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JUAN JOSE PALAO VICENTE (Ed.) MILITARES Y CIVILES EN LA ANTIGUA ROMA DOS MUNDOS DIFERENTES DOS MUNDOS UNIDOS Ediciones Universid rai MONEDA CIVIL Y MONEDA MILITAR EN HISPANIA (350-711 D. C.) FERNANDO LOPEZ SANCHEZ, Universidad Jaume I (Castellén) Wolfson College (Oxford) INTRODUCCION: MONEDA MILITAR Y MONEDA CIVIL EN LA MONARQUIA HIsPANICA DURANTE LOS SIGLOS XVI Y XVII jen conocido que la moneda de oro y de plata acufiada por la Monarquia His- pénica durante los siglos xvi y xvi presenté una gran estabilidad en su ley y en su peso. La Monarqufa Hispénica entregaba moneda de oro y plata —y no moneda de vell6n— a aquellos que més directamente le servian en las guerras que mantenia en el norte de Europa. Es asf natural constatar que, de entre todas las series de monedas preciosas acu fiadas por los Reyes de Espafia en sus posesiones, fue en el Milanesado! y en los Pafses Bajos* en donde éstas fueron de mejor calidad. Lo fueron en su factura —cospeles nchos, tipos centrados—, tanto como en su estilo —bustos y escudos muy cuidados. Milén y Flandes se constitufan en el punto de partida y de Ilegada de la ruta milicar conocida desde 1601’ como E/ Camino Espafol. La moneda con la que se pagaba a los numerosos soldados estacionados en estas dos regiones, pero también a los armeros y a los banquer que los armaban y adelantaban los asientos, debia ser fuerte y generar confianza. fista, mas que ninguna o fue la raz6n fundamental que explica los mini- mos cambios y alteraciones que estas series monetarias en oro y en plata suftieron a lo largo de més de 150 afios. Los dobles soberanos, los soberanos y las coronas de ofo, los ducatones y los medios ducatones, los patagor patagones, los escalones y los tres patard: Flandes no presentan diferencias significativas' con respecto a los producidos en la época de las agitaciones de los afios 157 los medios patagones y los cuartos de is en plata emitidos a nombre de Felipe IV en 5°. La renovacién del numerario flamenco de oro Carlo Cnures, Le monet i Milan ds rant a dominasionespagnola dal 1333 al 1706, Milan Catlo Crippa Eaioril Hermand Arend Enno VaN GHLDER y Marcel HOC, Le momnaier de Paye-Bar Bourguignoese Espagnls 1434-1713, Amsterdam: J. Schulman, 1960, Todas las fechas son dC HE. VAN GELDER y M, HOC, Les manner des Pays-Bas, pp. 171-17: idem, p98. 228 FERNANDO LOPEZ SANCHEZ y plata emprendida en el afio 1612 bajo el gobierno de la hija de Felipe II, Isabel Clara Eugenia, y del archiduque Alberto de Austria*, pudo deberse a la independencia de inure de estos soberanos con respecto a Madrid. Al margen de este episodio, el continuismo y la buena ley de las acu luca durante los reinados de Felipe II, Felipe IV y Carlos IT ‘Al contrario de lo que sucedié con la moneda de oro y plata cortiente en el Milane jones de los metales preciosos en Flandes fue norma abso- sado y en los Paises Bajos, la moneda de vellén y cobre del reino de Castilla presents sin embargo numerosisimas modificaciones en su ley, valoracién, € incluso estilo, durante los siglos XVI y xvul. El vellén y el cobre —y no la buena moneda de plata 0 de oro anteriormente nombrada— fue el metal que citculé en los reinos ibéricos con casi exclusividad desde la segunda mitad del siglo xv1 y durante todo el siglo xvtt. Los trabajos de Ramén Fontecha', de Javier Verdejo’ y de otros numfsmatas han descrito las numerosas alteraciones vividas por la moneda me ada en Castilla durante este perf odo, de acuerdo con la numerosa legislacién al respecto de la época”’. Asi, y can pron: 2, las Cortes de Madrid estipulaban que la moneda to como en el 23 de mayo de 15 de vell6n no cuviese sino cinco granos y medio de plata por marco de cobre, pues si ésta contenfa siete granos se temia que fuese extraida del reino"’. Los temores de estas Cor. tes no eran infundados, y la progresiva retirada de plata de la moneda de vellén se ace- leté en los afios sucesivos. Asi, en 1597 la liga de plata en el vellén habia descendido a tan sélo un grano de pli te el reinado de Felipe IIT". Las acufiaciones de vellén Megaton durante este reinado a ser de tal entidad que las importaciones de este metal desde las tierras de Europa Cen- ‘a por marco” (fig. 1), desapareciendo completamente duran- tral, y especialmente desde el reino de Suecia, repercutieron grandemente en la hacien- da de estos paises’. La circulacién de plata se volvié como consecuencia extremadamente rara en Castilla —y en los demas reinos hispnicos— ya a principios del siglo xvil. Ante los prejuicios organizados por este tipo de circulacién —el premio de la plata se elevaba continuamente— las Cortes de Castilla le Hegaron a pedir a Feli- pe IV el final de este tipo de acufiaciones de vell6n depreciado. Aunque el Consejo de Hacienda se opuso con determinacién a tal medida en un principio, finalmente cedié iden, pp. 146-14 dm, p 187, *Ramén bE RONTECHA SANCHEZ, La mamada de wie y cbr dela monarqui espaol 1), Madrid: Ares Gifs, Javier Veniejo Strcis, Prcnaria dd ell dfs gle xvi-xvn, Aviles: Serie Gral, 198 Diego ENnIQUt CASTANO, «Breve resumen de ls principales pragmaicas y hechos sobre el velln de los Austria, y su problemécica en el rino de Castilla», Gata Ni 1988), pp. 17-20. "Alois Hess, Desrifvidn general de las momadashspans-rsianas del zat Lais Marquina edioe [primers edicién, Madrid, 1865], 1962, p. 324 Joaquin Ceasreno YAste2, Las monet ellader de Felipe Il 9 Felipe 1V (1603-1659), Estadio. ba: Edits Joaquin Francisco de invsin dels drabt, Tomo Prien, Z no Yéne2, 2006, p. 2 ala PEREZ. SINDREL, «El vell6n durante los Austras y la C fe ln Moneda de Sevilla», Numirme, 248 (2004), pp. 49-63, esp. pp. 49-50. Antonio Dontsctrz O82, Politicey Hacienke de Felipe IV, Media: Ediciones Pegaso, 1983, pp. 237-264 anrdo ALMENARA, «Las monedas olvidadas. La acuaciGn del numerari de cobre durant el reselo de Felipe IV Nanisma, 251 (2007), pp. 295-317, esp. pp. 295-296; Fernando SERRANO MANGAS, Vln y metals prvi la Cot dil Rey de Expat (1618-1668), Madi Banco de Fspeis, Servicio de Eseudios, 1996, p. 105, habla de 4,634 de pre ¥ de 54,76 en 1626; Earl J. HAMILTON, El 2trs american y a rolucin de las raison Espo, 1501-1650, ica, 1983, p. 108. MONEDA CIVIL Y MONEDA MILITAR EN HISPANIA (350-711 D.C) 229 Fig. 1. Moneda de vellén sin resello. Fig. 2. Moneda de vellén de 1597 con Castilla. 1597. Coleccién de la Universidad de Zar: resello de 1659. Coleccién de la gora Universidad de Zaragoza el 7 de febrero del afio 1626. El 8 de mayo de ese mismo afio de 1626 se hacia pibli- co el pregén de que «no se labre moneda de bellén por veinte afios en estos reinos» La acufiacién de moneda de vellén se interrumpié grandemente en Castilla tras el afio 1626. Sin embargo, el Consejo de Hacienda recurtié a partir de entonces, y entre los afios 1636 y 1659, a modificaciones continuas del valor nominal de los vellones por medio de resellos”, Este es el perfodo conocido por los numismatas como «del resello», «de la economia de guerra» 0 del «desorden monetario». Es un perfodo que coincide ademds milimétricamente con la guerra que Espafia mancuvo contra Francia desde la entrada de ésta en el conflicto de los Treinta Afios (1635) y hasta la firma de la Paz de los Pirineos el 7 de noviembre de 1659". El primer sello de 1636 fue consecuencia del deseo de satisfacer los valores consignados a los hombres de negocios por sus asientos durante ese afio y el siguiente”. Bl resello de 1641, por su parte, fue consecuencia direc ta de las revueltas del afio 1640, y de las nuevas necesidades militares que obligaron al crecimiento de la moneda de vell6n’®. Los siguientes resellos tuvieron lugar en 1651 y en 1654-1655, tras la paz de Westfalia (1648), y debe ligarse de manera directa a los esfuerzos realizados por Felipe IV por llevar el desorden al corazén de la Monarqufa francesa. La Fronda antimonérquica en Francia necesité de hecho de un 50% de todas las rentas de las que disponfa la Corona hasta 1656". Los esfuerzos econémicos de Feli- pe TV en sus reinos ibéricos produjeron una serie importante de éxitos, tales como la reintegracién de Catalufia a la Monarqufa (1652), la recuperacién de Dunquerque 0 Rocroi (1653) y la victoria de Valenciennes (1656). La tensién monetaria se hizo, sin embargo, enorme a partir de esta fech gi causa de los asientos que debfan financiar la era contra Inglaterra (1656) 0 el revés de las Dunas (1658). Asf, se autorizaron los tiltimos grandes rescllos del siglo xvit, los de los afios 1658 y 1659 (fig. 2), E, AIMENARA, «Las monedas olvidadas»,p. 296 y n. 5; Javier b& SANTIAGO FERNANDEZ, Polftica monetaria en Ca lla darant el siglo XV, Madrid, 2000, p. 92 J, Cenreno YAR, Las monedasrelladat,p. 32; Julio TORRES, «La gallina de ki 1 de cobre, Emisin y de moneda menua en la Edad Media, xVat Eaaento de Estudios sabre a 1 Numismética, 161 (junio 2006), pp. 5-22, esp. p. 6, hubla de cémo los Reyes de Castilla practicaban las peores de todas las devaluaciones euro peas en si eeino ya en los siglos XIV y XV J. CENTENO YAREZ, Las monaas reelladas, pp. 33-53, pp. 57-110; Javier DE SANTIAGO FrANANDEZ, «El vel ca tellano de los siglos xv1y XVI, Su uso como instrumento Financierow, Gaeta Nemirmatca, 161 (junio 2006), p. 161 9 pp. 41-64, ep. pp. 58-62. J. DE SANTIAGO FERNANDEZ, «El vellin astellanon, p. 59 y 0. 