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3. IDIOSINCRASIA DE LOS CONVERSOS QUE LLEGARON A ANTIOQUIA 3.1 Aclaracién previa. Aqui no Hegaron judios, sino con- versos Lo mis probable es que aqui no lleg6 en la Colonia ningin judio como tal, de los expulsados por los Reyes Catélicos en 1492, afio de la reconquista espafiola y el descubri- miento de América. Cuando Fer- nando ¢ Isabel, en un acto sober- bio y totalmente impolitico, decre- taron Ia expulsién de moros y ju- dios, (Espana perdié millones de sabditos y mucho més de dinero), les ofrecieron una alternativa: los que se convirtieran al catolicismo podfan permanecer. Los judfos ri- cos no abdicaron de su fe, sino que se fueron con sus inmensos tesoros alos Paises Bajos, Alemania, Ingla- terra, Francia. Los pobres, que eran mayoria, no podian emigrar. Tuvie- ron que plegarse a una conversién, as{ fuera aparente. Abrazaban ex- ternamente el catolicismo, pero en su fuero interno y en sus hogares seguian fieles al judaismo. Con todo, no s6lo no dejaban de ser per- seguidos por la Corona yla Inquisi- cién, sino que hasta lo eran mucho més que si hubieran permanecido fieles a su religion. A toda América se dirigié un gran numero y, de ellos, muchos Ilegaron a Antioquia, aun- que el namero de “cristianos vie~ jos”, leales a la Iglesia ya la Coro- na, o mejor a la inversa, fue mucho mayor. Es que la Corona queria ver a América poblada de los que esti- maba como sus mejores hijos. 3.2 Judios y conversos en Es- pafia Es preciso, primero, conocer quiénes eran los judios conversos que vinieron a Antioquia. Para ha- cerlo es necesario remontarnos mucho mis atrds hasta la llegada de los primeros judfos a Espafia an- tes de la era cristiana. Parece ser que desde el siglo tercero antes de Cris- to habjan emigrado allf los prime- ros grupos. Campo y Rivas piensa que algunos de ellos ilegaron direc- tamente de Egipto, mucho antes. Con la destruccién de Jerusalén por 51 Elalma recéndita del pueblo antioqueiio Tito en el ano 70 D. C. y la consi- guiente didspora, fueron atin més numerosos los que llegaron y se re- sidenciaron en toda la peninsula. Es que esta fue desde muy antiguo destino favorito para multitud de pueblos, y de manera especial, del Imperio Romano que la convirtié muy pronto en floreciente provin- cia. Allf aplicé sus leyes, que siem- pre fueron muy severas contra los judios, pues temian su fanatismo religioso, originado en la creencia de ser el pueblo escogido al que se deberian someter todos los demas. Uno de los medios mis eficaces que disefié Roma para evitar su in- flujo, aplicado desde entonces sin modificacion por Espaiia y casi toda Europa hasta época reciente, fue negarles la posibilidad de ser duefios de tierras, de establecer- se en un lugar determinado, de construir una morada permanente. Tal vez sea este el origen de la le- yenda del “judio errante”, un ser sin hogar, sin tierra, sin patria, que siempre tiene que estar huyendo a un nuevo territorio en busca de un pedazo de tierra donde asentar su morada. A esa prohibicién funda- mental, se juntaban otras dos com- plementarias: no podian construir sinagogas, ni ser duefios de escla- vos. As{ quedarian cada vez mas acorralados en los llamados guetos 0 juderias, pequefios enclaves en las afueras de las ciudades y de gran pobreza las mas de las veces, en los cuales tenfan que vivir bajo el te- mor de un ataque sorpresivo, hasta por los motivos mis baladies.5* Esa sensacién de apatridas, de desterrados, de extranjeros aun en la tierra en la que habfan nacido y vivido por generaciones