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Biblioteca Nacional del Ecuador "Eugenio Espejo" j
C:A PITULO T.
II.
Ill.
V.
VI.
Dijimos en el libro último que la5 ciudades de
Pasto y Buenaventura, y muy luego Popayán mis-
VII.
VIII
Sea de esto lo que fuere, d asunto no había,
:n·anzado un solo paso h;;~sta el mt's de Setiembre.
t-:n que se reunió el primer congreso constitucio-
nal del Ecuador, abriendo sus sesiones e) 20 con
la concurrencia de seis de los diputados del Cauca,
correspondientes á las pmvincias de Popayán,
Pasto y Buenaventura. '
La materia de que venimos tl'atando ocupó
·sus primeras atenciones, y el 7 de Noviembre·
expidió el decreto cuya parte dispositiva dice así:
c(Ahículo 19 El departamento del Cauca queda
incorporado al Estado del Ecúador, entre tanto
que la convención general compuesta de diputa-
dos de todas las secciones de la república,· haga
definitivamente la demarcación.de dichas seccio-
l,les.-Articulo 2<? Se aprueban, corroboran y·r<l-
tifican tanto el .decreto ejec.utivo • admitiendo la
IX.
Habíase reunido el primer Congreso consti-
tucional, como antes indicamos. U na gran corrida
de toros, paseos, banquetes, bailes, cuantas di ver-
ciones, en fin podía brindar el Gobierno; todo, se
había preparado y ejecutado en festejo de su ins-
talación, y el Ecuador, á juzgarse por tantos re-
creos,. se presentaba como· rebosando de sosiego
y dichas. Los periódicos, y mucho más el oficial,
pi11Laban la unión, la concordia y el contento de
los pueblos como resultados de la prudente go-
bernación que los rejía, y nacionales y extratijeros
estaban á punto de pregonar la prosperidad y
VC'nlura del nuevo Estado.
Casi dP. seguida, sin embargo, los papeles pú-
blicos fueron desmentidos. y deseng-añada la opi-
niún por el mensaje del Presidente. en qtw hizo
ver que, lejos de hallarse la nación con tan brillante
perspectiva, sólo se habían dejado palpar los riesgos
de su independencia, la desmoralización y el por
demás angustioso estado de lá hacienda nacional.
El Presidente del Estado dió cuenta de la insur-,
rección de Urdarieta; sus movimientos y resulta-
dos, de la defección de los dos escuadrones de
(r'rmzaderos, de la paralización del orden y pro-
gTeso gubernativos, y de la destrucción del ediji-
úo de fas leyes, por haberse convertido el tcn·ito-
rio en zm piélago de crímenes. Por un mensaje se-
parado, manifestó con claridad y desenfado que
X.
XI.
I.
Había dado ya fin el at'\o de 1831, y la desa-
gradable contienda entre el sur y centro de Co-
loJnbia, con motivo del Cauca, se conservaba to-
da vía en su sér al entrar en el de r 8 3 2, cuando el 10
de Enero de éste se insurreccionó en Popayán el
General José H ilario López, que hada de Coman-
dante general de ese departamento. Extraño, y .
por demás, parecerá que quién, al .incorporarse
el Cauca al Ecuador, había dado á luz una pro-
clama protestando sostener la constitucióN y leyes
del Ecuador, y luego combatido en noinbre de
este Gobierno como su auxiliar con las tropas 9e
II.
La proclamación de Popayán, que parecía
quitar toda esperanza de un paradero amigable
y concluyen~e, no desalentó á Palacios Urquijo,
nuestro encargado de negocios, y todavía tentó
los medios de un avenimiento formal, aprove-
chándose ele l<l autorización que la Convención gra-
nadina dió al Poder ejecutivo para que entablase
negociaciones con r:licho agente. Por desgracia,
los empeños del gobierno del centro ponían la
cuestión fuera de Io que era objeto de la misma
cuestión, y no pudo obtenerse arreglo ninguno.
El señor Pereira, Ministro de lo Interior y justi ·
cía, propuso, entre otros artículos de interés s~~
cundario para entonces, que Nueva Granada re-
conociese la independencia del Éstado del 1 ~;ur,
compuesto de los departamentos del Ecuador,
Guayaquil y Azuay, según los límites que tenían
en I8Jo, fijados por la ley del año de 1824' qu~
III.
V.
VL
VII.
VIII.
IX.
X.
