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GESTIÓN ECOLÓGICA FORESTAL

1. BIOLOGÍA Y MORFOLOGÍA DEL ÁRBOL

Introducción

“ Un árbol dice:
« En mi vida se oculta un núcleo, una chispa, un pensamiento, soy vida
de la vida eterna. Única es la tentativa y la creación que en mí ha osado
la Madre Eterna. Única es mi forma y únicas las vetas de mi piel, único el
juego más insignificante de las hojas de mi copa y la más pequeña
cicatriz de mi corona.
Mi misión es dar forma y presentar lo eterno en mis muescas
singulares».

Un árbol dice:
« Mi fuerza es la confianza; no se nada de mis padres, no se nada de los
miles de retoños que todos los años brotan de mí. Vivo hasta el fin el
secreto de mi semilla, no tengo otra preocupación. Confío en que Dios
está en mí, confío en que mi tarea es sagrada y vivo de esta confianza ».

Los árboles tienen pensamientos dilatados, prolijos y serenos, así como


una vida más larga que la nuestra.

Son más sabios que nosotros, mientras no les escuchemos. Pero cuando
aprendemos a escuchar a los árboles, la brevedad, rapidez y
apresuramiento infantil de nuestros pensamientos adquiere una alegría
sin precedentes. Quien ha aprendido a escuchar a los árboles, ya no
desea ser un árbol. No desea ser más que lo que es»”.

(Hermann Hesse, «El viandante»)

Así describe Hermann Hesse la maravilla natural que expresan los


árboles, y no sólo ellos sino todo el complejo y perfecto ecosistema que
llevan asociado.

Según definiciones tecnicistas de la ciencia forestal y la legislación


sobre montes, monte es la superficie de tierra en la que vegetan
especies arbóreas, arbustivas, de matorral o herbáceas, tanto
espontáneamente como procedentes de plantación y siempre que no
sean objeto de cultivo agrícola.
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Como podemos apreciar, y veremos a lo largo del módulo, es un


error el separar la floresta de la agricultura, pues las interrelaciones son
más que evidentes y necesarias para la pervivencia y sostenibilidad de
los aprovechamientos agropecuarios, aunque últimamente la Revolución
Verde separa en varias disciplinas el amplio campo agrícola. De la
misma forma, nos referiremos a estos ecosistemas como bosques,
floresta o montes, sin diferenciar entre ellos. Esto es así porqué
consideramos que siempre hay que actuar para llegar al estado de
equilibrio o clímax más adecuado para cada zona, por lo que lo que
vulgarmente se denomina monte ( como espacio de matorral) acabará
siendo un bosque (referido al espacio cubierto por árboles, arbustos,
herbáceas, etc.).

La disciplina que se ocupa en la actualidad de los


aprovechamientos forestales es la selvicultura. Selvicultura es el modo
de aplicar el conocimiento de la estructura, reproducción y forma de
agrupación de los vegetales que pueblan los montes o bosques, de
forma que se obtenga de ellos una producción continua de bienes y
servicios necesarios para la sociedad. Esta definición nos parece más
adecuada a los fines de la gestión ecológica forestal, aunque falta la
referencia a la sostenibilidad del bosque.

Centrándonos en el objeto del módulo identificamos al bosque


autóctono como la expresión más palpable de la Naturaleza y su
perfección. Es un ecosistema clímax dónde quiera que se encuentre,
pues si su nivel de homeostasia es el adecuado no permitirá ser
atacado de forma irreversible por las intervenciones fortuitas externas, y
si así lo hace se regenerará sin problemas. Claro está, aquí no estoy
hablando de la devastadora acción humana, sino de las propias
interrelaciones y sinergias ecológicas de estos ecosistemas y los
colindantes.

En el bosque o floresta autóctona encontramos la mayor


biodiversidad y equilibrio. Regula el microclima de las zonas dónde se
asienta y regenera la atmósfera, el ciclo hidrológico, etc.

Partiendo de una base filosófica, fuertemente arraigada en la


Permacultura de Bill Mollison, el bosque es la “madre”, la fuente y
despensa de vida y resistencias (homeostasia, resiliencia, etc.).
Significa la evolución más adelantada de los ecosistemas, evolución
que, por supuesto, es la más equilibrada y acertada de la Naturaleza.
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Basándonos en estos principios de equilibrio y sinergias, es fundamental


tomar la referencia del bosque clímax de cada zona como el lugar de
aprendizaje de la Naturaleza, y acudir a él para resolver las dudas que
puedan plantearse a lo largo de nuestras actuaciones. Este aprendizaje
debe basarse en la observación directa de la floresta, del más mínimo
detalle al más evidente (por ejemplo la disposición de las especies).

El hombre debe fundamentar su paso por la vida a través de la


observación de los ciclos naturales, en cualquiera de sus actividades
por alejadas que parezcan de la actividad natural, y así encontrará el
camino acertado y lógico de actuación.

Pero el bosque no sólo comprende a los árboles, aunque son la


expresión quizá más majestuosa del mismo, sinó que también hay que
observar las relaciones entre las diferentes comunidades, tanto
animales como vegetales, y así poder establecer diferentes patrones de
actuación en nuestro agroecosistema.

En los tiempos que vivimos, curiosamente, los pocos bosques que


quedan parecen refugiarse en los últimos reductos de la Tierra.

Es muy común ver tímidas intentonas de aproximación y vuelta a


natura por parte del hombre, como repoblaciones mal planificadas,
árboles que parecen refugiarse en bulevares, parques, avenidas,
carreteras, etc., refiriéndonos al ámbito urbano. En este mundo de
asfalto y hormigón, las plantas se ven obligadas a soportar ruidos, aires
insanos, contaminación de varios tipos, aislamiento ecológico,
marginación espacial, etc. Todo un conglomerado de factores que
hacen que estas especies sufran un auténtico estrés vegetal y toda la
biosfera sufra la falta de biodiversidad.

Es triste el reconocer especies que hunden sus raíces en el


asfalto, haciendo llegar sus extremos hasta cloacas y similares, en su
búsqueda desesperada de los tan preciados nutrientes. Podríamos
seguir señalando muchos más problemas actuales de los vegetales en
las urbes, aunque no nos extenderemos por considerar que no es el
objeto más adecuado de este módulo.
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En el ámbito rural, que es el que más nos ocupa, es más


espeluznante, si cabe, la barbarie que se comete con los bosques y la
floresta. Los nuevos manejos de la Revolución Verde, unido a políticas
ciegas que no respetan las más mínimas normas del Desarrollo
Sostenible, hacen que cada vez menos los montes y bosques sean los
refugios ecológicos de la vida y la fuente de homeostasia de sus propios
ecosistemas.