56 Ibidem, p60 y 0 A. Dowincutz Onrtz, Politica y Hacios de Felipe IV, p. 67; J. BE SANTIAGO FERNANDEZ, «El vell6n castellano», py n, 59. 230 FERNANDO LOPEZ SANCHEZ. Tras este periodo de «desérdenes mone- tarios», ya partir de la Pragmatica del 11 de septiembre de 1660, se acuifaron en Espafia unos nuevos y cuidados vellones con liga de plata (69,4 milésimas), caracterizados por la incorporacién del busto real en el anverso de Ja nueva pieza —lo que a las monedas de 16 maravedies les valié el nombre de carillas (fig. 3)— algo inusual en las emisiones frac Esta nueva moneda, Fig. 3. Moneda de vellén de 1662 (carilla). Coleccién de la Universidad ionarias castellanas producto de un enorme desarrollo tecnol6- gico, y posible en buena medida gracias al relativo respiro de la Paz de los Pirineos la guerra continta sin embargo contra Portugal—™, se mantuvo hasta el afio 1664, cuando vio su valor reducido a la mitad. La estrategia de los resellos se hallaba agota~ day la presencia de metal precioso servia para otorgar mayor credibilidad a una moneda por entonces desprestigiada. Las falsificaciones fueron can extraordinarias en estas nue ‘vas monedas, sin embargo —hasta el 879% de la que circulaba—* que el premio por la plata alcanzé en 1664 el 150% Queda claro a través de los ejemplos hasta aquf expuestos que el uso de la moneda de vellén o de los resellos durante el reinado de Felipe IV en Espafia no fue comercial, sino fiscal y fiduciario. Thomas J. Sargent y Frangois R. Velde hablan al respecto de «Castilian experiment». José I. Andrés, por su parte, defiende conjuntamente con la mayorfa de historiadores y numismatas modernos que la inestabilidad de la moneda de vellén frente a la de plata se debié al deseo de la Monarquia Hispénica de extraer dine- roa partir de cualquier recurso posible”. Los beneficios netos que la politica de resellos produjo a Felipe IV se han estimado no obstante en unos 30 millones de ducados, una cifra no excesivamente alta si se tienen en cuenta los enormes compromisos de la Monarquia Catél durante estos afios”. El jesuita Juan de Mariana explica, sin embar- {g0, la inestabilidad del vellén frente a la moneda labrada en metales preciosos de una manera harto diferente. Para Juan de Mariana los monarcas de Madrid no buscaban tanto ganar dinero con la manipulacién de moneda de vell6n, 0 a través de los resellos, cuanto crear dos areas de circulacién diferenciadas en sus reinos. Su obra De Monetae Mutatione publicada en Colonia en 1609 discute las ventajas y las desventajas de los. experimentos con el vell6n en los territorios de la Monarquia, probablemente reflejan- do asi las opiniones a favor —mayoritarias— y en contra —minoritarias— mantenidas Glenn Mornay, «Consejo y Juncas de Hacienda come fuente documental sobre numismatica y politica monecaria (1512-1700)», Namisma, 238 (1996) FélixcAngel SaINz. VARONA, «La emisiGn de vell6n de 1661-1664 en In Cas 91, esp, p67. Las monedas de och 2 respectivamente 289-308, esp. p. 29 la Moneda de Burgos y la sight R de ensayador>, Namizma, 248 (2004), pp. oatro y dos maravediesrecibeson por su pare el nombre de crtadill,gongorina y perenden J. DE SANTIAGO FERNANDEZ, «El velléa castellano», pp. 6 E, AIMENARA, «Las monedas olvididas», p. 296 J. DE SANTIAGO FERNANDEZ, «El vellén castellano, p. 64 y 9.65 Thomas J. SARGENT y Francois R. VELDE, The Big Problan of Small Change, Princeton-Oxford: Princeton Univer sity Press, 2002, p. 116, José Ignacio ANDRES Uct nia, 202 (1993), pp. 533-545, J. pr SaNTiAco PuRNANDEZ, Palla mondaria om Cat La moneda de plata en Casilla dutance la primera micad del siglo xvu>, Hi p. 127 y pp. 140-141 MONEDA CIVIL Y MONEDA MILITAR EN HISPANIA (330-711 D. C 231 por los consejeros del rey sobre tal politica”. El pasaje més interesante, y a la vez mas nitido de su explicaci6n, concierne a las ventajas que para la Monarqufa posefa la cre: ci6n de areas geograficas de circulacién exclusivas para el vell6n. Segtin Juan de Maria na, en lugar de malgastar la moneda de oro y plata en Espafia, la moneda fiduciaria de vellén —y el cobre puro con resellos més tarde— debia ayudar a canalizar los metales preciosos que el rey necesitaba en sus guerras extranjeras. Esta opinién no era, sin embargo, exclusiva de Juan de Mariana. Asi, el francés Henri Poullain escribia también en 1612 sobre la conveniencia de que Francia estableciese como Espafia una estricta separacién monetaria segtin sus necesidades domésticas y sus obligaciones extranjeras Para Henri Poullain, como para Juan de Mariana, la circulacién de moneda menuda debia ser prioritaria en el reino de Francia. De acuerdo con la conocida ley de Gresham, segtin la cual la moneda mala expulsa siempre a la buena, Poullain reconocfa que la mala moneda de cobre en el reino de Francia podia perfectamente cumplir las necesi- dades del comercio interno, sin necesidad de recurrir a la buena moneda de mecales pre- ciosos, que debfa reservarse para las empresas militares en las fronteras. Segtin Poullain, la moneda de cobre, cara en su fabricacién, no debia contener més alla de un tercio de su valor nominal. Ademés, si no excesivamente producida, prevendrfa contra el aumen: to de los precios que las monedas de plata y oro provocaban, siendo de esta manera de la mayor utilidad al reino de Francia”. Segdin Juan de Mariana y Henri Poullain, las acufiaciones y reacufiaciones masivas de moneda de vellén y cobre en Espafia no deben de esta manera contemplarse como signos incuestionables de decadencia. Al contrario, si contenidas, se constitufan en ins. trumentos esenciales en la grandeza y racionalizacién de sus respectivas monarquias. Es a este respecto evidente que los Habsburgos de Madrid reservaron una circulacién de moneda menuda para sus teinos del sur, y en solidaridad con unas posesiones del norte en donde corrfa la buena moneda de oro y plata entre sus soldados, sus asentistas y sus banqueros. El «Castilian experiment» de Thomas J. Sargent y Francois R. Velde pare ce haber respondido asi a una politica dirigida por el poder. Politica no desconocida por lo demés, por parte de otras monarqufas y otros periodos cronoldgicos ajenos al siglo XVII, Asi, en el Imperio Romano, como en la Monarquéa Hispénica, existieron también tegiones civiles en donde circulé fundamentalmente la moneda de bronce. Hubo igual- mente regiones militares en donde corrieron con mayor profusi6n las monedas de plata y de oro. En lo que respecta a Hispania, esta regi6n parece haber respondido a un pet- fil marcadamente civil durante todo el siglo 1v. Sin embargo, en el siglo V, su cardcter de provincia civil cambia en buena parte —aunque no completamente— al convertir- se la regi6n en teatro de numerosas campafias militares. tales emitidas durante los siglos vi y Vil en Hispania, las | marcadamente civil, mientras que otras lo tienen decididamente militar. Las paginas que siguen incencan narrar de qu «militares» en Hispania entre el afio 350 y el afio 711. Se ha elegido el afio 350 por- que fue enconces cuando comenzé la tiltima campafia militar a gran escala en Occi- dente —la de Magnencio contra Constancio II. Bl afio 711, por su parte, significa el ‘n cuanto a las series mone- yy que poseen un caréccer manera circularon monedas «civiles» y monedas Th, J. SARGENT y E.R. VELDE, The Big Problem, p. 117, iden, . 101 para un Adam Smith que tampoco exes, como Juan de Mariana 6 Henti Poullain, en le utiidad de 1 moneda Ii ts 19. 