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Plantas carnívoras

Roridula es un género de plantas de Sudáfrica, el único género de la


familia Roridulaceae. Tiene muchas de las adaptaciones de planta carnívora,
por ejemplo la posesión de los pelos pegajosos de la captación de insectos, no
digieren directamente los animales en las trampas. En lugar, presenta una
asociación mutualista con una especie de insecto, Pameridea roridulae (un tipo
de "insecto asesino"), que se alimenta con los insectos atrapados. La planta
obtiene sus nutrientes de los desechos del insecto muerto mutualismo, que
sirven como fertilizantes del suelo. Si esta planta está considerada carnívora o
no es, esencialmente, una cuestión de estilo. El género tiene apenas dos
especies, Roridula gorgonias Planch. y Roridula dentata L., y es el único
género en la familia

Utricularia es un género de plantas carnívoras de


la familia Lentibulariaceae con 215 especies, según los estudios más
modernos.[1] que viven en agua dulce y en suelos húmedos en todos los
continentes excepto la Antártida. Algunas plantas del género se cultivan por
sus flores a las que se las compara con frecuencia con las de Antirrhinum y con
las orquídeas.

Alianza entre una planta carnívora y una colonia de hormigas


La razón por la que una especie de planta carnívora mantiene una insólita
alianza con hormigas es impedir que las larvas de mosquito y otros insectos
voladores similares roben sus nutrientes, según las conclusiones a las que se
ha llegado en una nueva investigación.

La relación inusual entre las plantas insectívoras y las hormigas que viven
exclusivamente sobre ellas, ha desconcertado a los científicos durante mucho
tiempo.

Las hormigas Camponotus schmitzi viven sólo en una especie de planta


carnívora de Borneo, la Nepenthes bicalcarata.

Dichas hormigas se instalan en una planta, y deambulan con soltura por


resbaladizas trampas de su morada viviente, nadan y bucean en los jugos
digestivos de ella, y consumen el néctar y las presas que caen en la trampa.

A pesar de que los beneficios para las hormigas son obvios, ha sido más difícil
de explicar cuál es exactamente la ganancia que obtienen las plantas con esta
relación. No obstante, éstas crecen más que aquellas que no tienen hormigas,
lo que ya sugiere una relación mutualista entre ambas especies.
La planta carnívora Nepenthes bicalcarata (A) y la hormiga Camponotus
schmitzi (B) mantienen una alianza contra las larvas de mosquito y de algunos
otros insectos voladores comparables (C) que pretenden robarle nutrientes a la
planta. (Imágenes: Scharmann M, Thornham DG, Grafe TU, Federle W (2013)
"A Novel Type of Nutritional AntPlant Interaction: Ant Partners of Carnivorous
Pitcher Plants Prevent Nutrient Export by Dipteran Pitcher Infauna". PLoS ONE
8(5): e63556. doi:10.1371/journal.pone.0063556)

En el nuevo estudio, el equipo de Mathias Scharmann y sus colegas de la


Universidad de Cambridge en el Reino Unido y la Universidad de Brunei, ha
determinado los beneficios que la presencia de hormigas tiene para la planta
que las alberga. Además de evitar que las larvas de mosquito y de algunos
otros insectos voladores comparables le roben nutrientes a la planta, las
hormigas parecen incrementar la eficiencia cazadora de la planta al mantener
limpias sus trampas. Además, los residuos que genera la colonia de hormigas
le son de utilidad a la planta.

Nepenthes
Especies carnívoras, de hábito trepador o postrado.
Normalmente tienen un sistema radicular superficial y un tallo trepador o postrado de
varios metros de longitud (15 o más) con un grosor que varía entre unos milímetros
hasta 1 cm, más grueso en algunas especies, como en Nepenthes bicalcarata. De este
tallo surgen hojas alternas, en forma de espada de color verde medio de unos 30 cm de
longitud y con márgenes enteros. Una extensión en la punta de la hoja forma el zarcillo,
que la ayuda a trepar y en el extremo de este se forma la trampa jarra, la cual surge en
principio como un capullo para expandirse progresivamente hasta formar un globo o
tubo coronado por una «tapa»[2] que contiene un fluido acuoso o especie de almíbar
producido por la propia planta donde los insectos, atraídos por el olor que producen las
glándulas de néctar de la boca y tapa del odre, caen y son digeridos

La Nepenthes, es sin duda una planta exótica, que hasta su nombre


resulta curioso, deriva del griego y significa “Sin pena”, desglosando en
que significa no o sin, que quiere pena o dolor.

