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Cambios significativos de la familia

La familia ha sido una de las instituciones más


tradicionales; es decir, que su conformación sustantiva ha
permanecido invariable a lo largo de la historia; aunque desde
tiempos remotos la familia ha tenido también configuraciones
que no reflejan la regla.

La familia no ha sido precisamente una institución


regulada o normada, pues su constitución depende de
demasiados factores, pues el ideal social es que ambos
progenitores la lleven a término, pero este ideal se da
poquísimas veces, conduciendo a la familia a establecer
permutas distintas, variadas y no necesariamente
dependientes de la protección patrimonial.

Así pues ha habido familias conformadas por una estructura


patriarcal, en la que abuelos y padre privilegian su figura,
también las ha habido matriarcales, en las que abuelas y
madres soportan la unidad familiar, ha habido
familias adoptivas desde siempre, familias homoparentales
y heteroparentales, de acuerdo a la cultura, desde que esta,
la familia, sirve como ámbito de formación social y reserva
moral.
Los analistas sociales y demográficos sostienen que las familias de América Latina
experimentaron y están experimentando -en proporción variable- al menos cuatro tipos de
cambios. Estos serían:
1. Cambios en la formación de las familias. Estos incluyen la postergación del matrimonio;
aumento en el número de personas que viven solas; mayor número de uniones consensuales –con
incremento de la procreación en estas uniones– y prolongación del tiempo de residencia en la casa
paterna (emancipación tardía). Simultáneamente se ha producido un incremento en los
nacimientos fuera del matrimonio.
2. Cambios en los patrones de disolución de familias. Estos cambios incluyen un aumento en las
tasas de divorcio y separación en las uniones formales y en las consensuales.

3. Cambios en las conductas de reconstitución familiar. Ellos comprenden un crecimiento en la


proporción de familias reconstituidas, pero dentro de patrones que apuntan a la cohabitación
antes que a un segundo matrimonio y a una mayor proporción de niños que no conviven con
ambos padres biológicos.

4. Cambios en el tipo de sistema familiar predominante: disminución del predominio de la familia


con proveedor único y aumento de aquella en que ambos integrantes de la pareja trabajan en
forma remunerada. Gradualmente surgen otros tipos de familia.

Parte importante de estas variaciones se originaría en una diferente actitud de la mujer. En la


realidad actual, esta tiene alternativas ante el alto costo que le significa el antiguo sistema familiar
con un solo proveedor: el varón. Las alternativas han surgido como consecuencia de la mejor
educación femenina y de la menor dependencia (en general, se admite que la mujer paga un costo
alto si se mantiene circunscrita a las tareas domésticas). Otro factor coadyuvante ha sido el
desarrollo de la infraestructura de servicios básicos y de tecnología doméstica, que ha aumentado
el tiempo libre de la mujer para otras actividades.

Entre las causas más significativas de los hechos que marcan los cambios y la evolución de la
familia descrita señalamos los siguientes:

1. Nuestra sociedad es cada vez más plural. Es el sustrato general sobre el que se producen los
cambios. Estamos ante una sociedad compuesta por personas que interpretan de forma diferente
y, en general, relativizando bastante los valores que la sostienen. Una sociedad que ha pasado en
pocas décadas de un sistema autoritario a una democracia en formación; de una cierta o carente
homogeneidad interpretativa a una diversidad profunda de concepciones vitales; de una tradición
a una modernidad con ribetes de postmodernidad; de una penuria económica de postguerra a un
cierto bienestar actual; lo que ha desdibujado las orientaciones y ha consolidado el disfrute
material de lo conseguido sin considerar mucho los principios. Una sociedad que quiere vivir y vivir
lo mejor posible relativizando cualquiera idea o creencias que obstaculicen ese disfrute. No es una
sociedad ni corrupta ni deshonesta. Es sobre todo una sociedad disfrutadota, consumidora. Por
ello también presente, el aquí y ahora prevalece sobre el pasado y el futuro. No se difieren las
satisfacciones y no se aceptan fácilmente; por el contrario, se procura evitar los compromisos
estables de cualquier tipo que anclen y no permitan moverse con desenfado, sobre todo si esos
sacrificios entrañan sacrificios o exigen continuidad. La amistad e incluso la familiar tíene un cierto
límite. Lo pragmático, lo lúdico, lo inmediato, no exigente, no comprometedor prevalece sobre la
donación, la gratuidad y el compromiso vital duradero.

2. El cambio de status de la mujer, de gran calado en la sociedad española, también ha afectado


significativamente a la evolución de la institución familiar.
3. La mayor valoración y aceptación emocional, de la visibilidad social, de lo apariencial, del buen
existir cotidiano sobre el ser sustantivo y eternal, han hecho que se relativicen valores y se
desdramaticen situaciones, facilitando la aceptación de conductas y de tipologías sociales y
familiares hasta hace pocos lustros consideradas inaceptables o marginales. Así, cada vez más se
aceptan con mayor naturalidad tipos de uniones, formas familiares y pautas de convivencia más
plurales y novedosas. Incluso la legislación que se ha generado, no solo ha consolidado algunos
aspectos relacionados con lo familiar, sino que incluso se ha situado más allá de lo comúnmente
aceptado por una buena parte de la sociedad para que ésta acepte de hecho lo que algunos
consideran progresos en la concepción de lo familiar, tal como sucede con la inclusión de las
personas del mismo sexo como «matrimonio», lo que no deja de crear tensiones, pretendiendo
incluso hacer evolucionar la institución familiar. La mayor permisividad en lo legislado para la
consecución del divorcio o separación, el aborto, y otras formas de uniones reconocidas son
factores que afectan a la evolución de la familia.

Entre las consecuencias que podemos señalar como factores significativos que intervienen en el
proceso de la evolución de la familia señalamos estas:

1. Un progresivo reconocimiento práctico de los derechos de las mujeres.

2. Se alarga el tiempo de estancia de los hijos en el hogar de origen.

3. Aumenta el número de hijos con un hogar «dividido» por estar los padres
separados/divorciados.

4. Mayor aceptación de las prácticas sexuales al margen de cualquier tipo de compromiso civil o
religioso.

5. Se buscan nuevos formas de convivencia familiar procurando crear espacios sociales


afectivamente gratificantes y personalmente identificativos para los individuos; esa tendencia
hace que la familia como acogimiento e identificación sea hoy generalmente una de las
instituciones sociales más valoradas.

6. Entre las parejas, y especialmente entre las más jóvenes, se hace necesario el mantener
actualizadas, al día, sus relaciones de todo tipo y abierta su mutua comunicación personal,
evitando cansancio o rutinas que pondrían en riesgo la estabilidad de la convivencia.

7. Tendencia a difuminar las diferencias entre lo masculino y lo femenino. Todo lo apuntado


anteriormente, hechos, causas y consecuencias, sitúa a la familia en una encrucijada relevante
tanto desde el punto de vista ideativo, como desde el punto de vista social, económico y
culturalmente. En esa situación de encrucijada, los actores, personas e instituciones, procuran
adaptarse lo mejor que pueden a los nuevos escenarios. Y desde luego, la familia lo ha hecho y lo
seguirá haciendo. Esta nueva realidad de la familia española será, sin duda, un reto importante
para la práctica pastoral con familias, que supongo será tratado en otro momento por alguno de
los especialistas en la materia.

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