CAPITULO I
EL POBLAMIENTO DE LA BANDA ORIENTAL
La colonizacién espafiola en América tiene dos etapas prin-
cipales: la de los Austrias —siglos XVI y XVII— y la de los
Borbones —siglos XVIII y XIX—. Durante la primera se orienta
fundamentalmente en beneficio de las clases feudales espafiolas
y del capital monopolista radicado en Sevilla, que en gran medida
habia pasado a ser uma dependencia del extranjero, Es la época
de las flotas y galeones —con la lentisima rotacién del capital
que esto implica— y de la conquista de las regiones productoras
de metales preciosos, en las que, a la vez, hay abundante mano
de obra susceptible de ser sometida a servidumbre y esclavitud.
En el siglo XVIII, bajo la direccién borbénica, comienza un
nuevo proceso: se acentiia la influencia del capital no monopo-
lista y surgen algunas industrias, se inicia cierta politica colo-
nizadora en la propia Espafia y se adoptan algunas medidas ten-
dientes a mejorar la situacién de la agricultura en la peninsula.
En este marco, impulsando el proceso y nutriéndose de él, se
endereza la visién de la naciente burguesia espafiola: el refor-
mismo, Este expresa la autoconciencia del abismo que se abre
entre la sociedad espafiola y colonial por un lado, y los paises
que se desarrollan por la via capitalista por otro; de las con-
tradicciones en el seno de la sociedad espafiola, y de las que en-
frentan a la metrépoli con sus colonias, asi como de la gravedad
de la situacién que genera todo este complejo de contradicciones.
Pero es, ademés, el esfuerzo por resolverlas dentro de la corre-
lacién de fuerzas existente en la retardataria estructura espafiola.
La idea del reformismo espafiol gira en torno a las posibi-
lidades de desarrollar las fuerzas productivas de Espaiia, no desde
un alto punto de partida, sino a través del enfoque del primi-
tivismo de donde arranca. Salvo excepciones, los reformistas no
se proponen medidas radicales en la metrépoli, ni en particular
en torno al agudo problema de la tierra, Se orientan especial-
mente a preservar el rico mercado colonial de la avidez de las
grandes naciones, proponiéndose sobre todo rescatarlo de los in-
7anise hslndse ave» tev det coney
na ati
¥ ‘uyos pobladoy a
manufacturas a iia
arginado en la época de los
Doce Aust
Faclonaimentes el famenge ef
de materias primas y de minas de pine
Sen ser compratores comings de pla
sari ponte
do la Plata,
se cofivie ort
roductos
las veleidades inglesas sobre los tt
LAS VAQUERIAS
La introduccién de la
Ja Banda Oriental una rig
diosos— reci
een que al Gece de eso
$e conocid por Jos habitants. de to terri:
Tiofe Solantbace eon eg, een
de Colonia por los portugueses,vinierr las'oxeedieitens
Banda Oriental para desalojar a su tradicional enemigo.
__La “mina” de ganado comenzé a explotarse de manera efec-
tiva en los inicios del siglo XVIII una vez que las reiteradas
faenas para proveer de cueros ya al Asiento inglés de esclavos,
sete eeisre al quo se bencliciabon las thes epafeles sue
Cee eee ene eects ae gutios oh te Boole
Occidental.
Desde 1716 tuvo el Cabildo de Buenos Aires el derecho de
cone eS i se itnar fa Bunda Oriental y lo se
hizo en conflicto con Santa Fe y los Jesuitas. Estos tltimos ale-
gaban derechos irrestrictos a los ganados de la “vaqueria del
mar”, Las transacciones a que se llego —Ilamadas Concordias—
aquietaron estas disputas. Se fue arreando ganado hacia Santa
Fe y las Misiones, y haciendo matanzas y cuereadas en las =
querias, Eran éstas vastas empresas de un costo de decenas de
miles de pesos, que se multiplicaron a medida que sltsseres a
exterior acrecié la demanda. A la par de les cuadrillas auto,
Szadas, recorren la campafia las partidas de chang Panny
faenan ilegalmente en beneficio de los ‘comerciantes a ee
de los extranjeros que arriban furtivamente @ la costa, ¥
del Asiento, que compra ‘asi mas baratos los cueros.
