Una dama recién casada estaba preparando una supuesta cena de jamón para su esposo. Cuando estaba a punto de colocar el jamón en el horno tomó el cuchillo y corto la parte final del jamón. Su marido le preguntó, “¿Por qué le cortaste la punta al jamón?” Ella contestó, “No sé; esa es la forma en que mamá siempre lo hacía”. Más tarde, en una reunión familiar la joven pareja le preguntó a la mamá por qué siempre cortaba la punta del jamón. Ella contestó, “Esa es la forma en que mi mamá siempre lo hacía”. Fueron donde la abuela y le preguntaron por qué siempre cortaba la punta del jamón, y dijo, “¡Cortaba la punta porque mi cazuela era muy pequeña!” De igual manera, en religión muchos siguen las tradiciones de los hombres sin preguntar o investigar y, amigos, esto es de consecuencia mucho mas seria que la perdida de la punta de los jamones. Jesús, cuando estaba condenando las tradi- ciones de los fariseos, dijo, “Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres” (Mat. 15:9). Pablo amonestó, “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo” (Col. 2:8).