Poco a poco, el hombre ha ido negándose a los bosques y a los


árboles, sus más emblemáticos especímenes; incendiando, talando y
roturando para hacer praderas y campos, en los que al principio los
árboles permanecían en los bordes haciendo la sabia función de seto ya
explicado en módulos anteriores.

La Revolución Verde trajo consigo la intensificación en la


explotación de la tierra, la concentración parcelaria y su problemática de
destrucción de setos y ribazos, tapias, taludes, etc. Con el fin de
conseguir enormes extensiones que se pudieran trabajar sin esfuerzo
con las modernas máquinas de labor.

Salvo muy raras excepciones, sobre todo basándose en criterios


de sostenibilidad, en las que la gestión del bosque se realiza de una
forma ecológicamente racional, los magníficos bosques de antaño se
han ido convirtiendo en repoblaciones, las más de las veces hechas sin
pies ni cabeza, sólo con criterios economicistas.

Para estas forestaciones se utilizan especies de crecimiento


rápido, como el caso del eucalipto en Galicia, la ptseudotsuga, etc. que
agotan los suelos impidiendo procesos como la pedogénesis y, en
algunas ocasiones, lixiviando toxinas que atacan a otras especies
autóctonas y propias de ese ecosistema. Son muchos los efectos
perjudiciales que tienen las especies foráneas y esquilmantes del suelo,
siempre más efectos perniciosos que beneficiosos, sea cual sea la
condición de espacio y tiempo del biosistema.

 Los antiguos y soberanos bosques han sido arrasados, dejando


el suelo como un sinóptico mapa topográfico, con las curvas de nivel
como estériles y simples terrazas deforestadas. En resumen, muchos
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son los factores que hoy en día tiene en contra natura y, en particular
los bosques y sus ricos ecosistemas, todos ellos provocados o
inducidos directamente por el hombre.

Por encima de esto, de las consideraciones que realizamos desde


nuestro limitado conocimiento del medio ecológico y nuestros intereses
económicos y sociales, las personas necesitamos de la floresta para
poder seguir viviendo. No debemos ni podemos dejar de lado al bosque,
pues somos una comunidad animal más, que precisamos de él para la
vida.

En el bosque uno nunca se siente solo, aunque existan personas


que lo buscan para la soledad, pues son tantas y tan primitivas las
interrelaciones que con él mantenemos que debemos reconocerlo como
la madre, es decir, el principio y fin de la vida. Es el conjunto de
relaciones entre innumerables seres para dar vida a un todo que a su
vez forma parte de otro todo superior. Este camino nos lleva a Gaia,
recordando tan elocuente teoría de Lovelock.

 El uso de los recursos y el bosque


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Tiempo atrás se pensaba que los recursos eran inagotables, ya


que en cierta forma así era, pues la misma naturaleza se encargaba de
renovarlos. Hoy, por desgracia, ya no es así, debido a que la extracción
de esos recursos supera con creces a su nivel de renovación.

El bosque es una inagotable fuente de recursos, siempre que lo


manejemos a través de una gestión responsable. Cuando no ocurre
esto, hay que actuar con medidas correctoras, tanto de la explotación
como de la regeneración de esos recursos.

Nuestro papel como gestores o agentes que pueden influir en el


medio es tomar las decisiones correctas y realizar un uso del bosque lo
más ecológico posible. Y en este aspecto hay mucho que hacer.
Debemos afrontar este nuevo reto cuanto antes para así poder sacar los
recursos necesarios del bosque sin comprometer su persistencia.

El mejor consejo a la hora de actuar o tomar decisiones, sin otras


consideraciones posteriores, es no hacer nada. El seguir las
enseñanzas de la agricultura natural aplicadas a la silvicultura y a
cualquier actuación en el medio siempre es buen uso, aunque el
objetivo de este curso es llegar más allá, aprender a utilizar
racionalmente los recursos forestales sin tener que esperar a una
recuperación sola que tardaría mucho tiempo y poder obtener unos usos
que de otra forma serían más limitados.

Donde se ha perdido la capacidad de recuperación evolutiva a


medio plazo, debe actuar el hombre por norma general, pero a veces es
mejor no actuar a hacerlo mal. Por esta razón tenemos que aprender a
afrontar este nuevo papel: restaurar lo que hemos destruido; el paisaje,
los bosques y setos, dar vida a la tierra (recordemos lo expuesto en el
módulo de suelos) y crear un entorno favorable para vivir
armónicamente como comunidad animal que somos.

Hace ya muchos años que las florestas dejaron de ser un espacio


al que el hombre incluso llegaba a temer, un sitio lejano y profundo,
lleno de fábulas misteriosas. Sólo los que de verdad vivían en él no le
temían, sino que le amaban y respetaban. Como evolucionó este
comportamiento hacia los bosques todos lo sabemos y ha sido objeto de
exposición en este curso en varias ocasiones.
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Otro factor que contribuyo al abandono y esquilmación de los


bosques fue la pérdida de función primordial para el agricultor. En
tiempos pasados del bosque se extraía casi toda la energía necesaria
en la explotación, bien fuera en forma de madera, alimentos, materiales
para abonar, etc. Esta función, con la Revolución Verde, dejó de ser
necesaria, ya que empezaron a hacer aparición los piensos, abonos,
etc. de síntesis.

En la actualidad, los bosques tienen funciones diferentes y menos


diversificadas, pese a su gran riqueza, y básicamente están limitados a
la producción forestal, la caza o a la ganadería extensiva. Estos usos
deben estar a la altura de la riqueza y majestuosidad a la que nos
enfrentamos, y diversificarlos conscientemente llevándolos a todos los
ámbitos de nuestra vida, en lo que se viene en llamar función social,
además del aprovechamiento en la explotación de sus productos.

La disciplina denominada ordenación forestal tiene que conjugar


todas las potencialidades del bosque desde una base de sostenibilidad
a todos los niveles, armonizando la producción forestal con la ecología y
consiguiendo así un uso eficiente de un patrimonio de toda la
humanidad.

Estas actuaciones deben ser siempre bien planificadas, buscando


incansablemente el equilibrio entre el punto de vista técnico y ecológico
con la concepción mágica y espiritual de la vida y todas sus
manifestaciones, uniéndola a una gestión y utilización de los recursos
racional y austera.

