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a dulce y estudiosa Neve Slater siempre sigue las reglas. Y la
regla número uno es que las chicas buenas, pero gordas no
consiguen chicos lindos y atractivos como William, el dueño
del corazón de Neve desde la universidad. Sin embargo,
William ha estado en Los Ángeles durante tres años, y Neve
ha adelgazado y se ha reinventado a sí misma, para que, cuando él
regrese, caiga de rodillas enamorado de ella, nueva y mejorada.
Así que no está interesada en otros hombres. Hasta que su hermana
Celia señala que si Neve quiere que William crea que es una
experimentada diosa del amor y no la inexperta y torpe chica que él dejó
atrás, entonces sería mejor que consiguiera algo de, bueno, experiencia.
Neve necesita alguien con quien entrenar, alguien como el
compañero de trabajo de Celia. El malvado, superficial, sexy Max. Y ya
que él es un mujeriego, y Neve no es su tipo, seguramente no se
enamoraría de él. Porque William es el hombre para ella… ¿Verdad?
En algún sitio entre la pérdida de peso y la pérdida de sus
inhibiciones, Neve pierde su corazón… ¿Pero para quién?
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Es tan duro de matar un fantasma como una
realidad.
Virginia Woolf
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Traducido por Mery St. Clair
Corregido por tamis11
N eve podía sentir sus bragas y medias suplicar por libertad tan
pronto como se sentó.
Se colocó en el borde de su asiento para así poder tener sus pies
firmemente en el suelo, enderezar su espalda y poder sumir el estómago. No
funcionó. Su faja pronto cedió y pudo sentir su panza alegremente empujar
contra las costuras del ajustado vestido que su hermana menor, Celia, insistió
que usara. No podía entrar en él sin la ayuda de una faja y un corsé.
Como de costumbre, Celia se había rehusado a tomar un no por
respuesta, de la misma manera en que se rehusó a escuchar las suplicas de
Neve para dejarle quedarse en casa con una taza de té y un buen libro. Eso era
por lo qué Neve estaba incómoda, en un sofá rosa chillón, en un popular club
en Soho, rodeada por todos lados de una multitud de personas vestidas a la
moda, quienes gritaban entre ellos para hacerse escuchar por encima de la
fuerte música.
—Te odio —le siseó a su hermana, que se dejó caer a su lado.
—No es cierto, me amas —respondió Celia implacablemente—. Aquí está
tu bebida. De ninguna manera iba a pedir una botella de agua, así que aquí
tienes vino blanco.
Neve tomó un sorbo sin entusiasmo, mientras trataba de digerir el líquido.
—¿Cuándo podré irme a casa, Seels?
—Voy a fingir que no dijiste eso —dijo Celia, sus ojos entrecerrados,
mientras escaneó la habitación—. Ahora, ¿Alguien aquí te parece lindo? —
Codeó a Neve—. Me encanta que hayamos salido a ligar juntas. Esto es tan
divertido.
Salir juntas a ligar no tenía nada de divertido. Y de todos modos…
—Yo no salí a ligar —dijo Neve remilgadamente—. Te dije que quería
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intentar hablar con hombres solteros, y quizás coquetear un poco. Pero no voy
a ligar con nadie. No lo he hecho en años.
—Bueno, veamos —dijo Celia—. ¿Qué piensas de Martyn, el subdirector
de corrección?
Neve miró al hombre que Celia estaba señalando. No parecía un
obsesionado con la moda, como los otros hombres presentes, pero estaba
fuera de la liga de Neve. Sin embargo, incluso el vendedor de revista afuera de
la estación del metro parecía fuera de la liga de Neve. Cuando mucho, ella
tenía la experiencia en hombres de una chica de dieciocho, educada en un
convento Victoriano, y yendo a su primer baile.
Celia insistió en alejarla de sus libros e ir a lugares donde los hombres
solteros se reunían. —Sólo sonríe un poco, has contacto visual, piensa en algo
que decir, como música o alguna mierda sobre el bar y eso es todo. —Había
proclamado alegremente—. Necesitas salir de la casa.
Así que aquí estaba ella, salió de la casa, hacia la fiesta de navidad de la
oficina de Celia. En la experiencia de Neve, las fiestas de oficina normalmente
envuelven un par de feas serpentinas de papel, un bol con frituras y una de las
secretarias llorando en el baño. Excepto que Celia trabaja en una revista de
moda llamada Skirt, así que era diferente, había un grupo de chicas hermosas
usando lo último de la moda que Neve había visto en revistas pero que
pensaba que nadie en la vida real vestía. Además, estaban a finales de enero,
pero aparentemente los trabajadores de Skirt estuvieron demasiado ocupados
atendiendo las fiestas navideñas de otras personas en diciembre, que recién
tenían su propia reunión.
—Oh, Celia, por favor, no —suplicó Neve mientras ella agitaba su mano
frenéticamente hacia el llamado Martyn, quien se separó de una multitud con
una mirada ansiosa y se acercó a ella apresurado.
Su mirada ansiosa se desvaneció cuando Celia posó su brazo alrededor
de él. —Martyn, esta es mi hermana mayor, Neve. Es súper lista y conoce un
montón de palabras largas, ustedes tienen mucho en común.
Martyn miró a Neve, luego de regreso a Celia, con incredulidad. Ellas no
parecían ni remotamente hermanas. Neve había absorbido los normales genes
de la familia de su padre, mientras que Celia tenía cada uno de los genes celta
de su madre y era delgada y alta. Y a pesar de que su rostro tenía una mirada
aguda, eso no importaba porque ella siempre tenía una sonrisa que hacía brillar
sus ojos verdes. Sus piernas parecían ser las de una corista de Las Vegas, y su
largo cabello rizado era tan ardiente y rojo, nadie había tenido las agallas de
llamarle zanahoria.
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también era demasiado suave. Algunas veces Neve sentía como si todo en ella
fuera vago y sin forma, desde su mirada hasta la forma en que hablaba y sus
profundas opiniones. Celia y su madre insistían en que los ojos azul marino de
Neve eran lindos y su abundante cabello castaño era lo mejor de ella, y tenía
una buena complexión pero todo del cuello para abajo necesitaba mucho
trabajo. Los hombres nunca iban a contener la respiración cuando Neve pasara
frente a ellos; Podía tratar con eso, pero desearía que Martyn no pareciera tan
consternado ante la perspectiva de quedarse con ella mientras Celia
murmuraba algo sobre ir al bar y desaparecía.
—Es un placer conocerte —dijo Neve, tendiéndole su mano. Ella sabía
que debería levantarse en vez de quedarse sentada como un monarca
anciano, pero no quería que sus medias se deslizaran hasta sus rodillas. Por
supuesto, Martyn siempre podría sentarse, pero él se quedó de pie frente a
ella—. Así que, umm, ¿Te gusta ser un editor?
Martyn se encogió de hombros. —Paga la hipoteca —dijo—. Consigo
productos gratis. Es casi tan bueno como parece.
—Hay una fila enorme en el bar —continuó Neve tenazmente. Ella
esperaba que Martyn no creyera que deseaba que le invitara una bebida, pero
él solo asintió y siguió mirando a todos lados menos a ella.
Neve sabía que sus técnicas de coqueteo eran tan inexistentes que eran
invisibles a simple vista, pero estaba comenzando irritarse con Martyn. Vale, ella
no era Celia, pero, si quería quedar bien con ella, al menos debería tratar bien
a su hermana mayor.
Sin embargo, él no agregó nada. Neve decidió decir: —Entonces, ¿Cuál
es tu palabra favorita? Creo que la mia es carbunclo. O quizás estación de
autobuses1. No puedo decidir. No sé si estación de autobuses se toma como
una sola palabra o varias.
Ahora ella tenía toda la atención de Martyn. —¿En serio?
—Sólo me pregunto —dijo Neve, y supo que esto la molestaría por el resto
de la velada hasta que pudiera irse a casa y comprobarlo en una
enciclopedia—. ¿Estás disfrutando la fiesta?
—Mira, Eve… —Martyn estaba mirándola ahora con una sonrisa triste, sus
manos extendidas. Neve podría no saber mucho sobre coquetear, pero sabía
cuándo la iban a rechazar.
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1 En ingles Bus-Station, Neve le pregunta si cuenta como una sola palabra o varias.
—Es Neve —le corrigió amablemente—. Y está bien. Únicamente viniste
porque Celia te lo pidió, pensaste que ella quería hablar contigo y en su lugar
te dejo aquí conmigo.
—No, no. No es así —protestó Martyn—. Estoy seguro de que eres
realmente linda. Eres realmente linda, pero dejé a mi amigo para buscar una
ronda de bebidas y él probablemente me esté esperando. No es nada
personal.
Neve asintió comprensivamente. —Deberías volver con él.
—Fue lindo hablar contigo, Eve —dijo Martyn, ya marchándose—. Quizás
te veo después.
—Claro. —Pero Neve estaba hablando con la espalda de Martyn. Ahora
sabía que era aburrida y físicamente repulsiva, incluso para un hombre que
hacía la corrección ortografica en una revista para ganarse la vida, no había
nada malo en levantarse un poco subir sus medias y estirar su faja. Luego se
sentó con cuidado en el sofá y miró sus pies en sus infantiles zapatos hasta que
Celia y Yuri, la compañera de piso de su hermana, se sentaron una a cada lado
de ella.
—¿Cómo te fue con Martyn? —preguntó Celia con ansiedad,
reemplazando la copa de Neve, la cual ella no recordaba haber tomado por
completo.
—No ocurrió nada. ¿Puedo irme a casa ya?
—Le dije a Celia que nunca funcionaria emparejarte a ti y a ese sub
editor —dijo Yuri con complicidad. Douglas, el hermano mayor de Neve y Celia,
insistía que Yuri era la mujer más aterradora del mundo, lo cual era irónico
considerando con quien estaba casado. Si Neve no hubiera visto a Yuri en sus
pijamas prácticamente cada mañana mientras subía las escaleras para pedirle
bolsitas de té, leche y una cuchara limpia de vez en cuando, estaría
aterrorizada de ella también. Neve nunca conoció a una persona japonesa
con una personalidad afro antes, o una que sonara tan autoritaria, pero eso se
debía a la escuela de idiomas en Nueva Jersey, donde Yuri había aprendido
inglés. Si Celia no hubiera regresado de Nueva York un año atrás, con Yuri a su
lado y Neve no fuera la hermana mayor de Celia, lo que de acuerdo con Yuri
automáticamente le da “un millón de puntos de genialidad”, Neve estaba
segura de que Yuri ni siquiera conocería de su existencia. O todas las razones
enlistadas de por qué Martyn no era el hombre correcto para Neve.
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Celia era a la única persona que le dirigía una mirada severa—. Soy mayor que
tú por tres años, así que deja de tratar de buscarme pareja.
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Neve tenía algunas palabras que podrían describirlo, pero solo había
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Traducido por Mery St. Clair
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ue hasta media hora más tarde, cuando estuvieron en la calle y la
fría noche de enero lanzaba un centenar de dagas de hielo en su
rostro, cuando Neve notó que no estaba exactamente sobria.
Borracha tampoco. Pero en algún punto intermedio. Estaba de pie
afuera del club, temblando en su abrigo y preocupada por alcanzar la última
línea del tren, mientras ella y Celia esperaban que Yuri consiguiera su patineta
del guardarropa. Yuri nunca salía a algún lado sin ella, a pesar de que Neve
nunca la había visto patinar.
—Vamos, vayamos a Soho House a otra fiesta —dijo Celia, entrelazando
su brazo con el de Neve—. Grace va a unirse a nosotras allí.
Grace era más importante que Celia en la cadena alimenticia de Skirt;
Era una chica de apariencia sombría que Neve nunca vio antes, aunque se las
arreglaba para dedicarle una sonrisa.
—Me voy a casa —dijo Neve firmemente, desenredándose de Celia—. Ya
he tenido suficiente emoción por una noche.
—Apenas has tenido algo de emoción —dijo Celia, haciendo un mohín—.
Esto será divertido.
—He excedido mi cuota de diversión de este mes —le dijo Neve—. Ahora,
antes de que me vaya, puedes asegurarte de que tú o Yuri tengan sus llaves,
porque no te quiero tocando mi timbre a las tres de la mañana.
—Eso sólo sucedió una vez…
—Creo que quieres decir una en este mes. Muéstrame tus llaves.
Las llaves salieron a la luz finalmente, después de una búsqueda frenética
en los bolsillos del traje de Celia y su bolso, justo entonces Yuri por fin salió del
club con su patineta bajo el brazo.
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conmoción detrás de ella. Se dio la vuelta para ver a Max rodeado por una
pandilla de chicas Skirt, mientras proclamaba con tristeza: —Bueno, no estoy
seguro si ellas son mayores de edad, y tampoco hablan mi idioma, así que
tengo que disculparme. Es una lástima, están buenísimas.
Hubo un coro de “Pobrecito Max” antes de que Neve se volviera hacia
Celia y Yuri. Él era realmente odioso.
—No llegues demasiado tarde. —Le recordó a Celia—. Tienes una sesión
de fotos mañana temprano.
Celia hizo una mueca. —Sí, mamá.
—Como sea, ¿Cuál de estas damas vendrá a casa conmigo? —Exigió
Max detrás de ellas—. Gracie, ¿No crees que te merezcas poder deslizarte entre
mis sabanas una vez más? Te haré desayuno y te acompañaré a la parada de
autobuses en la mañana.
—Hmm, que oferta tan tentadora, Max, pero me he prohibido follar con
mujeriegos como propósito de año nuevo —fue la agria respuesta.
Neve rodó sus ojos, después comprobó que llevaba su tarjeta de metro y
gas pimienta.
—Bien, bueno, me voy —dijo enérgicamente.
—¿Celia? ¿Chica Patinadora? —Él aún estaba tratando de conseguir
compañía para esa noche, Neve besó la mejilla de Celia, y se giró para dirigirse
hacia el metro, cuando sintió una mano golpeando su trasero—. ¿Y qué hay de
ti? Tienes mucho trasero del cual agarrar. Me gusta eso en una mujer.
Neve dejó escapar un chillido furioso, sus ojos parpadearon rápidamente
llenos de lágrimas. —Bien, me voy —se atragantó, mientras Celia la miraba con
horror—. Nos vemos.
—Entonces, ¿Eso es un no? —gritó Max detrás de ella, mientras Neve se
apresuraba a cruzar la seguridad que ofrecía el otro lado de la calle y trataba
de desaparecer sus ojos acuosos. Max no era un sinvergüenza. Un sinvergüenza
nunca trataría tan mal a una mujer. Max era, sencillamente, algo más bajo que
eso. Exactamente lo mismo que esos chicos mimados y groseros de Oxford,
quienes únicamente notaban a Neve cuando querían reírse a sus expensas.
Se detuvo por un segundo, para tomar una profunda respiración y
recobrar el control. Todavía se sentía molesta cuando comenzó a caminar de
nuevo, pero por lo menos Neve no se sentía a punto de estallar en lágrimas. No
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todos los hombres eran como Max, sabía que eso era un hecho, y no debía
dejar que… un mujeriego le afectara, incluso si él hubiera atraído la atención
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de todo el mundo hablando del tamaño de su trasero y prácticamente la
manoseó.
A pesar de que era una noche muy fría, Neve estaba rodeada de una
multitud de gente que fumaba afuera de los bares y clubs. Era bien pasada la
medianoche y deseó acurrucarse en su cama, debajo de sus cobertores, con
una taza de té. El solo pensamiento hizo que Neve apresurara su paso,
especialmente cuando notó que alguien estaba a unos pasos detrás de ella.
Estaba tratando de reunir el coraje para decir: —No, no quiero compartir un
taxi, muchas gracias —cuando se dio cuenta de que era Max.
—Dios, caminas rápido —dijo alegremente—. He estado tratando de
alcanzarte desde que cruzaste la calle.
—No es necesario que me siguieras —dijo Neve, deteniéndose, con las
manos en sus caderas y mirándolo fijamente.
Debajo de los faroles y el resplandor de las luces de neón, Neve podía ver
que su cabello no estaba sucio, pero era de un sedoso castaño oscuro y su piel
tenía un color oliva, que seguramente se bronceaba con solo salir un poco
hacia el sol. Lo cual no era lo importante ahora. No importaba cuán atractivo
era cuando tenía un alma tan fea.
Max extendió sus manos. —Mira, siento haberte dado una nalgada. Fue
imperdonable y me has recordado que la mayoría de las mujeres no tienen una
actitud tan liberal al ser tocadas de manera inapropiada, como la mayoría de
las chicas de la oficina lo hacen.
Era una excusa pobre para una disculpa. —Tu dijiste… tu dijiste…
—Para ser honesto, no fue en serio que tuvieras mucho trasero que
agarrar, fue solo una línea. Realmente no quería molestarte —Max sonó sincero
y la miró con su ceño fruncido.
—Bien —dijo Neve, aunque era un “Bien” del tipo enojado—. Disculpa
aceptada, supongo.
Comenzó a caminar otra vez. Max lo hizo también. Caminó a su lado
como si fueran amigos.
—Entonces, ¿Dónde vas?
—Voy al metro —dijo Neve, porque ella no tenía las agallas para ignorarlo
deliberadamente.
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2 Iris Murdoch, escritora irlandesa famosa por sus novelas con tramas de índole moral y sexual.
Max dejó de relajarse en su asiento y se sentó recto. —Mandy —repitió
con impaciencia.
—No puedo reconocer el nombre —dijo Neve—. ¿Es una de esas
personas muy famosas que no necesitan usar su apellido?
Él resopló burlescamente. —Sí, claro. Mandy McIntyre. Es solo la escritora
WAG3más famosa de Gran Bretaña.
—Hmm… déjame hacer memoria de nuevo —pidió Neve—. Siempre se
me olvida lo que significa, pero recuerdo que es algo que no tiene sentido.
—No sabes lo que es WAG, ¿Verdad? —preguntó Max, con
incredulidad—. El grupo de esposas y novias de futbolistas.
—¡Oh! Ves, esa es la parte que no tiene sentido. ¿Si son un grupo de
esposas y novias de futbolistas porque no es FWAG4? Es difícil de entenderlo —
Neve pensó para sí misma las abreviaciones, mientras Max la miraba
fijamente—. No, para mi sigue sin tener sentido. Como sea, nunca he
escuchado de esa autora, pero no veo mucha televisión. Escribe novelas,
¿Verdad? ¿O tú las escribes por ella?
Neve estaba tratando de no sonar con mucha desaprobación al saber
que alguna novia de un futbolista pudiera tener un contrato por un libro,
cuando ella conoce al menos a tres aspirantes a novelistas provenientes de
buenas universidades, que trabajan con un salario mínimo y ni siquiera
conseguirían un cuento publicado. Supuso que supo contener su indignación
mientras las comisuras de la boca de Max se curvaron.
—Bueno, Mandy y yo trabajamos en conjunto —dijo—. La entrevisté para
Skirt y congeniamos, así que me preguntó si podría ser su escritor fantasma para
sus memorias.
—Oh, debe de ser muy vieja si ya tendrá sus memorias publicadas.
—Tiene veintidós —dijo Max—. Entonces, después de la autobiografía de
Mandy, escribiremos una Guía de Estilo y ahora estoy trabajando en su cuarta
novela.
—Pero pensé que habías dicho que trabajan en conjunto —Todo esto era
muy confuso, especialmente cuando ella había tomado demasiadas copas de
vino.
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3 WAG, Wifes and Girlfriend. La prensa rosa de Gran Bretaña ha nombrado así a las esposas y
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Neve no podía imaginar por qué la seguía. Si las posiciones estuvieran al revés,
se escondería en la plataforma por algunos minutos, hasta asegurarse de que él
se hubiera ido.
—¿Esto será lo que haremos siempre en nuestra relación? —le preguntó,
su cuerpo pasaba el lector de tarjetas de metro primero—. ¿Digo algo
medianamente polémico, te molestas y luego tengo que correr detrás de ti
para poder disculparme?
—No tenemos una relación. —Le recordó Neve. No debería sentirse bien,
no debería sonreír, ni dejarse llevar por el arrollador encanto de Max, pero que
Dios la ayudara, ella sonrió—. Bien. Debes disculparte. Una vez más. ¿No es ese
tu autobús?
Ambos vieron la línea W7 doblar en una esquina. —Claro, pero en vez de
disculparme, ¿Por qué no nos besamos? —sugirió Max a la ligera.
Estaban de pie frente al mapa del metro de Londres, sus manos
enfundadas en sus respectivos bolsillos. Neve miró a Max, para ver si estaba
bromeando, porque, francamente, tenía que estar bromeando. Los hombres
como Max que tenían glamorosos trabajos y se rodeaba de chicas WAG no
besaban a mujeres como ella.
—¿Quieres besarme? —preguntó con voz trémula.
—Bueno, sería un buen final para cuando le diga al pequeño Tommy la
historia de cómo nos conocimos —dijo Max, y Neve no estaba sonriendo,
estaba riendo, a pesar de que por regla general ella no reía—. La pregunta es,
¿Puedo besarte aquí o en frente de tu puerta, después de que te acompañe a
tu casa, justo antes de que me invites un café?
Neve frunció el ceño. Toda esta situación se escapaba de sus manos.
Estaba comenzando a caer en su juego de coqueteo y ahora Max había
corrido detrás de ella para besarla y… —¿Un café?
—¿Realmente estamos haciendo esto? —Max parecía exasperado—. No
es por un café. Es para esto.
Sus manos estaban fuera de sus bolsillos y alrededor de su cintura antes
de que Neve tuviera tiempo de parpadear o de sumir su estómago. Lo único
que podía hacer era mirar el rostro de Max acercándose cada vez más. El beso
era inevitable, pero ella todavía pensando, cuando Max rozó sus labios con los
suyos.
Neve no se apartó, pero tampoco se movió más cerca, sólo se quedo
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Traducido por Annabelle
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l Parque Finsbury era un área de Londres que se suponía ser solo de
pasada, pero, aún así, no lograba ser solo de eso. Si girabas hacia la
derecha cuando salías de la estación del metro y caminabas
debajo del puente, todo era un laberinto sin alma de oficinas de
mini taxis, quioscos de comida rápida y pandillas con sudaderas.
Pero Neve siempre caminaba hacia la izquierda y pasaba los pequeños
supermercados con puestos exhibiendo frutas exóticas y vegetales, la tienda de
belleza Afro-Caribeña que mostraba por la ventana cabezas de maniquís con
distintas pelucas, el pescadero y el camino hacia Old Dairy, que ahora era un
pub gastronómico. Cuando los padres de Neve se habían casado y mudado a
una casita a pocas calles de distancia del pub de su abuela en Stroud Green
Rode, el área era una mugrienta colección de tiendas de apuestas sin licencias
y terrazas desmoronadas, convertidas en pequeños pisos; el típico lugar donde
no se podía estar afuera hasta muy tarde. Sin embargo, en los últimos diez años,
las calles de casas Victorianas sólidas y con terrazas, el gran parque y la ruta de
diez minutos hacia el Circo de Oxford, se habían convertido en clase media.
Neve no podía imaginarse viviendo en ningún otro lugar. Había estado
tres años en Oxford, pero los encantadores capiteles, iglesias medievales y las
bateas flotando en el río, carecían completamente de la poesía del apuro de
las multitudes caminando fuera de la estación cuando Arsenal jugaba en casa
o cuando el sol caía en sombras moteadas sobre el camino de Parkland.
Además, ¿Quién querría vivir en un lugar donde no pudieses conseguir una lata
de refresco y una bolsa de papitas luego de la medianoche, a solo dos minutos
de abrir tu puerta de enfrente?
No obstante, era la primera vez que Neve caminaba por estas calles, tan
familiares, con un hombre que no era miembro de su familia, ni gay. Neve no
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posiblemente algunas de las otras cosas que iban junto con los besos. Pero
luego Max comenzó a hablar sobre la prostituta que podía ser completamente
visible debajo del puente, tambaleándose por los rieles con una botella de
sidra, y sobre: ―¿Alguna vez has estado en esa tienda de caridad? Huele a las
entrañas del infierno.
Demasiado pronto llegaron a su portón. Max se detuvo un momento
como si quisiera darle la oportunidad de arrepentirse, pero Neve simplemente
abrió su portón y se apresuró por el camino hacia la casa que una vez había
sido de su abuela. Cuando había muerto, su hijo, el padre de Neve, había
convertido la propiedad en tres pisos y los dividió entre sus tres hijos. Celia
todavía se encontraba molesta por haber estado en Nueva York cuando la
conversación fue terminada y ella tuvo que quedarse con el piso de abajo.
Actualmente, Celia se encontraba contaminando su hígado en algún
lugar de Soho y la casa se encontraba oscura y en silencio, pero Neve no
encendió la luz del pasillo y, tan pronto como Max entró por la puerta, se
tropezó con su bicicleta, que se encontraba apoyada contra la pared.
El corazón de Neve saltó. Miró frenéticamente hacia arriba, esperando
que la luz del piso de arriba se encendiera y esa voz chillante comenzara a
gritar. Cuando nada ocurrió, excepto por Max maldiciendo en voz baja, se
relajó de alivio.
—Um, ¿Podrías quitarte tus zapatos? —murmuró.
—¿Por qué? —preguntó Max, en voz normal que sonaba lo
suficientemente alto para despertar a los muertos.
—Debes mantener tu voz baja —siseó Neve—. Mi hermano y mi cuñada
son los dueños del primer piso y ella es… una perra mala y psicópata… muy
sensible al sonido. Por favor, Max.
Estaba demasiado oscuro para ver nada, pero Neve estaba segura de
poder oír como Max rodó sus ojos con gran fuerza. —De acuerdo —dijo en un
susurró falso, quitándose sus Converse.
Subieron las escaleras, Neve sostuvo su aliento hasta que estuvieron lejos
del primer piso y pudo exhalar muy silenciosamente. Con cuidado introdujo la
llave en su puerta cuando llegaron hasta su piso.
—Esto me recuerda a cuando era adolescente y las chicas me metían a
hurtadillas a sus casas mientras sus padres dormían arriba. —Murmuró Max
mientras Neve lo callaba frenéticamente y lo empujaba por la puerta.
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había sido capaz de resistir pinchar sus mejillas lo suficientemente fuerte para
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dejar moretones—. Era dueña del pub más rudo de Stroud Green Rode y
siempre se le encontraba en medio de las peleas para sacar a la gente y
decirles que no eran bienvenidos de por vida.
—¿Y no fuiste tentada a seguir con el negocio familiar?
Neve sacudió la cabeza. —No. Golpeo como una chica y el olor de la
cerveza me deja un poco aturdida.
—Tú y Celia: no son para nada parecidas. —Murmuró Max de nuevo.
Quizás Celia era más de su tipo. Tal vez Celia y Max ya habían… ¡No! Celia
definitivamente habría dicho algo. Siempre compartía demasiado sobre sus
escapadas sexuales, incluso cuando Neve se tapaba los oídos con sus manos
todo el tiempo. Pero sí, Celia era más el tipo de Max…
—Tenemos muchísimo en común —Insistió Neve—. De hecho, yo le
enseñé a Celia todo lo que sabe. —Lo cual era la única razón por la que Celia
había podido sacar su certificado en Inglés—. Aparte de las cosas relacionadas
con la moda.
—¿De verdad? —Inquirió Max con un sensual ronroneo que no había
estado allí antes—. ¿Por qué no te acercas un poco más?
—¿Vas a besarme de nuevo? —Probablemente no era lo más sexy para
preguntar, pero Neve quería estar segura de que Max estuviese en la misma
página que ella. La página donde había besos apasionados y donde sus
pesados senos se aplastaban contra un masculino pecho y…
—Definitivamente pensaba en ello. —Estuvo de acuerdo. Palmeó su
rodilla como invitación—. Bueno, ven aquí entonces.
Sentarse en las piernas de Max no era muy viable pero Neve se apoyó en
sus rodillas para poder arrimarse por el sofá hasta lentamente quedar a su lado.
No era muy cómodo, pero, con un poco de retorcimiento y un codo en las
costillas de Max, lo que lo hizo gemir sorprendido, Neve pudo aplastar sus labios
contra los de él.
Los primeros segundos del beso fueron llenos de lengua y dientes, al Neve
atacar la boca de Max con mucho entusiasmo y nada de delicadeza. Pero
luego Max se separó, se reintegró y le mostró cómo hacerlo lentamente para
que cada beso fuese como morder el más oscuro y lujoso chocolate y
detenerse para saborearlo. Neve se sentía cada vez más mareada, no debido
al alcohol, sino de estar embriagada de besos y de sentir los dedos de Max
hacerse paso por sus cabello, y luego bajando a acariciar su cuello. Cuando su
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eve soltó la mano de Max para poder apagar la lámpara pasada
de moda en la esquina, luego sintió sus brazos envolverla mientras
besaba la parte de atrás de su cuello, con sus manos acariciando
el satín falso y resbalante de su vestido. Rápidamente intentó
meter su barriga incluso aunque Max no parecía importarle si su estómago salía
hacia afuera en vez de hacia dentro.
—Nunca pensé que tuvieses una habitación tan desordenada. —le
susurró en el oído.
—No esperaba visitas. —Neve cerró los ojos al inclinarse hacia el pecho
de Max para así no tener que ver el desastre que Celia y Yuri habían hecho
cuando la ayudaban a elegir su conjunto de fiesta. Habían sacado
prácticamente cada pieza de ropa del closet de Neve y sus gavetas, luego las
habían lanzado a la cama, a su aparador clásico de 1950 y su par de sillas de
mimbre marca Lloyd Loom. No ayudaba que casi el 95 por ciento de su ropa
tenían una paleta de color tan extremo que habían montones de material
negro estropeando el bonito rosa y blanco de su habitación, como si de pronto
los invitados de un funeral hubiesen hecho un striptease.
Con Max todavía envuelto a su alrededor, Neve lo arrastró hasta su cama
—la única cosa que había comprado nueva, ya que había querido una
apropiada cama de chica con una estructura de marfil con diseños que
pudiera adornar con linóleo florado—. Solo las tiraré en el piso —dijo,
levantando una pila de faldas y lanzándolas a sus blancas tablas de madera en
el piso—. Aunque normalmente las acomodaría en su sitio apropiado.
—Claro que lo harías —dijo Max, como si no le creyera.
—¡Lo haría!
—De acuerdo, tú quita todo eso de la cama y yo te quito a ti ese vestido
—dijo Max juguetonamente, levantando su cabello para poder luchar con el
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cierre a presión.
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—No, no hagas eso —saltó Neve, girándose rápidamente para poder
rodear el cuello de Max con sus brazos—. No me has besado por al menos
cinco minutos.
—Siento eso. —Sus labios estuvieron en los de ella incluso antes de poder
terminar la oración, mientras la llevaba hacia la cama y se acostaba encima
de ella.
Era muchísimo mejor que besarse en el sofá —no solo era la cabeza de
Neve apoyada en su almohada de plumas, sino el peso de Max sobre ella y el
ligero movimiento que hacía, que la estaba encendiendo más de lo que Neve
había esperado. También significaba que todo lo que él podía ver era su cara
sonrojada, así que, incluso cuando el borde de su vestido se enredó en medio
de ellos y él comenzó a trazar un camino por entre sus piernas, no había nada
por lo que exaltarse. Tocar no era lo mismo que mirar y, de todas maneras,
temprano se había afeitado las piernas, incluso cuando Celia había insistido
que una de las maneras de garantizar que no conseguirás un chico es si te
afeitabas las piernas antes de salir. Lo cual solo mostraba lo poco que sabía.
—Eres tan guapa —murmuró Max contra su piel al besar un camino por el
cuello de su vestido—. ¿Deberíamos desnudarnos un poco más?
Se apartó para que ella pudiera comenzar a desabotonar su camisa y la
miró expectante. Neve se apoyó en sus codos porque acostarse
completamente en la cama no era muy favorecedor. La habitación se
encontraba un poco iluminada, pero no lo suficiente para que Max pudiese ver
todo de ella tan claramente como ella podía ver cada parte del pecho de
Max, emergiendo lentamente de las fronteras del algodón. Su pecho no era
solamente bueno para apoyarse, era bueno para ver también. No
especialmente velludo, solo lo suficiente ancho y tonificado que no pudo evitar
tocar uno de sus pectorales con su dedo tembloroso. No había mucho que dar.
Neve estiró sus dedos y rodeó uno de sus pezones con su pulgar; era más
pequeño, más plano y oscuro que el de ella, y luego con ambas manos
acarició todo lo que pudo de su pecho. Porque Max quería que lo hiciera y no
estaría sonriendo y sacando sus brazos de la camisa si quisiese que se detuviera.
Hundió sus dedos en sus clavículas y los deslizó hacia bajo, sobre su
abdomen, luego se detuvo cuando alcanzó su gastado cinturón de cuero.
Cuando inclinaba sus ojos podía ver el contorno de su erección, ella lo había
hecho ponerse duro. Era un concepto que Neve ni siquiera podía comenzar a
procesar.
33
su negligé puesto, era sexy en los textos de mujer fatal, según las películas.
Página
Neve alcanzó su cierre y lentamente lo bajó mientras Max comenzaba a
desabrochar sus pantalones, así que había una sinfonía de sonidos
estereofónicos de metal raspando. Ambos se veían mutuamente, los ojos se le
abrieron de repente cuando Max se detuvo y se inclinó.
—Verme en nada más que mis calcetines mataría la atmósfera. —
remarcó casualmente, mientras Neve aprovechó el momento para
rápidamente quitarse el vestido y presionar sus brazos tan fuertemente a sus
costados que no hubiese nada de flacidez a la vista. Incluso sus senos lucían
parados en su mejor brasier con sujetadores y el encaje negro al borde de su
negligé.
Y Neve no creyó nunca haberse sentido tan validada como cuando Max
levantó su cabeza y dio un largo y bajo silbido cuando la miró. —Dios, luces
exactamente igual a Liz Taylor en Butterfield 8 —dijo reverentemente—. De
verdad tienes increíbles tetas.
—Están bien. —Estuvo de acuerdo, tímidamente, porque sí lucían
espectaculares en ese momento gracias a sus copas con aros y relleno —y eso
era todo lo que Max vería de ellas.
Max no compartía su timidez. Deslizó su cinturón y dejó caer los
pantalones en su cadera, luego, rápida y eficientemente, los dejó caer
completamente como si no pudiera esperar para desnudarse y pasar hacia la
siguiente parte. Neve sabía que se encontraba mirando fijamente, pero no
podía evitarlo. Nunca había visto un pene erecto antes, no en carne, de todos
modos, y lo que había sucedido con el estudiante de Filosofía había ocurrido
debajo de las sábanas y a oscuras. Todo lo que podía hacer era quedarse allí
viendo la verga de Max, entre horror y fascinación. Lucía dolorosa y muchísimo
más grande de lo que había imaginado, parecía como si nunca cabría dentro
de ella y lucía tan extraña, que Neve solo quería seguir observándola hasta que
se hiciese más familiar. De esa forma lo hacía un crucigrama particularmente
problemático.
Pero eso no era una verdadera opción cuando Max caminaba hacia ella
con un cuadrado envuelto en su mano y su verga indicando el camino, como
una varita adivinadora hecha de carne. Neve solo hizo lo que haría en una
circunstancia como esa y se metió debajo de su edredón.
—¿Hay allí espacio para mí también? —preguntó Max.
Neve desdobló dos centímetros de edredón. —Por supuesto —chilló. Y,
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solo para demostrar que estaba metida en el asunto, tomó una de las
almohadas de cuerpo completo y las lanzó al piso—. Ves, muchísimo espacio.
Página
Luego, súbitamente, su cama era invadida por ondas de calidez y carne
de hombre, cuando Max la tomó en sus brazos. Ahora sí era un momento
decisivo; había un hombre desnudo en su cama, moldeándose a las curvas de
su cuerpo, e incluso cuando Neve sentía como que todo se estaba moviendo
demasiado rápido y era tan aterrador como saltar de edifico en edificio, no
podía recordar la última vez que había sido sostenida por alguien que no fuese
Celia.
Max trazó sus cejas con la punta de un dedo. —Sé que sigo diciéndolo,
pero eres tan guapa.
Neve sabía que no lo era. Solo era algo que los chicos decían cuando
querían tener sexo contigo, y ahora estaba en la cama y era una conclusión
inevitable, Max de verdad no tenía que decirlo, pero de todas maneras las
palabras significaron algo para ella. Era la primera vez que un hombre le decía
eso, aparte de su papá, y eso no contaba; además, en serio no quería pensar
en su padre en un momento como ese.
—Eres guapo también —dijo, tocando el tumulto en su nariz torcida—. Me
recuerdas a la pintura de David sosteniendo la cabeza del Goliat hecha por
Caravaggio.
Max hizo una mueca de fingida indignación. —Siempre y cuando no te
refieras al David de Michelangelo —dijo y arqueó sus labios, para que ella
estuviese segura de su significado, no era como si Neve tuviera alguna duda.
—Desearías tú —dijo secamente, era la manera en que hablaba cuando
le tomaba el pelo a Celia o cuando hablaba con Chloe y Rose en el trabajo.
De hecho, la manera en que era normalmente cuando no estaba media ebria
y mareada de su propio horror y atrevimiento.
Neve nunca pensó que estaría haciendo chistes mientras estaba en la
cama con un hombre. O que él la voltearía en el colchón y le haría cosquillas
hasta ahogarla. —Lo siento —dijo, en medio de carcajadas. Se acostó allí, con
su cabello estirado en la almohada, y con Max mirándola, fue todo lo que le
tomó para jalar su cuello y persuadirlo de besarla una y otra vez.
No era seguido que Neve sentía que podía escapar de las fronteras de su
cuerpo, pero en esos calientes y dulces momentos, se imaginaba a sí misma
transformada en una criatura de nada más que pura sensación. No le
importaba nada más que la boca y manos de Max sobre ella, e incluso la
sensación de su verga dura y caliente contra su pierna interna era algo nuevo y
36
excitante.
Página
41
Página
Traducido por Pixie
Corregido por Maia8
N
eve se despertó un par de escasas horas después de la
tumultuosa noche anterior y se preguntó por qué durmió en el
sofá. Hubo unos segundos de dichosa ignorancia, luego, los
acontecimientos que la habían echado fuera de su propia cama,
la inundaron de nuevo. Miró un punto en la alfombra, donde esperaba que un
vórtice se abriera y la tragara. ¡Ay! Esos útiles vórtices nunca aparecían cuando
realmente los necesitabas, así que Neve se conformó con el Plan B.
Una hora corriendo en la cinta de caminar del gimnasio ayudó
inmensamente y, para el momento en que llegó al trabajo, Neve estaba
calmada y el ejercicio pareció haber evitado la resaca también.
Neve había trabajado en el Archivo Literario de Londres durante los
últimos tres años y medio. Hubiera sido imposible continuar con la educación
superior sin un trabajo de media jornada, a menos que tuviera un gran
fideicomiso, así que Neve pagó su pequeña beca de la Academia Británica
trabajando en el ALL7, el cual estaba situado en el sucio interior entre King’s
Cross y Holborn. Una vez que finalizó su MA8 y se dio cuenta de que no tenía el
apetito o los medios para pasar otros cuatro o cinco años para convertirse en
PhD9, gratamente aceptó la posición de Archivista Senior a tiempo completo,
aunque su madre insistió en decirle a todos que Neve era bibliotecaria. Lo cual
no era. Los polvorientos archivos y los, aún más, polvorientos libros del ALL sólo
podían verse mediante una cita previa y después de enviar referencias de
establecimientos educativos acreditados.
No muchos académicos querían buscar en sus archivos, porque la mayor
parte de la colección del ALL había sido rechazada por todos los otros archivos
en el hemisferio oeste. Su lista mayormente consistía en escritores desconocidos
a quienes había que redescubrir, y ellos raramente rechazaban una donación
de un patrimonio literario, que usualmente consistía en colecciones de libros
enmohecidos, con sus lomos maltratados y sus páginas mezcladas. Cada seis
42
10Bloomsbury Set: Grupo literario que se formó en Londres en el siglo XX. Entre sus miembros
estaba Virginia Woolf.
Porque ser amiga de William en Facebook y tener acceso a sus
actualizaciones de estado diarias y a sus álbumes de fotos terminaría con el
juego. Tampoco es que ellos fueran tecnofóbicos, hablaban por teléfono una
vez al mes, se enviaban emails con enlaces hacia artículos de periódicos
literarios, pero mayormente intercambiaban cartas porque—: Estudiamos
literatura inglesa y hay una gran tradición epistolar…
—Oh Dios, sabes que no me gustan las palabras largas —gimió Celia.
—Escribir cartas es más romántico —aclaró Neve, Celia rodó sus ojos y dijo
que necesitaba salir y conocer chicos reales y vivos, así no estaría todavía
enamorada de su asesor de estudiantes de Oxford.
Neve miró la pantalla de su computadora, pero todo lo que pudo ver fue
la mirada alentadora en el rostro de William cuando él la invitó a salir con el
resto del grupo de su seminario. Como siempre, quiso saber su opinión sobre el
libro que estaban leyendo o qué pensaba del artículo de su Decano, que había
sido publicado en el Suplemento Literario del Times. Como siempre, sonreía y
asentía y realmente escuchaba lo que ella estaba diciendo, de una forma en
que nadie nunca lo había hecho. Había habido una centena de esas suaves
miradas, una multitud de pequeñas bondades, hasta que él aceptó un puesto
como profesor por tres años en la Facultad de Inglés de la UCLA 11, y se sintió
como si se hubiese llevado un pedazo de su corazón con él, en su maleta,
cuando voló a California. Pero ahora estaba regresando a ella. Leyó la carta en
voz alta, bajo su aliento:
Tú eres absolutamente el primer nombre en mi lista de gente a quien ver
cuando vuelva a Londres. Es extraño que tres años y un océano entre nosotros
nos hayan hecho mucho más cercanos. Hay tantas cosas que debo decirte,
pero no en una carta, necesito ver tu rostro. Tú nunca escondes nada o te lo
guardas para ti; todo lo que piensas y sientes se refleja en tus ojos y en la curva
de tu boca cuando me sonríes o muerdes tu labio, porque estoy hablando
disparates y no quieres decirme, porque podría herir mis sentimientos. Esto es por
qué puedo decirte cualquier cosa sin miedo a la censura o las críticas. Sé que
has cambiado desde que nos separamos; te has fortalecido, estás más de ti
misma y yo estoy intrigado por conocer a esta nueva encarnación de la chica
que solías ser.
Neve suspiró. Estaba tan harta del amor no correspondido y platónico y
todos los otros tipos de amor que no eran apasionados, románticos, del tipo de
amor no-puedo-vivir-sin-ti, tengo-que-tenerte-ahora, el-ritmo-de-tu-corazón-
45
Página
pregunta con otra pregunta, es tan molesto —presionó Celia. Neve no escuchó
a Celia o a Yuri, llegar a casa anoche, lo que significaba que su hermana
estaba privada de sueño y con resaca, una combinación letal—. ¡Sé sobre ti y
Max! ¿No te advertí sobre él?
Neve tuvo que agarrarse de la lámpara más cercana en busca de
apoyo.
—Bueno, sí, pero…
—Beth de Artículos los vio irse en el metro, juntos —dijo Celia.
Como es usual con Celia, era algo y nada. Neve soltó la lámpara que
había estado agarrando porque no podía lidiar con esto sin ayuda.
—Tomamos el metro a Finsbury Park, juntos porque él vive en Crouch End
—explicó—. Fue perfectamente inocente. No saques conclusiones.
—Bueno, si saco conclusiones es porque he visto a Max esta mañana y sus
historias no coinciden —Celia dijo secamente—. Él dijo que vino a casa contigo.
—Me acompañó hasta la puerta…
—Y luego subió las escaleras porque dijo que tenías más libros que
Waterstone’s.
Neve se sintió fría de una forma que nada tenía que ver con las ráfagas
de viento helado que sacudía mechones de su cabello y azotaba sus mejillas.
Trató arduamente de no gemir en el teléfono
—¿Qué más dijo?
—No mucho —Celia admitió—. Solo dijo que tienes serios problemas, pero
luego preguntó si hablé contigo hoy y si estabas bien. Él intentó algo, ¿No es
cierto? ¿Te lastimó?
—No. ¡No! Mira, él entró por un trago y… —Neve exprimió su cerebro por
algo para decirle a Celia. No la verdad, obviamente. Aunque Celia no supiera
el significado de DI12, Neve trató de seguir su propio consejo. Usualmente no era
difícil ya que nada remotamente excitante jamás le sucedía a ella. Pero no
podía contarle a Celia sobre lo de anoche porque algo había pasado y había
sido horrible, pero no había sido culpa de Max, en absoluto. Ella lo atrajo hacia
el ático bajo falsas pretensiones. No era que Celia creyera eso jamás—. Fue sólo
un trago ¿Se veía molesto? —agregó.
—Hmmm, no tan molesto, más bien, preocupado, supongo —Celia
musitó—. Pero eso puede deberse a que ha tenido pesadillas con la portada de
47
Página
pero Neve se forzó a hacerlo, verse a sí misma acostada allí con sus ojos
Página
fuertemente cerrados y una expresión dolorosa en su rostro, que su familia
llamaba “la mirada comiendo arenque13 ahumado”
—Cuando la chica debajo de ti obviamente desea estar en otro lado.
Max había percibido que algo andaba mal y se detuvo, no se molestó,
hasta que ella actuó como una mujer loca. Dios, ni siquiera podía elegir al tipo
correcto para tener sexo de una noche. Celia había dicho que Max era un
seductor de mujeres implacable y ciertamente estuvo a la altura de su
reputación, pero, ¿No había Neve dado toda la impresión de que estaba lista
para ser seducida?
En lugar de retorcer sus manos y comportarse como la inocente víctima
del libertinaje, de la pasada noche, Neve fue forzada a confrontar la molesta
verdad, que realmente, fue Max la persona perjudicada.
Oh, ¡Demonios!
Después de un arriesgado viaje a casa, donde ella casi fue derribada de
su bicicleta, por un taxista que se desvió repentinamente hacia el carril del
autobús, sin advertirlo.
Neve abrió la puerta del frente y se armó de valor para la ingrata tarea
que la aguardaba. En el momento justo, mientras apoyaba su bicicleta contra
la pared y quitaba su cartera de la maleta, escuchó abrirse la puerta de
Charlotte y Douglas. Inevitablemente, los gritos comenzaron antes de que Neve
viera aparecer la cabeza de Charlotte sobre la barandilla.
—No pude dormir ni un jodido minuto anoche —chilló, porque Charlotte
siempre iba de cero a perforar el oído en un segundo—. ¿Qué demonios
estabas haciendo?
Neve sabía que para el resto del mundo ella, Neve Slater, era una adulta
en pleno funcionamiento. Votaba, comía sus vegetales, dejaba que la gente
mayor subiera primero al autobús, tenía un trabajo y pagaba sus cuentas a
tiempo, pero con Charlotte instantáneamente retornaba a la tímida, torpe y
desarticulada quinceañera que solía ser.
—Realmente lo siento, Charlotte —gimió—. No sucederá nuevamente.
—Bueno, de todos modos, tú trayendo a casa a un hombre no es algo
que probablemente ocurra más de una vez en una década —se burló
Charlotte, e incluso con su rostro desencajado por la ira que Neve siempre
despertaba en ella, Neve se sorprendió por lo bonita que era.
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Página
decidido hace tiempo que la repetición era mejor que la razón—. Realmente lo
siento.
Página
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EastEnders: telenovela británica emitida desde 1985 por la BBC.
—Oh, querido. —Neve susurró, su tono se volvió tan empalagoso que de
hecho quiso atragantarse—. No creo que seas un empleado de librería modelo;
tendrías que estar muy ocupado leyendo bajo el mostrador para hacer el
inventario y te rehusarías rotundamente a vender libros a los clientes si pensaras
que están mal escritos o que no tienen ningún merito literario.
—¿Y tú no? —William inquirió, y no lo dijo sarcásticamente, sino con tal
diversión que Neve no podría ofenderse.
—Oh, totalmente —le aseguró—. Así que, ¿Hay algo que pueda hacer?
Quiero decir, los Poetas Románticos no son mi mejor área, pero ¿Te gustaría que
leyera tu último borrador?
—¿Lo harías? —El alivio de William era palpable—. También, ¿Irás a la
Biblioteca Británica la próxima semana? Porque necesito revisar un par de
referencias pero los préstamos de la inter-biblioteca, tardan mucho y ni siquiera
estoy seguro de que ellos tengan…
—No es un problema. Estoy por hacer una visita —Neve dijo apresurada.
Cada pocas semanas, ella inventaba una razón para descender a la Biblioteca
Británica, y después de pasar diez minutos chequeando diligentemente una
fuente, se tomaba un par de horas para hacer cosas no relacionadas al
Archivo. Siempre se sentía culpable acerca de eso y vivía con miedo de que el
Sr. Freemont apareciera repentinamente para controlarla, descubriendo la
terrible verdad y la echara, pero no obstante lo hacía—. Por qué no me envías
un email con las referencias y prometo tenerlas revisadas, antes de que termine
la próxima semana.
—Muchísimas gracias. —William respiró, y Neve sostuvo el teléfono más
fuerte, porque, aunque había una pequeña demora transatlántica, cada vez
que él hablaba, imaginaba que podía sentir su aliento sobre su piel—. No sé
qué haría sin ti.
—Realmente no es nada —dijo Neve, alejando su cabeza del receptor
para poder, momentáneamente, sonreír como una lunática—. Siempre estoy
feliz de ayudar —agregó, cuando pudo confiar en si misma otra vez para
responder.
—Bueno, ahora que nos sacamos eso de encima, quizás puedas
explicarme por qué me mentiste. —William agregó enérgicamente.
—¿Qué? No he mentido. ¿Sobre qué he mentido? —demandó Neve,
mientras exprimía su cerebro por algo que pudiera haberle escrito a William que
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cortas a los once años y tenía varias piezas publicadas en “Isis”, cuando estaba
en Oxford. Pero esta carta… Dios, era tan artificial y estirada, como si fuera
escrita por una solterona de la parroquia que tenía demasiados gatos y un gran
interés en la capilla.
Sin embargo, seguía buscando en su escritorio por un sobre y un libro de
estampillas, porque ya estaba hecho. Evaporado. Nunca sucedió.
57
Página
Traducido por Pixie
Corregido por Mali..♥
N
eve nunca volvió a escuchar acerca de Max, lo cual fue un gran
alivio. Significaba que ella podía dejar todo el desafortunado
incidente atrás y seguir adelante. Al menos, había aprendido de
la experiencia —y lo que había aprendido era que no estaba lista
para interactuar con el sexo opuesto. No emocionalmente. No mentalmente. Y
ciertamente, no físicamente.
Al menos podía hacer algo respecto a la última. Después de todo, tenía
un historial comprobado a la hora de perder peso, como era el segundo
sábado de febrero, y el momento de su evaluación física mensual con su
entrenador, Gustav, Neve esperaba algunas buenas noticias. Era el único
momento que Neve tenía permitido subirse a una balanza. Gustav era
enfáticamente anti-balanzas y muy pro-cinta de medir.
—Has perdido otro centímetro de tu… —Hizo un gesto en su pecho. Neve
no sabía si era porque Gustav era austríaco o gay pero nunca le gustaba decir
la palabra con s —senos— sino que en cambio, prefería hacer gestos con sus
manos.
—¿Se han ido abajo? ¿Otra vez? —Neve miró hacia su pecho
consternada.
—Casi un centímetro y medio de tu cintura superior, nada de tu cintura
baja, sin cambios en tu cadera. Quizás medio centímetro de tu muslo izquierdo,
nada del derecho.
Había habido una breve, dichosa ventana en el tiempo, cuando Neve
creyó que terminaría con una clásica figura de reloj de arena, pero esos
momentos no perduraron y ahora ella tenía definitivamente una forma de pera.
—¿Pero cuando la grasa va a pasar de la cintura para abajo? —
preguntó, desesperada, agarrando un muslo para que Gustav pudiera verlo
58
de los últimos dos años y medio, él ha sido imposiblemente amable con Neve,
de una manera inflexible, “amor duro”, y ella se había encariñado
Página
increíblemente. Incluso ahora, cuando sus ojos centelleaban y sus delgados
labios se habían afinado tanto que habían dejado de existir.
—Dije bien al comienzo de esto que no iba a haber peso sin supervisión —
dijo—. Lo prometiste.
—Sé que lo hice y lo siento, pero a veces necesito números.
—Solo las mediciones cuentan —le recordó Gustav, su voz era gentil
ahora que Neve estaba debidamente arrepentida—. Sabes que cuando
rompes una promesa conmigo, rompes una promesa contigo misma. Te dije
que los últimos veintidós kilos serían los más difíciles de perder.
—No pensé que sería tan difícil.
—Tu metabolismo es muy impredecible —olfateó Gustav—. Cambiaremos
un poco las cosas. —La miró pensativo—. Tal vez deberías tomar un descanso
de los ejercicios por una semana para que puedas reiniciar tu sistema.
—¡No puedo hacer eso! —Neve lo miró con horror—. Engordaré como un
globo de un día para otro y de todas maneras, estoy acostumbrada a gastar
cierta cantidad de energía cada día y no seré capaz de dormir. —Podía sentir
sus cejas juntarse mientras le daba a Gustav una mirada suplicante—. Cualquier
cosa menos un descanso del gimnasio.
Gustav se derrumbó inmediatamente, de la manera en que siempre lo
hacía cuando Neve mostraba un compromiso hacia su estado físico y su
régimen de entrenamiento más allá de sus expectativas. —Has recorrido un
largo camino —murmuró, su voz entrecortada se suavizó, era una señal de que
se sintió conmovido—. Estoy tan orgulloso de ti. Es por eso que te tengo esto.
Se acercó a la gaveta de su escritorio, y el espíritu de Neve, que se había
hundido ante la perspectiva de recortar el gimnasio, se elevó. Tal vez Gustav
cedió y la dejaría tener un podómetro después de todo. Pero los podómetros
no vienen en grandes sobres rojos.
—Feliz San Valentín —dijo Gustav con una cara seria, porque él nunca
bromeaba durante las consultas personales.
Neve tomó el sobre cautelosamente.
Aunque había recibido la usual tarjeta de su madre y un texto de Celia,
había estado tratando de olvidar qué era San Valentín. Al menos tuvo la
decencia de caer un sábado este año, porque odiaba a las chicas presumidas
60
en el que se Montaba” en Dalston, así que Neve alcanzó sus llaves, que podría
usar como un arma. Entonces la figura se puso de pie y la lámpara del otro lado
Página
junto a la puerta, con sus respectivas botellas, copas y limón y, mientras Neve se
adentraba al calor del bar, sobre una alfombra con un estampado paisley que
no había sido quitada para no exponer las tablas de madera debajo de ella,
cada cabeza se giró para mirarla. Era esa clase de bar.
—¡Neevy, mi querida! —chilló Bridie, la dueña—. Mira a esta chica, está
consumiéndose.
—No realmente —dijo Neve, removiendo su gorro y ondulándose hacia
los hermanos O’Leary que estaban siempre sentados en la barra.
—No queda nada de ti —insistió Bridie—. Apenas te habría reconocido si
no te conociera mejor que a mi propia carne y sangre.
Bridie la había reconocido bien cuando Neve se tropezó con ella en
Tesco, la semana anterior, así que Neve solo sonrió vagamente y miró alrededor
buscando a Max. —Él está en “la acogedora” —dijo uno de los hermanos
O’Leary —Neve nunca estaba segura de quién era quién—. El tipo joven que
vino más temprano.
