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ROMANOS 15:13
Mañana
9:20 Video musical
9:40 am
SERIE DE DISCURSOS:
William Turner
Ayudante del Comité de Servicio
Bien, hablemos de uno de los desafíos más comunes: los problemas en la familia.
Debido a la imperfección, no es nada raro que surjan desacuerdos, o hasta que las
cosas se pongan tensas. Pudiéramos tener distintas razones para enojarnos con un
familiar. Muchas veces, son cosas sin importancia y enseguida podemos sembrar y
cosechar la paz. Pero ¿qué hay si se trata de un asunto más grave? Imagine que un
familiar le hace algo que le rompe el corazón. Aun así, sigue siendo posible
sembrar y cosechar paz. Esto quedó demostrado por la historia de José y sus
hermanos. Ya la hemos leído en la Biblia: los hermanos de José lo vendieron como
esclavo por envidia. Estamos de acuerdo en que eso no fue cualquier cosa.
Primero, a José lo llevaron a Egipto. Tiempo después, lo acusaron falsamente y lo
metieron preso. Durante 13 años, José sufrió injusticias y no había hecho nada para
merecerlo. Pudiera haber sido fácil para José pensar que, si alguna vez volvía a ver
a sus hermanos, la mejor forma de conservar la paz era no tener absolutamente
nada que ver con ellos. ¿Alguna vez ha pensado usted lo mismo? Pero José no hizo
eso. De hecho, con el paso de los años, tanto José como sus hermanos sembraron
la paz. Para ver cómo lo lograron, leamos Salmo 105:19. Notemos lo que nos dice
aquí este salmo sobre José. Aquí dice:
José dejó que Jehová lo purificara. Confió en él. Dejó que moldeara su forma de
pensar y de ser, y no se amargó. Es más, nos llama muchísimo la atención que
no hay nada en las Escrituras que indique que José le contara alguna vez a alguien,
ni siquiera al faraón, que habían sido sus hermanos los que lo secuestraron y lo
vendieron luego como esclavo.
Efesios 4:32 — Sean bondadosos unos con otros, trátense con ternura y
compasión, y perdónense con generosidad, así como Dios los perdonó
generosamente a ustedes mediante Cristo.
1. Así que, primero, tenemos que estar dispuestos a perdonar. Si dejamos que el
dolor y el resentimiento se apoderen de nuestro corazón, se nos hará mucho
más difícil perdonar. Lo vimos en el video. El problema entre Nick y Jeremy
empezó como una pequeña discusión, pero explotó y terminó siendo una
guerra. ¿Por qué? Porque Jeremy aún estaba muy resentido con su hermano.
Tenemos que esforzarnos por perdonar a los demás tal y como Jehová nos
perdona a nosotros.
Proverbios 17:9 — […] El que saca el tema una y otra vez separa a los
buenos amigos.
3. La tercera cosa que podemos hacer es la más importante: pídale a Jehová que lo
ayude a dejar atrás el enojo y el resentimiento. Salmo 105:19 decía que la
declaración de Jehová purificó a José. Lo ayudó a ser el tipo de persona que
deja las cosas pasar sin amargarse ni guardar rencor. En el video, Jeremy
reconoció que necesitó la ayuda de Jehová para no seguir enojado y pasar la
página. Jehová puede hacer lo mismo por nosotros.
No es nada fácil resolver problemas que amenazan la paz de la familia. Pero
dejémonos guiar por este principio fundamental: se cosecha lo que se siembra.
No tenga ninguna duda. Si está dispuesto a perdonar, busca oportunidades para
sembrar la paz y le ruega a Jehová que lo ayude, él le dará su bendición. Y, al
debido tiempo, usted y su familia cosecharán los resultados y disfrutarán de
verdadera paz.
Ronald Curzan
Ayudante del Comité de Enseñanza
Ahora bien, tenemos que admitir que habrá veces en las que se nos hará difícil
aceptar y poner en práctica las normas de Dios o las instrucciones que recibamos
de su organización, en especial si no entendemos qué razones hay detrás de esas
instrucciones o si no es lo que preferiríamos hacer.
¿Qué hace falta para sembrar y cosechar paz? Humildad. La persona humilde
no se da tanta importancia. No es orgullosa ni arrogante. No anda buscando salirse
siempre con la suya. Más bien, anda buscando formas de sembrar la paz tanto con
Jehová como con los demás. Es alguien que fomenta la paz.
¿Y cuál es el resultado de ser humilde y sembrar la paz? Miren lo que dice
Proverbios 22:4.