Existen varias especies de esta maravillosa planta, cada una de ellas con
diferentes formas colores, tan atractivas que hay muchos seguidores
apasionados por conseguir cada una de sus especies y poder tenerlas en
casa.

¿De donde viene la Nepenthes?

Es originario del viejo mundo, crece en las regiones tropicales, aunque


también las puedes encontrar en países como china. Australia, india,
Madagascar, Sri Lanka, nueva Caledonia, filipinas e indonesia.
principalmente en las islas del sur asiático como borneo, que es donde
puedes encontrar más especies. Y finalmente la puedes encontrar en
nueva Zelanda pero en este caso es una modalidad de esta planta
conocida como Nepenthes Mirabilis.

Es importante en donde se encuentran para entender por que es difícil


cultivarlas, aunque existen especies que se prestan para su cultivo, lo que
ya esta comprobado en algunos invernaderos que les otorgan el hábitat
que necesitan, que son plantas que necesitan de mucho drenaje y
humedad para poder crecer y estar hermosas.

¿Cuales son las características de la Nepenthes?

En una planta exótica que no solo es hermosa en forma y color. Si no que


posee características singulares, ya que es una planta carnívora, se
alimenta principalmente de mosquitos que caen dentro de su trampa;
envolviendolos con un líquido viscoso donde se quedan atrapados. Y así la
planta los digiere consiguiendo sus nutrientes.

La nepenthes está formada por grandes hojas que son las que tienen la
forma de la jarra que es por donde se alimenta. Cuelgan de unas especies
de lazos con forma de espiral y el líquido de su interior, en la realidad un
concentrado de jugos gástricos con la acidez apropiadas para sus
víctimas.

Para que estos jugos no se diluya, la maravillosa naturaleza le proporciona


una pequeña tapa, que se van desarrollando conforme crece la planta y
cubre la tulipa o jarra para que pueda hacer la función digestiva. Cuando la
planta quiere alimentarse la tapa se abre y cuando ha caído un un insecto
dentro de la tapa se cierra para comenzar el proceso de alimentación, sin
duda curioso y sorprendente.

Existe una especie conocida como Nepenthes Dyak que es muy grande,
tanto que puede llagar hasta 35 cm de altura y 16 cm de ancho, equipada
con espinas que parecen colmillos muy amenazadores que viven desde su
tapa hacia abajo. Es dentro de su especie la más aterradora tanto que ha
sido protagonista en series de televisión e incluso de dibujos animados.

De los dos insectos obtiene el nitrógeno necesario para completar su


nutrición. La Nepenthes es una planta exótica que tiene capacidad de
evolución poco común, consiguiendo los nutrientes que no encuentra en la
tierra, en los insectos que caza.

Esta curiosa planta carnívora con colmillos, tiene otras características que
no dejan de sorprendernos. Tiene una relación mutualista con insectos
como la hormiga Camponotus Schmitzi que construyen nidos en los
zarcillos o lazos de la planta son capaces de caminar por ellas sin caer en
ellas sin caer dentro y ser parte de su alimentación.
Y además estas hormigas ayudan a la planta, ya que eliminan algunas de las
presas más grandes que no han sido consumidas y pueden llegar a
descomponerse antes de ser digeridos, pudriéndose, afectando.

Clarín

¿Son peligrosas?

Exóticas y fascinantes: qué comen y cómo se cuidan las plantas


carnívoras en casa

¿Son peligrosas para tenerlas en una casa con chicos o mascotas? ¿Qué
grado de complicación tienen? ¿La primavera/verano es un buen momento
para empezar? Todo lo que tenés que saber sobre estas plantas silvestres.

La venus atrapamoscas es de las plantas carnívoras más conocidas.

¿Existe alguna fascinación especial por las plantas carnívoras? Estas


exóticas plantas tienen un atractivo visual diferente y una mística
particular: si bien la mayoría come insectos, existen aquellas en las que se
encontraron restos de animales, como roedores y aves.