Neve sonrió. Max no sería capaz de comprar una bolsa de patatas fritas
sin una feroz interrogación y la sugerencia de que sería mucho más feliz en el
Old Dairy en la esquina, dónde tienen toda esa cerveza importada.
Abrió la congelada puerta de vidrio que llevaba hasta la sala poco
cargada que siempre olía a naftalina, y allí estaba él; sentado en uno de los
sofás de cuero picado de imitación y viéndose como si deseara tener otro lugar
donde estar.
64
Página
Traducido por ♥...Luisa...♥
Corregido por Mali..♥
T
ú eras el que quería conocer esto —dijo Neve, mientras los labios de
Max se retorcían a modo de saludo.
—Podrías haber dicho que este es tu abrevadero habitual.
—No realmente, pero este era el antiguo pub de mi abuelo, así que
medio me crie aquí —dijo Neve, mirando a su alrededor con una medio sonrisa
al recordar los almuerzos del domingo en la larga mesa en el bar principal y de
pie sobre los pies de su abuelo Fred, mientras él bailaba alrededor, con los
viejos discos de Frank Sinatra de la abuela—. Se siente como en casa.
—Mientras yo sea la dueña, esta será siempre tu casa —dijo Bridie, de
forma afanada—. Dame tu abrigo, amor, y dime lo que quieres para beber.
—¿Puedo tomar una taza de té? —pidió Neve mientras le entregaba su
abrigo a Bridie.
—Puedo hacerte un plato de bocadillos o, ¿Qué tal un tazón de sopa
buena? Tengo un poco de Oxtail16 casero arriba.
—Sólo té está bien, gracias —dijo Neve, sentándose en el sofá que estaba
dispuesto en ángulo recto al de Max. Bridie le lanzó a Max una mirada que
hervía de sospecha.
—¿Y tu novio va a querer algo más?
Max parecía bastante inofensivo en pantalones vaqueros y un suéter a
rayas, de lana y, en realidad, no había hecho nada para merecer tal abierta
hostilidad, sino sólo tener un pene y conocer a Neve por su nombre era crimen
suficiente.
—Él no es mi novio —dijo Neve, suavemente, con una sonrisa de disculpa
en dirección a Max, lo que le consiguió una ceja levantada a cambio—. Este es
Max. Trabaja con Celia.
65
Página
mantequilla...
Página
sábanas —dijo Max en esa forma lenta y divertida que le debería dejar todos los
Página
18 162 kg aproximadamente.
oferta, la cámara había captado realmente la gloria de sus múltiples barbillas. El
resto de ella no estaba muy bien; una montaña vestida de negro, de carne
amorfa, con una cara redonda, pálida, encaramada inestable en la parte
superior de la misma.
Neve no tuvo que mirar la imagen en la mesa, porque la había visto por lo
menos cinco veces al día, cuando estaba haciendo la leche desnatada o
sacando las hojas verdes y esas cosas de la nevera. Tal vez fue la familiaridad
que había disminuido el valor de choque, pero en estos días era como mirar a
una chica que solía conocer, en lugar de la chica que solía ser.
—Soy yo —dijo simplemente, porque estaba acostumbrada a la
incredulidad de la gente cuando veían esa imagen. Incluso Celia, que había
tomado la maldita cosa—. No eras tan grande —ella siempre insistía—. Es sólo
un mal ángulo.
—Ahora que lo has visto, ¿Entiendes por qué soy como soy? —le preguntó
en voz baja Neve.
—Wow —dijo Max. Miró a Neve sentada allí, a pesar de que su túnica gris,
era tan voluminosa como una sixeen podría llegar a ser, no había ninguna duda
de su cuerpo entallado—. Eres la mitad de la mujer que solías ser, literalmente.
—Neve nunca se cansaría de la mirada que Max le estaba dando, la mirada
que ella había recibido de tantas otras personas que no la habían visto desde
su transformación. Era una mirada de estupefacción tonta, por lo general
seguido por un rápido “¡No me jodas!”
—Más de la mitad —dijo con un poco de aire de suficiencia, pero había
ganado el derecho a ser presumida—. He perdido a dos Kylie Minogue enteras.
—Luego su expresión se volvió seria—. Así que ya ves, por eso nunca he tenido
un novio o he estado en una relación. —Max empujó la foto lejos como si no
pudiera soportar verla por más tiempo.
—Pero un montón de go… personas más grandes, tienen relaciones.
—Puedes decir la palabra con G, no me molesta —le dijo Neve,
encrespando las piernas debajo de ella porque ahora podía hacer eso. Y
cruzarlas también, si quería—. Sé que hay mucha gente gorda con relaciones
felices y saludables, pero no era una de ellos. Quiero decir, yo tenía amigos,
pero me sentía muy mal por la forma en que me veía así que comía para
animarme y eso me hizo más grande, lo que me hizo más miserable. No estaba
exactamente en el estado de ánimo adecuado para ponerme allí para tratar
71
—Pero este tipo, William, ¿No te odiaba? —Neve negó con la cabeza.
—No, no me odiaba. No, en absoluto. —Max apoyó los codos sobre sus
rodillas y se quedó mirando serenamente a Neve.
—¿Y él siente lo mismo por ti? —Su mirada sin pestañear, era como suero
de la verdad.
—Bueno, creo que sí. —Enderezó los hombros, obligándose a mirar Max
directamente a los ojos—. El corazón sabe, ¿No es lo que dicen?
—Si él te ama, entonces no debería importar tu tamaño o la experiencia
que puedas o no tener —dijo Max en voz baja—. No, si realmente te ama.
—No es sólo eso. —Neve cerró los ojos un momento—. Él me preguntará si
he estado saliendo con alguien y yo tendría que decirle que no, y sabrá que no
estaba involucrada con nadie cuando estaba en Oxford, y esa noche tuvimos...
si estuviera así con William, lo arruinaría todo y me querría morir —Sonaba tan
tonto y melodramático cuando lo dijo en voz alta, pero Max solo asintió con la
cabeza.
—Mira, tendrías que haberme dicho que era tu primera vez —comentó
alegremente—. Podríamos haberlo tomado más lento, mucho más lento. Te
garantizo que habrías tenido un buen momento.
—Oh, Dios mío —dijo Neve débilmente, porque el sexo no era algo que se
discute en un tono jovial o en un lugar público o con alguien que no era Celia y,
aun así, estaba bajo presión extrema.
—No, en serio —insistió Max, la duda mortificada de Neve pasó a la
incredulidad—. No hay punto en ser modesto al respecto, yo soy muy bueno en
el sexo. Fantástico en el juego previo, nunca tienen que pedirme que me
ponga bajo una chica… de hecho, me encanta, sobre todo cuando…
—Por favor, por el amor de Dios, detente —rogó Neve—. Deja de hablar
de ello.
—De verdad estás muy reprimida. Ni siquiera lo puedes decir, ¿Verdad?
—Max frunció el ceño—. Mira, esa noche, dijiste que le habías enseñado todo lo
que ella sabe a Celia y créeme, ella sabe mucho, y que… —Neve llevó la mano
a su corazón, golpeando frenéticamente.
—¡Oh, dulce Jesús, te has acostado con mi hermana pequeña!
—Por supuesto que no lo he hecho —dijo Max, indignado, y Neve quería
golpearlo, porque a pesar del enorme alivio por no haber compartido la cama
72
de Celia, no había necesidad de que sonara tan ofendido. Celia era la presa—.
Nunca me acuesto con las chicas de Skirt, bueno, aparte de las internas y he
Página
percepción de Max era afilada—. Entonces, ¿Qué implica esta falsa relación?
Neve no iba a decir una palabra más sobre el tema. Realmente no lo
haría. Excepto que en su mente ya estaba yendo a ese lugar feliz, donde no
habría "largos paseos de domingo a la tarde”, aunque estuviera lloviendo,
porque es estimulante caminar bajo la lluvia con alguien más, en lugar de
hacerlo por su propia cuenta. Y luego, cuando llegara a su casa y se secara,
habría té y tostadas y una película en blanco y negro en la BBC2 con Bette
Davis en el mismo. O tal vez no lo habría, pero no importaba, porque entonces
podrían hacer juntos el crucigrama. Pero si el tiempo era seco, entonces
podrían dar una vuelta y visitar las casas del National Trust.
—Realmente tengo que conseguir unirme a la National Trust —se oyó
decir en sueños. Entonces Neve parpadeó y volvió a la tierra en la que Max la
estaba mirando como si hubiera estado hablando mandarín.
—¿En serio? —dijo—. ¿Es eso lo que sucede en las relaciones?
—Bueno, estoy segura de que sabes más acerca de las relaciones que yo
—dijo Neve, su columna un poco rígida de intentar mirar más en control. Max
hizo una mueca.
—¿Ya sabes cómo Mariah Carey no hace los escalones? —Neve negó
con la cabeza, pero Max no parecía darse cuenta—. Bueno, yo no tengo
relaciones. Así que no puedo ver el punto de estar con una mujer, y no tener
permitido tener relaciones sexuales con nadie más. Soy demasiado joven y
hermoso para ese tipo de compromiso.
—Eres absolutamente increíble —le dijo Neve, pero era imposible no
divertirse y, tal vez, envidiarlo un poco. La vida debe ser tan fácil cuando la
veías como Max—. Mira, yo no espero que lo entiendas, pero sólo quiero tener
una idea acerca de las clases de relación y ver en qué áreas tengo que
mejorar. —Eso sonaba mejor, más formal.
—Ya veo. —La cara de Max era muy seria, pero sus ojos brillaban con la
diversión—. ¿Y tienes a algunos candidatos alineados?
—Bueno, no. Estoy más, en la etapa de planificación. —Neve miró a Max
con una fija mirada severa—. Todo eso de domingo a la tarde lo voy a hacer
con William, es la carne y las patatas las cosas que tengo que practicar —como
saber qué decir y hacer cuando salgo en las citas y bueno, yo nunca he
compartido la cama con un hombre, y cómo negociar quien duerme en qué
lado y cuándo apagar la luz y quién se va a quedar con la almohada de bultos
—Neve no sabía por qué seguía hablando y hablando. Porque cuanto más
76
hablaba, y cuanto más trataba de justificar sus ideas difusas sobre las relaciones
a Max, más borrosa y fuera de su alcance se convertía.
Página
—¿Por lo tanto, puedo poner mi nombre en la lista? ¿Tienes una lista? —
preguntó Max, apartando el vaso vacío y buscando suerte en la puerta como si
esperara que Bridie fuera a materializarse con otra copa de Stella.
—¿Qué lista? ¡No tengo una lista! No me estás tomando en serio. —Neve
se dio cuenta de que su túnica gris se había arrugado y mostraba su extendidos
muslos, por lo que la ajusto—. Acabas de decir que no tienes relaciones.
—No las tengo, pero lo hiciste sonar divertido, y si no quieres tener
relaciones sexuales, entonces no te enojarás si me divierto en otro lugar —Bajó
las pestañas—. Tengo mis necesidades.
Neve no sabía por qué se había molestado en tratar de despertar
conciencia sobre los más oscuros, los lugares más secretos de su psique. De
hecho, ella ni siquiera sabía por qué había llegado a la taberna a sufrir este
abuso emocional cuando pudo haber estado en su sofá con una taza
agradable de sopa casera de verduras y la nueva edición de la London Review
de los Libros. Ella se puso de pie y sacó su mano de la dirección general de Max.
—Fue bueno verte de nuevo, pero me tengo que ir ahora.
—Oh, no seas así. —Max le tomó la mano, pero sólo pudo rozarle los
nudillos—. Tienes que realmente dejar de tomar todo tan personal. Debe ser
agotador.
—Adiós —dijo Neve, bruscamente, eliminando su mano de las garras de
Max y tomando su bolsa, abrigo, bufanda, gorro y guantes, y deseando que no
fuera invierno, ya que era imposible hacer una escapada rápida cuando tenía
tanto equipo para el frío que ponerse en primer lugar—. Dile a Bridie que ponga
tus bebidas en la ficha Slater —añadió, porque Dios no quiera que Max piense
mal de ella. O más mal de ella.
—¿Así que no te gustaría que nos reuniéramos otra vez? —Max persistía, a
pesar de que Neve no sabía por qué, porque pensaba que ella había dejado
su posición muy clara—. ¿Intercambiar historias de guerra?
—No tengo ninguna historia de guerra —dijo Neve, y en ese momento
sintió que nunca las tendría. Que cada noche la pasaría arrastrándose en su
apartamento en calcetines con la tele tan bajita que apenas podía oír, así que
al final no tendría otra opción que escapar a las páginas de los libros, donde
había otras chicas cayendo dentro y fuera del amor, pero ella no. Nunca ella.
Se quedó mirando los dedos de los pies desgastados de las botas Ugg de
imitación con una repentina derrota y cansancio.
77
Página
—Si no tienes ninguna historia de guerra, por lo menos no tienes ninguna
herida de guerra —dijo Max, en voz tan baja que Neve tuvo que esforzar sus
oídos para captar sus palabras—. Toma mi número.
Era imposible decirle a alguien en su cara que no querías volver a verlo,
porque todo lo que decías se frotaba en carne viva, como si hubieran tomado
tu alma con una gigantesca esponja de acerco. Era mucho más fácil entregar
sin fuerzas su teléfono y ver cómo Max escribía su número, a pesar de que Neve
se prometió que lo eliminaría tan pronto como llegara a su casa.
78
Página
Traducido por ♥...Luisa...♥
Corregido por Mali..♥
E
n la mañana del lunes, después de su segunda noche en vela,
meditando sobre la conversación que había tenido con Max en el
Hat and fan, Neve caminaba por sus escaleras con los pies y un
corazón pesado. Todavía estaba mentalmente regañándose por lo
mucho que había compartido, y tenía previsto pasar la mayor parte del día
tratando de ordenar sus confusos pensamientos acerca de aventuras
iluminadas con el corazón y relaciones sin compromiso. Entonces captó la vista
del sobre de correo aéreo azul que la esperaba sobre el felpudo.
Neve lo tomó con un grito emocionado, todos los pensamientos de Max
inmediatamente desterrados, sólo el hecho de que tenía cuarenta minutos
para ir en bicicleta, a Holborn para encontrase con Philip para el desayuno,
antes de detenerse en el trabajo, bajó fuertemente al último escalón y lo rasgo
hasta abrirlo. Tuvo que conformarse con acariciarlo contra su mejilla e imaginar
que podía sentir el tacto fantasma de la mano de William mientras él escribía su
nombre y dirección con su hermosa y ondulante caligrafía, hasta que vio la
sonrisa distraída en su rostro en el espejo del pasillo.
Sin embargo, era difícil concentrarse en la última tesis relacionada con la
angustia de Philip, cuando el sobre quemaba haciendo un agujero en su
cartera. Philip era un estudiante maduro, que había sido despedido de su
trabajo en derivados, divorciado y salido del closet todo en el espacio de seis
meses. Eso había sido hace cuatro años y Neve no estaba segura de que Philip
hubiese superado del todo el choque. Era un hombre de aspecto ansioso - de
unos cuarenta años —que había tenido que rebajarse de una casa de cuatro
dormitorios en Chiswick a un estudio en Ealing6 (Chiswick y Ealing, áreas
suburbanas ubicadas en el oeste de Londres), y que había abrazado la
academia junto con un librero anticuario llamado Clive, aunque ninguno de los
dos le traía mucha alegría.
—... Y ahora dice que debemos ser libres de dormir con otras personas —
79
—Por lo tanto, ¿Lo van a dejar entonces? —Como siempre, Neve resistió
la tentación de decirle a Philip que estaría mucho mejor sin Clive, quien había
intentado meter la lengua hasta la garganta de Gustav después de cinco
minutos de haber sido presentado a él en el cumpleaños bebible de Neve el
año pasado. No era sólo que Philip tuviera un gusto horrible con los hombres,
también estaba su ex-mujer, que vivía actualmente en la casa de cuatro
dormitorios en Chiswick con su novio de veintitrés años de edad, dilapidando lo
que quedaba a Philip de su paquete de liquidación. Fue muy, muy, muy malo
en la elección de sus compañeros de vida.
—No, al parecer, vamos a tener una relación abierta —exhaló Philip, con
los ojos sospechosamente enrojecidos, como si él sólo hubiera dejado de llorar
justo antes de bajar del metro en Holborn—. No puedo creer que tenga
cuarenta y cinco años y todavía tenga que pasar por toda esta tempestad e
ímpetu. No sabes la suerte que tienes de estar soltera y sin trabas. —Estar solo no
se sentía sin trabas. Se sentía muy incómodo.
—Bueno, realmente creo que estoy casi lista para empezar a salir —
aventuró Neve porque Philip era un buen candidato en el que poner a prueba
la idea. O quizá no, porque él la miraba con horror no disimulado, sus cejas
levantadas, sobresaliendo por encima de sus lentes de media luna.
—¿Lo estás? —Philip le preguntó—. ¿En serio? —Neve bebió un
apresurado trago de su leche desnatada que le escaldó la lengua, pero era
mejor que tener que defender su decisión de comenzar a salir en la cara de
Philip que mostraba cero aliento.
—Tengo que empezar tarde o temprano. No quiero terminar como
Nuestra Señora de la Santísima Hankie. —Philip se estremeció.
—Nadie quiere terminar de esa manera. Entonces, ¿Cómo vas a meter un
dedo en las agitadas aguas del romance? —Ese era el problema. Mirar con
detenimiento extraños no había funcionado demasiado bien.
—Leí una cosa, acerca de las citas rápidas en Skirt
—¡Neve! ¡No puedes! te comerán viva —exclamó Philip—. Sería como tirar
un parapléjico cristiano a los leones.
—Podrías ser un poco más de ayuda —se quejó Neve—. Te digo que
estoy a punto de empezar a salir y tengo cierta experiencia con el sexo
opuesto, ya sabes. —Lo cual era cierto, porque ahora había casi tenido
relaciones sexuales dos veces y sabía un montón de los hombres heterosexuales
como su hermano y su padre y estuvo en términos de primer nombre con Aziz
de la tienda de conveniencia durante toda la noche y Dave de la tienda de
80
21Es una marca registrada, que se hizo famosa por sus recipientes herméticos y generalmente
plásticos para atrapar las corrientes de agua que se vertían a través de mi techo con goteras
discusión feroz que teníamos alrededor de Jane Austen, en comparación con
las Brontë? Creo que fue la única vez que te he visto realmente enfadada.
“Metete con la señorita Austen y te metes conmigo”, me parece que te
recuerdo gruñendo. Siempre es soleado en California - o gran parte de la
misma. Pero no hay ríos y Neve para sentarse y hablar acerca de literatura,
filosofía o cualquier otra cosa que tiene mi imaginación.
Neve tuvo que detenerse allí para suspirar de entusiasmo. Hubo
momentos de duda, por supuesto, los hubo, cuando se preocupaba de que
estuviera delante suyo y que se estuviera construyendo una espectacular caída
cuando William regresara. Pero no podía escribir cosas como esas si él no las
sintiera también: la sensación de un tirón en el pecho, como si su corazón
estuviese en constante esfuerzo hacia la dirección de William.
El Océano Atlántico será condenado. Me recuerda a todas aquellas
largas tardes junto al río, porque mi generación actual de estudiantes
universitarios estarían demasiado presionados para nombrar siquiera una novela
cualquiera de Miss Austen o la señorita Brontë, por no hablar de
descomponerlas. Una de las chicas de mi grupo de tutoría de segundo año
interpretó a Lydia Bennet en una gran adaptación de Hollywood de Orgullo y
prejuicio ambientada en Nueva York. (De hecho, ¡Puedo escuchar tu ingesta
súbita y rápida de aire!) Ella es lo suficientemente agradable, bastante, incluso,
si te gusta ese tipo de cosas. Pero también es tan tonta como una caja de
piedras y al parecer sus apariciones frecuentes en el campus tienen más que
ver con su agente de comercialización, que de ella como una intelectual,
mientras que la universidad está contenta con la publicidad que reciben.
También tengo dos modelos en mi clase de primer año, el decano me ha
pedido que haga la vista gorda cuando necesitan prórrogas en sus cursos, ya
que están modelando bikinis o volando a Nueva York para castings. Si, Oxford
parece otra vida.
Neve alejó la carta de ella con horror. ¿Actrices de Hollywood?
¿Modelos? Ella había estado lo suficientemente preocupada de pieles doradas,
de las rubias chicas de California, ¿Pero una actriz? ¿Modelos? Se comerían a
William con una cuchara. Él tenía rasgos perfectos, patricios, como si acabara
de salir a un paseo fuera de un campo de cricket y un elegante, aire abstraído
al igual que Hugh Grant. Y William no era un monje. Bueno, él no era un
Casanova en absoluto como Max, pero había tenido un montón de novias en
Oxford. Delgadas, pequeñas malas hierbas que cultivaban una elegancia
bohemia a través de Topshop22 y leían un montón de Rilke23. Probablemente
85
Página
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Página
Traducido por Violet_7
Corregido por Mali..♥
27 Página de citas.
Página
enseñaba sus labios en lo que esperaba fuera una simpática y cálida sonrisa.
Página
A pesar de sus serias dudas, el perfil idiotizado y la foto con la táctica del
escote condujeron a treinta respuestas la mañana siguiente. Rose y Chloe
habían recortado a los no contendientes y se quedaron de pie sobre Neve
mientras enviaba mensajes azucarados a la lista corta. Ahora, era lunes a la
tarde y se estaba alistando para encontrarse con Tom, un ingeniero informático
al que le gustaban las artes marciales, el cine asiático y las novelas gráficas.
Neve también tenía una lista de sí y no, de la compañera de piso de
Chloe.
1- No des tu apellido, número telefónico o dirección electrónica. 2-deja
que Chloe sepa dónde te reunirás con él y envíale un mensaje cuando estés de
camino a casa, así ella sabrá que no has sido drogada con Roofie 30 y
secuestrada. 3- No hables de dietas, pérdida de peso o tu loco régimen de
gimnasia. 4- Has muchas preguntas e intenta parecer interesada cuando él
responda, incluso si es más aburrido que el lodo. 5- Ofrece compartir la cuenta,
pero no lo fuerces demasiado. 6- No te entregues. Un beso en la boca es
aceptable pero solo usa lengua si una segunda cita ya ha sido acordada. 7-
Comprueba todas las salidas en tu entrada, así podrás hacer una rápida
escapada mientras él está haciendo pipi. 8- Intenta divertirte un poco.
Neve pensó que nunca había estado tan aterrada mientras caminaba
lentamente por High Holborn, para encontrarse con Tom fuera de la estación
de metro. Podía sentir gotas de transpiración estallando en su frente, aunque
era el Febrero más frío en treinta años, y estaba segura de que cuando abriera
la boca, no sería capaz de hablar. Incluso respirar era un calvario.
—Es solo una cita —continuaba diciéndose a sí misma mientras
alcanzaba los semáforos frente a la estación y escaneaba la multitud en busca
de Tom. Lucía bastante lindo en su foto —un rostro juvenil sonriendo
tímidamente al mundo— y su puntuación había sido absolutamente perfecta
en los dos mensajes que le había enviado a ella/ pero Neve no podía ver a
nadie juvenil y tímido fuera de la estación, solo un flujo de pasajeros
esquivando a los desafortunados hombres blandiendo copias gratuitas del
“Evening Standard”.
De alguna manera, sus pies la llevaron al otro lado del camino para que
pudiera estar de pie fuera de la estación y observar ansiosamente al mar de
rostros.
—¿Eres tu, Neve? —dijo una voz detrás de ella, y se giró para ver a un
envejecido gótico que no era ni juvenil ni tímido, juzgando por la rápida pero
exhaustiva mirada que le dio.
90
Página
30 Roofie: droga utilizada para tener relaciones sexuales sin el consentimiento de la víctima.
Tom estaba más cerca de los cuarenta que de los treinta que afirmaba
tener, y Neve sospechaba que lo más cerca que había estado de las artes
marciales y el cine asiático era mirando películas de Kung fu.
Una vez que encontraron una mesa en la esquina en un pub que
apestaba a grasa de papas fritas, enojado él le dijo a Neve que no lucía nada
como en su foto de perfil, y mientras ella aún estaba pensando, “el muerto se
asusta del degollado 31”. Tom comenzó a hablar por horas sobre algo llamado
Linux mientras miraba fijo sus pechos hasta que se paró para ir al bar y Neve se
deslizó fuera por la puerta lateral sin dudarlo un segundo.
Mientras caminaba por Gray’s Inn Road para recoger su bicicleta, Neve
se sentía extrañamente eufórica. ¡Lo había hecho! Realmente había salido en
una cita. Su primera cita. Y sí, había sido horrible y aterradora, pero nada podía
ser tan malo como la primera incursión en lo desconocido. Ahora sabía que
esperar —lo menos posible— y quizás en la segunda o tercera cita, quizás
incluso tendría la oportunidad de hablar sobre ella misma por unos minutos.
Ahora mismo, Neve no podía esperar a llegar a casa y confesarle todo a Celia
porque estaba comenzando a entender lo que había querido decir la
compañera de piso de Chloe cuando dijo que el interrogatorio era usualmente
más divertido que la misma cita.
El martes tuvo unos tragos tempranos con un Dj, quien dejó bien claro que
Neve no tenía un ápice de genial (“¿Nunca has escuchado de David Toop?
¡Tienes que estar bromeando!”)
El miércoles a la noche fue una cita con un agente inmobiliario. Neve
había tenido serias dudas sobre eso incluso cuando Chloe había insistido que
tenían que existir simpáticos agentes inmobiliarios. Había resultado que David no
era uno de ellos. Sus manos habían rozado el bajo de los pechos de Neve
cuando galantemente la ayudo a quitarse el abrigo, y solo había tenido tiempo
de tomar un sorbo de su vino blanco antes de que él preguntara: —¿Vamos a
tener relaciones más tarde? Si no es así, entonces esto es una verdadera
pérdida de mi tiempo.
Para el jueves, Neve estaba desfalleciendo seriamente y no estaba de
humor para su cita con Adrian, pero Philip había pasado por grandes
problemas para fijarla, provocando la ira de Clive, quien pensaba que su
personal era su propiedad personal. Con cero entusiasmo, se marchó para
encontrarse con Adrian fuera de Foyles en la calle Charing Croos.
91
31En el original utiliza un refrán muy usado en inglés, que significa lo mismo que este que usamos
Página
en español. Ya que se usa cuando alguien se queja de algo de lo que también podría ser
acusado, cuando alguien es hipócrita.
Su corazón estaba en algún lugar cerca de sus rodillas, pero cuando
Neve vio a Adrian esperando por ella, con una expresión enfurruñada en su
bonito rostro, cayó en picada hasta sus tobillos.
—Soy gay —estalló, tan pronto como ella estuvo al alcance del oído.
—¡Oh! Como que ya sabía eso —dijo Neve, y cuando intentó una sonrisa
vacilante, Adrian sonrió de regreso. Era realmente muy lindo. No era tan bonito
cuando la miró apropiadamente y sus ojos se salieron de sus orbitas.
—¿Neve de Oxford? —cuestionó—. ¡Demonios! ¿Te has hecho una de
esas reducciones gástricas?
—Lo hice a la manera antigua —dijo, fallando en quitar el tono
engreído—. Dieta, ejercicio, sangre, sudor y lágrimas. Aunque es mucho camino
para recorrer.
Adrian le dio una mirada evaluadora, como si estuviera por enviarla al
mercado. —Luces fabulosa. —Se detuvo y Neve pudo verlo llegar a una
decisión—. Vamos por un trago. No te importa si vamos donde hay caramelos
para los ojos, ¿No?
Fue la mayor diversión que Neve tuvo en toda la semana. Pasaron una
hora muy agradable quejándose sobre el vil, alevoso Clive y como Adrian tuvo
que pretender ser heterosexual en el trabajo ya que era la única manera de
detener sus lascivos avances.
—Aunque sigue diciéndome que una vez que tenga un pene, nunca
volveré atrás. —Le confesó a Neve, quien chilló en horror.
Adrian incluso prometió pensar en amigos heterosexuales, solteros, para
salir con ella y la noche llego a su fin cuando el barman con el que Adrian
estuvo coqueteando toda la tarde, terminó su turno.
Y el viernes estuvo Edward, sobre el cual Neve tenía un muy buen
presentimiento. Le había enviado doce mensajes en los últimos dos días
elogiando su intelecto, el estilo de prosa y su belleza, y era un enorme alivio
mantener correspondencia con alguien que sabía cómo era el poeta
Laureado.
Edward era más bajo de lo que ella esperaba pero, a estas alturas, Neve
estaba añadiéndole cinco años a la edad de sus citas y quitándoles cinco
centímetros, y él estaba incluso más nervioso que ella, lo que era un lindo
cambio. Él estaba sudando copiosamente, una vez que estuvieron sentados en
92
Mientras el metro salía de la estación, Neve tuvo que tensar los músculos
Página
97
Página
Traducido por Violet_7
Corregido por Mali..♥
D
oce horas después, Neve estaba caminando abajo por Crouch
hill hacia Crouch End Broadway, porque Max estaba allí teniendo
un desayuno-almuerzo en el Italian Food Hall y ella tenía una
invitación abierta para unírsele, después de haberse
compadecido de su completa incapacidad para pensar en un horario, un
lugar y un día para su cita.
Estaba nerviosa, eso era un hecho, pero no estaba sufriendo un tsunami
de terror, como lo había estado antes de sus otras citas. Al menos con Max
sabía qué esperar, lo más que podía, con alguien que era tan voluble como él,
y solo era una cita. Ella era una veterana en “solo una cita” para el momento y
después de que hubiera sacado eso del camino, podría obtener algunas
aceitunas orgánicas de Waitrose y hojear los estantes de la librería Oxfam y la
papelería, Neve se dijo a si misma mientras marchaba hacia el Italian Food Hall
precisamente a las cinco con doce minutos.
Neve miró a través de la ventana, intentando ver más allá del mostrador
de delicatesen, hacia el área de jardín en la parte de atrás. El aire húmedo
había untando condensación en la ventana, haciendo difícil mirar, así que
Neve no tuvo más opción que entrar y vagar entre las mesas y cabinas hasta
que encontrara a Max —eso, si él realmente aparecía y no solo había estado
jugándole una mala broma a ella.
Hubo un momento de vacilación antes de que Neve marchara
decididamente hacia la entrada —y después se detuvo. A un lado del edificio
había un área de descanso toldada completamente desierta aparte de una
solitaria figura, quien levantó la mirada de su periódico y la saludó con la mano.
Neve saludó de regreso y ahora estaba comprometida a ajustarse por el
estrecho pasillo entre las mesas vacías, mientras Max se ponía de pie para
poder inclinarse y besarla en la mejilla, cuando Neve alcanzó su lado. Neve
golpeó su nariz contra la barbilla de Max, cuando intentó devolverle el favor,
98
mientras Max estaba apuntando a su otra mejilla. Siempre olvidaba que Celia y
sus amigos hacían el doble beso y ahora ella estaba nerviosa, mientras se
Página
ambas están allí, la misma Sophie Dahl. Me retó a robar la sal y la pimienta, pero
esa no fue la mejor cosa que paso este fin de semana,
Sonaba bastante espectacular para Neve, quien tenía mucho tiempo
para Sophie Dahl y su lucha con su peso, aunque estaba sorprendida de que
alentara a Max a cometer actos de hurto menor. —¿No lo fue?
—Ni siquiera cerca —dijo Max, descansando sus codos en la mesa y
dándole una rápida y perversa sonrisa—. Mi publicista me compró un Mini
Couper, aunque Mandy envió el de ella de regreso, porque quería que lo
pintaran de rosado y le pusieran un techo corredizo.
—¿Eso sería un auto? —aclaró Neve, porque quería asegurarse de que no
era más jerga oscura de los medios.
—Sip. “Penalties and Prada” fue la ficción más vendida el año pasado de
Tesco y recién hemos alcanzo el cuarto de millón de copias vendidas —Sonrió
para sí mismo—. Claro, eso no incluye las ventas en el extranjero.
—¿Un cuarto de millón? —Hizo eco Neve, y si sonó espantada entonces
solo no pudo evitarlo.
—¿Por qué estás arrugando la cara como si estuvieras de pie en dirección
del viento de una tubería de aguas residuales?
—Bueno, es grandioso que tengas un auto nuevo y, bueno, al menos
quiere decir que las personas están comprando libros, supongo. —Neve se
detuvo, pero después no pudo evitar darle rienda a esas indignantes palabras
que necesitaban ser dichas en voz alta—. Sin embargo dice que todo está mal
en la industria de la publicidad, que un cuarto de millón de personas hayan
comprado y leído una novela de sexo y compras que ni siquiera fue escrita por
una de esas novias de futbolistas y, aun así, la mayoría de los títulos en la lista
del Premio Orange, que es un premio para las mujeres escritoras, no vende ni
siquiera diez mil copias. No es justo.
—Bueno, es probablemente porque son una basura y son sobre cuanto
apesta ser una mujer oprimida con un burka32 en Irán o son de esos valiosos
libros sobre una joven chica que hace las paces con su creciente sexualidad
en un pueblo rural en algún momento en el pasado cuando todo era libretas
de racionamiento y nada de televisión. —Max le criticó de regreso.
Neve se atoró con su té. Realmente se ahogó tanto con él, que tuvo que
escupir gotas de este en el mantel de papel. —¿Nómbrame tres libros que
estuvieron en la lista para el premio del año pasado? —siseó hacia él y ni
siquiera tuvo que esperar a que Max respondiera, porque sería una espera
101
Página
Burka: una prenda de vestir tradicional en la religión musulmana, que cubre el rostro de las
32
mujeres.
malditamente larga—. No puedes. Supongo que ni siquiera puedes nombrar a
la ganadora.
—Sí, bueno, ¿Has leído al menos uno de mis libros?
—Quieres decir uno de los libros de Mandy McDonald’s, ¿No es así? —
Neve lo corrigió.
—Es Mandy McIntyre, cariño, lo que sabrías si hubieras leído algo que fue
impreso en este siglo.
Neve había leído muchos libros que habían sido escritos en el siglo actual,
aunque en el momento estaba en apuros para pensar en uno solo. —Al menos
leo libros —se burló, y pensó que quizás había sido la primera vez que se había
burlado de alguien, pero, en serio, Max era la persona más desagradable que
jamás había conocido —tan pagado de sí mismo y obsesionado con lo trivial y
lo superficial.
—Es, probablemente, porque trabajas en alguna librería antigua
polvorienta, llena de lesbianas mayores con sus cardiganes abotonados hasta
sus cuellos, mientras leen novelas de Agatha Christie y miran lascivamente tu
trasero cuando te piden que alcances libros de los estantes superiores. —Max
anunció ferozmente mientras Neve goteaba té sobre el mantel otra vez.
—Es un archivo literario y no hay nada malo con usar cárdigan —lo gritó,
aunque no era ni el lugar ni el momento, pero Neve nunca se sentía vestida
adecuadamente sin un cárdigan, y sí, usualmente, lo abotonaba todo porque
tendía a sentir frío—. Y no hay nada malo en ser lesbiana, a menos que seas un
completo homofóbico.
—¿Cómo te atreves? —jadeó Max. Ciertamente lucia enojado, aunque
sonó como si estuviera aumentando gradualmente la indignación para el
efecto cómico—. No soy homofóbico. Casi todos mis amigos hombres son gay y
amo a Lady Gaga.
Neve resopló en burla y se hubiera puesto de pie allí mismo, saliendo
enfadada hacia Waitrose, y quizás, incluso, jurando bajo su respiración, pero la
camarera estaba de regreso con una bandeja cargada.
Fue recompensada con una sonrisa devastadora de Max, que la hizo
batir sus pestañas y empujar sus senos en su rostro mientras colocaba el
desayuno inglés completo, una canasta de pasteles y una cafetera frente a él.
102
—¿Los tiene? —Neve arriesgó otra mirada a Keith, quien aún estaba
haciendo la cosa de no veo nada.
—Bueno, él era un perro callejero… —Max se detuvo—. ¿Estás segura de
que quieres escuchar esto?
—Claro que sí. Siempre quise un perrito cuando era pequeña, pero Celia
tenía asma, así que tenía un pez dorado. Los peces dorados son mascotas muy
aburridas —añadió Neve, mientras pensaba en todos los peces que tuvo y las
muchas veces que había descendido las escaleras en la mañana para
encontrar sus hinchados, cuerpos con vientres blancos flotando en la parte
superior del agua.
—Yo no tuve ninguna mascota —dijo Max—. Aunque una vez robé el
conejillo de indias de mi amigo y lo lleve a casa, lo que no salió bien con mi
mama. Pensó que teníamos ratas.
Neve sonrió y Max sonrió de regreso y fue un alivio no estar provocándose
uno al otro, Neve dejo de juguetear con la azucarera o de pretender de leer el
menú o incluso calcular cuánto tiempo pasaría antes de poder marcharse.
—Entonces, me ibas a decir de las raíces de los problemas de abandono
de Keith —puntualizó Neve—. ¿No crees que se pondrá paranoico si hablamos
de él?
—Paranoia está muy abajo en la lista de desórdenes emocionales, creo
que estaremos bien —dijo Max con una sonrisa, recostándose en su silla—. Así
que hace un par de veranos, mi banda ancha andaba floja y tuve que
conseguir a un ingeniero…
Neve había terminado sus huevos revueltos y tostada y estaba en su
segunda taza de té para el momento en que Max había finalizado la
desgarradora historia de los primeros años de Keith. Había seguido al ingeniero
de banda ancha hacia el apartamento de Max. Max había asumido que Keith
pertenecía al ingeniero y era un poco descarado que llevara a su perro a las
llamadas domiciliarias, pero el ingeniero había encontrado a Keith en los
escalones y pensó que era el perro de Max.
—Creo que perteneció a alguien que se fue de vacaciones y no podía
permitirse llevarlo a una guardería canina, así que solo lo abandonaron y
esperaron que él estuviera ahí cuando regresaran —dijo Max, alcanzando
abajo para palmear a Keith—. Estaba un poco apaleado, como si se hubiera
involucrado en muchas peleas, y cuando lo llevé al refugio de animales,
descubrieron estas viejas costras y cicatrices como si sus dueños no lo hubieran
104
piensa que soy un experto con experiencia añadida. —Invitó a Neve con un
guiño indignante—. Al final te será imposible resistirme.
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109
Página
Página 110
Traducido por Vero
Corregido por Chio
N
eve había imaginado que las citas serían noche tras noche en el
bar, teniendo conversaciones forzadas, mientras escuchaban las
historias de otros que se encontraban atrás, pero no era así en
absoluto. O las citas con Max no eran así.
Max tenía un calendario social tan completo y variado que sus citas se
duplicaron por los eventos de trabajo que él simplemente debía atender. En el
transcurso de tres semanas, había llevado a Neve a una carrera de perros para
el lanzamiento del álbum de una banda, en la que todos tenían peinados
MopTop34 y acentos Mockney35.
Habían estado en la ostentosa primera noche de la fiesta de una
exposición fotográfica en el V&A36, con camareros que pasaban
constantemente llevando bandejas cargadas de champagne y canapés.
Habían estado en la apertura de una tienda, que había ofrecido bailarines
burlescos, un mago y una bolsa de regalos repleto de cosméticos de primera
calidad, vales de spa y un par de pijamas de cachemira, que Neve le regaló a
una agradecida Chloe. Hubo premier de películas, fiestas de cócteles y
conciertos de bandas en vivo y Neve fue a cada una acompañada de Max y
no menos de veinte de sus amigos más cercanos.
Nunca se había sentido tan sobrepasada en este nuevo y extraño
mundo de los eventos de prensa y las post-fiestas y la fiesta después de la post-
fiesta y aunque difícilmente pudiera admitírselo a sí misma, había encontrado
34 MopTop Hair: Se trata del nombre de un corte de pelo de mitad de longitud popularizado por
Los Beatles. Se trata de un corte recto con longitud hasta el cuello en la espalda y sobre los
oídos a los lados con un flequillo recto. Debido a la popularidad de Los Beatles, el corte fue
ampliamente imitado en todo el mundo entre 1964 y 1966.
35 Mockney: (un acrónimo de "simulacro" y "Cockney") es un acento afectado y la forma de
111
expresión en la imitación de cockney, o de la clase obrera de Londres, o una persona con tal
acento. Un estereotipo mockney proviene de una familia de clase media o media-alta en los
condados de Inicio de Inglaterra
Página
36 Se refiere al museo Victoria and Albert. Es el museo más grande del mundo dedicado al arte y
38The Mill on the Floss (1997) (miniserie de TV) Adaptación de la BBC del cuento clásico de
George Eliot de amor, el rechazo y la reconciliación en la que Maggie Tulliver es un espíritu libre
Página
poco común en la sociedad victoriana que tiene que buscar fuera el amor de su propia familia
para encontrar el compañerismo y la vida que anhela.
La mujer se humedeció los labios y miró de manera significativa a Max. —
Estaría muy agradecida.
—Ah, eso es lo que todas dicen. —Max tiró suavemente de un mechón
del cabello de Neve—. ¿Qué piensas tú?
Neve miró dudosamente a Max, ¿Qué sabía ella acerca de sus criterios
para elegir celebridades para las sesiones fotográficas de Skirt? Especialmente
actrices que no pensaban que hubiera algo moralmente incorrecto en ir tras un
hombre que estaba abrazando a otra mujer. —Me gustaste en The Mill on the
Floss —dijo diplomáticamente—, pero no entiendo todo este asunto de las
aplicaciones electrónicas, cómo funcionan y cómo van a ponerlo en práctica
en un iPhone.
—¿No tienes un iPhone? —susurró la actriz, con los ojos abiertos en
consternación—. Oh Dios mío. Espera aquí.
—¿Voy a ser expulsada por no tener un iPhone? —le preguntó Neve a
Max, que miró hacia el techo y suspiró porque sabía que no estaba
bromeando.
Pero la actriz regresó en dos minutos con un publicista que le regaló a
Neve una caja dorada con una gran ceremonia, y cuando ella miró dentro,
había un negro y brillante iPhone. —Con la aplicación ya preinstalada en él.
Neve apenas había balbuceado su agradecimiento antes de que la
actriz se girara a Max. —¿Entonces?
Max la hizo esperar por unos veinte segundos. —Bien, supongo que veré lo
que puedo hacer.
Fue entonces cuando Neve entendió que su encanto y sus conexiones
eran moneda corriente para Max —él no podía tener uno sin el otro. Luego
tuvo otra revelación sorprendente: Max era su moneda corriente. No importaba
que sus trajes de fiesta consistieran en una variedad de vestidos negros, sin
forma, que eran sólo un poco demasiado grandes para ella, pero no tan
grandes para que Neve sintiera que se mereciera comprar algo de ropa, o que
tuviera una falta completa de capacidad de conversación. Tenía a Max.
Después de eso, Neve dejó de estar aterrada y comenzó a divertirse. Era
como encontrarse en medio de una novela de Evelyn Waugh39, pero situada en
el Londres del siglo XXI, donde toda la crema y la nata habrían difundido que
114
39 Arthur Evelyn St. John Waugh escritor inglés reconocido por su novela Retorno a Brideshead,
que fue llevada a la televisión como serie, con gran éxito. Fue autor de relatos cortos, biografías,
Página
libros de viajes y especialmente novelas, caracterizadas en una primera etapa por su humor e
ironía, y más tarde por sus referencias, también irónicas a la alta sociedad de su tiempo.
Neve era un encanto y su nueva mejor amiga solo por conseguirle a alguien
tapones o dejar que uno de los compañeros de Max tuviera el último de los
condones de la bolsa de regalos, porque, ciertamente, ella no iba a
necesitarlos. Y todos regresaban de sus frecuentes viajes al baño con una dura
y brillante mirada en sus ojos y charlaban más fuertes y más animados. Al
principio, Neve pensó que las constantes idas al baño eran por todas las
bebidas gratis que consumían, hasta que ella esperaba en la fila del baño de
chicas con una de sus nuevas mejores amigas que le preguntó si quería una
línea para drogarse.
—¿Una línea de qué? —Neve preguntó sin pensar, porque tenía tan poca
experiencia en este campo que nunca había esperado conocer a alguien que
se relacionara con las drogas, y mucho menos que se las ofreciera.
—Mierda, lo siento—dijo la chica—. Max dijo algo sobre que estuviste en
rehabilitación por años. Dios, eso debe apestar.
—Fue muy pesado —acordó Neve y no podía ni siquiera evocar la más
pequeña ráfaga de indignación por la manera en que Max había explicado sus
hábitos abstemios sin que éstos avergonzaran a cualquiera de ellos.
Los amigos de Max pensaban que tenía un pasado interesante y Max no
sufrió la ignominia de tener una novia que solo bebía una copa de vino blanco
antes de cambiarlo por una limonada. Era ganar/ganar.
Sobre la medianoche, Neve siempre se marchaba y Max siempre se
ofrecía a pagar un taxi, antes de caminar con ella a la estación del metro. —
¿Todavía estás divirtiéndote? —preguntó.
Neve alabaría la bolsa de obsequios o los canapés o al actor con el que
había hablado quien había hecho una temporada con la Royal Shakespeare
Company40 y Max negaría con la cabeza y suspiraría.
—Si piensas que eso es divertido, entonces no te estás divirtiendo todavía
—dijo antes de continuar con la siguiente pregunta—. Pero ahora tienes que
admitir que soy la persona más encantadora y simpática que hayas conocido
¿Lo soy, cierto?
—Estoy comenzando a creerlo —diría Neve, lo que era cierto hasta que él
abría su boca y las típicas insinuaciones zalameras salieran.
En las últimas tres semanas, ella lo había visto más de diez veces y no lo
115
conocía mucho más que cuando empezaron a salir. No sabía dónde creció
(aunque tenía un ligero acento del Norte) o qué lo asustaba. No sabía dónde se
Página
40 La Royal Shakespeare Company (RSC) es una de las más ilustres compañías de teatro
británicas.
quedaba en Europa o sus pensamientos sobre el Fair Trade41. Todo lo que ella
conocía de Max era casi nada.
—Te ves preciosa, estamos en la lista cariño, Querida, Encanto, Vayamos
a la Post-Fiesta y por supuesto, ¿Todavía te estás divirtiendo? —Eso no era
suficiente para forjar una amistad, mucho menos una relación a largo plazo.
Pero Neve difícilmente podría decirle eso a Max.
Entonces él suspiraría otra vez, luego le habría dado un beso rápido en la
comisura de los labios, diciendo que escribiría “los detalles de nuestra
divertidísima próxima cita” y regresaría a la fiesta para encontrar una chica con
quien pasar el resto de la noche.
Neve se preguntaba a menudo qué pasaría si de repente declarara que
se había divertido con una D mayúscula y que Max era su nuevo mejor amigo.
Decidió que su relación panqueque podría llegar a su final rápidamente,
porque ya no sería un reto, o bien, que Max pasaría a la siguiente fase de su
plan, el cual consistía en Neve rogándole que la tomara, porque estaba
desesperada por conocer la sensación de su cuerpo caliente, apretado contra
su piel desnuda. Lo que nunca, jamás, iba a suceder.
Considerándolo todo, salir con Max iba mejor de lo que Neve había
esperado hasta la noche que peleó con Celia. Era jueves por la noche y habían
asistido al lanzamiento de una campaña publicitaria de... bueno, no estaba
segura, pero entendió que era algo relacionado con una línea de ropa de la
calle principal y algunos nuevos diseñadores en ascenso. Ella estaba sentada
en otra área VIP, sobre otro sofá de terciopelo rojo.
Max había desaparecido, momentáneamente, para descubrir por qué las
bebidas gratis no estaban fluyendo como agua del grifo y Neve había
encontrado en realidad alguien interesante con quien hablar —un hombre de
mediana edad— que edita la sección de estilo de vida de un periódico del
domingo y había conocido a Max desde que tenía dieciséis años, cuando
había venido a Londres desde Manchester por una experiencia de dos
semanas de trabajo en una revista para adolescentes.
Jeremy había sido el editor de la revista para adolescentes y no había
pensado mucho de Max cuando llegó recién salido del tren y lleno
de entusiasmo juvenil. —Se puso en el camino de todo el mundo —recordó—. Y
116
41 Fair Trade (Comercio Justo) es una forma alternativa de comercio promovida por varias
organizaciones no gubernamentales, por la Organización de las Naciones Unidas y por
Página
víctimas inconscientes o incapacitados, que son normalmente utilizados por los varones de las
fraternidades de la universidad para violaciones.
—No hagas eso —dijo, luchando en vano para liberarse—. Sabes que
soy cosquillosa.
Max le tendió la otra mano a Neve.
—Vamos, Neve. A mi representante le encantará que tenga una
hermana Slater en cada brazo.
Neve no tuvo más remedio que convertirse en la otra rebanada de pan
en un sándwich de Max. Sonrió débilmente a Celia, que se aprovechó del
hecho de que Max estaba siendo recibido por alguien del otro lado de la
habitación y siseó a Neve: —Tú y yo no hemos terminado de hablar de esto.
120
Página
Traducido por Mery St. Clair & Pixie
Corregido por Chio
C
elia seguía molesta dos días después.
—No puedo creer que vayas a salir un sábado por la noche —
gimió en posición fetal sobre la cama de Neve. No solo estaba
de mal humor por sus cólicos menstruales, también se quejaba
por perder a Yuri, quien había decidido salir con el diseñador grafico con quien
dormía desde los últimos cinco sabados consecutivos—. Todo el mundo tiene
algo que hacer esta noche, menos yo.
—Tienes algo que hacer —señaló Neve mientras colocaba rímel en sus
pestañas—. Dijiste que ibas a una reunión en Soho, luego Grace te llevaría a un
bar karaoke y aunque tuvieras cólicos después de eso, te irás a otra fiesta.
Celia fulminó la espalda de Neve. —Quise decir que todo el mundo
saldría con sus novios, excepto yo. ¡Incluso tu!
—Sabes que estarás bien una vez que te reúnas con tus amigos y tengas
un par de copas en el cuerpo —murmuró Neve, mientras hábilmente recogía su
cabello en un moño y comenzaba a colocar las horquillas.
—Deja algunos mechones sueltos, así no te verás tan virginal —ordenó
Celia desde su posición fetal—. A menos que tengas algo que decirme.
—Si estuviera haciendo algo con Max, lo cual no lo hago y nunca pasará,
incluso si ocurriera, entonces serías la última persona a la que se lo diría. En
realidad, serías la cuarta última. —modificó Neve.
—¿Después de mamá, papá y Douglas? ¡Muchas gracias! —Celia le dio a
Neve una mirada seria—. Estás haciendo algo con él, lo sé. Estás usando una
falda hasta la rodilla. No debajo de la rodilla, pero justo en la rodilla, y puedo
ver un poco de escote. Conozco las señales.
Neve se regresó hacia el espejo para una última mirada crítica. Se veía
121
tan estúpidamente aburrida con un vestido negro y sin forma que decidió
expandir sus gustos y usar una falda floja con bordados de flores en el dobladillo
Página
—Inténtalo.
Página
fuerte abrazo. —Es imposible estar enojada contigo si me dices estás cosas —se
quejó—. De acuerdo, tienes mi bendición para seguir adelante con este
estúpido acuerdo con Max.
Página
—Gracias —dijo Neve—. Realmente no durará mucho, porque esto de
salir a fiestas es un trabajo muy duro y no he tenido tiempo de leer un libro en las
últimas semanas. William y yo estábamos hablando de que nunca hemos leído
Tristram Shandy44 y acordamos leer dos capítulos por día, luego comparar
opiniones por correo electrónico y él lleva bastantes capítulos más que yo.
Celia le dio a la mano de Neve un pequeño apretón. —Si eso es todo lo
que tú y William pueden hacer, entonces Max parece tener mucho más
material para novio. ¡Por lo menos él sabe cómo hacerte pasar un buen rato!
—Hay tantas cosas malas en esa declaración que no sé ni por dónde
comenzar —dijo Neve resoplando.
Habían llegado a la estación por ahora y Neve miró hacia el reloj y vio a
Celia buscando su tarjeta de metro en sus bolsillos y dentro de los
compartimentos de su bolsa hasta que levantó su mano con un aire de triunfo.
—Será mejor que me vaya —dijo—. ¿A qué hora te encontrarás con Max?
—A las cinco y media —dijo Neve, mirando el reloj—. Pero siempre se
retrasa diez minutos.
—¿Y no tienes ninguna queja con eso? —preguntó Celia con sorna.
—Entiendo que debe haber cierto grado de compromiso envuelto en una
relación. Creo que no voy a quejarme por pequeñas cosas, como llegar tarde
unos minutos, así él no puede objetar esta noche cuando me tome media hora
en elegir que cenaré, luego deberé regresar lo que pedí porque está cubierto
de crema y mantequilla —Neve pellizcó el brazo de Celia, quien se quejó
fuertemente y le regresó el gesto, aunque estaba usando una chaqueta de piel
y no pudo haber sentido nada—. ¡No te rías!
—Eres tan adorable —susurró Celia, alejándose de la mano de Neve, la
cual estaba a punto de sufrir otro ataque—. Me voy. Ahora, ¡Cuídate y no
hagas nada que yo no haría!
Neve trató de no mostrar emoción en su rostro, eso hizo reír más a Celia
mientras se acercaba a la entrada de la estación, deteniéndose para mirar a
Neve una vez más y después desaparecer.
124
44 La vida y las opiniones del caballero Tristram Shandy (1759–1767) (título original en inglés: The
Life and Opinions of Tristram Shandy, Gentleman), usualmente abreviada como Tristram Shandy,
es la más singular y célebre de las obras del escritor inglés Laurence Sterne. Ha venido a
Página
considerarse como una de las mejores novelas cómicas en lengua inglesa, y como una
predecesora, en tanto que en estilo, de muchas novelas modernas.
Eran las cinco cuarenta y justo a tiempo, vio a Max apresurándose debajo
del puente. Neve descruzó sus brazos para así no parecer impaciente mientras
Max la reconocía y comenzaba a correr hacia ella.
—Hola, preciosa —jadeó Max, cuando llegó al lado de Neve. La besó en
la mejilla, luego en la otra, su frío rostro contra el suyo—. Siento llegar tarde. Lo
juro, creo que el tiempo se acelera en el segundo que salgo del departamento.
—Justamente Celia se acaba de ir —dijo Neve, bajando la mirada
porque los primeros cinco minutos todavía se sentía incómoda y le tomaba
tiempo relajarse. Cuando Max llegaba, Neve volvía a ser golpeada por su
atractivo. Luego de relajarse, estando cerca de él, trataba de ahogar la voz en
su cabeza que quería saber qué diablos hacía él con ella.
Una vez que recobró la compostura como para mirarlo, Neve notó que
Max llevaba vaqueros y un abrigo de cuello alto que parecía demasiado viejo,
aunque Neve sabía que cuando se lo quitara tendría una etiqueta cosida de
Marc Jacobs o Prada. Él también la miraba de arriba abajo, una leve sonrisa se
formó en su rostro. Luego, la tomó del brazo y comenzó a arrastrarla en
dirección de la entrada de la estación.
Neve no se movió. —¿Dónde crees que vamos?
—Dijiste que ibas a llevarme a los bolos —dijo Max, envolviendo sus dedos
alrededor de la muñeca de Neve para tirar de ella suavemente—. Tenemos
que tomar el metro.
Después de lo que había ocurrido con el drama de la noche del jueves,
Neve pensó que Max había cancelado sus citas. No había tenido mucho que
preocuparse por vestir de acuerdo al lugar o la hora.