Sí, vida eterna. En la Biblia hay muchos ejemplos de personas que sembraron y
cosecharon la paz porque fueron humildes y se sometieron a Jehová. Examinemos
el ejemplo de los gabaonitas.
Josué 9:11 — […] “Seremos siervos de ustedes; hagan un pacto con nosotros”’.
Ese era el mensaje que tenían que dar los embajadores. Lo interesante de esto fue
que ellos actuaron con astucia. Trataron de engañar a los israelitas. Usaron ropa
gastada y llevaron provisiones viejas. ¿Para qué? Para hacerles creer que venían de
una tierra muy lejana, cuando en realidad vivían a solo unos kilómetros. ¿Funcionó
su plan? Es verdad que mintieron. Pero sí, su plan funcionó. De hecho, en el
versículo 15, vemos que Josué hizo un pacto de paz con ellos. Y, al final de
cuentas, Jehová estuvo de acuerdo con la decisión que se tomó. Los gabaonitas
fueron humildes y buscaron hacer la paz con Jehová y con su pueblo. Y siguieron
demostrando humildad siendo obedientes a Jehová y a su representante, Josué. Sí,
ellos obedecieron todas las instrucciones que les dieron. Veamos, por ejemplo, esta
del versículo 27. Dice:
Josué 9:27 — […] Josué les impuso el deber de recoger leña y buscar agua
para el pueblo y para el altar de Jehová.
Aunque seguramente los gabaonitas eran excelentes guerreros, ellos realizaron con
gusto todos los trabajos que les asignaron para apoyar la adoración pura. Lo que les
salvó la vida y les dio paz fue ser humildes y seguir las instrucciones.
¿Cómo podemos nosotros imitar a los gabaonitas? Haciendo los cambios que
tengamos que hacer para seguir las normas de Jehová. Puede que algunos tengan
que hacer cambios muy grandes, ya sea en su forma de pensar o dejando atrás
malas costumbres o, también, malas amistades. También podemos imitar a los
¡Qué lecciones tan buenas! ¡Y qué oportunas en estos momentos en los que
vivimos! Igual que Eddy, habrá ocasiones en las que tendremos que ajustar nuestra
forma de pensar y hacer a un lado nuestra opinión o lo que queramos hacer. Hay
que ser siempre leales y humildes, y obedecer a Jehová o a los representantes que
él ha nombrado aquí en la Tierra, “el esclavo fiel y prudente”. Eddy aprendió una
importante lección. Ser humildes y seguir las instrucciones no solo puede ayudar a
nuestras familias a mantenerse a salvo, sino que también les da paz y felicidad.
¡Qué lección tan importante para todos!
Kenneth Flodin
Ayudante del Comité de Enseñanza
Jueces 8:2, 3 — Pero él les contestó: “¿Y qué hice yo en comparación con lo
que han hecho ustedes? ¿No es mejor lo que sobra de la cosecha de Efraín que
toda la vendimia de Abí-Ézer? 3 Dios entregó a Oreb y a Zeeb, los príncipes de
Madián, en sus manos. ¿Qué he hecho yo en comparación con ustedes?”.
[Y noten:] Cuando les habló así, ellos se calmaron.
En este caso la plantita de la paz brotó en poco tiempo. Gedeón escogió muy bien
sus palabras para sembrar la paz, y la cosechó en una sola conversación.
[En el patio]
Matt: Y ya saben cómo es el pueblo de Jehová. Cuando hay una necesidad, los
hermanos están ahí.
[Escenas del pasado. Hermanos cargando cajas de comida.]
Incluso cuando teníamos muchas cosas que hacer,
se ofrecían muchos hermanos, tantos que algunos
empezaron a sentir que no los estábamos teniendo en
cuenta.
[Matt contesta una llamada telefónica].
Hola, Ray, ¿todo bien?
Ray: Hola, Matt, me enteré de que tú estás encargado de la distribución de
comida.
Matt: Ah, sí, aquí vamos.
Ray: Pues, ¿crees que podría ayudar? Tengo la camioneta lista.
Matt: Acabamos de terminar ahora mismo. Así que
por hoy ya está. Pero, oye, muchísimas gracias
por ofrecerte.
2 Timoteo 2:24 — El esclavo del Señor no tiene que pelear [ni con palabras ni
con armas], sino que [como Gedeón] debe ser amable con todos, estar
capacitado para enseñar, [y tiene que] controlarse cuando lo tratan mal.
