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I.

Género y reivindicación

En el contexto de las teorías feministas, Butler se centra en el abordaje de la


performatividad y el efecto que esta produce en el espacio del discurso
político. La autora plantea que el lenguaje en su dimensión performativa, es
decir, de actos que producen efectos juega un papel central en la constitución
de los sujetos y la producción de identidades.
De esta forma, tomando el insulto como punto de partida, Butler se interroga
sobre la función del nombre para producir efectos de reconocimiento e
identificación “El insulto y el lenguaje de odio adquieren sentido como actos
que extraen su fuerza del carácter dependiente del lenguaje de los sujetos.
Como somos seres que necesitan del lenguaje para existir, el lenguaje puede
herirnos.” (Nazareno, 2015). Así, los conceptos de reconocimiento
condicionan quien va a ser considerado sujeto y quién no. “quién es
considerado a efectos de vida, quién puede ser leído o entendido como ser
viviente y quién vive o trata de vivir al otro lado de los modos de
inteligibilidad establecidos.” (Butler, 2009: 325)
Si la performatividad de género está atada a las formas en los que los sujetos
acaban siendo elegibles para el reconocimiento, entonces podemos pensar en
los sujetos como los seres que piden reconocimiento ante la ley o la vida
política.
Butler vuelve sobre la cuestión de la performatividad y la precariedad al
hablar de los ejemplos de reivindicación de derechos cuando no se los tiene,
en los que se realiza una especie de traducción del lenguaje dominante, pero
no para ratificar su poder, sino para ponerlo en evidencia y resistir de esta
forma a la violencia cotidiana, de modo tal que se encuentra en el mismo
lenguaje una forma de reivindicar los derechos de los que no tienen los
mismos. En estos modos de reivindicación de los espacios públicos y la
ciudadanía, Butler encuentra vinculaciones entre la performatividad y la
precariedad, ya que ambos necesitan al mismo tiempo de la traducción y de
modos performativos de expresión. Porque la performatividad no se trata sólo
de actos específicos de discurso, sino que también se refiere a la reproducción
de normas”

II
el género es un dispositivo constitutivo de las relaciones sociales basadas en las diferencias que
distinguen los sexos y también constituye una forma primaria de relaciones significantes de poder.
Además, plantea que el género actúa conexo y dialécticamente en diversas dimensiones de la vida
social como ordenadores de lo simbólico, lo normativo, lo institucional, la identidad y la
subjetividad” (Cantillo, 2014)

El carnaval

La diferencia de estos estratos estructurales se convierte en la guía de los rituales presentes en los
carnavales. Estos son: los cósmicos; los de la fertilidad; los de la inversión y los de la ostentación.
Según este autor, estos han sido las líneas teóricas que han servido de análisis para armar un
corpus cognitivo sobre el carnaval. El mismo Joan Prat i (1993, pp. 282- 285), afirma que cada uno
de esos rituales posee características propias de celebración. El ritual cósmico celebra el tránsito
de la vida a la muerte, del invierno a la primavera y su acción sobre la fertilización. Los de la
fertilidad celebran la abundancia (reproducción biológica que es una forma para revitalizar la
tierra, el mundo animal, el vegetal y el humano). Los de inversión de la vida ordinaria intentan
invertir el orden establecido a través de la parodia y poner en escena la fiesta de locos y, por
último, los de la ostentación es el posicionamiento y el derroche del lujo de la burguesía en las
fiestas. (Cantillo, 2014)

Según Bakthine o Bajtin (1970, citado Joan Prat i Carós, p. 289) en el carnaval, a través de los
rituales se muestran la transgresión de las jerarquías, de las normas y de la libertad alejadas de las
ceremonias oficiales de la iglesia y el estado feudal. Esto se convierte en una expresión ordinaria
para que el pueblo manifieste su deseo y anhelo de su cultura específica. Igualmente, se presenta
una variedad de desencuentros de la cultura popular contra la iglesia y el Estado, relacionados con
las clases sociales menos favorecidas. En esta dirección, los carnavales son clave fundamental de la
identidad, conectado con el pasado y el presente. Como hecho cultural sus diversas manifestaciones
se ajustan a los cambios de las nuevas dinámicas sociales con el fin de mantenerse en el tiempo y el
espacio. Y así, se instala hondamente en las individualidades y subjetividades colectivas que lo
mantiene y trasmiten de generación en generación y lo contextualizan en el tiempo/espacio. El
carnaval se celebra en distintos lugares del orbe atados a la identidad cultural de cada territorio.
Aunque todos conservan algunas similitudes que recrean sus orígenes iniciales, tales como de los
rituales señalados anteriormente en donde se observan los desfiles de carrozas, comparsas
integradas por personas con sus caras cubiertas –o no– con máscaras o maquillajes y bailando,
además, vestidos con un mismo estilo o uniformados (Cantillo)

El carnaval es una manifestación que


conjura el mal y la locura. Subvierte
el orden establecido a través de los
rituales como espacio de encuentro
y reencuentro permanente del existir
y morir al mismo tiempo. En ellos
la población se entrega durante cuatro
días para expulsar las represiones
impuestas por el orden normativo. Es
a la final una forma de escape para
desnormatizar lo normatizado y vivir
el mundo al revés.
La fiesta como bien cultural intangible está relacionada con:
1. La memoria colectiva.
2. La tradición.
3. Los mecanismos de enculturación/socialización.
4. La transmisión de valores culturales intangibles.
5. La capacidad simbólica de representar la identidad social.
6. La capacidad para generar autoestima, afectos y sentimientos compartidos.
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7. La creatividad estética y las artes populares (artes rítmicas, artes plásticas, artes
escénicas, artes
kinésicas…). (
El patrimonio, lo que cada grupo humano selecciona de
su tradición, se expresa en la identidad. La conciencia de identidad para cada grupo social
o comunidad
cultural consiste en la internalización de una tradición transformada en patrimonio
compartido. El
patrimonio son las formas de vida de los grupos humanos, y la identidad la toma de
conciencia de que se
poseen unas formas de vida específicas.
El patrimonio, y en este caso el valor
inmaterial de las formas que adaptan los carnavales, cumple una función identificadora,
porque cuando
hablamos de patrimonio y de bienes culturales nos referimos a representaciones y
símbolos.

III Símbolos

Echeverría y Castillo (1973) en un análisis sobre los elementos para el desarrollo de una teoría de
la ideología, señalan que los contenidos de la conciencia humana (por ejemplo, las canciones de
carnaval) son la aprehensión de un objeto y se encuentran determinados por la situación concreta
del individuo. Los universos simbólicos son productos sociales que tienen una historia. Para
entender su significado es preciso entender la historia de su producción. Un individuo se construye
y se compone por esos metarrelatos históricos, generados por la comunidad, y para entenderlos
hay que volver al pasado y vislumbrar de donde provienen sus construcciones simbólicas. El ser
humano le otorga sentido y significado a las cosas a través del lenguaje, por lo que se desprende la
idea que todo hecho o manifestación puede ser considerado también como una creación
lingüística, como un discurso. “ Manrique (2006)

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