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El texto del Génesis relata que los hombres, reunidos en la llanura de

Shinear después del Diluvio, resolvieron levantar una torre gigantesca. Dios
(Yahvé), al ver lo que intentaban, obstaculizó sus planes “confundiendo sus
lenguas’ de modo que los obreros no pudieran entenderse entre si. Al
quedar incapacitados de trabajar de común acuerdo, los constructores
abandonaron la empresa y se dispersaron en diferentes direcciones. La
torre inconclusa y la ciudad edificada en tomo a ella se llamaban Babel o
Babilonia.

La leyenda de la confusión de las lenguas

La leyenda de la confusión de las lenguas tiene un origen etimológico. El


relator bíblico, que escribió posiblemente en tiempos del cautiverio de los
israelitas en Babilonia, interpreta la palabra Babel en el sentido de
“confusión”, en este caso, confusión de lenguas.

Del mismo modo, los griegos, que no comprenden el lenguaje de los


extranjeros y, en primer lugar de los persas adoptan más tarde la
costumbre de designarlos con el nombre peyorativo de “bárbaros”. La
repetición de la sílaba “ba” simboliza la desorganización aparente de los
dialectos no griegos, cualesquiera que sean, con respecto a la rigurosa
organización de la lengua de Homero.

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