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de la Humanidad
El Parlamento
de la Humanidad
La historia de las Naciones Unidas
PAUL KENNEDY
Traducción de
DEBATE
Título original: The Paríütment of Man
ISBN: 978-84-83O6-737-6
Depósito legal: B. 35.817-2007
Encuadernado en Imbedding
C 847376
Para los nuevos miembros
de mi encantadora y extensa familia,
Cynthia, Sophia, Catherinc y Olivia
A lo lejos, el susurro del mundo de la apresurada calidez del viento del sur.
con los emblemas de los pueblos zambulléndose en la tormenta;
Allí el sentido común de los más hará inclinar la cabeza a los más
revoltosos.
y la bondadosa tierra dormirá un sueño profundo, en el regazo de la ley
universal.
Agradecimientos........................................................................ 15
Prefacio......................................................................................... 21
Primera parte
LOS ORÍGENES
Segunda parte
LA EVOLUCIÓN PE LAS MUCHAS
NACIONES UNIDAS DESDE 1945
Tercera parte
EL PRESENTE Y EL FUTURO
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UNAS PALABRAS SOBRE EL TITULO
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AGRADECIMIENTOS
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Paul Kennedy
New Haven y Cambridge
2005-2006
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Los orígenes
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Así pues, habría una Asamblea de todas las naciones (no coloniza
das) del planeta, pero sus reuniones en la Ginebra neutral serían oca
sionales, y el auténtico peso descansaría en el Consejo de la Sociedad
de Naciones, cuyos nueve miembros incluyeron automáticamente a
las cinco potencias vencedoras y donde los otros cuatro escaños serían
de carácter rotatorio para diferentes miembros, elegidos por lo gene
ral siguiendo un criterio regional. Ciertamente, el sistema mundial ha
bía avanzado con respecto a la mera pentarquia de estados que dirigió
el espectáculo a partir de 1814; sin embargo, el Pacto de la Sociedad
de Naciones, al igual que los acuerdos nacidos de la Conferencia de
San Francisco en 1945, era una solución de compromiso entre las ten
dencias igualitaristas de las naciones más pequeñas y medianas y las rei
vindicaciones de privilegios de unas pocas naciones poderosas... solu
ción que se habían impuesto estas últimas.
En todo caso, aquello era lo máximo que la comunidad mundial
había podido aproximarse a crear un Parlamento de la Humanidad,
y sus reuniones despertaron mucho entusiasmo y esperanza durante
la década de 1920 y parte de la de 1930. No fue hasta más tarde
cuando la perspectiva reveló que el experimento de la Sociedad de Na
ciones había sido inútil. No obstante, en sus primeras etapas el opti
mismo parecía justificado. Por primera vez en la historia de la humani
dad existía una organización internacional, con sede en un estado
neutral estable, que estaba comprometida con las formas de resolución
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La paz y la carne de cañón del futuro. Esu extraordinaria viñeta de 1919 publica
*
da en el Daí/y Herald muestra a un niño bajo el rótulo «Promoción de 1940»;
es decir, la reclutada para el ejército francés en 1940. Cleinenceau («El Tigre»)
le dice a Wilson y Lloyd George: «¡Es curioso! ¡Me parece que oigo llorar a un
niño!». Se trata sin duda de la viñeta más proferica del siglo xx.
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teza que la economía de Italia era tan precaria y sus fuerzas armadas
daban tan poco de sí y eran tan pusilánimes, que una acción firme
por parte de las armadas francesa y británica habría resuelto la cues
tión con mucha rapidez... y, a su vez, habría proporcionado un es
paldarazo a la Sociedad de Naciones. Pero, por las razones apuntadas
anteriormente, aquello no sucedió. Gran Bretaña estaba demasiado
distraída con otros asuntos, canto de su política interior como im
perial. Francia estaba paralizada por una Alemania en expansión y
por el miedo a llevar a Italia hacia el terreno de Hitler (cosa que, por
desgracia, iba a suceder muy pronto). Estados Unidos no hizo nada
salvo insistir en sus derechos comerciales, la URSS volvió a quedarse
entre bambalinas y Japón estaba preparándose para invadir a la pro
pia ('hiña. Una torpe tentativa por parte de los ministros de Asun
tos Exteriores francés y británico (el Pacto H oare-La val de 1935),
cuyo fin era permitir que Mussolini se quedara con la mejor parte
de Etiopía pero, en compensación, ofreciera al muy reducido esta
do de Abisinia territorios limítrofes de Somalilandia, originó grandes
críticas en Gran Bretaña, donde la opinión pública era al mismo
tiempo pacifista y partidaria de que la Sociedad de Naciones adop
tara alguna medida contundente (siempre que no se declarara una
guerra). El asunto era un completo desorden, Entretanto, en marzo
de 1936, las divisiones de Hitler volvieron a ocupar Renania, y el
revisionismo territorial se trasladó ahora a Europa.
A partir de ese momento la historia, al menos desde la perspec
tiva de la Sociedad de Naciones, fue cuesta abajo sin cesar. Con una
reacción muy irritada ante el desastre etíope, el nuevo primer mi
nistro británico, Neville Chamberlain, calificó la iniciativa de la So
ciedad de Naciones, y su fracaso, como «un delirio veraniego». Es
taba convencido de que sería mucho mejor hablar directamente con
Hitler y Mussolini. Las reuniones de Ginebra habían dejado de te
ner sentido. A la luz de lo que hoy día sabemos acerca de las ambi
ciones de los dictadores fascistas, aquello era sin duda una conclusión
ajustada. Pero comportaba un golpe mortal para la Sociedad de Na
ciones. Si su principal actor, el Imperio británico, ya no creía en ella;
si Estados Unidos, Alemania. Japón e Italia no formaban parte de
ella, y si la URSS estaba muy ocupada con sus purgas intemas, la So
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sias», tienen mucho sentido. Esta sección comienza afirmando que las
partes involucradas en cualquier disputa (suponiendo siempre que
son estados-nación) buscarán la solución «mediante la negociación, la
investigación, la mediación, la conciliación, el arbitraje, el arreglo ju
dicial, el recurso a organismos o acuerdos regionales u otros medios
pacíficos de su elección» (artículo 33). Parece que hubiera sido co-
rredactado por un psiquiatra y un abogado laboralista, y pretende cla
ramente expresar aquella esperanzada idea wilsoniana de que los
hombres razonables deberían ser capaces siempre de alcanzar una so
lución pacífica por sí solos o con cierta ayuda exterior.
La Carta también insiste en que el Consejo de Seguridad está au
torizado a investigar cualquier disputa que suponga una amenaza
para la paz común y que cualquier estado miembro puede llevar
cualquier controversia al Consejo (también, curiosamente, a la Asam
blea General, que puede aportar al Consejo su opinión, pero nada
más que eso). El Consejo de Seguridad está plenamente autorizado
a recomendar los procedimientos o métodos de ajuste apropiados, si
bien se señala que las controversias jurídicas deberían ser llevadas por
las partes a la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Si los con
tendientes no consiguen llegar a un acuerdo, el Consejo puede ele
var su propia recomendación para alcanzar «un arreglo pacífico».
Aquí es, precisamente, donde finaliza el Capítulo VI. El lector,
más todos aquellos gobiernos que firman la Carta y se comprometen
a cumplir sus disposiciones, resultan embaucados. Todo es muy ló
gico. Se apoya en el supuesto de que «las partes en disputa» pueden
arreglar las cosas por diferentes medios. Si no pueden, entonces el
Consejo de Seguridad desempeñará un papel de servicio, formulan
do recomendaciones para que se resuelvan las cosas. Una parte po
dría pensar que ha recibido peor trato que otra en una decisión del
Consejo, pero todas las naciones deberían aceptar que el proceso de
arreglo pacífico de las disputas que han aceptado contractualmente
es imparcial. Es tan razonable que todo este capítulo requiere sola
mente seis artículos, los que van del 33 al 38?1
Pero luego viene el Capítulo Vil, dedicado a las medidas de im
posición de la paz en caso de que un agresor o un estado que repre
sente una amenaza se niegue a seguir la senda de la resolución pací
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ra. Por lo que se refiere a los demás miembros, también se les insta
ba a poner a disposición del Consejo de Seguridad los recursos mi
litares de que dispusieran; como mínimo, podrían ofrecer servicios
básicos para operaciones más amplias de imposición de la paz. Si to
dos los signatarios de la Carta se comprometían con estas responsa
bilidades, cualquier futura versión de. pongamos por caso, la crisis
abisinia de 1935 debería quedar rápidamente sofocada.23
Este capítulo se prolonga para reiterar (artículo 49) que todos los
miembros prestarán apoyo para garantizar que las resoluciones del
Consejo de Seguridad se llevan a cabo, y después garantiza a los go
biernos desconfiados que, si las medidas impuestas por la ONU ori
ginan «problemas económicos especiales» (artículo 50), tienen dere
cho a efectuar una consulta rápida al Consejo de Seguridad (nos
imaginamos que debido al bloqueo o la interrupción de las comuni
caciones). Ambos son mensajes claros de que la seguridad colectiva
debería ser de hecho exactamente eso. Es un asunto verdaderamen
te importante. Los realistas Victorianos, como Henry Palmerston y
Otto von Bismarck, y quizá incluso el ultraliberal William Gladsto-
ne, se habrían quedado asombrados.
El artículo final de este enérgico Capítulo VII experimenta des
pués un brusco giro, y como desde hace sesenta años se ha revelado
extremadamente difícil de analizar, incluyo a continuación la redac
ción completa con el fin de que los lectores puedan valorar qué sig
nifica el excepcional artículo 51:
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Justicia era, por tanto, otro «cortafuegos» para retardar cualquier ne
cesidad del Consejo de Seguridad para emprender las acciones men
cionadas en el Capítulo VII contra algún estado miembro. Aun así.
en caso de que una nación desafiara de forma flagrante la opinión
cuidadosamente ofrecida por la Corte, el Consejo de Seguridad se
reservaba el derecho de intervenir. En cuestiones de poder, todos los
caminos conducían de vuelta allí.
La Secretaría suponía también un eco de cómo había funciona
do la Sociedad de Naciones. Era un órgano nodal de las Naciones
Unidas, pero servidor de todos los estados. Su labor, bajo la direc
ción del secretario general, consistía en hacer que las diferentes face
tas de la organización funcionaran día a día. En el texto del Capítu
lo XV sobresalen tres cuestiones. El secretario general era nombrado
por la Asamblea General «a recomendación del Consejo de Seguri
dad». de manera que, una vez más, el P5 tenía interés en mantener
el control. En segundo lugar, lo cual resultaba más esperanzados el
personal de la Secretaría (que actuaría como tal secretaría en la
Asamblea General, el Consejo de Seguridad, el ECOSOC y el Con
sejo de Administración Fiduciaria) estaría compuesto por funciona
rios internacionales, que no recibirían instrucciones de los gobiernos
de sus países de origen y tendrían que observar «el más alto grado de
eficiencia, competencia e integridad» (artículo 101). Esta importan
te exigencia venía seguida a continuación de una piadosa esperanza
de reclutar personal «en forma de que haya la más amplia represen
tación geográfica posible». No se sugería ningún método para con
ciliar la pura capacidad con la adscripción geográfica, problema este
que ha perseguido a la ONU hasta hoy.
En tercer lugar, el secretario general debía llamar la atención del
Consejo de Seguridad sobre cualquier asunto que pudiera amenazar
el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales. Este era
un aspecto fundamental (artículo 99), puesto que creaba una instan
cia que, con independencia tanto del Consejo de Seguridad como
de la Asamblea General, podía iniciar cuando menos el análisis, si no
alguna acción, en relación con las amenazas para la paz o las viola
ciones de la misma. Por lo tanto, conferia a la Oficina del Secretario
General algún derecho a la información y la evaluación indepen
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cionales, como la elección del secretario general. Una vez más, fríe
Moscú el que sentó el precedente; pero, una vez sentado, quedó es
tablecido. En los años posteriores, China también utilizaría su veto
para impedir el acceso a la secretaría general de un candidato que
Beijing considerara inadecuado, y Estados Unidos rechazaría poste
riormente la reelección del secretario general Boutros Boutros-Gha-
li. Por su parte, Francia amenazó con oponerse a codo aquel candi
dato que no hablara francés con fluidez? Aquí, si acaso, se subrayaba
aún más el privilegio de los cinco miembros permanentes. Bastaba
con que alguno de ellos amenazara con ejercer el veto para que los
demás se vieran obligados a transigir, por lo general durante una
charla informal en una de las salas de reunión privadas del propio
edificio de la ONU. Aquello era sin duda mejor que la posibilidad
de que las grandes potencias llegaran a las manos, pero con toda se
guridad congelaba o ralentizaba el proceso de toma de decisiones y,
lo que resultaba aún más perturbador, reducía el número de cosas
que la organización mundial podía hacer en realidad.
Por asombroso que resulte, durante los primeros veinticinco
años Estados Unidos no encontró ninguna razón para aplicar el veto;
lo cual, como es lógico, indica que los órdenes del día de la ONU
solían orientarse en sentido favorable a ese país. Su primer veto se
produjo en marzo de 1970, igualando el voto británico contra la in
jerencia de la Asamblea General en la cuestión del sur de Rhodesia.
Pero aquella medida de Londres y Washington hoy día olvidada fue
un presagio del cambio de los tiempos, de que la organización aca
baría dominada, al menos en la Asamblea General, por países de
África, Asia y América Latina, y de que la agenda se orientaría hacia
cuestiones como la descolonización, las relaciones Norte-Sur y las
guerras civiles de África. Cada vez más, Estados Unidos se descubrió
bloqueando resoluciones en relación con lugares donde considera
ba que cenia intereses importantes que proteger: el canal de Panamá,
la incorporación de Corea del Norte, Angola o Nicaragua. Sobre
todo, se descubrió atraída hacia los asuntos de Oriente Próximo,
principalmente para bloquear votos hostiles con Israel. Así, por cu
rioso que resulte, las cifras de vetos rusos y estadounidenses se invir
tieron; por ejemplo, entre 1985 y 1990 no hubo ningún veto sovié
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recidos (como no podía ser de otra manera, puesto que eran prin
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cipalmente ellos quienes autorizaban el inicio de las misiones).
Pero no todo el mundo lo entendía así, y el problema se acentuó a
causa del giro a la derecha del Congreso de Estados Unidos a fina
les de 1994 y de la exigencia de este último de que se renegociara la
contribución estadounidense (de aproximadamente el 28 por ciento
del presupuesto de mantenimiento de la paz). Con independencia
de lo que opinara de esta demanda la gente de la ¿poca (tenía cierta
lógica fiscal, pero los políticos que reclamaron el reajuste hicieron
gala de una dureza y una soma indebidas hacia el organismo mun
dial), dejaba a la Secretaría tiritando, hacía pedazos las finanzas y las
competencias de la ONU, y aterraba y enojaba a muchos otros esta
dos miembros ante la aspereza de la exhibición de poder del Con
greso estadounidense.
El resultado de todo esto fue que, a mediados de la década de 1990,
las Naciones Unidas estaban deformándose por la presión? Como
veremos más adelante, hubo algunos éxitos inadvertidos en medio
de esta crisis de múltiples facetas. Pero el hecho insoslayable era que
en 1995 o 1996 el organismo mundial se había agotado. Las afortu
nadas «coaliciones de países serviciales» que se habían sumado con
entusiasmo a las primeras misiones de pacificación, se quejaban de
la fatiga del donante unos cuantos años después; pagar todas estas
operaciones y, aún más, volver a proporcionar contingentes para
cada nueva crisis agotaba la paciencia hasta de los estados miembros
más leales. Y la triple catástrofe de Somalia, Ruanda-Burundi y Bos
nia durante mediados de la década de 1990 no solo había sembrado
negras nubes acerca de las competencias de la ONU, sino que tam
bién había desencadenado problemas delicados acerca de la sobera
nía, la responsabilidad y la imparcialidad. ¿Cuáles deberían ser las
orientaciones del Consejo de Seguridad cuando los estados miem
bros se desmoronaran y la Carta no proporcionara ningún principio
de acción? ¿Acaso no se excedía en sus atribuciones al autorizar tan
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* A medida que avancemos en este capítulo, quedará cada vez más patente el
gusto de la ONU por los acrónimos para referirse a sus organismos y. sobre todo,
sus misiones de paz. UNTSO son las siglas en inglés de United Natíons Truce Su
pervisión Organization. de 1948 (ONUVT. Organismo de las Naciones Unidas
para la Vigilancia de la Tregua). Los lectores pueden disfrutar averiguando cómo y
por qué se acuñaron los muchos otros acrónimos en inglés.
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ron por ser, en esencia, incomprensibles. Habría sido una locura en
viar contingentes de pacificadores noruegos y brasileños con el man
dato del Consejo de Seguridad de arreglarlo todo en medio de aquel
tumulto.