“Las especies más comúnmente comercializadas en nuestro país


consumen insectos de diferentes tipos, que son atraídos por el néctar que
estas plantas producen en sus trampas. Se habla de una planta carnívora
cuando ha evolucionado al punto tal de poder cazar presas y asimilar sus
nutrientes, los cuales no encuentran en el suelo donde viven”, explica
Nahuel Lajmanovich, experto en plantas carnívoras y dueño de Devoplant -
junto a Lautaro Nicolino-, a Clarín.

Y aclara: “Otro tipo de plantas son las protocarnívoras: estas pueden


capturar presas, pero aún no logran asimilar los nutrientes, por lo que no
llegan a alimentarse de dichas presas. En algún futuro se cree que
evolucionarán y llegarán a ser carnívoras”.

Una mosca explosiva está atrapada en una planta de sol (también


conocida como rocío de sol) carnívora. Foto: ilustración Shutterstock.

Su pasión comenzó como un hobby y dice que lo que más lo deslumbra de


estas especies es “el nivel de evolución e inteligencia que han desarrollado
con el paso de los años para convertirse en lo que son y adaptarse a
medios tan adversos para la supervivencia de plantas silvestres”.

Plantas carnívoras: lo que tenés que saber

- ¿Cuántas variedades (aproximadamente) existen de plantas carnívoras?


- El mundo carnívoro es realmente amplio y está en constante
descubrimiento; hasta el momento se conocen unas 600 especies de
plantas carnívoras aproximadamente e increíblemente hay más de 30
especies autóctonas, es decir, que crecen en nuestro país.

- ¿Qué comen las plantas carnívoras? ¿Todas comen insectos?

- La gran mayoría comen insectos, de todo tipo (hormigas, moscas,


mosquitos, cucarachas, mosquitas, caracoles, etc.). También existen
casos como el de la Nepenthes, que desarrolla trampas de un tamaño tal
que pueden encontrarse roedores y aves dentro, pero no es lo más
normal.

La gran mayoría de plantas carnívoras comen insectos de todo tipo


(hormigas, moscas, mosquitos, cucarachas, mosquitas, caracoles, etc.).
Foto: ilustración Shutterstock.

- ¿Hay plantas carnívoras peligrosas (o no recomendadas), por ejemplo,


para tener en casas con chicos o mascotas? ¿Por qué?

- No, todas las plantas son aptas para tenerlas en cualquier hogar. Sus
métodos de captura no utilizan veneno ni nada peligroso para mascotas o
humanos. No son peligrosas en absoluto.

Hasta el momento se conocen unas 600 especies de plantas carnívoras.


Foto: ilustración Shutterstock.

- ¿Qué grado de complicación tienen este tipo de plantas? ¿Cuáles son los
principales cuidados que hay que tener con una planta carnívora?

- Los cuidados no son para nada complejos, sí son diferentes a las plantas
que puede haber en una casa, pero se trata (en general) de algunas cosas
básicas: disponibilidad de luz solar, riego en bandeja y con agua de lluvia,
esas son nuestras recomendaciones principales.

- ¿Por qué recomiendan regarlas con agua de lluvia?

- Regarla con agua de la canilla puede ser perjudicial, ya que muchas


veces contiene minerales en exceso que estas especies de plantas no
necesitan, ya que provienen de suelos donde los mismos escasean. Por
este motivo nosotros recomendamos regarlas con agua de lluvia, destilada
o el agua que gotea del aire acondicionado.

Las especies más comúnmente comercializadas en nuestro país de


plantas carnívoras consumen insectos de diferentes tipos, que son
atraídos por el néctar que estas plantas producen en sus trampas. Foto:
ilustración Shutterstock.
- ¿Y en cuanto al sol?

- Dependiendo de la especie, se recomiendan 4 o 5 horas de sol directo


por día, o el sol de la mañana y/o de la tarde. Incluso algunas viven con luz
solar indirecta.

Dionaea muscipula es una planta carnívora de la familia Droseraceae.