232 FERNANDO LOPEZ SANCHEZ, final efectivo de la romanitas merced a la invasién drabo-bereber venida desde Africa. Se concluye al fi giiedad hispana dirigié sus series de forma tan controlada y diferen al de nuestro estudio que el poder emisor de moneda en a tardo-anti- jada como la ‘Monarquia Hispadnica lo hizo a lo largo de los siglos Xv1 y XVIL MONEDA CIVIL. EN HISPANIA Y SUMINISTROS A LOS EJERCITOS GALO E ITALO-DANUBIANO (350-395) Como en el caso de la Monarqufa Hispénica de los siglos xv1 y xvul, A. S. Hobley" y M. Peter han demostrado que Roma se cuidé muy mucho de que existiese citcula~ cién de bronce en determinadas areas del Imperio. Envié por tanto importantes reme- sas de este metal a distintas regiones de su tertitorio, y en distintos momentos a lo largo de su historia. Lo contrario también parece cierto, esto es, que el oro y la plata amone- dados se concentraron en regiones diferentes de aquellas en las que citculaba el bronce. Esco parece haber sido asf de forma nitida a partir del siglo 11, pues, en palabras de R. ‘Abdy, «post Antonine period Rome supplied che civilian provinces wich more bronze coins, the distant militarey ones (i. e. frontier zones) with less bronze coins and more silver»®, De esta manera, y por ejemplo, a principios del siglo 11, pocas monedas de bronce de buen cospel parecen sobrepasar el valle del Loira en Francia, al norte del cual se concentra, por otra parte, lo esencial de los hallazgos de monedas de placa y perfodo. Este patron de distribucién, en el que el sur concentra las buenas monedas de bronce y el norte las de oro y plata, puede comprobarse también como muy cierto en Britannia, la cegién del Imperio junto con la renana sin duda mejor explorada e inves- tigada de entre todas En un claro precedence de lo que sucedié 60 afios més tarde con Ia usurpacién de Constantino III en el afio 410, la guerra de Magnencio contra Constancio IT desguar oro del necié Britannia de tropas méviles, segiin queda atestiguado a través de la evidencia numismacica”. Segiin S. P, Niklas, el porcentaje de pérdida/recuperacién de monedas desciende de un 11% en el periodo 348/350 a un 4% para los afios 350-355. Ello supo: ne presumiblemente al menos un 50% menos de tropas britanas en Ia isla, un porcen~ taje muy similar al que se supone que acompaiié a Constantino III (407-411) desde 1 aventura gala e hispana. El porcentaje de pétdida-recuperacién de mone- da es idéntico en estos afios 348-355 para las provincias de Belgica ly Lugdunensis II* El movimiento de estas tropas galo-britanas hacia Viewnensis y el norte de Iealia justo antes de la derrota final de Magnencio parece indicar ademés que fue aqui en donde se Britania en Andtew Stephen HOBLEY, An exanination of Roman Bronze coin disribaion inthe wsstern Rowan Enpire AD 81-192, Oxford, British Archacological Reports lacerational Series, 688, 1998 «Markus PeveR, Unter Pindniindsen ans Aart und Kaiecancagu, Stadien 2a den Fundmlizen der Antike (SEMA), Bind 17 p. 102-105 Richard Anthony Aaby, «The decline and all of the eset Lart y Giovanni GORI, I rtrmamentel momatalie la lgge di Gresham, Att del uC di Stria Mons, Padowe, 28-29 eiebre 2005, Pass, 2006, pp. 43-55, esp. p. 31; A. S. HOBLEY, Av examination of Roman Bronze cin, p. 128. M. PETER, Untersachangon 2x den Fund igen au den Fundmindzen aus Augse und Kaiseraugsts, JRA, 15 (2002), pp. 600-603, Steven D. Nicstas, A General Survey of Coinage in th Roman Empire A. D. 294.408 and its reationship to Roman Mili ary Dsplojomen, Lewiston/Queenstoon/Lampecer: The Edwin Mellen Pres, 1995, pp. 168-168. Steven D. NicKLas, A Getoral Saree, p. 169. in Romaa Britain: «Case of Seudy, en Michele ASO: gro Internazionale dN mn, pp- 123-127; Richard Reece, «Review of M. Peter Uncersuchun. MONEDA CIVIL Y MONEDA MILITAR EN HISPANIA (350-711 D.C.) 233 Fig. 4. Tesoro de Bridgnorch, Shropshire. BM ref: 2007 T664, con sus 2990 y dos fragmentos de los afios 350-354. Dentro de su vasija y depositado en el Museo Britsnico concentré el nticleo de las fuerzas del usurpador en el afio 352 y parce del afio 353. Por otra parte, la ofensiva de Constancio I contra Magnencio en el oeste en el afio 352 pre~ sumiblemente conllevé una operacién naval contra el norte de Africa y las Hispaniae, gracias a la cual estas didcesis fueron capturadas”’. La importancia militar de estas regiones era claramente menor a la que posefan las Galias. Sin embargo, el gran ndime- r0 de moneda que se recupera en Hispania para los afios anteriores y posteriores al con- flicto —el mayor del siglo porcentualmente— debe ligarse con pocas dudas con la actividad logistica que se desarroll6 en el oeste del Imperio antes y después de la usur- pacién de Magnencio (350-353). La circulacién de monedas de vell6n Ae 1 con el crismén y las letras alfa y omega, batidas por Magnencio y Decencio en todas las cecas de su imperio, pueden encontrarse en el norte de la Galia, en las Germaniae (romana y libera) y en el Rédano, Sobre todo se encuentran en Britannia, que es hoy por hoy el pats lider en amonedaciones magnen- cianas. A los tesoros y hallazgos con monedas de los afios 351-354 inventariados por D. Wigg, hay que afiadir los nuevos depdsitos de Welbourn, catalogado por A. Burnett (412 monedas)", Milton Keynes, inventariado por Henry Flynn (1.477 monedas)" y Bridgnorth, estudiado por Fernando Lépez y Richard Abdy (2.891 monedas) (fig, 4)* IC VIIL~ Joha Philip Cozens Ker, The Roman 164, Londres: Spink & LTD Son, 1981, p. 1 ‘Andrew BURNETT y Fernando LO? SANCHEZ, «Welbourn, Linconshite. A discussion of che "Poemenius’ coin i the Welbourn Hoard», en Richard AuDY, Eleanor GHEY, Celine HUGHES ¢ Zan Lem, Coin Hoard fr Ro Valeme XII, Weeceren, Collection Moneta 97, 2009, pp. 296-303, pl. 29 y 30. ""Henty FLYNN, «Milton Keynes district, Buckinghamshire, 1 December 2006, BM rf: 2006 631», NC, 169 2009), p. 34 Fernando LOPEZ SANCHEZ y Richard A. Aso, «Bridgnorth, Shi Roman Britain, Voene XIV, Wetteren, Collection Monees en prensa) jal Coinage. Volume VII. The Family of Constantine lA. D. 0 Britain pahice, BM ref: 2007 T664e, Cain Hands from ERNANDO LOPEZ SANCHEZ. Claramente, el ejército romano-britanico y renano de Magnencio fue asimilado a las tropas palatinas durante la segunda mitad del aiio la primera mitad del afio raz6n por la cual se adopts € de Constantino (alfa y omega en bolo de los protector torno al crismén) como marca distintiva de su nueva moneda®. Esta mone vellén fue de mayor poder liberatorio que te as las de su especie por entonces circulan- se asoci6 tinicamente al ejército en campafia de Magnencio. Tras la derrota de este «usurpador», no hubo sin embargo ninguna otra moneda de vellén asociada a ninguna -ampaiia en Occidente, En el afio 356 Juliano TI se encontraba asf con unas tropas que no habjan cobrado en los tiltimos afios’. No pudieron hacerlo tampoco después de vic s importantes, como las obtenidas en el curso del afio 357/358. Ni siquie ra en estas circunstancias pudo Juliano ofrecer donatiua a sus ttopas triunfantes, debido a la negativa de Constancio II a proporcionarle sumas dinerarias (Amm. 17, 9, 6). Ta raz6n de la negativa de Constancio en la entrega de sumas de dinero acufiado a Juliano en la Galia es considerada por Niklas como producto de la envidia y el resen- timiento del augusto hacia el Esta interpretacién es muy del gusto de los his toriadores modernos, que han forjado una visién demasiado romantica de Juliano. Es mas probable, sin embargo, considerar que el ejército de Juliano, al no actuar en unas operaciones trascendentales en el Rin, no poseyera un dinero escaso que se reservaba para las tropas palatinas préximas al augusto. Las divisiones que se suelen hacer entr soldados fin tanei, comitatenses, preudocomitatenses, ripenses, etc., son demasiado confusas cuando se aplican a las pagas militares de estos cuerpos militares. La diferencia fund al en lo que bativas. Se esta men entregas dinerarias se refiere no se fijaba se in estas categorfas com- fa simplemente entre soldados de elite palatinos —y por lo tanto préximos al emperador— y el resto. Los primeros podian vivir gracias a la entrega regular de pagas y domatiua en metales preciosos y 0! as materias. Los segundos rara- mente eran ompensados en moneda, 5 en los casos contados en los que s milaba al ejército palatino del emperador, 0 con ocasién de pagas rotatorias muy espaciadas en el tiempo. No poseemos informaci6n precisa sobre la manera en como se procedian a estas entregas dinerarias a finales del siglo 1V entre la tropa comin, Las est maciones modernas al respecto derivan del estudio de los tesoros, de los hallazgos ais- lados y de su ratio relativa entre metales, asf como del estudio en el funcionamiento de las cecas. Sin embargo, poseemos més informacién sobre esta cuestién para épocas mds tardfas, cuando los soldados bizantinos también se encontraban