Eso no es para nada fácil (poder controlarse cuando lo tratan mal), pero es una
manera de cultivar la paz. Si lo que nos hacen no es algo tan grave, tal vez
podríamos preguntarnos: “¿Puedo pasarlo por alto y dejar las cosas así?”. Pero,
claro, en el caso de Ray, él estaba muy ofendido. Era obvio que Ray no veía las
cosas como Matt. Pero recuerden que al final Matt admitió que debió haber
hablado con Ray primero. De esta manera, Matt sembró las semillas de la paz.
¡Qué interesante que, siglos antes, Gedeón vivió de acuerdo con un principio
cristiano registrado en el siglo primero! En Filipenses 2:3 dice:
Filipenses 2:3 — […] Humildemente piensen que los demás son superiores a
ustedes.
¿Recuerdan cuáles fueron las palabras de Gedeón? Dos veces él dijo: “¿Qué he
hecho yo en comparación con ustedes?”. Fue humilde y así pudo calmar a los
hombres de Efraín.
Robert Luccioni
Ayudante del Comité de Publicación
Acompáñenme a leer el primer libro de Samuel, capítulo 25, donde se nos habla
de Abigaíl y de su esposo Nabal. En el versículo 3 se dice que Nabal es un hombre
“áspero”. En el versículo 25, Abigaíl añade que es “insensato”. Y, en el versículo 17,
uno de sus trabajadores dice que Nabal es “despreciable”, “que no se puede hablar
con él”. Con esa descripción de su personalidad, no nos sorprende que haya
tratado mal a los hombres de David. Y David quería vengarse. ¿Qué puede hacer
alguien para promover la paz en una situación así? ¿Qué fue lo que hizo Abigaíl?
Pensémoslo un momento: ¿qué pudo haber hecho? Ella pudo haber dejado las
cosas así. Nos podemos imaginar que la vida con este hombre no era nada fácil
para Abigaíl. Ella muy bien pudo haber dicho: “Adelante, David, haz todo lo que
quieras”. O pudo haber ido adonde David y empeorar la situación. Decirle que sí,
que Nabal es un hombre malo y que la maltrata a ella también. Cualquiera de estas
dos cosas habría sido una salida fácil para ella, pero no hizo eso. Ella no podía
hacer nada para cambiar la personalidad de Nabal, pero sí podía hacer todo lo
posible por promover la paz. De hecho, fíjense en el tacto y el respeto que reflejan
las palabras de Abigaíl a David. Leamos los versículos 27 a 31:
¿Vieron LO QUE HIZO ABIGAÍL? Se presenta con un regalo. Se inclina ante David.
Ella misma le pide disculpas por lo que pasó. Y pone a David a pensar usando
principios bíblicos. Con lo que hizo, Abigaíl calmó a David y evitó que ocurriera
una desgracia. Abigaíl promovió la paz. Ella no se concentró en sus propios
sentimientos, sino en lo que le daría honra a Jehová. Y eso no siempre es fácil de
hacer. ¿Y qué pasó al final? Como promovió la paz y sembró la paz, cosechó la
paz.
[En el patio]
Tim: Y, después, cuando las cosas empeoraron, tuvimos que esforzarnos por
mantener la paz.
Matt: Sí, pero, Tim, tú siempre conseguías mantenernos unidos.
Tim: Bueno, eso lo aprendí de mi media naranja. Amy siempre ha sabido unir a
la gente. Por ejemplo, justo antes de la pandemia, había un problema entre
dos precursoras de la congregación. Becky tenía mucha energía, era muy
trabajadora y muy valiente en la predicación. Y Lena era una hermana de
experiencia, entregada y muy buena maestra.
Amy: Pero no eran muy amigas, que se diga.
[En el patio]
Tim: Un proverbio dice: “La lengua de los sabios cura las heridas”. Eso hacía
Amy.
Hablemos ahora de LO QUE HIZO Y de lo que NO HIZO AMY. Pudo haberlo
dejado pasar, pudo haber permitido que quien la acompañaba, Lena, siguiera
pensando así de Becky. Y también pudo haber empeorado aún más la situación,
dándole la razón a Lena o contándole algunas de las cosas que le han pasado a
ella con Becky. Pero ella no hizo eso. Como Amy quería sembrar la paz, ayudó a
Lena a ver las cosas desde otra perspectiva. Así, la congregación se mantuvo unida
y pudo cosechar la paz. Noten cuál es la actitud que, según nos explica Pablo,
todos deberíamos tener. Busquen en su Biblia Romanos 12:18.