Así que cuando Max reveló que no tenía ningún evento social en su
agenda para el sábado, Neve se hizo cargo. A pesar de que sugirió que
tuvieran una noche libre para así poder leer Tristram Shandy, Max pareció
horrorizado. —No me he quedado en casa un sábado por la noche desde que
tengo doce y no voy a comenzar ahora —dijo aterrorizado, aún más
horrorizado de lo que Celia estuvo y por una vez su desconcierto fue cómico—.
Llamaré a un par de personas. Tiene que haber una fiesta en algún lugar.
—Vayamos a los bolos en la tarde y luego vamos a cenar —dijo Neve
firmemente, porque ambas actividades eran razonablemente baratas y ella no
tenía paga por otra semana. En ese momento, se sorprendió de que Max
125
45Didsbury es un suburbio en Manchester, Inglaterra, Reino Unido, con una población de 14292.
La RSPB fue fundado aquí en 1889. Es considerado como una de los lugares más prósperos de
Mánchester. De allí surgieron varios miembros de la banda post-punk The Durutti Column, los
Página
guitarristas Vini Reilly y Dave Rowbotham, y los bateristas Bruce Mitchell y Chris Joyce, quien
también formó parte de Simply Red.
Sí, estaba preocupada de cómo se vería su trasero mientras corría, pero
Max estaba mucho más preocupado por alcanzar su ritmo que cuán grande se
veía su trasero o como esos zapatos hacían que sus piernas se vieran más cortas
y rechonchas de lo normal.
—¿No podemos conseguir que nos traigan unas bolas mejores? —
preguntó él lastimeramente, mientras su bola se desviaba por completo—.
Como la de ellos —señaló hacia el carril vecino.
—Tienen bolas más livianas porque son niños —Señaló Neve y Max hizo un
mohín, quizás si tuvieran un tipo diferente de relación, ella se hubiera acercado
y besado su rostro.
En su lugar, Neve deliberadamente lanzó perfectamente dos bolas hacia
los bolos, porque su lado competitivo en su naturaleza era otro compromiso que
no estaba dispuesta a detener. Ganó sus dos juegos con facilidad, a pesar de
que Max hizo una chuza al final, pero en el carril de un grupo de adolescentes
de al lado. Sencillamente no pudo resistir provocarlos.
—Bueno, realmente apesto en esto —anunció, cuando estaban fuera—.
Pero tú… tienes buenos movimientos.
—Si te hace sentir mejor, me rompí tres uñas —dijo Neve, levantando una
mano enguantada.
—Podría besarlas si quieres. —Max arrastró las palabras y eso era un
recordatorio sobresaliente de que esta noche eran sólo ellos y no sabía muy
bien cómo manejar su coqueteo cuando no tenían por lo menos diez de sus
amigos de chaperones.
—Quizás más tarde. Si te portas bien —añadió, en lo que esperaba fuera
una manera coqueta, pero sonó demasiado forzado para su gusto—. Muy, pero
muy bien.
—¿Y si me porto mal? —Max continuó y cuando Neve lo miró de reojo,
ella supo que él se estaba burlando.
—No habrá postre para ti, entonces. —Tiró de la manga de Max, ya que
iban a cruzar la calle—. Lo cual sería una lástima, porque al lugar donde te voy
a llevar hacen un gran tiramisú.
—¿No vamos a un gastropub46, entonces?
127
46Un gastropub es un concepto Británico referido a un public house ("pub") que se especializa
Página
47Juego de palabras, “Stuffa” es un tipo de restaurant italiano, pero “ to Stuff” se puede traducir
Página
pasado, y hubo un malentendido con el pastel, así que le pedí a los meseros
que improvisaran.
Max estaba sirviéndoles a ambos una copa de vino y Neve se detuvo
para decirle que parara ya que bien podría devorarse algunos paquetes de
azúcar. Entonces lo pensó mejor, arrebató la copa que él estaba sosteniéndole
y bebió unos tragos fortificantes. —Debes saber que Marco tenía la noche libre,
ese es un hecho muy importante —dijo, retomando el hilo nuevamente—. Así
que, habíamos terminado el plato principal y di la señal, entonces todas las
luces se apagaron y todas las meseras vinieron a nuestra mesa, cantando “Feliz
Cumpleaños” y sosteniendo algo detrás del menú.
—¿Y habían puesto una vela en una porción de tiramisú? —Max
interrumpió—. Siempre hacen eso en este tipo de lugares.
Neve lo miró en silencio. —Ni cerca. Quitaron el menú y allí en el plato
había dos profiteroles y una banana con una frutilla colocada en la punta en
forma de…—Bajó su voz—. ¡Tenía forma de verga!
Max acababa de tomar un sorbo de vino, que procedió a escupir en su
camisa—. ¿Acabas de decir lo que creo que acabas de decir?
—Dije verga —repitió Neve; las risotadas volvieron para otra ronda—. Y
todas las meseras cantaron “¡Muerde! ¡Muerde! ¡Muerde!” hasta que Celia se
agachó y mordió la frutilla de la banana.
—¿Estaba avergonzada?
—¡Si, claro! ¡Le encantó absolutamente! Yo estaba avergonzada; todas
sus amigas pensaron que había sido mi idea. —Neve sonrió, mientras recordaba
la mirada de horrorizado deleite en el rostro de Celia cuando su postre de
cumpleaños había sido revelado, luego miró a Max que estaba secándose la
mancha de vino en su camisa con una servilleta y comenzó a reír
nuevamente—. Espero que el cambio de tema fuera satisfactorio.
—Mi parte favorita fue cuando dijiste “verga” —Max sonrió—. Nunca
pensé que escucharía esa palabra de tus labios.
—Digo todo tipo de cosas groseras una vez que llegas a conocerme —
dijo Neve, dado que realmente no era así de estirada—. Pero no me gusta decir
muchas palabrotas porque pienso que muestra una falta de imaginación. Solo
espera hasta que me escuches decir la palabra con j. Volará tu cabeza.
—No seré capaz de dormir esta noche porque estaré muy ocupado
imaginando todas las variadas razones de por qué podría escucharte decir
131
Neve, dado que Max iba a marcharse y ella ya estaba temblando de frío sin su
cálido cuerpo junto al suyo.
—¿Quieres entrar por un café? —preguntó—. Y cuando digo café,
quiero decir solo café.
Esta vez fue Max quien dudo. —Realmente debería ir a casa por Keith —
dijo eventualmente—. Necesita su último paseo.
Neve estaba instantáneamente suspicaz. El pobre Keith parecía
manejarlo bastante bien cuando Max salía hasta tarde en su búsqueda de
compañía femenina. —¿Si te hubiera invitado a entrar por “café” —hizo
comillas en el aire alrededor de la palabra—, tu respuesta aún sería no?
—¡Ouch! Estás llena de sorpresas esta noche, ¿No es así, corazón? —dijo
Max, sus ojos relucientes en el brillo de la luz de la calle. La sujetó de la barbilla,
para poder darle un ligero beso en su boca.
Neve estaba esperando su obligado contractualmente, superficial beso,
pero Max rozó sus labios con delicados y ligeros besos mariposa que se sintieron
como un acto cálido. Luego se desaceleró, la beso más tiempo, la besó un
poquito más profundo —y justo cuando Neve se inclinó hacia adelante para
capturar su boca, porque cómo podría no hacerlo, él dio un paso atrás.
—Bueno, realmente debería irme —dijo afablemente, como si eso hubiera
sido suficiente Neve-hostigamiento por una noche —. Te llamaré pronto.
Ni siquiera esperó por una respuesta, sino que se alejó apresuradamente,
mientras Neve quedó de pie allí, consternada.
—Maldición —murmuró, mientras desbloqueaba la puerta y pisaba fuerte
el camino. No estaba destinada a ser ese tipo de relación, pero Max había
dicho bastante específicamente que habría besos. Tal vez él no quiso besarla
apropiadamente debido a que no la encontraba atractiva. ¿Y cuál era el
punto de estar en una relación falsa si tu novio falso no te encontraba
atractiva? No hab…
—¡Neve! ¡Espera!
Se dio vuelta para ver a Max viniendo por el camino, con el rostro
ligeramente rojo y jadeando.
—¿Qué quieres? —preguntó ella con cautela, porque acababa de hacer
un convincente argumento en su cabeza para terminar esto. Tal vez Max
estaba pensando lo mismo.
—Me olvidé de preguntar, ¿Te divertiste esta noche?
133
Cuando lo puso de esa forma, Neve estuvo horrorizada. Max lo hizo sonar
como si ella creyera que era tan embelesadora, que él no sería capaz de
Página
135
Página
Traducido por Mary Ann♥
Corregido por Panchys
H
abía sido un día inesperadamente encantador. Neve se había ido
a la cama a las once en punto y se había despertado ocho horas
después, por el temprano sol de primavera calentando el camino
a través de sus cortinas. Ella había estado inmersa en Tristram
Shandy, luego pasó una hora en el teléfono con Philip para ver si había
entendido una palabra de ello y conseguir algunas notas copiadas para
cuando hablará a William más tarde esa noche.
Luego, cuando corrió en bicicleta hacia Kenwood para encontrarse con
Gustav y viajar detrás de él cuando corriera alrededor de Hampstead, en
preparación para el medio-maratón que estaba haciendo en esas semanas.
Neve había estado lista para ir a casa y ponerse con el siguiente capítulo
de su biografía de Lucy Keener, cuando Chloe llamó e invitó a Neve a almorzar,
ya que se había quedado con una amiga en Muswell Hill, después de una fiesta
ruidosa.
Neve siempre sentía como si fuera un placer ver a Chloe fuera del
trabajo, prueba de que eran amigas verdaderas y no solamente unidas por una
mutual antipatía por el señor Freemont y sus referencias cruzadas.
También era un verdadero placer poder hablar sobre Max con alguien
que no fuera Celia.
—Bueno, él es muy lindo —contestó Chloe cuando Neve le había
mostrado una foto que él había insistido en que ella le tomara en su nuevo
Iphone—. Quieres mirar hacia chicos guapos, Neevy. Ellos saben que no tienen
que esforzarse mucho.
—Él realmente está tratando mucho más de lo que pensaría —dijo Neve,
sorprendida cuando pensó acerca de lo bien que había estado Max la pasada
noche. Había mantenido los comentarios lascivos a lo mínimo, y había sido muy
bueno en el deporte de los bolos y la pizza barata—. Es extraño. Sé que él
136
piensa que soy un poco rara porque soy la única mujer que ha conocido, que
es inmune a sus encantos, pero no ha intentado nada —se mordió el labio—.
Página
Max cerrara la puerta detrás de ella, luego se extendió para rozar sus labios
contra su mejilla y darle un rápido y torpe abrazo—. Traje vino —añadió,
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entregándole la botella.
—Pobre Neevy —susurró Max—. ¿Se te acaba de regañar?
—No. Bueno, algo así, entre una conferencia sobre los peligros del
consumo masivo de beber. —Neve frunció el ceño mientras trataba de mover
sus dedos por su cabello y se acordaba de que no había tenido tiempo para
liberarse de su cola de caballo—. ¿Está bien mi bicicleta ahí?
Max había colocado su bicicleta en la pared del salón, y como había
cinco timbres en el pasillo, era lógico pensar que al menos uno de los otros
residentes protestaría por su presencia. Probablemente no tanto como
Charlotte, pero aún así.
—Oh, está bien —le aseguró Max. Hizo un gesto hacia las escaleras—.
Segundo piso. Ven, Keith ha estado fuera toda la tarde.
Siguió a Max hacia las escaleras, fascinada por la vista de sus largas y
delgadas piernas y la pequeña franja de piel expuesta entre su camisa y sus
vaqueros cuando llegaron a la planta superior y abrieron la puerta. Luego, él
fue empujado bruscamente a un lado, cuando Keith corrió por el pasillo para
darles la bienvenida, rodeando a Neve en círculos un par de veces, luego subió
por las escaleras pintadas de azul y los miró expectante.
—Creo que Keith quiere darte un recorrido —dijo Max, ayudando a Neve
a quitarse su abrigo.
—Voy a ir en un minuto.
Las escaleras daban hacia un estrecho pasillo, que se abría a una
enorme sala de estar. Neve se quedó allí parada por un momento y miró
alrededor mientras se orientaba. Las brillantes losetas azules le llevaron un
tiempo acostumbrarse, así que ella desvió la mirada hacia los cuadros en la
brillante pared blanca; Marilyn Monroe de Andy Warhol, colgaba sobre la
chimenea y en la pared de enfrente le devolvía la mirada su Majestad la Reina,
con Never Mind the Bollocks Here’s the Sex Pistols blasonadas en su cara.
Había un sofá de cuero negro y sillones, una mesa de cristal, un
interesante estudio de arte que parecía a la cadena de DNA de doble hélice,
seis bocinas montadas en diferentes partes a lo largo de las paredes, un gran
televisor y un montón de aparatos electrónicos debajo.
Estaba en el dominio de un soltero moderno.
Donde ella tenía libros, libros y más libros, los estantes de Max tenían un
140
compartir su gusto por la literatura con Max —no había muchos hombres, en
oferta en eBay con copias clásicas de Virango, pero se quedó asombrada al
descubrir que no tenía libros. Bueno, tenía libros en la mesa de café de cristal
con nombres de diseñadores de moda y fotógrafos, pero no hubo novelas más
allá de unos libros de tapa blanda, espeluznantes. Con un poco de miedo,
Neve cogió uno de ellos del estante: Goals and Gucci de Mandy Mclntyre. ¿No
era ese el nombre de la mascota de Max WAG? Neve dio un pequeño chirrido
de excitación y abrió el libro…
Fue un buen día para ir de compras, Brandy Ballantyne pensó ella para sí
misma mientras cogió las llaves de su Golf GTI y….
La mano de Max golpeó la página. —Nuh-huh, si quieres leer esto, lo
haces en tu tiempo. No voy a tenerte parada riéndote de mi estilo de prosa.
Neve trató de aferrarse al libro cuando Max gentilmente, pero con
firmeza, sacó sus dedos afuera. —Yo no haría eso.
—Lo odiarás —dijo Max, colocando los tres libros en lo más alto del
estante así Neve no podía cogerlos sin una escalera—. Pero si quieres, después
de la cena, encenderé las luces un poco y te leo algo pervertido.
Neve se prometió a sí misma que la primera cosa que haría mañana sería
comprar los tres libros en Amazon, así ella podía ver cómo los trozos sucios de
Max eran diferentes de los trozos de romance de las novelas de su abuela, que
fueron escondidos en una caja de plástico debajo de su cama. A la tierna
edad de trece años había sido sorprendida al ver lo sucios que eran, pero
entonces, ella había leído todos y cada uno de ellos por lo menos dos veces, ni
siquiera Celia sabía sobre eso.
—Vamos a sacar uno de los trozos pervertidos —dijo ella, mientras
caminaba a través de la habitación hacia la repisa de la chimenea, con Max
pegado en los talones, mientras ella miraba las fotos enmarcadas en blanco y
negro.
¡Oh! Estaba Max con Sarah Jessica Parker. Y también Max besando la
mejilla de Lady Gaga y también abrazando a Kate Moss.
—¿Quién es? —preguntó Neve, tomando una foto de color, que contaba
con Max con una pareja de mediana edad y dos niñas rubias en sus veintes, y
cinco de ellos llevaban orgullosamente unos Snuggies48 y sombreros de papel y
sentados en una largo sofá con envoltura de papel envueltos en todas partes—.
¿Es tu mamá y papá? No sabía que tenías hermanas.
141
Página
48 Batas estilo monje, que cubren totalmente del cuello a los pies.
—Dios, debería tener un Neve-verificación antes de que vinieras —dijo
Max, arrebatando la foto y poniéndola otra vez en la repisa de chimenea—.
No, no son mi familia. Yo solo los veo para los días festivos.
Neve trató de mirar por encima del hombro de Max. —En serio, ¿Quiénes
son?
—Son los McIntyres, quienes conoces si has leído un periódico
sensacionalista.
—¿No pasas la navidad con tu familia? —se aventuró tímidamente,
porque a pesar de que Max había tenido un asiento en primera fila para
escuchar a su madre regañándola (y probablemente había oído cada
palabra, porque su madre era incapaz de hablar en voz baja), él tenía las
aletas de su nariz expandidas y frunciendo sus cejas, generalmente daban la
impresión de que Neve estaba yendo hacia algún lugar donde él no quería que
fuera.
—¿Piensas en secreto que soy un bastardo? —Ni siquiera esperó que
Neve negara que nunca pensó una cosa tan atroz, pero sólo le dirigió una
rápida sonrisa de complicidad—. Bueno, técnicamente lo soy. Nunca conocí a
mi padre, mi madre murió en accidente así que me cuelo en la cena de
Navidad de alguien.
—Oh Max. Lo siento por tu mamá —Neve dio un paso vacilante hacia al
frente con la vaga idea de que Max necesitara otro torpe abrazo, pero él se
cruzó de brazos.
—No es gran cosa, Neevy. Sucedió hace años atrás, los amigos son mi
nueva familia, blah blah blah. —Inclinó la cabeza—. ¿Estás hambrienta?
Ella siempre estaba hambrienta. —¿Qué estás haciendo?
Max parecía más nervioso que cuando ellos habían discutido de su falta
de familia. —¿Por qué no me dices qué puedes comer y qué no?
—La verdad es que es Domingo de Trato. No gimnasio y puedo comer
carbohidratos después de las seis. —Había más sobre el Domingo de Trato que
solo las subrayadas pero ellos iban hacerlo ahora.
—¿Así que si te hago una papa al horno con carne y ensalada te sentará
bien? —preguntó Max dubitativo.
—Si la papa tiene la cascara crujiente no estaría bien, pero si está pura
142
está bien. —Neve cerró sus ojos al pensar en ello y cuando volvió a abrirlos, Max
estaba dándole una mirada que ella imaginaba era un espejo perfecto de sus
Página
propias características.
—Lo siento, me siento muy entusiasmada con la idea de mi papa
semanal.
—Eres una chica rara —dijo Max, como si fuera una cosa buena—. Ahora
que has rebuscado en todas mis pertenencias personales, es el momento para
que tú me veas esclavizado en la estufa.
143
Página
Traducido por Mery St. Clair & Mary Ann
Corregido por Panchys
N
eve se sentó en un taburete en la cocina roja y verde de Max y lo
observó preparándole de comer. Aunque, observar se convirtió
en supervisar, mientras le instruía cómo preparar los filetes a la
parrilla, en lugar de cocinarlos en un sartén con mantequilla. Y le
decía que el vinagre balsámico era mucho mejor en una ensalada que el
aceite de oliva, y también ¿Cómo podían las patatas asadas seguir crujientes
después de ser cocinadas en el microondas?
Una vez que Max estuvo siguiendo sus precisas instrucciones, Neve se
permitió sentarse nuevamente y simplemente mirar, mientras él picaba tomates
y lavaba la lechuga y giraba los filetes con una pequeña sonrisa en su rostro.
Había puesto su iPod en una base con altavoces y se movía alrededor de la
cocina al ritmo de la música, mirando de vez en cuando a Neve, quien estaba
sentada con sus piernas elevadas del suelo para evitar que Keith la ensuciara
con la baba que caía de su boca e intentara limpiarse con sus vaqueros.
Había estado demasiada preocupada sobre estar sola con Max en su
piso, pero en realidad él parecía menos atemorizante en su casa, que cuando
estaba rodeado de una multitud de personas en una habitación VIP. Neve
siempre pensó que Max era alguien cómodo rodeado de lujos, pero
observándolo ahora, con un cuchillo en la mano sobre la tabla de cortar, sintió
como si viera un poco del verdadero Max que se escondía debajo del glamur y
las bebidas gratis y los besos al aire, esto era algo que ni siquiera había notado
que existía.
Comieron en una pequeña mesa en la cocina. Max encendió diminutas
velas porque dijo que no quería que Neve viera el desastre que hizo con la
ensalada, pero mientras comenzaron a comer, chocaron sus rodillas por debajo
de la mesa. La poca luz de las velas, más la ensalada y la carne a las cinco y
media de la tarde del domingo hacía una romántica comida para una pareja.
144
Bueno, eso sí quitabas el hecho de que Max corría a Keith de la cocina hacia el
pasillo porque él saltaba hacia Neve y se aferraba a su pierna.
Página
Neve trató de evitar dejar salir un suspiro de alivio cuando comió el último
trozo de su muy crujiente patata, y entonces se echó hacia atrás con un suspiro
de satisfacción y palmeó su estómago. —El remordimiento de esta patata me
acompañará hasta el siguiente domingo.
—No es nada —insistió Max, pero parecía halagado mientras limpiaba lo
último del jugo de su carne con un trozo de pan—. Está es una de mis
especialidades. Pero mi favorito es el curry verde de pollo. ¿Cuál es tu favorito?
—Probablemente el pescado al vapor. —Neve hizo una mueca al pensar
en la comida que tendría que cenar mañana por la noche para compensar los
excesos de este día—. Puedo hacer asados y guisados, pero nada
extravagante. No fue hasta que me marché de casa cuando noté que la salsa
boloñesa comprada en el supermercado no podría ser todo lo que supiera
cocinar.
—La única lección de cocina que he recibido de mi mamá fue “Hay una
sopa instantánea allí, viértele agua y listo” —dijo Max a la ligera, y Neve sonrió,
pero resistió agregar algo más. No cuando estaban pasando un rato tan
agradable.
—Mi mamá es una terrible cocinera, creo que una sopa instantánea
hubiera sido preferible a su tradicional guisado de salchichas.
—Por favor, tú nunca has comido una sopa instantánea. —Max apartó su
silla para así poder comenzar a limpiar la mesa—. No, tú te sientas allí y te portas
bien. Eres mi invitada —dijo cuando Neve tomó la ensaladera.
Se sentía bien allí, sentada con los dos botones superiores de su vestido
desabrochados y su cara enrojecida por el vino y porque Max había encendido
la calefacción, cuando le entregó una cuchara y sintió sus dedos fríos.
Max estaba hurgando en la nevera. Cuando se enderezó, escondía algo
detrás de su espalda. —Ahora sé que probablemente no comerás pudín, pero
esto no puede terminar sin un postre.
—¿Qué es?
—Algo que preparé temprano —dijo crípticamente mientras buscaba en
un armario. Sacó algo que parecía un termo con una pequeña boquilla, lo cual
no le dio a Neve una pista. Max tenía una gran cantidad de electrodomésticos
en su cocina.
—¿Qué es y qué vas a hacer con eso? —preguntó, mientras Max lo
dejaba sobre la mesa.
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contra la suya, con las manos sobre sus hombros para mantenerla a distancia y
dejar a Neve presionándose contra él, deseando algo más fuerte, más feroz y
Página
más apasionado.
—Dios, ¿Por qué no me besas bien? —preguntó ella, apartándose y
levantándose para poder poner sus manos en las caderas. Además, estar en su
regazo cerca de esa mesa era un infierno para sus rodillas.
—Porque no quiero que tengas un ataque de pánico a medio camino. —
Max la miró, sin un rastro de burla en su rostro—. Es mejor que estés segura de si
esto es lo que quieres.
—Tampoco estamos haciendo algo muy profundo después de todo —
espetó Neve—. Dios, esto es un desastre. No encajamos juntos. Nunca sé si estas
bromeando o no, y tú ni siquiera sabes si quiero ser besada, realmente besada,
y si no quieres hacerlo es…
Su tartamudeo se detuvo abruptamente cuando Max se puso de pie y
besó las palabras en su boca.
Besos apropiados que hicieron que sus doloridas rodillas se doblaran un
poco.
Neve recordó la primera noche en el sofá, porque esos besos eran muy
calientes, pero no eran lo mismo, debido a que, esta vez, cuando Max tocó su
pecho fue ella misma quien puso las manos de él allí.
Estos no eran besos que conducían al sexo, ella había puesto sus
sentimientos perfectamente claros, eran sólo besos. Lo cual estaba bien con
ella.
Se apartaron solo cuando Keith ladró y rebuscó en la puerta de la cocina
cerrada. Llegó corriendo a la habitación y luego se detuvo y los miró con
desconfianza, ladeando la cabeza.
Después de alimentarlo y haberlo lavado, se reunieron de nuevo en el
sofá, donde Max le dio de comer exactamente tres cucharadas de crema
catalana y luego se besaron otra vez.
Los primeros besos fueron un poco desesperados, pero ahora eran lentos
y profundos, y a veces ellos ni siquiera se besaban, solo se quedaba en el sofá
abrazados. Luego Max se pudo desplazar un poco, por lo que pudo deshacer
el tercer botón del vestido de Neve para revelar un poco más del chaleco, y
ella vagamente había recorrido con su dedo la parte inferior del brazo de él y
luego se besaron otra vez. A pesar de que la habitación de estar, estaba
pintada de azul y blanco, Neve se sintió como si estuviera envuelta en una
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de no-besar.
—Por quinta vez, no —dijo Max, alisando el cabello de ella hacia atrás,
para poder besar la punta de su nariz. Miró por encima de la cabeza de ella—.
Se está haciendo tarde. ¿Te quedarás si prometo no romper tus térmicas?
Neve estiró su cuello para ver el reloj en la chimenea. Era casi las diez.
William había dicho que llamaría a las nueve.
—Debo irme —dijo con poco entusiasmo. La idea de dejar la calidez de
Max no era muy atractiva. Tampoco era ir a casa con la fría bicicleta y por un
momento pensó en quedarse y seguir besando a Max un poco más, pero luego
pensó en William en el otro extremo del teléfono.
El placer de su voz cuando dice hola y la forma gutural cuando ríe, si
Neve dice algo remotamente divertido y la forma en la que podía hablar y
hablar horas y… hablar con William en el teléfono era mejor que quedarse
besando a Max y algo más. Lo cual no era por las habilidades de besar de Max,
en la experiencia limitada de Neve, Max parecía ser un experto besador, pero
en una competencia entre besar a Max y hablar con William, William siempre se
llevaba la victoria.
—Solo a dormir —aclaró Max, sentándose con un pequeño gemido y
balanceando las largas piernas hasta el suelo—. No dijiste que necesitabas
practicar en dormir con alguien. ¿No?
—Lo hice —dijo Neve, lentamente. Ahora no estaba segura sobre eso,
había momentos cuando ellos se besaban que había tenido el deseo de
arrancarle sus muchas capas de ropa, tirar lejos la camiseta de Max y hacer
más que besarse. ¿Qué pasaría si ella sentía el impulso otra vez cuando
estuvieran en la cama juntos? Y no estaba segura de cómo sentirse acerca de
compartir la cama de Max, cuando él había dejado perfectamente claro que
iba a dormir con otras mujeres cuando ellos estuvieran saliendo. Otra
bocanada del perfume del alguien en la almohada podría arruinarlo todo—.
¿Has compartido la cama con mujeres y no, hmmm, tú sabes, tenido relaciones
sexuales con ellas?
Max pensó un poco. —Bueno, no, pero estoy dispuesto a intentarlo
contigo.
—No es que no quiera dormir contigo, pero nosotros solo hemos estado
haciendo la cosa de besar y tengo que ir a casa porque hay cosas que tengo
que hacer. —No había punto en mentirle sobre eso, Max sabía que William era
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la única razón porque estaban haciendo esto, pero Neve se aseguró de estar
sentada en el lado derecho en el otro lado del sofá antes de decir—. En
realidad, estoy esperando una llamada de William.
Página
—Bien, ve a casa y susurra cosas dulces en el teléfono a William —dijo
Max arrastrando las palabras—. No duermas conmigo, tú te lo pierdes.
—Bueno, no es como si dormir conmigo fuera a ser algo emocionante,
cuando estoy segura de que haces todo tipo de cosas mucho más
emocionantes cuando estás en la cama con otras mujeres. —Neve podía
comenzar a imaginar los lujuriosos juegos sexuales que Max hacía con las otras
mujeres, tenían que ser mucho más emocionantes y exóticos que besarse con
una chica con un vestido termal, pero su espina dorsal estaba en una recta
línea tensa como si él no estuviese muy contento respecto a Neve
conduciendo su bicicleta en la noche. Probablemente no estaba
acostumbrado a ser rechazado.
—Y no es como si fuera a casa a dormir con William, aunque sería difícil
de hacer ya que está en California y yo no.
Neve dejó de hablar porque estaba divagando y también porque no le
gustaba pensar en William de esa manera, su vínculo era mucho más espiritual
que eso.
—No follo con una mujer diferente cada noche —masculló Max—. O
todas las noches, para el caso. Tengo algo de control sobre mi polla.
Neve hizo una mueca por el lenguaje sucio de Max. —Lo sé, lo sé —dijo
con prisa, a pesar de que no conocía algo semejante. Ellos habían estado
pasando un buen momento, por no hablar de los besos, y ahora todo iba muy
mal y ella no sabía por qué o cómo hacer un buen ambiente otra vez.
—Bueno, pues mejor vete —dijo Max, parándose y estirándose. Y así Neve
pensó que toda la situación y su relación imaginaria irrevocablemente se
rompía, le tendió la mano para poder tirar de ella del sofá—. Vamos a tomar un
vale para dormir juntos.
—Tal vez el siguiente domingo, tú y Keith pueden venir a la mía y
prepararles la cena —sugirió Neve tentativamente, ya cuando encontró sus
zapatos—. No soy una gran cocinera y no habrá ningún soplete involucrado…
Quizás luego podemos pasar la noche, una vez que tuviera tiempo para
acostumbrarme, si aún quieres.
—Aún quiero —dijo Max lentamente—. Estoy en todo eso de expandir tus
conocimientos de relaciones, siempre y cuando prometas nunca llamarlo fiesta
de pijamas otra vez.
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150
Página
Traducido por Panchys
Corregido por Deydra Ann
S
er adecuadamente besada y el estar en una relación inapropiada,
puso a Neve en tal estado de ánimo alegre en los días siguientes,
que no importó cuando Charlotte comenzó a golpear en el techo
como si tuviera un sexto sentido para esas cosas, y sabía el
momento exacto en que Neve había despedido a Microsoft Word para trabajar
en el próximo capítulo de su biografía de Lucy Keener. O que William odiaba a
Tristram Shandy también, pero aún insistió en que terminaran de leerlo.
—Pero Neve, no se puede iniciar un libro y dejarlo a medio camino —él
había dicho implacablemente—. Es casi tan malo como doblar la esquina de la
página, en lugar de utilizar un marcador.
Tampoco importó que Gustav estuviera de muy mal humor, porque se
había lastimado un músculo del muslo y tuvo que tener una semana de
descanso del entrenamiento de su media-maratón. Había decidido usar el
tiempo para dar una conferencia a Neve sobre los peligros de las relaciones
panqueque.
—Pensé que te estabas guardando para William, tu único y verdadero
amor —dijo con amargura, mientras Neve sopló y resopló sobre una colchoneta
de gimnasio, mientras trabajaba la base de sus músculos—. No muestra ningún
compromiso con tus metas románticas. Espero que no vayamos a tomar la
misma actitud caprichosa que sus objetivos de fitness.
—Esto demuestra un compromiso total con mis metas románticas —jadeó
Neve, parando sus abdominales, sólo para empezar de nuevo cuando Gustav
le apuntó con un dedo en dirección de su abombado abdomen—. Salir con
Max es como tu entrenamiento para el maratón. William es mi meta.
Eso hizo que Gustav incluso gruñera más. Tenía que ir a buscar una bolsa
de hielo para su muslo lesionado y, cuando volvió, hizo a Neve pasar diez
151
—Oye —le susurró, besando la marca rojiza de piel que cruzaba su mejilla
izquierda.
Página
—Oye a ti mismo —dijo Neve. A continuación, se besaban en su pequeño
pasillo, con la puerta abierta de par en par y Keith golpeando su cabeza contra
sus pantorrillas.
Fue absolutamente perfecto; o lo fue hasta que Neve escuchó un
golpeteo fuerte, seguido por una puerta que debió estrellarse sobre sus bisagras
y el ruido, ruido, ruido sordo de pasos. Keith empezó a ladrar y perseguir en
círculos, mientras Neve trató de zafarse de los brazos de Max porque…
—¡Joder! ¿Qué coño está pasando ahí arriba?
Charlotte aún estaba en la mitad de aterrizaje entre las dos plantas, con
el pie en alto para completar la subida, cuando se detuvo y miró, la boca
abierta.
Neve podía sentir su corazón latiendo y su rostro encendido, por lo que
sería imposible decir dónde comenzaba el sonrojo y dónde terminaba la zona
adolorida.
Dio un paso hacia atrás y tropezó con Alex, mientras que ella misma quiso
mantener la calma. Había retrocedido y tenía un perro de aspecto feroz, quien
aplastó las orejas y gruñó cuando Charlotte decidió subir otro escalón.
Charlotte se apresuró a retroceder a la seguridad de la planta baja. —
¿Podrían acallar el ruido? —le preguntó cortésmente, como si la bruja gritando
treinta segundos atrás hubiese sido sólo una alucinación—. Me duele la cabeza.
—Lo siento mucho —ronroneó Max, sacando las manos de los hombros
de Neve para que pudiera presentarse y dar a Charlotte una buena
reprimenda, porque era lo que los novios hacían cuando conocían al némesis
de sus novias—. ¡Keith, deja eso! —Keith dejó escapar un torrente de ladridos
desafiantes, y luego se escabulló detrás de las piernas de Max—. Lo siento —
repitió Max—. La culpa es mía. No creo que nos hayan presentado. Soy un
amigo especial de Neve y no puedo creer que ella se olvidó de decirme que
hay otra hermosa hermana Slater caminando por la tierra.
Neve contempló empujar la cabeza Max primero por las escaleras, pero
se conformó con unas palabras de maldición en silencio mientras miraba a su
espalda.
Charlotte se echó el pelo hacia atrás y emitió un sonido horrible, media
risita y media sonrisa boba. —Yo sólo soy una Slater por el matrimonio —dijo con
154
complicidad, como confesando un crimen terrible. Dio a Max una mirada larga
con los ojos entrecerrados, como si fuera un enorme diamante en bruto y
estaba tratando de calcular que tantos quilates valía la pena—. Soy Charlotte,
Página
la cuñada de Neve.
Era, probablemente, la primera vez que Charlotte había admitido que
estaban tenuemente relacionadas. Neve tembló de ira. Charlotte había
decidido, obviamente, que Max era heterosexual, guapo y perdido por Neve
porque agitó su largo, brillante y estúpido cabello fuera de su rostro otra vez.
Luego sacó su pecho en su estúpido chándal50 Juicy Couture51. Celia y Yuri
habían intentado una vez adivinar cuántas prendas de Juicy Couture poseía
Charlotte, pero lo habían abandonado una vez que habían llegado a cifras de
dos dígitos.
—¿Por qué siempre son los más hermosas las que han sido tomadas? —
suspiró Max—. Por lo menos dime que tu matrimonio está en las rocas y hay una
posibilidad de que pudieras recuperarte en los brazos de otro hombre.
—Oh, hay muchas posibilidades —dijo Charlotte, mirando a Neve, razón
por la cual ella probablemente dejó de reír, su sonrisa tonta y de sacar sus
pechos, y sonaba más como la misma de siempre. Luego le aio Keith otra
mirada inquieta, a pesar de que estaba acostado en la alfombra de Neve y
rascándose la oreja—. ¿Es eso un Rottweiler52?
—No, no lo es —dijo Neve, indignada—. Es un Staffordshire Bull Terrier53.
Neve saltó a la lucha recordándole a Charlotte por qué estaba allí, en
primer lugar. —Bueno, sólo trata de no golpear mucho. Honestamente, es como
tener un elefante viviendo por encima de mí.
Y con esa frase de despedida, Charlotte volvió a su guarida,
balanceando las caderas más de lo estrictamente necesario.
—Nunca dijiste nada acerca de una cuñada —remarcó Max, y Neve se
dio cuenta de que estaba tan tensa que se sentía como si sus huesos se
rompieran en pedazos—. Ella es muy linda una vez que pasas el bronceado
anaranjado y las extensiones de cabello.
—Oh, yo puedo pensar en algunas otras formas para describirla —dijo
Neve amargamente, cerrando la puerta—. Sé que te sientes obligado a
50 Un chándal, buzo, salida de cancha, sudadera, jogging, mono o pants es una prenda de
vestir que consiste en dos piezas: unos pequeños pantalones y una chaqueta. También puede
incorporar capucha.
51 Es una línea contemporánea de ropa casual y elegante con sede en Arleta, Los Ángeles,
musculosa, fuertes mandíbulas, gran cabeza y hocico corto, lo que les hace excelentes
guardianes y defensores.
53 Es una raza originaria del Reino Unido y con más de 200 años de antigüedad fue creada a
Página
partir de cruces de los antiguos Bulldog inglés con Terriers de la época para dar vida a las
peleas de perros.
coquetear con cualquier persona y cualquier cosa que se cruce en tu camino,
pero me gustaría que a veces pudieras ser un poco más exigente.
—Oh, Neevy, así que coqueteo. Es lo que hago. No me digas que estás
celosa —dijo Max en broma—. Está bien, conversar con tu cuñada era un poco
raro, pero yo sólo estaba teniendo un poco de diversión.
—¿No le oíste gritarme? —preguntó Neve a Max—. Si tuvieras el poder
para contener tu encanto durante cinco segundos, se te podría haber ocurrido
que ella no me quiere y que, desde luego, a mi no me gusta ella.
De la expresión de perplejidad en el rostro de Max, era evidente que
estaba muy conectado con el encanto en cualquier circunstancia. —Bueno, sí
—murmuró—. Supongo que te estaba dando un mal rato. ¿Hace mucho eso?
—Ella ha estado haciéndolo siempre —dijo Neve, mientras caminaba
hacia la cocina—. Yo estaba en la escuela con ella y me hizo la vida un infierno
todos los días durante cinco años. Voy a poner la tetera al fuego, ¿Quieres un
trago?
—Café, por favor. —Max se sentó en una silla y recogió a Keith—. ¿Qué te
hizo ella?
Neve no respondió al principio. Estaba poniendo cuidadosamente frescos
granos de café en la cafetera que había comprado en honor a la visita de
Max. Normalmente se hacía con un frasco de Kenco54, pero Max prefería elegir
pequeñas tazas de expreso.
—¿Neve? ¿Qué hizo ella? —le preguntó Max amablemente.
—Qué no hizo —dijo Neve con amargura, lista para lanzarse en una
perorata acerca de las veces en que Charlotte y sus compinches la habían
seguido a casa desde la escuela, llamando su nombre y lanzándole piedras, y
cuando había llegado finalmente a la seguridad de su casa, la parte de atrás
de su chaqueta estaba salpicada siempre con pegotes de saliva.
Hubo tiempos en que la habían arrinconado en las duchas de la escuela,
hasta que Neve había convencido a su madre de escribir una nota
excusándola de los juegos. Incluso hubo un momento en que Charlotte se
había acercado a Neve en el comedor escolar, vertiendo una lata entera de
Coca-Cola Light por encima de su almuerzo y diciéndole—: Si cambiaras tu
Coca-Cola de grasa por esto, tal vez no serías como una cerda. Neve había
156
hubiera dejado de mirarla con sorpresa, para limpiar a escondidas sus labios de
la suciedad de su cabello.
Página
—Tenemos que parar ahora —le susurró Max de repente con urgencia en
su oído—. ¡Alto!
Página
Neve, momentáneamente, dejó de besar la apretada mandíbula de
Max. Él estaba duro contra de su vientre—. ¿Detenerse un minuto o detenerse
por completo? —preguntó ella. Su voz sonaba gruesa y pesada,
probablemente porque su cerebro, su sangre y sus miembros se sentían
demasiado gruesos y pesados.
Max retrocedió dos centímetros. —A menos que estés lista, por lo menos
para la tercera base, tenemos que parar porque tengo que… ya sabes, dejar
que mi flujo sanguíneo se dirija en dirección a mi cabeza.
Neve realmente no quería parar, pero sólo podías besar durante tanto
tiempo, con tu parte superior desabrochada y con la erección de tu pareja
empujando en tu contra, antes de que el beso se convirtiera en otra cosa. Alisó
el pelo de Max y, cuando él apretó los dientes, hizo una nota mental para
buscar en Google erección no aliviada + dolor.
Se deslizó del sofá, con cuidado de no tocar a Max, porque cada vez
que lo hacía, sus fosas nasales se expandían. Max rodó sobre su espalda y,
ahora que el beso había terminado y el estado de ánimo fue cambiando, de
pie allí con su parte superior desabrochada y la cintura de sus pantalones hasta
la mitad de las caderas parecía importar un poco. Neve dio la vuelta y
rápidamente se abrochó.
Max se sentó muy lentamente, como si estuviera recuperándose de una
cirugía mayor. —Tengo que llevar a Keith a su último paseo. ¿Puedo tomar tus
llaves?
Max cojeó hasta el pasillo. Keith, quien estaba rígido por dormir tanto
tiempo bajo el escritorio de Neve, cojeó después de él. Neve buscó su juego
extra de llaves de un cajón de la cocina y los dejó caer en la mano extendida
de Max.
Era un momento decisivo en su divertida relación, pero Neve tenía otras
cosas en su mente. —Si yo estuviera dispuesta a tener relaciones sexuales, que
no estoy, pero si lo estuviera, ¿Te gustaría? ¿Conmigo?
—Esto no es sólo una reacción involuntaria que recibo por comer
demasiados bocadillos —dijo Max de mal humor, inclinándose para enganchar
la correa de Keith—. Por supuesto que quiero hacer algo más que darte un
beso, pero te estás reservando para tu único y verdadero amor, y estoy
tratando de demostrar que soy más que un juguete sexual.
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—No digas eso —dijo Neve, reflexivamente, porque ella nunca, nunca iba
a follar con alguien. “Hacer el amor” sonaba mucho mejor, poético, incluso—. Y
Página
163
Página
Traducido por Munieca
Corregido por ★MoNt$3★
T
an pronto como escuchó la puerta de la calle cerrarse, Neve se puso
en acción a toda velocidad. Aunque estaba perfectamente limpia,
tuvo la ducha más rápida de todo el mundo mientras esperaba que
la tetera hirviera. Llenó su botella de agua caliente mientras bebía
enjuague bucal. Arrastró su ropa de dormir sobre su todavía húmedo cuerpo y
rápidamente roció su cama con un aromatizante de lavanda mientras
empujaba la botella de agua caliente bajo los cobertores. Luego fue por la pila
de libros sobre su buró, sin piedad descartó cualquier cosa que pueda
parecerse a una novela de romance al ojo sin educación.
Neve pasó sus últimos cinco minutos ayudando a su crema de noche a
que se absorbiera más rápidamente mientras trataba de arreglar su cabello en
una cola de caballo despeinada. Oyó una llave girar en la cerradura justo
cuando decidió que estaba satisfecha con el intento número nueve y se dio a sí
misma un rápido vistazo en el espejo del baño; su crema de noche se había
absorbido, dándole un aspecto húmedo, y los mechones sedosos de pelo
oscuro enmarcaban un rostro que habría visto mucho mejor si no estuviera
mordiendo su labio inferior.
Se apresuró a salir al pasillo para saludar a los invitados. Max daba la
impresión de estar de mucho mejor humor; estaba sonriendo por alguna cosa y
la sonrisa se hizo más grande en cuanto captó la mirada de Neve.
—Te ves tan dulce —dijo y sonó sospechosamente ronco como si fuera
Keith quien lo hubiera dicho.
—No, no lo hago —protestó Neve. Dulce no era lo que había estado
buscando. Tiró de los bordes de los puños de encaje de su camiseta térmica de
manga larga, luego se agachó para acariciar a Keith—. ¿Dónde va a dormir
Keith? ¿Con nosotros?
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58
Levantad, carpinteros, la viga del tejado y Seymour: es una introducción en un libro escrito por
Página
J. D. Salinger. Como la mayoría de las historias protagonizadas por la familia Glass, el relato está
narrado por Buddy Glass, el segundo de los hermanos.
difícil evaluar la obra de Salinger como un todo, cuando su mayoría se
compone de novelas y cuentos cortos.
—Correcto. Me aseguraré de recordar eso —murmuró Max, y luego dejó
de hablar porque se estaba sacando la camisa y la camiseta en un solo
movimiento, por lo que ver los ondulados músculos de la espalda era mucho
más interesante que J.D Salinger.
Max era enjuto, sin ser larguirucho, sus músculos definidos sin abultados
como los de Gustav… de tal manera que Neve siempre se preguntó si él podría
reventar las estrechas camisetas de lycra que le favorecían. Ella sostuvo su libro
en su cara y se asomó por la parte superior mientras Max comenzaba con la
hebilla del cinturón, flexionando sus bíceps mientras liberaba el cuero de sus
pantalones vaqueros.
Neve tragó saliva.
—Uno podría argumentar que los únicos textos disponibles que tenemos
de Salinger son técnicamente juveniles, y que su reclusión posterior fue un
intento de crear su propia leyenda en lugar de admitir que no podía cumplir
con la promesa de su trabajo anterior. —Simplemente no podía dejar de hablar.
Neve dio un respingo al escuchar su voz ponerse chillona y más chillona, pero
no había nada que pudiera hacer al respecto—. No tiene precedentes.
Después de todo, Rimbaud abandonó todos sus esfuerzos literarios para el
momento en que él tenía veintiún años.
Max le dirigió una sonrisa lenta y perezosa.
—¿Neevy?
—¿Qué?
—No tengo ni idea de lo que estás hablando —le informó Max
amablemente—. No hay necesidad de estar nerviosa. Sólo vamos a dormir en
la misma cama. Piensa en mí como un desgarbado oso de peluche.
Eso fue en realidad un buen consejo, o lo hubiera sido si el sonido de la
cremallera de Max yendo hacia abajo no hubiera descarrilado completamente
a Neve. La golpeó lo ridículo que era todo esto. Había un hombre
desnudándose en su cuarto rosa para chicas, no haciéndolo menos femenino o
menos rosa por el hecho de que hubiera un hombre desvistiéndose en él.
—¿Trajiste una pijama? —graznó, mientras Max se quitaba los vaqueros y
167
dormir desnudo a su lado, entonces ella pediría que durmiera con todo puesto.
No estaba preparada para un desnudo frontal entero y, a veces creía
que nunca lo estaría.
Había sido el único miembro vestido de una familia desnuda y había sido
terrible. Cuando era una niña, la tarde de los viernes habían sido
particularmente angustiantes. Tan pronto como su padre llegaba del trabajo,
era enviada por cinco porciones de merluza y patatas fritas. Para cuando
regresaba, su padre estaba sentado en la cocina en sus Paisley Y-fronts59
bebiendo cerveza de la botella. Neve ni siquiera poseía un traje de baño hasta
que tuvo cinco años y había montado un motín en una playa de Margate
hasta que su padre había sido enviado a Woolworth para comprarle un bikini
de Barbie, a pesar de que realmente había querido uno de una sola pieza.
A lo largo de toda su infancia, Neve había deseado que su madre
hubiera sido como las otras madres católicas de sus compañeros de la Escuela
Dominical. El tipo de madres que prometían azufre y fuego si sus hijas se atrevían
a llevar faldas por encima de la rodilla o se pintaban las uñas de los pies. Pero
no, ella tenía una madre católica que decía cosas como:
—Por supuesto, si todo lo que Dios creó es hermoso y Dios creó el cuerpo,
entonces, tu cuerpo es hermoso.
Pero Neve había sabido que su cuerpo no era hermoso. A la edad de
cinco años, podía decir que su cuerpo era más redondo y más rechoncho que
los cuerpos de sus amigas. Tenía una barriga prominente y los muslos parecían
como si tuvieran bandas elásticas excavando en ellos cuando se sentaba.
—Muy bien, esta es tu segunda advertencia de cinco segundos —
anunció Max. Neve lo miró trémulamente, mientras se quedaba parado sobre
ella. Era mejor mantenerse mirando hacia arriba, a su cara, y no en ningún otro
sitio, aunque al menos había mantenido sus boxers—. Estoy a punto de entrar en
tu cama.
Las mantas fueron echadas hacia atrás y Neve se obligó a permanecer
completamente inmóvil mientras Max se metió en la cama junto a ella y dio un
pequeño suspiro dichoso como relacionado con su postura en el colchón
paedic y las almohadas de espuma con memoria60. Lentamente se estiró, luego
frunció el ceño.
—¿Es eso una botella de agua caliente?
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Paisley Y-fronts: ropa interior masculina, se distinguen por una forma de Y con solapa y
abertura en la parte delantera. El Paisley es un tipo de diseño o estampado con formas de
gotas o riñones muy común en pañuelos y corbatas.
Página
60
A- paedic y almohadas con memoria son la última tecnología en productos para un mejor
descanso.
—Sí, sí lo es —dijo Neve a toda prisa, enganchándola entre sus pies y
arrastrándola a su lado.
Max apoyó las almohadas detrás de su cabeza para poder sentarse y
examinar su lugar de descanso para la noche.
—¿No te parece que está un poco caliente debajo de todas estas
mantas? —Levantó el edredón para poder confirmar que había un cobertor por
debajo de él—. Es casi el comienzo oficial del Verano Británico.
Neve se levantó a sí misma de su posición reclinada.
—Pero todavía tengo que tener la calefacción durante todo el día y hay
heladas y realmente siento frío.
—No hay ningún frío que sentir —dijo Max—. Vamos a deshacernos de la
colcha de encima.
Neve decidió que era tiempo de acción, no palabras. Incluso pensó que
había resuelto que no habría ningún tipo de tacto, alcanzó la parte posterior
del cuello de Max con una de sus manos heladas.
—¡Mierda! ¡No hagas eso! —gritó Max, y Neve retiró la mano y la metió
bajo el edredón y la colcha, que se estaba quedando exactamente donde
estaba—. Dios, no pensé que podías ser tan mala.
—No seas un bebé —dijo Neve, llegando hasta Max para poder darle un
beso en la mejilla y quitar el aguijón de sus palabras. Él hizo un gran show de
pestañeo, como si previera que sus labios estarían a la misma temperatura bajo
cero que sus manos.
—¡Hey! Mantén tu lado de la cama —dijo él, acurrucándose bajo las
mantas—. No voy a ser capaz de dormir si estoy preocupando por el hecho de
que vas a saltar sobre mis huesos.
Neve había estado pensando exactamente lo mismo, pero cuando Max
lo dijo en voz alta, no pudo evitar sentirse un poco rechazada. Por supuesto, no
quería saltar sobre sus huesos, pero quería que él lo quisiera, con la única
excepción de cuando estuvieran totalmente vestidos y no juntos en la cama. A
pesar de su reputación de mujeriego, Max parecía notablemente enfocado en
sólo dormir juntos. Había estado lo suficientemente feliz como para darle un
beso, pero tal vez sólo la imaginaba de una manera besable o tal vez era
realmente mala en los besos y no tenía el corazón para decirle, o... ¡No! No iba
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rellenar tu bocaza.
—No lo hice —protestó Neve, arrojando cajones abiertos para encontrar
otro disco—. No fui yo, debe ser un fallo eléctrico.
—Esto es tan Neve, ¿no te parece? —Charlotte se desvaneció en una
nube de humo, para ser remplazada por Chloe y Rose hablando en susurros
insinuantes.
—Ya sabes, ella siempre enciende las tres barras de la calefacción en su
oficina.
—Tienes razón, lo hace. Alguien debería decirle al Sr. Freemont que está
malgastando nuestros fondos en su propia comodidad personal y causando un
riesgo de incendio.
—Pero mi calentador tiene una pegatina en él que dice que ha sido
comprobado como seguro —protestó Neve, ya estaba arraigada a través de
una pila de sobres por un disco en blanco difícil de alcanzar.
—Te dije que necesitabas remplazar las baterías en el detector de humo
cada seis meses. —Genial, ahora que su padre estaba allí para darle un mal
rato… y en sus Paisley Y-fronts también—. Pensé que estabas destinada a ser la
inteligente.
—¡Gente! No están ayudando. O hacen su camino de salida o me
ayudan a encontrar un disco, pero realmente, no puedo tratar las constantes
críticas en este momento.
Hubo un gran estruendo y una de sus estanterías dio una embestida bajo
las llamas y Neve cubrió con sus manos su expresión de horror. ¡Todos sus
agotados Clásicos Modernos Virago se fueron!
—Pobre Neve —dijo una voz mucho más simpática y miró hacia arriba
para ver a William de pie allí, con esa suave y cálida sonrisa que siempre tenía
para ella—. Espero que mi copia de Escritura y Diferencia no esté en aquel
estante, porque nunca podría amar a alguien que trató a los libros de una
forma tan irresponsable.
En especial los libros que estaban en préstamo.
—Pero no es mi culpa. No inicié el fuego. —Estaban ahora sólo Neve y
William, y la biografía estaba todavía atascada en su computadora y las llamas
casi los envolvía, pero eso no era importante—. Oye, William, ¿notaste algo
diferente en mí?
172
calma interior, hasta que sintió que su piel se volvía húmeda con frío. Se puso la
manta alrededor de ella y cerró los ojos, a pesar de que tenía el impulso
irracional de comprobar la habotación sólo para asegurarse de que no estaba
Página
en llamas. Pero eso era estúpido, porque sin duda había apagado el horno
después de la cena. Al menos, pensó que había apagado el horno. Se quedó
allí durante un largo rato escuchando a Max resoplar como un cerdo
alimentándose de una trufa, pero siempre y cuando ella tuviera el edredón a su
alrededor y la colcha entre ellos, entonces no tendría que sufrir el calor del
cuerpo todopoderoso.
Empezó a quedarse dormida, y estaba en ese suave y pacífico lugar
entre dormida y no dormida-del-todo, cuando un pesado brazo serpenteó bajo
el edredón y una mano ardiente sujetó su pecho.
—¿Qué pasa contigo? —Neve se lanzó usando los codos y los brazos y las
piernas para empujar a Max a su lado de la cama. Fue del mismo modo que
utilizó para el levantamiento de pesas—. ¡Suéltame!
En la penumbra, vio los ojos de Max parpadear abiertos, luego los cerró
de nuevo y volvió a dormir.
Nunca iba a volverse a dormir, Neve sabía que era un hecho. Pero si salía
de la cama, estaba admitiendo la derrota. Estaba admitiendo que no era
capaz de —o estar lista para— dormir con alguien más, y dormir con otra
persona era un requisito previo para una relación. Iba a permanecer ahí, incluso
si eso significaba no dormir durante toda la noche.
Media hora más tarde, Neve estaba recitando en silencio la mayor
cantidad de T.S Eliot, La Tierra Baldía que podía recordar, Max se dio la vuelta,
se curvo a sí mismo en contra de su lado y comenzó a respirar aire caliente en
su cuello.
—¿Max? ¿Puedes moverte? —susurró, y cuando no hubo respuesta, ni
siquiera una pausa en las húmedas exhalaciones golpeando su cuello, Neve lo
apartó con las caderas en un esfuerzo para echarlo.
Esta vez ella obtuvo una reacción inmediata. Max presionó su pelvis
contra su trasero y Neve pudo sentir su polla endureciéndose, lo cual fue una
sensación interesante, pero no era realmente el punto ahora mismo.
—¡Max! —repitió con más sentimiento y volumen—. Eres demasiado
pesado. Por favor, ¿aléjate de mí?
Neve yació allí por algunos momentos sudorosos tratando de pensar en
cosas interesantes sobre ventiscas, tormentas de nieve y cómo realmente su
congelador necesitaba descongelarse, pero no estaba funcionando, no
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cuando podía sentir un hilo de sudor correr por su escote. Estaba debatiendo
los pros y los contras de pellizcar a Max muy duro en el brazo, tal vez incluso
usando las uñas, cuando oyó un zumbido.