1A ESTANCIA
.cen las pri
(0 de los
a i tables
En el dngulo sudoeste del territorio se estab’
‘cstanciac, base permanente de los “accioneros
\
y
Is autoridades, que Megan inclusive a ordenar su
se mantienen ceupando la zona que dominan.
tracion portuguesa y valorizarse el
yperativo para Espaiia asegurar su posesién
con un niicleo poblado, La antigua Santo Domingo Soriano —
feclén trasiadada a tier firme’ principio del siglo XVII—
Sirve de bise para’ Ins Teptidas operaciones que so. emprenden
Bs a
jonia, pero esto no resuelve el. problema,
M
1. proceso fundacional
‘mera colonizacién sistematiea di
reparte un solar, una chacra y una suerte de estancia de media
equa por una y media de superficie, y se les encuadra en
de milicias, A manera de marca fronteriza, con sus
smpre sobre las armas, Montevideo debe atender la de-
los indios minuanes y cha~
ia y que a veces, mas ha-
wideo, y con él la
ies, que resisten la conquista es
imente tratados, sirven a Portu
EL LATIFUNDIO.
Pero junto a la pequefia propiedad libre del colono surge
latifundio. En 1732 Francisco de Alzaibar sol
¥ obtiene el privilegiado rineén comprendido entre el Santa Luci
@1 San José, el Luis Pereira y el Plata. ¥ entonces el dueno del
Registro, el hombre que trasladé por contrato con la Corona a
los colonos can: || poderoso armador que habria de hacer 1a
guerra naval a intentaré convertirse en verdadero sefior
feudal sobre jente y su campafa, Al apropiatse de
las tierras se habia apoderado de los ganados, y en los primeros
afios de Montevideo los colones pobres, constrenidos por el Himi-
tadisimo mercado, cercados por los indios y los portugué
ven obligados a trabajar para Alzsibar mientras padecen
‘A partir de la ‘impieza” de los
campos, en lucha contra charriias y minuanes, que resisten tenaz~
mente la conquista de su territorio. Sucesivas disposiciones am-
plian el com jentras continia el contrabando con los
portugueses por por mar y por la frontera terrestre.
spartos extienden’ e] dominio de la estancia cubriendo
departamentos de Canelones, San José y parte de
ida y Flores, También se pueblan las zonas de Colonia
tima por reparto del Cabildo de Santo Domingo.
lamente a los colonos los grandes denunciantes em-
5 ‘erritorios. Lo hacen, sobre
dose de las disposi
Instrucoién de 1754, que de
‘erra a la gran mayoria de la po-
Quadra. Melchor de Viana, José
9militares y érdenes religiosas que antes
pt0n procedimientos las mas de las veces
tierras y_ ganado
an a eet eso area eas» gaan
uefia_y mediana propiedad de los eolonos a
MONTEVIDEO Y SU PUERTO
A partir de 1778, y sobre todo después de la paz con
Inglaterra, crece constantemente el trafico por Morkeviseo, forced
a las condiciones de su puerto y a los sucesivos privilegios que
Je va otorgando la Corona. En especial se beneficia del tratico
negrero, del comercio de intermediacion con Buenos Aires y con
el Pacifico, de la venta de tasajo a Cuba, de las disposiciones
que autorizan a importar y exportar desde y hacia colonias ex-
tranjeras y, durante las guerras con Inglaterra, de las negocia-
ciones con ‘neutrales. La instalacién de los saladeros orientales
—que durante toda la época colonial fueron los tinicos existentes
en el Plata— incrementan también la actividad econémica del
territorio. Répidamente se desarrolla el comercio montevideano
y con él una capa importante de monopolistas. :
‘Con el aumento del comercio corre pareja la multiplicacién
de las faenas. Suben de tono las disputas entre los Admi
dores de Yapeyit y los hacendados de Montevideo; las quejes de
estos tiltimos legan hasta la Corona. Los faeneros surcan los cam-
pos desiertos al servicio de las Misiones, de los comerciantes y
estancieros. montevideanos, y de los portugueses.