Dicho esto, las operaciones de pacificación en tomo a las fron
teras de Israel se tradujeron de hecho en consecuencias isonibrosa-
niente diferentes, lo cual puede damos una idea de cuándo podía
funcionar la mediación y la pacificación y cuándo era indudable que
no funcionaría: la FENU II, que restableció las fronteras del alto el
fuego entre Egipto e Israel (1973);
* la FNUOS, que desempeñó la
misma labor en los Altos del Golán entre Israel y Siria (1978); UNI-
FIL, que fue concebida para ayudar al debilitado gobierno libanes y
llevar la paz a su frontera meridional con Israel (1978), y la Fuerza
Multinacional (MNF, sin el prefijo UN-), que en algunos lugares se
hizo caigo de esa desesperada labor a partir de 1982. La clave, el úni
co factor invariable y esencial, era la voluntad política de los bandos
en combate de llegar a un acuerdo.
La FENU II nos brinda la mejor evidencia positiva. Los ataques
egipcios contra Israel en octubre de 1973 eliminaron la precaria
frontera de los seis años anteriores y pusieron en cuestión el futuro
global de Oriente Próximo. Esta irresponsable acción y el contra
golpe con que respondió una inicialmente aturdida y después des
pierta Israel, incorporaron al conflicto a las dos furiosas superpoten-
cias de la guerra fría que prestaban su apoyo, hasta que todas las
partes (las en principio triunfantes y después maltrechas fuerzas egip
cias, y los primeros abrumados y después vengativos israelíes, más las
superpotencias que los patrocinaban) aceptaron una resolución de
alto el fuego del Consejo de Seguridad y se replegaron. Las tropas
de las Naciones Unidas establecieron una línea de alto el fuego tem
poral entre los ejércitos israelí y egipcio, y a continuación crearon
una zona de seguridad más amplia para calmar los ánimos. Una vez
más, los intérpretes principales de la paz saltaron al primer plano:
Canadá y Polonia aportaron a la FENU II los principales contin-
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temacional, y por unto en 1998 insistió en que las medidas contra los
serbios que incluyeran a tropas estadounidenses fueran dirigidas por la
OTAN, donde, por supuesto, predominaba su influencia. Pero la au
toridad para ordenar ataques de represalia (por lo general, contra los
bombardeos serbios) comportaba un sistema denominado de «doble
llave» que exigía el acuerdo del representante especial del secretario
general y de los comandantes de la OTAN. «Subcontratar» con una
organización regional no desobedecía la Carta (se preveía en el Capí
tulo VIH), pero en este caso suponía sin duda una afirmación sobre la
debilidad militar de la propia organización mundial.
A veces, el oportunismo de los mandatos funcionaba bien. A la
UNPROFOR también se le encargó patrullar la frontera de Mace-
donia con Serbia para impedir ataques de ambos bandos; este fue
quizá el primer despliegue de fuerzas de pacificación como medida
preventiva o disuasoria, cosa que Boutros-Ghali sugería en «Un pro
grama de paz». Curiosamente, este sí comprendía fuerzas estadou
nidenses. y pudo haber contribuido a mantener la estabilidad de
un modo singular, puesto que la muerte de cualquier soldado esta
dounidense en esta misión macedonia (posteriormente, denominada
UNPREDEP) podría haber provocado perfectamente violentos
bombardeos, como los que finalmente se produjeron en tomo a Sa
rajevo. Años después, en 1999, una resolución del Consejo de Se
guridad colocó la provincia meridional serbia de Kosovo, dominada
por los albaneses bajo la administración de la ONU, con el fin de
que esta impusiera la paz y reconstruyera el país. Pero, en realidad,
la misión (UNMIK) compartía esa labor con las fuerzas de la OSCE
y de la OTAN (la KFOR), que incluían tropas rusas. La coalición de
los mejor dispuestos había vuelto a aparecer en escena, y nadie se
quejaba de ello. Lo que funciona, funciona.
Pero las lecciones aprendidas habían sido amargas y los costes,
muy elevados. La brecha entre el contundente lenguaje de determi
nados mandatos de la ONU y la debilidad de las fuerzas de pacifica
ción reales sobre el terreno era flagrante; y las fuerzas serbobosnias y,
si bien de forma menos sistemática, también las croatas y las musul
manas lo reconocían y lo explotaban. La mayor parte de las prime
ras resoluciones del Consejo de Seguridad apelaban a las partes para
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¿de qué iba a servir ese consejo negativo en la cada vez más deterio
rada situación de la zona oriental del Congo o de Sierra Leona?7
No era el fin del mundo, pero sí una época de una acusada ten
sión para el saliente Boutros Boutros-Ghali y el entrante Kofi An-
nan. La dificultad de tratar de conducir a la ONU hacia una salida
que sirviera auténticamente de ayuda para las naciones en apuros, al
tiempo que respondiera a la merma de la fe y la buena voluntad de
los países donantes, se mezclaba con las convulsiones de la propia
política interior estadounidense durante los últimos años de la admi
nistración Clinton. Todo esto convertía en absolutamente imperio
sa la necesidad de tomarse un «respiro». Algunas de las operaciones
de pacificación e imposición de la paz de mayor envergadura llega
ron a su fin de forma natural o fueron reduciéndose con brusquedad
por necesidad política; a finales del siglo, Somalia, Camboya y
Ruanda ya no eran misiones de la ONU. En consecuencia, las cifras
de soldados internacionales autorizados disminuyeron. Las reformas
intemas del secretario general (por ejemplo, poner en practica mé
todos contables mejores, reducir el personal, evitar los solap ami en
tos), junto con una reducción acordada de la contribución estadou
nidense, fueron liberando poco a poco los fondos retenidos por el
Congreso estadounidense. La crisis de la antigua Yugoslavia conti
nuó produciendo angustia y esfuerzos constantes, pero vista en su
conjunto, la «sobrecarga» de pacificación de mediados de la década
de 1990 se había reducido mucho.
Además, había cada vez más mejoras en el plano práctico. La as
fixia por razones políticas de la idea de que hubiera un ejército de la
ONU no consiguió que los mandos militares de muchos estados
«dispuestos a ello» dejaran de mejorar el entrenamiento de las capa
cidades especializadas en la pacificación y la construcción de la paz,
anticipándose a futuras demandas de ayuda por parte del secretario
general. Al Departamento de Mantenimiento de la Paz se le asigna
ron muchos recursos, más personal y disfrutó de más respeto. Los an
teriores fracasos, y los éxitos, de las misiones de paz se analizaron mi
nuciosamente y contribuyeron a implantar nuevas reglas básicas. La
estandarización de los recursos militares mejoró a ritmo acelerado: el
armamento, las comunicaciones, el lenguaje y las cadenas de mando.
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que determina todos los asuntos y políticas ordinarios, tiene que in
cluir a representantes de las cinco principales potencias económicas
del inundo. De manera similar, de los veinticuatro directores ejecu
tivos del Banco Mundial, cinco proceden de forma automática de
los países que mantengan el mayor número de préstamos activos,
mientras que los otros diecinueve se eligen cada dos años de entre el
resto de países del mundo.5 Esto se hizo así de forma deliberada, con
el fin de que las economías más fuertes conservaran «el poder del di
nero» a la hora de conceder préstamos y ayudas y no les arrebataran
sus recursos una mayoría de países más pobres. Por comprensible
que fuese (es difícil imaginarse al Congreso estadounidense o a cual
quier otro parlamento nacional aceptando ceder por entero su capa
cidad presupuestaria), suponía que la principal labor de la ONU en
este campo era conciliar el obligatorio control de los países más ri
cos con las ambiciones globales más amplias de la Carta. De ahí. en
parte, la creación del ECOSOC con sus responsabilidades, en pri
mera instancia, de coordinación.
Pero la sección 10 del artículo IV de los convenios constituti
vos del Banco Mundial prohíbe las interferencias de cualquier
miembro en asuntos políticos, lo cual significa que sus directores
pueden, si así lo desean, ofrecer ayuda a países con independencia de
si violan o no las resoluciones y los ideales de las Naciones Unidas,
como habría de suceder en muchas ocasiones en las décadas posterio
res. Es más, en 1947 el Banco Mundial negoció un acuerdo con la
ONU que le permitía mantener en secreto toda la información que
pudiera interferir en su «disciplinada conducta» en materia de nego
cios. Como sostenía la Junta de Gobernadores del Banco Mundial
de aquella época, siempre se había pretendido que fuera «un orga
nismo económico y financiero, no político». Todos los organismos
especializados guardarían asi cierta distancia con los programas e in
tenciones más «políticos» de la Asamblea General y el ECOSOC; en
otras palabras, guardarían distancia con la voluntad de la mayoría de
sus socios nacionales. Una cosa era realizar consultas y establecer lí
neas de cooperación prudente con el resto de la organización mun
dial, y otra muy distinta ser «coordinado» o «vinculado» con quien
no se quería. Aquí había un inmenso desacuerdo en el seno del sis
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tema de la ONU, que se acrecentaría cada vez más con el paso del
tiempo y perduraría hasta la actualidad.
Sin embargo, en los primeros años de la posguerra esto parecía
un asunto menor debido a que las condiciones políticas y económi
cas eran mucho más acuciantes. Una tercera parte del mundo (o
más, sin duda, después del cambio de régimen en China en 1949)
pertenecía a la órbita comunista y, por tanto, guardaba poca relación
con el proceso de loma de decisiones económicas de la ONU y en
modo alguno con el Banco Mundial y el FMI, con el fin de no ver
se contaminado por un sistema capitalista al que querían sepultar. La
negativa de Stalin a permitir que las naciones del centro y el este de
Europa solicitaran ayuda del Plan Marshall en 1948 ya había dejado
ver que las sociedades comunistas seguirían su propia senda econó
mica. Otra cuarta parte del planeta todavía vivía bajo el dominio co
lonial europeo, y aunque en los territorios británicos se estaban dan
do unos primeros pasos vacilantes hacia el desarrollo, había muy
poco movimiento en las posesiones francesas, españolas y portugue
sas. Atrapados por sus metrópolis mediante un sistema arancelario
rígido, o bien la potencia colonial explotaba estos dominios para ob
tener materias primas, o bien los abandonaba con la excusa de que
sería imprudente, o incluso injusto, transformar con demasiada rapi
dez unas sociedades tradicionales.
Así, las únicas regiones que podían pertenecer de pleno derecho
al sistema de Bretton Woods eran Estados Unidos y Canadá, la Eu
ropa no comunista, Australasia, Japón, América Latina y (a partir
de 1947) el subcontinente indio. Pese a la envergadura y la pobla
ción de estas dos últimas grandes regiones, el énfasis recaía en la re
construcción de las sociedades del Norte que habían sido devastadas
por la Segunda Guerra Mundial; en parte porque la necesidad estaba
muy próxima y era muy evidente, y en parte por el temor estadou
nidense a que los pueblos desesperados de Europa y de Extremo
Oriente pudieran inclinarse por el comunismo. Pero las cifras relati
vas a la ayuda y los préstamos para la reconstrucción hablan por sí so
las: «En 1953, el Banco Mundial había prestado únicamente un to
tal de 1.750 millones de dólares (de los cuales, 497 millones estaban
destinados a la reconstrucción), mientras que el Plan Marshall había
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rio, prevalecía la creencia de que las fuerzas del mercado los man
tendrían atados al suelo y que los gobiernos nacionales (sobre todo
los del Norte) deberían por tanto aceptar ajustar sus políticas econó
micas para apoyar al Tercer Mundo.
Este ataque ideológico contra el sistema de 1945 fue acompaña
do y reforzado por el nacimiento de nuevos organismos internacio
nales en los ámbitos social, de genero y medioambiental, de los que
nos ocuparemos en el capítulo siguiente. Se produjo un estallido de
conferencias internacionales, una mejora de las practicas empresaria
les, la firma de acuerdos con los que se pretendía crear un terreno
de juego legal y aún más comercial. Hubo un aumento vertiginoso de
la financiación para el desarrollo, procedente, además, de instancias
muy dispares: del Banco Mundial y los bancos de desarrollo regio
nal, de los fondos canalizados a través del PNUD y de otros orga
nismos del ECOSOC, de las iglesias, de fundaciones gigantescas
como las fundaciones Ford, Rockefeller o Camegie, de la ayuda bi
lateral tanto de países del Este como de Occidente, incluida, de for
ma masiva, la administración Kennedy (aunque esta última con su
propio calendario político y con fondos que pronto desaparecerían).
Aunque las estructuras de poder existentes y la perduración del co
lonialismo y del apartheid continuaran desatando mucha fiiría, tam
bién había mucha confianza en que esas estructuras serían derroca
das, o al menos reformadas de forma drástica. También existió, por
desgracia, Vietnam, que se tradujo en una mayor radicalización. Ver
cómo la fuerza de voluntad del poder capitalista dominante resulta
ba quebrada por guerrilleros campesinos vietnamitas, era al mismo
tiempo una llamada a la unidad de los radicales y la confirmación de
que el viejo sistema estaba podrido. Así, cuando la Asamblea Gene
ral aprobó su famosa Declaración sobre el Establecimiento de un
Nuevo Orden Internacional el 1 de mayo (día internacional del
Trabajo) de 1974, pareció que se había atravesado una frontera his
tórica. Ahora imperarían la justicia y la equidad globales (que signi
ficaban la disolución del orden mundial dominado por el Norte), y
muchos lo creyeron.
Aquello no era solo la retórica de los «desposeídos» dando puñe
tazos al aire contra los «ricos». Solo un año antes, y en la estela de la
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vista político, era mucho más difícil ahora que tantos países de la
OCDE se tambaleaban bajo el incremento de sus déficits presupues
tarios, y de hecho ninguno de ellos lo cumplió nunca (aparte de
unos cuantos países escandinavos virtuosos y los Países Bajos). Por el
contrario, en Estados Unidos y Gran Bretaña en particular había un
creciente resentimiento conservador por las mofas que le dirigían su
propia izquierda y el Tercer Mundo, y cierta sensación de que la ca
ridad empezaba por uno mismo. Tenían nuevas prioridades en ma
teria de gastos, ya que la nueva guerra fría estaba animándose de
nuevo y los gastos de defensa de la OTAN y el Pacto de Varsovia
subían como la espuma; y estaban furiosos no solo por la ingratitud
de los países receptores de ayuda, sino también por la creciente evi
dencia de que la ayuda al desarrollo de la ONU había sido mal ges
tionada desde el principio, cuando no descaradamente robada, por
unos gobiernos corruptos y por sus burócratas. La ayuda externa se
ria en el futuro estratégica, dirigida hacia países amigos de Occidente,
y condicionada por las leyes de la transparencia y la responsabilidad.
¿Y dónde se había metido el Fondo Monetario Internacional, la
hermana austera del Banco Mundial, durante este período de nueva
reafirmación del Sur y su posterior debilitamiento? Desde el mo
mento de su creación había estado haciendo la labor asignada por
Keynes: reforzando los intercambios monetarios y financieros mun
diales, atajando el proteccionismo al estilo de la década de 1930 y
concediendo préstamos para salvar economías nacionales en apuros
a corto y medio plazo. Sus preocupaciones residían todas en el Nor
te (convertibilidad, devaluaciones, reservas, patrón oro) y estaban
dedicadas a mantener en su curso el motor del capitalismo mundial.
Se vio ayudado por la recuperación económica general de la década
de 1950, por el sistema de tipos de cambio fijos y por el acuerdo de
que una onza de oro se cambiara a 35 dólares. Pero se vio desafiado
entonces por sucesivas crisis económicas británicas y por la caída de
la libra como moneda de reserva, y aún más por la tremenda crisis
del dólar posterior a 1971, que se tradujo en el abandono final por
parte de Estados Unidos del patrón oro y de los tipos de cambio fi
jos. Podríamos pensar, por tanto, que el FMI tenía bastante de lo
que ocuparse simplemente con evitar al Primer Mundo la convul
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mente 3 que el FMI era mucho menos visible para el público, y tam
bién a que operaba mediante reuniones confidenciales con los go
biernos receptores, que a su vez tenían que implantar los esperados
programas de recuperación, mientras que el Banco Mundial actuaba
sobre el terreno, financiando y supervisando proyectos que estaban
claramente a la vista del público y que, si se consideraba que habían
salido mal, exhibían señales claras del fracaso. La actuación del Ban
co Mundial se había visto sometida a ataques desde hacía mucho
tiempo. Había sido denunciado por los liberales, por ejemplo, por
continuar concediendo préstamos a Sudáfrica mucho después de
que el apartheid se hubiera vuelto inadmisible para el mundo civili
zado: y había sido denunciado por los conservadores por incremen
tar el dinero para la ayuda (el «bienestar»), sobre todo cuando no po
dían devolverse cantidades tan elevadas. Pero fueron los fracasos de
los proyectos específicos del Banco Mundial, y las noticias de que
estaban ocasionando efectos colaterales imprevistos pero claramente
peijudiciales sobre las comunidades locales y el medio ambiente, lo
que realmente lo pusieron en problemas.13
Deberíamos decir que muchos de estos desastres no eran culpa de
las instituciones de Bretton Woods; al menos, no directamente. Para
respetar la soberanía de una nación, los préstamos se negociaban con
los propios gobiernos, pero ¿qué sucedía si estos últimos no cum
plían o no podían cumplir con el plan, o decidían invertir su política,
o incluso se desmoronaban, como les sucedió a muchos gobiernos
africanos en la década de 1970? Los organismos locales y las adminis
traciones corruptas podían malversar fondos, llevar a cabo los progra
mas con torpeza o no prestar atención a cuestiones medioambientales.