Página
Antes de que incluso tuviera la oportunidad de descubrir que era o de
dónde venía, Max estaba rodando fuera de ella con un gruñido enfático. Neve
dio un agradecido suspiro de alivio y estiró sus piernas acalambradas, sólo para
darse cuenta de que el zumbido se estaba volviendo cada vez más fuerte, Max
se sentó y se inclinó para recoger su BlackBerry de sus pantalones vaqueros.
Neve no sabía quién debía estar más molesto, ella con quienquiera que tuviera
la osadía de estar llamando a la gente pasada la medianoche de un domingo,
o Max, que dormía sin importar los empujones y súplicas, pero que se
despertaba en un nanosegundo con el trinar distante de su BlackBerry.
Estaba teniendo una discusión tensa y acalorada con alguien en un tono
monótono, que era totalmente innecesario ya que estaba despierta y
probablemente siguiera así por algún tiempo.
Neve se sentó y encendió la luz de la mesita así Max sería capaz de
obtener el efecto completo de su ceño más feroz. Parece que no se molestó
por ello. Claro, hizo una mueca de disculpa, pero luego volvió a su
conversación en voz baja.
—Está bien, Max —siseó Neve, a pesar de que realmente, pero realmente
no lo estaba—. Estoy levantada. Estoy despierta. Podrías también dejar de
susurrar.
—Realmente lo siento por esto —susurró, su mano sobre el micrófono del
teléfono—. He estado tratando de apoderarme de este publicista por semanas.
Neve decidió que unos extravagantes ojos en blanco eran suficiente
respuesta, pero Max ya se había volteado. Iban a tener unas palabras serias
una vez que Max estuviera fuera del teléfono con la gente de Jennifer Aniston o
quienquiera que fuera.
—Bueno, sí, puedo firmar algo que dice que no le preguntamos acerca
de Brad o Angelina —estaba diciendo Max, y los ojos de Neve se abrieron
como platos cuando se dio cuenta de que no estaba tan lejos de la verdad.
¡Imagínate!
Realmente era una persona de prensa de una famosa estrella de
Hollywood llamando a Max mientras él estaba en su humilde departamento de
Finsbury Park.
—Sí, entiendo que le estoy pidiendo un día de toda su vida, pero sé que
estaría muy contenta con la sesión de fotografía. Armani nos está dando los
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tenga mucho control, pero tú puedes llevar menos ropa en la cama. —Max
asintió hacia la camiseta térmica de manga larga de Neve—. Tal vez usar
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Traducido por gaby828
Corregido por Mery St. Clair
ambos lugares.
—No te puedes rendir tan fácilmente —Insistió William, con un toque de
exasperación que Neve nunca había escuchado en él antes, a pesar de que se
exasperaba por como ella sonaba quejumbrosa—. Una cosa es conseguir por
tu cuenta un doctorado, pero no puedes dejarlo sin una pelea. No te rindas. No
es una cualidad atractiva.
En un giro inesperado de ironía, Max le había dicho casi las mismas
palabras cuando despertó el lunes después del domingo, la noche anterior.
Cuando le dijo que no repetirían su desastroso intento de dormir juntos, él le
dijo—: A nadie le gusta alguien que se rinde, Neve. No es como si yo hubiera
dormido mucho tampoco, contigo dando vueltas y suspirando cada cinco
minutos, pero estoy dispuesto a aguantarlo.
Neve pudo sólo jadear silenciosamente ante la injusticia de todo y se
irritaba por ello una semana mas tarde, cuando lo intento de nuevo. Al menos
esta vez, no habían llamadas de publicistas de LA y abandonó la idea de
colcha y la botella de agua caliente, y usó una camiseta de manga corta. Sin
éxito. A los diez minutos de apagar la luz, Max estaba profundamente dormido,
roncando y haciendo una muy buena imitación de un pulpo sexy, un pulpo
muy amoroso, que continuaba empujándola contra su erección.
A diferencia de Neve, Max se despertó de un estado de ánimo alegre e
incluso se quedo para el desayuno, aunque el lunes pasado se fue diez minutos
luego de despertar. De todas maneras, el buen humor de Max no duro mucho.
Su labio superior se curvo, hasta que tuvo la misma forma que la banaba que
Neve le dio, junto con un bol de muesli sin azúcar y leche de soja.
—¿Este es el desayuno? —pregunto incrédulo—. ¿Puedo preparar
tostadas?
—Bueno, este es tu desayuno —Lo corrigió Neve—. Siempre trabajo con el
estómago vacío los lunes en la mañana y no tengo pan en la casa. Lo siento.
Neve no sabía que fuera posible comer muesli con resentimiento, pero
Max lo consiguió. No quería empezar la nueva semana con una nota tan
amarga, a pesar de que el pensamiento de la reunión del Consejo de
Administración de la tarde del miércoles le formó un nudo en el estómago. La
cual era otra buena razón para no desayunar; no estaba segura de ser capaz
de mantener nada.
—En realidad, este muesli no esta tan mal —Anunció Max
180
Tres tazas de expreso después, Max regresó su usual estado alegre y listo
para irse. Neve camino con él y Keith hasta el pasillo, su mente ya estaba en su
entrenamiento y lo que les diría a Rose y Chloe, e incluso Phillip, si es que
encontraba algunas reservas de coraje y los confrontaba sobre su campaña de
susurros. Era claramente evidente que los tres planeaban lanzarla bajo un
autobús para mantener sus propios trabajos. Después de todo, había pasado
un tiempo desde que Rose la encontró enviando una carta personal en la
correspondencia y...
—...y quizás durante la semana no es una buena idea, pero deberíamos
tener otra oportunidad el siguiente domingo.
Neve notó que Max le hablaba sobre algo importante, juzgando por su
expresión seria. Incluso Keith la observaba solemnemente.
—¿Una oportunidad de qué?
—¡Dormir juntos! —Max empujo su brazo—. Si no podemos dormir juntos sin
que te vayas a la mitad de la noche, entonces esta relación esta condenada al
fracaso.
—Es una relación panqueque. —le recordó Neve.
—¡Lo que sea! ¿Sabes que es para mí un logro compartir la cama con
una mujer con la cual no he tenido relaciones sexuales? ¿Y levantarme a las seis
y media sin una palabra de queja? —Le dio un codazo a Neve en el brazo y le
lanzó esa sonrisa pícara que derretir a todas—. Creo que he crecido como
persona.
—Sólo sería un logro si yo fuera tu novia de verdad y que tú en realidad
quisieras tener sexo conmigo, pero te las arreglaste para contener tus deseos —
dijo Neve—. Pero no lo soy y no lo hiciste.
—¡Cristo! ¡No se puede tener las dos cosas, Neve! Tu eres la que te estás
guardando para ese tipo, William, y yo soy a quien le permites algunos besos y
andar a tientas antes de tener que parar. —Max le frunció el ceño—. Y
comienzas a sonar como una novia de verdad. Tienes la parte molesta a la
perfección.
—No he dormido —gruñó Neve, y notó que nunca le había gruñido a
nadie antes—. ¿Tienes una idea de cuán difícil es ir a entrenar dos horas sin
dormir?
—No lo sé, ni me importa.
Ambos dejaron de caminar, mucho mejor que quedarse quietos y mirarse
181
el uno al otro. Neve no sabía cuanto tiempo permaneció allí, pero al final dio un
pequeño suspiro, derrotada. —No tengo tiempo para esto. Gustav se pondrá
Página
maldad corriendo a través de sus venas en vez de sangre, era difícilmente una
experta en relaciones. Últimamente, ella y Douglas tienen la misma pelea una y
otra y otra vez.
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—Pero son tres días antes que me paguen a mi también, y gano menos
dinero que tu. —señaló Celia.
Página
Era difícil de creer cuando Neve apenas ganaba catorce mil al año
menos impuestos, antes que Celia encontrara realmente un trabajo que
pagara menos. —Pero no tienes que pagar renta, ni hipoteca.
—Bueno, tu tampoco —olisqueó Celia—. Vamos, no seas tacaña.
—No estoy siendo tacaña —dijo Neve, indignada—. Tendrías un montón
de dinero si no lo desperdiciarás en botas y jeans que te quedan cortos.
—Se llaman pantalones cortos, abuela.
—Bueno, yo estoy pagando dos préstamos estudiantiles y cuotas al
gimnasio y honorarios a Gustav… ¿y tienes una idea de cuanto cuesta una
semana de frutas y vegetales orgánicos? —Inquirió Neve—. No te voy a prestar
más dinero. Nunca, nunca me pagas.
Era un punto justo, porque según los cálculos de Neve, Celia le debía más
de mil libras, pero era algo que ninguna de las dos mencionaba. Aparte de
ahora, porque Neve se encontraba mal humor y Celia era la única persona con
la cual se atrevía a sacarlo.
—Que insolente —Celia pateo su bota y se quedo con una pierna en su
tacón de plataforma, pero se las arreglo para emitir grandes cantidades de
disgusto—. Si no me vas a prestar dinero, entonces sería de gran ayuda que
botarás a Max, así solo tendré que poner veinte libras.
Neve no lo había considerado, pero dejar a Max podría ser una solución
a muchos de sus problemas que actualmente la hundían.
—Bueno, lo pensaré —dijo y ni siquiera trato de ser graciosa, pero Celia
sonrió y fingió consultar el calendario en su teléfono.
—¡Yuju, Neevy! Dijiste que saldrías con él por dos meses y todavía tienes cuatro
semanas por delante —Le dio a su hermana una mirada severa—. Sabes lo que
dicen de las personas que abandonan, ¿no?
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Página
Traducido por Munieca
Corregido por Mery St. Clair
faxes a su madre en España, cuando no había nadie más alrededor, y eso era
probablemente un motivo de despido inmediato.
Página
—Así que, ¿Cualquier Otro Asunto? —Harriet Fitzwilliam-White miró
alrededor de la mesa sin mucho entusiasmo.
—Sí. A Rose y a mi nos gustaría hablar de algo —dijo Chloe, en realidad
atreviéndose a ponerse de pie—. Tenemos una propuesta para tomar el
Archivo en el siglo XXI y atraer nuevas fuentes de ingresos, también.
—Pensé que habíamos hablado de esto, Chloe —le espetó el Sr.
Freemont, rociando migas de pan encima de la mesa porque comía el último
sándwich de langostino—. Y dejé mis pensamientos perfectamente en claro.
—Sí, es cierto —dijo Chloe uniforme, mirando directamente a Jacob
Morrison mientras hablaba, y Neve se dio cuenta de que Chloe llevaba un lápiz
de labios mucho más oscuro de lo que normalmente usaba, y un inteligente
vestido gris y un chaqueta con pinzas que la hacían lucir mucho mejor que con
sus usuales pantalones y jersey.
—Pero quizás fui yo quien no fue muy clara, ya que no pareció entender
el concepto de incorporar en nuestras fuentes ingresos propios, demostrar que
no somos dependiente de las donaciones.
—Eso es ciertamente algo que me gustaría oír —dijo Jacob Morrison,
descansando de nuevo en su silla—. ¿Quién no ama una nueva fuente de
ingresos?
—No tomará mucho tiempo —dijo Rose secamente—. Hice una
presentación en PowerPoint.
Hubo un leve murmullo elevándose. Neve aún no estaba completamente
emocionada, ya que tenía la horrible sensación de que una manera de
conseguir una nueva fuente de ingresos era deshacerse de ella con su salario
anual de catorce mil trescientos y cuarenta y siete libras (antes de impuestos)
para asegurar parte de la recopilación literaria caliente. Ella tampoco sabía
que el Archivo poseía un equipo que era capaz de producir una presentación
en PowerPoint sin que se apagara.
Todos los demás parecían mucho más entusiasmados cuando Chloe
empezó a hablar y Rose pulsó botones en un viejo ordenador portátil. Su plan
era empezar la digitalización del Archivo y la introducción de las cuotas de
abono, así como unirse con otros archivos literarios y bibliotecas académicas
para crear una base de datos de los escritos de personalidades ya muertas.
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eventualmente cuando pudo oír que su voz fue volviéndose ronca, intento
contenerlo.
Página
—... y ella se avergonzaba de Charles por traicionar a su país y trabajar
para la KGB, pero también se sentía en parte responsable porque ella le había
introducido al Socialismo. Cuando él dejó a su esposa y su familia y huyó a
Rusia, ella se fue con él... era la única manera de que alguna vez pudieran estar
juntos. Pero estaba horrorizada por lo que vio allí y regresó a Inglaterra dos años
más tarde para encontrarse a sí misma por completo condenada al ostracismo,
no sólo por desertar, sino porque se había fugado con un hombre casado, un
miembro del Establishment que se había convertido en traidor, y lo destruyó. No
escribió nada durante treinta años, luego empezó de nuevo. Sus últimos
poemas y cuentos, son sólo... bueno, son una especie de rompe corazones.
Hubo otro silencio, cuando Neve se detuvo y tragó fuerte porque no
había pensado que se pondría tan emocional con un nudo en la garganta
hablando de Lucy. Sonrió débilmente y esperó a que alguien dijera algo.
—Esta Lucy Keener, ciertamente parece haber tenido un gran efecto
sobre ti —Le dijo Harriet Fitzwilliam-White a Neve. Era la primera vez que le dirigía
la palabra a Neve—. Puedo recordar cuando Charles Holden desertó; los
documentos dejaron entrever que podría haber una mujer involucrada, pero
nunca la nombró.
—Bueno, la familia de Laura Holden, la esposa de Charles, estuvieron muy
bien conectados y trataron de mantener los detalles lo más lejos posible de la
prensa —explicó el Neve—. Ya era bastante malo que Charles fuera un traidor,
sin ser un adúltero también.
—Probablemente, debería leer esta novela entonces —dijo Jacob
Morrison, aunque no sonó excesivamente interesado ante la posibilidad.
—No puede —El Sr. Freemont había permanecido en silencio todo este
tiempo, aunque periódicamente su lengua se deslizaba fuera de su boca para
que pudiera mojarse los labios agrietados—. Neve está bajo estrictas
instrucciones de enviar todo lo referente a Lucy Keener al abogado que
administra sus bienes.
—George, creo que es bastante obvio que todo lo referente a Lucy
Keener no fue enviado a ninguna parte —dijo Mary Vickers suavemente. Ella
parecía muy divertida por todo—. Es muy emocionante. Tal vez la Sra. Slater ha
descubierto una nueva estrella literaria.
—Así que, Neve, ¿tienes una copia de esta novela? —le preguntó Jacob
191
Morrison, y por la vida de ella, Neve no sabía si tener todos los papeles de Lucy
era algo bueno o una posibilidad de ser despedida. Lanzó una mirada
suplicante a Chloe.
Página
—Lo tienen almacenado fuera del sitio —dijo Chloe, sonó mucho mejor
que admitir que se encontraba en una caja en la habitación de invitados de
Neve—. También querrá ver los primeros capítulos de la biografía que Neevy ha
escrito. Absolutamente atrapante.
—En su lugar, ¿por qué simplemente no me da una sinopsis? No más de
dos páginas —sugirió Jacob, alcanzando el bolsillo interior de su chaqueta para
extraer una tarjeta de visita—. Puedes enviar una copia del manuscrito a está
dirección, ¿verdad?
Neve se estiró para tomar la tarjeta y le dio las gracias y sonrió y asintió,
pero sabía que Jacob sólo le había pedido que escribiera una sinopsis sólo por
ser cortés, en gran parte de la misma manera que probablemente sólo leyó la
primera página de Bailando en el Borde del Mundo y decidió que no tenía
mérito literario. Él era un super-agente con un par de ganadores del Premio Man
Booker en su lista de clientes y por lo menos tres novelistas de sexo-y-compras
que siempre estaban en las listas de los más vendidos. No quería —conseguir—
la novela y Neve casi no quería enviarle el manuscrito, porque se sentía muy
protectora de Lucy —Esa tenía que ser la razón por la cual el universo (o un
abogado de Lucy) le había confiado su patrimonio literario a Neve.
La reunión termino finalmente. Neve era dolorosamente consciente de los
ojos entrecerrados el Sr. Freemont descansando por primera vez en ella, y luego
en Chloe y Harriet Fitzwilliam-White les dio las gracias a todos por asistir, como si
hubieran tenido alguna otra opción. Luego, los Consejeros fueron
levantándose, Jacob Morrison le deslizó a Chloe otra de sus tarjetas, mientras
caminaba junto a ella.
Chloe, Rose, el Sr. Freemont y Neve y se sentaron allí, escuchando el
sonido de cinco pares de pies marchando sobre el suelo en el vestíbulo. El Sr.
Freemont esperó hasta que oyó cerrarse la puerta detrás de ellos, luego se
volvió hacia Neve, su mentón débil oscilando con furia. —Bueno, yo nunca
hubiera esperado eso de usted, Srta. Slater —siseó, Neve se encogió en su silla.
Hbía sabido que tendría que soportar el peso de la ira el Sr. Freemont. Él no se
atrevería a empezar con Rose o Chloe, porque ni siquiera pretendían respetar
su autoridad. —Yo expresamente le ordené devolver esos papeles. Lo que has
hecho... bueno, es un robo.
—Oh, no, no lo es, George —replicó Rose, y Chloe aprovechó la
distracción para escapar de la habitación—. No es para nada como robo. Es
192
Phillip negó con la cabeza. —¿Por qué pensarías algo como eso?
Página
—Sí, ¿por qué lo harías? —Chloe hizo una mueca dañina—. Estoy
realmente ofendida de que lo pensaras. ¡Tú eres una de mis mejores amigas,
Neve!
Neve se retorcía impotente. —Lo siento, pero todo el cuchicheo en las
esquinas sacó lo peor de mí. Soy muy propensa a la paranoia, cuando la gente
no hace contacto visual conmigo.
Rose estaba sin duda haciendo contacto visual con Neve, el contacto
visual que transmitía decepción e incredulidad. —Creo que es hora de que
vayas a otro Taller de la Diosa, porque el primero, obviamente, no cuenta.
Chloe tenía otras ideas. —¿Sabes qué? —dijo, dejando su taza en el
escurridor—. El té no hará efecto. Vamos al bar.
195
Página
—Si quieres un favor, entonces simplemente pregúntamelo, y si es algo
que quieres que haga, entonces lo haré —le dijo.
Neve escuchó a Max tragar saliva. —Oh, así que ahora no estoy
autorizado a hacerte cumplidos, ¿es eso?
Ella no tenía la energía para esto, no después de un día tan
emocionalmente agotador y dos copas de Pinot Grigio, quería ir al grano. —
Max, no quiero pelear, pero ¿hay algo que necesitas de mí?
Max hizo una pausa y Neve juró a sí misma que si las siguientes palabras
que salieron de su boca eran el indicio de una pelea, mandaría al diablo su
relación panqueque. Realmente lo haría. O le enviaría un correo electrónico
una vez que colgaran.
—Bueno, sí, hay pequeñito favor, el cual quiero pedirte —dijo Max,
finalmente, y a pesar de su declaración anterior, Neve estuvo inmediatamente
sospechosa. Ahora que Max lo había escupido, recordó que cuando la gente
quería un favor de ella, por lo general involucraba a Celia pidiendo préstamos o
Rose intentando compartir su trabajo.
—Está bien, pídelo ya —dijo, tratando de parecer entusiasta.
—Mi niñera acaba de llamar y no puede cuidar a Keith cuando yo este
en Los Ángeles, porque dice que Keith aterroriza a su Cocker Spaniel, aunque
creo que es al revés —menciono Max con indignación—. Cristo, el perro se
llama Luis. Automáticamente te hace querer que le aterroricen. Y sí, Keith le
ladra a otros perros, pero es un ladrido nervioso y él nunca…
—¿Quieres que me quede con Keith? —Interrumpió con impaciencia
Neve—. ¡Me encantaría!
—Derek dice que lo sacara a caminar durante el día, pero yo tendría que
darle la llave y sé que es mucho pedir...
—Max, no hay problema. Me encantaría tener al pequeño cachorro
como compañero de piso.
—Estás usando la voz escalofriante de nuevo —Max le recordó con
severidad—. Mira, ¿estás segura de que no te importa?
—No, en absoluto —Neve le aseguró—. Keith incluso podría mantener a
raya a Charlotte. No creo que ella pueda distinguir de un ladrido nervioso a un
ladrido que dice: "Si no dejas de gritarle a Neve, voy a deshacerte la yugular."
197
—Por supuesto que no, pero Charlotte no sabe eso. Y puede venir el
domingo contigo y asentarse y puedo sacarlo a correr conmigo.
—A él le encantaría eso. No puedo ponerlo en perreras durante una
semana, tendría un ataque de nervios.
—Bueno, no tienes que hacerlo —dijo Neve—. Honestamente, debes
haber sabido que yo diría que sí.
—¿En serio? Después de lo ocurrido el lunes, pensé que me dijiste que me
fuera a la mierda.
Neve escuchó un ruido por la planta baja y se quedó inmóvil por un
segundo. La puerta principal se cerró de golpe y contuvo el aliento, pero el
sonido de los pasos era más débil, en lugar de llegar a un crescendo a medida
que se acercaba a su casa. A pesar de ello, bajó la voz—: Yo no hice eso, y no
hubiera dicho eso porque no uso esa palabra.
—Bueno, puede que me hayas dicho vete a la mierda muy
educadamente —se rió Max—. ¿Por qué sigues susurrando? ¿Estás con alguien?
—Estoy en casa —dijo Neve, todavía en voz baja—. Creo que Charlotte
acaba de salir, pero ella y Douglas han estado discutiendo toda la semana, lo
que la hace realmente susceptible a los ruidos, así que estoy haciendo un
trabajo en el cuarto de baño. De esta manera, sólo me oye, si ella va al baño.
—Cariño, esto no es una manera de vivir —dijo Max con suavidad—. No
puedes dejar que te afecte.
La forma en que Max la llamó “cariño”, no fue en su habitual manera
descuidada, casi burlona, fue como si la palabra encapsulará exactamente
cómo se sentía por ella, hizo que a Neve le doliera la garganta. —Lo sé. Es sólo
que ahora estamos atrapados en este ciclo y no sé cómo romperlo.
—Es como tú y yo y esas peleas estúpidas que seguimos teniendo, ¿no?
—dijo Max, y era la última cosa que Neve esperaba que dijera—. Mira, Neevy,
lo digo de verdad, la mayor parte de la vida es una mierda y no se debe tomar
en tan en serio. —En el teléfono, con la acústica realmente buena de su cuarto
de baño de azulejos, todas las palabras, los sonidos y respiraciones eran
amplificadas, por lo que Neve podía oír la reticencia en su voz—. Es sólo que
parecías muy triste en la mañana del lunes. Como si te sintieras completamente
derrotada. ¿Te estoy haciendo tan infeliz?
Neve sacudió la cabeza con incredulidad. —No. ¡No! Quiero decir, el
dormir juntos no me entristeció y todo este experimento de citas es mucho más
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difícil de lo que pensé que sería, no es por eso que estuve decaída el lunes. —
Hizo una pausa—. Hubo un problema en el trabajo, pero todo esta mejor ahora.
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venas —declaró Neve, aunque estaba bastante segura de que ella ni siquiera
tenía un tazón para mezclar—. Y puedes escoger el DVD y no tiene por qué ser
una película para chicas. Honestamente, voy a ver una película de la mafia o
Página
algo muy violento por Quintín Tarantino que está lleno de referencias de cultura
popular que de ninguna manera voy a entender.
—Hemos llegado a un acuerdo, entonces —dijo Max, y Neve estaba
segura de que él sonreía. Ella también estaba segura de que era hora colgar.
—Bueno, supongo que...
—¿Neevy? No sé si lo he mencionado, pero Mandy se va a casar en
Manchester en un par de semanas y creo que deberías venir conmigo. Se trata
de tomarse libre varios días, de jueves a lunes, así que no sé si sería un problema
pedir esos días en tu trabajo. —Lo oyó tragar—. ¿Qué te parece?
—¿Con quien va a casarse? ¡Oh! Se trata de un futbolista. Ese tal Darren.
—¿Cómo no sabes estas cosas? —Le preguntó Max en una voz
exasperada—. ¿Lees los periódicos?
—No tengo que hacerlo —dijo Neve a la defensiva—. Mi área de
especialización es la literatura británica de entreguerras, y los periódicos están
llenos de cosas deprimentes sobre la economía y el terrorismo que no necesito
saber. ¿Por qué es en un fin de semana?
—Se van a casar el sábado, después de que todos los invitados hayan
renunciado a traer cámaras y teléfonos, ya que han vendido los derechos a la
revista Voila, pero hay una fiesta en la noche del jueves y Mandy es muy
agradable y su familia han sido muy buenos conmigo y quiero que los
conozcas.
—¿Como qué? ¿Como tu novia? —dijo Neve—. No van a creer que soy
tu novia.
—¿Por qué no? —Exigió Max.
—Por mi apariencia y así, por mi forma de vestir y porque no tengo
mucho de qué hablar que no sea la literatura británica de entreguerras.
—Pensé que yo era el que hablaba de basura absoluta —dijo Max muy
escuetamente—. ¿Vas a venir a la boda conmigo?
—¿Puedo pensarlo?
—No, tienes que decidir aquí y ahora —insistió Max.
—¡Eso no es justo!
201
oficina de correos, se prometió que una vez que lo perdiera de vista, iba a
hacer lo posible para asegurarse de que estuviera fuera de su mente.
Entonces, pensó en la noche de Max —Otro sábado, lo cual se sentía
francamente mal. Max era sábado por la noche y había sido así durante las
últimas semanas, pero cuando terminó su Neve entrenamiento de la tarde con
Gustav y le dijo que no tenía ningún plan, la invitó a cenar con él y su novio
Harry, quien era agradable.
No sólo era una novedad ver a Gustav en ropa casual, aun cuando
vestía de negro como su ropa de gimnasia, pero adoraba a Harry. Gustav se lo
dijo a Neve cuando era obvio que ella calculaba mentalmente cuantas
calorías había en cada bocado de comida que comía.
Pero lo mejor de salir con Gustav y Harry fue que Harry siempre
emborrachaba a Gustav (Lo cual no era difícil, ya que tenía aún menos
tolerancia para el alcohol que Neve) y Gustav era muy risueño en estado de
ebriedad. Para cuando el budín de Harry llegó con tres cucharas, Gustav
abrazaba a Neve y no dejaba de tocarla de una manera paternal, a pesar de
que Neve le decía que no.
—Si yo no fuera homosexual, te amaría más de lo que ya hago, Neve —
dijo, acariciando en su cuello—. Me recuerdas a mi madre.
—Oh, cariño, debes sentirte muy orgullosa —dijo Harry entre carcajadas,
mientras Neve intentaba asegurarse de que Gustav no babeara su vestido, que
sólo debía lavarse en seco.
—Gustav, si no te detienes voy a comerme todo el chocolate del pastel
de Harry —dijo Neve en advertencia, pero Gustav solo resopló con alegría.
—Siempre hueles bien —comentó—. Incluso cuando estás muy sudada.
—Creo que es hora de llevar a casa a este peso ligero —dijo Harry, y
Gustav sonrió socarronamente a Neve.
—Me encanta Harry, también —confió—. Tiene un pene enorme.
Neve seguía riendo mientras ayudaba a llevar a Gustav en la parte
trasera de un taxi. —Voy a recordar esta conversación y la sacaré a colación
cada vez que trates de torturarme —le dijo a Gustav mientras se recostaba en
el asiento y le lanzó besos hasta que el taxi se alejó.
Ella se quedó de pie en el centro de Old Compton Street, a las nueve de
la noche del sábado, y aunque sabía que Charlotte estaba en Brighton en una
despedida de soltera, Neve no tenía ganas de volver a casa.
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Página
Traducido por Cmmlrules
Corregido por ★ MoNt$3★
con Max, quien había conseguido la difícil tarea de rodar sobre su espalda
mientras ella salía de la habitación, y ahora tenía las zapatillas descansando
sobre su cojín favorito.
—¿Tienes la energía para servirte tu café o necesitas que lo haga por ti?
—preguntó Neve malhumorada mientras ponía la cafetera y una taza sobre la
mesa del café.
Max se sentó y se pasó una mano por el pelo despeinado.
—No se te permite ser insolente conmigo hoy, no cuando ni siquiera has
llegado a decir feliz cumpleaños.
Neve recapituló inmediatamente.
—Lo siento. Feliz cumpleaños. —Se acercó a Max—. ¿Quieres un poco de
paracetamol?
—Más bien quiero el primero de los besos de mi cumpleaños —dijo Max,
tirando a Neve hacia su regazo para poder besarla profundamente, deslizando
la lengua en su boca, con una mano acariciando su pecho, con el pulgar
rozando su pezón, que alcanzó su punto máximo, obediente a la orden de Max.
El antiguo sofá crujió en protesta mientras Max recostó a Neve hacia
abajo, dejándola aplastada entre los cojines y su cuerpo caliente, duro.
—Tengo que poner las patatas en el horno —dijo sin aliento, después de
lo que se sentía como horas de besos largos y dulces. Max le había
desabrochado su suéter lentamente, de modo que puso la boca en sus pechos
a través de su vestido, y ahora el material se aferraba húmedamente en ella y
sus pechos se sentían hinchados y llenos—. ¿Todavía necesitamos el
paracetamol?
Max sonreía y se veía tan elegante y sexy a unos centímetros del rostro de
Neve, casi no podía creer que esto lo tendría y lo mantendría por las próximas
semanas.
—Resulta que tus besos curan la resaca, Neevy.
Se ruborizó y su sonrisa se hizo amplia, más perversa, de la forma en que
siempre lo hacía cuando estaba tomándole el pelo.
—Por lo tanto, ¿Eso es un no, entonces? —preguntó, dándole una
palmada en su pecho para apartarlo—. Iré a poner las patatas.
Sin embargo, otro correo electrónico había llegado de William y Neve
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ella no era firme o fiable o lista para tomar una decisión en un buen momento.
Ellos tenían dos lugares diferentes en su vida, pero parecía erróneo e
inadecuado por completo seguir aturdida y dolorida por los besos de Max,
mientras que rápidamente respondía al mensaje de William y le preguntó si
había escuchado en la radio el podcast de Christina Rossetti.
Max estaba dormido en el sofá, Keith recostado en suelo cerca de los
ventanales, por lo que Neve podría continuar cortando las verduras y revivir el
recuerdo caliente de todos y cada uno de los besos de Max. Luego, cuando
comenzó a sentirse culpable, trató de recordar cada palabra de la llamada
telefónica de William con ella.
Después de que le envió un mensaje a Celia para decirle que le llevaría
la cena en diez minutos, Neve fue a la sala para despertar a Max. Había estado
pensando en él mientras sacaba las costillas del horno con su mano
enguantada, pero él se veía tan dulce e indefenso, por una primera vez, que se
encontró inclinándose para darle un suave beso en la boca.
Para el momento en que abrió sus ojos cansados, ella estaba de pie en
la puerta.
—La cena estará lista en cinco minutos —dijo, mientras sonaba un
imperioso golpe en la puerta—. Esa es probablemente Celia buscando la cena.
Era Celia, y de pie detrás de ella estaba Douglas, quien traía una bolsa
de Tesco.
—Date prisa y déjanos entrar —dijo Celia, tratando de irrumpir y pasar al
lado Neve, quien se mantuvo firme—. Tengo tanta hambre que podría
comerme un caballo.
—¿Estás bien, hermanita? —gruñó Douglas, Celia le dio un poderoso
empujón a Neve, quien no tuvo más remedio que hacerse a un lado y dejarlos
entrar.
—Oye, Neve, dile a tu hermana que se vaya a la mierda —dijo Max al
aparecer, y su pequeña sala de repente se lleno con tres personas muy altas y
un perro robusto que se mantenía olfateando las espinillas de todo el mundo.
—Soy Douglas, el hermano mayor de Neve —dijo Douglas, ignorando por
completo a Neve—. Supongo que tú eres el novio y dueño de ese perro del
demonio.
Max no dijo nada al principio, y estaría en su derecho como presunto
novio y propietario del perro del demonio el de correr a Douglas del
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secuestrados, cuando mi padre regreso nos dijo que no nos iba a dejar de subir
de nuevo hasta que prometiéramos quedarnos callados.
Página
—Excepto que sólo fueron veinte minutos —dijo Neve—. Máximo, media
hora. Y él sólo condujo al otro lado de la estación.
—No puedo creer que dejaras que papá se marchara de esa forma —
dijo Douglas, porque incluso aunque habían pasado diecisiete años aún no lo
olvidaba.
—Pero no me había dado cuenta de que no estaban allí —explicó Neve
por enésima vez—. En ese momento, llegué al capítulo en el que se vieron
atrapados en una tormenta de nieve y tuvieron que quedarse en un refugio en
la montaña, era fascinante.
—Dile a Max lo que tú y papá hicieron cuando por fin sacaste tu nariz de
Chalet School —ordenó Celia y Neve pensó que exagerada con la indignación,
pero Max sonreía, observando a cada uno de ellos, a medida que hablaban.
—Comimos huevos, patatas fritas y frijoles, compramos para después un
cornetto y papá leyó el periódico mientras yo leía mi libro, ninguno de los dos
nos dijimos ni una bendita palabra —recordó Neve con gusto—. ¡Buenos
tiempos, mis amigos, buenos tiempos!
—Mientras que nosotros tuvimos que conformarnos con unos sándwiches
de queso y pepinillo —dijo Douglas—.Y cuando regresamos al auto, creo que
nos las arreglamos para permanecer en silencio, mmm, como cinco minutos.
—Más bien como dos minutos —dijo secamente Neve. Ella miró los restos
de pollo, si tuviera un poco de suerte podría hacer sopa con los huesos—.
¿Todos han terminado?
Había platos vacíos por todas partes, a excepción del de Max que tenía
una muy solitaria papa asada y crujiente. Que Celia ya quería alcanzar.
—Si no vas a comer eso, ¿puedo tomarlo? —le preguntó, con su tenedor
listo.
—No —dijo Max, golpeando su mano mientras ella hacía un el intento de
tomarla—. Es de Neve.
Neve pudo ver a Douglas y Celia intercambiando miradas y guiños
cuando Max le entregó su tesoro, así que cerró los ojos para disfrutar de su
pequeño momento de felicidad y carbohidratos sin que ellos lo arruinaran.
—Gracias —dijo ella, cuando terminó. Había pastel, y no podría ser
compartido entre los tres, pero para su sorpresa, Neve se dio cuenta de que no
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quería echar a Douglas y Celia todavía. Aunque le dolía admitirlo, había sido
bonito tener una cena familiar y Max no hubiera abierto la segunda botella de
Página
Douglas.
Página
—Ustedes dos me dan asco —Había gritado, la cara roja de ira y el
alcohol mientras seguía golpeando el cuchillo eléctrico de trinchar en la mesa
para marcar su punto—. Si fuera por mí te cortaría una oreja.
Douglas había gritado de regreso, Celia había llorado, su madre se lo
había llevado diciendo:
—¡Barry, es suficiente! ¡Barry, podrías detenerte! —Y Neve se había
quedado allí sentada esperando a poder encerrarse en su habitación y
desaparecer a un mundo donde nunca existieran los gritos, sólo los comentarios
mordaces de los aficionados.
—Fue horrible —dijo Celia—. Pero eso es lo que pasa con papá. Es tan
tranquilo y luego los tragos se les suben a la cabeza y explota. Después estaba
muy arrepentido, envió un enorme ramo de flores a la casa de la tía Catherine
en Nueva Jersey. Debe haberle costado una fortuna.
Douglas retomó el hilo.
—Sí, él se durmió afuera, entonces me llevó a la taberna para decirme
que lo sentía mucho y me dio un discurso sobre la dotación y aceptar la
responsabilidad. Lo prefería más cuando me estaba gritando.
—¿Y qué hay de ti? —preguntó Max a Neve, que estaba sentada en
silencio, con las manos sosteniendo una taza de té de menta—. ¿Escapaste de
toda la ira paterna?
—Más o menos. Bueno, no, no realmente —dijo en voz baja Neve.
—Por lo menos, no te gritaba a ti —dijo Douglas, como si eso lo hubiera
hecho mejor. No sabía. Se había hecho peor.
Debido a que Neve había estado sentada allí, aclimatándose, luego
distrayéndose y tal vez incluso había estado sintiéndose un poco superior, ya
que le habían otorgado un lugar principal y había sido aceptada en su curso
de Maestría con el financiamiento de la Academia Británica. Esos fueron logros
de los cuales cualquier padre estaría orgulloso.
Sí, definitivamente había estado sintiéndose un poco superior y luego
liberada ya que su padre dejó de gritar, se hundió en su silla y le puso una mano
en la frente, y...
—Él me dijo “En cuanto a ti, no puedo soportar verte. Estás comiendo
hasta la muerte”. —Cuando su padre lo había dicho, las palabras habían sido
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respaldadas por una ira plana, resignada, lo que era mucho más aterrador que
cualquier cosa que él le hubiera dicho a Celia y Douglas y después de años de
Página
práctica, Neve podía repetir las palabras sin ninguna emoción perfectamente
con la cara en blanco. Max, sin embargo, logró mirarla indignado y horrorizado,
simpático por su parte.
—No debería haber dicho eso. No tenía ningún derecho...
—Él tenía todo el derecho —replicó Neve bruscamente—. Era la verdad,
me hizo un favor. Sí, me dolió y sí, fue una sorpresa, pero fue una sorpresa que
necesitaba. Así que aquí estoy un poco más fuerte que a los doce.
—¿En serio? No parece que pesaras mucho —dijo Douglas, ganándose
una bofetada de Celia y su enojo.
—No le digas a Charlotte lo mucho que pesé —dijo Neve.
—Bueno, ella no lo sabe, papá si le hizo un favor. Nos hizo un favor a todos
nosotros. Neevy ya no es más obesa, Seels encontró a su ética de trabajo y me
hizo honesto para Charlie.
—Se necesita más que eso para hacer que una mujer sea honesta —
murmuró Celia oscuramente, tal vez los comentarios sarcásticos y la recolección
de costras antiguas que se han quedado para sanar era sólo una parte
importante de tener una cena familiar, todas las risas más los largos viajes a la
playa. Se giro hacia Max, quien no había quitado los ojos de Neve, aunque se
negó a mirarlo.
—A pesar de lo que Neve pudiera decir, mi padre no es tan malo.
—Sé que puede ser difícil para ti entender, mocosa, pero con Neve
tenemos muchas cosas de que hablar las cuales no le incumben a tu familia —
dijo Max y Neve todavía no entendía cómo podía decir algo tan molesto y
hacerlo en un tono ligero y juguetón de modo que la gente no se ofendiera.
Celia ciertamente no lo hizo. Sólo asintió con la cabeza y dijo:
—Bueno, a Neve no le gusta hablar de eso porque entonces tendríamos
que admitir que ella no ha hablado con mi padre desde que ocurrió.
—¡Eso no es cierto! —dijo Neve, desenroscando las manos de su taza, así
podía colocarlas sobre la mesa—. Hablamos. Lo veo a él y a mamá cuando
vienen a la ciudad. Honestamente, las cosas salen bien a veces.
—No hablas con él —insistió Celia—. Mamá dice que él te envía correos
electrónicos todo el tiempo.
—Sólo para preguntar si hay algo que arreglar en el piso, lo cual no hay.
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diciendo:
—Vamos, Seels, voy a dejar que me lleves al bar y me compres una
Página
bebida.
Quejándose, Celia también se puso de pie.
—Los dejo a solas, enamorados, así pueden hacer lo que sea que hacen
cuando están solos —dijo con un guiño teatral que hizo reír a Max y Neve se
apresuró hacia la puerta principal.
—Realmente eres una mocosa —dijo Neve con una mano en la espalda
de Celia para mantenerla en movimiento hacia adelante. Abrió la puerta y
empujó a Celia a través de ella—. Voy a hablar contigo mañana.
—¿Podemos hacer algo mañana por la noche, solo nosotras dos? Incluso
si es sólo uno de tus malos abadejos al vapor y combos de arroz con un DVD?
—declaró Celia—. ¡Nunca tienes tiempo para mí!
Eso no era completamente cierto, pero Neve estaba muy feliz de hacer
planes.
—Siempre y cuando te des cuenta de que yo te voy a dar una
conferencia por lo menos durante diez minutos sobre las cosas que podemos
decir en nuestras conversaciones y las cosas que no hay que decir.
—Cuento con ello. —Celia sonrió—. Vuelve con Max y hazle unas tortitas.
Celia bajó por las escaleras y Neve cerró la puerta y caminó lentamente
hacia la cocina para poder hablar un poco más sobre las cosas de las que
realmente no quería hablar.
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Página
Traducido por maggiih, Mery St. Clair & ƸӜƷYosbeƸӜƷ
Corregido por liRose Multicolor
M
su regazo.
ax aún se encontraba sentado en la cocina y, mientras Neve
caminó junto a él con una débil sonrisa para finalizar la última
compensación, la agarró alrededor de su cintura y la tiró hacia
cerrados, y Neve pensó que él nunca se había visto tan hermoso como lo hacía
en ese momento; con la suave luz proveniente de la lámpara, con los planos de
su pecho descubierto y las tensas líneas de su rostro con un brillo fantasmal—.
Página
Hora de parar.
Neve no quería detenerse, ya que se encontraba un poco borracha por
el champán, el chocolate y su victoria de Scrabble. Tenía una extraña e
imperiosa necesidad de arrancarse la ropa, sin importarle sus imperfecciones y
rogarle a Max terminar lo que comenzaron.
En su lugar, se recostó sobre el sofá y trató de recobrar el aliento mientras
Max subía la cremallera de su sudadera hasta su barbilla, así no se vería
tentada de lujuria por cada centímetro de su piel.
—Voy a pasear a Keith —anunció Max innecesariamente, porque siempre
tiene que pasear a Keith cuando las cosas se ponían candentes y pesadas
entre ellos. Era parte de la rutina del domingo en la noche.
Neve se encontraba sentada en la cama con sus dientes cepillados, cola
de caballo y con una absoluta certeza de que iba a ser otra noche sin dormir,
mientras Max se sacaba sus jeans y se metía bajo su edredón.
—Está helado aquí —se quejó, acaparando una gran cantidad de la
manta, la cual Neve intentó apoderarse de nuevo—. ¿La calefacción está
dañada?
—No, pero apagué el radiador y he tenido las ventanas abiertas todo el
día, no hay botellas de agua caliente y estoy usando mis pijamas de verano. —
Neve se acurrucó más cerca de él—. En el momento en que quieras empezar a
hacer una buena imitación de una explosión termonuclear estará bien por mí.
—Aléjate de mí —dijo Max, empujando a Neve al otro lado del colchón—
. Es como compartir la cama con un bloque de hielo.
—Bueno, es más frío para ti que para mí. —Neve se acurrucó bajo el
edredón, demasiado friolenta para incluso leer un libro, ya que supondría
exponer a sus brazos a los elementos. Sólo tenía que pensar en cosas calientes
en su lugar.
Diez minutos después, todavía se congelaba y seguía despierta. Tan
despierta que cada vez que cerraba sus ojos, se abrían por voluntad propia.
Neve pensó que Max podría estar dormido porque quedó muy quieto y
tranquilo, a pesar de que no lo suficientemente profundo para comenzar a
roncar, cuando de repente rodó y tuvo cada deliciosa pulgada de él
acariciándose contra ella.
—Supongo que puedes poner tus pies sobre mí si quieres. —Neve
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una vida increíble y satisfactoria, si no hubiese tenido que cargar con un niño. —
Max se frotó los ojos y tragó fuertemente—. No era tan malo cuando mi abuela
Página
61 Coronation Street: También conocida como Corrie, es una serie británica que se emitió por
primera vez el 9 de diciembre de 1960 en la cadena Independent Television (ITV).
seguía viva, pero después de que murió, mi mamá se puso, incluso, mucho más
deprimida. Mudarme a Londres, cuando tenía dieciséis, fue la mejor cosa que
había pasado. Pero si hubiese sabido que sólo le quedaban dos años, me
hubiese quedado. Debí haber estado allí para ella.
—Pero no podías saber eso, Max, y en algún nivel, debió haber tenido
algo de paz sabiendo que eras independiente y podías cuidar de ti mismo. —
Neve no sabía qué más decir para hacerlo sentir bien así que lo besó.
Fue un beso torpe y se golpeó la nariz, pero eso hizo que Max sonriera
contra sus labios y Neve pudo sentir la tensión dejando lentamente su cuerpo
como el aire escapando de una picadura.
—Entonces, sólo digo, que debes reconciliarte con tu papá —dijo Max—.
Porque no quiero que tengas que vivir con esta clase de arrepentimiento. Es un
dolor en el trasero.
—Bueno, hablaré con mi mamá —decidió Neve, porque había beneficios
en tener una madre que quería saber los asuntos de los demás—. Vamos a
tantear el terreno. —Trató de encogerse de hombros, lo cual era
sorprendentemente difícil cuanto estas acurrucado con alguien—. Lo tonto es
que estoy feliz de que lo dijera. Necesitaba escucharlo, pero deseo que no
hubiese sido él.
Ella se volteó porque ahora era el turno de Max de abrazarla. Ni siquiera
le riñó por poner una mano sobre su vientre. —Para mi sonó como si tú y tu
papá solían ser cercanos —ofreció él.
Y lo habían sido. Habían compartido… el silencio y había sido de oro.
—Cuando me encontraba en Oxford, me visitaba y me llevaba a
almorzar —dijo Neve vacilante—. Íbamos a un restaurante en el río y yo leía una
novela y mi papá leía algún Manual de Usuario y no diríamos una palabra, pero
estábamos tranquillos allí juntos. Fue el único momento en que alguna vez me
sentí cómoda siendo simplemente yo, como si me amara y no me juzgara, así
que cuando dijo lo que dijo y la manera en cómo lo hizo, me sentí traicionada.
Max no trató de besar y alejar la herida o abrazarla con más fuerza, pero
seguía acariciando su vientre en círculos lentos y concéntricos. Se quedaron allí
en silencio hasta que él se aclaró la garganta.
—Cuando estoy entrevistando a alguien y me callo, por lo general alienta
229
a seguir hablando.
Neve ahogó una risita. —Lo siento, he terminado con mis significantes
Página
su muñeca.
Página
—Pensé que habíamos acordado no hacer esto —dijo Max, y su voz no
sonó espesa con el sueño sino más bien como si estuviese tenso por apretar su
mandíbula para detener sus dientes de que temblaran.
—No, dijimos que no íbamos a tener sexo pero no quiero eso, quiero que
me toques —explicó Neve, empujándose en la mano inmóvil de Max en el caso
de que necesitara una demostración práctica también—. Y estoy muy tensa y
sé que no voy a poder dormir.
—Por lo tanto, ¿estoy realizando un servicio público?
—Servicio personal —corrigió Neve, y pudo dejar ir la muñeca de Max
porque su mano ya se movía ahora, presionando, cada toque de sus dedos la
habían arqueado contra él, así que Neve no estuvo tan impresionada cuando
sintió su pene endureciéndose contra ella.
—¿Algo más que quieras que toque? —La voz de Max se había espesado
de nuevo, no por el cansancio sino por otra cosa.
Neve ni siquiera tuvo que pensarlo. —Aquí —dijo, tomando la mano de
Max de nuevo para poder deslizarla debajo de su vientre y, no había punto en
prolongar su agonía, debajo de su pijama.
Esta vez, ella dejó libre su muñeca rápido porque Max ya saboreaba su
vagina, probando cuan mojada se encontraba con la punta de un dedo,
luego lo deslizó en su interior para poder empujarlo superficialmente, mientras
ella se presionaba contra él en un placer conmocionado.
—¿Te gusta? —preguntó con voz ronca—. ¿Te gusta eso?
—¡Sí! —jadeó Neve, estirándose torpemente para tratar de tocarlo. Estuvo
sorprendida de encontrarse con la piel desnuda y el hueso de su cadera y sus
nudillos se mantenían rozando su pene hasta que Max tiró de sus pantalones de
pijama hasta las rodillas y comenzaron a moverse juntos.
Max encontró la combinación perfecta de su pulgar rozando contra su
clítoris, sus dedos moviéndose dentro de ella y Neve podía escuchar lo que su
otra mano hacía detrás de ella. Nunca había escuchado esos sonido suaves de
golpeteo antes, pero sabía instintivamente lo que significaba y no le sorprendió
cuando de repente Max gimió y sintió algo cálido y húmedo golpear la parte
baja de su espalda.
Debía haber sido asqueroso, pero Neve se concentró más en envolver su
231
mano alrededor de la muñeca de Max para llegar al clímax, que no era capaz
de pensar en algo más. Sus jadeos sin aire sonaban ensordecedores mientras
Página
Neve cerraba fuertemente los ojos y sentía como si estuviera en caída libre a
través del tiempo y el espacio, hasta que, en esa fracción de segundo, antes
de caer al suelo, Max se encontraba allí para cogerla.
Después, cuando se limpiaron inútilmente el uno al otro con pañuelos y
quedaron medianamente decentes, Neve se dejó acurrucarse de nuevo en los
brazos de Max. No ser capaz de dormir era de los puntos más discutibles, pensó,
mientras se sentía ir a la deriva.
—¿Estás entrando en pánico? —preguntó Max de repente.
Era difícil hablar cuando Neve sentía como si sirope corriera por sus venas
hasta su cerebro.
—No en este momento —bostezó—. Probablemente por la mañana.
—Algunas veces me preocupa que si me sigo enfocando en
gratificaciones sexuales, nunca seré capaz de mantener una relación. Es eso lo
que mi… uno de mis amigos me sigue diciendo —admitió Max—. ¿Qué piensas
de eso?
Neve trató de darle al asunto la seria consideración que merecía. Luego,
se rindió. —Creo que necesitas encontrar nuevos amigos.
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Página
Traducido por munieca.
Corregido por liRose Multicolor.
• NO lo dejes en tu dormitorio.
• También es necesario decir que NO va a dormir en tu cama.
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—Oh, estoy segura de que no es cierto —dijo con una sonrisa tonta, y
Celia hizo un gesto para hacerle saber a Neve que no se impresionó mucho por
Página
conoce que estás enamorada de otro tipo... Max sabe algo de William, ¿no?
—Por supuesto que sí —dijo Neve de mal humor, porque, realmente, ¿qué
Página
así que voy a conseguir entre veinte y cuarenta por ciento de descuento en
todas las tiendas que vayamos. —Celia sonrió beatíficamente—. Pero si tomaste
una decisión, entonces está bien.
—¿Te he dicho últimamente lo mucho que te odio?
—Todo el tiempo, y lo mismo para ti —contestó Celia, dejándose caer
sobre la cama para poner un brazo en los hombros caídos de Neve—. Ahora
bien, si tenemos que pasar un día con mamá, entonces necesitamos hablar
sobre todas las cosas que absolutamente no se hablan en su presencia.
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Página
Traducido por Annaiss y Panchys.
Corregido por liRose Multicolor.
N eve sabía que había perdido casi seis kilos. Que sus caderas se
habían reducido de 154 centímetros a 109 centímetros. Sus
sostenes ahora eran 34DD y no 52GG. Objetivamente, lo sabía.
Pero, subjetivamente, cuando iba de compras y se probaba la ropa en
un vestidor iluminado y podía ver toda su carne blanca y blanda expuesta,
todavía se sentía como una Gorda de Muerte, y sabía que se parecía a una,
también.
Peor aún, comprar ropa con su madre le daba a Neve una terrible
sensación de déjà vu de cuando fueron a comprar un nuevo uniforme escolar.
Para el momento en que tenía catorce años, Neve era demasiado grande para
entrar en la falda de talla más grande de Marks & Spencer62 y tuvo que
conformarse con una de color marino de talla mucho más grande. Luego,
estaba el año en que había reventado la chaqueta escolar y su madre
consiguió el permiso para que su amiga Agnes hiciera una en tela barata poli
que no se asimilaba para nada a las demás chaquetas. Charlotte casi había
explotado con pesar cuando Neve se había presentado a la escuela usando el
mejor esfuerzo de Agnes, con las costuras fruncidas y le daba descargas
eléctricas en el laboratorio de Física.
Neve se sentó en la banca del vestidor y trató de apartar la mirada de su
reflexión, porque, realmente, ¿alguien se veía bien bajo las luces fluorescentes
cuando llevaba el sujetador y las bragas más robustas que el dinero puede
comprar? ¿Y qué le tomaba tanto tiempo a Celia?
Neve había pensado que Celia y su madre se encontraban en la misma
página que ella, en la página donde tenía una foto de sí misma llevando un
lindo vestido negro. Pero Celia había decidido que iba a acosarla para que
comprara un traje de pantalón negro de vestir “con una chaqueta al estilo
243
pechos.
—¡Mamá! ¡Suélteme! —Neve trató de alejar las manos de su madre, las
Página
—Por supuesto que no —dijo la Sra. Slater, quitando a Celia del camino
para poder auscultar y pinchar a Neve también—. Tienes una figura adecuada,
Página
mi niña. No como Celia, que está como un palo. Son demasiado largos en la
pierna, pero nada que unos zapatos de tacón mediano no puedan arreglar.
—¿Palo? Recibí mi falta de curvas por parte de ti, mamá —susurró Celia—
. Y no vas a comprar cualquier calzado sin mí. Pero creo que estás lista para un
tacón de siete centímetros.
—No puedo creer que esté en unos pantalones de talla catorce —
murmuró Neve sorprendida, estirando el cuello para ver cómo se veía su trasero.
Sinceramente, no podía decir si el traje se veía bien en ella o no. Todo lo que
sabía era que se trataba de una talla catorce y eso significaba que tenía que
tenerlo—. ¿Qué debería ponerme debajo de la chaqueta?
—Ya sabes, la mayoría de las mujeres no llevan nada debajo de la
chaqueta, pero sé que no eres como la mayoría de las mujeres —dijo Celia
rápidamente cuando los ojos de Neve se abrieron con horror—. Dejé unas
prendas afuera.
Había una blusa de gasa decorada con una impresión de flor de cereza y
con la cintura y puños fruncidos que Neve amó, un vestido que Celia había
seleccionado en caso de que Neve se hubiese negado a los pantalones.
Estaba hecho de raso color ostra con una capa de encaje negro y tenía un
cuello tipo chal, mangas de medida corta, cintura ceñida y una falda amplia
que relampagueaba alrededor de las piernas de Neve cuando caminaba. Era
el vestido más hermoso usado por Neve y ahora vacilaba, ya que funcionaría
igual de bien como el traje de pantalón para la boda. Aún mejor, había dejado
a su madre sin palabras.
—Oh, Neevy —suspiró porque el mutismo sólo había durado un minuto—.
Te ves hermosa. En verdad tienes buen busto.
—¿Podría ser éste mi vestido de discotecas? —preguntó a Celia con
esperanza.
—Sólo si el club es de la década de 1940 —dijo Celia exasperada.
Después bajó su voz—. Es bonito, pero no es estilo WAG y obtendrás más usos
del traje de pantalón. Además, escogí algo para las discotecas y quiero que te
lo pruebes con la mente abierta, sé que podría ser difícil para ti.
—¿Por qué? —preguntó Neve sospechosamente—. ¿Qué tiene de malo?
—¡Nada! —dijo Celia, metiendo un brazo a través de la cortina—. Sólo no
es tu estilo habitual.
