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A pesar de ello y de que no sabía hablar francés, pocos años después María

se licenció en Física. Y no sólo eso: ¡Fue la número uno de la clase! Pero la


sociedad parisina de la época no estaba acostumbrada a reconocer los
méritos de las mujeres y no se lo pusieron fácil. María no estaba dispuesta a
rendirse y continuaba esforzándose con una idea en la cabeza: “Es más
difícil cambiar lo que está fuera que lo que está dentro”.
Un año después conoció a un hombre muy especial: Pierre Curie. Un
científico que, al igual que ella, era un apasionado de la física. Así que muy
pronto se hicieron buenos amigos y luego se enamoraron. Pronto se casaron
y Maria Salomea Sklodowska cambió su nombre por Marie Curie.
Pierre y Marie eran tal para cual, sabían reconocer las cosas importantes de
la vida. Por eso, en lugar de gastar dinero en un banquete de boda o en unos
anillos, compraron una bicicleta y se fueron de luna de miel a recorrer
Francia subidos en ella.
A pesar de que ya era licenciada en Física, Marie Curie quiso seguir
estudiando y comenzó un doctorado. En esa misma época, el físico alemán
Wilhelm Roëntgen había descubierto los rayos X, que servían para ver a
través de los objetos; y el científico francés Antoine Henri Becquerel , había
descubierto la radioactividad. Fue por casualidad. Antoine había guardado en
un cajón unas placas fotográficas junto a un trozo de uranio. Cuando volvió a
abrir el cajón, las fotografías se habían vuelto negras, lo que le hizo darse
cuenta de que el uranio emitía una potente radiación.
Estos descubrimientos maravillaron a Marie Curie, quien decidió comenzar
sus investigaciones sobre sustancias radioactivas. La investigación de Marie
iba tan bien, que su marido decidió aplazar sus estudios sobre magnetismo
para ayudarla. ¡Y fue una gran decisión! En poco tiempo, Marie y Pierre
descubrieron dos nuevos elementos químicos mucho más radioactivos que el
uranio. Y, además, tuvieron a su primera hija.
Marie y Pierre Curie pasaron cuatro largos años intentando demostrar a los
científicos el valor de su hallazgo. Por fin, en el año 1903, recién iniciado el
siglo XX, Marie se convirtió en la primera mujer de la historia en recibir el
premio más importante del mundo: el Premio Nobel de Física. Eso sí, fue un
reconocimiento compartido con su marido, Pierre, y con Antoine Becquerel.
A pesar de que Marie había contribuido mucho más que Pierre y Antoine a
las investigaciones sobre la radioactividad, no tuvo el mismo reconocimiento,
pues la sociedad de la época aún dejaba de lado a las mujeres. Un año
después de recibir el premio nació su segunda hija. Así que mientras que a
Pierre Curie le nombraron Catedrático de la Universidad de París, Marie
cuidaba de sus hijas y continuaba investigando por su cuenta.
Por fin, la vida parecía sonreír a Marie Curie, hasta que un día la desgracia
volvió a visitarla: un carro de caballos atropelló a Pierre y éste murió. De
modo que Marie tuvo que continuar con sus investigaciones sobre el radio
ella sola.
Gracias a su empeño los siguientes años, Marie Curie realizó otro importante
descubrimiento: la radioterapia como tratamiento del cáncer. Y fue gracias a
eso que, en 1911, ganó otro premio Nobel; esta vez, de Química. Se convirtió
entonces en la primera mujer (y única hasta nuestros días) en ganar dos
premios Nobel.

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