El General Flores que había sostenido en
auge todo sti prestigio hasta fines de 1 83 r, prin-
cipió á perderlo desde el año siguiente. Aunque
todavía contemplativa y sorda, aunque desconcer-
tada y vaga, la oposición empezaba ya á dejarse
advertir, y á fi~es de 1832 era por demás palpa-
ble el descontento de la mayoría de los goberna-
dos. Era de nuestro deber in?agar con cuidado
y rastrear escrupulosamente el origen y causas de
esa lucha tenáz, larga y sangrienta que sostuvo
el Ecuador contra los sucesivos gobiernos de
aquel General, y vamos á exponerlas sin odio ni
afección, ni otro interés que el de sacar en limpio
la verdad. Los amigos de Flores tanto como sus
enemigos, exagerando los· hechos y comentando
sus acciones con la lógica del interés de partido,
se han empeñado y empeñan todavía en elevarle
ó abatirle á su capricho, hasta desfigurarle de tal
modo que la posteridad andaría fluctuante ~n sus
juicios si, participando también nosotros de los
calores de un tiempo que ya pasó, tomáramos
apasionadamente el pincel de los unos ó la brocha
de los otros.
Apuntamos yá
en otro librq algunos rasgos
de su físico, y otros de sus prendas y achaques,
XI.
JI.
III.
V.
VI.
Tal era el estado de zozobra y enconos de
los partidos cuando se. reunió el Congreso cons-
titucional de 1 833 el IO de Setiembre. El men-
saje que le pasó el Presidente es de cuatro
renglones, y hay dos conceptos que llaman la
atención para apreciar ;por sus cabales la conduc-
ta de este magistrado: ((La tranquilidad, dijo reina
en el .Estado á . despecho de los esfuerzos para
lurbarla. de algunos espíritus inquietos.-En el
desasosiego que estós han causado, el Gobierno
ha ofrecido un ejemplo de tolerancia, de amor á
b libertacf. y de respeto á la. ley. » .
Como se ve, el Estado gozaba de paz hasta
VII.
VIII.
X.
La revolución ele Guayaquil, entre tanto, iba
t;1mbién ele vencida por cuantos puntos asomaba
su cabeza. El coronel Otamendi, puesto con un
es,:uadrón á la vangtL>.rclia de las tropas que el
General Flores encaminaba, llegó á Sabanera el
:!O de Octubn~. Supo allí que el coronel Oses, el
comandante Pdí y el joven Ascásubi habían toca-
do en Babahoyo con ciento y pico de hombres,
destacados ele Guayaquil p'ara dar ensanche á la
revolución, y ponit'~nclose en camino llegó de once
~~ doce ele la noche, lo~ sorprendió, lanceó seis,
dispersó á otros y se tomó cinco prisioneros. El
seiior Ascásubi, unn ele estos clesgraciaclos, ftl('
puesto en capilla para r¡ue sea pasado por las ar--
:;urs como traidm.. , dice el oficio q1re pasó Otamcn-
di al General en Jefe con f<:cha 2 1; pero afor-
tzmadm;zcttü: se empeíiaro:z alxunos Slt/tetos respeta-
ófes, mm>ros d(?! Gohier;w, por lo que /uve que
sztspmdcr la capilla, .Y se halla bajo la jian:::a del
seiior coronel Sucre !tasia !a resolució1l de mJ Go-
bierno. Según es fama, parcct. que la esposa ele
Otamendi, más que todos, unió sus ruegos á las
súplicas de Sucre, y que ese joven debió princi-
p<tlmente á ella la salvación ele la vida.
_Días despu(~s. el coronel Hernández derrotó
en Nausa una partirla que capitaneaba el revolu-
cionario comandante Agustín f<'ranco. El mismo
Hcrnández sostuvo el 1. 0 de Noviembre contra
el coronel W right, capitán de las fuerzas sutiles
XI.
XII.
n.
Aunque la Colombia se había movido de su
fondeadero y present{lc\ose á la vista de Guaya-
quil á últimos de Diciembre del año anterior, el
paseo se redujd, á lo más, á sacar víveres de las
haciendas inmediatas; y aunque la goleta Itsmeña
logró 1levar al cabo una sorpresa que proyectó
en el Morro, á principios de Enero, no tuvo tam-
poco este suceso consecuencias de bulto, en cuanto
á b. guerra por mayor, diremos así: Tres ó cuatros
muertos, y cinco ó seis heridos en un encuentro;
espías y no espías que se fusilan, un asesinato en
tal día, otro en otro, aquí el incendio de dos ó
cuatro casuchas, allí algunos salteamientos, más
allá una tarquinada; son, á los ojos de los desa-
piadados gucrrcadores, achaques livianos que no
merecen traerse á cuento, ni siquiera referirse en
los boletines de una campaña, cuanto más. dete-
nerse en sus poTtnenores.
No así cuando la fragata asomó de nuevo el
r8 del citado Enero por la noche, convoyando las
fiJerzas sutiles; pues entonces se dirigieron estas
á las Peñas. y desembarcando las tropas á órde-
nes del comandante Agustín Franco, combatieron
á vuelta de una hora. y combatieron con ventajas,
matando ó hiriendo á unos cuantos, y aun lleván-
dose algunos prisioneros. No pud¡eron, eso sí
. J2
III.