‘Los Administradores misioneros, que en la década del 70 han
obtenido el derecho a faenar los ganados que se hallan entre el
‘Yiy el Negro, contratan esta operacién con quienes se presentan
a rematarla bajo compromiso de mantener partidas armadas en
la regién. Cristbal de Castro y Callorda, Domingo Igarzabal, An-
tonio Pereira y Lorenzo Figueredo participan en el negocio 0 di-
tigen las partidas. Comerciantes a la par que aventureros, como
Antonio Pereira, contratan numerosas peonadas para la faena,
cuidado y traslado de los cueros. Pereira complementa el negocio
10
estableciendo con Francisco Rodriguez
luna pulperia en las Cafias, con la que si
guiere cueros a Jos facneros elandestinos
Por yerba, tabaet
ira—, de quien se
las de cueros a unos hombres
Comerciantes, hacendados y contratistas de faenas en los,
rriterios no ocupados se apoderan, me
exelusivos de caza. A la manera de las
europeas —en un proceso que se cumple vertiginosamente si 10
comparamos con el del viejo mundo— estos nuevos pr
sustituyen a la vieja copa de buréeratas, mi
del periodo anterior.
Comerciantes como Fernando Martinez, Francisco Antonio
‘Maciel, Manuel Vazquez de Espafia, Mateo Gallego, Juan Pedro
de Aguirre, de di
y Callorda
redo, son algunos de los grandes denunciantes entre el
Negro en la década del 70 y primeros aiios de la
son los tinicos hacendados de la regién, Otros, de menc
808 ¢ influencias, se han instalado en las rinconadas y procuran
denuncian campos que comprenden la mayor parte del presente
Departamento de Tacuarembé y se internan en el de Rio Negro,
en tierras concedidas afios antes a Martinez de Haedo. Muchas
vveces las denuncias se superponen y se suceden los conflictos con
Jos ocupantes ya asentados,
Aunque los bandos sobre marcaje, dictados en el Plata ya
con anterioridad y reiterados en Ia déeada del 80 y en la siguiente,
son violados por los grandes hacendados y comerciantes, la exi-
gencia de guias —que tienden a reservar a los
faenas en sus cotos de caza— restringen las posibilidades de
troduccién de los changadores. La preocupacién de los comer-
ciantes por contar con campos, que multiplica las denuncias al
norte del Rio Negro.a partir de la década del 80, tiende a ase-
gurarles una especie de patente para introducir cueros en Mon-
tevideo.
noe
mmercializacién con centro en Montevid,
SPagees de una frontera mal conociage
igo contrabandista que introduce escig”
mtiles e3 un elemento més tz
Al servicio del hacendado
nico cuerda al Marqués de Loreto que los
juegan con dos barajas"—. del contratista
je, weoorre Ta campafia y llega a Montevideo,
‘nenos tabaco y esclavos. Haste Bernards
‘iueno de inmensaé estancias en el Cerro Largo,
Ta jurisdiceién. de Montevideo, sera acusado
-de la Quadra de connivencia con
importante contrabandista y hacen-
vende
Sede Ronde,
eh
0 de Ia regio 5
dade 3° Mrientes los casos como él dé José Pedro, contraban-
dita de inferior jerarquia, que suele trasladarse a los dominios
Portugal con caballos y traer géneros que coloca al sur del
ro, parando en los ranchos del Avestruz, del Olimar y
“angstasio Caraballo declara haberle comprado un corte
wetin y paiiuelos a cambio de caballos‘”,
DESPUES DEL 80
En la década del 80 son ya claras las consecuencias que el
depredatcrio sistema de explotacién de Ia ganaderia y la forma
iaciin de tierras y ganados han de
Banda Oriental sino también
menos Io son para algunos
no demasiado comprometidos que, en medio Ue la
agudeza de los conflictos planteados, elevan su voz a las auto-
io de entre ellos en esta época
ino observador y representante del refor-
igasti denuneié el freno que para el des-
de las actividades agropecuarias era el
ras, la dependencia a que sujetaba a
para ia fundacién de pueblos y el poder
des terratenientes.
leresado en incentivar Ja riqueza
Poco deputy fea rir un expediente al respecto.
Expediente ae “Arvesly a2ge® ¥ Por una doble década tramitado
mans of ip Jot Campos, La tinea medida efectiva
ropiedades fu fue que se suspendiese la concesion
diode F denn U2 latifundistas salvaron la difcultad por
gue autoridades complacientes hicieron se-
Real Hacienda, burlada en su
ita de tierras,’se vio privada
fue. contenido.
lo se adoptaron medidas de po-