—Tengo estilo clásico —dijo Neve, aunque sabía que realmente no tenía
247
mucho estilo en absoluto. Por sus caderas, muslos, vientre y la parte superior de
sus brazos, se declaró su ropa un éxito. Pero podía tener una mente abierta; ¿no
había comprobado el traje de pantalón?—. Oh, Dios mío, ¡no me pondré eso!
Página
—Celia, soy una mujer adulta y muy capaz de tomar mis propias
decisiones, así que puedes pararte allí y darme esa cara de pelea por el tiempo
Página
en el balcón.
Página
—No es tan malo como Celia lo hizo parecer —dijo Neve débilmente—.
No te hablé sobre él porque…
Página
—Toallas. Marks & Spencers —dijo su madre, como si eso fuera lo único en
lo que podía concentrarse porque enfocarse en la vida sexual de Neve le daría
un dolor de cabeza.
Su madre mantuvo un flujo constante de charla hasta llegar a Marks,
haciendo una breve pausa para comprar dos juegos de toallas en un color
melocotón que complementarían los tonos otoñales en el baño de invitados de
la villa en España, luego habló todo el camino de regreso a Finsbury Park.
Neve ya sabía todo acerca de los niveles de colesterol de su padre
(“mucho más bajo desde que se ha hecho cargo de la cocina, aunque sigo
pensando que no puedes tener una salsa sin un poco de mantequilla y crema
en ella”), el sufrimiento silencioso de su tía Catalina, en Nueva Jersey, quien era
una esclava de su Síndrome de Intestino Irritable y la vista esquemática de su
madre sobre lo que hizo durante todo el día.
—¿Tiene esta biblioteca los DVDs tuyos? —preguntó, mientras abría la
puerta de su antigua casa, que había sido convertida en dos pisos.
Sus padres habían alquilado la planta baja a una familia de Testigos de Jehová,
y aunque su madre tenía mucho que decir acerca de las personas que metían
su nariz en las transfusiones de sangre, al parecer, eran muy buenos
arrendatarios que siempre pagan el alquiler a tiempo—. Tú sabes, Neevy, eres
demasiado sobre-calificada para dirigir a las personas a los libros de mayor
impresión. ¿Has pensado en convertirte en una profesora?
—No es ese tipo de biblioteca, mamá —dijo Neve, siguiendo a su madre
por las escaleras. Habían tenido esta conversación en innumerables ocasiones,
pero tanto como su madre sabía, las bibliotecas eran donde iba a sacar las
novelas románticas, que costaban nueve dólares—. Es un archivo literario. Y no
creo estar hecha para enseñar. —Sería un verdadero infierno tener que sentarse
en una sala llena de adolescentes arrogantes, que preferirían enviar mensajes
de texto a otros adolescentes arrogantes que respetar la autoridad de Neve y
escuchar lo que tenía para decir acerca de la novela post-moderna.
—Bueno, es importante tenerlo en cuenta —dijo la señora Slater, mientras
se sacaba los zapatos—. Oh, Neve, podrías obtener un trabajo en una escuela
privada agradable. Eso sería encantador. Tienen un nivel muy alto, no hay
sudaderas con capucha…
—Voy a poner la tetera al fuego, ¿de acuerdo? —interrumpió Neve
rápidamente. Estas pequeñas palabras de ánimo también la hacían
252
—Sé que los chicos piensan que soy anticuada, pero no quieres tirar el
regalo más precioso que puedes dar a un hombre, idealmente a tu marido,
Página
66 Chalk and cheese: expresión usada para decir que dos cosas no tienen nada en común.
porque estás siendo presionada por este Max o incluso ese William. Una vez que
lo has regalado, no se puede recuperar.
Incluso, hace un año, cuando todavía era de talla veinte y desesperada
sobre que jamás volvería a ver una etiqueta de tamaño dieciocho en la parte
posterior de su ropa, Neve habría estado de acuerdo con su madre. Pero
cuanto más se movía hacia el tamaño del mítico diez y la realidad de estar en
una relación, su don precioso se sentía como un obstáculo más del cual tenía
que deshacerse. Además, la mayoría de los hombres que conocía preferirían
tener un iPad o un televisor de plasma que el precioso don de su virginidad.
—Ya lo sé, mamá —dijo, preguntándose cómo diablos iba a cambiar de
tema.
—Así que no quieres hacer nada con este Max de lo que puedes llegar a
lamentarte más adelante —insistió su madre.
—No es realmente acerca de Max —dijo Neve, ya que no lo era. En la
mayor parte clínica y calculada de su relación panqueque, él era sólo un
medio para un fin. Y el final era…—. Es acerca de William. Yo... bueno, lo amo, y
me siento como si parte de mí faltase mientras no esté aquí. Y cuando regrese,
todo va a cambiar. Todo va a estar mejor.
—Has dicho eso acerca del peso. —Su madre le recordó con una voz
fuerte para que coincidiera con la mirada penetrante que le daba—. ¿No
están las cosas ya mejor?
—Por supuesto que sí, pero será aún mejor cuando sea un tamaño diez, y
luego William y yo estaremos juntos y todo será perfecto. —Neve tenía esta
imagen en la cabeza ahora de un campo verde salpicado de flores silvestres,
los restos de un picnic tendido en una alfombra y William con una camisa
blanca, su cabello rubio cayendo en sus ojos mientras yacía en la hierba, con
un murmullo suave y relajante mientras hablaba. Ella se encontraba en algún
lugar de la escena en un bonito vestido de verano tamaño diez, pero aunque
lo intentara, Neve no podía imaginar eso, por lo que se centró en William y
sonrió cuando le dijo a su madre—. William es mi alma gemela.
—Honestamente, Neevy, suenas como una adolescente enferma de
amor. No debí haberte dejado leer mucho y hacerte tener más aire fresco
cuando eras pequeña. —Su madre ni siquiera trató de hacer que sonara como
una broma—. Sólo espero que sepas lo que estás haciendo.
256
—Lo hago —dijo Neve, y lo hacía, hasta que tenía que explicar sus
acciones a la gente que no era ella ni Max y entonces todo parecía vago e
Página
diabetes tipo dos durante sus años estando gorda, pero nunca había sido un
incentivo suficiente para dejar de desenvolver otra barra de chocolate..
Página
259
Página
Traducido por Annaiss
Corregido por Deydra Ann
H
abía una carta de Will esperando a Neve el día en que Max
regresaría de LA.
Por lo general, la vista de ese sobre azul pálido le daba a Neve un
serio caso de felicidad, pero esa mañana le regaló una
desagradable sorpresa, como si alguien hubiera puesto excremento de perro
en el buzón. Neve lo tomó y lo metió en el bolsillo y no fue sino hasta la hora del
almuerzo que por fin tuvo el valor suficiente para leerla.
Y, de alguna manera, deseó no haberlo hecho, porque era el tipo de
carta que ella siempre había soñado que William le enviaría.
Querida Neve,
Te quería llamar. Debí de haberte llamado, pero a veces es mucho más
fácil poner mis sentimientos y pensamientos en papel, porque cuando trato de
decirlos en voz alta, mis palabras son torpes e inadecuadas.
Me he dado cuenta de que te he tratado terriblemente en estas últimas
semanas. Mi cabeza duele de la vergüenza y te ofrezco la más abyecta de las
disculpas por el inexcusable enfado en mi última carta. Aunque cuando te digo
carta, me refiero en realidad a mi petición de bolsitas de té y galletas. Todo lo
que puedo decir en mi defensa es que había tenido un día horrible que terminó
en una discusión con un profesor sobre una nota al pie de página que faltaba,
lo que significaba que sería arrastrado en frente de Dean. Todo esto y además
me encontraba bajo una abstinencia de Sainsbury’s Red Label 67. Pero en
realidad, esa es una explicación en lugar de una excusa. Después estuvo la
infame llamada telefónica donde debí de haberte ofrecido compasión y
comprensión en lugar de intimidarte sobre tu futuro en el Archivo. Sólo deseo,
Neve, que pudieras ver lo especial que eres. Tus amigos son afortunados de
tenerte en sus vidas, como yo lo soy, y me entristece cuando no puedes ver tu
260
gran potencial. Sé que lograrás cosas importantes en tu vida, pero eso también
lo tienes que saber.
Página
Neve bajó la carta y suspiró profundamente. Con William tan lejos y con
Max de pronto al frente de su vida, se permitió desviarse.
William era el premio de oro, tan brillante y a su alcance, tan cerca que
podía tocarlo. Habían sido las horribles palabras de su padre para impulsarla a
tomar los primeros pasos tambaleantes en su viaje para perder peso, pero de
261
literatura universal.
70 Término coloquial británico para hacer referencia a Gran Bretaña.
alguna manera entre más se acercaba el regreso de William, su transformación
se convirtió en más sobre él. No se trataba que su pérdida de peso hiciera caer
de rodillas a William a sus pies y decir: “Dios, mío, Neevy, ¿cuándo llegaste a ser
tan hermosa?”, era más sobre convertirse en el tipo de mujer que quería ser. La
clase de mujer que se merecía un primero brillante y de oro, porque, maldita
sea, había trabajado tan duro y durante tanto tiempo que merecía su
recompensa.
Pero, ¿cuándo comenzaría a sentirse como la chica de oro? ¿Sería el día
en que fácilmente subiría la cremallera de un de vestido de talla diez o sería
cuando William regresara y todo estuviera en su lugar? Tenía poco menos de
tres meses antes de que él estuviera de vuelta en su vida y no sólo una voz en el
teléfono o en una ondulante caligrafía en papel, y Neve no se sentía como si
estuviera lista. Dios, su cuerpo ciertamente no, y aún se sentía torpe y tímida
como lo había estado cuando vio a William de pie en el andén de la estación
de trenes mientras se despedía desde la ventana del tren.
Por lo cual era la razón de tener a Max. Él debía de ser el gurú de los
buenos ratos; trayendo diversión a su vida y prepararla para una relación real.
Pero aún tenían mucho terreno para cubrir y ni siquiera habían dormido juntos
aún. Inevitablemente, la mente de Neve se derivó hacia la oscuridad de su
habitación y el recuerdo de las manos de Max sobre ella… en su… y el nudo en
su estómago formado con un placer profundo y oscuro que nunca antes había
sentido.
Tenía que aprender a ser más como Max, Neve decidió mientras
ejercitaba en su casa. Max no se fijaba en cada aspecto de su relación falsa y
no tenía ningún problema de estar con Neve y ver a otras mujeres. Él
probablemente se acostó con una mujer diferente cada noche que había
estado fuera, y ella dudaba que estuviera teniendo remordimientos sobre ello.
El hecho de que Max despertara dichas pasiones en ella no significaba nada;
había estado prácticamente célibe toda su vida, ¿era de extrañarse que
tuviera todos estos nuevos sentimientos confusos a los cuales no sabía cómo
enfrentarse?
Lo que sí sabía, Neve pensó, mientras que rápidamente se cambió en
pantalones vaqueros y una camiseta con estampado de un tulipán al estilo Art
Noveau que Celia le había dicho estaba de moda, era que ella tenía que
relajarse. Todo lo que Max y ella significaban el uno para el otro era algo sin-
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quería hacer era devolverle la sonrisa—. Tengo las cosas de Keith listas para ti.
Ella entró por la puerta abierta, esperando a Max para que la siguiera
Página
vino tinto que Max compró cuando llevó a Keith a dar un paseo.
Max era tan bueno describiendo imágenes con sus palabras, que Neve se
Página
familiar.
Neve cogió un cojín y se lo arrojó. —Estamos a favor de Aniston en mi
Página
familia.
—Repite eso y no te daré tus regalos. —Max le pellizcó el dedo gordo del
pie y lo sostuvo con fuerza mientras Neve intentaba retirar su pie—. Tengo una
bolsa llena de regalos, pero los podría dejar afuera de Oxfam71 mañana.
—¿Me trajiste presentes? Pero falta demasiado para mi cumpleaños.
—Son para darte las gracias por cuidar a Keith y pensé que por lo
general, si los novios viajan, vuelven con regalos para sus novias. Incluso novias
panqueque. Eso no es cruzar las líneas, ¿verdad?
No lo era. Especialmente cuando Max sacaba una caja de cartón
elegante con listón de un lado del sofá.
—No me molesta cuidar de Keith —dijo Neve, encogiéndose ligeramente
porque Keith la había tenido envuelta alrededor de su pata durante toda la
semana. Max sostuvo la bolsa y la sacudió suavemente haciendo que ésta
hiciera un crujido prometedor—. Bueno, si tú insistes.
Neve abrió la bolsa, miró dentro y sacó una caja grande. —Auriculares
con reducción de ruido; ¿eliminan el ruido de fondo cuando estoy escuchando
mi iPod? —preguntó ella, sacando un enorme par de auriculares que parecían
rosquillas unidas a una banda de pelo.
—Bueno, pueden, pero anulan todo tipo de ruido de fondo, incluso si no
estás escuchando tu iPod, por lo que no tendrás que sentarte en la bañera
nunca más.
—Pero mis dedos harán ruido mientras escriba y Charlotte golpeará el
techo con su palo de la escoba.
Max sonrió. —Sí, pero con estos chicos malos en tu cabeza, no la
escucharás.
—¿Cómo puede ser eso posible? —Neve levantó los auriculares—. Así
que, ¿puedo usarlos en la cama y ahogarán el sonido de tus ronquidos?
—¡Yo no ronco! —siseó Max.
—Bien, lo haces cuando duermes boca arriba —le dijo Neve mientras Max
sacudía su cabeza en señal de protesta—. Creo que es el mejor regalo que
alguna vez me han dado. Aún mejor que cuando me dieron el Oxford English
Dictionary cuando cumplí doce años.
—¿No vas a abrir el resto de tus presentes? —Los ojos de Max estaban
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entre cerrados, como si el dar regalos fuera tedioso, pero cuando Neve volvió
organizaciones locales en más de 100 países, para encontrar soluciones definitivas a la pobreza,
el sufrimiento y la injusticia.
su atención a la bolsa, se sentó e inclinó hacia adelante para no perderse su
reacción.
Hubo un estuche de terciopelo color verde musgo para mantener sus
piezas de Scrabble seguras, una caja de chocolates bajos en carbohidratos y
sin azúcar, y luego, en el fondo, había un paquete plano envuelto en capas y
capas de papel suave.
Neve sintió a Max tensarse repentinamente cuando comenzó a retirar
con delicadeza la etiqueta de color oro que sellaba el paquete. Había tantas
capas de papel de seda, cada una de un tono pálido, desde rosa, amarillo, lila
y verde, Neve sintió como si estuviera jugando una versión elegante de Pasa el
Paquete, pero cuando la última pieza de papel fue retirado, no había ningún
juguete sorpresa, sólo tres piezas de ropa perfectamente dobladas que se
sentían suaves y frágiles como la seda bajo sus dedos.
—Pensé que podrían solucionar el problema de la ropa de dormir —dijo
Max con una voz extrañamente tensa—. ¿Te gustan?
Neve sostuvo una pijama en un color oscuro que no era ni rosa ni
lavanda, pero que probablemente tenía un nombre antiguo, algo como
Cenizas de Rosas, encajes delicados en color negro fueron cosidos en el
corpiño y el dobladillo. Había otros dos descansando sobre el nido de papel;
uno era rojo, el cual se encontraba a kilómetros de distancia de ser
desagradable y espeluznante de la ropa interior de nylon barata, el otro era un
azul oscuro, ambos adornados con telarañas de encaje negro. De hecho,
pijamas era una palabra demasiado prosaica para ellos; Neve tenía ganas de
llamarlos algo francés como peignoir o negligée.
—Son una preciosidad —suspiró con reverencia. Realmente lo eran, pero
no había manera de que le ajustaran.
—Una de las asistentes era aproximadamente de la misma talla que tú,
bueno, tal vez un poco más grande, y vio tus fotografías en mi teléfono. —Max
tragó nerviosamente mientras Neve lo miraba con escepticismo, porque las
tiendas de lujo llamadas, ella miró el logotipo en la etiqueta de oro, Boudoir, no
tenían asistentes de ventas de su misma talla o un poco más grandes—. Te
gustan, ¿no?
—Por supuesto que sí, son preciosas. —Neve fue capaz de decir
sinceramente, porque incluso si no le ajustaban, bien podría enmarcarlas y
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deslizarse por su piel caliente y seca y el escaso cabello, ella siguió bajando y
bajando. Max contuvo el aliento, lo que permitió que Neve deslizara sus manos
Página
dentro de sus pantalones vaqueros y sentirlo ponerse cada vez más duro
mientras trazaba el contorno de su polla—. ¿Quieres tu regalo ahora?
Era una línea cursi, pero Max no se burló, porque él empujaba contra sus
manos, sus rodillas golpeando contra las de ella. —Sí —susurró contra su cuello—
. Sí.
Y era el momento perfecto para tomar su mano y llevarlo a la cama. Por
un momento, Neve se preguntó si debía hacer una sub-cláusula ante la regla
de sostener manos, pero eso habría arruinado el momento. Empujándolo hacia
atrás funcionaba igualmente.
Max dejó que lo empujara hacia la cama, sus ojos ardiendo ante la luz
brillante de la lámpara, Neve se sentó a horcadas sobre él, con cuidado de
sostener su peso sobre sus rodillas y sus manos mientras se inclinó para besarlo;
pequeños mordiscos en sus labios, pasando su lengua sobre ellos, pero luego
retrocediendo cada vez que Max trataba de besarla.
—¿Qué te ha sucedido esta noche? —le preguntó, cuando Neve lo jaló
por el cuello para poderle retirar la camiseta sobre su cabeza.
—Creo que esta bata tiene poderes mágicos —dijo Neve con una sonrisa,
ella sí se sentía diferente. Se veía sexy; él lo había dicho dos veces y ella
también se sentía así. No parecía importar su falta de experiencia ya que su
sangre hervía por sus venas y cada centímetro de su piel se sentía en llamas, y
había un latido en su clítoris, lo que la hacía actuar instintivamente—. Ahora, sé
que dije que te tengo un regalo, pero tengo que abrirlo. ¿Estás de acuerdo con
ello?
Max asintió con la cabeza. —Me parece muy bien.
—Pensé que dirías eso. —Incluso su voz sonaba diferente, un poco oscura,
desesperada mientras se ocupaba de retirar el cinturón de Max con dedos que
no vacilaron.
La polla de Max se puso dura y húmeda en la punta, extendida contra su
estómago. Neve pasó su dedo por la gran vena que corría por debajo de ella.
—¿Te duele cuando estás así?
Max cerró los ojos. —Sí. Más o menos. Pero es un dolor estupendo.
Neve se encontraba allí para sacarlo de su agonía. Se apoderó de su
pene en un agarre firme y movió su mano hacia arriba y hacia abajo, midiendo
lo bien que lo hacía ante la manera en que Max echó su cabeza hacia atrás y
se arqueaba en la cama.
272
—Dame la mano —exigió con voz ronca y cuando Neve lo hizo, tomó su
muñeca, se llevó la mano a la boca y pasó la lengua por la palma de su mano.
La hizo estremecer. Y cuando deslizó su lengua entre sus dedos, ella se puso
sobre uno de sus muslos para así poder rozarse contra él. —Ahora apriétame
más fuerte —dijo Max, poniendo su mano de vuelta sobre su pene, cubriendo
sus dedos con los de ella y apretando—. Ahora puedes hacerlo más fuerte y
rápido.
Ambos trabajaron juntos y, cuando él retiró su mano, líquido pre-
eyaculatorio se deslizaba por sus dedos, Neve se inclinó hacia adelante y se lo
llevó a la boca. Ella ni siquiera intento hacer algo elegante; sólo apretó sus
labios a su alrededor y continuó succionando a lo largo de su pene.
Las manos de Max se enredaron en su cabello como si él no supiera si tirar
de ella más cerca o más lejos y decía su nombre una y otra vez, hasta que le
dijo—: Me voy a venir. —Como si fuera una advertencia.
Neve ahuecó sus mejillas y eso fue todo lo que tomó.
Fue como tragarse una bocanada de agua cuando nadaba. Excepto
que el agua sabía a un poco de sal, un poco amarga, pero no tan mal que
quería vomitar. Plantó un último beso en la punta de la semi-dura polla de Max,
luego se sentó sobre sus talones y se pasó el dorso de la mano por la boca.
—¿Estuvo bien?
Max no dijo nada, sólo estiró los brazos por encima de su cabeza para
que Neve pudiera observar la frenética caída y subida de su pecho.
—¿Dónde aprendiste a hacer eso? —preguntó finalmente. Con lo que
parecía un esfuerzo, logró levantar la cabeza—. No has estado practicando
con otra persona, ¿verdad?
—Difícilmente —resopló Neve—. Hice lo que siempre hago cuando
necesito información.
—¿Sacaste un libro sobre la técnica de mamadas en la Biblioteca
Británica? ¡No deberían tener libros como esos allí!
—No estaba segura si debía de estar buscando en Ciencias Sociales o
Humanidades. Fue vergonzoso, déjame decirte.
—Neve, por favor. Me acabas de dejar venir en tu boca y en este
momento ni siquiera me acuerdo de mi nombre. No puedo decir si estás
bromeando.
273
bajar de su pecho. Ella se sentó y puso sus pies al borde de la cama, pero antes
de que sus pies tocaran el suelo, el brazo de Max se envolvió alrededor de su
cintura y tiró de ella hacia atrás.
—¿A dónde crees que vas? —preguntó con una voz que no sonaba en lo
más mínimo soñolienta.
—Al baño… ¿Qué estás haciendo? —Neve gritó cuando Max le dio la
vuelta y sujetó sus brazos por encima de su cabeza.
—Revancha —respondió brevemente, liberando sus muñecas ya que
ambos sabían que mantendría sus brazos exactamente donde él los quería—. Es
hora de que tomes lo tuyo.
Todo lo que necesitó fue una mano cálida deslizándose hacia su muslo y
un beso ardiente presionando contra la piel que Max acababa de descubrir
para tener a Neve en el momento. En el momento en que ella quería retorcerse
y arquearse ante el toque de los hábiles dedos y boca de Max.
—¿Alguna posibilidad de que pudiera quitarte esto? —preguntó él,
cuando se recostó sobre su estómago en medio de sus piernas y tiró de la bata.
—De ninguna manera —murmuró Neve, estirándose para apagar la luz
de la mesita de noche por si acaso.
—No puedo ver lo que estoy haciendo —protestó Max, su aliento sobre los
labios húmedos de su coño. Y cuando Neve dejó escapar un gemido
impaciente, su lengua se lanzó a probar el glaseado pegajoso—. Oh, bueno.
Supongo que tendré que sentir mi camino.
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Página
Página 276
Traducido por LizC
Corregido por Melii
N
en meses.
eve durmió toda la noche con el brazo de Max apretado
alrededor de ella, y no fue demasiado caliente o demasiado frío.
Fue perfecto. Simplemente perfecto. No había dormido tan bien
Sólo abrió los ojos cuando sintió a Max rodear y besar la parte de atrás de
su cuello.
—¿Qué hora es? —murmuró.
—Casi las siete —dijo Max—. Tengo que pasear a Keith y tengo dos piezas
de copia por archivar antes de que vayamos a Manchester el jueves. Tengo
que levantarme.
Neve se sentía tan cómoda que sujetó su brazo por encima del suyo
cuando Max trató de aflojar su apretón en la cintura. —No te vayas. Keith te
hará saber cuándo quiera salir. Es mejor que la alarma de un reloj.
—Debería... bueno, supongo que diez minutos no hará mucha diferencia.
El sol entraba por una rendija en las cortinas y Neve sentía como si toda la
habitación estuviera bañada en luz y eso era un precursor de que iba a ser un
día glorioso, aunque tuviera que pasar la mayor parte del mismo en un sótano
sin ventanas, transcribiendo cintas de un muerto académico que había tenido
un empleo suplementario en estudios botánicos.
Max pasó los dedos por su cabello. Podía sentirlo como tiraba de las
hebras, manteniéndolo en alto hacia a la luz. —Tienes hebras de castaño rojizo
en tu cabello. Nunca me di cuenta de eso antes. ¿Cuánto tiempo tenemos?
—Dijiste que estábamos bien por lo menos durante otros diez minutos.
—No, me refería: ¿cuánto tiempo antes que el Sr. California no esté ya en
California?
Neve se dio la vuelta debido a que este cambio repentino de tema se
277
sentía como el tipo de cosa que se debe discutir cara a cara. —Su nombre es
William —dijo en voz baja—. Y en su última carta, se refirió a julio. A mediados de
Página
julio.
—Estamos a mediados de abril ahora —dijo Max, mientras Neve
acariciaba la pequeña peca que se hallaba asentada en lo alto de su
pómulo—. Esos son tres meses y quiero sacar el máximo provecho de ellos. ¿Me
prometes que dejarás de obsesionarte acerca de lo que significa todo esto y
simplemente, ya sabes, vives el momento?
Vivir en el momento era algo que Neve había evitado siempre de lejos,
en gran parte de la misma manera que evitaba los pantalones y cosas fritas,
pero se encontró asintiendo. —Me gustaría eso. Aunque aun así no voy a
sostener tu mano.
Max sonreía tan dulcemente que Neve podría haber conseguido que se
le subiera el azúcar sólo por la curva de sus labios. —No esperaría nada menos
—dijo, avanzando poco a poco, a pesar de que se encontraban casi nariz con
nariz—. ¿Qué tal si lo sellamos con un beso en su lugar?
—Déjame lavarme los dientes —comenzó a protestar Neve—. Aunque
supongo que el no lavarme los dientes cae en la categoría de “vivir el
momento”.
—Soy capaz de manejar un poco lo de la "boca matutina" —dijo Max, la
sonrisa aún ahí mientras la besaba.
Neve pensaba que los besos de ensueño, suaves, y matutinos podrían
transformarse en algo más urgente a medida que sus cuerpos se tensaban el
uno hacia el otro y las manos comenzaron a explorar, hasta que algo escarbó
en la puerta de su habitación, seguido de un gemido lastimero y urgente.
Con una chaqueta por encima de su camisón, Neve vio a Max y Keith
salir. A pesar del sol, todavía había una adherencia en el aire y se quedó en la
puerta tratando de no temblar a medida que ellos se arreglaban para el paseo
a Manchester.
—Te recogeré a las once en punto de la mañana del jueves después de
haber dejado a Keith en la perrera —dijo Max—. Bill y Jean van a estar reunidos
en lo de los cócteles del hotel desde las ocho. Debería dejarnos tiempo
suficiente para llegar y alistarnos. ¿Está bien?
Neve no sabía si su guardarropa limitado pudiera aproximarse a los
cócteles de la noche del jueves también, pero asintió. —¿Supongo que esto es
un adiós hasta el jueves entonces?
278
Max sonrió con tristeza. —Pasemos hasta el jueves, cuando tendré seis mil
palabras de copia por escrito y presentado. —Sus hombros cayeron—. Será
mejor que compre cantidades industriales de café en el camino a casa.
Página
—Logro aguantar con una gran cantidad de té de menta cuando estoy
trabajando en mis capítulos de Lucy —dijo Neve—. Quiero decir, ni siquiera está
en la misma liga con tus cosas que la gente suele de verdad leer, pero bueno,
tengo una idea muy vaga por lo que estás pasando.
—Sabes, ya que ambos somos autores, te voy a dar permiso para leer mis
novelas WAG si me dejas echar un vistazo a esta biografía en la que estás
trabajando —ofreció Max casualmente.
Neve se mordió el labio. —No lo sé. No estoy segura que lo que he escrito
sea apto para el consumo público, pero tal vez debería leer tus novelas antes
del jueves. Así como investigar, para saber qué puedo esperar antes de la
boda.
—Va a estar bien, Neevy. Todo el mundo estará tan sorprendido de que
vaya con una buena chica que dice por favor y gracias, que van a caer sobre
ti con gritos de agradecimiento.
—Sigo pensando que voy a pasar por Waterstone en el camino al trabajo
y comprar tus libros —decidió Neve—. Sólo para que pueda recoger algunos
consejos.
—No, definitivamente te lo prohíbo —dijo Max con fuerza—. No te voy a
mostrar el mío, si no me enseñas el tuyo.
Neve sonrió. —Así no es cómo funcionaba ayer por la noche. —Y
entonces no sonreía porque tuvo que tomar un momento para recordar cómo
Max había trabajado a ciega para hacerla rogar y suplicar y gemir.
—No cambies el tema —dijo Max, incluso cuando se atrevió a levantar su
mano y frotar su pulgar sobre su pezón mientras Neve se retorcía lejos de él,
porque se encontraban en su puerta, ¡en plena luz del día!―. ¿Me vas a dar tu
palabra de que no los leerás?
—¡Pero te molestaste mucho cuando dije que no los había leído!
—Eso fue antes de que realmente llegáramos a conocernos entre sí y no
quiero perder esa pizca de respeto que tienes hacia mí por leer mis tontos
escritos fantasmas —dijo Max y eso era una tontería, una cosa de Max por decir
mientras Neve tomaba su cara como un preludio a darle un último beso,
cuando hubo un ladrido y una tos aguda detrás de Max y Neve abrió los ojos
para ver a Gustav allí de pie, su rostro impasible. La cara de Gustav era
279
generalmente impasible, así que eso no significaba nada, pero Neve podría
decir por la especial rigidez de su mandíbula pronunciada que se sentía menos
que feliz.
Página
—¿Estás lista para correr unas vueltas alrededor del parque antes del
trabajo? —preguntó con voz apagada, aunque era bastante claro dado el
estado actual de Neve en ropa de casa (siempre solía permanecer en un
estado de ropa de casa, pero no como este), que no lo estaba.
Max hizo una mueca hacia Neve antes de que se diera la vuelta para
sostener en alto una mano hacia Gustav y calmar a Keith con la otra, porque
tiraba de la correa y gruñía. Parecía que los entrenadores personales de Austria
en licra negra de la cabeza a los pies eran otra de las cosas que hacía que
tirara de su correa.
—Soy Max —dijo casualmente—. El novio de Neve. Debes ser Gustav.
—Sí, supongo que debo serlo —dijo Gustav en ese mismo tono uniforme,
pero al menos estrechó la mano que Max ofrecía.
Neve podría decir por la mirada de dolor en la cara de Max que Gustav
tenía sus dedos de escritor insignificante en un triturante apretón. Ella miró a
Gustav, quien le devolvió la mirada, pero liberó a Max, quien corrió por el
sendero del jardín con un adiós apresurado y un patético gesto de la mano que
casi se había roto.
***
—¿Por qué estás tan enojado conmigo? Sabes que he estado viendo a
alguien —jadeó Neve una hora más tarde, mientras Gustav la tenía haciendo
flexiones en el Finsbury Park en sí. Flexiones bien hechas, no flexiones de chicas,
en el césped, a pesar de que se había quejado de que se encontraba cubierto
de orina de perro y cosas peores.
—Dijiste que era casual. Que él era como un panqu… y deja de arquear
la espalda —dijo Gustav con amargura—. Nunca dijiste que dormías con él.
Neve estaba segura de haber hecho veinte flexiones para ahora y su
espalda la mataba. —Por favor, Gustav. Abdominales, tablones laterales,
cualquier cosa... no puedo hacer nada más.
—Abdominales, entonces. Hace dos meses jamás te escucharía decir “no
puedo” y nunca te habrías olvidado una sesión de entrenamiento.
280
resolverlo por los cuatro días enteros que estarían en Manchester? ¿Y si el hotel
no tenía muesli sin azúcar en su menú de desayuno sino los regulares que están
Página
El mensajero llegó a las diez de la mañana del jueves para recoger dos
maletas Jiffy cargadas mientras que Neve seguía sin ducharse y en pijama. No
había tenido tiempo ni para ir al New Look en la hora del almuerzo para
Página
encontrar un vestido adecuado para asistir al bar con los WAG, por lo que Neve
no tuvo más remedio que meter el vestido de lentejuelas plateado en su bolso
de fin de semana. Era eso o uno de sus vestidos abrigado negro, y Celia había
dejado perfectamente en claro su opinión acerca de ellos. Además, ya eran las
11:20 y Max se apoyaba en la puerta. Neve decidió que iba a tratar el horror de
lentejuelas de nuevo una vez que hubiera comprado algunas mallas ajustadas
que dan forma al cuerpo para ver si era tan malo como lo recordaba.
—Eso me recuerda, ¿crees que vamos a tener tiempo para ir a un Marks &
Spencer, cuando lleguemos a Manchester? —le preguntó a Max cuando éste
se deslizó en el asiento del conductor del brillante Mini Cooper rojo que le
habían dado gracias a su editor.
—Podemos hacer tiempo —prometió Max. Le dirigió una mirada de
soslayo—. Te ves un poco aterrorizada. No te vas a lanzar del auto si me
detengo en un semáforo en rojo, ¿verdad?
Neve asintió con la cabeza. —Pienso en ello. —Con la prisa por hacer
todo lo posible por Lucy, no había tenido tiempo de tener más ataques de
pánico acerca de la boda, pero ahora Neve se encontraba libre de trabajar en
sí misma hasta un estado de histeria sobre los días de spa y discotecas con
Mandy y sus amigas WAG con quien no tiene nada en común; ¿y si los trajes en
el Spa no le quedaban, y…?
—Te has puesto muy pálida —notó Max—. No te enfermas en los viajes,
¿verdad?
—No es eso —dijo Neve, bajando la ventana para tomar aire fresco—.
Simplemente no quiero arruinarte la aparición.
—Bueno, eso no va a pasar, siempre y cuando no le digas a nadie que tu
hermano apoya el Arsenal. ¿Eso es una sonrisa?
—Podría ser —concedió Neve, y dejó que su mano descansara sobre la
rodilla de Max por un momento porque extrañaba tocarlo. Lo cual era ridículo,
porque sólo lo había visto tres días antes. Tal vez era porque siempre había
apisonado cualquier deseo sexual que tuviera, y ahora su cuerpo quería
recuperar el tiempo perdido. Y algo más.
Max miró abajo a su mano, todavía en la rodilla. —He venido con una
canción que está absolutamente garantizado que van deshacer tus nervios —
anunció con orgullo—. ¿Quieres oírla?
284
¿Y qué quieres decir con que no has estado nunca en un hotel antes?
—Bueno, me quedaba en hostelerías cuando fuimos de vacaciones
cuando yo era pequeña, y cuando fui a Nueva York, dormí en el sofá de Celia.
—¿Y qué hay cuando vas de vacaciones ahora? —preguntó Max.
—Bueno, por alguna razón pasar dos semanas en una playa de Corfú
nunca me atrajo.
—No soy fanático de las vacaciones tampoco. No son muy divertidas
cuando vives por tu cuenta y luego te vas de vacaciones por tu cuenta y
terminas yendo a los bares de crucero para encontrar a alguien... —Max llegó a
una abrupta pausa cuando se dio cuenta que se dirigía firmemente a la puerta
marcada TMI—. ¿Tal vez podríamos escabullirnos en una semana de
vacaciones entre ahora y julio?
—Siempre he querido ir a Francia —espetó Neve, su corazón palpitaba
emocionado. En todo su estrés sobre el fin de semana patrocinado por WAG,
no había habido un momento de angustia dedicado a pasar tres noches en
una habitación de hotel con Max. Por el contrario, Neve incluso había
intentado a la primera, una depilación con cera muy aficionado media hora
antes de que Max hubiera llegado a recogerla. Ella sonrió a Max, quien le
devolvió la sonrisa—. En este momento, sin embargo, realmente quiero ir a
Marks & Spencer.
Max miró la hora. —Son las 4:30 ahora, así que podríamos tener un
almuerzo muy tarde o una cena temprana, pero aún tenemos un par de horas
que matar antes de los cócteles. —Adoptó una postura pensativa, con el dedo
de la mano apoyado en la barbilla—. ¿Qué te gustaría hacer en esta gran
habitación cómoda, con una cama grande y cómoda en la misma?
—Necesito tomar un baño y lavarme el cabello —dijo Neve
inocentemente, mientras se deslizaba de su chaqueta—. Y eso me lleva una
eternidad, diez minutos por lo menos, para hacer mi maquillaje. Eso todavía nos
deja una hora sin nada que hacer.
—Una hora y media —decidió Max, mientras apresuraba a Neve fuera de
la habitación—. No podemos aparecer a las ocho exactamente. Eso son
noventa minutos, Neve.
Neve esperó hasta que las puertas del ascensor se encontraban a punto
de abrir antes de que se dirigiera a Max—: Siempre podría darte otra felación si
lo deseas. Sólo para matar el tiempo.
286
Página
Traducido por LizC
Corregido por Melii
hacia ellos.
Bill tenía el cabello blanco como la nieve peinado hacia atrás, a partir de
un rostro bronceado y tiraba del cuello de su camisa de vestir de color rosa con
una mano mientras que los gruesos dedos de su otra mano se apretaban en
torno a una delicada copa alargada de champán. Parecía como si estaría más
cómodo con jeans y una camiseta con una lata de cerveza para sostener.
—Bien, Max nos ha dicho todo acerca de ti, pero nunca mencionó cuán
hermosa eres. Mira esa piel —dijo Jean, y de hecho levantó una mano y pellizcó
la mejilla de Neve, justo como la abuela Annie solía hacer, aunque la abuela
Annie nunca habría salido con un traje de pantalón blanco y una camiseta de
lentejuelas negra, a diferencia de Jean McIntyre con su cabello largo rubio y
labios de color rosa brillante, el cual se extendía en una sonrisa cálida y
acogedora—. Suave como el trasero de un bebé, también tiene título de
Oxford, Bill.
—Sin duda, una chica inteligente como tú podrías conseguir algo mejor
que este pequeño bruto —dijo Bill, con un gesto en dirección a Max, su pecho
como un barril sacudiéndose con la risa.
Luego, pasó un brazo alrededor de Max para poder alborotarle el
cabello, mientras que Max se retorcía y ponía los ojos en blanco. —Este
muchacho es el hijo que nunca tuve y que nunca quise. Espero que no vayas a
romper su corazón.
—Bueno, voy a tratar de no hacerlo —dijo Neve sin poder hacer nada, y
ambos no dejaban de sonreírle de modo que les devolvió la sonrisa y se devanó
los sesos para algo más que decir.
—Así que, Bill el padre de Neve también está en el sector de la
construcción —dijo Max, una vez que lo dejó ir, y cuando Bill de inmediato
comenzó a disparar preguntas a ella, Neve le disparó a Max una mirada de
agradecimiento.
Después de que habían discutido el impacto de la crisis de crédito se
habían adentrado en las nuevas construcciones, Neve mencionó que su padre
era dueño de un patio de constructores en Sheffield y resultó que la hermana
de Jean vive en Brincliffe, justo en la calle de la prima de Neve, Linda, y diez
minutos habían pasado.
Neve aún se sentía nerviosa. Sus dedos tamborileaban contra el brazo de
Max, pero ya no la paralizaba por el miedo, cuando Jean de repente abrió la
289
boca y dijo—: Será mejor ir a buscar a nuestra Mandy. Se muere por conocerte.
Tú te quedas aquí, Max, y cuéntale a Bill acerca de cuándo conociste a esa
Paris Hilton. —Neve fue capaz de soltar el brazo de Max y dejar que Jean la
Página
—Lo siento. Mi abuela sólo seguirá tan lejos hacia el sur hasta el Centro
de Trafford, y entonces gime y gime sobre el estado de los aseos. Ahora, vamos
Página
¿Saliendo era lo mismo que tener citas? Neve no estaba segura. —Bueno,
nos hemos estado viendo un poco más de dos meses.
Página
ninguna razón para ser dueño de una gran cantidad de libros si ni siquiera sabes
qué es una Medi-pedi.
—Una pedicura de lujo va a estar bien —dijo Neve inexpresivamente, y
eso era una tontería y exageraba porque había tenido un tratamiento mucho
peor de muchas chicas más viles que estas, pero podía sentir su labio inferior
temblar y tenía que dejar de parpadear, porque la próxima vez que
parpadeara, sabía que las primeras lágrimas empezarían a correr por su rostro.
—Luego nos dirigiremos de nuevo a la ciudad para arreglarnos nuestros
cabellos y rostros pero no tienen tiempo para hacernos nada más que un
lavado y secado y…
—Eso está bien. Me tengo que ir ahora y encontrar a Max. —Neve ya se
ponía de pie, casi cayéndose de los tacones en el proceso—. Fue muy
agradable conocerlas a todas. —No esperó a escuchar lo que tenían que decir
sobre eso, sino que tropezó por las tres etapas y frenéticamente escaneó la
habitación por Max.
Él se encontraba justo donde lo había dejado, de pie en el bar, y el sólo
ver su fácil sonrisa encantadora, mientras hablaba con alguien era como volver
a casa a un piso caliente después de caminar a través de una tormenta de
nieve.
Neve comenzó a abrirse camino entre la multitud, toda lista para lanzar
una diatriba acerca de cuán vil fueron las amigas de Mandy y ella no iba,
repito, no iba a hacer campamento de entrenamiento o ir al Spa con ellas,
llegaran a eso. Si Max tenía que encontrar un médico que le escribiera una
nota de reposo por enfermedad, entonces que así sea. Pero a medida que se
acercaba a Max, incluso con los codos cuando en realidad tenía que hacerlo,
Neve vio que él seguía hablando con Bill y Jean. Jean tenía el brazo envuelto a
través del de Max, con la cabeza inclinada para captar cada una de sus
últimas palabras. Luego, cuando llegó al final de su discurso, Bill le dio una
palmada en la espalda, tal vez un poco duro, porque Max se balanceó sobre
los talones, pero le rompió un poco el corazón a Neve.
Probablemente estaba siendo demasiado caprichosa, eso es lo que su
madre decía, pero viéndolo de afuera hacia adentro, se le ocurrió que Bill y
Jean eran en realidad los padres honoríficos de Max, o lo más cerca que tenía.
Esto no era sólo un evento de trabajo para él. Había sido invitado por personas
que se preocupaban por él y no quería que dijeran: "Fue agradable ver a Max,
pero esa malhumorada novia de él fue un verdadero dolor de cabeza” cuando
se fueran en la mañana del lunes.
295
algo tóxico en su cera caliente. ¿Qué fue lo que aquellos publicistas asustados
de Los Ángeles dijeron a Max cuando pidió un tiempo libre con sus clientes
famosos? Fue un día fuera de toda su vida.
Max miró por encima, atrapó su mirada y la saludó. Él les dijo algo a Bill y
Jean, quienes sonrieron, y no hubo nada más que hacer que pegar una sonrisa
en su rostro y caminar hacia ellos.
296
Página
Traducido por edith1609
Corregido por Vericity
T
ienes exactamente la misma mirada que tiene Keith cuando lo llevo
al veterinario —remarcó Max cuando lo empujé en frente del Country
Club Alderley Edge, el cual era un horrible edificio Victoriano que
lucía como una muy florida casa de jengibre—. Pensé que te
gustaba hacer ejercicio.
—Lo hago —dijo Neve, tratando de enmascarar el malestar que sentía
cuando Max apagaba el motor. Rogaba para que estrellara el auto o algo a lo
largo de la A34; no lo suficientemente malo para que alguien quedara
fatalmente herido, pero ella habría estado perfectamente feliz con una pierna
rota—. Estoy bien. Sólo estoy cansada.
—Ah, así que eso es lo que te ha estado molestando —dijo Max
conscientemente mientras le daba un codazo a su mano—. Te lo compensaré
esta noche, lo prometo.
—¿Compensarme qué? No es eso —suspiró, mientras finalmente
amanecía.
La noche anterior, ella dejó a Max en el bar para que tuviera “uno más
para el camino.” —No espero eso cada noche.
Habían sido otras dos horas antes de que finalmente tropezara de vuelta
a su cuarto y despertarla por haber caído sobre su bolsa de fin de semana.
Luego, se tambaleo sobre su cama y trató de comenzar algo, lo cual
obviamente no tenía intención de terminar porque se encontraba tan borracho
que no podía ni siquiera quitarse su ropa. Neve lo empujó fuera de la cama, lo
desnudó y lo ayudó a cepillarse los dientes, luego le dejó el resto a él mismo. Él
terminó pasando la noche en el sofá, porque no podía lograr volver a la cama.
297
sudadera con capucha en diamantes y espera que no fuera forzada dentro del
sangriento chándal rosa de la maldita Shelly.
Chelsy, Kelly, Lauren, Emma y Tasha, todas asintieron fríamente a Neve
mientras se alineaban, como un pequeño comité de recepción para Mandy,
quien era la última en desembarcar. Mandy al menos lucía satisfecha de verla
ahí mientras saltaba fuera del carro.
—¡Neve! ¡Estoy tan agradecida de que pudiste hacerlo! —Su cabello se
encontraba en dos coletas que se balanceaban mientras hablaba, lo cual era
distraía mucho—. ¿Ese era Max en el otro camino? Corrió cerca de nosotros por
el camino, y el día antes de mi boda también.
—Está tarde para una cita en la ciudad —mintió Neve, su voz aguda con
ansiedad.
—Oh, tendrías que haber venido con nosotras —dijo Mandy, tomando su
brazo en el de Neve mientras empezaban a caminar hacia la entrada—.
Tuvimos que recoger a Chelsy y Tasha de Malmaison ¿nadie lo mencionó
anoche?
Ellos no lo hicieron y podrían haber salvado a Neve de pelear con Max a
favor de ser tratada con frialdad por la multitud de trajes rosas. No podía decir
cuál podría ser menos malo.
Dejaron sus bolsas en el guardarropa, luego Neve vio como todas
sacaban bolsas de maquillaje de diseñador de bolsas de viaje de diseñador y
comenzaron a retocarse el bronceador, rimel y gloss. Sólo como era brutal un
campo de entrenamiento nupcial si podías hacer algo sin manchar tu
maquillaje o si tu cabello se rizaba se preguntaba Neve, mientras comenzaba
sus estiramientos de calentamiento. Siempre terminaba una sesión de ejercicios
con su cabello y su piel empapados en sudor.
—¿Cuánto tiempo hacen ejercicio? —le preguntó a Mandy mientras
dejaban el guardarropa y caminaban a través de un set de puertas francesas a
un césped verde, el cual parecía como si fuera usado mas para juego suave de
cróquet que un campo de entrenamiento.
—Hasta tres horas —dijo Mandy con alegría—. Pero nos tomamos
montones de descanso y la última hora es Pilates. Pilates muy gentil. —Miraba a
Neve de arriba abajo, pero por una vez Neve no conocía el miedo. A veces
pensaba que le gustaría vivir en ropa de ejercicio, era cómoda y tenía un alto
contenido de lycra que siempre sentía placenteramente contenida. Incluso sus
senos se comportaron cuando eran encerrados en un sostén deportivo y
300
72
Es el término usado para una chica sexy que obtiene todo lo que quiere, pero como no hay
una palabra para describirla en español, se deja el original.
—Oh, creo que sólo tendré la ducha —masculló Neve, evitando sus ojos
mientras los trajes empezaron a desecharse. Nunca se cambió en el gimnasio, o
se duchó, o hizo algo que podría significar que otra mujer en el cuarto de
cambio pudiera ver su cuerpo todo estriado y bultoso. Ahí no había ninguna
manera que fuera a desnudarse en frente de seis extrañas que realmente no le
gustaban tanto.
Podía ducharse mientras ellas se encontraban al vapor, entonces volver a
por sus jeans y su túnica antes de que terminaran de enjabonarse y enjuagarse.
Neve se sentó en uno de los bancos acolchados que se alineaban en el cuarto
y estudió su teléfono atentamente, aún cuando sabía que no había mensajes o
llamadas perdidas de Max.
—Vamos, Neve, todas somos chicas unidas —la llamó Emma desde el otro
lado del vestuario—. Si una gorda como yo no le importa desnudarse, tú no
tienes de que preocuparte.
—Sí, mi celulitis estuvo en la portada de Heat —dijo Mandy felizmente,
girando para mirar la parte de atrás de sus muslos en los espejos—. ¿Crees que
tengo menos celulitis que la semana pasada?
—¿Llamas a eso celulitis? ¡Parece que mi culo esta hecho de piel de
naranja!
Neve miró a sus entrenadoras y dejó que los defectos de su cuerpo
rivalizaran sobre ella. Había escuchado esa charla incontable veces para
contarlas, de otras mujeres con cuerpos por los que ella mataría. Era sólo un
ejercicio de unión, de la misma manera en que los hombres hablaban de
futbol.
—¡Neve! Deja ese chándal y ven y tengamos vapor —demandó Emma.
Neve podía ver sus pulidas uñas rosas de los pies en su dirección y tragó
fuerte.
—En verdad. Estoy bien —dijo con una mueca, mientras vio dos pares más
de pies desnudos viniendo y tuvo a tres WAG paradas directamente en frente y
tuvo un horrible recuerdo de las duchas después de las clases de Educación
Física. Se arrastró en el cuarto de vapor, mientras alguien más escondía sus
ropas. Sólo lo sabía.
Pero Mandy no la iba a dejar hacer eso, se dio cuenta, mientras
304
73 News of the World era un tabloide sensacionalista británico que se editaba en varios países y
que se centraba en temas relacionados con leyendas urbanas, ufología, noticias de
Página
cuando pienso acerca de las chicas con las que estuviste antes de mí, en como
se ven, sé que no estoy a su altura.
Página
Neve colocó sus manos sobre los hombros de Max y él se estremeció por
un segundo. Ella trató de comunicarle todo lo que sentía a través de las puntas
de sus dedos, y cuando eso no parecía funcionar, Neve empezó a amasar los
nudos de tensión que encontraba. Allí había uno, justo debajo del cuello de
Max, ese era absolutamente grande.
Se inclinó, así podía respirar sobre su oído, su voz baja y urgente.
—Tú sabes que cuando estoy contigo, no estoy pensando en William.
Bueno, casi nunca. Y las cosas que hicimos, que hice, podría nunca hacerlas
porque traté de sacarlas contigo así yo podría... podría... afilar mi técnica. Eso
fue realmente bajo, Max.
Ahí no había mucho que decir, especialmente mientras Max le daba su
tratamiento de silencio. Era mucho mejor en estar de mal humor que ella. Neve
siempre se derrumbaba tan pronto como Celia se escapaba.
—Lo siento —dijo con la apropiada cantidad de convicción—. Dios, ¿Por
qué sigues enojado conmigo? —demandó lastimosamente, enderezándose y
tomando las manos de Max, porque ella calmada no tenía ningún efecto—.
Traté de disculparme, ¿qué más puedo decir?
Estaba punto de renunciar y esconderse en el baño hasta que fuera
tiempo de irse con las chicas, cuando Max aclaró su garganta. —Tú dijiste que
querías terminarlo —le recordó con una voz que no era tan helada como
esperaba.
—No, dije que no había ningún punto en seguir cargando con esto si... si
no era el tipo de chica con la que querías estar, y ya te he dicho porque dije
eso. Pero si quieres dejarlo, entonces sólo dímelo —declaró Neve, pero Max se
retiró otra vez a su silencio. No hizo tanto como mover un músculo.
—Dios, eres malditamente imposible a veces.
Cuando iba a girarse en torno a sí misma para prepararse a la más
majestuosa fiesta de su vida, Max pasó el brazo alrededor de su cintura y ahora
era su turno de tirar de una rígida Neve, resistiéndose a tener su cuerpo más
cerca.
—No quiero que se termine —dijo, con suficiente sinceridad para que ella
casi le creyera. Y entonces, besó la parte trasera de su brazo, lo cual era la
única parte de ella en donde podía poner su boca.
308
—Lo fue —acordó Neve, quitándose los calcetines y casi cayendo del
escritorio en el proceso—. Pero siente como de suaves están mis pies.
Página
Agitó su pie en frente de la cara de Max mientras él se echaba hacia
atrás aunque sus pies estaban fragantes y suaves como la seda como lo solían
estar.
Max no miraba sus pies pero si su cara otra vez.
—¿Estás borracha?
—Por supuesto que no —se burló Neve, porqué no se encontraba
borracha. Además ahora la riña terminó y eran amigos otra vez y el puro alivio
la hacía sentir mareada—. Sólo tuve un poco de champán. —Trató de sostener
su pulgar y su dedo índice para ilustrar la poca cantidad de champán que
había tomado, lo cual no era tanto respecto a lo que habían tomado las otras,
y tenía algunos crutones con su ensalada de pollo en el almuerzo para limpiar el
alcohol, pero ahora tenía dificultad en hacer que su pulgar y dedo índice
hicieran lo que quería.
—¿Qué te han hecho esas chicas? —Max sacudió su cabeza—. Estás. Tú
estas molesta.
—Tal vez sólo un poco más alegre —decidió Neve, agarrando el brazo de
Max así no podía caerse del escritorio—. Pero sólo voy a beber spritzers esta
noche y Mandy quiere que todos estén en la cama a las once así no tendremos
resacas mañana. Fue detallada en la orientación.
—Deberías comer algo antes de irte —dijo Max firmemente—. Algo
cargado con carbohidratos para darte algo de lastre.
Neve dio una mirada al reloj en la mesita de noche.
—No tengo tiempo. —Max siguió sus pasos mientras fue desde del armario
al baño—. ¿No vas a estar encerrado aquí toda la noche escribiendo, verdad?
—Me voy a encontrar con Bill para ir por un trago así podemos trabajar en
el discurso padre-hija —dijo Max, mirando el vestido que Neve tenía en la mano.
—No se supone que tiene un cierre con el que podrías necesitar una
mano? —preguntó con una mirada lasciva.
—No, sólo va sobre mi cabeza así que... —Neve puso sus manos en su
cintura y trató de lucir dura—. No vas a hacer nada que podría manchar mi
maquillaje o aplanar mi cabello —dijo, cerrando la puerta del baño.
Cuidadosamente, logró ponerse el vestido sin desmantelar su peinado
311
Neve se abrochó sus Mary Janes de siete centímetros, que lucían menos
cómodos de los que ellas llevaban, y era sólo cerca de un paso atrás, se miro a
sí misma en el espejo y decidió que ese vestido plata con lentejuelas no era lo
suyo, cuando la puerta del baño se estrello atrás en sus bisagras y el baño fue
invadido por un insuficiente vestido, piernas desnudas, cabello reluciente, muy
emocionada mujer.
—Correcto, estás bien —dijo Kelly—. Vamos. Tenemos una limosina rosa
esperándonos es una zona de no estacionar detrás del hotel, porque el frente
está lleno de paparazzi.
Neve tuvo que sacar a Tasha y Lauren así podía tener una buena mirada
de sí misma en el espejo.
—¿Luce bien? —Tiró del vestido—. ¿No luzco gorda?
—Te ves hermosa —dijo Emma mientras se rociaba generosamente con el
Chanel Nº 19—. Pierde las medias.
Neve podía perder su 60, las fajas opacaban las medias cuando se
encontraban en sus frías, muertas piernas.
—No lo creo —dijo—. Tal vez debería usar pantalones y un lindo top. Mi
hermana Celia dice...
Nadie se interesó en la opinión de Celia que tacones, pantalones y un top
podían llevar una chica desde el día hasta la tarde y también en cócteles.
Tasha tomo el brazo de Neve y la sacó del baño. —Sólo agarra tu
teléfono —ordenó.
—Bolso.
—No necesitas un bolso —dijo compasivamente Lauren—. La cena está
pagada, la limo está pagada, estamos en seis diferentes listas de invitados en
bares, ¿para que necesitas dinero?
—Toma tu bolso —dijo, Max, quitando a Emma del camino—. Y llámame si
quieres salir temprano… Cristo, ese vestido es un poco corto.
Neve miro hacia sus piernas con disgusto. —Mis piernas lucen robustas
con medias.