“Hasta donde dependa de ustedes”. Así es, siempre que podamos sembrar semillas
de paz antes de que la situación se salga de control, todos nos beneficiaremos.
Imagínese que algo se empieza a quemar en su casa. ¿Qué va a hacer? ¿Se queda
de lo más tranquilo, sin hacer nada? ¿Se pone a avivar las llamas? ¿Le echa
combustible? No. ¿Por qué? Porque usted sabe que ese fuego podría salirse de
control y destruir su casa. La situación es muy parecida cuando surge un problema
que amenaza la paz. Hay que hacer algo. Porque, si no lo hacemos, si ignoramos
el problema y lo dejamos así, se saldrá de control y destruirá a la familia o a la
congregación.
Así que póngase hoy la meta de promover la paz siempre que dependa de usted.
Tanto en la congregación como en la familia, puede estar seguro de que, si siembra
la paz, la va a cosechar, aunque los demás no lo hagan. ¿Cómo así? Bueno,
tendremos paz con Jehová, paz interior y la tranquilidad de que hicimos lo
correcto. Además, estaremos listos para el futuro, para cuando nuestra vida y la de
nuestros compañeros dependa de que mantengamos la paz.
William Malenfant
Ayudante del Comité de Enseñanza
Mefibóset era el hijo de Jonatán y el nieto del rey Saúl. Cuando Jonatán y Saúl
murieron, el rey David le entregó a Mefibóset todas las tierras de su abuelo. Luego
asignó a Zibá como el siervo que administraría esas tierras que él le entregó a
Mefibóset. Tiempo después, hubo una rebelión en contra del rey David. Así que él
tuvo que huir de Jerusalén. Y Zibá fue a encontrarse con David. Cuando David le
preguntó a Zibá por Mefibóset para saber cuál era la razón por la que no había
venido a apoyarlo, Zibá calumnió a su amo Mefibóset. Le dijo que él buscaba
recuperar el reino de su abuelo. Y tristemente David se creyó esa calumnia y le dio
la tierra de Mefibóset a Zibá. Pasado un tiempo, Mefibóset se presentó ante el rey
David. Y David le pregunta a Mefibóset por qué no lo había acompañado.
Mefibóset le explicó que Zibá le había mentido. Y, después de oír la versión de los
hechos de Mefibóset, David ahora decide que él y Zibá van a compartir la tierra.
Pero, en vez de quejarse o de buscar venganza, Mefibóset demostró magníficas
cualidades espirituales y buscó la paz. Estuvo dispuesto a sufrir la injusticia. Le dijo
a David lo que está escrito en 2 Samuel 19:30. Vamos a leerlo.
2 Samuel 19:30 — Entonces Mefibóset le dijo al rey: “Que se lo quede todo él,
ya que mi señor el rey ha llegado a su casa en paz”.
Sí, Mefibóset estaba más preocupado por el reinado de David que por sus propios
intereses.
La pregunta que todos debemos hacernos ahora es: “¿CÓMO PODEMOS
NOSOTROS IMITAR EL EJEMPLO DE MEFIBÓSET?”. Primero, si alguien habla mal
de usted o tal vez no lo trata muy bien que digamos, ¿por qué no elige dejarlo
pasar? No haga una tormenta en un vaso de agua. ¿No es ese el consejo que nos
da 1 Pedro 4:8? Miren, vamos a leer ese versículo. Dice:
1 Pedro 4:8 — Ante todo, sientan amor intenso unos por otros, [y luego nos
explica lo que ese amor puede hacer. Miren:] porque el amor cubre una
multitud de pecados.
Así es, el amor puede cubrir los pecados y las imperfecciones siempre y cuando
dejemos que el amor lleve a cabo su obra. Pero ¿qué pasa si somos víctimas de una
injusticia más grave? Por ejemplo, el hermano del video sintió que había sufrido
una injusticia cuando fue dado de baja como anciano. Él trató de aclarar las cosas,
¡Qué gran ejemplo! Mefibóset agradecía lo que tenía y no buscaba nada más. Él
estaba en paz consigo mismo, tranquilo. Si un hermano llega a ser víctima de
calumnia o fraude por parte de otro hermano, quizás decida seguir las
instrucciones que se encuentran en Mateo 18:15-17. Pero, si por alguna razón
seguir esas instrucciones no resuelve el asunto del todo, el hermano quizás decida
dejar las cosas así y sufrir daño, en vez de perturbar la paz de la congregación.