Urge, pues, un retorno al sentido de lo desconocido y, en cierta


forma, mágico. No hablamos de comportamientos compulsivos y
extremistas, como la actitud obsesiva de mirar todo el día donde
pisamos por si aplastamos a algún pequeño ser.
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 El primer objetivo de la planificación ecológica forestal, previa a


las actuaciones, es el desarrollo de una sensibilidad hacia la naturaleza,
unido a un profundo conocimiento del medio en el que nos
desenvolvemos a todos los niveles, ecológico, social, económico, etc.
Este conocimiento no será, ni de cerca, nunca completo, pero nos
indicará cual es la mejor forma de actuar en la mayor parte de las
ocasiones. Y cuando así no sea, dejemos que natura haga su trabajo
restaurador, aunque ello lleve tiempo.

De esta forma, la selvicultura ecológica ha de ocuparse de


interrelacionar los aprovechamientos forestales con los agropecuarios,
integrando todo el agroecosistema como un todo, dentro del gran
ecosistema base que es la Tierra o Gaia.

La selvicultura ecológica debe basarse en tres principios


fundamentales, los cuales se relacionan entre sí en todo momento.
Estos principios son sostenibilidad, uso múltiple e integrado y
preferencia (Fig. VIII.1).

Floresta sostenible
SELVICULTURA contínua Ppio. de uso múltiple
Producción
ECOLÓGICA
diversa Ppio. uso múltiple y preferencia

ANÁLISIS SITUACIÓN INICIAL Manejo/Conservación/Actuación


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Fig. VIII. 1

 Sostenibilidad

Hace referencia a que el bosque y la explotación agropecuaria


asociada han de ser autónomos y permanecer en el tiempo sin
imputs. Son las bases del Desarrollo Sostenido aplicadas a la
agronomía.
Del bosque ha de salir parte de los materiales precisos para la
explotación agropecuaria, como los alimentos del ganado y
personas, materiales para la producción de energía (leñas, etc.),
materiales para las infraestructuras (madera, pajas, etc.),
materiales para el compost, etc.

Uso múltiple e integrado

Relacionado intrínsecamente con el apartado anterior, se refiere a


que el bosque ha de ser algo más que el almacén y la despensa
de la explotación. En el bosque o monte debemos de tener
ganado en extensivo, disfrutar de él como medio natural (uso
social), aprender de la Naturaleza, etc.

Preferencia

Referido a que siempre buscaremos que el bosque sea el propio


del lugar, restaurándolo si es preciso para este fin. No se deben
integrar especies alóctonas y hay que buscar el equilibrio entre la
superficie de bosque y la de otros usos de la explotación, dentro
del agroecosistema.
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La selvicultura ecológica no se divide como la convencional entre


intensiva y extensiva, ya que en nuestros bosques habrá especies de
carácter intensivo o de tornos cortos, y de carácter extensivo o de turnos
largos.

 Tipos de productos que se obtienen del bosque


Los productos que obtenemos de la floresta son muy variados,
pero para poder clasificarlos de alguna forma los dividiremos en
directos e indirectos.

Productos directos

Los productos directos serán aquellos que obtenemos


materialmente del bosque, como la madera, materiales de
compostaje, alimentos, resina, pastos, leñas, caza, etc.

Productos indirectos

Los productos indirectos son los que no extraemos


realmente del bosque, pero que fundamentales para la
selvicultura ecológica. Entre los productos indirectos
identificamos el paisaje, el recreo, el disfrute de la flora y
fauna, el mantenimiento del ciclo hidrológico, el albergue de
auxiliares, el efecto “seto”, la acumulación de CO2
atmosférico, etc.

Morfología de las leñosas

Como norma general, se consideran árboles aquellos vegetales


leñosos que alcanzan una altura superior a los 10 m., que poseen
generalmente un tallo simple, tronco o fuste, que se ramifica a una cierta
altura para formar la copa.
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Arbustos serían los vegetales leñosos de menos de 10 m. de


altura y herbáceas el resto de los vegetales, de forma genérica. En este
capítulo nos referiremos a las características más importantes que
diferencian a las especies leñosas, sobre todo los árboles, que pueblan
nuestros bosques.

Las especies leñosas se diferencian de las herbáceas en varios


puntos:

* Tienen partes lignificadas.

* Son especies de larga vida.

* Su biomasa es mayor que la de las herbáceas.

* Suelen representar la evolución de las especies que poblaban


ese espacio, etc.

El principal individuo del bosque es el árbol, así como el agente


más importante de las disciplinas forestales. Esto no debe hacernos
olvidar a las demás especies que ocupan los demás substratos, como
generalmente se hace en las actuales repoblaciones. Existen multitud
de agentes, tanto vegetales como animales o inanimados que tienen
unas funciones fundamentales en el bosque, como son los arbustos,
herbáceas, comunidades animales, hongos, geomorfología, hidrología,
etc.

Aunque en este módulo, dada su especificidad, nos referiremos al


árbol con más detalle y como agente de referencia, siempre tendremos
presentes a los demás acompañantes del ecosistema, tal y como
explicábamos en el módulo de asociaciones de cultivos. La simpleza es
el error mayor que podemos cometer en una actuación forestal, como ya
sabemos, en la diversificación está la fortaleza y el éxito de nuestros
trabajos.

Como señalamos, en un bosque entran como especies forestales


diversos vegetales, que se presentan en forma de árbol, arbusto, mata y
vegetales inferiores. Según sean las especies que determinan la
formación vegetal del monte, es decir, las más abundantes y que le dan
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un carácter al espacio, existirán bosques arbóreos, arbustivos,


sotobosques, matorrales o landas, o, incluso, monte herbáceo. Como
podemos suponer, el bosque de mayor calidad ecológica será el que
tenga definidos la mayor parte de los estratos señalados, siempre y
cuando coexistan de tal forma que no varíen sus poblaciones
significativamente a lo largo del tiempo. Los mejores ejemplos los
tenemos en las formaciones naturales como el bosque mediterráneo o
el atlántico, por señalar los más comunes en nuestra latitud.

El árbol es un ser vivo vegetal, de vida dilatada, consistencia


leñosa y que, por lo general, sólo se ramifica a cierta altura. Constituye
el elemento fundamental de todo monte o bosque; es el todo, como
señalábamos anteriormente, la madre, y, sin embargo, forestal y
ecológicamente nada supone aislado.

El árbol se divide en tres partes fundamentales de todos


conocidas; raíz, tronco y copa.