—Por supuesto que no —chasqueó Max, su cara enrojeció cuando Emma
se rió de su sobreprotectora rutina de novio—. Te ves genial, de eso es de lo que
estoy preocupado.
312
—No, Mandy dijo que regresaremos a las once —les recordó Neve—. Fue
realmente particular sobre eso.
—Once, doce, ¿Cuál es la diferencia? —Emma arrastró las palabras,
agarrando la mano de Neve y empujándolas hacia la puerta—. ¿Pueden
moverse?
Mientras era empujada fuera de la puerta, escuchó el grito de Max. —La
quiero de vuelta en una sola pieza.
Hubo una risa desde los asientos baratos.
—Una pieza nunca fue parte del trato.
313
Página
Traducido por ♥...Luisa...♥ y Carlota.
Corregido por Vero y July.
—No sé lo que pasó, pero recibí una llamada telefónica del jefe de
seguridad del hotel a las tres de la mañana preguntándome si podría identificar
Página
75
Sunday Mirror es el periódico hermano del Daily Mirror, comenzó en 1915 como el Sunday
Pictorial y después fue llamado el Sunday Mirror.
76
Wayne Mark Rooney es un futbolista inglés. Juega en la posición de delantero y su actual
Página
equipo es el Manchester United de la Premier League de Inglaterra. Rooney está casado con
Coleen McLoughlin, a quien conoció mientras cursaban el último año de secundaria.)
—Por favor, dime que hay fotos. —La voz de Max burbujeaba de risa
apenas contenida a pesar de que no podría haber sido mucho más divertido
para él, cuando ella regresó en tal estado de embriaguez.
—Lo siento, te levanté de la cama —murmuró Neve, con cuidado y
lentamente rodando sobre su espalda, donde estaba acostada. El movimiento
hizo que la habitación y su estómago se tambalearan alarmantemente.
—No me había acostado. Me paseaba por el piso, preocupándome de
que hubieras muerto en una zanja, cuando no contestaste el teléfono las
primeras diez veces que te llame.
—Oh, Dios mío. Malo alcohol malo. Muy, muy malo.
—Es muy malo, pero creo que vas a vivir para beber otra copa de
champán —dijo Max, apoyándose en un codo para poder mirar hacia abajo a
Neve que yacía con los ojos cerrados—. Probablemente te sentirás mejor una
vez que hayas tomado una ducha.
—Me matará.
—No, no lo hará, te sentirás de esta manera durante los primeros cinco
minutos —dijo Max, sentándose, lo que hizo que la cama se moviera y Neve
gimiera lastimosamente—. Voy a pedir servicio de limpieza para que envíen a
alguien a arreglar el cuarto de baño y entonces tendrás que levantarte, porque
odio tener que decírtelo, Neve, pero tenemos que asistir a la boda del año en
cinco horas.
Neve trató de decirle a Max que no podía salir de la cama, y mucho
menos pararse sin ayuda en un futuro cercano, pero él ya se había levantado.
Lo oyó hablando por teléfono en voz baja, por la habitación, mientras se
dejaba entrar y salir del sueño, agitada, incluso cuando apenas dos camareras
llegaron a empezar a trabajar en el cuarto de baño. Tal vez fue la vergüenza lo
que la obligó a dormir, cuando oyó a uno de ellos decir—: Vamos a necesitar
más lejía. Mucho más cloro.
La segunda vez que Neve abrió los ojos, se dio cuenta de que no iba a
morir. No hasta que limpiara sus dientes, de todas maneras. Apartó las mantas y
trató de transmitir un mensaje a su cerebro de que realmente quería mover las
piernas.
—¡Oye! ¿Qué estás haciendo? Deja que te ayude. —Max se encontraba
316
de pie en la puerta del baño y Neve sólo podía bostezar hacia él con asombro.
—Estás usando un traje —señaló con sus afilados poderes de deducción,
Página
porque él llevaba un traje negro, ceñido al cuerpo, de bonito corte con una
camisa blanca como la nieve. Incluso, su pelo había sido domesticado a la
sumisión con lo que parecía una bañera completa de Brylcreem77. Sólo los
dedos de los pies de sus calcetines rojos que sobresalían de la parte inferior de
sus pantalones estaban en contra de la elegancia general de su conjunto—. Te
ves muy inteligente. —Max metió las manos en los bolsillos de su pantalón.
—No me gusta llevar traje. —Frunció el ceño—. No me pondré mi corbata
hasta que escuche las primeras notas de La marcha nupcial. —Se acercó a la
cama y suavemente aplacó la posición de pie de Neve. Se tambaleó por un
momento incierto, pero luego decidió que podía seguir estando vertical,
siempre y cuando Max la sostuviera con su brazo.
—Tengo que lavarme los dientes —dijo, mientras comenzaban a caminar
muy despacio, peligrosamente hacia el baño, pasando por un montón de tela,
con lentejuelas de plata, arrugada en el camino.
En algún momento durante las travesuras de la noche anterior, Neve se
había despojado, o había sido despojada, hasta del sujetador y las bragas,
pero todavía se sentía demasiado miserable como para que le importara. Max
no había estado tan traumatizado por la visión de los muslos temblorosos de
Neve, la flacidez y la panza que generalmente se mantiene oculta a todos los
hombres, porque los haría salir corriendo. De hecho, era increíblemente dulce y
paciente mientras la llevaba con cuidado al cuarto de baño como si estuviera
hecha de cristal.
—Lo que necesitas es una muy buena fritura —dijo a Neve, sonriendo
mientras ella hacía una mueca—. Pero te voy a pedir un poco de té y tostadas
para empezar. Te sigues viendo muy paliducha.
Paliducha era la mayor subestimación de todos los tiempos, decidió Neve
al mirarse en el espejo mientras se cepillaba los dientes. Mechones de cabello
asomaban de su cabeza como los tentáculos de Medusa y tenía los ojos
manchados con delineador negro alrededor y cayendo como una corriente de
hollín por sus mejillas, donde se mezclaba con los restos de su labial rojo.
Se vería y se sentiría mucho mejor después de una ducha y de lavarse el
cabello. Eliminando las manchas moradas alrededor de sus ojos, donde
explotaron los vasos sanguíneos mientras vomitaba con tanta violencia.
—La gente va a pensar que te he estado golpeando —dijo Max, cuando
Neve salió del baño envuelta en una bata blanca y suave con una toalla de
estilo turbante alrededor de la cabeza—. Tenemos que enviar por algún
317
77
Brylcreen gel para el cabello.
—En caso de que no me oyeras la primera vez, quiero que sepas que
nunca, nunca beberé alcohol de nuevo —suspiró Neve, sirviéndose una taza de
té, pero evitando la tostada que había llegado también, no se sentía lista para
los sólidos por el momento—. Pero gracias por cuidar de mí. —Se sentó en el
sofá junto a Max y le echó otra pequeña mirada incrédula. Sí, no era un DT.
Llevaba un traje—. Te ves muy lindo78.
—¿Lindo? —Max casi escupió un bocado de tostada con mermelada—.
Eres la única persona que conozco que usa palabras que sólo he leído en los
libros.
Neve envolvió sus dedos alrededor de la taza y bebió cautelosa un sorbo
de té. El sabor era como el néctar de los dioses, y cuando Max le pasó su brazo
alrededor y se acurrucó contra él, con la cabeza en su hombro, decidió que la
resaca no era terminal. Tal vez podría lograr pasar el día de manera intacta y
llegar incluso a sonreír en las fotos de la boda.
—Quiero que comas por lo menos un pedazo de tostada, luego tendrás
que estamparlo en la pintura de guerra —murmuró Max como si pudiera leer sus
pensamientos—. No puedo verte toda pálida y demacrada en las fotos de la
boda, Mandy te va a matar. Y te quiero luchando en forma con tus deberes de
burla.
Incluso teniendo en cuenta el frágil estado de su salud, Neve esperaba la
boda. No sólo para mirar boquiabierta y sin vergüenza a las celebridades que
asistirían, o incluso por pasar el rato con su pandilla de nuevos mejores amigos
que habían prometido señalarle todas las celebridades, sino que más que nada
no podía esperar para pasar el día con Max. Él se encontraba de un humor
increíblemente bueno y cuando Max estaba así, las bromas para partirse de la
risa, el guiño de sus ojos, era tan divertido estar con él.
—Eres mucho mejor burlándote que yo —dijo Neve. Max bajó la cabeza
en reconocimiento de ese hecho indiscutible.
—Oh, no lo sé, Neevy, haces de una agradable línea un chiste ácido.
Ahora bien, comete un pedazo de tostada como una niña buena. —Estaba a
medio camino de un pedazo de pan tostado cuando el teléfono de Max sonó.
—Es Bill —dijo, mirando a la pantalla de llamada—. Es probable que llame
para preguntar si alguien ha visto a Kelly. Dios sabe a qué hora llegó a su casa
anoche. —El último recuerdo que Neve tenía de Kelly era haciendo Slammers
318
Página
78
En el original spiffy: Una manera divertida/linda para expresar satisfacción general por una
persona, situación o cosa.
de Tequila79 en el karaoke bar, hizo una mueca dudosa, lo que hizo reír a Max
cuando contestó el teléfono.
—¿Bill? ¿Cómo está el padre de la novia esta mañana? —preguntó
alegremente—. Precioso día para una WA… boda de blanco. —Todavía seguía
envuelta en los brazos de Max así que Neve pudo sentir el momento exacto en
que se puso tenso, antes de que él llegara a decir—. Oh, está bien. Sí, eso suena
como un poco problemático.
No queriendo entrometerse, Neve se levantó y, masticando con poco
entusiasmo su tostada, comenzó a reunir su traje de boda. Esperaba que el KFC
de la noche anterior no hubiera ido directamente a sus caderas.
—No, está bien. Por supuesto que entiendo —decía Max con voz tensa,
como si, fuera lo que fuese, no estuviera del todo bien—. Bueno, puedes decirle
a Mandy que deje de llorar para empezar. No es el fin del mundo y va a ser
destruida cuando mire las fotos dentro de veinte años y tenga los ojos
inyectados en sangre. —Neve miró a Max que se encontraba sentado
encorvado, con los codos en las rodillas y una mirada triste en su rostro—. En
realidad, Bill, está bien. Si te digo la verdad, Neve ha estado enferma toda la
noche. Debe haber sido algo que comió, y se encontrará probablemente mejor
pasando el día en la cama.
Algo malo había sucedido, a pesar de que Neve se nubló en los detalles.
Por un momento se preguntó si alguno —Mandy o Darren— habían cancelado
la boda, pero no podía deberse a que no habían fotos de boda en las que
Mandy no se viera perfecta. Tal vez había más pedidos de la iglesia o... oh Dios,
al hecho de que había hecho una exposición de sí misma ayer por la noche y
no la querían en cualquier lugar cerca de la fiesta en caso de que ella
comenzara a darle al Veuve Cliquot80 de nuevo.
—Honestamente, Bill, tú no tienes que hacer eso. Está todo bien. Le deseo
a Mandy todo lo mejor y voy a hablar con ella cuando regrese de St Barts, ¿De
acuerdo? —Neve debatía la posibilidad de descomprimir la bolsa para la ropa
y ponerse el traje de pantalón, cuando Max colgó.
—Bueno, no necesitas preocuparte por eso —dijo—. De hecho, si quieres ir
a la cama, entonces no te detendré.
—¿Qué ha pasado? ¿La boda fue cancelada? ¿Hice algo tan terrible
anoche que no quieren…?
319
79
Los slammers o shooters son combinados en los que los ingredientes se mezclan directamente
Página
libras —dijo Max con amargura—. Bueno, al menos no tenemos que pasar siglos
sentados en una iglesia con corrientes de aire y luego tragar el pollo seco en
Página
Neve aflojó sus brazos, pero mantuvo sus manos alrededor de la cintura
de Max, porque de pronto le pareció terriblemente importante mantener un
Página
comprometida con el hijo del MD81 y casi pierdo mi trabajo, mi editora dijo que
si no recibía alguna ayuda entonces tendría que despedirme. Así que estoy “en
Página
81 MD: Médico.
terapia” —Max seguía de espaldas a Neve, pero ella podía verlo tomando
aire—, y está intentando eliminar mis capas y llegar a la persona real pero yo no
creo que exista. Sólo soy apariencias y ninguna sustancia de mierda.
—Vamos, sabes que eso no es cierto. —Neve se puso de pie e incluso se
acercó a Max un par de pasos, pero podía ver sus hombros temblando. No
sonaba como si estuviera llorando, pero su voz sonaba como si estuviese cerca
de hacerlo, y Neve sabía instintivamente que sólo aguantaba porque ella se
encontraba en el otro lado de la habitación—. Mira, te conozco y soy sólo
temporal, pero cuanto más te conozco, más me gustas.
Max tosió húmedamente. —Dices eso porque eres una chica agradable y
estás intentando hacerme sentir mejor, me doy cuenta pero no somos reales. La
única cosa real que tuve eran los McIntyres y tuve la idea de que se
preocupaban por mí y que era el hijo que nunca tuvieron, pero eso era mierda.
—No —dijo Neve drásticamente, olvidando sus dudas mientras se
tropezaba hacia Max—. Eso no es cierto. Me he pasado toda la vida al margen,
simplemente observando a otras personas. Soy una experta observadora de
gente, cuando te vi con Bill y Jean, era evidente que se preocupaban por ti, y…
bueno, yo también. Yo también me preocupo por ti, Max.
Envolvió sus brazos alrededor de él, apoyó su cabeza contra su omóplato
y le abrazó tan fuerte como pudo. Esta vez, Max no se te zafó ni se retorció, sino
que pareció relajarse contra ella. —Ni siquiera sé a lo que se parece que se
preocupen por ti —murmuró él.
—Sí, si lo sabes —le dijo Neve—. Una vez que dejaste de hacer el esfuerzo
conjunto del coqueteo y el ligue, no has sido otra cosa que amable y paciente
conmigo. Sé que no soy la persona más fácil para tener alrededor, pero has
aguantado y tal vez es porque tu terapeuta te ha dicho que lo hagas, pero
estás comprometido con nuestra falsa relación y deberías estar orgulloso de
ello.
Max acarició las manos de Neve que estaban cruzadas en su estómago.
—¿Debería estar orgulloso de que me las he arreglado para durar dos meses en
una relación falsa con una chica que está enamorada de alguien más?
Era imposible sostener una conversación con Max de espalda, por lo que
Neve giró a su alrededor, quedando entre él y la ventana, mirándolo
directamente a sus ojos enrojecidos. Ella había tenido razón en lo de las
324
Un largo paseo era justo lo que necesitaba y Neve esperaba que Max
también se beneficiara de las endorfinas. El centro del parque era el río
Medway que fluye por un boscoso valle entre Oldham y Ashton-under-Lyne. Se
detuvieron en el Centro para los Visitantes para agarrar un mapa y se fueron
hacia el Acueducto Waterhouse, así podrían tomar la senda que se encontraba
a veinticinco metros por encima del parque.
Neve podía sentir los últimos restos de la resaca flotando en la brisa
mientras respiraba el aire limpio y sabía que cada vez que oliese esa fragancia
a carbón, siempre se acordaría de este fin de semana. Se inclinaron sobre el
muro para ver a los niños remando en el río por debajo de ellos. Aunque era un
soleado día de finales de abril, todavía había un frío que permanecía bajo la
calidez del sol, ciertamente no era un tiempo para remar, pensó Neve, pero la
juventud de Gran Manchester evidentemente fueron hechos de material
resistente.
Apenas hablaban mientras bajaron por el acueducto y fueron por el
camino del canal. De vez en cuando, sus brazos se rozaban y Neve deseaba no
haber emitido nunca un decreto contra ir de la mano. La frontera imaginaria
que se violaría si se tomaban de las manos no parecía importar mucho más
pero ella se contuvo por la sudadera de Max, que era suave, cálida y olía a
Brylcreem así que se sentía como si estuviese siendo abrazada por él, incluso
cuando iba adelante para ver si había una cafetería en la siguiente curva.
Después de un par de horas, el cielo se nubló y el sol desapareció. Las
primeras grandes gotas de lluvia comenzaron a caer tan pronto como Max
mencionó regresar al coche. Entonces, las primeras grandes gotas se
convirtieron de repente en un colosal torrente, que les obligó a refugiarse bajo
el dosel de ramas.
—Sólo es una ducha —dijo Max esperanzado, quitándole la capucha a
Neve mientras la lluvia caía inclinada a sus pies—. Probablemente.
La lluvia agitó la tierra, por lo que todo olía terroso y maduro, y no había
ninguna señal de que alguna vez fuese a parar. Neve sacó el mapa y echó un
vistazo en la penumbra. —¿Puedes recordar exactamente en dónde te
estacionaste?
—¿Creo que cerca de Stannybrook Road? —Lo hizo sonar como una
pregunta en vez de como una ubicación definida—. ¿Crees que deberíamos
echar una carrera hacia él?
—¿Tienes alguna idea mejor?
327
velocidad. Se perdieron dos veces y volvieron al lago del centro del parque,
hasta que Max vio un cartel del Centro para los Visitantes y desde allí, corrieron
hasta el coche, con las zapatillas empapadas y llenas de barro.
—Puedo sentir a mis vaqueros hacer chaf cada vez que cambio de
marcha —se quejó Max mientras avanzaba lentamente por la carretera
principal—. Y tú estás goteando sobre mi coche.
—Tú también estás goteando sobre tu coche —señaló Neve,
agachándose para quitarse las zapatillas y los calcetines, para poder poner los
pies sobre el salpicadero—. Sabes lo que significa la palabra lluvia, ¿no?
—¿Qué vamos a morir de neumonía bronquial?
—La boda… Ayer vi la marquesina en la entrada de la universidad, y
Mandy me mostró el lugar del lago en el que se van a hacer las fotos de la
boda. —Neve miró a Max por debajo de sus pestañas y sonrió—. Diría que esta
lluvia es un castigo de Dios por tratarte tan mal, ¿no crees?
328
Página
Traducido por Mery St. Clair & Munieca
Corregido por Juli_Arg
alrededor de sus ojos—. Estás seriamente mal de la vista, pero apreció tus
intensiones.
Página
—Sabes, creo que estás mejorando en tomar un cumplido —reflexionó
Max, jugando con el borde de su toalla y sonriendo cuando Neve graznó de
indignación—. Eres linda, Neve, acepta eso.
Envuelta en una bata suave y esponjosa, Neve salió del baño y se acercó
a la enorme ventana que abarcaba toda la pared. Seguía lloviendo, pero
ahora que había entrado, Neve podía apreciar como la lluvia hacía que las
farolas y las luces se atenuaran en la calle.
—¿Hago reservaciones para el restaurante del hotel o quieres ir a otra
parte? —preguntó Max, sus manos alrededor de su cintura.
Era sábado por la noche y tenían toda la ciudad debajo de ellos y… —
Umm, ¿tendré que vestirme y secar mi cabello y salir de nuestra habitación?
—Bueno, no me importa si quieres salir usando una bata, pero no todos
pensarán que es la ropa adecuada para ir a un restaurante. Podemos
quedarnos dentro y pedir servicio a la habitación.
Neve se dio la vuelta. —¿Te importa? Aún estoy adolorida y tengo seis
ampollas por los estúpidos zapatos. —Tenía una larga lista de quejas, pero
fueron interrumpidos por el ruido ensordecedor de su estómago. Pareció durar
por siempre y sonaba muy parecido a los truenos en el cielo.
—Comí mucho después de haber hecho la rabieta, ¿Pero tú has comido
algo más que ese trozo de pan tostado? —preguntó Max.
Neve negó con la cabeza. Se acostumbró a no escuchar a su cuerpo
exigiendo comida a cada hora, que no notó que tenía hambre. Un gran, fuerte
y voraz hambre. Si Max no la estuviera abrazando, probablemente ya hubiera
caído de rodillas y comenzado a roer las patas de la mesa de café.
—Quiero carne —anunció—. Un gran trozo de carne que goteé sangre
sobre el plato. Y una ensalada, supongo.
—Asumiendo que vomitaste todo lo que comiste ayer y el hecho de estar
en ese campamento de boda y la larga caminata de hoy, la cual terminó con
una carrera de regreso al auto… bueno, creo que debes consumir al menos
cinco mil calorías y probablemente tendrás que consumir más carbohidratos…
—No seas un lambiscón, Max.
—No seas una quejosa, Neve.
330
Max abría las cajas y examinaba sus nuevos productos para la piel Clarins
y su nuevo reloj cuando Neve le dijo que escogiera un DVD mientras ella
llevaba las placas a la mesa de café, junto con una botella de champán que
no iba a ser completamente bebida.
Después de comer la carne y ensalada y un par de papitas, Max se vio
obligado a golpear su mano para que él pudiera tener algunas también, Neve
razonó que una copa de champán no la mataría.
Además, sería más fácil charlar con Max con un poco de alcohol dentro
de ella, especialmente cuando aún había asuntos pendientes entre ellos, ya
que tenía que decirle algo que él no quería escuchar.
—Bebe —le ordenó mientras llenó el vaso de Max, y luego tomó con
cuidado un sorbo de su propia copa, en caso de que el sabor le provocara una
sensación horrible y tuviera que ir a toda prisa al baño. No ocurrió. En realidad,
sabía bastaste bien.
—Así que, ¿Era una nota de Mandy escrita a mano? —preguntó
casualmente—. Parecía como si lo hubiera escrito ella.
—Bueno, los pequeños corazones sobre las ies son su marca —dijo Max,
mientras se levantaba y comenzaba a llevar los platos vacíos hacia el carrito—.
Voy a poner esto afuera en la puerta.
Su respuesta no fue exactamente alentadora, pero cuando regresó y se
sentó lo suficientemente cerca para que su pierna se presionara con la suya,
Neve persistió. —Entiendo porque estás molesto con ella, pero creo que es
realmente dulce que se tomara un tiempo el día de su boda para darnos
regalos.
Max levantó sus manos en señal de protesta. —No es como si no tuviera
unos segundos libres entre su peinado y la recitación de sus votos.
—Bueno, es cierto, pero obviamente ha pasado algo de tiempo
pensando en cuan molesto estás mientras debería estar organizando los
regalos, y te escribió una nota entre su peinado y la practica de sus votos.
332
—¿A dónde exactamente quieres ir con esto, Neve? —preguntó Max, con
voz fría y acusadora, pero si él estuviera muy molesto no habría colocado un
mechón húmedo de su cabeza detrás de su oreja.
Página
—Es sólo que, obviamente, ella se siente realmente mal porque no estés
allí y tú tienes que ceder un poco. —Neve clavó su mirada más intensa sobre sus
ojos, la única que podía hacer que Celia obedeciera—. Deberías llamarla para
darle las gracias y dejarle saber que aún son amigos. Eso te hará sentir mucho
mejor.
—Creo que estará un poco ocupada cortando el pastel y escuchando a
Darren gruñir en el discurso —dijo Max malhumorado y haciendo puchero
también. Era adorable.
—Bueno, entonces déjale un mensaje. —Neve lo miró sin pestañear, hasta
que Max se rindió con un suspiro y sacó su teléfono.
—Una pérdida de tiempo —murmuró en voz baja, pero marcó el número
y parecía totalmente desconcertado cuando alguien respondió.
—¿Mandy? ¿Por qué diablos respondes tu teléfono? ¿Sí? Bueno, los
discursos de boda suelen ser aburridos, todos tienen derecho a esconderse
para fumar un cigarrillo.
Neve decidió escabullirse y darle a Max algo de privacidad. Se sentó en
el piso del baño y leyó un capítulo de Lavender Laughs in the Chalet School,
cuando Max asomó su cabeza por la puerta.
—Está bien, puedes salir ya —dijo, y el puchero había sido reemplazado
por una sonrisa, lo cual fue un alivio, aunque el puchero había sido lindo—.
Mandy y yo somos amigos de nuevo.
—Me alegra escucharlo —dijo Neve, y cuando trató de pasar a su lado, él
la apretó contra la pared y cubrió sus muñecas por sobre su cabeza en un
gesto posesivo.
—Gracias —dijo, y lo selló con un largo y lento beso que hizo que Neve se
alegrara por decidir quedarse dentro—. No olvidaré esto, Neve. Nada de esto.
—De nada —dijo ella, y le devolvió el beso con tan ardor que le tomó un
tiempo notar que Max trataba de apartarse.
—Es demasiado pronto para eso —dijo con voz ronca, poniendo algo de
distancia entre ellos—. Hay varias cosas que podemos hacer esta noche para
que yo no pueda violar tu inocente cuerpo.
—Pensé que esto era totalmente mutuo. —Neve cruzó sus brazos y trató
duramente de no hacer un puchero; No hay ni una posibilidad de que ella
333
parezca tan linda como Max con su labio inferior sobresaliendo—. ¿Quieres ver
otro DVD?
Página
Max se encontraba de rodillas delante del armario y hurgando en su
maleta de fin de semana. —No, me debes una revancha —dijo, y sacó una
pequeña caja verde que le era muy familiar.
—Um, si estás buscando en mi equipaje, entonces verás la misma sorpresa
—le dijo Neve, y esperó hasta que él sacó su pequeña caja verde—. ¡No puede
ser!
—¡No puedo creer que trajeras Scrabble!
—Bueno, ¡Tú lo hiciste también!
—Sí, pero no traje una enciclopedia también. Me pegunté porque tu
bolsa era tan pesada.
Neve se dejó caer en el sofá. —Usemos mi juego —decidió—. No quiero
llevarme sorpresa porque tú pusiste piezas extras para así ganarme y burlarte de
mis habilidades de vocabulario.
—Por supuesto, aún sigo en un estado emocional delicado —dijo Max,
mientras se sentaba con las piernas cruzadas en el suelo al otro lado de la mesa
de café—. ¿Puedo confiar en que no te aprovecharás de eso?
—Mi resaca no ha desaparecido por completo —dijo Neve, sacando las
piezas—. Así que digo que será un juego bastante parejo.
Max esperó hasta que eligieron una letra cada uno para ver quién
comenzaba primero, y cuando él sacó una A y Neve una R, le dirigió una
mirada medio engreída, medio feliz.
—Oh, Neevy —dijo con una voz cantarina—. ¿Hacemos esto un poco
más interesante?
—Define interesante.
—Quien gane dos de tres. Si tú ganas un juego, entonces el perdedor
tiene que pagar una multa. —Su expresión era de completa alegría ahora.
—Define multa.
Max sonrió de puro placer propio. —El perdedor tendrá que hacer una
cosa que el ganador le pida que haga. Sin preguntas. Sin discusiones. Sin
quejas.
Los ojos de Neve se entrecerraron. —De acuerdo, define una cosa.
334
difíciles para tener puntos dobles y cerrar el juego, Neve sabía que ella ganaría.
Perder no era una opción.
Página
Le gustaba pensar que era buena persona cuando ganaba, a diferencia
de algunas otras personas. —Honestamente, Max, fue un juego muy parejo —
murmuró tímidamente cuando le ganó por ciento veintisiete puntos—. Fue pura
suerte.
—Nunca he visto a nadie que logre triple puntuación con una palabra. —
Max sonaba como si quisiera llorar. Suspiró—. De acuerdo, ¿Cómo me quieres?
Neve se echó hacia atrás y se estiró excitadamente. —Bueno, tú ganaste
el primer juego. Eliges primero —dijo con magnanimidad. Él pasó la mayor parte
de los dos primeros juegos hablando de sexo oral para distraerla, pero a ella no
le molestó la idea—. Así que, ¿Qué pedirás?
Era curioso cómo Max podía alterar el estado de ánimo entre ellos sólo
con mover sus labios. El humor juguetón rápidamente se convirtió en pesada
tensión mientras sus ojos se oscurecieron y mordió su labio inferior con sus
dientes.
—Levántate —dijo, no había rastro de burda en su voz. En cambió, era
una orden que hizo que la respiración de Neve quedara atorada en su
garganta mientras obedecía.
Se quedó allí de pie, balanceando sus brazos nerviosamente, a la vez que
Max se acercaba hacia la cama y se sentaba. —¿Y ahora qué? —preguntó ella
con voz ronca.
—Quiero verte desnuda. —Y lo dijo vacilante, como si supiera que pisaba
un terreno peligroso—. Por favor, Neevy.
Neve cerró sus ojos. —No puedo —dijo implorándole—. Elije otra cosa,
porque no estaré cómoda así y ninguno de los dos se divertirá mucho.
—Pero quiero que tú… —Max negó con la cabeza—. Ven aquí, ven a mí.
—Extendió sus brazos—. Sólo ven aquí.
Neve se puso entre las piernas de Max, incluso dejó que sus manos se
apoyaran en sus caderas, pero su expresión era decidida. —No me siento
cómoda o relajada cuando estoy desnuda —repitió, su voz tan baja que Max
tuvo que inclinarse más cerca para escucharla.
—Quiero que estés cómoda conmigo —dijo suavemente—. Quiero que
confíes en mí como yo te he confiado cosas que no le he contado nunca a
nadie, y de todos modos ya he visto casi cada parte de ti. Quizás no todo a la
336
No pensó que sus pechos fueran tan feos ahora que eran más firmes, ya que
había trabajado lo suficiente sus pectorales para que no cayeran hasta su
ombligo. Pero cuando no estaban cubiertos por su ropa interior y elástico,
difícilmente podían ser descritos como firmes o hermosos, y parecieron felices
de ser liberados mientras Neve bajaba su mano hasta el botón y bragueta de
sus vaqueros.
Trabajó para que sus pantalones se deslizaran por sus piernas, luego los
pateó lejos así pudo quedarse de pie allí con sus bragas. Ayer, se dijo así misma
firmemente, casi te desnudaste en frente de seis completas extrañas y Max no
es un extraño. Él consiguió meterse en su mente y sus manos y su boca ya
habían tocado los lugares que había tratado de protegerse. Y en realidad,
ahora que ya había visto sus pechos, su vientre y sus muslos, realmente no se
sentía tan preocupada porque viera su intimidad, especialmente mientras ella
había sufrido la gran angustia de haber usado un traje de baño el día anterior.
—Mírame —dijo Max en voz baja, y Neve notó que sus mirada había
bajado para mirar ciegamente el esmalte rojo en las uñas de sus pies—. Ya casi
ha terminado, Neve. Vamos, quítate tus bragas, cariño.
Había esperado que él dijera otro discurso de “Quítate tus bragas”, pero
nunca pensó que estaría riéndose mientras se quitaba sus bragas negras de
encaje.
Y entonces Neve estuvo desnuda, en frente de un miembro de sexo
opuesto. En frente de Max. Luchó por no taparse con sus brazos para que
pudiera ver todo y él ya no miraba únicamente su rostro; sus ojos viajaban por el
cuerpo que ella trataba duramente de no ocultar.
—Y esta soy yo —dijo Neve sin poder soportar más el silencio—. Te lo
advertí, y podemos fingir que esto no ocurrió si quieres irte o pedirme que me
ponga mi ropa nuevamente.
Max rodó tan fuerte sus ojos que Neve podría jurar que sus pupilas
desaparecieron por completo. —Algunas veces realmente quiero nalguearte —
espetó, y antes de que ella pudiera señalar que no había nada absolutamente
gracioso en la violencia doméstica, las manos de Max se posaron en sus
caderas otra vez—. En lugar de eso, te besaré —dijo, y se dejó caer hacia atrás
sobre la cama, y tiró de Neve para así caer sobre él con un chillido asustado.
Él calló su grito con un beso mientras Neve trataba de quitarse, porque
era demasiada pesada y se encontraba desnuda y toda la cosa se sentía
ridícula.
338
beso a Max y rodaron por la cama. Eso era mejor. Mucho mejor, ya que podía
llevar sus manos a su cabello y frotar su clítoris contra su muslo, la tela de sus
pantalones era una fuente de irritación y deleite.
—Quítate la ropa —le ordenó ella, cuando se separaron por aire. Casi no
reconoció su propia voz, sonaba muy entrecortada y bordeando lo maníaco—.
¿O prefieres que yo te desnude?
Max se sentó de nuevo para tirar de su camisa y Neve quiso llorar cuando
se alejó, para así poder deshacerse de sus vaqueros. Pero luego volvió a estar
encima de ella y estuvieron piel contra piel por primera vez; Todo era carne
caliente deslizándose una contra otra.
—Se siente tan bien —exclamó, con sus pechos apretándose contra su
torso y abrió sus piernas para que Max pudiera posicionarse entre ellas,
apretando sus dientes cuando notó cuan lista ya se encontraba—. ¿Max? ¿Qué
quieres?
—Este es mi turno —dijo, pero no era cierto. Porque ya había pedido que
ella se quitara su ropa y desnudara su cuerpo en plena luz—. ¿Qué es lo que tú
quieres? ¿Dedos o lengua o ambos?
Neve no tuvo oportunidad de argumentar, porque él ya tenía dos dedos
dentro de ella y frotaba ese punto que la hacía contraerse alrededor de él y
sentía como si todo buen sentido abandonaba su cuerpo. —Hazme venir —
gritó, cuando disminuyó el ritmo un poco y no era capaz de pensar
racionalmente de nuevo—. No me importa como, sólo hazlo.
La hizo venirse con sus dedos y su lengua, y aún seguía con su clímax
cuando sus manos trataban de inmovilizar sus caderas para mantenerla quieta
mientras se arqueaba contra su boca, hasta que al final Neve estuvo
pateando, casi fuera de la cama, porque nunca había sentido algo tan intenso
antes.
Era como si el orgasmo hubiera hecho un corto circuito en la parte de su
cerebro que se ocupaba de la inhibición, porque a Neve no le importó estar
desnuda. Atrajo a Max a sus brazos para poder besar su mandíbula mientras
sentía sus piernas temblorosas —su miembro no podría estar duro y húmedo
contra su muslo si la encontrara repulsiva.
Neve pudo probarse a sí misma en los labios de Max mientras lo besó;
lentos besos que se sentía como si estuviera moviéndose debajo del agua. Pero
entonces, Max tomó su pecho y pellizcó el pezón entre su pulgar e índice, lo
339
era como que cualquiera de ellos necesitaba más juegos previos, y cuando
Max se fue al baño para conseguir un condón, Neve fue con él, pegada a su
espalda, con la mano envuelta alrededor de su polla de nuevo, porque no
podía soportar no tocarlo.
Incluso el sonido de la rasgadura de la lámina puso en marcha el calor y
cuando Max se enfundó, Neve estaba lista esperando. Ella se lanzó hacia él,
terminando en su regazo, las piernas separadas a cada lado de las suyas, y se
detuvo con su polla situada en contra de su clítoris y los labios de Max pelaron
un gruñido, porque el retorno de la inversión era una perra.
Luego, se bajó a sí misma con mucho cuidado y la punta de la polla de
Max se encontraba dentro de ella y este era el lugar donde por lo general era
horriblemente malo, pero esta vez se sintió tan bien y con cuidado Neve se dejó
caer, hasta que estuvo todo el camino en su interior. Entonces, se detuvo.
Max levantó las caderas y los ojos de Neve se abrieron de golpe. —No te
muevas —dijo sin aliento.
Se quedó paralizado. —Oh, Dios mío, ¿te estoy haciendo daño?
Ella sacudió la cabeza. —No. Simplemente... no quiero apurar esto.
Neve inhaló adentro y afuera lentamente y esa era la más rara, la
sensación más extraña, pero podía sentirse a sí misma revoloteando alrededor
de su pene, como si a su cuerpo no le molestara hacer un balance de la
solemnidad de la ocasión, pero avanzaba sin ella.
—Me estás matando —gimió Max, con la cabeza apoyada en su hombro.
—Pobre bebé. —Neve acarició la parte de atrás de su cuello, y luego
cogió un puñado de su cabello cuando ella misma se levantó y luego se meció
de vuelta, porque no pudo evitarlo—. Puedes moverte. Por favor. Ahora.
—Maldito pasajero que da órdenes al conductor —murmuró Max, con las
manos amortiguando las nalgas de Neve mientras la puso sobre su espalda—.
Envuelve tus piernas alrededor de mí. Más fuerte que eso.
Neve siempre había tenido esta idea vaga de que el sexo era una
experiencia espiritual que evoca olas rompiendo en las playas y de las flores
que despliegan lentamente sus pétalos, pero la verdadera realidad era mucho
más visceral que eso.
Era como si cada uno de sus cinco sentidos había sido diseñado
específicamente para el sexo. Sabía a sal en su boca mientras mordió el
342
hombro de Max cuando le dijo que fuera más rápido y empezó a empujar más
y más profundo que lo que la tenía antes. Y se podía oír el cabecero de la
Página
compartir, pero tal vez ambos necesitaban un recordatorio de que éste no era
ese tipo de acuerdo de para siempre. Fue un tipo de acuerdo de ocho
semanas y contando.
Se encogió de hombros. —No lo sé. Quiero decir, sí, hemos estado
saliendo durante un par de meses, pero esto es salir con panqueques y tal vez
estoy bien con eso, porque sé que no va a conducir a escoger los patrones de
porcelana china y hacer planes para vivir juntos, ¿no?
Ella lo sabía, pero todavía sentía una punzada de lamento de que Max
no estaría en su futuro a pesar de que era su primer amante, el primer hombre
en verla desnuda, el primer hombre en decirle que era hermosa cuando se
encontraba vestida o desvestida o temblando de la ferocidad de la primera
vez que habían hecho el amor. Qué peculiar que la gente pudiera hacer el
amor, y luego nunca ver o hablarse el uno al otro de nuevo.
—No, pero vamos a ser amigos después de esto, ¿no? —Empujó a Max
con el dedo cuando simplemente gruñó—. No vas a deshacerte de mí tan
fácilmente. Sé donde vives, Max.
—Vamos a ver cómo te sientes cuando estés acostada con el Sr.
California —dijo Max, sin mirar a Neve mientras recogía la última fresa.
—Me voy a sentir de la misma manera —protestó Neve—. Y no lo llames
así.
—Lo siento —dijo Max, a pesar de que no sonaba en lo más mínimo
arrepentido. Él sostuvo la fresa por última vez justo por encima de su boca, así
Neve tendría que levantarse a sí misma, una mano sobre el hombro de Max
para alcanzarla. Lo que significaba que se encontraba de vuelta en los brazos
de Max antes de que hubiera tenido tiempo de masticar y tragar—. El
resplandor post-orgásmico se ve muy bien en ti.
—Por resplandor post-orgásmico, supongo que quieres decir con la cara
roja y llena de manchas... ¡Ay! ¿Por qué demonios hiciste eso? —Neve escupió,
frotando la mancha en su trasero que Max acababa de golpear.
—Tuve que hacerlo. —Max besó en la comisura de su boca—. Estabas
siendo autocrítica y tenemos un acuerdo sobre eso ahora.
Neve suspiró. —Si me vas a golpear cada vez que se me olvide, entonces
voy a estar de color negro y azul en una hora.
—Sólo tendrás que esforzarte más —dijo Max sin compasión, la mano
344
345
Página
Traducido por Annabelle
Corregido por Deydra Ann
A
Neve le parecía que el mundo se había dividido en dos. Por un
lado, el mundo que tenía a Max en él, donde parecía
permanecer la mayoría del tiempo desnuda, pero Max también,
así que funcionaba bastante bien.
También estaba el otro mundo donde Neve tropezaba, siempre
cansada y parpadeando sus ojos debido a la brillante luz a la que no se podía
acostumbrar luego de la primavera fría y gris. Era como si estuviese caminando
dormida; sólo se sentía real la molestia entre sus piernas y sus labios mordidos a
besos.
Cuando no se encontraba con Max o pensando en él, Neve se sentía
contenta de haber esperado hasta ahora para tener sexo. No sólo porque era
lo suficientemente mayor para haberse saltado todo ese manoseo y revuelto de
adolescentes que las otras chicas habían pasado hasta llegar a lo bueno, sino
también porque nunca había imaginado que sería tan insaciable.
En realidad, debió haberlo sabido. Ella había sido el tipo de chica que
nunca pudo comer sólo un biscocho de chocolate, no cuando aún había otros
veintinueve en el paquete. Cuando pudo deshacerse de eso, recibía un asalto
tan grande de endorfinas en el ejercicio, que hasta los empleados del gimnasio
habían planeado una intervención porque se encontraba en peligro de
convertirse en una vigoréxica82.
Así que era algo bueno que no hubiese empezado a tener sexo a los
dieciséis como la mayoría de las chicas, ya que de ser tan bueno, Neve
sospechaba que se hubiese rendido con el CGES83, nunca se hubiese
molestado con los de enseñanza media, y una licenciatura sólo hubiese sido un
obstáculo en el camino hacia sus orgasmos.
346
82 Persona adicta a hacer ejercicio, a tal punto de poner a prueba su cuerpo sin importar las
Página
consecuencias.
83 Certificado General de Educación Secundaria.
La única razón por la que salía de la cama para ir al trabajo era porque,
finalmente, el Sr. Freemont y Rose se unieron en su desaprobación de ver a
Neve sentada en su oficina de atrás soñando despierta con una ausente
mirada de sexo, y porque Max tenía que salirse de la cama. Y la única razón por
la que Max salía de la cama era porque tenía un agente, y un editor de libros, y
un editor de revista que lo llamaban para gritarle sobre todas las fechas límites
que se perdió.
—Creo que he descifrado porque siempre lo estamos haciendo como
conejos —le había dicho a Neve una mañana, cuando habían decidido tener
tiempo para uno rapidito, incluso cuando ya Neve tenía una hora de retraso
para ir al trabajo—. Perdimos dos meses sin tener sexo y aunque sólo tuviésemos
sexo una vez al día, esos serían al menos sesenta orgasmos que nos estaríamos
perdiendo. Tenemos bastante en que ponernos al día y no hemos tenido
suficiente tiempo para hacerlo.
Neve aún lograba llegar a sus tres sesiones semanales con Gustav, ya que
él la habría cazado si no llegaba, pero aun así, bostezaba durante todo el
proceso y no tenía el mismo aguante que solía tener.
—Es ese chico —murmuraría Gustav tristemente, cuando Neve colapsara
luego de cinco flexiones—. Sabía que esto pasaría.
Por primera vez en su vida, Neve no tenía hambre, así que en realidad no
importaba si su régimen de ejercicios y entrenamiento decaía un poco. Podía
manejar el almuerzo fácilmente, pero tomar el desayuno implicaría salirse de la
cama media hora antes y la cena nunca parecía ocurrir, ya que tan pronto
como llegaba a casa del trabajo, o se iba de inmediato a casa de Max, o él
estaría esperándola en su puerta, y ambos sólo tendrían el tiempo suficiente
para decir, “¿Tuviste un buen día?”, antes de que comenzaran a besarse, y los
besos ya no eran suficientes.
Saldrían de debajo de las sabanas alrededor de las once para pasear a
Keith a la tienda, comprar pan y algo que poner en él. Neve sobrevivía con una
dieta de sexo, café negro, aros de espagueti en tostadas, queso en tostadas,
mantequilla de maní en tostadas, y todo lo que pudiese ser esparcido, apilado
o echado sobre dos piezas de pan ligeramente tostadas.
Habían pasado cuatro semanas de estar unidos por la cadera (y otros
lugares más placenteros), hasta que tuvieron que hacer lo inimaginable y pasar
la noche separados. Max tenía una reunión con un publicista, luego una cena
347
de premios y Neve tenía que ponerse al día con la ropa sucia y pasar tiempo
de calidad con Celia. Aunque pasar tiempo de calidad con Celia implicaba un
Página
bombardeo de preguntas que hacían que la Inquisición Española pareciese un
suave alivio.
—¿Qué te ha pasado? —soltó Celia tan pronto Neve abrió la puerta—.
No te he visto en semanas y escuché a Charlotte gritándote sobre los golpes
que hacían tu cama contra la pared, y ¿desde cuando caminas por ahí en
sudaderas y deportivos, y tienes tres, no, cuatro, chupetones? ¿Cómo logras
tener un chupetón justo encima de la rodilla?
Neve sabía que debía callar a Celia, pero cuando abrió la boca, lo único
que salió fue un bostezo. Así que mientras lavaba suavemente a mano sus
camisolas de seda en el lavado del baño, Celia tomó asiento en el borde de la
tina y la sermoneó sobre cuán estúpida era.
—Se lo que está pasando —criticó Celia mientras comía un paquete de
galletas saladas—. Tú y Max obviamente lo están haciendo. Pensé que ya lo
habían hecho, pero ahora sé que no era así, porque ahora completa y
obviamente lo están haciendo.
—Celia, ¿nunca debes parar para tomar oxigeno? —preguntó Neve,
mientras colgaba su camisola azul oscuro sobre el tendedero que tenía en su
baño.
—El oxigeno está sobrevalorado —dijo Celia sin darle importancia, ya que
se iban saliendo del tema—. Esto es más que sólo ambos aliviando tensiones.
Max ya ni siquiera coquetea con las chicas lindas cuando entra a la oficina, y tú
sonríes de esa manera tonta cada vez que digo su nombre. Ambos se están
enamorando. Así que, ¿esto todavía sigue siendo una relación de
panqueques? ¿O van en serio con el otro? ¿Le vas a decir a Willy McWordy que
es historia? ¿Qué está sucediendo?
Esa era una muy buena pregunta: ¿Qué sucedía?
Neve no lo sabía porque no era algo de lo que ella y Max habían
hablado. Hablaban de cuanto tiempo les quedaba y cuanto de ese tiempo
podían estar de forma horizontal. Y murmuraban cosas contra la piel del otro,
pero no hablaban de lo que hacían, y las consecuencias, ni siquiera de que si
debían hacerlo en primer lugar. Lo que funcionaba muy bien para Neve, ya
que había pasado toda su vida pontificando y haciendo hipótesis, y eso no la
llevaba muy lejos.
Así que simplemente se giró hacia Celia y se encogió de hombros. —No
348
distraerme.
Max llevó una mano a su corazón y actuó como si estuviese herido
Página
de que no estaba lista para darse por vencida aún, al finalmente darle a las
cartas de William la atención que merecían. Lo que tenía con Max era
Página
maravilloso, pero nunca fue creado para durar; mientras que lo que ella y
William compartían era algo más intenso y más profundo que sólo atracción
sexual.
Él sostenía su alma en sus manos.
Queridísima Neve,
Siempre es soleado en California y no puedes imaginar lo aburrido y
monótono que puede ser el implacable resplandor. Anhelo los días grises y
húmedos con té, tostadas y el periódico. Extraño caminar en la lluvia y ver todo
el mundo a mí alrededor verde, brillante y perfecto con promesas. El sol inglés
no es la misma luz dorada en el Valle de Napa o el molesto calor en Los
Ángeles. Es una ilusión delicada y efímera. ¿Puedes darte cuenta de mi
nostalgia? Hay muchas cosas que extrañaré de LA y desearía poder llevar
algunas de ellas en mi equipaje de mano, pero estoy listo para regresar a
Londres y, sin importar el clima, quiero caminar contigo por el Río Támesis y
hablar de nada y de todo. Incluso compartir un silencio acompañado contigo
sería una dicha. En otra nota más prosaica, ¿podría humildemente pedir más
bolsas de té y una barra de chocolate Cadbury’s Dairy Milk?
Todo mi amor, como siempre,
William.
Querida Neve,
¿Me has olvidado? Siempre respondes mis cartas más rápido de lo que
habría creído posible, incluyendo los caprichos del correo, pero ya han pasado
dos semanas y no he tenido nada de ti en mi buzón. Me llegó tu e-mail diciendo
lo ocupada que te encontrabas en el trabajo. Una vez más, me pregunto si
estar rodeada de esos libros llenos de polvo es la mejor manera de usar tus
dones académicos, pero eso es algo que podremos discutir cuando regrese.
Todavía anhelo una taza de té decente y algo de buen chocolate (aunque
353
Neve sólo había leído ambas cartas dos veces cuando su celular sonó.
Tan pronto como vio el nombre de Max en la pantalla, su corazón se aceleró,
justo como lo hacía cuando solía leer las cartas de William.
354
Página
Traducido por Pixie
Corregido por Fangtasiia.
cada uno con una taza de grasiento té, así Neve podría escuchar la última
entrega de los problemas de relación de Philip, que era exactamente igual a
Página
Albert Square, lo molestaban muchísimo—. Sólo has estado en una relación por
cuestión de semanas.
Página
—Meses de hecho —dijo Neve, tan malhumorada como él, hasta que
recordó que debía contenerse—. Sé que no es una relación real pero, bueno,
estoy feliz, y si puedo sentirme así en una relación falsa entonces, tú deberías
sentirte así en una real. Honestamente, Phil, hemos estado teniendo la misma
conversación sobre Clive por tres años.
—La misma conversación no. Hay variaciones en el tema.
—Pero las variaciones son que está tratándote aún peor de lo que lo
hacía la última vez que hablamos sobre él. Prométeme que al menos pensaras
en decirle que te largarás. —Neve empujó su té ya que tenía un resabio rancio
y aceitoso—. Quiero decir, si ni siquiera están teniendo sexo, entonces ¿Cuál es
el punto?
—Bueno, no hay necesidad de preguntar si ese aspecto de tu falsa
relación está yendo bien —dijo Philip con aspereza.
Neve espero a que sus mejillas ardieran, y cuando no lo hicieron, decidió
que no había daño en una enigmática sonrisa, aunque se sintió más como
sonrisa de oreja a oreja. —No me puedo quejar —dijo—. Bueno, tengo muchas
quejas pero ellas tienen más que ver con tener que ver a Jacob Morrison en
quince minutos.
—Quizás él quiere felicitarte por tu brillante estilo de prosa —admitió
finalmente Philip, vencido y empujando su té lejos también—. Después,
prometerá que puede darte un adelanto de seis cifras y dejaras de venir al
trabajo y tomar mis llamadas.
—Difícilmente —dijo Neve, pero se permitió unos segundos para tratar de
imaginar cómo sería si las palabras de Philip se hicieran realidad. Parecía tan
inverosímil que se dio por vencida—. Y siempre tomaré tus llamadas. O tendré
mi AP para que tome tus llamadas.
—Nunca se sabe, Neevy. La gente tiene agentes y logran tratos por los
libros. No es completamente inaudito.
—Todo lo que realmente quiero que me diga es que va a presentarles
Bailando en el Borde del Mundo a los editores. Luego, me dirá que si bien
disfrutó leyendo mi lamentable intento de escribir una biografía, debería
atenerme a transcribir. Dios, nunca le pedí a él que lo leyera —dijo Neve con
mal humor—. Y le diré eso. Bien, no lo haré, pero estaré pensándolo muy
fuertemente.
357
—Estás siendo muy vulgar hoy, Neve. ¿Qué en la tierra te tiene así?
Página
Esta vez la enigmática sonrisa fue más una sonrisa satisfecha. —Una dama
nunca besa y lo cuenta. —Miró el reloj en la pared—. Supongo que será mejor
que termine con esto. ¿Y al menos pensarás en lo que te dije? Mereces estar
con alguien que te haga feliz.
Neve pensó que iba a tomar más que una agitada charla de ánimo para
convencer a Philip de liberarse de décadas siendo un felpudo. Era difícil
cambiar, pero no imposible, y si seguía presionándolo gentilmente en la
dirección correcta, entonces quizás él se liberaría de los agarres malignos de
Clive y mientras tanto, patearía a su malvada ex esposa a la cuneta también.
Aún reía a su imagen mental de un soltero y seguro Philip bailando en el
podio de un club gay, rodeado de musculosos hombres admiradores, mientras
ella caminaba hacia el comedor del club de Jacob Morrison, a lo que parecía
ser su mesa habitual, escondida en un hueco. Probablemente prefirió esa mesa
para que no haya muchos testigos cuando reduzca a una infeliz aspirante a
escritora a las lágrimas.
Jacob no sacó la vista de su BlackBerry mientras Neve se acercaba, pero
dado que él nunca aceptó su existencia voluntariamente, esperaba eso.
También olvidó cambiarse sus Converses, se dio cuenta al correr la silla,
pero no era como si la había invitado ahí para discutir su elección de calzado.
Neve ordenó una taza de té a una mesera que pasaba, luego decidió
tomar el toro por las astas —¿Jacob? Disculpa, pero tengo otra reunión después
de esta. —Sonó mejor que decir que iba a ver una comedia romántica con su
padre.
—Oh, lo siento. Creo que paso más tiempo en Twitter que trabajando —
dijo Jacob, aún paralizado por su BlackBerry y no sonando molesto en lo más
mínimo de que Neve haya decido hablar antes que él—. ¿Cómo estás? Te ves
bien.
—Estoy bien —dijo cuidadosamente Neve, porque no estaba segura si era
una pregunta capciosa y que Jacob la golpearía con un “¿Cómo es posible
que puedas estar bien cuando los capítulos que me enviaste fueron mal
escritos, pobremente construidos y carentes de cualquier contenido
discernible?”
Pero no lo hizo. Apagó su BlackBerry, levantó la mirada y le sonrió, y Neve
no pudo evitar destacar lo obvio. —No sabía que usabas anteojos.
Él usaba un par de gruesos y negros anteojos de nerd que lo hacían ver
358
cien veces menos intimidante que cuando no hay nada interponiéndose entre
él y su mirada penetrante. Jacob toco el marco con un gesto nervioso y se veía
un poco perplejo. —Bueno, me pongo mis lentes de contacto cuando voy al
Página
Archivo, aunque irritan mis ojos —reveló. Al menos eso explicaba por qué
fruncía tanto el entrecejo.
Neve tomo el señuelo. —¿Por qué no puedes usar tus anteojos en el
Archivo?
Jacob Morrison, súper agente literario, realmente se retorció en su silla. Si
quitas el traje de diseño, el corte de pelo costoso y la línea de la mandíbula
cincelada, se veía como un pequeño niño que había sido atrapado con sus
manos en la lata de galletas. —Solía trabajar en el Archivo cuando vine de
Cambridge —dijo finalmente—. George, el Sr. Freemont, se sentaba en el
escritorio de al lado y pasaba una gran parte de cada día burlándose por el
grosor de mis anteojos. Eso era, cuando no se burlaba por mis pocas
habilidades para catalogar y mi fracaso general como ser humano.
—¿Así que él era así, incluso entonces? —pregunto Neve.
—Peor. Creo que de hecho se suavizó con la edad —dijo Jacob con una
sonrisa—. Pero Rose solía dar la cara por mí. Y hubo un tiempo cuando hice
algo absolutamente inconcebible mientras hacía una taza de té, así que no fue
todo tan malo.
—¿Qué le hiciste a su té?
Jacob sacudió su cabeza solemnemente. —Eso es un secreto que me
llevaré a la tumba o hasta que me tengas horriblemente ebrio.
Neve rió, y a pesar de que se había imaginado pasar la reunión entera
con monosílabos, pasó los siguientes diez minutos disparándole preguntas a
Jacob para poder conseguir toda la mugre del Sr. Freemont y reportársela a
Chloe y Philip, porque Rose obviamente se las había guardado para ella todo
este tiempo.
Eventualmente Jacob elevó sus manos en protesta. —¡Suficiente! Eso no
fue para lo que te invité a tomar el té. Quiero hablar sobre Lucy Keener.
Cada instinto que poseía Neve le gritaba que se tensara y entrara en
pánico, pero trató de ignorarlos debido a que se encontraba aquí por Lucy en
primer lugar.
Todo lo demás era sólo salsa, aunque si Jacob odiaba absolutamente lo
que había escrito, esperaba que lo hiciera rápido y relativamente sin dolor.
—Dijiste que te gustaba Bailando en el Borde del Mundo —solicito
359
nerviosamente.
