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Resumen: Este artículo reflexiona y critica las apariencias como sustento de la existencia
humana, tomando como herramienta y guía el cuento infantil Los nuevos vestidos del emperador
escrito por Hans Christian Andersen, hace una comparación que deja en evidencia tal
comportamiento y analiza los fenómenos que rodean las apariencias, su origen, función e
importancia para así presentar un cuestionamiento que finalmente resultará siendo un tipo de
bucle filosófico ya que las apariencias son lo único conocido y detrás de una apariencia ilusoria
habrá otra que la antecede pero nunca una identidad realista ideal; las apariencias entonces serán
vida.
Introducción:
El hombre nace con incertidumbre, su existencia y el ser consciente de ella genera sufrimiento,
entonces inconscientemente mitíga tal sufrimiento trazando un objetivo que solucione el por qué
de su existencia
“Lo que mueve a las personas son sus proyectos, su preocupación por la realización de su
ser; pero estos proyectos y los ideales involucrados en ellos, no existen previamente a su
decisión de realizarlos, no están trazados previamente por un destino, una naturaleza o
una tabla de valores objetivos.” (Echegoyen, Javier. (2018). Historia de la Filosofía.)
[lo] llama sentido de la vida el cual es el pre-concepto de la metafísica humana y que determina
hallar el verdadero yo, debe pensar, reflexionar y criticar libremente acerca de sí mismo pero este
reacciona a la suma de emociones y a el comportamiento del medio donde habita, el criterio de
selección tácito y subconsciente que forma sus abstracciones emocionales es: “Lo que es
importante para mí”, o: “El tipo de universo que es bueno para mí, en el cual yo me sentiría
ajustable a diferentes conveniencias en otras palabras desarrolla una apariencia que curiosamente
asume en respuesta automática como su propia identidad y así realiza su desarrollo existencial
personal y social; entonces reconocer todas sus características siendo fieles a la verdad objetiva y
voluntariamente.
conclusion
“Y con la sola apariencia se queda el escepticismo, más no porque como los estoicos la
considere verdadera, sino porque ninguna otra cosa podemos conocer. Cabría pensar entonces,
que los escépticos mantienen esa contraposición entre apariencia y realidad, y que, como
Parménides y Platón, creen que la primera oculta a la segunda, es decir, que existe una realidad
(verdadera, diríamos) detrás de lo que aparece.”
“Kant, por su parte, distinguirá entre la apariencia meramente ilusoria y la apariencia real
–si así puede decirse—, esto es, el fenómeno, producto de las intuiciones puras de la sensibilidad,
vale decir, de nuestra estructura cognoscitiva espacial y temporal, y que constituye la base, mas
también el límite de nuestro conocer”
“Lo que entendemos por realidad de una apariencia falsa, no es más que otra apariencia.
De manera que la llamada realidad no es sino una nueva apariencia, a menos que únicamente
consideremos real eso que hay detrás de todo aparecer, y que al final no serían más que ondas
electromagnéticas, átomos y partículas elementales”