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Los Jesuitas llegaron al Perú durante el Virreinato y fundaron importantes misiones, reducciones de indígenas y colegios. Durante la colonia se dedicaron principalmente a la educación y a las misiones entre los indígenas. Regresaron al Perú en 1871 después de haber sido expulsados y fundaron nuevos colegios e instituciones educativas. Más tarde se hicieron cargo del Vicariato de Jaén en la Amazonía y expandieron su labor pastoral y educativa por las ciudades del Perú.
Los Jesuitas llegaron al Perú durante el Virreinato y fundaron importantes misiones, reducciones de indígenas y colegios. Durante la colonia se dedicaron principalmente a la educación y a las misiones entre los indígenas. Regresaron al Perú en 1871 después de haber sido expulsados y fundaron nuevos colegios e instituciones educativas. Más tarde se hicieron cargo del Vicariato de Jaén en la Amazonía y expandieron su labor pastoral y educativa por las ciudades del Perú.
Los Jesuitas llegaron al Perú durante el Virreinato y fundaron importantes misiones, reducciones de indígenas y colegios. Durante la colonia se dedicaron principalmente a la educación y a las misiones entre los indígenas. Regresaron al Perú en 1871 después de haber sido expulsados y fundaron nuevos colegios e instituciones educativas. Más tarde se hicieron cargo del Vicariato de Jaén en la Amazonía y expandieron su labor pastoral y educativa por las ciudades del Perú.
Los Jesuitas llegan al Perú siendo san Francisco de Borja el superior general de la Compañía de Jesús, de allí que él sea reconocido como fundador de la Provincia jesuítica del Perú, la más antigua de Hispanoamérica. Durante la Colonia, la Compañía trabajaba, principalmente, en las célebres Misiones de Maynas -con los jíbaros- al otro lado del Pongo de Manseriche; en las "reducciones de indios" (las más importantes fueron las del Cercado de Lima y las de Juli y Pomata en Puno); y en la educación de los pueblos (las obras más importantes fueron el Colegio Máximo de San Pablo de Lima, el Colegio Real de San Martín de Lima, el Colegio de San Bernardo y el Colegio San Francisco de Borja o Colegio de Nobles en Cusco, que atendía a los hijos de los caciques, y la Universidad San Ignacio del Cuzco). Sus misiones y obras apostólicas son financiadas con la producción de las haciendas que la Compañía tuvo en la costa peruana 1ª El Regreso (1871-1945)[editar] La intención de los primeros jesuitas que regresaron al Perú no era quedarse en Lima, sino ir a Huánuco, cuyo obispo les había hecho venir del Ecuador y España. El Perú es el último país de Hispanoamérica al que la Compañía vuelve, habiendo sido el primero al que llegó; aún quedaban recuerdos del primer tiempo y pronto empezaron a llover pedidos para tomar un colegio en Lima que terminó siendo el Colegio de la Inmaculada (Lima). 2ª El Vicariato de Jaén (1946-1950)[editar] Algunos jesuitas ya iban yendo por Maynas, cuando a inicios de 1946, el Papa encargó a la Compañía la atención del Vicariato de San Francisco Javier del Marañón. Fue un paso clave en la historia de la Provincia Peruana ya que empezó a llegar a las fronteras y al mundo indígena. La cadena de puestos de misión era larga y servían de puerta de entrada a la Amazonía (San Ignacio, Santa Rosa, Bellavista, Nieva, La Coipa, Tabaconas, Jaén, Pucará, Chiriaco, Colasay,…). Como también se alargaba la cadena de servicios pastorales en respuesta a los desafíos de aquella Iglesia: Parroquias y centros educativos, catequistas y "Etsejin", radiodifusión y capacitación técnica, Vicaría de solidaridad, de medio ambiente, etc. 3ª En las ciudades del Perú (1951-1967)[editar] El país crecía en población y en relaciones. Las ciudades eran nudos de la trama de una sociedad cada vez más necesitada de integrarse. La Provincia Peruana abarcó buena parte del mapa y se extendió por el sur hasta Tacna, en la sierra hacia Cusco, Juliaca, Abancay y Huancayo, por el norte hasta Chiclayo y Piura, y en la misma Lima con las Parroquias de Fátima, Santo Toribio, Desamparados. Brindaba apoyo espiritual y una educación que promoviera cómo contribuir al país. Aquí comenzó Fe y Alegría con su propuesta de alcanzar una educación pública de calidad a favor de los marginados. Y el fundar la Universidad del Pacífico (Perú) u orientar la Pontificia Universidad Católica del Perú (Felipe Mac Gregor fue pionero) quiso ser un aporte a la profesionalidad de país 4ª Tiempo de Inserción (1968-1980)[editar] La Iglesia vivía el espíritu del Vaticano II y estaba cercana la sociedad, en diálogo con las preguntas del mundo y discerniendo los signos de los tiempos. En América Latina, Medellín y Puebla hablaban de justicia y opción por los menos favorecidos.
5ª Acompañar en medio de la crisis (1981-1994)[editar]
El país entró en procesos críticos que ponían en riesgo todo intento de avanzar. La labor de la Compañía se hizo más cercana en el día a día, en sintonía con los terribles problemas que sufría la población
6ª Trabajo en redes (desde 1995)[editar]
Dice la Congregación 34 de los jesuitas: “Colaboramos con otras personas que intentan construir un mundo de verdad, justicia, libertad, paz y amor”. Convencidos de ello y sabiendo que es propio de un mundo global, los jesuitas entran en la dinámica del trabajo en redes. La Compañía contaba ya con Fe y Alegría y fue implementando la CORAJE en Tacna, CONSIGNA para lo educativo, SEPSI para los centros sociales, la Red Apostólica Ignaciana (RAI) y el Consorcio “Juventud y País” para la participación juvenil en la gestión local.