y genera- ciones, fue induciéndolos a buscar un medio diferente de afirmacién, que les granjeara aprecio y los hi- ciera inmunes a nuevos ataques, de- portaciones y masacres. La patria, la tierra y el albergue que no po- dian tener por derecho de naci- miento, los tenfan que conseguir comprindoselos a los poderosos, para lo cual requerian dinero en abundancia. De ahi el espiritu mer- cantil que fueron desarrollando como una segunda naturaleza y en el que no habia limites ni restric- ciones morales de ninguna especie. El engafio, la usura, la estafa, el contrabando, cualquier medio de enriquecerse era legitimo, pues era la Gnica manera de conquistar un “espacio vital”, de formar un hogar. Se podria decir que el dinero vino a ser asf su tinica y definitiva patria. Sus propios Libros Sagrados les servian de amparo. Cuando Yahvé les prohfbe poner el dinero a interés y, mucho mis, la usura, es s6lo para con sus hermanos de raza. Nada raro que a los extranjeros les cobraran en ¢x- ceso, para resarcirse de lo que no les podfan cobrar a sus correligionarios. 53 Off, London de Franco, Lucta, El viaje de mis Genes, p 89 52 Fabio Villegas Botero En Espaiia, los judfos se multi- plicaron y enriquecieron sobrema- nera. Pero siempre se les temia, por- que siempre podfan ser una ame- naza para los reinos cristianos, ya que podian llevar sus riquezas al ene- migo, a los moros, lo que sucedié més de una vez. Hoy podian estar de parte de la reconquista, mafiana de los moros. Claro que la ambi- cidn de riqueza de los nobles y prin- cipes, por més cristianos viejos que fueran, hacfa que muchos se enla- zaran en matrimonio con judfos ri- cos, dandoles as{ una estabilidad que, de otra manera, nunca podrfan alcanzar. Toda la nobleza de Espa- fia est infestada de sangre judia. Con todo, los judfos que renegaban de su fe y abandonaban sus costum- bres seguian siendo tildados de “conversos”, tan odiados o més que los que conservaban su fe y sus cos- tumbres. Es interesante penetrar en uno de los nombres con que los tildaban con frecuencia, el de “marranos”. El diccionario de la Academia da una etimologia érabe “maharram”. algo vedado, prohibido. Otros di- cen que viene de la invocacién “Ma- ran ata, Ven Sefior”, con la cual ter- mina el Apocalipsis, que los conver- sos repetfan con frecuencia. Pero el origen no es lo més importante. Lo que en definitiva hizo que ese ape- lativo designara a los conversos es el hecho de que éstos, al tener que aparentar ser catdlicos, se excedfan en dar demostraciones externas de rechazo a las exigencias de su fe ju- dia comiendo cerdo en abundancia y aun de manera Ilamativa. Habja algunas exigencias legales, que ellos podan camuflar facilmen- te, pero otras eran tan riesgosas que no pudieron menos de abandonar- las totalmente, como la circun sién, que dejaron desde un princi- pio; otras las conservaron en secre- t0, como los ritos de purificacién y limpieza, que se daban generalmen- te en la intimidad del hogar o po- dian asemejarse a otros de los cris- tianos viejos, y la lectura de la Tora que generalmente se hacia en pri- vado. Si el pueblo espafiol hubiera sido el més trabajador del mundo, la observancia del descanso sabati- co, tan estricta en las leyes judfas, les hubiera sido bien dificil de ocul- tar. Lo que sf era casi imposible es- conder era lo que compraran 0 de- jaran de comprar en el mercado pit- blico para su alimentacién, por lo notorio ante el resto de la pobla- cin, ante los cristianos viejos, ante las autoridades y, mucho més, ante la Inquisicién 0 cualquier tipo de frailes, en