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3.- ¿Por qué se puede afirmar que en nuestra época predominan actitudes nihilistas? Explícalo brevemente. 4
4.- ¿Qué quiere decir el papa Francisco cuando pide «construir juntos la Europa que no gire en torno a la economía
sino a la sacralidad de la persona»? (Parlamento Europeo, 2014).
5.- ¿En qué sentido es correcta la expresión «fuera de la Iglesia no hay salvación»?
7.- ¿Cuáles son los cuatro caminos de los que pueden partir las pruebas filosóficas sobre la existencia de Dios y a qué
conclusión llegan?
10.- Indica si son verdaderas o falsas las siguientes expresiones. Corrige las que no sean correctas.
Los bienes solo tienen un destino particular. Pertenecen solamente a aquel que los ha trabajado.
Verdadero
Falso
Verdadero
Falso
El problema social no tiene nada que ver con la conversión del corazón.
Verdadero
Falso
La persona humana es, por su propia esencia, un ser individual y social.
Verdadero
Falso
11.- Define qué es el bien común e indica cuáles son los principales aspectos que comprende.
12.- Imagina que un amigo o amiga te dice que la fe y la razón son opuestas. Explícale con tus palabras tres principios
de origen cristiano que están en la raíz de nuestra cultura y sin los cuales esta no sería reconocible.
15.- Explica la aportación de la empresa privada y pública a partir de este texto del papa Francisco: «El empresario es
una figura fundamental de toda buena economía. No hay una buena economía sin buenos empresarios. No hay
buena economía sin vuestra capacidad de crear, de crear empleo, de crear productos» (Viaje pastoral a Génova, 27
de mayo de 2017).
17.- ¿Qué relación deben tener la moral y la economía para que haya un futuro humano en el que quepamos todos?
19.- Utilizando los contenidos del libro, desarrolla una breve disertación sobre este texto relacionado con el
noviazgo.
1.- HACER MÁS GRANDE EL AMOR…APRENDIENDO A AMAR.
¿Por qué deseo?, ¿qué deseo?, ¿cómo es mi deseo?, ¿se trata de un deseo verificado, más aún,
integrado? Aquí está el problema. No todos los deseos y sentimientos nos conducen a una vida
plena. Por ello, es vital que comprendamos la importancia de aprender a amar.
Durante el periodo del noviazgo, los novios tienen que cultivar y desarrollar la generosidad, el
respeto, la simpatía, los valores, la paciencia, la fidelidad. Será un tiempo donde se ofrezcan una
ayuda mutua en las virtudes. A fin de cuentas, se trata de conocer mejor a la persona a la que se
ama, los dinamismos que surgen y las dimensiones que se ponen en juego. Todo ello nos permitirá
creer en el amor, no perder la esperanza de que haga más grande día a día.
Hay que trabajar con la ilusión del que está enamorado, pero con la paciencia y serenidad del que
sigue una meta alta y a largo plazo. No es los mismo:
- fomentar un tipo de relación que busque el sentido en la entrega al amado, que perpetuar una
vida individualista, egoísta y cargada de hedonismo.
- cultivar e integrar los afectos en un marco más amplio, que reducirlo todo al mero sentimiento.
- desarrollar una buena comunicación, que ir abandonando este campo hasta quedar
completamente aislados en la relación.
- Ir delineando un auténtico proyecto de vida común que lanzarse a la aventura sin mayor
compromiso mutuo.
- Ahondar en las dimensiones del perdón que fomentar una venganza y un rencor de trágicas
consecuencias.
- cultivar la trascendencia del nosotros, levantar nuestra mirada al cielo y dejar que el Señor llene
nuestras relaciones, que creernos los dioses y únicos protagonistas de un proyecto de
connotaciones simplemente humanas.
El amor tiene su verdad, que hay que verificar. Sólo la decisión de vivir en la verdad del amor
hará posible que los novios que acaban de descubrir su amor, y con ello el sentido de la vida,
puedan alcanzar paulatinamente la plenitud que se les ofrece. Si se niegan a vivir en la verdad de
su amor, acabarán haciendo imposible la comunión personal, y terminarán viviendo en una
relación de dominio.
En este sentido, la experiencia de la atracción sexual promete mucho, coge toda la persona, su
memoria e imaginación, llega hasta obsesionar. Pero luego, por sí misma- fuera de la comunión
de personas- da poco, acaba desilusionando, hastiando. Precisamente, las experiencias sexuales
prematuras pueden inocular en los jóvenes una incapacidad para el amor verdadero, ya que
parten de experiencias limitadoras del amor, al reducir a sexo la auténtica comunión de
personas. Es necesario invitarles a que continuamente tiendan a la verdad última del amor y lo
verifiquen. ¿Qué es lo que tienen que verificar los novios?
• La unión afectiva. Si a raíz de este mismo ideal se va produciendo una concordia mutua
sobre los caminos esenciales a recorrer, sobre el modo de vivir las prácticas de conducta de la
vida.
• La lógica del don. Si cada uno es capaz de entregarse de veras y de acoger al otro tal y como
es.
El modo como esta construcción y verificación se realiza en los novios tiene lugar en su vida
cotidiana: a través de las reacciones ante las diferentes circunstancias de la vida, de
construcción de ese modo de ser común de ambos, de esa personalidad comunional en la
verdad. No podemos obviar este aspecto en el trabajo pastoral con los jóvenes, y quizás sea
el que más nos demandan: que les enseñemos a fortalecer su amor débil, incipiente,
inexperto, pero inmensamente prometedor.
“Virtus” en latín significa energía, fuerza, poder, excelencia. Las virtudes son propiamente la
extensión del verdadero amor s todos los dinamismos afectivos de la persona, es decir, su
integración en el amor personal.
Es propiamente el amor el que ordena el alma y así expande en las diversas virtudes, cada una de las
cuales constituye una subespecie del amor:
Por tanto, las virtudes tienen una dimensión intencional intrínseca que deriva del amor recibido y
que dirigen la persona hacia diferentes modos de comunión, en los que encontrar el verdadero bien
común. Lejos de encerrar a la persona en una angustiosa búsqueda de autoperfección, la abren a la
posibilidad maravillosa de una verdadera comunión en su obrar concreto y particularizado.
El motivo de esto se encuentra en el hecho de que las virtudes no confieren únicamente una energía
que permite llevar a cabo lo que se ha decidido, sino que son también en sí mismas una luz para la
elección. Son las virtudes las que permiten superar el gran dilema que se esconde en la elección, el
dilema del “bien aparente”, para llegar al bien que no lo es únicamente en apariencia, sino en
realidad.