IV
cfoLos emigrados á Nueva Granada, con motivo
del destierro de los patriotas á causa del suceso del
19 de: Octubre y las persecuciones posteriores, alen-
tados con las ventajas obtenidas por la revoluciór.
de Guayaquil, con la ·cual llegaron á conformarse
VI.
Las fuerzas de la Colombia que instintiva, pero
acertadamente, habíél.n adivinado que la prisión
del sei'ior. Rocafuerte era resultado de la traición
de Mena, se hicieron justicia por si mismas, y depo-
niéndole del 'mando, le arrojaron á las playas de
Tumbes. Extraño, y por demás, si es que el coro-
nel Subero, que hacía de segundo capitán del ejér-
cito, y cómplice ó correo de los criminales proyec-
tos ele Mena para irse con la fragata á piratear en
otros mares; fuese ahora también el cómplice, si
no el autor, ele la deposición y destierro de Mena.
La humanidad, en medio de sus flaquezas y que-
brantos, brota en oportuno tiempo un malvado
para castigo ele otro malvado, y sabe así, á las ve--
ces, hacerse también justicia por sí misma.
Subero participó sobre la marcha este suceso
á Roeafuerte. diciéndole además que el ejército, á
una voz, solicitaba la presencia de él, puesto que
le había proclamado como á única y legítima auto-
ridad; y protestando que nunca le había sido in-
fiel, añade el juramento de que sabría sostenerle.
El oficio ele Subero termina con estas frases:
29
VII.
IX
X.
El Gobien;o de Guayaquil, regido por la
autoridad de un hombre de la altivez del señor
Rocafuerte, y bajo la influencia de un Capitán co-
mo el General Flores, que no admitía competen-
XI.
./
!.
( *) "Por tnnto, orco quo al fiu será preciso dar una ba-
talla contra dos mil hombres, entre hnono; y malos, qne ten ...
drá ol enemigo, con mil que tenemos nosotros.'' Carta del Gc·
ner:\1 Flores al señor Rocafnerte, de 17 de Ji~nero dll 1835.
IIL
0tl t1at.•'• l11~go dt> llevnr ,.¡ enho la comi~i<'>n qnc ~e J,abía nom-
h;arlo ITr•~a del Gohiprnn do la N neva Granadu, p!il'l.\ qne In
<ll't'&<Jntl' el .!(><!reto rlo inllorporación del Eeua.!or, y Fe o!.Hervó·
~.oor alg-nno~ ~.-ilon~:-, r¡ne tlchía. aprovechart-e de e¡;ta O!JOltuni-
.latl, y fatadt11r 1Í dicb,,s ~t>iimf'>l romi~ionarlos á que t.t~mltién
~<' enl.itmdl-lu cou el Gobierno de Veut>zr·ela ó C(•n ~~~ Mini~tro
~'lenipott>nciflrio re~illente (•n Bogot:í, sohre todas hn; merlidas
¡;~>neemit>11teG al bnen éxito de su misio'111; y en <'USO de no to-
:wr luc·ar la ngrt>gaeión, qncdeu pluuamento autorizados para
oiltl'lodt••sc eou rliebv Gohieml! 1 ajustu•· y concluir 1111 nor1venio
.; tratndo di' fliOII·cci•ín, rmp<'iia••do al pf~cto lus renta¡: púhli-
o•¡¡¡J y cJ Cl édito l'l:lt\Íonal pUI'I-1 Ja indemnización do totlo1-1 Jos
costos qnt> >:4-' t>mpu,ndun t•u lihertnr 111 Ecnad01; y J.at.iéndo¡¡e
tlilntid:ulo haf'llnll«'lllent¡; la rn!lteria, su pnso cu votación, j
· ~sult.ú 1-ipJ·oh¡¡¡Ja. 1\lás cu el misrJII.> acto cxpu¡.;icron los llH.
Saá y llnJn•ro la iuoapacidurl en r¡ue Fe ballukm de rlcst>mpe-
¡¡ar la cond~i6n con t¡ne ~e les hahia honrado, ú. pl'sar de sua
ardiente!' f!pseos, por la ahsolnt.n falta de recmso en que se en-
coutrHionll para v~>rific11r tHU dilut.udo vinje, cuyo obstáculo no
,Jodia i:'n¡wrar~:~e,pues el Goloíeruo lliÍtirno en razón lleno dispo-
~•e¡· en lol:1 }lt:luales circunstancias de ninguna de sus rentas, y
:whro totlo lns notorius {mformetla,Jes que 11mhos S!lñores pade-
eíau, emn motivo¡;¡ hien calificados y porlerosos, por los qne
<>i!peml>an qn~< la Uon\'ónción los exonr.rase de su cargo.