La raíz
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 Es el órgano principal de anclaje y toma de nutrientes del árbol.


Por ella toma alrededor de 13 nutrientes esenciales para su
desarrollo y puede ser de diferente forma según sea la especie y
las condiciones edafoclimáticas del sitio dónde se asienta.
Generalmente, se suele decir que un árbol es tan grande en su
parte aérea como en su parte radicular, y esto es cierto en parte.
No quiere decir que sea igual de alto o igual de ancho, sino que
tiene una biomasa radicular y aérea similar.

El aparato radicular de una especie nos va a decir mucho de ella


y, sobre todo, de las condiciones en las que se desarrolla su vida.
Sí posee raíz penetrante suele indicarnos que vive en zonas muy
ventosas y que tiene que extraer los nutrientes de horizontes muy
profundos. Si por el contrario es de raíces someras, querrá
indicarnos que tiene a su alcance todos los nutrientes y el agua
necesarios, por ejemplo.

La norma general es que el aparato radicular conste de varias


partes, entre las que se pueden destacar (Fig. VIII.2):

CUELLO DE LA RAÍZ

RAÍZ PRINCIPAL

RAÍZ SECUNDARIA

RAÍZ TERCIARIA
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Fig. VIII. 2
El cuello de la raíz
 
Es la fase de transición entre el tronco y la raíz, propiamente
dicha. En esta zona desaparecen las ramas y las raíces, por
norma general.

Raíz principal o de 1º orden

Es el eje del aparato radícular, aunque como veremos,


existen aparatos que no tienen raíz principal definida. Sirve
fundamentalmente como soporte del árbol al suelo.

Raíces secundarias o de 2º orden

Son las raíces que se insertan en la principal. Suelen ser de


menor grosor, aunque pueden ser muy largas. En el caso de
aparatos radiculares sin raíz principal, éstas tienen función
de anclaje.

Raíces terciarias o de 3º orden

Son los denominados pelos radiculares o raicillas. Es por


dónde verdaderamente se alimenta el árbol, es decir, por
dónde asimila los nutrientes.
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En función del desarrollo de la raíz, ésta puede clasificarse en


cinco principales grupos:

Grupo 1º
En este grupo se encuadran los aparatos radiculares cuya raíz principal es penetrante y
profunda y las raíces secundarias poco desarrolladas (Fig. VIII.3). Algunos ejemplos de
especies con este aparato radicular son el roble (Quercus robur) y el alcornoque (Quercus
suber).

 
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Fig. VIII. 3 Fig. VIII. 4

Grupo 2º

Aquí tenemos a los aparatos radiculares de raíz principal y


secundarias penetrantes y profundas (Fig. VIII.4).
Encontramos, entre otros, al pino resinero (Pinus pinaster),
el pino silvestre (Pinus sylvestris), el castaño (Castanea
sativa), etc.

Grupo 3º

Especies de raíz principal poco profunda y raíces


secundarias penetrantes (Fig. VIII.5). Este aparato radicular
lo presentan el piñonero (Pinus pinea), la encina (Quercus
ilex), el serbal (Sorbus aucuparia), etc.

Grupo 4º
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Estos aparatos radiculares presentan raíces principales y secundarias poco desarrolladas (Fig.
VIII.6). Podemos señalar especies representativas de este grupo al haya  (Fagus
sylvatica), el abedul (Betula pubescens), el fresno (Fraxinus
excelsior), etc.
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Fig. VIII. 5 Fig. VIII. 6 Fig. VIII. 7

Grupo 5º

Presentan raíces principales y secundarias muy someras,


sin diferenciación entre unas y otras (Fig. VIII.7). Casi la
mayor parte de las especies ripícolas (de los ecosistemas de
riberas de los ríos) tienen este sistema radicular. Esto se
puede entender por la facilidad en la toma de agua y
nutrientes.

Además de estas clasificaciones necesarias para identificar


aparatos radiculares y conocer la biología y ecología de las especies,
existen una serie de consideraciones y condicionantes generales que
van a definir que una especie o un individuo en concreto tenga un
aparato radicular particular. Fundamentalmente, los factores externos
que influyen en el tipo de sistema o aparato radicular son la profundidad
del suelo, la fertilidad edáfica y la competencia entre aparatos
radiculares.

Profundidad del suelo


 
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La profundidad de un suelo va a definir claramente el


aparato radicular de un árbol. Si el suelo es profundo las
raíces van a desarrollarse plenamente como corresponda
genéticamente a esa especie. Sin embargo, si el suelo es
poco profundo, por el motivo que sea (horizonte C muy
próximo a la superficie, aparición de rocas, acuíferos, etc.) el
aparato radicular va a frenar su desarrollo al toparse con el
obstáculo que le imprime al suelo la característica de poca
profundidad.

Cuando el suelo es poco profundo e impide desarrollarse


correctamente el aparato radicular esto va a influir en el
desarrollo de la parte aérea, tal y como señalábamos
anteriormente refiriéndonos al equilibrio entre la biomasa
radicular y la aérea. Por norma general, un árbol guarda
cierta simetría entre la parte aérea y la subterránea, de tal
forma que si las raíces de un lateral no pueden desarrollarse
por cualquier motivo, el árbol tendrá menos fuerza en esa
misma zona aérea (Fig. VIII. 8). Un ejemplo muy común son
los portes en bandera de las especies que viven al lado de
taludes.

Fig. VIII. 8

La fertilidad edáfica
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Si un suelo es fértil, por norma general además posee una


buena capacidad de retención de agua, de forma que las
raíces no tienen que extenderse demasiado para buscar el
alimento. En estos suelos las raíces, sobre todo las
secundarias y terciarias, se recogen y no se expanden como
lo harían en suelos menos fértiles.

Competencia entre aparatos radiculares

Cuanta mayor sea la densidad de árboles mayor es la


ocupación del suelo por las raíces y, por consiguiente, mayor
el estrés de los vegetales. Esta proximidad hasta la asfixia
provoca desarrollos anormales e incluso muerte de los
individuos más débiles.

Recordemos del módulo de asociaciones de cultivos, que al


describir los procesos alelopáticos veíamos que,
generalmente, los individuos de la misma especie son
incompatibles entre sí, por lo que la proximidad y los
lixiviados de fuerzas del orden van a ir en contra de la
voluntad de crecimiento de los vegetales.

Tronco
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 Es la parte principal, referido a su uso maderero, del árbol.