especial, los dominicos. El cerdo ha sido uno de los ali- mentos favoritos del pueblo espa- fol (jamones, tocinos, etc.) pero es uno de los animales impuros de los que se deben abstener los judfos, segiin la Tora. Si los conversos re- husaban de modo permanente 4 Levitico, c. 11 y Deuteronomio c. 14 53 Elalma recéndita del pueblo antioquetio comprar cerdo, era como si hicie- ran ptiblica confesién de su fe ju- dfa. Por tal raz6n, para aparentar catolicismo, no sélo lo comfan, sino que lo hacian en exceso, y del modo mis Ilamativo posible. Esto, en vez de ocultarlos, los delataba mds. Lo que querfan encubrir se convirtié en signo manifiesto de pertenencia a su antigua religion. De ahf que los tildaran de “marranos”, conversos, tornadizos, cristianos nuevos, falsos cristianos, cat6licos por fuera, pero judios por dentro, y siguicran sien- do perseguidos. Pero no dejaron de comerlo y en abundancia. En el largo transcurso de 1.500 afos 0 més, tuvieron épocas bue- nas y malas. Tal vez la de mayor esplendor fue en el sur, bajo los mu- sulmanes, durante los siglos X al XIII. En el norte, en cambio, fue- ron perseguidos més de una vez, es- pecialmente en los siglos XTIT y XIV, obligandolos a renunciar a su fe, so pena de perder posesiones y familia. En 1480 se funda la Inquisi- cién y, tras el triunfo definitive de los Reyes Catdlicos, Fernando e Isa- bel, sobre los moros en Granada, en 1492, se decreta su expulsion. Muchos se convirtieron para evitar salir, pero, atin asf, siguieron sien- do perseguidos. Por desgracia, al- gunos de los que renegaron se tor- naron en los mayores perseguido- res de sus hermanos; entre ellos Torquemada, el gran inquisidor, 55 Mesa Bernal, Daniel, O. c., p 134 54 que los atacé con sevicia, y Pablo de Santa Marfa, que Ileg6 a obis- po de Burgos, y se transformé, segiin Mesa Bernal, en “la figura siniestra del antisemitismo en Es- pafia”.55 3.3 Los conversos Ilegan a Antioquia Por una coincidencia asombro- sa, el afio del triunfo de los Reyes Catélicos sobre los moros y del de- creto de expulsién de los judfos, fue también el de la llegada de Colén. a América. Los conversos vieron alli, desde un principio, la posibili- dad de escapar a la persecucién que no se detenfa, pues dificilmente podjan ocultar su identidad. Duran- te los tres siglos de conquista y co- lonizacién, la persecucién a ellos, quizds més que a los judios ficles, fue implacable y constante. Por eso, cuantos pudieron, emigraron al Nuevo Mundo, aunque aqui siguie- ron siendo perseguidos, como en Espaita, hasta el final del poder es- pail y la Inquisicién. Se puede decir que Espafia perdié mas por la expulsién de los conversos que por la de los propios judios y, quizas, més que por la emigracién de sus cristianos viejos. Es que si los con- versos no eran ricos, sf tenfan gran capacidad de trabajo y de creacién de riqueza. El poder de ese impe- io “en que no se ponia el sol” se agoté por tal causa mucho antes de Fabio Villegas Botero que se independizaran sus colonias americanas. Lo canta asi Jorge Isaacs: “La estirpe goda Que, al vencer a Boabdil, Lanzé de sus dominios la raza poderosa Que a Espajia hizo el emporio del mundo y su pensil, Hoy paga la insensata su delito De implacable crueldad”. * A Antioquia llegé un nimero considerable de judios conversos, segtin demostré el estudio genético de la Universidad de Antioquia, aunque ¢s dificil mostrar quiénes y cuando llegaron, pues no hay docu- mentos escritos que lo prueben, ya que la mayoria viajaban indocu- mentados. Claro que a Antioquia vino una cantidad atin mayor