Los fondos entregados de forma conjunta con otros organismos de la
ONU para apoyar, por ejemplo, la limpieza del Mediterráneo, eran
atractivos sobre el papel, pero fracasaban debido a la contaminación
ilegal reiterada y a las políticas inadecuadas de las autoridades locales.
Otros proyectos estaban directamente mal concebidos. Las primeras
prioridades para la inversión en centrales eléctricas e infraestructuras
a gran escala eran excesivamente ambiciosas, depositaron montones
de dinero en manos equivocadas y no se pusieron en marcha en el ni
vel adecuado. Los objetivos de algunos proyectos financiados de for
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tinto a las recibidas por una operación de paz que había fracasado,
tenían el potencial de estimular la aplicación de políticas mejores y
más realistas en la próxima ocasión. Un brusco giro a la izquierda en
el debate Norte-Sur, ignorando el hecho de que un grupo de na
ciones estaba pidiendo a los gobiernos elegidos democráticamente
que transfirieran recursos, debía ser sustituido sencillamente por for
mas más adecuadas y sutiles de alcanzar una mayor cooperación
mundial, como la modalidad de préstamo del microcrédito, que ana
lizaremos en el próximo capítulo. Esto, en conjunto, se fue hacien
do de forma paulatina. Las agencias y los gobiernos, al igual que los
propios seres humanos, son capaces de aprender de los errores. Pero
con sus numerosos errores iniciales, los organismos de desarrollo y
financieros mundiales causaron una impresión de despilfarro e in
competencia que sería difícil sacarse de encima.
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que han hecho gala a lo largo de la historia del mundo los programas
blandos. De ningún modo estos asuntos son de importancia secun
daria para el futuro de la humanidad.
Tras la estructura de la ONU en su conjunto hay una troica de
ideas convergentes: seguridad, prosperidad y entendimiento. Para
impedir la guerra y las agresiones, los padres fundadores considera
ron que debían establecerse mecanismos militares y de seguridad só
lidos, un aparato de reacción controlado por el Consejo de Seguri
dad. Y para evitar que los estados se vieran empujados a desatar
conflictos por desesperación, deberían ponerse en marcha políticas
económicas mas positivas y por iniciativa propia encaminadas a pro
ducir integración financiera y comercial, así como una prosperidad
común. Pero los fundadores de 1945 no se detuvieron en la pro
puesta de instrumentos militares y económicos. También pensaron
que la inestabilidad, la envidia, el nacionalismo y las agresiones eran
consecuencia de inmensos prejuicios culturales, religiosos y étnicos,
de modo que trataron de instaurar un aparato para promover las as
piraciones sociales y culturales insertas en el lenguaje de la Carta ori
ginaria. Deberíamos subrayar que, en los primeros años, todo eso
eran poco más que aspiraciones. Quizá lo importante era sencilla
mente que se habían consensuado y afirmado públicamente aquellas
altisonantes finalidades.
También se decidió la sede institucional de la mayor parte de los
organismos que se ocuparían de esos fines. Esto iba a constituir un
escenario para la acción que sobre todo le importaba a la Asamblea
General y al ECOSOC.1 Como el Consejo de Seguridad se había
arrogado la autoridad sobre las cuestiones de la guerra y la paz, y las
instituciones de Bretton Woods eran los actores protagonistas de la
economía y las finanzas, la Asamblea General consideró que los pro
gramas sociales y culturales de la ONU eran los campos de acción en
los que podía ser líder. Además, para los países miembros escandina
vos y de Sudamérica, así como para los recientes estados miembros
de la ONU procedentes del mundo en vías de desarrollo, como In
dia, estas áreas políticas eran los asuntos de verdadera importancia
del programa, más que las cuestiones militares, ya que de un modo
u otro se centraban en «los pueblos sin historia», en aquellos que no
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huido o habían sido empujados al otro lado de las fronteras del re
cién creado estado de Israel en 1948, principalmente hacia Jordania.
Su situación era tan difícil (eran prácticamente indigentes, su pre
sencia rebajaba los niveles de vida locales y las enfermedades se
transmitían con facilidad) que al cabo de otro año la Asamblea Ge
neral se sintió obligada a crear lo que muy pronto seria el Organis
mo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los
Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente (OOPS).6 Aquí una
vez más, quizá debido a que se tenía en mente la mejora producida
en la situación de Europa occidental, los gestores consideraron que
se enfrentaban a un problema temporal; los documentos hablan con
optimismo del derecho a regresar a las posesiones propias (o recibir
compensación) o de «proyectos de reinserción» en los países de aco
gida. Pero los obstáculos puestos a los trabajadores de la OOPS por
los gobiernos anfitriones y su resistencia a los programas de integra
ción para los refugiados (preferían mantener a los palestinos en cam
pos de refugiados) solo han sido igualados por la intransigencia de los
sucesivos gobiernos israelíes frente a la idea de que los árabes regre
saran a las tierras de sus familias. Cuando las cifras se incrementaron
con la derrota árabe en la guerra de 1967 y con la explosión demo
gráfica de los campos de refugiados (en 1994 la OOPS abastecía de
servicios esenciales a más de tres millones de personas), la Asamblea
General se encontró con la desafortunada labor de tener que renovar
el trabajo de la agencia cada pocos años, sin que todavía se vea la luz
al final del túnel. Esta incapacidad para ocuparse de las desesperadas y
desafortunadas víctimas de la guerra era un presagio de gran parte de
lo que estaba por venir, sobre todo en Africa, Asia y los Balcanes.
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con estas demandas, mientras que los países más poderosos del mun
do quedaban cada vez más frustrados ante lo que parecía ser la crea
ción de unas instituciones excesivamente ambiciosas, que se solapa
ban con otras y que rendían por debajo de lo esperado; as! se
construyó el decorado para que los conservadores se quejaran, a lo
largo de las decadas de 1980 y 1990, de que gran parte de la ONU
suponía un despilfarro de dinero. Y aunque la rebelión contra la «in
flación de las burocracias» solía ser exagerada, a veces daba más en el
clavo de lo que los defensores liberales de la organización mundial
estaban dispuestos a reconocer.
Por último, quedaba el delicado asunto de la «imposición» ante
la soberanía de los estados, mediante lo cual se hace referencia al uso
de protocolos internacionales y a la supervisión por parte de deter
minadas agencias para conseguir que los estados miembros lleven a
cabo acciones que dichas agencias sospechan que van contra los in
tereses nacionales de esos países. Esto no debería sorprendemos. Si
los estados soberanos son sensibles a las injerencias de la ONU en
asuntos que afectan a sus necesidades de seguridad, seguramente
también se mostrarán cautelosos ante los acuerdos que afecten a sus
parcelas económicas, sociales, culturales, medioambientales y de de
rechos civiles. Ya hemos señalado este extremo en el caso del ámbi
to económico con los feroces desacuerdos acerca de la UNCTAD o
con la función de las instituciones de Bretton Woods, en que las
presiones ejercidas en la década de 1970 por parte de los países en
vías de desarrollo y de las naciones concienciadas del Norte a favor
de un nuevo orden económico internacional habían originado en
la década de 1980 una violenta reacción por parte de algunos de los
países industrializados más ricos. Pero también podía esperarse una
reacción así cuando las conferencias de la ONU votaban a favor de
la existencia de «objetivos jurídicamente obligatorios» en relación
con las emisiones globales o establecían unos niveles francamente am
biciosos para las aportaciones del Norte al Sur de transferencias anuales
de ayuda al desarrollo. Quizá la ira recíproca entre liberales y conser
vadores se habría minimizado si se hubiera empleado un lenguaje
menos belicoso; sin duda quienes dirigían las conferencias se esfor
zaban todo lo posible por evitar rupturas y desafecciones. O acaso
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del río no lo hadan: todos los países ribereños tenían que adoptar
normas comunes.
Pero una vez que la población tomó conciencia de que el aire y
el agua estaban contaminados en algunas zonas, o de la pesca exce
siva en aguas abiertas, pensar con mayor generalidad y preocuparse
por el deterioro del planeta en su conjunto no significó dar un paso
demasiado grande. ¿Por qué preocuparse de acabar con el DDT en
las llanuras occidentales de Estados Unidos para proteger a los ele
gantes aguiluchos langosteros si se iba a utilizar en abundancia ese
pesticida en la pampa argentina, donde esos mismos aguiluchos pa
saban el invierno alimentándose de insectos y mamíferos contami
nados? ¿Qué sentido tenía que Suecia y Finlandia dispusieran de
estrictas leyes para mantener el aire limpio cuando los vientos meri
dionales arrastraban las emisiones de lignito desde las ineficientes fabri
cas de Alemania Oriental a través del Báltico y arruinaban sus bosques?
¿Qué sentido tenía que los gobiernos británico e irlandés limitaran
las capturas de sus pescadores en aguas abiertas si los arrastreros espa
ñoles y polacos diezmaban los caladeros? Además, la literatura más
reciente sobre la presión que los seres humanos ejercían sobre el pla
neta también estaba adoptando un enfoque global, aparte de un tono
apocalíptico. Los títulos de los libros eran decididamente sugerentes.
En 1971, Richard Falk publicó su estudio The Endangered Planet, y
un año después Dennis Meadows y sus colegas presentaron su estu
dio para el Club de Roma, titulado Los límites del crecimiento; un de
safio evidente para toda la literatura ortodoxa sobre el desarrollo eco
nómico imperante en el campo. Aún antes, en 1968, Paul Ehrlich
publicó su terrorífico éxito de ventas The Population Bomb e intro
dujo una nueva preocupación: no solo deterioraban el planeta las ac
tividades económicas de los, digamos, tres mil quinientos millones
de habitantes existentes, sino que la duplicación de la población en
los países más pobres a lo largo de las décadas siguientes devastaría
sus entomos naturales y constituiría una restricción más a la hora de
tratar de huir de la pobreza.
Un segundo rasgo perceptible en el movimiento ecologista fue
la implicación de la sociedad civil; esto es, de grupos que se movili
zaban (sobre todo en el Norte y de clase media) y que a menudo
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Bush de no asistir.
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parecía una buena idea para rebajar la desconfianza entre los france
ses y los alemanes a partir de 1945, pero no era tan atractivo para los
conservadores sí esas enseñanzas propugnaban un nuevo orden eco
nómico internacional.
Las dos cuestiones que más desencadenaron la ira de Estados
Unidos, Gran Bretaña y algunos otros países del Norte fueron la po
sición de la UNESCO respecto de Israel y su defensa de un «nuevo
orden informativo mundial». Su Conferencia General de 1974 negó
la incorporación de Israel a todo tipo de agrupación regional, con
denó la profanación de Israel de los edificios históricos de Jerusalén
y pidió al director general de la UNESCO que se hiciera cargo del
sistema educativo en los territorios árabes ocupados; una propuesta
imposible sin el consentimiento de las autoridades israelíes. Sin
duda, esas medidas estaban impulsadas por el disgusto ante la ocupa
ción de Jerusalén Este, la franja de Gaza y Cisjordania, pero se trata
ba de polémicas explícitamente políticas que deberían haberse deba
tido en el Consejo de Seguridad y la Asamblea General. El resultado
fue que muchos políticos estadounidenses desconfiaron no solo de la
UNESCO, sino de la organización mundial en general. El clima no
hizo más que enrarecerse mas cuando, un año después, los estados
árabes consiguieron persuadir a la Asamblea General para que apro
bara una resolución que equiparaba el sionismo al racismo.
Aproximadamente en esa misma época, surgió una nueva dispu
ta en tomo a las presiones de los países en vías de desarrollo para que
se estableciera un nuevo orden mundial de la información y las co
municaciones. Esto tenía su origen en el descontento ante la pre
ponderancia de órganos como la BBC, Reuters, la CBS y otros me
dios de comunicación que, según la acusación de los radicales,
propugnaban una visión del mundo fotjada por el libre mercado oc
cidental y distorsionaban lo que sucedía en otros lugares. Al igual
que la cuestión de la restauración histórica de Jerusalén, la salud y la
imparcialidad de la prensa mundial formaban parte técnicamente del
cometido de la UNESCO. Pero la Declaración de la UNESCO so
bre los Medios de Comunicación (1978), según la cual se exigía que
se impusieran limitaciones a la prensa y las emisiones de radio y tele
visión libres, fue un campo de minas que la organización debería ha
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lativamente moderna que surgió hacia finales del siglo xvni? Thomas
Paine escribió Los derechos del hombre, la Constitución estadouniden
se hablaba de «ciertos derechos inalienables» y los revolucionarios
franceses promulgaron «Ies droits de l’homme el du citoyen». En el
siglo xix, evangelistas ingleses como William Wilberforce hicieron
campaña con éxito en favor de la abolición del comercio de esclavos
y después de la propia esclavitud, además de contra la discriminación
contra los católicos en Gran Bretaña. Las «leyes de la guerra», sobre
todo las relativas al trato dispensado a los civiles durante los conflic
tos armados, evolucionaban lenta pero firmemente, al menos en lo re
lacionado con las guerras en Occidente. El primer ministro William
Gladstone se revolvió contra las atrocidades cometidas en los Balca
nes en la década de 1870. En 1918, Woodrow Wilson (que tenía un
retrato de Gladstone sobre la mesa de su despacho en la Casa Blanca)
impulsó la autodeterminación nacional en el marco de sus Catorce
Ihjntos, en clara reacción contra las conquistas de Bélgica, Serbia y
otros pequeños estados europeos y, con mucha más cautela, contra
el régimen imperial occidental. En 1941, Roosevelt y Churchill fir
maron la Carta Atlántica, que afirmaba que todos los pueblos deberían
vivir en libertad y sin carencias básicas, y Franklin Delano Roosevelt
proclamó sus Cuatro Libertades, de carácter general.2
Pero el punto de partida de esta historia debe ser el período
1945-1948. El régimen internacional de derechos humanos estable
cido por las Naciones Unidas era cualitativamente diferente de cual
quier otro que hubiera imperado antes, incluso de los avances reali
zados en la era de la Ilustración, ya que aquellas proclamaciones
iniciales sobre los derechos tenían poco o ningún lugar en el dere
cho internacional; esto es, los gobiernos no habían acordado acatar
los. Aunque las leyes de la guerra eran importantes, se trataba de
normas (establecidas mediante las conferencias de paz de La Haya
de 1899 y 1907) específicas para las acciones militares, principalmen
te dedicadas al trato dispensado a los civiles, y no una afirmación gene
ral sobre los derechos del individuo en todo momento. Los artícu
los de la Carta de la ONU alteraron todo esto.
Pero determinar cuál es exactamente la diferencia que la Carta
representaba en las vidas de la gente corriente de todo el planeta es
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cías sociales, entre los que se encontraba el anciano pero todavía im
ponente H. G. Wells. Quizá el más influyente fue el abogado fran
cés Rene Cassin, que incorporó a la comisión sus décadas de estudio
del pensamiento social católico acerca de la necesidad de suavizar el
capitalismo más salvaje con el debido respeto por la dignidad del in
dividuo y, dado que era hijo de un comerciante judío, un profundo
odio hacia el Holocausto.
* Pero cualquiera que friera el grupo de
redactores que lo elaborara, se trataba de un documento asombroso
de un alcance igualmente asombroso.4
La declaración se inicia con once artículos que se inscriben en
gran medida en la tradición de la Constitución estadounidense y de
la declaración francesa de los derechos del hombre; esto es, procla
man la igualdad de todos los seres humanos y el derecho de todos a
la vida, la libertad y la seguridad personal. Luego le siguen unos ar
tículos (del 12 al 17) de los que podría decirse que constituyen los
derechos de la sociedad civil: el derecho a casarse, el derecho a la
propiedad privada, el derecho a la libertad de movimientos, etcéte
ra. El tercer segmento o columna de artículos de lo que acabó por
denominarse «el pórtico de Cassin» (del 18 al 21) se remontaba a las
ideas de la polis ateniense y abordaba los derechos políticos demo
cráticos afirmando el derecho a reunirse pacíficamente, la libertad de
expresión y la participación en el gobierno a través de «elecciones
auténticas que habrán de celebrarse periódicamente».5 Los artículos
del cuarto grupo (los números 22 a 27) son los más asombrosamen
te expansivos: el derecho a seguridad social, al ocio, al empleo, a
recibir igual paga por igual trabajo, a afiliarse a un sindicato, a la
atención sanitaria, a un nivel de vida adecuado yak educación ele
mental gratuita. Quizá el artículo 25 sea el más increíble de todos,
puesto que el derecho a un nivel de vida adecuado iba a incluir «la
alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los ser
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¿Cómo acabó todo esto en las décadas posteriores? Una vez más, el
registro es desigual y, a menudo, francamente decepcionante. Des
de el punto de vista institucional, la debilidad inherente al sistema de
la ONU empezó a aflorar casi de inmediato. El instrumento central
fue la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, que dependía
del ECOSOC y, por tanto, de la Asamblea General. En sí, su con
dición jurídica y política no era de mayor rango que la de la Comi
sión de Estadística o la Comisión de Estupefacientes de la ONU;
podía elaborar informes y asesorar, pero no ordenar. Parte de su co
metido fue suprimido mediante la creación de la Comisión de las
Naciones Unidas sobre la Condición de la Mujer, y otra parte se vio
afectada por los acuerdos relativos al tráfico sexual, al delito interna
cional y a la edad mínima de matrimonio para las jóvenes. Apenas
resulta necesario decir que la organización mundial elaboró infini
dad de resoluciones y creó algunos organismos nuevos en el ámbito
de los derechos humanos. Durante aproximadamente los primeros
quince años, la historia consistió en elaborar una declaración tras
otra: la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados (1951), la
Convención sobre los Derechos Políticos de la Mujer (1952), las
Reglas Mínimas de la ONU para el Tratamiento de los Reclusos
(1955) o la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas
las Formas de Discriminación Racial (1965).