Da altura al árbol y es el encargado del transporte de nutrientes y


acumulación y reserva de biomasa. En el tronco se puede distinguir
varias partes como la corteza, el cambium, la médula, el leño, el xilema
y el floema todas ellas representadas en la Fig. VIII. 9. Además, la parte
terminal del tronco suele denominarse raberón (Fig. VIII. 10).

MÉDULA

CORTEZA

CREC.
PRIMAVERA

CREC.
OTOÑO

FLOEMA LEÑO

CAMBIUM XILEMA
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FUSTE RABERÓN

10 cms. de O

Fig. VIII. 9

 
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Fig. VIII. 10

La corteza

Es la protección del árbol frente a las agresiones y


condiciones externas. Está formada por tejidos muertos, la
parte más externa, y por tejidos vivos la más interna. La
parte viva es la que acaba muriendo y pasa a formar parte
de la zona más exterior.

El cambium

Es la zona más importante de un árbol, pues es en ella


dónde el árbol engorda, desarrollándose hacia dentro y
hacia fuera. Hacia dentro desarrolla leño y hacia el exterior
corteza.

La médula, duramen o corazón

Es la parte central del árbol, la más oscura, dura y vieja.


Suele ser muy apreciada la de ejemplares de maderas
nobles y añosos, por su resistencia a la putrefacción y sus
colores.

El leño o albura

 Es la zona intermedia entre el cambium y la médula. Es una


zona gruesa y de transición, pues si el árbol sigue
engordando acaba por convertirse en médula la zona del
leño más próxima al centro.

El xilema
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Son los vasos conductores de la savia bruta ascendente,


que se sitúan en el cambium hacia la parte del leño.

El floema

Son los vasos conductores de la savia elaborada que


desciende. El floema está, al igual que el xilema, en el
cambium, pero hacia la parte exterior.

De esta forma, el cambium, que representa el agente vegetativo


de crecimiento del árbol, es el encargado de engrosar el diámetro en los
llamados períodos vegetativos. Los períodos vegetativos son cuando los
vegetales tienen las condiciones idóneas de luz, temperatura y
humedad adecuadas para crecer, que en nuestras latitudes se
corresponden con la primavera y el otoño, es decir, las estaciones
templadas.

Este crecimiento se representa por los denominados anillos de


crecimiento anual, que son concéntricos al eje del tronco y a través de ellos se puede obtener
información diversa del propio árbol, del clima en años pasados, de posibles incendios, plagas o enfermedades,
etc. Los crecimientos de primavera suelen ser más espectaculares y forman anillos de color claro. Los
crecimientos de otoño suelen ser menos importantes y los anillos son de color oscuro (Fig. VIII. 11).
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De esta forma, contando en un tocón o un fuste cortado los anillos claros y oscuros podremos saber qué
edad tiene ese árbol. Cada anillo claro y el siguiente oscuro representan un año de vida, o lo que es lo mismo
dos períodos de crecimiento. De ahí que se emplee la expresión savias en las plantas de repoblación para indicar
cuantos períodos de  crecimiento
tiene ese vegetal. No debemos incurrir en un
error conceptual muy común de creer que un arbolillo con cuatro savias
tiene cuatro años, sino dos.

Este sistema de crecimiento se da en las plantas dicotiledóneas,


que son las más comunes en el ámbito forestal de nuestras zonas.

Es fácil acordarse de una noticia que inundó la prensa de hace


unos años, en la que explicaba que había un individuo llamado algo así
como “el asesino de los árboles” que se dedicaba a matar a árboles del
Parque del Retiro de Madrid. El método que utilizaba era cortar el
cambium de los vegetales sin derribar el árbol, que hubiera sido más
espectacular. Con esto le cortaba las venas, es decir, los vasos o
canales por los cuales se alimentan los árboles.

CRECIMIENTO DE OTOÑO

UN AÑO

CRECIMIENTO DE PRIMAVERA
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Fig. VIII. 11

Los árboles que poseen los vasos cerrados y con comunicaciones


transversales son las coníferas, diferenciándose de las frondosas, que

poseen los vasos abiertos en sentido longitudinal. Además las coníferas


suelen presentar resina en diferentes partes y formar piñas, que es otra
característica diferenciadora de estos árboles. También podemos decir
que las coníferas poseen vasos resiníferos y las frondosas vasos
normales.

Las frondosas suelen presentar hojas con limbos desenrollados y


tienen frutos que no son piñas, además de no producir resina.
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En cuanto a la forma que presentan los troncos, podemos


clasificarlos como llenos, cónicos o flexuosos, principalmente (Fig. VIII.
12).

TRONCO LLENO TRONCO CÓNICO TRONCO FLEXUOSO

Fig. VIII. 12

La ramificación

Del tronco de los árboles salen unas partes leñosas denominadas


ramas. Dependiendo de la forma de inserción de las ramas principales
en el tronco, se dividen en ramificaciónes monopódicas (Fig. VIII. 13),
simpódicas (Fig. VIII. 14), verticiladas (Fig. VIII. 15) o difusas (Fig. VIII.
16).
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Fig. VIII. 13 Fig. VIII. 14

Fig. VIII. 15 Fig. VIII. 16


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En la ramificación monopódica del tronco del árbol salen o se


insertan unas ramas de forma alterna, y el tronco es una pieza
verdadera. En la simpódica en tronco se divide en subtroncos o
ramas principales a poca altura. La ramificación verticilada es la
que hace referencia a un tronco verdadero y la inserción de las
ramas primarias en nudos (a la misma altura) o verticilos. Los
árboles con ramificación difusa poseen un tronco simpódico con
muchas derivaciones.

Atendiendo a la tendencia direccional que presentan las ramas, se


puede establecer otra clasificación: ramificación patente (Fig. VIII.
17), ramificación erecta (Fig. VIII. 18), ramificación erectopatente
(Fig. VIII. 19), ramificación acodillada (Fig. VIII. 20) y ramificación
péndular (Fig. VIII. 21).
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Fig. VIII. 19 Fig. VIII. 20

Fig. VIII. 21
Copa

Es el elemento del árbol que porta la mayor parte de las hojas, por
lo que es fundamental en el desarrollo biológico de los árboles.
 
Existen varios tipos de copas, y a primera vista, hay especies que
se pueden identificar por la forma de su copa. La forma del tronco unida
Pág.: 33

a la forma de la copa definen el porte de una especie, es decir, el


aspecto general que presenta.

