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La Justicia: Son numerosas las definiciones dadas por diferentes autores sobre la
justicia, y es que incluso la justicia puede ser analizada desde diferentes perspectivas:
como valor, como derecho, y como fin, siendo esta última la que interesa en este
análisis. De todas las definiciones que puedan citarse, la definición clásica de justicia y
que además enmarca muy bien su esencia es la propuesta por Ulpiano, quien la definió
así:
Para Ulpiano la justicia consiste en la inclinación constante de dar a cada uno lo suyo.
“Dar” dice relación con entrega, restitución, respeto a lo ajeno, etc. Con “cada uno”
quiere significar que la acción de dar es con respecto a una persona determinada, es
decir, a distintas personas les daremos diferentes cosas; por ejemplo, para cumplir con
la justicia, al comprador debemos darle la cosa comprada; al condenado debemos
sentenciarlo a una pena proporcional al delito cometido; al que ha incurrido en
responsabilidad extracontractual se le condenará a pagar los perjuicios causados (no
más ni menos). Con “lo suyo” Ulpiano quiere significar que debe darse lo que
corresponde según la persona de que se trate y la circunstancia; por ejemplo, al
contribuyente debe aplicársele un tributo razonable en razón de su renta; el juez debe
fallar a favor de la parte que tiene razón, etc. En otras palabras, “lo suyo” da la idea de
igualdad, restitución, proporcionalidad, racionalidad, etc.
Existe una especie de estándar relativo acerca de lo que a cada uno le corresponde, no
siendo fácil precisarlo, pero más o menos lo captamos.
El derecho está constituido principalmente por normas, las que son posibles de calificar
críticamente según la perspectiva o idea de justicia que tenga una persona, ideología o
una sociedad determinada.
El hombre tiene una conciencia valorativa y en razón de ella puede calificar una norma
jurídica de justa o injusta, de razonable o irrazonable, de conveniente o inconveniente.
Es esta perspectiva crítica la que permite la evolución del derecho hacia fórmulas más
justas.
La crítica al derecho vigente no sólo es tema de los juristas, sino también del hombre
común, ya que el derecho regula su actividad. Sólo si el derecho positivo coincide con
la justicia en un grado importante, la ciudadanía lo considerará su sistema jurídico como
legítimo, lo que influirá en la eficacia del derecho. El derecho positivo, siempre
cristaliza un ideal de justicia; sin embargo, la ley, nuestra principal fuente, sólo otorga
un criterio de justicia general aplicable a casos de ordinaria ocurrencia. Por ello se
produce una relativa tensión entre el derecho vigente y la justicia cuando se trata de
regular casos extraordinarios. Por eso el mismo derecho vigente contempla la equidad
como correctivo para obtener justicia en el caso concreto.
Según algunos, la justicia, entendida como el bien más preciado que el derecho pretende
conseguir, debe prevalecer por sobre lo prescrito por las normas jurídicas. Para ello el
derecho debe servirse de la equidad. Otros sostienen que debe primar el derecho
positivo. Ello porque la justicia debe ceder en favor de otros fines del derecho más
importantes como son la paz social y la seguridad jurídica. Los que propugnan la
existencia del derecho natural sostienen que este derecho natural está constituido por
principios morales mínimos como son la igualdad de las personas, imparcialidad del
juez, etc. si no se cumplen estos principios mínimos no estamos frente a derecho.
Contenido de la justicia.
A lo largo de la historia, las personas han tenido múltiples ideales de justicia con
contenidos diversos y aún contrapuestos. Hoy no es difícil constatar que las personas
tienen diferentes concepciones de lo que es justo o injusto, como por ejemplo en materia
de aborto, pena de muerte, divorcio, etc. Al preguntarnos por el contenido que
deberíamos darle a las normas jurídicas, se plantea la objetividad y subjetividad de la
justicia. La objetividad de la justicia implica averiguar si hay un solo ideal de justicia
verdadero siendo todos los demás falsos. Por el contrario la subjetividad de la justicia se
refiere a si existen varios ideales de justicia igualmente válidos por cada individuo,
sociedad o época histórica.