Podemos dejar cualquier asunto que no se haya resuelto en manos de Jehová. Él
sabe lo que nosotros hemos hecho y lo que los demás han hecho, y estamos
seguros de que él va a hacer justicia a su debido tiempo. Por nuestro propio bien,
es importante que nos esforcemos por no guardar resentimiento, porque hacerlo
en realidad nos perjudica. En cambio, si perdonamos, Jehová nos va a perdonar.
Pero no por eso vamos a pensar que lo que el hermano hizo estuvo bien o que
no fue nada grave. No. Lo que estamos haciendo es imitar a Mefibóset
Y, como dice Romanos 15:13, Jehová nos llenará de felicidad y de paz por nuestra
confianza en él.
Joel Dellinger
Ayudante del Comité de Servicio
¿Cuál fue el problema? Estos dos ancianos no estaban para nada de acuerdo en si
se llevarían o no en su próximo viaje a Marcos. Claro, no es que expresar una
opinión diferente tenga nada de malo. En el versículo 7 de este mismo capítulo se
dice que los apóstoles y otros hermanos de Jerusalén tuvieron una fuerte discusión
y al final llegaron a un acuerdo. Pero, en este caso, ¿qué sucedió? Miren otra vez el
versículo 39. Hubiera estado bien leer que Pablo y Bernabé, ante esta situación,
oraron a Jehová y llegaron a un acuerdo. Pero no. En esta ocasión, aquella
discusión provocó “un fuerte estallido de ira” entre Pablo y Bernabé, “y cada uno
Ahora surge la pregunta, hermanos, ¿qué los ayudó a hacer las paces? Pensemos en
esto: ellos se conocían desde hacía mucho tiempo y habían compartido muchas
cosas juntos. Su ministerio los había unido en lo que la Biblia llama un vínculo de
paz. Aunque entre Pablo y Bernabé hubo cierta tensión, el vínculo que los unía era
tan fuerte que su amistad sobrevivió. ¿Y qué aprendemos nosotros?
¿Cuál es la primera lección? Si nosotros, los ancianos, nos tratamos unos a otros tal
y como nos aconseja la Biblia, nunca permitiremos que las diferencias de opinión
nos conviertan en enemigos. Romanos 12:10 destaca otra lección. Por favor,
leámoslo juntos. Bajo inspiración, Pablo escribió en Romanos 12:10 lo siguiente:
Compañeros ancianos, es ahora, antes de que las cosas empeoren, que tenemos
que poner esto en práctica. Tenemos que fortalecer el amor y el cariño que nos
tenemos. ¿Cómo lo haremos? Hablando siempre bien de nuestros compañeros
ancianos, tanto en público como en privado. Evitando las quejas y los comentarios
negativos sobre los desacuerdos que hayan surgido. Y pensando a menudo en las
buenas cualidades de nuestros compañeros ancianos y en los buenos recuerdos
que tenemos de ellos.
En el video, ¿recuerdan lo bien que Tim y Carlos imitaron a Pablo y Bernabé, y
cómo lograron cosechar la paz? Aunque no fue fácil, pusieron en práctica los
consejos de la Biblia para resolver las cosas. La cara de Carlos cuando llegó a la
casa de Tim… ¿No se le notaba el cariño? ¿Y el regalo? ¡Quizás era el postre
favorito de Tim! ¡Qué conversación tan sincera! Y se nota que siguieron siendo
amigos, incluso en la prisión. Todo esto demuestra que de verdad sentían amor y
cariño el uno por el otro.
El hermano Stephen Lett, miembro del Cuerpo Gobernante, presentará el último
discurso de esta serie: “Sembraron y cosecharon paz: Ejemplos de la actualidad”.
Imagínense un árbol que tiene el tronco torcido, un árbol tan enroscado que no se
puede enderezar. Así es el mundo de Satanás. Los testigos de Jehová sabemos que
sería inútil gastar nuestro tiempo y energías tratando de solucionar algo que Jehová
nos ha dicho que no tiene solución. Además, los Testigos hemos aprendido cómo y
dónde se consigue la auténtica paz incluso ahora. Hablando de esto, veamos el
ejemplo de dos personas que adoptaron la forma de pensar de Jehová sobre este
asunto. Vamos a hablar de Egidio Nahakbria y Frede Bruun.