Las especies forestales de nuestras latitudes presentan los


siguentes portes:

Porte globoso (Fig. VIII. 22)

Porte globoso-apuntado (Fig. VIII. 23)

Porte piramidal (Fig. VIII. 24)

Porte aparasolado (Fig. VIII. 25)

Porte cónico (Fig. VIII. 26)

Porte lobulado (Fig. VIII. 27)

Porte llorón (Fig. VIII. 28)

Porte de bandera (Fig. VIII. 29)

Además de esta clasificación, técnicamente se pueden diferenciar


dos grandes tipos de portes, atendiendo a las condiciones biológicas de
sociedad en las que se desarrolla el árbol. Tenemos un porte específico
en un individuo aislado y el porte forestal, que es el que presenta un
árbol en un bosque (en espesura).

Los principales factores que definen el porte de una especie o de


un individuo son la luz, la espesura, la edad, el viento y las patologías.
Pág.: 34

 
Pág.: 35

Fig. VIII. 22 Fig. VIII. 23

Fig. VIII. 24 Fig. VIII. 25


Pág.: 36

 
Pág.: 37

Fig. VIII. 26 Fig. VIII. 27

Fig. VIII. 28 Fig. VIII. 29


La luz
Pág.: 38

Por norma general, los individuos que se encuentran en


situaciones de solana, o en espesura defectiva (aislados o con
suficiente luz) tienen menor altura y la copa más ancha. Si el árbol
está en espesura, tendrá que luchar por la luz y se estirará, dando
lugar a ejemplares más altos y con la copa más estrecha. Esto
también provoca que los ejemplares más jóvenes estiren su porte
(Fig. VIII. 30).
Pág.: 39

Fig. VIII. 30

La espesura

Está directamente relacionado con el factor anterior. Hace


referencia a las densidades de población de las especies.

Es fácil apreciar los efectos indicados anteriormente en


reforestaciones hechas con marcos de plantación muy pequeños,
dónde los árboles son altos y alargados. Sin embargo, si el marco
es mayor, los individuos de la masa serán más achaparrados.

Según la terminología empleada anteriormente, a mayor espesura


más porte forestal, y a menor espesura, más porte específico.
 

La edad

La edad determina el porte de los árboles. Cuanto más joven es


un árbol, más estilizado es su porte, por regla general. Con el
paso del tiempo se va formando su porte definitivo.

Las clases de edad de un árbol, selvícolamente definidas, son las


siguientes:

Diseminado

Desde que es semilla, es decir la siembra, y hasta un


tamaño de 25 cms.
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Repoblado

Desde los 25 cms. de altura y hasta que existe tangencia de


copas con individuos de la misma especie y edad.

Monte bravo

Desde la tangencia de copas y hasta que se aprecia la poda


natural.

Poda natural es cuando el árbol desprende las ramas


primeras que echó. Esta clase de edad es muy relativa en la
selvicultura ecológica, ya que los individuos no estarán a un
marco muy rígido ni serán monocultivos de la misma
especie, por nlo que la competencia será menor. Además
existen especies que tiene una poda natural muy activa y
otras en la que no es significativa.

 Latizal

A partir de la poda natural y hasta los 20 cms. de diámetro


normal (Dn).

Fustal

Son los árboles que tienen más de 20 cms. de diámetro


normal (Dn). El fustal se divide en tres tipos:

Fustal joven: Cuando Dn está comprendido entre 20 y


30 cms.

Fustal medio: Con valores de Dn entre 30 y 50 cms.

Fustal viejo: A partir de 50 cms. de Dn.


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El viento

El viento determina la forma del porte por efecto físico. Cuanto


mayor fuerza e irregularidad (viento racheado) de viento tenga que
aguantar un árbol, su porte será más irregular. Esto es fácil de
apreciar en la costa o en las montañas, dónde los árboles son más
pequeños y con copas más irregulares de lo habitual, ya que los
vientos rompen ramas y mismo el fuste, imprimiéndole formas
extrañas al árbol.

Las patologías

Las plagas y enfermedades pueden influir en el porte de un árbol de


diversas formas, dañando el fuste, las ramas o, más comunmente, las
hojas.
 
Es muy común el daño de bayoneta, popular de determinadas
especies de pinos, como el Pinus pinaster. Esta enfermedad
consiste en que un hongo aborta la yema terminal del árbol y
como respuesta, el árbol envía su energía y nutrientes a la yema
más próxima, que pasa a ocupar el lugar de la terminal. El
Pág.: 42

resultado final es un tronco deforme que asemeja a una bayoneta


(Fig. VIII. 31).

Fig. VIII. 31

Botánica forestal y clasificación de las especies


Pág.: 43

Para identificar una especie, que es el paso fundamental en las operaciones selvícolas
o agroambientales, debemos poseer unos  conocimientos básicos de botánica y
clasificación de especies. De forma genérica, las especies se clasifican
a través de las siguientes partes: hojas, ramificación, porte, flores y
frutos.

Formas y morfología de las hojas

Es fundamental conocer las diferentes partes en que se dividen


las hojas, las más básicas, para poder identificar correctamente
una especie (Fig. VIII. 32).

haz
ápice
vaina
envés

limbo o
lámina
borde
peciolo nervio
principal nerviaciones
base secundarias
punto de
inserción estípula

Fig. VIII. 32
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Ápice

Es el extremo de la hoja. Puede ser picudo o no, e incluso


no diferenciarse el ápice en hojas de carácter romo.

Limbo

También se le denomina lámina y es la superficie de la hoja.

 Inserción de la hoja

Es el punto dónde la hoja se une al tallo o rama.

Peciolo

También se le denomina pedúnculo y es el “rabito” que une


al limbo con el punto de inserción. Las hojas que no poseen
peciolo se denominan sentadas, y las que apenas lo tienen
subsentadas.

Base

Es el punto de unión del peciolo con el limbo.

Borde

Es la parte exterior de la hoja, que rodea el limbo.

Nerviaciones
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Si la hoja posee un nervio principal, los que salen de él son


secundarios, aunque puede ocurrir que la nerviación no siga
este patrón.

Haz

Es la cara superior de la hoja, que por norma general suele


ser de color más vivo que el envés.

Envés

Es la cara inferior o que mira al suelo de la lámina, que suele ser de color más

claro que el haz.

Atendiendo a las partes de las que consta

Tenemos hojas simples, como la de la Fig. VIII. 32, y hojas


compuestas (Fig. VIII. 33).
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Fig. VIII. 33. Dos tipos de hojas compuestas

Las hojas compuestas poseen láminas o limbos


independientes, que se denominan foliolos. Se diferencian
en que la yema u órgano vegetativo de crecimiento está en
el punto de inserción de cada hoja, y no de cada foliolo.