El cambio más importante, sin embargo, se derivó de la decisión
de crear dos acuerdos independientes para que los firmaran los esta
dos: uno en relación con los derechos civiles y políticos, y el segun
do sobre los derechos económicos, sociales y culturales, con lo que
se destrozaba el pórtico equilibrado y equitativo de Cassin 8
Aquella medida no estuvo exenta de un amplio debate; de he
cho, los dos pactos no fueron suscritos hasta 1966. Como es lógico,
los argumentos esgrimidos se aproximaban a los de los años 1946-
1948 sobre la naturaleza de la propia Declaración Universal. Los de
fensores de un único acuerdo sostenían que sería artificial y erróneo
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con el rey) pero, por contra, puede sumirse en una crisis y debilitar
se si los principales contribuyentes se niegan a pagar sus cuotas?... ¿O
cuando se reúne con la solemnidad de un ritual algunos pocos me
ses al año (a diferencia del Consejo de Seguridad, que puede con
vocarse con muy poca antelación), recibe informes de sus muchos
comités y agencias, aprueba declaraciones, ratifica un presupuesto
que puede o no ser realista y luego desaparece durante la mayor par
te del año?... ¿O cuando sus ansiadas competencias económicas han
quedado erosionadas por la independencia de las instituciones de
Bretton Woods?... ¿O cuando cualquier enmienda de la Carta de la
ONU o cualquier preferencia por un nuevo secretario general tiene
que superar la prueba de que alguno de los miembros del P5 la vete?
Es sin duda por esta razón que, cada vez que aparece un nuevo
informe, libro o artículo en el que se analiza la «reforma de la
ONU», o cuando los políticos demandan cambios en el modo en
que esta dirigida la organización mundial, apenas se menciona el pa
pel de la Asamblea General, excepto para hacer alguna referencia al
lugar que ocupa en la familia de la ONU y para instar a mejorar su
eficiencia.' Probablemente, los escritos sobre el Consejo de Seguri
dad superen a los dedicados a la Asamblea General en una propor
ción de aproximadamente un centenar a uno. También se ha escri
to mucho más, y se ha prestado mucha mayor atención, al papel de
las ONG, las empresas multinacionales o los medios de comunica
ción mundiales. Es difícil creer que esta ausencia de menciones a la
Asamblea General se deba a que la gente en general esté tan conten
ta con su actuación que no vea razón alguna para cambiar las cosas:
probablemente sea porque no les importa, o porque no creen que
sea lo bastante importante para tratar de mejorarla, o porque ni si
quiera sepan lo que hace. Ningún representante permanente ante la
ONU lo admitiría en público, pero en privado la mayor parte de
ellos sí reconoce la falta de competencias reales de la Asamblea Ge
neral. Y las exhortaciones que a menudo se formulan, como el ele
gante discurso del presidente brasileño Lula da Silva de septiembre
de 2(X>3 para que la Asamblea «asumiera sus responsabilidades en el
mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales», parecen no
causar ningún impacto duradero.4
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* El caso más famoso de los últimos años fue la presidencia semestral de Li
bia de la Comisión de Derechos Humanos del ECOSOC; todo les sirve a los crí
neos de la ONU como The [Valí Street Jcwnal, que olvidó mencionar que en el
pasado Estados Unidos no había puesto objeción alguna a los principios de rota
ción y equilibrio regional en este úpo de organismos porque no consideraba im
portante b cuestión.
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bre ellas? En la mayor parte de los aspectos, la respuesta es sin duda ne
gativa. Las familias y los individuos rinden culto anhelando acercarse
al Todopoderoso, no para modificar el ECOSOC. Aun así, lo que las
iglesias dicen y hacen suele provocar reacciones de gran envergadura
en la política mundial tanto por el inmenso número de sus fieles como
porque ellos también se dirigen a la ONU y a sus estados miembros
con la intención de que se produzcan cambios a escala internacional.
Esto no quiere decir que la función pública de las iglesias sea ex
clusivamente política. Quaker Relief Services trabaja pausada y efi
cazmente para aliviar el sufrimiento en muchas partes del mundo, y
en raras ocasiones ocupa los titulares de los periódicos. Desde la
ayuda a las víctimas de la hambruna de la patata en Irlanda a media
dos del siglo xix hasta sus labores de atención a los alemanes tras am
bas guerras mundiales (por lo cual recibió el Premio Nobel de la Paz
en 1947), el American Friends Service Committee pasó a asumir un
papel de alcance mundial y ahora actúa en veintidós países: ha ayu
dado a las víctimas de las inundaciones en Mozambique, a las víc
timas del hambre en el Cuerno de Africa y a las víctimas de la vio
lencia en Chechenia. Una pauta de servicio internacional similar la
desarrollan muchas iglesias y agrupaciones misioneras escandinavas.
Luego esta el mayor agente de todos, Catholic Relief Services (fun
dada en 1943), y algunas organizaciones de ámbito nacional como
CAFOD en el Reino Unido, que en la actualidad actúa en no
venta y cuatro países ofreciendo ayuda de emergencia, atendiendo
a víctimas del sida, con programas de salud, educación, mi ero fi
nanzas y trabajo por la paz. Aunque suelen actuar junto a agencias
de la ONU y ONG, en algunas zonas más remotas del mundo sus
organismos de ayuda basados en la religión son la comunidad in
ternacional.17
A veces las iglesias poseen un poder para hacer que los gobier
nos cambien con el que las ONG no podrían ni soñar. Un fantástico
ejemplo de ello fue la movilización política de la comunidad judía
estadounidense ante las noticias y las imágenes de musulmanes con
sumidos en campos de refugiados de Bosnia en agosto de 1992.
Cuando el Comité Judío Americano, el Congreso Judío Americano
y la Anti-Defamation League publicaron un anuncio a toda página
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Viggo Jakobsen: «La secuencia causal del efecto CNN suele ser como
sigue: los medios (impresos y televisivos) dan cobertura al sufri
miento y las atrocidades; los periodistas y los líderes de opinión exi
gen que los gobiernos occidentales “hagan algo”; la presión (pública)
se vuelve insoportable, y los gobiernos occidentales hacen algo».20
Aquí el ejemplo clave fue la triple crisis de mediados de la década
de 1990: Kosovo, Somalia y Ruanda-Burundi. En palabras de John
Shattuck, que en aquella época era secretario de Estado adjunto de
Estados Unidos para la democracia, los derechos humanos y el tra
bajo, «los medios de comunicación nos metieron en Somalia y des
pués nos sacaron de allí». El secretario general de la ONU Boutros
Boutros-Ghali dijo sorprendido: «La televisión ha transformado la
forma de reaccionar del mundo ante las crisis», una apreciación con
firmada por la reacción mundial ante el tsunami del océano índico
de diciembre de 2004,
Todo esto es cierto, sin duda, pero no es toda la historia. Las
atrocidades y los desastres humanitarios de los que informó la CNN
(y otras redes de televisión que se esforzaron por hacerlo para man
tener su posición) obtuvieron sin duda más atención que otras mu
chas que no recibieron demasiada cobertura informativa, como Ab
jasia. Angola. Sudán, Liberia, Nagonio-Karabaj, Cachemira y otra
media docena más. A principios de la década de 1990 la situación de
Sudán era aún más espeluznante que la de Somalia, pero la CNN es
taba en Somalia, no en Sudán, de modo que fue en el primer país
donde intervinieron la ONU y Estados Unidos. También es verdad
que la cobertura televisiva es episódica y depende de si las violacio
nes de los derechos humanos son graves, de si la región es accesible
para un equipo de informadores o de si la historia en sí es lo bastan
te «atractiva»; pocas cadenas de televisión dedicaron muchos minu
tos, por ejemplo, a las tareas de reconstrucción de Ruanda una vez
que habían concluido las atrocidades.
Pero toda la atención concedida al efecto CNN como el princi
pal o único «impulsor» de la acción gubernamental internacional
ignora a muchos otros actores en escena, incluidos todos los que he
mos expuesto anteriormente: las ONG, las organizaciones de dere
chos humanos, las muchas agencias de la ONU sobre el terreno que
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es cosa que pueda hacer un país en solitario, por poderoso que sea. Exi
girá acciones internacionales coherentes, junto con labor policial, ser
vicios de inteligencia compartidos, destrucción de células terroristas y
una presión constante contra los regímenes que cobijan a terroristas.
Aquí parece poco probable alcanzar un éxito absoluto, ya que siempre
habrá alguna organización terrorista escindida y más violenta que al
bergue un profundo rencor y formule exigencias inaceptables; pero re
ducir sus actividades a un nivel en el que la mayor parte de la gente del
mundo pueda dedicarse a sus asuntos corrientes sin temor o inconve
nientes poco razonables, debería ser un objetivo aceptado por todos los
estados miembros de la ONU. Para conseguirlo, deben cooperar.
Por último, y quizá lo más importante, la comunidad mundial se
enfrenta al reto de cómo tratar a los estados que se hayan desmoro
nado, contener los genocidios, las hambrunas y demás calamidades
internas, y devolver con firmeza a esas naciones su soberanía legíti
ma. Como han demostrado los acontecimientos de Bosnia, Africa
occidental. Somalia, Afganistán y muchos otros lugares del planeta,
no es una tarea fácil; se trata de una tarea que en la mayoría de los
casos será labor de muchos anos y sufrirá muchos reveses. Pero es ine
ludible enfrentarse al problema de dichos estados, puesto que es pre
cisamente allí donde presenciamos unos niveles inaceptables de vio
lencia, violaciones de los derechos de las mujeres y los niños, y
degradación medioambiental, y, con mucha frecuencia, son caldo de
cultivo de terroristas.
Todos estos son desafíos para la constitución de 1945 del orga
nismo mundial. Las consecuencias políticas y de poder del ascenso,
por ejemplo, de India y Brasil a una posición de mayor influencia
económica y estratégica desafian inevitablemente el dominio que los
cinco miembros permanentes con derecho a veto han ejercido en el
Consejo de Seguridad durante los últimos sesenta años. Un axioma
de los padres fundadores de la ONU era que las grandes potencias
tenían que recibir de algún modo derechos especiales (aunque fue
ran negativos) con el fin de impedir que abandonaran o paralizasen
el sistema internacional, como sucedió en las décadas de 1920 y 1930.
Sería difícil negar ese argumento a India si su PNB supera al de Gran
Bretaña y Francia a lo largo, más o menos, de la próxima década.
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jor las respuestas de la ONU ante las crisis. Atajar una situación de
deterioro en sus primeras fases es lo ideal, pero el organismo mun
dial suele verse limitado por factores políticos (algunos miembros
desconfian de las intervenciones demasiado rápidas) y por el hecho
de que ya esta haciendo frente a muchos problemas en otros lugares.
Así, con independencia de lo que se haga para fortalecer las estrate
gias «proactivas» de la ONU, la comunidad internacional requiere
muchas mejoras tajantes en su capacidad «de reacción» ante las gue
rras civiles y la descomposición social. En términos prácticos, ya se
han identificado todos los elementos: cascos azules de la ONU (u
otras fuerzas militares en las que se haya delegado) para garantizar la
seguridad física; organismos especializados para contribuir a (re)for-
niar a las policías, los jueces y los administradores nacionales; capa
cidad del Banco Mundial y el PNUD, junto con los bancos regio
nales de la ONU, para identificar prioridades en la recuperación
económica y social; observadores electorales experimentados; un
historial del trabajo realizado con ONG internacionales, y muchas
más cosas. De lo que a menudo se carece es de voluntad política y
de un organismo central que coordine los múltiples esfuerzos. Sin
caer en la trampa de que la ONU utilice una plantilla sobre la que se
avance de una fase a la siguiente para la reconstrucción de estados,
está claro que la organización mundial y sus agencias han estado acu
mulando un conocimiento fabuloso de las prácticas más recomenda
bles, que ahora es preciso aprovechar en ayuda de futuros retos de
salvamento. Una vez más, resulta difícil entender cómo se puede lo
grar sin algún tipo de coordinación central y sin la participación ac
tiva de la Oficina del Secretario General o de la instancia subordina
da que se designe.
Otra lección aprendida de las operaciones de pacificación de los
últimos quince años aproximadamente es que casi siempre es un
error suponer que el restablecimiento de un estado en crisis exige
únicamente un periodo relativamente breve de tiempo, que lo único
que hace falta es enviar una fuerza militar para derrotar a «los malos»
y después iniciar la reconstrucción civil, el proceso de elecciones de
mocráticas y retirarse sigilosamente de la escena para anotarse otro
éxito. Los ejemplos de recaídas son considerables (Haití, Timor
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Está claro que una acción militar a gran escala como la recien
te guerra de Irak no podría dirigirse desde una oficina en Nueva
York. Pero esa conclusión no ayuda al Consejo de Seguridad y a la
Secretaría a evaluar cómo podría la organización mundial ejercer
mejor su responsabilidad sobre una serie de operaciones de paz más
pequeñas y menos polémicas o a supervisar las medidas preparato
rias y de coordinación de las fuerzas. Si la recuperación del Comi
té de Estado Mayor es políticamente imposible, y si la potencia
número uno bloquea cualquier tentativa de crear un ejército per
manente de la ONU, ¿cómo van a gestionarse desde el centro las
emergencias presentes y futuras? ¿Cómo podrían los estados miem
bros más grandes y más capaces (disculpamos aquí a los estados
muy pequeños y empobrecidos) hacer honor a la solemne prome
sa de la Carta (artículo 1) de «tomar medidas colectivas eficaces pa
ra prevenir y eliminar amenazas a la paz, y para suprimir actos de
agresión»?
La respuesta, obvia y un tanto desesperada, es que los cinco gran
des, y los demás países capaces de dar a la comunidad mundial en lu
gar de recibir de ella, deberían estar a la altura de las grandes respon
sabilidades a las que se comprometieron por ley al ingresar en el
organismo mundial. Pero, hasta que eso suceda, solo podemos bus
car en otra parte y ser todo lo creativos que podamos, reconocien
do que las medidas tomadas distarán mucho de ser ideales. Quizá
sea, como sugeríamos en el capítulo 3, que una respuesta estándar
a las crisis internacionales no es en sí misma la mejor forma de pro
ceder. Como hemos visto, la idea de principios de la década de 1990
(como «Un programa de paz») de elaborar un modelo de labores de
pacificación que sirviera para todos los casos era demasiado riguro
sa; sencillamente, Timor Oriental era, y es, diferente de Macedo-
nia. De modo que, aunque las experiencias de la pasada década y
media hayan sido dolorosas, lo que representan en conjunto es una
advertencia contra la uniformidad. Hacen pensar más bien en un
enfoque que utilice múltiples herramientas, diferentes instrumen
tos, combinaciones e instituciones para las diferentes crisis; una es
trategia, sospechamos, que el siempre pragmático P5 ya ha adopta
do en secreto.
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* Esta última pane de la frise, intraducibie por el juego de palabras que con
tiene, es la que pronunció Benjamín Franklin el día de la firma de la Declaración
de Independencia de Estados Unidos, el 4 de julio de 1776: «We muse ¿11 hang to-
gether or most assuredly we will hang separately». (N. del T.)
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para ascender a tierras más elevadas, anchas y soleadas. Por tanto, re
sulta irónico enterarse de que en 1886» medio siglo después de com
poner aquellas estrofas optimistas que nos elevan, abjuró de ellas en
un amargo poema titulado «Locksley Hall Sixty Years After»
(«Locksley Hall sesenta anos después»).1 Una vez más, es feroz, apa
sionado y estremecedor, pero en esta ocasión, pesimista. Para en
tonces, cuando estaba próximo a cumplir ochenta años, Tennyson
vivía amargado y se había vuelto profundamente desconfiado ante
las costumbres de la vida moderna. El último de estos dos poemas
está escrito pensando en su nieto (aunque, con mucho tacto, dedi
cado a su esposa), pero no es una misiva que a un joven le diera igual
recibir. En opinión de Tennyson, casi todo había salido mal. Euro
pa había quedado dividida por las guerras de mediados de siglo en
Crimea, Italia y Alemania, y por el infame colonialismo. La expan
siva economía mundial se había revolcado en la Gran Depresión
de 1873-1896. Las evidencias del continuo empobrecimiento de las
clases bajas debilitaban los sueños benthamitas que auguraban pros
peridad a todo aquel que trabajara sin descanso. Las clases trabajadoras
se estaban organizando y exigían un nuevo orden sociopolítico. Los
irlandeses vivían en rebelión. Las creencias religiosas se debilitaban
con rapidez. El patrioterismo estaba en auge. El racionalismo esca
paba por la ventana. La fina capa de civilización se desmigajaba. Por
tanto, el poema de Tennyson era un poema amargo, casi frenético:
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blancos fáciles para grupos que han acabado por temer la evolución
de la sociedad de acuerdo con planteamientos liberales y cosmopo
litas. Luego están las críticas procedentes de la extrema izquierda,
que considera que las Naciones Unidas forman parte del aparato que
los privilegiados de la Tierra utilizan para mantener sometidas a las
masas. Dadas todas estas fobias, ¿cómo puede un organismo interna
cional relativamente endeble satisfacer todas las demandas a las que
está sometido? Claramente, no puede.