divididos entre tropas palatinas (tagmata) y tropas regionales (shemata). Los primeros, como sus predecesores romanos, recibfan moneda regular y vivian de ella, Los trario, s6lo recibfan dinero en moneda una vez cada cuatto afios (rhaga). Constantino VII Porfirogeneta (s. x) afirma que ésta habfa sido costumbre tradicional en el ejérci: to romano desde antiguo, y que él continuaba con tal préctica. Ibn Khurdadbih, au islémico contempordneo de Constantino VII, afirma por su parte que los ejércitos islé: micos eran pagados en moneda sélo una vez cada tres, cuatro, cinco o seis afios. The- jemand LOPEZ. abe pace fe dans Empire romaine, en Toni NACo a JovO ¢ Islas ARRAVAS, Tria Rowen World astray tertteri an al wade rename; Oxford, BAR. Pierce BaSHIEN, Mawizie «t dinatia au Bas- Empire, Weeveren: Editions Numismatique Romaine, 1988, p. 20 §. D. Nicxtas, A General Sere, p. 169 MONEDA CIVIL Y MONEDA MILITAR EN HISPANIA (350-711 D. C.) 235 6301 (808 ophanes /9) también proporciona informaciones que confirman la veracidad de esta informacién Sabemos que soldados bizantinos de todas las categorfas, incluidos aquellos de los themata, tecibieron pagos especiales en moneda con ocasi6n de las expediciones contra los musulmanes en Creta en los afios 911 y 949. Bs éste precisamente el procedimiento que probablemente se utiliz6 por parte del augusto Magnencio en el afio 352, y duran- te la duracién de su campafia contra Constancio. Sin duda Constancio TI también utili- 76 moneda en su campafia contra el augusto occidental, aunque de menor poder liberatorio. Esta es la raz6n por la cual, casi artuinado en dinerarias a Juliano en la Galia en los afios 356-360. EI afio 353, redujo las entregas panorama de decrecimiento espectacular en la ratio pérdida/recuperacién de moneda durante estos afios parece por lo demés corroborar la narracién de Amiano Marcelino. En Germania I y en la Lugdunen %, y en la Germania IL IL es de s6lo un 5%, en la Lugdunensis Ty Sequania es de un 4 © Belgica 1 no alcanza el 2%. El cierre definitivo de la ceca de Amiens —s6lo existente durante la usurpacién de Mi britanas del usurpador- nencio, y previsiblemente abierta en funcién de las tropas asi como el cierre temporal de la ceca de Tréveris entre los las acuffaciones galas en num. Durante estos afios 354-364 las acufiaciones en la regi afios 354 y 364, provocaron que se concentrase todo el pesc Arlés y en Lug n galo- renana no parecen haberse ritmado en funci6n de la actividad militar en el norte de la J 5 356-360. Durante estos afios, y en Galia de Juliano, por lo demés notable en oposicién marcada a las provincias del norte, el porcentaje de pérdida-recuperacién de moneda asciende por el contrario a tanto como al 12% porcentual en la muy poco mili tar provincia de Viennensis. La situacién es muy similar en Hispania, la otra gran regi6n desmilitarizada de Occidente en el siglo 1v, con un espectacular 159 La guerra de los afios 350-353 en Occidente muestra claramente que Hispania —y provincia de Viewnensis— poseen un comportamiento monetario muy diferente del observable en las provincias militares del norte". Este diferente patrén de circulaciér y pétdida de moneda no parece por lo dems confinarse ‘nicamente a estos afios. La serra de Magnus Maximus contra Teodosio en el alo 388 se acomparia también de una reduccién en la pérdida/recuperacién de monedas en Hispania. Por el contrario, el pico inmediatamente anterior al afio 388 parece indicar que el usuzpador hispano sito en Britania preparé su ofensiva contra Teodosio en gran medida con unos suministros his- panos que generaron circulacién de pequefia moneda de bronce y de vellén en la penin: sula, Fue esta misma necesidad de suministros hispanos por parte de Teodosio I inmediatamente después de la derrota de Magnas Maximus, In que parece explicar el 388-392" nuevo pico de hallazgos monetarios en Iberia para el period El diltimo tercio del siglo 1v parece haber vinculado més a Hispania con el imperio central que con las Galias. Esto en marcado contraste con respecto al petfodo contem- porineo a la guerra de Magnencio. La promocién de Teodosio de dix a magister militun Arnold TovNn&x, Constantine Poryrogenits and bir World, London-New York-Toronto: Oxford University Press, 73, pp. 136-137 yp. 284 8.D. NICKLAS, A Gone Survey, p. 125, 1.93; David Wisc, The Cinlation of Bronze Coinage N. Gand id. farth Contry A, Di the Usurpartion of Magentis Absrmath, 361, Ph. D. Thesis, Oxford University, 1986, p S.D. NICKLAS, A General Survey, p. 22 236 FERNANDO LOPEZ SANCHEZ y después al rango de augustus en Sirmiam en él afio 379 coincide de hecho con el comien- zo de un nuevo pico de pérdida y de recupe- racién de moneda en Hisp: Es éste el periodo de emisién de los Ae2”, hallados en grandes cantidades en Hispania —las mayo- res de todo el Imperio—, y muy especial mente en la Bética, la Ruta de la Plata y la costa atléntica®™. Como sefiala acertadamen. te S. P. Niklas, los afios 378-383 vieron una considerable circulacién de este tipo de moneda en la penfnsula Ibérica, con marcas Je exergo que muestran preferencia por la cecas centrales, algo que s6lo encuentra paralelos en el norte de Italia” y que puede rela- cionarse con la campafia del nuevo emperador contra los godos en los Balcanes*. Por el contratio, y con excepcién del breve periodo en el que M utilizado recursos de la Peninsula en torno a los afios 38 Fig. 5. Ae 2 desgastado a nombre de Arcadio y con leyenda de reverso Gloria anorum. Nicomedia, SMN[A o B], 394. C de Zaragoza (No a escala) leccin de Ia Universidad ignus Maximus parece ha /8, el norte de las Galias no parece haberse beneficiado de los recursos hispanos. Arbogastes y Eugenio, probable- mente, no utilizaron los recursos hispanos en su provecho. La gran cantidad de Ae 2, 3 y 4 de los afios 388-394 a nombre de Teodosio, Arcadio y Honorio hallados en la Penfnsula (fig. 5), por el contrario, indican una utilizacién de los recursos hispanos por parte de Teodosio en la vispera de su gran encuentro con Eugenio en el rio Frigidus en el afio 394 Sin duda Hispania proporcioné de forma re ilar distintos tipos de suministros a los ejércitos galos o italo-danubianos durante la segunda mitad del siglo Iv. Sin embargo, quizas uno de los mas importantes de entre todos fueron los caballos de uso militar Asi Amiano Marcelino (Amm. 20, 8, 14) cuenta cémo Juliano escribié una carta a Constancio II poco antes de la ofensiva de éste contra Ia Persia Sasénida. En ella le ase~ gura Juliano a su tio que «te suministraré caballos hispanos y algunos de los hombre: de los Laeti para ser incorporados en los Gentiles y los Scutarii»™. El hecho de que un alto porcentaje de la circulacién monetaria romana en Hispania pertenezca a cecas orien- tales —un hecho confirmado en todos los yacimi quiz 108 y por todos los investigadores pueda indicar la existencia de una exportaci6n regular de caballos y otros bienes a los distintos ejércitos imperiales en la segunda mitad del siglo 1v. De acuerdo con A. H. M. Jones, Hispania era una de las regiones que mas y mejor caballos produeta para el ejército”, y después de la divisién entre Occidente y Oriente en el afio 364, ésea era Ae 2, moneda de bronce acufada @ 1/60 la libra (3,38 g); Ae 3, tedricamente «1/120 0 1/132 la libra y Ae 4, a 1/240 le libra Juan José Ceeoa Canto, «Aaiorina Gloria Remanorum. Monedas, cesoros y ess de circulacin en Hispania en el trinsivo del siglo val siglo Ve, AEsPA, 73 (2000), pp. 161-192; Migocl FIGUEROLA, Cuatro etudns sre el AE. 2 eo sian y su circulacin en Hispania, Oxford: BAR Iaternatonal Sere 802, 1999, p. 4 S.D, NICKLAS, A Gene Survy, p. 215, fom, pp. 212-213, biden, p. 170. idem, 178. Amold Hugh Martin JONES, Tbe Laer Roman Em (Osord: Basil Blackwell, 196 |, Pp. 623-626; §. D. NICKLAS, A Genoa Surv tminisrative arty, Volume UL MONEDA CIVIL Y MONEDA MILITAR EN HISPANIA (350-711 D. C 237 a tinica regién que podia proporcionar caballos a un emperador occidental. Seguin S. P, Niklas, los altos porcentajes de pérdida y de recuperacién de moneda en Hispania coin- ciden con perfodos inmediatamente anteriores a grandes ofensivas mili Si se precisa que los caballos consumen mucho més alimento que los soldados y que su za, Su transporte y su entrenamiento requieren de una gran logistica, se entiende entonces el porqué de su alineamiento con las tropas de elite en la carta de Juliano. res romanas. MONEDA CIVIL Y MONEDA MILITAR EN HISPANIA DURANTE EL SIGLO V VIEJAS Y NUEVAS SERIES EN CIRCULACIO La derrota de Eugenio en la batalla del