de cristianos viejos, pues estos, no s6lo no tenfan ninguna dificultad para viajar a América, sino que las auto- ridades de la Corona los estimula- ban a hacerlo, ya que querfan verla poblada con lo més granado de su pueblo: personas fieles a su fe y mu- cho mas a la Corona. En cambio, los conversos tenfan que salir su- brepticiamente “de polizones” ha- cia donde fuera, maxime al dirigir- se a América. Muchos conversos tu- vieron que huir de Espafia y Portu- gal, pues eran perseguidos, o sus ve- Cinos les hacian la vida imposible. Al salir, lo hicieron preferiblemen- te hacia nuestro continente. Al llegar aqui tenfan que clegir muy bien dénde radicarse para no seguir siendo perseguidos. Habfa dos puertos principales de acceso: Veracruz en Méjico y Cartagena en la Nueva Granada. Por Veracruz sa- Ia el torrente de plata de Zacatecas; por Cartagena, todo el oro de Sura- mérica y parte de la plata de Poto- si. La importancia de ésta para la Corona espafiola la muestran, aun hoy, sus enormes murallas y el colo- sal castillo de San Felipe, combina- do estratégicamente, en forma de triéngulo defensivo, con La Popa, los dos castillos de Bocachica y la muralla subacuatica de Bocagran- de. Ademés, desde muy temprano la Iglesia y la Corona establecieron alli un tribunal de la Inquisicién para impedir que judios y conver- sos pudieran manejar los inmensos tesoros que por ahi circulaban. Bien conocfan sus habilidades econémi- cas “no tan santas”. Los conversos que legaban no tenian mds remedio que abandonar a Cartagena de inmediato y dirigir- se a cualquier otra regidn del inte- rior de la Nueva Granada. Se les presentaban inicialmente dos opcio- nes principales: ir a la capital del Vi- rreinato, Santa Fe de Bogotd, don- de residian el Virrey, los oidores y demis oficiales, debidamente esco- gidos entre cristianos viejos; 0 se- guir hacia cl sur y radicarse en Popa- yan, donde desde un principio se conformé un nticleo de familias de 5¢ En Mesa Bernal, Daniel, O. c., p 204 55 Elalma recindita del pueblo antioqueno cierto abolengo, celosas de su san- gre, de sus inmensos latifundios y, sobre todo, de sus riquisimas minas de oro desde Pasto hasta el remoto Chocé; ademas, el Obispo, con su poder inquisitorial, el clero, y las di- versas érdenes religiosas vigilaban estrictamente la clase de personas que ingresaban. En ninguno de los dos sitios se les permitia la entrada. Otros sitios, como las monacales Tunja, Pamplona y Pasto, eran muy poco atractivos para los conversos. Quedaba una opcién cada vez mas conocida y més atractiva para ellos, Antioquia. Y, como dice el re- fran: “No hay pfcaro sin suerte”. Ahi, donde nadie los perseguiria, en- contraron oro en abundancia. No habja oficiales del reino, no habia un nicleo fuerte de cristianos vie- jos, no habfa obispo, ni Inquisicién, ni frailes, en especial dominicos, que los perturbaran. Podfan vivir re- lativamente tranquilos y acumular oro y riquezas. Muchos conversos, desde antes de partir de Espaiia, re- cibjan las noticias que les llegaban de Antioquia y venfan directamen- te a instalarse en ella. Los de aqui les brindaban albergue con su pro- verbial hospitalidad. Esto hizo que llegaran en buen nimero a todo lo largo de la Conquista y la Colonia. Entraban sin ningun documento que los pudiera acreditar ni delatar. Las cédulas de muchos, donde cons- ta su supuesta pureza de sangre, fueron adquiridas con posterioridad para poder ser propietarios de tie- rras y minas. Inicialmente vinieron sin esposas, a quienes s6lo traerfan més tarde, cuando hubieran construido un