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A lo largo de la historia han sucedido una serie de hechos que han cambiado la economía
de un país, siendo situaciones en las que el sistema de producción ha cambiado totalmente
gracias a la innovación, y el sistema usado hasta ese momento se ha vuelto anticuado. Estos
momentos son llamados revoluciones industriales, y aunque las más famosas son las dos
primeras, debemos tener en cuenta que existen otras.
Para comenzar con esta lección debemos tener en cuenta que hace muchos años sucedieron
dos revoluciones industriales, las cuales cambiaron en gran medida los sistemas
económicos y de producción de la época, causando que los países se tuvieran que adaptar
rápidamente a esta situación para que su economía no se resintiera. Para entender lo
importante que son las revoluciones industriales debemos comentar, aunque sea
brevemente, la primera y la segunda.
Las revoluciones industriales son enormes procesos de transformación de la economía,
sociedad y tecnología cuyas apariciones cambiaron sus sociedades, y sin las cuales sería
imposible los modelos de producción actuales.
Primera Revolución Industrial
La Primera Revolución Industrial fue consecuencia de la creación de la máquina de vapor,
cambiando este invento la industria de la época a un nivel semejante al cambio que hubo
entre la Prehistoria y la Edad Antigua. La Primera es la más importante de las revoluciones
industriales, ya que es considerada la que mayor relevancia tuvo en el mundo, e incluso en
determinados círculos se usa como momento del paso de la Edad Moderna a la Edad
Contemporánea.
Segunda Revolución Industrial
Años más tarde la llegada del motor de combustión interna y la energía eléctrica trajo
consigo la Segunda Revolución Industrial, siendo en parte consecuencia de la gran industria
automovilística en los Estados Unidos. En la Segunda podemos encontrar algunos
elementos importantes para la Tercera Revolución, como pueden ser los primeros intentos
de globalización y la llegada de los primeros medios de comunicación a gran escala.
Ambas revoluciones se originaron por la llegada de nuevos inventos, los cuales cambiaron
la economía de la época, y fueron otros importantes inventos los que trajeron la tercera
revolución industrial.
Tercera Revolución Industrial
La Tercera Revolución Industrial, también llamada Revolución científico-tecnológica
(RCT), Revolución de la inteligencia (RI) o Tercera revolución tecnológica, es un nuevo
concepto y una fusión de ideas, que fuera planteado por Jeremy Rifkin, y avalado por el
Parlamento Europeo en una declaración formal aprobada en junio de 2006. Esta temática ha
sido desarrollada por el autor intensamente a lo largo de los últimos años en diferentes
medios y reuniones.
En el transcurrir de la historia, las transformaciones económicas suelen presentarse cuando
convergen las nuevas tecnologías de la comunicación con los nuevos sistemas de
generación energética. Las nuevas formas de comunicación se convierten en el medio de
organización y gestión que las civilizaciones más complejas han hecho posible mediante el
desarrollo y el uso de nuevas fuentes de energía. La conjunción en el siglo XXI del avance
de las tecnologías de las comunicaciones, junto al gran desarrollo y uso de Internet, así
como de las energías renovables, están dando lugar a lo que bien podríamos llamar 'Tercera
Revolución Industrial' o 'Tercera Revolución Tecnológica', la que estaría caracterizada por:
1. La llegada de los nuevos medios de comunicación, que han logrado que las
relaciones entre personas y empresas de dos partes muy alejadas del mundo se
puedan realizar de forma rápida y sencilla.
2. La aparición de nuevos medios de transporte, los cuales permiten una mayor
facilidad para pasar entre países.
3. El cada vez mayor uso de las energías renovables, siendo fuentes poco usadas cuya
energía es inagotable, como la solar o la eólica. Esto ha provocado que cada dia se
usen menos las energías no renovables como el petróleo o el uranio, ya que son
elementos contaminantes y cuyos recursos son finitos.
4. Uso de nuevas formas de almacenamiento de energía, siendo vitales las nuevas
baterías recargables que son usadas por tecnologías tan importantes como la
telefonía móvil.
5. Aumento del capital usado para la investigación, apoyando el I+D y causando con
ello un mayor número de investigadores que logran un progreso necesario para la
industria y la economía.
6. La llegada de la Tercera Revolución Industrial ha provocado el nacimiento de
nuevas actividades económicas, siendo muchas de estas las que alojamos en el
llamado sector cuaternario.
7. La Tercera Revolución Industrial está muy unida a la globalización, ya que una de
sus principales características es la sensación de comunicación de forma global
alcanzada en este siglo.
Retos, peligros y oportunidades
Como todo cambio de carácter socioeconómico, existen aspectos favorables, desfavorables
o que suponen un reto para las sociedades en los que ocurren. Las revoluciones industriales
anteriores alteraban la realidad social y económica, pero también aspectos políticos,
culturales e institucionales. Uno de los principales riesgos es, por tanto, que se acreciente la
desigualdad, fruto de los desequilibrios en el acceso a las nuevas tecnologías.
Estos desequilibrios pueden suceder en el ámbito interno de las sociedades, pero también
entre sociedades. Con ello, sin una adecuada gestión de la nueva realidad, se pueden
acrecentar las diferencias sociales entre los miembros de una determinada sociedad, pero
también las diferencias de poder entre diferentes naciones.
No obstante estos peligros, una forma óptima de gestión puede servir para mejorar aliviar
situaciones de crisis y mejorar el bienestar general. Por ejemplo, con el desarrollo de estas
nuevas tecnologías se ha conseguido innovaciones en el campo de la medicina. Se han
desarrollado formas de comunicación eficaces como nunca antes había existido. También
en la configuración de herramientas energéticas menos contaminantes y sostenibles. Se
puede dinamizar una economía o lograr nuevos puestos de trabajo y reducir el desempleo.
E, incluso, puede avanzarse hacia lograr una gestión óptima de recursos limitados, sin
poner en riesgo, o al menos minimizándolo, el futuro de las próximas generaciones.
Además, ha puesto en valor la importancia de desarrollar políticas inteligentes de I+D+I.
En definitiva, parece necesario ser conscientes de que los avances tecnológicos no son
buenos o malos en sí mismos, sino en función de lo que con ello se pueda lograr, de la
forma en que se gestionen y de sobre quien o quienes repercutan las mejoras logradas.