Por la forma del limbo

Esta clasificación atiende a la forma que adopta la superficie efectiva de la


hoja.
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 Por la forma del limbo tenemos hojas aciculares o acículas,


lineares, redondeadas, oblongas, elípticas, aovadas,
acorazonadas, romboidales, espatuladas, deltoideas,
lanceoladas, falciformes, reniformes y asimétricas (Fig. VIII.
34). Incluso se podrían señalar otras clasificaciones
atendiendo a las partes superior (ápice) e inferior (base) de
la hoja.

REDONDEADA ELÍPTICA AOVADA OBLONGA LANCEOLADA


Pág.: 48

ESPATULADA DELTOIDEA ROMBOIDAL LINEAR ACÍCULARES

ACORAZONADA ASIMÉTRICA FALCIFORME RENIFORME


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Fig. VIII. 34

Por el borde del limbo

Referido a la forma del borde. En las hojas simples puede


ser entero, ondulado, aserrado, dentado, denticulado,
festoneado, lobulado, espinoso, palmeado o palmeado-
hendido (Fig. VIII. 35).

En las hojas compuestas, los limbos pueden ser


palmatisectos, imparipinnados, paripinnados, digitada o
trifoliada (Fig. VIII.?).

ENTERO ONDULADO DENTADO DENTICULADO FESTONEADO ASERRADO


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LOBULADO ESPINOSO PALMEADO PALMEADO-HENDIDO

Fig. VIII. 35

Atendiendo a su disposición en el tallo o rama

Clasifica a las hojas en función de su colocación e inserción


en las ramas.

Sin entrar en demasiadas clasificaciones, identificamos las


más comunes como las hojas verticiladas, opuestas y
alternas (Fig. VIII. 36).
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VERTICILADAS OPUESTAS ALTERNAS

Fig. VIII. 36

Las hojas compuestas pueden adoptar cualquiera de las


anteriores situaciones y, además, pueden ser ser
bipinnadas, tripinnadas, etc.
Por su nerviación

Según estén dispuestos los nervios de las hojas, también se puede


establecer una clasificación. Las nerviaciones más comunes son la
uninervia, oblícua, transversal, convergente, pinnada y palmatinervia
(Fig. VIII. 37).
 
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OBLÍCUA TRANSVERSAL CONVERGENTE

PINNADA PALMATINERVIA UNINERVIA

Fig. VIII. 37

Caracteres culturales de las especies

Los caracteres culturales de las especies son las características


que cada especie tiene y que la identifican en relación con su
ecosistema. Es importante conocer los caracteres culturales de
cada especie para saber como manejarla y dónde instalarla, que
se encuentre cómoda y podamos sacar de ella el
Pág.: 53

aprovechamiento necesario, ocupando su nicho ecológico en el


agroecosistema.

Los caracteres culturales son la habitación, la estación, el


temperamento, el porte, el enraizamiento, el crecimiento y la
longevidad.

Habitación

Es el área o espacio geográfico que ocupa una especie de


forma natural.

Con respecto a su habitación, las especies pueden ser


jordanianas o linneanas. Jordanianas son las especies que
ocupan de forma natural poca extensión geográfica (Abies
pinsapo) y linneanas son las que tienen un área de
dispersión grande, o una gran habitación (Pinus sylvestris).

Con respecto a su habitación, podemos indicar que una


especie es jordaniana de forma natural y linneana
artificialmente, como es el caso del eucalipto (Eucaliptus
sp.).

Estación

Hace referencia al conjunto de factores que constituyen el


medio natural de vida de una especie, concretándolo más.
Para definir la estación es preciso estudiar varios factores
como el clima, el suelo, la altitud y la exposición.

La exposición hace referencia a la situación de la superficie


del bosque con respecto al sol. Las exposiciones sur son
más soleadas y las exposiciones norte son más frías y
umbrófilas (Fig. VIII. 38).
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UMBRÍA

O E

SOLANA
S

Fig. VIII. 38

Las exposiciones sin pendiente, es decir, superficies llanas,


se consideran solana.

Temperamento o tolerancia

Es la propiedad o el factor limitante de las especies para


desarrollarse a la sombra de otras. Con respecto a este
carácter cultural las especies se pueden clasificar en
especies de luz, de media luz, de sombra o de media
sombra.

Especies de luz
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Se denominan intolerantes o de temperamento


robusto. Necesitan mucha luz para poder vivir y
mueren a la sombra de otras.

Son especies que forman masas claras, copas anchas,


poca ramificación y poda natural muy activa.
Especies de media luz

Soportan algo de sombra, aunque son muy


intolerantes.

 
Especies de media sombra

Soportan medianamente la luz, aunque su orientación


es más umbrófila.

Especies de sombra

También denominadas tolerantes o de temperamento


delicado. Necesitan desarrollarse a la sombra de otras
especies y no soportan la luz directa.

Tienen características contrapuestas a las especies de


luz, como son las copas espesas, grandes
ramificaciones y con poca o nula poda natural. Estas
especies forman masas espesas.

Porte

Ya explicado anteriormente.

Enraizamiento

Ya explicado anteriormente.
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Crecimiento

Los árboles posen tres tipos de crecimiento, entendido como


la velocidad de desarrollo del árbol. En altura, en diámetro y
en volumen.

Selvícolamente, para los crecimientos en altura se


diferencian siete grupos de crecimiento.

 Grupo 1º

Especies de crecimiento muy rápido como el eucalipto,


Pinus radiata, acacias, chopos, etc.

Grupo 2º

Especies de crecimiento relativamente rápido como los


sauces, etc.

Grupo 3º

Especies de crecimiento normal-rápido. Ejemplos


como el piñonero, el castaño, los fresnos, etc.

Grupo 4º

Especies de velocidad de crecimiento medio, entre las


que podemos destacar el Pinus sylvestris, el
alcornoque, etc.

Grupo 5º

Especies de crecimiento medio-lento como los robles,


etc.
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Grupo 6º

Especies de crecimiento lento, entre las que podemos


señalar propia de nuestro país al haya.

Grupo 7º

Especies de crecimiento muy lento, como el tejo.

 
Los principales factores que influyen en el crecimiento en
altura son la edad, la estación del año, la fertilidad del suelo,
la espesura y las heladas.