Quizá los cínicos señalen que si la ONU está siendo atacada tan
to por autores de la conservadora Fundación Herítage como por el
Partido Socialista de los Trabajadores, y que si los regímenes auto
críticos repugnantes se defienden de ella, entonces debe de estar ha
ciendo algo bien. Pero la mejor respuesta es la de cuño gladstonia-
no, y está compuesta de dos partes. La primera hace referencia a lo
que las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales han
conseguido desde 1945, y la segunda señala lo que podría conse
guirse en el futuro si se dispone de una voluntad común. No hay
ninguna razón para ver con desesperanza el futuro de la organiza
ción mundial. La verdadera cuestión es si los estados miembros re
conocerán que ganan más de lo que pierden fortaleciendo a las Na
ciones Unidas para que desarrolle labores que, a título individual,
ellos no tienen posibilidad alguna de realizar.
Al final de cada uno de los seis capítulos centrales que confor
man el núcleo de este libro se ha ofrecido un resumen de lo que se
ha logrado, y con demasiada frecuencia esos resúmenes se parecen
un poco, al menos ajuicio del autor, a un boletín de notas escolares:
«Se ha conseguido mucho, pero se puede mejorar». Basta echar un
vistazo, por ejemplo, a la historia de las operaciones de pacificación
de la ONU en la década de 1990, en la que ha habido algunos éxi
tos reales y algunos desastres espantosos, para aceptar que el balance
es desigual. Por lo general, puede decirse que los mayores progresos
se han realizado en la promoción de los programas de derechos hu
manos internacionales, la mejora de la situación de las mujeres y los
niños, la creciente cooperación sobre temas medioambientales y el
impulso dado a la sociedad civil, aunque en todas estas áreas ha ha
bido retrocesos y el progreso no ha sido tan rápido como sus defen
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York, 1987), sobre todo en sus capítulos IX a XVI, ofrecen una descrip
ción de ese clima que casi quita la respiración y de los muchos asuntos que
se «apoderaron» del Consejo de Seguridad en aquellos caóticos anos.
5. United Nations, Divided World: The UN's Roles in International Reía-
tions, editado por A. Roberts y B. Kingsbury, 2.a edición (Oxford, 1993),
contiene dos sesudos capítulos sobre las funciones del secretario general,
escritos por Javier Pérez de Cuéllar (que fue secretario general entre 1982
y 1991), T. M. Franck y G. Nolte. El libro de Nicholas ofrece un comen
tario elocuente y coherente tanto sobre Lie como sobre Hammankjóld
(cuya observación acerca de «llenar el vacío» en el discurso de aceptación
se cita en la p. 157). Las medidas de este último en las crisis de Suez, Hun
gría, Líbano y Congo se recogen de forma admirable en el libro de Brian
Urquhan Hammarskjdld (Nueva York, 1994), en sus capítulos 7,8,10 y 15.
6. El papel de la ONU en la crisis cubana de los misiles se expone en
las memorias personales de U Thant, Jrom New York (Nueva York,
1978), pero está ampliamente confirmado en la literatura secundaría, lo
cual hace pensar en la limitación de sus funciones. Fue útil que existiera,
pero probablemente no fue vital.
7. La cita de T. M. Franck y G. Nolte procede de la p. 148 de su con
tribución a United Nations, Divided World. El resto de ese capítulo contie
ne una excelente investigación acerca de las diversas funciones de «media
ción» del secretario general en las décadas de 1980 y 1990.
8. Las consecuencias del deshielo de la guerra fría a partir de 1987 se
analizan con mucho rigor en el ensayo de Brian Urquhart «The UN and In
ternational Securicy After the Coid War», en Roberts y Kingsbury, eds.,
United Nations, Divided World. Véase también D. Reynolds, One World Di
visible: A Global History Sinte 1945 (Nueva York, 2000), caps. 15-16.
9. Los conflictos y contratiempos a que hizo frente las Naciones Uni
das a mediados de la década de 1990 se reflejan desde un punto de vista
personal en las sutiles memorias de Boutros Boutros-Ghali (aunque lleven
un título grandilocuente) Unvanquished: A UN-U.S. Saga (Nueva York,
1999), passim. [En español, «unvanquished» significa «invicto» (N. del TJ]
10. Los capítulos de Roberts y Kingsbury, eds., United Nations, Divi-
ded World, recogen con mucha inteligencia las diferentes ideas vigentes a
principios de la década de 1990 para mejorar la organización mundial. No
es posible explorar aquí la plétora de escritos dedicados a la reforma de la
ONU que acompañaron en 1995 al cincuenta aniversario de la organiza
ción. El autor trató de hacerlo en Paul Kennedy y Bruce Russett. «Refor-
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NOTAS
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NOTAS
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NOTAS
l/niW Nations and Human Rights 1945-1995, pp. 42 y $s. Esta es también
una fuente inestimable para describir la maquinaria de «seguimiento».
9. Sobre el alcance mundial y el carácter heterogéneo de las protestas
de la década de 1960, véase de nuevo Suri, Power and Protest: Global Revo-
lution and the Rise of Déten te, passim.
10. Sobre las tragedias y holocaustos de esas décadas, véase Eric
Hobsbawm, Age of Extremes (Londres, 1994), 2.a parte (hay trad. cast.:
Historia del siglo xx, 1914-1991, trad. de Juan Fací, Jordi Ainaud y Car
me Castells, Crítica, Barcelona, 2000) , y Reynolds. One World Divisible,
caps. 7-8 y 10, así como los primeros capítulos de la apasionada obra de
Samantha Power *A Problem fiotn Hell»>: America and the Age of Genodde
(Nueva York, 2002).
11. The Killing Fields, «Los campos de la muerte», fue el título original
de la película que, claro esta, se rodó posteriormente [en español, Los gritos
del silencio (N. del TJ]. La cita procede de Reynolds, op. dt., p. 361, que
a su vez cita a Karl D.Jackson, ed., Cambodia, 1975-1978: Rendezvous
with Death (Princeton, 1989). Para conocer otra reconstrucción verosímil,
véase Ben Kieman, The Pol Pot Regime: Race, Power, and Genodde in Cam
bodia Under the Khmer Rouge, 1975-1979 (New Haven, Connecticut,
1996).
12. Sobre el proceso de Helsinki y la creación de Human Rights
Watch, véase de nuevo Sellan, The Rise and Rise of Human Rights; Lauren,
Evolution of International Human Rights, cap. 8 (muy bueno en lo referente
a la Comisión de Derechos Humanos de la ONU); Reynolds, One World
Divisible, y los capítulos correspondientes de W. Keylor, The Twentieth
Century World: An International History, 3.a edición (Nueva York, 1996).
13. «El corto siglo xx (1914-1991)» es el subtítulo del libro de Hobs-
bawm Historia del siglo xx, 1914-1991.
14. La descripción de la Conferencia de Viena procede de ClarenceJ.
Dias, «The United Nations World Conference on Human Rights: Eva
luación, Monitoring, and Review», en Schechter, ed., United Nations-
Sponsored World Conferences, p. 31.
15. El texto figura en las pp. 448-469 de The United Nations and Hu
man Rights, 1945-1995.
16. Las cicas (y gran parte de mi texto) sobre la valoración de la decla
ración de Viena están tomadas de Dias, op. dt., sobre todo de las pp. 31-36,
un estudio extraordinario y muy mordaz. Véase también Farer y Gaer,
«The UN and Human Rights», p. 296, y Lauren, op. dt., pp. 273-274, que
376
NOTAS
377
NOTAS
muy poco que decir acerca de la Asamblea General. Era una desatención
habitual.
4. La alocución del presidente Lula da Silva fue pronunciada en la
58? sesión de la Asamblea General, el 23 de septiembre de 2003.
5. Véase de nuevo el documento «Our Global Neighborhood: The
Report of the Commission on Global Govemance». El énfasis en que no
propugnan un «gobierno mundial» se pone en la p. xvi. Suelen confundir
se los dos conceptos. Empleo «gobemanza» para referirme a la existencia de
reglas y organizaciones internacionales respetadas por todas las partes, y
*«gobierno para significar de forma literal algún equivalente mundial de un
gobierno nacional, con sus correspondientes competencias.
6. Richard Falk y Andrew Strauss, «Toward Global Parliament». Fe
rnán 80. n.° 1 (enero-febrero de 2001). pp. 212-220. La mejor ex
posición de las poco realistas opiniones de George Monbiot se encuentra en
su reciente libro The Age of Consent: A Manifestó for a New Morid Order
(Londres. 2003), cap. 4. y en muchos de sus artículos publicados en The
Guardian, además de en sus diferentes entrevistas para la radio y la televisión.
Sin duda, no está solo. Cualquiera que utilice el motor de búsqueda de
Google encontrará 12.4(X) resultados al buscar «parlamento mundial»
(«world parliament»), incluida la página web www.worldparliament.gov.
netZconstitution.html. que anima a sus nuevos lectores a inscribirse y con
vertirse en parlamentarios mundiales.
7. Sobre la agitación y las transformaciones sociales y culturales de la
década de 1960, véase de nuevo Suri. Power and Protest, passim.
8. Sobre la «personalidad internacional» de las ONG, véase el artículo
de Benjamín Cohén «Ofthe People. by the People, for the People», pp. 129-
137 de 77ie United Nations: Constitutional Developments, Growth and *Possibi
lities (Cambridge. Massachusetts, 1961). una perspectiva asombrosamente
optimista y utópica de la reunión de todos los pueblos. Está claro que al
gunos observadores externos de la época entendieron las nobles palabras de
la Coarta de forma más literal que los diplomáticos que habían acuñado ese
lenguaje.
9. En el informe de Amnistía Internacional de 2004 (Nueva York,
2004) he echado un vistazo rápido a la «Lista de países» del año 2003 y solo
Costa Rica, Dinamarca, Islandia, Noruega, Países Bajos y Nueva Zelanda
no aparecen. Hasta Finlandia recibe un leve toque de atención.
10. He extraído esta información sobre Médicos Sin Fronteras de
www.doctorswithoutborders.org. Al igual que todas las demás ONG, MSF
378
NOTAS
379
NOTAS
radigm?», Population and Development Review, 21, n.° 2 (1995), pp. 223-
260; también enjasmin Abdullah, «The Holy See at United Nations Con
ferences: Sute or Church?». Columbra Law Review, 96, n * 7 (noviembre
de 1996), pp. 1.835-1.875, este último un argumento para degradar la con
dición especial del Vaticano. En mi opinión no esta del todo claro exacta
mente con cuántos estados miembros de la ONU mantiene relaciones di
plomáticas la Santa Sede, pero en un momento de la Conferencia de El
Cairo el Vaticano convocó a ciento veinte embajadores extranjeros resi
dentes para hacerles llegar sus opiniones.
19. Los datos globales básicos sobre las donaciones de las fundaciones
estadounidenses proceden del Foundation Center, tanto de sus estudios
anuales recientes como de su página web, www.fdncenter.org. La informa
ción sobre las fundaciones Ford y Gates procede de sus respectivas páginas
web, www.fordfound.org y www.gatesfound.ojg. Ambas organizaciones
son extremadamente prolijas e, inevitablemente, se felicitan a si mismas en
su función, pero los estudios sobre casos de los que informan constituyen los
fundamentos de este análisis. También existe un importante artículo, más
antiguo, de Peter D. Bell, «The Ford Foundation as a Transnacional Actor»,
en International Organization, 25, n.° 3 (verano de 1971), pp. 465-478.
20. En este aspecto me he basado enormemente en tres importantes
artículos de resumen: Peter Viggo Jakobsen, «National Interest, Humani-
tarianism or CNN: What Triggers UN Peace Enforcement After the Coid
War?», Journal of Peace Research, 33, n.° 2 (1996), pp. 205-215; Jakobsen,
«Focus of the CNN Effect Misses the Point», Journal of Peace Research, 37,
n.° 5 (2000), pp. 547-562, y jonathan Mermin, «Televisión News and
American Intervention in Somalia: The Myth of a Media Driven Foreign
Policy», Political Science Quarterly, 112, n.° 3 (1997), pp. 385-403.
21. La información sobre el BBC World Service procede de muchos
artículos de su informe anual correspondiente a los anos 2003-2004, que pue
de consultarse en www.bbc.co.uk/worldservice/us/annual_review/2003. El
comentario de Krugman aparece en su columna «The China Syndrome»,
The New York Times, 13 de mayo de 2003.
22. No he sido capaz de encontrar un estudio que analice la totalidad
de las actividades que desarrollan los organismos de la ONU, las iglesias, las
ONG, las fundaciones y demás instancias en un único país como, por
ejemplo, Tanzania. Pero sería verdaderamente interesante disponer de él.
A efectos de convergencia, en la Conferencia Mundial de la ONU sobre
Población y Desarrollo celebrada en 1994 el personal de The Pew Chari-
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NOTAS
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NOTAS
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NOTAS
Epílogo
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NOTAS
para ello se sirvió del «sesenta años después». Al publicarlo justo antes del
cincuenta aniversario de la reina Victoria, celebrado en 1887, llamó mu
chísimo la atención, como es lógico, sobre la idea de la inmensa brecha
existente entre las aspiraciones de principios de la era victoriana y sus pro
pias preocupaciones de finales de ese período.
2. El fragmento de Gladstone puede encontrarse completo en Day,
op. cit., p. 342.
Apéndice
387
APÉNDICE
a preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra que dos ve
ces durante nuestra vida ha infligido a la Humanidad sufrimientos indeci
bles,
388
CARTA DE LAS NACIONES UNIDAS
Carta de las Naciones Unidas, y por este acto establecen una organización
internacional que se denominará las Naciones Unidas.
Articulo l
Los propósitos de las Naciones Unidas son:
1. Mantener la paz y la seguridad internacionales, y con tal fin: tomar
medidas colectivas eficaces para prevenir y eliminar amenazas a la
paz, y para suprimir actos de agresión u otros quebrantamientos de
la paz; y lograr por medios pacíficos, y de conformidad con los prin
cipios de la justicia y del derecho internacional, el ajuste o arreglo de
controversias o situaciones internacionales susceptibles de conducir
a quebrantamientos de la paz;
2. Fomentar entre las naciones relaciones de amistad basadas en el res
peto a) principio de la igualdad de derechos y al de la libre determi
nación de los pueblos, y tomar otras medidas adecuadas para forta
lecer la paz universal;
3. Realizar la cooperación internacional en la solución de problemas
internacionales de carácter económico, social, cultural o humanita
rio, y en el desarrollo y estímulo del respeto a los derechos humanos
y a las libertades fundamentales de todos, sin hacer distinción por
motivos de raza, sexo, idioma o religión; y
4. Servir de centro que armonice los esfuerzos de las naciones por al
canzar estos propósitos comunes.
Artículo 2
Para la realización de los Propósitos consignados en el Artículo 1, la Organi
zación y sus Miembros procederán de acuerdo con los siguientes Principios:
1. La Organización está basada en el principio de la igualdad soberana
de todos sus Miembros.
2. Los Miembros de la Organización, a fin de asegurarse los derechos y
beneficios inherentes a su condición de tales, cumplirán de buena fe
las obligaciones contraídas por ellos de conformidad con esta Carta.
3. Los Miembros de la Organización arreglarán sus controvenias inter
nacionales por medios pacíficos de tal manera que no se pongan en
peligro ni la paz y la seguridad internacionales ni la justicia.
389
APÉNDICE
Artículo 3
Son Miembros originarios de las Naciones Unidas los Estados que habien
do participado en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Organiza
ción Internacional celebrada en San Francisco, o que habiendo firmado
previamente la Declaración de las Naciones Unidas de 1 de enero de 1942,
suscriban esta Carta y la ratifiquen de conformidad con el Artículo 110.
Articulo 4
1. Podrán ser Miembros de las Naciones Unidas todos los demás Esta
dos amantes de la paz que acepten las obligaciones consignadas en
esta Carta, y que, ajuicio de la Organización, estén capacitados para
cumplir dichas obligaciones y se hallen dispuestos a hacerlo.
2. La admisión de tales Estados como Miembros de las Naciones Uni
das se efectuará por decisión de la Asamblea General a recomenda
ción del Consejo de Seguridad.
390
CARTA DE LAS NACIONES UNIDAS
Artículo 5
Todo Miembro de las Naciones Unidas que haya sido objeto de acción
preventiva o coercitiva por parte del Consejo de Seguridad podrá ser sus
pendido por la Asamblea General, a recomendación del Consejo de Segu
ridad, del ejercicio de los derechos y privilegios inherentes a su calidad de
Miembro. El ejercicio de tales derechos y privilegios podrá ser restituido
por el Consejo de Seguridad.
Artículo 6
Todo Miembro de las Naciones Unidas que haya violado repetidamente los
Principios contenidos en esta Carta podrá ser expulsado de la Organización
por la Asamblea General a recomendación del Consejo de Seguridad.