ho- gar donde albergarlas con honor. Se aparearon primero con las indias de forma ilegal, es decir, sin sacramen- to, aunque es notorio el caso de Julian Gutiérrez, uno de los hom- bres del cruel Pedrarias Davila, que se cas6 con la hermana de un Caci- que de Urabé y luego, en 1532, se convirtié en misionero laico de la region.” Segiin el Oidor Campo y Rivas, los hombres de Robledo tam- bién lo hicieron mediante el sacra- mento, pues “el mariscal sf oblig6 a casarse a sus soldados con las in- dias”.5* ‘A pesar de que Robledo en su segundo viaje que acabarfa en muerte, trajo a su esposa y otras damas acompanantes, estas se que- daron en San Sebastién de Urabd, de donde la primera viajé a Bogota tras enviudar, como lo haria tam- bién la mayor parte de su comiti- va, excepto dos de ellas que, se- giin Juan de Castellanos, se trasla- daron a la Ciudad Madre y alli se casaron y tuvieron hijos valerosos ¢ hijas bellas: 5 Gf: Mest, Carlos E., La ighesia y Antioquia, p 55 5* En Mesa Bernal, Daniel, O. c., p 171 8 Cfr. Aguilar Rodas, Rasil, La pasién del mariscal Jorge Robledo 56 Fabio Villegas Botero “Trajo consigo cdndidas doncellas, Deudas cercanas suyas principales. Y aqui tenemos hoy a las dos dellas, -Con el nombre de Caravajales-, Con hijos de valor i hijas bellas”.° De esas primeras uniones y mu- chas posteriores procede la gran mezcla de sangres, a la vez. que las familias profundamente cristianas de que se enorgullece el pueblo an- tioquefio. ‘Veamos algunos personajes de los cuales hay suficientes indicios de que cran conversos. Se cree que buena parte de los primeros con- quistadores que llegaron por Uraba loeran, en especial Ojeda y Rodrigo de Bastidas. Es casi innegable el ancestro converso de Pedrarias Da- vila, uno de los més crueles y pérfi- dos en la historia de la Conquista (llevé al patibulo a Vasco Niifiez de Balboa.) Con él llegaron numero- sos conversos, entre ellos Fray An- tonio de Montesinos, cura del Da- rién, al igual que el cronista Gon- zalo Fernandez de Oviedo, varios encomenderos y hasta un cirujano, Enrique, “recién convertido de ju- dio”. También parece que lo eran Pedro de Heredia y su hermano Alonso, fundador de San Sebastidn de Buenavista, Tohi y Mompox. Igualmente varios de los que llega- ron por el sur. Parece que lo era el Mariscal Jorge Robledo,* que ve- * En Mesa Bernal, Daniel, O. 6 p 198 * Gf Aguilar Rodas, Rasil, O. c., p 186 nia con el Gobernador Sebastian de Belalcdzar, también converso, y fundador de Quito, Pasto, Popayn y Cali, por quien Ilegé una buena cantidad de cerdos a Antioquia, trai- dos del Peri. Muchos acompafian- tes de uno y otro eran conversos, entre ellos, Gaspar de Rodas, mo- delador de Santa Fe de Antioquia y del futuro Departamento en su go- bernacién de medio siglo. También se cree que lo era Francisco Martinez de Ospina, fundador de Remedios. Es curioso que muchos conver- sos trataran de borrar su origen su- primiendo uno de los apellidos que los podian delatar. Los Ospina, el Martinez, los Restrepo, el Lépez, los Zea, el Rodriguez, los Salazar, el Gémez, y asi muchisimos mds. Otros tomaban el apellido de la ma- dre o de otro pariente que oliera me- nos a converso. Gustavo Patifio Du- que en su interesante obra inédita Ascendiente judio del pueblo antio- queno hace curiosas observaciones sobre multitud de apellidos consi- derados vascos, pero que, con fre- cuencia, eran utilizados por los con- versos para camuflarse. Ademis, segtin él, muchos de los apellidos que Gabriel Arango Mejia, el Dr. Emilio Robledo y Don Marco Fidel Suez catalogan como