3. Los testigos de Jehová queremos estar en paz con todos, algo que las religiones
de este mundo no se esfuerzan por conseguir. Por eso nosotros nunca vamos a
tener nada que ver con las guerras de este mundo de Satanás. Esto me hace
pensar en lo que le pasó a un joven en la predicación. Una señora que perdió a
su hijo en la guerra le dijo: “Mi hijo dio su vida para que tú tengas libertad. ¡¿Por
qué tú no peleas por tu país?!”. Sin perder la calma, el hermano le respondió:
“Siento muchísimo que perdiera a su hijo, señora. Pero hay algo que le puedo
asegurar. Sé que la persona que mató a su hijo no era testigo de Jehová. No sé si
usted puede asegurar eso sobre su religión, pero yo sí puedo hacerlo”. Resulta
que la señora era católica, así que definitivamente ella no pudo asegurar lo
mismo.
Por favor, hermanos, nunca olvidemos esas tres lecciones que nos enseñaron Egidio
y Frede. Si usted todavía no está estudiando la Biblia con los Testigos y le interesa
saber lo que esta enseña, nos gustaría ofrecerle un curso bíblico gratuito. ¡Lo
invitamos! Podrá comprobar que mostrar amor verdadero es la mejor forma de vivir
y es la única solución a los problemas que dividen a la gente hoy día.
Jesús dejó perfectamente claro que la marca que identifica a los cristianos
verdaderos es el amor. En Juan 13:35, dijo:
Juan 13:35 — De este modo todos sabrán que ustedes son mis discípulos: si se
tienen amor unos a otros”.
Entonces, amigos, vean por sí mismos si este amor verdadero existe entre los
testigos de Jehová. Y ahora queremos decirles a todos los que ya son Testigos que
por favor sigan mostrándoles amor a los hermanos de todo el mundo. Para eso, es
importante que no tomemos partido en ninguno de esos asuntos por los que la
gente discute ni en temas políticos. Debemos imitar a nuestro líder, que fue neutral.
Hablando de sus discípulos, Jesús dijo en Juan 17:14:
Juan 17:14 — […] No son parte del mundo, igual que yo no soy parte del
mundo.
Ahora hermanos, hagamos un RESUMEN de todo lo que hemos visto hasta ahora.
Vamos a destacar algunas de las lecciones que aprendimos en esta serie de
discursos.
Así es, hermanos, en esta serie de discursos hemos visto muchas formas en las que
podemos sembrar la paz. Así que esforcémonos siempre por hacer eso. ¿Y qué
lograremos si lo hacemos? ¿Quiere saberlo?
[Nuevamente en el patio]
Phil: José, cuando estábamos en la cárcel, la historia de tu vida —el tiempo en la
prisión y cómo te cuidó siempre Jehová— nos animaba a todos mucho.
Recuerdo que un día Carlos dijo… ¿qué dijiste?
Carlos: Dije: “Un día comeremos con José y le diremos ‘Gracias’ ”.
Phil: ¡Y aquí estamos!
¡Qué video tan conmovedor! Si hacemos todo lo posible por sembrar la paz, nos
salvaremos a nosotros mismos y también a los que nos escuchan. Si lo pensamos,
vemos que toda esta serie de discursos está basada en una verdad fundamental.
De hecho, se encuentra en Gálatas 6:7.
Kenneth Cook
Miembro del Cuerpo Gobernante
¿Cree usted que es posible ser amigo de Dios? Tal vez crea que
eso no es realista. Pero piense en esto: la vida de millones de
personas hoy día demuestra que eso sí es posible, que ahora sí podemos tener una
vida tranquila y con sentido, y la esperanza de vivir para siempre y en paz. ¿Le
gustaría eso para usted y los suyos? Entonces escuche con atención este discurso.
Mire, a muchísimas personas no les interesa tener una amistad con Dios; ni se lo
proponen. Pero esa es una cuestión muy importante. ¿Por qué a tanta gente este
tema le es indiferente? Por varias razones. Por ejemplo, algunos piensan que Dios
es una fuerza impersonal o que no existe o que no se interesa en los seres
humanos. Les han enseñado que es cruel, que es exigente y que es imposible
conocerlo. Muchos líderes religiosos dicen que Dios castiga a la gente mala
atormentándola para siempre. ¿A quién le gustaría ser amigo de un Dios así?
A nadie que tenga sentido común, ¿verdad? Otras personas, al ver toda la injusticia
y el sufrimiento que hay en el mundo, creen que Dios está muerto o que nunca ha
existido. Y hay quienes piensan que han hecho tantas cosas malas en su vida que
nunca podrán ser amigos de Dios. ¿Se siente identificado con alguna de esas ideas?