Artículo 7
1. Se establecen como órganos principales de las Naciones Unidas: una
Asamblea General, un Consejo de Seguridad, un Consejo Econó
mico y Social, un Consejo de Administración Fiduciaria, una Cor
te Internacional de Justicia y una Secretaría.
2. Se podran establecer, de acuerdo con las disposiciones de la presen
te Carca, los órganos subsidiarios que se estimen necesarios.
Artículo 8
La Organización no establecerá restricciones en cuanto a la elegibilidad
de hombres y mujeres para participar en condiciones de igualdad y en
cualquier carácter en las funciones de sus órganos principales y subsidia
rios.
Composición
Artículo 9
1. La Asamblea General estará integrada por todos los Miembros de las
Naciones Unidas.
391
APÉNDICE
Funciones y poderes
Artículo 10
La Asamblea General podra discutir cualesquiera asuntos o cuestiones den
tro de los limites de esta Carta o que se peñeran a los poderes y funciones
de cualquiera de los órganos creados por esta Carta, y salvo lo dispuesto en
el Artículo 12 podrá hacer recomendaciones sobre tales asuntos o cuestio
nes a los Miembros de las Naciones Unidas o al Consejo de Seguridad o a
este y a aquellos.
Artículo 11
1. La Asamblea General podrá considerar los principios generales de la
cooperación en el mantenimiento de la paz y la segundad interna
cionales, incluso los principios que rigen el desarme y la regulación
de los armamentos, y podrá también hacer recomendaciones res
pecto de tales principios a los Miembros o al Consejo de Seguridad
o a este y a aquellos.
2. La Asamblea General podrá discutir toda cuestión relativa al mante
nimiento de la paz y la seguridad internacionales que presente a su
consideración cualquier Miembro de las Naciones Unidas o el Con
sejo de Seguridad, o que un Estado que no es Miembro de las Na
ciones Unidas presente de conformidad con el Articulo 35, párrafo 2,
y salvo lo dispuesto en el Artículo 12, podrá hacer recomendaciones
acerca de tales cuestiones al Estado o Estados interesados o al Con
sejo de Seguridad o a este y a aquellos. Toda cuestión de esta na
turaleza con respecto a la cual se requiera acción será referida al
Consejo de Seguridad por la Asamblea General antes o después de
discutirla.
3. La Asamblea General podrá llamar la atención del Consejo de Se
guridad hacia situaciones susceptibles de poner en peligro la paz y la
seguridad internacionales.
4. Los poderes de la Asamblea General enumerados en este Artículo
no limitarán el alcance general del Artículo 10.
392
CARTA DE LAS NACIONES UNIDAS
Artículo 12
1. Mientras el Consejo de Segundad esté desempeñando las funcio
nes que le asigna esta Cana con respecto a una controversia o si
tuación, la Asamblea General no hará recomendación alguna sobre
tal controversia o situación, a no ser que lo solicite el Consejo de
Seguridad.
2. El Secretario General, con el consentimiento del Consejo de Se
guridad, informará a la Asamblea General, en cada periodo de se
siones, sobre codo asunto relativo al mantenimiento de la paz y la
seguridad internacionales que estuviere tratando el Consejo de Se
guridad, e informará asimismo a la Asamblea General, o a los
Miembros de las Naciones Unidas si la Asamblea no estuviere reu
nida, tan pronto como el Consejo de Seguridad cese de tratar di
chos asuntos.
Artículo 13
1. La Asamblea General promoverá estudios y hará recomendaciones
para los Enes siguientes:
a) fomentar la cooperación internacional en el campo político e
impulsar el desarrollo progresivo del derecho internacional y su
codificación;
b) fomentar la cooperación internacional en materias de carácter
económico, social, cultural, educativo y sanitario y ayudar a ha
cer efectivos ios derechos humanos y las libertades fundamentales
de todos, sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma
o religión.
2. Los demás poderes, responsabilidades y funciones de la Asamblea Ge
neral con relación a los asuntos que se mencionan en el inciso b) del
párrafo 1 precedente quedan enumerados en los Capítulos ¡X y X.
Artículo 14
Salvo lo dispuesto en el Artículo 12, la Asamblea General podrá recomen
dar medidas para el arreglo pacífico de cualesquiera situaciones, sea cual
fuere su origen, que ajuicio de la Asamblea puedan peijudicar el bienestar
general o las relaciones amistosas entre naciones, incluso las situaciones re
sultantes de una violación de las disposiciones de esta Carta que enuncian
los Propósitos y Principios de las Naciones Unidas.
393
APÉNDICE
Artículo 15
1. La Asamblea General recibirá y considerará informes anuales y espe
ciales del Consejo de Seguridad. Estos informes comprenderán una
relación de las medidas que el Consejo de Seguridad haya decidido
aplicar o haya aplicado para mantener la paz y la seguridad interna
cionales.
2. La Asamblea General recibirá y considerará informes de los demás
órganos de las Naciones Unidas.
Artículo 16
La Asamblea General desempeñará, con respecto al régimen internacional
de administración fiduciaria, las funciones que se le atribuyen conforme a
los Capítulos XII y XIIl, incluso la aprobación de los acuerdos de admi
nistración fiduciaria de zonas no designadas como estratégicas.
Articulo 17
1. La Asamblea General examinará y aprobara el presupuesto de la Or
ganización.
2. Los miembros sufragarán los gastos de la Organización en la pro
porción que determine la Asamblea General.
3. La Asamblea General considerará y aprobará los arreglos financieros
y presupuestarios que se celebren con los organismos especializados
de que trata el Artículo 57 y examinará los presupuestos administra
tivos de tales organismos especializados con el fin de hacer reco
mendaciones a los organismos correspondientes.
Votación
Artículo 18
1. Cada Miembro de la Asamblea General tendrá un voto.
2. Las decisiones de la Asamblea General en cuestiones importantes se
tomarán por el voto de una mayoría de dos tercios de los miembros
presentes y votantes. Estas cuestiones comprenderán: las recomen
daciones relativas al mantenimiento de la paz y la seguridad inter
nacionales, la elección de los miembros no permanentes del Con
sejo de Seguridad, la elección de los miembros del Consejo
Económico y Social, la elección de los miembros del Consejo de
Administración Fiduciaria de conformidad con el inciso r), párrafo 1,
394
CARTA DE LAS NACIONES UNIDAS
Artículo 19
El Miembro de las Naciones Unidas que esté en mora en el pago de sus
cuotas financieras para los gastos de la Organización, no tendrá voto en la
Asamblea General cuando la suma adeudada sea igual o superior al total de
las cuotas adeudadas por los dos años anteriores completos. La Asamblea
General podra, sin embargo, permitir que dicho Miembro vote si llegare a
la conclusión de que la mora se debe a circunstancias ajenas a la voluntad
de dicho Miembro.
Procedimiento
Artículo 20
La Asamblea General se reunirá anualmente en sesiones ordinarias y,
cada vez que las circunstancias lo exijan, en sesiones extraordinarias. El
Secretario General convocará a sesiones extraordinarias a solicitud del
Consejo de Seguridad o de la mayoría de los Miembros de las Naciones
Unidas.
Artículo 21
La Asamblea General dictará su propio reglamento y elegirá su Presidente
para cada período de sesiones.
Artículo 22
La Asamblea General podrá establecer los organismos subsidiarios que esti
me necesarios para el desempeño de sus funciones.
395
APÉNDICE
Composición
Articula 23
1. El Consejo de Seguridad se compondrá de quince miembros de las
Naciones Unidas. La República de China, Francia, la Unión de
las Repúblicas Socialistas Soviéticas, el Reino Unido de la Gran
Bretaña e Irlanda del Norte y los Estados Unidos de América, serán
miembros permanentes del Consejo de Seguridad. La Asamblea Ge
neral elegirá otros diez Miembros de las Naciones Unidas que serán
miembros no permanentes del Consejo de Seguridad, prestando es
pecial atención, en primer término, a la contribución de los Miem
bros de las Naciones Unidas al mantenimiento de la paz y la seguri
dad internacionales y a los demás propósitos de la Organización,
como también a una distribución geográfica equitativa.
2. Los miembros no permanentes del Consejo de Seguridad serán ele
gidos por un período de dos años. En la primera elección de los
miembros no permanentes que se celebre después de haberse au
mentado de once a quince el número de miembros del Consejo de
Seguridad, dos de los cuatro miembros nuevos serán elegidos por un
periodo de un año. Los miembros salientes no serán reelegibles para
el período subsiguiente.
3. Cada miembro del Consejo de Seguridad tendrá un representante.
Funciones y poderes
A níatía 24
1. A fin de asegurar acción rápida y eficaz por parte de las Naciones Uni
das, sus Miembros confieren al Consejo de Seguridad la responsabi
lidad primordial de mantener la paz y la seguridad internacionales, y
reconocen que el Consejo de Seguridad actúa en nombre de ellos al
desempeñar las funciones que le impone aquella responsabilidad.
2. En el desempeño de estas funciones, el Consejo de Seguridad pro
cederá de acuerdo con los Propósitos y Principios de las Naciones
Unidas. Los poderes otorgados al Consejo de Seguridad para el de
sempeño de dichas funciones quedan definidos en los Capítulos VI,
VIL VHIyXII.
396
CARTA DE LAS NACIONES UNIDAS
Artículo 25
Los Miembros de las Naciones Unidas convienen en aceptar y cumplir las
decisiones del Consejo de Seguridad de acuerdo con esta Carta.
Artículo 26
A fin de promover el establecimiento y mantenimiento de la paz y la se
guridad internacionales con la menor desviación posible de los recursos
humanos y económicos del mundo hacia los armamentos, el Consejo de
Seguridad tendrá a su cargo, con la ayuda del Comité de Estado Mayor a
que se refiere el Artículo 47, la elaboración de planes que se someterán
a los Miembros de las Naciones Unidas para el establecimiento de un sis
tema de regulación de los armamentos.
Votación
Artículo 21
1. Cada miembro del Consejo de Seguridad tendrá un voto.
2. Las decisiones del Consejo de Seguridad sobre cuestiones de proce
dimiento serán tomadas por el voto afirmativo de nueve miembros.
3. Las decisiones del Consejo de Seguridad sobre todas las demás cues
tiones serán tomadas por el voto afirmativo de nueve miembros, in
cluso los votos afirmativos de todos los miembros permanentes; pero
en las decisiones tomadas en virtud del Capitulo VI y del párrafo 3
del Artículo 52, la parte en una controversia se abstendrá de votar.
Procedimiento
Artículo 28
1. El Consejo de Seguridad será organizado de modo que pueda fun
cionar continuamente. Con tal fin» cada miembro del Consejo de
Seguridad tendrá en todo momento su representante en la sede de la
Organización.
2. El Consejo de Seguridad celebrará reuniones periódicas en las cua
les cada uno de sus miembros podrá, si lo desea, hacerse representar
397
APÉNDICE
Jrrícwfo 29
El Consejo de Seguridad podrá establecer los organismos subsidiarios que
estime necesarios para el desempeño de sus funciones.
Artículo 30
El Consejo de Seguridad dictará su propio reglamento, el cual establecerá
el método de elegir su Presidente.
Artículo 31
Cualquier Miembro de las Naciones Unidas que no sea miembro del
Consejo de Seguridad podrá participar sin derecho a voto en la discu
sión de roda cuestión llevada ante el Consejo de Seguridad cuando este
considere que los intereses de ese Miembro están afectados de manera
especial.
Artículo 32
El Miembro de las Naciones Unidas que no tenga asiento en el Consejo de
Seguridad o el Estado que no sea Miembro de las Naciones Unidas, si fue
re parte en una controversia que esté considerando el Consejo de Seguri
dad. será invitado a participar sin derecho a voto en las discusiones relativas
a dicha controversia. El Consejo de Seguridad establecerá las condiciones
que estime justas para la participación de los Estados que no sean Miembros
de las Naciones Unidas.
Artículo 33
1. Las partes en una controversia cuya continuación sea susceptible de
poner en peligro el mantenimiento de la paz y la seguridad interna
cionales tratarán de buscarle solución, ante todo, mediante la nego
ciación, la investigación, la mediación, la conciliación, el arbitraje,
398
CARTA DE LAS NACIONES UNIDAS
Artículo 34
El Consejo de Seguridad podrá investigar toda controversia, o coda situa
ción susceptible de conducir a fricción internacional o dar origen a una
controversia, a fin de determinar si la prolongación de tal controversia o si
tuación puede poner en peligro el mantenimiento de la paz y la seguridad
internacionales.
Articulo 35
1. Todo Miembro de las Naciones Unidas podrá llevar cualquier contro
versia, o cualquier situación de la naturaleza expresada en el Artículo
34, a la atención del Consejo de Seguridad o de la Asamblea General.
2. Un Estado que no es Miembro de las Naciones Unidas podra llevar
a la atención del Consejo de Seguridad o de la Asamblea General
toda controversia en que sea parte, si acepta de antemano, en lo re
lativo a la controversia, las obligaciones de arreglo pacífico estable
cidas en esta Carta.
3. El procedimiento que siga la Asamblea Genera] con respecto a asun
tos que le sean presentados de acuerdo con este Artículo quedará su
jeto a las disposiciones de los Artículos 11 y 12.
Artículo 36
1. El Consejo de Seguridad podrá, en cualquier estado en que se en
cuentre una controversia de la naturaleza de que trata el Artículo 33
o una situación de índole semejante, recomendar los procedimien
tos o métodos de ajuste que sean apropiados.
2. £1 Consejo de Seguridad deberá tomar en consideración todo pro
cedimiento que las panes hayan adoptado para el arreglo de la con
troversia.
3. Al hacer recomendaciones de acuerdo con este Artículo, el Conse
jo de Seguridad deberá tomar también en consideración que las
controversias de orden jurídico, por regla general, deben ser some
tidas por las partes a la Corte Internacional de Justicia, de conformi
dad con las disposiciones del Estatuto de la Corte.
399
APÉNDICE
XíTÍcm/o 37
1. Si las partes en una controversia de la naturaleza definida en el Ar
tículo 33 no lograren arreglarla por los medios indicados en dicho
Articulo, la someterán al Consejo de Seguridad.
2. Si el Consejo de Seguridad estimare que la continuación de la
controversia es realmente susceptible de poner en peligro el man
tenimiento de la paz y la seguridad internacionales, el Consejo
decidirá si ha de proceder de conformidad con el Artículo 36 o si
ha de recomendar los términos de arreglo que considere apropiados.
Artículo 38
Sin peijuicio de lo dispuesto en los Artículos 33 a 37, el Consejo de
Seguridad podrá, si asi lo solicitan todas las partes en una controversia,
hacerles recomendaciones a efecto de que se llegue a un arreglo pacífico.
Artículo 39
El Consejo de Seguridad determinará la existencia de toda amenaza a la
paz, quebrantamiento de la paz o acto de agresión y hará recomendacio
nes o decidirá qué medidas serán tomadas de conformidad con los Ar
tículos 41 y 42 para mantener o restablecer la paz y la seguridad interna
cionales.
Artículo 40
& fin de evitar que la situación se agrave, el Consejo de Seguridad, antes
de hacer las recomendaciones o decidir las medidas de que trata el Ar
tículo 39, podrá instar a las partes interesadas a que cumplan con las me
didas provisionales que juzgue necesarias o aconsejables. Dichas medidas
provisionales no peijudicarán los derechos, las reclamaciones o la posi
ción de las panes interesadas. El Consejo de Seguridad tomará debida
nota del incumplimiento de dichas medidas provisionales.
Artículo 41
El Consejo de Seguridad podrá decidir qué medidas que no impliquen el
uso de la fuerza armada han de emplearse para hacer efectivas sus decisio
400
CARTA DE LAS NACIONES UNIDAS
nes, y podrá insur a los Miembros de las Naciones Unidas a que apliquen
dichas medidas, que podrán comprender la interrupción total o parcial de
las relaciones económicas y de las comunicaciones ferroviarias, marítimas,
aereas, postales, telegráficas, radioeléctricas, y otros medios de comunica
*
ción, así como la ruptura de relaciones diplomáticas.
Artículo 42
Si el Consejo de Seguridad estimare que las medidas de que trata el Articu
lo 41 pueden ser inadecuadas o han demostrado serlo, podrá ejercer, por
medio de fuerzas aéreas, navales o terrestres, la acción que sea necesaria para
mantener o restablecer la paz y la seguridad internacionales. Tal acción
podrá comprender demostraciones, bloqueos y otras operaciones ejecuta
das por fuerzas aéreas, navales o terrestres de Miembros de las Naciones
Unidas.
Artículo 43
1. Todos los Miembros de las Naciones Unidas, con el fin de contri
buir al mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, se
comprometen a poner a disposición del Consejo de Seguridad,
cuando este lo solicite, y de conformidad con un convenio especial
o con convenios especiales, las fuerzas armadas, la ayuda y las facili
dades, incluso el derecho de paso, que sean necesarias para el pro
pósito de mantener la paz y la seguridad internacionales.
2. Dicho convenio o convenios fijarán el número y clase de las fuer
zas, su grado de preparación y su ubicación general, como tam
bién la naturaleza de las facilidades y de la ayuda que habrán de
darse.