En otras palabras, estas teorías surgen a propósito de la verificabilidad de la verdad de
un ideal de justicia. Nos preguntamos si es posible acreditar la verdad o la superioridad
de un ideal de justicia por sobre otro. Para los positivistas hay múltiples y diferentes
ideales de justicia, todos válidos y ninguno superior a otro. Además sostienen que los
principios éticos mínimos son materia opinable y no hechos científicos que pueden
probarse o demostrarse. Para los iusnaturalistas la justicia se encarna en el derecho
natural, que es un derecho ideal, perfectamente justo, inmutable, aplicable en cualquier
lugar y tiempo y que además está por encima del derecho positivo. Para los
iusnaturalistas el derecho natural es el fundamento de validez del derecho positivo, éste
vale por su contenido. Respecto a cómo acreditar la verdad o superioridad del derecho
natural, señalan que sus contenidos son evidentes y por ser el hombre un ser racional
podrá, a través de la sabiduría y prudencia, encontrar el contenido justo para una norma
jurídica y aplicar justicia.
A lo largo de la historia, las personas han tenido múltiples ideales de justicia con
contenidos diversos y aún contrapuestos. Hoy no es difícil constatar que las personas
tienen diferentes concepciones de lo que es justo o injusto, como por ejemplo en materia
de aborto, pena de muerte, divorcio, etc. Al preguntarnos por el contenido que
deberíamos darle a las normas jurídicas, se plantea la objetividad y subjetividad de la
justicia. La objetividad de la justicia implica averiguar si hay un solo ideal de justicia
verdadero siendo todos los demás falsos. Por el contrario la subjetividad de la justicia se
refiere a si existen varios ideales de justicia igualmente válidos por cada individuo,
sociedad o época histórica.
El Bien Común
A parte de sus otros fines, el derecho persigue, inagotablemente, el bien común. Este
bien común puede ser entendido como el estado que una sociedad intenta alcanzar en
donde las personas que allí residen tienen la posibilidad de obtener el conjunto de
condiciones necesarias para una vida digna y de calidad, en donde pueden,
fructíferamente, alcanzar el perfeccionamiento de su personalidad. Esto puede referirse
en un nivel material, moral, profesional e intelectual. Siempre manteniendo en cuenta
que el bien común que el derecho persigue como fin es un estado de oportunidades
igualitarias para todos, y no solo para un sector privilegiado de la sociedad; el bienestar
es comunitario y no individual.
Para que exista el bien común, este debe presentar la totalidad como característica, ya
que el bien común no se refiere a un individuo, sino al conjunto completo de individuos
que pertenecen a una sociedad. Estos individuos participan y contribuyen al
perfeccionamiento del bien común como un todo y también obtienen los beneficios que
este genera.
La Seguridad Jurídica
La seguridad o certeza jurídica es, según muchos autores, el fin del derecho más
importante y el único propiamente jurídico . La seguridad jurídica persigue obtener
orden, certeza, previsibilidad de los comportamientos de relevancia jurídica y la
protección de los bienes jurídicos. Básicamente consiste en que los sujetos conocen las
normas jurídicas que regulan determinados comportamientos de modo que saben cómo
comportarse y cómo se conducirán los demás. Si el derecho es generalmente observado,
los individuos conocen y pueden preveer las consecuencias del propio actuar y las del
actuar ajeno. En otras palabras sabemos la barrera entre lo lícito y lo ilícito. El individuo
también conoce o tiene cierta garantía que su persona, bienes y sus derechos no serán
objeto de ataques violentos o antijurídicos y, si lo son en el hecho, sabe que (con una
alta probabilidad) se sancionará al culpable y/o se repararán los perjuicios sufridos.
Según algunos autores, este fin sólo se logra a través del derecho, a diferencia de la paz
y justicia que se puede lograr por otros medios y órdenes normativos. Además es el
único fin que podemos atribuirle a cualquier sistema jurídico, con independencia a si
éste es justo o injusto.