—No me gusto —dijo Jacob, mientras Neve fruncía el ceño ya que él le
Página
Pasaron una feliz hora discutiendo la gran cantidad de trabajo que Neve
se comprometió a hacer. No sólo la escritura, sino contactar a la Asociación de
Ex Alumnos de Oxford para ponerse en contacto con los contemporáneos de
Lucy, y hablar dulcemente con la mujer a cargo del archivo personal de la
familia Holden sobre dejarle tener acceso a sus papeles privados. Incluso
contactar al Agregado Cultural de la Embajada de Rusia para echar algo de
luz a los dos años que Lucy pasó en ese país. Era intimidante pero también muy,
muy excitante.
Incluso mejor, Jacob iba a usar su influencia para conseguirle una
semana de cuatro días en el archivo sin que le recortaran su salario, dado que
cualquier publicación del trabajo de Lucy Keener beneficiaría al ALL y —Estás
prácticamente con salario mínimo.
Justo cuando tenía los ojos llorosos por la posibilidad de una película
biográfica de Lucy Keener con Kate Winslet en el papel principal, Neve miró su
reloj. No podía creer que había estado allí por dos horas.
—Querido, no tenía idea de que fuera tan tarde —dijo disculpándose—.
Tengo que estar en Camden en cinco.
Jacob asintió, pero ya sacaba su BlackBerry. —Mi asistente te mandara un
email —dijo, mientras Neve arrastraba su silla hacia atrás—. Y tendré un gran
placer al llamar a George Freemont mañana para decirle que tendrá que
arreglárselas sin ti un día a la semana.
—Gracias —dijo Neve fervientemente, dado que había estado temiendo
esa conversación en particular.
—Créeme, será un placer. —Cuando Jacob rió y le guiñó un ojo, Neve
decidió que era algo bueno que su corazón ya tuviera dueño, porque tener un
enamoramiento con tu agente sería muy poco profesional—. Mejor corres, no
querrás llegar tarde.
362
Página
Traducido por ♥...Luisa...♥
Corregido por MaryJane♥
cara que había pensado que eran permanentes, y su estómago era mucho
menos panzón de lo que lo había sido—. Mamá dijo que estabas buscándote a
ti mismo, parece estar funcionando. —Su padre se acarició la tripa.
Página
—Echo de menos mi cerveza —murmuró con voz ronca, por lo que Neve
supuso que habían acabado de hablar acerca de su colesterol, también sabía
que una vez que se sentara, se moriría por no abrir la boca.
Mientras esperaba que la película comenzara, Neve se preguntó qué
hacía allí. Su padre no parecía incluso un poco atormentado por la culpa por
las cosas que se habían dicho y por las que no se había dicho. Tal vez pensaba
lo mismo sobre ella. Era difícil saber con Barry Slater.
Noventa minutos después, Neve se encontraba de un humor mucho
mejor. El pelo de Jennifer Aniston había sido súper brillante, su co-estrella era
guapo de una manera muy resistente, la mejor amiga obligatoria era
excéntrica, la trama no era muy falo-céntrica, y todo había terminado con un
beso en el Central Park en primavera. Neve sabía que probablemente debería
dedicar más tiempo a ponerse al día en el cine de Europa del Este, pero
realmente amaba una buena película para chicas.
—¿Lo disfrutaste, papá? —preguntó ella, mientras hacían su camino fuera
del cine, la mano de su padre en su codo en caso de que no pudiera bajar por
las escaleras por su cuenta.
—Estuvo bien —dijo—. Aunque no sé lo que Brad Pitt pensaba. Imagínate
dejar a una mujer así.
—No creo que lleguemos a conocer la verdadera historia —murmuró
Neve porque no quería animarle.
—Tienes el coche aparcado en la esquina. Pensé que tendríamos una
cena en casa de Marco —dijo su padre, y Neve se resignó a otras dos horas
llenas de tensión.
Se dirigieron a Finsbury Park, en un silencio interrumpido sólo por el salvaje
y asesino carácter de Barry Slater frente a todos los conductores en la carretera.
También puso en entredicho a sus madres, mientras que Neve apretaba el pie
en un pedal de freno imaginario.
Ella podía decir el momento exacto en que su padre estuvo relajado. Fue
cuando la puerta del restaurante se abrió para dejar salir el soplo cálido de ajo
y pan fresco y Marco, el dueño, se apresuró a darles la bienvenida en su interior.
85
En el Reino Unido, el 11-plus o, eleven plus es un examen administrado a algunos estudiantes
Página
en su último año de educación primaria, para la admisión a los distintos tipos de escuela
secundaria.
quince años para que pudiera comenzar a ayudar económicamente en casa.
Ella siempre lamentó eso.
—Debes de extrañarla mucho. Quiero decir, murió cuando tenías
dieciocho años y, bueno, no puedo imaginar lo que haría si algo te pasara a ti
o a mamá. —Su padre levantó las cejas.
—Le harías frente, cariño. —Neve respiró hondo.
—Mira, papá, lo siento acerca de lo que…
—Estoy orgulloso de ti. Puede que no siempre lo demuestre, pero tú eres la
primera Slater en ir a la universidad, por no hablar de Oxford, y no puedo
pretender que sé exactamente lo que haces en la biblioteca, pero nunca se te
ocurra disuadirte de las oportunidades que se te presentan en el camino.
Puedes hacer cualquier cosa si fijas tu mente en ello, y no sólo estoy hablando
sobre escribir un libro.
Ella se sentía agradecida de que eso fuera todo lo que su padre iba a
decir acerca de su peso, porque en la última hora, Neve podía sentir el
resentimiento y el dolor de los últimos tres años, poco a poco menguando,
desvaneciéndose en el fondo, aunque no fueran totalmente exorcizados.
—¿Sabes, papá? no importa cuántas cartas tenga a mi nombre, sigo
siendo yo. Y nunca voy a olvidar de donde vengo.
—Eres un Slater hasta la médula —dijo su padre con orgullo—. De ahí
sacaste ese cerebro. Amo a tu madre, pero su familia, se encontraba en la cola
de la fila cuando se repartía el sentido común, toda la porción sangrante de
ellos. —Una vez que se había aclarado, de repente, era fácil saber lo que había
que decir.
—¿Puedes venir a mi piso? La manija está suelta en el cajón de los
cubiertos y la ducha sigue goteando, incluso cuando la he apagado.
Barry Slater nunca era más feliz que cuando podía realizar algunas
reparaciones domésticas menores. Después de que Neve hubiera encerrado a
Keith en su dormitorio, porque los hombres de mediana edad con cajas de
herramientas eran otra cosa que le daban a él un ataque de vapores. Su padre
también inclino un cuadro, ajusto la hora en su reloj del horno y se ofreció a
montar un estante en la sala del corredor para su bicicleta.
—Sería sacarla del camino —comentó mientras Neve le mostraba.
367
Sacaría la bicicleta del camino, pero haría también que Charlotte pensara que
Neve lo había hecho para su beneficio y eso nunca podría suceder.
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368
Página
86
No se puede comparar.
Traducido por Violet_7
Corregido por LizC
ese momento como nunca había odiado a nadie más. Ni siquiera a Charlotte—
. ¿Hablaremos el domingo de la semana siguiente?
Página
—Bueno, esa es la cosa, verás, voy a hacer un pequeño viaje literario en
auto con, uh, un amigo de L.A, antes de que deje los Estados Unidos. Un último
hurra, por así decirlo —dijo William—. En realidad será bastante divertido.
Obviamente comenzaremos en California, y visitaremos la casa de John
Steinbeck en Salinas y claro, la Biblioteca en Memoria de Henry Miller en Big Sur.
Media hora más tarde, William había arribado a su eventual destino final,
Nueva Inglaterra, donde estaba “muy excitado por ir a Concord”. —¿Puedes
creer que Thoreau, Emerson, Hawthorne y Luisa May Alcott todos vivieron ahí?
—Suena grandioso —dijo Neve, y en eso al menos podía ser honesta.
También se podía permitir una pequeña fantasía de que alguna vez en el
futuro, cuando Max fuera a lo mejor sólo un amigo, o peor, un recuerdo
doloroso, William recorrería su viaje en auto con Neve en el asiento del pasajero,
leyendo mapas e insistiendo en que se desviaran por Amherst para que pudiera
dejar algunas flores en la tumba de Emily Dickinson—. Estoy tan celosa. Tendrás
que contarme todo, cuando me llames del camino.
—¿No lo mencioné? No creo que vaya a llamarte hasta que esté de
regreso en Londres definitivamente —dijo William rápidamente, casi
evasivamente al oído de Neve, pero eso era porque quizás por primera vez,
quería que él tuviera algunos secretos, algunas faltas y así no se sentiría tan
mal—. Quiero decir, estaré en el camino y quedándome en moteles horribles y
estaré con mi amigo, pero te enviaré postales. Muchas, muchas, postales.
—Postales, será fantástico. —Neve tragó el bulto en su garganta—. Bueno,
supongo que te veré pronto.
—Lo harás, y te daré un previo aviso de al menos veinticuatro horas la
próxima vez. —William rió y Neve sinceramente esperó que estuviera
bromeando, porque necesitaba al menos un aviso de dos semanas para
prepararse mentalmente y físicamente—. En verdad quería verte en esta visita,
Neve, pero todo fue tan apresurado. Tuve que viajar de regreso al Reino Unido
con un aviso de cuarenta y ocho horas.
—Está bien. —Neve intentó no suspirar de alivio otra vez—. Y he estado
ocupada con el trabajo de todas maneras y estoy escribiendo…
—Sí, lo sé, babeando sobre tus autores muertos. De hecho había algo
importante que quería preguntarte, pero puede esperar hasta que nos veamos
en el pi… cara a cara.
374
—¿Qué clase de algo? —preguntó Neve. William era tan críptico que de
pronto se puso toda intrigada y muy curiosa.
Página
—Es una sorpresa. Una muy placentera sorpresa —dijo William. Ella había
olvidado cuán cálida sonaba su voz, cuando te hablaba a ti, sentías como que
eras la persona más importante del mundo, o en su mundo—. Nunca lo
adivinarás, así que no lo intentes.
—¿Ni siquiera una pequeña conjetura?
—Honestamente, es como una bola curva podría darte miles de
conjeturas y aún no estarías ni cerca —dijo William, después rió y Neve sonrió
también.
—¿Bola curva? ¿Ahora hablas americano, William?
—Fluido, yo.
Ambos reían ahora y era estúpido, la bola curva más curva que nunca,
pero quizás todas sus esperanzas y su duro trabajo había rendido fruto y William
se sentía exactamente de la misma manera que ella. Y esa misteriosa pregunta
era algo en la línea de “Neve, ¿saldrías conmigo?” excepto que eso sonaba
realmente adolescente y…
—Entonces, cuando regrese de mi viaje en auto, eres lo primero en mi lista
de cosas por hacer —decía el William real y Neve tuvo que arrebatar su
atención del William de fantasía quien aparecía para su primera cita oficial con
un enorme ramo de rosas blancas—. Alrededor de la segunda semana de julio.
Eso era sólo en tres semanas, y esas noticias destruían completamente
todos los pensamientos sobre primeras citas y delicados ramos de su mente.
Aun si podía encontrar a un cirujano que la arreglara con una reducción de
estómago esa noche, no había forma de que pudiera perder dos tallas de
vestido y otros diez kilos en tres semanas. —Está bien —dijo débilmente—. Eso
será agradable.
—No puedo esperar —dijo William entusiasmadamente—. Ha pasado
demasiado tiempo.
Neve murmuró un adiós, le deseó a William un tiempo agradable en el
camino, después esperó ansiosamente por el clic en la línea y el silencio que le
seguía. Después, se dejó caer en la cama y se preguntó por qué, cuando se
acercaba a tener lo que quería, se sentía como si estuviera perdiendo todo.
Para poder tener a William de nuevo en su vida, tendría que perder a
Max.
375
No por otras tres semanas, susurró una voz dentro de su cabeza, pero
Neve se rehusó a escuchar a su susurro interior. No podía atar a Max así; no era
Página
justo. Había sido honesta con él desde el principio e iba a terminarlo con
honestidad. También iba a hacerlo rápidamente, aunque era la clase de chica
que podía pasar cinco minutos lenta y cuidadosamente removiendo una
bandita.
Neve se dobló fuera de la cama y sin pensar en cambiarse el pantalón
del pijama y la camiseta con la que dormía cuando Max no se encontraba allí,
busco un par de medias limpias, metió sus pies en sus zapatillas y se dirigió a la
puerta.
Había un escalofrío en el aire mientras el sol lentamente desaparecía
detrás de oscuras, nubes borrosas, pero Neve ni siquiera notó la piel de gallina
que nacía en su brazos mientras giraba hacia Stroud Green Road y comenzaba
a acelerar su paso, hasta que corrió arriba por Crouch Hill a toda velocidad,
aunque antes sólo había mantenido un suave trote. Para el momento en que
llegó a la calle de Max, Neve sabía que debía intentar bajar el paso, pero su
cerebro no quería pasar el mensaje a sus piernas. Saltó, realmente saltó, sobre
la baja pared del jardín, corrió por el camino y casi se dio la nariz contra la
puerta de Max.
Buscó en su bolsillo por las llaves, porque Max había conseguido un juego
de repuesto para ella, y entonces se dio cuenta que el pantalón del pijama no
tenía bolsillo y había salido sin siquiera trancar su puerta delantera. Mientras
tocaba el timbre, Neve esperó que Max hubiera seguido con su plan de tener
una noche tranquila y no hubiera salido. Entonces, recordando la forma en que
él podía dormir como los muertos cuando se sentía realmente cansado,
mantuvo su dedo en el timbre hasta que oyó el sonido de pies bajando por las
escaleras.
—Eso fue rápido —dijo Max, mientras abría la puerta—. Sólo te envié el
mensaje hace cinco minutos.
—No recibí tu mensaje —jadeó Neve, doblándose, sus manos sobre sus
rodillas.
—¡Ja! Sabía que ibas a ceder primero —alardeó Max, después caminó
hacia el umbral con sus pies desnudos y colocó su mano en la espalda de
Neve—. ¿Estás bien, cariño?
—No —dijo Neve, enderezándose. Ahora se encontraba de pie frente a
él, nada salía de su boca, excepto por su propia respiración andrajosa. Él lucía
tan fuera de su liga, aún en su camiseta andrajosa y el par de calzoncillos
376
sobre ella a montones pero todo lo que pudo sacar fue: —¿Me sostendrías?
Los brazos de Max estuvieron alrededor de ella en un instante, de modo
que pudiera besar su sudorosa frente y quitara hebras de cabello húmedo de su
rostro. —Pensé que habías venido porque no podías esperar poner tus manos
en mí, pero algo está mal, ¿no es así?
Neve enterró su cabeza contra su hombro y esperó que sirviera como
respuesta. Max intentó otra vez. —Neevy, ¿tuviste otro encuentro con la
cuñada del infierno?
Y lo había tenido, así que no era una mentira. —Sí, sí lo tuve.
—¿Algo que pueda besar para que te sientas mejor?
Neve alzó su cabeza para dar otra mirada a los hermosos ojos marrones
de Max, al ángulo de su pómulo y su nariz torcida porque no había mucho
tiempo de sobra para recordar los detalles. —No realmente. No dejó ningún
moretón, aparte de los, digamos, metafóricos.
Incluso la mirada atrevida que Max le dio era bonita. —Bueno, podría
besar tus moretones metafóricos y otras partes que quieras que bese. —Hizo un
gesto hacia la puerta abierta—. Después de ti, cariño.
377
Página
Traducido por Vero
Corregido por LizC
P
asaron el fin de semana entero en la cama.
Cada vez que Max se deslizaba dentro de ella, Neve envolvía sus
brazos y piernas alrededor de él con tanta fuerza como podía,
porque se acercaban a la última vez que harían el amor. Por lo
tanto, cada vez se volvía más frenética, más apasionada, aunque a Max no
parecía molestarle ni el frenesí ni la pasión. El domingo por la tarde, cuando su
cuerpo lentamente se separó de ella, los dos se encontraban cubiertos de
mordeduras y moretones mientras se encontraban tendidos sobre su cama
deshecha.
—Necesito pasear a Keith —dijo Max, sin hacer ningún movimiento para
levantarse de la cama. En su lugar, se abrazó contra Neve, besando la parte de
atrás de su cuello, ella se estremeció, porque su último encuentro había sido tan
intenso que golpeó un vaso de agua de la mesita de noche con el pie cuando
se vino—. Después, vamos a dormir por un total de diez horas.
—Dijiste lo mismo anoche, también. —Neve colocó su mano sobre la de
Max, que descansaba sobre su vientre—. Luego, me desperté a las dos de la
mañana contigo haciéndome cosas muy groseras.
—Dijiste que era una hermosa manera de despertarse —le recordó Max.
—Lo fue, pero sólo estoy diciendo que no deberías emitir un ultimátum
que no tienes ninguna intención de cumplir —le dijo Neve con sorna, mientras
se daba la vuelta.
—Lo digo en serio, Neve. Mi polla se ha declarado en huelga. —Max puso
un poco de espacio entre ellos para poder mirar hacia abajo a su pene—. Creo
que está roto.
—Se ve bien para mí. ¿Te gustaría que le diera una mirada más de cerca
sólo para asegurarme? —preguntó Neve con una sonrisa mientras Max dejaba
escapar un grito femenino y se echaba hacia atrás en falsa alarma—. O tal vez
378
no. —Le dio al pene flácido de Max una palmadita cariñosa, y se dio cuenta de
que echaría de menos el humor impertinente de Max cuando se encontraban
Página
en la cama, casi tanto como echaría de menos tener relaciones sexuales con
él.
Claro que probablemente tendría relaciones sexuales con William, pero
no podía imaginar muchas risas; tal vez algunas citas de Shakespeare o algunos
de los poetas románticos, pero William nunca haría bromas sobre su pene…
—¿Por qué te ves tan triste? —Quiso saber Max—. ¿Es la idea de una
prohibición de diez horas de sexo? Cristo, eres una mujer insaciable.
Cuando Max la miraba así, todavía sexy, incluso con su polla toda floja,
Neve empezaba a considerar lo impensable: pasar por la puerta marcada
como B… la puerta que no tenía a William de pie, detrás de ella. Había sido tan
feliz en estas últimas semanas de una manera que no tenía nada que ver con
entrar en un vestido de talla diez o estar con William. Max tenía el don de hacer
que esos objetivos lejanos parecieran no tener importancia, y si podía ser así de
feliz con Max, ¿por qué romper lo que no estaba roto? Y él parecía feliz
también…
—Sólo para que lo sepas mis partes de chica han cerrado sus puertas por
esta noche, también —dijo Neve, rodando boca abajo para poder descansar
el mentón sobre las manos—. Max, ¿te gustaría estar en una relación? ¿Crees
que podrías ser el segundo panqueque de alguien, el que no se desecha?
Max se apoyó sobre un codo, por lo que Neve tenía una visión clara de la
indecisión que cruzó por su rostro antes de que formara esa sonrisa, que
significaba que iba a eludir la pregunta con un poco de la evidente
fanfarronería de Max, porque esto ahondaba en demasiada profundidad,
dirigiéndose a lugares adonde no quería ir.
—Oh, Neevy —dijo en broma—. Hay tantas mujeres en el mundo que
parece injusto para ellas atarme a una sola chica. Y no en un bondage 87 de
forma divertida tampoco.
No debería haber esperado otra cosa. A pesar de que Max había sido
absolutamente encantador estas últimas semanas —cariñoso, amable, ni
siquiera quería salir porque prefería quedarse en casa— se había negado
completamente a hablar de su crisis en Manchester. O sobre estar en terapia. O
si todavía se sentía vacío por dentro. Simplemente regresó a sus habituales
mecanismos de defensa, que eran las sonrisas, burlas y los comentarios de
sabelotodo.
—Pero digamos, por ejemplo, que William no estuviera regresando. ¿Qué
sucedería con nosotros? —insistió Neve.
379
Página
87Bondage: es una denominación aplicada a los atamientos eróticos ejecutados sobre una
persona vestida o desnuda.
—No tiene sentido pensar en eso —dijo Max con tanta alegría que Neve
pasó de la contemplación de un futuro con él a querer golpearlo—. Va a
regresar, ¿cierto?
—Sí, pero digamos que no fuera así, hipotéticamente. ¿Crees que tú y yo
podríamos tener un futuro? —preguntó Neve. Max ahora miraba hacia el techo
así que no podía ver que ella cruzaba los dedos.
—Mira, Neevy, prometo que estaré un poco deprimido cuando tengamos
que dejarlo todo, pero vamos a dejarlo todo cuando el Sr. California regrese y
te lleve con él. De todos modos, cuando lo piensas bien, no tenemos nada en
común. Eres escalofriantemente inteligente, y la lectura rápida de portada a
portada es más mi estilo. —Max ladeó la cabeza para poder mirarla, y todavía
tenía esa maldita sonrisa en su cara, como si no tuviera el corazón destrozado
en absoluto por la perspectiva de estar sin Neve—. ¿Qué pasó con lo de vivir el
momento?
—No pasó nada —dijo Neve rápidamente, porque mientras más pronto
cambiara este tema horrible, mejor—. Sólo preguntaba. —Bajó la cabeza para
que su cabello cayera sobre su rostro y Max no fuera capaz de ver su expresión,
la cual estaba segura era bastante abatida—. ¿Vas a pasear a Keith o es sólo
una promesa sin cumplir?
Max sacó las piernas por el lado de la cama y se puso de pie. —Voy a
hacer algo de comer primero. ¿Tostadas?
—Sí, por favor —dijo Neve, esforzándose para mantener su voz relajada—.
Dos para mí.
—Cuatro para ti —dijo Max con firmeza—. No hemos comido desde el
desayuno.
—Divide la diferencia y que sean tres —insistió Neve. La creencia de Max
que su cuerpo podía procesar una gran cantidad de carbohidratos después de
las 6 pm era una cosa que Neve definitivamente no extrañaría—. Untada con
tan sólo un poco de contenido bajo en grasas.
—Ese sustituto de la mantequilla sabe a abono —dijo Max, mientras le
daba una palmada juguetona a Neve en el trasero—. Voy a hacer unas
salchichas y creo que hay una lata de aros de espaguetis en la alacena.
—Sin aros de espagueti para mí —dijo Neve, pero Max sólo agitó una
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Neve. Eso significaba que podía poner toda su atención en William. También
significaba que decirle a Max que habían terminado no iba a ser una terrible
experiencia; sino que lo tomaría con buen humor y en secreto, probablemente,
estaría un poco aliviado de que podía ir a decirle a su terapeuta que podía
tener una relación si quisiera, pero que en realidad no lo hacía. Era una lástima,
porque si pudiera bajar un poco la guardia y dejara que una chica afortunada
entrara en su corazón, sería un novio maravilloso.
Neve decidió que tenía que decírselo a Max antes del final de la semana
siguiente, así tendría al menos quince días para llorar apropiadamente por el
final de su relación panqueque. Aunque no estaba segura de que dos semanas
fueran suficientes para librarse de la pena y la tristeza que…
—¡Neevy! ¿Puedes programar la alarma para las ocho? —gritó Max
desde la cocina—. Te estoy haciendo unos huevos revueltos, también, ¿de
acuerdo?
Rodando los ojos, Neve agarró el reloj despertador y lo puso a las seis y
media. Tenía una sesión de entrenamiento personal con Gustav a primera hora.
Lo había llamado el día anterior para cancelar su sesión del sábado con una
excusa apresurada sobre un doloroso y agónico período. Gustav había sido
verdaderamente insistente en que el ejercicio era lo mejor para un útero
acalambrado, como si siquiera lo supiera. Si no aparecía mañana por la
mañana, o llegaba incluso cinco minutos tarde, Neve sabía que tendría que
hacer saltos de tijera y cosas horribles, con pesas rusas durante dos horas
seguidas.
Hubiera sido tentador pasar los noventa minutos adicionales en la cama,
pero como si pudiera leer su mente y saber que tenía malos pensamientos,
Neve ni siquiera tuvo la oportunidad de despertar a Max con un beso porque su
teléfono sonó con una mensaje de texto de Gustav: Por favor, no llegues tarde;
tus problemas de chica deben estar mejor ahora.
Gustav terminaba con otro cliente, cuando Neve salió de los vestuarios.
Lo saludó con la mano y él le dio una sonrisa tensa en respuesta, lo que no
presagiaba nada bueno para las próximas dos horas de su vida.
Acababa de comenzar con sus ejercicios de calentamiento, cuando
Gustav se acercó.
—Diez minutos en la cinta tan rápido como puedas —le ordenó—. Voy a
ajustar la prensa de banco.
Neve hizo una mueca a la espalda de Gustav y llamó la atención de su
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73 kilos, algo menos de ciento setenta libras. Neve cerró los ojos mientras miraba
el pequeño contador digital empezar a hacer lo suyo. No la lastimaría cruzar los
dedos detrás de la espalda y ofrecer una pequeña oración a la Diosa de la
Dieta.
Escuchó a Gustav dar un: “hmmm.” No era un muy alentador “hmmm.”
Neve abrió un ojo y se quedó mirando la balanza con horror.
—Es sólo un bache temporal en la pantalla del radar —dijo Gustav y sí,
ahora podía ser agradable con ella, porque el número demostró que tenía
razón y Neve se equivocó. Hasta los codos de mal.
No sólo se equivocó. Tenía dos kilos y medio de más. ¡Dos kilos y medio!
Por primera vez en tres años, las cifras subían, no bajaban. Había roto su mojo
de la dieta y ahora su metabolismo estaría aún más confundido y su peso
comenzaría a aumentar y nunca sería una talla diez y había fracasado y…
—¡Espera! —Neve saltó de la balanza—. No he estado bien esta mañana.
—¿Que no has estado bien? —preguntó Gustav, y no tenía corazón,
porque ya sacaba la cinta métrica de su cajón del escritorio.
—No, no he estado bien —siseó Neve, con el rostro en llamas—. No he
estado abierta. Así que, voy, lo hago y luego cuando regrese… estoy
empapada en sudor y eso tiene que hacer que mi ropa de gimnasia pese
mucho más de lo que lo haría normalmente…
—¡Quédate ahí!
Neve se quedó clavada en el suelo porque cuando Gustav gritaba así,
cada molécula que poseía tendía a obedecerle. Envolvió la cinta alrededor de
las partes más gordas y carnosas de sus caderas, pero no le dejó ver el número,
después tomó la medida alrededor de su abdomen, cintura y sus pechos.
—Bien, tu cintura y pecho se han mantenido igual —dijo, y no fue
necesario para él sonar tan sorprendido—. Has aumentado unos centímetros en
las caderas y el estómago.
Después Gustav no dijo nada. No le gritó ni le reclamó. O, peor aún, no
dijo que se sentía decepcionado, sino que simplemente puso su cinta métrica
de nuevo en el cajón, sus rasgos, como siempre, hechos de granito. Pero no
había necesidad de que dijera algo, porque Neve se sentió más que feliz de
llenar el silencio.
—Está bien, me comí algunas cosas que no debía, lo admito, pero han
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firme.
—Mi cuerpo entra en modo de inanición y se aferra a mi grasa y no la
deja ir —respondió Neve.
—¿Y qué son estas cosas que no deberías haber estado comiendo?
Neve hubiera deseado nunca haber dicho eso, pero Gustav la habría
obligado a reconocer la verdad eventualmente. Las caderas no mienten. —
Pan —murmuró ella—. Un montón de pan, a veces a las dos de la mañana, y
aros de espagueti y… y… pizza. —Neve se derrumbó sobre la silla libre—. ¡No es
justo! Otras chicas comen esas cosas, se saltan las comidas y su peso se
mantiene exactamente igual. Deberías ver lo que Celia se traga y nunca come
verduras a menos que las empuje por su garganta.
—Tú no eres como otras chicas —dijo Gustav seriamente—. No puedes
tener el peso que has tenido y esperar que tu metabolismo se corrija por sí solo
después de tantos años de comer en exceso. —Le dio una palmadita en la
rodilla en una manera que no era tranquilizadora en lo más mínimo—. Todo está
bien. No te culpo.
—Bueno, yo sí me culpo.
—He visto que esto sucede una y otra vez cuando mis clientes permiten
que sus asuntos personales se interpongan entre ellos y sus objetivos de
entrenamiento —dijo Gustav, como Neve sabía que haría tarde o temprano. Se
inclinó hacia delante para poder hablar en un susurro, en caso de que alguien
lo escuchara romper el juramento de confidencialidad de entrenador
personal/haragán incompetente—. Mira a Vaughn…
—¿Vaughn? —preguntó Neve.
—Él entrena antes que tú los lunes y miércoles —le recordó Gustav con
impaciencia—. Aparte de ti, era mi cliente más obediente, después se enamoró
de esta chica… —Gustav sacudió la cabeza—. Ella es una persona delgada
que come grasas. Siempre con los pudines, pasteles y los bollos caseros lo hace
engordar. Luego tuvieron una pelea y no sólo bajó de peso; también perdió
tono muscular.
—No es culpa de Max —dijo Neve, mientras que su mente regresaba a la
noche anterior cuando había pedido dos trozos de pan tostado y Max le había
traído un plato colmado de alto contenido en grasa. Y le hizo comer papas
fritas y crème brulee y beber mucho, mucho vino, y una vez incluso había
hecho panqueques… bueno, no la había obligado ni sujetado con la boca
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abierta, pero había sido siempre muy persuasivo diciendo: “No te hará daño
sólo por esta vez,” y, “Es casi Domingo de Compartir,” e incluso, “Para cuando
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Página
Traducido por Mary Ann♥
Corregido por Chio
—Sí, seguro, por supuesto que puedes —dijo Celia con dulzura—. Ser
amigo de tu ex, ¿qué hay de malo en eso?
Página
Era fácil recordar las cosas favoritas de Max. Neve llevaba un vestido
verde que le dijo que hacía que sus ojos cambiaran de color. Asaba un pollo, a
pesar de que ella no podía comer porque el publicista de Hardcore Cleanse le
había dicho que podía sólo comer vegetales crudos hasta que comenzara la
limpieza. Había cuatro botellas de cerveza de lujo sacadas de la nevera, y
cuando Max y Keith entraron por la puerta, Neve deslizó los grandes éxitos de
The Clash88 en su reproductor de CD.
—Ahí estás —dijo ella agudamente cuando caminó hacia la sala.
—Aquí estoy —agregó Max con una sonrisa y se inclinó para darle un
beso. Neve se agachó torpemente así sólo sus labios le rozaron la mejilla,
porque se sentía mal obtener toda dulzura cuando sabía lo que venía—. ¿Estás
bien? Pareces un poco nerviosa.
El temblor no sólo eran nervios. Neve no había comido nada durante todo
el día, excepto zanahorias y el olor del pollo hacía que toda la humedad en su
cuerpo llegara a su boca. Supo exactamente cuándo Keith lo sintió sentado allí,
su lengua colgando como dos líneas babosas de baba de su boca babeante.
—Estoy bien —aseguró Neve con una sonrisa tensa. Se quedó mirando los
dedos de los pies de las converses de él porque decirle a Max no era algo que
podía ensayar más. No cuando él caminaba por el pasillo con sus largas,
delgadas extremidades y dulce olor de cabello limpio y su gel de ducha con
aroma de uva, mirando con adoración envuelto en sus vaqueros y una
camiseta roja descolorida—. Hice pollo asado y hay cerveza en la nevera.
—Dios, podría acostumbrarme a este tipo de tratamiento —dijo Max,
cuando ella se volvió hacia la cocina. Luego sus brazos envolvieron su cintura
para que pudiera hocicar en su oído—. Así que, ¿Vamos a tener una cena
apropiada en un momento apropiado por una vez?
Neve iba a masticar algunas hojas y tratar de mirar con resentimiento. Y
así fue, pudo sentir su rigidez en el brazo de Max.
—Por favor, Max… necesito ir a chequear el pollo.
—Estás tan tensa. Te voy a dar un masaje en la espalda luego —prometió
Max, aún con los brazos alrededor de ella así tuvieron que arrastrar los pies
hacia la cocina—. Oh, hablé con Mandy, dice hola.
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88 The Clash fue una banda británica de punk que estuvo activa entre 1976 y 1986. El grupo fue
uno de los más importantes e icónicos de la primera ola del punk originada a fines de los años
'70 y, a diferencia de la mayoría de las bandas punk que se caracterizaban por su simplicidad
Página
musical, incorporó reggae, rock, rockabilly, ska, jazz y dub entre otros variados estilos en su
repertorio. Llegó a ser una banda muy influyente en la música mundial.
Deja de ser tan bueno conmigo, pensó Neve con desesperación cuando
Max finalmente la dejó ir así podía abrir la puerta del horno. La terrible
experiencia que tenía por delante habría sido mucho más fácil si él hubiera
estado en estado de ánimo molesto cuando llegara y fuera breve y ágil con
ella. O si ella estuviera aún en un molesto estado de ánimo con respecto a las
cinco libras que él había ayudado a ganar, pero… no, no iba a ir allí. Tal vez
había sido una idea estúpida alimentar a Max antes de que le diera el discurso
de “seamos amigos”. Eso golpeó un poco demasiado condenar al hombre a
comer un saludable desayuno, pero no era como si fuera a estar
absolutamente devastado. A pesar de que Neve esperaba que estuviera un
poco devastado porque lo que había comenzado como torpe y artificial se
había convertido en algo real, algo precioso —para ella, al menos.
—¿Por qué estás comiendo sólo hojas? —preguntó Max de repente, y
Neve alzó la vista de su cuenco de hojas de rúcula y radicchio para ver que
Max ya había devorado medio pollo y ahora le daba toda su atención.
—Realmente no tengo hambre —murmuró ella, y era verdad. Su
estómago se había pasado la mayor parte del día protestando en voz alta al
nuevo régimen, pero ahora se sentía como si allí hubiera un enorme nudo
obstruyendo sus intestinos—. Y he decidido ir a una desintoxicación.
Max suspiró. —Por favor no empieces con esa mierda otra vez. Crees que
el factor determinante de desintoxicación como auto-desprecio, porque sí es
así, conozco la cura. —Se quedó mirando la palma de la mano de él de
manera significativa y Neve comenzó a preguntar si, así con buena comida,
debía de tratar de condenar al hombre con un último revolcón—. Una pierna
de pollo o una zurra. Tú eliges.
Comida o sexo; eso era de lo que realmente se trataba. Ella podía meter
su gorda cara con Max y nunca, nunca llegar a tener sexo con William —
aunque nunca había pensado sobre William en un sentido puramente físico.
—¿Neevy qué va a ser? —le preguntó Max juguetonamente, empujando
su pie con el suyo—. ¿Le incas el diente o te inclinas?
—¡No!, Max, no quiero ningún pollo, y si quieres hacer eso… necesitamos
hablar primero.
—Eso suena a mal agüero. —Max dejó la cerveza y cruzó los brazos—. ¿Es
esto acerca de mí dejando la tapa del retrete?
391
—No hay nada para que ninguno de nosotros se moleste —dijo Max con
firmeza—. Ya tienes lo que querías de nuestra pequeña aventura y ahora estás
lista para moverte en una liga grande. Felicidades.
Página
—Pero parecías feliz de ir por ello —le recordó Neve a Max, bloqueando
su salida cuando él dio un paso adelante, porque no iba a dejarlo ir así—. Dijiste
que no te encontrabas preparado para una relación real. ¿Todavía te sientes
de la misma manera?
Max la miró, nada de bromas o suavidad en sus ojos. —Nuestro pequeño
experimento ha demostrado, una vez más, que no quiero o necesito una
relación. Están completamente sobrevaloradas. —Puso los dedos de una mano
en el hombro de ella y aplicó demasiada presión para conseguir que Neve se
moviera fuera de su camino—. Quiero decir, ¿Qué es lo jodidamente bueno
acerca de una relación? Tienes que pensar en una persona todo el tiempo y
todo lo que obtienes es sexo regular. Realmente no vale la pena.
—Tú solo estás diciendo eso. —Se atragantó Neve cuando Max se
apresuró hacia abajo de las escaleras y recogió a Keith quien había salido de la
sala para ver de que era todo el alboroto—. Si William no regresara, estarías
perfectamente feliz de seguir como estamos.
—Oh, ¿de verdad? —se burló Max, luchando por meter a Keith debajo de
su brazo mientras trataba de sopesar la bolsa de viaje debajo de su hombro y
abrir la puerta al mismo tiempo—. Sí. Sigue diciéndote eso, preciosa, si te hace
sentir mejor.
—¿Por qué estás siendo así? —El final de su oración fue ahogado por el
golpe de la puerta detrás de él.
Neve se sentó en el suelo, las rodillas apretadas contra su cuerpo.
No sabía cuanto tiempo llevaba sentada allí, pero cuando las piernas
empezaron a sufrir calambres, poco a poco se puso de pie y caminó a través
del lugar. En diez minutos, Max había logrado erradicar todas las señales de que
nunca había estado aquí: sentado en el sofá con los pies descansando sobre la
mesa y negándose a ceder el mando a distancia, encaramado en una de las
sillas de su cocina después de beber la pequeña taza de café expreso,
dormido en su cama, con los brazos apretados alrededor de ella, tanto de ellos
un poco sudorosos, casi sin aliento de hacer el amor.
Max se había ido.
394
Página
Página 395
Traducido por Andreani
Corregido por Melii
T
ener un tubo plástico insertado en su trasero para que
aproximadamente quince litros de agua pudieran ser metidos y
sacados de su colon realmente hizo que la mente de Neve se alejara
de Max alejándose de su vida la noche anterior.
La única emoción que Neve podría convocar era dolorosamente
embarazosa. ¿O tal vez era vergüenza? Incluso aunque el área ofensiva se
encontraba envuelta en una toalla blanca esponjosa y la hidroterapeuta del
colon le habló en un tono calmante mientras le daba un masaje en el
abdomen a Neve, ambas sabían que la razón era el agua chorreando de su
parte inferior.
—Puede que sientas una ligera sensación de calambres durante las
próximas dos horas pero eso es sólo que tu colon se está reacomodando —le
dijo a Neve, una vez que la terapeuta había decidido que su colon se había
limpiado lo suficiente, y ella tenía de vuelta su propia ropa—. ¿Leíste la hoja de
información?
Neve asintió. Le había dado una mirada superficial durante las horas de
desvelo que había pasado cabizbaja y llorando.
—Bueno, recuerda no beber alcohol u operar maquinaria pesada —dijo
la terapeuta mientras le mostró Neve a la puerta de Primrose Hill, que no
parecía el tipo de lugar donde se realizaran estas prácticas nefastas.
Cuando Neve salió hacia el calor bochornoso de un día de junio, no se
había preparado para la onda de calor que la hizo tambalearse y sujetarse del
barandal de hierro forjado para apoyarse. Se quedo allí parada, abriendo y
cerrando sus ojos porque las hojas de los árboles parecía más verdes y brillantes,
y sobre el estruendo del tráfico y el sonido de un piano tocando desde una
ventana abierta, Neve estaba segura de que podía oír los motores del avión
que veía dando vueltas en el cielo, el cual seguramente, no había sido tan azul
396
antes.
Cuando dejó su apartamento esa mañana, se sentía vacía y con
Página
anuales era que tomaba turnos para tener tres horas de almuerzos-descansos y
una tarde libre durante una semana, así que Neve tuvo tiempo suficiente para
dar vueltas alrededor de los tribunales y hacer flexiones en la oficina. No se
atrevía poner un pie en el gimnasio cuando estaba lo bastante segura de que
Gustav había revocado su membresía después de que ella le había enviado un
correo electrónico furiosa sobre la ruptura formalmente su relación de
cliente/entrenador durante uno de sus episodios más maníacos.
Principalmente, Neve intentaba mantenerse ocupada para no extrañar a
Max. Seguramente, Max se las arreglaba muy bien sin ella y cuando corría
vueltas, limpiaba pisos, contactaba con antiguos compañeros de Lucy Keener
de Oxford y felizmente imaginaba el momento cuando William la viera por
primera vez en tres años y murmurara guturalmente “Dios, Neve, ¿Cuando te
volviste tan hermosa?”, ella se las arreglaba bien también.
El único momento en el cual no se sentía bien era cuando se encontraba
oscuro y a unas horas de su siguiente jugo y no podía dormir porque era una
bola de energía nerviosa. Entonces, Neve no tenía nada más que hacer,
excepto extrañar a Max tanto que la falta de él era un dolor físico, tangible.
Una mañana cuando Neve no googleaba frenéticamente Hardcore
Cleanse + Efectos Secundarios, incluso, se encontró a sí misma en Amazon
comprando las novelas WAG de Max y Mandy y pagando el dinero extra para
que la entrega fuera al día siguiente.
Devoró Gucci and Goals, en un solo y largo trago. Brandy Ballantyne no
era aún una McIntyre Mandy sutilmente disfrazada. Ella era Mandy desde la
parte superior de su cabeza rubia, exactamente la misma sombra como el
helado más cremoso de vainilla, que Brandy no podía comer porque era
intolerante a la lactosa, hasta las puntas de sus pies con pedicura francesa, que
Brandy sabía era mucho más elegante que el rojo de prostitutas preferido de
sus amigas. Pero era la voz de Max que podía oír en cada línea, su sentido del
humor sin una gota de vodka brillando mientras Brandy se metía en toda clase
de líos divertidos, desde ser acusada falsamente de hurtar un par de botas
Gucci hasta correr por la cancha de Old Trafford durante el tiempo extra
persiguiendo su mascota pequinés, Tiffany, en su búsqueda de un novio
futbolista.
Neve leyó Penalties and Prada al día siguiente a pesar de que le había
prometido a Rose que ordenaría una pila oscilantes de material de archivo.
Cuando Brandy se casó con su novio delantero estrella, Damon, Neve se
398
encontró a sí misma llorando, y Armani and AC Milan tuvo a Neve tan crispada
que no estaba segura de que pudiera terminar. Brandy empezaba la vida de
Página
Manchester.
—No entiendo cómo puedes estar con alguien, compartir hermosos e
Página
—Hablando como alguien que come atún crudo por diversión, eso es
horrible —dijo Yuri—. No se puede vivir de tres bebidas al día. No es de extrañar
Página
que estés molesta todo el tiempo, el azúcar en tu sangre debe estar en números
negativos.
—Los jugos me están dando una ingesta diaria de mil calorías y me
permite comer dos porciones pequeñas de vegetales crudos.
—Gran cosa. —Yuri miró Neve arriba y hacia abajo—. Te ves más
delgada. ¿Cuánto has perdido?
—No sé —respondió Neve, porque le asustaba demasiado subirse a la
báscula y descubrir que la limpieza del colon y el orinar constantemente habían
sido en vano—. Pero puedo quitarme mis jeans pisando el dobladillo y
esperando a que se caigan.
—¿Tal vez sea hora de invertir en un nuevo par? —sugirió Celia con
entusiasmo—. Tengo una tarjeta de descuento para esta boutique vaquera en
Hoxton y te puedes probar los jeans True Religion que he querido durante años,
pero que no he comprado porque mi trasero es demasiado plano.
—No voy a comprar ropa hasta que sea talla diez —dijo con firmeza
Neve. Estiró los brazos sobre su cabeza—. ¿Quieres que te lave el piso de la
cocina de nuevo? O podría limpiar el cuarto de baño, si lo prefieres.
—¿Estas de buen humor ahora? —preguntó Yuri con astucia.
Sin duda alguna, se acercaba. —¿Por qué? ¿Qué quieres?
—Una fiesta de cumpleaños, el sábado, en este mismo jardín —dijo Yuri—.
Y no puedo hacer ninguna promesa de que voy a limpiar a todo el mundo y
bajar la música en las once en punto.
—No me importa, pero Charlotte podría tener algo que decir al respecto
—dijo Neve, dirigiendo una mirada hacia las ventanas del primer piso, a pesar
de que había oído a Charlotte y Dougie salir antes.
—Dougie está poniéndola en un avión hacia Ibiza en estos momentos —
informó Celia con aire de suficiencia—. Como si Charlotte y sus amigos
necesitaran pasar una semana haciéndose aún más naranjas.
—¿Una semana entera? —Neve juntó las manos en forma de oración—.
Gracias, Dios. —A Charlotte y su escoba les había encantado que Max ya no
estuviera para que pudieran recuperar el tiempo perdido por dar golpes en el
techo cada cinco minutos.
401
ambiente.
Celia miró fijamente a Yuri, quien se encogió de hombros. —Sólo digo.
Página
403
Página
Traducido por Luxero, Nortia & Mery St. Clair
Corregido por Vericity
alborotado parecer más claro. Vestía sus mejores pantalones vaqueros, los que
él llamó “los mejores para el domingo”, que abrazaban sus piernas largas y una
camisa arrugada de tela escocesa azul y roja. Y sonreía, los ojos brillantes, hasta
Página
que levantó la vista y vio a Neve en la parte superior de las escaleras, ni
sentada ni de pie entre un punto medio torpemente agachada.
Ella no sabía cómo Max podía hacerlo, pero en el momento que
parpadeó, su sonrisa se había reducido y se burlaba de ella. Fue entonces,
cuando Neve se dio cuenta de que sostenía la mano de una diminuta rubia
con todo delicado, el suave delineado de sus cejas, su nariz perfecta, de punta
inclinada y labios que parecían un jodido capullo de rosas. Labios que
susurraban algo al oído de Max, como se puso de puntillas por lo que Neve
tenía una clara visión de sus piernas perfectas y desnudas en shorts cortos y sus
turgentes pequeños pechos tensos en contra de su blanca camiseta de tirantes.
Neve fue obligada a reconocer la dolorosa verdad de que aunque
tomara el zumo de Hardcore Cleanse desde acá hasta que el reinado llegue,
nunca sería una pequeña del tipo hada combinada con el tipo de chica que a
los hombres les gustaría proteger y cuidar, de la forma que Max lo hacía; tenía
su brazo alrededor de la minúscula cintura de ella, en caso de que una fuerte
brisa la tumbara.
Rose y Philip seguían negociando los puntos claves del vegetarianismo, sin
darse cuenta que el mundo de Neve se había detenido. Max alzó sus cejas
como saludo sin decir nada. No tenia que decir nada —su presumida sonrisa lo
decía todo.
Luego, gracias a Dios, Max y su delicada ninfa se dirigieron al piso de
Cecilia y Yuri, y Neve estuvo liberada de su parálisis para subir corriendo las
escaleras hacia sus sagrados aposentos.
No lloró, lo que era un pequeño milagro. Pero sentía como si llorara y
nunca parara.
—No te atrevas —dijo en voz alta—. Max es libre de ver a la persona que
quiera y tú no tienes derecho a estar celosa o molesta porque él no sea el
correcto, y eso es por lo que lo dejaste ir. William lo es.
Darse a ella misma una charla crítica no hizo mucho bien, Neve podía
sentir temblar su labio superior y la primera lágrima comenzó a deslizarse por su
mejilla. Se la secó con fuerza. Sin tratar de averiguar porque se sentía tan
emocional. El zumo mejoraría todo.
No lo hizo, principalmente porque se había olvidado de tener un cuarto
de limón a mano. Ojos llorosos, tomó el tazón de fruta, pero tuvo que dejarlo
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debido a que las arcadas parecían ser para siempre. No había tiempo para
que cortara un limón por la mitad; se atragantó con la fruta entera y la mordió
Página
con fuerza.
De repente, le golpeó lo ridícula que se había vuelto su vida cuando se
encontraba de pie en su cocina chupando un limón para que no vomitase su
cena, que había venido de la botella vacía de pie en la encimera de su
cocina, mientras que abajo, su ex novio se liaba en torno a una chica que
probablemente pesaba cuarenta kilos mojada.
¿Que hacía aquí precisamente su ex novio de todos modos?
En vez de volver por donde había venido y correr el riesgo de toparse con
Max y su chica de nuevo, Neve abrió la puerta de la cocina y corrió por las
escaleras destartaladas de metal al jardín, a punto de romperse el cuello al
caer sobre las liadas parejas.
Era fácil encontrar a Celia, era una cabeza más alta que todas las otras
chicas y sus piernas brillaban de blanco espiritual en la oscuridad, iluminado por
el parpadeo de las velas que Neve había arrastrado de nuevo de la tienda de
abarrotes.
—¡Seels! —gritó Neve mientras todavía había medio jardín entre ellas. La
cabeza de Celia se volvió hacia ella—. ¿Por qué está aquí? —jadeó—. ¿Por qué
lo invitaste?
—¿Por qué invité a quién? —preguntó Celia.
—¡Max! Está aquí con una chica delgada que lleva un par de pantalones
cortos que son tan pequeños que sólo puede haberlos hecho aparecer sobre
sus bragas.
Celia miró sus propios shorts, pero decidió que no iba a ir allí.
—No le invité, Neevy, te lo juro —dijo seriamente—. ¿Cómo se atreve a
colarse en nuestra fiesta? ¿Quieres que lo eche?
Neve se planteó tener que pasar el resto de la fiesta merodeando en su
apartamento en lugar de arriesgarse a toparse con Max. O peor, tener que salir
afuera y pretender que no se sentía molesta. Pero luego pensó en Celia yendo
a trabajar el lunes y probablemente obteniendo un aviso oficial por echar al
Editor jefe de su casa.
—Bueno, supongo que está bien, pero siéntete libre de derramar algo
accidentalmente sobre él.
—Lo haré —murmuró Celia, pasándose una mano por su pelo ya revuelto.
Parecía preocupada y Neve quería preguntarle si todo iba bien cuando vio a
408
Dougie de pie justo detrás de ella, y por su cara tensa y la distracción de Celia,
se dio cuenta de que los había interrumpido en medio de algo.
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—Sé que lo haces. Yo también —dijo Celia con cuidado—. ¿Estás segura
de que esto no es más sobre Max y las bebidas dietéticas, que ni siquiera he
tenido la energía para aceptar, de qué va tu causa?
Página
—Ojala sólo me hubiera concentrado en perder peso y no me hubiera
desviado con toda esa basura de las relaciones panqueques, porque Max era
sólo una pérdida de tiempo y esfuerzo. —Echó hacia atrás el pelo con rabia—.
Él puede salir con quien quiera. ¡Le he superado!
—Neevy, escucha lo que dices. —Celia miraba sobre la cabeza de Neve
frunciendo el ceño—. ¿Podemos hablar de esto más tarde? Sube las escaleras y
toma un trago o algo, y no dejes que Yuri vea que te has pasado al lado oscuro
otra vez.
El viaje de Neve por la escalera de incendios era incluso más peligroso
cuando era difícil ver a donde iba con una niebla roja delante de sus ojos.
¿Por qué los hombres eran tan predecibles en una manera
completamente impredecible? Justo cuando piensas que los has descubierto,
hacen un disimulado, bajo movimiento que te hace verlos en una nueva, poco
favorecedora luz.
No era suficiente que Dougie se hubiera casado con Charlotte. Ahora
tenía que ir y engañarla también, por lo que tendría incluso más razones para
hacer la vida de Neve un total, infierno viviente.
Incluso William la distraía mientras se atormentaba preguntándose sobre
su gran, importante pregunta que no le había hecho porque era imposible para
ellos estar en el mismo continente en un momento conveniente para ambos.
Y luego se encontraba Max, pensó Neve, mientras tiraba de la puerta de
su cocina. Paseando con Miss Pantalones Calientes sólo para restregarle en la
cara el hecho de que estaba acostumbrado a un calibre mucho mayor de
chica en su cama.
—Dios, ¡los odio a todos! —gritó, agarrando su botella de zumo vacía y
lanzándola a través de la cocina donde chocó con su corcho y descolgó
media docena de enganches—. ¡Maldita, maldita sea!
—Entonces, ¿aún sin usar la palabra con J? —dijo una voz divertida. Y allí
se hallaba Max en la puerta.
El primer pensamiento de Neve fue que era una lástima que ya hubiera
lanzado el único misil adecuado que había tenido a mano porque tirarlo a Max
habría sido mucho más satisfactorio.
Y su segundo pensamiento fue: —¿Cómo llegaste aquí? —demandó con
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¡Suéltame!
—Te pusiste celosa cuando me viste con Jane, ¿verdad?
—¡No! ¡Claro que no! Sólo pensé que era de mala educación que...
—Y una mierda —murmuró Max en su oído, y su respiración le hizo
cosquillas y le hizo temblar como si fuera pleno invierno y no una noche de
caluroso verano—. Te pusiste celosa, justo como yo lo estoy ante la idea de ti y
el Sr. California juntos.
Neve sintió la ira comenzar a desvanecerse.
—Quería explicarte pero tú simplemente te fuiste. Te fuiste tan rápido que
era como si nunca hubieras estado aquí en absoluto.
Las manos de Max seguían alrededor de sus muñecas pero ahora
parecían reconfortantes.
—Quería que me dieras una señal... —Cerró los ojos y cuando los abrió de
nuevo, Neve pudo ver su propia tristeza reflejada—. Si me hubieras dado
cualquier razón para tener esperanza, hubiera llevado a cabo una protesta
pacífica.
—Pero no me diste la más mínima indicación de que querías algo más. —
Neve intentó relajarse pero su corazón no estaba en ello—. Esperé indicios
suficientes.
—No, no lo hiciste. Me preguntaste si me sentía preparado para ser otro
segundo panqueque de chica —le dijo Max—. Entonces un par de días más
tarde, me dijiste que él regresaba y llegó la hora de irme.
—Nunca lo dije de esa manera —protestó Neve, luchando por tener las
manos libres de nuevo porque estar de pie tan cerca de Max y tener esta
conversación era demasiado intenso cuando tenía todas esas emociones que
no se había atrevido a sentir burbujeando otra vez—. Cada vez que pensaba
en William volviendo, pensaba en ti y como no quería que termináramos. Es
complicado...
Max aún la sostenía, sus pulgares acariciando el lugar de sus muñecas
donde su pulso tronaba.
—Descomplícalo entonces. ¿Me extrañaste?
—¡Por supuesto que lo hice! Te he echado mucho de menos, me duele
por ello.
412
Entonces, y sólo entonces, Max la liberó pero fue sólo para que Neve
pudiera rodearle con sus brazos alrededor de su cuello y entonces se besaron.
Página
Ella no podía decir quien se inclinó primero, pero de repente ahí estaba el
familiar pero impactante toque de labios con labios. Comenzó sumamente
lento, como si necesitaran tiempo para volver a familiarizarse, pero con el
primer deslizamiento de la lengua de Max en su boca, se hizo más rápido y
avaricioso y se aferraban el uno al otro, manos profundizando y
desabotonando, dientes mordiendo, y después de calmar el dolor de la
distancia, Neve podía sentir sus piernas cediendo mientras Max la tiraba sobre
el suelo linóleo blanco y negro y, entonces se recostó sobre ella, sus labios
volviéndola loca mientras besaba su cuello.
Besos.
—Cuando te vi en las escaleras hace rato, había olvidado lo hermosa
que eres —susurró contra su piel.
—Regordeta, no hermosa —corrigió amablemente, pasando su dedo a la
largo de su nariz—. Pero tú eres hermoso.
—Incluso extraño tu complejo de inferioridad. —Max sonrió y se frotó
contra su cuerpo, así que pudo sentir su miembro presionando sobre la costura
de sus pantalones donde su clítoris palpitaba frenéticamente.
—No es inferioridad. Es una cuestión de opinión. Estoy cubierta de granos
—dijo Neve, y no sabía porque sentía la necesidad de compartir eso con Max,
pero entonces se sintió feliz de haberlo hecho, porque él besó cada uno de
esos puntos rojos en su frente, barbilla y mejillas, incluso a pesar de que algunos
de ellos comenzaban a reventar—. No hagas eso, es completamente
antihigiénico. Bésame en la boca mejor.