vascos, en casi el 50% eran frecuentemente adoptados por los sefarditas. Que s6lo fueran de éstos, no se puede afirmar, pero sf, que buena parte lo 52. Elalma recondita del pueblo antioqueno eran. Y de 179 apellidos que Emi- lio Robledo da como procedentes de otras regiones de Espajia, como si fueran de cristianos viejos, el 47,5% eran también utilizados frecuente- mente por los judfos conversos. Al principio, el entrar como sol- dados al mando de adelantados, conquistadores y gobernadores fue suardid socorrido. Asi lo hizo gran parte de los hombres de Pedrarias Davila, Heredia, César, Robledo y tantos conquistadores mds. Muchos de los que arribaron por Urabé de 1501 a 1537, y de los que llegaron por el sur desde el Pert con Roble- do, por el norte desde Cartagena y Mompox, y por el centro desde Bo- gota, Mariquita y Honda eran con- versos, que hufan de ser persegui- dos. Aunque en tiempos de Fernan- do ¢ Isabel fueron muy duras las leyes contra los conversos, consta que su sucesor, el Emperador Car- los V, las relajé bastante, ya que él mismo llev6 de Alemania a Espafa muchos judios a los que debia in- mensos favores (onerosos présta- mos) para su lucha contra los pro- testantes. Sus sucesores, Felipe II y Felipe IIL, también fueron compla- cientes en parte. Eduardo Zuleta afirma que “durante el reinado de Carlos V los estatutos de limpieza de sangre fueron aplicados con cier- ta moderacién. En tiempos de Fe- lipe II se admitié la oportunidad de una reforma para reducir el campo de informacién (de la pureza de © En Mesa Bernal, O.c, p 214 58 sangre) a cien afios(...) y en el rei- nado siguiente (Felipe II) se dis- cutié de nuevo la necesidad de li- mitar por una ley las exclusiones pronunciadas por los estatutos”.* Mesa Bernal destaca un caso es- pecial. A mediados del siglo XVI (bajo Felipe II) llegé clandestina- mente a la Nueva Granada un nu- mero grande de personas, a quie- nes denominaron “forajidos” como si fueran facinerosos, vagabundos, malhechores, gente perdida, baldia ¢ indeseable. En realidad, se trataba de un grupo de conversos, sin tierra y sin trabajo (desempleados, diria- mos hoy), por lo cual, y no por ha- ber cometido crimenes, los tildaban de tales. La leyenda de que a Antioquia llegé una multitud de forajidos no es sino un malentendi- do por la forma en que los cristia- nos viejos y las autoridades del Nue- vo Reino de Granada los trataron, en especial el Oidor Tomds Lépez y el Presidente Venero de Leiva, que goberné a partir de 1563. Este ultimo, al llegar a la Nueva Grana- da, encontré, segiin dijo, una “su- perpoblacién”. Se trataba de un buen mimero de “portugueses y gi- tanos”, es decir, judios conversos, a quienes traté de expulsar. Muchos se refugiaron en Antioquia. Para el afio 1621, final del reina~ do de Felipe II, ya se habfan fun- dado algunas citdades y pueblos importantes, como Santa Fe de An- Fabio Villegas Botero tioquia, Arma y Caramanta, ademas de Remedios, Ciceres, Zaragoza y San Juan de Rodas en la riquisima zona minera que se extendia por to- do el bajo Cauca hasta Guamocd. También algunos poblados de in- dios: Buriticé, Sabanalarga, Sope- trdn y San Jeronimo. Ya habia tam- bién una abundante poblacién en el Valle de Aburrd, aunque no ha- bia atin ningiin pueblo de espaito- les; sdlo existia el Poblado de San Lorenzo para los indios, fundado en 1616. En 1675 se erige la Villa de Nuestra Sefiora de la Candelaria de ‘Medellin, que pronto tendré un de- sarrollo muy notable. Un siglo mds tarde, al final de la Colonia, mu- chos miembros de la élite, de los que da cuenta