Si es así, preste atención a los siguientes CUATRO PUNTOS CLAVE. Nos ayudarán
a ver que sí podemos ser amigos de Dios. Examinémoslos uno por uno.
¿Notamos? Separados de Dios, así es como nacemos todos. Pero Dios no nos
creó para que fuéramos pecadores. Nuestros pecados no son culpa suya. Jehová
creó perfectos a Adán y Eva, los primeros humanos. Pero ellos fueron
desagradecidos y egoístas, y no quisieron ser amigos de Dios. Al pecar contra
Dios, destruyeron la paz que tenían con él y se volvieron sus enemigos.
Entonces Adán les transmitió la muerte y el pecado a sus descendientes. Leemos
acerca de esta terrible herencia en Romanos 5:12. En este versículo, el apóstol
Pablo explica en pocas palabras que, por culpa del pecado, todos morimos.
Dice:
“La muerte se extendió a todos los hombres”. El pecado es como una pandemia
que contagia al 100 % de la población y que mata al 100 % de los contagiados.
Nadie puede escaparse. Como leímos, “la muerte se extendió […] porque todos
habían pecado”. Ser pecadores es algo que nosotros no podemos cambiar.
Es como si estuviéramos en un hoyo profundo del que no podemos salir.
¿Significa eso que no hay esperanza? No. Es cierto que Dios ve a algunos como
sus enemigos, pero otros, para él, son sus amigos. Piense, por ejemplo, en el
caso de Abrahán. La Biblia dice en Santiago 2:23 que “Abrahán puso su fe en
Jehová” y que “fue considerado justo”, y que por eso “él fue llamado amigo de
Jehová”. Abrahán era tan imperfecto como nosotros. Pero, para Dios, era su
amigo.
¿Qué hizo Dios? Aquí dice que Dios “nos amó” y que “envió a su Hijo”.
Gracias al sacrificio de Jesús, se nos perdonan los pecados. Y por eso podemos
reconciliarnos con Dios. Pero ¿cómo es eso posible? Lo que Jesús sacrificó por
nosotros fue lo mismo que lo que Adán había perdido: una vida humana
perfecta. Adán cambió su vida perfecta por la muerte cuando se rebeló contra
Dios. Y, como ya dijimos, así fue como Adán les transmitió el pecado a sus
descendientes. Y eso nos alejó de Dios, perdimos su amistad. En cambio, la
muerte de Jesús fue un rescate, una manera de recuperar lo que Adán había
perdido y, a la vez, cumplir con la justicia perfecta de Dios. Este regalo
inmerecido de Dios tuvo un costo muy alto. Y eso demuestra que nuestro
Creador quiere que lo conozcamos y que disfrutemos de una hermosa amistad
con él. Deberíamos estar muy agradecidos por todo lo que Dios ha hecho para
poner a nuestro alcance su amistad y así cerrar la brecha que nos separa de él.
Ahora bien, el siguiente paso tenemos que darlo nosotros. ¿Cuál es? Debemos
ser humildes para aceptar el regalo de Dios, para reconocer que necesitamos su
misericordia. Y entonces demostraremos que la valoramos. ¿Cómo? En Hechos
3:19, la Biblia nos dice que tenemos que arrepentirnos y dar media vuelta. Así
que, para recibir el regalo de Dios —que incluye su misericordia—, debemos
cambiar nuestra forma de pensar, o arrepentirnos, y hacer todos los cambios
Juan 14:6 — “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie puede llegar
al Padre si no es por medio de mí.
Nadie. Así que, para ser amigos de Dios, tenemos que seguir a su Hijo, a
Jesucristo. Hasta ahora hemos visto que el pecado alejó a los seres humanos de
Dios. Luego vimos lo que Dios ha hecho para cerrar esa brecha, o
reconciliarnos con él, y así poder volver a ser sus amigos. Ahora vamos a
analizar qué otras cosas debemos hacer. Y eso nos lleva al tercer punto clave:
¿Se fijaron en cuál es la invitación? Que nos acerquemos a Dios. Luego vemos
lo que Dios promete que hará: se acercará a nosotros. Pero ¿qué tenemos que
hacer nosotros para demostrar que aceptamos su invitación? Debemos
limpiarnos y purificarnos para estar a la altura de sus normas. Y eso requiere
esfuerzo. Por ejemplo, tenemos que aprender sus normas, reconocer que
seguirlas es lo que más nos conviene y entonces decidirnos a obedecerlas.