Huhiénrlnflc estimado vor justo¡¡, se proced)ó al nombra-
•uit>nl.o de Jo¡; t;eñores que duhían reemplazarlo~, y en lugar
<ÍI:'I rr. Borrero Tflf:lnltó cleuto el H. José .Ta.vier do
IV.
V.
.·<?,
--\;/ La Convención de Ambato se instaló el 22
d~Junio con treinta y nueve miembros presentes
de los cuarenta y cinco de que se componía, á
quince por cada uno de los tres departamentos.
Presídela Olmedo, el hombre ele la reputación
más ei1cumbrada del Ecuador por su fama lite-
raria y antecedentes, y pronuncia un discurso ati-
nado, resumen breve de las dificultades que ha-
bía presentado la experiencia como estorbos de,
cuenta al constituit· un pueblo en soberano, y de
Jos trabajos insustanciales de los Congresos: "Pa-
ra que·este día deje gratos recuerdos dijo, es
preciso que nuetros trabajos llenen los votos y
esperanzas de los pueblos.,, ¿Cómo podremos
·- 283-
Vl.
VIL
VIII.
JL
IV.
GEMINAM PYRAMIDEM
?v[O~U~IJ.:NTUM DOCTRINE Sl~IU!.T ET GRANDE APJUMENTU•i
V.
VII.
VÜI.
IX.
Xl.
l.
II.
JlL
IV.
V.
VI.
VII.
Cuando ya se
h~bían calmado las agitaciones
excitadas por la disolución del Congreso, llegó á
Quito la noticia, muy abultada por cierto, ele las
ventajas que el General Obando, reforzado como
por encanto, había obtenido por el Cauca. La
causa del Gobierno de Nueva Granada, ya para
entonces, tenía que mirársela como propia del
Ecuador, y con tal motivo el General Flores,
después de obtenida la concesión de facultades ex-
traordinarias que recabó del Consejo de Gobierno,
partió de nuevo para Pasto. El Vice-Presidente A-
guirre, encargado del Poder Ejecutivo, dictó con
49
IL
La guerra que nuestro ejército sostenía en
la provincia de Pasto ,no era de aquellas que po·
111.
IV.
l.
IL
lll.
lV.
n.
111.
IV.
v.
Si tantas de las extravagancias de la Conven-
ción pasaron tolerándose y olvidándose de grado
en grado, un acto de los suyos, por demás ino-
cente y arreglado á los buenos principios ·econó~
micos, vino á germinar graves inquietudes y algu-
nas desgracias que deplorar. Hablamos de la ley
de 5 de Junio sobre una contribución general de
tres pesos cuatro reales que debían pagar todos
los varones, desde 1~ edad de veinte y tres años has-
ta la de cincuenta y cinco, con exclusión de los in-
dios y de los esclavos; y hablamos también del
consiguiente decreto reglamentario qüe expidió el
Presidente para la ejecución. La convención y
el Gobierno juntamente habían previsto los disgus-
tos que ocasionarían, y los resultados que eran
de temerse, y la primera autorizó al segundo para
que pudiese suspender la ley tan luego como en-
contrase dificultades para llevarla á ejecución.
Efectivamente, difundida en la provincia de
Imbabura la expedición de esos decretos, asoma-
ron primero rumores alarmantes de una próxima
convulsión. Creyóse al principio que el descon-
VL
VIL
VIII.
X.
XL
XII.
X J.! l.
XIV.
XV.
--··-··--····-~-··•···---
~g Hll:SO. 1~30.
2{, i¡l!IPra. quería.
Ji) t'nJ;JJlado, emanaron.
1 :~ ;Í su. en su.
1l pardos. pal'lidos.
~~~ al c.• bo. á c¡¡bo.
!1 ('ilpÍ!atln!ra. C.:l¡iilan de otra.
;) ~a. Yo? Yo.·
12 2:~ l,, M. S.M.
í1 :~2 v•·c no~. veucidos.
;¡ :19 MaJIIH.•J M. Mal:~.. Matheu.
!)
.V 4, !i y G Siwul Vn1Ce11tiu'.J H.e·
puhllob,, Sianul Rcípublica
Cor>jrwdus Temple. Conjunctis 'rempl·
10 ;)() 1870. 1807.
lü 14 1<1 ljiiC Vr. 411C la de.
!l :3~ no haber. de no haher.
i1 1.5 dr. lucirnda. d~ las hacienda:;,
13 14 i:tquierda. ·tleredta.
i4 1,') OO!'('ChQl. izquif.!l'da.
>.O 19 !wbi··r;•. hubieran.
~¡¡ ~¡;{ Ú VI(;!OI'!ll, á !a victoríu.
JO 12 IJ;¡hla. 110 habla.
20 !'' OVilrcia l'Jc hiBeh;~. provmcia de Pin;
chir.(!ha.
coeuaJz ún á di9·
p(;rsar.
cm.~p!iria.