilita, cuando la par- Tampoco debe atribuirse sólo a la administración de la
ticipación segmentada en el consumo –que se vuelve el vida pública y al repliegue familiar en la cultura electró-
principal procedimiento de identificación– solidariza a las nica a domicilio la explicación del desinterés por la polí-
elites de cada país con un circuito transnacional y a los sec- tica: no obstante, esta transformación de las relaciones
tores populares con otro? entre lo público y lo privado en el consumo cultural coti-
En estudios sobre consumo cultural en México encon- diano debe ser tomada en cuenta como el principal
tramos que la separación entre grupos hegemónicos y sub- cambio de condiciones en que deberá ejercerse un nuevo
alternos no se presenta ya, como ocurría en el pasado, tipo de responsabilidad cívica.
principalmente como oposición entre lo propio y lo im- Si el consumo se ha vuelto un lugar donde cada vez es
portado, o entre lo tradicional y lo moderno, sino como más difícil pensar es por la liberación de su escenario al
adhesión diferencial a subsistemas culturales con diversas juego pretendidamente libre, o sea feroz, entre las fuerzas
complejidad y capacidad de innovación: mientras unos del mercado. Para que el consumo sea un lugar donde se
escuchan a Santana, Sting, y Carlos Fuentes, otros pre- pueda pensar, deben reunirse al menos, estos requisitos:
fieren a Julio Iglesias, Alejandra Guzmán y las telenovelas una oferta vasta y diversificada de bienes y mensajes repre-
mexicanas o brasileños de importación. sentativos de la variedad internacional de los mercados, de
acceso fácil y equitativo para las mayorías; información
El consumo es el conjunto de procesos socioculturales en multidireccional y confiable acerca de la calidad de los
que se realizan la apropiación y los usos de los productos. productos, con control efectivamente ejercido por parte
de los consumidores y capacidad de refutar las preten-
Esta escisión no se produce únicamente en el consumo siones y seducciones de la propaganda; participación de-
ligado al entretenimiento. Segmenta a los sectores sociales mocrática de los principales sectores de la sociedad civil en
respecto de los bienes estratégicos necesarios para ubicarse las decisiones fundantes del orden material, simbólico, ju-
en el mundo contemporáneo y ser capaz de tomar deci- rídico y político donde se organizan los consumos: desde
siones. Al mismo tiempo que el proceso de modernización la habilitación sanitaria de los alimentos a las concesiones
tecnológica de la calificación laboral, crece la deserción es- de frecuencias radiales y televisivas, desde el juzgamiento
colar y se limita el acceso de las capas medias (y por su- de los especuladores que ocultan productos de primera ne-
puesto de las mayorías populares) a la información más ca- cesidad o informaciones claves para tomar decisiones.
lificada. El conocimiento de los datos y los instrumentos Plantear estas cuestiones implica recolocar la cuestión
que habitan para actuar en forma autónoma o creativa se de lo público. El desacreditamiento de los Estados como
reduce a quienes pueden suscribirse a redes exclusivas de administradores de áreas básicas de la producción y la in-
televisión (antena parabólica, cable, cadenas repetidoras formación, así como la incredibilidad de los partidos (in-
de canales metropolitanos) y a bancos de datos. cluidos los de oposición), arrastró al desencanto y el desin-
Por otra parte, se establece un modelo de comunica- terés los pocos espacios donde podía hacerse presente el in-
ción masiva, concentrado monopólicamente (Televisa terés público, donde debe limitarse y arbitrarse la lucha

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–de otro modo salvaje– entre los poderes privados. Co- cedieron la iniciativa y el control de la economía material y
mienzan a surgir en algunos países, a través de la figura del simbólica a las empresas, está claro a qué conduce la privati-
ombdusman, de comisiones de derechos humanos, de ins- zación: descapitalización nacional, subconsumo de las ma-
tituciones y medios periodísticos independientes, instan- yorías, desempleo, empobrecimiento de la oferta cultural.
cias no gubernamentales, ni partidarias, que permiten des- Sólo mediante la reconquista imaginativa de los espacios
lindar la necesidad de hacer valer lo público de la deca- públicos, del interés por lo público, podrá ser el consumo
dencia de las burocracias estatales. un lugar de valor cognitivo, útil para pensar y actuar signifi-
Después de esta década perdida para América Latina cativa, renovadoramente, en la vida social.
que fue la de los ochenta durante la cual los Estados Unidos

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