rfo Frigidus (394), y la muerte de Teodosio poco después en Miln (395), supusieron la suspensién casi total de las acuiiaciones de moneda de bronce en Occidente. La moneda de plata suftié igualmente, acufiéndose muchas menos silicuas o fracciones de silicuas en los afios sucesivos. Incluso el oro se batié con mucha mas parsimonia desde esta fecha. Sin duda la fragmentaciGn del Impe- rio Romano en varios reinos herederos y administraciones aisladas fue la raz6n princi- pal de la muy notable decadencia de nuevas acufiaciones en los tres metales en el Occidente de! Imperio Romano. El siglo V, continu, sin embargo, con la ficci6n impe- rial un poco en todas partes. Al menos durante sus primeras décadas, y en regiones can diferentes la una de la otra como Britania, la Galia Hispania. Son a este respecto gran- des los indicios que muestran que la moneda de plata y de bronce acufiada en épocas anteriores continué circulando en amplia medida en algunos de estos tetritorios post- romanos. En algunas regiones, los poderes legitimados o tolerados por los emperadores italianos acufiaron incluso moneda de oro para sus tropas palatinas. En la Hispania de principio: nas de Geroncio, Maximo, instal6 su centro de poder en torno a Barcino (Barcelona), monedas de este «usurpador» con marca de ceca SMBA comprenden series de bronce y de plata, Todos los ejemplares conocidos fueron acufiados en una tinica emisién y en tuna sola officina. Los 28 ejemplares de plata inventariados por J. J. Cepeda Ocampo poseen un peso medio de 1,07 g, bastante menos de la media de 1,35 g establecida por ipo de silicuas*. Como puede apreciarse en la publicacién Jel siglo V, el emperador de las tropas romano-brita: este mismo autor para este de F. Bistuer, la gran mayorfa de silicuas a nombre de Maximo se encuentran cercena- das —clipped coins —”. J. J. Cepeda sefiala con acierto que «la presencia de signos cla- ros de recorte y afilado en una parte importante de los ejemplares publicados nos sirve también para reconocer un rasgo que es caracterfstico del numerario utilizado en los lugares de procedencia de las tropas del usurpador»®. Por el contrario, no esté tan claro que ésta sea «una tradicién de origen bérbaro en el uso de la moneda de la plata». Mas bien parece que sucede a la inversa. Esto es, que el cercén de monedas de plata —o clipping — es un signo de romanitas tardio y que, precisamente por ello, deben relacionarse estas monedas con las tropas britanas de Geroncio estacionadas en Hispa- nia tras la primera deposicién de M Juan José Cereb Ocanro, «A peopésico de las acuaciones del usurpador Méximo en Barcino (411), Numisme, 2404 (2000, pp. 43-51, esp. p47 yn. 21 FE BIsTUBR, «Estudi sobre un tesore de siliques d los Honor, Gracié | Maxim Tishs, Ata Numismati= se, 1984, pp. 135-138, esp. p. 136. ‘a3, J, Cheba Oca, «A pro rode ls acuicionese, p49. 238 FERNANDO LOPEZ SANCHEZ. El 80% de las 14,000 silicuas del tesoro de Hoxne en Britannia se encuentran cerce~ nadas, signo seguro de que circularon en representacién de una autoridad més tardia que aquella que las acufié". R. Abdy propone a este respecto que fueron las civitates atin exis- tentes y pujantes en la Britania post-romana las que pagaron con este tipo de monedas adulteradas a soldados a su servicio (fig. 6). Las moneda cercenadas en Britania poseen ademés diversos grados de recorte. Desde una ligera supresin de la leyenda (grado «1» de cercén) (fig. 7) hasta su desaparicién completa (grado «4»)*. Estas distintas gradacio- nes presentes en el tesoro de Hoxne sugieren de esta manera que las silicuas que suftian cercenados se reintrodujeron varias veces en circuitos administrativos cuidadosamente controlados. Circuitos administrativos éstos que ya no existian, sin embargo, hacia el Modelo explicativo del reciclaje del metal precioso en Britannia, 410-470 d.C. (segiin Abdy 2006) --4 Production demoneda , p. 95 Marie-Laure BERDEAUX-LE BRAZIDEC y Dominique HOWARD, «Le depot de siliques & Bédeilhac-et-Aynat (Art ac: tn rémoin de la présence des coupes de Constantin III (407-411) dans les Pyrénées?» Gabers Namsmatiqua, 177 (2008), pp. 21-333 E BIsune, «Escudi sobre un eresoret de siliques» © Sam Moonta, «Roman Bronze Coinage in Sub-Roman and Barly Anglo-Saxon Englands, en Barrie COOK y Gareth WataMs, eds, Cainage and History, pp. 99-109, esp. pp. 103-104, R. Aaby, «After Patching, p. 93 IM, FIGUEROLA, Cuatro tadior, p. 45; J.J. Caena Camo, «Maiorine x, 3 el ms importante de su perfodo (sa 2 Romansrum, pp. 164-165. 240 FERNANDO LOPEZ SANCHEZ pertenecer a un contexto cronolégico similar al britano. Esto es, a una facies post-roma 440. T. Marot y M. Figuerola piensan a este res- pecto en ocultamientos escalonados que se prolongarian mucho mis allé de los eserictos primeros afios del siglo v, llegando incluso hasta tan tarde como el siglo v1”. Sin embargo, es més probable pensar, como lo hace J. J. Cepeda”, que tales depésitos fue- ron ocultadlos en las primeras décadas del siglo V, y de forma paralela a como sucede en Britania con los bronces de Bishops Cannings. El primer episodio usurpador de Maximo en Tarraco-Barcino fue importante. Més ain Io fue su segunda intentona en el afio 419-420 en la fachada oeste de Hispania. Es ahi en donde se instalaron primero los vandalos silingos (en torno a Sevilla) y los van- dalos asdingos (en torno a Braga). Después lo hicieron los suevos (en Braga en el afio 420, en Sevilla a partir del afio 440). La reciente investigacién arqueolégica en Braga y en Sevilla muestra horizontes arqueolégicos muy semejantes para el siglo V, lo que revela contactos comerciales y maritimos de gran intensidad entre ambas ciudades”. Es evidente a este respecto que la divisién de los vindalos en dos ramas por primera vez en Hispania debe interpretarse como una forma de control de los dos principales puer- na comprendida entre los afios 400 y tos de la fachada atléntica ibérica. La riqueza monetaria concentrada entre estos dos puntos, y especialmente en torno a Braga, Coimbra y Oporto a finales del siglo v es sencillamente espectacular. Asf, el tesoro del castro Alto da Torre (Santa Maria de Eme- res, Valpacos, Vila Real, Portugal), por ejemplo, contenfa 180.000 monedas con un total de 300 kilos cuando fue descubierto en el interior de un dolinm. Su terminum post quem era el aiio 394/395. Tesoros como el de Monte de Santo Ovidio, en Ponte de Lima, Viana do Castelo con 3.000 monedas (4/5 kg) son, sin embargo, mucho més normale: peto no por ello menos importantes. Testimonian acerca de la diseminacién y utiliza cin de moneda menuda desde la Baja Andalucia hasta el norte de Portugal a finales del siglo V. El tesoro de Outeiro de Sao Sebastiao, en Palmeria, Braga, con 4.000 mone- das en total y 600 ejemplares de Ae 4 Salus Rei Publicae, 0 el de Fundo da Villa, en ‘Tabua, Cofmbra, con 7.000 monedas, y numerosos ejemplares de Aes 2 Gloria Roma- norum (392-394) son otros de los muchos que pueblan la regién de Braga-Oporto”. Una regién éta que se revela como la més importante de la peninsula en la concen- traci6n de mummi”’, y que revela un menudeo propio de regiones con una gran movi- miento de bienes La inscalacién de la monarqufa sueva en Braga no debe considerarse asi como produc- to de la casualidad. Tampoco es azar alguno que la segunda intentona usurpadora de Maximo se produjese en el oeste hispano, y en colaboracién con los vandalos asdingos ‘Teresa MaROr, «Modelos de circulacién monetaria a Bercino duraace lt baja romania, en 7 Congres Nacional de Numisnativa, Avilé: 1989, Madrid, 1991, pp. 413-422; M, FIGUEROLA, Cate etude, p. GL J.J. CEPEDA CaNPO, «Maina Gloria Romanoram, pp. 165-166. Fernando AMOR ali, «Anfors tardoant BoNtPAz y Jean-Christophe Tai, eds, LRCW as en Fish (Sevilla, Espa) y el comercio meditertineo», en Michel Late Roman Coarse Wat logy and Arcavomery, vol. 1, Oxford, BAR Internacional Series, 1662, 2007, pp. 13: Juan José Cerepa OcaMro, Del Anoninianas al Nemms Cantnioalit. Ter orrnars (260-423 dC) 1. Tete, Vitoria Gast hing Wares and Amplrae inthe Maton 146, exp. p. 13) ptr montanes de a Hispania Tar Tess Doctoral lei en la Universidad de Vitora-Gasteiz pp 4 Antonio Manuel Siva, «Achados nuimismticos romanos do entre Dou inventéto ertico», Namma, 2S, 16120 (1993-1997), pp. 205-214, ep. p 1g lioral. Conteibuto para um Fernando Loerz SANCHEZ, «Coinage, iconography and the changing political geography of che ffth-century His. pania», en Kim BOWES y Michael KULKOWws, ey Hispania in Lat 2005, pp. 487-518, esp. pp. 489-490, sy. Carrent