A Neve ni siquiera le importaba si iban a tener sexo en el suelo de la
cocina. Sólo le importaba recorrer con sus dedos el cuerpo de Max mientras él
trataba de sacar su billetera del bolsillo trasero de sus jeans, los cuales quedaron
a medio camino de sus piernas. Se sentó recta para ayudarle a bajarse sus
vaqueros que caían ahora en sus tobillos.
—¿Quieres que vayamos al dormitorio, entonces? —preguntó Max,
recostándose sobre sus codos para que pudiera mirarla allí con su blusa
desabotonada y sus bragas.
Y quizás estaban destinados a estar juntos porque Neve no creía jamás
poder relajarse y estar desvestida con alguien más. Pero no creía pensar eso
cuando estuviera saltando de una pierna a otra.
—¡Necesito hacer pipi! —gritó, porque habían pasado horas desde que
413
—Te conté sobre esas chicas. Ni una de ellas, ni las modelos o actrices, ha
sido tan vanidosa como tú lo eres —dijo Max. No gritaba más, pero escupía sus
Página
palabras como balas—. No eres autocrítica, cariño. Eres la más egocéntrica
narcisista que he conocido.
—¡Apuesto a que ni siquiera sabes lo que significa narcisismo! —Max ya no
gritaba, pero Neve sin duda lo hacía—. Por lo menos William está a mi nivel
intelectual.
—Nunca funcionará una relación entre ustedes, lo sabes, ¿no?
Fue como si un vaso de agua helada fuera lanzado repentinamente en su
cara. Max se hallaba completamente inmóvil, no había necesitado hacer un
gesto para enfatizar sus puntos, sólo estar allí de pie con sus manos en los
bolsillos.
—Sí, funcionará —dijo Neve, mientras se tranquilizaba también.
Max comenzó a caminar hacia ella, su rostro tan inexpresivo y serio que
Neve dio un paso atrás. Luego, él cambió de dirección para así estar de pie
frente a su pizarrón y ver una de las fotos pegadas con cinta adhesiva.
—No, no funcionará —dijo, su mano cubriendo la fotografía de Neve y
William tomada en una fiesta al aire libre en Oxford. Era la única foto que Neve
podía mirar sin criticarse. Ella y William se encontraban sentados en una banca
y ella sonreía de oreja a oreja hacia la cámara, mientras William se encontraba
de perfil y la miraba con tanta ternura que la mano de Max ocultó sus rostros
como si le molestara los felices recuerdos que tenía de William—. Esto no es tan
real como lo que nosotros tenemos.
—No sabes de lo que estás hablando —dijo Neve mordaz, sus ojos
disparaban dagas a la espalda de Max mientras él acercaba la fotografía para
inspeccionarla—. Lo que William y yo tenemos… bueno, no espero que alguien
como tú lo comprenda.
No era frecuente que Neve escogiera sus palabras con el único objetivo
de infligir daño, pero sintió una punzada de satisfacción al ver el cuerpo de Max
ponerse rígido; sin embargo, cuando se giró hacia ella, su expresión era
pensativa.
—No hay nada que entender. —Max ladeó la cabeza—. Todo lo que
tienes es un montón de palabras complicadas al aire. A lo mucho, lo que
podrás hacer es tomarlo de la mano. Es una lastima que nunca podrás avanzar
de ese punto.
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—¡Lárgate!
No había un cuchillo o cualquier cosa afilada y puntiaguda cerca para
poder sacarle un ojo, pero recogió la camisa de Max desde el suelo y se la
lanzó. La atrapó con una mano, lo cual fue aún más irritante.
—Bueno, no hay nada que valga la pena para quedarme.
No quería verlo otra vez, y seguramente Max se sentía exactamente de la
misma manera, pero no podía ignorarlo mientras se ponía los calcetines y los
zapatos mientras ella se quedaba allí con las manos en sus caderas, sus ojos
entrecerrados y una terrible ira burbujeaba y tensaba sus músculos que
peleaban por no envolver las manos en su tráquea.
Fue un corto camino hasta la puerta principal, la cual ella abrió de golpe.
Dos de los amigos de Celia se encontraban sentados en las escaleras fumando
porro y no se molestaron en fingir que no habían estado escuchando, porque se
dieron un codazo entre ellos y rieron cuando vieron la mirada en el rostro de
Neve.
—Vete —siseó con los dientes apretados, y luego se puso contra la pared,
mientras Max pasaba junto a ella.
Ya estaba lista para cerrar la puerta detrás de él, de una manera que
tendría a Charlotte gritándole, pero Max se detuvo bajo el umbral de la puerta.
—Una última cosa —dijo lisamente.
¿Y ahora qué? Recordó las llaves.
—¿Tu llave? Dámela…
—Incluso si llegarás a ser talla cero, siempre serás una chica gorda, Neevy
—susurró Max en su oído, mientras se apartaba de él—. No sabes como ser de
otra manera.
Sus palabras fueron como un cuchillo hundiéndose en su estómago una y
otra vez, clavándose en su piel y carne, dolió tanto que Neve tuvo que
presionar la palma de su mano fuertemente en su estómago para tratar de
aliviar el dolor.
Max pasó a su lado con elegancia para irse, pero al último momento, giró
la cabeza para así mirar fijamente los ojos llorosos de ella. Neve pudo ver
cuando comprendió la fuerza de sus palabras. Todas las cosas terribles que se
dijeron el uno al otro, las acusación y contraacusaciones que se arrojaron, Max
había cruzado una línea que ni siquiera sabía que existía.
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418
Página
Traducido por Mery St. Clair
Corregido por Maia8
D
espués de la rabia, vino el diluvio.
Neve sabía que los violentos cambios de humor no durarían para
siempre, pero no imaginó que pudieran ser remplazados por un
ataque de melancolía que la llevó hasta la cama, de donde no
quería salir.
Aunque lo llamó melancolía, debido a que evocaba imágenes de damas
Victorianas recostadas en tumbonas mientras sus consternadas madres
secaban sus frentes con pañuelos empapados de agua aromatizada, ella lo
sentía más como depresión.
Una gran depresión que tenía tonos rojos, maquillaje corrido, y unos tonos
azules que la hacían ver como si la hubieran golpeado, especialmente por los
oscuros círculos en los ojos de Neve por no dejar de llorar. Para lo único que
salía de la cama era para ir a la cocina, beber su jugo, ir al baño después de
que el jugo surtiera efecto, y arrastrarse de regreso a la cama para llorar hasta
quedarse dormida.
A pesar de lo que Max dijo, Neve no era estúpida. Sabía que su
melancolía era en gran parte por Cleanse, pero todo esto, el pis, acné, cambios
de humor, todo valdría la pena si los kilos se habían ido.
Todavía no se pesaba porque temía de la absoluta e indiscutible verdad
que encontraría. Que nada valió la pena, que sólo perdió unos gramos y a sus
amigos y familiares. Lo único que Neve sabía, era que no se sentía más
delgada.
Pero evitar sentir algo nuevo era con lo que Neve trataba de luchar en
estos días. Se rompió en pequeñas piezas, así que no creía ser capaz de volver
a ser ella misma, no después de la pelea con Max.
Había vergüenza por todas las cosas hirientes y llenas de odio que le dijo
porque se sentía enfadada, no las había querido decir, pero ya era demasiado
tarde para retractarse. Por supuesto, él respondió con cosas hirientes y con
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odio, pero se las merecía. Aparte de la única cosa que la hirió, odió perder el
control, dejarse llevar por el calor del momento.
Página
Siempre serás una chica gorda. No sabes cómo ser otra cosa.
Fue la sórdida y secreta verdad que Neve siempre apartaba del
pensamiento antes de formarse por completo. Max lo dijo en voz alta, porque
después de unos pocos meses, la conocía mejor que nadie.
Esto era lo peor de tener una relación con alguien, incluso una relación
fingida. Te abres, le permites entrar, y cuando todo termina, tienen todas las
municiones que necesitan para destruirte por completo. Cuando Max habló
sobre su gordura antes, en la noche que se desnudó para él, dijo que ambos
sabían que estaba jodida, y que probablemente sería así para siempre.
Ser talla diez se había vuelto una obsesión para Neve, ¿pero si no cambió
para nada? ¿Si era aún una extraña, nada normal, un bicho raro?
Todo eso rebotaba dentro del cerebro de Neve, provocándole dolor de
cabeza y haciéndola llorar, hasta que en la mañana del quinto día puso un
alto, cuando despertó con lágrimas rodando por sus mejillas nuevamente.
—¡Suficiente! —dijo en voz alta, forzándose a sí misma a sentarse—. Esto
tiene que parar.
Se levantó de la cama con las piernas temblorosas, quitando las sábanas
y arrojándolas a la lavadora, para después dirigirse al baño para deshacerse
del sudor de cinco días y las lágrimas.
Luego, envuelta en su gran toalla vieja, la cual le infundía seguridad, fue
a la cocina por su botella de desayuno Cleanse, y conectó el teléfono. Celia
contactó al Archivo para decirles que Neve tenía una gripe de verano, ya que
la vieja excusa de “tiene el corazón roto” nunca funcionaría, así que había
varios mensajes obstinados del Sr. Freemont en cuanto a cuando iba a regresar.
También había consultas menos malhumoradas de Rose, Chloe y Philip, las
cuales hicieron sentir bien a Neve, ya que personas no relacionadas con su
familia se preocupaban por ella, pero después esa sensación desapareció.
Cuando vio que tenía una llamada perdida y un mensaje de voz de William, fue
como un faro de esperanza encendido en una guerra post-apocalíptica.
Neve tocó un punto particularmente doloroso en su barbilla mientras
escuchaba el mensaje de William. —¿Neve? Soy William. Regresé a Londres.
Encontrémonos tan pronto como sea humanamente posible. Tengo algunas
noticias y apenas puedo esperar a verte. Llámame.
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momento, contemplando el nuevo rumbo que su vida iba a tomar. Los cambios
eran buenos. Eso era lo que necesitaba —William es lo que necesita— así que,
Página
¿por qué sentía como si William ya no fuera su destino y sólo una manera de
reemplazar a Max?
Neve se levantó, intentaría cambiar su vida al ir hasta Finsbury Park con la
cabeza clara. Luego, se miró en el espejo. Apenas pudo evitar no gritar
mientras examinaba su rostro y los granos que parecían haberse multiplicado
mientras hablaba con William. En realidad, los puntos parecían menos.
Necesitaba un extremo cambio de imagen. Necesitaba un poco de
crema para granos. Realmente necesitaba un corte de cabello y necesitaba a
Celia como nunca antes la necesitó.
Neve nunca apreció el talento de Celia. Nunca entendió que gastara
tanto dinero por un par de botas nuevas sólo porque estaban “muy a la moda”.
Pero nunca había tenido una emergencia de moda y belleza como la
que tenía ahora, y Celia, Dios la bendiga, ya se encontraba lista y equipada
para la ocasión.
Llegó a casa del trabajo con un gran bolso lleno de pociones, ungüentos
y cremas, cortesía del Departamento de Belleza de Skirt, y cubrió el rostro de
Neve con una pasta que olía a estiércol de caballo, pero garantizaba erradicar
el 98 por ciento de manchas faciales durante la noche.
Celia incluso concertó citas para que Neve fuera a la manicura y
pedicura, corte y peinado del cabello, y depilación de axilas, piernas y área de
bikini, antes de ir a saquear el armario de Skirt.
—Encontré varias prendas perfectas para ti —dijo Celia—. ¿Ya pensaste
que te gustaría vestir?
—Un vestido —murmuró Neve, porque era difícil mover la boca cuando su
rostro se encontraba cubierto por una fuerte capa de cemento—. Un vestido
lindo. ¿Cómo se llaman esos que son muy largos y holgados?
—Maxivestidos —contestó Celia—. Um, no creo que tengas las piernas tan
largas como para esos vestidos. Te hundirías en él.
—Difícilmente —resopló Neve.
—¡No hagas eso! Quebrarás la máscara. Esta cosa cuesta muchísimo la
onza —espetó Celia—. Y no comiences con todo eso de “Huele horroroso”.
¿Qué talla eres ahora?
Neve decidió encogerse de hombros para no mover sus músculos
faciales. —Era casi talla catorce antes de comenzar Cleanse.
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—Es difícil saber lo que hay debajo de ahí —se quejó Celia, haciendo una
mueca mientras señalaba la voluminosa bata que Neve vestía. Luego, hizo una
mueca diferente, una expresión más seria—. Mira, Neve, sabes que te quiero,
Página
¿verdad? Amo cada parte de ti y quiero que seas feliz, si piensas que William es
tu felicidad, bien, te ayudaré…
—¿Pero? —preguntó Neve, porque sabía que en su discurso había un
“Pero”.
—Pero tienes que prometer dejar Cleanse, porque aparentemente hay
personas que mueren por eso, y ya no eres la misma y te echo de menos —
finalizó Celia con desdén, porque casi comenzaba a llorar.
—Lo sé —dijo Neve en voz baja, porque ya había llegado a la misma
conclusión durante sus horas en la cama. De todos modos, una vez que viera a
William mañana, la verdad saldría a la luz. Esperaba no ser una talla treinta y
dos por obsesionarse con ser talla diez—. Tengo jugos para mañana, pero
después será el fin.
—¿Lo prometes?
—¡Lo prometo!
—¿Lo prometes por la vida de mamá y papá? —exigió Celia—. No,
espera, ¿lo juras por la tumba de Jane Austen?
—¡Seels! Lo haré. Lo prometo. Tomaré los jugos mañana y después
comenzaré a introducir la comida sólida.
—De acuerdo. —Celia parecía satisfecha con la sinceridad de Neve,
pero le fruncía el ceño al cuerpo de su hermana—. Todavía necesitamos saber
tu talla. ¿Por qué no te pesas? Así sabrás tus medidas.
—¿No podemos basarnos en conjeturas? —rogó Neve.
—¿No estás ni un poquito curiosa por saber cuanto peso has perdido? —
preguntó Celia—. Quiero decir, tu rostro parece más delgado y puedo ver que
tu pecho es menos.
Neve casi moría de curiosidad, pero también tenía mucho miedo del
resultado. Cuanto más tiempo lo postergaba, más miedo y curiosidad sentía.
Especialmente si tenía una cita al otro día.
—No sé —dijo, vacilante.
—No le contaré a nadie. Ni siquiera a mamá —declaró Celia,
levantándose del sofá.
423
seis kilos, lo cual es fantástico, aunque no puedo tolerar que usaras ese estúpido
Cleanse y recuerda que hiciste una promesa, no vayas a romperla.
Página
—No lo haré, pero debí haber perdido más que esto. ¡Tomé mucho
líquido! —Neve miró hacia sus muslos, lo cuales parecían igual que siempre—.
No sé de dónde bajaron esos kilos, pero definitivamente no de mis piernas.
Celia ya recogía la cinta métrica que Neve mantenía en el baño. La
deslizó alrededor del pecho de Neve, y antes de que pudiera quejarse una vez
más, escupió los números. —¡91! —Y movió la cinta a la cintura—. ¡76! —Y luego
bajo a la parte más ancha del cuerpo de Neve, sus caderas—. ¡100!
Si perdió siete centímetros de caderas, entonces, ¿por qué parecía como
si hubiera dado a luz a cuatrillizos? Neve rápidamente se deslizó otra vez su
bata y una vez que estuvo arropada se sintió mejor. —Bueno, son buenas
noticias —dijo, y trató de sonar sincera. Debería serlo, pero allí de pie, frente al
enorme espejo que ocupaba casi toda una pared, no se sentía diferente.
425
Página
Traducido por Lorena
Corregido por Panchys
vistazo.
Neve se quedó de pie ahí torpemente, con las manos colgando
Página
usar nada sin mangas, nada por encima de las rodilla y seguro que nada con
un llamativo estampado floral. Eso dejó tres vestidos en el colgador. Neve se
Página
Siempre serás una chica gorda. No sabes cómo ser otra cosa.
Página
—Lo estoy intentando Celia —imploró—. He sido gorda toda mi vida,
estoy en la talla doce desde hace unos cinco minutos, me toma algo de
tiempo acostumbrarme.
—Sabes, durante ese mes cuando andabas enamorada de Max y nunca
hablabas sobre tu peso, quejándote de cómo te gustaría estar o de cómo iría o
mejoraría tu vida si fueras una talla diez —informó Celia a su hermana
salvajemente—, Dios, creo que fue el mes más feliz de mi vida.
—¡Seels, eso no es justo!
—Sabes que no es justo, pasé por muchos problemas pidiéndote ropa,
programándote citas de belleza, incluso cuando tenía que hacer la
clasificación para tres sesiones de moda y ni siquiera me lo has agradecido.
Neve bajó la cabeza. —Tienes razón, lo siento mucho. —Es como la burla
de la chica gorda, ¿no tenía a Max también para decirle que era la más
ensimismada que nunca había conocido?—. Te juro que haré esto bien para ti.
—Celia la miró poco convencida.
—No necesitas hacer eso, pero ¿te mataría sonreír?
Neve obediente, levantó las esquinas de su boca —¿Así?
—Parece que te acaban de sacar las muelas del juicio —dijo Celia, pero
sonaba menos malhumorada y cuando Neve pegó su lengua fuera, se rió—. Es
sólo porque eres mi hermana sino ya estarías muerta.
—Lo aprecio Seels y ahora que William ha vuelto y podemos estar juntos
voy a estar feliz —dijo Neve, incluso cuando se preguntaba porque su felicidad
siempre tenía que depender de alguien más. ¿Era incapaz de encontrar la
felicidad por sí misma?
Parecía que Celia también lo pensaba. —Puedo ser feliz sólo
conectándome a net-a-porter y añadir ropa cara a mi lista de deseos —dijo.
—O escuchando a Gloria Gaynor realmente alto o mirando a los
desagradables hombres que llegan al metro todos sudorosos por que creen que
están de suerte. La felicidad realmente no es difícil de encontrar.
—Obviamente tú estás más desenvuelta que yo. —Neve se atusó la falda
de su vestido.
—Esto es muy hermoso. ¿Qué debería usar en los pies?
429
de Neve, se dejó caer de rodilla para poder hurgar a través de las filas de
zapatos sobre el suelo. Sacó un par de sandalias peligrosamente altas con
delicadas correas de cuero—. Tendría que poner tapas en las suelas, así que
intenta evitar el suelo mojado.
Neve no se atrevía a discutir sobre lo inteligente que era ponerle tacones
de cinco pulgadas. Incluso se sentaría en el taburete quieta y dócilmente
mientras que las dos chicas del Departamento de Belleza esparcían sus
productos por todo su rostro libre de granos. Neve decía que el estilo de ojos
ahumados era incluso más del año pasado que la cola de caballo por eso ellas
fueron por el rociado. Estilo natural.
El rociado, estilo natural tomó más de una hora para hacerse, pero
cuando las chicas del Departamento finalmente devolvieron el rostro de Neve
a su verdadero propietario, estuvo forzada a admitir que fue tiempo bien
gastado.
Su piel parecía perfecta, como si no, más que cuando había empezado
con la desintoxicación. Tenía un brillo radiante, sus ojos eran enormes y el brillo
rosa hacía sus labios mas provocativos que normalmente. Lucía como una
chica a la que mirarían dos veces mientras andaba por la ciudad balanceando
su bolso de cuero (Celia había confiscado el maltratado maletín de Neve) y
dando la impresión de que era una persona con lugares a los que ir y gente a la
que ver. Y realmente era esa chica… con un grito de miedo, Neve miró hacia el
reloj y se dio cuenta que tenía media hora para llegar desde las oficinas Skirt en
Marbre Arch hasta South Bank en medio de un viernes a hora punto.
—Seels, todo el mundo, muchas gracias —dijo a toda prisa—. Les pagaré
pero ahora me tengo que ir. ¡La línea de Bakerloo estará atestada!
Pero Neve nunca descubriría como de llena se encontraba la línea de
Bakerloo porque usar el transporte público quedaba estrictamente prohibido
cuando usabas prestado piezas de diseñador.
Celia bajó a la calle con Neve para ayudarla a parar un taxi negro así a
lo mejor Neve podría canalizase como el tipo de chica que podría vestirse así,
porque tarde o temprano se despegaría de su brazo, un taxi hizo una U ilegal y
se paró a su lado.
—Gracias, gracias, gracias —exclamó mitad dentro, mitad fuera del taxi.
—Creo que tienes que hacer todos los pagos de agradecimiento en la
parte delantera ahora —señaló Celia dándole a Neve un rápido abrazo—.
Ahora, recuerda, no hables de dietas ni desintoxicaciones. Abúrrelo hasta la
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432
Página
Traducido por Anna Banana
Corregido por Fangtasiia.
D
ios mío —dijo. Luego lo dijo de nuevo—. Dios mío.
El camarero se retiró y Neve se quedó sin nadie para esconderse
detrás y nunca se había sentido tan expuesta y vulnerable antes;
ni siquiera en el sofá de la depiladora o de pie en la habitación
de hotel completamente desnuda frente a Max.
Levantó su mano en débil saludo y decidió que podría disfrutar de la
expresión de asombro en el rostro de William porque su conmoción por su
transformación era una reivindicación. La prueba de que levantarse a las seis
de la mañana para ir al gimnasio y renunciar a los pasteles y el chocolate y
otras cosas dulces e incluso beber jugos miserables habían valido la pena.
Los ojos de William la recorrieron una y otra vez y luego se detuvieron a sus
pies, los cuales se veían arrugados ya que no recordaba cómo desarrugarlos.
—Soy yo —dijo al fin porque William no decía nada.
William se removió en su asiento como si estuviera obligándose a sí mismo
a salir de su inercia. Debió de funcionar ya que después se puso de pie.
—Lo eres —dijo suavemente, su mano sosteniendo la cintura de Neve
durante un emocionante momento cuando rozó sus labios contra su mejilla—.
Lo siento. No te conocí. ¿Te has cambiado el cabello?
Neve se acarició el pelo, el cual cada vez lucía menos revuelto con cada
minuto que pasaba. —Bueno, sí, supongo —dijo mientras William sacaba la silla
en el lado opuesto a la de él para que pudiera sentarse. No había esperado
que preguntara cuánto peso había perdido, pero el comentario sobre su pelo
parecía ingenuo, pensó, hasta que William se sentó y le sonrió. Era una sonrisa
cálida y genuina como si todo en su mundo estuviera bien, sólo porque ella se
encontraba sentada allí.
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una sorpresa que estuviera distraída. Se enderezó y abrió los ojos para poder
prestarle atención a lo que William decía.
—…Y se puede separar la ideología de Pound89 de su creatividad, ¿o
ambos están intrínsecamente vinculados?
Estaría condenada si ella lo supiera. Neve sonrió vagamente. William le
devolvió la sonrisa y siguió hablando, lo que le parecía bien ya que podía
descansar su barbilla en su mano y ver la forma en que sus labios se movían
mientras hacía palabras salir de ellos.
Era tan guapo. Del tipo que la hacía sentir como si todavía no fuera
digna, pero cuando William le sonrió, mientras llegaba al final de su monologo
sobre Ezra Pound, era como estar bañada por el sol.
Aunque tal vez eso se debía a los grandes ventanales que ocupaban
toda una pared, Neve podría mirar hacia abajo a la gente deambulando por
las orillas del río, ver los cruceros sobre el agua…
—¿Neve? ¿Te estoy aburriendo?
Se obligó a volver su atención a William y a lo que sea que estuviera
hablando ahora; no tenía idea. —No, por supuesto que no —le aseguró. William
le frunció el ceño como si sospechara que no había estado escuchando una
sola palabra de lo que había dicho—. Por favor, continúa.
—Te hablaba acerca de las diferencias entre el mundo académico en
Gran Bretaña y Estados Unidos, me refiero a la Costa Oeste. Como sabes, hice
mi conferencia sobre los poetas románticos en Amherst y fue recibido con
mucho más rigor intelectual —dijo William y Neve se dio cuenta de que había
levantado el cuello de su camisa y deslizaba su labio inferior con su lengua al
hablar.
Dios, no quisiera estar desnuda con él. El pensamiento apareció
espontáneamente. No era un pensamiento nuevo. Era un pensamiento antiguo,
aunque por lo general era más como una manta, Dios, nunca querría estar
desnuda con nadie, ni siquiera un médico calificado.
Tampoco me gustaría verlo desnudo. Esto era nuevo, porque ahora que
lo pensaba, Neve nunca había imaginado sus cuerpos desnudos colisionando,
retorciéndose suavemente el uno sobre el otro, en la forma en que cuerpos
desnudos lo hacían cuando uno y el amor de su vida se encontraban listos para
consumar ese amor y hacerlo oficial.
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89
Ezra Weston Loomis Pound fue poeta, ensayista, músico y crítico estadounidense
perteneciente a Generación perdida que predicó fogosamente el rescate de la poesía antigua
Página
—Me gusta trabajar allí —repitió Neve con firmeza—. Me gusta la gente que
Página
trabaja allí y hago cosas diferentes todos los días. Incluso iré a un curso de
reparación de libros en el otoño y estoy escri…
—Pero planeo escribir un libro —interrumpió William, arrebatando las
palabras de su boca.
—Oh…
—Eh, pensé que podría persuadirte si todo lo demás fallaba —dijo—. Creo
que me gustaría escribir un par de volúmenes sobre la correlación entre el
Romanticismo y la Edad Moderna.
—Pero el Romanticismo no es mi especialidad.
—Sí, pero no lo estarías escribiendo, yo lo haría —le recordó—. Aunque,
por supuesto, no podría hacerlo sin tu ayuda.
—William…
—Pensé que podríamos trabajar en una sinopsis y los tres primeros
capítulos y luego comenzar a hacer visitas a los agentes y…
—¡William! —Neve tuvo que decir su nombre duramente para que
pudieran hablar sobre ella—. Ya estoy escribiendo un libro. Bueno, he
comenzado.
—¿Estás escribiendo un libro? —No había necesidad de que sonara tan
incrédulo o ligeramente divertido—. ¿Una novela?
—No, es una biografía de Lucy Keener y estoy editando sus poemas e
historias cortas, aunque mi agente piensa que podría publicarlos por separado,
después de que él obtenga un acuerdo para su novela —dijo Neve y había
querido darle la noticia con orgullo pero William tenía el ceño fruncido y no
parecía entusiasmado.
—¿Tienes un agente? —preguntó William, con un grado de rencor en la
voz.
—Sí… bien, Jacob Morrison. Solía trabajar en el Archivo cuando volvió de
Cambridge y ahora está en la Junta de Síndicos. —Se encogió de hombros—.
Puede que no llegue a nada, pero…
—No, es maravilloso. Estoy feliz por ti, es sólo que me tomó por sorpresa —
dijo. Tragó saliva como si estuviera tragándose su propia decepción y
resentimiento, pero luego le regaló una de esas sonrisas por las que vivía
cuando asistían a Oxford—. Bien hecho.
—Lo siento —dijo Neve y ahora fue su turno de cubrir su mano con la de
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ella y apretar sus dedos—. No fue mi intención bombardearte con esto. Te iba a
escribir pero creo que puedes decir que no he sido una buena corresponsal en
Página
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Elizabeth Barrett Browning era un miembro de la familia Barrett y una de las poetisas más
respetadas de la era victoriana.
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Robert Browning fue un poeta y dramaturgo inglés.
Página
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Francis Scott Key Fitzgerald fue un novelista estadounidense de la época del jazz.
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Zelda Sayre Fitzgerald fue la esposa del escritor F. Scott Fitzgerald, con quien se casó en 1920.
sonara como Vete a la mierda—. ¿Crees que hice todo esto para poder darle
un descanso a mi cerebro? ¿Es eso lo que realmente piensas?
William agitó sus manos inútilmente. —Neve… lo siento. Eso salió todo mal,
me daba más bien miedo de que pudiera hacerlo. —Se apartó el pelo de la
frente—. Así, ¿mudarte a Warwickshire conmigo es un no rotundo?
Ella asintió con la cabeza, estando tan enojada que no confiaba en sí
misma para hablar.
—Estás llena de sorpresas esta tarde —dijo William, tocándose el cuello de
la camisa ya que su evidente furia lo dejó desconcertado—. No es sólo la forma
en que te ves… has cambiado desde que me fui.
—Han pasado tres años —dijo Neve, tomando la decisión consciente de
dejar ir su ira. No valía la pena y William no tenía la culpa por no estar a la altura
de sus expectativas. No hombre vivo, ni siquiera Dalai Lama, que fuera así de
perfecto. Ella tampoco se medía en la escala de la perfección—. No creo que
todos los cambios que he hecho hayan sido necesariamente para mejor.
—Creo que se llama la edad.
—Bien, como sea, apesta.
Se sentaron allí por un momento, ninguno de los dos sin decir nada. Neve
comenzó a preguntarse cuánto tiempo tenía para quedarse allí sentada, antes
de ser el tiempo indicado para poder hacer sus excusas y marcharse.
Reuniéndose con William no había sido nada más que agonía, una tras otra, y
necesitaba tiempo a solas para lamer sus heridas metafóricas, empacar todos
esos sueños locos de adolescente y llegar a el acuerdo con su realización de
que William no era su boleto de oro, y que todo lo que tenía era una vida sin
Max en ella. Una miserable, pequeña y solitaria vida.
Neve levantó la cabeza para decirle a William, o al menos decirle algo
entre dientes, sobre una cita a la que tenía que asistir, pero William ni siquiera la
miraba. Miraba a través de la habitación. Después sonrió.
Neve pensó que había memorizado todas sus sonrisas, pero nunca había
visto esta antes. William lucía incandescente mientras levantaba la mano y la
agitaba frenéticamente a alguien.
Neve miró por encima de su hombro para ver a una chica acercándose
a su mesa, su sonrisa tan luminosa como la de William.
440
Éste se puso de pie, justo a tiempo para que la chica lanzara sus brazos
alrededor de él. —Nene —dijo en un acento americano—. Te extrañé.
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—Yo también te extrañé —dijo William, e incluso su voz sonaba diferente:
más suave, más ligera, más feliz—. La tarde parecía durar una eternidad.
La chica se rió y luego rió un poco más cuando William le hizo cosquillas
en la cintura cuando la dejó ir. La única persona que no sonreía o hacía
cualquier cosa sino sólo sentada allí con una expresión congelada en su rostro,
era Neve.
William fue a buscar otra silla y Neve trató de sonreír pero se sentía más
como una mueca cuando la chica le dirigió una amable pero blanca mirada,
como si no hubiera esperado encontrar a Neve allí.
Ella era hermosa. Tal vez la mujer más hermosa que Neve había visto en la
vida real. Era alta y delgada, no sólo delgada, con cuerpo tonificado y largo y
ondulante cabello color caramelo, el cual empujó hacia atrás con una mano
nerviosamente y Neve pudo obtener una mejor visión de su rostro, el cual era
perfectamente simétrico, libre de maquillaje y hermoso. Neve se maravilló de
que ambas tenían ojos, nariz y boca, pero mientras que las de ella eran
mediocres, las de esta chica parecían como si hubieran sido esculpidas por una
mano divina.
Y, por supuesto, llevaba un pantalón vaquero desteñido, una camiseta
blanca y chanclas con una elegancia sencilla que las hacía parecer de alta
costura, mientras que Neve se encontraba sentada allí con un vestido y
sujetador prestados, un par de Spanx, sandalias que lastimaban sus pies, y su
cabello cada vez más fuera de lugar del aspecto natural que le había tomado
a dos personas una hora de lograr.
—Aquí tienes, nena —dijo William con orgullo, colocando una silla de
cuero frente a la chica, como si hubiera ido personalmente hasta Conran Shop
y la hubiera llevado sobre sus hombros hasta aquí—. ¿Qué quieres de beber?
La visión quería una copa de Chardonna94, William ordenaba otra botella
de cerveza y Neve sabía que no podía levantarse e irse, por lo menos no
durante otra media hora, pero tampoco podía sentarse allí sobria.
—Voy a tomar una copa de Sauvignon Blanc95 —dijo al camarero—. Un
vaso grande.
—Así que, Amy, esta es Neve, quien hizo que mis últimos tres años en
Oxford fueran soportables —dijo William mientras que Amy extendía una mano
hacia Neve—. Neve, esta es la otra sorpresa de la que te quería hablar. Me
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94
Chardonnay es una cepa de uva blanca.
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La Sauvignon Blanc está considerada, después de la chardonnay, la variedad más fina entre
las cepas blancas de origen francés.
gustaría que conozcas a Amy, una muy querida amiga de LA que es, bueno…
de alguna manera he conseguido convencerla de que… —William tomó una
respiración profunda—. Trataré de decirlo una vez más. Neve, me gustaría que
conozcas a Amy, mi prometida. —Las manos de Neve sudaban, pero Amy no
se inmutó mientras se estrechaban las manos, sólo sonrió con incertidumbre.
—¡Oh, Neve! Pero eres tan bonita —dijo, después soltó una risa nerviosa—.
Me refiero a que, William me ha hablado mucho de ti.
Eso es gracioso, pensó Neve. Él no me dijo nada sobre ti.
—Nunca dijiste… —comenzó con tono acusador, porque había habido
todas esas cartas y ninguna vez William había mencionado estar enamorado
de otra mujer y planeaba confrontarlo ante su fidelidad, pero luego se detuvo.
Había habido algunas referencias indirectas sobre un amigo cercano y algo
sobre yogurt congelado. Amy parecía del tipo de chica que sería evangélica
sobre… ¿eso era todo? Las delicias refrescantes del yogurt congelado. Neve
controló su acoso verbal, obligando a su rencorosa voz que se callara. Por lo
menos, William lo había dado a entender, mientras que había habido muchas
cosas, muchas, que ella no había sentido la necesidad de incluso darle una
vaga sugerencia.
El camarero llegó con sus bebidas y Neve prácticamente le arrebató el
vaso de la bandeja y bebió un trago. Podía sentir el alcohol dispararse hasta su
estómago vacío.
Ambos la miraban nerviosamente como si su felicidad dependiera de su
reacción ante su boda. No había ninguna razón para estar allí sentada
sintiéndose amargada y celosa cuando ya había renunciado a cualquier
reclamación sobre él.
Neve levantó su copa para que su vino se transformara en líquido dorado
mientras éste contrastaba por la espectacular puesta de sol. —Enhorabuena —
dijo—. Espero que tengan un muy largo y feliz matrimonio.
Amy volvió a reír y William dejó escapar un suspiro. Tenía todo el derecho
de sentirse nervioso—en todo momento que le rogaba para dejar su puesto de
trabajo para seguirlo a la región central, no había pensado en decirle que iba a
ser la tercera en discordia.
—Quería que fuera una sorpresa —explicó William débilmente.
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—Bueno, misión cumplida —dijo Neve, porque sólo tomaba un buen vino
para hacerla soltar la lengua. Se volvió a Amy—. De todos modos, es una grata
sorpresa. Así que, ¿cómo se conocieron?
Página
Se conocieron en una cafetería donde Amy limpiaba mesas. Ni siquiera
porque tomaba clases de actuación o tenía grandes ambiciones de ser
descubierta por un cazatalentos o un agente, sino porque… Pensó que podría
estar limpiando mesas en Des Moines, Iowa o podría servir mesas en Hollywood.
Amy había tomado el pedido de William de un café con leche y un panecillo, y
todo había sido amor a primera vista. Luego, durante su viaje por carretera,
porque, por supuesto, había llevado a Amy en su odisea literaria, William se
había dado cuenta de que no podía soportar dejar a Amy en el lado
equivocado del Atlántico y se puso sobre una rodilla en el pasillo de Rowan
Roble, antigua casa de William Faulkner96 en Oxford, Mississippi.
Neve quería que Amy fuera una perra para que pudiera odiarla, sólo un
poco, pero no lo era. Era dulce y encantadora, como si no supiera que era tan
hermosa que podía salirse con la suya al serlo. La única desventaja de Amy era
su risa, la cual empezaba a irritar los ya destrozados nervios de Neve, y su grave
falta de inteligencia o conocimiento de libros, calles o cualquier otro tipo de
inteligencia.
—Pensé que siempre llovía en Inglaterra —le dijo a Neve—. Pero está tan
soleado. ¿Crees que estará soleado en War-wick?
—Nena, te lo he dicho, la segunda “w” es muda —dijo William. Amy
todavía tenía la cabeza girada en la dirección de Neve de modo que no lo vio
poner sus ojos en blanco o mirar a Neve con una sonrisa triste que ella debía de
regresar.
Pero no lo hizo. Así que Amy no era la mejor herramienta—William todavía
quería casarse con ella. A pesar de todo su intelecto y conocimiento de la
cuarta ola del feminismo, había elegido la belleza sobre el cerebro; quería
sentar cabeza con una chica que era preciosa y risueña, pero que nunca sería
capaz de pronunciar incluso Heidegger97, y mucho menos debatir los finos
puntos de Ser y Tiempo98. Y él había tenido el descaro de decirle que su cambio
de imagen había disminuido drásticamente sus puntos de CI99.
Neve sonrió vagamente hacia Amy mientras que la otra chica charlaba
animadamente sobre cómo no podía esperar para ver War-wick y sintió otra
punzada de pesar de que William había caído a unos cuantos centímetros más
de su pedestal. Había pasado todos esos años obsesionada y suspirando por la
inteligencia y belleza de William, porque ni siquiera se había dado cuenta de lo
que carecía.
443
96
William Faulkner fue un narrador y poeta estadounidense.
97
Martin Heidegger fue un filósofo alemán.
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98
La obra más famosa del filósofo Martin Heidegger.
99
Coeficiente intelectual.
No era divertido, no era perceptivo, no la comprendía, para nada, y Dios,
él no era Max.
—…saliendo, Neve?
Neve parpadeó cuando Amy dijo su nombre y se dio cuenta de que su
vaso casi se había vaciado, la habitación daba vueltas a su alrededor y ambos
la miraban expectante.
—Lo siento —dijo—. No te oí.
—¿Amy te preguntó si estás saliendo con alguien? —explicó William,
dándole a su prometida una mirada severa—. Ya no estás en California, nena.
Por lo general, es de mala educación hacerles preguntas personales a las
personas que acabas de conocer.
—Oh, lo siento, Neve. No quise ser grosera.
—No lo fuiste —dijo, dándole a William una mirada de reproche—.
Conozco a William desde hace años así que si ustedes están comprometidos,
entonces no somos extraños, ¿no? Somos amigos que no se conocen entre sí…
aún.
Amy asintió con la cabeza. —Me gusta cómo suena eso.
—A mí también —dijo Neve, sorprendida al darse cuenta que lo decía en
serio. Sentía pena por Amy, cambiar la soleada Costa Oeste por una pequeña y
gris vida en una ciudad donde no conocía nadie excepto a William—. War-wick
no está tan lejos de Londres en tren.
—Eso es muy amable de tu parte —dijo William, aunque no sonaba como
si estuviera a punto de dar volteretas ante el pensamiento de que serían BFF 100.
—Tienes que estar saliendo con alguien —insistió Amy mientras que William
suspiraba—. William siempre me dice lo inteligente que eres, pero nunca me dijo
que eras tan hermosa. Me refiero a que, eh, vi fotos tuyas, pero ya sabes… no te
pareces nada de eso ahora.
—Amy… —William suspiró de nuevo y se volvió hacia él con un gesto de
desesperanza y una mirada de dolor.
—He perdido demasiado peso desde que William me vio por última vez —
dijo Neve, su voz careciendo de orgullo ante su logro—. Quería que eso fuera mi
sorpresa.
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mirada suave y tierna que recordaba tan bien. Pero la venda se le había caído
de los ojos y la reconoció por lo que realmente era: compasión. Ni siquiera
simpatía, eso lo hubiera hecho más tolerable, pero compasión—y fue entonces
cuando se puso a llorar.
Al final, William mintió y dijo que Amy y él habían hecho reservaciones
para la cena en el Fulham. Pero Neve sabía que mentía porque su rostro
enrojeció y tiró del cuello de su camisa y Amy espetó, “pensé que sólo íbamos a
tu casa,” pero ella tampoco hubiera querido quedarse cerca.
La llevaron fuera de la barra y hacia abajo de los seis tramos de
escaleras, hipando en voz baja.
—¿Deberíamos cruzar el puente hasta Embankment? —preguntó William
en voz alta mientras que Amy metía su brazo en el de Neve—. ¿O prefieren
Waterloo?
—Tengo que conseguir un taxi —dijo Neve—. Las plantas de mis sandalias
lastiman.
No estaba tan segura, quien de los tres, se sintió más aliviado cuando
finalmente se sentó en la parte trasera de un taxi negro y cruzaba el río de
vuelta al norte de Londres.
Y por buena suerte, el conductor era un parlanchín que quería hablar
sobre la temporada horrible que el Arsenal acababa de tener. Neve sospechó
que comenzó a llorar otra vez para conseguir que se callara.
—¿Mala ruptura? Él no vale la pena.
Sí lo vale. Max vale la pena cada lágrima, pensó mientras cruzaron en
Stroud Green Road. A través de ojos empañados de lágrimas, miró a la tienda
de pelucas y directores de funerarias, antes de ver el brillo amistoso de Tesco.
—¡Puede dejarme aquí! —gritó.
Duró treinta segundos con la suela de sus sandalias golpeando contra el
pavimento, las correas finas de cuero cortando y rozando su piel, antes de
desabrochar las sandalias y dirigirse a Tesco con los pies descalzos.
El guardia de seguridad le lanzó una mirada sucia cuando tomó una
canasta, pero no le importó. No le importaba nada más. Había un dolor que
sabía cómo llenar, porque ser talla doce apestaba como nada nunca antes
había apestado.
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Por lo menos, cuando era gorda su piel la había protegido del mundo. La
gente no la había visto, sólo habían visto su gordura, y por lo que pensaban, su
gordura significaba que era perezosa y estúpida y había sido fácil superar sus
Página
expectativas. Era imposible de saber cuándo la barra se había elevado tan
bajo que casi había tocado el suelo.
Su gordura era la culpable de los trabajos que no había obtenido y de los
amores que nunca había tenido y todos los desprecios y fracasos. Si no era
gorda, entonces no quedaba nada para esconderse detrás. Ella era el
problema. Neve entendía ahora que cuando había sido una talla treinta y dos,
había estado aislada, protegida y segura. Daría cualquier cosa por sentirse así
de nuevo.
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Página
Traducido por LizC
Corregido por Fangtasiia.
U
hacer esto.
na caja de Tortitas Tunnock Tea fue lo primero que lanzó en su
cesta. Neve las miró y vaciló. Entonces su estómago gruñó, le dolía
el corazón y su garganta se sentía áspera por el llanto. Se decidió a
sus compras en el suelo, sino que tuvo que resoplar como un cerdito cuando
levantó la bicicleta de su pie y la lanzó ruidosamente contra la pared opuesta.
Neve saltó sobre una pierna, mientras trataba de poner al mismo tiempo
sus bolsas abajo y aferrar su pie lesionado. Los dedos de sus pies se sentían
como si fueron aplastados más allá de toda reparación, y cuando se doblegó
ante el peso de sus compras, el dolor punzante en su pie le dieron ganas de
vomitar porque tenía un umbral del dolor muy bajo y...
—¿Qué carajo estás haciendo? —De la oscuridad vino la luz y la voz de
Charlotte gritando por las escaleras—. ¿No puedes hacer ninguna maldita cosa
en voz baja?
Neve levantó la vista para ver la cara malévola de Charlotte mirando por
encima de la barandilla. No le hizo caso, ya que con las luces encendidas fue
capaz de mirar hacia abajo a su pie en toda su gloria destrozado. Poco a
poco, desplegó los dedos de sus pies a su alrededor para encontrar que su uña
del dedo gordo se había levantado y la sangre fluía.
—Oh, Dios mío —murmuró ella, y quería tomar determinación para seguir
investigando, para ver lo bien conectado que estaba la uña, pero incluso el
pensamiento abstracto de una uña del pie suelta la hizo estremecerse… y de
todos modos, Charlotte bajaba furiosa por las escaleras.
—¿Cuál es tu problema? —exigió Charlotte, antes de que siquiera hubiera
llegado a la parte inferior—. No puedo vivir con tu ruido constantemente y
dejaste tu ropa en la cuerda durante todo el día como si fueras la única
persona que quiere usarla. ¡Eres egoísta! Eres, como, la persona más egoísta
que he conocido.
—Lo siento, Charlotte —le espetó Neve—. Estoy un poco ocupada aquí.
—Si no la hubieras dejado allí, no habrías caído sobre tu bicicleta, en
primer lugar —le espetó Charlotte de vuelta, apuntando un furioso dedo contra
el pecho de Neve para dar énfasis—. Y no habrías caído sobre ella, si no fueras
tan gorda.
—¿Qué acabas de decir? —dijo Neve, su voz extrañamente tranquila, lo
cual era raro, porque por dentro gritaba.
Charlotte gritó—: ¿Eres sorda como también estúpida? —Apuntó con su
rígido dedo aún más duro contra Neve—. Eres tan gorda y asquerosa como lo
eras en la escuela. No puedo creer que terminé viviendo bajo el mismo techo
que “Neve la Asquerosa”.
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Neve tragó saliva duro, respiró hondo y se quedó inmóvil, tan quieta que
podía sentir el aire cálido y húmedo de la noche revolverse a su alrededor. —
Quita tu mano de encima —dijo con una voz tan constreñida que ni siquiera
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de mi casa y…
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—No sabes lo que es vivir abajo de ti —insistió Charlotte, pero no quiso
mirar a Neve; se quedó mirando una hogaza de pan aplastado en su lugar—.
Cada sonido pesa.
—Claro que sí, y si soy tan ruidosa, entonces ¿cómo es que nunca te
quejas de Celia y Yuri quienes dan portazos y ponen la música muy alta y nunca
hiciste un escándalo cuando supiste que Max se encontraba allí? —
Simplemente decir su nombre y recordar cómo se sentía tenerlo con ella era un
dolor que todavía estaría allí mucho tiempo después de que su labio dejara de
palpitar y la punta de su pie ya no se sintiera como si estuviera dañada más allá
de la salvación—. No eres más que una acosadora. Siempre lo has sido y
siempre lo serás.
—No soy una acosadora. —Charlotte sonaba indignada—. Simplemente
no nos llevamos bien, eso es todo.
Neve la miró con incredulidad. —No lo hacemos porque emprendiste una
campaña de odio contra mí en la escuela; me llamaste por ese horrible nombre
y tomaste mi ropa después de la clase de educación física e hiciste que tus
amigos me escupieran. Y bien, cuando te casaste con Dougie no desplegué
exactamente la alfombra de bienvenida, pero no es como si alguna vez te
hayas disculpado. ¿Por qué no lo admites?
Charlotte arrugó la nariz. —Cuando estábamos en la escuela... —Levantó
la vista hacia el techo en busca de inspiración—. Era muy infeliz y meterme
contigo me hizo sentir mejor.
—¿Es eso lo mejor que puedes hacer?
—Me estoy tratando de explicar —dijo Charlotte, haciendo una mueca—.
No soy buena con, bien, las palabras y esas cosas. Mi papá se había ido y salí
con Dougie durante dos semanas y luego él me dejó y me pusieron en Inglés
Correctivo. Era una perdedora, así que simplemente asumí que eras una
perdedora más grande que yo y eso me hizo sentir mejor.
—Pero ¿por qué yo?
—Bueno, eras la hermana de Dougie y era más fácil desquitarme contigo
que con él… hablabas elegantemente y siempre tenías la cabeza en un libro.
—Charlotte, por fin, empezaba a parecer avergonzada. Neve preferiría que se
viera avergonzada, pero se conformaba con tímida—. Y sabía que no ibas a
pelear de vuelta.
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su pie apoyado en su silla, su dedo gordo del pie envuelto con gasa y una
toalla sobre él, porque ambas habían acordado que incluso verlo las hacía a
Página
adivinó Neve.
Charlotte la miró con sorpresa. —Sí. ¿Cómo lo sabes? —Le dio a Neve el
fantasma de una sonrisa—. Eres muy, muy inteligente.
—Oh, de alguna manera soy muy, muy estúpida —dijo Neve. Dejó la taza
y se cruzó de brazos—. Esto tiene que parar. Ninguna de las dos podemos vivir
así. Tienes que dejar de hacerme sentir como una mierda porque te sientes
como una mierda. ¿Acaso eso funcionó?
—En realidad no —dijo Charlotte, y luego se echó a llorar.
Fue horrible. Neve podía decir que Charlotte se sentía humillada ante la
idea de llorar delante de ella, porque se enroscó sobre sí misma para que Neve
no pudiera verle la cara a través de la cortina de cabello. Siguió tratando de
tragarse los sollozos, lo que sólo hizo que sonara aún más desesperada y
lamentable.
No había nada que Neve pudiera hacer, así que no hizo nada.
Simplemente se sentó en silencio, y cuando parecía que Charlotte había
terminado, se levantó, empapó un pedazo de papel de cocina bajo el grifo y
se lo dio, su mano reposó sobre el hombro de Charlotte por un breve momento.
Charlotte con cuidado limpió sus mejillas. —Es muy doloroso llorar cuando
tienes un ojo negro.
—Duele beber té caliente con un labio partido —ofreció Neve y
compartieron una débil sonrisa.
—¿Sabes qué, Neevy? Ni siquiera toma mi maldita mano cuando estamos
caminando por la calle. ¿Cómo de jodido es eso?
—Es muy jodido. —Neve miró el reloj. Era pasada la medianoche, lo que
era temprano teniendo en cuenta que sentía como si hubiera vivido varias
vidas en las últimas horas—. Ya es tarde. Debería irme.
—¿Somos amigas ahora, entonces? —preguntó Charlotte con duda.
—Creo que amigas es apresurar las cosas. —Charlotte parecía un poco
molesta por eso—. ¿Vamos a decir simplemente que hemos llegado a una
tregua con un alto al fuego con efecto inmediato?
—¿Qué?
—No nos odiamos entre sí de manera activa nunca más. —A pesar de
Neve no estaba segura de que Charlote le agradara exactamente, ya no
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Neve miró a Charlotte arriba y hacia abajo. Charlotte era curvilínea, pero
era delgada y compacta con curvas. No movediza, ondulada con curvas. —
Página
Esta noche iba a pararse desnuda frente al espejo durante el tiempo que
le tomara disipar toda duda de sí misma, auto-odio y auto-engaño de modo
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Traducido por Munieca
Corregido por Melii
M
ax se dio la vuelta, cuando Neve cruzó la puerta.
—Hola —dijo, con su brazo fuerte en torno a un paquete de
ladridos de perro que frenéticamente se retorcía.
¿Qué estás haciendo aquí? ¿Cuánto tiempo has estado sentado al aire
libre? Es la cosa más rara, pero iba a cazarte en unas pocas horas. Había mil
cosas que Neve quería decir, pero sólo se sentó en el siguiente escalón a él y
respondió—: Hola.
La alegría de Keith era demasiado grande para ser contenida. Luchaba
por librarse del agarre de Max así podría saltar arriba y abajo por el jardín un par
de veces, antes de lanzarse a Neve, con las patas delanteras en los hombros
para poder dar a su rostro un baño de lengua.
—¿Quién es mi niño especial? —arrulló Neve, una vez que hubo asentado
la cabeza sobre sus rodillas así él podía mirar hacia ella con adoración—. Tú
eres, ¿no?
No sabía por qué Max se encontraba allí y por qué no decía una palabra,
pero de nuevo, se sentó allí sintiéndose muda y absurdamente tímida. Lo único
que sabía era que a pesar de que ninguno había cambiado de posición en los
últimos cinco minutos, sus muslos se presionaban uno contra otro.
Haciendo acopio de hasta la última gota de valor que poseía, Neve miró
a Max, e incluso a la vista de perfil de la nariz torcida le daban ganas de
recuperar el aliento. En lugar de estar en la cama escuchando su estómago
rugir, debería haber estado componiendo un —¡Por el amor de Dios, ¿me tienes
de nuevo? —discurso en la cabeza para que...
—¿Qué le pasó a tu dedo del pie? —preguntó Max finalmente.
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—Mi bicicleta cayó sobre mi pie. Tengo esperanzas de que si lo ato bien
envuelto, entonces mi uña pueda volver a conectar. Se había levantado hasta
Página
preguntó Max, de pie y tendiéndole la mano, por lo que podría tirar de Neve
también.
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Ella se sonrojó un poco. —Bueno, iba a la tienda de toda la noche en
Seven Sisters Road a conseguir algo de comida porque no he comido en las
últimas semanas —admitió, y no quería arruinar esto de nuevo antes de que
siquiera hubiera comenzado, de la misma manera que lo había arruinado la
última vez—. Esto es sólo un hecho aislado. Ya he terminado con la limpieza de
desintoxicación, lo juro, pero también con la comida basura a horas extrañas,
porque no podemos salir de la cama. A excepción de este momento, porque
estoy pensando seriamente en cortar mi propia mano y saltear ligeramente mis
dedos en aceite de oliva extra virgen.
Max se quedó listo en el escalón por encima de ella con el ceño fruncido,
como si estuviera tratando de llegar a una decisión sobre algo. Probablemente,
que no quería estar con ella lo suficiente como para hacer frente a sus
restricciones dietarías nunca más. —Está bien, entonces. Si esa es la forma en
que lo quieres —dijo, como si estuviera llevando a cabo la decisión. Saltó por las
escaleras, tomó ventaja de Keith y se dirigió a la puerta, mientras que Neve se
quedó mirando con incredulidad.
No dolió algo menos su corazón roto por segunda vez. De hecho, dolía
más, y...
—¿Vienes o qué? —llamó Max, ya caminando por la calle—. Será mejor
que nos demos prisa o puede ser que hayan vendido ese pan repugnante que
es todas semillas y nada más.
Con una mano aferrada a su corazón, que había tenido más de
suficientes shocks en las últimas veinte y cuatro horas, Neve se apresuró a Max y
Keith.
—Eres una reina del drama —se quejó Max cuando se encontró con él—.
Nadie puede estar así de hambriento a menos que haya sobrevivido a un
accidente de avión y haya sido abandonado en una desolada cima de
montaña durante varios días y lo único que se interpone entre ellos y la muerte
fuera roer a uno de sus compañeros viajantes muertos.
Neve le dio un puñetazo en el brazo. —¿Es una broma? Si la tienda cierra
después de todo, espero que sacrifiques un par de dedos por la causa —dijo,
mientras deslizaba su mano en la suya.
FIN
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Página
Es una escritora inglesa. Asistió a la Universidad de Sussex.
Su carrera literaria comenzó en la revista de música,
Melody Maker. También ha contribuido en Elle, Seventeen,
The Guardian, Grazia, Red y Stella, entre otros
Entre sus libros para jovenes adultos están: Let's Get Lost,
Diary of a Crush, Pretty Things, Unsticky, Nine Uses For An Ex-
Boyfriend y Nobody's Girl.
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https://www.librosdelcielo.net
470
Página
STAFF
Traductoras:
Mery Panchys Luxero
Annabelle Munieca Lorena
Pixie gaby828 ƸӜƷYosbeƸӜƷ
♥...Luisa...♥ Maggiih Nortia
Violet_7 LizC Munieca
Vero Anna Banana Carlota
Mary Ann ♥ edith 1609
Correctoras:
Tamis 11 ★MoNt$3★ July
Maia8 Mery Juli_Arg
Mali..♥ liRose Multicolor Fangtasiia.
Chio Melii MaryJane♥
Panchys Sol SV LizC
Deydra Ann Vericity
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Diseño:
July