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En el libro Conflictos Sociales en el Perú (2008-2015), se concluye que las principales causas de los
conflictos sociales en el Perú son (i) las malas prácticas ambientales y sociales en las últimas décadas y
siglos, (ii) la histórica debilidad del Estado, (iii) el miedo de la gente muy pobre de perder lo poco que
tienen, (iv) la presencia e influencia de sectores muy radicales opuestos a la actividad empresarial
privada y (v) la competencia de mineros ilegales, disfrazada de protestas sociales. Lo mencionado es una
realidad que hasta el día de hoy sigue ocasionando discrepancias.
En el libro Conflictos Sociales en el Perú (2008-2015), se concluye que las principales causas de los
conflictos sociales en el Perú son (i) las malas prácticas ambientales y sociales en las últimas décadas y
siglos, (ii) la histórica debilidad del Estado, (iii) el miedo de la gente muy pobre de perder lo poco que
tienen, (iv) la presencia e influencia de sectores muy radicales opuestos a la actividad empresarial
privada y (v) la competencia de mineros ilegales, disfrazada de protestas sociales. Lo mencionado es una
realidad que hasta el día de hoy sigue ocasionando discrepancias.
Según un reporte de la Defensoría del Pueblo, al mes de enero, se cuenta con 191 conflictos sociales, de
los cuales el 67.5% del total registrado corresponde a conflictos socioambientales. Cabe resaltar que se
tienen identificados 97 conflictos socioambientales activos. De estos, 64 involucran al sector minero
(66% del total), lo que resulta preocupante dada la indudable importancia de este sector para el país.
Por el lado público-privado, se han tomado iniciativas para atraer inversiones como la Guía para la
Inversión Minera en el Perú 2020-2021, que busca dotar a los inversionistas de todas partes del mundo
de información clave para tomar decisiones de inversión para la exploración y el desarrollo de nuestros
proyectos mineros en el país. Asimismo, con el Plan estratégico y portafolio 2020-2021, se espera que
un 13% del total de las inversiones estimadas por las asociaciones público-privadas (APP) sea dirigida
hacia el sector energía y minas, con un valor de alrededor de US$ 717 millones. Cabe destacar que los
proyectos con mayor monto de inversión en el sector son (i) el proyecto minero-hidráulico El Algarrobo
(US$ 350 millones) y (ii) la masificación del uso del gas natural para el centro y sur del Perú (US$ 200
millones). Ambos esperan su adjudicación para el primer y segundo semestre de 2020, respectivamente
Según un reporte de la Defensoría del Pueblo, al mes de enero, se cuenta con 191 conflictos sociales, de
los cuales el 67.5% del total registrado corresponde a conflictos socioambientales. Cabe resaltar que se
tienen identificados 97 conflictos socioambientales activos. De estos, 64 involucran al sector minero
(66% del total), lo que resulta preocupante dada la indudable importancia de este sector para el país.
UBICACIÓN:
. La Unidad Minera Las Bambas se ubica entre los distritos de Challhuahuacho, Tambobamba y
Coyllurqui (provincia de Cotabambas), y el distrito de Progreso (provincia de Grau), en la región
Apurímac, a una altitud que varía entre los 3800 y 4600 m.s.n.m. La mina contiene más de 1.08
millones de toneladas de concentrado de cobre. Hasta el 2014, el proyecto era administrado por
Glencore Xstrata, luego esta vendió la concesión al consorcio Minerals and Metals Group MMG por
5 mil millones de dólares. La empresa inició sus operaciones en el 2015.
El reclamo surge tras el cambio de denominación de la carretera de carácter comunal, dentro del
fundo Yavi Yavi, como “carretera nacional” a fines de 2017. Esta carretera comunica a la mina con
el puerto de Matarani (Arequipa). Yavi Yavi está dentro del territorio de la comunidad.
También piden la liberación de los asesores legales Jorge y Frank Chávez Sotelo. Gregorio Rojas,
presidente de la comunidad de Fuerabamba, fue liberado hace poco.
A la fecha en el proyecto Las Bambas existen tres modificaciones del Estudio de Impacto Ambiental
(EIA) y seis Informes Técnicos Sustentatorios (ITS). Este escenario genera un cuestionamiento
sobre las situaciones en las que corresponde desarrollar un ITS y no un proceso ordinario de
modificación de EIA; así como las condiciones del procedimiento de evaluación de los ITS como,
por ejemplo, el corto plazo que cuenta la autoridad para pronunciarse y la ausencia de mecanismos
de participación ciudadana en el procedimiento, lo cual limita las oportunidades para informar y
transparentar las operaciones a los ciudadanos e incluirlos en las tomas de decisiones.