El nombre común dionea atrapamoscas o venus atrapamoscas hace
referencia a su hábito alimenticio de atrapar presas vivas,
principalmente insectos y arácnidos. Foto: ilustración Shutterstock.

- ¿Qué podés decirnos sobre el suelo?

- En cuanto al sustrato, se puede componer de turba, perlita, musgo


sphagnum. Pero no sobreviven en tierra, por el mismo hecho
anteriormente mencionado con el riego, ya que los minerales o nutrientes
en el sustrato pueden ser perjudiciales.

La trampa de la planta carnívora cerrada. Foto: ilustración Shutterstock.

- ¿Cómo las afectan las estaciones del año?

- Según la especie de la que estemos hablando, puede hibernar o no, es


decir que entran en un período de latencia o "descanso" durante el
invierno, y su parte aérea pareciera estar muerta, pero su parte
subterránea o radical sigue activa y concentra la energía para rebrotar en
la primavera siguiente (mucha gente sin saberlo piensa que la planta murió
y la tira). Durante la hibernación se debe continuar con el riego de forma
más espaciada, pero no debe detenerse.

La venus atrapamoscas es de las pocas plantas carnívoras con


movimiento visible. Foto: ilustración Shutterstock.

¿La primavera/verano es un buen momento para iniciar?

- La primavera es ideal para comenzar con este hobby, ya que se pueden


apreciar los cambios que experimenta la planta al despertar de su estado
de dormición, y además ya se habitúa a su nuevo espacio.

Las plantas carnívoras Nepenthes aparecen el en poema del Cuervo de


Edgar Allan Poe. Foto: ilustración Shutterstock.

- ¿Por qué las venus atrapamoscas son tan populares?

- Sin lugar a dudas la Venus es la más buscada por nuestros clientes,


seguramente por ser las más conocidas y que son de las pocas plantas
con movimiento visible, sin contar el hecho de que sus trampas parecen
literalmente bocas abiertas listas para cazar.
Drosera, Dionaea Muscípula, Nephentes y Sarracenia, distintos tipos de
plantas carnívoras. Foto: ilustración Shutterstock.

- ¿Qué otras variedades están entre las más buscadas?

- Las Sarracenias también son muy solicitadas, debido a que desarrollan


mayor porte y existe una variedad muy grande entre especies puras e
híbridos.

También tenemos que nombrar a las Droseras, en todas sus variedades.


Cualquiera de estas tres especies son las más comúnmente
comercializadas y requieren cuidados básicos y sencillos

Una planta carnívora con su presa. Foto: ilustración Shutterstock.

- ¿Y cuáles son las que mejor se adaptan a nuestro clima?

- Respecto de nuestro clima, no hay inconvenientes en cuanto a la


adaptación, al menos en Buenos Aires, ya que estas plantas aman la
humedad, y si hay algo que no falta en la ciudad es humedad.

En algunos casos puede ser conveniente evitar cambios bruscos de las


condiciones del ambiente, pero aún así no debería representar un
inconveniente para el normal desarrollo de la planta. Vale aclarar que
muchas de las plantas que tenemos las cultivamos a exterior sin ningún
reparo ni del sol, ni de las tormentas.

Una mosca hambrienta vuela entre los pinos de Carolina del Norte. Atraída
por el olor a néctar que desprende una mancha escarlata de aspecto floral
que hay en el suelo, la mosca se posa sobre la carnosa almohadilla de una
hoja rojiza. Bebe un sorbo del dulce líquido que rezuma la hoja, mientras
con una pata roza un finísimo pelo de la superficie, y después otro. De
pronto el mundo de la mosca tiene paredes a su alrededor. Los dos lados
de la hoja se cierran uno sobre otro, y los dientes de los bordes encajan
como los de un cepo. La mosca trata de escapar mientras la trampa se
cierra. La hoja ya no secreta el dulce néctar, sino enzimas que carcomen
las entrañas de la mosca y las transforman lentamente en una sopa
viscosa. El insecto ha sufrido la peor humillación para un animal: lo ha
matado una planta.