Hacemos esto sobre todo porque queremos agradar a Dios y queremos ser sus
amigos.
Entonces, ¿qué ideas hemos visto hasta ahora que nos ayudarán a hacernos
amigos de Dios?
Ahora, veamos cuatro cosas más que debemos hacer los que queremos ser
amigos de Dios. Son estas:
Algunas de estas cosas son bastante obvias, ¿verdad?, como relacionarse con
quienes también quieren ser amigos de Dios, o evitar la amistad de quienes
pasan por alto las normas de Dios o se burlan de ellas. Pensemos de nuevo en el
ejemplo de la plantita. No solo necesita agua y cuidados, también hay que
ponerla en el ambiente correcto, uno que la ayude a crecer. Pues, en nuestro
caso, el ambiente correcto es estar con personas que también quieren ser
amigas de Dios.
Bueno, este repaso de algunas de las muchas cualidades tan impresionantes que
tiene Jehová nos demuestra lo útil que es leer la Biblia y cuánto nos beneficia
poner en práctica sus enseñanzas. Sí, podemos ser amigos de Dios. Y, sí,
podemos imitar sus magníficas cualidades.
¡Qué bendición es saber que Jehová nos perdona! El perdón de Dios puede
quitarle la carga de sentirse culpable por los errores del pasado. Eso incluye
errores que haya cometido antes de conocer a Dios y hacerse su amigo. ¿De
verdad Dios puede perdonarlo? ¡Claro que sí! Como vimos en el video, la Biblia
nos enseña cómo orar a Dios y cómo responde él nuestras oraciones. Puede
estar totalmente seguro de que él escucha sus oraciones, incluso cuando le pide
perdón o su ayuda. En Proverbios 15:29 dice que Jehová “oye la oración del
justo”. ¿A quién se refiere? Se refiere a la persona que se esfuerza por cumplir
las normas de Dios. ¡Qué alivio es saber que podemos ser amigos de Dios, que
él ve todos nuestros esfuerzos y que nos escucha! Pero eso no es todo.
La amistad con Dios también nos ayuda a estar en paz con los demás.
De hecho, Jesús nos pide eso, que busquemos la paz con otros. Incluso dijo que
deberíamos amar a nuestros enemigos y hacer el bien sin esperar nada a
cambio. Y en Lucas 6:36 él añadió: “Sean misericordiosos, así como su Padre es
misericordioso”. Nuestro buen ejemplo puede llegar al corazón de otras
personas y motivarlas a que también busquen la amistad de Dios. Eso es justo lo
que le pasó a José. Él aprendió lo que es el amor gracias a los amigos de Dios.
Cuando tenía 13 años, José se metió en un grupo guerrillero. Allí le enseñaron a
odiar a todas las personas que él consideraba responsables de las injusticias que
veía a su alrededor. Así que se propuso acabar con todos ellos. Al ver morir a
muchos compañeros suyos, José se llenó de amargura y también de sed de
venganza. Mientras fabricaba granadas y bombas, se preguntaba: “¿Por qué hay
tanto sufrimiento? Si existe Dios, ¿le importa lo que pasa?”. José lloraba muchas
Entonces, hermanos, hoy hemos aprendido que es posible ser amigos de Dios; es
una idea realista. La Biblia dice que, desde la antigüedad, Dios ha considerado a
algunos humanos sus amigos. También hemos visto lo que Dios ha hecho para
reconciliarnos con él o cerrar la brecha que nos separa de él. ¿Y qué es lo que ha
hecho? Entregó a su Hijo, Jesús. De esa manera, Jehová suministró el rescate que
hacía falta para liberarnos del pecado. Luego vimos lo que debemos hacer nosotros
para beneficiarnos de la misericordia de Dios. Si queremos ser sus amigos, tenemos
que estudiar su Palabra e imitar sus maravillosas cualidades. Y, por último, vimos
que es posible tener una vida con sentido y vivir en paz unos con otros. Jehová,
nuestro Creador, promete que sus amigos podrán vivir en paz por toda la eternidad.
¿Le gustaría a usted recibir ese regalo de Dios? Si es así, por favor, ¡no lo dude!
¡Acepte nuestra invitación para estudiar la Biblia! En el curso aprenderá que Dios
promete eliminar las lágrimas de los ojos de todos sus amigos. Nos espera un
futuro maravilloso, un futuro en el que podremos vivir para siempre sin que haya
nada que nos haga sufrir. Estamos seguros de que es algo real porque nuestro Dios,
Jehová, nos lo promete.