Persptve, Leicen-Bosto, MONEDA CIVIL ¥ MONEDA MILITAR EN HISPANIA (350-711 D.C.) 241 La importancia que habian conferido a la Gallaecia los vandalos asdingos, Asterius y su ejército, los visigodos y finalmente los suevos esté plenamente justificada a tenor de la importancia de los hallazgos de moneda de bronce que se encuentran en su suelo, Clau- diano (Claudian, de bello Gild., 49-55 y 58-59) aclara cémo el norte de Africa, con sus flotas africanas y egipcias, era un hervidero de actividad a principios del siglo v, y cémo. la revuelta de Heraclianus fue fatal para Atalo y Alarico, que no podfan asi aprovisionar a Roma a partir de su granero afticano™. El reino suevo que se instalé en Braga fue desde el afio 420, y sobre todo en los afios 430-450, un auténtico reino heredero de la romanitas en Hispania. Como los godos en Roma (410) o en el Garona (414-416), 0 como los vandalos en Braga (411-420) o Africa (429), los suevos buscaron el control de una ciudad-granero, ademés de central en las rutas maritimas de la época. La ciudad que mejor reunia estas condiciones en la fachada atléntica era Braga, y por esta razén precisa se convirtié en la capital de su reino hispdnico. Es asi en este contexto de con: tinuidad logistica atléntica en la que debe insertarse el fenémeno de reutilizacién de los Ae 2 —y otros nummi mas pequefios— tras el aiio 395. La fuerte relacién que la Monarqufa sueva de Braga siempre tuvo con la visigoda de Burdeos-Tolosa es otro indicio que apunta hacia una preservacién de las estructuras 44 de comunicacién atlénticas a lo largo del siglo V. En el aio 4 el reinado de Requiario en Braga, la Monar- quia sueva aparece como vasalla de la Monar- quia visigoda sud-gélica. El nuevo rey suevo revivfa en este afio 448/449 aquella primera vez en la que se creaba a Monarquia sueva con Hermerico (419), legitimada mediante su casamiento con la hija de Teodorico. La extraordinaria entente —y vasallaje— de la Monarquia de Braga con la de Tolosa esté demostrada inmejorablemente en las hoy preservadas cuatro silicuas Iussu Richiari Reges (sic), acuiiadas en el afio 448/449 en Braga (fig. 8). En ellas se condensa un rico mensaje constitucional: Requiario y Teodori- co I son proclamados como monarcas solida- ios (dos coronas en el exergo, en el reverso). Al mismo tiempo, Requiario es sefialado como comandante del ejército de Hispania (Richiari Reges), pero supeditado al poder romano de la ciudad de Braga (Iussv, marcas de ceca en el interior de la corona). La acep- tacién imperial del papel suevo en Hispania se refleja en la eleccién como tipo de anverso /449, cuando comienza Fig. 8. Silicua de plata a nombre de Honorio (anverso) y Requiatio (reverso). Braga. Afio 448, Cabinet des Médailles et Antiques. Cortesia de Dominique Hollard (No a escala) Fig. 9. Sélido de oro suevo a nombre de Honorio. Marca de ceca B-R en reverso Vendido por Italo Vecchi en subasta en de aquel emperador —Honorio— bajo el jondres. Escaneado de Richard Abdy en el cual se legitimé la Monarqufa de Bra vés del poder visigodo. tra- Museo Bricénico (Noa escala) ‘Sam MooniteaD y David StUTtARD, AD 410 The Yer thet Shook Ram, Londes: The British Museum Press, 2010, pp. 96.97 9 p. 119, 242 FERNANDO LOPEZ SANCHEZ BI nuevo y espectacular sélido suevo con marca de ceca B-R, salido a subasta por Italo Vecchi en Londres en el afio 2007, y a nombre de Honorio, ejemplifica claramen- reconocimiento que la monarquia sueva Ileg6 a alcanzar en la Hispania post-romana del siglo (fig. 9). Si es cierto que este s6lido fue hallado en Huelva, ello reforzarfa atin més la vocaci6n atlantista del reino suevo. En todo caso, el tipo de rever- so del bérbaro aplastado por el emperador ligado 3 as ia marca de ceca B-R muestra que los reges suevos actuaban como delegados del emperador en Hispania. Casiodoro (Var 3, 51, 8) narra como el acto fisico de saltar sobre las espaldas de los cautivos en el hip6- dromo de Constantinopla (supra dorsa hostivm ambulantes) se delegaba en ocasiones en generales de confianza del emperador”. Los s6lidos suevos de imitacién, con B-R como marca de ceca, sefialan que los reyes suevos de Hispania habfan conseguido ser antes del aiio 456 los legados directos del Imperio de Occidente en Hispania. La peninsula Tbé rica no desentona en el siglo v de esta manera con lo que sucede en otras éreas del mundo romano. Aquf, como en otras partes del Occidente, el mundo militar —reinos irbaros— se inscala en las regiones-granero y nodales de la romanitas EL SIGLO DE TRANSICION GODO (473-584) La monarquia goda de Alarico I y de sus sucesores fue la que més poder de entre todas las realezas bérbaras lle n Occidente entre el afio 410 y el afio 473, El saco de Roma (410), el matrimonio de Atailfo con Gala Placidia (414) y la entro- nizacién de Valentiniano III en el afio 438/439 en Révena hicieron de la Monarquia de “Tolosa la més protegida por el poder imperial. Sin embargo, la muerte del visigodo- suevo Ricimero (472), generalisimo y hombre fuerte en Occidente tras la desaparicién de la dinastfa teodosia (455), significé el principio del fin de la ascendencia goda en Occidente. Ricimero habia defendido los intereses visigodos en Italia, y su propio poder en Roma y Ravena era una muestra de hasta qué punto el proyecto de Acatilfo de una Gotia y una Roma unidas en Occidente habia realmente funcionado durante sesenta afios. Sin mbargo la desaparicién del tiltimo emperador realmente indepen- diente y progodo en Italia, Glicerio, hizo que la Monarquia de Tolosa perdiese en el aiio 47: jada en Occidente. Sélo la reunién de los visigodos con la tama sto es, con la monarquia ostrogoda, permicié a la decadente monarquia su posicién privileg goda del este, de Alarico II recobrar parte de su antigua pujanza. Los juegos circenses a los que la Cré tanorum Reliquae) hace menci6n para el aiio 504 (His cass. C est)® han sido normalmente interpretados como pervivencia en Hispania de juegos romanos anteriores’ censes en la regién en los siglos Iv o v. Es més factible de esta mani na (Chron ‘aesarag corm Caesarauga raugustae circus spectate sto, a pesar de la inexistencia de testimonios claros de juegos cir ra conceder a estos juegos excepcionales cesaraugustanos una significaci6n politica, aunque no usurpadora y de revuelta, como lo qu Arce, Los juegos circenses deben considerarse hacia el Brian Cnoxe, «Poetry and Propaganda: Anastasius Las Pompey, GRBS, 48 (2008), pp. 447-466, ep, p. 451 SPE NTO cet ce aA rap isa Toe Crm are Sa 11, Berlin: Apud Weidmannos, 1894, p. 216; K. B, WOLF, Compuerors and Chronicles, p. 222. Juan Antonio JIMENEZ SANCHEZ, «Los Gleimos ladi cress relizados en Hispania en époce visigod 2811-2 (2006), pp. 99-113, esp. pp. 105-109 con toda la bibliografae intespretaciones sobre el suceso, Javier ARCE, Bérbarss romans en Hispania, 400-307 A. D., Madi: Marcial Pe s Historia, 2005, pp. 171-17 MONEDA CIVIL ¥ MONEDA MILITAR EN HISPANIA (350-711 D. C 243 afio 500 como una manifestacién tipica de investidura mondrquica bizantina, Manifes- taci6n éulica especialmente utilizada por el rey ostrogodo Teodorico a principios del siglo vi. La ceremonia de Zaragoza del afio 504 debe contemplarse de esta manera como probizantina en su cardcter y como pro ostrogoda en su praxis politica. Es incluso posi- ble que fuese en este afio 504, y no en los afios 490-500, cuando Alarico II contrajese matrimonio con la hija de Teodorico, y que para tal ocasién se celebrasen los juegos a a arangusta. H. Wolfram pien al respecto, que la hija de Teodorico, Theodogotha, se cas6 con Alarico Ja bizantina en la ciudad de Cae , sin proporcionar nin- guna evidenc Tien tomno al afio 493 6 494", Tal matrimonio es més factible no obstante que se cel brase tras los sricennalia de Teodorico en el afio 500. Esto es, cuando el mon: rca OSttO~ godo pudo construir un vasto sistema de alianzas en Occidente, una vez que su posici cn Tralia habia sido completamente reconocida por Bizancio en los afios 497-500. Los juegos de Caetaraugusta del afio 504 deben considerarse de esta manera como la cere 1 pués de su salida de ésta en el a monia que sefiala la reentrada de la Monarquia visigoda en la escena internacional, des jo 473. El ataque de Alarico II al reino franco de Clodoveo no debe considerarse a este respecto como producto de una iniciativa visigo- da, sino como un encargo directo del rey ostrogodo al visigodo*. Con el aplastamien- to planeado de Clodoveo, ‘Teodorico aspiraba a rehacer el Imperio Romano desde la boca del Rin hasta Sirmio”. La tutela ostrogoda sobre el reino