la pantanosa sabana de pinos que hay en un radio de 140 kilómetros en


torno a Wilmington, Carolina del Norte, es el único lugar del planeta donde
la atrapamoscas es nativa. También alberga otras especies de plantas
carnívoras, menos famosas y más difundidas pero igual de extrañas. Hay
plantas jarro, con hojas como copas de champán, en las que los insectos
(y a veces otros animales más grandes) caen y mueren. Las dróseras
envuelven a sus víctimas en un abrazo de pegajosos tentáculos. En
lagunas y torrentes crecen las utricularias, que sorben a sus presas como
aspiradoras subacuáticas.
Hay algo maravillosamente inquietante en una planta que devora animales,
quizá porque destroza cualquier idea preconcebida. Carlos Linneo, el gran
naturalista sueco del siglo XVII que ideó nuestro sistema de clasificar a los
seres vivos, se rebelaba ante la idea de su existencia. El hecho de que una
atrapamoscas devorara realmente insectos era para él «contrario al orden
de la naturaleza establecido por Dios». Llegó a la conclusión de que las
plantas sólo atrapaban insectos por accidente, y que en cuanto el infeliz
insecto dejara de forcejear, sin ninguna duda la planta abriría las hojas y lo
dejaría

Darwin sabía que no era así, y el mundo al revés de las plantas carnívoras
lo fascinaba. En 1860, poco después de encontrar su primera planta
carnívora (una drósera) en un brezal inglés, el autor de El origen de las
especies escribió: «Me interesa más la drósera que el origen de todas las
especies del mundo». Pasó meses haciendo experimentos con las plantas.
Dejaba caer moscas sobre las hojas y observaba cómo éstas plegaban
lentamente los tentáculos pegajosos sobre su presa. Las estimulaba con
trozos de carne cruda y yema de huevo. Se maravillaba al ver que el peso
de un cabello humano era suficiente para iniciar una reacción. Sin
embargo, las dróseras no prestaban atención a las gotas de agua, ni
siquiera a las que caían desde gran altura. Reaccionar a la falsa alarma de
un chubasco, razonó Darwin, sería un gran error por parte de la planta.
Aquello no era un accidente. Era adaptación.

Cuando una hoja se cerraba, se transformaba en «una copa o un


estómago temporal»

Darwin extendió sus estudios de las dróseras a otras especies, y


finalmente en 1875 reunió sus observaciones y experimentos en un libro,
Plantas insectívoras. Quedó maravillado por la exquisita rapidez y la fuerza
de la atrapamoscas, una planta que en su opinión era «una de las más
hermosas del mundo». Demostró que cuando una hoja se cerraba, se
transformaba en «una copa o un estómago temporal» que secretaba
enzimas capaces de disolver a la presa.

Observó que las hojas tardaban más de una semana en volver a abrirse
después de cerrarse y razonó que los dientes entrecruzados de los
márgenes dejaban escapar a los insectos más pequeños para ahorrar a la
planta el gasto de digerir una comida insuficiente. Comparó la velocidad
del movimiento de la atrapamoscas (que se cierra en una décima de
segundo) con la contracción de los músculos en los animales. Pero las
plantas no tienen músculos ni nervios. Así pues, ¿cómo era posible que
reaccionaran como los animales?

Actualmente los biólogos, que utilizan la tecnología del siglo XXI para
estudiar las células y el ADN, están empezando a comprender cómo
cazan, comen y digieren esas plantas, y cómo aparecieron esas curiosas
adaptaciones. El fisiólogo vegetal Alexander Volko cree haber
desentrañado el secreto de la atrapamoscas después de años de estudio.
«Es una planta eléctrica», afirma.

Cuando un insecto roza un pelo de la hoja de una atrapamoscas se


produce una minúscula carga eléctrica. Dicha carga se acumula en el
interior del tejido de la hoja pero no es suficiente para estimular el cierre,
por eso la planta no reacciona a falsas alarmas como las gotas de lluvia.
Un insecto en movimiento, sin embargo, suele rozar un segundo pelo, lo
que añade suficiente carga para desencadenar la reacción que cierra la
hoja.

Los experimentos de Volkov revelan que la carga se desplaza en el interior


de la hoja por túneles llenos de líquido, lo que determina la apertura de
poros en las membranas celulares. El agua pasa de las células interiores
de la hoja a las exteriores, lo que hace que cambie rápidamente de forma,
de convexa a cóncava, como una lente de contacto blanda. Al volverse del
revés, las hojas se cierran y atrapan al insecto en su interior.