Para que podamos obtener seguridad jurídica, debe cumplirse con determinadas
condiciones. Según el autor norteamericano Lon Fuller, estos requisitos configuran lo
que se denomina “moral interna del derecho” y, en el fondo, estas condiciones
pretenden que el derecho cumpla su función inmediata: regular y orientar conductas.
Fuller distingue entre “moral de deber” (morality of duty) y “moral de aspiración”
(morality of aspiration). La moral del deber implica conductas que la mayoría está
dispuesta a “tolerar” y dice relación con un límite al actuar, estableciendo un standard
mínimo de conducta exigible. La moral de aspiración es más exigente y persigue la
virtud en el ser humano. Sin embargo, Fuller entiende que el derecho debe ser empleado
para poner en vigor la moral del deber y no puede ser usado para lograr los objetivos de
la moral de aspiración. La idea fue tomada por Lord Patrick Devlin en su trabajo The
Enforcement of Morals, donde señala que el derecho dice relación con lo mínimo, no
con lo máximo . Fuller, en su libro The Morality of Law señala los contenidos morales
mínimos que todo sistema jurídico debe contemplar para ser tal. Este autor sostiene que
derecho y moral tienen distintas áreas de regulación, pero existe relación directa entre
ambos. Así, la moral persigue que los hombres sean virtuosos, busca “lo máximo” de
rectitud, integridad y bondad del ser humano. En cambio, el derecho busca un fin más
modesto, tiene que ver con lo “mínimo aceptable”. El derecho debe contener un mínimo
de moral para ser tal. Para Fuller el contenido mínimo de justicia consiste en que el
sistema jurídico debe respetar algunos principios para ser tal:
a) El derecho debe ser eficaz; es decir, debe ser normalmente obedecido por los sujetos
normativos y generalmente aplicado por los Tribunales de Justicia. Siempre habrá
transgresión al derecho, pero ésta debe ser residual. Si hay una desobediencia
generalizada, los sujetos se verían confundidos porque, si bien la norma jurídica ordena
una conducta, sus pares mayoritariamente no la obedecen. Muy probablemente, al no
internalizar la norma en el proceso de socialización, el individuo no tendrá problema en
quebrantar una norma en desuso. Por esto, las normas jurídicas deben ser consideradas
como legítimas por los ciudadanos comunes . Para ello es importante que el contenido
de las normas sea considerado justo, correcto, razonable y aceptado por la generalidad
de los individuos corrientes.
b) El sistema jurídico, debe tener cierta estabilidad, en el sentido de que los principios
generales deben tender a ser permanentes. Las reformas deben ser tangenciales y no
radicales. Si hay modificaciones drásticas al sistema jurídico (pensemos en el cambio de
la Constitución o la reforma procesal penal) se contemplan aplicaciones paulatinas o un
período de vacancia legal (es lo normal en las modificaciones al sistema tributario).
c) Las normas jurídicas deben ser lo más precisas posibles: delimitar claramente la
conducta regulada y sus consecuencias (manifestaciones de ello son el principio de
tipicidad penal y la legalidad tributaria). De esta manera se deja clara la barrera entre lo
lícito y lo ilícito como también las consecuencias del actuar propio y ajeno. Esto es más
propio de los sistemas de derecho continental. En el derecho anglosajón se confía más
en la discrecionalidad del juez y en la intuición del hombre común para determinar qué
es correcto o incorrecto. Así, los anglosajones consideran que un hombre razonable hará
lo correcto con independencia de lo que diga una fuente de derecho preexistente.
e) Las normas jurídicas deben ser conocidas por los destinatarios, para ello es
importante la escrituración del derecho y una adecuada publicidad. La interpretación de
las normas debe ser lo más fácil posible, por ello es necesario claridad en el lenguaje.
En caso de existir varias interpretaciones, deben existir medios para unificarlas.