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LA GENESIS DEL DESARROLLO

RURAL INTEGRADO

En la aparición y consolidación de los esquemas de Desa-


rrollo Rural Integrado influyen distintos elementos. Aunque
la incidencia y consecuencias de los mismos suponen una inte-
racción compleja y múltiple, que crea campos de fuerza cuyos
resultados conforman los nuevos enfoques, a efectos de una
exposición sistemática podemos separarlos en aspectos diferen-
ciados. Unos elementos surgen del propio ámbito agrario y
otros, en nuestra opinión los más potentes, aparecen como con-
secuencia del crecimiento industrial, teniendo su expresión más
explícita fuera del mundo rural, vinculada al ambiente urba-
no o como expresión más generalizada del sentir social.

Elementos que surgen del ámbito rural

La crisis de la pequeña agricultura. A partir de la post-


guerra europea, en España principalmente a partir de 1959,
se produce una intensa crisis de la pequeña agricultura fami-
liar, incapaz de seguir las pautas que dictan las necesidades
de modernización agraria. Lo que dará lugar, como es bien
sabido, al abandono del sector rural por amplias capas de su

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población. La disminución de la población activa agraria fuer-
za, además, a la disminución de la población rural y al aban-
dono de las áreas rurales de quienes proporcionaban los servi-
cios básicos necesarios para la vida local -salud, enseñanza,
aprovisionamientos materiales esenciales-. En conjunto, se
produce el abandono masivo de población del sector rural que
ha llevado a una grave disminución de los habitantes de las
áreas rurales e incluso a una desertización de amplias zonas
del territorio en todos los países desarrollados de Europa Oc-
cidental.
La crisis de la agricultura familiar es, además, un proceso
permanente: las necesidades de modernización son cada vez
mayores y siguen expulsando población de las actividades pro-
ductivas agrarias. En España, además, las exigencias de la in-
tegración en la CEE van a intensificar este proceso. Asimis-
mo, es ya evidente la crisis de una parte importante de la agri-
cultura modernizada, incapaz de reproducirse sin recurrir a
importantísimas ayudas estatales que, cada vez más, son puestas
en cuestión. Esto impone también el plantearse el problema
de futuro de muchas de las explotaciones que han realizado
un intensísimo esfuerzo renovador. ^
Muchos de los pequeños agricultores que han permaneci-
do en la agricultura, para poder alcanzar los ingresos necesa-
rios para el sostenimiento de la familia, se han visto obligados
a recumr a actividades complementarias, cuya oferta era abun-
dante en la época del boom industrial, por lo menos en cier-
tas zonas del país. Se puede observar un crecimiento impor-
tante en la Agricultura a Tiempo Parcial en los sesentas y pri-
meros setentas, y probablemente a causa de ello se había aso-
ciado el incremento de la .ATP con el auge industrial.
Pero ésto es solamente una parte del fenómeno. En la ac-
tualidad, la crisis económica ha cerrado las posibilidades de
emigración para los agricultores de bajos ingresos y para sus
hijos, que se ven obligados a permanecer en la explotación y
completar los limitados ingresos que obtienen de la agricultu-
ra con todo tipo de actividades, de variadísima naturaleza. La

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práctica de la ATP, bien conocida de los agricultores de to-
das las épocas, se mantiene, amplía y recurre a nuevas moda-
lidades en orden a resolver el problema económico:

«El problema de los bajos ingresos en la agricultura serfa realmente


mucho peor sin los ingresos de las actividades externas de las familias
que combinan diversos empleos, y, en teorfa, si se tomaran en conside-
ración los ingresos de todas las fuentes de estas familias, serfa posible
definir el problema más adecuadamente y también hacer más barato
y fácil el resolverlop (1).

Como consecuencia de esta nueva situación, esta ATP, exis-


tente desde siempre, comenzará a ser percibida e interpreta-
da a una nueva luz. De elemento marginal en la organización
productiva agraria, de estrategia de resistencia del campesi-
nado a su desaparición, se convertirá en uno de los elementos
más importantes de muchos de los nuevos esquemas de orga-
nización propugnados. Incluso se cambiará su denominación
para que refleje un enfoque más amplio que el de la mera com-
binación de la agricultura con otra actividad y permita la in-
clusión de actividades múltiples y diversas combinaciones de
las mismas, dando origen a la denominación de «pluriactivi-
dad».
Los problemas de las zonas desfavorecidas. La situación
que acabamos de comentar en el apartado anterior se agrava
y hace críti ^ a en las zonas de montaña, donde la agricultura
es una actividad de difícil ejercicio y baja productividad. Los
problemas de estas zonas no pueden resolverse de acuerdo con
el esquema habitual de desarrollo agrario de modernización
y aumento de producción. Por el contrario, la propia moder-
nización ha conducido en ocasiones a empeorar esta situación.
La modernización ha supuesto un sistema de simplificación,
standarización, uniformización de condiciones de producción

(1) The Arkleton Trust, Part-time farming in the Rural Development


of Industrialized Countries, Report of a Seminar held in Scotland from 16
to 21 October 1983, p. 4.