La utricularia dispone de un mecanismo igual de complejo para tender su


trampa subacuática: bombea el agua contenida en unas pequeñas
vesículas, lo que reduce su presión interna. El paso de una pulga de agua
o de alguna otra pequeña criatura estimula los pelos táctiles de la vesícula
y hace que se abra una válvula. La baja presión interna succiona el agua,
que arrastra con ella a la presa. En dos milésimas de segundo, la puerta
vuelve a cerrarse. Entonces, las células de la vesícula empiezan a
bombear agua hacia fuera, creando de nuevo el vacío.

Otras muchas especies de plantas carnívoras actúan como el papel


matamoscas, capturando a sus víctimas con apéndices pegajosos. Las
plantas jarro utilizan otra estrategia: desarrollan largas hojas tubulares en
las que los insectos caen. Algunas de las más grandes tienen «jarros» de
hasta 30 centímetros de profundidad y son capaces de digerir una rana
entera o incluso una rata que haya tenido la mala suerte de caer en su
interior. Complejos procesos químicos contribuyen a hacer de la planta
jarro una trampa mortal. Nepenthes rafflesiana, que crece en los bosques
de Borneo, produce un néctar que además de atraer a los insectos, vuelve
resbaladizas las superficies. Los insectos que se posan en el borde del
jarro-trampa se deslizan como un hidroavión en el agua y caen en el
interior. El fluido digestivo en el que se precipitan tiene propiedades
diferentes. En lugar de ser resbaladizo, es denso y pegajoso. Si una
mosca intenta despegar una pata y escapar, el fluido la sujeta tenazmente.

Muchas plantas carnívoras tienen glándulas especiales que secretan


enzimas suficientemente potentes para atravesar el duro exoesqueleto de
los insectos y absorber sus nutrientes. Pero la sarracenia purpúrea, que
vive en turberas y suelos arenosos estériles de gran parte de América del
Norte, se aprovecha de otros organismos para digerir el alimento. La
planta alberga una complicada red de larvas, mosquitos diminutos,
protozoos y bacterias, muchos de los cuales sólo pueden sobrevivir en ese
singular hábitat. Los animales se reparten las presas que caen en el jarro,
y los organismos más pequeños se alimentan de los desechos.
Finalmente, la planta absorbe los nutrientes liberados por ese festín
gastronómico. «Los animales forman una cadena procesadora que acelera
todas las reacciones –dice Nicholas Gotelli, de la Universidad de
Vermont–. Por su parte, la planta aporta oxígeno a los insectos.»

Hay miles de plantas jarro en las turberas del bosque Harvard, un área de
investigación ecológica de la Universidad, en el centro de Massachusetts.
Un día de finales de la primavera, Aaron Ellison me llevó de excursión.
«No has vivido realmente la experiencia de una turbera hasta que no te
has metido hasta las ingles en ella», me dijo este ecólogo de la reserva
forestal mientras observaba pacientemente cómo sacaba yo las piernas
del fango. Por todo el bosque ondeaban banderitas naranjas. Cada una de
ellas marcaba una planta jarro designada para servir a la ciencia. A lo
lejos, un estudiante alimentaba con moscas las plantas marcadas. Los
investigadores crían a estos insectos con comida a la que han añadido
marcadores poco habituales de carbono y nitrógeno, para poder recoger
después las plantas y medir qué cantidad de cada elemento presente en
las moscas han absorbido. Como las plantas jarro son de crecimiento lento
(pueden vivir varias décadas), los experimentos pueden tardar años en dar
resultados

. y Gotelli están intentando desentrañar qué fuerzas evolutivas empujaron


a estas plantas a decantarse por probar la carne. Comer animales
proporciona a las plantas carnívoras unos beneficios evidentes; cuando los
científicos dan a las plantas jarro una ración extra de insectos, crecen más.
Pero los beneficios de comer carne no son los que cabría imaginar. Los
animales carnívoros, como nosotros, usan las proteínas y la grasa de la
carne para producir tejido muscular y energía. Las plantas carnívoras, en
cambio, extraen de sus presas nitrógeno, fósforo y otros nutrientes
esenciales con los que sintetizan las enzimas necesarias para captar la
luz. En otras palabras, comer animales permite a las plantas carnívoras
hacer lo que hacen todas las plantas: aprovechar directamente la energía
del sol.