Ann Twinam, debfan ser conversos, si juzgamos por sus apellidos: Alvarez, Velésquez, Co- rrea, Mesa, Montoya, Restrepo, Ca- Ile, Gutiérrez, Pérez de Rivero, Pie- drahita, Saldartiaga, Sierra, Vélez, Betancur, Cérdoba, Molina, Tama- yo, Vasquez, Yepes, Diaz, Gonzd- ez, Moreno. Segtin ella: “casi la mitad de las familias localizadas en Medellin, 94 de 206, que aparecen en la obra de Gabriel Arango Mejfa Genealogias de Antioquia y Caldas en que analiza un total de 400 ape- llidos, Hegaron entre 1650 y 1750”. Es que en esos 100 afios y de modo especial, en la primera mitad del siglo XVIII, se dio un no- * Of: Tivinam, Ann, O. c., p. 220-221 0.0976 table flujo de conversos a Antio- quia, debido a que los Reyes Borbo- nes fueron mis liberales que los Habsburgos. Claro que también lle- gé un buen nimero de vascos, en especial a Marinilla. 3.4 Los conversos crecieron y se desarrollaron en Antioquia de modo diferente al resto del Continente Podemos concluir que el nime- ro de conversos que llegé a Antio- quia fue grande, aunque, quizés, no mayor que a otras regiones de Sura- mérica, como Chile y Argentina, entre otras. Lo que si es incuestio- nable es que aqui se multiplicaron sobremanera. Adicionalmente, el hecho de permanecer casi totalmen- te aislados durante varios siglos les permitié desarrollarse de un modo muy diferente a los de las demés re- giones ¢ imponer su cultura, de la cual, la cria y el consumo del cerdo son sdlo un aspecto, pero suficien- temente llamativo como para desta- carlo, porque también, debido a él, se los ha tratado con el apelativo de “marranos”, nombres que ya habfan recibido en Espafia sus antecesores. En efecto. Desde antiguo, en An- tioguia el cerdo forma parte funda- mental de la cultura, la economia y la culinaria. Su consumo es indis- pensable en la alimentacién, aun- que con caracteristicas muy diferen- 59 Elalma recéndita del pueblo antioqueio tes al resto de Colombia y Latinoa- mérica. Los chicharrones de innu- merables patas acompafian la ban- deja paisa y multitud de comidas tipicas. Los chorizos cuelgan en sar- tas en cocinas, fondas, tiendas y res- taurantes. Los frisoles, alimento pre- ferido de los judios, son comple- mentados con costilla, pezufia, ore- ja 0 cola de marrano. Una de las exquisiteces es la morcilla que, a la tripa del cerdo le aftade lo més con- trario a las normas dietéticas judas, Ja sangre de cualquier animal, mu- cho més la del cerdo. En economia, la imagen del cer- do se utilizaba hasta hace poco para inculcarle a los niftos, sobre todo varones, el sentido del ahorro. Una alcancia de barro en forma de ma- rrano estaba siempre al lado de la cama del nifio para que ahf fuera depositando las monedas que aho- traba. Pero no se trata solo del sim- bolo. Sobre el animal de carne y hueso se puede decir que, en cada casa campesina, como en la China, habia siempre uno 0 varios cerdos en proceso de engorde. (En chino, el kanji “casa” se representa con un marrano bajo un techo) Tirofijo, de ascendencia paisa, al inicio de las conversaciones de paz en San Vicente del Cagudn, el 7 de enero de 1999, entre las quejas contra el Estado ponfa el que en Marquetalia el ejército les habia robado a las FARC unos cuantos cerdos, y que otro tanto les hizo mds tarde en La Uribe. El cerdo, ademas, “recicla- ba” gran parte de los desechos 60 biodegradables de la cocina que se depositaban en una batea 0 canoa, la famosa “aguamasa”. (iLastima que la vida urbana no permita tener un reciclador tan maravilloso al pie de la casa 0 apartamento, y haya que transportar los desechos, con