La edad

Dependiendo de la especie los árboles crecen de


forma diferente a lo largo de su vida, aunque por
norma general entre los tres y los seis años crecen
poco en altura. Con la edad, todas las especies dejan
de crecer en altura.

La estación del año

Lógicamente, los árboles crecen más en los períodos


de savia o vegetativos que en las épocas de parón
vegetativo. Estas épocas son la primavera y el otoño, y
comprenden de cuatro a cinco meses al año.

La fertilidad del suelo

En un suelo fértil y profundo, el árbol se desarrolla más


rápidamente, ya que tiene a su disposición más
nutrientes y agua.

Como vemos siempre, la agricultura ecológica


proclama un suelo muy fértil, como el que encontramos
Pág.: 58

en los ecosistemas no alterados. Al igual que si


hablásemos de hortalizas, un suelo forestal debe estar
bien abonado si es posible. Si no disponemos del
tiempo o el abono necesario, le procuraremos menos
cuidados, y esto influirá en el desarrollo más o menos
rápido del árbol.

La espesura
 
La espesura del bosque influye en gran medida en el
crecimiento en altura del árbol, ya que a mayor
espesura, mayor crecimiento en altura, y a menor
espesura, mayor achaparramiento del árbol.

Las heladas

En zonas dónde abundan los días de heladas,


debemos tener en cuenta que éstas paralizan los
crecimientos. Cuanto más tiempo duren, mayor es el
parón de los árboles y, dependiendo de la adaptación
de la especie a la zona (por eso insistimos en que las
especies deben ser las propias de la zona), las
especies no adaptadas pueden llegar a morir en las
primeras etapas de su vida.

Con respecto al crecimiento en diámetro, podemos señalar


que las especies arbóreas crecen primero en altura y,
posteriormente, empiezan a engrosar en diámetro.
Generalmente estos crecimientos en diámetro, al igual que
en altura, alcanzan un tope. Este tope suele acercarse a los
35 años en especies de crecimiento rápido y a los 60 años
en especies de crecimiento más lento, aunque como
podemos comprender existen numerosas excepciones.

Los factores que influyen en el crecimiento en diámetro son


similares a los del crecimiento en altura, aunque con la
diferenciación de que a mayor espesura, menor diámetro
(pues el árbol se estira para atrapar más luz).
Pág.: 59

El crecimiento en volumen es la combinación de los dos


anteriores crecimientos, el altura y en diámetro, y influyen de
la siguiente forma en las especies: las especies de luz tiene
una mayor volumen individual, aunque las masas de
especies de sombra tienen en conjunto más volumen que
las masas de especies de luz (ya que forman masas muy
claras).

Alteraciones del crecimiento provocadas por el hombre

Son las que el hombre produce por su intervención


sobre el bosque. Las principales que influyen en los
crecimientos de los árboles son la modificación de la
espesura (por aclareos y cortas, principalmente), la
fertilización con abonos (que en la selvicultura
ecológica no tendrá incidencia) y el oxigenamiento del
suelo a través de los posibles laboreos de aireación.

Longevidad

Se denomina longevidad a la edad media que, con los


factores ecológicos normales de su hábitat, alcanzan los
individuos de una especie en perfectas condiciones de
vitalidad.

La longevidad varía con la espesura, de tal forma que un


especimen aislado vivirá más, por norma general, que un
árbol en espesura. Si la espesura es la normal del
ecosistema del árbol, no le afectará en su longevidad, sólo le
afectará cuando la espesura es excesiva (casi siempre por
repoblaciones del hombre).

La longevidad también nos marca el turno biológico de las


especies, es decir, la edad a la que deberíamos cortarlos.
Este concepto es muy importante en selvicultura ecológica
ya que no todos los ejemplares hay que cortarlos en su turno
Pág.: 60

biológico, sino que dejaremos algunos en el ecosistema,


mientras que aprovecharemos otros que aún no llegaron al
turno (para aclarar el bosque, etc.). No es demasiado
conveniente, si manipulamos el bosque, conservar
demasiados árboles muy viejos y pocos jóvenes, ya que el
bosque no se regeneraría y los ejemplares más  añejos
serán un cúmulo de plagas y enfermedades. Siempre
imitaremos el proceso natural y lógico de comportamiento
del bosque.

Para clasificar la longevidad de las especies forestales,


existe una clasificación por grupos de longevidad:

Grupo 1º

Lo forman árboles muy longevos, que viven más de


700 años, pudiendo sobrepasar el millar. Ejemplos de
estas especies son el tejo, el drago, etc.

Grupo 2º

Árboles que viven entre 500 y 700 años, como el roble,


la encina, el olmo, etc.

Grupo 3º

Entre 300 y 500 años. El alcornoque, el haya y el abeto


blanco son ejemplos de este grupo.

Grupo 4º

Las especies de este grupo de longevidad viven entre


150 y 300 años, como el pinaster, el arce, el piñonero,
etc.
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Grupo 5º

 Entre 100 y 150 años. Son árboles poco longevos y


algunas de las especies de este grupo son el abedul, el
fresno, el chopo blanco, etc.

Grupo 6º

Está formado por los árboles que menos tiempo viven,


menos de 100 años. Los sauces, el chopo negro, etc.
son especies de este grupo.

Clasificación de las especies

Por norma general, la mayor parte de las especies forestales se


identifican y clasifican a través del conocimiento botánico. Con lo
antes expuesto en cuanto a características morfológicas de los
árboles, se pueden clasificar las especies arbóreas y arbustivas
que pueblan nuestras latitudes.

Generalmente, las guías de plantas nos dan las características de


cada especie (en este módulo describiremos los árboles de mayor
interés para el aprovechamiento agroecológico) y a través del
estudio de sus partes y su porte, llegaremos a la identificación de
la especie. Esto es válido para especies comunes y fáciles de
identificar, pues generalmente, las especies vegetales, sobre todo
las herbáceas, son difíciles de identificar de esta forma, por lo que
hay que recurrir al estudio detallado de sus órganos sexuales,
tejidos, etc.

Según las directrices que damos en este módulo en cuanto a


características culturales de las especies, podemos auxiliarnos de
Pág.: 62

claves sencillas de identificación de especies para este fin. Estas


claves suelen ser dicotómicas, es decir, que tienen dos pistas de
salida hacia otra pista. Al final de las claves encontraremos la
especie que queremos identificar.

A continuación adjuntamos una clave muy sencilla y práctica para


identificar los pinos españoles. Esta clave es muy sencilla, pues
sólo tiene dos caminos para llegar a la solución.

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