3. El convenio o convenios serán negociados a iniciativa del Consejo
de Seguridad tan pronto como sea posible; serán concertados entre
el Consejo de Seguridad y Miembros individuales o entre el Con
sejo de Seguridad y grupos de Miembros, y estarán sujetos a ratifi
cación por los Estados signatarios de acuerdo con sus respectivos
procedimientos constitucionales.
Artículo 44
Cuando el Consejo de Seguridad haya decidido hacer uso de la fuerza, an
tes de requerir a un Miembro que no esté representado en él a que provea
fuerzas armadas en cumplimiento de las obligaciones contraídas en virtud
401
APÉNDICE
del Artículo 43, invitará a dicho Miembro, si este así lo deseare, a partici
par en las decisiones del Consejo de Seguridad relativas al empleo de con
tingentes de fuerzas armadas de dicho Miembro.
Artículo 45
A fin de que la Organización pueda tomar medidas militares urgentes, sus
Miembros mantendrán contingentes de fuerzas aéreas nacionales inmedia
tamente disponibles para la ejecución combinada de una acción coercitiva
internacional. La potencia y el grado de preparación de estos contingentes
y los planes para su acción combinada serán determinados, dentro de los lí
mites establecidos en el convenio o convenios especiales de que trata el Ar
ticulo 43, por el Consejo de Segundad con la ayuda del Comité de Estado
Mayor.
Artículo 46
Los planes para el empleo de la fuerza annada serán hechos por el Conse
jo de Seguridad con la ayuda del Comité de Estado Mayor.
Artículo 47
1. Se establecerá un Comité de Estado Mayor para asesorar y asistir al
Consejo de Seguridad en todas las cuestiones relativas a las necesi
dades militares del Consejo para el mantenimiento de la paz y la se
guridad internacionales, al empleo y comando de las fuerzas pues
tas a su disposición, a la regulación de los armamentos y al posible
desarme.
2. El Comité de Estado Mayor estará integrado por los Jefes de Esta
do Mayor de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad
o sus representantes. Todo Miembro de las Naciones Unidas que
no esté permanentemente representado en el Comité será invita
do por este a asociarse a sus labores cuando el desempeño eficien
te de las funciones del Comité requiera la participación de dicho
Miembro.
3. El Comité de Estado Mayor tendrá a su cargo, bajo la autoridad
del Consejo de Seguridad, la dirección estratégica de todas las
fuerzas armadas puestas a disposición del Consejo. Las cuestiones
relativas al comando de dichas fuerzas serán resueltas posterior
mente.
4. El Comité de Estado Mayor, con autorización del Consejo de Se
402
CARTA DE LAS NACIONES UNIDAS
Articula 48
1. La acción requerida para llevar a cabo las decisiones del Consejo de
Seguridad para el mantenimiento de la paz y la seguridad interna
cionales será ejercida por todos los Miembros de las Naciones Uni
das o por algunos de ellos, según lo determine el Consejo de Segu
ridad.
2. Dichas decisiones serán llevadas a cabo por los Miembros de las Na
ciones Unidas directamente y mediante su acción en los organismos
internacionales apropiados de que formen parte.
Artículo 49
Los Miembros de las Naciones Unidas deberán prestarse ayuda mutua para
llevar a cabo las medidas dispuestas por el Consejo de Seguridad.
Artículo 50
Si el Consejo de Seguridad tomare medidas preventivas o coercitivas
contra un Estado, cualquier otro Estado, sea o no Miembro de las
Naciones Unidas, que confrontare problemas económicos especiales
originados por la ejecución de dichas medidas, tendrá el derecho de
consultar al Consejo de Seguridad acerca de la solución de esos pro
blemas.
Artículo 51
Ninguna disposición de esta Carta menoscabará el derecho inmanente de
legitima defensa, individual o colectiva, en caso de ataque armado contra
un Miembro de las Naciones Unidas, hasta tanto que el Consejo de Se
guridad haya tomado las medidas necesarias para mantener la paz y la
seguridad internacionales. Las medidas tomadas por los Miembros en ejer
cicio del derecho de legítima defensa serán comunicadas inmediatamen
te al Consejo de Seguridad, y no afectarán en manera alguna la autoridad
y responsabilidad del Consejo conforme a la presente Carta para ejercer
en cualquier momento la acción que estime necesaria con el En de man
tener o restablecer la paz y la seguridad internacionales.
403
APÉNDICE
Artículo 52
t. Ninguna disposición de esta Carta se opone a la existencia de acuer
dos u organismos regionales cuyo fin sea entender en los asuntos re
lativos al mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales y
susceptibles de acción regional, siempre que dichos acuerdos u or
ganismos, y sus actividades, sean compatibles con los Propósitos y
Principios de las Naciones Unidas.
2. Los Miembros de las Naciones Unidas que sean partes en dichos
acuerdos o que constituyan dichos organismos, harán todos los es
fuerzos posibles para lograr el arreglo pacífico de las controversias de
carácter local por medio de tales acuerdos u organismos regionales
antes de someterlas al Consejo de Seguridad.
3. El Consejo de Seguridad promoverá el desarrollo del arreglo pacífi
co de las controversias de carácter local por medio de dichos acuer
dos u organismos regionales, procediendo, bien a iniciativa de los
Estados interesados, bien a instancia del Consejo de Seguridad.
4. Este Articulo no afecta en manera alguna a la aplicación de los Ar
tículos 34 y 35.
Articulo 53
1. El Consejo de Seguridad utilizará dichos acuerdos u organismos
regionales, si a ello hubiere lugar, para aplicar medidas coercitivas
bajo su autoridad. Sin embargo, no se aplicarán medidas coerciti
vas en virtud de acuerdos regionales o por organismos regionales
sin autorización del Consejo de Seguridad» salvo que contra Esta
dos enemigos, según se les define en el párrafo 2 de este Artículo,
se tomen las medidas dispuestas en virtud del Artículo 107 o en
acuerdos regionales dirigidos contra la renovación de una política
de agresión de parte de dichos Estados, hasta tanto que a solicitud
de los gobiernos interesados quede a caigo de la Organización la
responsabilidad de prevenir nuevas agresiones de parte de aquellos
Estados.
2. El término «Estados enemigos» empleado en el párrafo 1 de este
Artículo se aplica a todo Estado que durante la Segunda Guerra
Mundial haya sido enemigo de cualquiera de los signatarios de esta
Carta.
404
CARTA DE LAS NACIONES UNIDAS
Artículo 54
Se deberá mantener en todo tiempo al Consejo de Seguridad plenamente
informado de las actividades emprendidas o proyectadas de conformidad
con acuerdos regionales o por organismos regionales con el propósito de
mantener la paz y la seguridad internacionales.
Articulo 55
Con el propósito de crear las condiciones de estabilidad y bienestar nece
sarias para las relaciones pacíficas y amistosas entre las naciones, basadas en
el respeto al principio de la igualdad de derechos y al de la libre determi
nación de los pueblos, la Organización promoverá:
Artículo 56
Todos los Miembros se comprometen a tomar medidas conjunta o separa
damente, en cooperación con la Organización, para la realización de los
propósitos consignados en el Articulo 55.
Artículo 57
1. Los distintos organismos especializados establecidos por acuerdos
intergubemamentales. que tengan amplias atribuciones internacio
nales definidas en sus estatutos, y relativas a materias de carácter eco
nómico, social, cultura], educativo, sanitario, y otras conexas, serán
vinculados con la Organización de acuerdo con las disposiciones del
Articulo 63.
2. Tales organismos especializados así vinculados con la Organización
se denominarán en adelante «los organismos especializados».
405
APÉNDICE
Articula 58
La Organización hará recomendaciones con el objeto de coordinar las nor
mas de acción y las actividades de ios organismos especializados.
Articula 59
La Organización iniciara, cuando hubiere lugar, negociaciones entre los
Estados interesados para crear los nuevos organismos especializados que
fueren necesarios para la realización de los propósitos enunciados en el Ar
ticulo 55.
Artículo 60
La responsabilidad por el desempeño de las funciones de la Organización
señaladas en este Capítulo corresponderá a la Asamblea Genera! y. bajo la
autoridad de esta, al Consejo Económico y Social, que dispondrá a este
efecto de las facultades expresadas en el Capitulo X.
Composición
Articula 6!
1. El Consejo Económico y Social estará integrado por cincuenta y
cuatro Miembros de las Naciones Unidas elegidos por la Asamblea
General.
2. Salvo lo prescrito en el párrafo 3, dieciocho miembros del Consejo
Económico y Social serán elegidos cada año por un periodo de tres
anos. Los miembros salientes serán reelegibles para el período subsi
guiente.
3. En la primera elección que se celebre después de haberse aumenta
do de veintisiete a cincuenta y cuatro el número de miembros del
Social además de los miembros que se eli
Consejo Económico y *
jan para sustituir a los nueve miembros cuyo mandato expire al fi
nal de ese año, se elegirán veintisiete miembros más. El mandato de
nueve de estos veintisiete miembros adicionales así elegidos expira
rá al cabo de un año y el de otros nueve miembros una vez trans
años conforme a las disposiciones que dicte la Asam
curridos dos *
blea General.
406
CARTA DE LAS NACIONES UNIDAS
Funciones y poderes
Artículo 62
1. El Consejo Económico y Social podra hacer o iniciar estudios e in
formes con respecto a asuntos internacionales de carácter económi
co, social, cultural, educativo y sanitario, y otros asuntos conexos, y
hacer recomendaciones sobre tales asuntos a la Asamblea General, a
los Miembros de las Naciones Unidas y a los organismos especiali
zados interesados.
2. El Consejo Económico y Social podrá hacer recomendaciones con
el objeto de promover el respeto a los derechos humanos y a las li
bertades fundamentales de todos, y la efectividad de tales derechos y
libertades.
3. El Consejo Económico y Social podra formular proyectos de con
vención con respecto a cuestiones de su competencia para someter
los a la Asamblea General.
4. El Consejo Económico y Social podrá convocar, conforme a las re
glas que prescriba la Organización, conferencias internacionales so
bre asuntos de su competencia.
Articulo 63
1. El Consejo Económico y Social podrá concertar con cualquiera
de los organismos especializados de que trata el Articulo 57,
acuerdos por medio de los cuales se establezcan las condiciones en
que dichos organismos habrán de vincularse con la Organización.
Tales acuerdos estarán sujetos a la aprobación de la Asamblea Ge
neral.
2. El Consejo Económico y Social podrá coordinar las actividades de
los organismos especializados mediante consultas con ellos y hacién
doles recomendaciones, como también mediante recomendacio
nes a la Asamblea General y a los Miembros de las Naciones
Unidas.
407
APÉNDICE
Articule 64
1. El Consejo Económico y Social podrá tomar las medidas apropiadas
para obtener informes periódicos de los organismos especializados.
También podra hacer arreglos con los Miembros de las Naciones
Unidas y con los organismos especializados para obtener informes
con respecto a las medidas tomadas para hacer efectivas sus propias
recomendaciones y las que haga la Asamblea General acerca de ma
terias de la competencia del Consejo.
2. El Consejo Económico y Social podrá comunicar a la Asamblea Ge
neral sus observaciones sobre dichos informes.
Articulo 65
El Consejo Económico y Social podrá suministrar información al Consejo
de Seguridad y deberá darle la ayuda que este le solicite.
Articulo 66
1. El Consejo Económico y Social desempeñará las fondones que cai
gan dentro de su competencia en relación con el cumplimiento de
las recomendaciones de la Asamblea General.
2. El Consejo Económico y Social podrá prestar, con aprobación de la
Asamblea General, los servicios que le soliciten los Miembros de las
Naciones Unidas y los organismos especializados.
3. El Consejo Económico y Social desempeñará las demás funciones
prescritas en otras partes de esta Carta o que le asignare la Asamblea
General.
Votación
Articulo 67
1. Cada miembro del Consejo Económico y Social tendrá un voto.
2. Las decisiones del Consejo Económico y Social se tomarán por la
mayoría de los miembros presentes y votantes.
Procedimiento
Artículo 68
El Consejo Económico y Social establecerá comisiones de orden eco
nómico y social y para la promoción de los derechos humanos, asi
408
CARTA DE LAS NACIONES UNIDAS
Articulo 69
El Consejo Económico y Social invitará a cualquier Miembro de las Na
ciones Unidas a participar, sin derecho a voto, en sus deliberaciones sobre
cualquier asunto de particular interés para dicho Miembro.
Articulo 70
El Consejo Económico y Social podrá hacer arreglos para que represen
tantes de los organismos especializados participen, sin derecho a voto, en
sus deliberaciones y en las de las comisiones que establezca, y para que sus
propios representantes participen en las deliberaciones de aquellos orga
nismos.
Articulo 71
El Consejo Económico y Social podrá hacer arreglos adecuados para cele
brar consultas con organizaciones no gubernamentales que se ocupen en
asuntos de la competencia del Consejo. Podrán hacerse dichos arreglos con
organizaciones internacionales y, si a ello hubiere lugar, con organizacio-
nes nacionales, previa consulta con el respectivo Miembro de las Naciones
Unidas.
Artículo 72
1. El Consejo Económico y Social dictará su propio reglamento, el
cual establecerá el método de elegir su Presidente.
2. El Consejo Económico y Social se reunirá cuando sea necesario de
acuerdo con su reglamento, el cual incluirá disposiciones para la con
vocación a sesiones cuando lo solicite una mayoría de sus miembros.
Artículo 73
Los Miembros de las Naciones Unidas que tengan o asuman la responsa
bilidad de administrar territorios cuyos pueblos no hayan alcanzado toda
vía la plenitud del gobierno propio, reconocen el principio de que los in
tereses de los habitantes de esos territorios están por encima de todo.
409
APÉNDICE
Artículo 74
Los Miembros de las Naciones Unidas convienen igualmente en que su
política con respecto a los territorios a que se refiere este Capitulo, no me
nos que con respecto a sus territorios metropolitanos, deberá fundarse en
el principio general de la buena vecindad, teniendo debidamente en cuen
ta los intereses y el bienestar del resto del mundo en cuestiones de carácter
social, económico y comercial.
410
CARTA DE LAS NACIONES UNIDAS
Articule 75
La Organización establecerá bajo su autoridad un régimen internacional de
administración fiduciaria para la administración y vigilancia de los territo
rios que puedan colocarse bajo dicho régimen en virtud de acuerdos espe
ciales posteriores. A dichos territorios se les denominará «territorios fidei
cometidos
.
*
Articulo 76
Los objetivos básicos del régimen de administración fiduciaria, de acuerdó
con los Propósitos de las Naciones Unidas enunciados en el Artículo I de
esta Carta, serán:
Artículo 77
1. El régimen de administración fiduciaria se aplicará a los territorios
de las siguientes categorías que se colocaren bajo dicho régimen por
medio de los correspondientes acuerdos:
411
APÉNDICE
/Irtícwfo 78
El régimen de administración fiduciaria no se aplicará a territorios que
hayan adquirido la calidad de Miembros de las Naciones Unidas, cuyas
rebelones entre sí se basarán en el respeto al principio de la igualdad so
berana.
Articula 79
Los términos de la administración fiduciaria para cada territorio que haya
de colocarse bajo el régimen expresado, y cualquier modificación o refor
ma, deberán ser acordados por los Estados directamente interesados, inclu
so la potencia mandataria en el caso de territorios bajo mandato de un
Miembro de las Naciones Unidas, y serán aprobados según se dispone en
los Artículos 83 y 85.
Articula 80
1. Salvo lo que se conviniere en los acuerdos especiales sobre adminis
tración fiduciaria concertados de conformidad con los Artículos 77,
79 y 81 y mediante los cuales se coloque cada territorio bajo el ré
gimen de administración fiduciaria, y hasta tanto se concierten tales
acuerdos, ninguna disposición de este Capítulo sera interpretada en
el sentido de que modifica en manera alguna los derechos de cua
lesquiera Estados o pueblos, o los términos de los instrumentos in
ternacionales vigentes en que sean partes Miembros de las Naciones
Unidas.
2. El párrafo 1 de este Artículo no será interpretado en el sentido de
que da motivo para demorar o diferir la negociación y celebra
ción de acuerdos para aplicar el régimen de administración fidu
ciaria a territorios bajo mandato y otros territorios, conforme al
Articulo 77.
412
CARTA DE LAS NACIONES UNIDAS
Artículo 81
El acuerdo sobre administración fiduciaria contendrá en cada caso las con
diciones en que se administrará el territorio fideicometido, y designará la
autoridad que ha de ejercer la administración. Dicha autoridad, que en lo
sucesivo se denominará la «autoridad administradora», podrá ser uno o más
Estados o la misma Organización.
Artículo 82
Podrán designarse en cualquier acuerdo sobre administración fiduciaria,
una o varias zonas estratégicas que comprendan parte o la totalidad del
territorio fideicometido a que se refiera el acuerdo, sin perjuicio de los
acuerdos especiales celebrados con arreglo al Artículo 43.
Artículo 83
1. Todas las funciones de las Naciones Unidas relativas a zonas estraté
gicas, incluso la de aprobar los términos de los acuerdos sobre admi
nistración fiduciaria y de las modificaciones o reformas de los mis
mos» serán ejercidas por el Consejo de Seguridad.
2. Los objetivos básicos enunciados en el Artículo 76 serán aplicables a
la población de cada zona estratégica.