visigodo, que los histo- riadores hacen comenzar normalmente con la muerte de Alarico en Vouillé 507, debe anticiparse a los juegos circenses de raugusta del afio 504. El vasallo de Teodorico, Alarico If, no acufié por lo demés series monetarias (en el sur galo) compa- y magnificas series ostrogodas. afios de tutela ostrogoda sobre el reino visigodo pueden avan- en el afio rables a las exter i, por un lado, zarse hasta el afio 504, por otro lado, pueden retrasarse también hasta el reinado de Ata- nagildo Atanagildo en el afio 554 (Isid., Hist. Gotb., 4 Ta intervencién bizantina en Hispania contra Agila, producida a peticién de sefiala ante todo el final de la tute la ostrogoda en Hispania, Puede interpretars mbién como la apertura por parte imperial de un segundo frente contra unas fuerzas godas solidarias en Italia Iberia. El rey enemigo de Atanagildo, Agila, aparece de hecho en Isidoro (Hist. Goth., 45) como un decidido enemigo de Cérdoba, y por tanto de Bizancio. Como sugiere M. Vallejo Gir- , las monedas bizantinas de imitacién visigoda del tesoro de Sevilla descubierto en el Herwig Wournan, The Reman Enpire and Its Germanie Pople. Translated by Thomas Dunlap, Berkeley Los A\ London: University of California Press, 2005 (primera eliciin, Das Reich und die Germanen, Berlin, 1990), pp. 134- 155 yp. 219, John Monit iv Tay, Oxford; Clarendon Press, 1992, p. 193, path el parallo interesante y bi do del ey de los Heels, Rodolf aslo de Teodorico al 1 rnienlan campatias militares en favor de los ostrogodos, Fiona K. HAARER, Anasarur I, Politics and Enpir in the Late Ronen World, ARCA. Clasical and Medieval Text Papers and Monographs, 46, Cambridge: Leeds, Pancis Cais, 2006, p. 98 y 0. 110, pars la capeura de la ciudad Sirmioy la Pannonia Secunda por Teodoro en el aie 504, Rojee COLLINS Viigetbic Spin 409-711. A History of Spain, Malden-Oxsord-Carlton: Blackwell Publishing, 2006p. 47. Theodore MOMMSEN, Germaniae Histories, p. 286; Kenneth Baxter Wout, Gongaerrs and Chronicles of Ea al Spain Tramlated with nts and intradaton. Transtar Texts for Hiscorians, vol. 9, Liverpool [segunda ed mera edicién en 1990], p. 100; Sebastiin RAMALLO ASENSIO y Jaime Vizcaito SANCHEZ, «Bizantinos en Hispania, U problema en la arqueologéa espaila», ABipA, 75 (2002), pp 3 esp. p. 315 yn. 19-20, Theodore MOMMSEN, Germaniae Historica, p. 285; K. B. Wow, Co od Chroicert, 995 Matgatita Yau Jo GIRvES, Bizamci yl ardnantigua (is. vu): wn capital de bttria meditendnss, Alcalé de Henares: Univers 244 FERNANDO LOPE: z SANCHEZ afio 1972 pueden probablemente ligarse con las fuerzas de Atanagildo en esta ciu- dad®, Es también a la intervencién de un cuerpo expedicionario bizantino a partir de Cartagena Spartaria a la que hay que ligar la produccién de trémises bizantinos en Hispania. Sin embargo, no parece que hubiese acufiaciones de grandes folles en la peninsula Ibérica. Las marcas de ceca CAR y KAR deben atribuirse las dos a la Car. tago africana, desde donde probablemente provino el cuerpo expedic no”, Por otra parte, los bronces de pequefio cospel que sf se han encontrado en el sur de Hispania deben adscribirse al siglo vi, antes que al siglo vl". Es practicamente seguro que estas series locales poseyeron un cardcter civil, y que respondieron a la voluntad de varias civitates de poseer numerario propio. Si como quiere J. Huffstot, estas monedas del sur de Hispania se ligan a los tiempos de Liuva o de Leovigildo, en ese caso debe pensarse que fue ast por estar las civitates responsables de su acufia- cién en un rea de influencia bizantina. Esto es, estos mummi poseen un cardcter comercial y logistico caracteristico de las regiones més desarrolladas del Mediterra- neo”, En nada entonces son deudores de Leovigildo stricto sensu. Maxime cuando se tiene en cuenta que este monarca visigodo se gan6 por la fuerza a un gran mimero de ciudades del sur de Hispania Juan de Biclaro (20) habla de cémo Leovigildo capturé muchas ciudades y puntos fuertes tras la caida de Cérdoba en el afio 572, y de cémo mucha gente del comin fue masactada por las fuerzas visigodas”. Debe considerarse a este respecto que era frecuen- te en el siglo v1 que el poder bizantino encomendara la defensa de un territorio a la poblacién de las ciudades™. Esta situacién de autodefensa ciudadana es muy bien cono- cida en Ja Alta Mesopotamia en el siglo vt. Como sefiala acertadamente Noél Lenski, a propésito del asedio de Amida por el rey sasénida Kavadh I en el afio 502/503, «lt was defended by its citizenry rather chan by comissioned soldiers, the search for a soldier's narrative for this second siege would be futile»”. La feroz represién que el rey Kavadh ejercié sobre la poblacién civil de Amida —80.000 muertos en tres s—* se debid precisamente a la participacién de ésta en la defensa de Ia ciudad, y recuerda de muy cerca a las masacres de Leovigildo en el afio 572 tras la caida de Cérdoba. Asi, la ausen- cia de milites romanos en gran parte de Hispania durante los siglos vi y vit no implica tuna ausencia de alianza de muchas ciudades hispanas con Bizancio. Cérdoba, como otras varias ciudades pro bizantinas del mediodia hispano, acudié sin dudaa su poblacién civil en su lucha contra las tropas de Leovigildo. io bizanti- 1M. Vausjo Gravis, Bizencoy la pate tandaantigua, p. 110, n. 22. Philip GRIERSON, «Una ceca bizancina en Espa», Nemario Hispénia, 4 (1955), pp. 305-314, esp. p. 314 Barcolomé Mona, «The Circulation of Bronze Currency in Mslags during the Sixth Century ADS new findings» NC, 169 (2009), pp. 424-450, esp, p. 430. ‘Thornas Samuel Nelson MOORHEAD, «Excavation coins. Ancient and Early Medieval Cons from the Triconch Pal ce of Butrine, c. 2° century BC-c. AD 600», NC (2007), pp. 287-314, esp. p. 300. “Th. Monastn, Germaniae Histrer,p, 2135 K. B. Wotr, Conguerns and Chronicles, , 62. M. Vatuxy0 Grnvis, Bizencoy la Espasa tardaantigus, p. 8: acierta en considerar que las ciudades organizaban el cecttorio, Pero esta consideracida no excluye, sin embargo, una alianza con Bizancio. Noel Lenskt, «wa Sieges of Amida (AD 359 and 502-503) and the Experience of Combat in the Late Roman Neat Esste, en Atiel. 8. Lewin, Petina Pattscninto alii, eds., The Late Roman Army inthe Near Eat from Discetian tv the Arab Conquet. Pracsdings of a colloquium beld at Poteraa, Acerenza and Matera, Italy (May 2005), Oxford, British Archeological Reports International Series, 1717, 2007, pp. 219-236, ep. p. 220. * Geofitey GREATREX, Rome and Persia at War, 302-332, ARCA. Classical and Medieval Texts, Papers and Mono: raphe, 37, Leeds: Francis Cairas, 1998, pp. 92-93 y 0. 59. MONEDA CIVIL ¥ MONEDA MILITAR EN HISPANIA 50-711 D.C) 245 Fig. 10. Leovigildo, Emerita, 2582/5832, Emerita Victoria. Cruz sobre gradas, J. Vico Fig. 11. Leovigildo, Emerita, ;583? Doble busto, J. Vico Monteoliva et alii, Corpus Nummorum Visigotborum , p. 265, 1°49 Visigethorum, p. 264, n.° 48 (No a escala) (No a escala) Monteoliva ef alii, Corpus Nemmarum Sefiala G. C. Miles que la querencia de los grabadores monetarios visigodos por la representacién de dos bustos frontales reales idénticos en anversos y reversos constitu ye un enigma”. La clave en su descodificacién puede enconerarse, sin embargo, en las ita, En esta ciudad, las series més arcaicas representan a un Leovigildo de perfil en el anverso. Y a una cruz sobre tres gradas en el reverso™, La leyenda que rodea a la cruz reza Emerita Victoria (fig. 10). Unas series algo posteriores presentan ya, sin embargo, los bustos frontales y oriniti de Leovigildo, tanto en el anver- so como en el reverso”. En el reverso, la epigrafia que acompafia al segundo busto reza esta vez Pins Emerita Victor y no Emerita Victoria (fig. 11)". Puede afirmarse asi, y a tenor de las dos formulas elegidas, que las primeras emisiones (Victoria) celebran ante todo a la ciudad de Emérita, mientras que las segundas honran ante todo al rey Leo gildo. En estas tiltimas es Leogivildo quien es Pius y Victor «en la ciudad» de Emérita La distancia recorrida entre ambas formulas es la que media entre una ciudad auténo: ma, aunque ganada a la causa de Leovigildo, y otra que acepta la obediencia a un rey victorioso (Victor), aunque deferente hacia la ciudad (Pius). Es tentador pensar que estas series reflejan la disputa narrada en las Vitas Patrum Emeretensium entre Leovigildo y el obispo emeritense Masona. Y su reemplazo por parce del monarca visigodo con el més complaciente obispo Nepopis. El arco cronolégico de las sucesivas series serfa entonces, y a priori, el de las afios 582/583" series de Leovigildo en Emé Existen més leyendas monetarias semejantes a ésta de Emérita que indican relacio- nes particulares entre Leovigildo y otras ciudades hispanas. Cum Deo Roda y Cum Deo Italica® son leyendas teligiosas que poseen, sin embargo, un importante trasfondo politi- co. Juan Biclaro (584, 1) cuenta claramente c6mo Leovigildo doté de nuevas murallas a la ciudad de Itélica, con el propésito asi de hostigar mejor a la ciudad de Sevilla que defen- dfa a su hijo y rival Hermenegildo™. Debe entenderse que algo semejante sucedié con la George C. Mus, The Cone of The Viigth of Spain. Leg to Acila Il, Nuewa York: The American Numisma tic Society, Hispanic Numismatic Series. Monographs Number Il, 1952, pp. 46-48 Jesis Vico MONTrOLVA et ali, Corpus Nemmaram Virgethoran. Ca Lowigildnt-Achila, Madi: Baicin de Ids autores, 2006, pp. 264-265, a2 48, Fesnando LOPEZ SANCHEZ, «Reges Crinici Visigachorums, Réoe Numiomatigne, 158 (2002), pp. 2 J. Vico Monteouva «ali, Copus Nummorum Visiatborun, p. 265, 9:49. E. A. Tuomrson, The Gorks in Spain, Oxford: Claencion Pres, 1969, p. 80; Roger Couns, Viiotbic Spin, p. 65. J. Vico MonTeoUva, Corpus Naswmoran Viigatboram, p. 260, m2 33-34, Th, MoMMSEN, Gamaniae Historica, p. 216; K. B. WOLE, Conquerors and Chris, p. 7. 