Por desgracia, lo hacen muy mal. Las plantas carnívoras son


tremendamente ineficaces en la transformación de la luz solar en tejidos,
porque tienen que destinar gran cantidad de energía a la producción del
equipo necesario para atrapar animales (las enzimas, las unidades de
bombeo, los apéndices pegajosos…). Una planta jarro o una
atrapamoscas no realizan tanta fotosíntesis como las plantas con hojas
corrientes porque, a diferencia de éstas, no disponen de «paneles solares»
planos capaces de captar grandes cantidades de luz solar. Ellison y Gotelli
creen que sólo en ciertas circunstancias los beneficios del consumo de
carne superan los costes. El suelo pobre de las turberas, por ejemplo,
ofrece muy poco nitrógeno y fósforo, por lo que las plantas carnívoras
gozan allí de una ventaja respecto a las plantas que obtienen esos
nutrientes por medios más convencionales. Además, las turberas reciben
luz solar en abundancia, por lo que incluso una ineficiente planta carnívora
puede realizar suficiente fotosíntesis para sobrevivir. «No se pueden
mover, y sacan el mejor partido posible de su situación», dice Ellison.

La evolución ha repetido varias veces la misma transacción. Comparando


el ADN de las plantas carnívoras con el de otras especies, los científicos
han descubierto que evolucionaron de forma independiente al menos en
seis ocasiones. Algunas plantas carnívoras que parecen casi idénticas
tienen un parentesco lejano. Los dos tipos de plantas jarro (el género
tropical Nepenthes y el género Sarracenia, de América del Norte)
presentan hojas en forma de jarra y emplean la misma estrategia para
capturar presas. Sin embargo, evolucionaron a partir de antepasados
diferentes.

En varios casos es posible seguir la evolución de las plantas carnívoras


complejas a partir de otras más simples. La atrapamoscas, por ejemplo,
tiene un antepasado común con el drosófilo luso, que sólo tiene glándulas
pegajosas en los tallos (aunque la captura de insectos se hace en las ho -
jas), y comparte un antepasado más reciente con las dróseras, que
además de presentar glándulas pegajosas pueden cerrar las hojas sobre
sus presas. Al parecer, las atrapamoscas han desarrollado una versión
más evolucionada de ese tipo de trampa, con las hojas transformadas en
cepo.

Desgraciadamente, las adaptaciones que permiten que las plantas


carnívoras prosperen en hábitats marginales también las vuelven
extremadamente sensibles a los cambios medioambientales. Los
desechos agropecuarios y la contaminación de las centrales eléctricas
están añadiendo nitrógeno de más a muchas turberas de América del
Norte. La adaptación de las plantas carnívoras a la escasez de nitrógeno
es tal que ese fertilizante añadido les sobrecarga el sistema. «Al final se
queman», advierte Ellison.

La intervención humana también plantea otras amenazas para las plantas


carnívoras. El mercado negro de plantas carnívoras exóticas es tan activo
que los botánicos tienen que guardar en secreto la localización de algunas
especies raras. En Carolina del Norte se arrancan ilegalmente miles de
atrapamoscas que se venden en puestos de carretera. El Departamento de
Agricultura de Carolina del Norte ha empezado a marcar ejemplares
silvestres con un tinte inocuo invisible que sólo brilla con luz ultravioleta
para que los inspectores puedan determinar si las plantas en venta
proceden de un invernadero o fueron recolectadas en la naturaleza. Pero
incluso si fuera posible detener la recolección ilegal de plantas carnívoras
(lo que tampoco es seguro), éstas seguirían expuestas a numerosas
amenazas. Su hábitat está desapareciendo, para ser reemplazado por
centros comerciales y viviendas. Además, el control de los incendios
permite a otras plantas crecer rápidamente y desplazar a las
atrapamoscas. Quizá sea una buena noticia para las moscas, pero es una
gran pérdida para todos los que nos maravillamos ante la infinita
capacidad de inventiva de la evolución.

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