3. Salvo las disposiciones de los acuerdos sobre administración fiducia
ria y sin peijuicio de las exigencias de la seguridad, el Consejo de
Seguridad aprovechará la ayuda del Consejo de Administración Fi
duciaria para desempeñar, en las zonas estratégicas, aquellas funcio
nes de la Organización relativas a materias políticas, económicas, so
ciales y educativas que correspondan al régimen de administración
fiduciaria.
Artículo 84
La autoridad administradora tendrá el deber de velar por que el territo
rio fideicometido contribuya al mantenimiento de la paz y la seguridad
internacionales. Con tal fin. la autoridad administradora podrá hacer uso
de las fuerzas voluntarias, de las facilidades y de la ayuda del citado te
rritorio, a efecto de cumplir con las obligaciones por ella contraídas a
este respecto ante el Consejo de Seguridad, como también para la de
fensa local y el mantenimiento de la ley y del orden dentro del territo
rio fideicometido.
413
APENDICE
Artículo 85
1. Las funciones de la Organización en lo que respecta a los acuerdos
sobre administración fiduciaria relativos a todas las zonas no desig
nadas como estratégicas, incluso la de aprobar los términos de los
acuerdos y las modificaciones o reformas de los mismos serán ejer
cidas por la Asamblea General.
2. El Consejo de Administración Fiduciaria, bajo la autoridad de la
Asamblea General, ayudará a esta en el desempeño de las funciones
aquí enumeradas.
Composición
Artículo 86
1. El Consejo de Administración Fiduciaria estará integrado por los si
guientes Miembros de las Naciones Unidas:
a) los Miembros que administren territorios fideicometidos;
fe) los Miembros mencionados por su nombre en el Artículo 23 que
no estén administrando territorios fideicometidos; y
c) tantos otros Miembros elegidos por períodos de tres años por la
Asamblea General cuantos sean necesarios para asegurar que el
número total de miembros del Consejo de Administración Fi
duciaria se divida por igual entre los Miembros de las Naciones
Unidas administradores de tales territorios y los no administra
dores.
2. Cada miembro del Consejo de Administración Fiduciaria designará
a una persona especialmente calificada para que lo represente en el
Consejo.
Funciones y poderes
Artículo 87
En el desempeño de sus funciones, la Asamblea General y. bajo su autori
dad, el Consejo de Administración Fiduciaria podrán:
414
CARTA DE LAS NACIONES UNIDAS
Articulo 88
El Consejo de Administración Fiduciaria formulará un cuestionario so
bre el adelanto político, económico, social y educativo de los habitantes
de cada territorio fideicometido; y la autoridad administradora de cada
territorio fideicometido dentro de la competencia de la Asamblea Ge
neral, rendirá a esta un informe anual sobre la base de dicho cuestio
nario.
Votación
Artículo 89
1. Cada miembro del Consejo de Administración Fiduciaria tendrá un
voto.
2. Las decisiones del Consejo de Administración Fiduciaria serán to
madas por el voto de la mayoría de los miembros presentes y vo
tantes.
Procedimiento
Articulo 90
1. El Consejo de Administración Fiduciaria dictará su propio regla
mento, el cual establecerá el método de elegir su Presidente.
2. El Consejo de Administración Fiduciaria se reunirá cuando sea
necesario, según su reglamento. Este contendrá disposiciones so
bre convocación del Consejo a solicitud de la mayoría de sus miem
bros.
Artículo 91
El Consejo de Administración Fiduciaria, cuando lo estime conveniente,
se valdrá de la ayuda del Consejo Económico y Social y de la de los orga
415
APÉNDICE
Artículo 92
La Corte Internacional de Justicia será el órgano judicial principal de las
Naciones Unidas; funcionara de conformidad con el Estatuto anexo, que
está basado en el de la Corte Permanente de justicia Internacional, y que for
ma parte integrante de esta Carta.
Artículo 93
1. Todos los Miembros de las Naciones Unidas son ipso jacto partes en
el Estatuto de la Corte Internacional de Justicia.
2. Un Estado que no sea Miembro de las Naciones Unidas podrá
llegar a ser parte en el Estatuto de la Corte Internacional de Jus
ticia, de acuerdo con las condiciones que determine en cada caso
la Asamblea General a recomendación del Consejo de Segu
ridad.
Articulo 94
1. Cada Miembro de las Naciones Unidas se compromete a cumplir la
decisión de la Corte Internacional de Justicia en todo litigio en que
sea parte.
2. Si una de las partes en un litigio dejare de cumplir las obligaciones
que le imponga un fallo de la Corte, la otra parte podra recurrir al
Consejo de Seguridad, el cual podra, si lo cree necesario, hacer re
comendaciones o dictar medidas con el objeto de que se lleve a
efecto la ejecución del fallo.
Artículo 95
Ninguna de las disposiciones de esta Carta impedirá a los Miembros de las
Naciones Unidas encomendar la solución de sus diferencias a otros tribu
nales en virtud de acuerdos ya existentes o que puedan concertarse en el
futuro.
416
CARTA DE LAS NACIONES UNIDAS
Artículo 96
1. La Asamblea Genera) o el Consejo de Seguridad podrán solicitar de
la Corte Internacional de Justicia que emita una opinión consultiva
sobre cualquier cuestión jurídica.
2. Los otros óiganos de las Naciones Unidas y los organismos especia
lizados que en cualquier momento sean autorizados para ello por la
Asamblea General, podrán igualmente solicitar de la Corte opinio
nes consultivas sobre cuestiones jurídicas que suijan dentro de la es
fera de sus actividades.
Artículo 97
La Secretaría se compondrá de un Secretario General y del personal que
requiera la Organización. El Secretario General será nombrado por la
Asamblea General a recomendación del Consejo de Seguridad. El Secre
tario General será el más alto funcionario administrativo de la Organiza
ción.
Artículo 98
El Secretario General actuará como tal en todas las sesiones de la Asamblea
General, del Consejo de Seguridad, del Consejo Económico y Social y del
Consejo de Administración Fiduciaria, y desempeñará las demás funciones
que le encomienden dichos órganos. El Secretario General rendirá a la
Asamblea General un informe anual sobre las actividades de la Organiza
ción.
Artículo 99
El Secretario General podrá llamar la atención del Consejo de Seguridad
hacia cualquier asunto que en su opinión pueda poner en peligro el man
tenimiento de la paz y la seguridad internacionales.
Artículo 100
1. En el cumplimiento de sus deberes, el Secretario General y el per
sonal de la Secretaría no solicitarán ni recibirán instrucciones de
ningún gobierno ni de ninguna autoridad ajena a la Organización, y
se abstendrán de actuar en forma alguna que sea incompatible con
417
APÉNDICE
Artículo 101
1. El personal de la Secretaría será nombrado por el Secretario General
de acuerdo con las reglas establecidas por la Asamblea General.
2. Se asignara permanentemente personal adecuado al Consejo Eco
nómico y Social, al Consejo de Administración Fiduciaria y, según
se requiera, a otros órganos de las Naciones Unidas. Este personal
formará parte de la Secretaría.
3. La consideración primordial que se tendrá en cuenta al nombrar el
persona] de la Secretaría y al determinar las condiciones del servicio,
es la necesidad de asegurar el más alto grado de eficiencia, compe
tencia e integridad. Se dará debida consideración también a la im
portancia de contratar el personal en forma de que haya la más am
plia representación geográfica posible.
Artículo 102
1, Todo tratado y todo acuerdo internacional concertados por cuales
quiera Miembros de las Naciones Unidas después de entrar en vigor
esta Carta, serán registrados en la Secretaría y publicados por esta a
la mayor brevedad posible.
2. Ninguna de las partes en un tratado o acuerdo internacional que no
haya sido registrado conforme a las disposiciones del párrafo 1 de
este Artículo, podrá invocar dicho tratado o acuerdo ante órgano al
guno de las Naciones Unidas.
Articulo 103
En caso de conflicto entre las obligaciones contraídas por los Miembros de
las Naciones Unidas en virtud de la presente Carta y sus obligaciones con
418
CARTA DE LAS NACIONES UNIDAS
Artículo 104
La Organización gozará, en el territorio de cada uno de sus Miembros, de
la capacidad jurídica que sea necesaria para el ejercicio de sus funciones
y la realización de sus propósitos.
Artículo 105
1. La Organización gozará, en el territorio de cada uno de sus Miem
bros, de los privilegios e inmunidades necesarios para la realización
de sus propósitos.
2. Los representantes de los Miembros de la Organización y los fun
cionarios de esta, gozarán asimismo de los privilegios e inmunidades
necesarios para desempeñar con independencia sus funciones en re
lación con la Organización.
3. La Asamblea General podrá hacer recomendaciones con el objeto
de determinar los pormenores de la aplicación de los párrafos 1 y
2 de este Artículo, o proponer convenciones a los Miembros de las
Naciones Unidas con el mismo objeto.
Articulo 106
Mientras entran en vigor los convenios especiales previstos en el Artículo
43, que ajuicio del Consejo de Seguridad lo capaciten para ejercer las
atribuciones a que se refiere el Artículo 42, las partes en la Declaración de
las Cuatro Potencias firmada en Moscú el 30 de octubre de 1943, y Fran
cia, deberán, conforme a las disposiciones del párrafo 5 de esa Declara
ción, celebrar consultas entre sí, y cuando a ello hubiere lugar, con otros
miembros de la Organización, a fin de acordar en nombre de esta la ac
ción conjunta que fuere necesaria para mantener la paz y la seguridad in
ternacionales.
Artículo 107
Ninguna de las disposiciones de esta Carta invalidará o impedirá cual
quier acción ejercida o autorizada como resultado de la Segunda Guerra
419
APÉNDICE
Artículo 108
Las reformas a la presente Carta entrarán en vigor para todos los Miembros
de las Naciones Unidas cuando hayan sido adoptadas por el voto de las dos
terceras partes de los miembros de la Asamblea General y rarificadas, de
conformidad con sus respectivos procedimientos constitucionales, por las
dos terceras partes de los Miembros de las Naciones Unidas, incluyendo a
todos los miembros permanentes del Consejo de Seguridad.
Artículo 109
1. Se podrá celebrar una Conferencia General de los Miembros de las
Naciones Unidas con el propósito de revisar esta Carta, en la fecha
y lugar que se determinen por el voto de las dos terceras partes de
los miembros de la Asamblea General y por el voto de cualesquiera
nueve miembros del Consejo de Seguridad. Cada Miembro de las
Naciones Unidas tendrá un voto en la Conferencia.
2. Toda modificación de esta Carta recomendada por el voto de las dos
terceras partes de la Conferencia entrará en vigor al ser ratificada de
acuerdo con sus respectivos procedimientos constitucionales, por las
dos terceras partes de los Miembros de las Naciones Unidas, inclu
yendo a todos los miembros permanentes del Consejo de Seguridad.
3. Si no se hubiere celebrado tal Conferencia antes de la decima reu
nión anual de la Asamblea General después de entrar en vigor esta
Carta, la proposición de convocar tal Conferencia será puesta en la
agenda de dicha reunión de la Asamblea General, y la Conferencia
será celebrada si así lo decidieren la mayoría de los miembros de la
Asamblea General y siete miembros cualesquiera del Consejo de
Seguridad.
420
CARTA DE LAS NACIONES UNIDAS
Articulo 110
1. La presente Carta será ratificada por los Estados signatarios de acuer
do con sus respectivos procedimientos constitucionales.
2. Las ratificaciones serán entregadas para su depósito al Gobierno de
los Estados Unidos de América, el cual notificara cada depósito a to
dos los Estados signatarios así como al Secretario General de la Or
ganización cuando haya sido designado.
3. La presente Carta entrará en vigor tan pronto como hayan sido de
positadas las ratificaciones de la República de China, Francia, la
Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas, el Reino Unido de
la Gran Bretaña e Irlanda del Norte y los Estados Unidos de Amé
rica, y por la mayoría de los demás Estados signatarios. Acto segui
do se dejará constancia de las ratificaciones depositadas en un proto
colo que extenderá el Gobierno de los Estados Unidos de América,
y del cual transmitirá copias a todos los Estados signatarios.
4. Los Estados signatarios de esta Carta que la ratifiquen después de
que haya entrado en vigor adquirirán la calidad de miembros origi
narios de las Naciones Unidas en la fecha del depósito de sus res
pectivas ratificaciones.
Articulo 111
La presente Carta, cuyos textos en chino, francés, ruso, inglés y español son
igualmente auténticos, será depositada en los archivos del Gobierno de los
Estados Unidos de América. Dicho Gobierno enviará copias debidamente
certificadas de la misma a los Gobiernos de los demás Estados signatarios.
Firmada en la ciudad de San Francisco, a los veintiséis días del mes de ju
nio de mil novecientos cuarenta y cinco.
índice alfabético
Abisinia, crisis de. 41, 50, 69 crisis en, 102, 103, 108, 121,
Abjasia. 298 176, 217, 223, 227
Abrams, Ellíott, 247 cuestiones de derechos huma
Abu Ghraib, prisión militar, 265 nos, 249, 258, 261-262
ACNUDH (Alto Comisionado de las ONU y. 86, 124, 133. 162, 198,
Naciones Unidas para los Derechos 220
Humanos). 251, 257, 259, 264. Agencia Católica de Desarrollo Exte
282,251.257,259,260,264.282 rior (CAFOD), 283. 291
ACNUR (Alto Comisionado de las Agencia Central de Inteligencia
Naciones Unidas para los Refu (CIA). 295, 320
giados). 164. 200 Agencia de las Naciones Unidas para
Acuerdo General sobre Aranceles y los Refugiados de Palestina en
Comercio (GATT), 164. 188 Oriente Próximo (UNRWA), 92
Afganistán Agencia de Protección Medioam
BBC World Service en, 300 biental de Estados Unidos, 215
colapso del estado, 311 Agencia Estadounidense para el De
imposición de paz en, 131, 153, sarrollo Internacional (USAID),
328,329 287. 295
Médicos Sin Fronteras y, 284 Agencia Sueca de Desarrollo Interna
proceso de construcción del es cional, 287
tado. 112,322 Aideed, Muhammad Farrah, general
talábanos y, 109, 261 somalí. 136. 144
Unión Soviética y, 98. 132 Albania, 38. 248
violaciones de derechos huma Alemania
nos, 257, 261,284 antes del comienzo de la Segun
África da Guerra Mundial. 51
avances en, 225, 258, 299 como contribuyente al presu
colonialismo en. 32, 116. 201, puesto de la ONU, 105
238, 245 Conferencia de Munich (1938), 52
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Ghali; Hammarskjold; Lie; 48. 53. 54. 56, 63, 72, 89, 146,
Thant; Waldheim 157. 161. 168. 238, 245, 249
Senado de Estados Unidos, 41.58, 84 Steiner, Zara, 38
Senegal, 227, 258 Stem, grupo, 118
Serbia, 102, 131. 139. 142. 259 Scrauss, Andrew, 275
Sharon. Ariel. 272 Strong. Mauricc. 211
Shattuck, John. 298 Sudáfnca, 121. 132. 183. 238, 257.
sida, 296. 302, 304, 310 263,315,316
Sierra Leona. 108. 149. 150-151, aparihcid, 126. 243, 244, 262. 272,
154. 225. 263. 281. 299. 327, 296
328,330 Sudán. 112, 225, 259, 261, 265, 271,
Silesia. Alta. 38 298, 299, 341
Silicon Valley, 185 Suecia, 43, 91, 126, 210, 241, 265,
Singapur. 180, 185, 252, 273. 317, 273, 309
334, 356 Suez, crisis de. 85, 88, 90, 94, 119
Siria. 39, 84 Suiza. 115. 293
Sistema Globalmente Armonizado de Summers, Lany, 223
Clasificación y Etiquetado de Pro
ductos Químicos. 339
Smith, Adam, 31» 166, 335 Taft. Roben, senador. 175
Smuts. Jean. 35, 53 Tailandia, 180, 260
Sociedad de Naciones Taiwan. 92. 180, 279
historia anterior de la gobeman- Taylor. Charles. 151
za universa], 29-36 Tennyson. 35. 64. 208, 274, 353
ideas posteriores a la Segunda •Locksley Hall». 31. 351-353
Guerra Mundial sobre la, 57 terrorismo internacional, 108-110, 258-
origen, 35-36 259,310-311
papel del Concierto de Europa, Thant, U, secretario general de la
35 ONU, 95, 96
razones de su fracaso. 40-54 Thatcher, Margaret, 179, 216, 222
y la Segunda Guerra Mundial, Tiananmen, plaza de, 247
51-54 Tíbec, supresión de libertades en, 245,
y los avances en la cooperación 246. 279
internacional, 37-39 Timor Oriental, 107, 150-151, 263-
Solzhenitsyn, Aleksandr, 247 264,322. 326, 328
Somalia. 101-102. 104, 131, 132. Tito.Josip Broa, 137
133, 134. 138, 139. 142, 149, TocquevíJIe. Alexis de. 56
227, 259, 298. 311 Toynbee, Amold, 29
Speth, Gustav. 190 Transparencia Internacional, 336
Srebrenica. matanza de. 143, 259 Tratado de Prohibición Completa de
Stalin. losif Vissarionovic Dzugasvili, los Ensayos Nucleares (1996), 286
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