0, 246 FERNANDO LOPEZ SANCHEZ ciudad de Roda, también préxima a Sevilla y de fundame! de suministros a la ciudad de Sevilla. La cruz sobre tres gt ceversos de la series de Roda ¢ Itdlica refleja sin embargo, y ante todo, la autonomia de al importancia en el corte s que se dibuja en los estos centros urbanos. Este no es un simbolo monérquico, sino civico: la cruz del cal vario de Jerusalén, que individualiza a una ciudad cristiana y aut6noma™. El anverso con el busto de Leovigildo quiere significar, sin embargo, la colaboracién de estas dos ciudades con el monarca Leovigildo. En su Historia Eclesidttica, Eusebio de Cesarea (HE, 2, 2) habla de cémo Tertuliano, en su Apologeticum (5, 2) menciona cémo T rio recomends el culto cristiano al Sena- do de Roma, esto es, a la autoridad competente en la admisi6n de cultos nuevos en la ciudad. Toda cuestién teligiosa concernia en el mundo ciudadano greco-romano al Senado de la ciudad en cuestién (SHA., Vit. Aure/,, 31, 9). Cuando los reyes aksumitas en Africa incorporaron la cruz cristiana en sus reversos, también aparecieron las prime ras leyendas reli La traduccién lit osas. La mas general y difundida es «TOVTO APECE TH XwPA» al de la leyend arese te chora es «que esto (la cruz simbolizando a Cristo) plazca al pais». Existen en el Antiguo Testamento claras alusiones a «la Tierra» (chora de Israel) como Santa y otorgada personalmente por Dios a su pueblo elegido, y ricién de la cruz en los rever- ésta ¢s en parte la significacién que debe otorgarse a la a sos monetarios aksumitas. Los reyes aksumitas se dicen parte del pueblo elegido. La for- mula routo arese te chora rodeando a la cruz, sin embargo, debe interpretarse como una formula juridica y ciudadana en primer término'. Lo mismo sucede con la mencién a Dios en las ciudades de Itlica y Roda. Estos dos nticleos urbanos manifiestan que se han aliado voluntariamente con Leov res. La leyenda Regia L hace alusion a la Sevilla cercada por Leovigildo en el afio 583 Roda, R ia palabra Regia) se ha construido en el afio ildo y que albergan a sus tropas en sus interio- Vita de los trémises de Hermenegildo debe entenderse asf que desde Ieélica y Deo Vita manifiesta que Sevilla (no mencionada en el reverso, basta con 4 en ciudad sede de la realeza legftima visigoda, y que es en ella donde Hermenegildo habita’”. La captura de Sevilla pot parte de Leovigildo y la derrota de Hermenegildo sefiala de esta manera el comienzo de una nueva era en la historia de Hispania y de la realeza visigoda. Bs ésta la historia de una olaboraci6n mds profunda entre monarquia y ciudad. Ante todo entre guarniciones militares insertadas en una ciudad y su poblacién civil LAS CIUDADES Y LAS GUARNICIONES DE LA MONARQUIA VISIGODA DE TOLEDO (584-711) Uno de los aspectos mas sorprendentes de la moneda visigoda del reino de Toledo es su reparto entre un nimero de cecas que llega a las 100 en apenas 140 afios. Podrfa argu- mentarse que algo similar sucede en la Galia merovingia, y de forma més intensa si cabe ‘Ambos fenémenos no son sin embargo semejantes. La moneda visigoda es similar en Philip Gnitnson, Byzantine Coins, Berksley-Los Angeles: Methuen & Co, Ltd London-Univessty of California Press, 1982, p. 36, Wolfgang Hatt, «The Anonymus Coinage of Aksum. Typologictl Concepr and Religious Significan Nawiswate Seeey, 184 (Summer 2005), pp. 68, ep. p. J. Vico Mostreottva, Corpus Nunmersm Visigueoram, pp. 273-274, n2 64-65. Theodore MosOMSEN, Germaniae Hitvica, p. 217; K. B. Wotr, Conqueror 0. MONEDA CIVIL Y MONEDA MILITAR EN HISPANIA (350-711 D.C.) 247 todas sus cecas. Sus tipos iconogrificos y la disposicién en idéntica manera de las leyen- das monetales de reverso nos informan de una monarqufa nacional capaz de gestionar Ja apertura y cierre de cecas con una produccién medida e irregular, Hay ciertas cecas visigodas que perduran a lo largo de toda la historia del reino desde Leovigildo hasta los reinado de Egica y Witiza. Son las Cordoba, Orr ecas, por ejemplo, de Toledo, Emérita, Ispali o sin embargo s6lo aparecen en una ocasi6n, cerrindose completamente después, como Cestavi en época de Recaredo'™ La mayorfa de los historiadores contemporéneos consideran que la presencia bizan- tina en Spania comienza con el desembarco bizantino del afio 554, y que termina en tiempos de Suintila™, poco después del afio 621 y antes 1 afio 625, quizés en el afio 624", La narracién de Isidoro de Sevilla (Hist. Goth. , 62-63) no se prolonga en el tiem- po y se con: deta en consecuencia que Cartagena fue completamente destruida y extir pada de rafz!". No existe, sin embargo, en ningéin momento obispo de Cartagena alguno que acuda a un concilio visigodo, algo que si que sucede en otros casos (vid. gr Malaga). Las excavaciones en el teatro de Cartagena han mostrado ademas numeroso material cerémico y u giientarios que los excavadores re ‘onocen como correspondier tes a los afios 6 00, Los ungtientarios con monogramas bizantinos parecen I dos a un comercio oficial bizantino y podrian testimoniar la presencia bizantina en Espafia cras el afio 62 ‘obre todo, el conde visigodo Teodomiro controlaba en el momento del desembarco drabe en Hispania las fortalezas de Orihuela, Alicante, Mula, Begastril Cehegin, Valentula, Eio, Begastri y Elche. Todas ellas rodean a Cartagena, por jo que debe ntenderse que el mayor esfuerzo militar visigodo en visperas de Ia con. na atin bizantina, aba dirigido a cercar a una Cart Es esta presencia bizantina en C agena y en otros puntos del litoral hispano la que explica una gran parte de las cecas visigodas desde Leovigildo hasta Roderico. Acc, Ilio- crici, Mentesa 0 Beatia pueden ligarse a la presin visigoda sobre Cartagena. Valencia y Sagunto pueden considerarse igualmente como ciudades probizantinas hasta su caida en tiempos de Sisebuto. Isidoro de Sevilla" es claro al respecto y habla de cémo varios milites —vocablo Gnicamente empleado por éste y otros autores para referirse a solda- dos bizantinos—" fueron capturados en las inmediaciones de Sagunto por Witerico Se piensa, con gran ldgica, que las breves emisiones de la ceca de Barbi —Antequera estan relacionadas con la caida de Mélaga poco antes del afio 619 ante las tropas de Sisebuto. Malaca acufia brevemente con el sucesor de Sisebuco, Suintila, y sus series deben considerarse como ligadas a una guarnicién militar visigoda presente en la ciu: dad. Puede sefialarse al respecto que, al tomar Leovigildo en el afio 571 la ciudad de J. Vico Mowreouva, Corr Nummoran Visigetoran,p 5. RaMAlLo Asmnsio y J. Vizcatno Sincutz, «Bizantinos en Hispania, pp. 31 p. pp. 317-320 para Ihiden, p. 315, para la bibliografia con ls veguidores de esta fecha Th, MOMSEN, G Hitvrica pp. 292-293; K. B. Wout, Cargnerrs and Chronicles, p10 Maria abel Gancia VIEANUEVA y Miquel ROSE26 Misguipa, «Late Roman Unguentarium: ungentarios ci tianos de la Antigedad tandia procedentes de 'lla de Cllers, Valencian, ABSPA, 66 (1993), pp. VizcalNo SANCHEZ e Inmaculida PEREZ MARTIN, «Ungtientaros bizantinos en Car partaria», AEipA, 81 Pp. 151-176, sp. p. 158 con paralelos ungilentaris enco > ASENSIO ali, «Contextoscenimicos de los sgl in Cattagenas, ABspA, 69 (1956), pp. 135: MSEN, Germaniae Hi $F, Conquerors and Chr

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