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e intercambio que conduce a expulsar del mismo a los partici-
pantes más débiles. «Como si las mallas de la red fueran de-
masiado grandes, este sistema ha rechazado a su periferia re-
giones -particularmente las de montaña-, recursos, sistemas
de producción y hombres, que no entran en las normas stan-
darizadas» (2). De hecho, un largo período en esta dirección
sólo ha conducido a intensificar sus problemas. «La simplifi-
cación de los modelos de producción, la mecanización y la es-
pecialización de las actividades agrícolas conduce a una nue-
va distribución geográfica. Así, los reparadores de material que
se encontraban en el pueblo han sido sustituidos por los ven-
dedores de material agrícola situados en la ciudad más próxi-
ma; la primera transformación de productos agrícolas de la
granja, como la de la leche, ha sido trasladada y concentrada
en la lechería» (3). Parece muy difícil que estas áreas puedan
mantener su población basándose únicamente en una intensi-
ficación de la actividad agraria para la que están en desventa-
ja. Más especialmente teniendo en cuenta los grandes exce-
dentes de productos agrarios que impiden una política pro-
ductivista a ultranza: «La Europa del Oeste, urbana, indus-
trial, sobrealimentada, no tiene necesidad de sus zonas agrí-
colas desfavorecidas; las buenas zonas le bastan para crearle
el problema de los excedentes» (4). La solución para el man-
tenimiento de las comunidades rurales viables y vivibles exige
la búsqueda de otros modelos alternativos.
La evolución de la percepción de su propia situación por
algunos agricultores. Este aspecto constituye un elemento no-
vedoso entre las razones que impulsan estos modelos, ya que

(2) Dorfmann. M. et al., Problemes de la montagne et de la colline en


France, en Agriculture et Developpment Regionale en Europe, part B,
AEEA, Troisiéme Congress, Belgrade 31 abut - 4 sept. 1981, p. 12.
(3) L'Hyver, M.C. Pour une agriculture creatice d'emploi, Economie
et Finances, Mars. 1983, París, p. 12.
(4) Bergmann, D. Les problemes des zones desfavorisées dans 1'agricul-
ture europeene, Colloque de l'Academia Nazionale della Agricoltura, Bo-
logna 1983, p. 6.

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al constituir una opción deliberada es probable que suponga
una posición muy activa de los propios agricultores respecto
al cambio. Algunos autores (5) plantean que el desarrollo de
la pluriactividad se debe a una estrategia de los propios agri-
cultores frente a los modelos predominantes de desarrollo agra-
rio. Consideran que, tras largos años de esfuerzos moderniza-
dores, algunos agricultores han llegado a la conclusión de que
el camino de la modernización no les conduce a una mejora
en sus condiciones de vida. Descubren que la intensificación
del sistema productivo en el que se desenvuelven les lleva a pro-
ducir más, pero económicamente no les reporta un aumento
en sus márgenes netos y, todavía menos, les proporciona una
forma de vida más satisfactoria. Los inputs, y especialmente
los créditos necesarios para iinanciar el nuevo sistema, absor-
ben los incrementos de producción. Estos agricultores, que ge-
neralmente tienen explotaciones de dimensiones reducidas, al
percibir el fracaso de este modelo, proceden a rechazar el cre-
cimiento por sí mismo y particularmente la orientación pro-
ductivista de la agricultura modernizada. Marginalizados por
el sistema agro-industrial tratan de adoptar complejas estra-
tegias de adaptación a las situaciones en que se encuentran,
que reposan fundamentalmente en la utilización de esquemas
productivos de baja intensidad, expresando al mismo tiempo
su rechazo o resistencia a la difusión de los modelos socio-
económicos que les excluyen. Tratan de potenciar en primer
lugar una relativa autonomía en relación con la generalidad
del sistema, y especialmente la mejor valoración posible del
trabajo, como alternativas al esquema de la modernización.
Pero estos modelos requieren inevitablemente el completar los
ingresos por medio de la pluriactividad. «La única perspecti-
va para el agricultor (con este enfoque) es ir a buscar unos in-
gresos complementarios en una o varias actividades externas

(5) Dorfmann, M. et al. Problemes de la montagne et de la colline en


France, Agriculture et Developpement Regional en Europe, part B, AEEA,
Troisiéme Congress, Belgrade, 31 aóut - 4 sept. 1981, pp. 11 y 13.

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a la explotación» (6) que combinadas con la agricultura a ba-
ja intensidad pueden proporcionarles unos ingresos similares
a los de otros agricultores con mayores explotaciones y situa-
ciones de mayor productividad.

Aspectos que se originan en el ambiente urbano


y la opinión general (7)

Problemas asociados a los desequilibrios regionales. Se in-


tensifican los graves problemas que en unas regiones origina
la concentración industrial y de población y, en otras, la de-
bilidad de su desarrollo y la disminución de sus habitantes.
Se va cobrando conciencia de los problemas que causa la con-
gestión urbana e industrial, tanto en la organización del espa-
cio, como en un alto costo y en términos de convivencia so-
cial, por un lado; por el otro, surge la inquietud por el aban-
dono de las áreas rurales y la posible desertización de amplias
áreas del territorio. Aumenta la preocupación por lograr unos
sistemas de desarrollo que puedan paliar los fuertes efectos ne-
gativos de esta dicotomía espacial. .
Se profundiza y amplía la preocupación por la salvaguar-
dia del ambiente y el patrimonio natural. Los aspectos ecoló-
gicos aparecen formando parte de las preocupaciones sociales
importantes y aumenta la valoración social de los aspectos am-
bientales frente a la mera consideración del crecimiento eco-
nómico:

(6) Ibid., p. 11 y 13. '


(7) Fs obvio que los elementos que trataremos a continuación no corres-
ponden estrictamente sólo al ámbito urbano, sino al conjunto de la socie-
dad, en el que se incluye también el ámbito rural que es asfmismo conscien-
te de los elementos que señalaremos a continuación. No obstante, las mani-
festaciones explfcitas sobre estos problemas provienen con más frecuencia
del ámbito urbano que del rural, por lo cual, a efectos expositivos, adopta-
mos esta clasificación.

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