altisi- mos costos, a rellenos sanitarios dis- tantes!) Con todo, lo més asombroso fue la utilizacién del cerdo para la gran epopeya antioquefia, la coloniza- cidn de inmensas regiones. Peque- fos grupos de familias penetraban en la selva para abrir tierras de la- bor y potreros. Luego fundaban sus poblados. Gregorio Gutiérrez Gon- zAlez, en su Memoria sobre el culti- vo del matz, describe hermosamen- te lo que es “la roza”. Primero se tumban los érboles y, luego, una vez secos, se prende fuego a todo: tron- cos, ramas, hojas, rastrojo. Cuando el suelo queda cubierto de ceniza y empiezan las Iluvias, se siembra el maiz, uno de los mayores dones del Creador a nuestra América, y susti- tuto casi completo del trigo, la ce- bada y el arroz del viejo mundo, La primera cosecha es generosa y abundante, un renacer de entre las cenizas. (Qué hacer con tal canti- dad de maiz? No habfa caminos ni bestias para sacarlo a los mercados. ‘Tampoco se podia almacenar por mucho tiempo, pues lo devorarfan los animales de la selva circundan- te, en especial aves y roedores. El cerdo 0 marrano fue la solucién econémica. Con el maiz. engorda- ban buena cantidad de cerdos y, una Fabio Villegas Botero ver listos para la venta, los llevaban caminando por sus propias patas hasta los mercados vecinos, permi- tiendo asi un intercambio por bie- nes urbanos, utilizando para ello sus mejores artes de mercadeo: la vis- tosidad de chicharrones, chorizos y morcilla. Se puede decir que la industria del cerdo fue, juntamente con el oro, el primer dinamizador del co- mercio y, quizds, el primer medio de “acumulacién capitalista” de los antioquefios, y la escuela de forma- cién de los primeros empresarios, que les permitirfa mds tarde ser los pioneros del cultivo y exportacién del café, del transporte por ferro- carril, de la industria, el comercio, la banca y los servicios, es decir, los primeros capitalistas del pais. Los antioquefios Llevaron el cerdo, con todo su valor econémico y gastroné- mico, hasta los ultimos extremos: que iban colonizando. A la vez, hicieron otro tanto con el maiz, que les permitfa tener una especie de pan dcimo para sus co- midas, como lo ordenaba la ley ju- dia, sobre todo en dias sagrados co- mo la Pascua. Con él camuflaban sus creencias y el cumplimiento de la ley en las festividades catdlicas. Desde las sabanas de Cérdoba y Urabé, hasta el norte del Tolima y el Valle, el chicharrén, la morcilla, os chorizos, el tamal, (una masa de maiz cocido con su presa de cerdo dentro), y la bandeja paisa tan rica- mente variada, acompafiada con arepa, y la mazamorra con panela para la sobremesa, son indicios de la cultura especial, de la coloniza- cién, de la conquista, pero, a la vez, de la novedosa economia de esos conversos. Se dice que las empana- das, con cuyo producido se levan- taron casi todos los templos antio- quefios, fueron una adaptacién de un pastel de carne de los judfos que debia fabricarse con pan Acimo. Pa- ra camuflarlo, la masa de maiz sir- vid a las mil maravillas. Aunque ori- ginalmente tenia forma de tridngu- lo, aquise le dio la de medialuna, qui- zAs bajo el influjo de moros conver- sos, que llegaron también, aunque en menor ntimero, pero en gran armo- nia con los judios conversos. En el resto del pafs, la alimenta- cin es muy diferente. En el alti- plano cundiboyacense predomina la papa, en los llanos la carne vacuna, en la costa el pescado, en otras re giones, diversas comidas, todas muy ricas, pero muy diferentes a la an- tioquefia. 61

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